Servicio diario - 24 de diciembre de 2019


 

Misa de Navidad: «Se ha manifestado la gracia de Dios»
Raquel Anillo

Francia: Notre Dame, sin Misa de Navidad por primera vez en 216 años
Redacción

Papa Francisco: “Hacer el belén es celebrar la cercanía de Dios”
Larissa I. López

Los viajes del Papa en 2019, por Alessandro Gisotti
Marina Droujinina

Latinoamérica: Mons. Cabrejos analiza la situación social y eclesial de la región
Larissa I. López

Tierra Santa: El Nacimiento de Jesús trae esperanza y vida en las dificultades
Larissa I. López

Honduras: Llamamiento del Card. Rodríguez Maradiaga, “una tregua por Navidad”
Larissa I. López

Editorial de Andrea Tornielli: “El anuncio del Evangelio en el mundo secularizado”
Redacción

Monseñor Enrique Díaz Díaz: «Brilla una luz de esperanza»
Enrique Díaz Díaz

San Alberto (Adán) Chmielowski, 25 de diciembre
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

24/12/2019-21:20
Raquel Anillo

Misa de Navidad: «Se ha manifestado la gracia de Dios»

(ZENIT — 24 diciembre 2019).- A las 21:30 horas, en la Basílica Vaticana, el Santo Padre Francisco ha celebrado la Santa Misa de la Noche en la Solemnidad del Nacimiento del Señor, el 24 de diciembre de 2019.

En la Celebración Eucarística, después de la proclamación del Santo Evangelio, el Papa ha pronunciado la homilía, que ofrecemos a continuación:

***

 

Homilía del Papa Francisco

«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» (Is 9,1). Esta profecía de la primera lectura se realizó en el Evangelio. De hecho, mientras los pastores velaban de noche en sus campos, «la gloria del Señor los envolvió de claridad» (Lc 2,9). En la noche de la tierra apareció una luz del cielo. ¿Qué significa esta luz surgida en la oscuridad? Nos lo sugiere el apóstol Pablo,
que nos dijo: «Se ha manifestado la gracia de Dios». La gracia de Dios, «que trae la salvación para todos los hombres» (Tt 2,11), ha envuelto al mundo esta noche.

Pero, ¿qué es esta gracia? Es el amor divino, el amor que transforma la vida, renueva la historia, libera del mal, infunde paz y alegría. En esta noche, el amor de Dios se ha mostrado a nosotros: es Jesús. En Jesús, el Altísimo se hizo pequeño para ser amado por nosotros. En Jesús, Dios se hizo Niño, para dejarse abrazar por nosotros. Pero, podemos todavía preguntarnos, ¿por qué san Pablo llama “gracia” a la venida de Dios al mundo? Para decirnos que es completamente gratuita. Mientras que aquí en la tierra todo parece responder a la lógica de dar para tener, Dios llega gratis. Su amor no es negociable: no hemos hecho nada para merecerlo y nunca podremos recompensarlo.

Se ha manifestado la gracia de Dios. En esta noche nos damos cuenta de que, aunque no estábamos a la altura, Él se hizo pequeñez para nosotros; mientras andábamos ocupados en nuestros asuntos, Él vino entre nosotros. La Navidad nos recuerda que Dios sigue amando a cada hombre, incluso al peor. A mí, a ti, a cada uno de nosotros, Él nos dice hoy: “Te amo y siempre te amaré, eres precioso a mis ojos”. Dios no te ama porque piensas correctamente y te comportas bien; Él te ama y basta. Su amor es incondicional, no depende de ti. Puede que tengas ideas equivocadas, que hayas hecho de las tuyas; sin embargo, el Señor no deja de amarte. ¿Cuántas veces pensamos que Dios es bueno si nosotros somos buenos, y que nos castiga si somos malos? Pero no es así. Aun en nuestros pecados continúa amándonos. Su amor no cambia, no es quisquilloso; es fiel, es paciente. Este es el regalo que encontramos en Navidad: descubrimos con asombro que el Señor es toda la gratuidad posible, toda la ternura posible. Su gloria no nos deslumbra, su presencia no nos asusta. Nació pobre de todo, para conquistarnos con la riqueza de su amor.

Se ha manifestado la gracia de Dios. Gracia es sinónimo de belleza. En esta noche, redescubrimos en la belleza del amor de Dios, también nuestra belleza, porque somos los amados de Dios. En el bien y en el mal, en la salud y en la enfermedad, felices o tristes, a sus ojos nos vemos hermosos: no por lo que hacemos sino por lo que somos. Hay en nosotros una belleza indeleble, intangible; una belleza irreprimible que es el núcleo de nuestro ser. Dios nos lo recuerda hoy, tomando con amor nuestra humanidad y haciéndola suya, “desposándose con ella” para siempre.

De hecho, la «gran alegría» anunciada a los pastores esta noche es «para todo el pueblo». En aquellos pastores, que ciertamente no eran santos, también estamos nosotros, con nuestras flaquezas y debilidades. Así como los llamó a ellos, Dios también nos llama a nosotros, porque nos ama. Y, en las noches de la vida, a nosotros como a ellos nos dice: «No temáis» (Lc 2,10). ¡Ánimo, no hay que perder la confianza, no hay que perder la esperanza, no hay que pensar que amar es tiempo
perdido! En esta noche, el amor venció al miedo, apareció una nueva esperanza, la luz amable de Dios venció la oscuridad de la arrogancia humana. ¡Humanidad, Dios te ama, se hizo hombre por ti, ya no estás sola!

