Servicio diario - 01 de diciembre de 2017


 

"La presencia de Dios, hoy, también se llama `Rohingya'"
Rosa Die Alcolea

Ordenación: "Tened siempre presente el ejemplo del buen Pastor"
Rosa Die Alcolea

Bangladesh: "El pueblo de Dios sostiene a los sacerdotes con la oración"
Rosa Die Alcolea

Apertura de corazón: "camino hacia la bondad, la justicia y la solidaridad"
Rosa Die Alcolea

Bangladesh: Encuentro con la Primera Ministra Sheikh Hasina
Anne Kurian

Bangladesh: El Papa visita la catedral de Dhaka
Anne Kurian

Programa del Papa en Bangladesh, sábado 2 de diciembre
Redacción

Myanmar: La visita del Papa, un milagro, una bendición, una curación y un baño de esperanza
Anita Bourdin

"Pastoral Vocacional y la Vida Consagrada. Horizontes y esperanzas"
Redacción

"¡Usted Ama Bangladesh!": El Card. D' Rozario agradece al Papa Francisco
Anita Bourdin

Vídeo mensaje del Papa : "La política es ante todo servicio"
Redacción

Creación de nueva diócesis de Siuna (Nicaragua) y elevación de Vicariato Apostólico
Redacción

Migración: "Oportunidad para construir la paz, no una amenaza"
Redacción

Vaticano: Lanzamiento de la quinta lotería de caridad del Papa
Marina Droujinina

Beata María Ángela Astorch, 2 de diciembre
Isabel Orellana Vilches

Obispos de Bangladesh: El Papa les anima a "construir puentes"
Rosa Die Alcolea


 

 

01/12/2017-13:50
Rosa Die Alcolea

"La presencia de Dios, hoy, también se llama `Rohingya"'

(ZENIT — 1 Dic. 2017).- "No cerremos los corazones, no miremos para otro lado. La presencia de Dios, hoy, también se llama Rohingyam. Que cada uno de su propia respuesta", ha dicho el Papa tras su encuentro con los refugiados musulmanes en Bangladesh.

El Papa Francisco ha recibido a 18 refugiados "Rohingya", procedentes del Bazar de `Cox', al final del Encuentro interreligioso y ecuménico por la paz celebrado en el jardín del Arzobispado de Dhaka, capital de Bangladesh, en la tarde del quinto día del viaje apostólico.

Francisco ha mirado, acariciado y escuchado a los refugiados musulmanes, acogidos en Bangladesh tras su expulsión del país vecino Myanmar.

El Santo Padre lo ha hecho como muestra de solidaridad y "construcción de puentes" para la paz, "encuentro" con los pobres y vulnerables, y viaje a las "periferias", tres pilares clave en su mensaje al mundo.

Los 16 refugiados crohingya' que han saludado al Santo Padre Francisco, 12 hombres, 4 mujeres y 2 niños, han estado acompañados por intérpretes de Cáritas, organización católica que, junto a otras ong's católicas y aconfesionales ayudan a combatir la crisis humanitaria que sufre este grupo étnico actualmente.

 

Palabras del Papa a los Rohingya'

"Queridos hermanos y hermanas, todos estamos cerca de vosotros. Es poco lo que podemos hacer porque vuestra tragedia es muy grande. Pero hay espacio en nuestro corazón para vosotros. En el nombre de todos, de aquellos que os persiguen, aquellos que han hecho el mal, especialmente por la indiferencia del mundo, os pido perdón. Perdón. Muchos de vosotros me han hablado del gran corazón de Bangladesh que los ha acogido. Ahora apelo a vuestro gran corazón para que podáis darnos el perdón que pedimos.

Queridos hermanos y hermanas, el relato judeocristiano de la creación dice que el Señor que es Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Todos nosotros estamos hechos a esta imagen. También estos hermanos y hermanas.

Ellos también son una imagen del Dios viviente. Una tradición de vuestra religión dice que Dios, al principio, tomó un poco de sal y la arrojó al agua, que era el alma de todos los hombres; y cada uno de nosotros trae algo de la sal divina. Estos hermanos y hermanas llevan dentro la sal de Dios".

