Servicio diario - 21 de noviembre de 2019


 

Francisco: Salir al "camino" para encontrar a madres y hermanos, regalo de Dios
Larissa I. López

Tailandia: Las religiones, "promotoras y garantes de fraternidad"
Larissa I. López

Tailandia: El Papa exhorta a las autoridades a garantizar a los niños un "futuro en dignidad"
Rosa Die Alcolea

Tailandia: Francisco visita en privado al rey "Rama X", coronado este mismo año
Rosa Die Alcolea

Tailandia: Al grito de "¡Viva el Papa!", 60.000 personas se unen a Francisco en la Misa
Rosa Die Alcolea

Hospital de San Luis en Bangkok: "Una mirada que dignifica y sostiene"
Rosa Die Alcolea

Tailandia: Ceremonia de bienvenida al Papa en la Casa de Gobierno
Larissa I. López

Papa al Hospital Bambino Gesú: "Los que cuidan a los niños están ciertamente del lado de Dios"
Rosa Die Alcolea

Bangkok: El amor, "medicina" para curar el cuerpo y el alma
Larissa I. López

Viaje a Tailandia: Programa del Papa en Bangkok
Redacción

Angola: Entra en vigor el Acuerdo Marco firmado con la Santa Sede
Rosa Die Alcolea

Monseñor Enrique Díaz Diaz: "Fiesta de Cristo Rey"
Enrique Díaz Díaz

San Pedro Esqueda Ramírez, 22 de noviembre
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

21/11/2019-12:40
Larissa I. López

Francisco: Salir al "camino" para encontrar a madres y hermanos, regalo de Dios

(ZENIT – 21 nov. 2019).- El Santo Padre ha animado a seguir “en camino, tras las huellas de los primeros misioneros, para encontrar, descubrir y reconocer alegremente todos esos rostros de madres, padres y hermanos, que el Señor nos quiere regalar y le faltan a nuestro banquete dominical”.

Hoy, jueves 21 de noviembre de 2019, memoria litúrgica de la Presentación de la Santísima Virgen María, en torno a las 18:10, hora local (12:10 h. en Roma), el Papa Francisco ha presidido la Misa en el Estadio Nacional de Supachalasai, en Bangkok.

 

Mi madre y mis hermanos

Durante su homilía, Francisco recordó la respuesta de Jesús a la pregunta "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?": "Todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre" (Mt 12,50)".

El Papa resaltó cómo que el Evangelio está lleno de preguntas que pretenden invitar a los discípulos "a ponerse en camino, para que descubran esa verdad capaz de dar y generar vida; y que buscan "abrir el corazón y el horizonte al encuentro de una novedad mucho más hermosa de lo que pueden imaginar.

 

Salir a buscar a todos

Así les ocurrió a los primeros misioneros que llegaron a Tailandia, que al escuchar estas preguntas del Señor, "impulsados por la fuerza del Espíritu, y cargados sus bolsos con la esperanza que nace de la buena noticia del Evangelio se pusieron en camino para encontrar a los miembros de esa familia suya que todavía no conocían", indicó el Pontífice.

Sin ese encuentro de los misioneros con Jesús “al cristianismo le hubiese faltado vuestro rostro; le hubiesen faltado los cantos, los bailes, que configuran la sonrisa thai tan particular de estas tierras”, expresó. Y apuntó que “el discípulo misionero no es un mercenario de la fe ni un generador de prosélitos, sino un mendicante que reconoce que le faltan sus hermanos, hermanas y madres, con quienes celebrar y festejar el don irrevocable de la reconciliación que Jesús nos regala a todos”.

Asimismo, el Obispo de Roma remarcó que “el banquete está preparado, salgan a buscar a todos los que encuentren por el camino”, describiendo que este envío del Señor, “es fuente de alegría, gratitud y felicidad plena”, “el manantial de la acción evangelizadora”.

 

Discípulos misioneros

Después, el Santo Padre se refirió a la celebración de los 350 años de la creación del Vicariato Apostólico de Siam (1669-2019) en este país. Un aniversario “que nos ayuda a salir alegremente a compartir la vida nueva, que viene del Evangelio, con todos los miembros de nuestra familia que aún no conocemos”.

Dedicando un pensamiento a las personas expuestas a la trata y a la prostitución, a los jóvenes inmersos en las drogas, a los migrantes y a todos los olvidados, el Papa Francisco describió que “ellos son parte de nuestra familia, son nuestras madres y nuestros hermanos, no le privemos a nuestras comunidades de sus rostros, de sus llagas, de sus sonrisas y de sus vidas; y no le privemos a sus llagas y a sus heridas de la unción misericordiosa del amor de Dios”.

A continuación sigue la homilía completa del Papa Francisco

***

 

Homilía del Santo Padre

«¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» (Mt 12,48).

Con esta pregunta, Jesús desafió a toda aquella multitud que lo escuchaba a preguntarse por algo que puede parecer tan obvio como seguro: ¿quiénes son los miembros de nuestra familia, aquellos que nos pertenecen y a quienes pertenecemos? Dejando que la pregunta hiciera eco en ellos de forma clara y novedosa responde: «Todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mt 12,50). De esta manera rompe no sólo los determinismos religiosos y legales de la época, sino también todas las pretensiones excesivas de quienes podrían creerse con derechos o preferencias sobre Él. El Evangelio es una invitación y un derecho gratuito para todos aquellos que quieran escuchar.

Es sorprendente notar cómo el Evangelio está tejido de preguntas que buscan inquietar, despertar e invitar a los discípulos a ponerse en camino, para que descubran esa verdad capaz de dar y generar vida; preguntas que buscan abrir el corazón y el horizonte al encuentro de una novedad mucho más hermosa de lo que pueden imaginar. Las preguntas del Maestro siempre quieren renovar nuestra vida y la de nuestra comunidad con una alegría sin igual (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 11).

Así les pasó a los primeros misioneros que se pusieron en camino y llegaron a estas tierras; escuchando la palabra del Señor, buscando responder a sus preguntas, pudieron ver que pertenecían a una familia mucho más grande que aquella que se genera por los lazos de sangre, de cultura, de región o de pertenencia a un determinado grupo. Impulsados por la fuerza del Espíritu, y cargados sus bolsos con la esperanza que nace de la buena noticia del Evangelio, se pusieron en camino para encontrar a los miembros de esa familia suya que todavía no conocían. Salieron a buscar sus rostros. Era necesario abrir el corazón a una nueva medida, capaz de superar todos los adjetivos que siempre dividen, para descubrir a tantas madres y hermanos thai que faltaban en su mesa dominical. No sólo por todo lo que podían ofrecerles sino también por todo lo que necesitaban de ellos para crecer en la fe y en la comprensión de las Escrituras (cf. CONC. VAT. II, Const. dogm. Dei Verbum, 8).

Sin ese encuentro, al cristianismo le hubiese faltado vuestro rostro; le hubiesen faltado los cantos, los bailes, que configuran la sonrisa thai tan particular de estas tierras. Así vislumbraron mejor el designio amoroso del Padre, que es mucho más grande que todos nuestros cálculos y previsiones, y que no puede reducirse a un puñado de personas o a un determinado contexto cultural. El discípulo misionero no es un mercenario de la fe ni un generador de prosélitos, sino un mendicante que reconoce que le faltan sus hermanos, hermanas y madres, con quienes celebrar y festejar el don irrevocable de la reconciliación que Jesús nos regala a todos: el banquete está preparado, salgan a buscar a todos los que encuentren por el camino (cf. Mt 22,4.9). Este envío es fuente de alegría, gratitud y felicidad plena, porque «le permitimos a Dios que nos lleve más allá de nosotros mismos para alcanzar nuestro ser más verdadero. Allí está el manantial de la acción evangelizadora» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 8).