Queridos hermanos y hermanas: ¿Qué hacer ante esta gracia? Una sola cosa: acoger el don. Antes de ir en busca de Dios, dejémonos buscar por Él. No partamos de nuestras capacidades, sino de su gracia, porque Él es Jesús, el Salvador. Pongamos nuestra mirada en el Niño y dejémonos envolver por su ternura. Ya no tendremos más excusas para no dejarnos amar por Él: Lo que sale mal en la vida, lo que no funciona en la Iglesia, lo que no va bien en el mundo ya no será una justificación. Pasará a un segundo plano, porque frente al amor excesivo de Jesús, que es todo mansedumbre y cercanía, no hay excusas. La pregunta que surge en Navidad es: “¿Me dejo amar por Dios? ¿Me abandono a su amor que viene a salvarme?”.

Un regalo así, tan grande, merece mucha gratitud. Acoger la gracia es saber agradecer. Pero nuestras vidas a menudo transcurren lejos de la gratitud. Hoy es el día adecuado para acercarse al sagrario, al belén, al pesebre, para agradecer. Acojamos el don que es Jesús, para luego transformarnos en don como Jesús. Convertirse en don es dar sentido a la vida y es la mejor manera de cambiar el mundo: cambiamos nosotros, cambia la Iglesia, cambia la historia cuando comenzamos a no querer cambiar a los otros, sino a nosotros mismos, haciendo de nuestra vida un don.

Jesús nos lo manifiesta esta noche. No cambió la historia constriñendo a alguien o a fuerza de palabras, sino con el don de su vida. No esperó a que fuéramos buenos para amarnos, sino que se dio a nosotros gratuitamente. Tampoco nosotros podemos esperar que el prójimo cambie para hacerle el bien, que la Iglesia sea perfecta para amarla, que los demás nos tengan consideración para servirlos. Empecemos nosotros. Así es como se acoge el don de la gracia. Y la santidad no es sino custodiar esta gratuidad.

Una hermosa leyenda cuenta que, cuando Jesús nació, los pastores corrían hacia la gruta llevando muchos regalos. Cada uno llevaba lo que tenía: unos, el fruto de su trabajo, otros, algo de valor. Pero mientras todos los pastores se esforzaban, con generosidad, en llevar lo mejor, había uno que no tenía nada. Era muy pobre, no tenía nada que ofrecer. Y mientras los demás competían en presentar sus regalos, él se mantenía apartado, con vergüenza. En un determinado momento, san José y la Virgen se vieron en dificultad para recibir todos los regalos, sobre todo María, que debía tener en brazos al Niño. Entonces, viendo a aquel pastor con las manos vacías, le pidió que se acercara. Y le puso a Jesús en sus manos. El pastor, tomándolo, se dio cuenta de que había recibido lo que no se merecía, que tenía entre sus brazos el regalo más grande de la historia. Se miró las manos, y esas manos que le parecían siempre vacías se habían convertido en la cuna de Dios. Se sintió amado y, superando la vergüenza, comenzó a mostrar a Jesús a los otros, porque no podía sólo quedarse para él el regalo de los regalos.

Querido hermano, querida hermana: Si tus manos te parecen vacías, si ves tu corazón pobre en amor, esta noche es para ti. Se ha manifestado la gracia de Dios para resplandecer en tu vida. Acógela y brillará en ti la luz de la Navidad.

 

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

 

24/12/2019-07:26
Redacción

Francia: Notre Dame, sin Misa de Navidad por primera vez en 216 años

La Catedral de Notre Dame, en París, no celebrará Misa de Navidad a consecuencia del grave incendio que sufrió el templo el pasado 15 de abril.

No hay ninguna ceremonia ni ninguna procesión previstas en las inmediaciones de Notre Dame y la Misa de Navidad será oficiada en la iglesia de Saint Germain l'Auxerrois, frente del museo del Louvre, por el Rector de la Catedral, Monseñor Patrick Chauvet.

"Esta es la primera vez desde la Revolución francesa que no habrá Misa de medianoche (en Notre Dame)", declaró Monseñor Chauvet a la agencia AP.

El religioso aseguró que incluso en tiempos de guerra como durante la Primera Guerra Mundial y la ocupación alemana a Francia, la catedral parisina brindó el servicio religioso navideño. Tan solo fue cerrada durante el periodo posterior a 1789, cuando revolucionarios franceses anticatólicos hicieron de la iglesia "un templo de la razón".

De acuerdo con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, la restauración de Notre Dame está prevista para durar cinco años. El pasado 16 de diciembre llegó a la Catedral una grúa gigante que puede levantar hasta ocho toneladas y será encargada de realizar la operación más delicada de la obra.

De acuerdo con AP, hasta ahora ya se han construido dos tercios del anillo de andamio con vigas metálicas y se espera que en febrero se termine parte de la obra.

 

Ver artículo en Desde la fe

 

 

 

24/12/2019-09:58
Larissa I. López

Papa Francisco: "Hacer el belén es celebrar la cercanía de Dios"

(ZENIT — 24 dic. 2019)-. "Hacer el belén es celebrar la cercanía de Dios, es descubrir que Dios es real, concreto, es Amor humilde que descendió hasta nosotros", recordó el Papa Francisco en un tweet reciente.

Entre el 15 y el 23 de diciembre, gran parte de los tweets del Papa Francisco han estado dedicados a la Navidad, dando lugar a una especie calendario de Adviento que ayuda a reflexionar sobre el Nacimiento de Jesús y prepararse para el mismo.

A lo largo del mes de diciembre, tras su peregrinación a Greccio, lugar donde san Francisco de Asís puso el primer pesebre y en el que firmó su Carta Admirabile signum sobre el significado del belén, el Santo Padre no ha dejado de animar a "hacer el belén".

 

El pesebre

Efectivamente, en esta línea, en su cuenta de Twitter, el 19 de diciembre, el Santo Padre expresaba: "Dentro de poco será Navidad. En estos días, mientras corremos para hacer los preparativos de la fiesta, podemos preguntarnos: ¿Cómo me estoy preparando para el nacimiento del Festejado? Un modo eficaz de prepararse es hacer el belén".

Sobre el sentido de dicha tradición, ayer, 23 de diciembre, reflexionaba que el pesebre "nos recuerda que Dios no permaneció invisible en el Cielo, sino que vino a la Tierra y se hizo hombre".

