Servicio diario - 07 de enero de 2020


 

Santa Marta: Discernir qué espíritu se mueve "en mi corazón" cada día
Larissa I. López

Significado de la Navidad: «Responder a esta llamada: ser santos en el amor»
Rosa Die Alcolea

Epifanía del Señor: «La adoración es un gesto de amor que cambia la vida»
Rosa Die Alcolea

Bari: El Papa irá el 23 de febrero al Encuentro por la paz en el Mediterráneo
Rosa Die Alcolea

Ángelus: Llamamiento del Papa al «diálogo» y «autocontrol» de los países
Rosa Die Alcolea

Europa: Nombrado visitador apostólico para los fieles etíopes de rito alejandrino Geez
Rosa Die Alcolea

Venezuela: Los obispos celebran su CXIII Asamblea Plenaria
Redacción

Costa Rica: El nuevo embajador ante la Santa Sede presenta sus cartas credenciales
Redacción

Perú: Ordenación Episcopal del nuevo obispo de la Prelatura de Chuquibambilla
Redacción

Italia: El Papa recibe al presidente de la Región del Lacio
Larissa I. López

Egipto: Erección de la eparquía de Abu Qurqas
Redacción

Colombia: El Papa acepta la renuncia del arzobispo de Manizales
Larissa I. López

Padre Antonio Rivero: "Gracias, Señor, por el don del Bautismo"
Antonio Rivero

San Lorenzo Giustiniani, 8 de enero
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

07/01/2020-13:50
Larissa I. López

Santa Marta: Discernir qué espíritu se mueve "en mi corazón" cada día

(ZENIT – 7 enero 2020).- El Papa Francisco recomienda preguntarse todos los días: “¿qué ha pasado hoy en mi corazón? ¿Qué tenía ganas de hacer, de pensar? ¿Cuál espíritu se ha movido en mi corazón? El Espíritu de Dios, el don de Dios, el Espíritu Santo que me lleva siempre al encuentro con el Señor o el espíritu del mundo que me aleja suave, lentamente del Señor (…)”.

El Santo Padre ha reanudado hoy, 7 de enero de 2020, las Misas matutinas en la Casa de Santa Marta.

En su homilía ha reflexionado en torno al pasaje de la primera carta de san Juan Apóstol, primera lectura de la liturgia del día. En ella, el evangelista retoma el consejo de Jesús a sus discípulos: "Permanezcan en Dios", indica Vatican News.

 

Permanecer en Dios

Para Francisco, uno puede "estar en las ciudades más pecaminosas, en las sociedades más ateas, pero si el corazón permanece en Dios", se puede traer la salvación. En esta línea, remite al episodio narrado en los Hechos de los Apóstoles, cuando llegan a una ciudad y se encuentran con cristianos bautizados por Juan.

Allí les preguntaron: "¿Han recibido el Espíritu Santo?", pero ellos ni siquiera sabían que existía. "Cuántos cristianos, aún hoy identifican al Espíritu Santo solo con la paloma" y no saben que "es lo que te hace permanecer en el Señor, es la garantía, la fuerza para permanecer en el Señor", indicó el Papa.

 

El espíritu del mundo

Así, el Pontífice se refirió al espíritu del mundo, que es contrario al Espíritu Santo: "Jesús, en la Última Cena, no pide al Padre que saque a los discípulos del mundo", porque la vida cristiana está en el mundo, "sino que los proteja del espíritu del mundo, que es lo contrario".

Esto es, remarcó, "aún peor que cometer un pecado. Es una atmósfera que te hace inconsciente, te lleva a un punto en el que no sabes reconocer el bien del mal".

 

Pedir el don del Espíritu Santo

De este modo, para permanecer en Dios, "debemos pedir este don» del Espíritu Santo, que es la garantía. Por esto "sabemos que permanecemos en el Señor", explicó el Obispo de Roma.

Y ante la pregunta sobre cómo podemos saber si tenemos el Espíritu Santo o el espíritu del mundo, el Papa Francisco apunta que san Pablo presenta un consejo: “No entristezcan al Espíritu Santo. Cuando vamos hacia el espíritu del mundo, entristecemos al Espíritu Santo y lo ignoramos, lo dejamos de lado y nuestra vida va por otro camino”.

 

Olvidar el pecado

El espíritu del mundo, describe el Santo Padre, es olvidar, porque "el pecado no te aleja de Dios si te das cuenta y pides perdón, pero el espíritu del mundo te hace olvidar lo que es el pecado", todo se puede hacer.

Igualmente, comentó que en estos días un sacerdote le mostró una película de cristianos celebrando el Año Nuevo en una ciudad turística, en un país cristiano. "Festejaban el primer día del año con una terrible mundanidad, derrochando dinero y tantas cosas. El espíritu del mundo. '¿Esto es pecado?'- `No querido: esta es corrupción, peor que el pecado", relató Francisco.

Y continuó: "El Espíritu Santo te lleva a Dios, y si pecas, el Espíritu Santo te protege y te ayuda a levantarte, pero el espíritu del mundo te lleva a la corrupción, hasta el punto de que no sabes lo que es bueno y lo que es malo: todo es lo mismo, todo es igual".

 

Poner a prueba el espíritu

Francisco enfatizó que el espíritu mundano lleva a la inconsciencia "de no distinguir el pecado". De nuevo, preguntó cómo saber, si "estoy en el camino de la mundanidad, del espíritu del mundo, o estoy siguiendo al Espíritu de Dios?".

Y contestó con otro consejo, en esta ocasión del apóstol san Juan: "Amados, no crean a todo espíritu (es decir, a todo sentimiento, a toda inspiración, a toda idea), sino prueben los espíritus para ver si son de Dios (o del mundo)".

Después, añadió: "Pero, ¿qué es esto de poner a la prueba al Espíritu? Es simplemente esto: cuando sientes algo, tienes ganas de hacer algo, o tienes una idea, un juicio de algo, pregúntate: ¿esto que siento es del Espíritu de Dios o del espíritu del mundo?".

 

Saber qué pasa en el corazón

El Papa subrayó que muchos cristianos, "viven sin saber lo que pasa en sus corazones" y, por ello, san Pablo y san Juan dicen: "No crean a todo espíritu", a lo que sienten, e invita a probar el propio espíritu.

