Servicio diario - 12 de septiembre de 2019


 

El Papa promueve evento mundial para "reconstruir el pacto educativo global"
Rosa Die Alcolea

Ser "sacramentos de la cercanía de Dios" — Francisco a los obispos recién ordenados
Larissa I López

Viaje a Mozambique: "La paz es la victoria del país"
Larissa I López

Video mensaje del Papa: "Es necesario crear una alianza educativa"
Rosa Die Alcolea

Jóvenes en África: El Papa destaca la importancia de garantizar una educación para todos
Larissa I López

Ucrania: "Una visita del Papa al país realmente podría poner fin a la guerra"
Rosa Die Alcolea

Papa Francisco: "Iré a España, si sigo vivo..."
Rosa Die Alcolea

El Santo Padre anima a los agustinos descalzos a profundizar en sus raíces
Larissa I López

Mons. Enrique Díaz Díaz: "Amor al pecador"
Enrique Díaz Díaz

San Juan Crisóstomo, 13 de septiembre
Isabel Orellana Vilches

Equipo 'Campeones del Corazón': El fútbol, medio para ayudar a los demás
Redacción


 

 

 

12/09/2019-11:34
Rosa Die Alcolea

El Papa promueve evento mundial para "reconstruir el pacto educativo global"

(ZENIT — 12 sept. 2019).- El Papa Francisco ha lanzado un mensaje —por escrito y en video— para promover un evento mundial para el día 14 de mayo de 2020, que tendrá como tema: "Reconstruir el pacto educativo global", informa la Oficina de Prensa de la Santa Sede, este jueves, 12 de septiembre de 2019.

Se trata de un encuentro para "reavivar el compromiso por y con las jóvenes generaciones", renovando la "pasión por una educación más abierta e incluyente, capaz de la escucha paciente, del diálogo constructivo y de la mutua comprensión", explica el Pontífice.

Hoy más que nunca, es "necesario" unir los esfuerzos por una alianza educativa amplia "para formar personas maduras, capaces de superar fragmentaciones y contraposiciones y reconstruir el tejido de las relaciones por una humanidad más fraterna", expone.

La educación afronta la llamada rapidación, —observa Francisco— que encarcela la existencia en el vórtice de la velocidad tecnológica y digital, cambiando continuamente los puntos de referencia.

"Sin embargo, cada cambio necesita un camino educativo que involucre a todos". Para ello, el Santo Padre propone construir una "aldea de la educación" donde se comparta en la diversidad el "compromiso por generar una red de relaciones humanas y abiertas", y cuyo terreno esté "saneado de la discriminación con la introducción de la fraternidad", como sostuvo en el Documento que firmó con el Gran Imán de Al-Azhar, en Abu Dabi, el pasado 4 de febrero.

Sigue el mensaje del Santo Padre Francisco para el lanzamiento del Pacto Educativo, evento mundial que tendrá lugar el 14 de mayo de 2020 y cuyo tema es "Reconstruir el pacto educativo global

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Mensaje del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas:

En la Encíclica Laudato si' invité a todos a colaborar en el cuidado de nuestra casa común, afrontando juntos los desafíos que nos interpelan. Después de algunos años, renuevo la invitación para dialogar sobre el modo en que estamos construyendo el futuro del planeta y sobre la necesidad de invertir los talentos de todos, porque cada cambio requiere un camino educativo que haga madurar una nueva solidaridad universal y una sociedad más acogedora.

Por este motivo deseo promover un evento mundial para el día 14 de mayo de 2020, que tendrá como tema: "Reconstruir el pacto educativo global"; un encuentro para reavivar el compromiso por y con las jóvenes generaciones, renovando la pasión por una educación más abierta e incluyente, capaz de la escucha paciente, del diálogo constructivo y de la mutua comprensión. Hoy más que nunca, es necesario unir los esfuerzos por una alianza educativa amplia para formar personas maduras, capaces de superar fragmentaciones y contraposiciones y reconstruir el tejido de las relaciones por una humanidad más fraterna.

El mundo contemporáneo está en continua transformación y se encuentra atravesado por múltiples crisis. Vivimos un cambio de época: una metamorfosis no sólo cultural sino también antropológica que genera nuevos lenguajes y descarta, sin discernimiento, los paradigmas que la historia nos ha dado. La educación afronta la llamada rapidación, que encarcela la existencia en el vórtice de la velocidad tecnológica y digital, cambiando continuamente los puntos de referencia. En este contexto, la identidad misma pierde consistencia y la estructura psicológica se desintegra ante una mutación incesante que «contrasta la natural lentitud de la evolución biológica» (Carta enc. Laudato si', 18).

Sin embargo, cada cambio necesita un camino educativo que involucre a todos. Para ello se requiere construir una "aldea de la educación" donde se comparta en la diversidad el compromiso por generar una red de relaciones humanas y abiertas. Un proverbio africano dice que "para educar a un niño se necesita una aldea entera". Por lo tanto, debemos construir esta aldea como condición para educar. El terreno debe estar saneado de la discriminación con la introducción de la fraternidad, como sostuve en el Documento que firmé con el Gran Imán de Al-Azhar, en Abu Dabi, el pasado 4 de febrero.

En una aldea así es más fácil encontrar la convergencia global para una educación que sea portadora de una alianza entre todos los componentes de la persona: entre el estudio y la vida; entre las generaciones; entre los docentes, los estudiantes, las familias y la sociedad civil con sus expresiones intelectuales, científicas, artísticas, deportivas, políticas, económicas y solidarias. Una alianza entre los habitantes de la Tierra y la "casa común", a la que debemos cuidado y respeto. Una alianza que suscite paz, justicia y acogida entre todos los pueblos de la familia humana, como también de diálogo entre las religiones.

Para alcanzar estos objetivos globales, el camino común de la "aldea de la educación" debe llevar a dar pasos importantes. En primer lugar, tener la valentía de colocar a la persona en el centro. Para esto se requiere firmar un pacto que anime los procesos educativos formales e informales, que no pueden ignorar que todo en el mundo está íntimamente conectado y que se necesita encontrar —a partir de una sana antropología— otros modos de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso. En un itinerario de ecología integral, se debe poner en el centro el valor propio de cada criatura, en relación con las personas y con la realidad que las circunda, y se propone un estilo de vida que rechace la cultura del descarte.

Otro paso es la valentía de invertir las mejores energías con creatividad y responsabilidad. La acción propositiva y confiada abre la educación hacia una planificación a largo plazo, que no se detenga en lo estático de las condiciones. De este modo tendremos personas abiertas, responsables, disponibles para encontrar el tiempo para la escucha, el diálogo y la reflexión, y capaces de construir un tejido de relaciones con las familias, entre las generaciones y con las diversas expresiones de la sociedad civil, de modo que se componga un nuevo humanismo.

Otro paso es la valentía de formar personas disponibles que se pongan al servicio de la comunidad. El servicio es un pilar de la cultura del encuentro: «Significa inclinarse hacia quien tiene necesidad y tenderle la mano, sin cálculos, sin temor, con ternura y comprensión, como Jesús se inclinó a lavar los pies a los apóstoles. Servir significa trabajar al lado de los más necesitados, establecer con ellos ante todo relaciones humanas, de cercanía, vínculos de solidaridad»1. En el servicio experimentamos que hay más alegría en dar que en recibir (cf. Hch 20,35). En esta perspectiva, todas las instituciones deben interpelarse sobre la finalidad y los métodos con que desarrollan la propia misión formativa.

