Servicio diario - 09 de enero de 2020


 

Crisis Irán-Estados Unidos: Francisco renueva su llamado al "diálogo y al autocontrol"
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09/01/2020-12:44
Larissa I. López

Crisis Irán-Estados Unidos: Francisco renueva su llamado al "diálogo y al autocontrol"

(ZENIT – 9 enero 2020).- Con respecto a la situación de tensión establecida entre Irán y Estados Unidos, el Papa Francisco ha renovado su llamamiento “para que todas las partes interesadas eviten el aumento de la confrontación y mantengan ‘encendida la llama del diálogo y del autocontrol’ en el pleno respeto de la legalidad internacional”.

En la mañana de hoy, 9 de enero de 2020, el Santo Padre recibió en audiencia a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede para la presentación de sus saludos de Año Nuevo.

 

Realismo y esperanza

Tras el saludo del decano del Cuerpo Diplomático, George Poulides, embajador de Chipre ante la Santa Sede, el Papa pronunció su discurso. En él, indicó que este nuevo año que comienza “invita a la alegría y a asumir una actitud de esperanza” que “anime la mirada con la que nos adentramos en el tiempo que nos aguarda”.

No obstante, Francisco también considera que la espera “exige realismo”, “que se llame a los problemas por su nombre y que se tenga el valor de afrontarlos”, pues, “desgraciadamente, el año nuevo no parece estar marcado por signos alentadores, sino por una intensificación de las tensiones y la violencia”.

A lo largo de su alocución, remarcando que “la paz y el desarrollo humano integral son de hecho el objetivo principal de la Santa Sede en el ámbito de su tarea diplomática”, el Pontífice citó los muchos conflictos, incluidos los olvidados, que existen actualmente en el mundo.

 

Recorrido por el año 2019

Al mismo tiempo, recordó asuntos tan relevantes como los abusos contra los menores, la violencia contra las mujeres y el sentido de solidaridad en Europa. También se refirió a cuestiones como el pacto educativo, la conversión ecológica integral, los conflictos político-sociales en América Latina, las personas desplazadas y la necesidad de un mundo sin armas nucleares.

Por otra parte, en su intervención el Obispo de Roma repasó los viajes apostólicos realizados en 2019, describiéndolos como “una oportunidad para fomentar el diálogo a nivel político y religioso”.

Del mismo modo, el Santo Padre aludió a acontecimientos importantes del año 2019, como la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá; la firma del Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común junto con el gran Imán de Al-Azhar Ahmad en Abu Dhabi; el retiro celebrado en el Vaticano con los líderes de Sudán del Sur, país que espera “poder visitar durante este año”; y el Sínodo de la Amazonía.

A continuación sigue el discurso completo del Papa Francisco.

***

 

Excelencias, señoras y señores:

Un nuevo año se abre delante de nosotros y, como el llanto de un niño recién nacido, nos invita a la alegría y a asumir una actitud de esperanza. Quisiera que esta palabra —esperanza—, que para los cristianos es una virtud fundamental, anime la mirada con la que nos adentramos en el tiempo que nos aguarda.

Ciertamente, esperar exige realismo. Requiere ser conscientes de las numerosas cuestiones que afligen nuestra época y de los desafíos que se vislumbran en el horizonte. Exige que se llame a los problemas por su nombre y que se tenga el valor de afrontarlos. Demanda no olvidar que la comunidad humana lleva los signos y las heridas de las guerras que se han producido a lo largo del tiempo, con una capacidad destructiva cada vez mayor, y que no dejan de afectar especialmente a los más pobres y a los más débiles[1]. Desgraciadamente, el año nuevo no parece estar marcado por signos alentadores, sino por una intensificación de las tensiones y la violencia.

Es precisamente a la luz de estas circunstancias que no podemos dejar de esperar. Y esperar exige valentía. Pide tener la conciencia de que el mal, el sufrimiento y la muerte no prevalecerán y que incluso las cuestiones más complejas pueden y deben ser afrontadas y resueltas. La esperanza «es la virtud que nos pone en camino, nos da alas para avanzar, incluso cuando los obstáculos parecen insuperables»[2].

Con este ánimo, os acojo hoy, estimados Embajadores, para desearos lo mejor para el año nuevo. Agradezco de manera especial al Decano del Cuerpo Diplomático, el Excmo. señor George Poulides, Embajador de Chipre, por las cordiales palabras que me ha dirigido en nombre de todos vosotros y os agradezco vuestra presencia, tan numerosa y significativa, como también el compromiso que cada día dedicáis para consolidar las relaciones que unen a la Santa Sede con vuestros países y las Organizaciones internacionales en beneficio de la convivencia pacífica entre los pueblos.

La paz y el desarrollo humano integral son de hecho el objetivo principal de la Santa Sede en el ámbito de su tarea diplomática. A ella se orientan los esfuerzos de la Secretaría de Estado y de los Dicasterios de la Curia Romana, como además los de los Representantes Pontificios, a los que agradezco por la dedicación con la que cumplen la doble misión que les ha sido encomendada: representar al Papa ante las Iglesias locales como también ante vuestros Gobiernos.

En esa perspectiva se sitúan también los Acuerdos de carácter general, firmados o ratificados en el curso del año que acaba de concluir, con la República del Congo, la querida República Centroafricana, Burkina Faso y Angola, como además el Acuerdo entre la Santa Sede y la República Italiana para la aplicación de la Convención de Lisboa sobre el reconocimiento de los títulos de estudio concernientes a la enseñanza superior en la región europea.

También los Viajes Apostólicos que, además de ser un camino privilegiado por el que el Sucesor del apóstol Pedro confirma a los hermanos en la fe, son una ocasión para favorecer el diálogo en el ámbito político y religioso. En el 2019 tuve la oportunidad de visitar diferentes realidades significativas. Quisiera recorrer con vosotros las etapas que realicé, aprovechando la ocasión para dar una mirada más amplia sobre algunas cuestiones problemáticas de nuestro tiempo.

Al inicio del año pasado, con motivo de la XXXIV Jornada Mundial de la Juventud, encontré en Panamá a jóvenes provenientes de los cinco continentes, llenos de sueños y esperanzas, reunidos allí para rezar y reavivar el deseo y el compromiso de crear un mundo más humano[3]. Encontrar a los jóvenes es siempre una alegría y una gran motivación. Ellos son el futuro y la esperanza de nuestras sociedades, y también el presente.

Sin embargo, como es tristemente conocido, no pocos adultos, entre los que se cuentan varios miembros del clero, fueron responsables de delitos gravísimos contra la dignidad de los jóvenes, niños y adolescentes, violando su inocencia y su intimidad. Se trata de crímenes que ofenden a Dios, causan daños físicos, psicológicos y espirituales a las víctimas y lesionan la vida de comunidades enteras[4]. Después del encuentro con los episcopados de todo el mundo, que convoqué en el Vaticano el pasado mes de febrero, la Santa Sede renueva su compromiso para que se investiguen los abusos cometidos y se asegure la protección de los menores, a través de un amplio espectro de normas que consientan afrontar dichos casos en el ámbito del derecho canónico y a través de la colaboración con las autoridades civiles, a nivel local e internacional.

Ante heridas tan graves, resulta todavía más urgente que los adultos no depongan la tarea educativa que les compete, más aún, que se hagan cargo de dicho compromiso con mayor dedicación, para conducir a los jóvenes a la madurez espiritual, humana y social.

Por esta razón, deseo promover un evento mundial el próximo 14 de mayo, que tendrá como tema: Reconstruir el pacto educativo global. Se trata de un encuentro dirigido a «reavivar el compromiso por y con las jóvenes generaciones, renovando la pasión por una educación más abierta e incluyente, capaz de la escucha paciente, del diálogo constructivo y de la mutua comprensión. Hoy más que nunca, es necesario unir los esfuerzos por una alianza educativa amplia para formar personas maduras, capaces de superar fragmentaciones y contraposiciones y reconstruir el tejido de las relaciones por una humanidad más fraterna»[5].

Todo cambio, como el de época que estamos viviendo, pide un camino educativo, la constitución de una aldea de la educación[6] que cree una red de relaciones humanas y abiertas. Dicha aldea debe poner a la persona en el centro, favorecer la creatividad y la responsabilidad para unos proyectos de larga duración y formar personas disponibles para ponerse al servicio de la comunidad.

Por tanto, es necesario un concepto de educación que abrace la amplia gama de experiencias de vida y de procesos de aprendizaje y que consienta a los jóvenes desarrollar su personalidad de manera individual y colectiva. La educación no termina en las aulas de las escuelas o de las universidades, sino que se afirma principalmente respetando y reforzando el derecho primario de la familia a educar, y el derecho de las Iglesias y de los entes sociales a sostener y colaborar con las familias en la educación de los hijos.

Educar exige entrar en un diálogo sincero y leal con los jóvenes. Ante todo, ellos son quienes nos interpelan sobre la urgencia de esa solidaridad intergeneracional, que desgraciadamente ha desaparecido en los últimos años. En efecto, hay una tendencia en muchas partes del mundo a encerrarse en sí mismos, a proteger los derechos y los privilegios adquiridos, a concebir el mundo dentro de un horizonte limitado que trata con indiferencia a los ancianos y, sobre todo, que no ofrece más espacio a la vida naciente. El envejecimiento general de una parte de la población mundial, especialmente en Occidente, es la triste y emblemática representación de todo esto.

Si bien por un lado no debemos olvidar que los jóvenes esperan la palabra y el ejemplo de los adultos, al mismo tiempo hemos de tener presente que ellos tienen mucho que ofrecer con su entusiasmo, con su compromiso y con su sed de verdad, a través de la que nos recuerdan constantemente que la esperanza no es una utopía y la paz es un bien siempre posible.

Lo hemos visto en el modo con el que muchos jóvenes se están comprometiendo para sensibilizar a los líderes políticos sobre la cuestión del cambio climático. El cuidado de nuestra casa común debe ser una preocupación de todos y no el objeto de una contraposición ideológica entre las diferentes visiones de la realidad, ni mucho menos entre las generaciones, porque «en contacto con la naturaleza —como nos recordaba Benedicto XVI—, la persona recobra su justa dimensión, se redescubre criatura, pequeña pero al mismo tiempo única, “capaz de Dios” porque interiormente está abierta al Infinito»[7]. Por tanto, la protección del lugar que el Creador nos dio para vivir no puede descuidarse, ni reducirse a una problemática elitista. Los jóvenes nos dicen que no puede ser así, porque existe un desafío urgente, a todos los niveles, de proteger nuestra casa común y «unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral»[8]. Ellos nos reclaman la urgencia de una conversión ecológica, que «debe entenderse de manera integral, como una transformación de las relaciones que tenemos con nuestros hermanos y hermanas, con los otros seres vivos, con la creación en su variedad tan rica, con el Creador que es el origen de toda vida»[9].

