Servicio diario - 09 de marzo de 2018


 

Francisco: "Pidamos al Señor la grandeza de su amor, que borra todos nuestros pecados"
Rosa Die Alcolea

El Papa viajará a Letonia, Lituania y Estonia del 22 al 25 de septiembre
Rosa Die Alcolea

"El confesor no es la fuente de la Misericordia ni de la Gracia, es el instrumento"
Redacción

Camino Neocatecumenal: 50 años de la llegada a Roma (II)
Redacción

ENTREVISTA: Oración, pobreza, paz: De los tugurios romanos al alcance mundial
Deborah Castellano Lubov

Líbano: Mons. Joseph Spiteri, nuevo nuncio apostólico
Marina Droujinina

Santa Maria Eugenia de Jesús, 10 de marzo
Isabel Orellana Vilches


 

 

09/03/2018-19:10
Rosa Die Alcolea

Francisco: "Pidamos al Señor la grandeza de su amor, que borra todos nuestros pecados"

(ZENIT – 9 marzo 2018).- “Pidamos al Señor la gracia de conocer la grandeza de su amor, que borra todos nuestros pecados”, ha exhortado el Papa Francisco. “Dejémonos purificar por el amor para reconocer el amor verdadero”.

El Papa Francisco ha presidido esta tarde, 9 de marzo de 2018, a las 17 horas, en la Basílica del Vaticano, la celebración penitencial con la que se ha iniciado la jornada “24 horas para el Señor”.

“El pecado es una de las maneras con que nosotros nos alejamos de Él. Pero esto no significa que él se aleje de nosotros”, ha aclarado el Santo Padre.

Por ello, la condición de debilidad y confusión en la que el pecado nos sitúa, “constituye una razón más para que Dios permanezca cerca de nosotros”, ha matizado.

“Su gracia continúa trabajando en nosotros –ha indicado Francisco– para fortalecer cada vez más la esperanza de que nunca seremos privados de su amor, a pesar de cualquier pecado que hayamos cometido, rechazando su presencia en nuestras vidas”

 

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Publicamos a continuación la homilía que el Papa Francisco ha pronunciado:

 

Homilía del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas:

Cuánta alegría y consuelo nos dan las palabras de san Juan que hemos escuchado: es tal el amor que Dios nos tiene, que nos hizo sus hijos, y, cuando podamos verlo cara a cara, descubriremos aún más la grandeza de su amor (cf. 1 Jn 3,1-10.19-22). No sólo eso. El amor de Dios es siempre más grande de lo que podemos imaginar, y se extiende incluso más allá de cualquier pecado que nuestra conciencia pueda reprocharnos. Es un amor que no conoce límites ni fronteras; no tiene esos obstáculos que nosotros, por el contrario, solemos poner a una persona, por temor a que nos quite nuestra libertad.

Sabemos que la condición de pecado tiene como consecuencia el alejamiento de Dios. De hecho, el pecado es una de las maneras con que nosotros nos alejamos de Él. Pero esto no significa que él se aleje de nosotros. La condición de debilidad y confusión en la que el pecado nos sitúa, constituye una razón más para que Dios permanezca cerca de nosotros. Esta certeza debe acompañarnos siempre en la vida. Las palabras del Apóstol son un motivo que impulsa a nuestro corazón a tener una fe inquebrantable en el amor del Padre: «En caso de que nos condene nuestro corazón, [pues] Dios es mayor que nuestro corazón» (v. 20).

Su gracia continúa trabajando en nosotros para fortalecer cada vez más la esperanza de que nunca seremos privados de su amor, a pesar de cualquier pecado que hayamos cometido, rechazando su presencia en nuestras vidas.

Esta esperanza es la que nos empuja a tomar conciencia de la desorientación que a menudo se apodera de nuestra vida, como le sucedió a Pedro, en el pasaje del Evangelio que hemos escuchado: «Y enseguida cantó un gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras de Jesús: “Antes de que cante el gallo me negarás tres veces”. Y saliendo afuera, lloró amargamente» (Mt 26,74-75). El evangelista es extremadamente sobrio. El canto del gallo sorprende a un hombre que todavía está confundido, después recuerda las palabras de Jesús y por último se rompe el velo, y Pedro comienza a vislumbrar, a través de las lágrimas, que Dios se revela en ese Cristo abofeteado, insultado, renegado por él, pero que va a morir por él. Pedro, que habría querido morir por Jesús, comprende ahora que debe dejar que muera por él. Pedro quería enseñar a su Maestro, quería adelantársele, en cambio, es Jesús quien va a morir por Pedro; y esto Pedro no lo había entendido, no lo había querido entender.

Pedro se encuentra ahora con la caridad del Señor y entiende por fin que él lo ama y le pide que se deje amar. Pedro se da cuenta de que siempre se había negado a dejarse amar, se había negado a dejarse salvar plenamente por Jesús y, por lo tanto, no quería que Jesús lo amara por totalmente.

¡Qué difícil es dejarse amar verdaderamente! Siempre nos gustaría que algo de nosotros no esté obligado a la gratitud, cuando en realidad estamos en deuda por todo, porque Dios es el primero y nos salva completamente, con amor.

Pidamos ahora al Señor la gracia de conocer la grandeza de su amor, que borra todos nuestros pecados.

Dejémonos purificar por el amor para reconocer el amor verdadero.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

09/03/2018-13:37
Rosa Die Alcolea

El Papa viajará a Letonia, Lituania y Estonia del 22 al 25 de septiembre

(ZENIT — 9 marzo 2018).- El Papa Francisco, acogiendo la invitación de los respectivos Jefes de Estado y obispos, viajará a los países bálticos del 22 al 25 de septiembre de 2018, visitando las ciudades de Vilna y Kaunas en Lituania, Riga y Aglona en Letonia y Tallin en Estonia.

La Oficina de Prensa del Vaticano lo ha hecho público esta mañana, viernes, 9 de marzo de 2018, y en próximamente informará sobre el programa.

El Santo Padre y el Primer Ministro de Estonia, Jüri Ratas, se encontraron el pasado 9 de febrero de 2018 en el Vaticano, y dialogaron sobre la protección de las riquezas ambientales y las migraciones, entro otros temas de interés mutuo en el ámbito regional y supranacional.

 

Primer ministro de Lituania

Del mismo modo, el Pontífice recibió a Saulius Skvernelis, primer ministro de la República de Lituania, junto a su mujer y sus hijos, el 6 de octubre de 2017.

Ellos hablaron del desarrollo futuro de la integración europea, la emigración de jóvenes y la acogida de los migrantes, y la paz y la seguridad a nivel regional e internacional, así como otros asuntos de relevancia para ambos Estados.