Queridos hermanos y hermanas, solo mostramos al mundo lo que el egoísmo del mundo hace con la imagen de Dios. Continuemos haciéndolo bien, para ayudarlos; sigamos avanzando para que sus derechos sean reconocidos. No cerremos los corazones, no miremos para otro lado. La presencia de Dios, hoy, también se llama Rohingya'. Que cada uno de su propia respuesta".

 

Comunidad católica

No obstante, el Pontífice explicó en Myanmar que el principal motivo de este viaje apostólico a Myanmar y Bangladesh es "rezar con la pequeña pero ferviente comunidad católica" de la nación, "para confirmarla en la fe y alentarla a seguir contribuyendo al bien del país". Así lo expresó en el discurso que ofreció a las autoridades civiles y diplomáticas en el salón del palacio presidencial: Pero también —añadió— para "llegar a toda la población de Myanmar y ofrecer una palabra de aliento a todos aquellos que están trabajando para construir un orden social justo, reconciliado e inclusivo".

Durante su visita a Myanmar, el Papa no utilizó el término Rohingya' debido a la prohibición de su uso que el gobierno birmano ha impuesto a las autoridades diplomáticas, utilizando así el término de "refugiados de Kachin", estado al norte de Myanmar.

 

Regalo de los Rohingya'

El Papa Francisco llevó durante su visita apostólica a Myanmar un báculo pastoral de madera realizado artesanalmente por los refugiados del estado de Kachin, los crohingya', quienes ofrecieron el Santo Padre este regalo como agradecimiento del viaje.

Como informa la agencia `Fides', los refugiados Kachin han donado el pastoral al Papa "como muestra del deseo de que se restaure la paz en el estado Kachin, ya que no será posible para ellos asistir a la misa en Yangon, debido al estado de pobreza en que viven".

 

Más de 607.000 desplazados

Los Rohingyas' forman una minoría étnica musulmana que el gobierno de Yangon —liderado políticamente por la Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi— no reconoce como ciudadanos. Ya son más de 607.000 los refugiados crohingyas' que han llegado a Bangladesh buscando un lugar seguro, informa ACNUR.

Según la agencia pontificia Tides', los crohingya' se encuentran ahora en el campamento de refugiados de Winemaw debido a la guerra civil entre el ejército birmano y los grupos armados `Kachin' en uno de los varios conflictos de origen étnico en el país, compuesto, a nivel social, por una mayoría bamar (birmanos) y por 135 minorías étnicas lingüísticas. (Leer en Zenit)

La Iglesia Católica local los está apoyando—apunta la agencia Tides'—. En la Diócesis de Myitkyina hay más de 8 mil personas desplazadas que no pueden regresar a sus aldeas por la violencia continua. Cáritas los ayuda, también tratando de darles la posibilidad de cultivar la tierra, para que ellos mismos puedan contribuir a su sustento.

 

 

01/12/2017-05:23
Rosa Die Alcolea

Ordenación: "Tened siempre presente el ejemplo del buen Pastor"

(ZENIT —1 Dic. 2017).-"Rezad siempre por vuestros sacerdotes, especialmente por estos que hoy recibirán el Sacramento del Orden. El pueblo de Dios sostiene a los sacerdotes con la oración, y vuestra responsabilidad es sostener a los sacerdotes", ha anunciado Francisco.

Son las palabras improvisadas que ha pronunciado el Santo Padre justo después de terminar la homilía y antes de celebrar el rito propio de la Ordenación Sacerdotal de los 16 jóvenes diáconos bangladesíes.

Así, el Papa Francisco ha celebrado la Ordenación Sacerdotal en la Eucaristía, en el parque `Suhrawardy Udyan', en Dhaka, Bangladesh, a las 10 hora local (5 h. en Roma).

