Servicio diario - 16 de abril de 2020


 

Benedicto XVI cumple 93 años y reza por los enfermos de COVID-19
Larissa I. López

Domingo de la Divina Misericordia: Francisco celebrará Misa en la iglesia Santo Spirito in Sassia
Larissa I. López

Coronavirus: La Asociación ‘Bocatas’ reparte alimentos a más de 2.000 personas en Madrid
Larissa I. López

Santa Marta: Francisco agradece el trabajo de los farmacéuticos durante la pandemia
Larissa I. López

‘Caritas Internationalis’ crea un fondo para responder a la COVID-19
Larissa I. López

América Latina: Líderes católicos invitan a proteger a los más vulnerables
Christian Vallejo

Guatemala: Obispos exhortan a interrumpir las deportaciones
Christian Vallejo

Cuba: Solidaridad del episcopado con los enfermos de COVID-19
Redacción

El sacramento de la Unción de los enfermos durante el coronavirus
Redacción

Píldoras de esperanza (15): “La paz esté con ustedes”
Ricardo Grzona

Monseñor Enrique Díaz Díaz: “Mirando a través de las llagas”
Enrique Díaz Díaz

Santa Kateri Tekakwitha, 17 de abril
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

Benedicto XVI cumple 93 años y reza por los enfermos de coronavirus

Informado sobre la pandemia “participa en este dolor”
(zenit – 16 abril 2020).- Hoy, 16 de abril de 2019, el papa emérito Benedicto XVI cumple 93 años. Tal y como informó Monseñor Georg Gänswein, secretario particular de Ratzinger, en el respeto de las medidas anti contagio por el coronavirus, este no tendrá ninguna visita.

No obstante, describe el secretario particular de Ratzinger, sí ha recibido numerosas llamadas telefónicas en estas horas, en particular la de su hermano Georg, indica Vatican News.

Igualmente, son numerosos los mensajes de saludo que llegan por correo y correo electrónico.

 

Dolor por la pandemia

El papa emérito está informando sobre la evolución de la pandemia de la COVID-19 y reza diariamente por los enfermos y los que sufren a causa del virus: “También se ha visto particularmente afectado por los numerosos sacerdotes, médicos y enfermeras que han muerto, especialmente en el norte de Italia, en el desempeño de su servicio a los pacientes del Coronavirus”, apunta Mons. Gänswein.

Benedicto XVI “participa en este dolor”, sigue “con preocupación”, pero “no deja que le roben la esperanza”, añade.

 

Jornada especial

De acuerdo al citado medio vaticano, la jornada del papa emérito en su residencia, el monasterio Mater Ecclesiae, comenzó con la Misa, una celebración algo más solemne de lo habitual.

Después, el día continúa con momentos de oración y lecturas, así como con momentos dedicados a los cantos típicos de Baviera, Alemania, región originaria de Benedicto XVI.

 

Su propia biografía como regalo

El papa recibió como regalo de cumpleaños una voluminosa biografía escrita por el periodista alemán Peter Seewald, que se publicará el próximo 4 de mayo: “Al principio tenía la intención de presentarlo en persona al papa emérito en estos días. Desafortunadamente, la pandemia lo hizo imposible”, explica su secretario.

La biografía de Seewald, Benedicto XVI – una vida, será publicada por la editorial Droemer Knaur. Este autor ya ha publicado varios libros-entrevistas con Benedicto XVI, incluyendo los bestsellers Luz del mundo  y Últimas conversaciones.

 

Vida de Benedicto XVI

Joseph Ratzinger nació en Marktl am Inn (Alemania), el 16 de abril de 1927 y fue bautizado ese mismo día. Su padre era comisario de la gendarmería y su madre, hija de artesanos, trabajó de cocinera en varios hoteles antes de casarse.

De 1946 a 1951 estudió Filosofía y Teología en la Escuela Superior de Filosofía y Teología de Freising y en la Universidad de Munich. Recibió la ordenación sacerdotal el 29 de junio de 1951.

Desde 1952, Ratzinger ejerció como profesor de Teología Dogmática y Fundamental en la Escuela Superior de Filosofía y Teología de Freising y se doctoró en 1953.

El hoy papa emérito prosiguió su actividad docente en Bona, en Muñiste y en Tubinga. En 1969 pasó a ser catedrático de Dogmática e Historia del Dogma en la Universidad de Ratisbona, donde también ocupó el cargo de vicerrector.

 

Arzobispo de Munich y cardenal

De 1962 a 1965 realizó notables aportaciones al Concilio Vaticano II como teólogo consultor del cardenal Joseph Frings, arzobispo de Colonia.

El 25 de marzo de 1977, el Papa Pablo VI lo nombró arzobispo de Munich y Freising y en ese mismo año también lo erigió como cardenal. Su primer Cónclave fue el que eligió a Juan Pablo I, en 1978. Ese mismo año, tras la muerte del pontífice, participaría también en el que anunció al papa Juan Pablo II.

En 1981, Juan Pablo II lo nombró prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y presidente de la Pontificia Comisión Bíblica y de la Comisión Teológica Internacional y también ejerció como decano del Colegio cardenalicio.

 

Pontificado

El 16 de abril de 2005, día en el que cumplía 78 años, el cardenal Joseph Ratzinger se enfrentó al comienzo de un nuevo Cónclave. Tres días después, el 19 de abril, ocupó el puesto 264 como sucesor del apóstol san Pedro, iniciando su pontificado bajo el nombre de Benedicto XVI.

El 11 de febrero de 2013 hizo pública su renuncia al ministerio petrino, una decisión tomada “tras haber examinado ante Dios reiteradamente” su conciencia –aseguró– porque ya no se sentía capaz de llevar –física y espiritualmente–, el peso del pontificado. Desde el 2 de mayo de 2013, el papa emérito vive en el convento de clausura Mater Ecclesiae, en el Vaticano. Allí, el papa emérito descansa, lee, escribe y reza.

 

Vida en Mater Ecclesiae

Sobre este último periodo de su vida, el propio Benedicto XVI declaró en 2014 para el Corriere de la Sera: “solo puedo decir al respecto que, en la lenta disminución de las fuerzas físicas, interiormente estoy en peregrinación hacia Casa”.

El Papa Francisco le ha visitado en varias ocasiones y en abril de 2014 oficiaron juntos en la Misa de canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, conocida como “la de los cuatro papas”.

En abril de 2019, el New York Post publicó un amplio texto escrito por Benedicto XVI titulado “La Iglesia y los abusos sexuales” en el que el papa emérito reflexiona sobre este tema para, como él señala, “ayudar en esta hora difícil”.

 

 

 

 

Domingo de la Divina Misericordia: Francisco celebrará Misa en la iglesia Santo Spirito in Sassia

19 de abril, 20º aniversario de su institución
(zenit – 16 abril 2020).- En el día de la fiesta del Domingo de la Misericordia, el próximo domingo 19 de abril, el Santo Padre Francisco presidirá la Santa Misa en la iglesia Santo Spirito in Sassia, un lugar de especial devoción a la Divina Misericordia.

Así lo ha comunicado hoy, 16 de abril de 2020, la Oficina de Prensa de la Santa Sede a través de una nota.

En 2020 se celebra el 20º aniversario de la canonización de sor Faustina Kowalska y de la institución del Domingo de la Divina Misericordia, indica el citado comunicado.

