Boletín Diario de Zenit


 

 

Servicio diario - 27 de diciembre de 2020


 

ÁNGELUS
Ángelus: El Papa convoca un año especial dedicado a la familia
Raquel Anillo
Palabras antes del Ángelus

ÁNGELUS
Ángelus: El Papa Francisco expresa su cercanía a las familias en dificultad
Raquel Anillo
Palabras después del Ángelus

PAPA FRANCISCO
A los jóvenes de Taizé: “Desarrollar una cultura de encuentro y fraternidad”
Redacción zenit
“tener esperanza en los buenos y malos tiempos”

ESPIRITUALIDAD
Sagrada Familia: Reflexión de monseñor Enrique Díaz
Enrique Díaz Díaz
“Hijo de familia”

TESTIMONIOS
Santa Catalina (Caterina) Volpicelli, 28 de diciembre
Isabel Orellana Vilches
Amor a Jesús Sacramentado


 

 

 

Ángelus: El Papa convoca un año especial dedicado a la familia

A partir del 19 de marzo

diciembre 27, 2020 13:02

Angelus

(zenit – 27 dic. 2020).- El Papa Francisco promulga un Año de la Familia, un año de reflexión sobre “Amoris laetitia” (19 de marzo de 2021 – 26 de junio de 2022), para ayudar a las familias cristianas a convertirse en “levadura de una nueva humanidad y de solidaridad concreta y universal”.

El Santo Padre anunció la noticia antes de la oración del Ángelus de este domingo de la Sagrada Familia, 27 de diciembre de 2020, desde la biblioteca privada del Palacio Apostólico Vaticano.

Francisco recordó las “tres palabras” necesarias para que una familia permanezca unida e instó a no terminar el día sin “hacer las paces” cuando hemos tenido una discusión.

AB

 

A continuación, siguen las palabras de Francisco, según la traducción oficial ofrecida por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

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Palabras antes del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Pocos días después de la Navidad, la liturgia nos invita a contemplar a la Sagrada Familia de Jesús, María y José. Es hermoso pensar en el hecho de que el Hijo de Dios ha querido tener, como todos los niños, la necesidad del calor de una familia. Precisamente por esto, porque es la familia de Jesús, la de Nazaret es la familia-modelo, en la que todas las familias del mundo pueden hallar su sólido punto de referencia y una firme inspiración. En Nazaret brotó la primavera de la vida humana del Hijo de Dios, en el instante en que fue concebido por obra del Espíritu Santo en el seno virginal de María. Entre las paredes acogedoras de la casa de Nazaret se desarrolló en un ambiente de alegría la infancia de Jesús, rodeado de la solicitud maternal de María y los cuidados de José, en el que Jesús pudo ver la ternura de Dios (cf. Carta apost. Patris corde, 2).

A imitación de la Sagrada Familia, estamos llamados a redescubrir el valor educativo del núcleo familiar, que debe fundamentarse en el amor que siempre regenera las relaciones abriendo horizontes de esperanza. En la familia se podrá experimentar una comunión sincera cuando sea una casa de oración, cuando los afectos sean serios, profundos, puros, cuando el perdón prevalezca sobre las discordias, cuando la dureza cotidiana del vivir sea suavizada por la ternura mutua y por la serena adhesión a la voluntad de Dios. De esta manera, la familia se abre a la alegría que Dios da a todos aquellos que saben dar con alegría. Al mismo tiempo, halla la energía espiritual para abrirse al exterior, a los demás, al servicio de sus hermanos, a la colaboración para la construcción de un mundo siempre nuevo y mejor; capaz, por tanto, de ser portadora de estímulos positivos; la familia evangeliza con el ejemplo de vida. Es cierto, en cada familia hay problemas, y a veces también se discute. “Padre, me he peleado…”; somos humanos, somos débiles, y todos tenemos a veces este hecho de que peleamos en la familia. Os diré una cosa: si nos peleamos en familia, que no termine el día sin hacer las paces. “Sí, he discutido”, pero antes de que termine el día, haz las paces. Y sabes ¿por qué? Porque la guerra fría del día siguiente es muy peligrosa. No ayuda. Y luego, en la familia hay tres palabras, tres palabras que hay que custodiar siempre: “Permiso”, “gracias”, “perdón”. “Permiso”, para no entrometerse en la vida de los demás. Permiso: ¿puedo hacer algo? ¿Te parece bien que haga esto? Permiso. Siempre, no ser entrometidos. Permiso, la primera palabra. “Gracias”: tantas ayudas, tantos servicios que nos hacemos en la familia: dar siempre las gracias. La gratitud es la sangre del alma noble. “Gracias”. Y luego, la más difícil de decir: “Perdón”. Porque siempre hacemos cosas malas y m”chas veces alguien se siente ofendido por esto: “Perdóname”, “perdóname”. No olvidéis las tres palabras: “permiso”, “gracias”, “perdón”. Si en una familia, en el ambiente familiar hay estas tres palabras, la familia está bien.

