Servicio diario - 06 de septiembre de 2020


 

ANGELUS
Ángelus: El Papa pide que “hagamos un esfuerzo para no chismorrear”
Rosa Die Alcolea
Corrección fraterna

CIUDAD DEL VATICANO
Entrevista al cardenal Parolin a su regreso de Beirut
Deborah Castellano Lubov
“Sentí el dolor del Líbano y vi la destrucción apocalíptica”

ANGELUS
Ángelus: Saludos del Papa a los fieles en la plaza de San Pedro
Rosa Die Alcolea
Primer domingo de septiembre

ROMA
Opus Dei: Ordenación en Roma de 29 nuevos sacerdotes
Redacción zenit
Por el cardenal Pietro Parolin

EVENTOS ESPECIALES
España: Bendición papal con motivo del Año Jubilar Guadalupense
Rosa Die Alcolea
Impartida por el arzobispo de Toledo

TESTIMONIOS
Beata Eugenia Picco, 7 de septiembre
Isabel Orellana Vilches
Transformó el dolor en purificación


 

 

 

Ángelus: El Papa pide que “hagamos un esfuerzo para no chismorrear”

Corrección fraterna

septiembre 06, 2020 12:56

Angelus

(zenit – 6 sept. 2020).- En el rezo del Ángelus, el Papa Francisco comenta este domingo, 6 de septiembre de 2020, el pasaje del Evangelio sobre la corrección fraterna, con la que “Jesús sugiere una pedagogía de recuperación”, ha aclarado, que es “siempre recuperar, siempre salvar”.

En este sentido, el Obispo de Roma ha advertido que las habladurías “cierran el corazón a la comunidad, cierran la unidad de la Iglesia”. Por ello, ha pedido: “Por favor, hermanos y hermanas, hagamos un esfuerzo para no chismosear. El chismorreo es una peste más fea que el COVID, peor”.

Así, desde la ventana de la biblioteca del Palacio Apostólico, el Santo Padre ha indicado a los fieles, reunidos en la plaza de San Pedro, y a todos los que seguían el Ángelus mediante los medios de comunicación que Jesús “nos invita a reflexionar sobre la doble dimensión de la existencia cristiana: aquélla comunitaria, que exige la protección de la comunión, y aquélla personal, que requiere la atención y el respeto de cada conciencia individual”.

A continuación, las palabras del Papa Francisco antes de rezar el Ángelus, difundidas por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

***

 

Palabras del Papa antes de la oración

El Evangelio de este domingo (cf. Mt 18, 15-20) está tomado del cuarto discurso de Jesús en el relato de Mateo, conocido como discurso «comunitario» o «eclesial». El pasaje de hoy habla de la corrección fraterna, y nos invita a reflexionar sobre la doble dimensión de la existencia cristiana: aquélla comunitaria, que exige la protección de la comunión, es decir de la Iglesia, y aquélla personal, que requiere la atención y el respeto de cada conciencia individual.

Para corregir al hermano que se ha equivocado, Jesús sugiere una pedagogía de recuperación. Y siempre la pedagogía de Jesús es pedagogía de la recuperación; Él siempre busca recuperar, salvar. Y esta pedagogía de la recuperación está articulada en tres pasajes. Primero dice: «Repréndelo entre tú y él solo» (v. 15), es decir, no pongas su pecado delante de todos. Se trata de ir al hermano con discreción, no para juzgarlo, sino para ayudarlo a darse cuenta de lo que ha hecho. Cuántas veces hemos tenido esta experiencia: Alguno viene y nos dice: “Escucha, en esto te has equivocado. Tu deberías cambiar un poco en esto”. Tal vez al inicio nos da rabia, pero después lo agradecemos porque es un gesto de fraternidad, de comunión, de ayuda, de recuperación.

Y no es fácil poner en práctica esta enseñanza de Jesús, por varias razones. Existe el temor de que el hermano o la hermana reaccione mal; a veces no hay suficiente confianza con él o ella… Y otros motivos. Pero cada vez que hemos hecho esto, hemos sentido que era justo el camino del Señor.

Sin embargo, puede suceder que, a pesar de mis buenas intenciones, la primera intervención fracase. En este caso está bien no desistir y decir: “Que se las arregle, yo me lavo las manos”. No, esto no es cristiano. No hay que desistir, sino recurrir al apoyo de algún otro hermano o hermana. Jesús dice:» Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos» (v. 16). Este es un precepto de la Ley de Moisés (cf. Dt 19,15). Aunque parezca contra el acusado, en realidad servía para protegerlo de falsos acusadores. Pero Jesús va más allá: los dos testigos son pedidos no para acusar y juzgar, sino para ayudar. “Pongámonos de acuerdo, tú y yo, vayamos a hablar con éste, con ésta que se está equivocando, que está quedando mal. Pero vayamos a hablarle como hermanos”. Este es el comportamiento de la recuperación que Jesús quiere de nosotros. De hecho, Jesús considera que también puede fracasar este acercamiento -el segundo acercamiento- con testigos, a diferencia de la Ley de Moisés, para la cual el testimonio de dos o tres era suficiente para la condena.

