Boletín Diario de Zenit


 

 

Servicio diario - 06 de diciembre de 2020


 

ÁNGELUS
Ángelus: Pedir a Dios la gracia de la conversión
Raquel Anillo
Palabras del Papa antes del Ángelus

ÁNGELUS
Ángelus: Árbol de Navidad y Belén, signos de esperanza
Raquel Anillo
Palabras después del Ángelus

ROMA
Tribunal del Vaticano: Homenaje del Papa al ex presidente, que murió de COVID-19
Anne Kurian-Montabone
El funeral celebrado por el cardenal Parolin

ROMA
Finanzas: La Autoridad de Información del Vaticano asume una misión de seguimiento
Anne Kurian-Montabone
El Papa aprueba los nuevos estatutos

TESTIMONIOS
Santa María Josefa Rosselló, 7 de diciembre
Isabel Orellana Vilches
Apóstol infatigable


 

 

 

Ángelus: Pedir a Dios la gracia de la conversión

Palabras del Papa antes del Ángelus

diciembre 06, 2020 13:20

Angelus

(zenit – 6 dic. 2020).- En el Ángelus de este domingo, 6 de diciembre de 2020, el Papa nos invitó en este tiempo de Adviento a la conversión. Un camino de conversión. ¿Qué significa la palabra “conversión”? “En la Biblia quiere decir, ante todo, cambiar de dirección y orientación; y, por tanto, cambiar nuestra manera de pensar”.

“La conversión implica el dolor de los pecados cometidos, el deseo de liberarse de ellos, el propósito de excluirlos para siempre de la propia vida”.

“No nos podemos convertir con nuestras propias fuerzas”, dijo, y nos invitó a “pedir a Dios que nos convierta”.

A continuación, siguen las palabras de Francisco en el Ángelus, según la traducción oficial ofrecida por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

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Palabras antes del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo (Mc 1,1-8) presenta la figura y la obra de Juan el Bautista, que señaló a sus contemporáneos un itinerario de fe similar al que el Adviento nos propone a nosotros, que nos preparamos para recibir al Señor en Navidad. Este itinerario de fe es un itinerario de conversión. ¿Qué significa la palabra “conversión”? En la Biblia quiere decir, ante todo, cambiar de dirección y orientación; y, por tanto, cambiar nuestra manera de pensar. En la vida moral y espiritual, convertirse significa pasar del mal al bien, del pecado al amor de Dios. Esto es lo que enseñaba el Bautista, que en el desierto de Judea proclamaba “un bautismo de conversión para perdón de los pecados” (v. 4). Recibir el bautismo era un signo externo y visible de la conversión de quienes escuchaban su predicación y decidían hacer penitencia. Ese bautismo tenía lugar con la inmersión en el Jordán, en el agua, pero resultaba inútil, era solamente un signo y resultaba inútil sin la voluntad de arrepentirse y cambiar de vida.

La conversión implica el dolor de los pecados cometidos, el deseo de liberarse de ellos, el propósito de excluirlos para siempre de la propia vida. Para excluir el pecado, hay que rechazar también todo lo que está relacionado con él, las cosas que están ligadas al pecado y, esto es, hay que rechazar la mentalidad mundana, el apego excesivo a las comodidades, el apego excesivo al placer, al bienestar, a las riquezas. El ejemplo de este desapego nos lo ofrece una vez más el Evangelio de hoy en la figura de Juan el Bautista: un hombre austero, que renuncia a lo superfluo y busca lo esencial. Este es el primer aspecto de la conversión: desapego del pecado y de la mundanidad. Comenzar un camino de desapego hacia estas cosas.

