Servicio diario - 20 de octubre de 2020


 

TESTIMONIOS
Sant’Egidio: Marco Impagliazzo habla sobre el evento Oración por la paz
Deborah Castellano Lubov
Entrevista al presidente de la comunidad

PAPA FRANCISCO
Ceremonia del Encuentro por la Paz: Discurso del Papa Francisco
Larissa I. López
“Salvarse juntos”

PAPA FRANCISCO
Encuentro de Oración por la Paz: Homilía del Papa
Larissa I. López
“La cruz nos hace hermanos”

IGLESIA LOCAL
El Salvador: Asamblea instituye el agua como derecho humano
Cristhian Alvarenga
Palabras del arzobispo de San Salvador

PAPA FRANCISCO
Brasil: Llamada del Papa a un misionero anciano
Marina Droujinina
El P. Julio Renato Lancellotti

PAPA FRANCISCO
Encuentro de Oración por la Paz en el Espíritu de Asís: “Nadie se salva solo”
Larissa I. López
Oración y firma de llamamiento

CIUDAD DEL VATICANO
La Universidad Pontificia Antonianum otorga doctorado al patriarca Bartolomé I
Anne Kurian-Montabone
Fuerte vínculo ecuménico con el Papa

IGLESIA Y MUNDO
India, Panamá y Honduras reciben ayuda del fondo para las misiones
Gabriel Sales Triguero
Para paliar los daños de la COVID-19

ESPIRITUALIDAD
Evangelio del 25 de octubre: Reflexión del padre Antonio Rivero
Antonio Rivero
“Amar a Dios y al prójimo”

TESTIMONIOS
Santa Laura de Santa Catalina de Siena, 21 de octubre
Isabel Orellana Vilches
Anunciadora de Cristo en los pueblos indígenas


 

 

 

Sant’Egidio: Marco Impagliazzo habla sobre el evento Oración por la paz

Entrevista al presidente de la comunidad

octubre 20, 2020 14:09

Testimonios

(zenit – 20 oct. 2020)-. “En estos tiempos difíciles, se necesitan palabras de paz y esperanza que indiquen un futuro para la humanidad abrumada por la pandemia. La gente siente la necesidad de rezar”.

“La oración nos saca de nuestro victimismo, abre nuestros oídos y corazones a las necesidades de los que sufren y nos empuja a hacer algo, porque la oración está siempre en la raíz de la paz”.

“Es hora de redescubrir una fraternidad universal, de abrir los ojos a los muchos conflictos aún en curso y de hacer una invocación concertada de todas las tradiciones religiosas a Dios”.

En una entrevista exclusiva concedida a zenit en Roma, el presidente de la Comunidad de Sant’Egidio, Marco Impagliazzo, pronunció estas palabras de aliento y consuelo antes de que hoy, 20 de octubre, el Papa Francisco participe de nuevo en el Encuentro Internacional de la Comunidad de Sant’Egidio en el Espíritu de Asís de este año sobre el tema “Nadie se salva a sí mismo. Paz y Fraternidad”, promovido por la Comunidad de Sant’Egidio (presidida por Impagliazzo).

Este encuentro recuerda cada año la histórica Jornada de Oración por la Paz convocada en Asís por el Papa Juan Pablo II en 1986, con representantes de todas las religiones del mundo.

Normalmente, en los últimos eventos, se reunían cientos de líderes y representantes de las principales religiones del mundo, procedentes de más de 50 países de todo el mundo. Este año, por sensibilidad a la pandemia de COVID, la Ceremonia de Oración por la Paz tendrá lugar por la tarde en el emblemático Campidoglio de Roma con líderes interreligiosos e importantes funcionarios.

El presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, realizará una intervención. Todos los que deseen seguir a través del streaming pueden hacerlo a las 16 horas de hoy desde la página de Facebook de zenit.

Cada año desde 1987, este Encuentro de Oración por la Paz se ha celebrado en una ciudad diferente de Europa. zenit ha viajado para cubrir los últimos encuentros, incluyendo los de Bolonia y Madrid.

Este año, nuestro corresponsal se traslada desde el Vaticano al centro de Roma, dado que hace un año, antes del brote de coronavirus, se decidió que la capital italiana fuera el lugar de celebración para 2020. En esta entrevista, Impagliazzo habla sobre el significado de este encuentro en medio de una pandemia y de la publicación a principios de este mes de la nueva encíclica social del Papa Francisco, Fratelli Tutti.

También expresa sus esperanzas personales para el encuentro de este año y reflexiona acerca de la repetida presencia del Papa en este evento interreligioso, la colaboración de Francisco con la Comunidad y sus iniciativas locales e internacionales, y cómo esto no es nuevo, sino que se remonta a su época como arzobispo de Buenos Aires.

El Santo Padre “¡No ha cambiado desde que se convirtió en Papa!”, declara Impagliazzo a zenit.

A continuación, sigue la entrevista exclusiva con la corresponsal principal de zenit en el Vaticano para el encuentro anual que se celebra este año en la Ciudad Eterna.

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zenit: La Oración por la Paz de este año tiene lugar en medio de una pandemia. ¿Por qué esta reunión, aunque sea diferente a las de otros años, es especialmente significativa?

Marco Impagliazzo: El 34º encuentro interreligioso por la paz en el Espíritu de Asís tiene lugar este año en medio de la emergencia de la COVID-19 en una sola sesión, en la tarde del 20 de octubre, en Roma, en la Colina del Capitolio. Deseábamos con fuerza este día de oración por la paz y lo organizamos cumpliendo plenamente con todas las normas de higiene y salud, porque en estos tiempos difíciles, se necesitan palabras de paz y esperanza, que indiquen un futuro para la humanidad abrumada por la pandemia.

La gente siente la necesidad de rezar, como nos dimos cuenta al principio de la propagación del coronavirus, momento en el que todo estaba cerrado y muchos se unieron a nuestra oración transmitida en línea todas las tardes en el sitio web www.santegidio.org.

“Nadie se salva a sí mismo. Paz y Fraternidad”: este es el título que hemos elegido, inspirado en las palabras del Papa Francisco en la inolvidable vigilia de oración del pasado 27 de marzo en la plaza de San Pedro. Es hora de redescubrir una fraternidad universal, de abrir los ojos a los numerosos conflictos que aún están en curso y de hacer que una invocación concertada de todas las tradiciones religiosas se eleve a Dios.

 

zenit: Esta es la segunda vez que el Papa Francisco ha estado físicamente presente en este encuentro anual interreligioso (ahora en Roma, y anteriormente en Asís). Como presidente de la Comunidad, ¿qué supone esta clara cercanía del Papa? Después de todo, es poco habitual contar con la presencia repetida del Santo Padre en los eventos, y no solo lo ha hecho, sino que ha colaborado repetidamente con la Comunidad y a través de varias iniciativas….

Marco Impagliazzo: Estamos agradecidos al Papa Francisco por la amabilidad y el afecto con el que sigue tantas iniciativas de Sant’Egidio. Lo conocimos en Buenos Aires, cuando como arzobispo iba a menudo a visitar nuestras escuelas de paz en las Villas Miserias y presidía la liturgia del aniversario de la comunidad. Es un hombre de oración, atento a la gente, abierto al encuentro con todos y apasionado por la vida de las periferias.