De hecho, incluso el amor de dos o tres hermanos puede ser insuficiente, porque aquél o aquélla son testarudos. En este caso, añade Jesús, “díselo a la comunidad» (v. 17), es decir, a la Iglesia. En algunas situaciones toda la comunidad está involucrada. Hay cosas que no pueden dejar indiferentes a los otros hermanos: se necesita un amor mayor para recuperar al hermano. Pero, a veces, incluso esto puede no ser suficiente. Y Jesús dice: » «Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el pagano y el publicano» (ibid.). Esta expresión, aparentemente tan despectiva, en realidad nos invita a poner a nuestro hermano de nuevo en las manos de Dios: sólo el Padre podrá mostrar un amor más grande que el de todos los hermanos juntos. Esta enseñanza de Jesús nos ayuda tanto, porque -pensemos en un ejemplo-, cuando nosotros vemos un error, un defecto, una equivocación, en tal hermano o hermana, habitualmente la primera cosa que hacemos es ir a contárselo a los demás, a chismorrear. Y los chismes cierran el corazón a la comunidad, cierran a la unidad de la Iglesia. El gran chismoso es el diablo, que siempre está diciendo cosas feas de los demás, porque él es el mentiroso que busca dividir a la Iglesia, de alejar a los hermanos y de no hacer comunidad. Por favor, hermanos y hermanas, hagamos un esfuerzo para no chismorrear. ¡El chismorreo es una peste más fea que el Covid! Hagamos un esfuerzo: nada de chismes. Es el amor de Jesús, que acogió a publicanos y paganos, escandalizando a las personas rígidas de la época. Por lo tanto, no se trata de una condena sin apelación, sino del reconocimiento de que a veces nuestros intentos humanos pueden fracasar, y que sólo estando ante Dios puede poner a nuestro hermano ante su propia conciencia y la responsabilidad de sus actos. Si la cosa no resulta, silencio y oración por el hermano y por la hermana que se equivocan, pero nunca el chismorreo.

Que la Virgen María nos ayude a hacer de la corrección fraterna un hábito saludable, para que en nuestras comunidades se puedan establecer siempre nuevas relaciones fraternas, basadas en el perdón mutuo y, sobre todo, en la fuerza invencible de la misericordia de Dios.

 

 

 

 

Entrevista al cardenal Parolin a su regreso de Beirut

“Sentí el dolor del Líbano y vi la destrucción apocalíptica”

septiembre 06, 2020 15:13

Ciudad del Vaticano

(zenit – 6 sept. 2020).- En una entrevista con la corresponsal principal de zenit en el Vaticano y con otro vaticanista de la agencia de noticias italiana ANSA, el cardenal Pietro Parolin ha compartido con zenit episodios conmovedores de su viaje al Líbano.

Después de su ordenación de 29 nuevos sacerdotes del Opus Dei en la Basílica de San Eugenio en Roma, el Secretario de Estado del Vaticano reflexionó sobre las vocaciones, y admitió que aunque los viajes papales debido a la COVID-19 no son temporalmente factibles, sabe que el Santo Padre está ansioso por embarcarse una vez que pueda.

El Papa Francisco pidió que el viernes 4 de septiembre de 2020, fuera un día especial de oración y ayuno para el Líbano, y para conmemorarlo, envió al cardenal Parolin a Beirut para mostrar su cercanía al pueblo libanés.

La mañana siguiente a los dos días completos del cardenal en la nación de Oriente Medio, el Secretario de Estado estaba listo para presidir estas ordenaciones sacerdotales, y para animar a estos jóvenes de varias naciones, a ser “buenos pastores” y agradecerles su servicio a la Iglesia y a sus fieles.

En esta entrevista, el cardenal reflexiona, como sacerdote veterano, sobre la identidad sacerdotal, y lo que le diría a alguien que considera una vocación. También habla de su reciente viaje relámpago, junto con un llamamiento relacionado, así como de los viajes papales en general.

Aquí está el texto completo de la entrevista:

***

 

zenit: Algunos señalan que, en general, no hay muchos sacerdotes y menos vocaciones, salvo algunas excepciones, como Asia y África. Sin embargo, usted estuvo aquí en la ordenación de 29 sacerdotes del Opus Dei, un número considerable. Usted, Eminencia, que es sacerdote desde hace mucho tiempo, ¿qué le diría a un joven, a un joven, que está considerando esa vocación, pero que tiene algunas dudas? ¿Qué le diría como sacerdote?

