Boletín Diario de Zenit


 

 

Servicio diario - 04 de diciembre de 2020


 

PAPA FRANCISCO
Argentina: Mensaje del Papa por la 23ª Jornada de Pastoral Social
Gabriel Sales Triguero
Anima a la “amistad social”

DICASTERIOS
Vaticano: “El obispo y la unidad de los cristianos: Vademécum ecuménico”
Gabriel Sales Triguero
Responsabilidad ecuménica

CIUDAD DEL VATICANO
Adviento: Primera predicación del cardenal Cantalamessa
Larissa I. López
Reflexión sobre la muerte

DICASTERIOS
Sacramentos entre cristianos de distintas confesiones: Condiciones
Anne Kurian-Montabone
Incluido en el ‘Vademécum ecuménico’

CIUDAD DEL VATICANO
Presentación de cartas credenciales: Discurso del Papa a los nuevos embajadores
Gabriel Sales Triguero
Fortalecer la “cultura del encuentro”

DICASTERIOS
Vademécum Ecuménico: Recomendaciones concretas
Anita Bourdin
Promoción de la unidad de los cristianos

IGLESIA LOCAL
El Salvador: Obispos concluyen año jubilar martirial
Cristhian Alvarenga
Eucaristía de Clausura

DICASTERIOS
Presentación del nuevo “Vademécum ecuménico”
Larissa I. López
Síntesis de las intervenciones

ARTE Y CULTURA
Estreno de la película documental ‘Luz y Sal’
Larissa I. López
El próximo 6 de diciembre

ANÁLISIS
Bioética: Nuevos datos sobre el contagio por COVID-19
Justo Aznar
Observatorio de Bioética – Universidad Católica de Valencia

DICASTERIOS
Comisión Vaticana COVID-19: Seminario web sobre “emergencia climática”
Gabriel Sales Triguero
“Fe, ciencia y juventud”

ESPIRITUALIDAD
Inmaculada Concepción: Reflexión del P. Antonio Rivero
Antonio Rivero
“Monumento a la misericordia de Dios”

TESTIMONIOS
Beato Felipe Rinaldi, 5 de diciembre
Isabel Orellana Vilches
Gran carisma salesiano


 

 

 

Argentina: Mensaje del Papa por la 23ª Jornada de Pastoral Social

Anima a la “amistad social”

diciembre 04, 2020 10:09

Papa Francisco

(zenit – 04 dic. 2020).- Con ocasión de la celebración de la XXIII Jornada de Pastoral Social en Argentina, el Papa Francisco ha enviado un videomensaje en el que desataca el propio subtítulo del evento: “Fraternidad y amistad social”.

Con el título, “Hacia una cultura del encuentro. Un país para todos”, los actos se celebran del 3 al 5 de diciembre de 2020. En su mensaje de video, el Santo Padre descubre su preocupación por “el tema de la amistad social”, ya que “por el pecado, por las tendencias, vamos siempre a la enemistad, a la guerra”, y de este modo “nos olvidamos que nuestra vocación es la de la armonía, de la fraternidad, es ser humanos”.

 

Escuchar al otro

Apoyando esta necesidad, el Pontífice invita a mirar cómo está “el mundo”, lleno de “guerras”, “viviendo la tercera guerra mundial a pedacitos”, con naciones en las que no se dialoga sino que “se grita”, con personas incapaces de escuchar a los demás.

Como respuesta a esta problemática, el Papa indica que “no puede haber amistad social sin escuchar al otro”, y para lograr esto debe haber en el corazón “la presunción” de que “tiene algo bueno para decirme”.

 

Enemigos de la amistad social

Francisco apunta a “dos enemigos grandes de la amistad social”: las ideologías que “capitanean todo” y desarman “lo concreto de la naturaleza humana”, y la pasión, que “tantas veces busca eliminar al otro” y no “dejar que el otro ocupe su lugar”.

Aunque existen “núcleos buenos de amistad social en el mundo”, afirma, también existe “tanta enemistad social”.

 

Plenitud

El Obispo de Roma anima a mirar “las periferias”, a los “niños sin escuela, la gente con hambre” y sin atención sanitaria, la gran cantidad de personas que no gozan del “acceso a lo mínimo para vivir dignamente”. Estos son, declara, “signos de que en el mundo no existe la amistad social” en la actualidad.

Por esto, exhorta a preguntarse si cerca de uno hay “amistad social”. De existir, “no debe haber ni guerras, ni necesidades de ningún tipo”, ni “educación que no funcione”, pues todo “debe ser pleno”.

Para concluir, el Sucesor de Pedro desea “lo mejor” a los “hermanos y hermanas” que trabajan en la 23ª Jornada de Pastoral Social en Argentina, y les anima a no reflexionar “en órbita”, sino hacerlo “con los pies en la tierra, con datos concretos”.

A continuación, sigue el mensaje completo del Papa Francisco.

***

 

Mensaje del Santo Padre

Quiero hacerme presente hoy, en esta 23ª Jornada de Pastoral Social. ¡Cuántas hemos hecho! ¡Cuántas! Recuerdo en algunas que estuve presente, y otras que no.

“Hacia una cultura del encuentro. Un país para todos”. Y el subtítulo: “Fraternidad y amistad social”.

El tema de la amistad social es un tema que a mí me preocupa, porque por el pecado, por las tendencias, vamos siempre a la enemistad, a la guerra. Y nos olvidamos que nuestra vocación es la de la armonía, de la fraternidad, es ser hermanos. La amistad social.

Miremos el mundo nomás como está. Guerras por todos lados. Estamos viviendo la tercera guerra mundial a pedacitos. Y eso no es amistad social. Miremos muchos países donde no se sabe dialogar, se grita. Antes que la otra persona termine de decir su pensamiento ya le estamos contestando sin haber escuchado.

No puede haber amistad social sin escuchar, sin escuchar al otro. Y para escuchar al otro tiene que haber en mi corazón la presunción de que el otro tiene algo bueno para decirme.

Amistad social. Probablemente hay dos enemigos grandes de la amistad social.

Primero son las ideologías que capitanean todo. Tienden a capitanear, y las ideologías logran desarmar lo concreto de la naturaleza humana.

Segundo enemigo son las pasiones. La pasión tantas veces busca eliminar al otro. Y no dejar que el otro ocupe su lugar.

Ideologías y pasiones en todo el mundo van contra la amistad social. Es verdad que hay núcleos de amistad social buenos en el mundo. Pero también es verdad que hay tanta, tanta, enemistad social.

Mencioné las guerras, pero miremos ciertas periferias. Miremos los niños sin escuela, la gente con hambre, la gente que no tiene atención sanitaria, la inmensa cantidad de gente que no tiene agua corriente, gente que no tiene acceso a lo mínimo para vivir dignamente.

Esos son los signos de que en el mundo no existe la amistad social hoy día.

Y nos va a hacer bien preguntarnos sobre las cercanías nuestras, en los lugares cercanos a donde vivimos, a donde trabajamos. ¿Hay amistad social? Si hay amistad social no debe haber ni guerras ni necesidades de ningún tipo, ni educación que no funcione bien. Debe ser todo pleno. Por los efectos nos vamos a dar cuenta si hay amistad social.

Pero no nos olvidemos de los dos grandes enemigos: las ideologías que quieren empadronarse de la vivencia de un pueblo, y las pasiones, que siempre son como una aplanadora, que va adelante y destruye en vez de dialogar.

Queridos hermanos y hermanas que están trabajando en esta 23ª Jornada de Pastoral Social, les deseo lo mejor. Pongan lo mejor de ustedes mismos, pero que sea concreto. No reflexionen en órbita, reflexionen con los pies en la tierra, con datos concretos.

Que Dios los bendiga. Y si tienen un ratito, recen por mí porque necesito. Adiós.

 

 

 

 

Vaticano: “El obispo y la unidad de los cristianos: Vademécum ecuménico”

Responsabilidad ecuménica

diciembre 04, 2020 12:39

Dicasterios
Documentos

(zenit – 4 dic. 2020).- El Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos ha publicado “El obispo y la unidad de los cristianos: Vademécum ecuménico”, un documento dirigido a los prelados diocesanos y eparquiales para “ayudarles a comprender y cumplir mejor su responsabilidad ecuménica”.

Este texto responde a “una petición surgida en una Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo”, y fue desarrollado por los “oficiales” del consejo, bajo la asesoría de algunos expertos y el acuerdo de los pertinentes dicasterios de la Curia Romana.

 

Estructura

Este Vademécum, aprobado por el Papa Francisco, está estructurado en dos partes. La primera de ellas, “La promoción del ecumenismo en la Iglesia católica”, explica lo que es necesario para que la Iglesia católica cumpla con su misión de promover la unidad de los cristianos tanto a nivel diocesano como nacional, indica Vatican News.