Lamentablemente, la urgencia de esta conversión ecológica parece no ser acogida por la política internacional, cuya respuesta a las problemáticas planteadas por cuestiones globales, como la del cambio climático, es todavía muy débil y fuente de gran preocupación. La XXV Sesión de la Conferencia de los Estados Parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25), celebrada en Madrid el pasado mes de diciembre, representa una seria llamada de atención sobre la voluntad de la Comunidad internacional para afrontar con sabiduría y eficacia el fenómeno del calentamiento global, que requiere una respuesta colectiva, capaz de hacer prevalecer el bien común sobre los intereses particulares.

Estas consideraciones dirigen nuestra atención hacia América Latina, de modo particular a la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la región amazónica, realizada en el Vaticano el pasado mes de octubre. El Sínodo fue un evento esencialmente eclesial, promovido por la voluntad de ponerse a la escucha de las esperanzas y de los desafíos de la Iglesia en la Amazonia y de abrir nuevos caminos al anuncio del Evangelio al Pueblo de Dios, especialmente a las poblaciones indígenas. Por tanto, la Asamblea sinodal no podía eximirse de tocar, desde la ecología integral, también otras temáticas, que tienen que ver con la vida misma de esa región, tan grande e importante para todo el mundo, porque «la selva amazónica es un “corazón biológico” para la tierra cada vez más amenazada»[10].

Además de la situación en la región amazónica, suscita preocupación la multiplicación de crisis políticas que se van extendiendo en numerosos países del continente americano, con tensiones e insólitas formas de violencia que empeoran los conflictos sociales y generan graves consecuencias socioeconómicas y humanitarias. Las polarizaciones, cada vez más fuertes, no ayudan a resolver los auténticos y urgentes problemas de los ciudadanos, sobre todo de los más pobres y vulnerables, y mucho menos lo logra la violencia, que por ningún motivo puede ser adoptada como instrumento para afrontar las cuestiones políticas y sociales. En este contexto, quiero recordar especialmente a Venezuela, para que continúe presente el compromiso de la búsqueda de soluciones.

En general, los conflictos de la región americana, aun cuando tienen raíces diferentes, están acomunados por profundas desigualdades, por injusticias y por la corrupción endémica, así como por las diversas formas de pobreza que ofenden la dignidad de las personas. Por tanto, es necesario que los líderes políticos se esfuercen por restablecer con urgencia una cultura del diálogo para el bien común y para reforzar las instituciones democráticas y promover el respeto del estado de derecho, con el fin de prevenir las desviaciones antidemocráticas, populistas y extremistas.

En mi segundo viaje de 2019, fui a los Emiratos Árabes Unidos, primera visita de un Sucesor de Pedro a la Península Arábiga. En Abu Dabi firmé, con el gran Imán de Al-Azhar Ahmad al-Tayyeb, el Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común. Se trata de un texto importante, dirigido a favorecer la mutua comprensión entre cristianos y musulmanes, y la convivencia en sociedades cada vez más multiétnicas y multiculturales, ya que en la firme condena del uso del «nombre de Dios para justificar actos de homicidio, exilio, terrorismo y opresión»[11], recuerda la importancia del concepto de ciudadanía, que «se basa en la igualdad de derechos y deberes bajo cuya protección todos disfrutan de la justicia»[12]. Esto exige el respeto de la libertad religiosa y que haya un compromiso para renunciar al uso discriminatorio de la palabra minorías, que trae consigo las semillas del sentirse aislados y de la inferioridad, y prepara el terreno para la hostilidad y la discordia, excluyendo a los ciudadanos en base a su pertenencia religiosa[13]. Con este fin, es particularmente importante formar a las generaciones futuras en el diálogo interreligioso, como vía principal para el conocimiento, la comprensión y el respaldo recíproco entre los miembros de diversas religiones.

Paz y esperanza estuvieron también en el centro de mi visita a Marruecos, donde firmé con Su Majestad el Rey Mohamed VI un llamamiento conjunto sobre Jerusalén, «reconociendo la singularidad y la sacralidad de Jerusalén / Al Qods Acharif, y teniendo en cuenta su significado espiritual y su vocación peculiar como Ciudad de Paz»[14]. Y desde Jerusalén, ciudad amada por los fieles de las tres religiones monoteístas, que está llamada a ser un lugar símbolo de encuentro y de coexistencia pacífica, en el que se cultivan el respeto recíproco y el diálogo[15], mi pensamiento no puede dejar de ir a toda la Tierra Santa, para recordar la urgencia de que la Comunidad internacional entera, con valentía y sinceridad, y en el respeto del derecho internacional, confirme de nuevo su compromiso de sostener el proceso de paz israelí-palestino.

Un compromiso más asiduo y eficaz por parte de la Comunidad internacional es ahora más urgente que nunca también en otras partes del área mediterránea y de Oriente Medio. Me refiero en primer lugar al manto de silencio que intenta cubrir la guerra que ha destruido Siria durante este decenio. Es particularmente urgente encontrar soluciones adecuadas y con amplitud de miras que permitan al querido pueblo sirio, exhausto por la guerra, reencontrar la paz y comenzar la reconstrucción del país. La Santa Sede acepta favorablemente cualquier iniciativa destinada a poner las bases para la resolución del conflicto y expresa una vez más su gratitud a Jordania y al Líbano por haber acogido y hacerse cargo, con no pocos sacrificios, de miles de refugiados sirios. Por desgracia, además de las fatigas provocadas por la acogida, otros factores de incertidumbre económica y política, tanto en Líbano como en otros Estados, están provocando tensiones entre la población, poniendo ulteriormente en riesgo la frágil estabilidad de Oriente Medio.

De modo particular, son preocupantes las señales que llegan de toda la región, después del aumento de la tensión entre Irán y los Estados Unidos y que amenazan poner en riesgo ante todo el lento proceso de reconstrucción de Irak, como también crear las bases de un conflicto a mayor escala que todos desearíamos poder evitar. Por lo tanto, renuevo mi llamamiento para que todas las partes interesadas eviten el aumento de la confrontación y mantengan «encendida la llama del diálogo y del autocontrol»[16], en el pleno respeto de la legalidad internacional.

Mi pensamiento va también al Yemen, que vive una de las más graves crisis humanitarias de la historia reciente, en un clima de indiferencia general por parte de la Comunidad internacional, y a Libia, que desde hace muchos años experimenta una situación de conflicto, agravada por las incursiones de grupos extremistas y una nueva escalada de violencia en los últimos días. Dicho contexto es terreno fértil para el flagelo de la explotación y del tráfico de seres humanos, que es alimentado por personas carentes de escrúpulos, que explotan la pobreza y el sufrimiento de los que huyen de situaciones de conflicto o de la pobreza extrema. Entre estos, muchos terminan presa de auténticas mafias que los retienen en condiciones deshumanas y degradantes, y los hacen objeto de torturas, violencias sexuales, extorsiones.

En general, es necesario recordar que en el mundo hay varios miles de personas, con legítimas peticiones de asilo y necesidades humanitarias y de protección probada, que no son identificadas adecuadamente. Muchas arriesgan su vida en viajes peligrosos por tierra y sobre todo por mar. Se continúa constatando con dolor que el mar Mediterráneo sigue siendo un gran cementerio[17]. Por tanto, es cada vez más urgente que todos los Estados se hagan cargo de la responsabilidad de encontrar soluciones duraderas.

Por su parte, la Santa Sede mira con gran esperanza los esfuerzos realizados por numerosos países para compartir el peso de la reubicación y procurar a los desplazados, en particular a causa de las emergencias humanitarias, un lugar seguro donde vivir, una educación, así como la posibilidad de trabajar y de reunirse con sus familias.

Queridos Embajadores: En los viajes del pasado año tuve la oportunidad de visitar también tres países de Europa del este, en primer lugar, Bulgaria y Macedonia del Norte y, en un segundo momento, Rumanía. Se trata de tres países diferentes entre sí, pero unidos por el hecho de haber sido durante siglos puentes entre Oriente y Occidente, y encrucijadas de culturas, etnias y civilizaciones diferentes. Visitándolos, pude experimentar una vez más qué importante es el diálogo y la cultura del encuentro para construir sociedades pacíficas en las que cada uno pueda expresar libremente su propia pertenencia étnica y religiosa.

Permaneciendo en el contexto europeo, quisiera recordar la importancia de apoyar el diálogo y el respeto por la legalidad internacional para resolver los “conflictos congelados” que persisten en el continente, algunos de estos ya desde hace décadas, y que requieren una solución, comenzando por las situaciones relacionadas con los Balcanes occidentales y el Cáucaso meridional, incluida Georgia. Desde aquí, me gustaría manifestar además el estímulo de la Santa Sede ante las negociaciones para la reunificación de Chipre, que aumentarían la cooperación regional, promoviendo la estabilidad de toda el área mediterránea, como también el aprecio por los intentos dirigidos a resolver el conflicto en la parte oriental de Ucrania y poner fin al sufrimiento de la población.

El diálogo —y no las armas— es el instrumento esencial para resolver las controversias. A este respecto, deseo mencionar en esta sede la contribución ofrecida, por ejemplo, en Ucrania por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), especialmente en este año en el que se celebra el 45 aniversario del Acta final de Helsinki, que concluyó la Conferencia sobre la Seguridad y sobre la Cooperación en Europa (CSCE), iniciada en 1973 para favorecer la distensión y la colaboración entre los países de Europa occidental y de Europa oriental, cuando el continente estaba todavía dividido por el telón de acero. Fue una etapa importante para un proceso que inició sobre los escombros de la Segunda Guerra Mundial y que vio en el consenso y en el diálogo un instrumento esencial para resolver las divergencias.

Ya en 1949, en Europa occidental, con la creación del Consejo de Europa y la sucesiva adopción de la Convención europea de los derechos humanos, se pusieron las bases del proceso de integración europea, que vieron en la Declaración del entonces Ministro de Asuntos Exteriores francés, Robert Schuman, del 9 de mayo de 1950, un pilar fundamental. Schuman afirma que «la paz mundial no puede salvaguardarse sin unos esfuerzos creativos equiparables a los peligros que la amenazan». En los Padres fundadores de la Europa moderna había una consciencia de que el continente se podría reponer de las heridas de la guerra y de las nuevas divisiones que surgían sólo en un proceso gradual de comunión de ideales y de recursos.

Desde los primeros años, la Santa Sede viene observando con interés el proyecto europeo, cuando se celebra este año el 50 aniversario de la presencia de la Santa Sede como Observador ante el Consejo de Europa, así como el establecimiento de relaciones diplomáticas con las entonces denominadas Comunidades Europeas. Se trata de un interés que busca subrayar una idea de construcción inclusiva, que está animada por un espíritu participativo y solidario, capaz de hacer de Europa un ejemplo de acogida y de equidad social en el signo de aquellos valores comunes que la sostienen. El proyecto europeo continúa siendo una garantía fundamental de desarrollo para quien forma parte de él desde hace tiempo y una oportunidad de paz, después de turbulentos conflictos y lesiones, para aquellos países que aspiran a participar.