Al final de la Eucaristía en la misma iglesia, el Papa dirigirá el rezo del Regina Coeli. Tanto la Misa como la oración mariana del Regina Coeli del domingo 19 de abril serán transmitidos en directo por Vatican Media y en streaming en la página web de Vatican News, concluye la nota.

Igualmente, como ya es habitual, zenit emitirá ambos actos desde su página de Facebook.

 

Fiesta de la Divina Misericordia

La fiesta de la Divina Misericordia se celebra el primer domingo después de Pascua y fue instituida oficialmente por san Juan Pablo II durante la canonización de Santa Faustina Kowalska, el 30 de abril de 2000.

De acuerdo a Vatican News, la elección del primer domingo después de Pascua como fiesta de la misericordia tiene su propio y profundo significado teológico, el cual indica un fuerte vínculo entre el misterio pascual de la Redención y el misterio de la Misericordia de Dios.

Esta fecha no solo supone un día de especial adoración a Dios en el misterio de la misericordia, sino que es un tiempo de gracia para todas las personas.

 

Palabras del Papa Francisco

En la audiencia general de ayer, 15 de abril, el Papa Francisco recordó que el próximo domingo se celebra esta festividad.

“Con confianza rezamos a Jesús Misericordioso por la Iglesia y por toda la humanidad, especialmente por aquellos que sufren en este tiempo difícil. Que Cristo Resucitado reavive en nosotros la esperanza y el espíritu de fe”, pidió.

Del mismo modo, Francisco se refirió a cómo, en el año 2000, san Juan Pablo II instituyó esta festividad “en respuesta a la petición de Jesús transmitida a santa Faustina: ‘Deseo que la fiesta de la misericordia sea un refugio para todas las almas. La humanidad no encontrará la paz hasta que no se dirija a la fuente de mi misericordia’ (Diario 699)”.

 

 

 

 

Coronavirus: La Asociación ‘Bocatas’ reparte alimentos a más de 2.000 personas en Madrid

Testimonio de Jesús de Alba, co-fundador
(zenit – 16 abril 2020).- Desde hace 24 años, los voluntarios de la Asociación Bocatas, pasión por el hombre se dedica a ofrecer compañía y alimento a los toxicómanos de la Cañada Real, un poblado desfavorecido de Madrid, España.

No obstante, ante la patente crisis de la COVID-19 decidieron dar un paso adelante y reinventarse, centrando sus esfuerzos en responder a esta nueva situación que está haciendo que multitud de personas y familias vivan en condiciones extremas.

De este modo, atienden semanalmente a más de 200 familias, más de 2.000 personas a las que reparten comida y otros artículos de primera necesidad gracias a un equipo de unos 90 voluntarios y a las donaciones de aquellos que no pueden unirse físicamente.

 

Reinventarse ante el coronavirus

En declaraciones concedidas a zenit, Jesús de Alba, Chules, co-fundador de la organización, explica que esta forma de reinventarse surgió de un “pensamiento sencillo”, de la “intuición” sobre los problemas que las personas que “viven al día” podrían estar pasando dentro de esta situación de pandemia. Esta intuición se confirmó y lo que empezó como los orígenes de Bocatas, con 4 o 5 amigos, ha ido creciendo como la espuma.

Chules indica que se trata de un proyecto “escalable”, que no se limita a abastecer a aquellos que lo necesitan, sino que pretende “abrazar a todos”, de manera que es una prioridad que la asociación y los voluntarios establezcan una relación de amistad con las personas atendidas.

De hecho, pretenden que este programa de ayuda se extienda después de la crisis, generando “una especie de apadrinamiento” en el que los voluntarios encargados de entregar semanalmente los alimentos realicen un seguimiento que permita cuidar a la 4 o 5 familias asignadas a cada uno.

 

La importancia del factor humano

En línea con el lema de Bocatas, “El amor siempre vence”, desde ella se hace hincapié en la prioridad de lo humano, en tratar a las personas con humanidad. Este es “un pensamiento sencillo y esencial que resulta novedoso dentro del mundo social”, a veces muy burocratizado.

Efectivamente, Jesús apunta que han podido comprobar que las relaciones de amistad que se establecen en la asociación hacen que las donaciones, los alimentos y las actividades sociales sean más eficaces y productivas: “Las familias no están contentas solo porque tienen un kilo de arroz, sino porque saben que tienen a otra persona que les acompaña, que les apoya, una sociedad que le acoge”.

 

Organización

El “campamento base” de Bocatas se encuentra en la parroquia de Santo Tomás Apóstol de Madrid, que cuenta con un gran almacén. En un principio, comenzaron atendiendo a las 50 familias de la Cáritas sostenidos por organizaciones como Banco de Alimentos y Cruz Roja, que poseen programas fijos para atajar la necesidad alimentaria, pero que, dada la situación excepcional actual, se encuentran desabastecidos.

Ante ello, dado que el número de beneficiarios de la iniciativa se ha multiplicado, ha sido necesario movilizarse por todo Madrid. De hecho, por ejemplo, para el reparto de hoy, han contado con la ayuda de Correos, del ejército y de donaciones como un arcón cedido por el Centro Hogar Sánchez, una tienda de muebles.

 

Falta de abastecimiento

El “punto débil” de la labor actual del programa, señala de Alba, no son las familias o los voluntarios, sino la citada falta de abastecimiento, sobre todo de alimentos no perecederos, tales como leche, aceite, latas de atún, conservas y garbanzos.

En el caso de la leche, “necesitamos unos 2.000-3.000 litros a la semana” y para lograrlo el co-fundador resalta el papel de las donaciones particulares canalizadas a través de su campaña de recaudación de fondos que les permite comprarlos.

 

Generosidad en las aportaciones

La media de las aportaciones suele rondar los 100 €, “gente que no es rica ha donado 1.000 €” e igualmente son bienvenidas cantidades más pequeñas, como 5 €, muestra de cada uno ayuda “al nivel que puede”.

También llegan contribuciones en especies, como las 3 cajas llenas de jamón, lomo y chorizo procedentes de una jamonería del centro madrileño.

De Alba describe que, además, las distintas asociaciones que se encuentran distribuyendo estos bienes de primera necesidad están en contacto constante y cuando existen excedentes de algún producto se los ceden las unas a las otras.

 

Voluntarios

En cuanto al capital humano que forma parte de Bocatas, cabe destacar que se trata de personas voluntarias. Comenzó con un grupo de amigos conocidos, pero está abierto a todo aquel que desee echar una mano.

En los 24 años que lleva funcionando Bocatas, “la mayor riqueza que se nos ha dado es la marea de gente que se ha ido uniendo en este tiempo”. Incluso algunos de los ex drogodependientes que recibían su ayuda, ahora colaboran cargando y descargando los camiones, sirviendo a los demás.

Además de los que se encuentran a pie de calle, existe un grupo que debe permanecer en casa, pero que se encarga de organizar y encontrar voluntarios, de entrevistar a las familias para conocerlas y determinar sus necesidades.

También hay un equipo encargado de contactar con empresas para compras y para que puedan aportar, un equipo de limpieza del almacén, otro de comunicación encargado de la web y redes sociales, una persona encargada de seleccionar fotos y videos, otra que gestiona las donaciones…

 

Solidaridad de toda la sociedad

Jesús de Alba se confiesa “conmovido” por el hecho de que esta situación ha despertado la solidaridad de muchas personas, desde cocineros a inspectores del Banco de España.