Por esto, deseo encontrar en Roma a todos vosotros que, de diversos modos, trabajáis en el campo de la educación en los diferentes niveles disciplinares y de la investigación. Os invito a promover juntos y a impulsar, a través de un pacto educativocomún, aquellas dinámicas que dan sentido a la historia y la transforman de modo positivo. Junto a vosotros, apelo a las personalidades públicas que a nivel mundial ocupan cargos de responsabilidad y se preocupan por el futuro de las nuevas generaciones. Confío en que aceptarán mi invitación. Apelo también a vosotros, jóvenes, para que participéis en el encuentro y para que sintáis la responsabilidad de construir un mundo mejor. La cita es para el día 14 de mayo de 2020, en Roma, en el Aula Pablo VI del Vaticano. Una serie de seminarios temáticos, en diferentes instituciones, acompañarán la preparación del evento.

Busquemos juntos las soluciones, iniciemos procesos de transformación sin miedo y miremos hacia el futuro con esperanza. Invito a cada uno a ser protagonista de esta alianza, asumiendo un compromiso personal y comunitario para cultivar juntos el sueño de un humanismo solidario, que responda a las esperanzas del hombre y al diseño de Dios.

Os espero y desde ahora os saludo y bendigo.

Vaticano, 12 de septiembre de 2019

 

FRANCISCO

 

 

 

12/09/2019-14:59
Larissa I. López

Ser "sacramentos de la cercanía de Dios" —Francisco a los obispos recién ordenados

(ZENIT- 12 sept. 2019).- “Esta es nuestra misión: ser para la Iglesia y para el mundo los ‘sacramentos’ de la cercanía de Dios (…). “Cercanía a Dios y cercanía a su pueblo”, indicó el Papa Francisco a los obispos ordenados recientemente.

Hoy, 12 de septiembre de 2019, el Santo Padre ha recibido en audiencia a los obispos ordenados en el último año, participantes en el curso de formación organizado por la Congregación para los Obispos y la Congregación para las Iglesias Orientales.

 

Cercanía a Dios

La cercanía a Dios, según Francisco, "es la fuente del ministerio del obispo", y Él se hizo cercano a nosotros al "tomar nuestra carne para salvarnos".

Los obispos deben hacer palpable esta cercanía y para ello deben ostentar experiencia en ella: “Cada día, sin ahorrar tiempo, debemos estar frente a Jesús, llevarle las personas, las situaciones, como canales siempre abiertos entre él y nuestro pueblo. A través de la oración le damos al Señor la ciudadanía dondequiera que vivamos”.

Si no se cultiva esta intimidad con el Señor, el “núcleo de nuestra misión episcopal se desmorona”, pues “sin Jesús, llega la desconfianza de que Él no llevará a cabo su obra; sin Él, tarde o temprano, uno se desliza en la melancolía pesimista de los que dicen: ‘todo va mal’”, explicó el Pontífice.

Y agregó, “solo estando con Jesús estamos preservados de la presunción pelagiana de que el bien se deriva de nuestra habilidad. Solo estando con Jesús llega a nuestros corazones la paz profunda que nuestros hermanos y hermanas buscan de nosotros”.

 

Cercanía al pueblo

El estar “cerca del Dios de la proximidad” no es “una obligación externa, sino una exigencia interna de la lógica del don”, apuntó el Papa, de manera que la cercanía al pueblo que se les confía a estos pastores forma parte de “su condición esencial”.

Además, subrayó que a Jesús le encanta acercarse a las personas por medio de los obispos, “a través de nuestras manos abiertas que acarician y consuelan; a través de nuestras palabras, pronunciadas para ungir al mundo de Evangelio y no de nosotros mismos; a través de nuestro corazón, cuando está cargado de la angustia y las alegrías de nuestros hermanos y hermanas”.

 

Disponibilidad real

La cercanía del obispo al pueblo supone una disponibilidad real que conoce los verbos del buen Samaritano: “ver, es decir, no mirar para otro lado, no hacer como si no pasara nada, no dejar a la gente esperando y no esconder los problemas bajo la alfombra. Acercarse, pues, estar en contacto con la gente, dedicarles más tiempo que al escritorio, no temer el contacto con la realidad, para conocerla y abrazarla. Y luego, vendar las heridas, hacerse cargo, cuidar, entregarse (cf. Lc 10,29-37)”, describió el Santo Padre.

 

Cercanía a los sacerdotes

El termómetro de la cercanía es la atención a los pobres, “no pobres abstractos, datos y categorías sociales, sino personas concretas, cuya dignidad nos es confiada como padres. Padres de personas concretas; o sea paternidad, capacidad de ver, concreción, capacidad de acariciar, capacidad de llorar”, aclaró el Obispo de Roma.

Finalmente el Papa Francisco exhortó a los prelados a que reserven su cercanía “más grande” a los sacerdotes, “el prójimo más próximo al obispo”: “Os pido que los abracéis, dadles las gracias y animadlos en mi nombre. Ellos también están expuestos a la intemperie de un mundo que, aunque cansado de las tinieblas, no escatima la hostilidad a la luz. Necesitan ser amados, seguidos, animados: Dios no quiere medias tintas de ellos, sino un sí total”, afirmó.

A continuación exponemos el discurso completo del Papa Francisco.

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Discurso del Santo Padre

Queridos hermanos, buenos días.

Os doy la bienvenida a este encuentro que concluye  vuestra peregrinación a Roma, organizado por las Congregaciones para los Obispos y para las Iglesias Orientales. Agradezco al cardenal Ouellet y al cardenal Sandri su esfuerzo en la organización de estos días.

Juntos, como nuevos miembros del Colegio Episcopal, habéis bajado hace poco a la tumba de Pedro, el “trofeo” de la Iglesia de Roma. Allí habéis confesado la misma fe que el Apóstol. No es una teoría o un compendio de doctrinas, sino una persona, Jesús. Su rostro nos acerca a la mirada de Dios. Nuestro mundo busca, incluso inconscientemente, esta cercanía divina. Él es el mediador. Sin esta cercanía de amor, el fundamento de la realidad se tambalea; la Iglesia misma se extravía cuando pierde la ternura vivificadora del Buen Pastor. Aquí habéis confiado vuestras Iglesias, por ellas habéis repetido con Jesús: “cuerpo ofrecido y sangre derramada por vosotros”. No conocemos otra fuerza que esta, el poder del Buen Pastor, el poder de dar la vida, de acercar al Amor a través del amor. Esta es nuestra misión: ser para la Iglesia y para el mundo los “sacramentos” de la cercanía de Dios. Por eso quisiera deciros algo sobre la cercanía, que es esencial para todo ministro de Dios y especialmente para los obispos. Cercanía a Dios y cercanía a su pueblo.

La cercanía a Dios es la fuente del ministerio del obispo. Dios nos ama, se hizo más cercano de lo que hubiéramos podido imaginar, tomó nuestra carne para salvarnos. Este anuncio es el corazón de la fe; debe preceder y animar todas nuestras iniciativas. Existimos para hacer palpable esta cercanía. Pero no se puede comunicar la cercanía de Dios sin tener experiencia de ella, sin experimentarla cada día, sin dejarse contagiar por su ternura. Cada día, sin ahorrar tiempo, debemos estar frente a Jesús, llevarle las personas, las situaciones, como canales siempre abiertos entre él y nuestro pueblo. A través de la oración le damos al Señor la ciudadanía dondequiera que vivamos. Sintámonos, como san Pablo, tejedores de tiendas (cf. Hch 18, 3): apóstoles que permiten al Señor habitar en medio de su pueblo (cf. Jn 1, 14).

