Servicio diario - 07 de agosto de 2019


 

Confiar en la "verdadera riqueza", la relación con Cristo — Palabras del Papa en español
Larissa I. López

Venezuela: "¿Hasta cuándo vamos a soportar esta pesadilla?", plegaria de Mons. Moronta
Redacción

La mano extendida para ayudar al otro a levantarse — Catequesis completa
Larissa I. López

Francisco a los hispanohablantes: Compartir el "amor infinito" de Dios con los demás
Larissa I. López

Medjugorje: "Dar sentido a la propia vida", catequesis de Mons. Fisichella
Anne Kurian

Vacaciones de verano: El Santo Padre invita a no descuidar la oración y la Eucaristía
Larissa I. López

Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein): Francisco destaca el "don de su vida" contra la intolerancia
Larissa I. López

Emiratos Árabes, Irak, Egipto y Oriente Medio: Pedir primero el Reino de Dios
Larissa I. López

Monseñor Felipe Arizmendi: "¿Por qué tanta violencia?"
Felipe Arizmendi Esquivel

Santo Domingo de Guzmán, 8 de agosto
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

07/08/2019-08:15
Larissa I. López

Confiar en la "verdadera riqueza", la relación con Cristo — Palabras del Papa en español

(ZENIT — 7 agosto 2019).- "Pedro y Juan nos enseñan a no poner la confianza en los medios, que siempre serán útiles, sino en la verdadera riqueza que es la relación con Cristo resucitado", ha apuntado el Papa Francisco.

Hoy, 7 de agosto de 2019, el Santo Padre, después de la pausa de julio, ha retomado las audiencias generales en el Aula Pablo VI.

Igualmente, ha reanudado el ciclo de catequesis en torno al libro de los Hechos de los Apóstoles, en concreto, el pasaje en el que un hombre paralítico que pedía limosna en la puerta del Templo se encuentra con Pedro y Juan.

Al ver al paralítico, relató el Papa, "los apóstoles lo miran y le piden que él a su vez los mire, creando así una relación, una relación de miradas, un encuentro real entre personas, que es donde a Dios le gusta manifestarse". Después, Pedro le dijo: "No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en el nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y camina", y, cogiéndole de la mano, levantó al paralítico.

Así, resaltó el Papa, "el mendigo no obtuvo dinero, sino que recibió el Nombre que salva: Jesús de Nazaret" y continuó diciendo "aquí también vemos el retrato de una Iglesia que mira al que está en dificultad para crear relaciones con significado, puentes de amistad y solidaridad".

Se trata del rostro de una Iglesia "sin fronteras, que se siente madre de todos, y que vive el arte del acompañamiento que se caracteriza por la delicadeza que se acerca a la tierra sagrada del otro; así, nuestro caminar tendrá el ritmo sanador de la projimidad, con una mirada respetuosa y llena de compasión, y que al mismo tiempo sana, libera, alienta a madurar en la vida cristiana", expuso el Pontífice.

 

 

 

07/08/2019-16:32
Redacción

Venezuela: "¿Hasta cuándo vamos a soportar esta pesadilla?", plegaria de Mons. Moronta

(ZENIT — 7 agosto 2019).- Mons. Moronta pidió a la imagen milagrosa del Santo Cristo de La Grita que ayude a superar la crisis que afecta a Venezuela: "Porque somos capaces de soñar sueños de libertad, te preguntamos ¿Hasta cuándo vamos a soportar esta pesadilla que acogota al pueblo venezolano?", imploró.

Ayer, 6 de agosto de 2019, miles de peregrinos acudieron al Santuario Diocesano del Santo Cristo, en La Grita, Venezuela, para participar en la Solemne Misa Pontifical del Santo Cristo.

Así informó la Diócesis de San Cristóbal a través de un comunicado difundido el citado 6 de agosto.

La Eucaristía fue presidida por Mons. Mario del Valle Moronta Rodríguez, acompañado del nuncio apostólico del Congo, Mons. Francisco Escalante. También concelebró el obispo auxiliar de Mérida, Mons. Luis Márquez, y sacerdotes de diversas regiones de Venezuela.

 

Homilía de Mons. Moronta

El obispo Moronta reflexionó en la homilía sobre la facciones del Rostro sereno de Cristo: "En la 'faz lumínica' del Santo Cristo reconocemos el rostro bonito de nuestros niños y jóvenes que irradian esperanza e ilusión por la vida; el rostro curtido del obrero y del agricultor; el rostro lleno de sabiduría de nuestros ancianos; el rostro solidario de quienes atienden a los pobres y necesitados; el rostro de nuestra gente que manifiesta una fe profunda; el rostro de nuestros sacerdotes que muestran su compromiso en la configuración a Cristo Sumo y Eterno Sacerdote; el rostro de nuestros laicos, fuerza evangelizadora; el rostro sudoroso de los miles de peregrinos que acuden ante el Santo Cristo de La Grita".