“Todo el mundo entiende el mensaje del Papa Francisco que apunta que nadie va a salir adelante si el prójimo está mal”, aplicado a empresas, países, comunidades de vecinos… Los ciudadanos desean poner su grano de arena al percibir que en general el mundo está sufriendo.

 

Lección de humanidad

Y resalta cómo la crisis del coronavirus ha generado una “riqueza humana espectacular” en la que intervienen individuos, colectivos, empresas privadas y públicas, de toda clase, condición y religión: “La semana pasada descargamos el excedente de fruta y verdura en la comunidad de Bangladesh de Lavapiés, donde pudimos observar como los musulmanes se ayudan entre ellos”.

A la vez, pide que, una vez todo pase, esta lección de humanidad “se nos quede en la cabeza” y sigamos estando pendientes de los que están a nuestro alrededor para ayudarnos los unos a los otros, que todo el mundo sienta “cercanía” y que nadie les abandona.

 

“Tsunami alimentario”

Por otro lado, desde Bocatas existe cierta preocupación por el futuro, se prevé un “segundo tsunami alimentario”, que afectará al abastecimiento de la alimentación, como ha ocurrido ya en el ámbito sanitario.

Asimismo, se teme que la falta de alimentos pueda generar tumultos porque “las necesidades de las familias siguen creciendo” y no están a su disposición los medios y la infraestructura requerida.

Todas las asociaciones comparten la ausencia de una fuente fija de alimentos y el constante desabastecimiento y son conscientes de que si llegase este tsunami deben estar todos unidos y planificar el trabajo eficazmente para que no se desborde.

 

Distintas formas de colaborar

Finalmente, Chules recuerda que una de las formas más cruciales de colaborar es lograr contactar con empresas de alimentación que puedan ayudar a subsanar el problema de aprovisionamiento y llegar a todas las personas. Si se trata de grandes cantidades, conviene contactar con Banco de Alimentos.

En segundo lugar, es necesario seguir contando con voluntarios que puedan hacer frente a todas las actividades que conlleva la iniciativa (almacen, carga y descarga de camiones, distribución, comunicación…), ya que es previsible que los repartos semanales aumenten.

Del mismo modo, apunta la posibilidad de aportar alimentos, insistiendo en que de inmediato son precisos los no perecederos: leche, aceite y atún para abastecer a unas 2.000 personas a la semana.

Para aquellos que no se encuentren en Madrid o que no puedan salir de casa, se encuentra la campaña de donativos que puede realizarse en el número de cuenta de la asociación: ES98 0081 0299 9900 0176 3181.

 

 

 

 

Santa Marta: Francisco agradece el trabajo de los farmacéuticos durante la pandemia

La alegría, fuerza para predicar el Evangelio
(zenit – 16 abril 2020).- “En estos días me han regañado porque olvidé agradecer a un grupo de personas que también trabajan… Le agradecí a los médicos, enfermeras, los voluntarios … ‘Pero usted se olvidó de los farmacéuticos’: ellos también trabajan duro para ayudar a los enfermos a salir de la enfermedad”.

Así ha introducido el Santo Padre la Misa de hoy, 16 de abril de 2020, jueves de la Octava de Pascua, celebrada en la Casa Santa Marta y transmitida en directo debido a la pandemia del coronavirus.

Después, en su homilía, el Papa Francisco reflexionó en torno al Evangelio de hoy (Lc 24, 35-48) en el que Jesús resucitado se aparece a los discípulos.

Estos estaban conmocionados y llenos de miedo porque creyeron haber visto un fantasma y Cristo abre sus mentes para comprender las Escrituras. Después, los apóstoles, de la alegría, no podían creer.

 

Alegría, fruto del Espíritu Santo

Para Francisco, estar lleno de alegría es “la plenitud del consuelo, la plenitud de la presencia del Señor. Porque, como Pablo les dice a los gálatas, ‘la alegría es el fruto del Espíritu Santo’, no es la consecuencia de las emociones que estallan por algo maravilloso”.

Y añadió: “No, es más. Este gozo, este que nos llena es el fruto del Espíritu Santo. Sin el Espíritu uno no puede tener esta alegría. Recibir la alegría del Espíritu es una gracia”.

 

Evangelizadores alegres

En esta línea, el Papa remitió a los últimos números, los últimos párrafos de la Exhortación Evangelii nuntiandi de Pablo VI, que “habla de cristianos alegres, evangelizadores alegres, y no de aquellos que siempre viven decaídos.”

“La gran fuerza que tenemos para transformar, para predicar el Evangelio, para avanzar como testigos de la vida es la alegría del Señor, que es fruto del Espíritu Santo, y hoy le pedimos que nos conceda este fruto”, concluyó el Pontífice.

A continuación, sigue la transcripción de la homilía completa del Santo Padre ofrecida por Vatican News.

***

 

Homilía del Papa

En estos días, en Jerusalén, la gente tenía muchos sentimientos: miedo, asombro, duda. “En aquellos días, mientras el lisiado sanado mantenía a Pedro y Juan, todo el pueblo, fuera de sí con asombro …”: hay un ambiente no pacífico porque sucedieron cosas que no se entendieron. El Señor fue a sus discípulos. Ellos también sabían que ya había resucitado, también Pedro lo sabía porque había hablado con él esa mañana. Estos dos que habían regresado de Emaús lo sabían, pero cuando apareció el Señor se asustaron. “Sorprendidos y llenos de miedo, creyeron haber visto un fantasma”; tuvieron la misma experiencia en el lago cuando Jesús vino caminando sobre el agua.

Pero en ese momento Pedro, haciéndose valiente, apostando por el Señor, dijo: “Pero si eres tú, déjame caminar sobre el agua”. Este día Pedro estaba en silencio, había hablado con el Señor esa mañana, y nadie sabe lo que se dijeron en ese diálogo y por eso estaba en silencio. Pero estaban tan llenos de miedo, molestos, que creyeron haber visto un fantasma. Y él dice: “Pero no, ¿por qué estás turbados? ¿Por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad las manos, los pies … “, les muestra las llagas. Ese tesoro de Jesús que lo llevó al cielo para mostrárselo al Padre e interceder por nosotros. “Tocadme y mirad; un fantasma no tiene carne ni huesos”.

Y luego viene una frase que me da mucho consuelo y por esto, este pasaje del Evangelio es uno de mis favoritos: “Pero después de que por la alegría no creyeron …”, aún y estaban llenos de asombro, la alegría les impidió creer. Era tanta la alegría que “no, esto no puede ser cierto. Esta alegría no es real, es demasiada alegría”. Y esto les impidió creer. La alegría. Los momentos de gran alegría. Estaban desbordados de alegría pero paralizados por la alegría. Y la alegría es uno de los deseos que Pablo le da a su pueblo en Roma: “Que el Dios de la esperanza te llene de alegría”, dice. Llenar de alegría, llenar de alegría. Es la experiencia del consuelo más grande, cuando el Señor nos hace comprender que esto es otra cosa de ser alegre, positivo, brillante … No, es otra cosa. Estar alegre pero lleno de alegría, una alegría desbordante que nos toca realmente.