Al ejemplo de evangelizar con la familia nos invita precisamente la fiesta de hoy volviéndonos a presentar el ideal del amor conyugal y familiar, tal y como quedó subrayado en la Exhortación apostólica Amoris laetitia, cuyo quinto aniversario de promulgación tendrá lugar el próximo 19 de marzo. Y habrá un año de reflexión sobre la Amoris laetitia y será una oportunidad para profundizar en los contenidos del documento [19 de marzo 2021-junio 2022].

Estas reflexiones se pondrán a disposición de las comunidades eclesiales y de las familias, para acompañarlos en su camino. A partir de ahora invito a todos a sumarse a las iniciativas que se impulsarán durante el Año y que serán coordinadas por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. Encomendamos este camino con las familias de todo el mundo a la Sagrada Familia de Nazaret, en particular a San José, esposo y padre solícito.

Que la Virgen María, a la que ahora nos dirigimos con la oración del Ángelus, obtenga a las familias de todo el mundo sentirse cada vez más fascinadas por el ideal evangélico de la Sagrada Familia, de modo que se conviertan en levadura de nueva humanidad y de una solidaridad concreta y universal.

 

 

 

 

 

Ángelus: El Papa Francisco expresa su cercanía a las familias en dificultad

Palabras después del Ángelus

diciembre 27, 2020 15:32

Angelus

(zenit – 27 dic. 2020).- El Papa Francisco ha manifestado su cercanía a las familias que han perdido seres queridos por la pandemia, y a las familias del personal médico, tras la oración del Ángelus de este domingo 27 de diciembre de 2020, desde la biblioteca del Palacio Apostólico Vaticano

A continuación, siguen las palabras de Francisco, según la traducción oficial ofrecida por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

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Palabras después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Os saludo a todos vosotros, familias, grupos y fieles, que seguís la oración del Ángelus a través de los medios de comunicación social. Mi pensamiento va en particular a las familias que en estos meses han perdido a un familiar o han sido puestas a dura prueba por las consecuencias de la pandemia. Pienso también en los médicos, los enfermeros y todo el personal sanitario cuyo gran compromiso en primera línea en la lucha contra la propagación del virus ha tenido repercusiones significativas sobre su vida familiar.

Hoy encomiendo al Señor todas las familias, especialmente las más probadas por las dificultades de la vida y por las heridas del malentendido y la división. Que el Señor, nacido en Belén, les conceda a todas la serenidad y la fuerza para caminar unidas por el camino del bien.

Y no olvidéis estas tres palabras que ayudarán tanto a vivir la unidad en la familia: “permiso” —para no ser entrometidos, respetar a los demás—, “gracias” —agradecernos mutuamente en la familia— y “perdón” cuando hacemos algo malo. Y este “perdón” —o cuando se discute— por favor decirlo antes de que termine el día: hacer las paces antes de que termine el día.

Os deseo a todos un feliz domingo y por favor no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

 

 

 

 

A los jóvenes de Taizé: “Desarrollar una cultura de encuentro y fraternidad”

“tener esperanza en los buenos y malos tiempos”

diciembre 27, 2020 11:52

Papa Francisco

(zenit – 27 dic. 2020).- “Que a lo largo de este año continuéis desarrollando una cultura de encuentro y fraternidad y caminéis juntos hacia este horizonte de esperanza desvelado por la resurrección de Cristo”: este es el mensaje dirigido por el El Papa Francisco a los jóvenes participantes en el encuentro de Taizé.