En la segunda parte, “La Iglesia católica en su relación con los otros cristianos”, el documento examina cuatro formas en que la Iglesia católica se compromete con las otras comunidades cristianas.

La primera de estas formas es el “ecumenismo espiritual”, es decir, cómo los obispos pueden guiar a su pueblo, en aras de la unidad de los cristianos, mediante la oración, la conversión y la santidad, destacando en particular la importancia de las Sagradas Escrituras, la “purificación de la memoria” y el “ecumenismo de la sangre”.

La segunda manera es el “diálogo de la caridad” en la que se habla de la “cultura del encuentro” como una forma eficaz para nutrir y profundizar la relación que los cristianos ya comparten a través del bautismo.

La última forma es el “diálogo de la verdad” que se refiere a la búsqueda de la verdad de Dios, que los católicos emprenden junto con otros cristianos mediante el diálogo teológico y por último el “diálogo de la vida” en la que se presentan las oportunidades de intercambio y colaboración con otros cristianos en la atención pastoral (“el ecumenismo pastoral”), en el testimonio ante el mundo (“el ecumenismo práctico”) y a través de la cultura (“el ecumenismo cultural”).

Asimismo, este texto concluye cada una de sus secciones con unas recomendaciones prácticas que recogen las tareas e iniciativas que pueden emprenderse a nivel local y regional.

 

Unidad del pueblo de Dios

El preámbulo de este Vademécum indica que el ministerio del mitrado conlleva un servicio a la unidad, tanto de su territorio diocesano como entre éste y la Iglesia universal. Consta de, añade, “un significado especial”, que es la “búsqueda de la unidad de todos los discípulos de Cristo”.

También cita el Código de Derecho Canónico de la Iglesia latina para destacar que entre las “tareas” del oficio pastoral del obispo se sitúa claramente la “responsabilidad” de promover esta unidad. Debe, insiste, “mostrarse humano y caritativo con los hermanos que no estén en comunión plena con la Iglesia católica, fomentando también el ecumenismo tal y como lo entiende la Iglesia”.

 

Deber ecuménico

La publicación del Pontificio Consejo manifiesta que el “compromiso ecuménico” del prelado no es opcional para su ministerio, sino “un deber y una obligación”: no puede considerarlo como “una tarea más dentro de su variado ministerio”, una que “podría y debería posponerse en visa de otras prioridades, aparentemente más importantes”.

Esto, prosigue, lo certifica también el Código de los cánones de las iglesias orientales, en una “sección especial a la tarea ecuménica” que recomienda a los pastores eclesiales “trabajen con celo participando en la tarea ecuménica”, y apunta que en su “servicio a la unidad”, su ministerio “se extiende no solo a la unidad de su propia Iglesia, sino también a la unidad de todos los bautizados en Cristo”.

Concluyendo el prefacio, advierte que la intención del documento es que los mitrados de todo el mundo encuentren “pautas claras y útiles” que les “ayuden a dirigir las iglesias locales, confiadas a su ministerio pastoral, hacia aquella unidad por la que el Señor oró y a la que la Iglesia está irrevocablemente llamada”.

 

 

 

 

Adviento: Primera predicación del cardenal Cantalamessa

Reflexión sobre la muerte

diciembre 04, 2020 19:29

Ciudad del Vaticano

(zenit – 4 dic. 2020).- El cardenal Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, ha desarrollado hoy la primera predicación de Adviento de este año 2020.

El sacerdote franciscano predicó sobre tres verdades eternas: primera, “que todos somos mortales y no tenemos una morada estable aquí abajo”; segunda, la vida del creyente no termina con la muerte, porque nos espera la vida eterna” y, tercera, “no estamos solos a merced de las olas en el pequeño barco de nuestro planeta” porque Jesús está con nosotros, informa Vatican News.

 

Memento mori

El cardenal se refirió a la realidad humana de la que la muerte es parte: “Memento mori”, recuerda que morirás. En este sentido, aclaró puntualizó que se puede hablar de la muerte de dos maneras distintas, en clave kerigmática o en clave sapiencial.

La primera supone proclamar que Cristo ha vencido a la muerte. La segunda, la forma sapiencial, consiste en “reflexionar sobre la realidad de la muerte tal como se presenta a la experiencia humana, con el fin de sacar lecciones de ella para vivir bien. Es la perspectiva en la que nos situamos en esta meditación”.

La reflexión sobre la muerte, indica Cantalamessa, se encuentra particularmente en los libros sapienciales del Antiguo Testamento, como también en el Nuevo Testamento: “Mirad porque no sabéis ni el día ni la hora” (Mt 25,13); la conclusión de la parábola del hombre rico que planeaba construir graneros más grandes para su cosecha: “Insensato, esta misma noche se te pedirá la vida. Y lo que has preparado, ¿de quién será?” (Lc 12,20); así como en dicho: “¿De qué le vale al hombre ganar el mundo entero si pierde el alma?” (cf. Mt 16,26). Asimismo, la tradición de la Iglesia ha hecho suya esta enseñanza.

El purpurado considera que el modo sapiencial de hablar sobre la muerte está presente en la Biblia, en el cristianismo y en todas las culturas. En la época actual, también lo hallamos en el pensamiento de autores modernos como Jean-Paul Sartre o Martin Heidegger.

Con respecto a los planteamientos del segundo afirma: “¿Qué es entonces —se pregunta el filósofo— ese ‘núcleo sólido, seguro e infranqueable’, al que la conciencia recuerda al hombre y sobre el que debe basarse su existencia, si quiere ser ‘auténtica’? Respuesta: ¡Su nada! Todas las posibilidades humanas son, en realidad, imposibilidades. Todo intento de proyectarse y de elevarse es un salto que parte de la nada y termina en la nada [1]”.

Después, remitiendo a san Agustín, el franciscano dirá: “también había anticipado esta intuición del pensamiento moderno sobre la muerte, pero para sacar de ello una conclusión totalmente diferente: no el nihilismo, sino fe en la vida eterna”.

 

“Todo se pone en su justo lugar”

Según el medio vaticano, frente a una realidad que destaca los avances tecnológicos y las conquistas de la ciencia, Cantalamessa afirma: “La presente calamidad ha venido a recordarnos lo poco que depende del hombre ‘proyectar’ y decidir su propio futuro”. Por ello, “no hay mejor lugar para colocarse para ver el mundo, a uno mismo y todos los acontecimientos, en su verdad que el de la muerte. Entonces todo se pone en su justo lugar”, asegura.

Ver el mundo desde la perspectiva caótica ayuda a “descifrar su significado”, no obstante, clarifica: “Mirar la vida desde el punto de vista de la muerte, otorga una ayuda extraordinaria para vivir bien. ¿Estás angustiado por problemas y dificultades? Adelántate, colócate en el punto correcto: mira estas cosas desde el lecho de muerte. ¿Cómo te gustaría haber actuado? ¿Qué importancia darías a estas cosas? ¡Hazlo así y te salvarás! ¿Tienes una discrepancia con alguien? Mira la cosa desde el lecho de muerte. ¿Qué te gustaría haber hecho entonces: haber ganado o haberte humillado? ¿Haber prevalecido o haber perdonado?”.

Pensar en la muerte, prosigue el franciscano capuchino, nos impide “apegarnos a las cosas (…) El hombre, dice un salmo, ‘cuando muere no se lleva nada consigo, ni desciende con él su gloria” (Sal 49,18) (…). “La hermana muerte es una muy buena hermana mayor y una buena pedagoga. Nos enseña muchas cosas; basta que sepamos escucharla con docilidad”.

 

Evangelización

Después, Cantalamessa subraya que la muerte transmite la importancia de reconciliarnos con nosotros mismo y con los prójimos. Pero también es importante en el campo de la evangelización.

“El pensamiento de la muerte es casi la única arma que nos queda para sacudir del letargo a una sociedad opulenta, a la que le ha sucedido lo que le ocurrió al pueblo elegido liberado de Egipto: ‘Comió y se sació, —sí, engordó, se cebó, engulló— y rechazó al Dios que lo había hecho’ (Dt 32,15)”.

Y esta es la tarea asignada a los profetas, recordarle al pueblo la solución al dilema: “La cuestión sobre el sentido de la vida y de la muerte desempeñó un papel notable en la primera evangelización de Europa y no se excluye que pueda desempeñar uno análogo en el esfuerzo actual por su re-evangelización”.

