Servicio diario - 21 de agosto de 2017


El Papa al ‘Meeting’ de Rímini: “Dios no es un recuerdo, sino una presencia”
Redacción

El mensaje de Francisco a los metodistas y valdenses: “La mirada de Cristo, fuente de nuestra paz”
Redacción

Visita del cardenal Parolin en Rusia: la primera de un Secretario de Estado después de 18 años
Redacción

Cruz y unidad, logos del viaje papal a Chile y a Perú
Redacción

El cardenal Parolin pide “ayuda desinteresada” para Venezuela
Rosa Die Alcolea

San Felipe Benizi (o Benicio), 22 de agosto
Isabel Orellana Vilches

Jornada Mundial del Migrante y Refugiado 2018: mensaje del papa Francisco – Texto completo
Redacción


 

21/08/2017-14:02
Redacción

El Papa al ‘Meeting’ de Rímini: “Dios no es un recuerdo, sino una presencia”

(ZENIT – Roma, 21 Ago. 2017).- “Dios no es un recuerdo, sino una presencia, para ser acogido de nuevo, como el amado por la persona que ama”, es la idea que subrayó el papa Francisco en un mensaje que envió ayer a Mons. Francesco Lambiasi, obispo de Rímini, con ocasión de la 38º edición del “Encuentro por la amistad entre los pueblos”, que se celebra en la ciudad italiana hasta el próximo 26 de agosto de 2017.
El ‘Meeting di Rimini’ es un encuentro anual organizado por el movimiento ‘Comunión y Liberación’, que este año ha convocado con el lema “Aquello que has heredado de tus padres, adquiérelo, para poseerlo” (una frase del Fausto de Goethe). En las amplias estructuras de la Feria de Rimini, con stands y conferencias y actividades varias, pasan cada año durante el evento, aproximadamente un millón de personas.
En su mensaje el Papa invita a “reclamar nuestros orígenes desde dentro de una historia personal” y apunta que uno de los límites de la sociedad actual es “tener poca memoria” y “liquidar como un peso inútil aquello que nos ha precedido”, con “graves consecuencias”.
Por ejemplo, con respecto a la educación: “¿Cómo podemos esperar que crezcan las nuevas generaciones sin memoria?”; “¿cómo pensamos construir el futuro sin tomar posición sobre la historia que generó nuestro presente?”, reflexiona el Pontífice en su mensaje.
Francisco apunta a un “momento favorable para una Iglesia salida, pero una Iglesia
llena de memoria, empujada por el viento del Espíritu para ir al encuentro con el hombre que busca una razón para vivir”.

“Alzheimer espiritual”
El Papa advierte a los bautizados en la Iglesia del una peligro de una enfermedad: el
“Alzheimer espiritual”, lo que describe como “el olvidar la historia de nuestras relaciones personales con Dios, el primer amor que nos ha conquistado hasta hacernos suyos”. Y afirma: “Si nos volvemos olvidadizos, ya no estaremos seguros de nada”, “nos convertimos en presa de los caprichos, esclavos de los `falsos infinitos´, que prometen la luna, pero nos dejan decepcionados”.
El consejo del Papa para evitar esto es “actualizar los inicios, el primer amor, que no es un discurso o un pensamiento abstracto, sino una Persona”, sólo así, explica Francisco, sabremos afrontar y responder a los nuevos retos.

“Recuperar el legado”
“Recuperar el propio legado” es un compromiso al que la Iglesia Madre llama a cada generación, recuerda el Santo Padre, y nos anima a “no tener miedo de la fatiga y el sufrimiento”, que forman parte de este camino.
En esta línea, Francisco indica que “sólo recuperando lo verdadero, lo bello y lo bueno que nuestros padres nos han entregado, podremos vivir como una oportunidad el cambio de época en que estamos inmersos como una ocasión para comunicar de forma convincente a los hombres la alegría del Evangelio”.
Asimismo, el Papa nos exhorta a los “no ver la realidad desde el balcón, ni a sentarnos cómodamente en el sofá para ver en la televisión el mundo que pasa delante de nosotros”.