Que Europa no pierda, por tanto, el sentido de solidaridad que desde hace siglos la ha caracterizado, incluso en los momentos más difíciles de su historia. Que no pierda aquel espíritu que hunde sus raíces, entre otros, en la pietas romana y en la caritas cristiana, que tan bien describen el ánimo de los pueblos europeos. El incendio de la catedral de Notre Dame en París demostró qué frágil y fácil es destruir lo que parece más sólido. Los daños sufridos por un edificio, no sólo querido por los católicos sino significativo para toda Francia y la humanidad entera, despertó el tema de los valores históricos y culturales de Europa y de las raíces sobre las que se funda. En un contexto en el que faltan valores de referencia, es más fácil encontrar elementos de división que de cohesión.

El 30 aniversario de la caída del Muro de Berlín puso ante nuestra mirada uno de los símbolos más desgarradores de la historia reciente del continente, recordándonos la facilidad de levantar barreras. El Muro de Berlín representa una cultura de la división que aleja a las personas unas de otras y abre el camino al extremismo y a la violencia. Lo vemos cada vez más en el lenguaje de odio difusamente usado en internet y en los medios de comunicación social. A las barreras del odio, nosotros preferimos los puentes de la reconciliación y de la solidaridad, a lo que aleja escogemos lo que acerca, conscientes de que «no hay paz estable […] si al mismo tiempo no cesan el odio y la enemistad mediante una reconciliación basada en la mutua caridad»[18], como escribió hace cien años mi predecesor Benedicto XV.

Queridos Embajadores: Durante el itinerario de mi viaje en África, pude ver signos de paz y de reconciliación, donde aparece evidente la alegría de quien, unido a los demás, se siente pueblo y afronta las fatigas cotidianas con espíritu generoso. Experimenté la esperanza concreta a través de numerosos gestos alentadores, a partir de los ulteriores progresos realizados en Mozambique, con la firma del Acuerdo para el cese definitivo de las hostilidades, el día 1 del pasado mes de agosto.

En Madagascar, pude constatar que es posible construir seguridad donde había precariedad, ver esperanza donde se veía sólo fatalidad, vislumbrar vida donde tantos anunciaban muerte y destrucción[19]. Para ese fin son esenciales la familia y el sentido de comunidad que consiente establecer la confianza fundamental que está en la base de toda relación humana. En Mauricio, experimenté cómo «las diferentes religiones, con sus respectivas identidades, trabajan mancomunadamente para contribuir a la paz social y recordar el valor trascendente de la vida contra todo tipo de reduccionismo»[20]. Confío que el entusiasmo que pude comprobar en el curso de este viaje siga concretizándose en gestos de acogida y en proyectos capaces de promover la justicia social, evitando dinámicas de bloqueo.

Sin embargo, ampliando la mirada hacia otras partes del continente, duele constatar cómo continúan episodios de violencia contra personas inocentes, entre los que se cuentan muchos cristianos perseguidos y asesinados por su fidelidad al Evangelio, en particular en Burkina Faso, Malí, Níger y Nigeria. Exhorto a la Comunidad internacional a sostener los esfuerzos que estos países realizan en la lucha contra el terrorismo, que está ensangrentando cada vez más zonas enteras de África, así como otras regiones del mundo. A la luz de estos eventos, es necesario que se realicen estrategias que asuman intervenciones no sólo en el ámbito de la seguridad, sino también en la reducción de la pobreza, en la mejora del sistema sanitario, en el desarrollo y en la asistencia humanitaria, en la promoción del buen gobierno y de los derechos civiles. Son estos los pilares de un auténtico desarrollo social.

Del mismo modo, es necesario animar las iniciativas que promueven la fraternidad entre todas las expresiones culturales, étnicas y religiosas del territorio, especialmente en el Cuerno de África, en Camerún, así como en la República Democrática del Congo, donde persiste la violencia especialmente en las regiones orientales del país.  Las fricciones y las emergencias humanitarias, agravadas por las perturbaciones del clima, aumentan el número de desplazados y repercuten sobre personas que ya viven en un estado de pobreza extrema. Muchos países golpeados por estas situaciones carecen de estructuras adecuadas que permitan hacer frente a las necesidades de los desplazados.

A este respecto, quisiera destacar que, lamentablemente, no existe todavía una respuesta internacional coherente para afrontar el fenómeno del desplazamiento interno, debido en gran parte a que el mismo no tiene una definición internacional concordada, puesto que acontece dentro de los límites nacionales. Como consecuencia, los desplazados internos no siempre reciben la protección que merecen y dependen de la capacidad de respuesta y de las políticas del Estado en el que se encuentran.

Recientemente, fue puesto en marcha el trabajo del Panel de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre desplazamiento interno, que espero pueda favorecer la atención y el respaldo global de los desplazados con el desarrollo de orientaciones concretas.

En tal prospectiva, miro también a Sudán, con el deseo de que sus ciudadanos puedan vivir en paz y en prosperidad, y colaborar con el crecimiento democrático y económico del país; a la República Centroafricana, donde, en el pasado mes de febrero, se firmó un Acuerdo global para poner fin a más de cinco años de guerra civil; y a Sudán del Sur, que espero poder visitar durante este año y al que dediqué un día de retiro el pasado mes de abril con la presencia de los líderes del país y la preciosa contribución del Arzobispo de Canterbury, Su Excelencia Justin Welby, y del exModerador de la Iglesia presbiteriana de Escocia, el Reverendo John Chalmers. Confío que, con la ayuda de la Comunidad internacional, quienes tienen responsabilidades políticas continúen el diálogo para llevar a cabo los acuerdos alcanzados.

El último viaje de este año que acaba de concluir fue en Asia oriental. En Tailandia pude constatar la armonía que aportan los numerosos grupos étnicos que constituyen el país, con su diversidad filosófica, cultural y religiosa. Se trata de una llamada importante en el actual contexto de globalización que tiende a aplanar las diferencias y considerarlas primariamente en términos económico-financieros, con el riesgo de cancelar las notas esenciales que caracterizan los diferentes pueblos.

Finalmente, en Japón pude constatar el dolor y el horror que somos capaces de infringirnos como seres humanos[21]. Escuchando los testimonios de algunos Hibakusha, los sobrevivientes de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, me pareció evidente que no se puede construir una verdadera paz sobre la amenaza de una posible aniquilación total de la humanidad provocada por las armas nucleares. Los Hibakusha «mantienen hoy viva la llama de la conciencia colectiva, testificando a las generaciones venideras el horror de lo que sucedió en agosto de 1945 y el sufrimiento indescriptible que continúa hasta nuestros días. Su testimonio despierta y preserva de esta manera el recuerdo de las víctimas, para que la conciencia humana se fortalezca cada vez más contra todo deseo de dominación y destrucción»[22], especialmente la ocasionada por artefactos con tan alto potencial destructivo, como las armas nucleares. Estas no sólo favorecen un clima de miedo, desconfianza y hostilidad, sino que destruyen la esperanza. Su uso es inmoral, «un crimen, no sólo contra el hombre y su dignidad sino contra toda posibilidad de futuro en nuestra casa común»[23].

Un mundo «sin armas nucleares es posible y necesario»[24], y es preciso que quienes tienen responsabilidades políticas tomen plena conciencia de esto, porque no es la posesión disuasiva de potentes medios de destrucción de masa lo que hace al mundo más seguro, sino más bien el trabajo paciente de todas las personas de buena voluntad que se dedican concretamente, cada cual en su propio ámbito, a edificar un mundo de paz, solidaridad y respeto recíproco.

El año 2020 ofrece una oportunidad importante en esta dirección, porque desde el 27 de abril al 22 de mayo se desarrollará en Nueva York la X Conferencia de las Partes encargada del Examen del Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares. Deseo vivamente que en esa ocasión la Comunidad internacional consiga encontrar un consenso final y proactivo sobre las modalidades de actuación de este instrumento jurídico internacional, que se percibe aún más importante en un momento como el actual.

Al terminar la revisión de los lugares en los que estuve a lo largo del año apenas concluido, quiero dirigir un pensamiento particular a un país que no he visitado: Australia, azotado fuertemente durante los últimos meses por incendios persistentes, cuyos efectos han alcanzado también otras regiones de Oceanía. Al pueblo australiano, especialmente a las víctimas y a quienes se encuentran en las regiones afectadas por el fuego, deseo asegurar mi cercanía y mi oración.

Excelencias, señoras y señores: Este año, la Comunidad internacional recuerda el 75 aniversario de la fundación de las Naciones Unidas. A continuación de las tragedias experimentadas en las dos guerras mundiales, con la Carta de las Naciones Unidas, firmada el 26 de junio de 1945, cuarenta y seis países dieron vida a una nueva forma de colaboración multilateral. Las cuatro finalidades de la Organización, delineadas en el artículo 1 de la Carta, permanecen todavía válidas hoy y podemos decir que el compromiso de las Naciones Unidas en estos 75 años ha sido en gran parte un éxito, especialmente al evitar otra guerra mundial. Los principios fundacionales de la Organización —el deseo de la paz, la búsqueda de la justicia, el respeto de la dignidad de la persona, la cooperación humanitaria y la asistencia— expresan las justas aspiraciones del espíritu humano y constituyen los ideales que deberían regir las relaciones internacionales.

En este aniversario, queremos reafirmar el propósito de toda la familia humana a trabajar por el bien común, como criterio de orientación de la acción moral y prospectiva que debe comprometer a cada país en la colaboración para garantizar la existencia y la seguridad de la paz en cada Estado, con un espíritu de igual dignidad y de efectiva solidaridad, en el ámbito de un ordenamiento jurídico fundado sobre la justicia y sobre la búsqueda de compromisos justos[25].

Una acción semejante será tanto más eficaz cuanto más se busque superar ese enfoque transversal, utilizado en el lenguaje y en los documentos de los organismos internacionales, que busca vincular los derechos fundamentales a las situaciones contingentes, olvidando que están intrínsecamente basados en la naturaleza misma del ser humano. Allí donde al léxico de las Organizaciones internacionales le falta un claro anclaje objetivo, se corre el riesgo de favorecer el alejamiento, en vez del acercamiento de los miembros de la Comunidad internacional, con la consecuente crisis del sistema multilateral, que es observado tristemente por todos. En este contexto, parece urgente retomar el camino hacia una reforma general del sistema multilateral, a partir del sistema onusiano, que lo hace más efectivo, teniendo en cuenta el contexto geopolítico actual.

Queridos Embajadores: Al llegar a la conclusión de estas reflexiones, aún deseo mencionar dos aniversarios que se celebran este año, aparentemente ajenos a nuestro encuentro de hoy. El primero es el quinto centenario de la muerte de Rafael Sanzio, el gran artista de Urbino, que murió en Roma el 6 de abril de 1520. A Rafael le debemos un inmenso patrimonio de inestimable belleza. Como el genio del artista sabe componer armónicamente los distintos materiales, colores y sonidos para formar parte de una única obra de arte, así la diplomacia está llamada a armonizar las peculiaridades de los distintos pueblos y estados para edificar un mundo de justicia y de paz, que es el cuadro más bello que quisiéramos poder admirar.

