Servicio diario - 24 de agosto de 2020


 

PAPA FRANCISCO
México: El Papa recuerda a los 72 migrantes asesinados en Tamaulipas hace diez años
Rosa Die Alcolea
En el rancho Huizachal, San Fernando

PROTECCIÓN DEL MENOR
Entrevista a Daniel Portillo, coordinador del libro “Teología y prevención” en abusos sexuales
Rosa Die Alcolea
Prólogo del Papa Francisco

CIUDAD DEL VATICANO
Panamá: El Papa nombró nuncio apostólico a monseñor Luciano Russo
Rosa Die Alcolea
Hasta ahora nuncio en Argelia y Túnez

IGLESIA LOCAL
Guatemala supera los 68 mil contagios de COVID-19
Cristhian Alvarenga
Más de 56.778 recuperados

ANÁLISIS
Teología para Millennials: “Vacuna COVID-19 y aborto”
Mario Arroyo Martínez
¿Es lícito usar tejido celular proveniente de un aborto?

TESTIMONIOS
San José de Calasanz, 25 de agosto
Isabel Orellana Vilches
Devoto de María, gran pedagogo


 

 

 

México: El Papa recuerda a los 72 migrantes asesinados en Tamaulipas hace diez años

En el rancho Huizachal, San Fernando

agosto 24, 2020 18:40

Papa Francisco

(zenit – 24 agosto 2020).- “Hoy se cumplen 10 años de la masacre de 72 migrantes en México” escribe el Papa en Twitter recordando la matanza de migrantes de diferentes nacionalidad en el rancho Huizachal, San Fernando, en el fronterizo estado de Tamaulipas, a manos del Crimen Organizado.

“Expreso mi solidaridad a las familias de las víctimas que todavía hoy invocan justicia. El Señor nos pedirá cuentas de todos los migrantes caídos en los viajes de la esperanza”, es el mensaje publicado por el Pontífice este lunes, 24 de agosto de 2020, a través de su cuenta @pontifex_es.

Igualmente, expresó su cercanía con las víctimas de la tragedia ayer, domingo, 23 de agosto de 2020, en el rezo del Ángelus. “Eran personas de diferentes países que buscaban una vida mejor”, pronunció. “El Señor nos pedirá cuentas de todos los migrantes caídos en los viajes de la esperanza. Han sido víctimas de la cultura del descarte”.

 

Conferencia del Episcopado Mexicano

Como Iglesia, los prelados de México expresan su dolor ante la situación por la que atraviesan muchos hermanos y hermanas migrantes y, se solidarizan con las familias de estos 72 y de todas las personas migrantes que han sido víctimas del crimen organizado en el país y que hoy claman por justicia y verdad.

Este acontecimiento de la masacre de los 72 migrantes en San Fernando, y de tantos otros que hoy en día siguen siendo víctimas del crimen organizado, “exigen del gobierno políticas migratorias más justas y accesibles que no obliguen a los migrantes a vivir en la clandestinidad y convertirse en presa fácil de estos grupos”, han denunciado los obispos mexicanos en un comunicado.

Las políticas migratorias que buscan frenar y reprimir la migración “solo favorecen a los grupos criminales que hacen de las personas migrantes un objeto de negocio que les genera altas sumas de dinero”, describen.

 

24 de agosto de 2010

El 24 de agosto de 2010, en el rancho Huizachal, San Fernando, en el fronterizo estado de Tamaulipas, 72 migrantes, de diferentes nacionalidades, son masacrados a manos del Crimen Organizado. Migrantes de diferentes nacionalidades (Brasil, Ecuador, Nicaragua, Honduras, Guatemala, El Salvador), que buscaban una vida mejor, fueron concentrados en una bodega abandonada.

Ahí fueron asesinados con el tiro de gracia por haberse negado a trabajar para el crimen transportando en sus mochilas la droga a Estados Unidos.

Freddy Lala, migrante ecuatoriano sobreviviente a la masacre, logró caminar 20 kilómetros hasta un retén de la Marina para denunciar los hechos.