Han pasado 350 años de la creación del Vicariato Apostólico de Siam (1669-2019), signo del abrazo familiar producido en estas tierras. Tan sólo dos misioneros fueron capaces de animarse a sembrar las semillas que, desde hace tanto tiempo, vienen creciendo y floreciendo en una variedad de iniciativas apostólicas, que han contribuido a la vida de la nación. Este aniversario no significa nostalgia del pasado sino fuego esperanzador para que, en el presente, también nosotros podamos responder con la misma determinación, fortaleza y confianza. Es memoria festiva y agradecida que nos ayuda a salir alegremente a compartir la vida nueva, que viene del Evangelio, con todos los miembros de nuestra familia que aún no conocemos.

Todos somos discípulos misioneros cuando nos animamos a ser parte viva de la familia del Señor y lo hacemos compartiendo como Él lo hizo: no tuvo miedo de sentarse a la mesa con los pecadores, para asegurarles que en la mesa del Padre y de la creación había también un lugar reservado para ellos; tocó a los que se consideraban impuros y, dejándose tocar por ellos, les ayudó a comprender la cercanía de Dios, es más, a comprender que ellos eran los bienaventurados (cf. S. JUAN PABLO II, Exhort. ap. postsin. Ecclesia in Asia, 11).

Pienso especialmente en esos niños, niñas y mujeres, expuestos a la prostitución y a la trata, desfigurados en su dignidad más auténtica; pienso en esos jóvenes esclavos de la droga y el sin sentido que termina por nublar su mirada y cauterizar sus sueños; pienso en los migrantes despojados de su hogar y familias, así como tantos otros que, como ellos, pueden sentirse olvidados, huérfanos, abandonados, «sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 49). Pienso en pescadores explotados, en mendigos ignorados.

Ellos son parte de nuestra familia, son nuestras madres y nuestros hermanos, no le privemos a nuestras comunidades de sus rostros, de sus llagas, de sus sonrisas y de sus vidas; y no le privemos a sus llagas y a sus heridas de la unción misericordiosa del amor de Dios. El discípulo misionero sabe que la evangelización no es sumar membresías ni aparecer poderosos, sino abrir puertas para vivir y compartir el abrazo misericordioso y sanador de Dios Padre que nos hace familia.

Querida comunidad tailandesa: Sigamos en camino, tras las huellas de los primeros misioneros, para encontrar, descubrir y reconocer alegremente todos esos rostros de madres, padres y hermanos, que el Señor nos quiere regalar y le faltan a nuestro banquete dominical.

 

 

 

21/11/2019-04:05
Larissa I. López

Tailandia: Las religiones, "promotoras y garantes de fraternidad"

(ZENIT – 21 nov. 2019).- El Santo Padre, refiriéndose a los encuentros interreligiosos, ha definido a las religiones como “faros de esperanza, en cuanto promotoras y garantes de fraternidad”.

Hoy, 21 de noviembre de 2019, aproximadamente a las 10, hora local (las 4 h. en Roma), el Papa Francisco llegó al templo de Wat Ratchabophit Sathit Maha Simaram para reunirse con el patriarca supremo de los budistas, indica la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

 

La visita

A su llegada a la entrada del complejo, el Santo Padre fue acogido por el secretario del patriarca y juntos se dirigieron al interior del templo.

Después de que ambos líderes articulasen sus respectivos saludos, se ha producido el intercambio de regalos y la firma en el Libro de Honor del templo por parte del Obispo de Roma, además de un breve coloquio entre ambos.

Finalmente, el Papa y el patriarca se trasladaron al patio central del edificio para posar en una foto de grupo con 35 monjes budistas del monasterio Wat Pho.

 

Patriarca Supremo de los budistas

Somdej Phra Maha Muneewong, conocido también con el sobrenombre de Umporn Umpa-row, es el 20º  patriarca supremo de los budistas.

Este cargo fue instituido en 1872 por el rey Rama I con el cometido de guiar al Consejo Supremo de la Sangha (comunidad budista), promover la religión, así como supervisar que todas las órdenes budistas del país observen las enseñanzas de Buda y los rituales establecidos por el Consejo.

El actual patriarca fue nombrado por el rey Rama X el 13 de febrero de 2017. Umporn Umpa-row nació en 1927,  fue ordenado monje novicio a los 10 años e inició su vida monacal en 1950.

Es licenciado en estudios religiosos por la Universidad Budista de Mahamakut y ostenta una maestría en Historia y Arqueología en la Universidad Banaras Hindu de la India. En 1973 fue designado como jefe de la misión en Sidney.

Desde 2008 hasta ser nombrado patriarca supremo, realizó el encargo de abad del templo de Rajchaborpit- Shadit-mahasimaram.

 

Palabras del Papa

Tras las palabras de bienvenida que el patriarca supremo dirigió al Pontífice, este último pronunció un saludo en el que manifestó que desea inscribir este encuentro sobre las “huellas” de los predecesores de ambos, que comenzaron un camino “de valoración y reconocimiento mutuo”, de respeto y amistad entre ambas comunidades.

Así, el Obispo de Roma recordó que han pasado casi cincuenta años desde que el decimoséptimo patriarca supremo, Somdej Phra Wanarat, visitó al Papa Pablo VI en el Vaticano; la posterior visita, en 1984, de Juan Pablo II al líder en este mismo templo; y la reciente llegada de una delegación de monjes del templo de Wat Pho al Vaticano.

El Papa definió estos encuentros como pasos para testimoniar que “la cultura del encuentro es posible”, ofreciendo al mundo “una palabra de esperanza capaz de animar y sostener a los que resultan siempre más perjudicados por la división”.

También agradeció que en Tailandia, aun siendo los católicos un grupo minoritario, estos hayan disfrutado siempre de libertad religiosa y reiteró el compromiso de la Iglesia “por el fortalecimiento del diálogo abierto y respetuoso al servicio de la paz y del bienestar de este pueblo”.

A continuación se expone el saludo completo del Papa Francisco.

***

 

Saludo del Santo Padre

Su Santidad:

Le agradezco sus amables palabras de bienvenida. Al comienzo de mi visita a esta nación, me alegra visitar este Templo Real, símbolo de los valores y las enseñanzas que caracterizan a este amado pueblo. En las fuentes del budismo la mayoría de los tailandeses han nutrido y permeado su manera de reverenciar la vida y a sus ancianos, de llevar adelante un estilo de vida sobrio basado en la contemplación, el desapego, el trabajo duro y la disciplina (cf. S. JUAN PABLO II, Exhort. ap. postsin. Ecclesia in Asia, 6); características que nutren ese distintivo tan especial vuestro: ser considerados como el pueblo de la sonrisa.

Nuestro encuentro se inscribe dentro de ese camino de valoración y reconocimiento mutuo comenzado por nuestros predecesores. Sobre sus huellas quisiera inscribir esta visita, para acrecentar no sólo el respeto sino la amistad entre nuestras comunidades. Han pasado casi cincuenta años desde que el decimoséptimo Patriarca Supremo, Somdej Phra Wanarat (Pun Punnasiri), junto con un grupo de importantes monjes budistas, visitó al Papa Pablo VI en el Vaticano, lo cual representó un hito muy importante en el desarrollo del diálogo entre nuestras dos tradiciones religiosas; diálogo cultivado que permitió realizar, posteriormente, al Papa Juan Pablo II una visita en este Templo al Patriarca Supremo, Su Santidad Somdej Phra Ariyavongsagatanana (Vasana Vasano). Personalmente tuve el honor de recibir recientemente a una delegación de monjes del templo de Wat Pho, con su obsequio de una traducción de un antiguo manuscrito budista escrito en lengua pali, conservado ahora en la Biblioteca Vaticana. Pequeños pasos que ayudan a testimoniar no sólo en nuestras comunidades sino en nuestro mundo, tan impulsado a generar y propagar divisiones y exclusiones, que la cultura del encuentro es posible. Cuando tenemos la oportunidad de reconocernos y valorarnos, incluso desde nuestras diferencias (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 250), ofrecemos al mundo una palabra de esperanza capaz de animar y sostener a los que resultan siempre más perjudicados por la división. Posibilidades como estas nos recuerdan lo importante que es el que las religiones se manifiesten cada vez más como faros de esperanza, en cuanto promotoras y garantes de fraternidad.