El otro aspecto de la conversión es el fin del camino, es decir, la búsqueda de Dios y de su reino. Desapego de las cosas mundanas y búsqueda de Dios y de su reino. El abandono de las comodidades y la mentalidad mundana no es un fin en sí mismo, no es una ascesis solo para hacer penitencia; el cristiano no hace “el faquir”. Es otra cosa. El desapego no es un fin en sí mismo, sino que tiene como objetivo lograr algo más grande, es decir, el reino de Dios, la comunión con Dios, la amistad con Dios. Pero esto no es fácil, porque son muchas las ataduras que nos mantienen cerca del pecado, y no es fácil… La tentación siempre te tira hacia abajo, te abate, y así las ataduras que nos mantienen cercanos al pecado: inconstancia, desánimo, malicia, mal ambiente y malos ejemplos. A veces el impulso que sentimos hacia el Señor es demasiado débil y parece casi como si Dios callara; nos parecen lejanas e irreales sus promesas de consolación, como la imagen del pastor diligente y solícito, que resuena hoy en la lectura de Isaías (cf. Is 40,1.11). Y entonces sentimos la tentación de decir que es imposible convertirse de verdad. ¿Cuántas veces hemos sentido este desánimo? “¡No, no puedo hacerlo! Lo empiezo un poco y luego vuelvo atrás”. Y esto es malo. Pero es posible, es posible. Cuando tengas esa idea de desanimarte, no te quedes ahí, porque son arenas movedizas: son arenas movedizas: las arenas movedizas de una existencia mediocre. La mediocridad es esto. ¿Qué se puede hacer en estos casos, cuando quisieras seguir pero sientes que no puedes? En primer lugar, recordar que la conversión es una gracia: nadie puede convertirse con sus propias fuerzas. Es una gracia que te da el Señor, y que, por tanto, hay que pedir a Dios con fuerza, pedirle a Dios que nos convierta Él, que verdaderamente podamos convertirnos, en la medida en que nos abrimos a la belleza, la bondad, la ternura de Dios. Pensad en la ternura de Dios. Dios no es un padre terrible, un padre malo, no. Es tierno, nos ama tanto, como el Buen Pastor, que busca la última de su rebaño. Es amor, y la conversión es esto: una gracia de Dios. Tú empieza a caminar, porque es Él quien te mueve a caminar, y verás cómo llega. Reza, camina y siempre darás un paso adelante.

Que María Santísima, a quien pasado mañana celebraremos como la Inmaculada Concepción, nos ayude a desprendernos cada vez más del pecado y de la mundanidad, para abrirnos a Dios, a su palabra, a su amor que regenera y salva.

 

 

 

 

Ángelus: Árbol de Navidad y Belén, signos de esperanza

Palabras después del Ángelus

diciembre 06, 2020 16:02

Angelus

(zenit – 6 nov. 2020).-  Después de la oración del Ángelus de este domingo 6 de diciembre de 2020, el Papa ha saludado a los peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro.

“Los signos navideños presentes en muchos hogares, son signos de esperanza”, dijo el Papa después de la oración mariana, “especialmente en este momento difícil”.

A continuación, siguen las palabras de Francisco, según la traducción oficial ofrecida por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

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Palabras después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Saludo cordialmente a todos los presentes —con este mal tiempo, ¡que valientes!—, romanos y peregrinos, y todos los que están conectados a través de los medios de comunicación.

Como se puede ver, el árbol de Navidad se ha colocado en la plaza y el belén está en construcción. En estos días, estos dos signos navideños también se están preparando en muchos hogares, para el deleite de los niños… ¡y también de los adultos! Son signos de esperanza, especialmente en este momento difícil. Tratemos de no quedarnos en el signo, sino que vayamos al significado, es decir, a Jesús, al amor de Dios que Él nos ha revelado, vayamos a la bondad infinita que hizo brillar sobre el mundo. No hay pandemia, no hay crisis que pueda apagar esta luz. Dejemos que entre en nuestros corazones y tendamos la mano a los más necesitados. Así Dios nacerá de nuevo en nosotros y entre nosotros.

Os deseo a todos un buen domingo. Y por favor no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

[Respondiendo a las aclamaciones de la Plaza] ¡Son muy buenos los de la Inmaculada!

 

 

 

 

Tribunal del Vaticano: Homenaje del Papa al ex presidente, que murió de COVID-19

El funeral celebrado por el cardenal Parolin

diciembre 06, 2020 12:40

Roma

(zenit – 6 dic. 2020).- Un hombre de “cultura y de fe”: este es el homenaje del Papa Francisco al ex presidente del Tribunal Vaticano, Giuseppe Dalla Torre Del Tempio di Sanguinetto, fallecido el 3 de diciembre de 2020 a los 77 años, tras haber contraído la COVID-19.

En un telegrama reportado por Vatican News, el Papa saluda a un “fiel colaborador de la Santa Sede”, un hombre “capaz de un luminoso testimonio cristiano” y de una “asidua” dedicación en sus funciones de presidente, y también de rector. de la Universidad Libera Santa Maria Assunta (Lumsa) en Roma. El Papa asegura a la familia del fallecido, a su esposa Nicoletta y a su hija Paola, su “cercanía espiritual”.

