Servicio diario - 25 de agosto de 2017


Mensaje del cardenal Parolin a los católicos rusos
Marina Droujinina

Birmania y Bangladés: posible viaje del Papa en noviembre 2017
Anne Kurian

Tweet del Papa: “Los hombres necesitan esperanza para vivir”
Rosa Die Alcolea

Vietnam: P. Nguyen Anh Tuan, obispo auxiliar de Ciudad Ho Chi Minh
Redacción

Vietnam: Mons. Joseph Tran Van Toan, obispo coadjutor de Long Xuyên
Redacción

El Encuentro Mundial de las Familias 2018, será en la ‘Sylicon Valley’ de Europa
Redacción

¿Quién soy para ti? – por Mons. Enrique Díaz Díaz
Enrique Díaz Díaz

Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars
Isabel Orellana Vilches


 

25/08/2017-11:44
Marina Droujinina

Mensaje del cardenal Parolin a los católicos rusos

(ZENIT – 25 Ago. 2017).- “No teman –dijo el cardenal Pietro Parolin– sepan que están cerca del Papa y de la Iglesia universal, y traten de dar un gran testimonio de fe y amor en vuestra sociedad”.
Con estas palabras el secretario de Estado de la Santa Sede animó a los católicos rusos en el encuentro que tuvo con los sacerdotes católicos Kirill Gorbunov y Mikhail Fateev, de la archidiócesis católica de Moscú, el 22 de agosto de 2017, durante el viaje de cuatro días en Rusia. En este viaje se reunió con los más altos funcionarios del Estado y del patriarcado ortodoxo e hizo algunas confidencias sobre su sacerdocio. Traducimos del ruso.
“Quiero transmitir algo que puede parecer obvio, pero creo que puede ser significativo –dijo el Cardenal– y es tratar de no tener miedo y nunca desanimarse ante de las dificultades. (...) Si aspiramos a ser fieles al Señor, a amarlo y amarnos los unos a los otros, entonces el Señor estará con nosotros y nos ayudará”.
Y añadió: “Si estamos contentos con nuestra fe, nuestro encuentro con Cristo nos ayudará a dar respuestas a las preguntas de la gente y a los problemas de sus vidas”.
El Cardenal también hizo hincapié en que era importante “desarrollar la capacidad de dar testimonio”. Porque “de hecho cada uno tiene que mostrar a los demás la alegría de haber encontrado a Cristo, como indicó el papa Francisco. Ese encuentro puede realmente transformar toda nuestra vida, darle un significado profundo, a pesar de todos los problemas, de todos los sufrimientos que cada uno de nosotros debe enfrentar en esta vida.
Hay que ser testigos en esta sociedad, que ha heredado del pasado reciente el ateísmo, la indiferencia religiosa. Hay que mostrar a los otros que ser cristiano es bueno, eso es lo que llena la vida de significado”.
El cardenal Parolin respondió también a una pregunta sobre su vida sacerdotal diciendo que lamentaba la falta de tiempo para el trabajo pastoral: “Siempre he tratado de dar un carácter pastoral a la actividad diplomática que realizo. Pero, claramente tengo menos tiempo para esa”.
“Obviamente –continuó el cardenal italiano– como tengo más responsabilidades en la Curia Romana, al servicio del Papa, la oportunidad de consagrar el tiempo directamente a la actividad pastoral disminuye cada vez más. Aunque siempre me he esforzado por ello, porque fundamentalmente soy un sacerdote.
Creo que mi vocación es ser sacerdote. El hecho de que empezara a trabajar en la diplomacia de la Iglesia fue una coincidencia de circunstancias y no una elección consciente, como elegir el sacerdocio, ser siervo del Señor, pastor de la comunidad”.
El Cardenal confió que hacía “un gran esfuerzo para dedicar un cierto tiempo cada semana, cada mes” a las actividades pastorales. “Cuando eso sucede”, dijo, “lo hago con mucho agrado. Por ejemplo, recientemente he pasado diez días de vacaciones en las montañas para descansar y como no había una iglesia cerca, no había cura, por algún tiempo he cubierto con sus funciones. Por lo tanto sí, sucede ...”.
Respondiendo a una pregunta sobre algún escritor espiritual o libro espiritual que sea importante para él, el Secretario de Estado dijo: “En cuanto a la espiritualidad, no tengo mucho tiempo para leer. Ahora leo por ejemplo los escritos de San Bernardo, y estos me ayudan en mi ministerio”.