Asimismo, en este encuentro recordaron la reciente beatificación del arzobispo Theophilus Matulionis, que tuvo lugar el 25 de junio de 2017, y fue la primera beatificación celebrada en Lituania desde el final de la era del totalitarismo soviético.

 

 

09/03/2018-18:53
Redacción

"El confesor no es la fuente de la Misericordia ni de la Gracia, es el instrumento"

(ZENIT — 9 marzo 2018).- "¿Qué atención prestar durante la escucha de las confesiones sacramentales, especialmente de los jóvenes, también de cara a un posible discernimiento vocacional?"

A las 11:15 horas, en el Aula Pablo VI, el Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia a los participantes en el XXIX curso sobre el Fuero Interno, que tiene lugar en Roma, en el Palacio de la Cancillería, del 5 al 9 de marzo de 2018.

"Antes que nada —ha señalado Francisco— diría que siempre es necesario redescubrir la dimensión instrumental de nuestro ministerio": El sacerdote confesor no es la fuente de la Misericordia ni de la Gracia: ciertamente es el instrumento indispensable, ¡pero siempre es solo un instrumento! Y cuando el sacerdote se apropia de esto, impide que Dios actué en los corazones, ha explicado el Santo Padre.

En segundo lugar —ha indicado el Papa— es necesario saber escuchar las preguntas antes de ofrecer las respuestas.

Cuando se dan estos dos elementos, el diálogo sacramental puede abrirse realmente a ese camino prudente y de oración que es el discernimiento vocacional, ha dicho a los confesores.

Publicamos a continuación el discurso que el Papa ha dirigido a los presentes durante el encuentro:

 

Discurso del Papa Francisco

Queridos hermanos, ¡buenos días!

Os saludo cordialmente, comenzando por el cardenal Mauro Piacenza, a quien agradezco sus palabras. Saludo a toda la familia de la Penitenciaría Apostólica y a los participantes en el curso sobre el Fuero Interno, que este año, teniendo en cuenta el próximo Sínodo sobre los jóvenes, se ha centrado en la relación entre la confesión sacramental y el discernimiento vocacional. Se trata de un tema muy apropiado que merece algunas reflexiones que deseo compartir con vosotros.

Vosotros, los confesores, especialmente vosotros, los futuros confesores, tenéis la ventaja — por así decirlo — de ser jóvenes, y por lo tanto de poder vivir el sacramento de la Reconciliación como "jóvenes entre los jóvenes"; y, no pocas veces, la proximidad en la edad favorece incluso el diálogo sacramental, por una afinidad natural del lenguaje. Esto puede facilitar las cosas y es una circunstancia que hay que vivir adecuadamente para construir la auténtica personalidades cristianas. Sin embargo, es una condición que no está exenta de limitaciones e incluso de riesgos, porque estáis empezando vuestro ministerio y, por lo tanto, todavía tenéis que adquirir todo ese bagaje de experiencia que un "confesor consumado" tiene después de décadas de escucha de los penitentes.

¿Cómo vivir, entonces, esta circunstancia? ¿Qué atención prestar durante la escucha de las confesiones sacramentales, especialmente de los jóvenes, también de cara a un posible discernimiento vocacional?

Antes que nada, diría que siempre es necesario redescubrir, como afirma Santo Tomás de Aquino, la dimensión instrumental de nuestro ministerio. El sacerdote confesor no es la fuente de la Misericordia ni de la Gracia: ciertamente es el instrumento indispensable, ¡pero siempre es solo un instrumento! Y cuando el sacerdote se apropia de esto, impide que Dios actué en los corazones. Esta toma de conciencia debe hacer que se vigile atentamente sobre el riesgo de convertirse en "los amos de las conciencias", sobre todo en la relación con los jóvenes, cuya personalidad todavía está en formación y, por lo tanto, es influenciable con mucha más facilidad. Recordar ser y deber ser solo los instrumentos de la Reconciliación, es el primer requisito para asumir una actitud de escucha humilde del Espíritu Santo, que garantiza un esfuerzo genuino de discernimiento. Ser instrumentos no es una disminución del ministerio, sino, por el contrario, es su realización plena, porque en la medida en que el sacerdote desaparece y aparece más claramente Cristo sumo y eterno Sacerdote, se cumple nuestra vocación de "siervos inútiles".

En segundo lugar, es necesario saber escuchar las preguntas antes de ofrecer las respuestas. Dar respuestas, sin preocuparse por escuchar las preguntas de los jóvenes y, allí donde sea necesario, sin haber intentado suscitar preguntas auténticas, sería una actitud equivocada. El confesor está llamado a ser un hombre de escucha: escucha humana del penitente y escucha divina del Espíritu Santo. Escuchando realmente al hermano en el coloquio sacramental, escuchamos a Jesús mismo, pobre y humilde; escuchando al Espíritu Santo estamos en obediencia atenta, nos hacemos oyentes de la Palabra y, por lo tanto, ofrecemos el servicio más grande a nuestros jóvenes penitentes: los ponemos en contacto con Jesús mismo.

Cuando se dan estos dos elementos, el diálogo sacramental puede abrirse realmente a ese camino prudente y de oración que es el discernimiento vocacional. Toda persona joven debería poder oir la voz de Dios tanto en su propia conciencia como escuchando la Palabra. Y en ese camino es importante que esté sostenido por el acompañamiento sabio del confesor, que a veces también puede llegar a ser — a petición de los propios jóvenes y nunca proponiéndose él mismo — padre espiritual. El discernimiento vocacional es, ante todo, una lectura de lo signos que Dios mismo ha puesto en la vida del joven, a través de sus cualidades e inclinaciones personales, a través de los encuentros y a través de la oración: una oración prolongada, en la que repetir, con sencillez, las palabras de Samuel: "Habla Señor, porque tu siervo está escuchando" (1 Sam 3,9).

El coloquio de la confesión sacramental se convierte así en una oportunidad privilegiada de encuentro, para ponerse ambos -penitente y confesor-, a la escucha de la voluntad de Dios, descubriendo cual podría ser su proyecto, independientemente de la forma de la vocación. De hecho, la vocación no coincide, ni puede coincidir nunca, con una forma. ¡Esto llevaría al formalismo! La vocación es la relación misma con Jesús: relación vital e imprescindible.
Las categorías que definen al confesor corresponden a la realidad: "médico y juez", "pastor y padre", "maestro y educador". Pero especialmente para los más jóvenes, el confesor está llamado a ser, ante todo, un testigo. Testigo en el sentido de "mártir, llamado a com-padecer por los pecados de los hermanos, como el Señor Jesús; y luego testigo de la misericordia, de ese corazón del Evangelio, que es el abrazo del Padre al hijo pródigo que vuelve a casa. El confesor-testigo hace que la experiencia de la misericordia sea más efectiva, abriendo a los fieles un horizonte nuevo y grande que solo Dios puede dar al hombre.