“Jesús libera del miedo a la muerte a quien lo tiene, no al que no lo tiene e ignora alegremente que debe morir. Vino a enseñar el miedo a la muerte eterna a aquellos que sólo conocían el miedo a la muerte temporal”, explica el predicador. “La ‘muerte segunda’, la llama el Apocalipsis (Ap 20,6). Es la única que realmente merece el nombre de muerte, porque no es un tránsito, una Pascua, sino una terrible terminal de trayecto”.

 

“No temáis”

El cardenal continúa su predicación considerando que “lo que da a la muerte su poder más temible para angustiar al hombre y atemorizarle es el pecado. Si uno vive en pecado mortal, para él la muerte todavía tiene el aguijón, el veneno, como antes de Cristo, y por eso hiere, mata y envía a la Gehena. No temáis —diría Jesús— a la muerte que mata el cuerpo y luego no puede hacer nada más. Temed a esa muerte que, después de haber matado el cuerpo, tiene el poder de arrojar a la Gehena (cf. Lc 12,4-5). ¡Quita el pecado y has quitado también a tu muerte su aguijón!”.

Por otro lado, rememora que en la Eucaristía Jesús nos hizo partícipes de su muerte para unirnos a él. Por eso: “Participar en la Eucaristía es la forma más verdadera, más justa y más eficaz de ‘prepararnos’ a la muerte. En ella celebramos también nuestra muerte y la ofrecemos, día a día, al Padre (…) En ella ‘hacemos testamento’: decidimos a quién dejar la vida, por quién morir”.

De acuerdo a Vatican News, el purpurado finalizó su homilía diciendo: “Con todo esto, no le hemos quitado el aguijón al pensamiento de la muerte, su capacidad de angustiarnos y que Jesús también quiso experimentar en Getsemaní. Sin embargo, estamos al menos más preparados para acoger el mensaje consolador que nos llega de la fe y que la liturgia proclama en el prefacio de la Misa de difuntos: Porque la vida de tus fieles, Señor, no termina, se transforma, y, al deshacerse nuestra morada terrenal,
adquirimos una mansión eterna en el cielo. Hablaremos de esta mansión eterna en los cielos, si Dios quiere, en la próxima meditación”.

 

 

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[1] Ib. II, c. 2, § 58, p. 346.

 

 

 

 

Sacramentos entre cristianos de distintas confesiones: Condiciones

Incluido en el ‘Vademécum ecuménico’

diciembre 04, 2020 18:59

Dicasterios
Documentos

(zenit – 4 dic. 2020).- ¿Cuáles son las condiciones para la comunión con la Eucaristía en una confesión cristiana distinta de la propia? El “Vademécum Ecuménico” sobre el papel del obispo en la unidad de los cristianos, publicado el 4 de diciembre de 2020, hace un balance de la cuestión.

La participación de los obispos es posible de manera “excepcional”, que “nunca deben ser compartidos por mera cortesía”, para evitar “confusión o escándalo”.

“La administración y recepción de los sacramentos, especialmente la eucaristía, en las respectivas celebraciones litúrgicas, sigue siendo un área de serias tensiones en nuestras relaciones ecuménicas”, dice el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos en el documento.

Para responder a esta pregunta, el Vademécum establece “dos principios articulados”: por un lado, la celebración de los sacramentos expresa la unidad de la Iglesia, es decir, “la comunión eucarística es una condición para la comunión eclesial”, explicó el cardenal Kurt Koch, presidente del Dicasterio, en una conferencia de prensa; por otro lado, los sacramentos son también un paso hacia la comunión porque la Eucaristía es “alimento espiritual”.

Así, la participación en los sacramentos de la Eucaristía, la reconciliación y la unción de los enfermos se limitan “a quienes están en plena comunión”, afirma el Vademécum.  Pero, “de modo excepcional y con ciertas condiciones, puede autorizarse o incluso recomendarse la admisión de cristianos de otras Iglesias y Comunidades eclesiales a estos sacramentos”

Esta “communicatio in sacris” requiere el discernimiento del obispo diocesano: se permite “dentro de ciertas circunstancias” y debe ser reconocida “como deseable y recomendada”. Además, las posibilidades difieren según las Iglesias y comunidades involucradas.

Según el Código de Derecho Canónico, los católicos pueden recibir los sacramentos de otros ministros cristianos siempre que “exista una necesidad real, es decir, que la utilidad espiritual de los fieles lo aconseje”; que “al solicitar este sacramento se evite todo peligro de error o indiferencia religiosa”; y que sea “física o moralmente imposible recurrir a un ministro católico” (cf. CIC 844 §2).

Para que un cristiano oriental no católico pueda recibir los sacramentos de un ministro católico, debe existir “peligro de muerte” o, a juicio del obispo diocesano, una “grave necesidad”; la petición del bautizado debe ser “libre y espontánea”; y debe estar “debidamente dispuesto”, lo que implica que tenga una fe conforme a la de la Iglesia Católica sobre este sacramento.

El juicio del obispo sobre lo que constituye una “grave necesidad” y sobre las circunstancias de la participación sacramental “excepcional”, el Vademécum afirma, se refiere “al cuidado y la salvación de las almas”.

 

 

 

 

Presentación de cartas credenciales: Discurso del Papa a los nuevos embajadores

Fortalecer la “cultura del encuentro”

diciembre 04, 2020 13:36

Ciudad del Vaticano

(zenit – 4 dic. 2020).- Esta mañana, el Papa Francisco ha recibido en audiencia en el Palacio Apostólico Vaticano a los embajadores de Estonia, Dinamarca, Zambia, Madagascar, Ruanda, Mauritania, Jordania, India, Kazakstán y Uzbekistán, con motivo de la presentación de sus cartas credenciales.

Hoy, 4 de diciembre de 2020, el Pontífice ha recibido y dado la bienvenida en la Santa Sede a los nuevos embajadores acreditados ya como extraordinarios y plenipotenciarios de sus propios países, y les ha pedido que transmitan “sus sentimientos de estima” a los respectivos jefes de Estado, “junto con la seguridad” de sus oraciones por ellos y por sus compatriotas.

 

Misión y desafío

El Santo Padre ha señalado a los visitantes que su misión empieza en un tiempo de “grandes desafíos para toda la familia humana”, incluso antes de la COVID-19, ya que este año sería testigo de “urgentes necesidades humanitarias” provocadas por violencia, terrorismo y conflictos en todo el planeta.

A esto, continúa, se añade la crisis económica que ha provocado “hambre y migraciones masivas”, y el cambio climático que incrementa el “riesgo de desastres naturales, hambrunas y sequías”. La pandemia agrava las “desigualdades ya presentes en” una sociedad con pobres “más vulnerables” y “excluidos”.

La respuesta del Papa es comprender que “estamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados”, pero a la vez “importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos” y “necesitados de confortarnos mutuamente”.

 

Diálogo sincero

También indica que este mundo “cada vez más globalizado” requiere con urgencia “un diálogo y una cooperación sinceros y respetuosos” que consigan unir a todos para enfrentar las “amenazas que se ciernen sobre” el planeta e “hipotecan el futuro” de la juventud.

Francisco remite a sus propias palabras en Fratelli tutti para expresar que “en esta época que nos toca vivir, reconociendo la dignidad de cada persona humana, podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad”.

Efectivamente, la presencia de la Santa Sede en la comunidad internacional “está al servicio del bien común mundial, llamando la atención sobre los aspectos antropológicos, éticos y religiosos de las diversas cuestiones que afectan a la vida de las personas, los pueblos y las naciones enteras”, añade.

 

Cultura del encuentro

El Obispo de Roma ha declarado a los embajadores su esperanza en que su “actividad diplomática (…) fortaleza la cultura del encuentro”, tan requerida para “superar las diferencias y divisiones que tan a menudo obstaculizan la realización de los altos ideales y objetivos propuestos por la comunidad internacional”. Todos nosotros, insiste, estamos invitados a “trabajar diariamente para la construcción de un mundo cada vez más justo, fraternal y unido”.

Por último, les ha brindado sus “mejores deseos” y asegurado “la constante disponibilidad de las diversas oficinas de la Curia Romana” para ayudarles en el “cumplimiento” de sus responsabilidades.

 

 

 

 

Vademécum Ecuménico: Recomendaciones concretas

Promoción de la unidad de los cristianos

diciembre 04, 2020 16:25

Dicasterios
Documentos

(zenit – 4 dic. 2020).- “El obispo y la unidad de los cristianos: Vademécum Ecuménico” es el nuevo documento del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad Cristiana presentado en el Vaticano este 4 de diciembre de 2020 por tres cardenales: Kurt Koch, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos; Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos; y Antonio Tagle prefecto del Dicasterio para la Evangelización de los Pueblos y el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación de las Iglesias Orientales.