¡No ha cambiado desde que se convirtió en Papa! Por esta razón, su primer viaje fuera de Roma fue a Lampedusa, la isla del Mediterráneo donde muchos emigrantes perdieron la vida tratando de llegar a Europa.

¿Y cómo podemos olvidar su viaje a Lesbos? En abril de 2016, desde esa isla griega que se ha convertido en un símbolo de cierre y rechazo, Francisco, junto con el patriarca Bartolomé -con quien se reunirá de nuevo esta noche en el Campidoglio-, quiso enviar un mensaje a Europa: no olvidéis a los que huyen de la guerra y del sufrimiento a las puertas de nuestro rico mundo. Desde Lesbos, quiso regresar a Roma con algunas familias sirias, acogidas en colaboración con Sant’Egidio, que recientemente había abierto el camino de la salvación de los corredores humanitarios.

 

zenit: ¿Cuál es el significado del encuentro de este año a la luz de Fratelli Tutti, la nueva encíclica social del Santo Padre sobre la fraternidad humana y la amistad social?

Marco Impagliazzo: De la encíclica Fratelli tutti viene el mensaje de que la crisis solo puede ser superada juntos. Es necesario derrotar la lógica de “sálvese quien pueda”, que – escribe el Papa – “se traducirá rápidamente al ‘todos contra todos’, y esto será peor que una pandemia”.

En el Campidoglio, los representantes de las distintas religiones darán el ejemplo de una humanidad amistosa, fraternal y solidaria humanidad, que elige permanecer unida, a pesar de las diferencias, para hacer frente al enemigo común, que es la pandemia, pero también a la violencia, el odio, la injusticia, la cultura de usar y tirar a los ancianos, principales víctimas del virus.

Por supuesto que habrá espacio para la oración, cada uno según su propia tradición, en diferentes lugares, pero después los líderes religiosos se reunirán en el mismo lugar para indicar a los representantes de las instituciones y la política, incluido el presidente de la República Italiana Sergio Mattarella, el camino hacia un futuro después de la pandemia.

Existe, en efecto, el riesgo de desanimarse, de aturdirse y de cerrarse después de estos meses duros y difíciles que están provocando una gran crisis económica y social, que afecta a la vida de muchas personas y que ha empobrecido a todos. Por esta razón, las palabras de la oración por la paz tendrán un gran significado y darán a todos más valor no solo para superar esta crisis, sino también para dar esperanza a los que han sido más afectados por ella.

 

zenit: ¿Qué frutos espera que el encuentro de este año ofrezca al mundo?

Marco Impagliazzo: Desde el Campidoglio, el Papa y los representantes de todas las Iglesias cristianas y las grandes religiones del mundo lanzarán un llamamiento a la paz y a la fraternidad, mientras todavía hay muchas guerras en el mundo.

Pienso en Siria, una guerra que se prolonga desde hace diez años ante la indiferencia general, mientras que millones de personas, entre ellas muchos cristianos, han abandonado el país; y en el norte de Mozambique, un país que nos es tan querido después de la paz firmada gracias a la mediación de Sant’Egidio, ahora golpeado por violentos atentados terroristas de yihadistas que han causado numerosas víctimas y más de 300.000 desplazados internos.

Un pensamiento especial se dirigirá a Sudán del Sur, un país con el que Francisco se comprometió personalmente, recibiendo a sus dirigentes en la Cuaresma de 2019, y con el que Sant’Egidio trabaja desde hace años por la reconciliación nacional. La semana pasada, en Roma, se llegó a un importante acuerdo de desarme, gracias a la iniciativa comunitaria. Para hacer la paz, se necesitan iniciativas de oración y de paz.

 

zenit: ¿Desea añadir algo más?

Marco Impagliazzo: Esta oración por la paz supone escuchar las voces de los muchos que sufren por las guerras y la pandemia. La oración nos saca de nuestro victimismo, abre nuestros oídos y corazones a las necesidades de los que sufren y nos empuja a hacer algo, porque la oración está siempre en la raíz de la paz.

 

 

 

 

Ceremonia del Encuentro por la Paz: Discurso del Papa Francisco

“Salvarse juntos”

octubre 20, 2020 19:55

Papa Francisco

(zenit – 19 oct. 2020)-. El Papa Francisco ha participado junto a líderes religiosos del mundo en la ceremonia del Encuentro por la Paz promovido por la Comunidad de San Egidio, titulado “Nadie se salva solo – Paz y fraternidad” en la tarde de hoy, 20 de octubre de 2020.

El Santo Padre asistió, en primer lugar, a un momento de oración ecuménica con otras confesiones cristianas en la basílica de Santa María en Aracoeli y, sucesivamente, a la ceremonia con representantes de las grandes religiones del mundo y autoridades, en la plaza romana del Capitolio.

La iniciativa de este año se desarrolló con presencia limitada de personas debido a las medidas anticontagio por el coronavirus y fue transmitida en streaming. Además, a causa de la pandemia, algunos representantes religiosos no pudieron asistir, como es el caso de gran imán de al-Azhar, Ahmed al-Tayyeb y del arzobispo de Canterbury Justin Welby.

En dicho evento final, al principio de su discurso, Francisco saludó al presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, al patriarca ecuménico Bartolomé I y al resto de personalidades religiosas y civiles congregadas.

 

“Necesitamos paz”

El Papa señaló que “el mandamiento de la paz está inscrito en lo profundo de las tradiciones religiosas” (Carta enc. Fratelli tutti, 284)” y que los creyentes “han entendido que la diversidad de religiones no justifica la indiferencia o la enemistad”.

“¡Necesitamos la paz! ¡Más paz!”, “no podemos permanecer indiferentes”, indicó el Pontífice, que considera que “poner fin a la guerra es el deber impostergable de todos los líderes políticos ante Dios” y que “la paz es la prioridad de cualquier política”.

 

“Nunca jamás la guerra”

Asimismo, el Obispo de Roma remitió a la “sabiduría profunda” de la palabra de Jesús que dijo “Basta” cuando los discípulos le mostraron dos espadas antes de la Pasión.

“Ese ‘¡basta!’” de Jesús “supera los siglos y llega con su fuerza hasta nosotros hoy: ¡basta de espadas, de armas, de violencia, de guerra!”, exclamó. Este llamamiento fue repetido por San Pablo VI ante las Naciones Unidas en 1965, afirmando: “¡Nunca jamás guerra!” y esta es “la súplica de todos nosotros, hombres y mujeres de buena voluntad”.

 

“Salvarse juntos”

Asimismo, el Papa Francisco sostiene que “ningún pueblo, ningún grupo social puede por sí solo lograr la paz, el bien, la seguridad y la felicidad. Ninguno” y que la fraternidad, que nace de la conciencia de ser una sola humanidad, “debe penetrar en la vida de los pueblos, en las comunidades, entre los gobernantes, en los foros internacionales”.