El Obispo de Roma ha agradecido a los presentes su participación en la Eucaristía: "Esto indica el amor que tenéis por la Iglesia el amor que tenéis por Jesucristo. ¡Muchas gracias! Gracias por vuestra generosidad. Gracias por vuestra fidelidad. Continuad hacia adelante".

Luego el Papa ha continuado con el rito de la Ordenación, y los candidatos al sacerdocio han declarado uno a uno ante el Arzobispo Mons. D'Rozario "respeto y obediencia" al él y a sus sucesores.

Después, se han tumbado boca abajo antes el sagrario, mientras el Papa, los obispos y todo el pueblo de Dios rezaban a por ellos cantando, con el típico rito oriental.

Al terminar, se han levantado y el Santo Padre ha impuesto sus manos sobre cada uno de ellos, como signo de “misericordia, perdón y salvación”, como hizo Jesucristo con los apóstoles, y a continuación, todos los sacerdotes presentes han impuesto sus manos sobre ellos.

Finalmente, los 16 jóvenes han sido revestidos por sus padrinos de Ordenación, necesariamente sacerdotes, y arrodillándose uno a uno ante el Vicario de Cristo, han sido ordenados sacerdotes por el Pontífice.

Publicamos a continuación la homilía tomada del Ritual de Ordenación de Presbíteros que ha ofrecido el Papa Francisco después de la proclamación del Evangelio:

 

Homilía del Papa Francisco

Queridos hermanos:

Ahora que estos hijos nuestros van a ser ordenados presbíteros, conviene considerar con atención a qué ministerio acceden en la Iglesia.

Como sabéis, hermanos, el Señor Jesús es el gran Sacerdote del Nuevo Testamento; aunque, en verdad, todo el pueblo santo de Dios ha sido constituido sacerdocio real en Cristo. Sin embargo, nuestro gran Sacerdote, Jesucristo, eligió a algunos discípulos para que en la Iglesia desempeñasen, en nombre suyo, el oficio sacerdotal para bien de los hombres.

Él mismo, enviado por el Padre, envió, a su vez, a los Apóstoles por el mundo, para continuar sin interrupción su obra de Maestro, Sacerdote y Pastor por medio de ellos y de los Obispos, sus sucesores. Y los presbíteros son colaboradores de los Obispos, con quienes en unidad de sacerdocio están llamados al servicio del pueblo de Dios.

Estos hermanos, después de pensarlo seriamente, van a ser ordenados al sacerdocio en el Orden de los presbíteros, para hacer las veces de Cristo, Maestro, Sacerdote y Pastor, por quien la Iglesia, su Cuerpo, se edifica y crece como pueblo de Dios y templo santo.

Al configurarse con Cristo, sumo y eterno Sacerdote, y unirse al sacerdocio de los Obispos, la Ordenación os convertirá en verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento para anunciar el Evangelio, apacentar el pueblo de Dios y celebrar el culto divino, principalmente en el sacrificio del Señor.

A vosotros, queridos hijos, que vais a ser ordenados presbíteros, os incumbirá, en la parte que os corresponde, la función de enseñar en nombre de Cristo, el Maestro. Transmitid a todos la Palabra de Dios que habéis recibido con alegría. Y al meditar en la ley del Señor, procurad creer lo que leéis, enseñar lo que creéis y practicar lo que enseñáis. Que vuestra enseñanza sea alimento para el pueblo de Dios; que vuestra vida sea un estímulo para los discípulos de Cristo, a fin de que con vuestra palabra y vuestro ejemplo se vaya edificando la casa, que es la Iglesia de Dios.

Os corresponderá también la función de santificar en Cristo. Por medio de vuestro ministerio, alcanzará su plenitud el sacrificio espiritual de los fieles, que por vuestras manos, junto con ellos, será ofrecido sobre el altar, unido al sacrificio de Cristo, en celebración incruenta.

Daos cuenta de lo que hacéis e imitad lo que conmemoráis, de tal manera que, al celebrar el misterio de la muerte y resurrección del Señor, os esforcéis por hacer morir en vosotros el mal y procuréis caminar en una vida nueva.