Cardenal Parolin: Creo que tal vez no se necesiten muchas palabras, porque las palabras pueden ser creídas o no creídas. Creo que para responder a las dudas de un joven -porque es verdad que muchos jóvenes tienen muchas dudas, ya que hoy hay cierta escasez de vocaciones- la única manera de responder a un joven que se plantea el problema de su vocación y se pregunta qué hacer con su vocación y su vida, y siente la llamada del Señor, la única manera es dar un testimonio: es decir, ser sacerdotes con todas nuestras limitaciones, nuestras debilidades, nuestras miserias, pero siendo sacerdotes que están verdaderamente enamorados del Señor y gastan su vida por el pueblo que se les ha confiado. Si un joven ve realmente realizado a un sacerdote, un sacerdote que siente alegría porque sabe que este es su camino, siente que está respondiendo a una llamada del Señor y que tiene sentido dar su vida por los demás, entonces todas las dudas desaparecen, o al menos se disuelven, poco a poco.

 

zenit: Su Eminencia, el Santo Padre lo envió al Líbano para expresar su cercanía al pueblo libanés. Usted regresó anoche. Allí escuchó muchos testimonios y conoció a mucha gente. ¿Cuál de ellas dejó la impresión más fuerte y le conmovió más?

Cardenal Parolin: En cuanto a la visita, fue realmente muy, muy emotiva. Me conmovió mucho. Hay dos aspectos que me gustaría enfatizar. El primero es la destrucción. Alguien ha definido la destrucción como apocalíptica. Creo que el adjetivo se adapta muy bien a la situación. Había una bomba, una bomba que no sé si era atómica o no, cuya fuerza, me dicen, fue incluso amortiguada por la presencia del mar; la explosión fue algo amortiguada por el mar, pero donde llegó, causó mucha destrucción.

Y luego, me gustaría subrayar la sensación de dolor, la sensación de sufrimiento que vi en mis encuentros con las familias de las víctimas. Había una mujer que perdió tres parientes, su marido, su hermano y su cuñado, que formaban parte de ese grupo de bomberos enviados (allí) después de la primera explosión.

La segunda idea que quiero decir es la gran voluntad que vi para volver a empezar, para empezar de nuevo lo antes posible. Así, sentí la sensación de dolor, de desconcierto, porque esta desgracia se suma a los muchos problemas que ya tenía el Líbano anteriormente, pero comprendí que hay un gran deseo de volver a empezar. Ver la cercanía de la Iglesia, me hizo muy feliz. La Iglesia está realmente cerca de la gente.

 

zenit: ¿Qué hay de una visita del Papa Francisco al Líbano? Algunas fuentes confiables, en 2019, previeron un viaje papal allí este mes, este septiembre de 2020, antes de que el mundo cambiara. Pensando en un posible viaje papal, si la situación de la pandemia mejorara mucho, quizás incluso con vacunas, ¿cree usted que tal viaje al Líbano podría ser posible? Las circunstancias, aparte de la COVID-19, en su opinión, ¿lo permitirían?

Cardenal Parolin: Muchos han pedido que el Papa vaya al Líbano, imagino que si lo han pedido, significa que hay condiciones, incluyendo la seguridad, que permitirían al Papa ir. Ahora el problema es el de la COVID-19. Hasta que no se supere esta situación, no será posible viajar. 

 

zenit: Reflexionando sobre otros viajes apostólicos del Papa Francisco en el futuro, ¿cree que es improbable que veamos viajes en el futuro cercano?

Cardenal Parolin: No por el momento, necesitamos ver la evolución de la pandemia, ver cómo evoluciona. Para este año, los viajes están ciertamente suspendidos. Creo que el Papa tiene el deseo, tan pronto como sea posible, de reanudar los viajes. Pero mucho depende de la evolución de la pandemia, por supuesto, para no poner en riesgo la salud de la gente, porque cuando hay grandes reuniones, es lógico que exista el mayor peligro.

 

zenit: Pero, ¿hay un llamamiento del Vaticano para aclarar lo que pasó en el Líbano y lo que causó la tragedia de Beirut?

Cardenal Parolin: No he tocado este punto en mis varios discursos, pero las autoridades han dado una garantía de todas formas. Quiero decir que he tocado el tema de la investigación con las autoridades, la necesidad de dar respuestas, me han dicho que están haciendo todo lo posible. Y alguien señaló que esta vez, a diferencia de otras veces, las investigaciones también están llegando a los niveles más altos de la jerarquía política, y por lo tanto no se dejará ninguna piedra sin remover. Esperamos realmente poder conocer el origen y las causas de este desastre que son muy oscuras, porque actualmente hay muchas hipótesis, una tras otra, pero nadie sabe todavía qué causó la explosión. Así que, aunque no en público, este tema fue abordado en las reuniones con las autoridades.