Y así, agregó, "sabremos lo que pasa en nuestros corazones", pues "muchos cristianos tienen el corazón como un camino y no saben quién viene y va, van y vienen, porque no saben cómo examinar lo que sucede en su interior".

Finalmente, de acuerdo al citado medio vaticano, el Pontífice pidió la gracia "de permanecer en el Señor, y roguemos al Espíritu Santo que nos haga permanecer en el Señor y nos dé la gracia de distinguir los espíritus, es decir, lo que se mueve en nuestro interior". "Que nuestro corazón no sea un camino", concluye, que sea el punto de encuentro entre nosotros y Dios.

 

 

 

07/01/2020-10:47
Rosa Die Alcolea

Significado de la Navidad: «Responder a esta llamada: ser santos en el amor»

(ZENIT – 7 enero 2020).- El significado de la Navidad, recordó el Papa, es que «si el Señor sigue viniendo entre nosotros, si sigue dándonos el don de su Palabra, es para que cada uno de nosotros pueda responder a esta llamada: ser santos en el amor».

El 6 de enero de 2020, solemnidad de la Epifanía del Señor y segundo domingo de navidad, el Papa Francisco se asomó a mediodía a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el Ángelus con los 50.000 fieles –según la Gendarmería Vaticana– reunidos en la plaza de San Pedro para la habitual cita dominical.

La santidad, añadió, «es guardar el don que Dios nos ha dado. Simplemente esto: guardar la gratuidad». Y aclaró: «En esto consiste ser santo». Por tanto, «quien acepta la santidad en sí mismo como un don de gracia, no puede dejar de traducirla en acciones concretas en la vida cotidiana», explicó Francisco.

«Este don, esta gracia que Dios me ha dado, la traduzco en una acción concreta en la vida cotidiana, en el encuentro con los demás», matizó. «Esta caridad, esta misericordia hacia el prójimo, reflejo del amor de Dios, al mismo tiempo que purifica nuestro corazón y nos dispone al perdón», indicó el Papa.

Estas han sido las palabras del Santo Padre durante la oración mariana:

***

 

Antes del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En este segundo domingo de la Navidad, las lecturas bíblicas nos ayudan a alargar la mirada, para tomar una conciencia plena del significado del nacimiento de Jesús.

El comienzo del Evangelio de San Juan nos muestra una impactante novedad: el Verbo eterno, el Hijo de Dios, «se hizo carne» (v. 14). No sólo vino a vivir entre la gente, sino que se convirtió en uno del pueblo, ¡uno de nosotros! Después de este acontecimiento, para dirigir nuestras vidas, ya no tenemos sólo una ley, una institución, sino una Persona, una Persona divina, Jesús, que guía nuestras vidas, nos hace ir por el camino porque Él lo hizo antes.

San Pablo bendice a Dios por su plan de amor realizado en Jesucristo (cf. Efesios 1, 3¬6; 15-18). En este plan, cada uno de nosotros encuentra su vocación fundamental. ¿Y cuál es? Esto es lo que dice Pablo: estamos predestinados a ser hijos de Dios por medio de Jesucristo. El Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos a nosotros, hombres, hijos de Dios. Por eso el Hijo eterno se hizo carne: para introducirnos en su relación filial con el Padre.

Así pues, hermanos y hermanas, mientras continuamos contemplando el admirable signo de la Natividad, la liturgia de hoy nos dice que el Evangelio de Cristo no es una fábula, ni un mito, ni un cuento moralizante, no. El Evangelio de Cristo es la plena revelación del plan de Dios, el plan de Dios para el hombre y el mundo. Es un mensaje a la vez sencillo y grandioso, que nos lleva a preguntarnos: ¿qué plan concreto tiene el Señor para mí, actualizando aún hoy su nacimiento entre nosotros?

Es el apóstol Pablo quien nos sugiere la respuesta: «[Dios] nos ha elegido [...] para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor» (v. 4). Este es el significado de la Navidad. Si el Señor sigue viniendo entre nosotros, si sigue dándonos el don de su Palabra, es para que cada uno de nosotros pueda responder a esta llamada: ser santos en el amor. La santidad pertenece a Dios, es comunión con Él, transparencia de su infinita bondad. La santidad es guardar el don que Dios nos ha dado. Simplemente esto: guardar la gratuidad. En esto consiste ser santo. Por tanto, quien acepta la santidad en sí mismo como un don de gracia, no puede dejar de traducirla en acciones concretas en la vida cotidiana. Este don, esta gracia que Dios me ha dado, la traduzco en una acción concreta en la vida cotidiana, en el encuentro con los demás. Esta caridad, esta misericordia hacia el prójimo, reflejo del amor de Dios, al mismo tiempo que purifica nuestro corazón y nos dispone al perdón, haciéndonos "inmaculados" día tras día. Pero inmaculados no en el sentido de que yo elimino una mancha: inmaculados en el sentido de que Dios entra en nosotros, el don, la gratuidad de Dios entra en nosotros y nosotros lo guardamos y lo damos a los demás.

Que la Virgen María nos ayude a acoger con alegría y gratitud el diseño divino de amor realizado en Jesucristo.

 

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

07/01/2020-09:10
Rosa Die Alcolea

Epifanía del Señor: «La adoración es un gesto de amor que cambia la vida»

(ZENIT – 7 enero 2020).- «Queridos hermanos», planteó el Papa, «¿Encontramos momentos para la adoración en nuestros días y creamos espacios para la adoración en nuestras comunidades?». Al adorar, aseguró, «nosotros también descubriremos, como los Magos, el significado de nuestro camino». Y, como los Magos, experimentaremos una ‘inmensa alegría'».

El Santo Padre celebró el 6 de enero de 2020, solemnidad de la Epifanía del Señor, la Santa Misa en la Basílica Vaticana, a las 10 horas.

«La adoración es un gesto de amor que cambia la vida», precisó el Pontífice en su reflexión. «Es actuar como los Magos: es traer oro al Señor, para decirle que nada es más precioso que Él; es ofrecerle incienso, para decirle que sólo con Él puede elevarse nuestra vida; es presentarle mirra, con la que se ungían los cuerpos heridos y destrozados, para pedirle a Jesús que socorra a nuestro prójimo que está marginado y sufriendo, porque allí está Él».