Al introducir a los hombres en el pueblo de Dios por el Bautismo, al perdonar los pecados en nombre de Cristo y de la Iglesia por el sacramento de la Penitencia, al dar a los enfermos el alivio del óleo santo, al celebrar los ritos sagrados, al ofrecer durante el día la alabanza, la acción de gracias y la súplica no sólo por el pueblo de Dios, sino por el mundo entero, recordad que habéis sido escogidos de entre los hombres y puestos al servicio de ellos en las cosas de Dios.

Realizad, pues, con alegría perenne, en verdadera caridad, el ministerio de Cristo Sacerdote, no buscando vuestro propio interés, sino el de Jesucristo.

Finalmente, al ejercer, en la parte que os corresponde, la función de Cristo, Cabeza y Pastor, permaneciendo unidos al Obispo y bajo su dirección, esforzaos por reunir a los fieles en una sola familia, de forma que en la unidad del Espíritu Santo, por Cristo, podáis conducirlos al Padre. Tened siempre presente el ejemplo del buen Pastor, que no vino para que le sirvieran, sino para servir, y para buscar y salvar lo que estaba perdido.

Ahora deseo dirigirme a vosotros, queridos hermanos y hermanas que habéis venido a esta fiesta, a esta gran fiesta de Dios en la ordenación de estos hermanos sacerdotes. Sé que muchos de vosotros habéis venido desde lejos, viajando más de dos días... Gracias por vuestra generosidad. Esto demuestra el amor que tenéis a la Iglesia, esto indica el amor que vosotros tenéis a Jesucristo. Muchas gracias. Gracias por vuestra generosidad, muchas gracias por vuestra fidelidad. Seguid adelante con el espíritu de las Bienaventuranzas. Y os pido a vosotros, hoy os ruego: rezad siempre por vuestros sacerdotes, especialmente por los que hoy recibirán el sacramento de la Ordenación. El pueblo de Dios sostiene a los sacerdotes con la oración. Es vuestra responsabilidad apoyar los sacerdotes. Alguno entre ustedes se puede preguntar: «Pero, ¿cómo se hace para sostener a un sacerdote?». Confiad en vuestra generosidad. El corazón generoso que vosotros tenéis os dirá cómo sostener a los sacerdotes. Pero el primer apoyo del sacerdote es la oración. El pueblo de Dios —es decir, todos— apoya al sacerdote con la oración. No os canséis jamás de rezar por vuestros sacerdotes. Yo sé que lo haréis. Muchas gracias. Y ahora seguimos el rito de la Ordenación de estos diáconos que serán vuestros sacerdotes. Gracias.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

01/12/2017-06:32
Rosa Die Alcolea

Bangladesh: "El pueblo de Dios sostiene a los sacerdotes con la oración"

(ZENIT — 1 Dic. 2017).- El quinto día del viaje apostólico del Papa Francisco a Myanmar y Bangladesh ha comenzado con la Ordenación sacerdotal de 16 jóvenes candidatos de Bangladesh.

La multitudinaria Misa se ha celebrado en el parque ‘Suhrawardy Udyan’, en Dakha, capital del país. La ceremonia ha comenzado a las 10 hora local (5 h. en Roma), el Santo Padre se ha trasladado en coche desde la Nunciatura Apostólica.

Dakha es una de las capitales más grandes del mundo, cuenta con 18 millones de habitantes y antes de esta Ordenación, solo tenía 360 sacerdotes –dato de la radio española COPE–. Es una nación con 375.000 católicos, siendo el cuarto país con más musulmanes del mundo.

Se calcula que han asistido 100.000 personas a esta histórica celebración. El altar ha hecho con cañas de bambú, indicador de la pobreza y sencillez del pueblo bangladesí.

Se podía apreciar el precioso abanico de los vivos colores de los saris de las mujeres y de los trajes típicos de este país asiático, que junto a los preciosos cantos de corte bengalí aportaba alegría y luz a la ceremonia.