 

 

21/08/2017-16:10
Redacción

El mensaje de Francisco a los metodistas y valdenses: “La mirada de Cristo, fuente de nuestra paz”

(ZENIT – 21 Ago. 2017).- El papa Francisco ha enviado una carta a la Iglesias metodistas y valdenses con ocasión de la apertura de Sínodo anual, que se celebra en Torre Pellice (Turín) del 20 al 25 de agosto de 2017.
El Santo Padre manifiesta en este mensaje su personal cercanía así como de la Iglesia Católica: “Conservo vivos en la memoria nuestros recientes encuentros en Turín y en Roma, así como aquellos en Argentina”, escribe Francisco.
Asimismo, el Pontífice agradece a los metodistas y a los valdenses “los hermosos testimonios que he recibido y los muchos rostros que no puedo olvidar”, y les desea que estos días de compartir y reflexionar, que se realizan en el 500° aniversario de la Reforma, “estén animados por la alegría de colocarse delante del rostro de Cristo: su mirada, que se dirige hacia nosotros, es la fuente de nuestra paz, porque nos hace sentir hijos amados por el Padre y nos hace ver de una forma nueva a los demás, al mundo y a la historia”.
El deseo que papa Francisco expresa en la carta es que “la mirada de Jesús ilumine también nuestras relaciones, para que no sean solo formales y correctas, sino fraternas y vivaces”. Así, el Santo Padre hace una llamada a la unión: “El Buen Pastor nos quiere en camino juntos y su mirada nos abraza ya a todos, discípulos suyos que Él desea ver plenamente unidos. Caminar hacia la unidad plena, con la mirada de esperanza que reconoce la presencia de Dios más fuerte que el mal, es muy importante”.
“Especialmente hoy, en un mundo marcado por violencia y miedo, por heridas e indiferencia, donde el egoísmo de afirmarse en perjuicio de los otros opaca la simple belleza de acogerse, compartir y amar. Pero nuestro testimonio cristiano no puede ceder a la lógica del mundo: ¡ayudémonos entre nosotros a elegir y vivir la lógica de Cristo!”, escribe el Papa.
Francisco concluye su carta, como tiene costumbre, pidiendo que no se olviden de rezar por él y por todos sus hermanos y hermanas.

 

 

21/08/2017-16:30
Redacción

Visita del cardenal Parolin en Rusia: la primera de un Secretario de Estado después de 18 años

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 21 Ago. 2017).- El cardenal secretario de estado, Pietro Parolin, tuvo un encuentro este lunes en la sede del Patriarcado de Moscú, con el metropolita Hilarion de Volokolamsk, presidente de las Relaciones Exteriores del Patriarcado.
Se dio así inicio oficialmente en el Monasterio de Danilovsky, la primera visita después de 18 años de un Secretario de Estado de la Santa Sede, a la que seguirá el martes un encuentro con con el patriarca Kirill. Mañana, el cardenal Parolin se reunirá también con el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serghei Lavrov; en cambio el miércoles el purpurado tendrá un encuentro con el presidente Vladimir Putin y el jueves regresará a Roma.
Lo indicó la Radio Vaticano precisando que hoy en un ambiente distendido, el metropolita Hilarión, el cardenal Parolin y el miembro del Secretariado para las relaciones inter-cristianas del Patriarcado, Aleksei Dikarev, vieron fotografías de los anteriores jefes de las Relaciones Exteriores, puestas en la “Maly Zal”, donde se celebraría el encuentro con Hilarión.
El cardenal italiano está acompañado por el nuncio apostólico en Moscú, Mons. Celestino Migliore, y por Mons. Visvaldas Kulbokas, consejero de la Nunciatura.
El cardenal Parolin felicitó al metropolita Hilarión por los 30 años de ordenación sacerdotal y le dijo que “la ordenación sacerdotal para mí fue el momento más bello de mi vida”.
El Metropolita, por su parte, que había encontrado al secretario de Estado del Vaticano en diciembre de 2016 indicó “su gratitud” por “los esfuerzos conjuntos para preparar el encuentro entre el Patriarca y el Papa en La Habana“ del año pasado. Y añadió su esperanza de que el impulso que ese encuentro dio a nuestras relaciones, tendrá un ulterior desdoblamiento.
El día anterior a su visita, en una entrevista a la agencia rusa Tass, el purpurado señaló que el encuentro con la “jerarquía ortodoxa rusa testimonia la apertura que se ha instaurado en los últimos años hasta el encuentro del año pasado en La Habana” entre el papa Francisco y el patriarca Kirill.
Un encuentro, aseguró el cardenal, que sirvió para “darnos ojos nuevos para vernos no con el fondo de cuadro del pasado”, sino en el de “la comunión deseada y buscada”. Es esta la condición para que “se puedan añadir pasos inéditos para el desarrollo del diálogo ecuménico” entre católicos y ortodoxos, dijo.
Reconoció entretanto que el camino pide “amor, paciencia, tenacidad y empeño”, y citó en ese sentido la visita de las reliquias de San Nicolás de Bari a Moscú, las cuales fueron “recibidas con entusiasmo y devoción” por los fieles rusos, durante su estadía en San Petersburgo.