Y por esto, Pablo le desea que “el Dios de la esperanza llene de alegría», a los romanos. Y esa palabra, esa expresión, llena de alegría se repite, muchas, muchas veces. Por ejemplo, cuando sucede en la prisión y Pedro salva la vida del carcelero que estaba a punto de suicidarse porque las puertas se abrieron con el terremoto y luego anuncia el Evangelio, lo bautiza, y el carcelero, dice la Biblia, estaba «lleno de alegría por haber creído. Lo mismo sucede con el ministro de economía de Candàce, cuando Filippo lo bautizó, desapareció, siguió su camino «lleno de alegría». Lo mismo sucedió en el Día de la Ascensión: los discípulos regresaron a Jerusalén, dice la Biblia, “llenos de alegría”. Es la plenitud del consuelo, la plenitud de la presencia del Señor. Porque, como Pablo les dice a los gálatas, «la alegría es el fruto del Espíritu Santo», no es la consecuencia de las emociones que estallan por algo maravilloso … No es más. Este gozo, este que nos llena es el fruto del Espíritu Santo. Sin el Espíritu uno no puede tener esta alegría. Recibir la alegría del Espíritu es una gracia.

Recuerdo los últimos números, los últimos párrafos de la Exhortación Evangelii nuntiandi de Pablo VI, cuando habla de cristianos alegres, evangelizadores alegres, y no de aquellos que siempre viven decaídos. Hoy es un hermoso día para leerlo. Lleno de alegría. Esto es lo que la Biblia nos dice: “Pero después de que por la alegría no creyeron …”, fue tanto que no creyeron. Hay un pasaje del libro de Nehemías que nos ayudará hoy en esta reflexión sobre la alegría. La gente que regresó a Jerusalén encontró el libro de la ley, se descubrió nuevamente, porque sabían la ley de memoria, el libro de la ley no lo encontraron – una gran celebración y todo el pueblo se reunió para escuchar al sacerdote Esdras que leía el libro de la ley.

La gente conmovida lloró, lloró de alegría porque habían encontrado el libro de la ley y lloró, era alegre, el llanto … Al final, cuando el sacerdote Esdras terminó, Nehemías le dijo a la gente: “estén tranquilos, ahora no lloren más, conserven la alegría, porque la alegría en el Señor es vuestra fortaleza”. Esta palabra del libro de Nehemías nos ayudará hoy. La gran fuerza que tenemos para transformar, para predicar el Evangelio, para avanzar como testigos de la vida es la alegría del Señor, que es fruto del Espíritu Santo, y hoy le pedimos que nos conceda este fruto.

El Papa terminó la celebración con la adoración y bendición eucarística, invitando a hacer la Comunión espiritual:

“Jesús mío, creo que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo por encima de todo y te deseo en mi alma. Como no puedo recibirte sacramentalmente ahora, al menos espiritualmente ven a mi corazón. Como ya llegó, yo te abrazo y entero me uno a Ti. No dejes que nunca me separe de Ti”.

Antes de marcharse de la capilla dedicada al Espíritu Santo, fue entonada la antífona mariana «Regina caeli», cantada durante el tiempo de Pascua:

 

Regína caeli laetáre, allelúia.
Quia quem merúisti portáre, allelúia.
Resurréxit, sicut dixit, allelúia.
Ora pro nobis Deum, allelúia.

Reina del Cielo, regocíjate, aleluya.
Cristo, a quien llevaste en tu vientre, aleluya,
se ha levantado, como prometió, aleluya.
Reza al Señor por nosotros, aleluya
.

 

 

 

 

‘Caritas Internationalis’ crea un fondo para responder a la COVID-19

Especial atención a los países vulnerables
(zenit – 16 abril 2020).- “Para poder dar respuestas inmediatas y eficaces, Caritas Internationalis ha creado el Fondo para la Respuesta al COVID-19”, informa hoy, 16 de abril 2020, Vatican News a partir de un comunicado de Caritas Internationalis.

Este fondo ha sido concebido “para ser un signo visible de la solidaridad de la Iglesia universal, permitirá a Caritas y a otras organizaciones católicas continuar su labor de asistencia y, al mismo tiempo, introducir medidas preventivas para limitar la propagación del virus, prestando especial atención a los países en los que la propagación de la epidemia tendría consecuencias mucho más devastadoras que las que hemos visto en Europa”.

Además, el comunicado explica que “Caritas Internationalis está en la Comisión para Covid-19 querida por el Papa Francisco” y que “coordinará junto con el Dicasterio para el  Servicio de Desarrollo Humano Integral (DSSUI) el primer grupo de trabajo de la Comisión dedicado a la escucha y el apoyo a las Iglesias locales”.

 

Prioridades

El fondo priorizará la prestación de servicios relativos a la asistencia sanitaria por parte de las organizaciones católicas y Caritas en ámbitos como: la prevención y el control de las infecciones, el acceso al agua limpia y a los servicios higiénicos-sanitarios, el suministro de dispositivos de protección individual (mascarillas, guantes, etc.).

Asimismo, serán estudiadas propuestas destinadas a mitigar la propagación del COVID-19, que incluyen la sensibilización y la difusión de información para prevenir el contagio, así como el fortalecimiento de los servicios de apoyo a las comunidades, por ejemplo, para garantizar la seguridad alimentaria.

 

Misión de la Iglesia

“Lamentablemente, hay zonas en las que la pandemia es considerada el mal menor por las poblaciones vulnerables. En Ruanda, por ejemplo, en algunas zonas la gente no respeta las medidas de seguridad debido a la grave escasez de alimentos. Nos dicen ‘preferimos morir de COVID-19 que morir de hambre’”, indica Aloysius John, secretario general de Caritas Internationalis

Igualmente, el secretario general de la organización, indica que “en África, Oriente Medio, Sudamérica, Oceanía y Europa, Caritas está en primera línea en la respuesta contra el COVID-19, incluso en zonas donde no opera ninguna otra organización. Nuestro trabajo es testimonio vivo de la misión de la Iglesia al servicio de los más vulnerables y de toda la familia humana”.

 

Escucha a las iglesias locales

En coordinación con el DSSUI, Caritas Internationalis ya ha desplegado mecanismos para la escucha de las Iglesias locales. “Más de 140 Conferencias Episcopales respondieron a un cuestionario indicando cuáles son las necesidades más urgentes en los respectivos países y los programas puestos en marcha para hacer frente a la propagación de la pandemia. Esto nos permitirá, en sinergia con el Dicasterio, dar respuestas adecuadas”, describen.

Debido a presencia capilar y al hecho de estar bien arraigada en las realidades sociales, Cáritas ha podido reaccionar prontamente en todo el mundo al COVID-19 y continuar con sus programas de ayuda.

“Tratamos de ser rápidos y ágiles para continuar sirviendo a los más vulnerables. Es lo que nos ha pedido también el Santo Padre hace unos días cuando le presentamos nuestro compromiso contra la COVID-19: ‘Sean rápidos y ágiles y continúen a llevar adelante vuestro trabajo. Si no lo hacen ustedes, ¿quién lo hará?’”.

 

Proporcionar “servicios salvavidas”

El comunicado de la organización católica internacional resalta la importancia, “hoy más que nunca”, de seguir “proporcionando servicios salvavidas como los que ofrece Caritas, no obstante, la “COVID-19 está teniendo un gran impacto en nuestro trabajo hacia los más vulnerables”.

“Por ejemplo, el personal de Caritas Jerusalén en Palestina se está quedando sin fondos y corre el riesgo de tener que interrumpir su servicio, que incluye la distribución de alimentos y kits de higiene personal a 500 familias necesitadas”, se lee en la consabida nota.