Así, el Santo Padre recordó la importancia de la «adoración» en la Iglesia: «Al inicio del año redescubrimos la adoración como una exigencia de fe. Si sabemos arrodillarnos ante Jesús, venceremos la tentación de ir cada uno por su camino. De hecho, adorar es hacer un éxodo de la esclavitud más grande, la de uno mismo. Adorar es poner al Señor en el centro para no estar más centrados en nosotros mismos».

Publicamos a continuación la homilía del Papa que ha pronunciado después de la proclamación del Evangelio y del anuncio del día de Pascua, que este año se celebrará el 12 de abril.

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Homilía del Papa

En el Evangelio (Mt 2,1-12) hemos escuchado que los Magos comienzan manifestando sus intenciones: «Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo» (v. 2). La adoración es la finalidad de su viaje, el objetivo de su camino. De hecho, cuando llegaron a Belén, «vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron» (v. 11). Si perdemos el sentido de la adoración, perdemos el sentido de movimiento de la vida cristiana, que es un camino hacia el Señor, no hacia nosotros. Es el riesgo del que nos advierte el Evangelio, presentando, junto a los Reyes Magos, unos personajes que no logran adorar.

En primer lugar, está el rey Herodes, que usa el verbo adorar, pero de manera engañosa. De hecho, le pide a los Reyes Magos que le informen sobre el lugar donde estaba el Niño «para ir — dice— yo también a adorarlo» (v. 8). En realidad, Herodes sólo se adoraba a sí mismo y, por lo tanto, quería deshacerse del Niño con mentiras. ¿Qué nos enseña esto? Que el hombre, cuando no adora a Dios, está orientado a adorar su yo. E incluso la vida cristiana, sin adorar al Señor, puede convertirse en una forma educada de alabarse a uno mismo y el talento que se tiene: cristianos que no saben adorar, que no saben rezar adorando. Es un riesgo grave: servirnos de Dios en lugar de servir a Dios. Cuántas veces hemos cambiado los intereses del Evangelio por los nuestros, cuántas veces hemos cubierto de religiosidad lo que era cómodo para nosotros, cuántas veces hemos confundido el poder según Dios, que es servir a los demás, con el poder según el mundo, que es servirse a sí mismo.

Además de Herodes, hay otras personas en el Evangelio que no logran adorar: son los jefes de los sacerdotes y los escribas del pueblo. Ellos indican a Herodes con extrema precisión dónde nacería el Mesías: en Belén de Judea (cf. v. 5). Conocen las profecías y las citan exactamente. Saben a dónde ir —grandes teólogos, grandes—, pero no van. También de esto podemos aprender una lección. En la vida cristiana no es suficiente saber: sin salir de uno mismo, sin encontrar, sin adorar, no se conoce a Dios. La teología y la eficiencia pastoral valen poco o nada si no se doblan las rodillas; si no se hace como los Magos, que no sólo fueron sabios organizadores de un viaje, sino que caminaron y adoraron. Cuando uno adora, se da cuenta de que la fe no se reduce a un conjunto de hermosas doctrinas, sino que es la relación con una Persona viva a quien amar. Conocemos el rostro de Jesús estando cara a cara con Él. Al adorar, descubrimos que la vida cristiana es una historia de amor con Dios, donde las buenas ideas no son suficientes, sino que se necesita ponerlo en primer lugar, como lo hace un enamorado con la persona que ama. Así debe ser la Iglesia, una adoradora enamorada de Jesús, su esposo.

Al inicio del año redescubrimos la adoración como una exigencia de fe. Si sabemos arrodillarnos ante Jesús, venceremos la tentación de ir cada uno por su camino. De hecho, adorar es hacer un éxodo de la esclavitud más grande, la de uno mismo. Adorar es poner al Señor en el centro para no estar más centrados en nosotros mismos. Es poner cada cosa en su lugar, dejando el primer puesto a Dios. Adorar es poner los planes de Dios antes que mi tiempo, que mis derechos, que mis espacios. Es aceptar la enseñanza de la Escritura: «Al Señor, tu Dios, adorarás» (Mt 4,10). Tu Dios: adorar es experimentar que, con Dios, nos pertenecemos recíprocamente. Es darle del “tú” en la intimidad, es presentarle la vida y permitirle entrar en nuestras vidas. Es hacer descender su consuelo al mundo. Adorar es descubrir que para rezar basta con decir: «¡Señor mío y Dios mío!» (Jn 20,28), y dejarnos llenar de su ternura.

Adorar es encontrarse con Jesús sin la lista de peticiones, pero con la única solicitud de estar con Él. Es descubrir que la alegría y la paz crecen con la alabanza y la acción de gracias. Cuando adoramos, permitimos que Jesús nos sane y nos cambie. Al adorar, le damos al Señor la oportunidad de transformarnos con su amor, de iluminar nuestra oscuridad, de darnos fuerza en la debilidad y valentía en las pruebas. Adorar es ir a lo esencial: es la forma de desintoxicarse de muchas cosas inútiles, de adicciones que adormecen el corazón y aturden la mente. De hecho, al adorar uno aprende a rechazar lo que no debe ser adorado: el dios del dinero, el dios del consumo, el dios del placer, el dios del éxito, nuestro yo erigido en dios. Adorar es hacerse pequeño en presencia del Altísimo, descubrir ante Él que la grandeza de la vida no consiste en tener, sino en amar. Adorar es redescubrirnos hermanos y hermanas frente al misterio del amor que supera toda distancia: es obtener el bien de la fuente, es encontrar en el Dios cercano la valentía para aproximarnos a los demás. Adorar es saber guardar silencio ante la Palabra divina, para aprender a decir palabras que no duelen, sino que consuelan.

La adoración es un gesto de amor que cambia la vida. Es actuar como los Magos: es traer oro al Señor, para decirle que nada es más precioso que Él; es ofrecerle incienso, para decirle que sólo con Él puede elevarse nuestra vida; es presentarle mirra, con la que se ungían los cuerpos heridos y destrozados, para pedirle a Jesús que socorra a nuestro prójimo que está marginado y sufriendo, porque allí está Él. Por lo general, sabemos cómo orar —le pedimos, le agradecemos al Señor—, pero la Iglesia debe ir aún más allá con la oración de adoración, debemos crecer en la adoración. Es una sabiduría que debemos aprender todos los días. Rezar adorando: la oración de adoración.