Hoy, 24 de diciembre, víspera de Navidad, el Obispo de Roma recordó que el belén "es como un Evangelio vivo: lleva el Evangelio a las casas, las escuelas, los lugares de trabajo y de encuentro, a los hospitales y residencias, a las cárceles y las plazas".

Y deseó que este hacer el pesebre "sea una ocasión para invitar a Jesús a entrar en nuestra vida. Porque si Él la habita, la vida renace. Y entonces es verdaderamente Navidad".

 

La "sonrisa de Jesús"

Igualmente, el Pontífice dedicó algunos de sus tweets a hablar sobre la sonrisa de Jesús: "Siempre tenemos necesidad de dejar que la sonrisa del Niño Jesús nos renueve, que su bondad desarmada nos purifique de las escorias que a menudo se incrustan en nuestros corazones", escribió el 21 de diciembre.

En ese mismo día, también señaló que "Jesús es la sonrisa de Dios. Vino a revelarnos el amor del Padre celeste, su bondad. Necesitamos la sonrisa de Dios para que nos despoje de las falsas seguridades y nos devuelva el gusto de la simplicidad y la gratuidad".

 

La Virgen y san José

El día 15 de diciembre, Francisco pidió a la Virgen María ayuda para, mientras se acerca la Navidad, no dejarse entretener "por las cosas exteriores, sino que hagamos sitio en el corazón a Jesús, que ha venido y quiere venir de nuevo a sanar nuestras enfermedades y a donamos su alegría".

Del mismo modo, se refirió a la figura de san José, aludiendo al evangelio del día 22 (Mt 1,18-24), que "nos guía hacia la Navidad a través de la experiencia de San José. Que su ejemplo nos ayude a escuchar a Jesús que llega y que pide que le acojamos en nuestros proyectos y en nuestras decisiones".

 

Deseos del Papa

También el día 22, el Papa expuso que su pensamiento se dirigía "especialmente a las familias, que se reúnen en estos días de fiesta" y manifestó algunos de sus deseos: "Que la Santa Navidad sea para todos una ocasión de fraternidad, de crecimiento en la fe, de gestos de solidaridad hacia los necesitados".

Por otra parte, el 19 de diciembre, siguiendo con su reflexión expuesta en la homilía de la Casa Santa Marta, pidió que en los días previos a la Navidad "alabemos al Señor por la gratuidad de la salvación, por la gratuidad de la vida, por todo lo que nos da gratis. Todo es gracia".

 

 

 

24/12/2019-11:09
Marina Droujinina

Los viajes del Papa en 2019, por Alessandro Gisotti

(ZENIT — 24 dic. 2019)-. En 2019, el Papa Francisco realizó siete viajes internacionales visitando once países en cuatro continentes: el ex director ad interim de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Alessandro Gisotti, habla de un "pontificado itinerante, 'sinodal'" en un artículo que resume este "récord para los viajes apostólicos internacionales" en Vatican News, el lunes 23 de diciembre de 2019, con un enfoque en los jóvenes, la paz y el medio ambiente.

Al "releer" los viajes de este año, escribe Gisotti, "se pueden encontrar los grandes puntos de la acción pastoral de Bergoglio: los jóvenes, en el viaje a Panamá para la JMJ; el diálogo interreligioso, en los viajes a los Emiratos Árabes Unidos y Marruecos; el diálogo ecuménico, en sus visitas a Bulgaria y Macedonia del Norte y luego a Rumania. Además de la defensa del medio ambiente y la atención a los pobres en su viaje a Mozambique, Madagascar y Mauricio; y finalmente la paz y la promoción de los derechos de las mujeres y los niños fueron los puntos clave de su viaje asiático de dos etapas a Tailandia y Japón".

Alessandro Gisotti afirma que "es significativo que este año tan lleno de viajes internacionales coincida con el centenario de Maximum Illud de Benedicto XV sobre la actividad misionera en el mundo". Con sus viajes, escribe, el Papa Francisco "subraya precisamente la dimensión intrínsecamente misionera del discípulo del Señor, llamado a ser 'en salida' para anunciar la Buena Nueva en todo el mundo".

Con sus viajes, continúa el ex director, el Papa "realmente trae luz a los rincones del mundo donde los medios de comunicación nunca irían, pero que gracias a su presencia se vuelven 'visibles' para la comunidad internacional".

La "cultura del encuentro", añade Gisotti, "también se está abriendo camino a través de sus viajes". Los viajes del Papa, explica, "duran mucho más allá del momento en que el Papa se sube al avión para regresar a Roma": "No solo por las personas sino también por él, quien, en una entrevista, le confió que llevaría a las personas que conoció mientras viajaba en su corazón, para rezar 'por ellos, por las situaciones dolorosas y difíciles'.

Alessandro Gisotti cita las palabras del Papa Francisco que dice que "en los viajes siempre encuentras personas, buenas personas y por tanto aprendes mucho" (intervención del Papa el 8 de junio de 2019 ante un grupo de jóvenes recibidos en el Vaticano en el marco de la iniciativa del "Tren de los Niños"). "El sentido profundo del viaje" del Papa, dice Gisotti, es "conocer gente, conocer los contextos". "De alguna manera, como el Washington Post también señaló recientemente en un artículo de Chico Harlan, el Papa usa los viajes apostólicos para 'reformar la Iglesia' poniendo al centro las periferias de las cuales extrae la savia para comenzar nuevos procesos de evangelización".

Sin embargo, escribe Gisotti, al Papa no le gusta viajar. "Es bien sabido", escribe el ex director, "que cuando era arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio rara vez dejaba su diócesis. Pocos viajes internacionales, principalmente por América Latina o Roma para Sínodos y Consistorios". Pero, "en su diócesis, la inmensa Buenos Aires, el futuro Papa nunca había estado quieto. De hecho, la recorrió por todas partes".