Por otra parte, agradeció la reciente iniciativa de los fieles y sacerdotes de recoger firmas para solicitar a la Conferencia Episcopal Venezolana que el Santo Cristo sea proclamado como el "Protector de Venezuela", dada la creciente devoción que ha tenido en las últimas décadas en todo el país.

"Es un momento para reafirmar y renovar nuestra existencia marcada por el Bautismo, mediante el cual llegamos a ser el rostro de Cristo. Esto nos conduce a tener plena conciencia de que nuestra identidad es sellada por el mismo Señor Jesús", añadió el prelado.

También exhortó a los fieles a "mostrar el rostro del Señor y lo que ello conlleva. Así, también, como la Verónica, nos toca limpiar y purificar el rostro sufriente de los más pequeñuelos". Y esto se concreta, indicó en el amor preferencial por los pobres y excluidos.

Después de la comunión, el obispo elevó una plegaria al Santo Cristo, "el sueño de un pastor y de su grey". Así, en ella manifestó: "sueño que, en medio de las tinieblas que ensombrecen a nuestra sociedad, sea respetada la dignidad humana de cada uno de nosotros, dignidad de donde brotan los así denominados derechos humanos, particularmente el derecho a la vida".

"Tengo el sueño de ser el reflejo de tu rostro sereno. Tus discípulos lo pueden ser en el día a día de sus trabajos y acciones al actuar en tu nombre. Tengo el sueño de que, al hacerlo, podamos conseguir nuevos discípulos, recuperar a los entibiecidos e invitar a los hundidos en el fango del pecado a que se conviertan".

Al finalizar la ceremonia, el Santo Cristo fue llevado en procesión por las calles de La Grita, la imagen estuvo acompañada por miles de devotos, en un ambiente de oración y de agradecimiento por los favores recibidos.

 

 

 

07/08/2019-12:47
Larissa I. López

La mano extendida para ayudar al otro a levantarse — Catequesis completa

(ZENIT – 7 agosto 2019).- “No olvidemos: la mano siempre extendida para ayudar al otro a levantarse; es la mano de Jesús la que a través de nuestra mano ayuda a los demás a levantarse”, ha pedido el Papa Francisco.

Hoy, 7 de agosto de 2019, el Santo Padre, ha retomado el ciclo de catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles, centrando su reflexión en el tema: “¡En el nombre de Jesucristo, el Nazareno, levántate y camina! (Hechos 3:6). La invocación del Nombre que libera una presencia viva y activa” (Pasaje Bíblico: Hechos de los apóstoles 3:3-6).

Se trata del fragmento en el que Pedro y Juan se encuentran a un paralítico en la puerta del Templo y, en el nombre de Cristo y tomándole de la mano, le hacen levantarse, produciéndose así el primer relato de sanación en los Hechos de los Apóstoles.

 

El "arte del acompañamiento"

El Papa resaltó que en este encuentro, los apóstoles establecen una relación con esa persona, “porque así es el modo en el que a Dios le gusta manifestarse, en la relación, siempre en el diálogo, siempre en las apariciones, siempre con la inspiración del corazón: son las relaciones de Dios con nosotros; a través de un encuentro real entre las personas que solo puede ocurrir en el amor”.

Igualmente, el Papa subrayó el hecho de que el paralítico no recibió dinero de los apóstoles, sino el gesto de invocar el nombre de Jesús y prestarle su mano para ayudarle a levantarse. Así, habló del significado de esta actitud, que representa a una Iglesia que acompaña y toma la mano de todos “para levantar, no para condenar”.

Esto es, “el arte del acompañamiento”, que consiste en hacer lo mismo que los apóstoles con este hombre impedido: mirarlo, acercarse a él, levantarlo y curarlo, y que es lo mismo que hace Jesús con nosotros. En los malos momentos, Cristo nos dice “mírame: ¡estoy aquí!”, “tomemos la mano de Jesús y dejémonos levantar”, exhortó Francisco.

A continuación, reproducimos la catequesis completa del Papa Francisco.

***

 

Catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En los Hechos de los Apóstoles la predicación del Evangelio no se basa solo en palabras, sino también en acciones concretas que dan testimonio de la verdad del anuncio. Se trata de “maravillas y señales” (Hch. 2,43) que se realizan por obra de los apóstoles, confirmando su palabra y mostrando que actúan en nombre de Cristo. Así sucede que los apóstoles interceden y Cristo obra, actuando “junto con ellos” y confirmando la Palabra con los signos que la acompañan (Mc. 16,20). Tantas señales, tantos milagros que los apóstoles han hecho fueron precisamente una manifestación de la divinidad de Jesús.