 

 

 

 

Ángelus: Saludos del Papa a los fieles en la plaza de San Pedro

Primer domingo de septiembre

septiembre 06, 2020 14:16

Angelus

(zenit – 6 sept. 2020).- El Santo Padre ha saludado a los fieles presentes en la plaza de San Pedro tras rezar el Ángelus, en este primer domingo de septiembre, día 6, a las 12 del mediodía.

Entre los diferentes grupos, muchos de ellos italianos, el Obispo de Roma también ha mencionado la participación de personas provenientes de Líbano, Polonia, México y Francia, entre otros.

A todos les exhortó “a acercarse más a Jesús, el buen Pastor”, y les deseo un feliz domingo, un buen almuerzo y que por favor, no dejen de rezar por él.

A continuación ofrecemos las palabras del Papa después del rezo del Ángelus, difundidas por la Oficina de la Santa Sede en italiano, y traducidas al español por la redacción de zenit.

***

 

Queridos hermanos y hermanas:

Los saludo a todos ustedes. Romanos y peregrinos de varios países, familias, grupos parroquiales, asociaciones… en particular, saludo a los seminaristas del Pontificio Colegio Norteamericano de Roma, y aquellos del Seminario Mayor de Liubliana (Eslovenia). Saludo a los adolescentes de Cernusco sul Naviglio y aquellos de Chiuso y de Maggianico –con los pañuelos amarillos–, que se preparan para la profesión de fe.

Los exhorto a todos a acercarse más a Jesús, el buen Pastor. Saludo a las mujeres atletas, afectadas por esclerosis múltiple, que recorrieron la vía Francigena da Siena a Roma, a los chicos de Santo Stefano Lodigiano, que vinieron en bicicleta por una iniciativa benéfica.

Ambos grupos han sido valientes; ¡adelante con alegría y confianza!

Saludo también a los fieles de otros países; veo que hay polacos, de libaneses, de franceses, de mexicanos. ¡Saludo a todos! También a ustedes, valientes, de la Inmaculada: ¡sigan adelante! A todos les deseo un feliz domingo. Y por favor, no se olviden de rezar por mí. Y hasta la vista.

¡Buen almuerzo y hasta la vista!

 

 

 

 

Opus Dei: Ordenación en Roma de 29 nuevos sacerdotes

Por el cardenal Pietro Parolin

septiembre 06, 2020 10:24

Roma

Roma, 5 de septiembre. El cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado de la Santa Sede, ordenó en la mañana del sábado, 5 de septiembre de 2020, a 29 sacerdotes de la prelatura del Opus Dei, en la basílica de San Eugenio. 

Al inicio de la liturgia se leyó una carta del Santo Padre al cardenal Parolin en que felicita a los 29 sacerdotes y a sus familias, “de modo particular, a quienes por causa de la emergencia sanitaria no pueden estar presentes en la ordenación”.

 

Papa Francisco: “Lleven a todos al Cristo doliente y misericordioso”

En la carta del Papa se lee: «Pido a los nuevos sacerdotes que consideren junto a la grandeza del don del sacerdocio, el significado de recibirlo precisamente en estos momentos de tanto dolor en el mundo, en el que se hace especialmente palpable la presencia de Cristo doliente y misericordioso; una presencia que el Señor quiere que se realice a través de su ministerio. Al igual que los discípulos, experimentaremos que, con Él a bordo, no se naufraga. Porque esta es la fuerza de Dios: convertir en algo bueno todo lo que nos sucede, incluso lo malo”.

El Santo Padre concluyó pidiendo a los nuevos sacerdotes que “por su unión con el Papa hagan siempre realidad aquella aspiración de san Josemaría: ‘Todos, con Pedro, a Jesús por María’».

El Papa Francisco también envía la “afectuosa felicitación al querido Monseñor Fernando Ocáriz, prelado del Opus Dei, con mi deseo de que el Señor lo siga ayudando a cumplir su servicio fiel y alegre a la Prelatura y a la Iglesia entera, de modo especial en este año de preparación para su jubileo sacerdotal”.

 

Card. Pietro Parolin: “La Iglesia os acompaña y os agradece vuestro sí”

Durante la homilía, el cardenal Pietro Parolin ha desmenuzado la figura del buen pastor, que inspira a cada sacerdote a ser “fuente de vida, de misericordia, de sencillez”.

Ha recordado que “ser pastor no consiste en una serie de tareas sino en asumir un estilo de vida”. El pastor, por ejemplo, “no vive donde desea, sino donde es mejor para el rebaño”. El pastor “no es tanto quien guía a los demás sino quien comparte su vida con las ovejas”. La idea del pastor “no se refiere al gobierno sino a la vida, y por eso Jesús caracteriza al buen pastor como aquel que da la vida por las ovejas”.