Sin esta confianza personal, sin esta intimidad cultivada cada día en la oración, incluso y sobre todo en las horas de desolación y aridez, el núcleo de nuestra misión episcopal se desmorona. Sin la cercanía al Sembrador, el esfuerzo de sembrar la semilla sin saber el momento de la cosecha nos parecerá insatisfactorio. Sin el Sembrador, será difícil acompañar con paciente confianza la lentitud de la maduración. Sin Jesús, llega la desconfianza de que Él no llevará a cabo su obra; sin Él, tarde o temprano, uno se desliza en la melancolía pesimista de los que dicen: “todo va mal”. ¡Es muy feo escuchar a un obispo que diga eso! Sólo estando con Jesús estamos preservados de la presunción pelagiana de que el bien se deriva de nuestra habilidad. Sólo estando con Jesús llega a nuestros corazones la paz profunda que nuestros hermanos y hermanas buscan de nosotros.

Y de la cercanía a Dios a la cercanía a su pueblo. Estando  cerca del Dios de la proximidad, crecemos en la conciencia de que nuestra identidad consiste en hacernos cercanos. No es una obligación externa, sino una exigencia interna de la lógica del don. “Este es mi Cuerpo ofrecido por vosotros”, decimos en el momento más alto de la ofrenda eucarística por nuestro pueblo. Nuestra vida brota de aquí y nos lleva a convertirnos en panes partidos para la vida del mundo. Por lo tanto, la cercanía a las personas que nos han sido confiadas no es una estrategia oportunista, sino nuestra condición esencial. Jesús ama acercarse a sus hermanos y hermanas a través de nosotros, a través de nuestras manos abiertas que acarician y consuelan; a través de nuestras palabras, pronunciadas para ungir al mundo de Evangelio y no de nosotros mismos; a través de nuestro corazón, cuando está cargado de la angustia y las alegrías de nuestros hermanos y hermanas. Incluso en nuestra pobreza, depende de nosotros que nadie perciba a Dios como algo lejano, que nadie tome a Dios como excusa para levantar muros, derribar puentes y sembrar odio. También es feo cuando un obispo derriba puentes, siembra odio o desconfianza, hace de contra-obispo. Tenemos que proclamar con nuestra vida una medida de vida diferente a la del mundo: la medida de un amor sin medida, que no mira a su propia utilidad y a sus propios intereses, sino al horizonte ilimitado de la misericordia de Dios.

La cercanía del obispo no es retórica. No está hecho de proclamaciones autorreferenciales, sino de disponibilidad real. Dios nos sorprende y a menudo le gusta trastocar nuestra agenda: preparaos para esto sin temor. La cercanía conoce verbos concretos, los del buen Samaritano: ver, es decir, no mirar para otro lado, no hacer como si no pasara nada, no dejar a la gente esperando y no esconder los problemas bajo la alfombra. Acercarse, pues, estar en contacto con la gente, dedicarles más tiempo que al escritorio, no temer el contacto con la realidad, para conocerla y abrazarla. Y luego, vendar las heridas, hacerse cargo, cuidar, entregarse (cf. Lc 10,29-37). Cada uno de estos verbos de cercanía es un hito en el camino de un obispo con su pueblo. Cada uno pide involucrarse y ensuciarse las manos. Estar cerca del pueblo de Dios es identificarse con él, compartir sus penas, no despreciar sus esperanzas. Estar cerca de la gente es tener confianza en que la gracia que Dios derrama fielmente sobre vosotros, y de la que somos canales incluso a través de las cruces que cargamos, es mayor que el fango del que tenemos miedo. Por favor, no dejéis que los temores sobre los riesgos del ministerio prevalezcan, retrayéndoos en vosotros mismos y manteniendo las distancias. Que vuestra Iglesias marquen vuestra identidad, porque Dios ha unido los destinos pronunciando vuestro nombre con el de ellas.

El termómetro de la cercanía es la atención a los últimos, a los pobres, que ya es un anuncio del Reino. Lo será también vuestra sobriedad, en un tiempo en que en muchas partes del mundo todo se reduce a los medios de satisfacer las necesidades secundarias, que ahogan y esclerotizan el corazón. Llevar  una vida sencilla es dar testimonio de que Jesús es suficiente para nosotros y de que el tesoro del que queremos rodearnos está constituido más bien por aquellos que, en su pobreza, nos lo recuerdan y lo representan: no pobres abstractos, datos y categorías sociales, sino personas concretas, cuya dignidad nos es confiada como padres. Padres de personas concretas; o sea paternidad, capacidad de ver, concreción, capacidad de acariciar, capacidad de llorar.

Parece que hoy en día hay estetoscopios que pueden oír un corazón a una distancia de un metro. Necesitamos obispos capaces de escuchar el latido de sus comunidades y de sus sacerdotes, incluso a distancia: sentir el latido. pastores que no se contentan con presencias formales, reuniones de agendas o diálogos de circunstancias. A mí me vienen en mente pastores que se preocupan tanto de sí mismos que parecen agua destilada, que no sabe a nada. Apóstoles de la escucha, que también saben prestar oído a  lo que no es agradable oír. Por favor, no os rodeéis de lacayos y yes men… los sacerdotes “trepas” que buscan siempre algo.. no, por favor. No anheléis que os confirmen aquellos a quienes debéis confirmar. Hay muchas formas de cercanía a vuestras Iglesias. En particular, quisiera alentar las visitas pastorales regulares: visitar con frecuencia, encontrarse con la gente y con los pastores;  visitar siguiendo el ejemplo de Nuestra Señora, que no perdió el tiempo y se levantó para ir rápidamente a ver a su prima. La Madre de Dios nos muestra que visitar es acercar a Aquel que nos hace sobresaltarnos de alegría, es llevar el consuelo del Señor que hace grandes cosas entre los humildes de su pueblo (cf. Lc 1, 39 ss.).

Finalmente, os pido una vez más que reservéis la cercanía más grande a vuestros sacerdote: el sacerdote es el prójimo más próximo del obispo. Amar al prójimo más próximo.  Os pido que los abracéis, dadles las gracias y animadlos en mi nombre. Ellos también están expuestos a la intemperie de un mundo que, aunque cansado de las tinieblas, no escatima la hostilidad a la luz. Necesitan ser amados, seguidos, animados: Dios no quiere medias tintas de ellos, sino un sí total. En aguas poco profundas uno se estanca, pero su vida está hecha para llevarla al mar abierto. Como la vuestra. ¡Ánimo, pues, mis queridos hermanos! Os doy las gracias y os bendigo. Por favor acordaos de rezar  todos los días por mí también. Gracias.

 

© Librería Editorial Vaticana

 

 

 

12/09/2019-11:08
Larissa I. López

Viaje a Mozambique: "La paz es la victoria del país"

(ZENIT — 11 sept. 2019).- "No debemos ser triunfadores en estas cosas. El triunfo es la paz. No tenemos derecho a ser triunfalistas, porque la paz sigue siendo frágil en su país, como lo es en el mundo. Hay que tratarla como se trata a los recién nacidos, como a los niños, con mucha, mucha ternura, con mucha delicadeza, con mucho perdón, con mucha paciencia, para que crezca y sea robusta. Es el triunfo del país: la paz, la paz, la paz es la victoria del país, hay que entenderlo...", indicó el Papa Francisco sobre el proceso de paz en Mozambique.