Leer también: La reliquia de san Nicolás que el Vaticano llevó a Rusia fue venerada por 2,5 millones de personas

 

 

21/08/2017-11:10
Redacción

Cruz y unidad, logos del viaje papal a Chile y a Perú

(ZENIT – Roma, 21 Ago. 2017).- La Santa Sede acaba de publicar los logos oficiales del viaje pontificio a Chile y a Perú, que realizará el Papa Francisco en el 2018.
El viaje a Chile, del 15 al 18 de enero, será a las ciudades de Santiago, Iquique y Temuco, y del 18 al 21 del mismo mes a Perú, donde visitará Lima, Trujillo y Puerto Maldonado.
El logotipo de Chile dice: “Mira a Cristo, mira a la cruz”, creando una “nueva cruz” que queda como icono reconocible de la visita: “la cruz que se une con Chile”. En cambio, el logotipo del viaje a Perú busca reflejar la “cercanía con el pueblo peruano, una gran fiesta de esperanza que debemos recibir todos unidos”, indica el comunicado del Vaticano.
“Mi Paz les doy”, es el lema del viaje del Papa Francisco a Chile, y “Unidos por la esperanza” ha sido el lema elegido para la visita pontificia a Perú.

Elementos
El logo del viaje a Chile, “elegante y sencillo”, contiene 3 elementos centrales: dos referencias a Cristo (cruz y lema), dos referencias al Papa (firma y el color del Vaticano) y dos referencias a Chile (mapa y nombre y la fecha con los colores del país).
En la imagen que representará a Perú, vemos los colores de las manos que evocan los de la bandera peruana y la del Vaticano, “son manos en forma de alas, en señal de oración, alabanza y alegría por la llegada del Papa Francisco al Perú”.
Asimismo, los organizadores señalan que el mapa del Perú representa la cercanía de su presencia con el país. “La imagen del Papa Francisco está unida con la de nuestro territorio, como muestra de la integración de nuestras regiones para recibir al Santo Padre”.

“Nuevo despertar misionero”
Es la tercera vez que un sucesor de San Pedro visita el Perú. El Papa Juan Pablo II estuvo con nosotros en 1985. Tres años después, en 1988, volvió a nuestro país con motivo del Congreso Eucarístico Mariano Bolivariano.
30 años después, el Santo Padre Francisco visitará el Perú y ha pedido para la Iglesia peruana, “un nuevo despertar misionero”, fortalecer los lazos con Dios y con la gente.

 

 