 

 

25/08/2017-17:51
Anne Kurian

Birmania y Bangladés: posible viaje del Papa en noviembre 2017

(ZENIT – 25 Ago. 2017).- El papa Francisco podría visitar Birmania (Myanmar) y Bangladesh a finales de noviembre de 2017. Importantes fuentes mencionan este viaje, aunque no ha sido confirmado ni negado por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
Según indica la agencia inglesa “Union of Catholic Asia News” (UCANews), el Papa viajaría a Birmania el 27 de noviembre y luego a Bangladesh, donde llegaría el día 30 para quedarse en el país 3 días.
La misma fuente señala que estos días una delegación del Vaticano se encuentra en Rangún, la capital de Birmania, para ultimar los detalles del viaje con la Conferencia Episcopal del país.
El cardenal Charles Bo, arzobispo de Rangún –elevado a purpurado por el papa Francisco en 2015– así como los obispos de la diócesis, tuvieron un encuentro con el jefe militar, Min Aung Hlaing, para conversar sobre “la organización de la visita del Papa y los deseos de paz para el país”.
El Pontífice celebraría dos veces la Eucaristía: en Naypyidaw y en Rangún. Él se encontraría también con el presidente de Myanmar, Htin Kyaw, y con la consejera del Estado y la ministra de Asuntos Exteriores, Aung San Suu Kyi. Esta sería la primera visita del Papa al país.
En este contexto, el Papa fue invitado a Birmania por el presidente Htin Kyaw –un demócrata cercano a Aung San Suu Kyi, presidente desde el 30 de marzo, 2016– y por los obispos de Birmania, con ocasión del 500 aniversario de la llegada del Catolicismo al país (2014).
Los delegados del Vaticano irían después a Dacca, en Bangladesh, donde el Papa podría ordenar a 16 sacerdotes y encontrarse con numerosos líderes políticos y representantes de otras religiones. UCA News menciona a un sacerdote de la delegación, quien ha especificado que el viaje sería anunciado oficialmente a finales de agosto.

 

El Papa pide por los Rohingyas

El viaje a Myanmar tendría lugar seis meses después de la instauración de las relaciones diplomáticas entre la República Birmana y la Santa Sede, el pasado 4 de mayo de 2017, durante la segunda visita al Vaticano de Aung San Suu Kyi, y el reciente encuentro el pasado 12 de agosto, del delegado apostólico Mons. Paul Tschang In-Nam, como el primer Nuncio apostólico en el país asiático.
Este viaje estaría marcado especialmente por la reiterada llamada del papa Francisco en favor de la minoría musulmana de Birmania, los Rohingyas –un grupo étnico musulmán del norte del Estado de Rakhine, en Birmania occidental– perseguidos en su país y rechazados en todos los lugares.
Durante la Audiencia general el pasado 8 de febrero de 2017, el Papa se mostró entristecido por este hecho. Ellos son “buenas personas, personas de paz”. No son cristianos, son buenos, son nuestros hermanos y hermanas”, señaló el Santo Padre.
En su homilía el 19 de mayo de 2015 en Santa Marta, en el Vaticano, el Santo Padre reaccionó después de la llegada de miles de emigrantes abandonados por los transeúntes en la costa de Indonesia, Tailandia y Malasia. “Pensamos hoy en esos pobres Rohingyas de Birmania, en que han dejado su trabajo para escapar de persecuciones, sin saber qué les pasaría luego. Y se cumplen ahora meses desde que están en un barco... Ellos llegaron a una ciudad donde les han dado agua, comida y les dijeron luego “fuera de aquí!... Y eso está pasando hoy”.
En agosto de ese mismo año, el Papa dijo ante miembros jóvenes del Movimiento Eucarístico: “Pensemos en nuestros hermanos Rohingyas: ellos son expulsados de un país a otro y de un lado a otro del mar... Cuando ellos llegan a un puerto, les dan algo de agua y comida y son expulsados de nuevo al mar. Es un conflicto sin resolver, y es una guerra, se llama violencia, se llama muerte”.
De acuerdo con los datos del “Proyecto Arakan”, una organización humanitaria que defiende los derechos de los Rohingyas, desde 2010 unos 100.000 miembros de este grupo minoritario han huido de Birmania por el mar. Desde 2012 la violencia entre los Budistas radicales y los Rohingyas han causado más de 200 muertes y 140.000 desplazados.