Rafael fue un hijo importante de una época, el Renacimiento, que enriqueció a toda la humanidad. Una época con muchas dificultades, pero animada por la confianza y la esperanza. Por medio de este insigne artista, quiero hacer llegar mi más sentida felicitación al pueblo italiano, al que deseo que descubra ese espíritu de apertura al futuro que caracterizó al Renacimiento e hizo posible que esta península sea tan hermosa y rica de arte, historia y cultura.

Uno de los sujetos preferidos de la pintura de Rafael era María. A ella dedicó numerosos lienzos que pueden ser hoy admirados en diferentes museos del mundo. La Iglesia católica celebra este año el 70 aniversario de la proclamación de la Asunción de la Virgen María al cielo. Con la mirada en María, deseo dirigir un recuerdo particular a todas las mujeres, 25 años después de la IV Conferencia mundial de las Naciones Unidas sobre la mujer, que se celebró en Pekín en 1995, deseando que en todo el mundo se reconozca siempre más el precioso papel de las mujeres en la sociedad y cese cualquier forma de injusticia, desigualdad y violencia contra ellas. « Toda violencia infligida a la mujer es una profanación de Dios»[26]. Ejercer violencia contra una mujer o explotarla no es un simple delito, es un crimen que destruye la armonía, la poesía y la belleza que Dios quiso dar al mundo[27].

La Asunción de María nos invita también a mirar más allá, al cumplimiento de nuestro camino terreno, al día en el que la justicia y la paz serán plenamente restablecidas. Nos sentimos así animados, a través de la diplomacia, que es nuestro intento humano, imperfecto, pero siempre precioso, a trabajar con tesón para anticipar los frutos de este deseo de paz, sabiendo que la meta es posible. Con este compromiso, renuevo a todos vosotros, queridos Embajadores y distinguidos huéspedes que se os habéis reunido hoy aquí, y a vuestros países, mis mejores deseos para un nuevo año rico de esperanza y bendiciones.

Gracias.

 

 

[1] Cf. Mensaje para la LIII Jornada Mundial de la Paz, 8 diciembre 2019, 1.

[2] Ibíd.

[3] Cf. Encuentro con las Autoridades, el Cuerpo Diplomático y representantes de la sociedad, Panamá, 24 enero 2019.

[4] Cf. Motu proprio Vos estis lux mundi, 7 mayo 2019.

[5] Mensaje para el Lanzamiento del Pacto Educativo, 12 septiembre 2019.

[6] Cf. ibíd.

[7] Ángelus, Les Combes, 17 julio 2005.

[8] Cf. Carta enc. Laudato si’, 24 mayo 2015, 13.

[9] Mensaje para la LIII Jornada Mundial de la Paz, 8 diciembre 2019, 4.

[10] Asamblea especial para la región amazónica del Sínodo de los Obispos, Amazonia: Nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral. Documento final, 2.

[11] Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, Abu Dabi, 4 febrero 2019.

[12] Ibíd.

[13] Cf. ibíd.

[14] Llamamiento de Su Majestad el Rey Mohamed VI y de Su Santidad el Papa Francisco sobre Jerusalén / Al Qods Ciudad Santa y Lugar de Encuentro, Rabat, 30 marzo 2019.

[15] Cf. ibíd.

[16] Ángelus, 5 enero 2020.

[17] Cf. Discurso al Parlamento Europeo, Estrasburgo, 25 noviembre 2014.

[18] Benedicto XV, Carta enc. Pacem, Dei munus pulcherrimum, 23 mayo 1920.

[19] Cf. Saludo en la Ciudad de la Amistad de Akamasoa, Antananarivo, 8 septiembre 2019.

[20] Discurso ante las Autoridades, los representantes de la sociedad civil y el Cuerpo Diplomático, Port Louis, 9 septiembre 2019.

[21] Cf. Mensaje sobre las armas nucleares, Nagasaki, 24 noviembre 2019.

[22] Mensaje para la LIII Jornada Mundial de la Paz, 8 diciembre 2019, 2.

[23] Discurso en el Encuentro por la paz, Hiroshima, 24 noviembre 2019.

[24] Mensaje sobre las armas nucleares, Nagasaki, 24 noviembre 2019.

[25] Cf. San Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris, 11 abril 1963, 54.

[26] Homilía en la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios y en la 53 Jornada Mundial de la Paz, 1 enero 2020.

[27] Cf. La mujer es la armonía del mundo. Meditación en la Capilla de la Domus Sanctæ Marthæ, 9 febrero 20

 

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

 

09/01/2020-16:05
Larissa I. López

Santa Marta: La "paz del pueblo" se siembra "en el corazón"

(ZENIT – 9 enero 2020).- La “paz del pueblo” o de una nación “se siembra en el corazón” y “si no tenemos paz en el corazón, ¿cómo pensamos que habrá paz en el mundo?”, planteó el Papa Francisco.

Hoy, 9 de enero de 2020, en la homilía de la Misa en la Casa Santa Marta, el Santo Padre ha reflexionado en torno a la primera lectura del día en la que san Juan señala el camino para alcanzar la paz, informa Vatican News.

 

Una “paz segura”

Francisco resaltó que no podemos “ser cristianos” si somos “sembradores de guerra” en la familia, en nuestro vecindario, en el lugar de trabajo. Y pidió que “el Señor nos dé el Espíritu Santo para permanecer en Él y nos enseñe a amar simplemente, sin declarar la guerra a los demás”.

Del mismo modo, según el citado medio vaticano, el Papa invocó a Dios para que otorgue a todas las personas una “paz segura”. Para él, al hablar de paz, “inmediatamente pensamos en guerras, que no haya guerras en el mundo, que haya paz segura, es la imagen que nos viene siempre, paz y no guerras, pero siempre afuera: en ese país, en esa situación… Incluso en estos días que ha habido tantos fuegos de guerra encendidos, la mente inmediatamente va allí cuando hablamos de paz, [cuando oramos para que] el Señor nos dé la paz”.

Y añadió que “debemos orar por la paz mundial, siempre debemos tener ante nosotros este don de Dios que es la paz y pedirlo para todos”. Por otra parte, el Pontífice exhortó a cuestionarse cómo la paz va “a casa”, si nuestro corazón está “en paz” o “ansioso”, “en guerra, en tensión por tener algo más, dominar, hacerse sentir”.

 

Permanecer en el Señor

La primera lectura de san Juan de hoy, prosiguió, “nos muestra el camino hacia la paz interior” que consiste en “permanecer en el Señor”, pues donde está el Señor hay paz.

Dios es el que hace la paz, recalcó el Obispo de Roma, “es el Espíritu Santo que envía para hacer las paces dentro de nosotros. Si permanecemos en el Señor, nuestro corazón estará en paz; y si habitualmente permanecemos en el Señor cuando cometemos un pecado o un defecto, será el Espíritu quien nos hará saber este error, este desliz”.

Para poder permanecer en el Señor, el apóstol dice que es preciso amarse los unos a los otros, algo que Francisco considera “el secreto de la paz”.

 

Amor verdadero

El Papa Francisco también se refirió al “amor verdadero”, aclarando que no se trata del que aparece en las telenovelas o en el “espectáculo”, sino el que empuja a hablar bien de los demás. Así, subrayó que, “si no puedo hablar bien, cierro la boca”, ya que hablar a las espaldas y criticar a otros es hacer “guerra”.

El amor “se ve en las cosas pequeñas”, describió el Santo Padre y afirmó que si la guerra está presente en nuestro corazón, “habrá guerra en nuestra familia, habrá guerra en nuestro vecindario y habrá guerra en nuestro lugar de trabajo”.

 

Hablar con espíritu de paz

Además, aludió a  los celos, la envidia y los “chismes” y los definió como “mugre”, malos hábitos que conducen a hacer guerra entre nosotros y destruirnos. Frente a ello, el Papa invitó a reflexionar sobre cuántas veces hablamos “con espíritu de paz” y cuántas “con espíritu de guerra”, así como sobre cuántas veces somos capaces de decir: “todos tienen sus pecados, yo miro los míos y los otros tendrán los suyos, así que cierro la boca”.

Asimismo, Francisco recordó que “ensuciar” al otro “no es amor” y tampoco es “la paz segura que hemos pedido en la oración”.

 

La semilla del diablo

Finalmente, de acuerdo a la citada fuente, el Santo Padre indicó que cuando el diablo enciende el “fuego” de hacernos hacer la guerra, “está feliz, porque ya no tiene que trabajar”. “Somos nosotros que trabajamos para destruirnos”, “somos nosotros que llevamos a delante la guerra, la destrucción, destruyéndonos primero a nosotros mismos porque sacamos el amor y luego a los demás”, puntualizó.

Y concluyó comentando que uno es “dependiente de este hábito de ensuciar a otros”, “una semilla que el diablo ha puesto en nuestro interior”.

 

 

 

 

09/01/2020-17:43
Redacción

Obispos de Venezuela: El pueblo «fue testigo de un nuevo abuso de poder»

(ZENIT— 9 enero 2020).- Los obispos de la Conferencia Episcopal Venezolana se han pronunciado «ante el desconocimiento de la autonomía de la legítima Asamblea Nacional», en un comunicado emitido el 8 de enero de 2020.

El pasado 5 de enero de 2020, relatan en el comunicado, tuvo lugar en Caracas un «hecho bochornoso» que, además de romper la serenidad del tiempo navideño, «ha vuelto a sembrar en el ánimo de los venezolanos motivos para la desesperanza y un mayor sentido de indefensión».

También este martes 7 el pueblo venezolano «fue testigo de un nuevo abuso de poder», cuando órganos militares, conjuntamente con grupos civiles afectos al gobierno, trataron de impedir la entrada de los diputados legítimamente elegidos por el pueblo a los recintos de la Asamblea Nacional para cumplir con su trabajo legislativo, lo que implica un «secuestro más de una institución democrática», califican.

El líder opositor venezolano, Juan Guaidó, consiguió entrar a la fuerza este martes al hemiciclo y juramentar el cargo de presidente interino del país después de permanecer retenido en las inmediaciones del edificio por un cordón policial de la Guardia Nacional Bolivariana.

Firman el comunicado el arzobispo de Maracaibo, José Luis Azuaje Ayala, presidente de la CEV; el obispo de San Cristóbal, Mario Moronta Rodríguez, 1° vicepresidente de la CEV; el obispo de La Guaira Raúl Biord Castillo, 2° vicepresidente de la CEV, y el obispo auxiliar de Caracas, José Trinidad Fernández Angulo, secretario general de la CEV.

 

5 indicaciones pastorales

Ante estos hechos, los pastores, «servidores del pueblo», escriben cinco indicaciones:

1. Se trata de una nueva manifestación de la ideología totalitaria de quienes detentan el poder político. Han promovido y amparado el desconocimiento de la autonomía de la legítima Asamblea Nacional; y, a la vez, pretenden reconocer una directiva elegida írritamente contra toda legalidad constitucional.