“El ministerio que asumís, queridos ordenandos, es una cuestión de vida, no lo olvidéis nunca”, ha dicho el cardenal. No se os llama “a hacer cosas sino a dar y a compartir la vida y así podréis realizar plenamente la llamada a actuar ‘en la persona de Cristo’”. Así “podréis encarnar el ‘estilo de Jesús’. Porque, como escribe san Josemaría Escrivá, el sacerdote —sea quien sea— es siempre otro Cristo”.

Ser pastores hoy “significa ser testimonios de misericordia”. “Sé cuánta importancia concedéis en vuestra vida al sacramento de la reconciliación y no puedo más que exhortaros a continuar haciéndolo, para ser dispensadores de la gracia y el perdón del Señor: el mundo de hoy tiene gran necesidad”.  “Que las palabras de vuestra predicación sean palabras de vida (…): antes que exhortar, proclamad siempre la belleza de la salvación; esta belleza nos atrae para vivir luego una vida moral a la altura de la llamada”.

Otra característica del pastor -ha explicado el cardenal- es la sencillez, de la que nos habla la santa que se celebra hoy en el calendario litúrgico (santa Teresa de Calcuta) y que se obtiene, entre otras cosas, “en el silencio de la oración”. La sencillez nace de la transparencia de la oración y se manifiesta en opciones concretas como “llevar una vida ordenada, sin dejarse involucrar en mil cosas, que podrían poner en riesgo la simplicidad de un corazón dedicado plenamente al Señor”.

Por último, el cardenal se refirió a la necesidad de tener presentes la misión de “llevar a todos la voz del buen pastor, para que se sientan amados por Cristo”. Esto requiere “no ser introvertidos sino extrovertidos; no ansiosos de tener relevancia sino dar a conocer a Jesús”. Además, “requiere conjugar caridad pastoral y sana creatividad, fidelidad y flexibilidad, fe y corazón disponible; ir en busca de los otros más que esperarlos; acoger y no rechazar los interrogantes más complejos de hoy, especialmente los de los jóvenes”.

“La Iglesia os acompaña, todos os acompañamos con nuestra oración; y la Iglesia os agradece vuestro sí, el ofrecimiento de toda vuestra vida”, ha agregado el cardenal Parolin.

 

Mons. Frenando Ocáriz, a los padres: “Gracias por haber colaborado con Dios”

Al concluir la ceremonia, el prelado del Opus Dei ha agradecido la presencia del cardenal Parolin, que justamente ayer estuvo en el Líbano para llevar la cercanía y la solicitud del Papa: “Su presencia nos lleva inmediatamente a la del Santo Padre Francisco, quien envía la Bendición Apostólica a los nuevos sacerdotes, a sus familias y a todos los presentes en esta celebración. Sigamos apoyando al Papa y a sus colaboradores con nuestra oración”.

“Deseo transmitir, especialmente a los padres de los nuevos sacerdotes, unas palabras de agradecimiento -ha añadido el Prelado-: gracias por haber colaborado con Dios para hacer germinar en vuestros hijos la vocación al sacerdocio. Que Dios, también por vuestra oración, llene de fruto el ministerio sacerdotal que vuestros hijos desempeñarán de ahora en adelante, con la mediación materna de Santa María”.

 

Los nuevos sacerdotes

Entre los nuevos presbíteros se encuentra Andrej Matis, de 31 años, que es el primer sacerdote de la prelatura de Eslovaquia. Antes de estudiar teología en Roma, Andrej era músico profesional y trabajó varios años como violinista del cuarteto de cuerdas «Mucha Quartet», con el que ofreció conciertos en Suiza, República Checa, Italia, Polonia, Francia, Austria, Luxemburgo… “La belleza puede abrir puertas y, a veces, mostrar el camino –explica–. Yo también pensaba que estas consideraciones eran solo palabras bonitas, pero cambié de opinión”.

Otro de los nuevos sacerdotes es el joven médico chileno Juan Esteban Ureta, de 37 años, que trabajó como internista en un centro médico de Concepción. Afirma que ahora, como sacerdote, le ilusiona “poder ser instrumento para que a muchas personas les llegue el perdón y la misericordia del Señor. Me gustaría saber transmitir la buena nueva del Evangelio, que todos somos amados por Cristo”.

Entre los recién ordenados hay varios africanos, como el ugandés Andrew Ekemu. Nacido en Kapchorwa en 1981, Andrew estudió veterinaria en la Makerere University de Kampala. Trabajó varios años en la vacunación de vacas contra la nagana y en tratamientos de marabú africano en el zoológico nacional de Uganda. Durante sus estudios de teología previos a la ordenación sacerdotal ha concluido su tesis doctoral sobre “La visión de la historia en el libro del profeta Daniel”. Afirma que “en Uganda somos una población joven, y por eso les pido oraciones para que muchos jóvenes de mi país descubran la grandeza de una vida vivida con Cristo y al servicio de los demás”.