21/08/2017-18:50
Rosa Die Alcolea

El cardenal Parolin pide “ayuda desinteresada” para Venezuela

El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, denuncia la grave crisis humanitaria en el país y hace un llamamiento a los países de la comunidad internacional y amistosas de Venezuela a “ofrecer su ayuda desinteresada y pacífica para que se de un desarrollo positivo”.
El cardenal Parolin, antes de partir a Rusia, respondió a la agencia Tass a una pregunta sobre la grave situación en Venezuela, un país que el cardenal conoce muy bien por haber sido nuncio apostólico en Caracas antes de ser secretario de Estado.
Mons. Pietro Parolin ha dicho “la Santa Sede ha trabajado duro para promover una solución pacífica y democrática, también en medio de tanta incomprensión”, y nuevamente expresa que “el camino es siempre el mismo”. (Leer artículo en Zenit)
El cardenal recuerda que “hay que encontrarse, crear un clima de confianza” para evitar enfrentamientos y tensiones y “respetando la justicia y las reglas de la democracia”.
Asimismo, el papa Francisco pidió en un comunicado publicado el pasado 4 de agosto que “se asegure el pleno respeto de los derechos humanos y de las libertades fundamentales, como también de la vigente Constitución; se eviten o se suspendan las iniciativas en curso como la nueva Constituyente que, más que favorecer la reconciliación y la paz, fomentan un clima de tensión y enfrentamiento e hipotecan el futuro”.

Caritas
Suzanna Tkalec, directora humanitaria de Caritas Internationalis, declaró el pasado 15 de agosto que Venezuela se está enfrentando a una crisis cada vez peor con creciente pobreza, escasez de medicinas y alimentos, y tasas alarmantes de desnutrición infantil. ( Leer artículo de Caritas Internationalis).
La escalada de violencia y pobreza ha obligado a miles de venezolanos a cruzar a diario la frontera y huir al vecino país de Colombia, en donde también viven en terribles condiciones.

 

 

21/08/2017-04:00
Isabel Orellana Vilches

San Felipe Benizi (o Benicio), 22 de agosto

«Siervo de María, en cuya Orden ingresó a instancias de Ella. Fue un extraordinario apóstol de la concordia, restaurador de la paz. Cristo crucificado fue el libro de su vida»