2. Es lamentable que un grupo de parlamentarios de oposición se haya prestado para ello. No conocemos los intereses ocultos que pueda haber detrás de sus acciones. Se trata de un duro golpe a la institucionalidad del Estado. Hoy todo se dirige al poder, a posesionarse, a cubrir espacios y no a generar procesos en bien de la sociedad.

3. Preocupa enormemente que algunos miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, rompiendo lo estipulado en las normas vigentes, hayan actuado con signos de violencia en contra de algunos diputados. Elevamos nuestra voz para decirles a todos sus miembros: ¡En el nombre de Dios pónganse del lado verdadero de la Constitución y del pueblo al que pertenecen y juraron defender!

4. Rechazamos lo ocurrido; y, como ciudadanos venezolanos que prestamos nuestro servicio pastoral al pueblo, exigimos se respete la legitimidad de la Asamblea Nacional. Como lo hemos manifestado en diversas oportunidades, la única institución política y de poder público que goza de legitimidad es la Asamblea Nacional elegida por el pueblo venezolano en el año 2015. Es ella, la que aplicando lo estipulado en su normativa y procedimientos legales, elige su Directiva y a los miembros de sus comisiones. Por los eventos ocurridos, en esta oportunidad tuvo que elegir a su Directiva legítima fuera del Hemiciclo del Palacio Legislativo.

5. Como pastores al servicio de todos los venezolanos pedimos que se actúe mirando el bien común del pueblo, golpeado por una profunda crisis que manifiesta el menosprecio a su dignidad, respetando a la vez la Constitución y sus principios democráticos. Asimismo pedimos a quienes han sido protagonistas de los bochornosos hechos que atropellan la convivencia y paz ciudadanas, que rectifiquen y se dejen guiar por los principios éticos y su recta conciencia.

 

 

 

09/01/2020-17:02
Larissa I. López

Puerto Rico: Los obispos invitan a "acompañar, colaborar y ayudarse unos a otros"

(ZENIT — 9 enero 2020)-. Frente a la ola sísmica que afecta al país desde el pasado 28 de diciembre de 2019, los obispos de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña (CEP) invitan a "acompañar, colaborar y ayudarse unos a otros", especialmente, "teniendo en cuenta de las personas más vulnerables: niños, ancianos, enfermos, entre tantos".

Así lo ha transmitido la Comisión Permanente de la CEP a través de un comunicado difundido ayer, 8 de enero de 2020, en las redes sociales de El Visitante de Puerto Rico, medio eclesiástico de este país.

 

Los daños

El temblor más intenso, de magnitud 6.4 en la escala de Richter, se produjo el pasado 7 de enero y devastó la costa sur del país. Debido a ello, la gobernadora interina, Wanda Vázquez, declaró el estado de emergencia y activó a la Guardia Nacional para auxiliar a los afectados, indica Vatican News.

De acuerdo a un informe del gobierno, unas 350 personas han sido desplazadas y unas 300.000 quedaron sin servicio de agua.

 

Acompañar, colaborar y ayudarse

En el mencionado comunicado, los prelados expresan un "abrazo de comunión paternal y solidaria ante la situación de dolor y temor que vivimos" y llaman "a la calma y a actuar con la mayor diligencia posible".

Igualmente, se dirigen especialmente a los pueblos de la costa sur más dañados, que incluyen destrozos en la catedral de Ponce Nuestra Señora de Guadalupe y en la parroquia Inmaculada Concepción de Guayanilla.

La nota informa también que "se realizará una colecta y Caritas de Puerto Rico ayudará durante el tiempo que sea necesario".

 

Vigilias de oración

Por otro lado, los miembros del episcopado puertorriqueño animan a organizar vigilias de oración "por el bienestar y la protección de nuestra gente", sobre todo por los habitantes de la costa sur, que son, efectivamente, los mayores damnificados.

Además, exhortan a actuar "con la mayor prudencia y preparación" para enfrentar estos fenómenos sísmicos, normales en la situación geográfica del país. Finalmente, imploran la misericordia de Dios con confianza y haciendo lo que sea necesario con el fin de "proteger la vida humana: la nuestra, la de nuestros seres queridos y la de todas las personas alrededor.

 

 

 

09/01/2020-13:34
Redacción

La Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas con 183 Estados

(ZENIT — 9 enero 2020).- Actualmente la Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas con 183 Estados, a los que hay que añadir la Unión Europea y la Orden Soberana y Militar de Malta.

Además, se agregan las cancillerías de Embajada con sede en Roma, incluyendo las de la Unión Europea y la Soberana Orden Militar de Malta son 89. Las oficinas de la Liga de los Estados Árabes, la Organización Internacional para las Migraciones y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados también tienen su sede en Roma.

Así lo ha comunicado hoy, 9 de enero de 2020, la Oficina de Prensa de la Santa Sede a través de una nota informativa de la Secretaria de Estado sobre las Relaciones Diplomáticas.

 

Acuerdos y convenios en 2019

Durante el año 2019 se firmaron los siguientes acuerdos: el 13 de febrero, el Acuerdo entre la Santa Sede y la República Italiana para la aplicación del Convenio de Lisboa sobre la convalidación de los títulos de enseñanza superior en la región europea especial, al que siguió, en la misma fecha, un intercambio de notas verbales sobre la convalidación de los títulos académicos pontificios en las disciplinas eclesiásticas.

El 12 de julio se rubricó el Acuerdo sobre la condición jurídica de la Iglesia Católica en Burkina Faso; y el 13 de septiembre, el Acuerdo marco entre la Santa Sede y la República de Angola, que fue ratificado el 22 de noviembre siguiente. Además, el 5 de marzo se entregó el instrumento de ratificación del Acuerdo Marco entre la Santa Sede y la República Centroafricana; y el 2 de julio se ratificó el Acuerdo Marco entre la Santa Sede y la República del Congo.

El 13 de julio, la Santa Sede se adhirió al nuevo Convenio Regional de la UNESCO de Convalidación de Estudios, Títulos y Diplomas de Educación Superior en América Latina y el Caribe; y el 15 de noviembre ratificó el Convenio Regional revisado de la UNESCO de Convalidación de Estudios y Certificados, Diplomas, Grados y otros Títulos de Educación Superior en los Estados de África.

Por último, el 15 de enero de 2019, la Santa Sede se adhirió, en nombre y por cuenta del Estado de la Ciudad del Vaticano, al Convenio del Consejo de Europa sobre traslado de personas condenadas, de 21 de marzo de 1983, y al Protocolo adicional del Convenio sobre traslado de personas condenadas, de 18 de diciembre de 1997. Se ha ratificado, al mismo tiempo, el Protocolo de enmienda del Protocolo adicional del Convenio sobre el traslado de personas condenadas, de 22 de noviembre de 2017.

 

 

 

09/01/2020-09:27
Larissa I. López

Costa Rica: Los obispos invitan a ejercer el voto "dejándose iluminar por el Evangelio"

(ZENIT — 9 enero 2020)-. Los obispos de la Conferencia Episcopal Costarricense animan a los fieles a ejercer su derecho al voto "dejándose iluminar por el Evangelio" y comprometiéndose a participar "en los procesos de la administración pública dentro del marco que permite nuestro ordenamiento jurídico".

Con motivo de las próximas elecciones locales en Costa Rica, que se celebrarán el 2 de febrero y ante los levantamientos en contra de la forma de ejercer la política en otros países latinoamericanos, los obispos costarricenses han emitido un mensaje dirigido a la ciudadanía y difundido en sus redes sociales.

De este modo, al principio del texto, los prelados subrayan que urge "proteger, consolidar, corregir y mejorar lo que no funciona al máximo en nuestro sistema democrático".

 

Servicio al bien común

En este sentido, recuerdan "uno de los principios de la Doctrina Social de la Iglesia que puede iluminar el momento actual" y remiten al mensaje de san Juan Pablo II para la Jornada Mundial de la Paz de 1998 en el que explicaba que la administración pública, sea cual sea su nivel (municipal, regional o nacional), como instrumento del Estado, ostenta la finalidad de servir a los ciudadanos.

El Estado, "al servicio de los ciudadanos, es el gestor de los bienes del pueblo, que debe administrar en vista del bien común", continúa el mencionado texto de Juan Pablo II.

De este modo, el mensaje del episcopado costarricense apunta que aquellos que se presentan a las elecciones dentro del régimen municipal han de tener "en su mente y conciencia el servicio como único interés de sus aspiraciones políticas".

 

Voto "consciente e informado"

Al mismo tiempo, los obispos instan a los votantes a no "limitarse a delegar las tareas de gobierno a los partidos políticos", pues, "el sufragio es un deber, el primero, sin duda, pero no el único" y "la participación de los ciudadanos en el ejercicio de la democracia es fundamental".

Además, motivan a las comunidades a impulsar actividades que ayuden a los ciudadanos a "adquirir un conocimiento de los postulantes y sus propuestas integrales", de manera que sea posible emitir "un sufragio realmente consciente e informado".

 

 

 

09/01/2020-12:41
Rosa Die Alcolea

La Conferencia Episcopal Española propone un Itinerario de formación y acompañamiento de novios

(ZENIT — 9 enero 2020).- La Conferencia Episcopal Española, a través de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, ha presentado este jueves, 9 de enero de 2020, un nuevo Itinerario de Formación y Acompañamiento de novios llamado "Juntos en Camino, + Q2".

Se trata de un proyecto para acompañar, preparar y ayudar a los jóvenes que están viviendo su noviazgo hacia la vocación matrimonial. En la presentación del documento han intervenido el presidente de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, monseñor Mario Iceta, y un matrimonio de Bilbao que ha colaborado en el proyecto: Francisco Albalá-Toñi Caro.

También ha intervenido Ignacio Ma Oriol, integrante de la iniciativa junto a su mujer, presente en la rueda de prensa. Oriol ha dado a conocer el material del curso, disponible en la web de la CEE y contará con una actualización en el tiempo. Se trata de 12 temas, planteados en 32 sesiones para llevarse a cabo a lo largo de dos o tres años con intervalos de dos semanas.

El nombre del Itinerario quiere decir «Más que dos», y hace referencia a la comunidad y a la convivencia con matrimonios expertos y otras parejas de novios, además de la compañía espiritual, presente en todo momento.

 

Fruto de una necesidad

Mons. Iceta ha indicado que este material es «fruto de una necesidad y de una petición». Amoris Laetitia vuelve a pedir tres preparaciones: la remota, y la inmediata insiste en «esa aproximación propia», es decir, «en acompañar a los novios»

Estos cursos no son condición sine qua non para contraer matrimonio, como son los cursillos prematrimoniales, solo se trata de una «herramienta para ayudar», «eminentemente práctico», ha apuntado Mons. 'ceta. El obispo ha añadido que cada Iglesia local debe discernir el modo de esta preparación para los novios.