El Vademécum reúne recomendaciones recogidas en varios documentos sobre el papel del obispo en el fomento de la unidad de los cristianos. Es bastante breve: en español, ocupa unas 25 páginas A4.

El compromiso ecuménico del obispo no es una opción, es “un deber y una obligación”, subrayó el cardenal Koch durante su presentación.

Este documento del obispo, explicó el cardenal Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos, no incluye “novedades particulares” sino que sugiere “iniciativas concretas” a favor de la unidad.

El Vademécum ecuménico del obispo evoca cuatro formas de interacción entre los cristianos: el ecumenismo espiritual, el diálogo de la caridad (social), el diálogo de la verdad (teológico) y el diálogo de la vida (pastoral, cultural).

Presenta 6 conjuntos de recomendaciones que resumen la reflexión de los diferentes capítulos.

Estas seis series de recomendaciones tocan temas concretos como la formación, las reuniones, la oración, el compromiso de servicio.

 

1. Recomendaciones prácticas: formación, comisión ecuménica diocesana

– Familiarizarse con el Directorio Ecuménico y emplearlo.

– Nombrar un delegado diocesano para el ecumenismo. El Directorio Ecuménico (41) recomienda que cada diócesis tenga un delegado para el ecumenismo, que actúe en estrecha colaboración con el obispo para los asuntos ecuménicos y pueda representar a la diócesis ante otras comunidades cristianas locales. En la medida de lo posible, esta función debe ser distinta de la del delegado diocesano para el diálogo interreligioso.

– Establecer una Comisión ecuménica diocesana. El Directorio Ecuménico (42-44) propone que cada diócesis tenga una comisión encargada de fomentar una dimensión ecuménica adecuada en todos los aspectos de la vida de la Iglesia local. Dicha comisión podría supervisar la formación ecuménica, iniciar consultas con otras comunidades cristianas y promover con ellas el testimonio común de la fe cristiana que compartimos.

– Promover el nombramiento de encargados de la animación y la coordinación ecuménica a nivel parroquial. El Directorio Ecuménico (45, 67) prevé que cada parroquia, como “lugar de auténtico testimonio ecuménico”, cuente con un responsable de las relaciones ecuménicas.

– Familiarizarse con las normas establecidas por su conferencia episcopal o sínodo. El Directorio Ecuménico (46-47) sugiere que cada conferencia o sínodo instituya una comisión de obispos con un secretario permanente, o en su defecto se nombre un obispo, encargado del compromiso ecuménico. Tal comisión u obispo deberán no solamente velar sobre la aplicación de las normas emitidas, sino también establecer contactos con las organizaciones ecuménicas a nivel nacional.

– Asegurarse de que haya un curso obligatorio de ecumenismo en todos los seminarios y facultades católicas de teología de su propia diócesis, y asegurarse de que los cursos de teología sagrada y otras ramas del conocimiento tengan una dimensión ecuménica.

– Favorecer la difusión de documentos y materiales de carácter ecuménico en el sitio web diocesano.

– Publicar noticias ecuménicas a través del sitio web para que los fieles de la diócesis puedan ver que su obispo se reúne, ora y trabaja con las otras comunidades cristianas locales.

 

2. Recomendaciones prácticas: mensajes conjuntos

– Orar regularmente por la unidad de los cristianos.

– Conmemorar la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos con una celebración ecuménica preparada conjuntamente con los otros cristianos y animar a las parroquias a hacer lo mismo.

– Consultar con otros líderes cristianos la posibilidad de organizar conjuntamente jornadas de estudio sobre las Escrituras, peregrinaciones/procesiones ecuménicas o el posible intercambio de reliquias e imágenes sagradas.

– Publicar, en Navidad o Pascua, un mensaje común con otro líder o líderes cristianos.

– Tener una celebración ecuménica con otras comunidades cristianas locales sobre una cuestión de interés común.

– Animar a los sacerdotes o agentes de pastoral a que oren regularmente con otros ministros y responsables cristianos en sus barrios.

– Conocer la labor ecuménica de las Comunidades de vida consagrada y apoyarla siempre que sea posible.

– Pedir a la comisión diocesana que trabaje con las otras comunidades cristianas para discernir dónde podría ser necesaria una purificación de la memoria y sugerir pasos concretos que puedan facilitarla.

– Dar el primer paso para encontrarse con otro líder cristiano.

 

3. Recomendaciones prácticas: orar, reunirse

– Orar de forma pública y privada por los otros líderes cristianos presentes en el territorio de la diócesis.

– Asistir, si es posible y oportuno, a las liturgias de ordenación/instalación o investidura /bienvenida de otros líderes cristianos en el territorio de la diócesis.

– Invitar, cuando sea oportuno, a otros líderes cristianos a las celebraciones litúrgicas y acontecimientos significativos.

– Conocer los Consejos de iglesias, los Consejos cristianos y los demás organismos ecuménicos presentes en la diócesis y participar en ellos en la medida de lo posible.

– Informar a otros líderes cristianos de las noticias y los eventos importantes en la diócesis.

 

4. Recomendaciones prácticas: instituir un diálogo

– Identificar qué documentos bilaterales se han publicado entre la Iglesia católica y las principales Comunidades cristianas presentes en su diócesis. El apéndice de este Vademécum ofrece una breve introducción a los diálogos internacionales y a sus respectivos documentos, que están disponibles en el sitio web del PCPCU.

– Establecer una comisión diocesana o regional de diálogo en la que participen peritos teólogos, laicos y ordenados. Esta comisión podría emprender un estudio conjunto de los documentos de los diálogos internacionales o nacionales o abordar cuestiones de interés local.

– Pedir a la comisión que proponga alguna acción concreta que pueda emprender conjuntamente la diócesis y otra comunidad o comunidades cristianas, sobre la base de los acuerdos ecuménicos que se han alcanzado.

 

5. Recomendaciones prácticas: necesidades pastorales, sacramentos

– Identificar las necesidades pastorales comunes con los otros líderes cristianos.

– Escuchar y aprender de las iniciativas pastorales de otras comunidades cristianas.

– Actuar con generosidad para ayudar a la pastoral de las otras comunidades cristianas.

– Encontrar las familias interconfesionales de la diócesis y escuchar las experiencias.

– Presentar al clero las directrices dadas por el Directorio Ecuménico en relación a compartir la vida sacramental (resumido anteriormente) y las eventuales directrices de la Conferencia Episcopal o Sínodo de las Iglesias católicas orientales al respecto. Ayudar al clero a discernir cuándo se aplican esas condiciones y cuándo sería apropiada la participación en la vida sacramental en casos individuales.

– Si la diócesis o la conferencia episcopal no tienen directrices sobre las disposiciones canónicas para compartir la vida sacramental de forma excepcional, y si considera que tales directrices serían útiles en su contexto, contactar la comisión ecuménica episcopal y buscar asesoramiento sobre la propuesta o preparación de dicho texto.

 

6. Recomendaciones prácticas: el servicio cristiano

– Identificar mediante el diálogo con otros responsables cristianos las áreas donde se requiere el servicio cristiano común.

– Hablar con otros líderes cristianos y con el delegado para el ecumenismo sobre lo que las diversas comunidades cristianas podrían hacer juntas y siguen haciendo de forma separada.

– Animar a los sacerdotes a comprometerse con los otros cristianos en el servicio a la comunidad local.

– Consultar con los católicos y las agencias diocesanas comprometidas en la pastoral social acerca de su eventual cooperación con las otras comunidades cristianas y cómo podría incrementarse.

– Hablar con los otros líderes cristianos sobre sus relaciones con otras tradiciones religiosas presentes en su territorio. ¿Cuáles son las dificultades y qué pueden hacer juntas las comunidades cristianas?

 

 

 

 

El Salvador: Obispos concluyen año jubilar martirial

Eucaristía de Clausura

diciembre 04, 2020 18:22

Iglesia Local

(zenit – 4 dic. 2020).- Los obispos de la Conferencia Episcopal de El Salvador concluyeron con el año jubilar martirial. El obispo de Chalatenango, monseñor Oswaldo Escobar recordó que este año 2020 fue declarado el 20 de enero pasado Año Jubilar Martirial y fue clausurado con una Eucaristía presidida por todos los obispos y celebrada en la catedral de Chalatenango.

El asesinato de las religiosas Ita Ford, Maura Clarke, Dorothy Kazel y Jean Donovan, quienes pertenecían a las congregaciones de las hermanas de Maryknoll y las Ursulinas, se registró hace 40 años (el 2 de diciembre de 1980), en el cantón Santa Cruz Chacastal, del municipio de Santiago Nonualco, en el departamento de La Paz, y el hecho es conocido como “caso de las hermanas Maryknoll”.