El pasado martes, 10 de septiembre de 2019, tras su viaje apostólico a Mozambique, Madagascar y Mauricio, en el vuelo de regreso a Roma, el Santo Padre mantuvo la tradicional rueda de prensa con los periodistas.

 

Proceso de paz

Las declaraciones del Pontífice, tomadas de la transcripción de trabajo que ofrece Vatican News en español, surgieron ante la pregunta de Julio Mateus Manjate, periodista mozambiqueño que aludió a las reuniones mantenidas durante su estancia en Mozambique, tanto con el presidente de la República como con los dirigentes de los dos partidos presentes en el Parlamento.

Mozambique es una nación inmersa en un dilatado proceso de paz el que el pasado mes de agosto se produjo un importante hito: un acuerdo entre el presidente de la República, Filipe Nyusi y el líder de la RENAMO (Resistencia Nacional Mozambiqueña), Ossufo Momade. En él se establecían los términos del alto al fuego y ambas partes se comprometieron a celebrar elecciones antes del 15 de octubre.

Así, en su respuesta, el Papa Francisco describió este paso final como un "abrazo histórico" que espera que continúe, por el que reza y hará todo lo posible para que salga adelante.

 

La paz en el mundo

También dio las gracias a todas las personas y actores que han contribuido a que dicho acuerdo de paz en Mozambique se haya producido, mencionando el papel del sacerdote de la Comunidad San Egidio, Mons. Matteo Zuppi, que será nombrado cardenal el próximo 5 de octubre, y el de la citada comunidad.

El Obispo de Roma también se refirió a la cuestión de la paz en el mundo "porque la tengo en el corazón" y a que, tras asistir a las distintas conmemoraciones de la I y II Guerra Mundial, sintió que debía crear la conciencia de que "las guerras no resuelven nada, al contrario, hacen ganar a las personas que no quieren (la paz) de la humanidad".

 

Visita durante la campaña electoral

Aura Vistas Miguel, periodista radiofónica de Portugal, preguntó al Papa Francisco sobre su decisión de acudir a Mozambique a pesar de que no le gusta visitar los países que se encuentran en campaña electoral.

Francisco aclaró que no fue ningún error, sino "una opción decidida libremente, porque la campaña electoral comenzó en estos días y fue eclipsada por el proceso de paz", porque la prioridad era apoyar y consolidar el proceso. "Y luego también me reuní con los dos opositores políticos, para subrayar que lo importante era eso, y no para animar al presidente, sino para subrayar la unidad del país", agregó.

 

 

 

12/09/2019-12:55
Rosa Die Alcolea

Video mensaje del Papa: "Es necesario crear una alianza educativa"

(ZENIT — 12 sept. 2019).- "Necesitamos un pacto educativo global que nos eduque en la solidaridad universal, en un nuevo humanismo", anuncia el Papa Francisco en un video mensaje, lanzado junto a un mensaje por escrito, este jueves, 12 de septiembre de 2019, dirigido a "todas las figuras públicas del mundo que ya están comprometidas en el delicado campo de la educación de las nuevas generaciones".

El Pontífice promueve un evento mundial que se celebrará el 14 de mayo de 2020 en Roma, llamado "Reconstruir el pacto educativo global", y llama a todos a encontrase con él en Roma para trabajar juntos el proyecto.

El Papa ve necesario crear una alianza educativa para formar personas maduras, capaces de vivir en la sociedad y para la sociedad, en un momento de extrema fragmentación, de extrema oposición, es necesario unir esfuerzos.

"Debemos basar nuestros procesos educativos en la conciencia de que todo en el mundo está íntimamente conectado y que es necesario encontrar otras formas de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso", explica en su video mensaje.

Así, anima a tener el valor de formar personas que estén dispuestas a ponerse al servicio de la comunidad. "Junto con vosotros, hago un llamamiento a todas las figuras públicas del mundo que ya están comprometidas en el delicado campo de la educación de las nuevas generaciones. Tengo confianza en que no se echarán atrás", expone.

 

 

 

12/09/2019-12:41
Larissa I. López

Jóvenes en África: El Papa destaca la importancia de garantizar una educación para todos

(ZENIT — 12 sept. 2019).- El pasado martes, 10 de septiembre de 2019, en el vuelo de regreso a Roma tras su viaje apostólico a África, el Santo Padre resaltó la juventud del continente africano y la necesidad de que los estados emitan leyes que promuevan una educación gratuita que llegue a todos, así como la protección de la familia.

Del 4 al 10 de septiembre de 2019, tuvo lugar la cuarta visita del Papa Francisco a África, que contó con Mozambique, Madagascar y Mauricio como destinos.

 

La juventud africana

De acuerdo a la transcripción de trabajo de la rueda de prensa del vuelo papal que ofrece la edición de Vatican News en español, el periodista mozambiqueño, Julio Mateus Manjate, pidió a Francisco que hablara sobre la educación de los jóvenes. En este sentido, el Pontífice comentó cómo el viejo continente se ha convertido en la "abuela Europa", mientras que África presenta "una vida joven".

Ante este hecho, opinó que el envejecimiento de Europa se ha producido porque existe la tendencia a "aferrarse al bienestar" y a la tranquilidad. En África y otras partes del mundo, sin embargo, el Papa ha percibido que los hijos son concebidos como un tesoro, para los padres, pero también para la nación.

 

Educación para todos

En cuanto a la educación, apuntó que existe el "reto" de educar y hacer leyes para los jóvenes, algo que, para el Pontífice, junto con la salud, debe ser prioritario en Mozambique y los otros países.

Asimismo, recordando el deseo del primer ministro de Mauricio de hacer crecer la educación gratuita, recordó la necesidad de la misma en todos los estados, multiplicando el número de centros "para que la educación llegue a todos".

 

Importancia de la familia

Por otra parte, Marie Fredeline Ratovoarivelo, profesional de la radio en Madagascar, interpeló al Papa sobre el futuro de los jóvenes, asunto sobre el que él habló en el viaje, refiriéndose a la importancia de la familia y a las complicadas situaciones familiares a las que se enfrentan los jóvenes malgaches.

Francisco expuso que ciertamente la familia posee la responsabilidad de criar a los niños y explicó que los problemas familiares en Madagascar tienen que ver con la pobreza, la falta de trabajo y la explotación. Así, puso como ejemplo la cantera de Mahatazana, en la que oró durante su reciente viaje a dicha nación y cuyos trabajadores ganan un dólar y medio al día.

Por ello, remarcó la importancia de las leyes de protección del trabajo y de la familia, así como de los valores familiares, "que existen, pero que a menudo son destruidos por la pobreza: no los valores, sino la capacidad de transmitirlos y de continuar la educación de los jóvenes".

 

Protección de las familias

Después, aludió a un suceso que observó en Mauricio en el que un policía sostenía la mano de un niño que se perdió por accidente. Esto le hizo entender "el drama de tantos niños y jóvenes que perdieron sus lazos familiares" y que el Estado debe encargarse de proteger a la familia y a los jóvenes para "llevarlos adelante".

También repitió que "para una familia, tener un hijo es un tesoro" y es necesario que toda la sociedad se conciencie "de hacer crecer este tesoro, de hacer crecer el país, de hacer crecer la patria, de hacer crecer los valores que darán soberanía a la patria".