 

Donaciones urgentes

Las solicitudes de ayuda ya están apareciendo, pero la capacidad de respuesta dependerá de los fondos que se logren recaudar, ya que para sacar adelante sus programas de ayuda y hacer frente a la epidemia es fundamental la donación monetaria.

Ante ello, Caritas Internationalis insta “a que se aporte una contribución urgente al Fondo para la Respuesta a la COVID-19”.

“Hoy estamos todos unidos en el miedo, pero también deberíamos estar unidos en la solidaridad a través de la fraternidad universal. La única manera de superar esta pandemia es estar unidos para hacer frente a este enorme desafío para la humanidad”, sostiene Aloysius John.

Las donaciones pueden realizarse a través de la página web de Caritas Internationalis o o a través de la cuenta corriente dedicada en el Instituto para las Obras de Religión: IBAN: VA29001000000020179007.

 

 

 

 

América Latina: Líderes católicos invitan a proteger a los más vulnerables

Manifiesto firmado por 170 personalidades
(zenit – 16 abril 2020).- Los líderes católicos de América Latina han difundido el “Manifiesto de los católicos latinoamericanos con responsabilidades políticas”, donde invitan a afrontar la difícil realidad actual desde un punto de vista del cristiano común y actuar en consecuencia: teniendo siempre como prioridad la protección de los más frágiles y vulnerables y promoviendo una mayor cooperación e integración a nivel internacional.

El texto está firmado por un total de 170 personalidades, entre ellos, tres ex jefes de Estado, un ex secretario de la Organización de Estados Americanos, un ex director del Fondo Monetario Internacional y varios parlamentarios y ex parlamentarios, indican desde L’Osservatore Romano.

La iniciativa ha sido promovida por la Academia de Líderes Católicos, nacida en Chile y presente en varios países de América Latina. Está encabezada por un Consejo Latinoamericano cuyos miembros son el teólogo Rodrigo Guerra López, el filósofo Rocco Buttiglione, Ignacio Sánchez, rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile, la presidenta de la Confederación Latinoamericana de Religiosos, Liliana Franco Echeverri, Guzmán Carriquiry, vicepresidente emérito de la Pontificia Comisión para América Latina, y José Antonio Rosas, director general de la Academia.

 

Superar la crisis

“Nuestra mirada nace del dolor de los que sufren y sufrirán más esta pandemia: los pobres, los más solitarios y abandonados, los más frágiles y vulnerables, los más pobres e indefensos, los que serán más afectados por la pandemia. Pensemos en el dramático impacto que tendrá en las multitudes de hermanos y hermanas latinoamericanos que sobreviven sólo gracias al trabajo no declarado y, en general, al trabajo en la calle o a tantos ancianos abandonados. Son los pobres los que tienen que salir de casa para ganarse el pan de cada día y que a menudo no respetan las reglas de aislamiento y cuarentena”, indica el manifiesto.

Asimismo, los firmantes insisten a los diferentes líderes políticos de las naciones de América Latina en que “deben buscar una acción coordinada y concertada. No hay un salvo que pueda, por lo que los organismos multilaterales deben asumir la responsabilidad y el liderazgo. Las iglesias deben ser portadoras y, en su medida, ejecutoras de estas medidas”, ya que “se necesita creatividad para resistir y luego superar la crisis”.

Por lo tanto, “todas las acciones y compromisos para hacer frente a la crisis deben realizarse desde el punto de vista de las repercusiones en los más vulnerables”, añaden en el texto los líderes católicos latinoamericanos.

 

Solidaridad y acompañamiento

“La solidaridad debe organizarse entre diferentes áreas territoriales y entre diferentes países”, pues la pandemia “no afecta con igual fuerza a todo el territorio nacional”, apunta el manifiesto, que también considera que los medios de comunicación deben “participar en aras del bien común, evitando el sensacionalismo para contribuir a un clima de riesgo pero sereno y seguro de sí mismo”.

Igualmente, además del acompañamiento psicológico ven esencial y saludable el acompañamiento espiritual, “por lo que es necesario implicar a las iglesias en el acompañamiento de quienes experimentan situaciones traumáticas o estresantes”.

 

Deuda externa

Este es un momento fundamental para “fortalecer los mecanismos de integración (Alianza del Pacífico, Mercosur, Sistema de Integración Centroamericana) y las relaciones de cooperación entre los países con mayor población del continente (México, Colombia, Brasil y Argentina/Chile)”, dice el manifiesto.

Asimismo, resalta la importancia de “la cooperación del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Latinoamericano de Desarrollo”, reestructurando la deuda externa y aplazándola a largo plazo con la solidaridad de los acreedores, ya que “seguramente estamos en una situación muy grave en nuestro planeta, probablemente el mayor desafío que, como generación, viviremos en nuestra historia”.

 

 

 

 

Guatemala: Obispos exhortan a interrumpir las deportaciones

Provocadas por la emergencia sanitaria
(zenit – 16 abril 2020).- Los obispos de Guatemala se encuentran angustiados por los numerosos casos de personas que están siendo expulsadas de Estados Unidos, México y Honduras por la crisis causada por la pandemia y piden “en el nombre del pueblo que sufre detengan las deportaciones”, informa la agencia misionera Fides a través de una nota.

“Tanto Estados Unidos como México y como nosotros en Guatemala nos consideramos mayoritariamente cristianos. Por ello hoy apelamos a este sentido religioso para que nuestra voz sea escuchada”, prosiguen.

 

Procesos de deportación acelerados

Frente a esta situación, los prelados se preguntan: “¿Cómo es posible que tanto el gobierno de los Estados Unidos como el de México, sigan con estos procesos de deportación en medio de la crisis que nos golpea en el contexto de una precariedad nacional en términos de servicios de salud y estrategias contundentes para contener la pandemia? ¿Ya no les son útiles a la sociedad norteamericana, particularmente si han contraído el coronavirus? Si los gobiernos de Estados Unidos y de México se han mostrado siempre como paladines de la defensa de los derechos humanos, ¿por qué ahora demuestran lo contrario?”.

Y añaden que “el ejemplo que ambos gobiernos dan así al mundo entero es el de no tener el mínimo sentido de humanidad”.

 

Falta de solidaridad en Guatemala

Además, de acuerdo a la citada fuente, los obispos exponen que también en Guatemala se percibe la falta de solidaridad de aquellas comunidades que no han permitido el reingreso de sus paisanos.

Solos y sin dinero, son víctimas de discriminación y rechazo, pero “cuando les enviaban las remesas los felicitaban y alababan. Ahora que regresan deportados, sin ningún dólar en la bolsa, son discriminados y rechazados. ¿Es esto espíritu cristiano? ¿Es esto solidaridad nacional?”, cuestionan nuevamente.

 

Un mes de restricciones

Por otro lado, después de haber transcurrido un mes desde que se establecieron las restricciones impuestas para contener la pandemia de la COVID-19, los obispos de Guatemala apuntan que algunos ciudadanos parecen no ser conscientes de la gravedad de la situación. Al mismo tiempo, están preocupados por los muchos trabajadores que viven a jornal diario y por los muchos miedos que suelen surgir en estas situaciones.

Ante ello, instan a no resignarse y no perder la esperanza, pues “todos podemos contribuir y colaborar en estos momentos a que la solidaridad se mantenga en alto y que así se viva en las comunidades”.

Finalmente, recuerdan el espíritu de la Pascua, espíritu de Resurrección de Jesús, que aporta fuerza y esperanza en este tiempo incierto y difícil: “Si sufrimos por el contagio también debemos contagiarnos de esperanza y de ánimo fraterno”, concluyen.