Hoy festividad de Santa María Virgen Reina se celebra la vida de este santo que procedía de la ilustre familia de los Benizi, de Florencia, donde nació el 15 de agosto de 1233. Ese día se fundó la Orden de los Servitas, un hecho providente que involucraría en su momento a Felipe. Fue hijo único, y muy deseado durante años. De su formación se ocupó un preceptor, y después cursó estudios en París y en Padua. Y aquí puede que se hubiera doctorado en medicina y filosofía a los 19 años, si bien la doble graduación académica es un dato que precisa ser corroborado. Inclinado a la vida espiritual asiduamente visitaba la iglesia de la Annunziata, regida por los servitas, ubicada en el barrio florentino de Cafaggio.
Hallándose en el templo, mientras se oficiaba la misa en la pascua de 1254 le aconteció un hecho extraordinario que supuso un giro copernicano para su vida. El texto evangélico que le movió a actuar está reflejado en los Hechos de los Apóstoles (8, 29), y pertenecía a la lectura del día. Cuando Felipe es instado por el Espíritu Santo para que evangelice al ministro de la reina de Etiopía con estas palabras: «Acércate y camina junto a su carro». Benizi las acogió como suyas. Vio en ellas un signo de la Providencia que le llamaba por ese camino, lo cual fue corroborado cuando más tarde, orando en sus aposentos, tuvo un éxtasis. En él se veía transitando por un sendero farragoso y suplicó ayuda. Nuevamente escuchó la voz de la Virgen que iba al frente de un carro repitiendo las mismas palabras oídas en el templo, mientras le mostraba el hábito de los servitas. Un religioso que debía cerrar el recinto interrumpió el celeste instante justo cuando Felipe se disponía a dar cumplida respuesta a María. Se marchó algo incomodado por el hecho y estando en su casa volvió a escuchar la misma proposición de la Virgen. Estaba claro que la Madre le ampararía dentro de la Orden. Así que al día siguiente narró el hecho al prior de la comunidad ingresando en el convento de Cafaggio.
Fue recibido por Bonaldi, uno de los siete fundadores de la Orden, aunque buscando sosiego hubo de partir a Monte Senario. Allí se curtió en la oración y en las mortificaciones. Le agradaba la austeridad que llevaba siendo lego, trabajando en labores humildes, pero fue trasladado a Siena. Un día, el hermano que viajaba con él constató el rigor y altura de los argumentos que esgrimió para defender los dogmas, en una discusión entablada con unos dominicos. Quedó tan deslumbrado, especialmente porque la comunidad ignoraba la excepcional formación que poseía, que a pesar de sus reiteradas peticiones para que fuera absolutamente discreto, el religioso lo comunicó a los superiores. Éstos determinaron que la sabiduría de Benizi, unida a su modestia y piedad, era apta para otras misiones. Y en 1259, aunque hubiera preferido seguir una vida de anonimato, fue ordenado sacerdote. Luego sería maestro de novicios, definidor general, y general, aunque siempre tendió a querer ser eximido de estas responsabilidades que únicamente aceptó por obediencia. Siendo general reformó los estatutos de la Orden, y trabajó incansablemente por la conversión de todos.
Tenía una gran visión que era enriquecida por la gracia, de otro modo no habría vaticinado, como hizo, la santidad de personas que conocía, tanto las que pertenecían a la Orden como otras foráneas. En 1269 estuvo a punto de ser elegido pontífice, sucesor de Clemente IV, pero movido por su sentimiento de indignidad, huyó y buscó refugio en una oquedad del monte Amiata. Allí entendió que debía difundir el amor a María. Volvió a reaparecer cuando se hizo pública la elección de Gregorio X.
Después de viajar a Francia y Alemania en visita apostólica, regresó a Italia en 1272. Participó en el Concilio de Lyon con intervenciones memorables. A fuerza de insistente oración y fe libró a la fundación de la supresión que se cernía sobre ella junto a otras órdenes mendicantes. Inocencio V, tras el Concilio de Lyon de 1274 del que había emanado la indicación, comunicó al santo en 1276 la abolición de los servitas. Benizi tuvo la luz oportuna para enfocar la situación ante la Santa Sede de un modo que no peligrara su carisma inicial. Y lo logró. Se trasladó a Roma, pero Inocencio V falleció. Fue Juan XXI quien mantuvo la Orden con sus pilares primitivos.
El santo tuvo un papel esencial en la pacificación de varios estados italianos que se hallaban enemistados. Y con esta misión conciliadora viajó a Alemania a petición de Nicolás III. En 1283 fue maltratado en Forli con insultos y golpes como respuesta a una predicación en la que defendió la moral frente a la depravación. Con su virtud arrebató el arrepentimiento y conversión de su ofensor Peregrino Laziosi, que luego sería ejemplar religioso servita. Su ayuda fue decisiva para que santa Juliana Falconieri pudiera fundar la Tercera Orden de las Siervas de María que impulsó por distintos puntos de Europa.
Felipe abrió en Todi una casa para mujeres arrepentidas de su mala vida. Dos de ellas, que se hallaban entre las primeras acogidas, anteriormente habían querido tentarle, y él las convirtió. Incansable en su apostolado y en la confirmación de la fe de sus hermanos, como no podía ir a pie porque su salud estaba ya muy debilitada, viajaba en un borriquito que le proporcionaron. La Orden tenía diez mil religiosos cuando sintió que llegaba su última hora. Se refugió en Todi, musitando ante el altar de María: «Este será para siempre el lugar de mi reposo». Tenía un pequeño crucifijo, recuerdo de sus padres, que tomó en sus manos, diciendo: «Este es mi libro. Aquí es donde he aprendido el camino del cielo». Abrazado a la cruz, sintiendo la presencia de María, murió el 22 de agosto de 1285. Clemente X lo canonizó el 12 de abril de 1671.

 

 

21/08/2017-10:00
Redacción

Jornada Mundial del Migrante y Refugiado 2018: mensaje del papa Francisco – Texto completo

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 21 Ago. 2017).- Publicamos a continuación el texto completo del mensaje del santo padre Francisco con motivo de la Jornada Mundial del Migrante 2018, que se celebra el próximo 14 de enero. El Pontífice indica la obligación de no solo de acoger y proteger a los migrantes y refugiados, sino también la necesidad de promover e integrarlos en las sociedades a las que llegan. El mensaje ha sido difundido este lunes, por la Oficina de prensa de la Santa Sede.