Era "un obispo 'en camino ', callejero, en medio del pueblo", indica Gisotti, "que prefería pasar tiempo en las Villas Miserias, en las 'periferias existenciales' de la metrópoli, en lugar de en el centro de la ciudad. Un obispo, por lo tanto, siempre viajando dentro de su diócesis".

Así, resume Gisotti, "cuando se convirtió en pastor de la Iglesia Universal", el Papa Francisco "inmediatamente sintió que su diócesis era ahora el mundo y que tenía que partir de nuevo, con el mismo espíritu que lo había animado hasta ahora, pero en un espacio mucho más grande".

 

 

 

24/12/2019-14:01
Larissa I. López

Latinoamérica: Mons. Cabrejos analiza la situación social y eclesial de la región

(ZENIT — 24 dic. 2019)-. En una entrevista concedida a Radio Vaticano/Vatican News, Mons. Miguel Cabrejos, presidente de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) y del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), analiza la situación social y eclesial actual en América Latina y describe el papel del CELAM en este complejo escenario Latinoamericano.

El presidente del CELAM señala que, efectivamente, en gran parte de América Latina existen desde hace varios meses "levantamientos populares", mencionando especialmente "a Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Chile, Bolivia, Colombia, pero también Haití y Puerto Rico".

 

El papel de la sociedad civil

Mons. Cabrejos explica que para comprender estas manifestaciones que se han dado en Latinoamérica es necesario tener en cuenta que en todos esos casos, existe un "posicionamiento de la sociedad civil frente a los respectivos Gobiernos".

De acuerdo al mismo, "algunos países son gobernados por líderes que no saben comprender las demandas de la población" y existen algunos Gobiernos claramente distanciados de la realidad, de manera que las sociedades a nivel nacional se enfrentan a ellos.

Asimismo, subraya cómo "más allá de los Gobiernos incompetentes frente a esa situación y sociedades que han demostrado que tiene la capacidad de hacer valer sus derechos e intereses porque se han levantado multitudes muy grandes. Estos son elementos claves de lo que está pasando en América Latina".

 

Ecuador, Chile, Bolivia y Colombia

En cuanto a los países que se encuentran en la consabida situación, el presidente del episcopado peruano aludió a que "en Ecuador el reclamo fue organizado y liderado por el movimiento indígena que sumó a clases medias y populares, al final terminó con la protesta contra el Gobierno que terminó cediendo".

En Chile, "el reclamo fue más bien desorganizado y sin grandes liderazgos, parece que fue algo más espontaneo desde la sociedad, pero que viene germinando el problema desde hace mucho tiempo atrás. Es una protesta, según el análisis que hacemos, en Chile contra la mercantilización de algunos ámbitos como la educación, los servicios públicos y las pensiones", aclara.

En el caso de Bolivia, "las protestas fueron organizadas por la oposición y tuvo importantes en liderazgos, pero fue en un contexto diferente contra el intento de reelección y de las elecciones realizadas con Evo Morales".

En Colombia, por su parte, de acuerdo al obispo, "las protestas fueron impulsadas por diferentes grupos sociales y sin grandes liderazgos, pero el reclamo denota una crítica muy fuerte contra el Gobierno impopular del presidente y todo el sistema político colombiano".

 

Violencia

Por otro lado, Mons. Cabrejos lamenta que "en todos los casos las protestas expresaron diferentes niveles de violencia. Posiblemente el escenario chileno fue el más difícil, con un nivel de violencia nunca antes visto en dicho país; ahora, la violencia también se dio en Ecuador y Bolivia de manera importante. La violencia en todos los países ha tenido un gran impacto en los medios, quienes lo han deslegitimizado".

En esta línea, el presidente del CELAM también se refiere al rol de las fuerzas del orden en los respectivos países: "Se está generando un debate acerca del papel de las Fuerzas del Orden en democracia y al mismo tiempo ha sido muy cuestionado debido al uso excesivo de la fuerza y las violaciones de los Derechos Humanos que han ocurrido. En una situación de democracia ciertamente que esto es inadmisible".

Finalmente, remarca que, como resultado de las protestas en los diferentes países, quedan "Gobiernos debilitados, países fracturados, sociedades empoderadas, gobiernos deslegitimados y élites políticas desprestigiadas es el resultado de todo esto, es el balance que nosotros haríamos".

Y agrega que esta debilidad gubernamental no ayuda a que los Estados cooperen unos con otros, algo fundamental para hacer frente de forma conjunta a los diferentes desafíos internacionales que todas estas naciones presentan.

 

El CELAM ante la situación

En la entrevista Mons. Cabrejos indica que el papel del CELAM en este panorama ha sido el de acompañar y apoyar a sus pastores y al Pueblo de Dios: "Como presidente del CELAM puedo decir que las Conferencias Episcopales se han pronunciado repetidas veces en todas las situaciones llamando a la no violencia, a la calma y la serenidad, al diálogo".

El consejo episcopal ha respaldado toda la labor que las Conferencias Episcopales han realizado y realizan, de manera que "hay una presencia real, hay un acompañamiento a los pastores de América Latina y el Caribe, estamos apoyando todo esto".

Asimismo, comparte su apreciación sobre el papel de los sacerdotes y obispos frente al panorama expuesto, que no han permanecido callados ni inactivos, sino facilitando, invocando y reproduciendo la conceptión del Papa sobre la Iglesia, que ha de ser "en salida, no una Iglesia estática, una Iglesia comprometida".

 

Agradecimiento y felicitación

El prelado también se muestra agradecido a Dios por la presencia y acompañamiento que los pastores en Centroamérica y El Caribe han ostentado en todas las áreas difíciles que pasa cada país.