“Muchos martirios cumplieron 40 años de acaecidos. 1980 fue un año cruento aquí en El Salvador. Chalatenango, que etimológicamente en lengua indígena significa “valle de aguas y arena” más bien se estuvo convirtiendo en un valle de sangre”, dijo Mons. Escobar.

El prelado expresó a medios locales que “es una tradición en su diócesis recordar a los mártires el día 2 de diciembre” y enumeró algunos nombres de personas que ofrendaron sus vidas y que este año se celebra el 40 aniversario: “monseñor Romero, el padre Spessotto, la masacre del Sumpul, las misioneras de Maryknoll, Ita Ford y Maura Clarke, quienes fueron asesinadas junto con la misionera laica Jean Donovan y la hermana ursulina Dorothy Kazel, miembros del equipo misionero de la Diócesis de Cleveland en El Salvador”.

“En esta celebración se une la sangre de los mártires chalatecos, la sangre derramada de nuestros campesinos, catequistas y celebradores de la palabra con la de las misioneras de Maryknoll, quienes nos recuerdan el apoyo y solidaridad internacional. Paradójicamente el mismo Gobierno que daba las balas para la guerra, con esas mismas balas, desgraciadamente, ellas fueron martirizadas”, sostuvo.

 

La corrupción también genera mártires

Monseñor Escobar, recordando a san Óscar Romero, afirmó que somos una Iglesia, una gran familia de mártires. Y la pandemia ha causado muchas muertes, particularmente en el personal sanitario, no sólo en El Salvador, sino en varios países.

Y esto Dios no lo quiere, “pues lo que se ha dado en muchas ocasiones, afirmó el obispo, es una situación de corrupción galopante. También la corrupción y la falta de transparencia generan mártires (…) y muchos miembros del personal de salud han entregado su vida al servicio del prójimo (…) gente tan buena y sacrificada que han dado su vida por atender a los pacientes del COVID-19”.

 

Una iglesia martirial y misionera

El cardenal Gregorio Rosa Chávez, en su homilía durante la Misa de clausura recordó el legado de la iglesia que forjó el obispo mártir, san Óscar Romero y leyendo el diario del sucesor de Romero, monseñor Rivera y Damas apuntó que “hacemos acción de gracias por lo mejor que tiene la iglesia que son los mártires y esta diócesis de Chalatenango nos ha dado testimonio de iglesia.

Y agregó que la “reserva moral de la iglesia salvadoreña está en la diócesis de Chalatenango por todo lo que han sufrido, por eso tenemos que seguir siendo misioneros, anunciando al Dios con nosotros desde nuestra realidad”.

 

 

 

 

Presentación del nuevo “Vademécum ecuménico”

Síntesis de las intervenciones

diciembre 04, 2020 17:35

Dicasterios
Documentos

(zenit – 4 dic. 2020).- Esta mañana a las 11:30 horas se ha celebrado la presentación del documento “El obispo y la unidad de los cristianos. Vademécum ecuménico” en la Sala de Prensa de la Santa Sede.

Veinticinco años después de la Encíclica Ut unum sint del papa san Juan Pablo II, el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos ha publicado este Vademécum. Se trata de una guía para los obispos para orientarles a la hora de asumir mejor su papel de líderes en la misión ecuménica de la Iglesia Católica y para que, a través de su ministerio, promuevan la unidad de los cristianos.

En la rueda de prensa de presentación del mismo han intervenido: el cardenal Kurt Koch, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos; el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos; el cardenal Luis Antonio G. Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos; y el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación de las Iglesias Orientales.

 

Cardenal Sandri

El cardenal Sandri ha señalado que este Vademécum expone, entre otras cosas, “consejos prácticos que pueden favorecer la experiencia de la vida de comunión entre Oriente y Occidente”.

Para el purpurado, este documento, dirigido principalmente a los pastores de las Iglesias, “es una ulterior afirmación de que ya no es legítimo para nosotros el desconocimiento del Oriente cristiano. No podemos fingir haber olvidado a los hermanos y hermanas de esas venerables Iglesias que junto a nosotros constituyen la familia de los creyentes en el Dios de Jesucristo”.

“El Occidente necesita del Oriente para que sea devuelta a la Iglesia de Cristo y al mundo la plena manifestación de la catolicidad eclesial”, añade.

Asimismo, el compromiso ecuménico de los obispos “es un deber y una obligación, como se desprende claramente del Título 18 del Código de Cánones de las Iglesias Orientales”. Y “es de este compromiso que el Vademécum ofrece indicaciones preciosísimas, sobre todo desde la perspectiva del camino que las Iglesias de Oriente y Occidente deben recorrer juntas en la búsqueda de la unidad”.

De este modo, “las indicaciones doctrinales y pastorales de este Vademécum pueden dar a los hombres y mujeres de hoy una ulterior razón sólida para creer y para esperar la gracia de la comunión plena y visible entre las Iglesias de Oriente y Occidente”.

 

Cardenal Koch

En su intervención, el cardenal Kurt Koch, ha repasado brevemente el propósito, la preparación y el contenido de este nuevo documento del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

El prelado, considera que el obispo “no puede considerar la promoción de la unidad de los cristianos simplemente como una de las muchas tareas de su ministerio, una tarea que podría o debería aplazarse ante otras prioridades, aparentemente más importantes”. El compromiso ecuménico del obispo “no es una dimensión optativa de su ministerio, sino un deber y una obligación”, insiste.

El prefecto ha descrito que el proceso de preparación del Vademécum llevó unos tres años. A lo largo de los mismos, los oficiales del Consejo Pontificio prepararon un primer borrador con el asesoramiento de expertos, y luego lo presentaron durante la sesión plenaria del Dicasterio en 2018.

El nuevo texto, ha indicado, se basa en el documento Unitatis redintegratio del Concilio Vaticano II, la Encíclica Ut unum sint, y dos documentos del Consejo Pontificio: el “Directorio Ecuménico” y “La dimensión ecuménica en la formación de los que se dedican al ministerio pastoral”.

No obstante, no se trataba, “de repetir estos documentos, sino más bien de proponer una breve síntesis, actualizada y enriquecida por los temas tratados en el curso de los últimos pontificados, y adoptando siempre el punto de vista del obispo: una guía que inspirase el desarrollo de la acción ecuménica y que fuera fácil de consultar”.

El purpurado también ha destacado que el Santo Padre aprobó el documento y se refirió a él en su carta del 24 de mayo pasado con motivo del veinticinco aniversario de la encíclica Ut unum sint (1995). “Recordando que ‘el servicio de la unidad es un aspecto esencial de la misión del obispo’, el Papa Francisco ha expresado la esperanza de que el Vademécum sirva de ‘estímulo y guía’ para el ejercicio de las responsabilidades ecuménicas de los obispos”.

 

Cardenal Ouellet

El cardenal Ouellet, por su parte, ha insistido en la idea de que “los obispos son los principales responsables de la unidad de los cristianos no sólo en sus diócesis sino también a nivel universal como miembros del Colegio de los Sucesores de los Apóstoles”.

En esta calidad “son corresponsables con el Papa de la tarea de reconciliación de los cristianos para ofrecer juntos el testimonio de unidad que el Señor espera de sus discípulos (Jn 17, 21)”. De ahí la importancia “de promover en primer lugar la oración por esta intención, especialmente durante la Semana de Oración que se celebra cada año en preparación de la fiesta litúrgica de la conversión de san Pablo”.

Asimismo, a todos los prelados “se les pide que construyan su comunidad local con una actitud positiva, abierta y fraternal hacia las otras confesiones cristianas, cualesquiera que sean las actitudes contrarias que encontremos, y cualesquiera que sean los fracasos que pudieran incitarnos a cejar en el empeño”. Un católico “no se cansa de dar el primer paso hacia el acercamiento, porque la caridad que lo habita lo obliga a perdonar, a compartir y a perseverar en su compromiso”.

 

Cardenal Tagle

En nombre de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (CEP), el cardenal Tagle ha resaltado algunos aspectos del Vademécum “que son relevantes para el trabajo de la CEP”.

En primer lugar, considera que “es bueno que en muchas secciones del vademécum se describa el ministerio de unidad del obispo como un servicio a la identidad y misión de la Iglesia”. En los lugares donde los cristianos son una minoría y donde los cristianos bautizados se están alejando de la Iglesia, “la falta de unidad entre los seguidores de Jesús, manifestada a veces públicamente como animosidad mutua, socava la evangelización y oscurece la persona de Jesús”.