 

Una mayoría musulmana

La visita del Papa a Bangladés se realizaría 31 años después de la que hizo el papa Juan Pablo II en noviembre de 1986. Allí el Islam es la religión de Estado: alrededor de 90 por ciento de la población es musulmana, el 8 por ciento es hinduista y el restante 2 por ciento está compuesto por grupos de otras religiones. Se estima que los cristianos representan -–todas las confesiones juntas- poco más del 1 por ciento de la población, y de estos cristianos la mitad son católicos.
El cardenal Jean Louis Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el diálogo interreligioso, quien viajó a Bangladés en 2011, dijo que el país es un “ejemplo” de convivencia entre las diferentes creencias religiosas, “un modelo único de comunidad y armonía religiosa”.
El 19 de noviembre de 2016, el Papa creó el primer cardenal de la historia en este país, Mons. Patrick D´Rozario, arzobispo de Dacca.

 

 

25/08/2017-13:25
Rosa Die Alcolea

Tweet del Papa: “Los hombres necesitan esperanza para vivir”

“Los hombres necesitan esperanza para vivir, y necesitan del Espíritu Santo para esperar”, es el nuevo mensaje que ha publicado el papa Francisco en su cuenta oficial de Twitter @Pontifex, ayer 24 de agosto de 2017, y también en la cuenta en español @Pontifex_es.
El Papa está hablando de la `esperanza cristiana´ en las catequesis ofrecidas cada miércoles, en la Audiencia general, y quizo hacerlo también a través de Twitter en @Pontifex.

 

“Perdón, motor de nuestra esperanza”

Esta semana (23 de agosto de 2017), el Santo Padre lanzó un mensaje sobre la `esperanza cristiana´ e indicó que “la Jerusalén del Cielo, la Jerusalén celestial es imaginada antes de todo como una inmensa carpa, donde Dios recibirá a todos los hombres para habitar definitivamente con ellos (Ap 21,3)”.
También se dirigió a las personas de lengua árabe: “La esperanza cristiana no se basa en el desprecio de la vida terrenal o la aspiración infantil de una vida eterna, sino en la certeza de que Dios no nos ha creado para ser presa de la tristeza, la angustia, la fragilidad y la muerte”.
Asimismo, el Papa reflexionó en la Audiencia del 9 de agosto sobre “el perdón como motor de nuestra esperanza” y explicó que “el Hijo de Dios murió en la cruz para perdonar nuestras faltas y para que podamos ser auténticamente libres”.

 

 

25/08/2017-18:21
Redacción

Vietnam: P. Nguyen Anh Tuan, obispo auxiliar de Ciudad Ho Chi Minh

(ZENIT – 25 de Ago. 2017).- El papa Francisco ha nombrado obispo auxiliar de la Archidiócesis de Ciudad Ho Chi Minh, en Vietnam, al padre Louis Nguyen Anh Tuan, y obispo titular de Catrum. El sacerdote tiene 57 años y ha sido director de la Secretaría de la Conferencia Episcopal de Vietnam.
La Santa Sede ha emitido un comunicado esta mañana, 25 de agosto de 2017, con los nuevos nombramientos en Vietnam realizados por el Papa Francisco.
El padre Louis Nguyen Anh Tuan nació en Quang Nam, Da Nang, en la Archidiócesis de Ciudad Ho Chi Minh, la ciudad más grande de Vietnam. Fue ordenado sacerdote en 1999, estudió en el Pontificio Instituto Juan Pablo II para la Familia en Roma, donde recibió el doctorado de 2001 a 2007.
A su regreso, fue subdirector del Centro Pastoral de Ciudad Ho Chi Minh, secretario de la Conferencia Episcopal para la Provincia Eclesiástica, a cargo de la Comisión de la Familia de Ho Chi Minh.
Ahora asistirá al arzobispo de Ciudad Ho Chi Minh, el obispo Paul Bùi V?n Ðoc, que asumió esta misión en 2014.
El Papa también ha nombrado a Mons. Joseph Tran Van Toan como obispo coadjutor de la Diócesis de Long Xuyên, ciudad capital de la provincia de An Giang, en la región del delta del Mekong en el sudoeste del país asiático.
El santo padre Francisco recibió en el Vaticano al presidente de la República Socialista de Vietnam, Tran Dai Quang, en noviembre de 2016, para favorecer el diálogo entre las autoridades y la Santa Sede.