Queridos hermanos y hermanas, hoy cada uno de nosotros puede preguntarse: “¿Soy un adorador cristiano?”. Muchos cristianos que oran no saben adorar. Hagámonos esta pregunta. ¿Encontramos momentos para la adoración en nuestros días y creamos espacios para la adoración en nuestras comunidades? Depende de nosotros, como Iglesia, poner en práctica las palabras que rezamos hoy en el Salmo: «Señor, que todos los pueblos te adoren». Al adorar, nosotros también descubriremos, como los Magos, el significado de nuestro camino. Y, como los Magos, experimentaremos una «inmensa alegría» (Mt 2,10).

 

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

07/01/2020-13:59
Rosa Die Alcolea

Bari: El Papa irá el 23 de febrero al Encuentro por la paz en el Mediterráneo

(ZENIT — 7 enero 2020).- La Santa Sede ha anunciado esta mañana que el Papa Francisco viajará a Bari el próximo 23 de febrero de 2020, donde participará en el Encuentro de reflexión y espiritualidad «Mediterráneo, frontera mediterránea de paz», Y presidirá la Santa Misa a las 10:45 horas.

Esta mañana, 7 de enero de 2020, la Oficina de Prensa Vaticana ha publicado el calendario de celebraciones del Santo Padre en enero y febrero.

En el marco de la LIII Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el sábado, 25 de enero, solemnidad de la Conversión de San Pablo, el Pontífice celebrará las Segundas Vísperas, en la Basílica de San Pablo Extramuros, 17:30 horas.

Asimismo, el domingo 26 de enero, III del Tiempo Ordinario, Francisco oficiará la Santa Misa con ocasión del Domingo de la Palabra de Dios, en la Basílica de San Pedro, a las 10 horas.

En febrero, el primer día del mes, el Papa celebrará la Eucaristía en la Basílica de San Pedro a las 17 horas, con motivo de la )00V Jornada Mundial de la Vida Consagrada, en la Fiesta de la Presentación del Señor. En la Misa participarán los miembros de los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

El domingo, 23 de febrero de 2020, el Papa se trasladará a Bari, en Italia, para unirse al Encuentro de reflexión y espiritualidad «Mediterráneo, frontera mediterránea de paz», donde presidirá la Santa Maisa a las 10:45 horas.

 

 

 

07/01/2020-11:05
Rosa Die Alcolea

Ángelus: Llamamiento del Papa al «diálogo» y «autocontrol» de los países

(ZENIT – 7 enero 2020).- En este primer domingo del año, Francisco renovó a todos sus «mejores deseos de serenidad y paz en el Señor». El Santo Padre rezó el Ángelus el día de la Epifanía, 6 de enero de 2020, en la plaza De San Pedro ante 50.000 fieles, según los datos de la policía vaticana.

El Papa, tras recitar la oración mariana, expresó: «En muchas partes del mundo se respira un terrible aire de tensión. La guerra sólo trae muerte y destrucción». Así, hizo un llamamiento «a todas las partes para que mantengan encendida la llama del diálogo y del autocontrol y para que eviten la sombra de la enemistad».

«Recemos en silencio para que el Señor nos conceda esta gracia», pidió el Pontífice a todos los presentes en la plaza. Y recordó el «compromiso que asumimos en el día de Año Nuevo», Jornada de la Paz: «La paz como esperanza: diálogo, reconciliación y conversión ecológica». «Con la gracia de Dios, podremos ponerlo en práctica», exhortó.

A continuación, publicamos las palabras del Santo Padre tras la oración del Ángelus, el 6 de enero de 2020.

 

Palabras después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

En muchas partes del mundo se respira un terrible aire de tensión. La guerra sólo trae muerte y destrucción. Hago un llamamiento a todas las partes para que mantengan encendida la llama del diálogo y del autocontrol y para que eviten la sombra de la enemistad. Recemos en silencio para que el Señor nos conceda esta gracia.

Os dirijo un saludo cordial a todos, peregrinos venidos de toda Italia y de otros países. Saludo a las familias, asociaciones y grupos parroquiales, en particular a los confirmantes de Mozzo y Almé — ¡tenéis una pancarta muy bonita! — en la diócesis de Bérgamo, y al grupo de la "Fraterna Domus".

En este primer domingo del año renuevo a todos mis mejores deseos de serenidad y paz en el Señor. En los momentos felices y en los difíciles, confiémonos a Él, ¡que es nuestra esperanza! Recuerdo también el compromiso que asumimos en el día de Año Nuevo, Jornada de la Paz: «La paz como esperanza: diálogo, reconciliación y conversión ecológica». Con la gracia de Dios, podremos ponerlo en práctica.

Os deseo un buen domingo. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta mañana para la solemnidad de la Epifanía.

 

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

07/01/2020-11:51
Rosa Die Alcolea

Europa: Nombrado visitador apostólico para los fieles etíopes de rito alejandrino Geez

(ZENIT — 7 enero 2020).- El Papa ha nombrado visitador apostólico para los fieles etíopes de rito alejandrino Geez residentes en Europa al sacerdote Petros Berga, del clero de la diócesis de Haarlem-Amsterdam, en los Países Bajos.

El reverendo, informa la Oficina de Prensa Vaticana, actualmente presta servicio en la diócesis sui iuris de Addis Abeba, en Etiopía.

En la Iglesia Católica, se ditinguen dos grupos de ritos: los de las Iglesias Occidentales y los de las Iglesias Orientales. Los Iglesias Occidentales están directamente sujetas al Sumo Pontífice, y lo consideran su Patriarca. Las Iglesias Orientales tiene su propia jerarquía, sistema de gobierno y como ley general el Código Canónico de las Iglesias Orientales. También el Sumo Pontífice ejerce su autoridad sobre ellos, pero por intermedio de la Congregación de Iglesias Orientales.

 

Rito alejandrino etíope-abisinio

Dentro de los ritos orientales, encontramos los ritos de Antioquía, los ritos bizantinos y los ritos alejandrinos.

La Iglesia de Alejandría en Egipto fue uno de los centros originales del Cristianismo. Al igual que Roma y Antioquía tenía una gran población judía, la cual fue el objetivo inicial de la evangelización. Su liturgia es atribuida a San Marcos Evangelista, y muestra la influencia tardía de la Liturgia Bizantina, en adición a sus elementos únicos.