 

Xenofobia

Además, el Santo Padre fue interrogado sobre la xenofobia en el continente africano, un fenómeno que se da en otras partes del mundo y que él considera "una enfermedad humana" que entra en los países y hace construir muros.

Estos muros "dejan fuera a mucha gente, pero los que se quedan dentro de las murallas se quedarán solos y al final de la historia derrotados por las grandes invasiones", declaró Francisco. Y añadió que la xenofobia a veces se une al "populismo político", de manera que algunos discursos se parecen a los de Hitler en el año 1934.

 

Problema cultural en África

En África, el Papa manifestó que la xenofobia es un problema cultural a resolver. De manera que en países como Kenia, ante el tribalismo, que separa y enfrenta a las personas, es necesario "educar y reunir diferentes tribus para crear una nación".

Por ello, el Pontífice afirmó que es necesario luchar contra la xenofobia de un país a otro, pero también la interna de cada uno de ellos, que igualmente provoca tragedias.

 

 

 

12/09/2019-16:47
Rosa Die Alcolea

Ucrania: "Una visita del Papa al país realmente podría poner fin a la guerra"

(ZENIT — 12 sept. 2019).- "Somos una Iglesia global" que, en estos días en Roma, se ha confrontado sobre "diversidades y riquezas" para hacer comunión, con una mirada ad intra, sobre los "desafíos de hoy", expuso Su Beatitud Svjatoslav Shevchuk, Arzobispo Mayor de Kiev-Halyč, en conferencia de prensa el pasado 11 de septiembre de 2019, en Roma, tras la clausura del Sínodo de la Iglesia greco-católica ucraniana, celebrado en Roma del 1 al 10 de septiembre.

Ser "testigos de la unidad, tanto hacia los hermanos ortodoxos como hacia los latinos" es uno de los frutos del Sínodo celebrado en Roma, con la presencia de 47 obispos, en torno al tema "La comunión y la unidad en la vida y el testimonio de la Iglesia ucraniana hoy", señala Vatican News en español.

La "unidad" y la "comunión con el Sucesor de Pedro" son las líneas que surgieron de los trabajos, a la vez que el pensamiento también se dirigió a Ucrania, afligida por cinco años de guerra, informa el medio vaticano.

 

Vocaciones

Una de las cuestiones por las que preguntaron los periodistas fue la crisis de las vocaciones, un "desafío para todos", respondió Shevchuk, que no se siente tanto en Ucrania donde hay cinco seminarios activos, como en "otros países", en el momento de la reflexión sobre los "viri probati", sobre la posibilidad de que los laicos casados puedan llegar a ser sacerdotes, si bien en condiciones particulares.

La mirada ad extra condujo la atención sobre las relaciones con las demás Iglesias, porque el ecumenismo "forma parte de la misión" de los greco-católicos ucranianos. A la vez que la mirada, cuando se alude a la cuestión de la autocefalia, se dirige a la Iglesia ortodoxa que está en "busca de unidad". Por esta razón Shevchuk evocó un camino para superar la "fragmentación", y es el del "carácter conciliar en una dimensión no local pero universal. Una Iglesia local que se cierra "en sí misma" se pierde — señaló —pero universal.

El líder de la Iglesia greco-católica ucraniana recordó un momento especial, de "gran afecto", que vivieron el martes, 10 de septiembre cuando visitó con los metropolitas al Papa Emérito Benedicto XVI en el Monasterio Mater Ecclesiae. Frente a la actual "fragmentación", la incitación de Joseph Ratzinger fue, precisamente, a la unidad, según refirió el Arzobispo Mayor, hablando también de la "preocupación" del Papa emérito por la "militarización de las fronteras en Europa del Este".

 

La mayor catástrofe humanitaria

La grave crisis socio-política que sufre Ucrania fue otra de las cuestiones abordadas en este Sínodo, país ensangrentado por más de cinco años de conflicto en sus regiones orientales, "la mayor catástrofe humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial", reiteró el jefe de la Iglesia greco-católica ucraniana.

En este contexto, Shevchuk apuntó que "una visita del Papa Francisco al país realmente podría poner fin a la guerra", y señaló que el Sínodo habló de ello en Roma con el Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, teniendo en cuenta las "condiciones" para realizarla y la sensibilidad "de la mayor Iglesia en Ucrania, la de Moscú".

Ucrania es un "gran país", pero "es el más pobre de Europa", que además corre el riesgo de una catástrofe ecológica precisamente a causa de las armas: una realidad, por tanto, que implica "las tres sensibilidades del Papa": la de los pobres, la de la defensa de la Creación y la de la paz. Hoy "el mundo entero busca una solución diplomática a la guerra" —aseguró— porque la militar "no existe". Y añadió: "Estamos felices por el reciente intercambio de prisioneros entre Rusia y Ucrania, definido por la OTAN como un paso en la dirección correcta hacia la reconciliación".

 

 

 

12/09/2019-17:33
Rosa Die Alcolea

Papa Francisco: "Iré a España, si sigo vivo..."

(ZENIT — 12 sept. 2019).- "Iré a España, si vivo, pero la prioridad de viajar a Europa es para los países pequeños, luego para los grandes", respondió el Papa a la periodista española Cristina Cabrejas, de la agencia EFE, en el vuelo de regreso del viaje a Mozambique, Madagascar y Mauricio.

En los últimos vuelos, otros periodistas españoles, como Eva Fernández, de COPE, han invitado al Papa Francisco a viajar al país, en concreto, ante la posibilidad de viajar en 2021 a España con ocasión del año Santo Xacobeo y los 500 años de la conversión de San Ignacio de Loyola.

Para que lleve a cabo una visita del Papa a un país, se requiere en primer lugar la invitación de la jefatura del Estado y al mismo tiempo, se necesita la del Gobierno y la Conferencia Episcopal del país en cuestión. Estos dos últimos deben ponerse de acuerdo para cuestiones de logística, conveniencia, seguridad...

Desde la jefatura del Estado español, tanto el rey Juan Carlos (hoy emérito) como el actual, el rey Felipe VI, han invitado al Papa argentino en sus encuentros personales. El primero visitó al Pontífice como jefe de Estado por última vez el 28 de abril de 2014 y el rey Felipe VI sólo le ha visitado una ocasión: el 30 de junio de ese mismo año, once días después de ser proclamado tras la abdicación de su padre.

Por parte de los obispos españoles la invitación es "permanente", según ha señalado fuentes de la Conferencia Episcopal. Algunos motivos para una posible visita del Papa son: el centenario de la Universidad de Salamanca que acaba de concluir, el octavo centenario de la Catedral de Burgos o el Año Santo Compostelano (ambos tendrán lugar en 2021).

España fue un destino preferente para los predecesores de Francisco. Benedicto XVI viajó en tres ocasiones, así como a su Alemania natal. Juan Pablo II estuvo cinco veces, solo superado por Francia, Estados Unidos y su Polonia natal. Francisco no ha viajado a España, pero tampoco a su Argentina natal.

 

 

 

12/09/2019-15:58
Larissa I. López

El Santo Padre anima a los agustinos descalzos a profundizar en sus raíces

(ZENIT- 12 sept. 2019).- El Papa Francisco animó a los agustinos descalzos a amar y profundizar en sus raíces, “buscando sacar de ellas, en la oración y en el discernimiento comunitario, la linfa vital de vuestra presencia en la Iglesia y en el mundo de hoy”.