Este hecho y tantos otros de secuestro, extorsión y asesinatos a tantos otros migrantes antes y después, situación que se sigue dando hasta nuestros días, “pone al descubierto la fragilidad del Estado Mexicano frente a la proliferación de grupos delincuenciales que han permeado todo el territorio nacional, así como la vulnerabilidad de toda la población frente a los criminales, pero especialmente de las personas migrantes quienes fácilmente caen en manos de los grupos al margen de la ley”, apelan los obispos.

 

 

 

 

Entrevista a Daniel Portillo, coordinador del libro “Teología y prevención” en abusos sexuales

Prólogo del Papa Francisco

agosto 24, 2020 13:54

Protección del menor

(zenit – 24 agosto 2020).- El libro “Teología y prevención. Estudio teológico interdisciplinar sobre la prevención de los abusos en la Iglesia” verá la luz en septiembre y que propone un nuevo reto: partir de la ciencia teológica para prevenir este mal de nuestro tiempo, en el ámbito eclesial.

Entrevistado en exclusiva por zenitDaniel Portillo Trevizo, coordinador del libro, fundador y director del Centro de Investigación y Formación Interdisciplinar para la Protección del Menor (CEPROME), señala que le gustaría con esta obra, editada por Sal Terrae, que “desarrolláramos una visión distinta sobre la teología de los abusos, pero sobre todo una perspectiva de la teología de la prevención tan necesaria en nuestra Iglesia hoy”.

El sacerdote mexicano dirige el Consejo Latinoamericano para la Protección del Menor, es profesor a tiempo completo de la Universidad Pontificia de México y es profesor invitado de la Pontificia Universidad Gregoriana.

 

Prólogo del Papa

El Papa Francisco recibió la noticia de la publicación del libro con “alegría y esperanza”. Tanto es así que redactó unas palabras para el prólogo de su puño y letra, asegurando que estamos “retados a mirar de frente este conflicto, asumirlo y sufrirlo junto a las víctimas, sus familiares y la comunidad toda para encontrar caminos que nos hagan decir: nunca más a la cultura del abuso”.

Así, el Santo Padre advierte que esta realidad “nos reclama trabajar en la concientización, prevención y promoción de la cultura del cuidado y la protección en nuestras comunidades y en la sociedad en general para que ninguna persona vea vulnerada o maltratada su integridad y dignidad.

Luchar contra los abusos, recuerda Francisco, es “propiciar y potenciar comunidades capaces de velar y anunciar que toda vida merece ser respetada y valorada; especialmente la de los más indefensos que no cuentan con los recursos para hacer sentir su voz”.

Para este proyecto, Portillo se ha rodeado del mejor equipo de expertos en materia de abusos en la Iglesia: Además de él mismo, en la nueva obra han participado diez expertos en abusos de otras nacionalidades, principalmente latinoamericanos, y un sacerdotes irlandé, todos ellos expertos en Teología, en Pastoral y en materia de abusos en el seno eclesial.

 

Once expertos en abusos

Ellos son los sacerdotes mexicanos Jesús Ma Aguiñaga, Federico Altbach Núñez, Benjamín Clariond Domene, A. Ernesto Palafox; el presbítero alemán Carlos Schickendantz, especializado en teología latinoamericana y residente en Chile; Mons. Luis Manuel Alí Herrera, obispo auxiliar de Bogotá (Colombia); los laicos Sandra Arenas (Chile), Cesar Kuzma (Brasil), Rafael Luciani (Venezuela); y el sacerdote irlandés doctor en Teología, Eamonn Conway (Irlanda).

El libro sobre “Teología y Prevención” va dirigido a “todas aquellas personas que tienen una inquietud por la teología, que se dedican a la ciencia de la teología y personas que han desarrollado un estudio, que quisieran saber aun más sobre abusos sexuales y concretamente sobre aquellos que se han cometido dentro de la Iglesia”, asegura su editor.