Por último, Mons. Miguel Cabrejos transmite un saludo navideño y desea a todos latinoamericanos que pasen: "Una feliz Navidad, un próspero Año Nuevo, una Navidad llena de salud, bendiciones y alegría. Compartir la alegría de que Cristo se encarnó, que Cristo se hizo historia, y Cristo se hizo cultura. Y esto es un llamado también a nosotros a encarnarnos en la realidad, a hacernos historia, compartir la historia de nuestros pueblos y a hacernos cultura, es decir, saber respetar la identidad de los demás".

 

 

 

24/12/2019-07:14
Larissa I. López

Tierra Santa: El Nacimiento de Jesús trae esperanza y vida en las dificultades

(ZENIT — 24 dic. 2019)-. Frente a la situación socio-política actual que se vive en Tierra Santa, los patriarcas y los jefes de las Iglesias de Jerusalén recuerdan, en su mensaje de Navidad, que "Jesús mismo experimentó la falta de un hogar, siendo un refugiado. También enfrentó amenazas y, en última instancia, la muerte", al mismo tiempo que subrayan que su nacimiento trajo esperanza y vida, informa Vatican News.

"La celebración del nacimiento de Cristo es un llamado constante a la redención que Dios nos ha otorgado transformando toda forma de mal y pecado en plenitud e integridad de vida", se lee en el citado texto. "Jesucristo ha tomado forma humana para traer salvación y redención al mundo entero", continúa, y añade que "la obra salvadora de Jesús ha sido transformar el mundo entero en la verdad de su salvación".

 

Paz, justicia y reconciliación

Además, de acuerdo al medio vaticano, los patriarcas y jefes de las Iglesias de Jerusalén enfatizan que "como persona humana, Jesús experimentó nuestra humanidad de tal modo que pudiéramos ser transformados a su imagen y semejanza".

En el mensaje se pide que el "período sagrado de Navidad traiga justicia a todos los hombres". Por último, ofreciendo su apoyo y oraciones "por la presencia cristiana en el Medio Oriente", los trece patriarcas y jefes de las Iglesias de Jerusalén desean que esta Navidad "traiga a todas las naciones alegres noticias de paz, justicia y reconciliación".

Que el Príncipe de la Paz "transforme el mal y el pecado de nuestro mundo en luz y plenitud de vida", concluyen.

 

Palabras de Mons. Pizzaballa

Por su parte, el administrador apostólico del patriarcado latino de Jerusalén, Mons. Pierbattista Pizzaballa, dirigió un mensaje, en el que, teniendo en cuenta la realidad actual, observó que "los tiempos de Jesús no fueron mejores que los nuestros".

Al mismo tiempo, el administrador apostólico subraya que han existido muchas propuestas de soluciones, pero que nunca se han realizado y que aunque el número de peregrinos en Tierra Santa sustenta la economía, en la mayor parte del territorio de la diócesis, el trabajo sigue siendo el principal problema.

"También estamos presenciando el empeoramiento de las condiciones de vida de muchos trabajadores extranjeros e inmigrantes", destacó el representante del patriarcado latino. "La idea de emigrar se convierte en una tentación, un pensamiento persistente en muchos de nosotros (...). En resumen, todo parece decirnos que hablar de esperanza es una simple retórica, un alejamiento de la verdadera realidad de nuestra tierra", explica.

 

Conquistar el corazón del hombre

Ante todo ello, Mons. Pizzaballa invita a no resignarse: "El nacimiento de Jesús no canceló ninguna de las tragedias políticas, sociales y económicas de su tiempo. Jesús no vino a revolucionar las estructuras sociales de su tiempo, no quería conquistar el poder, sino el corazón del hombre", explicó. "Así es como cambió el mundo".

El administrador apostólico en Jerusalén finaliza su mensaje refiriéndose a los que "con amor, en silencio y sin fanfarrias, todavía donan sus vidas y sus corazones de forma gratuita": "aquellos que han entendido que ser cristiano significa dar vida, amar libremente, sin esperar nada por sí mismos, porque ya lo tienen todo", que "son la esperanza de nuestra Iglesia. Aquí, la verdadera Navidad todavía se celebra en ellos".

 

Permiso de Israel

Según difundió la agencia de noticias Fides en una nota, el domingo 22 de diciembre, la Unidad de Coordinación para las actividades del gobierno israelí en los territorios palestinos (COGAT) comunicó en Twitter que las autoridades israelíes están dispuestas a otorgar a los cristianos que residen en la franja de Gaza los permisos necesarios para trasladarse a Jerusalén, Belén y otras áreas de Cisjordania en Navidad.

En los datos difundidos por la organización israelí, se aclara que los permisos se otorgarán a las personas según «criterios de seguridad» y sin tener en cuenta la edad de los solicitantes.

Este año, la falta de concesión hasta el último minuto de los permisos necesarios para que los cristianos en Gaza puedan ir a celebrar la solemnidad de la Navidad en los Lugares Santos de Belén y Jerusalén fue acogida con pesar por personalidades eclesiales.

 

Retraso de la apertura

Así, el arzobispo Pierbattista Pizzaballa, administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén declaró, que este "es un ritual anual, primero se niegan los permisos y luego se otorgan. Este año parece que los permisos, si se conceden, serán con cuentagotas».

Efectivamente, dado que la apertura a la concesión de permisos se ha producido casi en Navidad, dificulta la predicción de la cantidad de cristianos en Gaza que podrán beneficiarse de las disposiciones otorgadas por las autoridades israelíes.

 

 

 

24/12/2019-08:20
Larissa I. López

Honduras: Llamamiento del Card. Rodríguez Maradiaga, "una tregua por Navidad"

(ZENIT — 24 dic. 2019)-. "Para aquellos que quieren matar, pedimos al menos hacer una tregua por Navidad".

Esta petición fue realizada por el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga en la Misa celebrada el pasado domingo, 22 de diciembre, en la que realizó un llamamiento para poner fin a la violencia que se vive en las prisiones, informa la agencia de noticias Fides en una nota.

En este sentido, el purpurado expresó, "por favor, en esta Navidad, Cristo quiere nacer en un Honduras que quiere paz", y añadió "qué noticia tan triste es la de la prisión (18 muertos por enfrentamientos violentos), tal vez porque Dios no está presente en nuestras vidas".