 

 

25/08/2017-19:11
Redacción

Vietnam: Mons. Joseph Tran Van Toan, obispo coadjutor de Long Xuyên

(ZENIT – 25 Ago. 2017).- Mons. Joseph Tran Van Toan, 62 años, ha sido nombrado por el papa Francisco Obispo coadjutor de la Diócesis de Long Xuyên, ciudad capital de la provincia de An Giang, en la región del delta del Mekong, en el sudoeste del Vietnam.
Así lo ha comunicado la Santa Sede esta mañana, viernes 25 de agosto de 2017.
Desde 2014, Mons. Joseph Tran Van Toan era obispo auxiliar de la misma diócesis. Su lema episcopal es: “Gloria mea crux Christi”.
El obispo Joseph do Tran Van Toan nació el 7 de abril de 1955 en Thai Binh, Vietnam del Norte, en la provincia de Quang Nam.
Estudió en el Seminario Menor de la Diócesis de Long Xuyen, y más tarde,de 1974 a 1981, en el Seminario Mayor de la misma diócesis.
Antes de su ordenación sirvió durante 11 años en las parroquias de Moi Khoi y Thanh Quoi,
esperando para obtener permiso del gobierno para su ordenación. Fue ordenado sacerdote el 16 de enero de 1992 para la diócesis de Long Xuyen.
Después de la ordenación realizó varias tareas pastorales y académicas, como vicario parroquial, antes de hacer los estudios superiores.Estudió en la Universidad De La Salle de Manila, Filipinas, donde obtuvo su Doctorado en Educación.En 2006 fue director del Centro pastoral y coordinador de las actividades pastorales y misioneras de la diócesis. También fue rector del Seminario Menor de Santa Teresa y Maestro de Misiones en el Seminario Mayor diocesano en Can Tho.
El Santo Padre ha nombrado también al padre Louis Nguyen Anh Tuan como Obispo auxiliar de la Archidiócesis de Ho Chi Minh, la más poblada del país, situada al sur de Vietnam.
Estos nombramientos son también fruto del diálogo de la Santa Sede con las
autoridades del país comunista. El santo padre Francisco recibió en noviembre de 2016 al presidente de la República Socialista de Vietnam,Tran Dai Quang.
Durante el encuentro hablaron de las buenas relaciones entre ambos Estados, basadas en un “espíritu común de diálogo” y de “búsqueda constante de los instrumentos más idóneos para incrementar su progreso”.

 

 

25/08/2017-10:37
Redacción

El Encuentro Mundial de las Familias 2018, será en la ‘Sylicon Valley’ de Europa

(ZENIT – Roma, 25 Ago. 2017).- El Encuentro Mundial de las Familias 2018, que se realizará en Dublín, capital de Irlanda, del 22 al 26 de agosto próximos, es en la “Sylicon Valley” de Europa, donde tienen la sede central algunas de la mayores empresas tecnológicas del mundo, como Facebook, Google, Twitter y otras.
Lo indicó Mons. Diarmuid Martin, arzobispo de Dublín, al presentar, el lunes, 21 de agosto 2017, el programa de preparación del Encuentro Mundial de las Familias instituido por el papa san Juan Pablo II en 1994 y que el año próximo se realizará en santuario mariano de Knock, el mayor de Irlanda. También señaló que la web del evento es: www.worldmeeting2018.ie
En declaraciones a Radio Vaticano, Mons Martin aseguró que a nivel eclesiástico y laical se manifiesta una participación extraordinaria a la preparación del evento, que estas reuniones contaron con “representantes de las 26 diócesis de Irlanda, con familias que llegaron desde las diversas diócesis y con todos los obispos que se encuentran en el país”.
Mons. Martin precisó que la preparación está centrada en lo que el Papa ha solicitado: “ayudar a las familias a reflexionar sobre los varios temas citados en la Amoris Laetitia”.
Indicó también, que el centro de conferencias en el que se realizará el encuentro, “es casi una pequeña aldea”, en la que las familias podrán participar de diversas actividades, momentos de fe, grupos de trabajo, encuentros para las familias presentes e iniciativas de entretenimiento.
Además cada día será posible tener un programa para los niños y para los jóvenes, a lo
que se añaden los encuentros multimedia sobre los temas tratados en la Encíclica, entre ellos el impacto de la tecnología en la vida familiar.