Queridos jóvenes sacerdotes, futuros sacerdotes y queridos Penitenciarios, sed testigos de la misericordia, sed oyentes humildes de los jóvenes y de la voluntad de Dios para ellos, sed siempre respetuosos de la conciencia y de la libertad de los que se acercan al confesionario, porque Dios mismo ama su libertad . Y encomendad a los penitentes a aquella, que es el Refugio de los pecadores y la Madre de la misericordia.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

09/03/2018-19:21
Redacción

Camino Neocatecumenal: 50 años de la llegada a Roma (II)

(ZENIT — 9 marzo 2018).- Con ocasión del 50 aniversario de la fundación del Camino Neocatecumenal, se está preparando un gran encuentro en la Universidad de la Sapienza (Campus de Tor Vergata), a las afueras de Roma, que se celebrará el 5 de mayo de 2018, próximo a la fiesta de la Virgen de Pompeya, que es el día 8 de mayo.

Les ofrecemos la 2a parte del artículo que ha escrito para ZENIT Alfonso Vicente Carrascosa Santiago, de la 2a Comunidad Neocatecumenal de la parroquia Nuestra Señora del Tránsito, donde Kiko y Carmen comenzaron esta iniciación cristiana precisamente en 1968 (Leer la 1 a parte).

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(...) Por otra parte el cardenal Poletti les había puesto en contacto con el entonces director del centro catequístico de la diócesis de Roma, Monseñor Julio Salimei, quien, impresionado por las conversiones y la acción del Señor en las parroquias, fue también de gran ayuda ante algunas dificultades surgidas, enviándoles a hablar con el secretario de la Sagrada Congregación para el Clero, que era la congregación responsable de la catequesis en la Iglesia. En aquella ocasión se encontraron con monseñor Maximino Romero, a quien habían conocido cuando era obispo de Ávila, y les había sostenido y ayudado. Lo primero que hizo fue pedirles los esquemas que usaban en las catequesis, para que las examinaran expertos en catequética. Le explicaron que se trataba de páginas en ciclostilo que ni siquiera habían sido corregidas porque no le daban mucha importancia y por tanto no tenían escritos oficiales, si no tan solo indicaciones, esbozos, transcripción de una predicación oral adaptada a la gente que escuchaba, para ayudarla a descubrir la vida práctica y la liturgia de la Iglesia dentro de un camino de conversión.

Uno de los consultores de la Sagrada Congregación para el Clero que estudió el Camino escribió: "Pretendo ahora subrayar otro aspecto de estas catequesis, o mejor de este Camino neocatecumenal. Como estudioso de la Historia de la catequesis antigua he de decir que el intento de Kiko y Carmen de actualizar el catecumenado es un intento logrado. La experiencia personal les ha llevado a intuir lo que de profundamente válido contenía esta Institución de la Iglesia de los tres primeros siglos, y les ha permitido traducirla en una estructura. Estructura que, aunque no calca la antigua, asume sus elementos más importantes y los inserta en un contexto nuevo: el de la conversión de bautizados que, a pesar de serlo, no han hecho jamás una opción personal de Fe. En este proceso, que requiere su tiempo, a estos bautizados de las Comunidades Neocatecumenales se les ayuda a hacer su opción global de Fe en un clima de comunidad. Se les ayuda a hacerse disponibles a la acción del Espíritu Santo que les introduce en la comprensión y aceptación del radicalismo evangélico, iniciándoles gradualmente y de forma experimental, bien sea en la palabra de Dios, bien en los sacramentos de la conversión cristiana -penitencia- o en la Eucaristía. Yo encuentro muy positivo todo esto. Por ello concluyo este mi juicio invitando a los responsables de la Sagrada Congregación del Clero a que den ánimos a este movimiento, ayudándolo con compresión y con paterna indulgencia a que permanezca siempre en la línea ya emprendida de servicio a las comunidades parroquiales para su auténtica renovación".

Otras persecuciones en Roma les llegaron porque algunos decían que esta comunidad no tenía ningún compromiso social — el Camino nació en Roma coincidiendo con Mayo del 68 y todo estaba lleno de comunidades de base politizadas -, y que se pretendía repetir el bautismo. Un testimonio interesante al respecto del ambiente que se respiraba en Roma en este momento es el de Giusseppe Gennarini, actual responsable junto a su esposa del Camino Neocatecumenal en USA, que se puede leer en su libro "Gnosis y teología política" (http://www.buenanueva.es/tienda/lectio/gnosis-y-teologia-politica/) o en la dirección https://www.religionenlibertad.com/del-mayo-del-marx-cristo-mision-61582.htm. Toda esta persecución que llevó a la intervención de las distintas congregaciones que ya hemos comentado, al final hicieron que Camino Neocatecumenal fuera conocido por el Papa Pablo VI, que fue el primer Papa que habló sobre el Camino Neocatecumenal, y lo hizo precisamente el 8 de mayo de 1974, fiesta de la Virgen de Pompeya, o Virgen del Rosario, aquella a la que don Dino les había llevado a visitar nada más llegar a Roma. Pablo VI les dijo entre otras cosas:

"Cuánta alegría y cuánta esperanza nos dais con vuestra presencia y con vuestra actividad! ... Este propósito, que para vosotros es un modo consciente y auténtico de vivir la vocación cristiana, se traduce en un testimonio eficaz para los otros: hacéis apostolado porque sois lo que sois!... Vivir y promover este despertar es considerado por vosotros como una forma de "después del bautismo", que podrá renovar en las comunidades cristianas de hoy aquellos efectos de madurez y profundización que en la Iglesia primitiva eran realizados en el período de preparación al bautismo. Vosotros lo hacéis después. El antes o después yo diría, es secundario. Lo importante es que vosotros buscáis la autenticidad, la plenitud, la coherencia, la sinceridad de la vida cristiana. Y esto tiene un mérito grandísimo, repito, que nos consuela enormemente..."

De esta forma el Papa respondía sin saberlo a todas aquellas acusaciones: "Hacéis apostolado sólo porque sois lo que sois!" y "el antes o después del bautismo, yo diría es secundario". La fecha del 8 de mayo fue para Kiko y Carmen un signo de que la Virgen les apoyaba. De hecho nunca más les volvieron a acusar de repetir el bautismo. Más tarde, el 12 de enero de 1977 Pablo VI concedió una audiencia privada a Kiko, Carmen y el padre Mario, en la que tras preguntar "¿Quién es Kiko?", le puso las manos sobre los hombros y le dijo "Sé humilde y fiel a la Iglesia, y la Iglesia te será fiel". También le dio una medalla. Carmen le dijo que en vez de una medalla prefería que le impusiese las manos, y así lo hizo.

