Servicio diario - 09 de septiembre de 2019


 

Las bienaventuranzas, "carnet de identidad del cristiano"
Larissa I López

Mauricio: Francisco reza en la tumba del beato padre Laval, "apóstol de los negros"
Rosa Die Alcolea

Mauricio: El Papa alienta a "promover una política económica orientada hacia las personas"
Rosa Die Alcolea

Misa en Mauricio: Llamado a mantener el "impulso misionero" del padre Laval
Larissa I López

Viaje a África: El Santo Padre se despide de Mauricio
Larissa I López

Mauricio: El Papa se reúne con el presidente de la República y el primer ministro
Larissa I López

Francisco llega a Mauricio, país con mayoría hinduista y libertad religiosa plena
Rosa Die Alcolea

Viaje a África: Programa del último día del Papa
Redacción

San Nicolás de Tolentino, 10 de septiembre
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

09/09/2019-12:22
Larissa I. López

Las bienaventuranzas, "carnet de identidad del cristiano"

(ZENIT — 9 sept. 2019).- El Papa Francisco, indicó que las bienaventuranzas "son el carnet de identidad del cristiano" y que para ser buen cristiano basta con hacer lo que Jesús indica en las mismas, ya que, "en ellas se dibuja el rostro del Maestro, que estamos llamados a transparentar en lo cotidiano de nuestras vidas (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 63)".

Hoy, 9 de septiembre de 2019, en torno las 12:15, hora local (10:15 h. en Roma), el Santo Padre ha presidido la celebración eucarística en el Monumento de María Reina de la Paz en Port Louis, Mauricio.

Francisco ha llegado esta misma mañana a Mauricio, tercer y último destino de su viaje apostólico a África, que está teniendo lugar del 4 al 10 de septiembre y en el que también ha visitado Mozambique y Madagascar.

 

Ejemplo del padre Laval

Con respecto a vivir las bienaventuranzas en nuestra vida, el Pontífice se refirió al ejemplo del beato Jacques-Désiré Laval, misionero evangelizador, muy venerado en Mauricio y que celebra hoy su fiesta.

Así, resaltó cómo el padre Laval supo que “evangelizar suponía hacerse todo para todos (cf. 1 Co 9, 19-22): aprendió el idioma de los esclavos recientemente liberados y les anunció de manera simple la Buena Nueva de la salvación. Supo convocar a los fieles y los formó para emprender la misión y crear pequeñas comunidades cristianas en barrios, ciudades y aldeas vecinas(…)”.

Y añadió que, “a través de su impulso misionero y su amor, el padre Laval dio a la Iglesia mauriciana una nueva juventud, un nuevo aliento, que hoy estamos invitados a continuar en el contexto actual”.

 

“Impulso misionero”

En cuanto a dicho impulso misionero, Francisco apuntó que es necesario cuidarlo para no caer “en la tentación de perder el entusiasmo evangelizador refugiándonos en seguridades mundanas que, poco a poco, no solo condicionan la misión, sino que la vuelven pesada e incapaz de convocar (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 26)” y que este “tiene rostro joven y rejuvenecedor”.

De este modo, según el Pontífice, “con su vitalidad y entrega”, los jóvenes son los encargados de proporcionar “belleza y frescura” a la misión de la comunidad cristiana, algo que no es fácil siempre, “porque exige que aprendamos a reconocerles y otorgarles un lugar en el seno de nuestra comunidad y de nuestra sociedad”.

 

Los jóvenes, primera misión

A continuación, el Santo Padre se refirió al sufrimiento de los jóvenes, que, a pesar del crecimiento económico de las últimas décadas en el país, se encuentran con la desocupación, con un “futuro incierto que los empuja fuera del camino y los obliga a escribir su vida muchas veces al margen, dejándolos vulnerables y casi sin puntos de referencia ante las nuevas formas de esclavitud de este siglo XXI”.

Por ello, el Papa subrayó “¡Ellos, nuestros jóvenes, son la primera misión! A ellos debemos invitar a encontrar su felicidad en Jesús; pero no de forma aséptica o lejana, sino aprendiendo a darles un lugar, conociendo ‘su lenguaje’, escuchando sus historias, viviendo a su lado, haciéndoles sentir que son bienaventurados de Dios”.

Por otro lado, reconoce que en nuestra sociedad, alienada por las ambiciones de poder y los intereses mundanos, a veces es difícil vivir las bienaventuranzas, pero que, al mismo tiempo, no podemos “dejar que nos gane en el desaliento”.

 

Feliz es sinónimo de santo

El Obispo de Roma, afirmó que deseaba que el pie del monte en el que se encontraban se convirtiera en “el monte de las Bienaventuranzas” en el que recuperar “esta invitación a ser felices”, pues solo los cristianos alegres despiertan el “deseo de seguir ese camino”.

Y agregó: “la palabra ‘feliz’ o ‘bienaventurado’ pasa a ser sinónimo de ‘santo’, porque expresa que la persona que es fiel a Dios y vive su Palabra alcanza, en la entrega de sí, la verdadera dicha”.

 

Espíritu Santo, protagonista de la Iglesia

En definitiva, los proyectos de vida cristiana realizados con alegría, son los que animan a los jóvenes a decir: “Yo quiero subir a ese monte de las bienaventuranzas, yo quiero encontrarme con la mirada de Jesús y que Él me diga cuál es mi camino de felicidad”, apuntó Francisco.

Finalmente, el Santo Padre invitó a pedir por nuestras comunidades para que, “dando testimonio de la alegría de la vida cristiana, vean florecer la vocación a la santidad en las múltiples formas de vida que el Espíritu nos propone”.

Y exhortó a no olvidar que “quien convoca con fuerza, quien construye la Iglesia, es el Espíritu Santo, con su fuerza. Él es el protagonista de la misión, Él es el protagonista de la Iglesia”.

***

 

Homilía del Santo Padre

Aquí, ante este altar dedicado a María, Reina de la Paz; en este monte desde el que se ve la ciudad y más allá el mar, nos encontramos para participar de esa multitud de rostros que han venido de Mauricio y de las demás islas de esta región del Océano Índico para escuchar a Jesús que anuncia las bienaventuranzas. La misma Palabra de Vida que, como hace dos mil años, tiene la misma fuerza, el mismo fuego que enciende hasta los corazones más fríos. Juntos podemos decir al Señor: creemos en ti y, con la luz de la fe y el palpitar del corazón, sabemos que es verdad la profecía de Isaías: anuncias la paz y la salvación, traes buenas noticias, reina nuestro Dios.