Finalmente, Francisco subrayó que la presencia de personas de distintas tradiciones religiosas para comunicar un mensaje de paz constituye una muestra de que estas no desean la guerra, y que “con la ayuda de Dios es posible construir un mundo de paz y así salvarse juntos”.

A continuación, sigue el discurso completo del Papa.

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Discurso del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas:

Es motivo de alegría y gratitud a Dios poder encontrar aquí en el Campidoglio, en el corazón de Roma, ilustres líderes religiosos, distinguidas Autoridades y numerosos amigos de la paz. Hemos rezado unos por otros por la paz. Saludo al señor presidente de la República Italiana, honorable Sergio Mattarella. Y me alegra encontrarme de nuevo con mi hermano, Su Santidad el Patriarca Ecuménico Bartolomé. Realmente aprecio que, a pesar de las dificultades del viaje, él y otras personalidades hayan deseado participar en este momento de oración. En el espíritu del encuentro de Asís, convocado por san Juan Pablo II en 1986, la Comunidad de San Egidio celebra anualmente, de ciudad en ciudad, este evento de oración y diálogo por la paz entre creyentes de diversas religiones.

En esa visión de paz había una semilla profética que, paso a paso, gracias a Dios ha ido madurando con encuentros inéditos, acciones de pacificación y nuevas ideas de fraternidad. De hecho, mirando hacia atrás, aunque lamentablemente nos encontramos en los últimos años con acontecimientos dolorosos, como conflictos, terrorismo o radicalismo, a veces en nombre de la religión, debemos reconocer los pasos fructuosos en el diálogo entre las religiones. Es un signo de esperanza que nos anima a trabajar juntos como hermanos:como hermanos. Así hemos llegado al importante Documento sobre la Fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, que firmé con el Gran Imán de al-Azhar, Ahmed al-Tayyeb, en el año 2019.

De hecho, “el mandamiento de la paz está inscrito en lo profundo de las tradiciones religiosas” (Carta enc. Fratelli tutti, 284). Los creyentes han entendido que la diversidad de religiones no justifica la indiferencia o la enemistad. En efecto, partiendo de la fe religiosa, uno puede convertirse en artesano de la paz y no en espectador inerte del mal de la guerra y del odio. Las religiones están al servicio de la paz y la fraternidad. Por eso, el presente encuentro también impulsa a los líderes religiosos y a todos los creyentes a rezar con insistencia por la paz, a no resignarse nunca a la guerra, a actuar con la fuerza apacible de la fe para poner fin a los conflictos.

¡Necesitamos la paz! ¡Más paz! “No podemos permanecer indiferentes. Hoy el mundo tiene una ardiente sed de paz. En muchos países se sufre por las guerras, con frecuencia olvidadas, pero que son siempre causa de sufrimiento y de pobreza” (Discurso en la Jornada Mundial de Oración por la Paz, Asís, 20 septiembre 2016). El mundo, la política, la opinión pública corren el riesgo de acostumbrarse al mal de la guerra, como compañero natural en la historia de los pueblos. “No nos quedemos en discusiones teóricas, tomemos contacto con las heridas, toquemos la carne de los perjudicados. […] Prestemos atención a los prófugos, a los que sufrieron radiación atómica y los ataques químicos, a las mujeres que perdieron sus hijos, a los niños mutilados o privados de su infancia” (FT, 261). En la actualidad, los dolores de la guerra también se ven agravados por la pandemia del coronavirus y la imposibilidad, en muchos países, de acceder a los tratamientos necesarios.

Mientras tanto, los conflictos continúan, y con ellos el dolor y la muerte. Poner fin a la guerra es el deber impostergable de todos los líderes políticos ante Dios. La paz es la prioridad de cualquier política. Dios le pedirá cuentas a quienes no han buscado la paz o han fomentado las tensiones y los conflictos durante tantos días, meses y años de guerra que han pasado y que han golpeado a los pueblos.

La palabra del Señor Jesús se impone por su sabiduría profunda: «Envaina la espada —Él dice—: que todos los que empuñan espada, a espada morirán» (Mt 26,52). Aquellos que acometen con la espada, quizás creyendo que resolverán rápidamente situaciones difíciles, experimentarán la muerte que viene de la espada sobre sí mismos, sobre sus seres queridos, sobre sus países. “¡Basta!” (Lc 22,38), dice Jesús cuando los discípulos le mostraron dos espadas, antes de la Pasión. “¡Basta!”: es una respuesta inequívoca a toda violencia. Ese “¡basta!” de Jesús supera los siglos y llega con su fuerza hasta nosotros hoy: ¡basta de espadas, de armas, de violencia, de guerra!

San Pablo VI repitió este llamamiento a las Naciones Unidas en 1965, afirmando: “¡Nunca jamás guerra!”. Esta es la súplica de todos nosotros, hombres y mujeres de buena voluntad. Es el sueño de todos los artesanos y buscadores de la paz, conscientes de que “toda guerra deja al mundo peor que como lo había encontrado” (FT, 261).

¿Cómo salir de conflictos estancados y gangrenosos? ¿Cómo desatar los nudos enredados de tantas luchas armadas? ¿Cómo prevenir conflictos? ¿Cómo pacificar a los señores de la guerra o a los que confían en la fuerza de las armas? Ningún pueblo, ningún grupo social puede por sí solo lograr la paz, el bien, la seguridad y la felicidad. Ninguno. La lección de la reciente pandemia, si deseamos ser honestos, es “la consciencia de ser una comunidad mundial que navega en una misma barca, donde el mal de uno perjudica a todos. Recordamos que nadie se salva solo, que únicamente es posible salvarse juntos” (FT, 32).

La fraternidad, que nace de la conciencia de ser una sola humanidad, debe penetrar en la vida de los pueblos, en las comunidades, entre los gobernantes, en los foros internacionales. De esta manera, aumentará la conciencia de que sólo podemos salvarnos juntos encontrándonos, tratándonos, evitando las peleas, reconciliándonos, moderando el lenguaje de la política y de la propaganda, desarrollando caminos concretos para la paz (cf. FT, 231).

Estamos juntos esta tarde, como personas de diferentes tradiciones religiosas, para comunicar un mensaje de paz. Esto muestra claramente que las religiones no quieren la guerra, al contrario, desenmascaran a quienes sacralizan la violencia, piden a todos que recen por la reconciliación y que actúen para que la fraternidad abra nuevos caminos de esperanza. De hecho, con la ayuda de Dios, es posible construir un mundo de paz y así, hermanos y hermanas, salvarnos juntos. Muchas gracias.

 

© Librería Editora Vaticana

 

 

 

 

Encuentro de Oración por la Paz: Homilía del Papa

“La cruz nos hace hermanos”

octubre 20, 2020 18:03

Papa Francisco

(zenit – 19 oct. 2020)-. Dios “no viene tanto a liberarnos de los problemas, que siempre vuelven a presentarse, sino para salvarnos del verdadero problema, que es la falta de amor”, dijo el Papa Francisco en la homilía del Encuentro de Oración por la Paz en el Espíritu de Asís.