Así, considera que la publicación del mismo supondrá “una apertura a trabajar en el tema de los abusos sexuales ya no solo desde las distintas ramas de las ciencias humanas, de las ciencias psicológicas, sociológicas, sino asumir una responsabilidad partiendo de la ciencia teológica también, como un enfoque tan necesario, importante y específico que debemos hoy evocar”.

De este modo, Portillo revela que los autores no se han reservado nada para ellos, al contrario, han hecho “un voto de libertad” en la manera cómo han intentado escribir, transmitir todo aquello que desde la fe quieren manifestar, explica. “Nuestra fe misma nos exige la manera como debemos esforzarnos por transmitir cada una de nuestras reflexiones que con toda libertad hemos redactado en todos los artículos”.

 

Frutos del encuentro sobre la protección de los menores

Después del encuentro celebrado en el Vaticano en febrero de 2019 sobre la protección de menores en la Iglesia, Daniel Portillo reconoce algunos frutos que ya se empiezan a recoger: “El fruto más importante creo que es una prevención en la perspectiva de sinodalidad, es decir, asumir juntos el compromiso de responder de manera conjunta a esta realidad de una manera que pueda valorarse desde distintos enfoques. Ya no solamente es una Iglesia local, una congregación la que padece el abuso, sino también una Iglesia Católica, una Iglesia que intenta responder de manera conjunta”.

También el papel de los laicos, particularmente el de la mujer, dentro de estos itinerarios, caminos, “que intentamos ir construyendo poco a poco” es relevante, comenta el coordinador del nuevo libro, así como “la labor en conjunto, la sinergia entre las distintas conferencias episcopales y las congregaciones religiosas”.

 

Reto para el futuro

El experto en prevención de abusos eclesiales, expresa que echa de menos “la unidad de las instancias competentes para enfrentar estos temas”, como reto para el futuro. “Echo de menos como la integración en la que cada persona o cada instancia, desde un enfoque particular, pueda colaborar, es decir, en ocasiones pareciera evidenciarse un cierto protagonismo de una instancia que no genera la posibilidad de establecer una cierta conexión como el resto”.

Y especifica: “Me refiero por ejemplo a la unidad entre la Congregación para la Doctrina de la fe con la Pontificia Comisión para la Protección de Menores, con la Secretaría de Estado, asimismo con los otros dicasterios; con la de los religiosos, con la de los laicos… pareciera que se habla sobre la prevención en la Iglesia, se habla sobre un aparente frente común pero se echa de menos la unidad en las instancias que se encuentran en este momento en el tope (por así decirlo) de la Iglesia, que no sea tan fácil orquestar los esfuerzos”.

 

Compromiso de los laicos

La chilena Sandra Arenas, doctora en Teología Sistemática por la Universidad Católica de Lovaina, decana de Ciencias Religiosas y Filosofía de la Universidad Católica de Temuco y profesora de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, apunta hacia la “Desclericalización: Antídoto para los abusos en la Iglesia” en el libro.

La doctora, en conversación con zenit, detalla que “se trata de superar este modelo de Iglesia clerical con relaciones asimétricas malsanas de poder, que se han identificado como causas de esta cultura de abusos y encubrimiento”. A su modo de ver, “los laicos, las laicas debemos comprometernos a una revisión crítica de este modelo de Iglesia, que ha mostrado estar completamente acabado”.

Y, “¿cómo se puede llevar a cabo este compromiso?”, plantea. “Salir de la lógica paternalista, en primer lugar, esperando pasivamente a que la soluciones provengan desde arriba, ser más proactivos con iniciativas de conversación de base que incluyan a todas las voces, esto es muy importante: Las voces de niños –superando el ‘adultosentismo’ eclesial–, las voces de los jóvenes, las voces de las mujeres, las voces de toda la membresía eclesial. Eso va en la línea de la sinodalidad, que rompe este modelo de Iglesia”.