A Juan Pablo I le encontraron cuando era Patriarca de Venecia, de 1.972, y que les dió permiso para abrir el Camino en su Diócesis. En los siguientes lo animó y lo siguió, presidiendo personalmente todas las etapas y los escrutinios. Además erigió un Centro Neocatecumenal Diocesano, poniendo a disposición del Camino la bellísima Iglesia de Santo Tomás. Pero, sobre todo, permitió celebrar la Vigilia Pascual durante toda la noche, confirmó en todo la práctica del Camino frente a párrocos que habían suscitado ciertas dificultades. Kiko siempre recuerda con alegría sus palabras en la homilía pronunciada a los hermanos de la Primera Comunidad Neocatecumenal de la Parroquia de Santa María Formosa, que habían llegado a la Iniciación a la Oración. Les animaba citando a los Padres: "Voy a rezar, voy a luchar".

Más tarde san Juan Pablo II, el 3 de setiembre de 1.979, en una misa en Castelgandolfo, recibiría por primera vez a Kiko, Carmen, al Padre Mario tras la cual habló con ellos personalmente. Más tarde el Papa comenzó a visitar las parroquias de Roma, visitas en las que siempre tenía lugar un encuentro particular con las Comunidades Neocatecumenales, en las que le hablaron del Camino, sobre todo Carmen, que aquí jugó un papel fundamental. En noviembre de 1980 san Juan Pablo II tuvo el primer encuentro público con el Camino Neocatecumenal, en la parroquia de Mártires Canadienses, donde doce años antes se había comenzado el Camino. Carmen recuerda este encuentro con alegría en sus "Diarios" (D420): "El Papa en Martiri. De madrugada, maravillosa con estrellas, Alocén — Barajas — Roma. Tú eres más potente que nadie, Santo, Bendito, y has sentado al Papa durante una hora con nosotros, y has hecho hablar a Kiko con santidad, humildemente. Jesús, yo un poco locatis, pero libre.

Le he dicho al Papa al oído: «Le queremos tanto». Y él ha empezado su discurso así: «Os quiero». Aplausos. Jesús mío, Tú eres vencedor y te amo. Ayúdame. Papa, ¿puedo decir una palabra? Le queremos tanto. Estamos, Padre, en profunda comunión con Usted. El que le da potencia y gracia a Usted para llevar su Iglesia, y que sostuvo a Pablo VI en su difícil tiempo, y que ha llevado el Concilio Vaticano II, da potencia y dinamismo para llevar todo esto, que no es otra cosa que el Concilio Vaticano II en acto en el pueblo: un catecumenado nuevo, «neocatecumenado», vigorizando la fe —con vistas a un mundo ateo que nos circunda—, que no es otra cosa que zambullirse la Iglesia en su bautismo, en la Muerte y Resurrección de Jesucristo, y abriendo un Éxodo, camino de vida eterna. Estamos en profunda comunión. Nosotros no somos más que siervos inútiles, espectadores de la obra del Señor. Pablo VI decía: «Me dicen... Pero dicen tantas cosas...». Padre, existe el Acusador, Satanás, que pasa los muros vaticanos, que intenta separarnos con estas acusaciones. Pero el Espíritu Santo es el Abogado, el Defensor. Esperamos que su ángel de la guarda le diga: «No tengas miedo de tomar contigo "el catecumenado", a María, que lo engendrado en ella es fruto del Espíritu Santo». No somos una Iglesia paralela". (Roma, 2 de noviembre de 1980)

Todo este proceso de conocimiento de los Papas del Camino Neocatecumenal de primera mano fue propiciado por el Espíritu Santo de un modo providencial, y desencadenó la emisión del primer reconocimiento oficial del Camino por parte de un Papa, en la persona de san Juan Pablo II, a través de la famosa Carta "Ogni qualvolta" de 30 de agosto de 1990 dirigida a Paul Josef Cordes, encargado "ad personam" por el Papa para la relación con el Camino Neocatecumenal, en la que escribió "...reconozco el Camino Neocatecumenal como un itinerario de formación católica, válido para la sociedad y para los tiempos de hoy...". A lo largo del resto del texto indicaba que a tal afirmación le llevaba el estudio de la documentación de la que había dispuesto que corroboraba la experimentación en el tiempo ("después de más de 20 años de vida de las comunidades") y la universalidad del lugar ("extendidas en los cinco continentes"), así como la confirmación implícita de tantos pastores y por último del Santo Padre mismo ("también yo en los numerosos encuentros que he tenido como obispo de Roma en las parroquias romanas ... he constatado copiosos frutos de conversión personal y fecundo impulso misionero" —algo que fue consecuencia directa de que el Camino llegase a Roma y arraigase allí- y la existencia de líneas programáticas capaces de producir esos frutos, como la praxis catequético-litúrgica instaurada y convalidada en varias diócesis de todo el mundo por sus respectivos Pastores, que consiste en las "líneas propuestas por los iniciadores" que el Santo Padre afirma haber examinado, "habiendo visto la documentación", y que, por tanto, confirma explícitamente con una palabra clave, "reconozco", "como fruto del Espíritu Santo, de ese mismo Espíritu que hace germinar en la Iglesia impulsos de una mayor fidelidad al Evangelio, florecer nuevos carismas que manifiestan tales realidades y nuevas instituciones que las ponen en práctica".

En 2002 fue aprobado "ad experimentum" el Estatuto del Camino Neocatecumenal, siendo Papa san Juan Pablo II, y en 2008 recibieron la aprobación definitiva siendo papa Benedicto XVI. Carmen Hernández (1930-2016) cofundó con Kiko Argüello el Camino Neocatecumenal, nacido en Madrid en 1964. En la Misa de Corpore insepulto celebrada en la Catedral de la Almudena el 21 de julio de 2016, el propio Kiko dijo "Sin ella el Camino no existiría. Ella nos ha traído la riqueza del Concilio, la Vigilia Pascual. Me ha soportado con paciencia...", situando de este modo a Carmen en una posición relevante en la Historia de la Iglesia Católica Española y Universal, al vincularla a la puesta en marcha de esta nueva realidad eclesial que, en palabras del propio Kiko, disfrutan hoy aproximadamente millón y medio de personas, distribuidas en unas 30.000 comunidades repartidas en 6.800 parroquias de 128 naciones, habiéndose fundado ya entonces 107 Seminarios "Redemptoris Mater". Cifras aparte, el Camino Neocatecumenal es el primer catecumenado post-bautismal de validez universal aprobado por la Santa Sede. No es un movimiento, sino una iniciación cristiana. Confirma su naturaleza particular — naturaleza por cierto que Carmen peleó desde el principio incluso ante los Papas en el sentido de dejar claro que no se trataba de un movimiento más- el hecho de que para elaborar sus estatutos hubieron de intervenir cinco dicasterios, a saber: Pontificio Consejo para los Laicos, Congregación para la Doctrina de la Fe, Congregación para el Culto Divino, Congregación para el Clero y la Catequesis y Congregación para la Educación Católica. A esta singularidad hay que añadir la subrayada por el padre Mario Pezzi al finalizar el funeral, al decir que hasta dónde el tenía conocimiento, era la primera vez en la Historia de la Iglesia que un carisma era llevado adelante por Dios a través de un hombre y una mujer laicos y célibes.