Las bienaventuranzas «son el carnet de identidad del cristiano. Si alguno de nosotros se plantea la pregunta: “¿Cómo se hace para ser un buen cristiano?”, la respuesta es sencilla: es necesario hacer, cada uno a su modo, lo que pide Jesús en las bienaventuranzas. En ellas se dibuja el rostro del Maestro, que estamos llamados a transparentar en lo cotidiano de nuestras vidas» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 63), tal como hizo el llamado “apóstol de la unidad mauriciana”, el beato Jacques-Désiré Laval, tan venerado en estas tierras. El amor a Cristo y a los pobres marcó su vida de tal manera que lo protegió de la ilusión de realizar una evangelización “lejana y aséptica”. Sabía que evangelizar suponía hacerse todo para todos (cf. 1 Co 9, 19-22): aprendió el idioma de los esclavos recientemente liberados y les anunció de manera simple la Buena Nueva de la salvación. Supo convocar a los fieles y los formó para emprender la misión y crear pequeñas comunidades cristianas en barrios, ciudades y aldeas vecinas, muchas de estas pequeñas comunidades han sido el inicio de las actuales parroquias. Fue solícito en brindar confianza a los más pobres y descartados para que fuesen ellos los primeros en organizarse y encontrar respuestas a sus sufrimientos.

A través de su impulso misionero y su amor, el padre Laval dio a la Iglesia mauriciana una nueva juventud, un nuevo aliento, que hoy estamos invitados a continuar en el contexto actual.

Y este impulso misionero hay que cuidarlo porque puede darse que, como Iglesia de Cristo, caigamos en la tentación de perder el entusiasmo evangelizador refugiándonos en seguridades mundanas que, poco a poco, no sólo condicionan la misión, sino que la vuelven pesada e incapaz de convocar (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 26). El impulso misionero tiene rostro joven y rejuvenecedor. Son precisamente los jóvenes quienes, con su vitalidad y entrega, pueden aportarle la belleza y frescura propia de la juventud cuando desafían a la comunidad cristiana a renovarnos y nos invitan a partir hacia nuevos horizontes (cf. Exhort. ap. Christus vivit, 37).

Pero esto no siempre es fácil, porque exige que aprendamos a reconocerles y otorgarles un lugar en el seno de nuestra comunidad y de nuestra sociedad.

Pero qué duro es constatar que, a pesar del crecimiento económico que tuvo vuestro país en las últimas décadas, son los jóvenes los que más sufren, ellos son quienes más padecen la desocupación que provoca no sólo un futuro incierto, sino que además les quita la posibilidad de sentirse actores privilegiados de la propia historia común. Un futuro incierto que los empuja fuera del camino y los obliga a escribir su vida muchas veces al margen, dejándolos vulnerables y casi sin puntos de referencia ante las nuevas formas de esclavitud de este siglo XXI. ¡Ellos, nuestros jóvenes, son la primera misión! A ellos debemos invitar a encontrar su felicidad en Jesús; pero no de forma aséptica o lejana, sino aprendiendo a darles un lugar, conociendo “su lenguaje”, escuchando sus historias, viviendo a su lado, haciéndoles sentir que son bienaventurados de Dios. ¡No nos dejemos robar el rostro joven de la Iglesia y de la sociedad; no dejemos que sean los mercaderes de la muerte quienes roben las primicias de esta tierra!

A nuestros jóvenes y a cuantos como ellos sienten que no tienen voz porque están sumergidos en la precariedad, el padre Laval los invitaría a dejar resonar el anuncio de Isaías: «¡Prorrumpan en gritos de alegría, ruinas de Jerusalén, porque el Señor consuela a su Pueblo, él redime a Jerusalén!» (52,9). Aun cuando lo que nos rodee pueda parecer que no tiene solución, la esperanza en Jesús nos pide recuperar la certeza del triunfo de Dios no sólo más allá de la historia, sino también en la trama oculta de las pequeñas historias que se van entrelazando y que nos tienen como protagonistas de la victoria de Aquel que nos ha regalado el Reino.

Para vivir el Evangelio, no se puede esperar que todo a nuestro alrededor sea favorable, porque muchas veces las ambiciones del poder y los intereses mundanos juegan en contra nuestra. San Juan Pablo II decía que «está alienada una sociedad que, en sus formas de organización social, de producción y consumo, hace más difícil la realización de esta donación [de sí] y la formación de esa solidaridad interhumana» (Enc. Centesimus annus, 41c). En una sociedad así, se vuelve difícil vivir las bienaventuranzas; puede llegar incluso a ser algo mal visto, sospechado, ridiculizado (cf. Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 91). Es cierto, pero no podemos dejar que nos gane el desaliento.

Al pie de este monte, que hoy quisiera que fuera el monte de las Bienaventuranzas, también nosotros tenemos que recuperar esta invitación a ser felices. Sólo los cristianos alegres despiertan el deseo de seguir ese camino; «la palabra “feliz” o “bienaventurado” pasa a ser sinónimo de “santo”, porque expresa que la persona que es fiel a Dios y vive su Palabra alcanza, en la entrega de sí, la verdadera dicha» (ibíd., 64).

Cuando escuchamos el amenazante pronóstico “cada vez somos menos”, en primer lugar, deberíamos preocuparnos no por la disminución de tal o cual modo de consagración en la Iglesia, sino por las carencias de hombres y mujeres que quieren vivir la felicidad haciendo caminos de santidad, hombres y mujeres que dejen arder su corazón con el anuncio más hermoso y liberador. «Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra con­ciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, sin la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, viven sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 49).

Cuando un joven ve un proyecto de vida cristiana realizado con alegría, eso lo entusiasma y alienta, y siente ese deseo que puede expresar así: “Yo quiero subir a ese monte de las bienaventuranzas, yo quiero encontrarme con la mirada de Jesús y que Él me diga cuál es mi camino de felicidad”.

Pidamos, queridos hermanos y hermanas, por nuestras comunidades, para que, dando testimonio de la alegría de la vida cristiana, vean florecer la vocación a la santidad en las múltiples formas de vida que el Espíritu nos propone. Implorémoslo para esta diócesis, como también para aquellas otras que hoy han hecho el esfuerzo de venir aquí. El padre Laval, el beato cuyas reliquias veneramos, vivió también momentos de decepción y dificultad con la comunidad cristiana, pero finalmente el Señor venció en su corazón. Tuvo confianza en la fuerza del Señor. Dejemos que toque el corazón de muchos hombres y mujeres de esta tierra, dejemos que toque también nuestro corazón para que su novedad renueve nuestra vida y la de nuestra comunidad (cf. ibíd., 11). Y no nos olvidemos que quien convoca con fuerza, quien construye la Iglesia, es el Espíritu Santo, con su fuerza. Él es el protagonista de la misión, Él es el protagonista de la Iglesia.