Además, apunta dos medidas más: “Instar a las comunidades en las que el laicado se inserta a revisar el modelo bajo el cual se relacionan con los otros laicos y laicas, cómo se relaciones con los curas y los diáconos, con los religiosos, etc, y normalizar el trato con cada uno de los miembros de la Iglesia”, y revisar “la capacitación permanente y oportuna que el laicado debe proveerse en materia de prevención de abusos”.

 

Renovación de la jerarquía eclesial

Sobre jerarquía eclesial escribe el laico venezolano Rafael Luciani, doctor en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana y fundador del Proyecto Iberoamericano de Teología Peter & Paul Seminar para la reforma de la Iglesia. Su capítulo se titula: “La renovación de la jerarquía eclesial por sí misma no genera la transformación. Situar la colegialidad al interno de la sinodalidad”.

En exclusiva para zenit, Luciani segura que investigaciones recientes “han mostrado que el clericalismo representa la raíz de un estilo de vida y de un modelo eclesial institucional que ha fracasado y necesita ser reformado. No se puede hacer una reforma sin que toquemos a fondo a los distintos sujetos y niveles en la Iglesia”.

“La jerarquía por tanto necesita ser reformada a la luz de esta eclesiología del Pueblo de Dios que el Concilio ofrece como central y que el Papa Francisco ha profundizado en su pontificado”, sostiene. “Ello implica que se deben convertir no sólo los estilos de vida, sino la manera de concebir el poder y el ejercicio de la autoridad en la Iglesia. De otro modo seguiremos viviendo en una estructura piramidal y clerical que no conecta con las personas y no responde a los nuevos signos de los tiempos actuales”.

 

Relaciones profundas y enriquecedoras

Por otro lado, el sacerdote mexicano Federico Altbach Núñez aporta algunas “Consideraciones filosófico-teológicas sobre la corporalidad y el abuso de menores” en el documento.

El rector de la Universidad Católica Lumen Gentium y del Seminario Conciliar de la Arquidiócesis de México explica que es importante enseñar a los jóvenes, a los seminaristas y a las religiosas a apreciar la corporalidad “como parte esencial de nuestra identidad y a reconocer su bondad fundamental”.

El doctor en Teología y Filosofía describe que “el cuerpo, la sexualidad, las pasiones, además de darnos identidad, existen para relacionarnos constructivamente con los demás, nos ayudan a complementarnos, a tener una vitalidad creativa y también son parte de nuestra espiritualidad. La norma de conducta para todo ser humano y para todo creyente es el respeto y el amor, así como la alegría del encuentro con el otro. Se debe evitar una educación represiva, culpabilizante o poco clara. La educación debe favorecer la confianza, así como el cuidado de sí mismo y del otro.”.

En relación con el problema del abuso de menores, detalla Altbach, “se deben conocer sus causas estructurales y los riesgos que implica una afectividad inmadura. Los jóvenes, los seminaristas y las religiosas deben desarrollar su capacidad de entablar relaciones profundas y enriquecedoras y conocer los principios y las estrategias de la cultura de la prevención”.

 

 

 

 

Panamá: El Papa nombró nuncio apostólico a monseñor Luciano Russo

Hasta ahora nuncio en Argelia y Túnez

agosto 24, 2020 11:45

Ciudad del Vaticano

(zenit – 24 agosto 2020).- El Papa nombró nuncio apostólico en Panamá a monseñor Luciano Russo, arzobispo de Monteverde, hasta ahora nuncio en Argelia y en Túnez, informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede el 22 de agosto de 2020.

Ante el nombramiento, Mons. José Domingo Ulloa Mendieta, arzobispo de Panamá, ha expresado en nombre de los obispos del país gratitud al Santo Padre “por haberlo elegido para esta misión”.

Asimismo, Mons. Ulloa ha transmitido al nuevo nuncio “que en su persona esta iglesia y pueblo panameño reconoce en él a la figura del Papa Francisco”, y ha señalado: “Desde ya, le reiteramos que se sienta como en cada y entre sus hermanos. Encomendamos su ministerio a Santa María La Antigua”.