El funeral fue celebrado el 5 de diciembre en la basílica de San Pedro, por el cardenal secretario de Estado Pietro Parolin, quien saludó a “un hombre bueno, humilde y sabio”, “verdadero discípulo de Jesús”, “incansable mensajero de los valores espirituales, morales y humanos de su Evangelio”.

Giuseppe Dalla Torre, recordó en su homilía, se dedicó a animar a los jóvenes a “buscar la verdad, la belleza y el bien, es decir, el amor por las cosas ‘de arriba’”. Dotado de una “inteligencia brillante” y de un “rigor científico”, vivió una fe “profunda y sincera” en la persona de Jesús.

El magistrado fue reemplazado en sus funciones en el Tribunal Vaticano en octubre de 2019.

 

Traducido por Raquel Anillo

 

 

 

 

Finanzas: La Autoridad de Información del Vaticano asume una misión de seguimiento

El Papa aprueba los nuevos estatutos

diciembre 06, 2020 11:36

Roma

(zenit – 6 dic. 2020).- Las etapas se suceden en la reforma del Vaticano hacia una mayor transparencia y un mejor control de los asuntos económicos y financieros: la Autoridad de Información Financiera (AIF) ahora cambia sus estatutos y se convierte en la “Autoridad de Información y Supervisión Financiera” (ASIF).

Esta revisión se adapta a los mandatos de la estructura creada por Benedicto XVI en 2010, que además de la lucha contra el reciclaje y la financiación del terrorismo, ejerce desde el 2013 una vigilancia del Instituto para las Obras de Religión (IOR, conocida como “Banco del Vaticano”).

Además de su nuevo nombre, el Papa Francisco aprueba sus nuevos estatutos en un quirógrafo firmado el 5 de diciembre de 2020: estos prevén en particular una redistribución de roles entre la presidencia de la ASIF y su gestión, así como el establecimiento de una nueva unidad. dedicada a “Regulaciones y Asuntos Legales”.

En una entrevista con los medios vaticanos, el presidente de la ASIF, Carmelo Barbagallo, explica que esta oficina se ocupará de “todas las cuestiones de carácter legal”. Las actividades de la estructura se dividirán en lo sucesivo en tres unidades: “Supervisión”, “Regulaciones y Asuntos Legales” e “Información Financiera”.

Esta reforma, agrega, subraya “las funciones de supervisión regulatoria y prudencial” de la estructura de los órganos vaticanos que prestan servicios financieros.

Los nuevos estatutos destacan “el papel proactivo del presidente en la configuración de la estrategia de ASIF” y refuerzan “su responsabilidad de supervisión”. También consolidan el rol de dirección, integrado por un director y un vicedirector, con el fin de “garantizar la eficiencia operativa de la Autoridad”.

Finalmente, los procedimientos de contratación serán sometidos a la “Comisión de Evaluación Independiente para la contratación de personal laico en la Sede Apostólica” (CIVA). Esto último, precisa Carmelo Barbagallo, garantiza “una selección más amplia de candidatos y un mejor control en las decisiones de contratación, evitando arbitrariedades”.

El Papa Francisco ya había reforzado el mandato de la Autoridad en 2013, antes de establecer en 2014 el Consejo de Economía,la Secretaría de Economía y la Oficina de Control General.

 

Traducido por Raquel Anillo

 

 

 

 

Santa María Josefa Rosselló, 7 de diciembre

Apóstol infatigable

diciembre 06, 2020 09:00

Testimonios

 

“Esta fundadora fue un apóstol infatigable, una maestra de la misericordia y de la ternura. Santa María Josefa Roselló luchó por su vocación y venció toda contrariedad. Emprendió grandes obras, entre otras un seminario para fomento de vocaciones al sacerdocio”

La vida santa muestra a cada paso que la llamada a la vocación es una invitación divina cuya respuesta tiene carácter irreversible, a pesar de los contratiempos y dificultades que se presenten. El amor, tanto el humano como el divino, cuando está fuertemente afianzado no hay quien lo derroque.

Santa María Josefa Roselló, que no tuvo una fácil existencia, perseveró en su religioso empeño alimentando sin descanso su más alto ideal: alcanzar la unión plena con la Santísima Trinidad. Dócil a la voluntad divina, a su tiempo halló el camino que debía seguir.