Hoy, 12 de septiembre de 2019, el Santo Padre se ha reunido con los participantes en el 186º Capítulo General de la Orden de los Agustinos Descalzos.

 

“El alma descalza”

Durante el discurso que les dirigió, Francisco resaltó el lema evangélico de los agustinos: “Felices de servir al Altísimo en espíritu de humildad” y resaltó la figura de san Agustín, “un gigante del pensamiento cristiano” al que “el Señor también le dio la vocación y la misión de la fraternidad”.

Por otra parte, recordó que la oración y la penitencia siguen siendo las “piedras angulares sobre las que se asienta el testimonio cristiano”, que a veces puede ir “completamente en contra de la corriente”, pero que “sabe hablar al corazón de tantos hombres y mujeres, incluso en nuestro tiempo”.

En cuanto a su calificación como “descalzos”, el Papa expuso que esta marca “la necesidad de pobreza, de desprendimiento, de confianza en la Divina Providencia” y que el carisma consiste en llevar “el alma descalza”: “Una necesidad evangélica, que en ciertos momentos del camino de la Iglesia el Espíritu hace sentir con más fuerza. Y debemos estar siempre atentos y dóciles a la voz del Espíritu” porque es el que hace avanzar a la Iglesia.

 

Humildad

El Obispo de Roma se refirió también al voto de humildad, sobre el que los agustinos han reflexionado este año, un don que “no se puede agarrar”, una virtud “que viene por sí misma. Gracias a Dios, pero viene, no se puede medir”.

Y se unió a la definición presentada anteriormente por el prior de la orden que la considera “una llave que abre el corazón de Dios y el corazón de los hombres” y, sobre todo, abre “vuestros corazones para ser fieles al carisma original, para sentiros siempre discípulos-misioneros, disponibles a las llamadas de Dios”.

A continuación, exponemos el discurso completo del Papa Francisco.

***

 

Discurso del Santo Padre

La Providencia ha querido que hoy me encuentre con vosotros, Agustinos Descalzos, y mañana con vuestros hermanos de la Orden de San Agustín, hermanos, primos, amigos, enemigos, ¡nunca se sabe! Alabemos a Dios por los carismas que ha suscitado y sigue suscitando en la Iglesia a través del testimonio del gran Pastor y Doctor de Hipona.

Agradezco al Prior General las palabras con las que ha presentado este encuentro, que concluye vuestra conferencia con ocasión de lo que llamáis el "Año del Carisma", ¡hermoso!
Ante todo quiero deciros que aprecio en vosotros la alegría de ser agustinos: "Felices de servir al Altísimo en espíritu de humildad" -parecería un lema franciscano, pero en realidad es simplemente evangélico. Por otra parte, san Agustín es una de esas figuras que hacen sentir la fascinación de Dios, que llevan a Jesucristo, que llevan a la Palabra de Dios. Es un gigante del pensamiento cristiano, pero el Señor también le dio la vocación y la misión de la fraternidad. No se cerró en el horizonte, si bien vasto, de su mente, sino que permaneció abierto al pueblo de Dios y a los hermanos y hermanas que compartían con él la vida comunitaria. Como sacerdote y obispo vivió como un monje, a pesar de sus compromisos pastorales, y a su muerte dejó muchos monasterios masculinos y femeninos.

En esta larga tradición religiosa iniciada por san Agustín, tenéis vuestras raíces los agustinos descalzos, como el prior general acaba de recordar. Os animo a amar y a profundizar siempre de nuevo estas raíces, -ir a las raíces- buscando sacar de ellas, en la oración y en el discernimiento comunitario, la linfa vital de vuestra presencia en la Iglesia y en el mundo de hoy. Para ser modernas, algunas personas piensan que es necesario desprenderse de las raíces. Y esta es la ruina, porque las raíces, la tradición, son la garantía del futuro. No es un museo, es la
verdadera tradición, y las raíces son la tradición que da la savia para que crezca el árbol, que florezca, que de frutos. Nunca os separéis de las raíces para ser modernos, es un suicidio. La oración y la penitencia no dejan de ser las piedras angulares sobre las que se asienta el testimonio cristiano, un testimonio que en algunos contextos va completamente en contra de la corriente, pero que, acompañado de la humildad y de la caridad, sabe hablar al corazón de tantos hombres y mujeres, incluso en nuestro tiempo. Además, los Papas pidieron a vuestros "antepasados" que estuvieran disponibles para la evangelización, y de esta manera habéis asumido esa dimensión apostólica que está muy presente en el Padre Fundador.

La calificación de “descalzos” expresa la necesidad de pobreza, de desprendimiento, de confianza en la Divina Providencia. Hay un himno litúrgico, que se usa en la fiesta de San Juan Bautista y dice que la gente iba “con el alma descalza” a ser bautizada: descalza no sólo porque no lleva calzas, -veo que lleváis zapatos, al menos uno-…. El alma descalza, este es el carisma. Una necesidad evangélica, que en ciertos momentos del camino de la Iglesia el Espíritu hace sentir con más fuerza. Y debemos estar siempre atentos y dóciles a la voz del Espíritu: ¡Él es el protagonista, él es el que hace crecer a la Iglesia! Nosotros no, Él. El Espíritu Santo es el viento que sopla y hace avanzar a la Iglesia, con esa gran fuerza de evangelización.

En particular, este año habéis querido enfatizar el voto de humildad, el cuarto voto que os caracteriza. Os felicito por esta elección y comparto el discernimiento del que se ha hecho portavoz el padre prior: este voto de humildad es una “llave”, una llave que abre el corazón de Dios y el corazón de los hombres. Y abre ante todo vuestros corazones para ser fieles al carisma original, para sentiros siempre discípulos-misioneros, disponibles a las llamadas de Dios.

La humildad es algo que no se puede agarrar: se tiene o no se tiene, es un don. No se puede agarrar. Recuerdo un religioso muy vanidoso, muy vanidoso – esto es histórico – todavía vivo. Sus superiores siempre le decían: “Debe ser más humilde, más humilde…”. Y al final dijo: “Haré treinta días de ejercicios para que el Señor me conceda la gracia de la humildad”. Y cuando regresó, dijo: “Gracias a Dios. Era muy vanidoso, mucho, pero después de los ejercicios he vencido todas mis pasiones” Había encontrado la humildad. La humildad es algo que viene por sí misma. Gracias a Dios, pero viene, no se puede medir.

El Espíritu sopla también en las velas de la Iglesia el viento de la misión ad gentes, y habéis sabido estar preparados para partir. Vivimos en una época en la que la misión ad gentes se renueva, también a través de una crisis que queremos que sea de crecimiento, de fidelidad al mandato del Señor Resucitado, un mandato que conserva toda su fuerza y relevancia. Yo también me uno a vosotros con emoción al recordar a los misioneros agustinos que dieron su vida por el Evangelio en diferentes partes del mundo. Y veo con alegría que atesoráis estos testimonios del pasado para renovar vuestra disponibilidad para la misión hoy, en las formas que el Concilio Vaticano II y los desafíos actuales nos piden.

Queridos hermanos, en recuerdo agradecido de vuestro camino, o mejor dicho, del camino que el Señor os ha hecho recorrer (cf. Dt 8,2), se comprende plenamente el significado de este “Año del Carisma”. No es algo auto-referencial – no, no tiene que ser eso, sino una comunidad viva que quiere caminar con el Cristo vivo, esto es lo que queréis: no es auto-referencial sino voluntad de caminar en Cristo, Cristo vivo.