 

Monseñor Luciano Russo

Russo, italiano de 57 años, y arzobispo titular de la diócesis de Monteverde, era hasta ahora nuncio apostólico en Argelia y Túnez, cargo para el que fue nombrado en junio de 2016.

Fue ordenado sacerdote en 1988 y ha sido también nuncio apostólico en Ruanda, entre 2012 y 2016. En 2012 fue ordenado obispo.

Monseñor Luciano Russo nació en Lusciano (Caserta) el 23 de junio de 1963. Licenciado en Derecho Canónico, fue ordenado sacerdote el 1 de octubre de 1988 y con 30 años ingresó en el servicio diplomático de la Santa Sede.

Ha trabajado en las representaciones pontificias en Papúa Nueva Guinea, Honduras, Siria, Brasil, Países Bajos, Estados Unidos, Honduras y Bulgaria.

 

 

 

 

Guatemala supera los 68 mil contagios de COVID-19

Más de 56.778 recuperados

agosto 24, 2020 17:55

Iglesia Local

(zenit – 24 agosto 2020).- El Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social de Guatemala (MSPAS), informó que según los datos, el país ya supera los 68 mil contagios por COVID-19.

Según las cifras correspondientes al sábado 22 de agosto, el país reporta 332 nuevos casos de pacientes positivos del nuevo coronavirus, 14 personas fallecidas y un estimado de 501 personas recuperadas.

Las autoridades de Salud han informado a los diferentes medios de comunicación que actualmente se reportan 404,5 casos positivos de COVID-19 por cada 100 mil habitantes, que la tasa de fallecimientos es de 15,4 por ciento por cada 100 mil y el porcentaje de personas fallecidas con relación a los contagiados sigue siendo del 3,8 por ciento.

Con estas cifras, el país centroamericano alcanzó los 68.188 casos totales, de los cuales un aproximado de 8.816 son casos activos. También registraron que hay un aproximado de 56.778 recuperados y 2.594 personas fallecidas.

 

Llamado a la solidaridad de los obispos

Los obispos, miembros del Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal de Guatemala, conscientes de cumplir su misión pastoral en varias ocasiones se han pronunciado invitando a los fieles a realizar “gestos de solidaridad, dichas acciones son exigencias que derivan de la vivencia de una ciudadanía responsable y consciente. Cada quien en el nivel y en el ámbito que le corresponde” dijeron en una carta abierta a la ciudadanía.

El obispo de la diócesis de Escuintla, Víctor Hugo Palma Paúl, en una carta pastoral, dijo que en estos momentos de pandemia es necesario “intensificar la educación sanitaria de todos, por todos los medios de comunicación posibles: hacer un llamado más intenso a la población de mercados, lugares públicos, etc. en el uso de mascarillas, lavado de manos, distanciamiento: con un esfuerzo regional, pues no basta la información nacional para crear el compromiso ético de cada uno en preservar su salud y la de los demás”, expresó.

 

Alerta sanitaria

El Ministerio de Salud de Guatemala, publicó  la actualización del Sistema de Alertas Sanitarias COVID-19, el cual detalla la situación de contagios en la que se encuentran todos los municipios del país. Al comparar el mapa de hace 15 días y el de este 22 de agosto, se ve como los municipios de color rojo han aumentado.

Esta actualización, establece que 206 municipios se encuentran en alerta roja, 85 municipios en alerta anaranjada y 49 municipios en alerta amarilla, determinando que 37 municipios más han pasado a estar en alerta máxima.

“Para mejorar los niveles de alerta de los municipios es importante que los guatemaltecos cumplan con las medidas preventivas como: el lavado constante de manos con agua y jabón o el uso de alcohol en gel, uso correcto de la mascarilla y el distanciamiento físico”, mencionaron las autoridades de salud.

 

Llamado a poner a Dios en el centro

El episcopado guatemalteco ha hecho hincapié a los fieles a poner a “Dios en el centro de nuestro proyecto social y político, haciéndolo referente de sentido y valor”, dicen en uno de sus mensajes pastorales publicados en estos tiempos de pandemia.