A continuación el texto completo:

Acoger, proteger, promover e integrar a los emigrantes y refugiados
Queridos hermanos y hermanas: ‘El emigrante que reside entre vosotros será para vosotros como uno de vuestro pueblo: lo amarás como a ti mismo, porque emigrantes fuisteis en Egipto. Yo soy el Señor vuestro Dios’ (Lv 19,34).
Durante mis primeros años de pontificado he manifestado en repetidas ocasiones cuánto me preocupa la triste situación de tantos emigrantes y refugiados que huyen de las guerras, de las persecuciones, de los desastres naturales y de la pobreza. Se trata indudablemente de un «signo de los tiempos» que, desde mi visita a Lampedusa el 8 de julio de 2013, he intentado leer invocando la luz del Espíritu Santo.
Cuando instituí el nuevo Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, quise que una sección especial –dirigida temporalmente por mí– fuera como una expresión de la solicitud de la Iglesia hacia los emigrantes, los desplazados, los refugiados y las víctimas de la trata.
Cada forastero que llama a nuestra puerta es una ocasión de encuentro con Jesucristo,
que se identifica con el extranjero acogido o rechazado en cualquier época de la historia (cf. Mt 25,35.43).
A cada ser humano que se ve obligado a dejar su patria en busca de un futuro mejor, el Señor lo confía al amor maternal de la Iglesia.[1] Esta solicitud ha de concretarse en cada etapa de la experiencia migratoria: desde la salida y a lo largo del viaje, desde la llegada hasta el regreso.
Es una gran responsabilidad que la Iglesia quiere compartir con todos los creyentes y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, que están llamados a responder con generosidad, diligencia, sabiduría y amplitud de miras –cada uno según sus posibilidades– a los numerosos desafíos planteados por las migraciones contemporáneas.
A este respecto, deseo reafirmar que «nuestra respuesta común se podría articular en torno a cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar».[2]

Acoger
Considerando el escenario actual, acoger significa, ante todo, ampliar las posibilidades para que los emigrantes y refugiados puedan entrar de modo seguro y legal en los países de destino. En ese sentido, sería deseable un compromiso concreto para incrementar y simplificar la concesión de visados por motivos humanitarios y por reunificación familiar.
Al mismo tiempo, espero que un mayor número de países adopten programas de patrocinio privado y comunitario, y abran corredores humanitarios para los refugiados más vulnerables. Sería conveniente, además, prever visados temporales especiales para las personas que huyen de los conflictos hacia los países vecinos.
Las expulsiones colectivas y arbitrarias de emigrantes y refugiados no son una solución idónea, sobre todo cuando se realizan hacia países que no pueden garantizar el respeto a la dignidad ni a los derechos fundamentales.[3] Vuelvo a subrayar la importancia de ofrecer a los emigrantes y refugiados un alojamiento adecuado y decoroso.
«Los programas de acogida extendida, ya iniciados en diferentes lugares, parecen sin embargo facilitar el encuentro personal, permitir una mejor calidad de los servicios y ofrecer mayores garantías de éxito».[4]
El principio de la centralidad de la persona humana, expresado con firmeza por mi amado predecesor Benedicto XVI,[5] nos obliga a anteponer siempre la seguridad personal a la nacional. Por tanto, es necesario formar adecuadamente al personal encargado de los controles de las fronteras. Las condiciones de los emigrantes, los solicitantes de asilo y los refugiados, requieren que se les garantice la seguridad personal y el acceso a los servicios básicos. En nombre de la dignidad fundamental de cada persona, es necesario esforzarse para preferir soluciones que sean alternativas a la detención de los que entran en el territorio nacional sin estar autorizados.[6]