En el grupo de los ritos alejandrinos, está el rito copto, y el rito etíope-abisinio, al que se refiere este nombramiento. Estos son etíopes coptos cristianos que regresaron a la comunión con Roma en 1846. El lenguaje litúrgico es el geez. La mayoría de los fieles se encuentran en Etiopía, Eritrea, Somalia y Jerusalén.

 

Reverendo Petros Berga

Según los datos que ofrece la Santa Sede, el reverendo Abba Petros Berga nació el 24 de diciembre de 1967 en Addis Abeba (Etiopía). Tras completar sus estudios de Filosofía y Teología en la Universidad Católica de Utrecht (Holanda), fue ordenado sacerdote para la diócesis de Haarlem-Amsterdam en 1998. Nombrado párroco de San Nicolás en Edam, se dedicó al mismo tiempo a la atención pastoral de los fieles etíopes, reuniéndolos en algunas comunidades.

Tras un acuerdo de colaboración con la archidiócesis de Addis Abeba, regresó a Etiopía donde primero trabajó como secretario de la Conferencia Episcopal y luego como coordinador pastoral de la secretaría archieparquial. Ya que se dedica a algunas actividades en el campo científico, ha participado en varias conferencias internacionales y es autor de publicaciones sobre el monacato, la iconografía, la espiritualidad y la música de Etiopía. Además de su lengua materna, habla inglés e italiano.

 

 

 

07/01/2020-10:53
Redacción

Venezuela: Los obispos celebran su CXIII Asamblea Plenaria

(ZENIT — 7 enero 2020).- La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) se reúne del 7 al 12 de enero de 2020 en su CXIII Asamblea Ordinaria Plenaria a realizarse en la Casa Mons. Ibarra, sede del episcopado venezolano.

Así lo ha comunicado el Departamento de Medios de la CEV a través de una nota de prensa.

 

Instalación de la Asamblea

Esta CXIII Asamblea de la CEV se inicia formalmente hoy, 7 de enero de 2020, a las 9 horas, con una adoración Eucarística en la parroquia María Trono de la Sabiduría de la Universidad Católica Andrés Bello, (UCAB).

Seguidamente, las palabras de instalación de la Asamblea estarán a cargo del presidente de la CEV, Mons. José Luis Azuaje Ayala, arzobispo de Maracaibo, a las 9:30 horas en el auditorio de la biblioteca de la UCAB. A lo largo de las mismas, el presidente del episcopado realizará una presentación del panorama nacional y eclesial de Venezuela.

Por su parte, Mons. Aldo Giordano, nuncio apostólico en Venezuela, dirigirá la acostumbrada salutación al episcopado venezolano en nombre del Papa Francisco.

 

Desafíos para el país

Durante el desarrollo de la asamblea se profundizará sobre los desafíos que presenta la realidad del país a la Iglesia en Venezuela, su análisis y acciones pastorales concretas a considerar.

Entre los temas que se tratarán en esta asamblea también se encuentra el Sínodo de la Amazonía, el protocolo de protección de abuso a menores y el camino a la II Asamblea Nacional de Pastoral a realizarse en julio de 2020.

 

Nueva página web y documental

Por otra parte, en la asamblea se realizará la presentación de la nueva página web de la CEV y el preestreno a los obispos del documental Pastor de Almas sobre la vida y obra del siervo de Dios Mons. Salvador Montes de Oca.

La culminación de la CXIII Asamblea Plenaria Ordinaria de la CEV, está prevista para el sábado 11 de enero, mientras que el viernes 10, al mediodía, los arzobispos y obispos presentarán la acostumbrada Exhortación Pastoral con miras a los desafíos pastorales de la Iglesia en Venezuela.

 

 

 

07/01/2020-12:38
Redacción

Costa Rica: El nuevo embajador ante la Santa Sede presenta sus cartas credenciales

(ZENIT — 7 enero 2020).- El pasado 4 de enero de 2020, el Santo Padre recibió en audiencia a Federico Zamora Cordero, embajador de Costa Rica ante la Santa Sede, con motivo de la presentación de sus cartas credenciales.

Así lo comunicó, en la citada fecha, la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

 

Federico Zamora Cordero

Nació el 26 de diciembre de 1955. Se graduó en Economía en la Universidad José S. Cañas (El Salvador, 1977) y se especializó en Administración de Empresas en la Universidad Autónoma de Centroamérica (Costa Rica, 1984).

Empresario y consultor de inversiones, ha ocupado los siguientes cargos: director Comercial Fotolit S.A. (1980-1985); director de Servicine S.A. y Lago Films S.A. (1986-1994); director de Repretel S.A. y de Central de Radios S.A. (1994-2008); director para Centroamérica de Prisma International Productions (2008-2012). Desde 2012 ha sido consultor comercial independiente para varias empresas.

Está casado y tiene dos hijas. Además de español, habla inglés e italiano.

 

 

 

07/01/2020-10:14
Redacción

Perú: Ordenación Episcopal del nuevo obispo de la Prelatura de Chuquibambilla

(ZENIT — 7 enero 2020).- Mons. Miguel Cabrejos Vidarte, presidente de la Conferencia Episcopal Peruana y presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), presidió el sábado, 4 de enero de 2020, la Ordenación Episcopal del nuevo obispo de la Prelatura de Chuquibambilla, Mons. Edinson Farfán, hasta ese momento administrador apostólico de dicha jurisdicción eclesiástica.

Así lo comunicó la Oficina de Prensa del episcopado peruano a través de una nota de prensa.

 

Acompañar al nuevo prelado

Al inicio de la ceremonia, celebrada en la iglesia Santa Rita de Casia del Cusco, Mons. Cabrejos agradeció al Santo Padre por haber nombrado un nuevo obispo para el Perú. "De todo corazón agradecemos hoy al Papa Francisco, quien nos concede un obispo prelado para Chuquibambilla, en la persona de Mons. Edinson Farfán Córdova, un sacerdote muy querido. Gracias Mons. Edinson por haber dicho sí a Dios ahora en tu episcopado", indicó el presidente del CELAM.