La imagen de María, la Madre que nos protege y acompaña, nos recuerda que fue llamada la “bienaventurada”. A ella que vivió el dolor como una espada que le atraviesa el corazón, a ella que cruzó el peor umbral del dolor que es ver morir a su hijo, pidámosle el don de la apertura al Espíritu Santo, de la alegría perseverante, esa que no se amilana, ni se repliega, la que siempre vuelve a experimentar y afirmar: “El Todopoderoso hace grandes obras, su nombre es santo”.

 

© Librería Editorial Vaticana

 

 

 

09/09/2019-13:42
Rosa Die Alcolea

Mauricio: Francisco reza en la tumba del beato padre Laval, "apóstol de los negros"

(ZENIT — 9 sept. 2019).- Pasadas las 4 de la tarde (14 horas en Roma), las campanas del Santuario del Beato Padre Laval replicaban con fuerza para recibir la histórica visita del Papa Francisco, coincidiendo con la conmemoración del 155 aniversario de la muerte del "apóstol de los negros", el padre Jacques-Désiré Laval, misionero francés que evangelizó a los indígenas en Mauricio.

Este lunes, 9 de septiembre de 2019, último día del 31º viaje internacional de Francisco, está dedicado a Islas Mauricio, y transcurre en Port Louis, la capital, donde el Papa ha celebrado la Misa, y se reunirá con el presidente, el primer ministro y las autoridades civiles y políticas.

A las 14:15 horas de Roma, a la entrada de la iglesia, al lado del Santuario, esperaban al Pontífice tres obispos de la CEDOI (Conferencia Episcopal del Océano Índico), el párroco y el responsable del Santuario. Una familia ha recibido al Papa a su llegada, y le han regalado unas flores que él ha depositado sobre la tumba del beato Laval, quedándose unos minutos en oración silenciosa.

Han participado en este acto cerca de 65 fieles, y a la salida, el Papa ha saludado a 12 enfermos y 20 familiares de personas tóxico dependientes atendidas en la “CASA A”, un centro de acogida mauriciano gestionado por un diácono permanente y por su mujer.

 

Única fotografía, junto a la cruz

La tumba del beato se encuentra en una vitrina de vidrio que alberga una representación del beato en cera, y debajo hay un gran crucifijo: se trata de una reproducción de la cruz junto a la cual el Padre Laval aceptó, por primera y única vez, ser fotografiado.

El amor a Cristo y a los pobres “marcó su vida de tal manera que lo protegió de la ilusión de realizar una evangelización ‘lejana y aséptica'”, ha descrito el Papa de él, en la Eucaristía celebrada en Port Louis.

“Sabía que evangelizar suponía hacerse todo para todos: aprendió el idioma de los esclavos recientemente liberados y les anunció de manera simple la Buena Nueva de la salvación. Supo convocar a los fieles y los formó para emprender la misión y crear pequeñas comunidades cristianas en barrios, ciudades y aldeas vecinas, muchas de estas pequeñas comunidades han sido el inicio de las actuales parroquias. Fue solícito en brindar confianza a los más pobres y descartados para que fuesen ellos los primeros en organizarse y encontrar respuestas a sus sufrimientos”.

 

Vida del padre Laval

El beato Jacques-Désiré Laval nace en Francia en 1803 de una familia aburguesada que lo obliga a estudiar Medicina, pero pronto decide abandonar la profesor médica para hacerse misionero. Instalado en 1841 en Isla Mauricio, se dedica con entusiasmo a la evangelización de los negros que habían sido liberados, por ley, de la esclavitud. Durante las epidemias de cólera que dañaron al país en 1854, 1857 y 1862, fundó numerosos hospitales.

Abrió escuelas de enseñanza básica, construyó varias capillas para la formación espiritual y promovió la integración social de la población. En privado, llevó una vida austera: usaba el cilicio, dormía sobre la tierra descubierta, practicaba el ayuno, y transcurría las noches enteras rezando.

A la edad de 59 años, debilitado físicamente, es golpeado por una apoplejía, muere el 9 de septiembre de 1864. A su funeral asistieron 40 mil personas. Fue beatificado por san Juan Pablo II el 29 de abril de 1979, el primer beato elegido por el papa polaco.

 

El Santuario

Situado en el interior de los muros de la iglesia de la Santa Cruz, a las afueras de Port Louis, el actual santuario del beato Laval es de reciente construcción: data, de hecho, de 2014, año en que la Iglesia mauriciana celebró el 150 aniversario de la muerte del beato Padre Jacques Laval, conocido como “el apóstol de los negros” porque se dedicó a la evangelización de los indígenas de Mauricio.

La nueva estructura se ha hecho necesaria por el constante aumento del número de peregrinos que se recogen en oración delante de la tumba del beato Laval, en particular, el 9 de septiembre, en memoria de su muerte.

Hoy, el edificio está preparado para acoger a 250 personas, más del doble de la anterior estructura, de 1870, restaurada más veces y ahora conectada al nuevo edificio a través de unas columnas.

 

 

 

 

09/09/2019-15:26
Rosa Die Alcolea

Mauricio: El Papa alienta a "promover una política económica orientada hacia las personas"

(ZENIT — 9 sept. 2019).- El Papa Francisco, segundo pontífice que visita Mauricio, ha alentado a las autoridades a "promover una política económica orientada hacia las personas y que sepa privilegiar una mejor distribución de los ingresos, la creación de oportunidades de empleo y una promoción integral de los más pobres".

El Santo Padre ha visitado esta tarde, en su último día de viaje a África (Mozambique y Madagascar), 9 de septiembre de 2019, a las autoridades políticas, miembros de la sociedad civil y del cuerpo diplomático de Isla Mauricio.

A las 17:40 horas (15:40 horas en Roma), después de reunirse con el presidente de la República, Barlen Vyapoory, y con el primer ministro del Gobierno, Pravind Kumar Jugnauth, el Papa ha entrado al salón de actos del Palacio Presidencial para encontrarse con las autoridades.

En Islas Mauricio, –ubicado al sur del continente africano, en medio del Océano Índico– país donde la corrupción política y social está a la orden del día, conocido como un “paraíso fiscal”, el Papa ha animado a los políticos locales a “no sucumbir a la tentación de un modelo económico idólatra que siente la necesidad de sacrificar vidas humanas en el altar de la especulación y la mera rentabilidad”.

 

Oasis de paz

Asimismo, el Pontífice ha valorado cómo en estas islas, “las diferentes religiones, con sus respectivas identidades, trabajan mancomunadamente para contribuir a la paz social y recordar el valor trascendente de la vida contra todo tipo de reduccionismo”.

Francisco ha valorado la tradición democrática que contribuye a hacer de la isla Mauricio un “oasis de paz”: “Espero que este estilo de vida democrático pueda ser cultivado y desarrollado, especialmente luchando contra todas las formas de discriminación”.