“Feliz de servir al Altísimo en un espíritu de humildad”. ¡Seguid así! Que el Señor os bendiga, que la Virgen y San Agustín os protejan. Y por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Gracias!

 

© Librería Editorial Vaticana

 

 

 

12/09/2019-06:37
Enrique Díaz Díaz

Mons. Enrique Díaz Díaz: "Amor al pecador"

Éxodo 32, 7-11. 13-14: "El Señor renunció al castigo con que había amenazado a su pueblo"
Salmo 50: "Me levantaré y volveré a mi Padre"
I Timoteo 1, 12-17: "Cristo vino al mundo para salvar a los pecadores"
San Lucas 15, 1-32: "Habrá alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente"

El hallazgo ha sacudido la conciencia del pequeño poblado: un bebé ha sido abandonado en un basurero y lo han encontrado muerto. Se habla de que su propia madre lo habría abandonado. Y parece incomprensible un acto tan inhumano. Pero casi inmediatamente la noticia pasa a segundo plano ante las bárbaras ejecuciones y los atroces asesinatos. Muchos hablan de imponer pena de de muerte y se algran cuando algún criminal es abatido. ¿Hasta dónde ha llegado la brutalidad y deshumanización del hombre? ¿Ha perdido el rumbo y no es capaz de sentimientos y piedad por el hermano ya sea diferente, pecador o desconocido? ¿Habrá esperanza de redención? ¿Jesús también condena?

Todos hemos encontrado personas que se llenan la boca hablando de justicia social y de amor a la humanidad, que luchan denodadamente por los derechos humanos, que acusan los gobiernos de sobornos e injusticias, y que después son irascibles e intransigentes con los que están cercanos a ellos. Es fácil hablar del perdón y de la reconciliación, de la justicia y de la verdad, para después transformarnos en jueces intransigentes e intolerables justo con los más cercanos. Con frecuencia esto pasa en los círculos en donde menos debería pasar: entre autoridades, maestros, ministros, educadores e iglesias. Lo mismo sucede en tiempos de Jesús y el rompe estos estigmas tanto con su modo de actuar como con su palabra.

Jesús comparte su mesa y su alegría con gente de dudosa reputación, trata con ellos, se hace acompañar de pecadores y publicanos. Esta actitud no va de acuerdo no sólo con el juicio y las miradas de los escribas y fariseos, sino tampoco con los consejos y normas que presentaba la ley. Sus enemigos tienen muchos fundamentos y razones para juzgar que se ha alejado del camino del bien. Jesús no responde con autosuficiencia ni con la intención de callar o incomodar a sus acusadores. Jesús busca manifestar cuál es el verdadero rostro de su Padre y lo hace por medio de estas imágenes que acaban por desconcertar a todos. No es el Dios que esperaban los piadosos judíos y está también muy lejos de las imágenes de aquellos dioses de los pueblos vecinos que los mostraban implacables, lejanos y poderosos. La principal revelación y más grande regalo de Jesús es manifestarnos esa experiencia central y decisiva en su propia vida: el amor de un Padre. Parece obsesionado por ofrecernos este rostro nuevo de Dios que se manifiesta con rasgos de misericordia y benevolencia, que se acerca a cada uno de los hombres, que no duda en llamar y buscar al pecador, al diferente, al lejano.

Jesús siempre nos da a conocer esta imagen del Padre que hace caer su lluvia sobre buenos y malos, que da el sol para justos e injustos. Pero quizás donde quede de una manera más palpable sea en su manera de relacionarse con los pecadores, con las prostitutas, con los despreciados y los pequeños. Su actuar lo respalda con las imágenes de sus numerosas parábolas explicándonos cómo es el amor de este Padre que no cabe en la mentalidad de sus contemporáneos. Tres imágenes nos ofrece el texto de este domingo: la de un pastor que sale en busca de la oveja perdida, la de una mujer que barre y remueve la casa hasta encontrar la moneda extraviada y la locura de un padre que espera ansioso, que abre sus brazos sin ningún cuestionamiento y que hace grande fiesta porque el hijo que lo abandonó, despilfarró su herencia y deshonró su nombre, ahora ha regresado a su casa. Imágenes que quizás también en nuestro tiempo parezcan fuera de contexto no tanto por lo extraño que puedan resultar las imágenes, al fin de algún modo conocidas, sino por lo grandioso que detrás de ellas nos presenta: un amor por el pecador y por quien se ha perdido que nunca hubiéramos podido imaginar.

Jesús busca hacernos entender que la misericordia es el mejor camino para entrar al Reino de los Cielos. Hay que introducir en la vida social del pueblo la compasión y la misericordia como la encontramos en el mismo corazón de nuestro Padre Dios. Hay que vivir la alegría que nos presenta en estas tres imágenes de una felicidad figurada en la fiesta y el banquete al encontrar al perdido. Hay que poner en el fondo del corazón de todo hombre y mujer una realidad muy seria: todos somos hermanos y todos cabemos en el corazón de un Padre. No es un Padre que está esperando la conversión para amar al pecador, es un Padre que ama al pecador a pesar de su pecado, que lo quiere antes de sus señales de arrepentimiento, y que es fiel a su amor a pesar de todas las infidelidades.

Cuando encontramos actos de barbarie, castigos y venganzas como los que estamos sufriendo en los últimos días no podemos menos que pensar que hemos olvidado estos principios básicos en nuestra humanidad. Que se ha dejado de ver al hombre como persona, como un hijo al que Dios ama y busca. Tendremos que recuperar este rostro amoroso de Dios para entender el rostro de cada uno de los hermanos. Que en este día sintamos el abrazo amoroso de Dios Padre que nos ama a pesar de nuestras miserias, pero que también abramos nuestra mente y nuestro corazón para acoger a todos los hermanos como una sola familia.

Padre bueno, que nos amas aún cuando somos pecadores, concédenos experimentar la grandeza de tu perdón que nos renueva en lo más íntimo y nos acerca a la mesa para compartir con los hermanos. Amén.

 

 

 

12/09/2019-07:00
Isabel Orellana Vilches

San Juan Crisóstomo, 13 de septiembre

«Padre de la Iglesia, un hombre de excelsa virtud y gran talento. Elocuente orador; por ello fue denominado 'boca de oro'. Pío X lo proclamó patrón de los predicadores y Juan XXIII patrono del Concilio Vaticano II»

Es uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia católica, aclamado por los ortodoxos como uno de los más insignes teólogos junto a san Basilio y a san Gregorio. Crisóstomo significa «boca de oro», sobrenombre que recibió por su excelsa forma de predicar, y que siglos más tarde indujo a san Pío X a proclamarle «patrón de los predicadores». Era originario de Antioquia de Siria donde nació hacia mediados del siglo IV. Su padre, oficial del ejército imperial, murió al poco de su nacimiento, y fue su piadosa madre Antusa la que se ocupó de educarle a él y a otra hija mayor. Andragatio y también Libanio, que ya era un prestigioso orador, le introdujeron en el conocimiento de la filosofía y de la retórica. Su elocuencia, que era un don natural, le hacía apto para aspirar a una exitosa carrera como abogado o político. Así lo consideró Libanio reconociendo que su formidable alumno le había aventajado. Pero Juan siguió otro camino invirtiendo esa gracia que Dios le había otorgado precisamente para darle la mayor gloria.