 

 

 

 

Cuba: Solidaridad del episcopado con los enfermos de COVID-19

Mensaje de Pascua
(zenit – 16 abril 2020).- “Hoy queremos acercarnos con respeto y amor cristiano, con el silencio solidario que sabe acompañar, a todos aquellos que están contagiados por el virus que tanto pesar está causando en nuestro pueblo y en toda la humanidad”.

Estas palabras se incluyen en el mensaje de Pascua dado a conocer ayer, 15 de abril de 2020, en el sitio web de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba y difundido en una nota por el medio católico de la diócesis de Holguín.

Se trata de un texto esperanzador en tiempo de pandemia y en el que los obispos recuerdan a los cubanos que la presencia de Jesús Resucitado ha llegado para acompañar e iluminar toda soledad humana, y también a disipar todo temor.

 

Gratitud a los sanitarios

El episcopado reconoce que “las llagas de Cristo siguen abiertas hasta el fin del mundo en los enfermos, en los pobres y en las personas que viven en soledad, en los que son víctimas de las injusticias sociales y las exclusiones”.

Además, el texto expresa un especial reconocimiento y gratitud hacia los médicos investigadores, médicos asistenciales, licenciados en enfermería, técnicos y todo el personal de salud “que con dedicación y con riesgo de su propia vida están cerca de los enfermos asistiéndolos y haciendo todo lo posible por curarlos”.

 

Retomar la vida normal

Del mismo modo, los prelados piden al buen Dios “que ilumine las mentes de las autoridades que han de tomar decisiones que inciden en la vida individual, familiar y social de todos los cubanos para que acertadamente nos ayuden a salir adelante en estos momentos difíciles”.

Es su deseo que “más pronto que tarde”, el país pueda “retomar el desarrollo de una vida normal y serena, motivados para construir entre todos una sociedad más humana, justa y fraterna”.

 

“Dios es un Dios de vivos”

“Dios es un Dios de vivos” y no de muertos, remarcan, afirmando también que “Dios está junto a nosotros cuando buscamos soluciones a la pandemia que nos azota y sigue amenazando. Él nos da fuerzas para que podamos cuidar la salud de los enfermos y socorrer a los necesitados, consolar a las familias y orar por vivos y difuntos.”

Y recuerdan que Jesús resucitó “no para volver a vivir como antes, sino para hacer posible la presencia de su Amor victorioso para los hombres y mujeres de todos los tiempos”.

 

 

 

 

El sacramento de la Unción de los enfermos durante el coronavirus

Por D. Alejandro Vázquez-Dodero
(zenit – 16 abril 2020).- Es encomiable la generosidad, auténtica caridad, de tantos sacerdotes –capellanes hospitalarios– que durante la pandemia están entregándose en cuerpo y alma a atender a tantos enfermos en hospitales y otros emplazamientos.

En particular están dispensando el sacramento de la Unción de los enfermos; eso sí, con las máximas prevenciones y cuidados sanitarios posibles. Para dar muchas gracias a Dios.

 

La enfermedad, encuentro con Dios

La enfermedad puede conducir a la angustia, al repliegue sobre sí mismo, a veces incluso a la desesperación y a la rebelión contra Dios. Puede también hacer madurar a la persona, ayudarla a discernir en su vida lo que no es esencial para volverse hacia lo que lo es.

Con mucha frecuencia, la enfermedad empuja a una búsqueda de Dios, un retorno a él. Los hijos de Dios, en la enfermedad, podemos contar con Cristo médico, que “tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades” (Mt 8, 17; cf Is 53, 4).

 

Unción de Enfermos durante la pandemia

Como en todos los sacramentos, la Unción de los enfermos se celebra de forma litúrgica y comunitaria, que tiene lugar en familia, en el hospital o en la iglesia, para un solo enfermo o para un grupo de enfermos.

La asistencia del Señor a través de este sacramento quiere conducir al enfermo a la curación del alma, pero también a la del cuerpo, si tal es la voluntad de Dios.

Es la última de las sagradas unciones que jalonan toda la vida cristiana; la del Bautismo había sellado en nosotros la vida nueva; la de la Confirmación nos había fortalecido para el combate de esta vida. Esta última unción ofrece al término de nuestra vida terrena un sólido puente levadizo para entrar en el Cielo.

La recepción de la Unción de enfermos no es necesaria con necesidad de medio para la salvación, pero no se debe prescindir voluntariamente de este sacramento, si es posible recibirlo, porque sería tanto como rechazar un auxilio de gran eficacia para la Salvación.

 

Indulgencia plenaria

Privar a un enfermo de esta ayuda podría ser injusto. Por eso la Iglesia Católica, como buena Madre que ama a sus hijos hasta el final de sus días, mediante la nota que publicó el 20 de marzo pasado la Penitenciaría Apostólica ha concedido la indulgencia plenaria a quienes se encuentren en punto de muerte y “no puedan recibir el sacramento de la Unción de los enfermos y el Viático”, siempre que estén debidamente dispuestos y hayan rezado durante su vida algunas oraciones.

La Iglesia reza por esos enfermos y los encomienda a la Divina Misericordia en virtud de la comunión de los santos, supliendo Ella misma las tres condiciones requeridas habitualmente para la concesión de la indulgencia –la confesión sacramental, la comunión eucarística y la oración por las intenciones del Sumo Pontífice–. Asimismo, les recomienda el uso del crucifijo o de la cruz.

Lo anterior, además, reforzado con esta indicación de la Iglesia: “En la duda sobre si el enfermo ha alcanzado el uso de razón, sufre una enfermedad grave o ha fallecido ya, adminístrese este sacramento” (Catecismo de la Iglesia Católica, can. 1005).

 

Sacramento de la Penitencia

Para recibir los frutos de este sacramento se requiere en el sujeto la previa reconciliación con Dios y con la Iglesia, al menos con el deseo, ello inseparablemente unido al arrepentimiento de los propios pecados y a la intención de confesarlos, cuando sea posible, en el sacramento de la Penitencia. Por esto la Iglesia prevé que, antes de la Unción, se administre al enfermo el sacramento de la Alegría.

El sujeto debe tener la intención, al menos habitual e implícita, de recibir este sacramento. Dicho con otras palabras: el enfermo debe tener la voluntad no retractada de morir como mueren los cristianos y con los auxilios sobrenaturales que a éstos se destinan.

 

Alejandro Vázquez-Dodero Rodríguez
Sacerdote, doctor en Derecho Canónico y capellán del Colegio Tajamar de Madrid

 

 

 

 

Píldoras de esperanza (15): “La paz esté con ustedes”

Jueves de la Primera Semana de Pascua
Reflexión sobre los Evangelios diarios

Invocamos al Espíritu Santo

Espíritu Santo ven a mi vida y llena de alegría y paz mi corazón y da sabiduría a mi mente para poder entender la Palabra de Dios. Amén.

 

Evangelio según San Lucas 24,35-48.

Los discípulos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les preguntó: “¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo”. Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies.

Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: “¿Tienen aquí algo para comer?”. Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; él lo tomó y lo comió delante de todos. Después les dijo: “Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos”.

Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: “Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto”.

Palabra del Señor

 

¿Qué dice el texto?

“¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas?”

“Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer.”

 

¿Qué nos dice Dios en el texto?