El Papa Francisco publicó, el 26 de diciembre de 2020, en francés, un mensaje a los jóvenes participantes en el 43 ° encuentro europeo acogido por la comunidad de Taizé (Francia).

Este encuentro se lleva a cabo del 27 de diciembre de 2020 al 1 de enero de 2021 sobre el tema: “tener esperanza en los buenos y malos tiempos”. La reunión se llevará a cabo en línea este año debido a la pandemia. Pero “al mismo tiempo, está extendiendo este encuentro a los jóvenes de todos los continentes”, observó el mensaje.

De hecho, la reunión europea de Turín se ha pospuesto un año. Por ello, se invita a los jóvenes de entre 18 y 30 años a participar en una etapa sin precedentes de la “Peregrinación de la confianza en la tierra” en Taizé.

Por primera vez, el encuentro europeo de jóvenes tiene lugar en Taizé y en todo el mundo en línea.

Se ofrece un programa en línea para los jóvenes de todas partes del mundo que deseen participar en esta iniciativa, individualmente o en grupo. El comprende:

  • Oraciones comunes al mediodía y por la noche
  • Reflexión bíblica y pequeños grupos para compartir
  • Varios talleres de reflexión cada tarde
  • Vigilia de oración por la paz en la tarde del 31 de diciembre

Hay dos formas diferentes de participar en esta reunión. Los detalles y procedimientos de registro se pueden encontrar en esta página

AB

 

Mensaje del Papa Francisco, comunicado por el Card. Parolin

Queridos jóvenes

Desde hace más de cuarenta años, la comunidad de Taizé prepara cada año un encuentro europeo en una ciudad importante del continente y han participado varias generaciones de jóvenes. El Papa Francisco está feliz, una vez más este año, de unirse a ustedes en pensamiento y oración. La situación sanitaria que no permite, esta vez, semejante encuentro, ha mostrado creatividad e imaginación: aunque dispersos, están conectados de una manera sin precedentes gracias a los nuevos medios de comunicación. Y al mismo tiempo, está extendiendo este encuentro a los jóvenes de todos los continentes. Que estos días en los que rezáis juntos y os apoyáis mutuamente en la fe y la confianza os ayuden a “tener esperanza en los buenos y malos tiempos” como subraya el tema del mensaje que os acompañará a lo largo del año 2021.

El mismo hecho de “encontraros”, aunque excepcionalmente lo hagáis de forma virtual, ya os pone en el camino de la esperanza. Como reiteró el Santo Padre en su encíclica Fratelli tutti , “nadie puede afrontar la vida en aislamiento. Necesitamos una comunidad que nos apoye, nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia adelante”( n. 8 ). No seas de los que siembran la desesperación y suscitan una desconfianza constante, eso sería neutralizar la fuerza de la esperanza que nos ofrece el Espíritu de Cristo Resucitado. Al contrario, déjate habitar por esta esperanza, te dará el valor para seguir a Cristo y trabajar juntos con y por los más desfavorecidos, en particular aquellos que tienen dificultades para afrontar las dificultades del momento presente. “La esperanza es atrevida, sabe mirar más allá de la comodidad personal, las pequeñas seguridades y las compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y más digna. ¡Caminemos con esperanza!” ( Fratelli tutti, n. 55). Que a lo largo de este año sigan desarrollando una cultura de encuentro y fraternidad y caminar juntos hacia este horizonte de esperanza desvelado por la resurrección de Cristo.

El Santo Padre bendice a todos y cada uno de vosotros, queridos jóvenes, también bendice a los hermanos de la comunidad de Taizé, así como a vuestras familias y a todos aquellos que en todo el mundo participan con la comunidad de Taizé en este encuentro internacional.

+ Cardenal Pietro Parolin
Secretario de Estado de Su Santidad

 

Copyright – Librería Editorial del Vaticano

Traducido por Raquel Anillo

 

 

 

 

Sagrada Familia: Reflexión de monseñor Enrique Díaz

“Hijo de familia”

diciembre 27, 2020 09:00

Espiritualidad

(zenit – 27 dic. 2020).- Monseñor Enrique Díaz Díaz comparte con los lectores de zenit su reflexión “Hijo de familia” sobre los textos del 27 de diciembre de 2020, día de la Sagrada Familia de Nazaret.