En algunos lugares, explica, “los no cristianos no conocen la distinción entre luteranos, presbiterianos, anglicanos, ortodoxos, católicos y demás. Pero su mala experiencia con un cristiano hiere el rostro de Cristo y de todos los cristianos. Mientras que una buena experiencia con un cristiano lleva a la apertura a Cristo y a la comunidad cristiana”.

En segundo lugar, el cardenal filipino señala que el texto afirma “que el compromiso ecuménico del obispo requiere que sea una persona de diálogo”: “Para nuestro dicasterio, esto es una llamada a explorar más a fondo el diálogo como un modo de evangelización. Dado que la Iglesia local es el sujeto de la evangelización, todos los bautizados, agentes pastorales, educadores, catequistas, religiosos, religiosas y ordenados necesitan formación en el diálogo como modo de evangelización”.

El obispo, continúa, “debe asegurarse de que haya espacios para el diálogo pastoral y misionero en la diócesis. Debe encontrar un mecanismo por el cual la riqueza de la enseñanza de la Iglesia, los acuerdos y las experiencias en el diálogo ecuménico sean compartidos y recibidos por los diferentes sectores de los fieles”.

En tercer y último lugar apuntó que “en la formación de los obispos recién nombrados y en la formación continua de los obispos, tal vez sea necesario incluir seminarios o sesiones prácticas sobre cómo manejar o gestionar las diferencias y los conflictos y cómo promover la sanación de los recuerdos y el perdón”.

Y que “la amistad forjada por los obispos con los líderes y miembros de las comunidades no católicas ayuda a eliminar los prejuicios, pues, “las buenas relaciones que cultivamos ahora serán más tarde los buenos recuerdos que sanarán las heridas del pasado”.

 

 

 

 

Estreno de la película documental ‘Luz y Sal’

El próximo 6 de diciembre

diciembre 04, 2020 18:03

Arte y Cultura

(zenit – 4 dic. 2020).- Bajo la dirección del director mexicano Alejandro Francés, el próximo domingo 6 de diciembre se estrenará en exclusiva para FamFlix, la película documental Luz y Sal, sobre la vida de Don Vicente Martínez.

Don Vicente Martínez fue fundador de la escuela de Pastoral, uno de los movimientos laicales más importantes de México y de muchos países de América.

Se trata de una obra audiovisual que profundiza en la vida y obra de este apóstol de nuestros tiempos, a quien muchos consideran SANTO, quien entregó su vida entera al anuncio del evangelio de nuestro Señor, a través del Equipo Laico al Servicio de la Pastoral, mejor conocida como “Escuela de Pastoral”.

El elenco de actores del film está formado por Miguel Alonso (Don Vicente Martínez), Verónica Gómez (Rosaura, su esposa), Nallib Martínez (Vicente joven), Dany Villegas (Vicente niño) y por miembros de la Escuela de Pastoral.

En el día de hoy, 4 de diciembre, ha tenido lugar la presentación a los medios de comunicación a través de una rueda de prensa. En ella han participado Alejandro Francés (director), Miguel Alonso (protagonista), Gerardo Villegas (productor), y representantes de la Escuela de Pastoral.

 

Estreno en FamFlix

El estreno estará disponible en la web www.famflix.mx o en la app de IOS, Android, Apple TV, Android TV o Chromecast.

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Bioética: Nuevos datos sobre el contagio por COVID-19

Observatorio de Bioética – Universidad Católica de Valencia

diciembre 04, 2020 10:39

Análisis

(zenit – 4 dic. 2020).- A continuación ofrecemos un artículo del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia, en el que Justo Aznar y Julio Tudela hablan de los datos recogidos sobre el contagio de la COVID-19.

***

 

La transmisión aérea del coronavirus en forma de aerosoles, microgotas de menos de 100 micras de tamaño, parece ser la vía fundamental de contagio de la Covid-19, tal como ya hemos documentado previamente desde nuestro Observatorio. El consenso científico al respecto es cada vez mayor, con la escandalosa excepción de la OMS, que, a fecha de hoy, sigue sin recoger en su información oficial, la evidencia de la transmisión por aerosoles como la principal fuente de contagio de la enfermedad.

La falta de agilidad de este organismo para incorporar las evidencias científicas en los protocolos en informes relacionados con la Covid-19 resulta muy preocupante, máxime cuando se supone que sus decisiones y comunicados constituyen un referente para epidemiólogos y organismos reguladores a la hora de establecer criterios de prevención y abordaje de las cadenas de contagio.

Se hace urgente una rectificación de las posiciones mantenidas hasta ahora, que sostienen la transmisión por gotículas, con alcance de hasta 2 metros, junto al contacto, como las vías fundamentales de contagio. Fruto de esta posición, surgen errores incomprensibles en las estrategias de prevención adoptadas por las autoridades, como la limitación al acceso a jardines o parques públicos y la posibilidad de confluencia de grupos de personas en espacios cerrados sin la debida ventilación ni protección individual, como fiestas, banquetes o celebraciones de otro tipo.

La confirmación de la transmisión por aerosoles explica la alta transmisibilidad de este virus y las altas tasas de contagio entre personas que guardan la consabida distancia de seguridad, prácticamente inútil si el virus viaja en microgotas que quedan suspendidas en el aire durante horas, desplazándose mucho más de dos metros. La falsa sensación de seguridad que otorga situarse a 2 metros de otra persona ha propiciado la relajación en la adopción de otras medidas de protección, como el uso de mascarillas eficaces (no todas lo son) para evitar el contagio o la ventilación de los espacios cerrados.

Durante meses hemos contemplado colas de personas en las aceras esperando entrar en un supermercado, manteniendo escrupulosamente los dos metros de seguridad, cuando hoy sabemos que es en los espacios abiertos donde la probabilidad de contagio es menor, porque es allí donde los aerosoles se dispersan con rapidez. Lo mismo puede afirmarse de parques y jardines, que han sido rigurosamente clausurados en muchas ocasiones durante este tiempo para evitar que los niños o adultos pudieran contagiarse por tocar objetos contaminados o ser alcanzados por la gotículas de metro y medio de alcance. Nada más alejado de la evidencia. Son los espacios abiertos los lugares más seguros, y el contagio exclusivo por contacto con superficies contaminadas no ha podido ser demostrado hasta hoy ni en un solo caso en todo el mundo.

Por el contrario, los espacios cerrados con pobre ventilación son los sitios con mayor riesgo de contagio, porque es allí donde un supuesto contagiador va emitiendo sus aerosoles conteniendo el virus, mientras respira, habla, canta o grita. Estos aerosoles se irán concentrando más cuanto más tiempo se permanezca en este espacio cerrado, cuanto más reducido sea su volumen y cuanto menos se renueve su atmósfera. Por tanto, a mayor tamaño de la estancia, a menor tiempo de permanencia, y a mayor renovación del aire, menor riesgo de contagio.

En un reciente artículo publicado en Science, el pasado 23 de octubre, se puntualizan algunos aspectos sobre cómo se difunde el virus y lo poco que aún se sabe sobre ello, especialmente en lo que hace referencia a las diversas rutas de transmisión, al papel que juegan los infectados asintomáticos o presintomáticos y a como se puede transmitir el virus en lugares específicos.

Entre las cosas que en él se comentan, a nuestro juicio, la de mayor de interés es lo que hace referencia a un amplio estudio, que incluye 59.000 casos, realizado en Corea del Sur, en el que se determina que los contagios que se producen en los hogares son seis veces mayores que los que se dan en cualquier otro sitio, pues en ese país los contagios en los hogares suponen el 57% de todos los casos.

Otro aspecto importante a destacar es la existencia de lo que los autores denominan “superdispersión (overdispersion)” en la transmisión del virus. La “superdispersión” indica que hay más variación de la que se creía en la homogeneidad de la transmisión del virus, y que, en los contagios, y esto nos parece importante, un pequeño número de contagiadores son responsables de la mayoría de las infecciones, sugiriéndose que menos del 10% de los contagiadores causan más del 80% de dichas infecciones.

Otro hecho a comentar, es que la “superdispersión” implica que la mayoría de los individuos infectados no son, o son poco contagiadores, por lo que en las pautas que se siguen para evitar o reducir las infecciones habrá que tener en consideración especialmente los dos aspectos referidos: la trasmisión en los hogares y la existencia de personas supercontagiadoras.

En otro trabajo, liderado por un equipo de la Universidad de Stanford, se comenta que los autores han puesto a punto un modelo informatizado para estudiar la propagación del virus en diez ciudades importantes de EEUU. En él, determinan que la mayoría de las infecciones ocurren en lugares cerrados, como pueden ser restaurantes, gimnasios y cafeterías, en los que las personas permanecen durante periodos prolongados de tiempo.