En este sentido, doy las gracias a este pueblo porque, desde la llegada del cristianismo a Tailandia, hace unos cuatro siglos y medio, los católicos, aun siendo un grupo minoritario, han disfrutado de la libertad en la práctica religiosa y durante muchos años han vivido en armonía con sus hermanos y hermanas budistas.

En este camino de la mutua confianza y fraternidad, deseo reiterar mi personal compromiso y el de toda la Iglesia por el fortalecimiento del diálogo abierto y respetuoso al servicio de la paz y del bienestar de este pueblo. Gracias a los intercambios académicos, que permiten una mayor comprensión mutua, como asimismo al ejercicio de la contemplación, la misericordia y el discernimiento —tan comunes a nuestras tradiciones—, podremos crecer en el ejercicio de buena “vecindad”. Podremos impulsar entre los fieles de nuestras religiones el desarrollo de nuevas imaginaciones de la caridad, que sean capaces de generar y aumentar iniciativas concretas en el camino de la fraternidad, especialmente con los más pobres, y en referencia a nuestra tan maltratada casa común. De esta manera contribuiremos a la construcción de una cultura de compasión, fraternidad y encuentro tanto aquí como en otras partes del mundo (cf. ibíd.). Estoy seguro que este camino seguirá dando frutos y en abundancia.

Una vez más, agradezco a Su Santidad este encuentro. Pido que sea colmado de todas las bendiciones divinas para su salud y bienestar personal, y por su alta responsabilidad de guiar a los creyentes budistas en los caminos de la paz y la concordia.

¡Gracias!

 

© Librería Editorial Vaticana

 

 

 

21/11/2019-03:30
Rosa Die Alcolea

Tailandia: El Papa exhorta a las autoridades a garantizar a los niños un "futuro en dignidad"

(ZENIT — 21 nov. 2019).- "El futuro de nuestros pueblos está unido, en gran medida, al modo como le garanticemos a nuestros niños un futuro en dignidad", ha sido uno de los mensaje que ha dejado el Papa Francisco a las autoridades políticas, religiosas y civiles de Tailandia.

El líder de la Iglesia Católica ha pronunciado el primero de los ocho discursos que ofrecerá en el país, este jueves, 21 de noviembre de 2019, ante las autoridades políticas y religiosas, el cuerpo diplomático y los representantes de la sociedad civil.

A las 9:30 horas en Tailandia (3:30 horas en Roma), el Pontífice ha llegado ha entrado en el salón Inner Santi Maitri de la Casa de Gobierno de Bangkok, donde previamente ha sido recibido con una ceremonia de bienvenida por el primer ministro del país, el general Prayuth Chan-ocha.

El Papa ha dirigido un pensamiento especial a “todas aquellas mujeres y niños de nuestro tiempo que son particularmente vulnerados, violentados y expuestos a toda forma de explotación, esclavitud, violencia y abuso”, ha expresado, valorando al gobierno tailandés sus esfuerzos para “extirpar este flagelo”.

 

Crisis migratoria

Francisco ha manifestado su preocupación por la “crisis migratoria” en Tailandia, su cuarto viaje a Asia (después de Corea en 2014, Sri Lanka y Filipinas en 2015, y Myanmar y Bangladesh en 2017), valorando al país su buena “acogida” a los migrantes y refugiados, y llamando a la comunidad internacional a promover una migración “segura, ordenada y regulada”, ha dicho.

El Papa ha destacado que Tailandia es una nación “multicultural y caracterizada por la diversidad”, y un país que “reconoce, desde hace tiempo, la importancia de construir la armonía y la coexistencia pacífica entre sus numerosos grupos étnicos, mostrando respeto y aprecio por las diferentes culturas, grupos religiosos, pensamientos e ideas”.

Así, ha celebrado la creación de una “Comisión Ético-Social”, en la que invitaron a participar a las religiones tradicionales del país, a fin de recibir sus aportes y mantener viva la memoria espiritual del pueblo.

 

Desarrollo humano integral

“Esta tierra tiene como nombre ‘libertad'”, ha dicho el Pontífice. “Sabemos que esta sólo es posible si somos capaces de sentirnos corresponsables unos de otros y superar cualquier forma de desigualdad”.

En este sentido, ha exhortado a las autoridades a “trabajar para que las personas y las comunidades puedan tener acceso a la educación, a un trabajo digno, a la asistencia sanitaria, y de este modo alcanzar los mínimos indispensables de sustentabilidad que posibiliten un desarrollo humano integral”.

A continuación, ofrecemos el discurso completo del Santo Padre a las autoridades y cuerpo diplomático de Tailandia.

***

 

Discurso del Papa Francisco

Señor Primer Ministro,

Miembros del Gobierno y del Cuerpo Diplomático,

Distinguidos líderes políticos, civiles y religiosos,

Señoras y señores:

Agradezco la oportunidad de estar entre ustedes y poder visitar esta tierra rica de tantas maravillas naturales, y espléndidamente custodia de tradiciones espirituales y culturales ancestrales, como la de la hospitalidad, que hoy vivo en primera persona y de la cual quisiera hacerme cargo para propagar y acrecentar lazos de mayor amistad entre los pueblos.

Muchas gracias, señor Primer Ministro, por su acogida y por las palabras de bienvenida y por su gesto de humildad responsable. Gracias porque. Esta tarde tendré la oportunidad de realizar una visita de cortesía a Su Majestad el Rey Rama X y a la familia real. Reitero mi agradecimiento a Su Majestad por su amable invitación a visitar Tailandia y renuevo mis mejores deseos por su reinado, acompañándolos con un sincero homenaje a la memoria de su difunto padre.

Me complace poder saludarlos y encontrarme con ustedes, líderes del gobierno, religiosos y de la sociedad civil en los que saludo especialmente a todo el pueblo tailandés. Mis respetos también al Cuerpo Diplomático. En esta ocasión, no puedo dejar de manifestar mis mejores augurios después de las recientes elecciones, que han significado un retorno al normal proceso democrático.

Gracias a todos los que han trabajado para la realización de esta visita.

Sabemos que hoy los problemas que nuestro mundo enfrenta son, de hecho, problemas globales; abarcan a toda la familia humana y exigen desarrollar un firme compromiso con la justicia internacional y la solidaridad entre los pueblos. Creo relevante subrayar que, en estos días, Tailandia terminará la presidencia de la ASEAN, signo de su compromiso histórico con los problemas más amplios que enfrentan los pueblos de toda la región del sudeste asiático y también de su continuo interés en favorecer la cooperación política, económica y cultural en la región.

Como nación multicultural y caracterizada por la diversidad, Tailandia reconoce, desde hace tiempo, la importancia de construir la armonía y la coexistencia pacífica entre sus numerosos grupos étnicos, mostrando respeto y aprecio por las diferentes culturas, grupos religiosos, pensamientos e ideas. La época actual está marcada por la globalización, considerada con demasiada frecuencia en términos estrictamente económicos-financieros y proclive a cancelar las notas esenciales que configuran y gestan la belleza y el alma de nuestros pueblos; en cambio, la experiencia concreta de una unidad que respete y albergue las diferencias sirve de inspiración y estímulo a todos aquellos que se preocupan por el tipo de mundo que deseamos legar a las generaciones futuras.

Celebro la iniciativa de crear una “Comisión Ético-Social”, en la que invitaron a participar a las religiones tradicionales del país, a fin de recibir sus aportes y mantener viva la memoria espiritual de vuestro pueblo. En este sentido, tendré la oportunidad de encontrarme con el Supremo Patriarca Budista, como signo de la importancia y la urgencia de promover la amistad y el diálogo interreligioso, y como servicio además a la armonía social en la construcción de sociedades justas, sensibles e incluyentes. Quiero comprometer personalmente todos los esfuerzos de la pequeña pero viva comunidad católica, para mantener y promover esas características tan especiales de los Thai, presentes en vuestro himno nacional: pacíficos y cariñosos, pero no cobardes; y con el propósito firme de enfrentar todo aquello que ignore el grito de tantos hermanos y hermanas nuestros que anhelan ser liberados del yugo de la pobreza, la violencia y la injusticia. Esta tierra tiene como nombre “libertad”. Sabemos que esta sólo es posible si somos capaces de sentirnos corresponsables unos de otros y superar cualquier forma de desigualdad. Es necesario entonces trabajar para que las personas y las comunidades puedan tener acceso a la educación, a un trabajo digno, a la asistencia sanitaria, y de este modo alcanzar los mínimos indispensables de sustentabilidad que posibiliten un desarrollo humano integral.