Para el Santo Padre, esta carencia de amor es “la causa profunda de nuestros males personales, sociales, internacionales, ambientales. Pensar solo en sí mismo es el padre de todos los males”.

“Nadie se salva solo – Paz y Fraternidad”, es el título del 34º Encuentro de Oración por la Paz promovido por la Comunidad de Sant’Egidio, que se ha llevado a cabo en Roma hoy, 20 de octubre de 2020.

 

Ausencias por la pandemia

La iniciativa de este año se desarrolló con presencia limitada de personas debido a las medidas anticontagio por el coronavirus y fue transmitida en streaming. Además, a causa de la pandemia, algunos representantes religiosos no pudieron asistir, como es el caso de gran imán de al-Azhar, Ahmed al-Tayyeb y del arzobispo de Canterbury Justin Welby.

En torno a las 16 horas de la tarde en Roma, los líderes de las grandes religiones del mundo rezaron en lugares separados dentro de la Ciudad Eterna para después congregarse en la ceremonia común celebrada en la plaza del Capitolio.

El Papa y cristianos de otras confesiones rezaron junto con el patriarca de Constantinopla Bartolomé I y los representantes de las diversas iglesias ortodoxas y protestantes.

 

“Sálvate a ti mismo”

Francisco, en la homilía que pronunció durante el momento de oración, tras mencionar el pasaje bíblico sobre la Pasión de Jesús, habló de la tentación del “Sálvate a ti mismo”, esto es, “la tentación de pensar solo en protegerse a sí mismo o al propio grupo, de tener en mente solamente los propios problemas e intereses, mientras todo lo demás no importa”.

Repasando varios momentos en los que las personas llaman a Jesús a salvarse a sí mismo por egoísmo, Francisco destaca que “el ‘evangelio’ del sálvate a ti mismo no es el Evangelio de la salvación. Es el evangelio apócrifo más falso, que carga las cruces sobre los demás. El Evangelio verdadero, en cambio, carga con las cruces de los otros”.

 

“La cruz nos hace hermanos”

En este sentido, el Pontífice recordó que en el Calvario tuvo lugar “el gran duelo entre Dios que vino a salvarnos y el hombre que quiere salvarse a sí mismo; entre la fe en Dios y el culto al yo; entre el hombre que culpa y Dios que perdona”.

De la cruz, “brota el perdón, renace la fraternidad: ‘La cruz nos hace hermanos’”, aclaró, y los brazos de Jesús, abiertos en la cruz, “marcan un punto de inflexión, porque Dios no señala con el dedo a nadie, sino que abraza a todos”.

“Porque solo el amor apaga el odio, solo el amor vence a la injusticia. Solo el amor deja lugar al otro. Sólo el amor es el camino para la plena comunión entre nosotros”, subrayó.

Por todo ello, el Obispo de Roma exhortó a pedir al crucificado “la gracia de estar más unidos, de ser más fraternos” y a que cuando estemos tentados de seguir la lógica del mundo, “recordemos las palabras de Jesús: ‘Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará’ (Mc 8,35)”.

 

“Hacernos otros” para salvarnos

“Lo que a los ojos de los hombres es una pérdida, para nosotros es salvación. Aprendamos del Señor, que nos ha salvado despojándose de sí mismo, haciéndose otro”.

También a nosotros, el Señor nos invita a “hacernos otros”, a ir al encuentro de los demás, pues “cuanto más unidos estemos al Señor Jesús, seremos más abiertos y ‘universales’”, porque nos sentiremos “responsables de los demás”.

De este modo, “el otro será el camino para salvarse a sí mismo: cada semejante, cada ser humano, cualquiera sea su historia o su religión”, comenzando por los pobres, los más parecidos a Jesús.

A continuación, sigue la homilía completa del Papa.

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Homilía del Santo Padre

Es un don rezar juntos. Agradezco y saludo con afecto a todos vosotros, en particular a Su Santidad el Patriarca Ecuménico, mi hermano Bartolomé y al querido Obispo Heinrich, Presidente del Consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania. Desafortunadamente, el Reverendísimo Arzobispo de Canterbury Justin no pudo venir debido a la pandemia.

El pasaje de la Pasión del Señor que hemos escuchado se sitúa poco antes de la muerte de Jesús y habla de la tentación que se cierne sobre Él, exhausto en la cruz. Mientras vive el momento del dolor y del amor más extremo, muchos, sin piedad, lanzan unas palabras contra Él: “Sálvate a ti mismo” (Mc 15,30). Es una tentación crucial, que nos amenaza a todos, también a nosotros, cristianos. Es la tentación de pensar sólo en protegerse a sí mismo o al propio grupo, de tener en mente solamente los propios problemas e intereses, mientras todo lo demás no importa. Es un instinto muy humano, pero malo, y es la última provocación al Dios crucificado.

Sálvate a ti mismo. Lo dicen primero “los que pasaban” (v. 29). Era gente común, que había escuchado hablar a Jesús y lo habían visto hacer prodigios. Ahora le dicen: “Sálvate a ti mismo bajando de la cruz”. No tenían compasión, sino ganas de milagros, de verlo bajar de la cruz. Quizás también nosotros preferiríamos a veces un dios espectacular más que compasivo, un dios potente a los ojos del mundo, que se impone con la fuerza y desbarata a quien nos odia. Pero esto no es de Dios, es nuestro yo. Cuántas veces queremos un dios a nuestra medida, más que llegar nosotros a la medida de Dios; un dios como nosotros, más que llegar a ser nosotros como Él. Pero así, en vez de la adoración a Dios preferimos el culto al yo. Es un culto que crece y se alimenta con la indiferencia hacia el otro. A los que pasaban, de hecho, Jesús les interesaba sólo para satisfacer sus antojos. Pero, reducido a un despojo en la cruz, ya no les interesaba más. Estaba delante de sus ojos, pero lejos de su corazón. La indiferencia los mantenía distantes del verdadero rostro de Dios.

Sálvate a ti mismo. En un segundo momento, dan un paso al frente los jefes de los sacerdotes y los escribas. Eran los que habían condenado a Jesús porque representaba un peligro. Pero todos somos especialistas en colgar en la cruz a los demás con tal de salvarnos a nosotros mismos. Jesús, en cambio, se deja clavar para enseñarnos a no descargar el mal sobre los demás: “A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar” (v. 31). Conocían a Jesús, recordaban sus curaciones y las liberaciones que había realizado, y relacionan todo esto con malicia: insinúan que salvar, socorrer a los demás no conduce a ningún bien; Él, que se había entregado tanto por los demás, se está perdiendo a sí mismo. La acusación es sarcástica y se reviste de términos religiosos, usando dos veces el verbo salvar. Pero el “evangelio” del sálvate a ti mismo no es el Evangelio de la salvación. Es el evangelio apócrifo más falso, que carga las cruces sobre los demás. El Evangelio verdadero, en cambio, carga con las cruces de los otros.