Las dudas son de las situaciones más comunes entre nosotros. Cuando todo va bien, y no tenemos que preocuparnos por nada y vivimos en una rutina de todas las cosas que hacemos y las relaciones que mantenemos, van bien, entonces no hay dudas. Pero cuando la rutina comienza a descontrolarse, especialmente por situaciones externas, comienzan las turbaciones. Ya nos dice el diccionario lo que es turbación: Alterar o conmover el estado o curso natural de una cosa. Otra definición dice: sorprender o aturdir a uno de modo que no acierte a hablar o a proseguir lo que estaba haciendo.

Turbaciones y dudas, son situaciones que estamos viviendo en estos días donde todo está alterado en el ritmo de nuestra cotidianidad. Pero Jesús nos vuelve a preguntar a cada uno de nosotros: “¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas?” Jesús les explica a los discípulos con paciencia, porque ellos lo habían oído, pero no habían creído. Hoy en día más que nunca nos replanteamos si nuestra fe es algo meramente intelectual, o llega a calar al fondo de nuestra existencia, y entonces, el romper nuestras rutinas nos trae una nueva experiencia de vida.

Alegría y admiración, pero resistencia a creer, es lo que los discípulos también experimentan. Y de esta misma forma nosotros vamos descubriendo que esta fe racional debe cambiarse a una fe pascual y no poner resistencia a creer. Que seas abierto a la gracia del resucitado. No tengas miedo.

Te sugiero que en estos días revises tus presentaciones cotidianas de tus redes sociales y tus conversaciones, anima a tus hermanos y amigos con mensajes de fe y esperanza, así contagiaremos a todos con esperanza en un mundo mejor.

Hoy, con este texto y lo que nos pide Jesús, te sugiero que repitas varias veces en el día una frase del Evangelio de Marcos, capítulo 9, 14:

“CREO SEÑOR, PERO AUMENTA MI FE”

Te invito a conocer más de nuestro trabajo diario sobre la Lectura Orante de la Biblia

 

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Monseñor Enrique Díaz Díaz: “Mirando a través de las llagas”

II Domingo de Pascua
Hechos 2, 42-27: “Los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común”

Salmo 117: “La misericordia del Señor es eterna. Aleluya”

I San Pedro: “La resurrección de Cristo nos da la esperanza de una vida nueva”

San Juan 20, 19-31: “Ocho días después se les apareció Jesús”

 

Tomás encajaría perfectamente en nuestro mundo: su desparpajo para negar lo que todos están viviendo, sus dudas y su exigencia de pruebas, son características propias de un mundo moderno donde no creemos más que aquello que experimentamos, que tocamos y que probamos personalmente. Este segundo domingo de Pascua parece a propósito para convencernos de la resurrección de Jesús tanto por las señales ofrecidas por Él mismo a sus apóstoles, como por las pruebas vivas que presenta la primitiva comunidad en los Hechos de los Apóstoles.

Jesús presenta los argumentos irrefutables de un cuerpo desgarrado, amoroso, entregado a los hermanos, y la comunidad ofrece las consecuencias claras de ese amor: una palabra que se hace vida constantemente, el amor expresado en el partir y compartir lo que se tiene, una oración que al mismo tiempo eleva y compromete, y una Eucaristía que es expresión de la más grande unión con el Resucitado y con los hermanos. Signos de vida frente a los que no hay más opción que expresar como Santo Tomás: “¡Señor mío, Dios mío!”.

El evangelio de este día nos presenta un drástico cambio a partir de la Resurrección de Jesús. Se inicia presentándonos una comunidad entrando a las penumbras de un anochecer, con las puertas cerradas a piedra y lodo y el miedo aflorando en sus rostros y un temor angustioso a las autoridades judías. Poco a poco se va dando paso a la esperanza y disipando las tinieblas, hasta terminar con la presentación de los discípulos arrebatados por el soplo del Espíritu para constituirse testigos de Jesús e invitando a “que ustedes crean que Jesús es el Mesías, y para que creyendo, tengan vida en su nombre”

Nuestra fe parece demasiado convencional y vacía, como si solamente siguiéramos tradiciones y costumbres, formalismos externos que fácilmente se desprenden cuando se enfrentan a un cuestionamiento serio. Cristianos de nombre, de papel y aburridos. Para los primeros cristianos el encuentro con el Resucitado fue un vendaval que sacudió su interior y una experiencia que trastocó toda su vida y sus creencias. De los tonos oscuros que amenazaban con terminar con aquella comunidad adormecida y asustada, se pasa a la explosión radiante de luces y esperanzas fincadas en la victoria de quien ha dado la vida por nosotros y que al final ha vencido a la muerte.

El encuentro con Jesús vivo y resucitado transforma a sus discípulos en personas nuevas, reanimadas, llenas de alegría y de paz. Al liberarlos del miedo y la cobardía, les abre nuevos horizontes y los impulsa a proclamar la Buena Nueva y a dar testimonio, a todo el que lo quiera escuchar, del Cristo vivo y resucitado. El soplo de Jesús sobre ellos y sus palabras: “Reciban al Espíritu Santo”, producen un doble movimiento que es fuerza en su corazón y que es impulso que los arrebata para manifestarse hacia los hermanos. Como si creara una corriente interior que los une hasta sentirse con un solo corazón y con una sola alma y que no les permite permanecer encerrados en sí mismos. Los empuja a manifestar y transmitir esta nueva vida a los hermanos. Tan poderosa  es la experiencia de la resurrección que quien la vive se compromete a una vida más humana, más plena y más feliz.

Las señales ofrecidas por Jesús a Tomás nos hacen comprender que los clavos en los pies y en las manos y la herida del costado, son signo del amor y del sufrimiento en su entrega por los otros y al mismo tiempo, huellas de su presencia en medio de nosotros. No se puede experimentar a Jesús resucitado si no es a través de las llagas que ha dejado en su cuerpo la marginación, el dolor y el sufrimiento de los pequeños y excluidos, de los denigrados e ignorados, de los desposeídos y sobreexplotados.

¿Cómo se mira el mundo a través del hueco de las heridas de Jesús? Intentemos mirarlo y descubriremos, sorprendentemente, que es imposible ocultar o disfrazar la miseria y el dolor de la humanidad pues aparecen nítidamente, pero percibidos con amor, con esperanza y con una entrega plena. No se puede mirar a través del hueco de sus llagas con egoísmo e indiferencia, pero tampoco con rencores y venganzas.

Mirar a través de las llagas de Jesús es mirar la certeza de que este mundo tiene el sentido que le da el inconmensurable amor de Jesús; es mirar con la esperanza de que su resurrección sigue obrando en medio de nosotros; y es vivir con el dinamismo de la nueva vida que su sangre derramada, sigue haciendo brotar. Este es el centro de la experiencia pascual: el encuentro con Alguien vivo, capaz de liberarnos del fatalismo y la negación, y de abrirnos un camino nuevo hacia la paz, la paz verdadera. Mirar a través de las llagas de Jesús es sumergirnos en su Pascua: muerte y resurrección.

Las primeras comunidades han intuido todo lo que significa la resurrección de su Señor y por eso son capaces de iniciar un tiempo nuevo, con el domingo como día del Señor, con la escucha y reflexión de la palabra, con una mesa puesta a disposición de todos, donde el que necesita puede tomar, donde al que le sobra puede aportar, para hacer la mesa común. No se manifestará la resurrección de Jesús en medio de nosotros si no pasa por el compartir. La Eucaristía, el Cordero hecho pan para dar vida, se hace evidente cuando “nadie pasa necesidad”, cuando nadie es excluido y cuando la Palabra se comparte.