A este respecto, quiero detenerme brevemente en los movimientos de migración, que son uno de los signos característicos de nuestro tiempo. No tanto por la movilidad en sí, sino por las condiciones en que esta se desarrolla, lo que representa uno de los principales problemas morales que enfrenta nuestra generación. La crisis migratoria mundial no puede ser ignorada. La propia Tailandia, conocida por la acogida que ha brindado a los migrantes y refugiados, ha enfrentado esta crisis debido a la trágica fuga de refugiados de países vecinos. Hago votos, una vez más, para que la comunidad internacional actúe con responsabilidad y previsión, pueda resolver los problemas que llevan a este éxodo trágico, y promueva una migración segura, ordenada y regulada. Ojalá que cada nación elabore mecanismos efectivos a fin de proteger la dignidad y los derechos de los migrantes y refugiados que enfrentan peligros, incertidumbres y explotación en la búsqueda de libertad y una vida digna para sus familias. No se trata sólo de migrantes, se trata también del rostro que queremos plasmar en nuestras sociedades.

Y, en este sentido, pienso en todas aquellas mujeres y niños de nuestro tiempo que son particularmente vulnerados, violentados y expuestos a toda forma de explotación, esclavitud, violencia y abuso. Manifiesto mi reconocimiento al gobierno tailandés por sus esfuerzos para extirpar este flagelo, así como a todas aquellas personas y organizaciones que trabajan incansablemente para erradicar este mal y ofrecer un camino de dignidad. Este año, en el que se celebra el trigésimo aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño, se nos invita a reflexionar y a trabajar con decisión, constancia y celeridad en la necesidad de proteger el bienestar de nuestros niños, su desarrollo social e intelectual, el acceso a la educación, así como su crecimiento físico, psicológico y espiritual (cf. Discurso al Cuerpo Diplomático, 7 enero 2019). El futuro de nuestros pueblos está unido, en gran medida, al modo como le garanticemos a nuestros niños un futuro en dignidad.

Señoras y señores: Hoy más que nunca nuestras sociedades necesitan “artesanos de la hospitalidad”, hombres y mujeres comprometidos con el desarrollo integral de todos los pueblos dentro de una familia humana que se comprometa a vivir en la justicia, la solidaridad y la armonía fraterna. Ustedes, cada uno desde su lugar, dedican sus vidas a ayudar para que el servicio al bien común pueda alcanzar todos los rincones de esta nación; esta es una de las tareas más excelsas de una persona. Con estos sentimientos y deseando que puedan llevar adelante la misión encomendada invoco la abundancia de las bendiciones divinas sobre esta nación, sobre sus líderes y sus habitantes. Y pido al Señor que guíe a cada uno de ustedes y a sus familias por los caminos de la sabiduría, la justicia y de la paz. Muchas gracias.

 

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

21/11/2019-10:58
Rosa Die Alcolea

Tailandia: Francisco visita en privado al rey "Rama X", coronado este mismo año

(ZENIT – 21 nov. 2019).- El Pontífice ha visitado en la tarde de su primer día de celebraciones en Bangkok al rey de Tailandia, Su Majestad Maha Vajiralongkorn “Rama X”, coronado oficialmente el pasado 4 de mayo de 2019.

El jueves, 21 de noviembre de 2019, a las 17 horas en el país (11 horas en Roma), el Santo Padre ha llegado en coche al Palacio Real Amphorn, residencia principal del rey, donde le han recibido en la entrada el rey Vajiralongkorn y juntos han entrado en la sala, en la que le ha presentado a la reina, Suthida Tidjai.

 

Familia real

Su Majestad Maha Vajiralongkorn Bodindradebayavarangkun (Rama X) nació en el Palacio Dusit de Bangkok en 1952, es hijo de la reina Sirikit y del rey Bhumibol Adulyadej (Rama IX).

Vajiralongkorn recibe el título de príncipe heredero de su padre en una ceremonia de investidura en 1972. Asciendo al trono en diciembre de 2016, después de la muerte, en octubre de este año, del padre Rama IX. El 4 de mayo de 2019 es coronado oficialmente rey de Tailandia.

 

Regalos

Después del encuentro privado con la familia real de Tailandia y la foto oficial, el Papa y el rey se han intercambiado unos regalos, como es tradición en las visitas apostólicas.

Francisco ha donado al rey Rama X un mosaico que representa la “Bendición papal en la Plaza de San Pedro”. Se basa en un óleo de Ippolito Caffi de mediados del siglo XIX que se conserva en el Museo de Roma. Muestra la Plaza de San Pedro inundada de luz matutina, con mucha gente esperando la bendición papal desde la Logia central de la Basílica, protegida por una gran tela blanca.

 

 

 

 

21/11/2019-13:21
Rosa Die Alcolea

Tailandia: Al grito de "¡Viva el Papa!", 60.000 personas se unen a Francisco en la Misa

(ZENIT — 21 nov. 2019).- En memoria de la fiesta litúrgica de la Presentación de la Beata Virgen María, y ante 60.000 personas, el Papa Francisco ha celebrado por primera vez la Eucaristía en Tailandia, un país de mayoría budista, convirtiéndose en el segundo pontífice que lo hace, después de Juan Pablo II en 1984.

Minutos antes de las 18 horas en el Sudeste asiático (12 horas en Roma), el Pontífice ha llegado al estadio nacional Rajamangala, y después de haber hecho el cambio de coche, ha pasado en papamóvil entre los fieles por el estadio, acogido con alegría entre vítores que decían en español: "¡Viva el Papa!".

 

350 aniversario de la fundación católica

Con motivo del creación del Vicariato Apostólico de Siam (1669-2019), “signo del abrazo familiar producido en estas tierras”, el Santo Padre visita este país del Sudeste asiático, antes de ir a Japón. Siam es el nombre del antiguo reino de Tailandia.

El Santo Padre ha animado en su homilía a seguir “en camino, tras las huellas de los primeros misioneros, para encontrar, descubrir y reconocer alegremente todos esos rostros de madres, padres y hermanos, que el Señor nos quiere regalar y le faltan a nuestro banquete dominical”.

 

90% de budistas

A pesar de la poca población católica que hay en Tailandia –el 0,59% de la población–, la acogida al Santo Padre ha sido muy participativa y alegre por la mayoría. En el país, el 90% de los habitantes practican el budismo y un 5% son musulmanes.

Numerosos peregrinos de los países vecinos, como Camboya o Vietnam, han participado en esta histórica celebración eucarística. La oración de los fieles se ha hecho en tailandés y en paquistaní.

Las lecturas del Evangelio han sido las de Zacarías 2, 14-17 y Mateo 2, 46-50. Asimismo, los fieles han cantado el salmo: “Dios te Salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Aleluya”.

El delicado coro que ha acompañado la liturgia eucarística estaba formado por cientos de personas, perfectamente armonizadas e integradas.

 

Amarillo, color de la sabiduría

En Tailandia el color amarillo representa la enseñanza, la sabiduría y el desarrollo espiritual y mental. También es el color de la realeza, ya que el rey Rama X nació un lunes, día dedicado a este color.

Las ofrendas han sido llevadas al Santo Padre por familias con ancianos, jóvenes y niños vestidos con atuendos tradicionales, vestidos de sedas y colores, y otros trajes típicos de otras zonas del país.

 

Agradecimiento del arzobispo

El cardenal Francisco Javier Kriengsak Kovithavanij, arzobispo de Bangkok, ha agradecido al Obispo de Roma su visita: “El Señor ha otorgado el don del amor de Cristo a todos los cristianos tailandeses”, ha expresado al Papa. “Es una gracia más allá de nuestras expectativas, algo que no estaba incluido en los planes de los primeros misioneros de aquel tiempo”.