Y añadió: "Querido pueblo católico: ustedes acompañan hoy al padre obispo prelado electo en su Ordenación episcopal; acompáñenlo siempre con sus oraciones y con su amor".

 

Amar a las ovejas

En su homilía, Mons. Cabrejos sostuvo que entre las características que debe tener todo obispo, resalta "el amar". "Cuando Jesús le pregunta a Pedro si lo amaba y Pedro le responde que sí, la respuesta de Jesús fue: apacienta mis ovejas. La única forma del obispo de demostrar su gran amor a Dios y su fidelidad a la misión episcopal es amando inmensamente a sus ovejas. No hay otra forma. Sin ovejas, sin pueblo, sin rebaño no hay Iglesia, no hay obispo ni episcopado", apuntó.

El presidente del Episcopado Peruano recordó también las palabras de san Agustín: "Con el amor al prójimo, el pobre es rico; sin el amor al prójimo, el rico es pobre" y "lo que has amado quedará, el resto solo serán cenizas".

En la Ordenación Episcopal participaron también el nuncio apostólico en el Perú, Mons. Nicola Girasoli, numerosos miembros del episcopado peruano, el prior General de la Orden de San Agustín, padre Alejandro Moral, y miembros de la congregación, además de religiosos y religiosas, sacerdotes y fieles de Chuquibambilla y del Cusco.

 

 

 

07/01/2020-12:11
Larissa I. López

Italia: El Papa recibe al presidente de la Región del Lacio

(ZENIT – 7 enero 2020)-. El pasado 4 de enero de 2020, el Papa Francisco recibió en audiencia a Nicola Zingaretti, presidente de la Región del Lacio, Italia, según indicó la Oficina de Prensa de la Santa Sede en la citada fecha.

Nicola Zinganetti, que vive en Roma junto a su esposa y sus hijas, ocupa este cargo desde 2013. Antes de ello, fue presidente de la Provincia de Roma, miembro del Parlamento Europeo y consejero municipal de Roma, informa la página oficial de la Región de Lacio.

 

Inicios

Nacido en Roma en 1965, fue uno de los fundadores de la asociación de voluntarios antirracista «Nero e non solo«, comprometida con las políticas de inmigración y por una sociedad multiétnica y multicultural.

Entre los cargos que ha desarrollado se encuentran los de: secretario nacional de la Juventud de Izquierda (1991); consejero municipal de Roma (1992); presidente de la Unión Internacional de Juventudes Socialistas (IUSY); vicepresidente de la Internacional Socialista 1995- 1997 ; secretario de los Demócratas de Izquierda en Roma (2000).

En marzo de 2004 fue elegido para el Parlamento Europeo y se convirtió en presidente de la delegación italiana en el Partido Socialista Europeo.

En esta institución, Zingaretti se ocupó de la protección de los consumidores, el voluntariado, la discapacidad y los derechos civiles y trabajó en la defensa de la industria textil europea y del «made in Italy«.

 

Provincia y región de Lazio

En noviembre de 2006 fue elegido secretario regional de los Demócratas de Izquierda en Lacio. Al año siguiente, en las primarias del Partido Demócrata, fue elegido como secretario del mismo.

En 2008 fue elegido presidente de la Provincia de Roma y, en 2013, presidente de la Región del Lacio. En 2018 fue el primer presidente de la Región del Lacio reelegido.

 

 

 

07/01/2020-16:21
Redacción

Egipto: Erección de la eparquía de Abu Qurqas

(ZENIT — 7 enero 2020).- El patriarca Ibrahim Sedrak, con el consentimiento de los obispos del Sínodo de la Iglesia Patriarcal de Alejandría de los Coptos y después de consultar a la Sede Apostólica, ha erigido, de acuerdo con el can. 85 CCEO, la eparquía de Abu Qurqas, con territorio desmembrado de la eparquía de Minya.

Al mismo tiempo, el Sínodo de la Iglesia Patriarcal de Alejandría de los Coptos ha elegido como primer obispo de la eparquía de Abu Qurqas al Rev. padre Bechara Giuda, franciscano, actualmente párroco del Santuario de los Estigmas de San Francisco en Assiut, al que el Santo Padre había dado su consentimiento.

Así lo ha comunicado hoy, 7 de enero de 2019, la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

 

Rey. padre Bechara Giuda

Nació el 28 de agosto de 1971 en Al-Nagila. Entró en el Seminario Seráfico de Assiut en 1983 e hizo su primera profesión el 1 de septiembre de 1996. Cursó Filosofía en el Seminario Franciscano de Guizeh y, después del servicio militar, Teología, primero en el Seminario Patriarcal de Maadi, en El Cairo, y luego en la Universidad de San Pablo en Harissa (Líbano).

Después de la profesión solemne del 23 de marzo de 2001, fue ordenado sacerdote el 8 de junio del mismo año.

En la provincia franciscana de Egipto ha desempeñado varios oficios como párroco, consejero y director de la escuela de Kom Ombo. Desde 2010 es párroco y guardián del santuario de los Estigmas de San Francisco en Assiut. Además de árabe, sabe hablar italiano.

 

 

 

07/01/2020-16:39
Larissa I. López

Colombia: El Papa acepta la renuncia del arzobispo de Manizales

(ZENIT — 7 enero 2020).- El Papa Francisco ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la archidiócesis metropolitana de Manizales (Colombia), presentada por Mons. Gonzalo Restrepo Restrepo.

Así lo comunicó la Oficina de Prensa de la Santa Sede ayer, 6 de enero de 2020. Según indica la Conferencia Episcopal Colombiana (CEC) a través de una nota, esta renuncia por parte del arzobispo de Manizales, fue presentada por motivos de salud.

Tanto el episcopado colombiano como la diócesis de Manizales han agradecido la labor del prelado.

Mons. Restrepo, por su parte, presentó un mensaje difundido por las redes sociales de la CEC en el que expresa sus sentimientos de gratitud hacia Dios, el clero, los diferentes movimientos pastorales y a la comunidad, por el apoyo brindado durante los 10 años de servicio en esta Iglesia particular. Igualmente, su agradecimiento se extendió a las autoridades civiles, militares y del ejército.