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La Sagrada Familia

Génesis 15, 1-6; 21, 1-3: “Tu heredero saldrá de tus entrañas”

Salmo 104: “El Señor nunca olvida sus promesas”

Hebreos 11, 8. 11-12. 17-19: “La fe de Abraham, de Sara y de Isaac”

San Lucas 2, 22-40: “El Niño iba creciendo y se llenaba de sabiduría”

 

La pandemia nos ha obligado a regresar “al hogar”, al seno de la familia, con todas las riquezas y también con todas las dificultades. Hemos escuchado en los últimos días acontecimientos terribles ocurridos en el seno de la familia: violaciones, violencia, maltrato y hasta homicidios tristemente célebres a nivel nacional e internacional.

Las estadísticas de la violencia familiar aparecen cada día en los noticieros y a todos nos indignan, pero ahí están. Nos vemos sumergidos en una ola de engaños, de narco, de drogas y alcohol, de miedos e inseguridades y quisiéramos refugiarnos en el cálido ambiente familiar. ¿Cálido? Sería el ideal y un sueño pero las estadísticas parecen contradecir nuestras esperanzas.

La familia se ve cada día sacudida por los numerosos ataques, directos o indirectos, propiciados por una cultura que parece buscar una nueva forma de convivencia y dejar a un lado la tradicional familia mexicana.

El alto número de divorcios, madres solteras, adolescentes embarazadas, violaciones y abusos, nuevas formas de parejas, parecen contradecir nuestros anhelos de familia. La violencia intrafamiliar, el abuso de los infantes, los abortos y eutanasias, los golpes e insultos, minan la dignidad de toda persona.

Es triste comprobar que el ochenta por ciento de las violaciones y del maltrato a infantes se da en el ámbito de los familiares más cercanos o quienes a ellos se asemejan. ¿A dónde va la familia? Innumerables mujeres de toda condición no son valoradas y quedan con frecuencia solas frente a la educación de los hijos.

Son sometidas a muchas formas de exclusión y de violencia donde impera tanto el machismo como la opresión y la ganancia. Así se han evidenciado dos realidades: nuestro mejor refugio es la familia pero donde ha habido más dolor es también en la familia.

San Lucas nos permite hoy descubrir los grandes valores que encierra la familia de Jesús. En un solo acontecimiento nos da grandes enseñanzas: se acercan, conforme a la costumbre y tradición judía, a la “presentación”; van padre y madre, los dos unidos, a ofrecer su Niño al Señor.

Juntos reciben las alabanzas y también los retos y compromisos que en su tarea como padres de Jesús tendrán que afrontar; sienten el ambiente acogedor de dos ancianos que, movidos por el Espíritu, los confortan y animan en su misión y se cierra la narración con una escena sencilla que presenta el ideal de toda familia: “El Niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con Él”.

Sí, ése es el ideal de toda familia: que haya una pareja que camine y eduque juntos, que cada niño tenga la seguridad de su alimento y un ambiente sano para poder crecer; que cada niño tenga una escuela digna y segura para llenarse de sabiduría.

Que cada niño pueda ver en el amor conyugal de sus padres un reflejo del amor creador de Dios; que cada miembro de la familia se sienta respetado, querido y valorado dentro de ella porque ahí es donde se fortalece, se refugia y encuentra su paz. Es el ideal de la familia. ¿En qué se parecen nuestras familias a este ideal?

¿Qué hizo Jesús treinta años encerrado en Nazareth? Vivió como un “hijo de familia”, aprendiendo, orando, trabajando, viviendo en comunión con José y María. Hoy urge redescubrir el origen, el valor y el sentido de la familia, reflexionar sobre su ser y su quehacer para responder a la nueva problemática que nos aqueja.

La familia debe vivir plenamente su vocación y misión tanto en la Iglesia como en la sociedad: es básica en el nacimiento, crecimiento, desarrollo y maduración de toda persona. No es añoranza de las antiguas y prolíficas familias de antaño, como si todo tiempo pasado fuera mejor.