Asimismo, el Papa ha invitado a las autoridades del país a “dar la bienvenida y proteger” a los migrantes que vienen hoy para encontrar un trabajo, en “fidelidad a sus raíces”, dado que el “ADN” de este pueblo “guarda la memoria de estos movimientos migratorios” que condujeron a sus antepasados a la isla y que también “los llevaron a abrirse a las diferencias para integrarlas y promoverlas por el bien de todos”, ha recordado.

 

Ecología integral

Luego ha salido al patio del palacio presidencial para bendecir las plantas que luego serán plantadas por todo el país, en la isla de Mauricio y las islas aledañas, una iniciativa con la que los mauricianos han querido conmemorar la visita apostólica de Francisco. En esta ceremonia han estado presentes los líderes musulmanes, hinduista y de otras religiones cristianas, comunidades muy activas en las Islas Mauricio.

Como ha explicado el cardenal Piat, arzobispo de Port Louis, al final de la Misa celebrada esta mañana, la Comisión Diocesana de Justicia y Paz, han invitado a los fieles a plantar 100.000 plantas, adhiriéndose al llamado de Francisco a una ecología integral. “Estas plantas serán para nosotros un recordatorio de su invitación constante a escuchar el grito de los pobres y de la naturaleza”, ha dicho al Santo Padre.

***

 

Discurso del Papa Francisco

Señor Presidente,
Señor Primer Ministro,
Distinguidos miembros del Gobierno,
Distinguidos miembros del Cuerpo Diplomático,
Señoras y señores, representantes de la sociedad civil,
Representantes de las diversas confesiones religiosas,
Señoras y señores:

Saludo cordialmente a las Autoridades del Estado de Mauricio y les agradezco la invitación a visitar vuestra República. Agradezco al Primer Ministro las amables palabras que me acaba de dirigir, así como su bienvenida y la del señor Presidente. Saludo a los miembros del Gobierno, de la sociedad civil y del Cuerpo Diplomático. Quiero también saludar y agradecer fraternalmente la presencia hoy aquí de los representantes de otras denominaciones cristianas y de las diferentes religiones presentes en la isla Mauricio.

Estoy contento, gracias a esta breve visita, de poder conocer vuestro pueblo, caracterizado por poseer, no sólo un rostro multicultural, étnico y religioso sino, sobre todo, la belleza que proviene de vuestra capacidad de reconocer, respetar y armonizar las diferencias existentes en función de un proyecto común. Así es toda la historia de vuestro pueblo que nació con la llegada de migrantes de diferentes horizontes y continentes, portadores de sus tradiciones, su cultura y su religión, y que aprendieron, poco a poco, a enriquecerse con la diferencia de los demás y a encontrar los medios para vivir juntos, buscando construir una hermandad preocupada por el bien común.

En este sentido, vosotros poseéis una voz autorizada —porque se hizo vida— capaz de recordar que es posible alcanzar una paz estable desde la convicción de que «la diversidad es bella cuando acepta entrar constantemente en un proceso de reconciliación, hasta sellar una especie de pacto cultural que haga emerger una “diversidad reconciliada”» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 230). Esta es base y oportunidad para la construcción de una real comunión dentro de la gran familia humana, sin necesidad de marginar, excluir o rechazar.

El ADN de vuestro pueblo guarda la memoria de estos movimientos migratorios que condujeron a vuestros antepasados a esta isla y que también los llevaron a abrirse a las diferencias para integrarlas y promoverlas por el bien de todos. Es por eso que os aliento, en fidelidad a vuestras raíces, a asumir el desafío de dar la bienvenida y proteger a los migrantes que vienen hoy para encontrar un trabajo y, para muchos de ellos, mejores condiciones de vida para sus familias. Preocuparos de darles la bienvenida como vuestros antepasados supieron acogerse recíprocamente; como protagonistas y defensores de una verdadera cultura del encuentro que permita a los migrantes —y a todos— ser reconocidos en su dignidad y derechos.

En la historia reciente de vuestro pueblo, quisiera recordar la tradición democrática instaurada después de la independencia y que contribuye a hacer de la isla Mauricio un oasis de paz. Espero que este estilo de vida democrático pueda ser cultivado y desarrollado, especialmente luchando contra todas las formas de discriminación. Porque «la auténtica vida política, fundada en el derecho y en un diálogo leal entre los protagonistas, se renueva con la convicción de que cada mujer, cada hombre y cada generación encierran en sí mismos una promesa que puede liberar nuevas energías relacionales, intelectuales, culturales y espirituales» (Mensaje para la 52 Jornada Mundial de la Paz, 1 enero 2019). Que vosotros, que estáis comprometidos en la vida política de la República de Mauricio, podáis ser un ejemplo para quienes confían en vosotros, especialmente para los jóvenes. Por vuestra actitud y disposición para luchar contra todas las formas de corrupción, que podáis manifestar la grandeza de vuestro compromiso al servicio del bien común y ser siempre dignos de la confianza que os dan vuestros conciudadanos.

Desde su independencia, vuestro país experimentó un fuerte desarrollo económico del cual, sin duda, debemos alegrarnos, a la vez que estar atentos. En el contexto actual, a menudo parece que el crecimiento económico no siempre beneficia a todos y que incluso deja a un costado —por ciertas estrategias de su dinámica— a un cierto número de personas, especialmente a los jóvenes. Por eso me gustaría animaros a promover una política económica orientada hacia las personas y que sepa privilegiar una mejor distribución de los ingresos, la creación de oportunidades de empleo y una promoción integral de los más pobres (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 204). Animaos a no sucumbir a la tentación de un modelo económico idólatra que siente la necesidad de sacrificar vidas humanas en el altar de la especulación y la mera rentabilidad, que sólo toma en cuenta el beneficio inmediato en detrimento de la protección de los más pobres, de nuestro medio ambiente y sus recursos. Se trata de avanzar con esa actitud constructiva que, como escribió el cardenal Piat con ocasión del 50 aniversario de la independencia de Mauricio, impulsa a implementar una conversión ecológica integral. Dicha conversión mira no sólo a evitar terribles fenómenos climáticos o grandes desastres naturales, sino que también busca promover un cambio en los estilos de vida para que el crecimiento económico realmente pueda beneficiar a todos, sin correr el riesgo de causar catástrofes ecológicas ni graves crisis sociales.

Señoras y señores: Deseo expresar mi agradecimiento por cómo en Mauricio las diferentes religiones, con sus respectivas identidades, trabajan mancomunadamente para contribuir a la paz social y recordar el valor trascendente de la vida contra todo tipo de reduccionismo. Y reitero la disposición de los católicos en Mauricio de continuar participando en este diálogo fecundo que ha marcado con tanta fuerza la historia de vuestro pueblo. Gracias por vuestro testimonio.