Sálvate a ti mismo. Al final, incluso los crucificados que estaban junto a Jesús se unen al clima de hostilidad contra Él. ¡Qué fácil es criticar, hablar en contra, ver el mal en los demás y no en uno mismo, hasta llegar a descargar las culpas sobre los más débiles y marginados! Pero, ¿por qué los crucificados se ensañan con Jesús? Porque no los quita de la cruz. Le dicen: “Sálvate a ti mismo y a nosotros” (Lc 23,39). Sólo buscan a Jesús para resolver sus problemas. Pero Dios no viene tanto a liberarnos de los problemas, que siempre vuelven a presentarse, sino para salvarnos del verdadero problema, que es la falta de amor. Esta es la causa profunda de nuestros males personales, sociales, internacionales, ambientales. Pensar sólo en sí mismo es el padre de todos los males. Pero uno de los ladrones observa a Jesús y ve en Él el amor humilde. Y obtiene el cielo haciendo una sola cosa: cambiando la atención de sí mismo a Jesús, de sí mismo a quien estaba a su lado (cf. v. 42).

Queridos hermanos y hermanas: En el Calvario tuvo lugar el gran duelo entre Dios que vino a salvarnos y el hombre que quiere salvarse a sí mismo; entre la fe en Dios y el culto al yo; entre el hombre que culpa y Dios que perdona. Y llegó la victoria de Dios, su misericordia descendió en el mundo. De la cruz brota el perdón, renace la fraternidad: “La cruz nos hace hermanos” (Benedicto XVI, Palabras al final del Vía Crucis, 21 marzo 2008). Los brazos de Jesús, abiertos en la cruz, marcan un punto de inflexión, porque Dios no señala con el dedo a nadie, sino que abraza a todos. Porque sólo el amor apaga el odio, sólo el amor vence a la injusticia. Sólo el amor deja lugar al otro. Sólo el amor es el camino para la plena comunión entre nosotros.

Miremos a Dios crucificado, y pidámosle a Dios crucificado la gracia de estar más unidos, de ser más fraternos. Y cuando estemos tentados de seguir la lógica del mundo, recordemos las palabras de Jesús: “Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará” (Mc 8,35). Lo que a los ojos de los hombres es una pérdida, para nosotros es la salvación. Aprendamos del Señor, que nos ha salvado despojándose de sí mismo (cf. Flp 2,7), haciéndose otro: de Dios hombre, de espíritu carne, de rey siervo. También a nosotros nos invita a “hacernos otros”, a ir al encuentro de los demás. Cuanto más unidos estemos al Señor Jesús, seremos más abiertos y “universales”, porque nos sentiremos responsables de los demás. Y el otro será el camino para salvarse a sí mismo: cada semejante, cada ser humano, cualquiera sea su historia o su religión. Comenzando por los pobres, por los más parecidos a Cristo. El gran arzobispo de Constantinopla, san Juan Crisóstomo escribió que “si no hubiera pobres, en gran parte sería destruida nuestra salvación” (Sobre la 2.a Carta a los Corintios, 17,2). Que el Señor nos ayude a transitar juntos el camino de la fraternidad, para ser testimonios creíbles del Dios vivo.

 

(C) Librería Editora Vaticana

 

 

 

 

El Salvador: Asamblea instituye el agua como derecho humano

Palabras del arzobispo de San Salvador

octubre 20, 2020 10:49

Iglesia Local

(zenit – 20 octubre 2020).- El arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas, en conferencia de prensa el pasado domingo 18 de octubre, expresó una felicitación al esfuerzo incansable de la sociedad para que se reconociera el derecho humano al agua y al saneamiento para El Salvador.

La Asamblea Legislativa de El Salvador aprobó por unanimidad, con 78 votos a favor y ningún voto en contra, la reforma de la Constitución de la República para reconocer el agua como bien público y derecho humano. Según la legislación salvadoreña, después de esta sesión del 15 de octubre, la reforma deberá ser ratificada por la próxima legislatura y por lo tanto podrá entrar en vigencia a partir de 2021, tras las elecciones parlamentarias.

Según informó la oficina de prensa del arzobispado de San Salvador, Monseñor José Luis Escobar Alas, presidente de la Conferencia Episcopal Salvadoreña, agradeció a las autoridades y expresó la satisfacción de la comunidad nacional y de la Iglesia por la aprobación de la reforma constitucional.

 

Demanda por la ley de aguas

“Exigimos una vez más, a la Asamblea Legislativa, que apruebe la ley general de aguas, proyecto de ley que la Comisión de Medio Ambiente y Cambio Climático ya había aprobado casi todo su articulado, pero que últimamente ha sido suspendida su aprobación”, expresa el comunicado.

Reafirma además que “la sociedad con todo derecho demanda la aprobación de esa Ley, la que garantice precisamente el acceso al agua y su saneamiento, y que la administración de ese vital liquido sea justa y de carácter público con participación ciudadana”.

En la nota las autoridades eclesiales solicitan “una vez más al honorable Gobierno de la República, que proteja el Valle de Ángel con su reservorio hídrico y que no permita la destrucción de tan importante y necesaria fuente de abastecimiento de agua, para las personas que habitan esa zona y para el gran San Salvador”.

 

Reforma a la Constitución Política

Durante la conferencia de prensa el arzobispo Alas dijo que estaba de acuerdo en que se reformen algunos artículos de la Constitución salvadoreña, un día después de que el Gobierno presentara un equipo que estudiará los cambios que se propondrán.

“Yo creo que algunos puntos será bueno reformar en la Constitución, porque la Constitución fue promulgada por la constituyente del 83 en un ambiente de guerra y según he escuchado a los entendidos eso hizo que se quedaran algunos puntos que no son la mejor manera de establecerse”, indicó.

“Creo que está bien que se reforme con todo el cuidado que debe tener eso y que no solo participen los expertos, sino también se escuche al pueblo”, agregó.

Además, sugirió cambiar el artículo que protege a los funcionarios enjuiciados por enriquecimiento ilícito y señala una prescripción de diez años. Así como el que establece que una sociedad solo puede ser representada por partidos políticos.

Finalmente, reiteró que la no reelección del presidente es uno de los artículos pétreos, es decir, inalterables, y “eso no está en juego”, y si se intentara cambiar habría consecuencias graves.

 

 

 

 

Brasil: Llamada del Papa a un misionero anciano

El P. Julio Renato Lancellotti

octubre 20, 2020 16:36

Papa Francisco

(zenit – 19 oct. 2020)-. El Papa Francisco pidió “que no nos desanimemos y que tengamos valor, como Jesús, para estar siempre con los pobres”, indicó el P. Julio Renato Lancellotti, vicario episcopal para la pastoral de la gente de la calle en la arquidiócesis de Sao Paulo, Brasil, quien recibió una llamada telefónica sorpresa el 10 de octubre de 2020.

Al día siguiente, el Santo Padre se refirió a esta llamada en el Ángelus que presidió en la plaza de San Pedro: “Anoche conseguí llamar por teléfono a un viejo sacerdote italiano, misionero desde su juventud en Brasil, pero que sigue trabajando con los excluidos, con los pobres. Y vive su vejez en paz: ha pasado su vida con los pobres. Esta es la Madre Iglesia, la mensajera de Dios que va a la encrucijada”.