“Estamos convencidos por fe de que nada ocurre fuera de la Providencia divina y que incluso de lo que vivimos como un daño, Dios quiere traer un beneficio para nosotros. En la Sagrada Escritura las catástrofes son ocasiones en las que Dios nos convoca para volver a Él y corregirnos” expresan.

 

 

 

 

Teología para Millennials: “Vacuna COVID-19 y aborto”

¿Es lícito usar tejido celular proveniente de un aborto?

agosto 24, 2020 17:30

Análisis

(zenit – 24 agosto 2020).- “Vacuna COVID-19 y aborto”: El sacerdote mexicano Mario Arroyo Martínez reflexiona en “Teología para Millennials” acerca de la elaboración de la vacuna contra la COVID-19 a partir de líneas celulares obtenidas de fetos humanos de abortos provocados.

En este sentido, el doctor en Filosofía parte de los informe publicados por la Pontificia Academia para la Vida al respecto, la primera del 5 de junio de 2005, y la “Nota acerca del uso de las vacunas”, del 31 de julio de 2017, concluyendo que no hay inconveniente en recurrir a ellas.

***

 

Pregunta Jorge Mario, estudiante de medicina, “¿es lícito moralmente usar la vacuna contra el COVID-19, sabiendo que se obtuvo gracias a tejido proveniente de un aborto?”. La elaborada por la Universidad de Oxford con Astra/Zeneca tiene ese origen. Si hemos de atender a la premisa moral básica de que “el fin no justifica los medios”, y a que de ninguna manera es correcto colaborar con el aborto, podríamos adelantar una respuesta. Además, ¿no sería poco coherente protestar en contra del aborto, pero beneficiarse de él, sirviéndonos de sus frutos?

Dos acotaciones preliminares son pertinentes. Primero que, para una mentalidad pragmática y utilitarista, ningún inconveniente tiene utilizar una vacuna para hacer frente al coronavirus, provenga de donde provenga. La cantidad de muertes que está causando la pandemia, así como el colapso económico, junto con el social que este último lleva aparejado, lo justificaría. No importa que a tal efecto se sacrifique la vida de un ser humano inocente. Sería, en efecto, como negociar con el terrorista, solo que en este caso es un terrorista biológico. Sería equivalente al sacrificio humano, donde entrego a la doncella para garantizar una buena cosecha, en beneficio de toda la comunidad. Su vida estaría, finalmente, bien empleada, serviría para algo.a

La segunda precisión es que, del lado inverso, ni siquiera los “moralistas expertos” parecen aclararse suficientemente respecto a esta delicada cuestión. En efecto, no es la primera vez que se plantea el problema, pues son muchas las vacunas desarrolladas a partir de células obtenidas a partir de abortos. Así, la Pontificia Academia para la Vida, elaboró un dictamen restrictivo al respecto en: “Reflexiones morales acerca de las vacunas preparadas a partir de células provenientes de fetos humanos abortados”, del 5 de junio de 2005. En cambio, en su “Nota acerca del uso de las vacunas”, del 31 de julio de 2017, matiza bastante sus afirmaciones, concluyendo que no hay inconveniente en recurrir a ellas. ¿A qué se debe ese cambio de línea?

La argumentación ética descansa en dos reflexiones. Primero que “las líneas celulares actualmente utilizadas son muy lejanas de los abortos originales, y no implican más aquella relación de cooperación moral indispensable para la valoración éticamente negativa en su utilización”. Los abortos que están en la base de los diferentes proyectos de vacunas contra el COVID-19 se produjeron en 1972 y en 1985. Pero, más allá del tiempo –el trascurrir temporal no convierte en buena una acción mala-, está el hecho de que no son necesarios más abortos, no se fomenta su práctica porque las líneas celulares que ahora se tienen están suficientemente probadas. No habrá una nueva “demanda” de abortos. En segundo lugar, la nota de 2017 explica que “el mal, en sentido moral, está en las acciones, no en las cosas o en la materia en cuanto tal”. En ese sentido, todo hay que decirlo, el aborto original fue lamentable, pero las líneas celulares obtenidas a partir de él, no puede decirse que “estén malditas”.