Hace apenas una semana, el mensaje de la Conferencia Episcopal de Honduras a la comunidad nacional demandaba la paz en un país que está sufriendo episodios de violencia y corrupción, indica la misma fuente.

 

Mensaje de Navidad

De este modo, en el mensaje de Navidad los obispos hondureños manifestaron: "El llamado de Jesús a no ser escandalizado por su compromiso con los pobres y por sus pedidos de justicia, verdad, libertad y solidaridad, toca con precisión el escándalo y la vergüenza causados ??por las acciones de los poderes del Estado".

Y continúa, "estos poderes, especialmente las acciones del Congreso de la República contrarias a la ética política y la voluntad del pueblo, que no escuchan, logran autorizar a decretar la corrupción, su inmunidad. Además, atacan a quienes quieren erradicarlo, como lo son los grupos de la sociedad civil".

Al mismo tiempo, señalan que "la palabra 'escándalo' significa deshonor, trampa, obstáculo que causa indignación. Y es precisamente en la indignación de la sociedad que vemos otra razón para la esperanza".

 

Esperanza

De este modo, los prelados "lejos de desear que Honduras entre en una espiral de violencia, lo que esperamos es que el sentido común de los poderes públicos y privados les haga comprender que, para salvar a nuestro país, la mayoría de las personas ya no quieren confiar ellos y ya no cree en ellos".

Por lo tanto, prosigue el texto, "se espera que surjan nuevos líderes en todos los campos de la actividad nacional".

Finalmente, los miembros del episcopado proponen a José y María como "el modelo a seguir para todas las familias de Honduras. Debemos convertirnos en una familia que comparta las dificultades sin perder la esperanza: una familia abierta a la convivencia con otras familias, migrantes, grupos de apoyo, grupos de fe y compromiso social", apunta la agencia Fides.

 

 

 

24/12/2019-12:11
Redacción

Editorial de Andrea Tornielli: "El anuncio del Evangelio en el mundo secularizado"

En el discurso a la Curia que Francisco ha pronunciado el sábado 21 de diciembre, han sorprendido algunas palabras y también el modo con el cual los ha dicho. Reconociendo una evidencia ya predicha por algunos grandes hombres de Iglesia muchos años antes del Concilio Vaticano II, el Papa ha subrayado: «No estamos más en la cristiandad. No más — ha recalcado — Hoy no somos los únicos que producen cultura, ni los primeros, ni los más escuchados». «No estamos ya en un régimen de cristianismo porque la fe», en gran parte del Occidente «ya no constituye un presupuesto obvio de la vida común», e incluso, es negada y burlada.

Tenemos por lo tanto necesidad, ha agregado el Papa, «de un cambio de mentalidad pastoral, que no quiere decir pasar a una pastoral relativista». Un cambio de mentalidad que parte de la constatación de que «la vida cristiana, en realidad, es un camino, una peregrinación». Y el camino, obviamente, «no es puramente geográfico, sino sobre todo simbólico: es una invitación a descubrir el movimiento del corazón que, paradójicamente, necesita partir para poder permanecer, cambiar para poder ser fiel».

En un tiempo la fe se transmitía en las familias a través de la leche materna y el ejemplo de los padres, y también la sociedad se inspiraba en los principios cristianos. Hoy esta transmisión se ha interrumpido y el contexto social aparece incluso anticristiano, al menos impermeable a la fe cristiana. De ahí la pregunta que ha dado vida al Concilio y ha atravesado los últimos pontificados: ¿cómo anunciar el Evangelio allí donde ya no es más conocido o reconocido? No es casualidad que con un creciente exponencial los Obispos de Roma que se han sucedido hayan indicado precisamente en la misericordia la medicina necesaria para sanar las heridas de nuestra humanidad contemporánea. La misericordia de un Dios que te busca, se acerca, y te abraza antes de juzgarte. Es experimentando ese abrazo que nos reconocemos como pobres pecadores constantemente necesitados de ayuda.

Al final del encuentro, Francisco ha querido regalar a los colaboradores de la Curia el libro-entrevista Sin Él no podemos hacer nada, escrito con Gianni Valente. Y lo ha definido "el documento" que ha querido hacer para el mes misionero extraordinario. En ese texto de reciente publicación, el Papa explicaba que «la misión es obra suya», es decir, de Jesús. «Es inútil preocuparse. No hay necesidad de organizarnos, no hay necesidad de gritar. No hay necesidad de trucos o estratagemas», porque «es Cristo quien hace salir a la Iglesia de sí misma. En la misión de anunciar el Evangelio, tú te mueves porque el Espíritu Santo te empuja, y te lleva. Y cuando tú llegas, te das cuenta de que Él ha llegado antes que tú, y te está esperando». Anunciar el Evangelio, agregaba el Papa en el libro-entrevista, «no consiste en asediar a los demás con discursos apologéticos, ni gritar en la cara de los demás» la «verdad de la Revelación». Menos aún «sirve lanzar sobre los demás verdades o fórmulas doctrinales como si fueran piedras», porque «la repetición literal de la proclamación en sí misma no tiene eficacia, y puede caer en el vacío, si las personas a las que se dirige no tienen la oportunidad de encontrar y pregustar de alguna manera la ternura misma de Dios hacia ellos, y su misericordia que sana».

Un rasgo distintivo de la misión cristiana, sugiere el actual Sucesor de Pedro, «es aquel de hacer de facilitador, y no de controlador de la fe». Facilitar, es decir, «hacer fácil, no poner nosotros obstáculos al deseo de Jesús de abrazar a todos, de sanar a todos, de salvar a todos». Siempre conscientes de que «sin Él no podemos hacer nada».