El sacerdote, que lleva más de 30 años viviendo en Brasil al servicio de los pobres, había escrito al Papa a finales de septiembre. Según una declaración publicada en portugués en el sitio web de la arquidiócesis de Sao Paolo, el Papa se presentó: “Soy el Papa Francisco”, preguntando al sacerdote si deseaba hablar en español o italiano.

“El Papa Francisco… me habló con toda sencillez y cercanía, haciéndome preguntas sobre la gente de la calle”, dijo el sacerdote. “El Papa dijo que nos acompaña con cariño, que conoce las dificultades que estamos atravesando”. “Pidió que su amor y cercanía se transmitiera a todos los desamparados y que todos rezaran por él”. “Él también reza por todos nosotros”, concluyó el sacerdote.

Su carta, que llegó al escritorio del Pontífice argentino en septiembre, estaba acompañada de fotos que ilustraban la situación en Sao Paulo, agravada por la pandemia. El P. Julio describe su vida cotidiana con los que viven en las calles de esta ciudad brasileña de más de 12 millones de personas.

La misiva concluye pidiendo una bendición que el misionero quisiera recibir en persona, lamentando no poder viajar a Roma.

 

 

 

 

Encuentro de Oración por la Paz en el Espíritu de Asís: “Nadie se salva solo”

Oración y firma de llamamiento

octubre 20, 2020 20:42

Papa Francisco

(zenit – 19 oct. 2020)-. El Papa Francisco ha participado en el Encuentro de Oración por la Paz en el espíritu de Asís titulado “Nadie se salva solo – Paz y fraternidad”, promovido por la Comunidad de San Egidio de Roma hoy, 20 de octubre de 2020.

Este encuentro recuerda cada año la histórica Jornada de Oración por la Paz convocada en Asís por el Papa Juan Pablo II en 1986, con representantes de todas las religiones del mundo.

El evento de este año se desarrolló con presencia limitada de personas debido a las medidas anticontagio por el coronavirus y fue transmitido en streaming. Además, a causa de la pandemia, algunos representantes religiosos no pudieron asistir, como es el caso de gran imán de al-Azhar, Ahmed al-Tayyeb y del arzobispo de Canterbury Justin Welby.

 

Momento de oración

En torno a las 16 horas de la tarde en Roma, los líderes religiosos rezaron en lugares separados. El Santo Padre Francisco y cristianos de otras confesiones rezaron junto con el patriarca de Constantinopla Bartolomé I y los representantes de las diversas iglesias ortodoxas y protestantes.

Los judíos oraron en la Sinagoga, los musulmanes en los locales de los Museos Capitolinos, así como los budistas y los representantes de las religiones orientales.

En este momento de oración, intervinieron Heinrich Bedford-Strohm, presidente del Consejo de la Iglesia Evangélica de Alemania y el patriarca Bartolomé I.

 

Homilía del Papa

El Papa pronunció una homilía en la que subrayó que en el Calvario tuvo lugar “el gran duelo entre Dios que vino a salvarnos y el hombre que quiere salvarse a sí mismo; entre la fe en Dios y el culto al yo; entre el hombre que culpa y Dios que perdona”.

De la cruz, “brota el perdón, renace la fraternidad: ‘La cruz nos hace hermanos’”, aclaró, y los brazos de Jesús, abiertos en la cruz, “marcan un punto de inflexión, porque Dios no señala con el dedo a nadie, sino que abraza a todos”.

En este acto se encendieron velas leyendo los nombres de los países del mundo por los cuales se invoca el don de la paz (Siria, Afganistán, Bielorrusia, Burundi, Colombia, Burkina Faso, Irak, Libano, México, Nigeria…).

 

Ceremonia final

Después de presidir dicho momento de oración, Francisco acudió a la ceremonia final con los representantes de las grandes religiones del mundo en la plaza del Capitolio.

A lo largo del acto, se sucedieron los discursos de Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de Sant’Egidio, del presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, y de los líderes religiosos presentes.

 

“Necesitamos la paz”

Por último, el Pontífice pronunció su discurso. En él, subrayó que “¡Necesitamos la paz! ¡Más paz!”, “no podemos permanecer indiferentes” y que “poner fin a la guerra es el deber impostergable de todos los líderes políticos ante Dios” y que “la paz es la prioridad de cualquier política”.

Asimismo, el Sucesor de Pedro sostiene que “ningún pueblo, ningún grupo social puede por sí solo lograr la paz, el bien, la seguridad y la felicidad. Ninguno” y que la fraternidad, que nace de la conciencia de ser una sola humanidad, “debe penetrar en la vida de los pueblos, en las comunidades, entre los gobernantes, en los foros internacionales”.

 

Llamamiento por la Paz

A continuación, tras visionar un video sobre los dolores del mundo, tuvo lugar un minuto de silencio en memoria de las víctimas de la pandemia y de todas las guerras. Inmediatamente después se leyó el Llamamiento por la Paz Roma 2020.

Los líderes religiosos entregaron a un grupo de niños, que representaban a los diferentes pueblos y culturas del mundo, el texto del llamamiento. Los pequeños, a su vez, brindaron el documento a los embajadores y representantes de la política nacional e internacional situados en las primeras filas

La reunión finalizó con el encendido del candelabro de la paz por parte del Obispo de Roma y los líderes religiosos, así como con la firma del llamamiento por todos ellos y el signo de la paz.

 

Francisco en la edición 2016

El Papa Francisco participó en la edición 2016 de la Oración por la Paz, que tuvo lugar en Asís con motivo del 30º aniversario de la primera reunión.

“Que se abra en definitiva una nueva época, en la que el mundo globalizado llegue a ser una familia de pueblos” fue el llamamiento del Pontífice por la paz en esa ocasión.

 

 

 

 

La Universidad Pontificia Antonianum otorga doctorado al patriarca Bartolomé I

Fuerte vínculo ecuménico con el Papa

octubre 20, 2020 10:27

Ciudad del Vaticano

(zenit – 20 octubre 2020).- La Pontificia Universidad Antonianum otorgará un Doctorado Honoris Causa en Filosofía al patriarca ecuménico de Constantinopla Bartolomé I el 21 de octubre de 2020, según informó Radio Vaticana.

El cardenal secretario de Estado Pietro Parolin, número dos del Vaticano, dará un discurso en la ceremonia, que marcará la inauguración del año académico. El ministro general de los Franciscanos y el gran canciller de la Universidad, Michael Anthony Perry, también estarán presentes.

Al otorgar este doctorado, la universidad destaca “el fuerte vínculo ecuménico entre Francisco y Bartolomé I, que se cita en la encíclica Laudato si’ por su preocupación por el amparo de la creación, especial atención que también está presente en el magisterio del Papa.

El Papa Francisco y el patriarca ortodoxo griego han tenido muchos momentos juntos, como el viaje a Tierra Santa en mayo de 2014, la oración por la paz en Jerusalén en junio del mismo año, la visita a los refugiados de la isla de Lesbos en abril de 2016 o el encuentro ecuménico de Bari en julio de 2018.