Y para terminar, Obispos de la Republica dominicana dieron conocer las declaraciones del Papa Francisco sobre el Camino expresadas durante la visita ad limina de los obispos dominicanos el 28 de mayo de 2015 y dadas a conocer por Mons. Ramón Benito de la Rosa y Carpio, arzobispo emérito de Santiago de los Caballeros, que pidió la autorización al presidente de la Conferencia Episcopal de la República Dominicana para divulgar dichas declaraciones del Papa sobre el Camino Neocatecumenal http://www.camminoneocatecumenale.itinew/evento.asp?lang=es&id=237. También el Santo Padre, en una carta personal a Pilar Antelo, responsable del Camino in Argentina, autorizó la divulgación de sus afirmaciones. Dijo entre otras cosas:

"El Camino Neocatecumenal es cosa del Espíritu Santo en su Iglesia. Por tanto, les exhorto vivamente que sostengan, alienten y den seguimiento a esta iniciación cristiana. Valoro muy positivamente la dimensión misionera de las Comunidades. Este año acabo de enviar más de cien familias a países donde no existe o es escasa la presencia de la Iglesia. Sobre los Seminarios 'Redemptoris Mater', digo lo siguiente: ¿Qué sería de la diócesis de Roma —aquella a la que de manera fortuita llegó el Camino en 1968- sin él? Acabo de ordenar 16 sacerdotes y 13 eran del Camino Neocatecumenal. Saquen ustedes las conclusiones. El Camino Neocatecumenal ha restaurado en la Iglesia la Noche Pascual, que es el centro de la vida cristiana. El Camino Neocatecumenal es el que más sabe sobre la Iniciación Cristiana. Consulten y, si es preciso, corrijan a los catequistas, a las comunidades (porque corregir es amar), pero corrijan con los Estatutos en la mano."

El reciente nombramiento de Maria Asunción Romero como miembro del Equipo Responsable Internacional del Camino Neocatecumenal supone el resultado de la aplicación del Estatuto de dicha realidad eclesial, lo que demuestra que dicho documento no es letra muerta. Otro motivo más a celebrar en el gran encuentro que el Camino Neocatecumenal prepara para celebrar junto con el Papa Francisco los 50 años del Camino Neocatecumenal en Roma, a realizar en Tor Vergata, a las afueras de Roma, el 5 de mayo de 2018, lo más próximo que se ha podido a la fiesta de la Virgen de Pompeya, que se celebra al 8 de mayo. A buen seguro que será un Nuevo Pentecostés para la Nueva Evangelización.

Leer la 1 a parte del artículo

 

 

09/03/2018-17:48
Deborah Castellano Lubov

ENTREVISTA: Oración, pobreza, paz: De los tugurios romanos al alcance mundial

(ZENIT — 5 marzo 2018).- Desde las chabolas de las periferias de Roma, a finales de los 60, hasta África, Asia y América, llevándose a todas partes la pasión por los tres "Ps", como dijo una vez el Papa Francisco: oración (prayer), pobreza y paz, esta es la historia de la Comunidad de San Egidio, que en 2018 elebra su 50 aniversario.

En la ardiente atmósfera de las protestas juveniles, entre los poderosos fermentos de novedades que sacudían a la Iglesia, surgidas en el Concilio Vaticano II, Andrea Riccardi, de dieciocho años de edad, reunió a su alrededor a un grupo de estudiantes de secundaria para orar, escuchar la Biblia, para dirigir un programa después de la escuela para niños pobres en las afueras del sur de Roma.

La Comunidad tomó entonces el nombre de "San Egidio", el santo que puso nombre a los locales, que se convirtió en la sede de la Comunidad, en el barrio popular de Trastevere. Más tarde, la Santa Sede reconoció a la Comunidad, en 1986, como una Asociación internacional de fieles laicos.

Hoy, sus cerca de 60.000 miembros están dispersos en 70 países. El primer trabajo comunitario es la oración y la lectura de la Sagrada Escritura; luego la comunicación del Evangelio y, especialmente, el servicio a los pobres, donde quiera que haya una pequeña Comunidad presente y activa.

La amistad, con los alumnos de los barrios marginales romanos, se amplió a las personas con discapacidad, los sin hogar, los inmigrantes, los enfermos terminales, los prisioneros, los refugiados nómadas y los drogadictos con una miríada de iniciativas.

Entre ellos destaca el almuerzo de Navidad: el 25 de diciembre todas las comunidades ofrecen un almuerzo y una tarde de celebración con los pobres, con los ancianos que están solos y con las personas sin hogar. La última vez 240.000 personas participaron en más de 70 países.

El paso fue breve desde la solidaridad con los pobres en el compromiso con la paz en varios puntos calientes del mundo, con miembros de la comunidad que fueron mediadores en conflictos de larga duración, desde la guerra civil en Mozambique, que duró 16 años, a la firma de la paz en Roma, en la sede de la Comunidad, en el año 92, de ahí el apodo de "ONU de Trastevere".

La Comunidad apoya una campaña de opinión global para la abolición total de la pena de muerte en el mundo. Además, el Proyecto 'Dream' es un vasto programa de prevención y terapia para el SIDA en África. Otro programa, "BRAVO: (Registro de Nacimiento para Todos contra el Olvido)" busca promover el registro de recién nacidos en el mundo de la esclavitud.

Para abordar las oleadas de desembarcos de inmigrantes y refugiados de África y Medio Oriente en las costas italianas, en 2015 la Comunidad comenzó a establecer "corredores humanitarios" para hacer posible el acceso en Italia de refugiados y solicitantes de asilo en condiciones de legalidad y seguridad. Después de Italia, se abrieron otros corredores en Francia y Bélgica.