 

Mons. Gonzalo Restrepo Restrepo

De acuerdo a los datos ofrecidos por la CEC, Mons. Restrepo nació un Urrao, Antioquia, Colombia, en 1947. Cursó los estudios de enseñanza secundaria en el Seminario Menor de Medellín así como el ciclo filosófico-teológico en el Seminario Mayor de esa misma capital. Obtuvo la licenciatura en Filosofía en la Universidad Pontificia Bolivariana.

En 1976 se doctoró en Filosofía en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma con una tesis titulada: "El deseo fundamental del hombre, en torno al pensamiento de J. P. Sartre". En esa misma universidad romana alcanzó el grado de licenciado en Teología Fundamental.

Recibió la ordenación presbiteral en 1974 y se incardinó en la arquidiócesis de Medellín. En 1999, Juan Pablo II le confirió el título de capellán de Su Santidad y en 2003 le nombró obispo titular de Munaziana y auxiliar de Cali.

Recibió la ordenación episcopal de manos de Mons. Alberto Giraldo Jaramillo, arzobispo de Medellín, el 11 de febrero de 2004 en la Catedral Metropolitana de Medellín.

En 2006 Benedicto XVI lo nombró obispo de la diócesis de Girardota y en 2009, arzobispo coadjutor de la Arquidiócesis de Manizales.

 

 

 

07/01/2020-12:45
Antonio Rivero

Padre Antonio Rivero: "Gracias, Señor, por el don del Bautismo"

 

FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR
DOMINGO DESPUÉS DE LA EPIFANÍA

Ciclo A

Textos: Isaías 42, 1-4.6-7; Hechos 10, 34-38; Mateo 3, 13-17

 

Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor en el Noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey (México) y asistente del Centro Sacerdotal Logos en México y Centroamérica, para la formación de sacerdotes diocesanos.

Idea principal: el Bautismo del Señor nos envuelve en su luz el día de nuestro bautismo.

Resumen del mensaje: El Bautismo del Señor es uno de los misterios de luz, como nos enseñó san Juan Pablo II. ¿Qué luz resplandece desde ese río Jordán? Dejémonos envolver por esa luz.

 

Puntos de esta idea:

En primer lugar, desde el río Jordán brota una primera luz que despeja y aclara la pregunta por qué el Señor quiso elegir este momento para bautizarse y no antes. Jesús quiso hacer coincidir el inicio de su vida pública con su Bautismo. Si lo hubiera dejado para otra ocasión, quizá habría pasado desapercibido a los ojos del pueblo de Israel. Con el beneplácito del Padre y la fuerza del Espíritu, él comienza su ministerio público (evangelio) para hacer el bien, curar a los oprimidos por el diablo (segunda lectura), abrir los ojos a los ciegos, liberar a los cautivos e implantar la justicia (primera lectura).

En segundo lugar, desde el río Jordán brota una segunda luz que despeja y aclara varias posiciones erróneas respecto al bautismo. Una primera objeción: en qué edad se debe recibir el bautismo. Algunos dicen que el bautismo debería ser de adulto, porque así lo hizo Jesús. Con esa luz del Jordán podemos ver que Jesús no necesitaba del bautismo, ya que es Dios, y como hombre no tenía pecado. Nosotros, en cambio, necesitamos realmente de la purificación, la iluminación, la regeneración y la justificación del bautismo. Necesitamos ser lavados lo antes posible. Una segunda objeción: el chiquillo no tiene conciencia de lo que hace y los papás y padrinos estarían obligando a sus hijos a recibir algo que no conocen y por consiguiente no están en condiciones de aceptar; que ellos elijan cuándo. Con la luz del Jordán podemos aclarar esta objeción: el niño ciertamente no sabe lo que hace, pero sí lo sabe la Iglesia, que como buena madre pide lo mejor para ese niño al Padre Dios, es decir, que lo adopte como hijo suyo y lo convierta en heredero del Reino celestial. Hay como una especie de impaciencia en la Iglesia, que lo quiere ver lo antes posible hijo de Dios, hermano de Cristo, miembro de la Iglesia, heredero del cielo. Ella, en la persona de los padres y padrinos, responde por dicho acto. Luego lo educará en la fe, dándole las "razones de su esperanza". Entonces podrá poner actos conscientes y meritorios, pero mientras tanto, el niño ya está revestido con la gracia de Dios.

Finalmente, resumiendo los resplandores de esa luz que emana del Jordán, podríamos decir que Jesús se bautizó por nosotros. Se sumergió en aquellas aguas para purificarlas , al contacto con su carne santísima, y así conferirles el poder de purificar. Se sumergió también para fecundarlas, dándoles capacidad de engendrar hijos para Dios; de ahí que los antiguos llamaban "madre" a la pila bautismal, pues da a luz a hijos para la eternidad. Se sumergió, en tercer lugar, para inaugurar los sacramentos de la Nueva Alianza, especialmente el bautismo, que es la puerta para los demás sacramentos. El bautismo es el regalo más hermoso que Dios nos ha dado en nuestra existencia humana. ¿No es maravilloso llamarnos hijos adoptivos de Dios Padre, hermanos de Cristo, templos del Espíritu Santo, miembros de la Iglesia católica y herederos del cielo? Y desde ese día estamos enriquecidos con las virtudes teologales que nos conectan con Dios, con las virtudes cardinales que sostienen nuestra vida moral y con los dones del Espíritu Santo que nos hacen obrar a lo divino. ¿No es valioso este regalo? Gracias, Señor.

Para reflexionar: el día más importante y luminoso de mi vida fue el día del bautismo. ¿Me acuerdo del día en que fui bautizado? ¿A qué me compromete la luz que recibí el día de mi bautismo? ¿Agradezco a Dios todos los días este gran regalo del bautismo? ¿Hago crecer la semilla de las virtudes que Dios puso en mi alma el día del bautismo?

Para rezar:

Gracias, Señor, por el sacramento del bautismo
que nos hace hijos tuyos por medio del agua
que riega y fecunda con tu gracia,
y por el Espíritu que enriquece con tu vida
hasta hacer que seas tú quien vive en nosotros
y que tu amor nos posea para siempre.
Gracias Jesús por la fe
que nuestros padres y ante
pasados nos transmitieron,
que hagamos crecer en nosotros esa luz de la fe.
Enséñanos a conservar sin
mancha tu misma vida
hasta la vida eterna.
Queremos, Señor, llevar con garbo la dignidad
de ser hijos tuyos, hijos
amados, queremos sentirnos
miembros activos y corresponsables de tu Iglesia.
Ayúdanos a activar nuestro bautismo, a tomarlo en serio,
a realizar la misión que nos has encomendado de servir,
de anunciar y construir el Reino. Amén.