Hoy, 20 de octubre, el patriarca Bartolomé I participará en el Encuentro ecuménico e interreligioso por la Paz, que tendrá lugar en Roma, en el Capitolio, con el Papa Francisco.

 

 

 

 

India, Panamá y Honduras reciben ayuda del fondo para las misiones

Para paliar los daños de la COVID-19

octubre 20, 2020 13:19

Iglesia y Mundo

(zenit – 20 octubre 2020).- Países como India, Honduras y Panamá han recibido las ayudas necesarias del fondo de emergencia de las Obras Misionales Pontificias (OMP) para las misiones, que estableció el Papa Francisco el pasado mes de abril, destinadas fundamentalmente a paliar los daños generados por la COVID-19, informa la agencia vaticana Fides.

Las últimas ayudas del fondo de emergencia se han enviado a varias circunscripciones eclesiásticas de la India: a la diócesis de Daltonganj para ayudar con la compra y distribución de kits para niños y los gastos de funcionamiento de 23 parroquias; a la diócesis de Khunti para actividades de formación, encuentros y seminarios; y a la diócesis de Jalpaiguri para formación en línea.

La diócesis de Baruipur las utilizará para apoyar a las familias más necesitadas y vulnerables; la arquidiócesis de Patna y la diócesis de Kohima con el fin de abordar las diferentes necesidades a las que se enfrentan después de la pandemia; la diócesis de Purnea para sostener las actividades educativas y la diócesis de Aizawl las destinará a la formación profesional de jóvenes tribales.

Del mismo modo, se han asignado recursos a países de Latinoamérica. En Panamá, a la diócesis de Colon-Kuna Yala y a la Prelatura Territorial de Bocas del Toro, con el objetivo de contribuir a sus necesidades a raíz de los efectos de la COVID-19.

En Honduras, por su parte, las ayudas destinadas a la diócesis de La Ceiba servirán para apoyar a las parroquias, ahora carentes de recursos, así como a los sacerdotes, y la formación de religiosos y laicos. Asimismo, los fondos enviados a la diócesis de Trujillo se emplearán para apoyar a 1.000 familias en 4 comunidades.

 

Fondo OMP frente a la COVID-19

El pasado mes de abril, el Santo Padre creó un fondo de emergencia en las Obras Misionales Pontificias con la misión de dar soporte vital a personas y comunidades que estuvieran sufriendo de forma trágica la propagación del coronavirus.

Se trata de una contribución cuya finalidad es “sostener la presencia de la Iglesia en los territorios de misión, que también sufren las consecuencias del virus, a través de la actividad de la Iglesia de predicación del Evangelio y de ayuda práctica”.

 

 

 

 

Evangelio del 25 de octubre: Reflexión del padre Antonio Rivero

“Amar a Dios y al prójimo”

octubre 20, 2020 09:58

Espiritualidad

Comentario del Evangelio del domingo 25 de octubre de 2020, Domingo XXX del Tiempo Ordinario, escrito por el padre Antonio Rivero L.C. En su columna, titulada “En el amor está toda la plenitud de la ley: amor a Dios y amor al prójimo”, habla sobre el amor como fundamento de toda la Ley de Dios.

 

DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO

Ciclo A

Textos: Ex 22, 20-26; 1 Tes 1, 5-10; Mateo 22, 34-40

 

Idea principal: El primer mandamiento es amar a Dios. El segundo, amar al prójimo.

Síntesis del mensaje: la pregunta de ese doctor de la ley a Jesús en el evangelio de hoy sobre cuál es el mandamiento más grande de la ley es muy oportuna, pues los judíos tenían centenares de preceptos: exactamente 365 “negativos” (empiezan con un “no…”) y 248 “positivos” (comienzan con un “debes…”).

Toda sociedad organizada tiende a multiplicar con el tiempo sus leyes y normas, y a veces sin necesidad. Y hoy Jesús nos da la clave para ser cristianos: dos mandamientos que se reducen al amor; amar a Dios y amar al prójimo.

 

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, el amor a Dios no consiste en sentir el vértigo de lo divino: el regusto espiritual en una comunión, dos emociones temblorosas, tres avemarías nocturnas, cuatro lágrimas, cinco procesiones…y nueve primeros viernes de mes. No. Amar a Dios es centrar mi vida en Dios: qué piensa Dios, qué dice Dios, qué quiere Dios…Y yo lo mismo.

Qué me pide Dios a mí, ¡no al vecino!, ahora ¡sin darle largas!, ya, ¡sin hacerme el sordo! Y aquí está, obras, que eso es el amor. Amar a Dios es abandonar los ídolos y convertirnos al Dios vivo y verdadero, para servirlo (segunda lectura).

En segundo lugaramar a los demás es centrar mi vida en los demás: una aceptación (son como son), un respeto (son lo que son), una transigencia (son como pueden), una tolerancia (no dan más de sí), un compromiso forajido por su pan, su justicia, su escuela, sus seguros, su libertad. Obras, y lo que no sean obras es pecado, egoísmo, cuento. Se trata, pues, de dar y darse, de negarse y abnegarse, de salir del yo y pasar al tú.

Llegar a poder decir con honradez: “Te quiero”. No “me gustas”, cuya traducción honrada es “te deseo”, “te necesito”, “me apeteces”, “la cuenta que me tienes”, etc…que pertenecen al lenguaje zoológico e instintivo. Amar a los demás es cuidar a las viudas y a los huérfanos, dar dinero al pobre, cubrir al desnudo (primera lectura).

 Finalmente, todo lo que no sea interpretar así el mandamiento del doble amor es un error, un egoísmo y un pecado. Es decir, firmar de pagano por la vida. Si amamos en estos dos vertientes, podremos decir con san Agustín:  “Ama y haz lo que quieras. Si te callas, calla por amor; si perdonas, perdona por amor; ten la raíz del amor en el fondo de tu corazón: de esta manera solamente puede salir lo que es bueno” (Comentario a la Primera Epístola de S. Juan, 7).

Y para aprender a amar tenemos que mirar a Cristo, expresión viva de este precepto del amor. Con su propia vida nos ha enseñado el mandamiento único de la caridad que tiene, como una moneda, las dos caras que ya hemos explicado: el amor a Dios y el amor al prójimo. Cristo amó ante todo a su Padre, en la aceptación y cumplimiento perfecto de su voluntad, entregando su vida para reparar la gloria de Dios conculcada por los hombres y así saldar nuestra deuda contraída, que era muy alta.

Y amó a los hombres, haciéndose carne para salvarnos y perdonando de este modo nuestros pecados. “No hay otra causa de la Encarnación sino esta sola: nos vio derribados en tierra y que íbamos a padecer, oprimidos por la tiranía de la muerte, y se compadeció de nosotros” (San Juan Crisóstomo).

Para reflexionar: ¿puedo decir que amo a Dios sobre todas las cosas? ¿Cómo lo demuestro: sólo con palabras o también con obras, “pues obras son amores y no buenas razones”? ¿Puedo decir que amo al prójimo, mínimo como a mí mismo? ¿Puedo decir que amo al prójimo como Cristo lo ama? ¿Lo demuestro con mi paciencia, bondad, misericordia, donación, preocupación sincera por él, ayuda concreta?