Al pensar en su ministerio como sacerdote, el italiano Giovanni Vassallo desea “que en estos tiempos de pandemia sepamos acompañar a las personas”. Giovanni es natural de Palermo y, antes de los estudios de teología en la Pontificia Università della Santa Croce, cursó Filología Clásica en la Università della Sapienza de Roma. Durante 10 años, formó parte del equipo directivo de la Residenza Universitaria Internazionale, en la que viven universitarios de numerosos países, y fue profesor de latín y literatura en una escuela de Roma.

En este momento especial, el mexicano Roberto Vera, agradece a Dios “la familia maravillosa en que me hizo nacer, dentro de la cual aprendí a amarlo sobre todas las cosas”. Y añade: “Dios me pide ahora que sea sacerdote para celebrar la misa, reconciliar a través de la confesión, administrar otros sacramentos, hablar de Jesús a los demás, acompañar a quienes me lo pidan y un largo etcétera. Se trata de una misión muy grande, así que me apoyo en las oraciones de todos los que lean estas palabras”.

Guillermo Bueno, otro de los presbíteros, nació en Sevilla (España) en 1983. Ingeniero de Telecomunicaciones por la Universidad de Sevilla, se especializó en Robótica y Automática. Antes de plantearse el sacerdocio, se dedicó a la enseñanza y a la ingeniería, especialmente al desarrollo de sistemas de identificación biométrica. En 2013 se trasladó a Roma para realizar la licenciatura y el doctorado en teología moral en la Universidad de la Santa Cruz. “Yo tengo como ejemplo estupendo de sacerdote a san Josemaría Escrivá –explica Guillermo–, un hombre que supo hacerse todo para todos, tratando de querer como le querría Dios a todo el que se encontrara con él”.

Los 29 nuevos sacerdotes proceden de España, México, Guatemala, Chile, Uruguay, Costa de Marfil, Eslovaquia, Argentina, Costa Rica, Holanda, Uganda, Perú e Italia. Estos son sus nombres:

  • Santiago Altieri Massa Daus (Uruguay)
  • Alejandro Armesto García-Jalón (España)
  • José Luis Benito Roldán (España)
  • Guillermo Jesús Bueno Delgado (España)
  • Juan Luis Orestes Castilla Florián (Guatemala)
  • José Luis Chinguel Beltrán (Perú)
  • José de la Madrid Ochoa (México)
  • Andrew Rowns Ekemu (Uganda)
  • Pablo Erdozáin Castiella (España)
  • Felipe José Izquierdo Ibáñez (Chile)
  • Kouamé Achille Koffi (Costa de Marfil)
  • Santiago Teodoro López López (España)
  • Martín Ezequiel Luque Marengo (Argentina)
  • Andrej Matis (Eslovaquia)
  • Carlos Medarde Artime (España)
  • José Javier Mérida Calderón (Guatemala)
  • Claudio Josemaría Minakata Urzúa (México)
  • Andrés Fernando Montero Marín (Costa Rica)
  • Ignacio Moyano Gómez (España)
  • Miguel Agustín Mullen (Argentina)
  • Miguel Ocaña González (España)
  • Ricardo Regidor Sánchez (España)
  • Antonio Rodríguez Tovar (España)
  • Manel Serra Palos (España)
  • Juan Esteban Ureta Cardoen (Chile)
  • Giovanni Vassallo (Italia)
  • Roberto Vera Aguilar (México)
  • Juan Ignacio Vergara (Holanda)
  • José Vidal Vázquez (España)

 

 

 

 

España: Bendición papal con motivo del Año Jubilar Guadalupense

Impartida por el arzobispo de Toledo

septiembre 06, 2020 11:05

Eventos especiales
Iglesia Local

(zenit – 6 sep. 2020).- Este domingo, 6 septiembre de 2020, el arzobispo de Toledo (España), Mons. Francisco Cerro Chaves, impartirá la bendición papal en Guadalupe, Cáceres, con motivo del Año Jubilar Guadalupense 2020/2021 en el monasterio extremeño de Guadalupe.

El Año Santo en honor a esta advocación mariana se festeja cada vez que el 6 de septiembre coincide en domingo, día de la fiesta litúrgica de Nuestra Señora de Guadalupe, tal como determinó el Papa San Pío X.

Aunque la celebración popular es el 8 de septiembre (Día de Extremadura), la fiesta litúrgica es 48 horas antes, el día 6, tal como determinó el papa Pío X al proclamarla patrona de la comunidad autónoma en el año 1908.

Monseñor Francisco Cerro Chaves, abrió este acontecimiento eclesial el pasado 2 de agosto de 2020 con una Misa en dicho templo, que durará hasta el 8 de septiembre de 2021.