Hoy nos encontramos ante la primera historia de sanación, ante un milagro, que es el primer relato de sanación del libro de los Hechos. Tiene un claro propósito misionero, que apunta a despertar la fe. Pedro y Juan van a orar al Templo, el centro de la experiencia de fe de Israel, a la que los primeros cristianos están todavía muy apegados. Los primeros cristianos oraban en el Templo de Jerusalén. Lucas registra el tiempo: es la hora novena, es decir, las tres de la tarde, cuando el sacrificio fue ofrecido en holocausto como signo de la comunión del pueblo con su Dios; y también la hora en que Cristo murió ofreciéndose a sí mismo “de una vez por todas” (Heb. 9,12; 10,10). Y a la puerta del Templo llamada “Hermosa”  -la puerta hermosa- ven a un mendigo, un paralítico de nacimiento. ¿Por qué estaba ese hombre en la puerta? Porque la Ley mosaica (cf. Lv. 21,18) impedía ofrecer sacrificios a los que tenían impedimentos físicos, considerados consecuencia de alguna culpa. Recordemos que ante un hombre ciego de nacimiento, la gente le preguntaba a Jesús: “¿Quién ha pecado, él o sus padres, por qué ha nacido ciego? (Jn. 9,2). Según aquella mentalidad, siempre hay una falta en el origen de una malformación. Y después les era negado incluso el acceso al Templo. El paralítico, paradigma de los muchos excluidos y descartados de la sociedad, está ahí para pedir limosna como todos los días. No podía entrar, pero estaba en la puerta. Algo inesperado sucede: Pedro y Juan llegan y se desencadena un juego de miradas. El tullido mira a los dos para pedir limosna, los apóstoles en cambio lo miran fijamente, invitándolo a mirarlos de una manera diferente, a recibir otro regalo. El lisiado los mira y Pedro le dice: “No tengo ni plata ni oro, pero lo que tengo te lo doy: en el nombre de Jesucristo, el Nazareno, ¡levántate y camina!” (Hch. 3:6). Los apóstoles han establecido una relación, porque así es el modo en el que a Dios le gusta manifestarse, en la relación, siempre en el diálogo, siempre en las apariciones, siempre con la inspiración del corazón: son las relaciones de Dios con nosotros; a través de un encuentro real entre las personas que solo puede ocurrir en el amor.

El Templo, además de ser centro religioso, era también un lugar de intercambio económico y financiero: contra esta reducción los profetas e incluso Jesús mismo arremetieron varias veces (cf. Lc. 19, 45-46). ¡Pero cuántas veces pienso en esto cuando veo una parroquia donde se piensa que el dinero es más importante que los sacramentos! ¡Por favor! Iglesia pobre: pidamos esto al Señor. Aquel mendigo, al encontrarse con los apóstoles, no encuentra dinero sino el Nombre que salva al hombre: Jesucristo el Nazareno. Pedro invoca el nombre de Jesús, ordena al paralítico que se ponga en pie, en la posición de los vivos: de pie, y toca a este enfermo, es decir, lo toma de la mano y lo levanta, gesto en el que san Juan Crisóstomo ve “una imagen de la resurrección” (Homilías sobre los Hechos de los Apóstoles, 8). Y aquí aparece el retrato de la Iglesia, que ve a quien está en dificultad, no cierra los ojos, sabe mirar a la humanidad a la cara para crear relaciones significativas, puentes de amistad y solidaridad en lugar de barreras. Aparece el rostro de “una Iglesia sin fronteras que se siente madre de todos” (Evangelii gaudium, 210), que sabe tomar de la mano y acompañar para levantar, no para condenar. Jesús siempre tiende la mano, siempre trata de levantar, de hacer que la gente sane, que sea feliz, que conozca a Dios. Es el “arte del acompañamiento” que se caracteriza por la delicadeza con la que uno se acerca a la “tierra sagrada del otro”, dando al camino “el ritmo sano de la proximidad, con una mirada respetuosa y llena de compasión, pero que al mismo tiempo sana, libera y estimula a madurar en la vida cristiana” (ibid., 169). Y esto es lo que estos dos apóstoles hacen con el paralítico: lo miran, dicen “míranos”, se acercan a él, lo levantan y lo curan. Lo mismo hace Jesús con todos nosotros. Pensemos en esto cuando estamos en malos momentos, en momentos de pecado, en momentos de tristeza. Ahí está Jesús que nos dice: “Mírame: ¡estoy aquí!”. Tomemos la mano de Jesús y dejémonos levantar.