 

Objetivo del programa

El principal objetivo es presentar a los novios un camino de fe y acompañarlos en el discernimiento de la vocación matrimonial. Además, se trata de insertar el noviazgo dentro del proceso de maduración de la vida cristiana. El itinerario está dirigido a los acompañantes, formadores y responsables de los grupos de novios, cubriendo todos los aspectos de formación integral y espiritual, de maduración en el amor y de vivencia comunitaria.

A diferencia de un cursillo prematrimonial, que se realizan cuando ya se ha tomado la decisión de casarse, esta propuesta es un acompañamiento en el tiempo que dura el noviazgo para discernir sobre la vocación al amor a través del matrimonio y la familia.

En la actualidad, algunas circunstancias pueden ocasionar una falta de preparación para asumir el compromiso matrimonial. Este proceso pretender poder preparar con profundidad y dedicación, no una celebración, sino una vocación.

 

Estructura y duración

El contenido de este curso está constituido por 12 temas, divididos en dos o tres sesiones por cada uno, con un total de 32 sesiones planteadas para llevarse a cabo a lo largo de dos o tres años con intervalos de dos semanas.

Los contenidos, la participación, la experiencia y sobre todo, el acompañamiento a los novios son las claves de la metodología que se propone. Los títulos de los temas que conforman el Libro del acompañante, son los siguientes:

Introducción; Tema 1: Iniciando un Camino; Tema 2: Conocerse a uno mismo, para poder amar al otro; Tema 3: Hombre y mujer los creó; Tema 4: Comunicación; Tema 5: ¿Qué es el amor?; Tema 6: Fidelidad; Tema 7: La belleza de la sexualidad; Tema 8: Resolución de conflictos; Tema 9: La espiritualidad en el noviazgo; Tema 10: La vocación al matrimonio; Tema 11: Proyecto de vida familiar; y Tema 12: Dimensión social del noviazgo.

 

«Los novios, los protagonistas»

Francisco Albalá, uno de los organizadores, ha matizado en este itinerario, los novios «son los protagonistas», y ha explicado que es una herramienta para «que nos expliquen cosas que en el día a día vamos a usar».

Así, ha hablado de la importancia de una preparación no solo para el día de la boda, sino de lo que pasará a partir de ese momento, las diferentes etapas que conlleva la vocación del matrimonio. «Se intenta mostrar un camino para madurar los dones», ha detallado. Y buscan que «sobre todo sea práctico, que sea progresivo».

 

El cursillo prematrimonial «llega tarde»

Ignacio Oriol, por su parte, ha mi mujer y yo estuvimos 8 años de novios y nos hubiera encantado que hubiera habido un material como este y cursos de este tipo porque nosotros siempre decimos que el cursillo prematrimonial seguramente «llegue tarde», es decir, cuando ya decides casarte, tienes la boda muy cerca, y si embargo, el noviazgo tiene que ser un proceso de maduración y muy importante y vemos que en ese sentido faltaba esta pieza importante.

«No es un manual cerrado, se va adaptando a cada grupo», y a cada grupo le acompañará un matrimonio, ha detallado. Además, ha anunciado que se servirán de cinco herramientas: cine, libros, prácticas, los ritos de paso y ejercicios espirituales y retiros.

 

 

 

09/01/2020-09:56
Redacción

Patricia Gualinga: "Amazonizar es que, quien creía saberlo todo, re-aprenda mientras el olvidado le enseña"

(ZENIT — 9 enero 2020)-. La fuerza y convicción de sus palabras son señales de la experiencia reivindicativa que atesora como activista en favor de los derechos humanos y, particularmente, de los pueblos indígenas. Ella es Patricia Gualinga, lideresa del pueblo indígena Kichwa de Sarayaku (Ecuador).

Ha representado a su pueblo en importantes procesos judiciales a nivel internacional, como el que en 2012 declaró culpable al gobierno ecuatoriano por violación de derechos diversos en relación a la concesión de lotes petroleros y la militarización de las tierras del Sarayaku sin autorización de la comunidad.

Además, Gualinga ha participado recientemente en el último Sínodo de la Amazonía como auditora. Ahí denunció en el propio Vaticano las inversiones de la Iglesia Católica y solicitó personalmente al Papa Francisco y a las máximas autoridades eclesiales la reversión de las mismas.

En esta entrevista la lideresa indígena ecuatoriana nos cuenta cómo asume la responsabilidad de estar dentro del equipo post-sinodal, muestra su esperanza ante los movimientos juveniles por el cuidado de la tierra y envía un claro mensaje de unión: "No es tiempo de ver los límites raciales, culturales o sociales. Ricos y pobres, todos compartimos un mismo planeta y es hora de luchar juntos".

A continuación, se expone la entrevista completa realizada por Beatriz García para el Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP).

***

 

Beatriz García: Semanas después de culminar el Sínodo de la Amazonía se anunció la conformación equipo post-sinodal que dará seguimiento al proceso más allá de las reuniones de tres semanas en Roma. En ese equipo usted figura como uno de los tres representantes indígenas escogidos. ¿Cómo afronta el papel de continuar apoyando en los caminos y lineamientos que marca el Papa Francisco?

Patricia Gualinga: Es un honor grande que el Papa Francisco haya tomado la decisión de incluirnos dentro del equipo postsinodal, algo que acojo con gran responsabilidad a la par que sorpresa porque, personalmente, no esperaba que pusieran ahí mi nombre. Ha sido una sorpresa inmensa. Cuando escuché que había sido nominada no sabía exactamente lo que se esperaba del equipo postinodal y, especialmente, del grupo de los pueblos indígenas. Pero ahora me han venido diciendo que lo que se espera es que sigamos aportando para que el equipo postinodal se centre en el territorio y se vaya orientando hacia ese propósito. Por eso lo afronto tratando de ver cómo es la realidad de la Amazonía, de los pueblos originarios y todo desde nuestra experiencia como pueblos que luchamos en el cuidado de la naturaleza y protección de los ecosistemas amazónicos.

 

Beatriz García: Analizando su participación en el Sínodo con cierta perspectiva, dos meses después, ¿qué es lo que se llevó de Roma?

Patricia Gualinga: Sé que fue un evento de mucha trascendencia pero, como soy activista más que religiosa, lo vi como un paso más de los muchos que hay que dar. No lo vi como la culminación de algo, sino como un trabajo que se ha empezado y que hay que seguir asumiéndolo para dar los próximos pasos siguientes como mucha fuerza. Eso sí, de la participación en Roma me llevé la experiencia de cómo se trabaja a nivel de la Iglesia Católica y la forma en que se reflexiona. Aprendí mucho, además de los aportes que pude dar. Pero siento que fue un paso más, no la culminación. Ahora nos espera un trabajo mucho más arduo, la implementación en territorio de lo que se habló en Roma y lo que se dice en los documentos.

 

Beatriz García: En realidad su opinión es coincidente a la de muchos obispos e incluso del propio Papa Francisco, pues hablan de procesos.

Patricia Gualinga: Sí, siempre ha sido así. En mis experiencias, en los procesos que he tenido con juicios, demandas, sentencias, siempre han sido pasos hacia la protección de la Amazonía. Por eso lo tomo así y, obviamente, fue grato terminar bien, pero todavía no podemos festejar.

 

Beatriz García: Al volver a casa, ¿qué le preguntaba la gente?

Patricia Gualinga: La gente de la Amazonía, como todos nosotros, está contenta de que la Iglesia sea una aliada más para la defensa del territorio y del ecosistema, que ya no se sienta como una lucha aislada. Pero la gente pregunta más sobre cómo es Roma, cómo es el Papa Francisco, cómo es la estructura, cómo se siente ahí... son interrogantes no tanto de la reunión sinodal, sino de cómo funciona la estructura de la Iglesia. Por ejemplo, preguntan bastante sobre cómo se tomaron las decisiones. Eso les estamos explicando y compartiendo, además del objetivo y las decisiones y sugerencias que se dieron en el Sínodo. Pero preguntan detalles particulares. Eso sí, la gente está consciente de que la Iglesia es una aliada para la defensa de la Amazonía.

 

Beatriz García: ¿En qué luchas está actualmente el pueblo Kichwa del Sarayaku? ¿Se entrelazan con las acciones post-sinodales también?

Patricia Gualinga: Bueno, nosotros como Sarayacu seguimos con temas de demandas desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, ahora están con la demanda ante la Corte Constitucional del Ecuador sobre el incumplimiento de la sentencia del Caso Sarayaku y la propuesta de la selva viviente que se está difundiendo. Son los temas que ahora el Sínodo viene a reforzar, como una estrategia de apoyo a la lucha de los pueblos indígenas. Se continúa con una agenda que ya existía pero ahora con el apoyo de la institucionalidad de la Iglesia.

 

Beatriz García: ¿En qué situación están las esas reivindicaciones?

Patricia Gualinga: En el Caso de Sarayaku creo que se logró respeto y una inspiración hacia otros pueblos indígenas que han empezado a luchar y han tenido éxitos. Se han ganado otras sentencias a nivel más local, pero Sarayaku está exigiendo que se cumpla la totalidad de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos porque hay puntos muy importantes, trascendentales, que no se han cumplido. Uno de ellos es la consulta previa e informada de los pueblos cuando se trata de megaproyectos extractivos que afectan a los territorios indígenas. Este es un punto que la Corte estableció muy claramente dentro del fallo de Costa Rica y en el Caso Sarayaku. El otro tema importante es la extracción de tonelada y media de explosivos que están aún enterrados en territorio de Sarayaku. El Estado ecuatoriano todavía no ha cumplido estos dos puntos que, para nosotros,s son vitales, aparte del de no concesionar bloques petroleros en territorios indígenas. Ya han pasado siete años desde la sentencia del 2012, por eso Sarayaku ahora ha interpuesto una demanda en la Corte Constitucional que tiene 45 días para pronunciarse, a la par que el Estado tiene ese tiempo para responder a esta demanda.

 

Beatriz García: ¿Las sentencias favorables han traído cambios?

Patricia Gualinga: Definitivamente el Caso Sarayaku logró que los pueblos indígenas se pongan en pie y sepan que pueden exigir derechos, cuestionar cuando hay concesiones sin consultas también. Para mí eso es muy importante porque es un precedente jurídico que apoya a otros pueblos indígenas del continente. Además, es un símbolo de resistencia. A nivel local se ha avanzado muchísimo y, a pesar de que los Gobiernos no quieren cumplir, se ve que los pueblos indígenas no se van a quedar quietos, que van a seguir exigiendo hasta lo último. No ha cambiado el tema de generar nuevas concesiones, ni los procedimientos... pero sí ha cambiado que los pueblos indígenas ya no quieren dejar que se violenten sus derechos y continúan con acciones, haciendo incidencia dentro del territorio y ganando juicios.

 

Beatriz García: En el Sínodo, en su primera intervención donde les daban cuatro minutos para hablar, usted escogió un tema muy polémico: las inversiones de la propia Iglesia Católica. ¿Por qué lo hizo? ¿Qué reacciones espera ahora a ese pedido público que realizó en el Vaticano?