Nuevamente gracias por vuestra cálida bienvenida. Es mi deseo que Dios bendiga a vuestro pueblo y todos los esfuerzos que realizan para fomentar el encuentro entre diferentes culturas, civilizaciones y tradiciones religiosas en la promoción de una sociedad justa, que no se olvida de sus hijos, especialmente de aquellos más necesitados. ¡Que su amor y misericordia continúen acompañándoos y protegiéndoos!

 

© Librería Editorial Vaticana

 

 

 

09/09/2019-11:08
Larissa I. López

Misa en Mauricio: Llamado a mantener el "impulso misionero" del padre Laval

(ZENIT — 9 sept. 2019).- Hoy, 9 de septiembre de 2019, en torno las 12:15, hora local (10:15 h. en Roma), el Papa ha presidido la celebración eucarística en el Monumento de María Reina de la Paz en Port Louis, República de Mauricio.

Francisco llegó esta misma mañana a Mauricio, tercer y último destino de su viaje apostólico a África, que está teniendo lugar del 4 al 10 de septiembre y en el que también ha visitado Mozambique y Madagascar.

 

Monumento a María Reina de la Paz

El Monumento de María Reina de la Paz se inauguró en 1940, en agradecimiento por haber preservado a este país en la I Guerra Mundial. Está construido en distintos niveles y en su parte más alta se sitúa una estatua de la Virgen en mármol de Carrara, que mide 3 metros.

La escultura tiene entre sus manos un globo terráqueo, como símbolo de que Ella es la consabida Reina de la Paz y de que a sus manos está encomendado el mundo.

Este lugar es utilizado para eventos importantes de la Iglesia católica de Mauricio y fue el escenario de la Misa que celebró el papa Juan Pablo II en 1989.

 

Iglesia Católica mauriciana

Mauricio es un territorio multiétnico (68% hindi-paquistaníes, 27% criollos, 3% chinos, 2% franceses), donde existe libertad religiosa y cuya religión predominante es el hinduismo (48,5%), los católicos representan un 28% de la población y los musulmanes un 17%.

La comunidad católica son en su mayoría criollos descendientes de los antiguos esclavos africanos convertidos en el siglo XIX por el beato Jacques Désiré Laval y una minoría de los descendientes de los colonos franceses y de los fieles de etnia china.

La Iglesia local cuenta con 2 circunscripciones eclesiásticas y 44 parroquias. Por otra parte, en el país hay 95 sacerdotes, 17 religiosos, 86 religiosas y 1.335 catequistas.

En esta Misa se han congregado alrededor de 100.000 personas, procedentes también de islas y comunidades de alrededor de Mauricio, como las Seycheles, Rodrigues o Reunión.

 

Beato padre Laval

El Papa Francisco presidió hoy la Eucaristía en la fiesta del citado beato Jacques-Désiré Laval, misionero evangelizador del país y símbolo reconocido de la unidad del mismo, cuyas reliquias estaban expuestas en el altar.

 A lo largo de su homilía, el Papa aludió a la figura este beato, sacerdote francés que se trasladó a Mauricio en 1841 y dedicó su labor pastoral a la población de color, que por aquel entonces había salido de la esclavitud. Ellos se convirtieron en sus principales colaboradores, sobre todo para construir escuelas, casas y capillas por todo el país.

Su vida constituyó un gran testimonio de entrega a Cristo, a los pobres y a los enfermos. A todos les transmitió la Buena Nueva de forma sencilla y, para ello, aprendió la lengua de los esclavos. Fue beatificado por Juan Pablo II en 1979.

Sobre él, el Santo Padre destacó su “impulso misionero y su amor”, que proporcionó a la Iglesia de Mauricio “una nueva juventud, un nuevo aliento, que hoy estamos invitados a continuar en el contexto actual”.

 

Participación de los fieles

La Misa fue acompañada por los cantos de un coro en el que sus miembros estaban vestidos de amarillo y blanco.

La primera lectura fue leída por una niña y, el salmo, cantado por varias personas, en criollo  y en francés. La oración de los fue realizada por 5 personas, en francés, inglés y criollo.

En cuanto a las ofrendas, representantes de los distintos grupos étnicos de Mauricio entregaron las mismas al Papa. Entre ellos, una familia.

 

100.000 plantas

Al final de la Eucaristía, el cardenal Maurice Piat, obispo de Port Louis, dirigió un saludo al Santo Padre en el que anunció que, para dar testimonio de su gratitud y como un modo de adherirse al llamado del Pontífice a vivir la ecología integral, la Comisión Diocesana de Justicia y Paz ha decidido invitar a los mauricianos a sembrar 100.000 plantas.

De hecho, en la celebración algunos fieles portaban palmeras como símbolo de esta reforestación.

 

Una camiseta y un sombrero para el Papa

Además, el cardenal comunicó a Francisco que, como saben que es aficionado al fútbol, los jóvenes deseaban regalarle una camiseta de su equipo favorito, el San Lorenzo de Almagro (Argentina), y una joven hindú le hizo entrega de la misma, con su nombre y el número 9.

Finalmente, el cardenal trasladó el saludo de los sacerdotes de Islas Mauricio. Estos quisieron también obsequiar al Papa con uno de los sombreros que ellos llevaban puestos durante la Misa, de manera que un joven presbítero se ha acercado al Papa para ofrecérselo.

 

Agradecimiento de Francisco

Antes de la bendición final, el Santo Padre pronuncio unas palabras de agradecimiento al cardenal y a todos los colaboradores en la organización del viaje, tanto eclesiásticos como civiles.

Asimismo, después de mencionar a los sacerdotes, diáconos, consagrados y voluntarios, el Papa también se ha referido a todo el Pueblo de Dios presente, especialmente a los fieles de Seychelles, Reunión, Comoras, Chagos, Agalega, Rodrigues y Mauricio.

 

 

 

 

09/09/2019-17:01
Larissa I. López

Viaje a África: El Santo Padre se despide de Mauricio

(ZENIT — 9 sept. 2019).- En la tarde de hoy, 9 de septiembre de 2019, el Papa Francisco se ha despedido de Mauricio en el aeropuerto de Port Louis y ha partido hacia Antananarivo, Madagascar.

Francisco ha llegado esta misma mañana a Mauricio, tercer y último destino de su viaje apostólico a África, que está teniendo lugar del 4 al 10 de septiembre y en el que también ha visitado Mozambique y Madagascar.

Este viaje, que comenzó el 4 de septiembre y finaliza el 10 del mismo mes, no constituye la primera visita de Francisco al continente africano, pues previamente ha estado en Egipto, Kenia, Uganda, la República Centroafricana y Marruecos.