Para rezarSeñor, que me deje amar por ti, para que después pueda amarte como te mereces y amar al prójimo, como tú lo amas. Perdóname tanto egoísmo en mi vida, que es lo contrario del amor. Que tome conciencia que al final de mi vida “me examinarán del amor”. Amén.

 

Para cualquier duda, pregunta o sugerencia, aquí tienen el email del padre Antonio, arivero@legionaries.org

 

 

 

 

Santa Laura de Santa Catalina de Siena, 21 de octubre

Anunciadora de Cristo en los pueblos indígenas

octubre 20, 2020 09:00

Testimonios

 

“Fundadora de las Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena. Enalteció el papel de la mujer y evangelizó a los indígenas, negros y mestizos de Colombia, su país”

Laura Montoya Upegui nació en Jericó, Antioquia, Colombia, el 26 de mayo de 1874; era la pequeña de tres hermanos. La elección de su nombre de pila fue acertado, como ella misma reconoció relacionando la connotación de inmortalidad que lleva consigo el laurel, de donde aquél proviene, con la estela de la caridad perpetua concebida por el Padre para sus hijos. Éste fue el amor que ella conquistó vivificando la gracia que recibió en el bautismo, sacramento sobre el que reflexionó ocupándose de plasmar el hondo significado que tenía en su acontecer.

Cuando tenía 2 años por sus convicciones religiosas asesinaron a su padre, Juan de la Cruz, médico y comerciante, hombre de fe, defensor de los débiles. Expoliados sus bienes, la familia se vio abocada a la pobreza, pero sin resentimientos; Dolores, la madre, inculcó a todos el perdón. Sus abuelos acogieron a Laura forzados por la situación. Al momento de tomar la primera comunión se fijó en cuestiones nimias que agrandó llevada de su espíritu infantil. Le molestó tener que ayunar, que le rezaran al oído, y el sabor del Cuerpo de Cristo, que imaginó sería distinto. Tales sentimientos pueriles pronto fenecieron.

A los 11 años inició estudios con muchachas pudientes en un prestigioso centro. Vivía en un hogar de huérfanos regido por una tía suya religiosa y fundadora. La diferencia de clases le hizo pasar momentos difíciles. Mientras cuidaba a un familiar enfermo, leyó textos espirituales y emergió su vocación carmelita. Cuando su abuelo falleció, la situación económica empeoró, y vieron oportuno que estudiase magisterio en Medellín. Tenía 16 años. Fue una etapa en la que mostró su madurez, acrisolada por tan precoces sufrimientos, como pudo constatarse en el manicomio que dirigió aceptando el ofrecimiento de su tía, y donde residió mientras cursaba estudios con una beca. En 1893 obtuvo el título de maestra. A partir de entonces inició una fecunda labor pedagógica por centros de Amalfi, Fredonia, Santo Domingo y Medellín; en esta ciudad, en 1897 asumió el cargo de vicedirectora del colegio de la Inmaculada destinado a hijas de familias con recursos. Supo por un sacerdote que en las proximidades de Jardín (Antioquia) se hallaba la reserva india de Guapa. Y la posibilidad de trabajar y convivir con los indígenas hizo que respondiera afirmativamente a la oferta que éste le planteó de fundar una escuela allí. Así comenzó la labor apostólica que signaría su vida. Dio realce al papel de la mujer en una sociedad que la ninguneaba, mostrando que era un valor seguro para difundir el Evangelio.

Los inconformistas, cargados de prejuicios y cegueras, se ocuparon de cubrirla de sinsabores. El rechazo social que atrajo su labor, se empañó aún más tras la publicación en 1905 de la novela Hija espiritual. En esta obra, de cariz tendencioso, Laura era más que una simple referencia. Aunque inicialmente la sociedad medellinense y la Iglesia se puso en su contra, cuando la joven dio réplica por carta, con humildad y de forma inteligentísima, le tendieron la mano. Entonces el autor se apresuró a desmentir que estuviera aludiendo a ella en su libro. Pero a la santa le negaron todo. Parecía que con ayuda de Gregorio, un hombre de color que construyó un horno, y la venta del pan que amasara, iban a salir adelante, pero él murió. Laura le lloró como se hace con un hermano: “¡A ese hombre negro le debíamos el pan! Quedamos perfectamente establecidas. ¡Por supuesto que mi dolor era mayor por no haber sabido lo que tenía en la casa! ¡Así mueren los santos que han preferido la humillación a todo! Supe que Gregorio comulgaba todos los días pero nadie lo sabía porque lo hacía en la misa de 4 (a.m.) y cambiaba de Iglesia todos los días…”.

En 1907 dio clases en Marinilla. Inició su labor con los indígenas de Antioquia sin perder su vocación carmelita. Incomprendida por las autoridades eclesiásticas, se dirigió a los poderes públicos solicitando apoyo. Al ver que no tenía eco su petición de defensa de esas comunidades, ni siquiera en distintas órdenes religiosas, escribió al presidente y después al papa Pío X. Fue en 1914 cuando contó con la autorización de Mons. Maximiliano Crespo, obispo de Santa Fe de Antioquia. Y con cinco mujeres, entre otras su madre, se dedicó a catequizar en Dabeiba. Fue el origen de su fundación. Como pidió Dios le proporcionó mujeres que no temieron el clima, las fatigas de la selva y los farragosos viajes en canoa en los que debían sortear muchos riesgos. Cuando llegó el momento de profesar como religiosa, a instancias de este prelado conservó el nombre de Laura. Compartió su fe con el pueblo de Urabá, sin importarle las dificultades que se presentaron, incluida la oposición de los jefes de la tribu. Y arrebató la conversión de numerosos aborígenes que se bautizaron en distintos departamentos del país. San Pedro de Uré fue la sexta fundación dirigida a negros y a mestizos. Nuevamente conllevó grandes dificultades y oposiciones de varios eclesiásticos.

En 1924 fue elegida superiora general. De ella se dijo que “el espíritu de oración y unión con Dios que poseía… inspiraba respeto a cuantos la contemplaban”. En 1930 viajó por Roma y manifestó: “Tuve fuerte deseo de tener tres largas vidas: La una para dedicarla a la adoración, la otra para pasarla en las humillaciones y la tercera para las misiones; pero al ofrecerle al Señor estos imposibles deseos, me pareció demasiado poco una vida para las misiones y le ofrecí el deseo de tener un millón de vidas para sacrificarlas en las misiones entre infieles! Mas, ¡he quedado muy triste! y le he repetido mucho al Señor de mi alma esta saetilla: ¡Ay! Que yo me muero al ver que nada soy y que te quiero!”. Escribió más de treinta libros. Fue condecorada con la Cruz de Boyacá en 1939. Estuvo en silla de ruedas los últimos nueve años de su vida y murió acuciada por intensos sufrimientos el 21 de octubre de 1949. Juan Pablo II la beatificó el 25 de abril de 2004. Francisco la canonizó el 12 de mayo de 2013.