 

 

25/08/2017-05:23
Enrique Díaz Díaz

¿Quién soy para ti? – por Mons. Enrique Díaz Díaz

Isaías 22, 19-23: “Pondré la llave del palacio de David sobre su hombro”
Salmo 137: “Señor, tu amor perdura eternamente”
Romanos 11, 33-36: “Todo proviene de Dios, todo ha sido hecho por Él y todo está
orientado hacia Él”
San Mateo 16, 13-20: “Tú eres Pedro y Yo te daré las llaves del Reino de los cielos”

Emocionada, con la mano temblorosa, se diría que con cariño, la joven arquitecta comenzó la ardua tarea de quitar capas y capas de pintura de todo tipo que ocultaban la belleza de los retablos del vetusto convento. “¿Cómo pueden ocultar una obra de arte detrás de estas plastas horribles?”. No sé si predominaba en ella la excitación del insospechado descubrimiento que surgía ante sus ojos, o la indignación por la falta de respeto y de cultura de quienes a través de los siglos habían convertido el convento en escuela, prisión, muladar y quién sabe cuántos destinos más a lo que para ella era una joya de la arquitectura y del arte. “Una obra de arte escondida en medio de un pueblo que no sabe apreciarla y la ha destruido con sus afanes de modernidad, actualización o simple respuesta a sus necesidades”. ¿Con Cristo no nos ha pasado algo semejante?
Recuerdo que cierto día, a un ciudadano de Florencia le expresaban toda la admiración por la ciudad, el arte, sus museos, la academia, etc., y él respondía con un tono de desenfado. “Los de lejos son los que les interesan esas obras. Ustedes han visitado más los museos que los que vivimos aquí” y enumeraba con indiferencia los sitios reconocidos internacionalmente pero que él nunca ha visitado. “Los tenemos aquí pero no los conocemos”. Y esta experiencia se repite en cada lugar: los que tienen la riqueza son quienes menos la aprecian. Me parece que a los católicos con Jesús nos pasa igual. Estamos tan acostumbrados a tenerlo toda la vida que no le damos ninguna importancia y no nos dejamos impactar por Él, por su vida, por su pensamiento, por su ejemplo. Pasa a ser como un vecino de toda la vida, relativamente cercano pero sin profundizar en su amistad. Lo vamos ocultando entre capas de egoísmo, indiferencia y apatía. Está con nosotros pero no lo reconocemos.
A mitad del camino de su vida pública, Jesús hace un alto para cuestionar a sus discípulos sobre el significado de su obra y su persona para cada uno de ellos. Lanza la pregunta sobre lo que opina la gente. “Juan el Bautista”, es la primera respuesta. Pero Juan, a pesar de ser un hombre valiente, coherente y honrado, no es el Mesías. “Elías, Jeremías o uno de los profetas”, son profetas, personajes que tuvieron una influencia decisiva para la historia del pueblo de Israel, pero que no son el Mesías. A Cristo se le compara, se le admira, se le ponen adjetivos, pero para saber quién es, se necesita tener una experiencia personal con Él, descubrirlo, comprometerse con Él.