Así, recordando el motivo de la visita apostólica, ha observado que desde ese tiempo en adelante, “la iglesia católica en Tailandia se ha ido desarrollando y progresando bajo el patrocinio real hasta nuestros días”.

“Muchísimas gracias, Santidad, desde el fondo de nuestros corazones, por su constante testimonio que nos empuja a encarnar el misericordioso amor de Cristo para todos los hombres y mujeres, y para toda la humanidad siguiendo su ejemplo”, ha pronunciado.

Finalmente, terminada la celebración eucarística, decenas de niñas tailandesas han bailado para el Papa Francisco, ataviadas con tradicionales vestidos y ornamentos florales y paraguas.

 

 

 

21/11/2019-05:28
Rosa Die Alcolea

Hospital de San Luis en Bangkok: "Una mirada que dignifica y sostiene"

(ZENIT — 21 nov. 2019).- Jóvenes voluntarias ondeaban sus banderas alrededor del hospital de Sant Louis, en Bangkok, donde esperaban al Papa unas 700 personas entre médicos, enfermeros y trabajadores, este primer día de actividades del Santo Padre en Tailandia.

Francisco ha llegado en papamóvil minutos antes de las 11 horas (hora local en Bangkok), saludando personalmente a muchos tailandeses, especialmente jóvenes.

Después de visitar al patriarca budista en el templo Wat Ratchabophit Sathit Maha Simaram, el Santo Padre se ha dirigido al hospital infantil de St. Louis, un hospital privado sin ánimo de lucro fundado en 1898, por el entonces arzobispo Louis Vey, vicario apostólico de la misión católica en Siam.

 

Iglesia en salida

“Les pido para que este apostolado y otros similares sean, cada vez más, señal y emblema de una Iglesia en salida que, queriendo vivir su misión, se anima a llevar el amor sanador de Cristo a los que sufren”, ha exhortado el Papa a los trabajadores del centro sanitario.

“Ustedes”, el Papa los ha llamado “discípulos misioneros sanitarios”, realizan “una de las mayores obras de misericordia, puesto que vuestro compromiso sanitario va mucho más allá de un simple y loable ejercicio de la medicina”.

“Los procesos de sanación también requieren y reclaman el poder de una unción capaz de devolver, en todas las situaciones que se tienen que atravesar, una mirada que dignifica y sostiene”, ha indicado.

Asimismo, el Pontífice ha recordado que la enfermedad siempre trae consigo grandes interrogantes. “Nuestra primera reacción puede ser la de rebelarnos y hasta vivir momentos de desconcierto y desolación. Es el grito de dolor y está bien que así sea: el propio Jesús lo sufrió y lo hizo”.

 

Anécdotas del cardenal Kitbunchu

El cardenal Francis Xavier Kriengsak Kovithavanij, arzobispo de Bangkok, aguardaba al Pontífice a la entrada del centro, acompañado del director, el profesor Tanin Intragumtornchai, y el directo de la estructura, así como la religiosa responsable del personale de enfermería, que le ha obsequiado con un homenaje floral.

Además, también le ha recibido el cardenal Michael Michai Kitbunchu, arzobispo emérito de la capital tailandesa, quien ha bromeado con el Santo Padre contando anécdotas de anteriores encuentros.

Al final de su discurso, el Papa ha entregado un regalo para el hospital: Se trata de un cuadro de la Virgen con el niño, copia de un fresco que representa a María cogiendo en brazos al niño Jesús, con un gran sentido de la ternura y la maternidad.

A continuación, ofrecemos las palabras del Santo Padre:

***

 

Saludo del Papa

Queridos amigos:

Me alegra tener esta oportunidad de encontrarme con ustedes, personal médico, sanitario y auxiliar del St. Louis Hospital, y de otros hospitales católicos y centros de caridad. Agradezco al señor Director sus amables palabras de presentación. Para mí es una bendición presenciar, de primera mano, este valioso servicio que la Iglesia ofrece al pueblo de Tailandia, especialmente a los más necesitados. Saludo con afecto a las Hermanas de San Pablo de Chartres, así como a las demás religiosas aquí presentes, y les agradezco la dedicación silenciosa y alegre a este apostolado. Ustedes nos permiten contemplar el rostro materno del Señor que se inclina para ungir y levantar a sus hijos: gracias.

Me alegro de escuchar las palabras del Director sobre el principio que anima este Hospital: Ubi caritas, Deus ibi est; donde hay caridad, allí está Dios. Porque precisamente en el ejercicio de la caridad es donde los cristianos somos llamados no sólo a transparentar nuestro ser discípulos misioneros, sino también a confrontar nuestro seguimiento y el de nuestras Instituciones: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25,40), dice el Señor; discípulos misioneros sanitarios que se abren a «una fraternidad mística, contemplativa, que sabe mirar la grandeza sagrada del prójimo, que sabe descubrir a Dios en cada ser humano [… ] y buscar la felicidad de los demás como la busca su Padre bueno» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 92).

Desde esta perspectiva, ustedes realizan una de las mayores obras de misericordia, puesto que vuestro compromiso sanitario va mucho más allá de un simple y loable ejercicio de la medicina. Tal compromiso no puede reducirse solamente a realizar algunas acciones o programas determinados, sino que deben ir más allá, abiertos a lo imprevisible. Recibir y abrazar la vida como llega a la emergencia del hospital para ser atendida con una piedad especial, que nace del respeto y amor a la dignidad de todos los seres humanos. Los procesos de sanación también requieren y reclaman el poder de una unción capaz de devolver, en todas las situaciones que se tienen que atravesar, una mirada que dignifica y sostiene. Todos ustedes, miembros de esta comunidad terapéutica, son discípulos misioneros cuando miran a un paciente y aprenden a llamarlo por su nombre. Sé que a veces su servicio puede resultar pesado agotador; conviven con situaciones extremas, lo cual reclama poder ser acompañados y cuidados en su labor. De ahí la importancia de poder desarrollar una pastoral de la salud donde, no sólo los pacientes, sino todos los miembros de esta comunidad puedan sentirse acompañados y sostenidos en su misión. Sepan también que vuestros esfuerzos y el trabajo de las muchas instituciones que representan son el testimonio vivo del cuidado y la atención que estamos llamados a mostrar a todas las personas, especialmente a los ancianos, a los jóvenes y a los más vulnerables.

Este año, St. Louis Hospital celebra el 120 aniversario de sufundación. ¡Cuántas personas fueron calmadas en su dolor, consoladas en sus agobios e incluso acompañadas en su soledad! Al dar gracias a Dios por este don de vuestra presencia durante estos años, les pido para que este apostolado, y otros similares sean, cada vez más, señal y emblema de una Iglesia en salida que, queriendo vivir su misión, se anima a llevar el amor sanador de Cristo a todos los que sufren.

Al final de este encuentro visitaré a los enfermos a los discapacitados, y así podré acompañarlos, al menos mínimamente, en su dolor.

Todos sabemos que la enfermedad siempre trae consigo grandes interrogantes. Nuestra primera reacción puede ser la de rebelarnos y hasta vivir momentos de desconcierto y desolación. Es el grito de dolor y está bien que así sea: el propio Jesús lo sufrió y lo hizo. Con la oración queremos unirnos también nosotros al suyo.

Al unirnos a Jesús en su pasión descubrimos la fuerza de su cercanía a nuestra fragilidad y a nuestras heridas. Se trata de una invitación a aferrarnos fuertemente a su vida y entrega. Si a veces sentimos en el interior “el pan de la adversidad y el agua de la aflicción”, recemos para poder encontrar también, en una mano tendida, la ayuda necesaria para descubrir el consuelo que viene del “Señor que no se esconde” (cf. Is 30,20), y que está cerca acompañándonos.

Pongamos este encuentro y nuestras vidas bajo la protección de María, precisamente bajo su manto. Que ella vuelva sus ojos llenos de misericordia hacia ustedes, especialmente en el momento del dolor, la enfermedad y toda forma de vulnerabilidad. Que ella los ayude con la gracia de encontrar a su Hijo en la carne herida de las personas a quienes sirven.