Era la cuarta de diez hermanos, y nació en la localidad italiana de Albisola Marina, Savona, el 27 de mayo de 1811. Sus padres, humildes alfareros, no disponían de recursos económicos y fueron sacando adelante a sus hijos en medio de múltiples carencias, sin descuidar la fe. Benita, nombre que dieron a la futura santa, era una niña despierta, con empuje, buena trabajadora.

De ahí que la madre se apoyase en ella para cuidar al resto de los hijos que iban llegando. Cristo y la Virgen María eran el sostén de la muchacha que ya en su juventud se afilió a la Orden Terciaria Franciscana. En ese tiempo, el anhelo de ser santa latía en lo más íntimo de su ser, pensaba consagrar su vida, pero la escasez económica de la familia le imponía la responsabilidad de ayudarles.

Durante siete años sirvió en el hogar de los Monleone, una acomodada familia de Savona, atendiendo a un paralítico con tanta delicadeza y abnegación que se ganó el cariño y la confianza de todos. Al enviudar la señora Monleone le abrió su corazón haciéndole saber que si permanecía junto a ella heredaría su fortuna.

Pero como Benita tenía otras inquietudes, rehusó la oferta y acudió al Instituto de las Hijas de Nuestra Señora de las Nieves con la idea de compartir su vida con ellas, sabiendo que su carisma era la atención a los pobres por los que sentía dilección.

Pero santa María Josefa Roselló no poseía la dote requerida y la rechazaron. Fue una respuesta dolorosa para ella que anhelaba la oración y el silencio, aunque su confesor, que conocía su creatividad y dotes de iniciativa, consideraba que su futuro debía ser otro.

En años sucesivos se añadieron nuevos sufrimientos a su vida: perdió a sus padres, a un hermano y a una hermana. Con estas circunstancias, el sostenimiento de su familia fue mucho más acuciante para ella superando con creces la preocupación que tuvo por este motivo en vida de sus progenitores. Sus proyectos quedaron maniatados hasta los 27 años.

A esta edad supo que la intención del prelado Agustín de Marí era impulsar una acción apostólica para ayudar a jóvenes pobres librándolas de una vida disoluta, y se ofreció para ayudarle. Junto a tres de ellas dispuestas a vincularse a esta labor en la casa que les proporcionó el obispo, en 1837 fundó la Congregación de las Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia, que también tenía entre sus prioridades la asistencia a los enfermos. Uno de los dictámenes que estableció fue erradicar la dote como requisito para ingresar en ella.

Profesó en octubre de ese año y tomó el nombre de María Josefa. Desempeñó las misiones de maestra de novicias, vicaria y ecónoma. En 1839 fue elegida superiora general de forma unánime, cargo que ostentó cerca de cuarenta años, un periodo de gran fecundidad para el Instituto que comenzó a expandirse.

En 1856 añadió a sus fines el rescate de esclavos africanos, y con la ayuda de dos sacerdotes, que compraban o “robaban” a muchachas negras, pudieron auxiliar a muchas de las que habían llevado vida descarriada, educándolas e insertándolas en la sociedad.

En 1869, santa María Josefa Roselló abordó una delicada misión creando un seminario para fomento de vocaciones al sacerdocio, dedicado a aspirantes pobres, fundación que le acarreó numerosos sinsabores. Fue pionera en el establecimiento de escuelas populares gratuitas.

Otra de las obras que forjó, y que se materializó tras su muerte, fue la Casa de las Penitentes para jóvenes que habían caído en las redes de la prostitución. En 1875 envió un nutrido grupo de religiosas a fundar Argentina. Mientras, seguía abriendo casas en Italia.

El lema que transmitió a sus hijas, fue: “Tu corazón a Dios y tus manos al trabajo”. Tenía claro que la santidad se alcanza realizando “exactamente” los “deberes diarios”. Y en ella, estos “deberes”, además de atender su alta misión, fueron las tareas domésticas: lavar, barrer, etc., y cuidar enfermos atendiendo especialmente a los que padecían enfermedades desagradables.

Siempre confió en la Providencia y encomendó lo que hacía a la Virgen María y a san José. Con inquebrantable fe encaró las dificultades económicas solventadas con la copiosa herencia que le dejó al morir la señora Monleone, legado que le permitió abrir otras nuevas fundaciones.

Los últimos años de su vida, llena de enfermedades se enfrentó a los escrúpulos que le sobrevinieron infundiéndole el temor de su condena. Se dijo: “Amemos a Jesús. Lo más importante es amar a Dios y salvar el alma”. Murió el 7 de diciembre de 1880. Pío XII la canonizó el 12 de junio de 1949.