Proteger
El segundo verbo, proteger, se conjuga en toda una serie de acciones en defensa de los derechos y de la dignidad de los emigrantes y refugiados, independientemente de su estatus migratorio. [7] Esta protección comienza en su patria y consiste en dar informaciones veraces y ciertas antes de dejar el país, así como en la defensa ante las prácticas de reclutamiento ilegal.
[8] En la medida de lo posible, debería continuar en el país de inmigración, asegurando a los emigrantes una adecuada asistencia consular, el derecho a tener siempre consigo los documentos personales de identidad, un acceso equitativo a la justicia, la posibilidad de abrir cuentas bancarias y la garantía de lo básico para la subsistencia vital.
Si las capacidades y competencias de los emigrantes, los solicitantes de asilo y los refugiados son reconocidas y valoradas oportunamente, constituirán un verdadero recurso para las comunidades que los acogen. [9]
Por tanto, espero que, en el respeto a su dignidad, les sea concedida la libertad de movimiento en los países de acogida, la posibilidad de trabajar y el acceso a los medios de telecomunicación. Para quienes deciden regresar a su patria, subrayo la conveniencia de desarrollar programas de reinserción laboral y social.
La Convención internacional sobre los derechos del niño ofrece una base jurídica universal para la protección de los emigrantes menores de edad. Es preciso evitarles cualquier forma de detención en razón de su estatus migratorio y asegurarles el acceso regular a la educación primaria y secundaria. Igualmente es necesario garantizarles la permanencia regular al cumplir la mayoría de edad y la posibilidad de continuar sus estudios.
En el caso de los menores no acompañados o separados de su familia es importante prever programas de custodia temporal o de acogida. [10] De acuerdo con el derecho universal a una nacionalidad, todos los niños y niñas la han de tener reconocida y certificada adecuadamente desde el momento del nacimiento.
La situación de apátridas en la que se encuentran a veces los emigrantes y refugiados puede evitarse fácilmente por medio de «leyes relativas a la nacionalidad conformes con los principios fundamentales del derecho internacional».[11] El estatus migratorio no debería limitar el acceso a la asistencia sanitaria nacional ni a los sistemas de pensiones, como tampoco a la transferencia de sus contribuciones en el caso de repatriación.

Promover
Promover quiere decir esencialmente trabajar con el fin de que a todos los emigrantes y refugiados, así como a las comunidades que los acogen, se les dé la posibilidad de realizarse como personas en todas las dimensiones que componen la humanidad querida por el Creador.[12]
Entre estas, la dimensión religiosa ha de ser reconocida en su justo valor, garantizando a todos los extranjeros presentes en el territorio la libertad de profesar y practicar la propia fe. Muchos emigrantes y refugiados tienen grados profesionales que hay que certificar y valorar convenientemente.
Así como «el trabajo humano está destinado por su naturaleza a unir a los pueblos»,[13] animo a esforzarse en la promoción de la inserción socio-laboral de los emigrantes y refugiados, garantizando a todos –incluidos los que solicitan asilo– la posibilidad de trabajar, cursos formativos lingüísticos y de ciudadanía activa, como también una información adecuada en sus propias lenguas.
En el caso de los emigrantes menores de edad, su participación en actividades laborales ha de ser regulada de manera que se prevengan abusos y riesgos para su crecimiento normal.
En el año 2006, Benedicto XVI subrayaba cómo la familia es, en el contexto migratorio, «lugar y recurso de la cultura de la vida y principio de integración de valores».[14] Hay que promover siempre su integridad, favoreciendo la reagrupación familiar –incluyendo los abuelos, hermanos y nietos–, sin someterla jamás a requisitos económicos.
Respecto a emigrantes, solicitantes de asilo y refugiados con discapacidad hay que asegurarles mayores atenciones y ayudas. Considero digno de elogio los esfuerzos
desplegados hasta ahora por muchos países en términos de cooperación internacional y de asistencia humanitaria. Con todo, espero que en la distribución de esas ayudas se tengan en cuenta las necesidades –por ejemplo: asistencia médica y social, como también educación– de los países en vías de desarrollo, que reciben importantes flujos de refugiados y emigrantes, y se incluyan de igual modo entre los beneficiarios de las mismas comunidades locales que sufren carestía material y vulnerabilidad.[15]