Patricia Gualinga: Escogí el tema de la desinversión de las instituciones de la Iglesia Católica, incluyendo al Banco Vaticano, porque creo que es una cosa vital. Si estamos hablando de la conservación del Amazonas y del cuidado de la Casa Común debemos ser coherentes con lo que hacemos y decimos. Hasta entonces ese punto no lo habían tocado los hermanos indígenas y yo lo hice porque creo que es vital ya que la Iglesia sí tiene inversiones, y debe dar el ejemplo. Esas inversiones, y tal vez ellos lo sepan, pueden estar afectando los territorios indígenas afectando derechos. A mí me parece que, si lo vemos desde el dogma y la fe de la Iglesia, sería un pecado sumamente grave. La Iglesia debe tener coherencia y esas reflexiones me permitieron hablar sobre el tema. Si el extractivismo está destruyendo la Creación y violentando los derechos de los pueblos, y la Iglesia tiene inversiones en ello, habrá que actuar de forma radical. En ese momento se quedaron callados pero luego vi con mucho gusto que esto se incluía dentro del documento del Sínodo. Además, antes de volverme entregué al Papa Francisco una carta firmada por mi persona y por Gregorio Díaz Mirabal, coordinador de la COICA, pidiendo formalmente la desinversión del Banco del Vaticano en combustibles fósiles. Creo que es algo trascendental, todos estamos preocupados.

 

Beatriz García: ¿Será el mundo occidental capaz de frenar toda la vorágine consumista que tanto se cuestiona?

Patricia Gualinga: Tiene que ser capaz. No estamos en un punto de discutir si seremos capaces o no, estamos en el punto de decir tenemos que hacerlo ya, independientemente de toda la situación que estamos viviendo porque no tenemos otra alternativa. O ponemos orden en las cosas que están ocurriendo o no tenemos la posibilidad de seguir habitando en este planeta, de seguir subsistiendo. Sería una bomba de tiempo en nuestro hogar. La sociedad occidental debe tomar decisiones radicales, que puede ser que duelan y les cueste un poco su comodidad, pero no se puede esperar. Estamos en un punto crítico y ya no se puede pensar en "habrá que hacer", sino en "lo hacemos". La sociedad debe empezar a asumir las cosas ya.

 

Beatriz García: Los jóvenes están tomando la palabra, liderando iniciativas en defensa de la tierra. No sólo hablamos de Greta, sino que aquí en Latinoamérica también hay otros líderes, incluida una de sus sobrinas. ¿Cómo lo valora?

Patricia Gualinga: Lo veo con muchísima esperanza. A diferencia de mí, que era muy tímida a su edad, ellos se han lanzado con fuerza para defender y para pronunciarse. Yo con 17 años era muy tímida y tardó tiempo en salir la Patricia que hoy soy. Sin embargo mi sobrina ahora se enfrenta a los medios, reflexiona, pregunta, se deja asesorar y apoyar en lo que tiene dudas... les veo con mucha fuerza, al igual que a otros jóvenes. Eso me da esperanzas de que tal vez nosotros dejemos un poco el camino, pero estos jóvenes tendrán que actuar con mucha más severidad y nosotros, los adultos, tenemos que estar apoyándoles. No debemos disminuir su proceso de defender los ecosistemas. Debemos estar orgullosos de que ellos estén dispuestos a luchar mucho más fuerte que todos nosotros.

 

Beatriz García: Y, curiosamente, la mayoría de esos jóvenes líderes son mujeres...

Patricia Gualinga: Es que las mujeres tenemos mayor sensibilidad, estamos atentas a todo. De alguna manera, si nos han dado espacios estamos dispuestas a asumirlos con fuerza. Muy a pesar de que nos digan el sexo débil, tenemos mucha capacidad de afrontar las cosas a pesar de haber pasado por mucho dolor. He conocido mujeres que han sufrido muchísimo, pero que vuelven a resurgir con una fuerza impresionante. Esas son las mujeres que están tratando de generar los cambios, y curiosamente estas jovencitas también son mayoritariamente mujeres aunque también hay algunos jóvenes valientes. Creo que ahora muchas más mujeres van a empezar a cuestionar, a dar la vuelta a las cosas. Lo que siempre digo: descubramos la fuerza femenina, pues muchas veces la tenemos perdida o confundida en un mundo donde el patriarcado nos disminuyó.

 

Beatriz García: ¿Qué significa para usted la idea de 'Amazonizar el mundo'?

Patricia Gualinga: Para mí es transmitir el amor que se tiene hacia la naturaleza y el cuidado de los ecosistemas. Es transmitir que la gente que antes consideraban un mito, que no existía, ahora está dando lecciones de cómo cuidar y conservar la Amazonía. Y ese desconocimiento que tenía la sociedad occidental está siendo compartido desde el mundo amazónico sobre la relación y el cuidado de la naturaleza. Es algo así como que los olvidados empiecen a enseñar a los que creían que lo sabían todo. Tendrán que volver a reaprender mientras la Amazonía les enseña.

 

Beatriz García: En esa idea entra el diálogo, el aprendizaje mutuo y, dentro de él, establecer lazos. Y ahí se plantea también cómo relacionar las cosmovisiones amazónicas y la religiosidad católica. ¿Cómo realiza esa relación desde su propia cosmovisión?

Patricia Gualinga: Creo que nadie somos dueños de Dios. Dios ha tenido sus distintas formas de expresión dentro del planeta y, lo que hemos hecho, es tratar de adueñamos para un solo grupo. Y eso no está bien. Por eso todos tenemos que abrir la mente para no ser dueños de la absoluta verdad y, la que más debe abrirla, es la estructura de la Iglesia Católica. Creo que el Papa Francisco sí tiene la mente demasiado abierta, pero hay quienes no. En ese contexto pienso que, viendo que hay distintas cosmovisiones, siempre habrá en cada una de ellas la huella de Dios, la huella de la Creación, la huella de lo infinito. Muy a pesar de las diferencias, cuando he empezado a ver en otros países y continentes, encontramos similitudes muy fuertes. Sí, con distintos nombres, distintas expresiones... pero, para mí, todo está relacionado y conectado. Todo tiene un solo Dios. Sé que muchos me podrán cuestionar, pero creo que en eso debemos tener la mente muy abierta, así como en las expresiones diversas. Creo que la Biblia es un libro que lo tiene bastante claro, sólo que no se le interpreta de esta manera. Es hora de abrir la mente y tratar de entender los porqués de las cosas. Llegará el momento en que vamos a reconocer en los otros el poder de Dios y la fuerza de la Creación. Para mí, todo el que hace el bien, que lucha por los derechos humanos, que respeta la Creación... así sea en una cosmovisión distinta, ellos son los que están identificados con Dios.

 

Beatriz García: ¿Un mensaje final para las sociedades occidentales o de nuestras propias ciudades latinoamericanas?

Patricia Gualinga: Que muchas veces pensamos que estamos lejos y en realidades completamente diferentes y, en parte, parece cierto. Sin embargo estamos completamente conectados. Ya se está publicando que el humo de Australia está llegando a Chile y Argentina. Por eso cualquier cosa que se destruye va a afectar directamente a todos. Es tiempo de luchar desde nuestros distintos lados. No es tiempo de ver los límites raciales, culturales o sociales. Ricos y pobres, todos compartimos un mismo planeta y es hora de luchar juntos por esta casa que es la Creación. Quitemos nuestras vendas y nuestros prejuicios para luchar desde diferentes lados. Si la Unión Europea está comprando cosas que violentan el territorio brasileño denuncien y cambien. Hay muchísimas formas de luchar y el mundo necesita la unidad frente la injusticia. No es tiempo de impasividad, sino de actuación urgente.

 

 

 

09/01/2020-12:58
Redacción

Andrea Tornielli: «El realismo y la esperanza»

(ZENIT — 9 enero 2020).- Andrea Tornielli, director editorial del Dicasterio de Comunicación del Vaticano, ha publicado un editorial en la edición española de Vatican News del 9 de enero de 2020, sobre las palabras clave del discurso del Papa Francisco al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede.

A continuación, ofrecemos el artículo íntegro:

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Editorial

Lo que más llama la atención del discurso de Francisco sobre el "estado del mundo" son en particular, las palabras dedicadas a la creciente tensión entre Irán y Estados Unidos. El Papa que ya había hablado sobre el tema el domingo 5 de enero, reitera su llamamiento para evitar que el conflicto se intensifique aún más, manteniendo la «llama del diálogo y el autocontrol, en pleno respeto de la legalidad internacional». Un llamado que se aplica a todas las partes involucradas y que refleja, con realismo, el riesgo de arrastrar a Medio Oriente y al mundo entero a un conflicto con consecuencias incalculables.

Pero, incluso, si hoy, justamente, los reflectores se centran sobre el desarrollo de la crisis entre EEUU e Irán, y el ulterior riesgo que ésta representa para un Irak inestable, flagelado por las guerras y el terrorismo, Francisco no simplifica la realidad. Y recuerda muchas otras guerras y violencias muy a menudo olvidadas. Denuncia el manto de silencio sobre el destino de la devastada Siria, denuncia el conflicto en Yemen que está experimentando una grave crisis humanitaria con la indiferencia de la comunidad internacional. Cita a Libia, pero también la violencia en Burkina Faso, Malí, Níger y Nigeria. Recuerda la violencia contra personas inocentes, incluidos los muchos cristianos asesinados por su lealtad al Evangelio, víctimas del terrorismo y el fundamentalismo.

A quien ha escuchado o leído la larga y detallada lista de las crisis —comprendidas las que afectan a América Latina y que son causadas por injusticias y corrupción endémica- le impresiona el hecho que Francisco ha iniciado su discurso con una mirada de esperanza, esa esperanza que para los cristianos es una virtud fundamental pero que no puede separarse del realismo. Esperar, ha explicado el Papa, requiere que los problemas se llamen por su nombre y que uno tenga el coraje de enfrentarlos. Sin olvidar los desastres causados por las guerras que se libraron en el tiempo y sus devastaciones. Sin olvidar lo absurdo y la inmoralidad de la carrera por el rearme nuclear y el riesgo concreto de autodestrucción en el mundo. Sin olvidar la falta de respeto por la vida humana y la dignidad; la falta de alimentos, agua y cuidados que sufren tantas poblaciones, la crisis ecológica que muchos todavía fingen no ver.

Pero se puede esperar, porque en un mundo que parece condenado al odio y a los muros, hay mujeres y hombres que no se rinden a las divisiones y no le dan la espalda a los que sufren. Porque hay líderes de diferentes religiones que se encuentran e intentan construir un mundo de paz. Porque hay jóvenes que intentan hacer que los adultos sean conscientes de los riesgos que enfrenta la creación al acercarse a un punto sin retorno. Uno puede esperar porque en la noche de Belén Dios, el Todopoderoso, eligió convertirse en un niño, pequeño, frágil, humilde, para ganar y cautivar al mundo con su amor y misericordia abundantes.

 

 

 

09/01/2020-09:00
Enrique Díaz Díaz

Monseñor Enrique Díaz Díaz: "¿Cristianos?"