 

 

 

24/12/2019-07:32
Enrique Díaz Díaz

Monseñor Enrique Díaz Díaz: «Brilla una luz de esperanza»

 

(Textos de la misa de media noche)
Isaías 9, 1-3, 5-6 "El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz"
Salmo 95: "Hoy nos ha nacido el Salvador"
Tito 2, 11-14: "La gracia de Dios se ha manifestado a todos los hombres"
Lucas 2, 1-14: "Hoy nos ha nacido el Salvador"

"El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz resplandeció" (Is 9,1). Son las palabras que en el ambiente de recogimiento y alegría escuchamos en la noche de Navidad. Es el grito de Isaías que, en medio de las dificultades de Israel, pregona la esperanza a un pueblo oprimido y amenazado, doblegado y al borde de la desesperación. Es también el anuncio lleno de fe y de esperanza que nosotros lanzamos a todos los hombres y mujeres de nuestro pueblo que, a pesar de la oscuridad y de las sombras por las que caminamos, siguen sembrando ilusiones, llenando de luz, construyendo y reconstruyendo nuestras comunidades.

Los tiempos de Isaías no eran optimistas ni muchos menos. Sin embargo, anuncia a su pueblo la gloria tras la humillación, la luz en medio de las tinieblas y una inmensa alegría. En la tiniebla, símbolo del caos e imagen de la muerte, surge repentina la luz, como una nueva creación. Algo milagroso que aún no se explica, pero que va brotando y haciéndose realidad. Como el retoño de un vetusto árbol, que poco a poco aparece y va creciendo, tierno y débil, pero lleno de vigor.

Hoy también, en este día de Navidad, en medio de un mundo devastador, en medio de inseguridades e injusticias, por encima de todas las catástrofes, naturales o provocadas por el descuido humano, queremos alzar nuestra voz para anunciar que no todo está perdido. Queremos alentar la lucha sincera de quienes promueven la justicia y la paz. Queremos unir nuestras manos y nuestras fuerzas a quienes llevan luz y esperanza a nuestro mundo.

Los motivos que Isaías presenta para este gran gozo son: la conclusión de la opresión, que permite el gozo de la cosecha, y el fin de la guerra, que aleja el yugo opresor.

¡Cómo quisiéramos hoy poder decir que la corrupción, la discriminación, la pobreza, la miseria y las guerras han concluido! Nos gustaría afirmar que no hay más yugos opresores, y que tenemos la sana alegría de sabernos todos hermanos. Pero no; no han concluido estas desgracias que estamos sufriendo. Pero con seguridad podemos afirmar que hay hombres y mujeres que, llenos de esperanza, continúan luchando por un mundo nuevo, y que hoy se ven fortalecidos por las palabras del Señor, que a través de Isaías nos dice: "No temas, que yo estoy contigo; no te angusties, que yo soy tu Dios: te fortalezco y te auxilio y te sostengo con mi diestra victoriosa... No temas, gusanito de Jacob, oruga de Israel; yo mismo te auxilio" (Is 41,10.14).

Así nos sentimos: "gusanito... oruguita", pero en manos del Señor. Por eso soñamos que es posible la paz, la armonía y la seguridad. Anhelamos una mesa llena de alimentos y de bienes, para que todos y todas puedan saciar su hambre de manera digna. Soñamos que todos los hombres y las mujeres son dignamente respetados. Miramos en el futuro a los pequeños, a los pobres, a los indígenas, reconocidos, queridos, y construyendo su propia historia. ¡Entonces será plena nuestra alegría!

El Niño recién nacido es la máxima expresión de este sueño. Si ha terminado la opresión, si ha concluido la guerra, es porque ha nacido un Niño. Ha aparecido la luz. A lo largo de toda la historia de la Biblia, la luz significa la presencia de Dios, desde el primer día de la creación, hasta el momento en que la Palabra, "que es la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo", se hace hombre y habita en medio de nosotros. Esta es la razón de nuestra alegría y el motivo para seguir luchando:

"Un Niño nos ha nacido". Es Dios hecho hombre quien cambia nuestra oscuridad en luz. La mayor presencia de Dios es hacerse carne como nosotros.

Como los pastores, hoy nosotros nos vemos sorprendidos y "la gloria de Dios nos envuelve con su Luz". Y a la luz de este Niño, todo cambia. Las tinieblas no pueden vencer a la luz. El egoísmo, la ambición, la corrupción, por grandes que sean, no lograrán vencer a la luz. ¡Esta es la razón de nuestra esperanza! Nuestros pobres esfuerzos están unidos a la debilidad y pequeñez del Niño que se acurruca en los brazos amorosos de María. Pero con este Niño, "Consejero admirable", "Dios poderoso", no tendremos miedo. Él hace nacer en nosotros la verdadera esperanza. Por eso hoy nos unimos a todos los hombres en la esperanza. ¡Ha nacido un Niño, que es nuestra esperanza!

El dinamismo de la esperanza cristiana llega sobre todo a los más pequeños y los transforma; los impulsa a construir una nueva sociedad. La esperanza viva es la fuerza milagrosa que nos libra de todas las trampas del desaliento, del círculo vicioso de la queja inútil, de la crítica destructora o de la indiferencia estéril.

Es hermoso ver cómo los más sencillos, dejando a un lado las frustraciones amargadas, se ponen a construir, y llevan luz y esperanza a todos sus hermanos. El gusanito y la oruguita están construyendo la Nueva Casa, donde todos seamos hermanos y donde todos podamos vivir dignamente.

Que unidos a este Niño "que nos ha nacido", construyamos todos juntos el Reino de Dios. Que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres y mujeres, y que su amor se extienda a toda la tierra.

"Dios todopoderoso, concédenos que, al vernos envueltos en la luz nueva de tu Palabra hecha carne, hagamos resplandecer en nuestras obras la fe que haces brillar en esta Navidad".

¡FELIZ NAVIDAD!