De ahí surge la pregunta de Cristo para Pedro y para cada uno de nosotros. No se puede afirmar que Cristo es un profeta, que habla en nombre de Dios, y quedarse tan tranquilos, porque Cristo es el Profeta, la Palabra de Dios hecha carne, que se mete en nuestra vida, que la transforma y la cambia, que nos hace ver el mundo de forma diferente. Pero si no escuchamos la Palabra, hablaremos de ideologías y no de vivencias. Pedro afirma que Cristo es el Mesías, pero tiene que adentrarse en todo lo que significa ser “mesías” al estilo de Jesús: no viene a destruir, sino a dar vida; no viene a ser servido, sino a servir; no viene a poner en el pedestal a Israel, sino a construir la fraternidad de todos los pueblos, y esto lo hace por el camino de la pequeñez, de la entrega, de la muerte y la resurrección.
Cuando Pedro hace la preciosa confesión, que brota del corazón: “Tú eres el Hijo de Dios vivo”, no se imagina todo lo que esta frase encierra; lo harán después en su reflexión las comunidades cristianas. Es Dios que, tomando carne, asume nuestra condición y comparte nuestro destino. Siendo Dios se hace uno de los nuestros para darnos vida y salvación. Él comparte nuestra vida pero quiere hacernos compartir su vida en un maravilloso intercambio. Pero si nosotros cerramos nuestro corazón, si no nos abrimos a toda la riqueza de este intercambio, nos quedaremos vacíos, a pesar de estar tan cerca de Él. Quedará sepultado detrás de imágenes más o menos hermosas, pero no la persona viva que toca, que seduce y enamora. Por eso hoy resuena para cada uno de nosotros la pregunta, al mismo tiempo amorosa y exigente, de Jesús: “y para ti ¿quién soy Yo?”. Es la pregunta del enamorado queriendo mirar el corazón de la persona amada, es un reclamo de amor. ¿Qué le respondemos al Señor? ¿Cómo es nuestra relación personal con Él? ¿Tenemos diálogo con Él, le damos tiempo, lo tomamos en serio?
Limpiar el rostro de Cristo, descubrir sus rasgos de amor, dejarse seducir por su persona y por su Reino será de vital importancia para cada uno de nosotros. Hoy es una oportunidad para retomar nuestra relación con Jesús y adentrarnos en su amor y en su proyecto. No tengamos miedo y dejémonos cuestionar sobre nuestro amor y nuestra vida. El Papa Benedicto al iniciar su Pontificado nos decía: “¡No teman! ¡Abran, más todavía, abran de par en par las puertas a Cristo!... Quien deja entrar a Cristo no pierde nada, nada –absolutamente nada – de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera... ¡No tengan miedo de Cristo! Él no quita nada y lo da todo. Quien se da a Él, recibe el ciento por uno. Sí: abran, abran de par en par las puertas a Cristo y encontrarán la verdadera vida”.
Dios Padre, que te has hecho presente de un modo inefable en el amor extremo que nuestro hermano Jesús ha vivido; haz que, como Él mismo quiso, viviendo su palabra, su ejemplo y su amistad, encontremos el camino hacia la realización de tu voluntad y la construcción del Reino de la Vida y del Amor. Amén.

