24.04.14

Arrojado de un tranvía en marcha por llevar un rosario


Seis mártires de la guerra civil española nacieron un 24 de marzo: un salesiano de Ourense, otro de Huesca, un cooperador claretiano de la misma provincia, un marianista alavés, un pasionista zaragozano y un agustino burgalés.

Sospecharon que era cura

Sergio Cid Pazo, de 52 años, natural de Allariz (Ourense), sacerdote salesiano beatificado en 2001, había transcurrido toda su vida en Sarrià desde que profesó en esa casa en 1905. Expulsado del colegio el 21 de julio, el día 30, según un testimonio jurado del proceso de beatificación, “viajaba en un tranvía en Barcelona. Algunos milicianos, fijándose bien, tuvieron la sospecha de que era un cura. Agarrándolo por un brazo, le sacaron la mano del bolsillo: entre los dedos tenía el rosario. Lo arrojaron del tranvía en marcha. Murió destrozado contra un farol”.

Reconoció ser director de un colegio de religiosos
Francisco Bandrés Sánchez, natural de Hecho (Huesca) y de 40 años, fue asesinado en Barcelona el 3 de agosto de 1936 y beatificado en 2001. Era sacerdote salesiano desde 1922 y desde 1927, director del colegio de Mataró, hasta 1934 en que fue enviado a dirigir la casa de Barcelona-Sarrià. El día 21 a las cinco de la tarde los religiosos fueron expulsados del colegio. El director le dio a cada uno cien pesetas y el consejo de buscar refugio. Él y otro fueron a casa de su hermana Pilar. Cuando supo la muerte de algunos religiosos quiso marchar al extranjero, pero no tenía pasaporte. En la noche del 3 de agosto varios milicianos se presentaron en casa de su hermana preguntando por Ramón Cambó, administrador del colegio. Bandrés dijo que no estaba pero que él era el director. Fue arrestado, sin que sirvieran sus alegatos de que su colegio hacía un gran bien social. Fue llevado al Hotel Colón, sede del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), donde lo mataron en un calabozo.

Gregorio Chirivás Lacambra, de 56 años y oriundo de Siétamo (Huesca), era hermano cooperador claretiano, fue asesinado en Barbastro el 12 de agosto de 1936 (ver artículo del 30 de marzo) y beatificado en 1992.

Precursor de la arqueología madrileña, arrojado a un pozo
Fidel Fuidio Rodríguez, de 56 años y natural de Yécora (Álava), emitió sus primeros votos en la Compañía de María en 1897. Profesor durante 35 años en Jerez de la Frontera, Cádiz, Madrid (1910-1933) y Ciudad Real en colegios de los marianistas y en 1935 en el Instituto de segunda enseñanza de Ciudad Real. Según la semblanza publicada por Jorge López Teulón, “Se le considera un precursor de la arqueología madrileña. Discípulo del alemán Hugo Obermaier. Excavó en los alrededores de Madrid en compañía de sus alumnos. Exploró el Cerro de San Blas, Tejar de San Pedro, Portazgo, Parador del Sol, Casa del Moreno, San Fernando de Henares, Arenero de las Mercedes, el Sotillo, el Ventorro, Hortaleza, Carabanchel, etc. Autor de la tesis Carpetania Romana que fue defendida el 6 de mayo de 1932. El trabajo fue publicado dos años después. Tras su traslado a Ciudad Real, localizó restos de industria lítica en el paraje llamado Valdarachas en Poblete (Ciudad Real). Descubrió el yacimiento paleontológico del Plioceno Superior de Las Higueruelas (Alcolea de Calatrava, Ciudad Real) en 1935. Allí recuperó varios colmillos de mastodonte. Como gran pedagogo, estos descubrimientos fueron hechos junto con sus adolescentes alumnos”.

En su vida de comunidad trató de ser según su propia expresión, “propagador de entusiasmo y sembrador de optimismo”. El 25 de julio, Fidel tuvo que dejar su comunidad y trasladarse a una fonda, ya que el Colegio había sido requisado por la Guardia Civil. El 7 de agosto, los milicianos se presentaron de noche en la pensión La Paca, para proceder a una detención y se llevaron también a Fidel, al verle un crucifijo en el pecho. Lo condujeron al Gobierno Civil, en cuyo desván habían instalado una cárcel provisional. El tiempo de su prisión lo pasó preparándose a bien morir y tratando de levantar la moral a los demás detenidos. Rezaba constantemente y se confesaba a menudo con los sacerdotes presos, manifestando muchas veces su prontitud a “morir por la fe”. El 15 de octubre fue dejado en libertad después de un simulacro de juicio. Pero antes de salir de la prisión fue llevado por los milicianos a la Casa del Pueblo. De allá lo sacaron en la noche del 16 al 17 de octubre y lo fusilaron en Carrión de Calatrava, arrojándolo en el pozo-noria (ver artículo del 17 de abril). Fue beatificado en 1995.

Ejecutado dos veces

José (José María de Jesús) Cuartero Gascón, de 18 años y natural de Tabuenca (Zaragoza), fue uno de los 12 pasionistas de Daimiel asesinados en Manzanares (Ciudad Real), en concreto -junto con su hermano Tomás, de 21 años- de los seis que sobrevivieron al fusilamiento del 23 de julio y fueron ejecutados de nuevo tres meses más tarde, una vez recuperados de sus heridas, el 23 de octubre (ver artículo del 22 de febrero). Todos fueron beatificados en 1989.

Leoncio Lope García, sacerdote agustino de 34 años, natural de Tordómar (Burgos), fue asesinado -junto con su compañero Claudio Julián García San Román (ver artículo del aniversario)- el 28 de octubre de 1936 en Santander y beatificado en 2007.

Más sobre los 1.523 mártires beatificados, en “Holocausto católico”.