A todos ustedes y a sus familias los bendigo. Y les pido, por favor, que no se olviden de rezar por mí.

Muchas gracias.

 

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

21/11/2019-02:54
Larissa I. López

Tailandia: Ceremonia de bienvenida al Papa en la Casa de Gobierno

(ZENIT – 21 nov. 2019).- Hoy, 21 de noviembre de 2019, en torno a las 8:45, hora local (2:45 h. en Roma) el Papa Francisco ha llegado a la Casa de Gobierno para asistir a la ceremonia de bienvenida y mantener un encuentro con el primer ministro de Tailandia.

A su llegada al edificio oficial, el Santo Padre fue recibido por el actual primer ministro, el general Prayuth Chan-ocha y juntos se han dirigieron al podio.

Tras atravesar el pasillo de la Guardia de Honor, escuchar los himnos y la presentación de las delegaciones, ambos caminaron hacia la entrada de la sala Inner Ivory Room, donde posaron para la foto oficial.

El Pontífice firmó en el libro de honor junto a las siguientes palabras: “Con gratitud por la hospitalidad que he recibido, rezo para que Dios Todopoderoso permita que el pueblo de Tailandia florezca siempre en armonía y cooperación en la búsqueda del bien común”.

A continuación, se produjo el intercambio de regalos, así como la presentación de la consorte del primer ministro a Francisco. Tras todo ello, el Obispo de Roma y el general se retiraron para la reunión privada.

Al final de la misma, el Santo Padre y el primer ministro se trasladaron a la sala Inner Santi Maitri para la reunión con las autoridades políticas y religiosas, los representantes de la Sociedad Civil y los miembros del Cuerpo Diplomático de Tailandia.

 

General Prayuth Chan-ocha

Nacido en 1954, entró en el ejército al completar sus estudios y comenzó su carrera en la denominada Queen’s Guard (Guardia de la Reina).

Después de convertirse en vicecomandante en 2005, en el año 2008 fue nombrado jefe de Estado Mayor del Real ejército tailandés. El rey Rama IX , por su parte, reconoció su labor públicamente, designándolo como su ayudante honorario en 2009.

El 23 de mayo de 2014, el día después del golpe de Estado encabezado por él mismo, anunció la asunción de las funciones de primer ministro de Tailandia. Elegido primer ministro en agosto de ese mismo año, tras unas votaciones invalidadas por la Corte Constitucional, volvió a ser escogido de nuevo en marzo de 2019.

 

 

 

 

21/11/2019-13:48
Rosa Die Alcolea

Papa al Hospital Bambino Gesú: "Los que cuidan a los niños están ciertamente del lado de Dios"

(ZENIT — 21 nov. 2019).- El Santo Padre Francisco envió un mensaje en video a los participantes en "Una noche de estrellas para el Bambin Gesú", una velada de solidaridad dedicada al 150 aniversario del Hospital Infantil Bambino Gesú, celebrada la noche del 20 de noviembre de 2019 en el Aula Pablo VI, en el Vaticano.

"El sufrimiento de los niños sigue siendo el más difícil de aceptar, asegura el Pontífice. "Pero los que cuidan a los niños están ciertamente del lado de Dios y vence a la cultura del descarte", ha alentado a los trabajadores.

"Así, el Hospital Bambino Gesú, en su actividad de atención diaria, se convierte en un signo de la caridad de toda la Iglesia que se pone al servicio de los más débiles y de los más frágiles", concluye su mensaje.

Publicamos a continuación el texto del mensaje:

***

 

Mensaje del Santo Padre

He tenido la oportunidad de encontrarme varias veces con los niños y jóvenes del Hospital Bambino Gesú. Sentí inmediatamente el compromiso y la pasión de los médicos, de los enfermeros, de los investigadores y de todos los que están cerca de los niños enfermos. Vi la ternura de las miradas y el calor de los abrazos en lugares que ciertamente son de dolor y sufrimiento, pero también de valor y esperanza, de mucha esperanza. El Bambino Gesú nació hace 150 años como un regalo de amor — la oferta de una hucha — para recibir y tratar a los pequeños pacientes de la ciudad de Roma. A lo largo de este siglo y medio de historia, la medicina ha hecho extraordinarios progresos y el Hospital ha sabido invertir en la investigación y poner la ciencia al servicio de la caridad.

El "Bambino Gesú" ha crecido mucho en sus competenciasy conocimientos, se ha convertido en uno de los centros de cura infantil más importantes de Europa y del mundo. Ha ampliado las fronteras de su acción para recibir a los pequeños pacientes que no pueden ser tratados en los países en los que viven y para ayudar a esos países a crecer en la ciencia médica, ejerciendo concretamente esa "caridad del saber" tan querida por nuestro amado Papa San Pablo VI.

El sufrimiento de los niños sigue siendo el más difícil de aceptar. Pero los que cuidan a los niños están ciertamente del lado de Dios y vence a la cultura del descarte. Así, el Hospital Bambino Gesú, en su actividad de atención diaria, se convierte en un signo de la caridad de toda la Iglesia que se pone al servicio de los más débiles y de los más frágiles.

 

 

 

21/11/2019-05:29
Larissa I. López

Bangkok: El amor, "medicina" para curar el cuerpo y el alma

(ZENIT – 21 nov. 2019).- “Como su Santidad dijo una vez, el amor es la mejor medicina y remedio para curar no solo el cuerpo, sino también el espíritu. Esta es nuestra misión”, señaló el director del hospital de San Luis, en Bangkok.

Hoy, 21 de noviembre de 2019, el Papa Francisco se ha reunido con el personal médico del hospital de San Luis, donde el director del centro hospitalario, el profesor doctor Tanin Intragumtornchai, le ha dedicado unas palabras de bienvenida.

El hospital de San Luis, conocido también como el hospital infantil de St. Louis, es una clínica privada sin ánimo de lucro fundada en 1898 por el entonces arzobispo Louis Vey, vicario apostólico de la misión católica en Siam.

En el auditorio de este centro sanitario había congregadas unas 700 personas entre médicos, enfermeras y personal del hospital y de otros hospitales y centros de bienestar de la Iglesia.

Antes de que el Santo Padre pronunciara su alocución, tuvo lugar el citado saludo del director y la entrega de un regalo al Pontífice.

A continuación, exponemos las palabras de bienvenida de Tanin Intragumtornchai, director del Hospital de San Luis.

***

 

Su Santidad Papa Francisco,

En nombre del hospital de San Luis, el hospital de Saint Mary, el hospital Camilliano y el hospital de San Camilo, tengo el placer de dar la bienvenida a Su Santidad y de saludarlo cordialmente en esta ocasión de su visita a Tailandia. Su presencia entre nosotros tiene un gran significado. Su Santidad representa “El hombre de palabra” que vive lo que predica y tiene siempre sus brazos abiertos para acercarse a todos. Como Vicario de Cristo, su presencia representa una bendición del mismo Cristo.

La Iglesia quiere testimoniar que nuestros hospitales católicos no tienen como objetivo el hacer negocio. No queremos competir con nadie, solo queremos predicar la Buena Nueva de Jesucristo por medio de nuestro amor y compasión.

Como su Santidad dijo una vez, el amor es la mejor medicina y remedio para curar no solo el cuerpo, sino también el espíritu. Esta es nuestra misión. Tratamos que todo nuestro personal comparta nuestro valor fundamental: los pacientes son nuestra prioridad, respetamos su dignidad humana, todos somos iguales, pobres o ricos, blancos o negros. Tratamos a todos con el mismo criterio que nos exige el espíritu del hospital de San Luis “Ubi Caritas, Ibi Deus Est”. Creemos en el poder del amor y compasión de Cristo y estamos dispuestos a cualquier sacrificio para poner este amor y esta compasión en acción. Inspirados por las oraciones y las enseñanzas de Su Santidad, nos sentimos fortalecidos y más unidos para anunciar la Buena Nueva de Jesucristo y dar testimonio de su amor y compasión en nuestra diaria misión de traer la salud física y espiritual a nuestros pacientes.