El estudio también afirma que los patrones de movilidad condicionan las tasas de infecciones y así mismo que éstas son mayores en los grupos poblacionales minoritarios y de menos ingresos económicos.

Por tanto, mientras que organismos internacionales de referencia en salud pública como la OMS, se muestren titubeantes a reconocer las evidencias científicas y a lamentar sus numerosos y repetidos errores en la gestión de la información sobre esta pandemia, no llegará información verazmente a la población mundial, lo que dificultará promover medidas preventivas eficaces como son: reunirse con otras personas en espacios abiertos, si es posible, ventilar adecuadamente si se hace en espacios cerrados, usar siempre una mascarilla eficaz, y restar importancia -aunque no pueda excluirse como vía de contagio- al contacto y a la obsesión por la desinfección de superficies, dada la escasa o nula evidencia de contagios por contacto.

 

Julio Tudela (izquierda) y
Justo Aznar (derecha).

Instituto de Ciencias de la Vida
Universidad Católica de Valencia

 

 

 

 

Comisión Vaticana COVID-19: Seminario web sobre “emergencia climática”

“Fe, ciencia y juventud”

diciembre 04, 2020 11:33

Dicasterios

(zenit – 4 dic. 2020).- Con motivo del quinto aniversario del Acuerdo de París sobre el cambio climático (2015), y previo a la Cumbre del Clima de Naciones Unidas (COP26) del próximo 12 de diciembre en Glasgow, Escocia, la Comisión Vaticana COVID-19 ha organizado un seminario online para el 9 de diciembre con el fin de instar a los gobiernos a abordar la “emergencia climática” con más “ambición”.

Tal y como ha informado la comisión del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral (DSDHI), el acto contará con la intervención del cardenal Peter Turkson, prefecto del dicasterio, que hablará sobre la crisis climática a la luz de la fe y las palabras del Papa Francisco, la del profesor John Schellnhuber, fundador del Instituto de Postdam para la Investigación del Impacto Climático, que abordará la significación de los aspectos científicos para líderes mundiales, sociedad civil y empresarios, y la de Hindou Oumarou Ibrahim, coordinador de la AFPAT, que desarrollará el calentamiento global y el papel del activismo juvenil.

El seminario web estará moderado por Sandrine Dixon-Declève y proporcionará una “plataforma para el intercambio de alto nivel sobre la crisis en el contexto de los esfuerzos para construir una recuperación”. Es posible seguir la transmisión en vivo en idioma inglés a través del siguiente enlace.

 

Organizadores del evento

Aparte de la Comisión Vaticana COVID-19, la organización del evento sobre la emergencia climática ha estado en manos del Centro Internacional de Derecho Ambiental Comparado (CIDSE), el Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático, la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE), la Organización Benéfica Católica para el Desarrollo Internacional (CAFOD) y el Instituto de Desarrollo Humano Integral.

 

Sobre la comisión

Según afirma la propia comisión en su web, fue creada el 20 de marzo de 2020 por el DSDHI a petición del Santo Padre, en colaboración con otros dicasterios de la Curia Romana y otros organismos, para “expresar la preocupación y el amor de la Iglesia por la entera familia humana ante la pandemia del COVID-19, sobre todo mediante el análisis y la reflexión respecto a los desafíos socioeconómicos del futuro y la propuesta criterios para afrontarlos”.

Por ello, nace en respuesta a la preocupación del Pontífice, y contempla la actividad de cinco grupos de trabajo con los objetivos de “actuar ahora para el futuro, mirar al futuro con creatividad, comunicar la esperanza, buscar el diálogo y la reflexión común y apoyar para custodiar”.

 

 

 

 

Inmaculada Concepción: Reflexión del P. Antonio Rivero

“Monumento a la misericordia de Dios”

diciembre 04, 2020 10:00

Espiritualidad

Reflexión sobre la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, el próximo martes 8 de diciembre de 2020, escrito por el padre Antonio Rivero L.C y titulado “la Inmaculada Concepción es un monumento a la misericordia de Dios”.

 

COMENTARIO A LA LITURGIA DOMINICAL

Solemnidad de la Inmaculada Concepción

 

Ciclo C

Textos: Gn 3, 9-15.20; Ef 1, 3-6.11-12; Lc 1, 26-38

 

Idea principal: María Inmaculada es un monumento a la misericordia de Dios.

 

Síntesis del mensaje: El Papa Francisco dice: “Esta fiesta litúrgica indica el modo de obrar de Dios desde los albores de nuestra historia. Después del pecado de Adán y Eva, Dios no quiso dejar la humanidad en soledad y a merced del mal.

Por esto pensó y quiso a María santa e inmaculada en el amor (cfr Ef 1,4), para que fuese la Madre del Redentor del hombre. Ante la gravedad del pecado, Dios responde con la plenitud del perdón. La misericordia siempre será más grande que cualquier pecado y nadie podrá poner un límite al amor de Dios que perdona.

En la fiesta de la Inmaculada Concepción tendré la alegría de abrir la Puerta Santa. En esta ocasión será una Puerta de la Misericordia, a través de la cual cualquiera que entrará podrá experimentar el amor de Dios que consuela, que perdona y ofrece esperanza” (Bula, Misericordiae Vultus, n. 3).

 

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, las tres personas divinas derramaron su misericordia sobre esta mujer, de la estirpe humana. Primero, Dios Padre al querer asociarla al misterio de la Encarnación y hacerla Madre de su propio Hijo, escoge una mujer a quien, desde el origen de su existencia, adornó de una santidad esplendorosa.

Segundo, Dios Hijo, al elegir a su propia Madre, debía mostrar para ella el amor del mejor de los hijos, de un hijo que quiere hacer a su madre todo el bien posible, admitiéndola a la participación de sus tesoros y de sus riquezas; por eso desde el primer instante de la concepción la adornó con la más alta pureza y santidad, no borrando una mancha ya contraída sino preservándola de todo pecado.

Y tercero, Dios Espíritu Santo, por su parte, para formar en María al Verbo Encarnado y así elevarla a la dignidad de Esposa suya, requería una creatura que siempre hubiera sido perfectamente santa; no bastando para ello los dones correspondientes a los demás hombres, desde toda la eternidad se decidió llevar a cabo este privilegio que enriquecía a María con todas las gracias inimaginables y la elevaría a una santidad muy superior a la de todos los ángeles y santos juntos: Toda hermosa eres, María, no hay mancha en ti”, canta la Iglesia.

 

En segundo lugar, ¿qué hizo María delante de este plan maravilloso y misericordioso de Dios? María no puso obstáculos a Dios. Al contrario, se puso a disposición de Él, desde la humildad, y dio el consentimiento de su fe al anuncio de su vocación. Aquí María demostró también su gran misericordia para con el género humano.

Y así aparece como la primicia de la salvación, como la estrella de la mañana que anuncia a Cristo, «sol de justicia» (Cf. Mal 3,20), como la primera creatura surgida del poder redentor de Cristo, como aquella que ha sido redimida de modo eminente y misericordioso por Dios en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano.

El plan del Padre que quería enviar a su Hijo a la humanidad exigía, para la mujer destinada a llevarlo en su seno, una perfecta santidad que fuese reflejo de la santidad divina. Ella que no conoció el pecado, está en el centro de esta enemistad entre el demonio y la estirpe humana redimida por Jesucristo, la estirpe de los hijos de Dios.

Ella aparece en medio de esta singular batalla como la aurora que anuncia la victoria definitiva de la luz sobre la obscuridad. Ella va al frente de ese grande peregrinar de la Iglesia hacia la casa del Padre. En medio de las tempestades que por todas partes nos apremian, ella, Madre llena de misericordia, no abandona a los hombres que peregrinan en el claro oscuro de la fe. Ella es signo de segura esperanza y ardiente caridad.

 

Finalmente, ¿a qué nos invita esa solemnidad de la Inmaculada Concepción a nosotros? San Pablo nos responde en la segunda lectura de hoy, escrita a los efesios: el Padre nos ha elegido desde la eternidad en Cristo para ser santos e inmaculados en su presencia en el amor.

Esto requiere de nosotros una lucha ascética, que dura toda nuestra vida, contra el pecado. Sabemos que el pecado original, aunque es cancelado por el bautismo, normalmente deja en el interior del hombre un desorden que tiene que ser superado, deja una propensión hacia el pecado, que tiene que ser vencida con la gracia y con el esfuerzo humano (Cf. Conc. Trid. Decretum De iustificatione cap. 10).