Finalmente, existe la vocación original de compromiso con el ecumenismo y el diálogo entre culturas, pueblos y religiones. Cada año, la Comunidad convoca en una ciudad europea diferente (con la excepción de Jerusalén en 1995) un gran encuentro de oración por la paz, en continuidad con el Día histórico, iniciado por el Papa Wojtyla en el año 1986 en Asís, junto con los líderes religiosos de todo el planeta.

Con motivo del cincuentenario, ZENIT entrevistó a Marco Impagliazzo, 55 años, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Perugia, presidente de la Comunidad:

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ZENIT: Profesor Impagliazzo, ¿cómo y cuándo conoció la Comunidad? ¿Qué le llamó la atención de lo que hacía la Comunidad?

Era 1977; Tenía 15 años y era un joven estudiante de la escuela secundaria clásica Visconti, una escuela secundaria de clase media del centro de Roma, junto a Piazza Venezia. Ese año hubo una revuelta estudiantil nuevamente, más minoritaria en comparación con el 68. Los estudiantes ocuparon las escuelas y dirigieron ellos mismos las horas de clase en clase. Luego, un grupo de estudiantes de la Comunidad de Sant'Egidio organizó una semana de lecciones sobre la relación entre la escuela y la ciudad. La idea era contarle a Roma, especialmente a las periferias, cómo nacieron los suburbios de la clase trabajadora, el gran conglomerado de palacios del período fascista y quién vivía en ellos...

Ellos estaban realmente interesados, manejados por los estudiantes que dijeron: "estamos hablando de muchas cosas, ¡ahora vamos a ver las periferias!". Luego fueron a un suburbio de la clase obrera de Roma, donde había un "Escuela de paz" para niños. Preguntaron si podían echar una mano: "Sois estudiantes, tenéis una educación, ayudad a esos chicos pobres a estudiar, dijeron. Así lo hicimos, y fue el momento más hermoso. Dije que era cristiano, que había sido 'scout', pero que estaba viviendo mi relación con la Iglesia. Ese encuentro con los niños de Garbatella —un barrio que ha mejorado mucho en comparación con antes— para poder enseñarles, encontrándome con los pobres, me golpeó mucho: me pareció poner en práctica lo que Jesús dice en el Evangelio. Desde entonces, nunca he salido de la Comunidad.

 

ZENIT: Después del Concilio, se habla mucho de atención, por parte de la Iglesia, a los "signos de los tiempos". Fueron años llenos de novedad para la Iglesia, pero no siempre fáciles. ¿Cuáles fueron los signos de los tiempos que inspiraron a la comunidad?

La primera, creo, fue la palabra clara del Papa Juan )0011, cuando dijo que la Iglesia pertenece a todos, y especialmente a los pobres. En ese momento todavía estaba demasiado lejos de los pobres, a pesar de las muchas obras de caridad que la iglesia estaba haciendo, y esa distancia estaba llena. Fue considerado como los "clientes" de la Iglesia, lo que la Iglesia debería considerar de hecho como "clientes". En cambio, a mi parecer, la Iglesia de los pobres significa que los pobres eran "parte" de la Iglesia, no sus" clientes".

Otro signo de los tiempos fueron las "periferias". En las periferias, Roma era una ciudad de chabolas, entre finales de los 60 y principios de los 70, 100.000 personas vivían en chabolas. Era necesario llenar la distancia entre la ciudad de los ricos y la ciudad de los pobres de las periferias.

Sin embargo, otra señal de que la Palabra de Dios ha comenzado a ocupar un lugar central en la vida de la Iglesia. El Concilio una vez más ha devuelto a los cristianos en la Palabra de Dios, diciendo "ahora leedlo, estudiadlo, amadlo y orad con las Escrituras". Y esta familiaridad con la Sagrada Escritura siempre ha estado en el corazón de la vocación de la Comunidad hasta hoy.

 

ZENIT: En un siglo de historia de la Comunidad, el Papa S. Juan Pablo II fue convocado por los líderes religiosos del mundo a Asís para orar por la paz. Desde entonces, la Comunidad ha mantenido viva la llamada de "Espíritu de Asís", organizando un encuentro de oración por la paz cada año en diferentes ciudades de Europa, con representantes de las religiones del mundo. La realidad de los últimos años, sin embargo, ha contradicho, de hecho, la idea de que las religiones no admiten el odio y la violencia... ¿Qué piensas? ¿Cuál es el sentido de vuestro compromiso?

Antes que nada, digo que esta intuición de Juan Pablo II fue verdaderamente profética, en el sentido de que anticipó los tiempos, dado que el terrorismo aún no había nacido, que estaba envuelto en la religión; Estoy pensando en los ataques de 2001 en los EE. UU. Y lo que se dice sobre el Islam en particular, que es una religión vinculada a la violencia... Mucho antes de todo esto, Wojtyla entiende que es necesario tener un discurso de gran claridad, para deshacerse de toda ambigüedad en la relación religión-violencia. Y no era un discurso defensivo, si es que era un discurso para atacar, porque afirmaba que las religiones no solo deben decir "no" a la violencia, sino que deben decir sí a la paz.

Creemos que es mucho, estamos en el proceso de preguntarle a los líderes religiosos que vienen a nuestras reuniones, para trabajar juntos por la paz y el desarrollo, para ayudar a los que sufren. Aquí se puede encontrar un terreno común entre las religiones, que ciertamente no puede ser teológico. Sin embargo, puede ser un compromiso para un mundo mejor, especialmente, para la paz. Naturalmente, no siempre fue fácil. En los primeros años de 2000, el "Espíritu de Asís", debido a los ataques contra el Islam, la islamofobia generalizada, y a veces también a causa de los líderes, incapacita para tomar una posición seria contra la violencia. Entonces comenzamos a preguntarnos: "¿Son útiles estos encuentros?".

En realidad, estamos seguros de que estas reuniones serán útiles porque crearon vínculos e inspiraron nuevas opciones, y gran parte del trabajo por la paz en la comunidad, en tantas áreas del mundo, especialmente en África, hasta la República Centroafricana, donde trabajamos en una hoja de ruta para la paz junto con los musulmanes... Pero podría dar tantos otros ejemplos.

 

ZENIT: Uno de los compromisos de la Comunidad, a nivel global y especialmente en Italia, es la recepción e integración de los migrantes, un tema favorecido en las enseñanzas del Papa Francisco. Sin embargo, hay muchos otros para los que la inmigración se vuelve insostenible para una sociedad. Entonces, ¿cuál es la tarea de la política frente a este fenómeno?