Pedro y Juan nos enseñan a no confiar en los medios, que también son útiles, sino en la verdadera riqueza que es la relación con el Resucitado. En efecto, somos -como diría san Pablo- “pobres, pero capaces de enriquecer a muchos, como los que no tienen nada y lo poseen todo” (2 Cor. 6,10). Nuestro todo es el Evangelio, que manifiesta el poder del nombre de Jesús que hace prodigios.

Y nosotros -cada uno de nosotros- ¿qué poseemos? ¿Cuál es nuestra riqueza, cuál es nuestro tesoro? ¿Qué podemos hacer para enriquecer a los demás? Pidamos al Padre el don de una memoria agradecida al recordar los beneficios de su amor en nuestras vidas, para dar a todos el testimonio de la alabanza y de la gratitud. No olvidemos: la mano siempre extendida para ayudar al otro a levantarse; es la mano de Jesús la que a través de nuestra mano ayuda a los demás a levantarse.

 

Traducción de zenit

 

 

 

07/08/2019-08:59
Larissa I. López

Francisco a los hispanohablantes: Compartir el "amor infinito" de Dios con los demás

(ZENIT — 7 agosto 2019).- "Pidamos al Señor que nunca olvidemos que la verdadera riqueza de nuestra vida está en su amor infinito, y que nos esforcemos en compartirlo también con los demás".

Estas son las palabras del Papa Francisco dirigidas a los hispanohablantes durante la audiencia general celebrada hoy, 7 de agosto de 2019, en el Aula Pablo VI.

El Santo Padre ha continuado con la serie de catequesis en torno al libro de los Hechos de los Apóstoles, en concreto, sobre el pasaje en el que Pedro y Juan se encuentran con un paralítico que pedía limosna en el Templo. En el nombre de Jesucristo, Pedro le mandó levantarse y el hombre quedó sanado.

El Papa también ha saludado a los peregrinos de lengua española procedentes de España y Latinoamérica. En particular, a la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Hospitalario, de Ciempozuelos, en Madrid, España, que estaban acompañados de su obispo, Mons. Ginés García Beltrán.

Finalmente, el Papa los ha bendecido a todos.

 

Hermandad Nuestro Padre Jesús Hospitalario

Algunos miembros de la Hermandad Nuestro Padre Jesús Hospitalario y Nuestra Señora de la Soledad Coronada de Ciempozuelos, se encuentran de peregrinación en Roma, como acción de gracias por la Coronación Pontificia de la citada Virgen.

Los peregrinos han visitado San Pedro, los Museos Vaticanos y la ciudad de Roma. Hoy, efectivamente, han participado en la audiencia con el Papa Francisco.

 

 

 

07/08/2019-15:47
Anne Kurian

Medjugorje: "Dar sentido a la propia vida", catequesis de Mons. Fisichella

(ZENIT — 7 agosto 2019).- "El amor cristiano es el camino para dar sentido a la vida y superar el límite de la muerte": este es el tema de la catequesis de Mons. Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, pronunciada en Medjugorje (Bosnia- Herzegovina) con ocasión de la XXX edición del Festival de la Juventud (1-6 de agosto de 2019).

"El Evangelio es una propuesta de libertad para todos", dijo Mons. Fisichella en la catequesis difundida por los medios de comunicación vaticanos. "Es la salvación para aquellos que desean dar pleno sentido a sus vidas y que están dispuestos a abrir sus corazones para dejarlos ser transformados por el poder de la gracia".

"Preocuparse por anunciar del Evangelio -dijo- es una carrera (...) Tener simpatía por el destinatario es un rasgo fundamental de la nueva evangelización. Cuando nos acercamos a alguien, debemos hacerlo con gentileza y respeto, sabiendo que estamos jugando con su libertad". Y alentó: "Corramos por el camino para llegar a los que tienen el deseo y la nostalgia de Dios. Ofrezcámosles la Palabra que salva y perdona. Una palabra que habla de Amor".

"¿Quién es el hombre? ¿Y qué es lo que le une a Dios?, cuestionó el presidente del dicasterio. "Si quiere encontrar la solución que le permita salir del carácter enigmático de la existencia, puede integrarse en el camino que conduce a Jesucristo, una condición que le posibilita permanecer libre frente a sí mismo, capaz de superar la contradicción porque cuenta con la capacidad de encontrar el sentido de la existencia".