 

Ordenación sacerdotal

Antes de la homilía, el Cardenal Patrick D'Rozario, Arzobispo de Dakha, ha presentado al Papa y al pueblo de Dios, uno por uno, a los 16 diáconos (ahora sacerdotes).

Luego, el Santo Padre ha continuado con el rito de la Ordenación, y los candidatos al sacerdocio han prometido uno a uno ante el Arzobispo Mons. D'Rozario "respeto y obediencia" al él y a sus sucesores.

Después, se han tumbado boca abajo ante el Sagrario, mientras el Papa, los obispos y todos los presentes rezaban a por ellos cantando, con el típico rito oriental.

Al terminar, se han levantado y el Santo Padre ha impuesto sus manos sobre cada uno de ellos, como signo de “misericordia, perdón y salvación”, como hizo Jesucristo con los apóstoles, y a continuación, todos los sacerdotes presentes han impuesto sus manos sobre ellos.

Finalmente, los 16 jóvenes han sido revestidos por sus padrinos de Ordenación, necesariamente sacerdotes, y arrodillándose uno a uno ante el Vicario de Cristo, han sido ordenados sacerdotes por el Pontífice.

Los 16 nuevos sacerdotes para la Iglesia de Bangladesh han abrazado al Santo Padre Francisco, y los sacerdotes también han pasado uno a uno a felicitarlos, besando sus manos.

 

"Gracias por vuestra generosidad"

Al terminar la homilía, pronunciada en italiano, el Papa Francisco ha dirigido unas palabras improvisadas a los miles de fieles allí presentes: “Los que habéis venido a esta gran fiesta de Dios que es la ordenación de estos sacerdotes. Muchos venís desde lejos, en viajes de dos días. Gracias por vuestra generosidad”.

"Esto indica el amor que tenéis por la Iglesia —ha dicho el Santo Padre— el amor que tenéis por Jesucristo. ¡Muchas gracias! Gracias por vuestra generosidad. Gracias por vuestra fidelidad. Continuad hacia adelante".

"Y, os lo pido, rezad siempre por vuestros sacerdotes, especialmente por estos que hoy recibirán el Sacramento del Orden. El pueblo de Dios sostiene a los sacerdotes con la oración, y vuestra responsabilidad es sostener a los sacerdotes", ha asegurado Francisco.

“Alguno de vosotros podrá preguntarme: ‘¿Cómo se hace para sostener a los sacerdote?’ Fiaros de vuestra generosidad. El corazón os dirá cómo hacerlo. Pero el primer sustento del sacerdote es la oración. El Pueblo de Dios, que sois vosotros, sostiene a los sacerdotes con la oración”.

“No dejéis de rezar por vuestros sacerdotes. Yo sé que lo haréis. Muchas gracias, y ahora, continuamos el rito de la ordenación de esto diáconos”, concluyó el Papa.

 

Agradecimiento del Card. D´Rozario

Al término de la Misa, el Cardenal Mons. Patrick D´Rozario, Arzobispo de Dhaka, se ha dirigido al Santo Padre para agradecer su visita y su implicación en el país.

Antes de abandonar el recinto, fuera de la Sacristía, el Papa Francisco dio la bienvenida brevemente a los cardenales y obispos de la Región y luego regresó a la Nunciatura.

 

 

01/12/2017-12:54
Rosa Die Alcolea

Apertura de corazón: "camino hacia la bondad, la justicia y la solidaridad"

(ZENIT — 1 Dic. 2017).- "La apertura del corazón es un camino que conduce a la búsqueda de la bondad, la justicia y la solidaridad", ha anunciado el Papa Francisco.

Discurso del Papa Francisco en el Encuentro interreligioso y ecuménico por la paz, junto a los líderes religiosos de las comunidades musulmana, budista, hinduista, anglicana, y de la sociedad civil de Bangladesh, celebrado en el jardín del Arzobispado de Dhaka, a las 17 hora local (12 h. en Roma).

“¡Cuánta capacidad de apertura se necesita para acoger a las personas de nuestro mundo, especialmente a los jóvenes, que a veces se sienten solos y desconcertados en la búsqueda del sentido de la vida!” ha expresado Francisco.