 

Ganar el Jubileo

Durante el Año Jubilar, cualquier persona puede ganar el Jubileo, cumpliendo los requisitos siguientes: visitar la basílica de Guadalupe, donde, según una antigua leyenda, se apareció la Virgen María a un pastor a finales del siglo XIII; rezar alguna oración y pedir por las intenciones del Papa; y recibir los sacramentos de la Penitencia y de la Comunión quince días antes o después.

Además, durante el Año Santo es costumbre, atravesar la Puerta Santa de la basílica y tocar las piedras que están en la entrada en la nave de santa Ana. Según la tradición, estas cubrieron a la imagen durante siete siglos, tras haber sido sepultada por la invasión árabe (714) y por la cual algunos peregrinos encontraron la sanación a sus enfermedades, cuya gracia está recogida en los códices de los milagros del Real Monasterio.

 

Nuestra Señora de Guadalupe

La imagen de la Virgen de Guadalupe está fechada como de finales del siglo XII. Se trata de una virgen sedente, realizada en madera de cedro.​ Es de estilo románico o protogótico. La talla mide 59 centímetros y pesa 3.975 gramos.​

Según una antigua leyenda, la imagen fue realizada en un taller de escultura fundado en Palestina en el siglo I por san Lucas Evangelista. Siglos después, fue venerada en templos de Acaya y Bizancio. Posteriormente, el Papa San Gregorio Magno regaló esta escultura a San Leandro, arzobispo de Sevilla visigoda. El arzobispo colocó la imagen en una ermita a las afueras de la localidad. Durante la invasión musulmana del año 711, los cristianos de esa ciudad la depositaron en una caja y la escondieron junto al río Guadalupe, en la zona de la serranía de las Villuercas, al pie de la sierra de Altamira.

 

Aparición de la Virgen al vaquero

En el siglo XIII,​ se le apareció la Virgen María a un vaquero de la provincia de Cáceres llamado Gil Cordero junto al castillo de Alía y le dijo que existía una escultura de ella junto al río Guadalupe.​ Allí buscó excavó y encontró la caja con la sagrada imagen en su interior.​ Agolpó piedras e hizo una cabaña, donde depositó la imagen de la Virgen María, origen de la primera ermita que albergó a la Virgen de Guadalupe.

El rey Alfonso XI fue el primer monarca de Castilla que visitó este lugar mariano y tras resultar victorioso en la batalla del Salado (1340), hecho que atribuyó a Ntra. Sra. de Guadalupe, decidió reformar la primera iglesia y realizar un albergue para peregrinos.

 

Gran devoción de la reina Isabel

La primera referencia a la Virgen de Guadalupe es de 1326. Se trata de un documento episcopal firmado por 2 patriarcas, 2 arzobispos y 15 obispos en el que se concede indulgencia plenaria a los que visiten la iglesia de Santa María de Guadalupe.

La Reina Isabel, la Católica, quien profesaba una gran devoción hacia esta imagen, visitó el monasterio de Guadalupe alrededor de 20 veces.

La Virgen de Guadalupe es patrona de Extremadura desde el 12 de octubre de 1906, cuando se produce una gran Peregrinación de Extremadura a Guadalupe, hecho que lleva al Papa Pío X, en marzo de 1907, a establecer la fiesta litúrgica el 6 de septiembre.

 

 

 

 

Beata Eugenia Picco, 7 de septiembre

Transformó el dolor en purificación

septiembre 06, 2020 09:00

Testimonios

 

“Desde un hogar desestructurado, pasando por la asfixia espiritual de un ambiente mundano, halló la paz y la felicidad en el convento parmesano de las Pequeñas Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María”

Es cierto que el influjo positivo de la familia hacia la fe ha suscitado numerosas vocaciones a lo largo de los siglos. Pero no es una condición sine qua non para ello. Eugenia, que nació en Crescenzago, Milán, Italia, el 8 de noviembre de 1867, era hija de un matrimonio desestructurado. Su padre José Picco, ciego, fue un destacado músico de la prestigiosa Scala de Milán. Y su madre, Adelaida del Corno, se dejó llevar por la debilidad, que no fue precisamente su esposo, y se entregó en brazos de la fama y oropeles rindiendo culto a la vanidad y al fulgor del dinero. Incansable viajera, buscando tal vez una felicidad que se le resistía y que no encontraría nunca en la forma de vida disipada que solía llevar, no dudaba en dejar a la pequeña con sus abuelos. Primeramente, salía para acompañar a su marido, pero cuando un día regresó a casa sin él (desaparecido misteriosamente en el transcurso de un viaje a Rusia), continuó con sus desmanes. Y Eugenia se vio obligada a soportar al nuevo compañero de su madre, con el que ésta tuvo tres hijos más, y a escuchar todo lo estoicamente que le fue posible los reproches maternos porque soñaba para ella un futuro como artista, además de sufrir los inconvenientes creados por su amante.