"El sentido es la condición vital para motivar nuestro arraigo en la tradición y en la historia y no somos individuos aislados en un mundo que no nos pertenece". El sentido, explicó Mons. Fisichella, "es la capacidad de mirar al presente aceptando sus desafíos, es la apertura a la trascendencia como un espacio en el que la fuerza del infinito que está en cada uno de nosotros encuentra finalmente su realización".

Citando a san Bernardo, que afirma que "cuando Dios ama, no desea otra cosa que ser amado", el arzobispo recordó que "todas las formas de amor humano expresan cada una un camino propedéutico que, sin embargo, debe conducir al amor cristiano; sigue siendo la respuesta última y satisfactoria, capaz de ir más allá del límite de la muerte".

"Se podría concluir fácilmente sosteniendo que cuando le dices a alguien "te amo"' es como si le dijeras: "Nunca morirás". El sello establecido entre las dos personas ya no puede ser removido, permanece más allá de la muerte mostrando el verdadero rostro del amor".

 

 

 

07/08/2019-11:12
Larissa I. López

Vacaciones de verano: El Santo Padre invita a no descuidar la oración y la Eucaristía

(ZENIT — 7 agosto 2019).- En referencia a las vacaciones de verano, el Papa Francisco ha invitado a "no descuidar la oración diaria, la participación en la Eucaristía y el compartir tiempo con otros".

En el saludo a los peregrinos polacos presentes en la audiencia general celebrada hoy, 7 de agosto de 2019, en el Aula Pablo VI, Francisco deseó a todos unas "buenas vacaciones" y que estas constituyan "no solo una oportunidad para descansar, sino también para reavivar los lazos de amor con Dios y con los hombres".

Además, instó a contemplar "la belleza de la creación, glorificando la omnipotencia, la sabiduría y el amor del Creador" y concluyó diciendo: "Que su bendición os acompañe siempre. ¡Sea alabado Jesucristo!".

En la catequesis de hoy, el Papa Francisco ha remitido al pasaje de los Hechos de los Apóstoles en el que, en lugar de dinero, Pedro y Juan ofrecen al mendigo paralítico "el Nombre que salva: Jesús de Nazaret", un gesto que constituye "el retrato de una Iglesia que mira al que está en dificultad para crear relaciones con significado, puentes de amistad y solidaridad", explicó el Santo Padre.

 

 

 

07/08/2019-09:50
Larissa I. López

Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein): Francisco destaca el "don de su vida" contra la intolerancia

(ZENIT — 7 agosto 2019).- "Invito a todos a contemplar sus valientes opciones, expresadas en una auténtica conversión a Cristo, así como en el don de su vida contra toda forma de intolerancia y perversión", ha señalado el Papa Francisco con respecto al ejemplo de vida de santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein.

Hoy, 7 de agosto de 2019, durante el saludo a los peregrinos de lengua italiana y después de dirigir un pensamiento especial para los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados, el Santo Padre ha recordado que pasado mañana, 9 de agosto, se celebra la fiesta de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, virgen, mártir y copatrona de Europa.

Después de una pausa en el mes de julio, Francisco ha retomado las audiencias generales, así como el ciclo de catequesis dedicadas al libro de los Hechos de los Apóstoles.

En dicha catequesis el Papa se ha referido al encuentro de Pedro y Juan con un paralítico que mendigaba en la puerta del Templo y al que, en lugar de ofrecerle dinero, le entregan "el Nombre que salva: Jesús de Nazaret", produciéndose la primera historia de sanación del libro de los Hechos.

 

Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein)

Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, nació en Breslau, Polonia (entonces Alemania) en 1891. Edith fue una destacada filósofa judía, una buscadora incesante de la verdad, la cual halló tras la lectura de la autobiografía de Teresa de Jesús.

Se bautizó en 1922 y, en 1933, cuando el holocausto judío había estallado, ingresó en el Carmelo de Colonia.

El 2 de agosto de 1942 los nazis la detuvieron a ella y a su hermana Rosa, que había seguido sus pasos y era portera del convento. El 9 de agosto ambas murieron junto a 987 judíos en la cámara de gas de Auschwitz-Birkenau.

Juan Pablo II la beatificó en 1987 y la canonizó en 1998. Un año después, en 1999, la declaró copatrona de Europa.

 

 

 

07/08/2019-10:50
Larissa I. López

Emiratos Árabes, Irak, Egipto y Oriente Medio: Pedir primero el Reino de Dios

(ZENIT — 7 agosto 2019).- "Cuántas veces nos dirigimos a Dios pidiéndole tener bienes materiales, pero Él nos enseña a pedir primero Su Reino y todo lo demás nos será dado a su debido tiempo", ha indicado el Papa Francisco.