 

Ceremonia de despedida

A las 18:45, hora local (16:45 h. de Roma), Francisco llegó al aeropuerto de la capital mauricitana y tuvo lugar la ceremonia de despedida de las Islas Mauricio.

El Santo Padre fue recibido por el primer ministro, Pravind Kumar Jugnauth y su esposa. Después de cruzar la Guardia de Honor, el Papa saludó a los obispos y a un grupo de personas presentes, se despidió del primer ministro y su consorte y se subió al avión para regresar a Madagascar.

El vuelo papal despegó del aeropuerto de Port Louis a las 19:15, hora local (17:15 h. en Roma). La llegada al aeropuerto de Antananarivo está prevista para las 20.00, hora local en Madagascar, (19.00 h. en Roma).

A su salida del país mauricitano, el Obispo de Roma ha mandado un telegrama al presidente ad interim de la República, Barlen Vyapoory, expresando su gratitud al gobierno y al pueblo de Mauricio por su "amable bienvenida y generosa hospitalidad".

 

Jornada en Mauricio

Durante este único día en Mauricio, el Pontífice, después de ser acogido en el aeropuerto, ha presidido la Eucaristía en el Monumento a María Reina de la Paz, donde también lo hizo Juan Pablo II en su vista al país en 1989.

Almorzó con los obispos de la Conferencia Episcopal del Océano Índico (CEDOI) y, más tarde, realizó una visita al santuario del beato padre Laval, misionero evangelizador del país, que hoy celebraba su fiesta. Por último, se reunió con el presidente, con el primer ministro, así como con a las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático.

 

Palabras de Francisco

A lo largo de esta visita, el Papa Francisco ha pronunciado una homilía y un discurso. Durante sus palabras en la Eucaristía, ha hablado sobre las bienaventuranzas, que constituyen el "carnet de identidad del cristiano" y ha llamado a continuar con el "impulso misionero" del beato padre Laval que proporcionó a la Iglesia de Mauricio "una nueva juventud, un nuevo aliento, que hoy estamos invitados a continuar en el contexto actual".

Igualmente, ha resaltado que los jóvenes constituyen la "primera misión", a los que hay que invitar a encontrar la felicidad en Jesús, "aprendiendo a darles un lugar, conociendo `su lenguaje', escuchando sus historias, viviendo a su lado, haciéndoles sentir que son bienaventurados de Dios".

 

Promoción de los más pobres

Por otro lado, en esta nación, una democracia estable que hoy en día atrae considerables inversiones extranjeras y ostenta uno de los ingresos per cápita más altos de África, el Santo Padre ha alentado a las autoridades de Mauricio a "promover una política económica orientada hacia las personas y que sepa privilegiar una mejor distribución de los ingresos, la creación de oportunidades de empleo y una promoción integral de los más pobres" y a "no sucumbir a la tentación de un modelo económico idólatra que siente la necesidad de sacrificar vidas humanas en el altar de la especulación y la mera rentabilidad".

Tras pasar la noche en la Nunciatura Apostólica de Antananarivo, Madagascar, Francisco tomará mañana un avión de regreso a Roma a las 9, hora local (8 h. en Roma).

 

 

 

09/09/2019-14:59
Larissa I. López

Mauricio: El Papa se reúne con el presidente de la República y el primer ministro

(ZENIT – 9 sept. 2019).- Hoy, 9 de septiembre de 2019, en torno a las 17, hora local (15 h. en Roma), el Papa Francisco llegó al Palacio Presidencial para encontrarse con el presidente de la República de Mauricio y con el primer ministro.

A su llegada al palacio, el Santo Padre fue recibido por el actual presidente ad interim de la República, Barlen Vyapoory, y juntos se dirigieron al Salón Azul, donde tuvo lugar el encuentro. Después se produjo el intercambio de regalos, así como la presentación de la familia del presidente al Pontífice.

El Papa también firmó en el libro de honor junto a las siguientes palabras: "Que Dios bendiga al pueblo de Mauricio y le conceda vivir siempre en paz, armonía y prosperidad".

 

Barlen Vyapoory

Barlen Vyapoory, licenciado en Agronomía, fue profesor titular en el Institutito Mauriciano de Educación desde 1976 a 1995, año en el que se introdujo en la vida política.

De 2002 a 2005 ejerció como consejero del ministro de Educación y Ciencia. Es alto comisario de la República de Mauricio en Sudáfrica con acreditación en Namibia, Botsuana, Zimbabue, Lesoto, Suazilandia y SADC.

En 2016 fue elegido vicepresidente de la República y desde marzo de 2018 es presidente ad interim del país.

 

Encuentro con el primer ministro

Tras su reunión, aproximadamente a las 17.15 horas (15.15 horas, hora de Roma), el presidente Barlen Vyapoory presentó al Santo Padre al primer ministro, Pravind Kumar Jugnauth.

En el Salón Azul, ambos conversaron. Tras la presentación de la familia del primer ministro, este ha ofrecido al Pontífice varios regalos.

Finalmente, el presidente de la República y el primer ministro, junto con Francisco, se trasladaron hasta la Gran Sala para el encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático.

 

Pravind Kumar Jugnauth

Pravind Jugnauth estudió Derecho en la Universidad de Buckingham, Reino Unido y forma parte del Movimiento Socialista Militante del país, que preside desde 2003. Fue ministro de Agricultura (2000-2003), viceprimer ministro y ministro de Finanzas y Desarrollo Económico en varios periodos, así como ministro de Tecnología Comunicación e Innovación (2014-2015).

Desde 2017 ocupa el cargo de primer ministro, ministro de Interior, de Unidad de Comunicación Externa y Desarrollo Nacional y ministro de Finanzas y de Desarrollo Económico.

 

Regalo del Papa

El Obispo de Roma ha ofrecido al como regalo al presidente ad interim Barlen Vyapoory una reproducción unificada en pergamino de un mapa realizada por la Imprenta Vaticana. Se trata de un plano publicado por Giovanni Giacomo de Rossi, una reducción en dos folios con la adición de nueva información del mapa mural que ocupaba un lugar destacado en la cultura holandesa de la época.

Las dos planchas de cobre situadas en la base del grabado fueron producidas por Daniel Widman, probablemente en 1653, cuando fue contratado por el editor Giovanni Domenico de Rossi, hermano de Giovanni Giacomo, para producir versiones reducidas de los mapas de los continentes de Blaeu, respondiendo a la creciente demanda del mercado romano.

Igualmente el Santo Padre ha entregado una copia del libro La capilla Paulina, editado por Maurizio De Luca, Arnold Nesselrath, Antonio Paolucci, Ulderico Santamaria y otra de Rafael o “Completa Perfección”, de Antonio Paolucci, ambas pertenecientes a la Editorial de los Museos Vaticanos.

