[Ésta es la quinta entrega de la serie Charlas
Matrimoniales, del Padre Antonio Rivero]
Artículos precedentes:
La fuerza del
amor
Tu familia
La barca del
matrimonio
Las estaciones en el matrimonio
1) Reflexionar en lo sagrado del matrimonio a los ojos de Dios
Es un camino de realización personal y es sagrado porque viene de Dios,
y lo que Dios quiere es siempre bueno. Es sagrado porque Cristo lo elevó
a sacramento. Es el símbolo del amor de Dios a la humanidad. Es muy
provechoso leer la carta a los Efesios.
2) Estar dispuesto a dar y a recibir
Cada uno tiene un tesoro que debe estar dispuesto a compartir con el
otro, cada uno tiene características propias que debe poner al servicio
del otro. La mujer es más intuitiva, generosa, delicada, tierna, con más
tacto. El hombre es más pragmático, racional, firme. Mutuamente deben
compenetrarse y complementarse en las carencias de cada uno. Hay que dar
y recibir. Si sólo damos, nos vaciamos; si sólo recibimos, somos
egoístas. El amor es dar y recibir.
3) Desvivirse en detalles para con el otro
El detalle es la esencia, el extracto del amor. “Dime qué detalles
tienes con tu esposo/a y te diré cómo es tu amor”.
Detalles que le pediría una esposa al esposo:
• No te quejes de estar agotado por el trabajo
• No interrumpas mi conversación mientras estoy hablando
• Después de una discusión no pases tres días sin hablarme, enojado
• No me recuerdes continuamente mis faltas pasadas
• De vez en cuando dime que me encuentro linda, agradable
• Durante el desayuno, la cena préstame atención que no soy una pared
• Háblame un poco de lo que vas a hacer, aunque sea trivial
• Preocúpate por tus hijos cuando llegas a casa
• Colabora en las tareas de la casa
• Algún día en especial llévame a cenar fuera
• Dame un beso al despedirte
Detalles que un esposo pediría a su mujer:
• Llena mis tiempos de descanso con calma y sosiego y háblame de los
gastos en momento oportuno
• Gasta menos, sé más económica
• De vez en cuando elógiame, elogia mi carrera pues ¨mi triunfo es
también tuyo¨
• Nunca compares nuestro matrimonio con otros
• Sé oportuna cuando tengas que corregirme y nunca delante de nuestros
hijos y amigos
• No te quejes por todo ni discutas por tonterías
• No rechaces sistemáticamente mis programas de televisión, mis gustos
4) Respetar las características del otro
No podemos cambiar las características del otro, al contrario, debemos
enriquecernos de ellas. El otro es distinto de ti, por lo tanto
respétalo. El respeto significa: capacidad de perdonar, apertura, no
estar viendo los defectos del otro, comprensión. El respeto se puede
quebrar de tres maneras: con la palabra (dura, grosera, soez), por actos
(agresión física) o con gestos (caras largas, desprecios, silencios
elocuentes). Hay que saber ver las virtudes del otro y halagarlas.
5) Evitar discusiones innecesarias
Las discusiones innecesarias desunen y destruyen la armonía familiar. No
se debe discutir, se debe analizar. Con las discusiones se ganan
enfados, nervios, malos ejemplos a los hijos, visitas al psicólogo o al
psiquiatra.
6) Superar el pasado para no volver las páginas de agravios del
otro
“Fuiste, me hiciste, dejaste de hacer, te lo decía”, son frases de
reproche. Lo pasado hay que perdonarlo con grandeza de alma. Sobre el
pasado se debe construir un futuro de amor y perdón. Si se sacan
continuamente los agravios, la herida no cura, no cicatriza, sigue
supurando y termina con tensiones.
7) Dominar la tendencia a controlar, vigilar al cónyuge
“¿Qué hiciste, con quién estuviste?... ¿Quién te llamó por teléfono?...
¿Por qué llegas tarde hoy?...” El matrimonio tiene que tener como base
la confianza en el otro. Si continuamente se desconfía del cónyuge, se
tiene miedo a la infidelidad, se vive con celos, ese matrimonio es un
tormento. El cónyuge no debe ser nunca policía del otro cónyuge, sino
compañero y amigo.