Hoy, 7 de agosto de 2019, durante la audiencia general celebrada en el Aula Pablo VI, el Santo Padre se ha dirigido con estas palabras a los peregrinos de lengua árabe, saludándolos a todos y, en particular, a los procedentes de Emiratos Árabes, Irak, Egipto y Oriente Medio.

Después, el Obispo de Roma ha proseguido indicando que Dios, al enseñarnos a pedir en primer lugar Su Reino, nos "abre el corazón a la verdadera riqueza y nos sana de nuestras enfermedades materiales y espirituales".

En la catequesis de hoy, Francisco ha retomado el ciclo sobre el libro de los Hechos de los Apóstoles, remitiendo al pasaje en el que Pedro y Juan, al ofrecer al paralítico la salvación de Cristo en lugar de dinero, "nos enseñan a no poner la confianza en los medios, que siempre van a ser útiles, sino en la verdadera riqueza que es la relación con Cristo resucitado".

 

 

 

07/08/2019-10:08
Felipe Arizmendi Esquivel

Monseñor Felipe Arizmendi: "¿Por qué tanta violencia?"

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas

 

VER

Las noticias diarias sobre crímenes saturan los medios informativos. Un gran espacio ocupan secuestros, robos, asesinatos, extorsiones, pleitos entre grupos rivales, lucha por territorios, venganzas, mafias, redes criminales, etc. Hay personas que han decidido no ver más noticieros en la televisión, porque les generan angustia y miedo.

Todos nos preguntamos las causas de tantos males y qué hacer para remediarlos. Hay quien acusa a los regímenes anteriores de haber provocado una guerra contra los narcotraficantes, que generó infinidad de muertes, pero ahora hacen casi lo mismo, aunque con otros nombres y otros procedimientos, pues la autoridad no puede quedarse cruzada de brazos ante tanto crimen.

Algunos culpan de todo este ambiente sangriento al sistema económico, a la pobreza de muchos delincuentes. Es verdad, pero no toda la verdad. Es cierto que hay pobres, sobre todo jóvenes sin oportunidades, que se enrolan en grupos criminales, como una forma de obtener mucho dinero en poco tiempo; pero hay millones de pobres, incluso en extrema pobreza, que no son asesinos ni extorsionadores. Como muchas veces he dicho, yo nací en una familia de escasos recursos y nuestros padres nunca nos enseñaron a robar y a matar para tener dinero. Nos educaron para trabajar, para ser creativos en la búsqueda de empleos productivos, pero también para respetar los derechos de los demás y compartir con los más pobres que nosotros.

Yo acuso a la sociedad actual, propiciada en gran parte por la publicidad difundida en particular por las televisoras, porque han presentado como modelo de vida no la austeridad y la sencillez, no el compartir y trabajar, no la educación en valores, sino el lujo, la vida cómoda, la adquisición irrefrenada de ropa, lociones, casas, vehículos, bebidas y la que llaman "buena vida", como si ésta consistiera sólo en tener y en disfrutar. Cuando alguien no puede lograr ese nivel que se publicita, porque no tiene trabajo, o éste no le alcanza para todos sus deseos, hay la tentación de adquirir todos esos bienes por medios ilícitos.

Yo acuso a personas, grupos, legisladores y gobernantes que han destruido la familia tradicional, en lo que tiene de validez, con el discurso de defender derechos humanos. Hay todas las facilidades para divorciarse, para abortar, para liberalizar la marihuana y otras drogas, para establecer como "matrimonios" uniones que son otra cosa, donde no cuentan los hijos. En los libros oficiales de texto en las escuelas públicas, se propicia que cada quien tenga las experiencias sexuales que quiera y con quien quiera; sólo les recomiendan que se protejan, para evitar embarazos. Ya muchos no quieren casarse, sino andar de libertinos; y si se llegaran a casar, siendo ya jóvenes viejos, no quieren hijos, para no complicarse la vida y seguir disfrutando su egocentrismo.

También los ministros de la Iglesia asumimos nuestra parte de responsabilidad, pues no hemos logrado una evangelización más kerigmática, ni una liturgia más profunda en su incidencia social, ni una pastoral juvenil y matrimonial adecuada. Lamento que muchos critiquen la "Cartilla Moral" que nuestro Presidente constitucional trata de difundir, pues él comprende que no se puede lograr su anhelada transformación del país mientras no haya una reforma moral de las costumbres, lo que debería empezar por familias estables y armoniosas, educadoras de buenos ciudadanos y cristianos.