Debo decir que escuchar al Papa, que habla de migrantes, siempre me impresiona mucho, porque veo dos fuentes en sus palabras. Uno es el Evangelio, del cual el Papa saca fuerza —Estoy pensando en el relato del Juicio Final, Mateo 25, "era un extraño y me recibisteis"— Pero pienso en la Biblia entera, donde el extranjero siempre está bajo la protección de Dios. Luego está la historia personal del Papa, conectada con Argentina, que se convirtió en un gran país, precisamente por la mezcla de muchos pueblos.

Lamentablemente, se hacen discursos infundados y erróneos sobre los inmigrantes, especialmente en Italia. El primer error es confundir la realidad con la percepción que uno tiene del fenómeno. Y la responsabilidad recae sobre muchos intelectuales, políticos y políticos, también en la prensa que a veces no da las verdaderas dimensiones del fenómeno. En Italia, especialmente en estos días de campaña electoral, creemos que los inmigrantes contribuyen a nuestro bienestar; son el 8% de la población, y la gran mayoría está trabajando, en fábricas, en campos, en familias. Entonces hay una cierta integración, que funciona. El problema es conjugar los dos verbos que dice Francisco: acoger e integrar, porque está bien acoger, sin embargo, también es necesario integrar. Y aquí la política se está quedando atrás; Solo estoy pensando en jus soli y jus culturae, que no ha sido aprobado por el Parlamento italiano. Nosotros les recibimos pero no somos capaces de integrarlos. Entonces los ciudadanos reaccionan con miedo, en cambio, la responsabilidad de la política debería ser, de hecho, no soplar sobre el fuego pero resolver los problemas.

 

ZENIT: ¿Qué falta para facilitar la integración de los extranjeros?

Falta una cosa elemental: abrir caminos legales para la inmigración. Porque en Italia, como en Europa, los canales legales están cerrados, o están legalizados en Italia, los canales legales están cerrados, o hay cuotas preestablecidas de llegada que son muy bajas Hay muchos inmigrantes legales en Italia, junto con un cierto número de ilegales, aquellos que llegan a través del mar <en barcos>, porque en Italia, como en Europa, los canales legales están cerrados, o hay cuotas preestablecidas de llegada que son muy bajas. Sin embargo, nuestra economía necesita inmigrantes. Por lo tanto, en todo caso sería necesario discutir el establecimiento de cuotas más altas y establecer acuerdos con los países de partida para hacerlos respetar, haciendo responsables a esos gobiernos; luego tratar de simplificar tanta legislación que no ayuda a la integración de los que llegan. Un buen ejemplo son los corredores humanitarios, una forma legal de emigración para uno que huye de la guerra y no dejarlo en manos de traficantes de seres humanos.

 

ZENIT: Cuando hablas de la prensa, que también manipula la realidad, ¿a qué te refieres específicamente?

Hay un cierto tipo de prensa, vinculada a ciertas partes como Lega en Italia, donde el migrante siempre se presenta como un problema, como alguien que quiere quitarnos nuestro trabajo, nuestra serenidad... por no hablar de las noticias falsas que circulan en las redes sociales.

 

ZENIT: La vocación al servicio de los pobres es parte del ADN de la Comunidad. Francisco dijo de inmediato que deseaba una "Iglesia pobre para los pobres". ¿Cómo te imaginas una Iglesia así? ¿Y podemos decir hoy que la Iglesia está o no en sintonía con Francisco en este punto?

Veo grandes cambios, especialmente después del Año Santo de la Misericordia, especialmente en Europa. Veo que las palabras del Papa han sido escuchadas en parroquias, familias, asociaciones, que ahora prestan más atención a los pobres, con nuevas estructuras y una nueva sensibilidad. Para que la sintonización se realice realmente, aún se necesita tiempo, naturalmente. Lo que falta, en mi opinión, es insertar a los pobres y la reunión con los pobres también en la catequesis, en los discursos que dirigimos a los jóvenes. Para una persona joven encontrarse con un anciano solo o un niño pobre, y ayudar a un hombre que vive en la calle es una gran catequesis. Aún no hemos entendido en profundidad cuánto nos evangelizan los pobres, porque representan a Jesús. La persona pobre es un "sacramento", que debe crecer en la conciencia de la vida de la Iglesia.

 

ZENIT: La Comunidad de San Egidio acaba de celebrar sus 50 años con una visita al Presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella. ¿Qué ayuda le dará esta visita para el futuro y por qué fue tan significativa?

El presidente Mattarella me llamó especialmente la atención cuando dijo que la Comunidad había superado las barreras del espacio y el tiempo. Es decir, no permaneció enjaulado en el espacio de los orígenes, es decir, Roma, sino que se extendió a todo el mundo. Y no permaneció vinculado al período de su nacimiento, pero tuvo éxito, entonces, en los nuevos tiempos que vinieron después. Este énfasis en la capacidad dinámica de la Comunidad, para cruzar el espacio y los tiempos, me llamó la atención. Significa que todavía es una comunidad joven, con la audacia y el deseo de los orígenes de vivir en el mundo para hacerlo más justo y más humano. Y este reconocimiento nos hace felices porque proviene del Jefe de Estado; es como un "gracias" de toda Italia, que él representa.

 

 

09/03/2018-14:21
Marina Droujinina

Líbano: Mons. Joseph Spiteri, nuevo nuncio apostólico

(ZENIT — 9 marzo 2018).- El Obispo Joseph Spiteri, de 58 años, fue nombrado por el Papa Francisco Nuncio Apostólico en el Líbano el miércoles 7 de marzo de 2018.

'Vatican News' señala que el obispo Spiteri llega al Líbano en un clima de fragilidad política, complicado por la presión demográfica de los refugiados palestinos y los refugiados sirios.

Sucede al obispo Gabriele Caccia, que fue nuncio en Beirut de 2009 a 2017. El nuevo nuncio presentará en unas pocas semanas sus credenciales al presidente de la República, Michel Aoun, quien, según lo dispuesto por el sistema confesional libanés, es cristiano maronita y, por lo tanto, católico.

Joseph Spiteri nació el 20 de mayo de 1959 en Sliema, cerca de Valletta, Malta. Ordenado sacerdote en 1984, ingresó al servicio de la diplomacia pontificia en julio de 1988.

Fue nuncio en Sri Lanka de 2009 a 2013, luego en Costa de Marfil de 2013 a 2018. En ambos países apoyó la contribución de la Iglesia Católica a la reconstrucción de la unidad nacional, después de un tiempo de guerra civil.
El Papa Francisco ha expresado reiteradamente su intención de visitar el Líbano, sin fecha, señala Vatican News'.