Sin duda ninguna, éste no era el ambiente propicio para que se forjara una vocación. “Peligros y ocasiones tanto en casa como afuera», diría Eugenia después. Y es que su pasión adolescente, incontenible a sus 14 años, se volcó en un muchacho joven. Era hermosa y elegante; su atractivo se completaba con sus dotes para la música. Desenvuelta y libre iba y venía inmersa en la farándula. Por fortuna, una profesora, Giuseppina Allegri, experta en los conflictos que surgen a estas edades, se ocupó de ella. Debió apreciar los nobles sentimientos que poseía y orientó sus pasos hacia quienes podían ayudarla espiritualmente. Allegri le presentó a la religiosa María Virginia Pizzetti. La beata se convenció de la certeza de las palabras de Pizzetti: era Jesús el que obraba en su interior; nadie más. La presencia divina que latía en su corazón, aún sin estar familiarizada con ella todavía, le alentaba a orar creyendo y esperando recibir una respuesta tanto en la capilla de las hermanas ursulinas del Sagrado Corazón como en la basílica milanesa de San Ambrosio. Una noche de particular sufrimiento, en la primavera de 1886, a través de una imagen que pendía sobre la pared bajo la cual tenía su cama, en medio de su oración se sintió llamada a vivir la santidad.

Tenía casi 20 años y la invitación de Dios era para ella un torrente de bendiciones. Pensaba que su verdadero hogar sería la Congregación de las Pequeñas Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, sita en Parma. Una Orden a la que se encaminó por sugerencia de las ursulinas que consideraron más oportuno que se integrase en esa fundación, valorando el hecho de que ello le permitiría escapar del ambiente asfixiante que le rodeaba en Milán. Para llevar a cabo su empeño, en agosto de 1887 tuvo que huir de su domicilio. Agustín Chieppi, artífice de esa Obra creada en 1865 junto a Anna Micheli, la acogió paternalmente. Se hizo cargo de su sufrimiento y de las circunstancias en las que había tenido que vivir. Y en agosto del año siguiente comenzó el noviciado. Profesó en presencia del fundador en 1891 y emitió votos perpetuos en 1894. El resto de su vida lo destinó a cumplir la voluntad de Dios con espíritu generoso, fiel, humilde… Ella misma sintetizaba su anhelo, diciendo: “Como Jesús ha escogido el pan, algo tan común, así debe ser mi vida, común… accesible a todos y, al mismo tiempo, humilde y escondida, como lo es el pan”.

Impartió música, canto y francés a las alumnas del colegio de la Congregación. Después le encomendaron sucesivas misiones. Fue maestra de novicias, archivista, secretaria general y consejera. En 1911 fue elegida superiora general, oficio que desempeñó hasta el fin de sus días. Logró que su gobierno fructificase por su caridad, prudencia y fidelidad al carisma de su fundador. Su sostén fue la oración y la Eucaristía. En el decurso de la Primera Guerra Mundial se volcó en curar a los heridos acogidos por la comunidad en la casa madre. Pero allí acudían también los que estaban ingresados en hospitales. Ellas enseñaban a los hijos de los reclutados en el frente ya que estos muchachos no podían recibir formación. Los que nada poseían, los niños, los que nadie estimaba hallaron en Eugenia una madre. Era extraordinariamente sensible al dolor del prójimo. Seguro que, en esos días aciagos, de tanto sufrimiento, recordó vivamente las palabras que les dirigía su fundador: “Tenéis que estar listas para ir hasta los campos de batalla”. “Las Pequeñas Hijas tienen que estar listas a donar la última gota de su sangre para los hermanos”.

Todo en Eugenia fue una suma de mortificación, obediencia e inocencia evangélicas. Supo sobrenaturalizar lo ordinario con religiosa maestría. Muchos le confiaban sus cuitas, buscaban su consejo y salían fortalecidos. Fue una gran formadora. No tuvo buena salud, y aún se debilitó más con las privaciones y sacrificios. En 1919, año en el que fue reelegida superiora general, a causa de la tuberculosis ósea se le amputó el pie derecho, un episodio dramático que acogió serenamente. Mons. Conforti, prelado de Parma, le aconsejó paternalmente: “No se gobierna con los pies, sino con la cabeza”. Ciertamente. Lo que antes era ir y venir quedó “reducido”, si así puede decirse, a la ofrenda en estricta oración. Nada más fecundo que ello. Las secuelas no le abandonaron y murió el 7 de septiembre de 1921. Fue beatificada el 7 de octubre de 2001 por Juan Pablo II. En su homilía recordó que “ante el sufrimiento, con los inevitables momentos de dificultad y desasosiego que entraña […], supo transformar la experiencia del dolor en ocasión de purificación y crecimiento interior”.