 

 

 

24/12/2019-08:00
Isabel Orellana Vilches

San Alberto (Adán) Chmielowski, 25 de diciembre

«Consumado pintor, hizo del arte un instrumento evangelizador hasta que eligió convivir con los pobres y los enfermos renunciando a un brillante futuro. Juan Pablo II lo consideró el san Francisco polaco del siglo XX»

Hoy festividad de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, la Iglesia celebra también la vida de Alberto, considerado por Juan Pablo II «el san Francisco polaco del siglo XX». Halló en él un motor para su vocación al observar que encarnaba admirablemente el ideal de pobreza franciscano, espíritu que caracterizó su austera vida; y eso que Alberto era de noble cuna.

Nació el 20 de agosto de 1845 en Igolomia, ciudad cercana a Cracovia, Polonia. Al morir sus padres, unos familiares lo acogieron a él y a sus hermanos. Ingresó en el Instituto Politécnico de Pulawy cuando tenía 18 años. Ese año participó en la insurrección de Polonia y fue hecho prisionero. Tenía una herida en la pierna que se agravó, y sufrió su amputación. Pero esta traumática operación en la que probó su valentía —fue intervenido sin anestesia—, le libró de un más que seguro fusilamiento. Al malograrse la sedición, escapó del castigo que podía aplicarle el bando zarista huyendo a París casi en condiciones rocambolescas, ya que lo hizo ocultado en un féretro. Regresó a Varsovia en 1865, y dos años más tarde volvió a la capital del Sena. Comenzó la carrera de ingeniería en la ciudad belga de Gante, pero sus cualidades artísticas le indujeron a estudiar pintura en la Academia de Bellas Artes de Munich, gracias a la generosidad de la señora Siemienska, en cuyo hogar fue acogido amistosamente. Después completó esta formación en París. En este periodo existencial, marcado por el sufrimiento físico y psíquico ocasionado por su prótesis de palo, siempre mantuvo vivo en su espíritu el precioso legado de la fe que había recibido.

Siendo ya un consumado artista, regresó a Polonia en 1874 con una idea clara: tomar la vía del arte como instrumento apostólico, poniendo su talento al servicio de Dios. Una de sus obras representativas es el «Ecce Horno» en el que supo plasmar la profunda experiencia espiritual que le había marcado. Era un hombre de gran sensibilidad. Por eso, al meditar sobre la Pasión de Cristo, conmovido por ella hasta el tuétano, dio un rumbo definitivo a su vida. Primeramente, en 1880 ingresó corno hermano lego en el convento de Stara-Wies, regido por los jesuitas, pero a causa de sus problemas de salud únicamente convivió con ellos seis meses. Su profundo desasosiego cesó bajo los cuidados de un hermano, y al año siguiente teniendo noticia de la existencia de la Tercera Orden de San Francisco, se vinculó a ella. Eso le permitió constatar de primera mano la realidad en la que malviven los «sin techo», aquejados de gravísimas enfermedades, y aquellos cuya miseria material y moral es tal que nadie les prodiga ni una sola palabra de consuelo. En esa cohorte de mendigos y vagabundos, así corno de los que sucumbían presos de enfermedades repulsivas en Cracovia, veía el rostro de Cristo. Teniendo clara su vocación, se adentró en ese mundo de miseria. No quería ser menos que ellos. De modo que renunció a su brillante y prometedor futuro, y pidió limosna para asistirlos. Sabía que compartiendo con los indigentes su trágico presente llegaría al fondo de sus corazones.

Tornó el hábito franciscano con el nombre de Alberto y emitió la profesión ante el cardenal Dujanewski. Después, puso en marcha dos congregaciones religiosas, masculina y femenina, para el servicio de los pobres, inspiradas en la espiritualidad franciscana. Son conocidos corno Siervos de los Pobres o Albertinos. Antes había dejado abierto en Cracovia un local en el que a los pobres y a los enfermos se les dispensaba completa asistencia. Esa acción caracterizó su vida. Dio prueba de su misericordia con las obras que impulsó en distintos lugares de Polonia: asilos para ancianos, casas para inválidos y enfermos incurables, comedores para los mendigos, orfanatos para los abandonados, todo confiando siempre en la Providencia, movido por su amor a Dios. Y poco a poco devolvía a los desfavorecidos la dignidad que una sociedad insensible a sus necesidades les había hurtado.

¡Cuántas acciones de caridad y solidaridad son puestas en marcha dentro de la Iglesia continuamente llevando el calor y la ternura, solucionando en gran medida carencias que los gobiernos de distinto signo no ofrecen! Son innumerables. No es casualidad que al frente de ellas muchas veces se encuentren religiosos consagrados. Alberto echaba mano de su potente creatividad, además de su arrojo en defensa de cualquier desfavorecido, porque amaba a Dios con todo su ser. Ejercía gozosamente su heroica caridad con el prójimo con el rostro sereno y la alegría evangélica dibujada en él. Compartió con los indigentes la comida y los recodos en los que se guarecían. No había acepción de personas ni razones que le llevaran a asistir a unos en detrimento de otros. A todos proporcionó una asistencia material y espiritual impagable, inducido por la fortaleza que le infundía la Eucaristía y su apasionado abrazo a la cruz. «No basta que amemos a Dios, sino que hay que conseguir además que, en contacto con nosotros, otros corazones se inflamen. Eso es lo que cuenta. Nadie sube al cielo solo», decía.

Afectado por un grave tumor en el estómago durante diez años, afrontó el final de sus días con virtuoso temple. Teniendo a su lado a la Virgen de Czestochowa, antes de exhalar su último aliento advirtió a la comunidad: «Esta Virgen es vuestra fundadora, recordadlo», añadiendo esta recomendación: «Ante todo, observad la pobreza». Murió en el asilo fundado por él en Cracovia el día de Navidad de 1916. Su funeral fue prácticamente encabezado por los pobres de la ciudad. Juan Pablo II lo beatificó en Cracovia el 22 de junio de 1983. Y él mismo lo canonizó en Roma el 12 de noviembre de 1989.