Pero sí es el reclamo urgente de que las familias actuales, a pesar de la dispersión y de los trabajos de los padres, a pesar de las distancias y los problemas, se tienen que convertir en verdaderos “hogares”.

La familia será el lugar privilegiado donde podamos experimentar el amor de Dios, donde se aprendan los valores que sostendrán al individuo, donde se mama la verdad y el amor a la justicia, donde se aprenden las verdaderas relaciones de hermanos y de amistad.

Difícil el reto, pero también es el único camino para fortalecer la dignidad y la formación de la persona. Si encontramos inspiración y modelo en la Familia de Nazaret, nuestras familias podrán vivir los valores humanos y cristianos para consolidar una experiencia de amor, fundamento de una sociedad más humana.

Los modelos caducos de familia tradicionalista, machista, encerrada, han quedado en el pasado. Con frecuencia se ha dicho que ahora se tiene que vivir una nueva forma familiar y será cierto si esta forma incluye el amor, la fidelidad y el respeto, si sabe inculcar los valores de la verdad y de la justicia, si puede hacer sentir amado y comprendido a cada uno de sus miembros.

Nos quejamos del mundo exterior que influye en la familia, pero también influye en gran medida la responsabilidad y compromiso de cada uno de sus miembros. Hoy nos llegan dos retos muy fuertes: el exterior, que consiste en luchar por la dignidad y el respeto de cada familia, su derecho a una vivienda y alimentación digna, responder a sus necesidades más básicas, buscar oportunidades de educación, escuela y trabajo.

Pero también enfrentamos un reto al interior de la familia donde cada uno de sus miembros se comprometa a construir y a hacer de cada hogar un ambiente cálido lleno de amor que favorezca el crecimiento de las personas, donde se respire el amor de Dios.

Creemos que la familia es imagen de Dios que en su misterio más íntimo no es soledad, sino comunidad; su modelo, motivación y último destino ¿Cómo están viviendo nuestras familias? ¿A dónde vamos? ¿Qué podemos hacer y a qué nos comprometemos en la familia? ¿Cuántas víctimas inocentes seguirán sufriendo a causa de nuestros egoísmos e incomprensiones?

Dios, trino y uno, fuente de todo amor, cuida nuestras familias. Concédenos que hagamos de cada casa un hogar lleno de amor, diálogo y esperanza. Amén.

 

 

 

 

Santa Catalina (Caterina) Volpicelli, 28 de diciembre

Amor a Jesús Sacramentado

diciembre 27, 2020 09:00

Testimonios

 

“Esta fundadora de las Esclavas del Sagrado Corazón tenía un amor inmenso a Jesús Sacramentado. Es el sello que ostentan sus numerosas obras. Santa Catalina (Caterina) Volpicelli fue impulsora del primer Congreso Eucarístico Nacional en Nápoles”

Hoy festividad de los Santos Inocentes, la Iglesia celebra también la vida de santa Catalina. “Ser de Cristo, para llevar a Cristo”, fueron las palabras pronunciadas por Benedicto XVI en el transcurso de la homilía el día que fue canonizada por él, sintetizando lo esencial de la vida de esta santa fundadora de las Esclavas del Sagrado Corazón.

Nació en Nápoles, Italia, el 21 de enero de 1839 en el seno de una familia aristocrática. Hasta su adolescencia nada hacía presagiar que su destino fuera ser fundadora y que alcanzaría la santidad. Había recibido una educación esmerada en consonancia con su posición social, y no ocultó su dilección por las fugaces seducciones de una vida acomodada que la envolvía en ciertos oropeles.

En el Colegio Real de San Marcelino había tenido el privilegio de ser formada por la que sería cofundadora de las Hermanas Franciscanas Elisabettiane Bigie, Margarita Salatino. Dominaba varios idiomas y se ejercitó en la música, completando el estudio de las letras.