El Papa Francisco ha descrito como un “signo particularmente reconfortante de nuestros tiempos” que los creyentes y las personas de buena voluntad se sientan cada vez más llamados a cooperar en la formación de una “cultura del encuentro, del diálogo y de la colaboración al servicio de la familia humana”.

Y ha observado que esto "requiere más que una simple tolerancia": "Nos estimula a tender la mano al otro en actitud de comprensión y confianza recíproca, para construir una unidad que considere la diversidad no como amenaza, sino como fuente de enriquecimiento y crecimiento". Nos exhorta a tener "apertura de corazón", para ver en los otros "un camino, no un obstáculo", ha señalado el Pontífice.

 

Corazón palpitante

La “solicitud religiosa por el bien de nuestro prójimo” –ha exhortado el Santo Padre– “que emana de un corazón abierto, corre como un gran río”, irrigando las tierras áridas y desiertas del odio, la corrupción, la pobreza y la violencia, que dañan las vidas humanas, dividen a las familias y desfiguran el don de la creación.

El Papa ha hablado de la necesidad de un “corazón palpitante”, que “late con fuerza”, para combatir el virus de la corrupción política, las ideologías religiosas destructivas, la tentación de cerrar los ojos a las necesidades de los pobres, de los refugiados, de las minorías perseguidas y de los más vulnerables!

El Papa ha concluido su discurso agradeciendo los "esfuerzos" realizados "para promover la cultura del encuentro", y rogando que un "compromiso común de los seguidores de las religiones por discernir el bien y ponerlo en práctica".

RD

Sigue la traducción oficial del discurso del Papa Francisco en el Encuentro interreligioso por la paz:

 

Discurso del Papa Francisco

Distinguidos invitados, queridos amigos:

Este encuentro, que reúne a los representantes de las diversas comunidades religiosas de este país, constituye un momento muy significativo de mi visita a Bangladesh. Nos hemos reunido para profundizar nuestra amistad y para expresar el deseo unánime del don de una paz genuina y duradera.

Mi agradecimiento al Cardenal D'Rozario por sus gentiles palabras de bienvenida y a cuantos me han acogido con afecto en nombre de las comunidades musulmanas, hindúes y budistas, y también de las autoridades civiles.

Agradezco la presencia del Obispo anglicano de Dhaka, de las diversas comunidades cristianas y de todos los que han contribuido para hacer posible esta reunión.

Las palabras que hemos escuchado, y también los cantos y las danzas que han animado nuestra asamblea, nos han hablado de modo elocuente del deseo de armonía, fraternidad y paz encarnado en las enseñanzas de las religiones del mundo. Que nuestro encuentro de esta tarde pueda ser un signo claro del esfuerzo de los líderes y de los seguidores de las religiones presentes en este país por vivir juntos con respeto recíproco y buena voluntad. Que este compromiso, aquí en Bangladesh, donde el derecho a la libertad religiosa es un principio fundamental, sea una llamada de atención respetuosa pero firme hacia quien busque fomentar la división, el odio y la violencia en nombre de la religión.

Es un signo particularmente reconfortante de nuestros tiempos que los creyentes y las personas de buena voluntad se sientan cada vez más llamados a cooperar en la formación de una cultura del encuentro, del diálogo y de la colaboración al servicio de la familia humana. Esto requiere más que una simple tolerancia. Nos estimula a tender la mano al otro en actitud de comprensión y confianza recíproca, para construir una unidad que considere la diversidad no como amenaza, sino como fuente de enriquecimiento y crecimiento. Nos exhorta a tener apertura de corazón, para ver en los otros un camino, no un obstáculo.

Permitidme explorar brevemente algunas características esenciales de esta «apertura del corazón», que es la condición para una cultura del encuentro.

En primer lugar, es una puerta. No es una teoría abstracta, sino una experiencia vivida. Nos permite entablar un diálogo de vida, no un simple intercambio de ideas. Requiere buena voluntad y capacidad de acogida, pero no debe ser confundida con la indiferencia o la reticencia al expresar nuestras convicciones más profundas. Implicarse fructuosamente con el otro significa compartir nuestra identidad religiosa y cultural, pero siempre con humildad, honestidad y respeto.