Aprovechamos esta oportunidad para asegurar a Su Santidad de nuestras oraciones, rogando al Señor que le otorgue fortaleza y buena salud.

Cordialmente suyos, y unidos en Cristo.

 

 

© Librería Editorial Vaticana

 

 

 

21/11/2019-07:00
Redacción

Viaje a Tailandia: Programa del Papa en Bangkok

(ZENIT — 21 nov. 2019). El viernes, 22 de noviembre, será la tercera y última jornada del Papa Francisco en Tailandia, dentro de su 32° viaje apostólico internacional, del 19 al 26 de noviembre, en el que también visitará Japón.

El tercer día del Papa Francisco en Tailandia lo dedicará a saludar a los sacerdotes, religiosos, seminaristas y catequistas, se encontrará con los obispos del país y en
privado compartirá un momento con los miembros de la Compañía de Jesús en el Santuario Beato Nicolás Boonkerd Kitbamrung.

Antes de dejar el país asiático, el Santo Padre se reunirá con los líderes religiosos del país y celebrará la Santa Misa en la Catedral de la Asunción de Bangkok con los jóvenes.

Ver en programa completo

 

Viernes 22 de noviembre de 2019 BANGKOK
 
10 h. (4 h. en Roma) ENCUENTRO CON LOS SACERDOTES, RELIGIOSOS/AS, SEMINARISTAS Y CATEQUISTAS
en la Parroquia de San Pedro
 
Discurso del Santo Padre
11 h. (5 h. en Roma) ENCUENTRO CON LOS OBISPOS DE TAILANDIA Y FABC
en el Santuario del Beato Nicolás Boonkerd Kitbamrung
 
Discurso del Santo Padre
11:50 h. (5:50 h. en Roma) Encuentro privado
con los miembros de la Compañía de Jesús en una sala adyacente al Santuario.
 
 
  Almuerzo en la Nunciatura Apostólica  
15:20 h. (9:20 h. en Roma) ENCUENTRO CON LÍDERES CRISTIANOS Y DE OTRAS RELIGIONES
en la Universidad de Chulalongkorn
 
Discurso del Santo Padre
 17 h.(11 h. en Roma) SANTA MISA CON los JÓVENES
en la Catedral de la Asunción
 

 

 

 

 

21/11/2019-13:39
Rosa Die Alcolea

Angola: Entra en vigor el Acuerdo Marco firmado con la Santa Sede

(ZENIT — 21 nov. 2019).- Hoy, 21 de noviembre de 2019, mediante comunicación oficial de la Embajada de la República de Angola ante la Santa Sede, se ha perfeccionado el procedimiento de intercambio de los instrumentos de ratificación del Acuerdo Marco entre la Santa Sede y la República de Angola, firmado en el Vaticano el 13 de septiembre de 2019.

Tras la firma del Acuerdo, el pasado 12 de noviembre de 2019, el Papa Francisco recibió en audiencia al presidente de la República de Angola, Joáo Manuel Gongalves Lourengo.

Dicho Acuerdo, señala la Santa Sede, que ha entrado en vigor hoy, de conformidad con su artículo 25, garantiza a la Iglesia Católica la posibilidad de llevar a cabo su misión en Angola. En particular, se reconoce la personalidad jurídica de la Iglesia Católica y de sus instituciones.

 

Dignidad y derechos de la persona

Ambas Partes, salvaguardando su propia independencia y autonomía, se comprometen a cooperar por el bien espiritual y material del hombre y por el bien común, respetando la dignidad y los derechos de la persona humana.

Asimismo, en el Acuerdo se reconoce el "libre ejercicio" de la misión apostólica de la Iglesia y su "contribución específica en los diversos ámbitos de la vida social", indicó el Vaticano el día en que se firmó el convenio.

El Acuerdo Marco, redactado en italiano y portugués y compuesto por un preámbulo y 26 artículos, define el marco jurídico de las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado angoleño.

 

 

 

21/11/2019-08:00
Enrique Díaz Díaz

Monseñor Enrique Díaz Díaz: "Fiesta de Cristo Rey"

 

II Samuel 5, 1-3: "Ungieron a David como rey de Israel"
Salmo 121: "Vayamos con alegría al encuentro del Señor"
Colosenses 1, 12-20: "Dios nos ha trasladado al Reino de su Hijo amado"
San Lucas 23, 35-43: "Señor, cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mí"

Con silencio, amargura y tristeza fueron trasladados a la iglesia del pueblo los cadáveres de los jóvenes asesinados. Toda la población está aterrada, mezclando temor, coraje e impotencia. Las palabras del sacerdote ante los cadáveres suenan doloridas: "Esto que estamos viendo es resultado de años de descuido, de fracaso de todos los aspectos de la política y la educación; no ha surgido espontáneamente, es fruto de años en los que se ha venido destruyendo el tejido social ante la pérdida de valores... como si Dios no existiera" Y todos estamos de acuerdo, nos sentimos como en país sin ley, sin principios, sin Dios porque si estamos asistiendo a esta lucha absurda por los espacios de dominio que asesina a personas, sin importar sean pequeñas o inocentes sino solamente porque ocupan un espacio que juzgan pertenece a ellos, es porque el hombre ha perdido su verdadera dimensión y se ha olvidado de Dios, no porque Dios esté ausente.

Hoy recordamos una fiesta muy querida para el pueblo mexicano: "Cristo Rey". Es una fiesta que cierra todo el ciclo litúrgico pero que también nos enseña el verdadero sentido del tiempo y de la naturaleza: pertenecen a Dios y están destinados a dar gloria a Dios. No en el sentido egoísta como si Dios necesitara que hubiera millones de personas alabándolo para sentirse feliz, sino en el sentido de la más grande generosidad que nos descubre cómo la felicidad del hombre es la mayor gloria de Dios. Y cuando el hombre logra encontrarse con Dios en su corazón, cuando busca vivir como imagen y semejanza suya, cuando se torna creador y generador de vida y de belleza, el hombre encuentra su más grande realización. Pero cuando se ataca frontalmente a Dios con el pretexto de respetar la dignidad de la persona, se desequilibra de tal forma que todo pierde su sentido y termina en un caos volviéndose contra el mismo hombre. Nuestra sociedad podrá organizarse sin Dios, pero siempre tendrá un enorme hueco en su corazón que buscará llenarlo con poder, con riqueza o con placeres, como lo hemos estado viendo y sufriendo en los últimos años. Claro que cuando se utiliza la imagen de Dios para los fines perversos del hombre, se termina por destruir la sociedad y a las personas.

Hoy, más que nunca, nos urge volver nuestra mirada a este Cristo y reconocerlo como nuestro rey, pero descubriendo las sólidas bases de su reino. El reino de Jesús es muy distinto a como lo hubieran podido imaginar los hombres, muy lejano a la ambición de poder de unos cuantos. Jesús viene a ofrecer un reino de vida. Su propuesta es la participación de una vida plena de todos los pueblos y todas las gentes como hijos de Dios. Es hacer realidad el proyecto del Padre. Sin embargo, no utiliza ni el poder ni el dinero ni la fuerza para implantar su Reino: su única arma es el amor, un amor pleno, un amor total. Por eso en este día se nos invita a contemplarlo tal y como nos lo presenta San Lucas: clavado en la cruz, con un letrero que da fe de su sentencia y con las autoridades, los soldados y un ladrón burlándose de su reinado e invitándolo a manifestar su poderío. ¿Un rey fracasado? Podría parecer a los ojos del mundo y así lo consideran todos los que están a su alrededor, aún sus discípulos. La paradoja de un rey clavado en la cruz, nos recuerda lo que Jesús había dicho a Pilatos: "Mi Reino no es de este mundo" Y no se refiere a que su reino esté en un plano espiritualista , sino muy real y concreto como nos lo demuestra con toda su vida, con sus parábolas sobre el Reino, y su atención a los que más sufren y su compromiso con los humildes y despreciados. Su Reino no es al estilo del mundo donde la fuerza y el poder dominan, su reino tiene mucho que ver con el amor, con la entrega y con el servicio. Cuando lo quisieron nombrar "rey", en otro sentido, tuvo que salir huyendo ya que Él no había venido para ser servido sino para servir.