Los dos documentos, el de 2005 y el 2017 insisten, sin embargo, en la necesidad de promover que ninguna vacuna en uso tenga como origen un aborto provocado, es decir, una “limpieza ética de origen”. No es una quimera, de hecho, algunos de los protocolos de investigación actuales contra el COVID-19, se sirven de diagnósticos por amniocentesis, o utilizan ARN Mitocondrial, es decir, no implican un aborto. Ambos coinciden en que sería inaceptable recurrir a nuevos abortos para conseguir desarrollar la vacuna, y en la importancia de presentar una oportuna petición o reclamación a las autoridades, para no acostumbrarnos a utilizar los abortos, es decir, ver a la vida humana como un insumo, como “material genético” desprovisto de dignidad.

En esa última línea insiste más el documento del 2005, pero recientemente la Conferencia Episcopal Norteamericana, ha pedido a la FDA de los Estados Unidos, “incentivar a las compañías farmacéuticas a usar sólo líneas celulares o procedimientos morales para producir vacunas”. Se trata de no conformarse o acostumbrarse a servirse de abortos. En resumen, sería claramente inmoral utilizar la vacuna si su elaboración supusiera nuevos abortos; no lo es si proviene de un aborto lejano.

 

 

 

 

San José de Calasanz, 25 de agosto

Devoto de María, gran pedagogo

agosto 24, 2020 08:54

Testimonios

 

“Fundador de los escolapios. Devoto de María, gran pedagogo, comprometido por la enseñanza de la niñez y la juventud. Pionero en el mundo con la creación de escuelas populares y gratuitas, Pío XII lo declaró patrón de todas los centros cristianos de este cariz”

Cuando san Alfonso María de Ligorio pasó por circunstancias difíciles, leía la vida de José y halló en ella consuelo. Nació el 11 de septiembre de 1557 en Peralta de la Sal, Huesca, España. Era el benjamín de seis hermanos. Siendo niño se propuso perseguir al diablo cuchillo en mano para matarle; tal era su odio al pecado que le inculcó su madre, en cuyo regazo aprendió a amar a Dios, a la Virgen y a los santos. Estudió gramática en Estadilla y fue designado prior del colectivo de alumnos aragoneses. Completó su formación en la universidad de Lérida, donde cursó filosofía y derecho. Luego realizó teología en las de Valencia y Alcalá de Henares finalizando en 1581.

El proceso hacia su sacerdocio se produjo en 1582 en el transcurso de una grave enfermedad. Prometió a la Virgen que se ordenaría si sanaba, y así sucedió. Al año siguiente recibía este sacramento. Desempeñó su ministerio en distintos lugares de las comarcas pirenaicas, entre otras, La Seu d’Urgell, cerca de la frontera francesa, y en Tremp donde asumió las misiones complementarias de visitador oficial y vicario general de tres poblaciones añadidas a la de Tremp. Era una época llena de peligros para las gentes que eran asaltadas por malhechores en emboscadas, lo que suponía pérdida de bienes y hasta de la propia vida. José hizo lo posible para que el virrey solventase la situación.

En 1592, después de doctorarse en teología en Lérida, desprenderse de sus posesiones y dejar en marcha obras de caridad, partió a Roma, su último destino. Bajo la protección del cardenal Colonna, antiguo compañero de curso en Alcalá, que lo nombró teólogo consultor y le encomendó la formación de su sobrino, se integró en la ciudad. Junto a san Camilo de Lelis destacó por su atención a los afectados por la peste. Ambos pugnaban para ser los más relevantes en la entrega a los enfermos y moribundos. José, que era miembro de la cofradía de la Doctrina Cristiana, ya había advertido la gravísima carencia educativa de los niños huérfanos y abandonados que deambulaban por las calles. Y aunque a muchos podía instruirlos los domingos, era insuficiente. Veía que para poder llegar a todos, la formación debía ser gratuita. Buscó ayuda en diversas órdenes religiosas y en el senado, pero se dio cuenta de que debía ser él quien se dedicara a tan delicada labor. El padre Brendani, párroco de Santa Dorotea del Trastévere, le animó y ayudó.