 

 

 

 

09/09/2019-08:26
Rosa Die Alcolea

Francisco llega a Mauricio, país con mayoría hinduista y libertad religiosa plena

(ZENIT — 9 sept. 2019).- Hoy es el último día de actividad del viaje de Papa a África: su último destino es Islas Mauricio, convirtiéndose en el segundo pontífice que visita el país después de san Juan Pablo II, que lo hizo en 1989.

El Papa Francisco llegó al aeropuerto de Port Louis, capital del país, a las 10:40 hora local (8:40 horas en Roma). El avión B737-800 de Air Madagascar partió a las 7:20 horas (6:20 en Roma) desde Antananarivo.

Este lunes, 9 de septiembre de 2019, pasará a la historia de los mauricianos, quienes han declarado festiva la jornada de hoy para facilitar la participación en los actos de la visita pontificia. Hoy, los colegios y las oficinas de todo el país permanecen cerrados.

 

Ceremonia de bienvenida

A su llegada al aeropuerto internacional de Port Louis, a las 10:40 horas (8:40 horas, hora de Roma), el Santo Padre Francisco es recibido por el Primer Ministro, Sr. Pravind Kumar Jugnauth, y por su consorte y por el cardenal Maurice Piat, arzobispo de Port-Louis. Dos niños le han ofrecieron flores, a los que el Papa ha agradecido con una sonrisa y una caricia.

Después de la presentación de las respectivas Delegaciones, el Papa ha saludado a tres Obispos del CEDOI (Conferencia Episcopal del Océano Índico). Luego, las bandas de música han interpretado las himnos de ambos estados y el Santo Padre ha pasado a través de la Guardia de Honor.

 

Única jornada en Mauricio

El Primer Ministro y su esposa han acompañado al Papa al coche con el que se traslada al Monumento a la Reina María de la Paz, donde celebrará la Eucaristía. Antes de llegar al Monumento, el Papa Francisco ha cambiado de coche delante de los Catedral, donde ha sido recibido por una familia.

A primera hora de la tarde, el Pontífice visitará al presidente y al primer ministro en el Palacio Presidencial y se encontrará con las autoridades, con los de la sociedad civil y del cuerpo diplomático.

Islas Mauricio fueron visitadas por el papa polaco san Juan Pablo II, en su 44° viaje apostólico internacional. Él visitó Mauricio del 14 al 16 de octubre de 1989, con etapas en Plaisance Port Louis, Le Reduit, Mont-Thabor, La Ferme (Rodrigues), Rose Hill, Sainte-Croix, Curepipe.

 

Hinduismo, religión mayoritaria

Es un país insular de origen volcánico del Océano Índico que limita al este con Madagascar, es un pequeño país de 1.865 kilómetros cuadrados, a saber, el equivalente de una cuarta parte de Córcega, pero con cuatro veces más habitantes.

Pertenece al archipiélago de Mascareñas. Éstas son un grupo de islas del sudoeste del océano Índico compuesto por: Reunión, Mauricio, Rodrigues, las islas Agalega y el banco de Cargados Carajos. Administrativamente, pertenecen al estado de Mauricio (islas de Mauricio, Rodrigues, Agalega y Carajos) y a Francia, a la región de Ultramar de la (Reunión).

Los principales grupos étnicos que habitan en Mauricio son hindi-paquistaníes (68%), criollos (27%), chinos (3%) y franceses (2%).

Mauricio es el país africano donde el hinduismo es la principal religión, representada por el 48,5% de la población, gracias a las fuentes corrientes migratorias de trabajadores indios que llegaron al país en el siglo XIX, durante la dominación británica.

Los católicos suponen el 28% de los mauricianos, siendo la principal religión cristiana en el país, y el islam cuenta con una representación del 17,5%. La comunidad católica está compuesta mayoritariamente por criollos descendientes de los antiguos esclavos africanos convertidos en el siglo XIX por el beato Jacques Désiré Laval y una minoría de los descendientes de los colonos franceses y de los fieles de etnia china.

La Iglesia de Mauricio cuenta con una plena libertad religiosa para desarrollar su misión pastoral, educativa, caritativa y de evangelización.

 

República parlamentaria

Desde su independencia, Mauricio ha sido una democracia estable con elecciones libres regulares con un récord positivo de respeto a los derechos humanos y ha atraído considerables inversiones extranjeras logrando uno de los ingresos per cápita más altos de África.

El jefe del Estado de Mauricio es el presidente, actualmente Barlen Vyapoory, que se elige para un período de cinco años por la Asamblea Nacional, el parlamento unicameral mauriciano. El gobierno está encabezado por el primer ministro, Pravind Kumar Jugnauth, y un consejo de ministros.

Desde las últimas elecciones (diciembre de 2014), el jefe de gobierno fue sir Anerood Jugnauth, quien ya fue tres veces primer ministro y una vez presidente de Mauricio, hasta su renuncia en 2017, siendo entonces sucedido por su hijo Pravind Jugnauth, como líder del partido de gobierno, el Movimiento Socialista Militante (MSM).

 

Port Louis, ciudad con nombre de rey

Port Louis es la capital y la ciudad más grande de la República de Mauricio. Se encuentra en la costa noroccidental de la isla principal.

La isla fue visitada por los marinos árabes en la Edad Media, pero el primer visitante europeo es probablemente el navegante portugués Diego Fernandes Pereira, en 1511. Los marineros holandeses, que llegan en 1598 llaman la isla en honor al príncipe Mauricio de Nassau, y se asentaron allí en el siglo XVII, abandonándola en 1710. Francia toma el control en 1715 y la renombra como "Isla de Francia". Port Louis, sin embargo, toma el nombre del rey de Francia Luis XV y se convierte en centro administrativo y el principal puerto para las naves francesas en su viaje a través del Océano índico. En 1810 comienza la administración británica y en 1835 se abole la esclavitud. La isla es rebautizada como "Mauricio". En 1968, Mauricio consigue la independencia del Reino Unido en 1992 y se convierte en República.

El clima en Port Louis es tropical, con una temperatura media anual de 23,8 grados centígrados.

 

 

 

09/09/2019-16:14
Redacción

Viaje a África: Programa del último día del Papa

(ZENIT — 9 sept. 2019)-. El Papa Francisco termina mañana, martes, 10 de septiembre de 2019, su 31° viaje apostólico fuera de Italia, en el que ha visitado Mozambique los días 4, 5 y 6 de septiembre, Madagascar del 6 al 8, y Mauricio el 9 de septiembre, para llevar a estos países un mensaje de reconciliación y esperanza, a la vez que confirmar en la fe a la pequeña, pero viva comunidad católica.