Integrar
El último verbo, integrar, se pone en el plano de las oportunidades de enriquecimiento intercultural generadas por la presencia de los emigrantes y refugiados. La integración no es «una asimilación, que induce a suprimir o a olvidar la propia identidad cultural. El contacto con el otro lleva, más bien, a descubrir su “secreto”, a abrirse a él para aceptar sus aspectos válidos y contribuir así a un conocimiento mayor de cada uno. Es un proceso largo, encaminado a formar sociedades y culturas, haciendo que sean cada vez más reflejo de los multiformes dones de Dios a los hombres».[16]
Este proceso puede acelerarse mediante el ofrecimiento de la ciudadanía, desligada de los requisitos económicos y lingüísticos, y de vías de regularización extraordinaria, a los emigrantes que puedan demostrar una larga permanencia en el país. Insisto una vez más en la necesidad de favorecer, en cualquier caso, la cultura del encuentro, multiplicando las oportunidades de intercambio cultural, demostrando y difundiendo las «buenas prácticas» de integración, y desarrollando programas que preparen a las comunidades locales para los procesos de integración.
Debo destacar el caso especial de los extranjeros obligados a abandonar el país de inmigración a causa de crisis humanitarias. Estas personas necesitan que se les garantice una asistencia adecuada para la repatriación y programas de reinserción laboral en su patria. De acuerdo con su tradición pastoral, la Iglesia está dispuesta a comprometerse en primera persona para que se lleven a cabo todas las iniciativas que se han propuesto más arriba.
Sin embargo, para obtener los resultados esperados es imprescindible la contribución de la comunidad política y de la sociedad civil, cada una según sus propias responsabilidades.
Durante la Cumbre de las Naciones Unidas, celebrada en Nueva York el 19 de septiembre de 2016, los líderes mundiales han expresado claramente su voluntad de trabajar a favor de los emigrantes y refugiados para salvar sus vidas y proteger sus derechos, compartiendo esta responsabilidad a nivel global. A tal fin, los Estados se comprometieron a elaborar y aprobar antes de finales de 2018 dos pactos globales (Global Compacts), uno dedicado a los refugiados y otro a los emigrantes.
Queridos hermanos y hermanas, a la luz de estos procesos iniciados, los próximos meses representan una oportunidad privilegiada para presentar y apoyar las acciones específicas, que he querido concretar en estos cuatro verbos.
Los invito, pues, a aprovechar cualquier oportunidad para compartir este mensaje con
todos los agentes políticos y sociales que están implicados –o interesados en participar– en el proceso que conducirá a la aprobación de los dos pactos globales.
Hoy, 15 de agosto, celebramos la solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María al Cielo. La Madre de Dios experimentó en sí la dureza del exilio (cf. Mt 2,13-15), acompañó amorosamente al Hijo en su camino hasta el Calvario y ahora comparte eternamente su gloria.
A su materna intercesión confiamos las esperanzas de todos los emigrantes y refugiados del mundo y los anhelos de las comunidades que los acogen, para que, de acuerdo con el supremo mandamiento divino, aprendamos todos a amar al otro, al extranjero, como a nosotros mismos. Vaticano,
15 de agosto de 2017 Solemnidad de la Asunción de la Virgen María

FRANCISCO

[1] Cf. Pío XII, Const. ap. Exsul Familia, Titulus Primus, I.
[2] Discurso a los participantes en el Foro Internacional «Migraciones y paz» (21 febrero 2017).
[3] Cf. Intervención del Observador Permanente de la Santa Sede en la 103 Sesión del Consejo de la Organización Internacional para las Migraciones (26 noviembre 2013).
[4] Discurso a los participantes en el Foro Internacional «Migraciones y paz» (21 febrero 2017).
[5] Cf. Benedicto XVI, Carta enc. Caritas in veritate, 47.
[6] Cf. Intervención del Observador Permanente de la Santa Sede Itinerantes, Instr. Erga migrantes caritas Christi, 6.
[9] Cf. Benedicto XVI, Discurso a los participantes en el Congreso Mundial sobre la Pastoral de los Emigrantes y los Refugiados (9 noviembre 2009).
[10] Cf. Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2010; Intervención del Observador Permanente de la Santa Sede en la 26 Sesión Ordinaria del Consejo de los Derechos Humanos. Los derechos humanos de los emigrantes (13 junio 2014).
[11] Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes y Pontificio Consejo Cor Unum, Acoger a Cristo en los refugiados y en los desplazados forzosos (2013), 70.
[12] Cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 14.
[13] Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 27.
[14] Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2007.
[15] Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes y Pontificio Consejo Cor Unum, Acoger a Cristo en los refugiados y en los desplazados forzosos (2013), 30-31.
[16] Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado 2005.