El 16 de marzo de 2017, el Papa recibió al Presidente Michel Aoun en el Vaticano, y el 13 de octubre de 2017, el Primer Ministro Saad Hariri, un musulmán sunita.

Líbano tiene una presencia cristiana estimada en 40% de la población.

 

 

09/03/2018-08:24
Isabel Orellana Vilches

Santa Maria Eugenia de Jesús, 10 de marzo

«El compromiso apostólico a través de la educación marcó la vida de la fundadora de las Asuncionistas que llegó a la vida religiosa con el soporte de grandes valores universales recibidos en su hogar y una dosis de grandes sufrimientos»

Anna Milleret de Brou nació el 26 de agosto de 1817 en Metz, Francia. La ideología liberal de sus padres que gozaban de una espléndida posición —el Sr. Milleret era banquero y político— estaba impregnada de la volteriana, que no parecía la más idónea para una futura santa. Pero Dios está siempre por encima de las circunstancias de la vida, alumbrando a sus hijos para que alcancen la unión con Él. Y como Anna siguió los dictados divinos, llegó a los altares. La base de su educación fueron valores universales a los que luego su vida evangélica les daría el sentido conferido por Cristo, pero ella misma reconoció que aquéllos fueron esenciales. No contando con el crucial apoyo de su familia, por declararse no creyente, era admirable que acudiese a las misas dominicales. Ahora bien, como a tantas personas les sucede, lo hacía sin mayor afán de compromiso. Pero al recibir la primera comunión en las navidades de 1829 algo muy hondo y especial se produjo en su interior.

A partir de 1830 la familia se resquebrajó. A la pérdida de bienes materiales de su padre siguió la separación del matrimonio y la disgregación de los hermanos. El cólera le arrebató a su madre en 1832, y antes tuvo que afrontar la muerte de dos hermanos, uno mayor y la otra más pequeña que ella, sin contar con una funesta caída, de cuyas secuelas no se libró, y la incertidumbre ante un futuro inseguro. Todo ello aconteció en sus primeros 15 años de vida. En ese sombrío panorama, sin guía alguna ni mano amiga que la sostuviera en tanto sufrimiento, amparada por una pudiente familia de Chálons que la acogió, lo más lógico era poner en cuarentena las escasas raíces de la fe que poseía: «Viví unos años preguntándome sobre la base y el efecto de las creencias que no había comprendido... Mi ignorancia de la enseñanza de la Iglesia era inconcebible y con todo había recibido las instrucciones comunes del catecismo».

Vuelta a París con su padre, en la Cuaresma de 1836 fue a Notre-Dame. Al escuchar la predicación del padre Lacordaire, discípulo de Lamennais, cambió el rumbo de su existencia. Aparcó la ajetreada vida social en la que estaba inmersa, y se dispuso a situar a Cristo en el centro de su corazón. Poco más tarde, el padre Combalot, predicador como el anterior, asumió su dirección espiritual. Y al ir penetrando en los entresijos del alma de la joven se percató de su grandeza. Dios le ponía delante justamente a la persona que precisaba para fundar la Orden que tenía in mente, en honor de Nuestra Señora de la Asunción, con objeto de paliar las deficiencias de los jóvenes, especialmente de los incrédulos. Ella no lo tuvo tan claro, pero aceptó el designio de Dios que le sobrevenía a través de su confesor. Eso sí, compartía con él la idea de que la educación cristiana es clave para la vida, ya que bajo su influjo se obra una decisiva transformación personal que revierte en la sociedad.

Pasó por el convento de la Visitación de La Cate-Saint-André, Isére, y quedó impregnada de la espiritualidad de san Francisco de Sales, sello perceptible en la fundación que emprendería en breve. En 1838 se produjo otro encuentro decisivo en su vida. Conoció al padre Emmanuel d'Alzon, vicario general de Nimes, que fue su confesor, y que fundaría los Asuncionistas en 1845. Durante cuatro décadas iban a compartir colegialmente el mismo ideal, el amor a Cristo y a su Iglesia, así como el afán de esparcir el carisma por doquier. En 1839, junto a otras dos jóvenes, la santa puso en marcha la congregación religiosa de la Asunción. Llevaban una vida de oración y estudio. Aunaban contemplación y acción teniendo como pilares de su existir a Cristo y el misterio de su Encarnación.

En la primavera de 1841 las primeras religiosas que secundaron a la fundadora, antiguas amigas suyas, tomaron caminos divergentes a los del padre Combalot, con el que no compartían su modo de llevar adelante la obra. Anna sufrió mucho con el carácter del sacerdote, pero entendió maravillosamente que había sido un fértil instrumento que Dios puso para que la fundación fuese una realidad. Vivió en perfecta fe y obediencia, contribuyendo con su indeclinable entrega a esta misión para la que había sido llamada. Volviendo la vista atrás respecto a lo que fueron esos umbrales, veía cómo había sido impulsado todo por Cristo: «¡Todo viene de El, todo es pues de El y debe volver a Él!».

Después de esta ruptura, quedaron bajo el amparo del arzobispo de París y de su vicario general, monseñor Gros. En agosto hicieron los votos, y al año siguiente, con la ayuda de benefactores y amigos, entre otros el padre Lacordaire, inauguraron la primera escuela. Hubo en la vida de la fundadora muchos momentos de oscuridad y dificultades que vivió en silencio. Decía: «El camino hacia la santidad es un camino de separación y unión, de ruptura para crear un nuevo lazo de unión. En la vida religiosa solo se vive feliz y contento dejando a Dios hacer en nosotros todo lo que quiera... y quitarnos todos los apegos. Es la santidad de Dios la que lo quiere».

En 1880 vivió con sumo dolor la separación del padre Enmanuel que la precedía en su camino hacia el cielo. Afirmó entonces: «Dios quiere que todo caiga a mi alrededor». Ocho años más tarde moría su más estrecha colaboradora, Thérése-Emmanuel. Mientras, el Instituto seguía creciendo. Consciente de que la medida del amor es amar sin medida, conducía a las religiosas por el sendero de la radicalidad evangélica: «En la educación, una filosofía, un carácter, una pasión. Pero ¿qué pasión dar? La de la fe, la del amor, la de la realización del Evangelio». Ella misma, vencida por los achaques de la edad, corroboraba que lo único que se mantiene indemne es el amor. «Solo me queda ser buena», manifestaba. En 1897, paralizados sus miembros, en su semblante quedaba al descubierto el poderoso brillo de la pasión por Cristo que estaba más vivo que nunca, como develaban sus ojos. Y el 10 de marzo de 1898 entregó su alma a Dios. Fue beatificada por Pablo VI el 9 de febrero de 1975. Benedicto XVI la canonizó el 3 de junio de 2007.