El año 368 recibió el bautismo de manos del obispo Melecio, conocido suyo, que influyó decisivamente en su vida. Él le nombró lector y se ocupó de instruirle dejándole preparado para el sacerdocio. Entre tanto, el santo recibía clases del afamado Diodoro de Tarso, un brillante exégeta que impartía clases a un selecto grupo de jóvenes en Antioquía; algunos de ellos fueron prelados. En el 374, fallecida ya Antusa, Juan emprendió una experiencia eremítica en el monte Silpio, al sur de Antioquia. Fueron intensos años comunitarios, y uno de estricta soledad, acumulando vivencias de incalculable valor, acostumbrado a escuchar la voz de Dios en el silencio, empapándose de la Escritura, particularmente atrapado por las cartas paulinas. Entonces se hallaba en el ecuador de su vida. Por razones de salud sólo pudo soportar este tiempo de severa ascesis y penitencias. Era providencial. El veto que le impuso su organismo obligándole a abandonar la montaña el año 381 le abrió las puertas de su verdadera vocación. Poco tiempo después, Melecio le ordenó diácono. Y el año 386 recibió el sacramento del sacerdocio de manos del prelado Flaviano quien le designó predicador, misión que desempeñó admirablemente durante doce años.

Su rigurosa preparación y vasta cultura, unidas a su fe y entrega, impregnaban sus profundos comentarios a través de los cuales inducía a los fieles a vivir en conformidad con el evangelio, lejos de la depravación y vicios morales. Muchos de ellos están recogidos en las Homilías; algunas las dedicó a los que derribaron las esculturas imperiales como medida de fuerza contra los gobernantes que no les dejaban respirar con abusivos impuestos. También es autor de numerosos tratados y cartas. El año 397, a la muerte de Nectario, patriarca de Constantinopla, fue proclamado sucesor suyo aún en contra de su voluntad. Tanto sintió su marcha Antioquia que tuvo que partir escoltado para evitar el tumulto de las gentes. Este virtuoso de la elocuencia se ganó al pueblo llano con sus encendidas exhortaciones a vivir la virtud. Luchó con denuedo contra los arrianos. Muchos pecadores y herejes se convertían al sentirse retratados en sus palabras con las que advertía de la gravedad de los vicios y errores en los que incurrían. Las dos horas largas que de ordinario duraban las homilías parecían un santiamén; en ellas exigía y denunciaba a la par que instruía. A las personas que no tenían doblez y mostraban disposición al arrepentimiento les decía: «Si habéis caído en el pecado más de una vez, y aún mil veces, venid a mí y yo os curaré». No seguía el mismo criterio con los impenitentes.

Tenía alma monástica; conocía los peligros de una contemplación puramente teórica cuando de lo que se trata es de encarnar a Cristo. Se preocupó de la formación de personas de todas las edades, denunció los abusos del clero y reformó sus costumbres. Apuntaba certero al corazón y alentaba la vida espiritual de la gente, especialmente de los pobres, a quienes ayudaba a paliar sus carencias materiales. Fundó hospitales, promovió comunidades entre mujeres de fe y también impulsó la evangelización de otras ciudades. Vivía la oración continua: «Nada hay mejor que la oración y coloquio con Dios... Me refiero, claro está, a aquella oración que no se hace por rutina, sino de corazón, que no queda circunscrita a unos determinados momentos, sino que se prolonga sin cesar día y noche». Estaba abrazado a la cruz. Su vibrante defensa de la verdad y abiertas críticas a la ostentación y a otros desmanes que detectaba en una parte del clero y en ciertos núcleos de poder le deparó muchos problemas.

La diplomacia no era uno de sus fuertes. Franco y directo se ganó opositores que albergaban intereses dispares a los evangélicos, huyendo de la exigencia que predicaba. En particular Teófilo, el patriarca de Alejandría, y la emperatriz Eudoxia, esposa de Arcadio, levantaron malévolas acusaciones de traición contra él, que no eran más que una burda venganza por las consecuencias de sus sermones que no les beneficiaban. El Sínodo de la Encina convocado el año 403 sancionó su caso, y un grupo de obispos capitaneados por Teófilo y la connivencia de Eudoxia acordaron su destierro. Tras su pronta reposición en la sede de Constantinopla por Arcadio, nuevamente sus advertencias pastorales a la emperatriz atrajeron su ira y fue enviado a Cucusa, cerca de Armenia. Desde allí continuó redactando valiosas cartas pastorales. El papa Inocencio I lo consoló y medió para que fuera restituido, pero sus gestiones no tuvieron eco. Juan nunca llegó a Pitionte que hubiera sido el final de su trayecto. En el transcurso del viaje que emprendió en Cucusa, hallándose en Comana, región del Ponto, falleció el 14 de septiembre del año 407, festividad de la Exaltación de la Santa Cruz, musitando: «Gloria a Dios por todo».

 

 

 

12/09/2019-16:50
Redacción

Equipo 'Campeones del Corazón': El fútbol, medio para ayudar a los demás

(ZENIT- 12 sept. 2019).- Ayer, 11 de septiembre de 2019, antes de la audiencia general, el Papa Francisco mantuvo un encuentro con el equipo de fútbol "Campeones del Corazón", a quienes les dedicó unas palabras, según indicó Vatican News.

"Campeones del Corazón"es un equipo de aficionados al balompié formado por sacerdotes de la diócesis de Chiavari, los alcaldes de la Riviera de Levante y algunos administradores de la región de Liguria, Italia, que, por medio de este deporte, promueve iniciativas benéficas.

El martes 10 por la noche los miembros de este equipo jugaron un partido en Roma contra otro formado por empleados del Vaticano. Antes de ello, hicieron entrega de una oferta al cardenal Konrad Krajewski, limosnero apostólico de la Santa Sede, para sustentar sus proyectos caritativos.

 

Encuentro con el Papa

En declaraciones para el citado medio Vaticano, don Lucca Sardella, asistente espiritual de "Campeones por el corazón", informó sobre su encuentro con el Santo Padre.

Según este sacerdote, Francisco subrayó el hecho de que todos siguieran siendo aficionados, como signo de "gratuidad" y como algo que les puede ayudar a mantener el corazón abierto para salir de la indiferencia y crecer en compasión, especialmente ante los últimos de la sociedad.

 

Partidos con fines benéficos

Por otra parte, el padre Lucca explicó que el equipo nació, efectivamente, con el objetivo de "jugar estos partidos de fútbol con fines benéficos para recaudar fondos y apoyar proyectos de caridad", de manera que el partido disputado en Roma sirve también para respaldar la obra caritativa del Papa Francisco.

Entre sus iniciativas de este tipo, se encuentran un partido de fútbol celebrado el año pasado para colaborar con las víctimas y desplazados por la caída del Puente Morandi y otro destinado a sostener a los niños acogidos por la Asociación Nacional de Familias de Personas con Discapacidades Intelectuales y/o Relacionales.

 

Oportunidad para el encuentro

Asimismo, el asistente espiritual de "Campeones por el corazón", describió que el fútbol, como deporte, supone "una oportunidad de encuentro", de fraternidad, y "una razón para encontrarse con otras realidades, precisamente para apoyar un objetivo más grande": sus proyectos solidarios.

La plantilla reúne a sacerdotes y alcaldes, algo que don Lucca describió como una "sinergia muy especial" y "muy valiosa", en la que el compromiso civil se vincula al misionero "con vistas a un bien común, de una atención también a los últimos, en nombre del Evangelio".