Por la mañana, el Santo Padre tomará el vuelo en Antananarivo, capital de Madagascar, a las 9 horas (8 horas en Roma), llegando al aeropuerto italiano de Ciampino a las 19 horas.

 

Ver programa completo

 

Martes 10 septiembre 2019

 

ANTANANARIVO (MADAGASCAR)-ROMA

 
09:00 CEREMONIA DE DESPEDIDA en el aeropuerto de Antananarivo
09:20 Salida en avión para Roma/Ciampino
19:00 Llegada al aeropuerto de Roma/Ciampino

 

 

 

09/09/2019-07:00
Isabel Orellana Vilches

San Nicolás de Tolentino, 10 de septiembre

«Sacerdote agustino. Abogado de las almas del purgatorio. Se le considera protector de la buena muerte, de la maternidad y de la infancia. Es muy venerado en Europa y en América»

Nació en Sant'Angelo in Pontano, Italia, en 1245. Sus padres, que durante años esperaban descendencia, en el transcurso de una peregrinación a Bari prometieron que si lograban ser bendecidos por Dios con ella en el caso de que fuese un varón lo consagrarían a san Nicolás, titular de la ciudad. Y así lo hicieron atribuyéndole la pronta concepción de ese hijo tan deseado. El pequeño Nicolás creció dando muestras de la bondad y amabilidad que, junto a su desprendimiento y sensibilidad por los necesitados, caracterizaría su vida entera. Y es que el sensible y piadoso muchacho solía atender personalmente a los pobres que llegaban a su casa pidiendo ayuda. Los primeros conocimientos se los proporcionó el sacerdote en su localidad natal.

Puede que el ejemplo y educación que recibió de sus padres, junto con la cercana presencia de los ermitaños agustinos, despertara en él una temprana vocación, porque a los 12 años ingresó en el convento como «oblato». Su idea no era recibir únicamente esa formación que completaría con creces la que pudo darle el bondadoso clérigo, sino que albergaba el sueño de ser agustino. A los 15 años inició el noviciado, y en 1261 profesó. En 1269 fue ordenado sacerdote por el obispo san Benito de Cíngoli. Después ejerció su misión pastoral en distintos puntos de la región de Las Marcas durante seis años. Pero sus superiores seguramente preocupados por su débil salud, viendo que ni siquiera le ayudaba en su restablecimiento la misión que le encomendaron de maestro de novicios que no exigía continuos desplazamientos, en 1275 determinaron enviarle a Tolentino donde permaneció el resto de su vida.

Fue un hombre de gran austeridad; es la característica que se subraya unánimemente cuando se configura su trayectoria espiritual. Su ascetismo, forjado en el fecundo aprendizaje que había tenido previamente en conventos herederos de la genuina tradición eremítica, estaba signado por la mortificación y el ayuno. Aparte de la frugalidad de su comida, y la radicalidad de su pobreza —mantenía un solo hábito que remendaba cuando era preciso, dormía poco y en condiciones no aptas precisamente para el rácano descanso y menos para una persona corpulenta como él: en un saco, con una piedra como almohada y cubriéndose solo con su propio manto—, no desestimaba todo lo que podía ayudarle a conquistar la perfección. Es decir, que estas asperezas penitenciales y las disciplinas físicas que también se aplicaba no sustituían a la donación de sí mismo. Se esforzaba en ofrendarse, como hacía por ejemplo, con su criterio. Así, aunque no le agradaba la carne, cuando el superior le recomendaba su ingesta por el bien de su salud, se doblegaba humildemente. De todos modos, con una lógica que excede a la ofrecida por textos científicos, en lo que a su bienestar concernía solía poner en duda la preeminencia del valor nutricional de la carne frente al de las hortalizas. No tenía duda de que si Dios quería para él una fortaleza física que estaba lejos de poseer, la ingesta de verduras le habría servido. Se cuenta que, en una ocasión, teniendo en el plato dos sabrosas perdices asadas, Nicolás les ordenó: «Seguid vuestro camino». Y, al parecer, las aves emprendieron instantáneo vuelo.

Al margen de estas anécdotas, tal como se puso de relieve en el proceso de su canonización, fue un hombre obediente y fiel, efectuando lo que se le indicaba con prontitud y alegría; una persona dócil, sensible, entrañable, cercana, disponible, comprensiva, exquisita siempre en su trato que disfrutaba viendo gozar a los demás en el día a día. Era lo que cabía esperar de una persona como él que dedicaba a la oración 15 horas diarias. El resto del tiempo lo repartía en tareas apostólicas, confesión, lectura, meditación, asistencia al refectorio, al rezo del oficio divino..., y algún pequeño momento solaz en el recreo comunitario. ¡La multiplicación del tiempo, como se aprecia frecuentemente en esta sección de ZENIT, es otra gracia que reciben los santos! La continua presencia de Dios en él explica la profunda e incontenible emoción que sentía ante la Eucaristía, hecho que muchas personas pudieron constatar alguna vez, y también los favores extraordinarios que recibió, así como los numerosos milagros que obró. Su apostolado estuvo caracterizado por la dulzura y la amabilidad, rubricado por su admirable caridad. De ella sabían bien cercanos y lejanos, y de forma especial los enfermos y pobres a los que asistía sirviéndose de un bastón cuando ya no tenía fuerzas para deambular por sí mismo, así como los penitentes que se confesaban con él —casi toda la ciudad lo hacía—, y las tantas personas que le acogían con gusto en sus domicilios cuando los visitaba. Ésta era otra de las actividades apostólicas de Nicolás por la que sentía particular debilidad.

En una visión contempló el purgatorio después del fallecimiento de un religioso que hallándose en él, rogó sus oraciones. Sus penitencias y súplicas por él y por otros que purgaban sus penas, fueron escuchadas. De ahí que se le considere abogado de las almas del purgatorio. Su muerte se la anunció una estrella que apareció persistentemente durante varias jornadas, apuntando primeramente a su localidad natal y situándose después en Tolentino, justo encima del convento. Un religioso venerable, al que consultó, descifró su significado: «La estrella es símbolo de tu santidad. En el sitio donde se detiene se abrirá pronto una tumba; es tu tumba, que será bendecida en todo el mundo como manantial de prodigios, gracias y favores celestiales». La estrella le siguió unos días hasta que el 10 de septiembre de 1305, invocando a María por la que tuvo desde niño gran devoción, y contemplando el preciado lignum crucis, falleció. Sus últimas palabras dirigidas a la comunidad habían sido: «Mis amados hermanos; mi conciencia no me reprocha nada; pero no por eso me siento justificado». Eugenio IV lo canonizó el 1 de febrero de 1446.