 

PENSAR

El Papa Francisco, en su visita a México, en febrero de 2016, advirtió a los políticos y a las autoridades civiles en Palacio Nacional: "Un futuro esperanzador se forja en un presente de hombres y mujeres justos, honestos, capaces de empeñarse en el bien común. La experiencia nos demuestra que cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano, la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo.

A los dirigentes de la vida social, cultural y política, les corresponde de modo especial trabajar para ofrecer a todos los ciudadanos la oportunidad de ser dignos actores de su propio destino, en su familia y en todos los círculos en los que se desarrolla la sociabilidad humana, ayudándoles a un acceso efectivo a los bienes materiales y espirituales indispensables: vivienda adecuada, trabajo digno, alimento, justicia real, seguridad efectiva, un ambiente sano y de paz.

Y a los obispos mexicanos, en la catedral metropolitana, para no dejarle todo el problema al gobierno, nos dijo: "Pienso en la necesidad de ofrecer un regazo materno a los jóvenes. Que vuestras miradas sean capaces de cruzarse con las miradas de ellos, de amarlos y de captar lo que ellos buscan. Me preocupan particularmente tantos que, seducidos por la potencia vacía del mundo, exaltan las quimeras y se revisten de sus macabros símbolos para comercializar la muerte. Les ruego por favor no minusvalorar el desafío ético y anti cívico que el narcotráfico representa para la juventud y para la entera sociedad mexicana, comprendida la Iglesia.

La proporción del fenómeno, la complejidad de sus causas, la inmensidad de su extensión, como metástasis que devora, la gravedad de la violencia que disgrega y sus trastornadas conexiones, no nos consienten a nosotros, Pastores de la Iglesia, refugiarnos en condenas genéricas, sino que exigen un coraje profético y un serio y cualificado proyecto pastoral para contribuir, gradualmente, a entretejer aquella delicada red humana, sin la cual todos seriamos desde el inicio derrotados por tal insidiosa amenaza. Sólo comenzando por las familias; acercándonos y abrazando la periferia humana y existencial de los territorios desolados de nuestras ciudades; involucrando a las comunidades parroquiales, las escuelas, las instituciones comunitarias, las comunidades políticas, las estructuras de seguridad; sólo así se podrá liberar totalmente de las aguas en las cuales lamentablemente se ahogan tantas vidas, sea la vida de quien muere como victima, sea la de quien delante de Dios tendrá siempre las manos manchadas de sangre, aunque tenga los bolsillos llenos de dinero sórdido y la conciencia anestesiada" (13-II-2016).

 

ACTUAR

¿Tú y yo qué podemos hacer para educarnos y educar a otros en el respeto a los demás, en la solidaridad con los pobres, en darle el lugar adecuado al dinero y al placer? De nosotros también dependen la paz y la armonía social en el país.

 

 

 

07/08/2019-07:00
Isabel Orellana Vilches

Santo Domingo de Guzmán, 8 de agosto

«Este padre y maestro de los predicadores, fundador de los dominicos, tuvo la gracia de nacer en una familia virtuosa. Sus padres y hermanos son venerables y beatos. La Virgen le hizo entrega del Santo Rosario. Es patrón de Bolonia»

Gregorio IX, al que le unió gran amistad, lo canonizó el 3 de julio de 1234. Según se cuenta, manifestó en su entorno: «No dudo más de su santidad que de la de los apóstoles Pedro y Pablo». Nació hacia 1170 en Caleruega, Burgos, España. Félix de Guzmán, su padre, fue proclamado venerable por la Iglesia y Juana de Aza, su madre, beata. Sus hermanos siguieron sus pasos. Antonio es venerable y Manés beato. En este hogar las virtudes evangélicas eran alimento de cada día. Parece que Juana hallándose encinta tuvo un sueño en el que se le anticipaba la gloria que Domingo daría a la Iglesia con su predicación, iluminando la tierra, fulgor que apreció su madrina cuando el niño ya había nacido. Sendas visiones alegóricas confluyeron en la misma idea.

Un tío materno, arcipreste, le instruyó en Gumiel de Izán. Después, prosiguió estudios en Palencia. Experimentaba una sed insaciable de profundizar en la Sagrada Escritura, y el anhelo de encarnar las virtudes que en ella aprendía. Estudiaba intensamente, restándole horas al sueño. Su piedad y caridad se hicieron manifiestas cuando el hambre asoló gran parte de España cebándose también en Palencia. Para socorrer a los damnificados se desprendió de los textos sagrados. Repartía entre los pobres su dinero y enseres guiado por esta idea: «No quiero estudiar sobre pieles muertas, y que los hombres mueran de hambre». Al ver este edificante testimonio, otros le secundaron. La oración, que fue canon de su vida, le condujo a las altas cimas de la mística. Abrasado de amor divino, no podía evitar proferir en voz alta exclamaciones que brotaban de lo más íntimo de su ser. Suplicaba a Cristo fervientemente que le concediese la gracia de la caridad y, junto a ella, la apostólica; estaba persuadido de que el auténtico seguidor del Maestro siente arder dentro de sí la llamada a compartir la fe sin descanso; su pasión es llevar a todos hacia Él. Esta es la garantía de autenticidad, el sello que caracteriza a sus genuinos discípulos.