El hombre se da cuenta de que en su interior, por ser creatura herida por el pecado, se combaten dos fuerzas antagónicas: el bien y el mal. No todo aquello que nace espontáneamente en el interior del hombre, es bueno por sí mismo. Se requiere un sano y serio discernimiento de los propios pensamientos e intenciones para elegir, a la luz de Dios y de su palabra, aquello que es bueno y santo. En consecuencia, la vida humana y cristiana se revela como una «lucha» contra el mal (Cf. Gaudium et spes 13,15).

Una lucha en la que Dios está de parte del hombre y en la que el hombre debe elegir libremente la parte de Dios. El cristiano, pues, tiene la misión de entablar este combate contra el pecado en sí mismo, pero al mismo tiempo debe luchar para que los demás no caigan en el pecado. Debe luchar para que la buena noticia de la salvación en Jesucristo llegue a todos los hombres.

El cristiano, así, se encuentra con María, en el centro de esa enemistad entre el demonio y la estirpe humana y su responsabilidad no es pequeña en la historia de la salvación. Con su vida y con su muerte debe dar testimonio de que la salvación está presente en Cristo Jesús, camino, verdad y vida, y que el amor de Dios es más fuerte que todo pecado. Somos colaboradores de la misericordia de Dios, luchando contra el pecado en nuestra vida y en la vida de nuestros hermanos.

 

Para reflexionar: ¿lucho contra el pecado, contra el demonio y sus acechanzas? ¿Vigilo atentamente para rechazar las tentaciones que me ofrece el mundo: el placer desordenado, la avaricia, el desenfreno sexual, las pasiones?

¿Tengo misericordia del mundo ante las amenazas del maligno hoy: la manipulación genética, la corrupción del lenguaje que llega a ser ya guerra semántica, la amenaza de una destrucción total, el eclipse de la razón ante temas fundamentales como son la familia, la defensa de la vida desde su concepción hasta su término natural, el relativismo y el nihilismo que conducen a la pérdida total de los valores?

 

Para rezar: Meditemos en estos versos:

Mirad hoy, resplandeciente,
a la Reina celestial.
Mirad cómo tiembla el mal
y se esconde la serpiente.

Vestida de sol ardiente,
la luna por pedestal
y, cual corona nupcial,
doce estrellas en la frente.

Es la Sierva y la Señora,
la Virgen profetizada,
del Sol naciente la Aurora.

Viene de gracia colmada,
pues su Hijo, en buena hora,
quiso hacerla Inmaculada.

 

Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org

 

 

 

 

Beato Felipe Rinaldi, 5 de diciembre

Gran carisma salesiano

diciembre 04, 2020 09:35

Testimonios

 

“Tercer sucesor de don Bosco, fue un milagro de su fe porque Felipe durante cierto tiempo se resistió a seguir a Cristo. Encarnó admirablemente el carisma salesiano. El beato Felipe Rinaldi fue un apóstol incansable, gran formador e impulsor de nuevas obras”

Un verdadero apóstol desconoce lo que es el desánimo. Guiado por la fe y la oración insistente nunca pierde la esperanza de ver florecer las vocaciones; por eso actúa con arrojo y celeridad movido por la gracia. Este tercer sucesor de Don Bosco, nacido en Lu Monferrato, Alessandría, Italia, el 28 de mayo de 1856, fue un milagro de su fe y celo apostólico.

Se conocieron cuando el beato Felipe Rinaldi tenía 5 años y el fundador de los salesianos pasaba junto a un grupo de muchachos por la localidad. Más tarde, a la edad de 10 años, el joven inició sus estudios en el seminario menor de Mirabello.

Pero no le agradó la forma de vida disciplinada que regía el acontecer de los alumnos, y regresó a su hogar. Se encerró en banda con tal empecinamiento que a partir de entonces fue extremadamente difícil que aceptara cualquier sugerencia y se replantease su decisión.

No lo logró un amigo seminarista, Pablo Albera, ni Don Bosco, que insistió, según se recuerda, como no lo hizo ni antes ni después con otro joven, yendo en persona a verle, escribiéndole, enviándole libros espirituales, y recordándole que tenía las puertas abiertas.

Insensible ante un milagro efectuado en el pueblo por Don Bosco, que fue a buscarle cuando ya tenía 18 años, siguió negándose a reconsiderar la opción del sacerdocio. Era el octavo y penúltimo hijo de los campesinos Cristóbolo Rinaldi y Antonia Brezza, quien oró de manera insistente por su vocación, al punto que Felipe quedó profundamente conmovido por este gesto de su madre; parece que fue lo único que logró tocar su fibra más sensible en esta época.

A los 20 años se hallaba en vías de contraer matrimonio, pero en cuanto Don Bosco supo la noticia, rápidamente acudió a Lu con la esperanza de llevárselo consigo. Esta gracia tan orada por él y por la fiel Antonia se materializó a finales de 1877. Entonces el beato Felipe Rinaldi se integró en el centro dedicado para vocaciones en edades similares a la suya en Sampierdarena, al frente del cual se hallaba Pablo Albera.

Con gran dedicación y sacrificio cursó los estudios que debió haber afrontado en su momento, y en 1880 en San Benito Canavés, donde había realizado el noviciado, emitió los votos, pero todavía sin ánimo de ser sacerdote. Contra su costumbre, porque solía respetar la libertad de los jóvenes, Don Bosco instó a Felipe a iniciar el camino que le llevaría al sacerdocio, y éste le obedeció.

Fue ordenado en diciembre de 1882 en la catedral de Ivrea. Agradecido y dichoso por las bendiciones que recibía al lado del fundador, cuando éste le preguntaba que si era feliz, respondía: “Sí, si estoy con usted, de otra forma no sé qué sería de mí”.

Pocos días antes de producirse el deceso de su santo fundador, el beato Felipe Rinaldi acudió a confesarse con él. Y Don Bosco, ya casi sin fuerzas, antes de absolverle le dijo: “Meditación”, apuntando seguramente a lo que debería tomar como consigna de su misión.

La primera que le encomendaron fue dirigir el centro para vocaciones tardías de Mathi, responsabilidad que le abrumó, pero acogió solícito. Contribuyó al notable incremento de estudiantes que hubo en poco tiempo. Esta fecundidad se haría patente en Sarriá, España, donde Don Rua lo envió en 1899 como superior de la comunidad, y luego en Portugal, de forma que a Felipe se le considera impulsor de la obra salesiana en estos países.

A él se debe el nacimiento del instituto secular de las Voluntarias de Don Bosco, a las que recordaba: “¿Qué tenéis que hacer para tener vida? Ante todo, rezad para sentiros animadas todos los días y llevar la cruz que el Señor os ha asignado; es lo primero que tenéis que hacer. Además, haced bien cada uno de vuestros quehaceres, los propios de vuestro estado, como Dios quiere, en vuestra condición; y esto según el espíritu del Señor y de Don Bosco”.

Fue designado vicario general en 1901, y rector mayor en 1922. Suceder a Don Rua, fallecido inesperadamente, para regir el acontecer de los salesianos, alta misión para la que fue elegido ese año, fue un hecho que le sorprendió y que acogió con sencillez y humildad: “Esta elección es embarazosa tanto para vosotros como para mí. Quizá Nuestro Señor quiere humillar la Congregación o Nuestra Señora quiere mostrar que, con nosotros, es Ella la que está haciéndolo todo. Sin embargo, es algo sumamente embarazoso para mí. Por favor, orad al buen Señor para que yo no destruya lo que Don Bosco y sus sucesores han construido”.

Era un hombre de oración, piadoso, devoto de María Auxiliadora, abierto a las necesidades de su tiempo y fidelísimo al carisma del fundador. Tuvo gran visión y dotes de iniciativa. Extendió notablemente la obra de Don Bosco poniendo en marcha centros formativos dirigidos también a la mujer.

Impulsó los estudios de los jóvenes salesianos, en los que se incluía el estudio de las lenguas para ayuda de la evangelización, y tuteló la vida espiritual de todos de forma magistral. Fundó el Instituto Misionero Salesiano Cagliero en Ivrea, ayudó y acompañó a los Cooperadores, instituyó la federación de alumnos y realizó viajes apostólicos por distintos puntos de Europa. En un momento dado solicitó al papa Pío XI la concesión de “indulgencias por el trabajo santificado”.

Al hablar del beato Felipe Rinaldi frecuentemente se resaltan las palabras del padre Francesia: “Lo único que le falta al Padre Rinaldi es la voz de Don Bosco: tiene todo lo demás”. El 5 de diciembre de 1931 mientras leía la vida de Don Miguel Rúa, falleció en Turín. Fue beatificado por Juan Pablo II el 29 de abril de 1990.