 

 

25/08/2017-04:17
Isabel Orellana Vilches

Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars

«Cuiden con interés y esmero a los ancianos; ténganse mucha caridad y observen fielmente las Constituciones: en esto está nuestra santificación». Eran palabras testamentarias de la fundadora a punto de exhalar su último suspiro, dejando que manase de sus labios lo que de forma tan abundante pervivía en su corazón: su amor a Cristo, y en Él a los se hallan en el ocaso de la vida faltos tantas veces de la gratitud y del cariño de aquellos por los que desvivieron, o tal vez despojados de sus bienes y maltratados como un objeto inservible. Teresa tuvo la fortuna de nacer en una familia profundamente arraigada en la fe, que dio, antes de nacer ella y proporcionaría después, nuevos miembros consagrados a la Iglesia. Creció con una sensibilidad particular hacia los desamparados.
Vino al mundo en Aytona, Lérida, España, el 9 de enero de 1843. Fue la primogénita de cuatro hermanos. Si la infancia acostumbra a dejar una huella imborrable para el resto de la existencia, la suya tuvo el signo del desprendimiento, de solícita atención hacia los pobres a quienes no dudó en sentar a su mesa compartiendo con ellos las viandas. Tenía gran fuerza de voluntad, era inteligente, responsable, sencilla, equilibrada, y trabajadora. Estudió magisterio en Lérida influida por dos familiares: el insigne padre Francisco Palau, tío abuelo suyo, un carmelita descalzo exclaustrado por influjo de la intolerancia política, y su tía Rosa. Luego Teresa pasó un tiempo en Fraga. Con el título de maestra ejerció la docencia en la localidad barcelonesa de Argensola, donde la acompañó su hermana María. En ese tiempo la gente supo de su buen hacer profesional y de su piedad.
Palau pensó en ella para que formase parte del Instituto que estaba fundando con una vertiente dedicada a la enseñanza. Y, de hecho, colaboró dando clases en escuelas abiertas por él. Esta misión no cumplía sus expectativas, aunque se sentía llamada a la consagración. Por eso, en 1868 ingresó en el monasterio de clarisas de Briviesca, Burgos; su hermana Josefa se decantó por las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul uniéndose a ellas en Lérida. Debido a la grave situación ideológica que afectó a la Iglesia, las religiosas no podían emitir votos. En un compás de espera, confiando que las aguas volvieran a su cauce, Teresa enfermó en 1870, y a requerimiento de sus superiores, que temían el contagio, tuvo que abandonar el convento. Siguiendo las sugerencias del padre Palau aún se vinculó a las terciarias carmelitas, pero no veía que fuese su camino. Así que en otro intento de ayudarla, el carmelita la nombró visitadora de los centros que ponía en marcha para la Península y Baleares. Teresa continuó dando lo mejor de sí, sin establecer un compromiso religioso, hasta que en 1872 falleció el padre Palau.
Vuelta a Aytona latía en su corazón el interrogante que muchas veces pende sobre la mente de quienes se disponen a entregar su vida a Dios: ¿qué debía hacer? Lo ignoraba. La Providencia puso en su camino al sacerdote Pedro Llacera, de Barbastro, Huesca, que estimaba al padre Palau. Él puso en antecedentes a la santa del afán apostólico en pro de los ancianos abandonados que alentaba otro presbítero, el padre Saturnino López Novoa, maestro de capilla de la catedral de Huesca. Teresa se unió a él pasando a formar parte del pequeño grupo que abanderaba la naciente fundación surgida el 3 de octubre de 1872. Al fin y al cabo había sido el signo de su vida; los pobres siempre hallaron en su casa paterna limosna y afecto, y ella se había ocupado de salir por las calles en busca de los mendigos para socorrerlos.
Su hermana María y otra amiga común, a las que convenció de la bondad de la entrega en esta obra, le siguieron en este camino. Teresa primeramente fue designada superiora con carácter provisional, y comenzó su fecunda andadura en el edificio conocido como «Pueyo», hasta que la fundación se estableció en Valencia, en un lugar cercano al santuario de la Virgen de los Desamparados bajo cuya tutela puso a todas las casas que se fueron abriendo. En 1874 enfermó de gravedad. No fue la única ocasión. Hubo otras en las que incluso se vio acechada por la muerte, pero siguió en pie recibiendo de vez en cuando tratamientos en balnearios, mientras extendía las ramas de la fundación.
En 1875 el arzobispo Barrio Fernández la confirmó como directora general. Su sucesor monseñor Antolín Monescillo la mantuvo en la misión. En 1887 fue elegida superiora general del nuevo Instituto, renovándose su mandato en 1896 por un periodo de nueve años que ya no pudo concluir. Pero en el cuarto de siglo que estuvo al frente de la obra dejó la impronta de su sencillez, alegría y humildad, así como de su gozosa capacidad de entrega, abnegación y sacrificio. Tomando como punto de referencia lo que sucede en el seno de una familia, no quiso que las llamasen «Madres», sino «Hermanitas», prestas a asistir y a desvelarse para dar respuesta a las necesidades y deseos de los auténticos reyes de la casa, de los «hermanos mayores»: los ancianos. Junto a ellos permaneció durante el asedio y bombardeo de Valencia, época en la que vivieron de la limosna, refugiadas en Alboraya, pero siempre junto a sus queridos ancianos que trasladaron en destartaladas carretas. «Dios en el corazón, la eternidad en el pensamiento, el mundo bajo los pies», dijo a sus hijas. Las formó a conciencia, sosteniendo los pilares de la auténtica consagración, hablando con claridad: « Fervorosas, sí, pero no de las que dejan el trabajo a las demás».
Antes de morir en Liria el 26 de agosto de 1897, consumida por dolorosa enfermedad, esta caritativa mujer había advertido que no quería canonizaciones por el gasto que conlleva el proceso. Pero la Providencia tiene sus caminos, y Teresa fue canonizada por Pablo VI el 27 de enero de 1974.