El obispo de Osma, Martín de Bazán, estaba al tanto de la grandeza y fidelidad de este joven, lleno de alegría y buen humor, cuyo horizonte era Cristo, y lo designó canónigo regular. Fue también sacristán del cabildo y subprior. Pero no se dejó tentar por la fama, el poder y prestigio. Su único anhelo era cumplir la voluntad de Dios y servir al prójimo. En 1202 acompañó al nuevo prelado y amigo suyo, Diego de Acebes, en una misión diplomática al sur de Francia confiada por el rey Alfonso VIII. Entonces constató la peligrosa hegemonía de los herejes y una dolorosa presencia de los alejados de la fe. En Toulouse llevado de gran celo apostólico entabló una discusión con el propietario de la hospedería durante una noche entera hasta que logró atraerlo a la verdad.

Diego era un hombre virtuoso. En otro viaje que realizó a Francia unos predicadores desalentados por el fracaso de su misión contra los albigenses, interesaron su juicio acerca de lo que podía motivar tanta esterilidad. No lo dudó; asoció la escasez de bendiciones con el impropio ejemplo de vida que daban, regido por la pompa y ostentación. Él mismo se desprendió de sus acompañantes y de sus enseres, y junto a Domingo y a unos cuantos presbíteros abrazó la pobreza y la mendicidad. El impacto de su virtud fue de tal calibre que las conversiones brotaron a raudales. En torno a 1206 establecieron el cuartel general para tan intrépidos apóstoles en un monasterio que adquirió en Prulla, cerca de Fanjeaux. El objetivo era acoger a mujeres católicas de la nobleza que, habiendo venido a menos, eran confiadas a los herejes que se ocupaban de formarlas; de ese modo las rescatarían de estas perniciosas influencias. Se dice que mientras Domingo oraba en este monasterio, la Virgen le hizo entrega del Rosario.

En 1207 Diego regresó a España, y dejó al santo al frente de la misión que sostuvo definitivamente porque ese mismo año murió su amigo. Casi todos los demás rompieron su compromiso y Domingo fue prácticamente el único que perseveró. Diez años estuvo predicando en el sur de Francia unido a los que compartían libremente el mismo ideal. Con su oración y enfervorizadas palabras supo tocar las fibras más sensibles de sus oyentes, incluidos los que le ridiculizaron y quisieron atentar contra su vida. Sabía que la oración es el arma más poderosa que existe y la humildad socava toda resistencia. También que contra la fe no hay quien pueda. Domingo era valeroso; hubiera deseado derramar martirialmente su sangre. De hecho, quiso evangelizar a los temibles cumanos que se hallaban en Alemania, aún conociendo su ferocidad.

En torno a 1215 pensó fundar una Orden. Recibió el entusiasta apoyo del prelado de Toulouse, Fulco, del conde Simón de Monfort y del acaudalado Pedro Seila, que ofreció dos inmuebles que tenía en la ciudad, así como de otro ciudadano, Tomás, que sería gran predicador. En el transcurso del IV concilio de Letrán, donde acompañó a Fulco, rogó a Inocencio III que bendijese la obra. El pontífice parecía reticente, pero según cuenta la tradición, en un sueño se disiparon sus dudas al ver que san Francisco de Asís y fray Domingo mantenían erguida sobre sus espaldas la basílica de Letrán sin dejarla caer. Y los bendijo. Adoptaron la regla de san Agustín, introduciendo aspectos de los premostratenses y de los cistercienses.

En 1216 Honorio III aprobó la Orden. Ante la negativa de algunos frailes a partir a otros lugares, o juzgar que estaba en juego la viabilidad de la misma fundación si eran enviados a distintos puntos, se mantuvo inflexible: «¡No me contradigáis! Sé muy bien lo que hago». La Orden se extendió fructíferamente. Quiso que los suyos recibieran una formación universitaria rigurosa. Fundó por Francia, Italia y España. Murió el 6 de agosto de 1221. Antes advirtió a los frailes que les ayudaría mucho más tras su muerte. Su testamento fue: «tened caridad, conservad la humildad, poseed la pobreza voluntaria».