 

Para cualquier duda, pregunta o sugerencia, aquí tienen el email del padre Antonio, arivero@legionaries.org

 

 

 

07/01/2020-08:00
Isabel Orellana Vilches

San Lorenzo Giustiniani, 8 de enero

«Patriarca de Venecia, modélico Pastor de la Iglesia que dio un constante ejemplo de piedad y de caridad. Aunque pertenecía a la nobleza, no dudó en hacerse pobre con los pobres. Fue gran orador y confesor»

Juan XXIII, que fue patriarca de Venecia al igual que Lorenzo, tomó a éste como ejemplo de buen gobierno y modelo para su pontificado. Nació en Venecia, Italia, el 1 de julio de 1381 al inicio del Renacimiento. Sus padres pertenecían a la nobleza. Bernardo, su progenitor, falleció siendo Lorenzo un niño, y su madre se ocupó de la educación de él y de sus hermanos. Muy bien lo hizo Querina, llenando el acontecer de sus hijos con sumas muestras de piedad. En Lorenzo vio plasmados signos preclaros de virtud que eran ya atisbos de la santidad a la que tempranamente se sintió llamado. Con todo, la buena madre pensó en casarlo convenientemente, aunque los planes de Lorenzo eran diametralmente opuestos.

Alrededor de sus 20 años perseguía con celo todo lo que condujera a la ciencia y al amor de Dios. Había sido María quien, en una aparición, cuando aún no se habían disipado las glorias de este mundo con las que Lorenzo soñó, le abordó con estas palabras: «¡Oh joven amable, ¿por qué derramas tu corazón en tantas cosas inútiles? Lo que buscas tan desatinadamente te lo prometo yo si quieres tomarme por esposa». Pregúntola por su nombre y por su alcurnia, y ella me dijo que era la sabiduría de Dios. Le di mi palabra sin vacilación alguna, y, después de abrazarnos, desapareció». Gran penitente se caracterizaba por sus severas mortificaciones efectuadas en un estado de oración continua, al punto que su madre temía por su salud. Lorenzo se trasladó a san Giorgio in Alga, donde un tío suyo era canónigo, y sus sabios consejos le dieron luz para discernir entre la oferta del mundo y su renuncia al mismo por amor a Dios. Afrontó valientemente la propuesta que le hizo su pariente de sopesar ambas opciones: «¿Tengo el valor de despreciar estos deleites para aceptar una vida de penitencia y mortificación?». Mirando al crucifijo, no tuvo dudas: «Tú, ¡oh Señor! eres mi esperanza. En Ti encontraré el árbol de la fortaleza y el consuelo». «Veo que los mártires caminaron al cielo derramando la sangre y los confesores macerando la carne; no encuentro más caminos».

En Alga tuvo la fortuna de hallar a otros jóvenes, pertenecientes también a la nobleza, con los que compartió sus ideales y forma ejemplar de vida. Uno de ellos sería el futuro pontífice Eugenio IV. En 1404 fundaron la Congregación de san Giorgio de canónigos seculares. El joven, nacido en buena cuna, tomó el hatillo y se dispuso a recorrer de punta a punta la ciudad, pidiendo limosna para los pobres, sin excluir las puertas de su casa materna. No hubiera podido ser distinguido fácilmente porque su atuendo era el de un pobre casi harapiento. Cuando la persona que le acompañaba quería eludir los lugares principales para pasar desapercibidos, Lorenzo le decía: «Caminemos valientemente. Nada adelantamos con renunciar al mundo de palabra si no le
despreciamos también con los hechos. Llevemos el saco como una cruz, y triunfemos así de nuestro enemigo».

Puso todo su esfuerzo en derrocar sus hábitos como el de la autojustificación y disculpa cuando era reconvenido por algo que juzgaba injusto; para ello se mordía los labios, hasta que venció su tendencia. Sería modélico también por su humildad. Fue un gran predicador y confesor. Entre otros favores, como el éxtasis, recibió el don de lágrimas que no podía contener cuando oficiaba la Santa Misa. Sabedor de sus virtudes, Gregorio XII le encomendó el priorato de san Agustín de Vicenza a cuyo frente estuvo hasta 1409 fecha en la que fue elegido prior de la Congregación que había fundado. En 1423 dio heroico testimonio prestando auxilio y consuelo a los damnificados por la epidemia de peste. Al año siguiente fue designado general de su Orden.

En 1443 fue nombrado arzobispo de Castello por el papa Eugenio IV y continuó dando ejemplo de piedad y de caridad, asistiendo de forma particular a los pobres, amén de emprender una fecunda reforma. En 1451 Nicolás V lo nombró patriarca de Venecia (a su pesar, porque hubiese deseado no ejercer un cargo para el que no se sentía dotado) y en su ejercicio pastoral prosiguió con la misma característica: austeridad de vida sellada por la caridad, paciencia, sabiduría y celo apostólico. Ni se arredró por las acusaciones y críticas que recibió, ni aceptó halagos de ningún tipo. La gente en masa iba a escucharle, a pedirle consejo, y él dispensaba a manos llenas bienes materiales (particularmente en especies, para que no malgastaran el dinero), y espirituales.

Fueron años intensos de oración, trabajo y estudio. Escribió diversos tratados de ascesis, el último «Los grados de perfección» cuando tenía 74 años. Al concluirlo le asaltó una grave enfermedad, y se negó a admitir un trato especial: «¿Disponéis ese lecho de plumas para mí?», preguntó. Ante la obvia respuesta de sus seres cercanos, replicó: «¡No! Eso no debe ser así ... Mi Señor fue recostado sobre un madero duro y basto. ¿No recordáis que san Martín, en sus últimos momentos, afirmó que un cristiano debe morir envuelto en telas burdas y sobre un lecho de cenizas?». Y tendido sobre un jergón de paja, bendijo a la multitud que se acercó a visitarle. Falleció el 8 de enero de 1456. Fue canonizado por Alejandro VIII el 16 de octubre de 1690.