 

Isaías 42, 1-4. 6-7: "Miren a mi siervo en quien tengo mis complacencias"
Salmo 28: "Te alabamos, Señor"
Hechos 10, 34-38: "Dios ungió con el Espíritu Santo a Jesús de Nazaret"
San Mateo 3, 13-17: "Apenas se bautizó Jesús, vio que el Espíritu Santo descendía sobre él"

Estamos viviendo una situación muy especial, parecería que lo más importante es aparecer, aparentar más que ser. Se consigue deslumbrar con cosas artificiales, desde un cuerpo, un título o una vestimenta. ¿Cuándo aprenderemos que no todo lo que brilla es oro? Desgraciadamente esto también llega al interior de la persona. Se piensa que con estar bautizado se tiene ganado el cielo; que con hacer un sacramento, se obtiene la gracia; que con una oración, obtenemos favores. Y la vida, la relación con Dios y el compromiso cristiano quedan de lado. Hoy, al celebrar el bautismo de Jesús, tenemos la oportunidad de reflexionar qué significa ser bautizado, qué significa ser hijo de Dios y formar parte de esa gran familia llamada Iglesia.

El ciclo de Navidad se cierra con una manifestación más de Jesús: su bautismo. Poco a poco se ha ido delineando el rostro del que será nuestro Salvador y hoy se nos manifiesta de una manera plena y en todo su esplendor: es el Hijo amado de Dios, ungido por el Espíritu y enviado con una misión muy especial que consiste en manifestar a todos los hombres el amor de Dios. Tres características que nos ayudan a reconocer a Jesús en su bautismo pero que al mismo tiempo nos hacen comprender la verdadera esencia del cristiano. Todos somos bautizados en el mismo bautismo de Jesús y nos injertamos en su cuerpo y en su misma misión. Si contemplamos la manifestación que hoy nos ofrecen las lecturas sobre el Mesías y Ungido, podremos comprender la importancia que reviste para nosotros nuestro bautismo que con frecuencia lo hemos reducido a mero ritualismo, costumbre o hasta sólo un acto social. Somos bautizados y cristianos, pero sólo de apariencia y no vivimos en plenitud lo que significa ser cristiano.

La primera característica que se manifiesta de Jesús nos la indica la voz que se escucha una vez bautizado: "Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias". Voz que se hace eco de las palabras anunciadas por Isaías dirigidas al siervo de Yavé: "Yo el Señor te llamé, te tomé de la mano, te he formado y te he constituido alianza de un pueblo, luz de las naciones". Son palabras atribuidas y vividas en plenitud por Jesús, pero al ser injertados en Él por medio de nuestro bautismo, son palabras dirigidas también a cada uno de nosotros. Por eso hoy, al sabernos bautizados nos debemos reconocer amados, tomados de la mano y formados con extremo cariño por nuestro Padre Dios. Cada uno de nosotros tenemos un valor incalculable a los ojos de Dios, somos sus hijos amados. Sería la primera actitud del bautizado reconocerse amado de un modo especial por Dios, experimentar su protección y cuidado y vivir plenamente este amor.

San Pedro, sorprendido por la acción del Espíritu Santo, en el libro de los Hechos de los Apóstoles reconoce que Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret que pasó haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos. Es la misión que el Espíritu encomienda a Jesús y la misma misión que se encomienda a todo bautizado. Isaías lo recalca en la misión del siervo: "Promoverá con firmeza la justicia, no titubeará ni se doblegará hasta no haber establecido el derecho sobre la tierra... Te he constituido luz de las naciones para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas". Así el bautismo no es solamente una boleta o un certificado, ni el pretexto para una fiesta social, sino un grave compromiso que asumimos para trabajar en la construcción de una sociedad que viva en justicia y en paz. Qué tristeza que en un país donde casi todos somos bautizados en una u otra denominación, las tinieblas, la injusticia y la mentira pongan sus reales, como si nuestro bautismo sólo hubiera sido de apariencia. Tendremos que vivirlo en nuestro interior con todas sus consecuencias. Un bautizado tiene que ser un enamorado de la justicia y un hombre de esperanza. Por eso se afirma que no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que aún humea. El verdadero cristiano, teniendo en Cristo su roca firme, siempre buscará los caminos de una esperanza que despierte la fe y sostenga la lucha que busca la justicia y la verdad. Junto a los más pobres y desamparados está llamado a sostener la luz en este mundo de tinieblas.

Si Cristo vino a romper todos los muros que dividían a la humanidad y con su cruz rompió las cadenas que separaban los pueblos, si San Pedro reconoce que Dios no tiene acepción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, ¿por qué nosotros hemos hecho del bautismo un rito desabrido que se vive individualmente y que solamente sirve como documento de pertenencia o, peor, de separación de los demás? Por medio del bautismo entramos a formar parte de esa gran comunidad llamada Iglesia, empezamos a ser parte del sueño de Jesús de unir a todos los hombres en una sola familia, y nos injertamos en el Cuerpo de Jesús para ser miembros activos que se interesan unos por otros, que sienten el dolor y la alegría de los otros miembros, que se alegran o entristecen con los hermanos que pasan a ser carne de su carne y espíritu de su espíritu.

¿Qué hemos hecho del bautismo? ¿Reconocemos el gran compromiso, la gran dignidad y la bella misión que en el bautismo hemos adquirido? Al contemplar a Jesús siendo bautizado, escuchemos con atención cada una de las palabras dirigidas a Jesús y dirigidas a nosotros y reflexionemos en la grandeza de nuestro propio bautismo.

Dios, Padre Bueno, que proclamaste que Cristo era tu Hijo amado, ungido por el Espíritu, concede a tus hijos, renacidos también por el agua y el Espíritu, reconocer su dignidad de bautizados, asumir la misión de siervos y construir tu gran familia humana. Amén.

 

 

 

09/01/2020-08:12
Isabel Orellana Vilches

Beata María Dolores Rodríguez Sopeña, 10 de enero

«Esta fundadora del Instituto Catequista que lleva su nombre, en todo instante dio muestra de ilimitada confianza en Dios y búsqueda incesante de su voluntad. América y España recibieron el néctar de su celo apostólico»

A caballo entre España y América desplegó su incansable labor esta beata, mujer abanderada para su tiempo, que fue discerniendo su vocación y misión poniéndose a la vera de los desfavorecidos. Nació en Vélez Rubio, Almería, España, el 30 de diciembre de 1848. Pertenecía a la alta sociedad, toda vez que su padre —un reputado jurista que concluyó la carrera antes de la edad reglamentaria—, fue escalando peldaños en su profesión llegando a ser Fiscal de la Audiencia de Almería, y puso al alcance de su familia un elevado status social.

Los bellísimos parajes de la Alpujarra granadina la vieron crecer y convertirse en una espigada joven que podría haberse aprovechado de su alcurnia para obtener beneficios y, en cambio, no fue tentada para detenerse en ese pedestal. Sus entrañas de piedad la condujeron al lecho de enfermos de tifus y lepra, esquivando a sus padres, a fin de proporcionarles la asistencia humana, espiritual y material que precisaban. Además, era visitadora asidua, junto a su madre, de los pobres de la Conferencia de San Vicente de Paúl. Cuando su padre partió a Puerto Rico, el resto de la familia se afincó en Madrid. Y allí, bajo la dirección espiritual de un sacerdote, prosiguió su acción apostólica en el hospital de la Princesa, en la cárcel y en las Escuelas Dominicanas llevando a todos el néctar de la fe católica.

A los 23 años recaló en Puerto Rico. La urgencia apostólica quemaba sus entrañas y enseguida buscó nuevo director espiritual, el jesuita padre Goicoechea. A renglón seguido creó la Asociación de Hijas de María y centros académicos destinados a paliar las carencias educativas y formación espiritual de la población negra. Santiago de Cuba fue el siguiente destino de su padre y allí llegó Dolores portando en su alma la sed de consolar y asistir a los pobres y enfermos. Debido al cisma religioso no pudo hacer mucho más que visitar a los enfermos militares hospitalizados. Sus graves problemas de visión fueron un veto para unirse a las Hermanas de la Caridad. Luego, un periodo de bonanza le permitió adentrarse en los suburbios creando los «Centros de Instrucción» que extendió en tres zonas distintas. Era un proyecto ambicioso, audaz, que ponía al alcance de los marginados la cultura y la asistencia médica.

En esa diáfana isla, enclave privilegiado del Caribe, perdió a su madre. Y junto al resto de la familia regresó a Madrid en 1877. La atención a los suyos no fue impedimento para su acción apostólica. Un nuevo director espiritual, el jesuita padre López Soldado, la animó en su empeño. Tras el fallecimiento de su padre en 1883 nuevamente sopesó la opción religiosa. Probó con las Salesas la vida contemplativa, pero no perdió el tiempo por esa vía; en diez días se convenció de que no tenía vocación para ello y abandonó la comunidad.

Ante sí se extendía un universo de carencias que reclamaban su atención. Impulsó una «Casa Social» y de mano de una reclusa se adentró en el Barrio de las Injurias, donde instituyó la «Obra de las Doctrinas». En 1892 puso en marcha el «Movimiento de Laicos Sopeña». Extendió la Obra dentro de Madrid y cuando vio oportuno llevarla a Sevilla lo hizo a pesar de no contar con el beneplácito de las personas que la secundaban en su tarea, aunque para ello dimitió como presidenta. Con todo, logró su propósito de establecerla en distintos puntos de España. Las «Doctrinas» se fueron convirtiendo «Centros Obreros de Instrucción» cuya finalidad era atraer a la Iglesia a los alejados de ella, alentando la fraternidad y dignidad del empleado. Ello se sintetizaba en este anhelo que latía en lo más hondo de sí como experiencia vivencial rubricada por su amor al Padre: «Hacer de todos una sola familia en Cristo Jesús». Movida por este sentimiento llevó a las fábricas la esperanza de un futuro mejor anclado en el amor, la justicia y la paz.

En 1900, en el transcurso de una peregrinación a Roma, orando ante la tumba del apóstol san Pedro se sintió llamada a fundar. Para ello contó con la aquiescencia del cardenal Sancha. Y en 1901 surgió la Instituto de Damas Catequistas, actual «Instituto Catequista Dolores Sopeña» de la que fue superiora general. Al año siguiente emprendió otra acción poniendo en marcha la «Obra Social y Cultural Sopeña — OSCUS». En 1914 fundó Roma y tres años más tarde hizo lo propio en Chile. Murió en Madrid el 10 de enero de 1918. En su testamento, entre otras cosas, trazó lo que podríamos considerar epitafio de su vida: «Hijas mías: sed santas, y sobre todo, que tengáis una confianza completa en Nuestro Señor. Yo no he tenido nada, ni virtudes, ni méritos, ni cosas heroicas; solo la confianza sin límites».

El centro de su existir fueron Cristo y María. Ante el sagrario había extraído las claves de su quehacer espiritual y apostólico. Juan Pablo II la beatificó el 23 de marzo de 2003.