Las vanidades y anhelos de poseer un brillo más fulgurante que el de su hermana desaparecieron súbitamente al recibir respuesta a su frecuente pregunta: “Señor, ¿qué quieres que haga?”, que formulaba ante el “Ecce Homo” instalado en su casa. La urgencia divina se manifestaba sobre ella protegiéndola y rescatándola de lo efímero, al tiempo que la predisponía a emprender un nuevo camino.

Tenía 15 años cuando santa Catalina (Caterina) Volpicelli conoció a san Ludovico de Casoria, y él le sugirió que acudiera a la Orden Franciscana Seglar, infundiéndole singular amor al Sagrado Corazón de Jesús, una devoción que mantuvo viva hasta que exhaló el último suspiro.

El beato le decía. “Caterina, el mundo te atrae, pero Dios vence […]. Llegará un día en el que cerrarás todos los libros y Jesús te abrirá su corazón donde la primera página, la segunda y las demás no dirán otra cosa que Amor… Amor… Amor”.

Estaba convencido de que la joven podía hacer inmenso bien. Además, su privilegiado estatus social le permitiría convertirse en “pescadora de almas”. Y no erró en su juicio. Oración, mortificación, lectura del evangelio y obras de místicos, fueron el alimento de la santa.

En 1859 por influjo de su confesor, padre Leonardo Matera, ingresó en las Adoradoras perpetuas de Jesús Sacramentado. Pero no era su destino permanecer junto a ellas. Graves problemas de salud se interpusieron en el camino, y tuvo que dejar esta vía.

El vaticinio del padre Ludovico que le había dicho: “El Corazón de Jesús, oh Catalina, ¡ésta es tu obra!”, se abría paso en su acontecer. Su confesor puso en sus manos la hoja “Le Messager du Coeur de Jesús” editada por el Apostolado de la Oración, y Catalina no se lo pensó dos veces.

Dirigió una carta al padre Enrique Ramière, máximo responsable de este movimiento en Francia, y éste le entregó el diploma de celadora al tiempo que le proporcionaba la información que solicitó.

La espiritualidad subyacente al apostolado fue el germen de la fundación que la santa impulsó en Nápoles. En el estío de 1867 el padre Ramière visitó la que sería sede de las actividades apostólicas, Largo Petrone en La Salud.

El objetivo de la obra que estaba a punto de fundar sería adorar a Cristo Sacramentado con el anhelo de transmitir la noticia de su inmenso amor a todos, con especial dilección por los que sufren.

El cardenal de Nápoles, siervo de Dios Sforza, que vio en el movimiento una novedad dentro de una época de intensa convulsión social, política y eclesial, aprobó el naciente Instituto de Esclavas del Sagrado Corazón que santa Catalina (Caterina) Volpicelli había puesto en marcha junto a doce mujeres en 1874.

Los primeros momentos fueron difíciles. Hubo incomprensiones por parte de miembros de la Iglesia, y la fundación fue vista con recelos por la masonería que pensaba que las religiosas atentaban contra sus intereses. Ignoraban que el único afán de Catalina y de sus hermanas era llevar el amor del Corazón de Cristo por doquier.

Incansable apóstol, rebosante de caridad hacia su prójimo, creó la Asociación de las Hijas de María, un asilo para huérfanas, y una biblioteca de carácter circulante, vehículo que facilitaría a cualquier interesado su acceso a la cultura.

En 1884 durante la epidemia de cólera se volcó en los damnificados. Ese año fue consagrado el santuario dedicado al Sagrado Corazón de Jesús mandado erigir por Catalina para la adoración reparadora solicitada por el Papa; un instrumento apostólico para difusión del evangelio y de ayuda a la Iglesia.

Catalina abrió nuevas casas, alentó y participó en el primer Congreso Eucarístico Nacional realizado en Nápoles en 1891, que culminó con la confesión y comunión de los participantes. Por influjo de esta santa se produjeron grandes conversiones.

Entre otras, la del beato Bartolomé Longo que había sido afín al espiritismo y a la superstición. Santa Catalina (Caterina) Volpicelli murió en Nápoles el 28 de diciembre de 1894, ofreciendo sus sufrimientos por la Iglesia y por el Papa. Juan Pablo II la beatificó el 29 de abril de 2001. Y Benedicto XVI la canonizó el 26 de abril de 2009.