Contemplemos hoy las llagas de Jesús que gritan resurrección, contemplemos también las señales de las primeras comunidades que tenían un solo corazón y una sola alma, y que se reunían diariamente en el templo y en las casas, compartían el pan y comían juntos con alegría y sencillez de corazón. ¿Qué señales estamos dando nosotros de resurrección? ¿Hacía a dónde nos lleva nuestra experiencia de Jesús vivo? ¿Dónde descubrimos y mostramos las llagas gloriosas? ¿Cómo es nuestra vida en comunidad y qué tan dispuestos estamos a compartir?

Señor mío y Dios mío, que pueda descubrirte en las llagas y heridas de mis hermanos para  que, amándolos y compartiendo con ellos, pueda encontrar la verdadera paz que tú me ofreces. Amén

 

 

 

 

Santa Kateri Tekakwitha, 17 de abril

Es una valiente indígena
“El lirio de los Mohawks, una valiente indígena que contravino las leyes de su tribu consagrándose a Dios por entero sin temor a perder la vida. Comparte con san Francisco de Asís el patronazgo de la naturaleza y de la ecología”

Esta primera indígena canonizada, conocida como “El lirio de los Mohawks”, nació en Ossernenon, estado de Nueva York, en 1656. Su padre pertenecía a la tribu Mohawk de la cual era jefe, y su madre a la Algonquin. La familia la completaba un hermano varón. Los tres murieron en 1660 a consecuencia de una epidemia de viruela que atacó ferozmente a todo el pueblo, diezmándolo. Kateri también contrajo la enfermedad que respetó su vida pero le desfiguró el rostro y le afectó a la vista. Una vez arrasada la aldea, que fue pasto de las llamas, se trasladó a Kahnawake y quedó bajo la tutela de dos tíos y una tía que no tenían descendencia. Uno de estos familiares no ocultaba su desprecio por la religión. La llamaban Tekakwitha por su significado: «la que pone las cosas en orden», nombre que se ganó con su eficiente trabajo sirviendo a la esposa del tío que la acogió en su casa.

En los pocos años que convivió con su madre Tagaskouita –que había conocido el catolicismo antes de ser raptada y obligada a desposarse tras una guerra entre clanes tribales–, le habló de Dios. Ella sufrió la hostilidad de su marido, que era pagano, y su inquina hacia los religiosos jesuitas. Y vivió apenada por ver a sus hijos maniatados y sin libertad de decisión para optar por el credo católico. Pero mantuvo firme su fe contra viento y marea. Kateri recordaba canciones religiosas que su madre sabía, y que entonaban juntas en casa de sus parientes.

En 1667 unos jesuitas fueron huéspedes de su tío y, aprovechando que tenía en sus manos la misión de atenderles, pudo profundizar en ese Dios amor que le bullía dentro porque ellos le hablaban de Jesús y de María. Sin embargo, no tuvo ocasión de confiarse y manifestar cuán grandes eran sus deseos de ser bautizada. Pero en 1674 otro de los jesuitas que había fundado la misión de San Pietro en Caughuawaga, el padre James de Lamberville, llegó a su tribu para evangelizar. Y Kateri vio el momento de cumplir su ardiente anhelo de convertirse en cristiana. De hecho, aunque sus tíos la prometieron a un joven guerrero, había rehusado casarse con él porque algo había en su interior, que no sabía descifrar, y que la empujaba a cumbres más altas. La ruptura del acuerdo establecido hacía años causó gran conmoción en su entorno y la mayor parte de la tribu no se lo perdonó.

Una oportuna lesión en el pie le permitió abrir su corazón al jesuita en casa de su tío, y pedirle secretamente la gracia del bautismo. Le explicó que su madre y la amiga de ella, Anastasie Tegonhatsihongo, al ser cristianas le habían enseñado algunos principios de fe, pero tenía sed de profundizar en ellos. No había dado antes este paso por temor a su familia. El sacerdote constató que Kateri no era precisamente una párvula del amor divino, sino que en la joven latían fuertemente virtudes que conforman la santidad; es decir, que el Espíritu Santo estaba actuando dentro de ella conduciéndola por el sendero de la perfección. Y en la Pascua de 1676, siempre en medio de gran cautela, la bautizó en la misión de San Pedro, cercana a la aldea. En ese momento le dieron el nombre de Kateri (Catalina).

La decisión tomada por la joven atrajo la hostilidad de la gente. Fue objeto de insultos e incluso vio amenazada su vida. Cuando el padre Lamberville se percató de que la situación que rodeaba a la muchacha era insostenible, se ocupó de sacarla de allí. Anastasie se encontraba ya en la conocida pradera de la Magdeleine en Nueva Francia, más allá del río san Lorenzo, y la esperaba con los brazos abiertos. En 1677 Kateri huyó abandonando a su tío con la ayuda de unos amigos. Logró llegar a la misión aunque para ello había tenido que recorrer más de 300 km. caminando por el bosque. Los jesuitas la consideraron un tesoro. Anastasie la instruyó en la fe y logró materializar su sueño de entregarse a la oración y a la penitencia. Le horrorizaba el pecado y se flagelaba sin compasión afligida por las faltas que hubiera podido cometer.

Convirtió los campos de maíz en el escenario ideal para rezar el rosario burlando los rigores climatológicos, sin tener en cuenta el esfuerzo que ello suponía. Mientras, en las riveras del río hacía cruces de madera. Para no importunar a quienes le daban cobijo, y llevada de su gran amor a la Eucaristía y a Jesús crucificado, se mantenía discretamente cercana a la capilla, esperando su apertura desde la madrugada. Luego permanecía allí hasta que culminaba la última misa que se oficiaba. En 1677, año en el que recibió la primera comunión, la misión de San Francisco Javier se trasladó a Sault St. Louis, cerca de Montreal en Canadá. En 1678 conoció a Marie-Thérèse TekaiaKentha, que se había convertido al catolicismo, compartiendo ambas similares anhelos de penitencia. Todo lo realizaban en común bajo la atenta mirada de su director espiritual, el padre Pierre Cholenec.

En 1679 Kateri emitió su voto de virginidad, una decisión que tenía un peso importante al proceder de una persona aborigen. Con ella dio un gran testimonio. Después de visitar un convento de religiosas en Montreal consultó si podría poner en marcha una fundación con algunas amigas, pero su confesor le hizo ver que no estaba preparada para tal empresa. Su misión fue catequizar a los niños y prestar impagable ayuda a los enfermos y ancianos; todo ello sin dejar de mortificarse. Su débil organismo no resistió tantos envites, pese a que el padre Cholenec había tenido que poner coto a sus excesos porque se temía lo peor. Y así fue. Al final, contrajo una tuberculosis que segó su vida el 17 de abril de 1680, cuando tenía 24 años. Sus últimas palabras fueron: “¡Jesús, te amo!”. La muerte liberó su rostro de las huellas de la viruela. En todo momento había dado pruebas de fe, esperanza y caridad. Fue heroica en su paciencia, resignación y alegría en el sufrimiento. Juan Pablo II la beatificó el 22 de junio de 1980, y Benedicto XVI la canonizó el 21 de octubre de 2012. Junto a san Francisco de Asís se la considera patrona de la naturaleza y de la ecología.