Al decirnos hoy nosotros discípulos de Jesús y proclamarlo como Rey, adquirimos un verdadero compromiso de luchar por sus mismos ideales y con su mismo estilo. No podemos estar de acuerdo con toda la cadena de violencia que se ha desatado. No admitimos como cristianas, ni siquiera como humanas, las crueles masacres y los horrendos crímenes que se han suscitado. Elevamos nuestra enérgica protesta. Pero también nos examinamos y tratamos de descubrir que está fallando en esta sociedad. Se requiere un nuevo modo de educación para el amor, para la responsabilidad y para la aceptación del Evangelio y esto sólo lo podemos encontrar en el ejemplo de Jesús. Los reinos del poder, de la fuerza y de la mentira, sólo caerán si construimos un reino de verdad, de justicia y de vida. Necesitamos acercarnos a este Rey y aprender de Él su entrega y la forma en que construye su reino. Debemos buscar vida para todos y dejarnos de egoísmos e individualismos. En este mundo que considera con frecuencia a Dios como algo superfluo o extraño, confesamos con Pedro que sólo Jesús tiene "palabras de vida eterna". Si queremos recobrar el verdadero sentido del hombre no tendremos otra prioridad que abrir de nuevo al hombre de hoy el acceso a Dios, al Dios que habla y nos comunica su amor para que tengamos vida abundante, al Dios que se hace carne y presencia en Jesús, nuestro Rey. El compromiso por la justicia, la reconciliación y la paz encuentran su última raíz y su cumplimiento en el amor que Cristo nos ha revelado. Todos los creyentes debemos traducir nuestro homenaje a Cristo Rey en un compromiso serio por la construcción de su reino, por el amor a los pobres y la lucha por la verdadera justicia.

¿Cómo es nuestro homenaje a Cristo Rey? Fiesta de Cristo rey, fiesta para examinar nuestras actitudes frente a Cristo y frente a los hermanos; fiesta para "entronizar" en la familia a este Rey de Amor; fiesta para convertirnos en sus fieles seguidores, llenos de esperanza, y constructores incansables de un Reino diferente.

Padre Bueno y Misericordioso, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, Rey del universo, haz que toda criatura, liberada de toda esclavitud, sirva a tu majestad y te alabe eternamente. Amén.

 

 

 

21/11/2019-08:00
Isabel Orellana Vilches

San Pedro Esqueda Ramírez, 22 de noviembre

«Mártir mexicano. Un ejemplo de abandono en las manos de Dios, joven sacerdote generosamente entregado a su misión, y por ello ajusticiado con saña»

Nació en San Juan de los Lagos, Jalisco, México, el 29 de abril de 1887. Sus padres Margarito Esqueda y Nicanora Ramírez ignoraban que habían traído al mundo a una persona auténtica, valiente, que sería testigo de Cristo ante el mundo. Con escasos recursos económicos, la familia vivía alumbrada por la fe que recibió el muchacho, y que se ocupó de acrecentar con la gracia divina. Por eso, la conocida expresión «estamos en manos de Dios» que frecuentemente se formula cuando la incertidumbre ante un futuro incierto hace acto de presencia, sean cuales sean las razones, no fue para él un comentario lacónico, una especie de comodín verbal sin más pretensiones, como tantas veces ocurre. Este joven intrépido y valeroso sostuvo rigurosamente esta convicción, con la hondura que encierra de absoluta confianza en la voluntad divina, en el instante más álgido de su corta existencia.

Su temprana vinculación a la parroquia como niño de coro y monaguillo despertó su vocación al sacerdocio. Su expediente académico era impecable. Responsable y aplicado en sus estudios, siempre cosechando buenas notas, hicieron de él un alumno modélico para Piedad y Pedro, dos de sus profesores y directores de los centros en los que se educó. En esa infancia enriquecida por la piedad, y saludablemente gozosa, se habituó a rezar el rosario. Erigía altares en los que simulaba estar oficiando misa, el sueño que alimentaba en su espíritu.

Tenía 15 años cuando ingresó en el seminario auxiliar de San Julián, dejando el incipiente trabajo en una zapatería, porque su padre juzgó conveniente que iniciase la carrera eclesiástica. Allí siguió mostrando sus cualidades para el estudio, que eran tan solo un matiz de las muchas que le adornaban. En el seminario permaneció recibiendo formación hasta que las autoridades federales determinaron cerrarlo en 1914. No había podido ser ordenado, pero era ya diácono, y al regresar a su ciudad natal actuó como tal en la parroquia hasta que en 1916, después de haber completado estudios en el seminario de Guadalajara, se convirtió en sacerdote. Recibió el sacramento a finales de ese año en la capilla del hospital de la Santísima Trinidad. A continuación fue designado vicario de la parroquia en la que trabajaba. En ella permaneció hasta su muerte; once años de intensa actividad pastoral, dando lo mejor de sí. Dinamizó la vida apostólica con una excelente labor catequética que tenía como objetivo a los niños, a la par que impulsaba la asociación Cruzada Eucarística inducido por su amor a la Eucaristía, devoción que, junto a la que profesaba a la Virgen, extendió entre los fieles. De la Eucaristía extraía su fortaleza y aliento. Fue también un ángel de bondad para los pobres.

Las fuerzas gubernamentales en una feroz campaña anticlerical habían dictado orden de persecución, y las buenas gentes del pueblo intentaron convencer a Pedro para que huyese a otro lugar. Sólo aceptó refugiarse de manera provisional en algunos lugares siempre cercanos a los fieles, a quienes de ese modo seguía atendiendo pastoralmente. Los sacerdotes y religiosos que han derramado su sangre por Cristo y su Iglesia en medio de conflictos políticos fueron caritativos y se caracterizaron por la libertad evangélica. No tuvieron acepción de personas, ni militaron en bandos determinados. Arraigados en Cristo se desvivían por las necesidades de sus fieles, con independencia de sus ideologías. Así era Pedro.

Al inicio de noviembre de 1927 buscó refugio en Jalostotitlán, Jalisco. Pero regresó a San Juan llevado por su amor a los feligreses; no quiso dejarles sin asistencia. Se alojó en el hospital del Sagrado Corazón. El pueblo quería a ese sacerdote que habían visto crecer entre ellos, pero temían a las represalias de las autoridades si le daban cobijo; por eso, a veces algunas personas no le franquearon la puerta de sus moradas. Sin embargo, la gran mayoría no ocultaba su preocupación por su destino. Y las anfitrionas de una casa en la que fue acogido, le rogaron seriamente que escapara. Pero Pedro no estaba dispuesto a ello, y dando testimonio de su gran fe, decía: «Dios me trajo, en Dios confío». Este sentimiento, que reiteró ante otros vecinos, en ningún modo puede ser espontáneo cuando la vida está en peligro; estaba asentado en un corazón orante firmemente clavado en el corazón del Padre, abierto a su gracia.

Fue detenido el 18 de noviembre de ese año 1927. En un mísero y oscuro cuartucho sufrió pacientemente la fiereza de los azotes y otras crueldades que le ocasionaron la fractura de uno de sus brazos; por ello los federales no pudieron verle expirar en la hoguera, como habían previsto. Pero el tormento más doloroso fue ver profanados ante sí los objetos sagrados, destruidos los ornamentos y saqueado el archivo parroquial.

Una cruel e infame tortura para un hombre de Dios, una persona inocente que lo único que perseguía era amar a Cristo y a los demás. Las incesantes vejaciones martiriales duraron hasta el 22 de noviembre. Maniatado y lleno de heridas le obligaron a subir por sí mismo a un árbol. Allí fue tiroteado sin piedad por un alto oficial que vertió en él su torrente de ira al ver que no podía sostenerse en la pira que habían dispuesto para ajusticiarlo prendiendo fuego al árbol en cuestión. Camino de su particular calvario, envuelto en un heroico silencio, dejó su testamento de fidelidad a la catequesis y al evangelio en unos niños que se acercaron a él. Juan Pablo II lo canonizó el 21 de mayo del 2000.