En noviembre de 1597 en una de las habitaciones que le prestó creó una escuela, dando inicio a la fecunda labor pedagógica que culminaría con la fundación de las Escuelas Pías. Su cariz popular y gratuito hizo que José fuese pionero en el mundo de una empresa como ésta. A la semana había un centenar de chicos. Dos años más tarde abrió otra casa y el cardenal Colonna autorizó que tres profesores que sentían predilección por la infancia y ejercían provechosamente la docencia comenzaran vida comunitaria junto a él. En 1602, cuando los muchachos se acercaban al millar, inauguró una nueva escuela para albergarlos en un espacio colindante a la basílica de Sant’Andrea della Valle. Allí sufrió un accidente. Accedía por una escalera con una campana y se cayó desde lo alto fracturándose la pierna, cuya secuela fue una cojera. Volcado por completo en la tarea educativa y la atención a los chicos, abandonó el palacio de Colonna y convivió con ellos. Les entregó la oración mariana “La corona de las 12 estrellas”, un catecismo y el “Reloj de la Pasión de Cristo”, amén de escribir casi cinco mil cartas de gran valor espiritual y pedagógico.

En 1610 redactó las líneas maestras de su pedagogía, un reglamento para el profesorado y otro para los alumnos. Al año siguiente adquirió un palazzo cerca de San Pantaleón albergando un millar de estudiantes. Admiraba la ciencia de Galileo que incluía en la formación integral que proporcionaba a los pequeños aunando: “Piedad y Letras”. Todo discurrió con rapidez. En 1614 Pablo V autorizó el vínculo entre las Escuelas Pías y la congregación de Lucca de san Juan Leonardi que había ayudado a José. Viendo que tal unión no funcionaba –eran carismas distintos–, en 1617 el padre Calasanz obtuvo del pontífice el plácet para erigir su propia fundación. El camino, aunque breve, había sido doloroso, sembrado de envidias y recelos de muchos, incluidos miembros de otras órdenes religiosas, celosos de la protección que gozó del pontífice y de otras personalidades destacadas. En la primavera de ese año el santo y los catorce primeros integrantes formalizaron su compromiso en la capilla de la Aparición, en San Pantaleón. A los votos ordinarios añadieron la dedicación a la educación de la juventud. Quiso que todos fueran “cooperadores de la verdad”.

José era el general de la Orden. Pero en 1630 ingresó en ella el padre Sozzi, una persona conflictiva que movió los hilos para convertirse en provincial de los Clérigos Regulares de las Escuelas Cristianas de Toscana, al margen de la autoridad del santo. El malévolo sacerdote llegó al extremo de acusarle ante el Santo Oficio, y el fundador fue arrestado y conducido por Roma como un vulgar delincuente. Fue liberado con la mediación del cardenal Cesarini, pero Sozzi no cesó sus intrigas y le sometió a toda clase de humillaciones. Tras su muerte no cambiaron las cosas porque el sucesor, padre Cherubini, siguió esta línea hasta que en 1645 José fue restituido como superior general. Cherubini murió en sus brazos. El santo recibió nuevo varapalo a sus 90 años al ver reducida su fundación a Asociación por el papa Inocencio X. Al conocer la noticia, emulando a Job, manifestó: “Dios me lo dio, Dios me lo quitó. ¡Bendito sea!”. El 25 de agosto de 1648 exhalaba su último aliento; sufrió mucho por causa de su hígado, aunque los médicos no apreciaron la lesión. Nueve años más tarde, tal como había advertido convencido de que su obra era de Dios, Alejandro VII la reconoció. Clemente XIII lo canonizó el 16 de julio de 1767. En 1948 Pío XII lo declaró “celestial patrono de todas las escuelas populares cristianas”.