8) Cultivar el sentido del humor
El buen humor oxigena al matrimonio. La vida no es una tragedia ni
tampoco una comedia, es un drama con cosas buenas y malas. El humor
logra un buen nivel de higiene mental. La persona sin humor se vuelve
suspicaz, malhumorado, susceptible. El buen humor hace crecer en armonía
y calma el matrimonio.
9) Gratifica a tu esposo/a con un día azul y cada año con un buen
regalo
Hay que romper la monotonía, la rutina. El esposo debería pasear con la
esposa e hijos, llevarlos a comer a algún lado, regalarles algo
sorpresivamente sin tener que esperar a cumpleaños, aniversarios, etc.
10) Integrar todos los aspectos del amor (afectivo, amistoso,
sexual, espiritual)
Afectivo: el amor afectivo comunica ternura ¿Qué es la ternura?
Es ese meterse en el estado de ánimo del otro, compartir ese ánimo ¿Cómo
es posible que el esposo/a no se de cuenta que el otro cónyuge está
enfermo, triste? ¿Por qué? La ternura se acerca al alma para dar
comprensión al otro, es altruista, es deseo de comprensión, de
aceptación del otro. En cambio la sensualidad es egoísta, busca su
propio placer, su propio interés de goce. El amor afectivo en el
matrimonio se manifiesta a través de una caricia noble, una sonrisa. Es
desinteresado.
Sexual: el sexo es un instrumento que ha puesto Dios para dos
finalidades: procrear (comunicar vida) y para crecer en el amor, en la
entrega dentro del matrimonio. De esta manera el sexo se convierte en un
lenguaje interior profundo con el ansia de transmitir al otro lo que
somos. Es la entrega de toda la persona, si no se da esto, es pura
satisfacción. La pornografía distorsiona el sentido del sexo.
El cuerpo no es un bien de consumo, es instrumento de diálogo profundo
de dos personas. Freud dijo: “todos los males que nos acontecen nos
vienen por reprimir el sexo” y aconseja darse el gusto. Es evidente que
esta afirmación no es cierta.
Pero a su vez la Iglesia tiene su regla sobre la vida sexual la cual
debe ser: serena, equilibrada, sana y dentro de los cauces de la
dignidad humana. El sexo dentro de la pareja, del noviazgo no debe ser
lo más importante, lo único. Si estas relaciones comienzan así van por
mal camino ya que divinizan, entronizan al sexo. El sexo es un medio
para el fin que ya explicamos antes. Convertir el sexo en un fin en sí
mismo es un error.
Amistoso: amar al otro como persona, respetarlo como tal.
Encontrar en el otro un otro yo con el cual compartir alegrías,
tristezas, gozos, dudas. Es el amor que de da al otro en la intimidad de
la persona. Una persona digna a la que nos damos, nos revelamos. Amar al
otro buscando, queriendo, protegiendo, defendiendo el bien del otro. El
amor de amistad dice: yo te quiero porque eres tú, te hago feliz porque
te quiero, mientras que el egoísta dice: me haces feliz porque me
satisfaces. El egoísmo es el gusano del amor. Tener un amigo es tener un
tesoro, quien lo encuentre que no lo pierda. Es un amor firme cuando
estamos débiles, alegre cuando estamos tristes. Cristo es nuestro mejor
amigo, luego debe seguir el cónyuge con el cual vamos a compartir
nuestra existencia.
Espiritual: amar al otro porque es hijo de Dios, es hermano en
Cristo y tenemos que amarlo con las mismas características del amor
divino: con amor de perdón, abierto, que anima, que reparte todo lo que
tiene, que sabe ver detrás no sólo al esposo/a sino a un hijo de Dios.
Dios ama a todos con amor espiritual y lo trajo a la humanidad a través
de Cristo para que así podamos amarlo mejor y amar a los hombres por
amor a Dios. Este amor se aumenta con oración y sacramentos. Quien más
ora, más amor espiritual tendrá. Si no se da esta dimensión espiritual,
las otras dimensiones se caen.
arivero@legionaries.org
|