La apertura del corazón es también similar a una escalera que se eleva hacia el Absoluto. Recordando esta dimensión trascendente de nuestra actividad, nos damos cuenta de la necesidad de purificar nuestros corazones, para poder ver las cosas en su justa perspectiva. A cada paso nuestra visión se hará más clara y recibiremos la fuerza para perseverar en el compromiso de comprender y valorizar a los demás, con sus puntos de vista. De este modo, encontraremos la sabiduría y la fuerza necesarias para tender a todos una mano amiga.

La apertura del corazón es además un camino que conduce a la búsqueda de la bondad, la justicia y la solidaridad. Nos impulsa a buscar el bien de nuestros vecinos. En su carta a los cristianos de Roma, san Pablo exhorta: «No te dejes vencer por el mal, antes bien vence al mal con el bien» (Rm 12,21). Este es un sentimiento que todos nosotros podemos imitar. La solicitud religiosa por el bien de nuestro prójimo, que emana de un corazón abierto, corre como un gran río, irrigando las tierras áridas y desiertas del odio, la corrupción, la pobreza y la violencia, que dañan las vidas humanas, dividen a las familias y desfiguran el don de la creación.

Las diversas comunidades religiosas de Bangladesh han abrazado este camino mediante el compromiso por el cuidado de la tierra, nuestra casa común, y la respuesta a los desastres naturales que han asolado la nación en los últimos años. Pienso también en la manifestación común de dolor, oración y solidaridad que ha acompañado el trágico derrumbe del Rana Plaza, que sigue impreso en la mente de todos. En estas diversas expresiones vemos cómo el camino de la bondad conduce a la cooperación para servir a los demás.

Un espíritu de apertura, aceptación y cooperación entre los creyentes no contribuye simplemente a una cultura de armonía y paz, sino que es su corazón palpitante. ¡Cuánto necesita el mundo de este corazón que late con fuerza, para combatir el virus de la corrupción política, las ideologías religiosas destructivas, la tentación de cerrar los ojos a las necesidades de los pobres, de los refugiados, de las minorías perseguidas y de los más vulnerables! ¡Cuánta capacidad de apertura se necesita para acoger a las personas de nuestro mundo, especialmente a los jóvenes, que a veces se sienten solos y desconcertados en la búsqueda del sentido de la vida!

Queridos amigos, os agradezco los esfuerzos que realizáis para promover la cultura del encuentro, y os ruego que, demostrando el compromiso común de los seguidores de las religiones por discernir el bien y ponerlo en práctica, ayudemos a todos los creyentes a crecer en la sabiduría y en la santidad, y a cooperar para construir un mundo cada vez más humano, unido y pacífico.

Abro mi corazón a todos vosotros y os reitero mi agradecimiento por vuestra acogida. Recordémonos unos a otros en nuestras oraciones.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

01/12/2017-16:49
Anne Kurian

Bangladesh: Encuentro con la Primera Ministra Sheikh Hasina

(ZENIT — 1 Dic. 2017).- El Papa Francisco se ha reunido con la Primera Ministra de Bangladesh, Sheikh Hasina, en la Nunciatura Apostólica de Dhaka, a las 15:20 hora local (10:20 h. en Roma).

Sheikh Hasina es la hija de Sheikh Mujibur Rahman, "Padre de la Nación" y primer presidente de la República de Bangladesh, asesinado en 1975. El Papa Francisco visitó su tumba el día anterior, a pocas horas de aterrizar en suelo bangladesí.

También lo citó momentos después, durante su primer discurso oficial, ante las autoridades del país: "El presidente Sheikh Mujibur Rahman imaginó una sociedad moderna, pluralista e inclusiva en la que cada persona y comunidad podría vivir en libertad, paz y seguridad, con respeto por la dignidad innata y la igualdad de los derechos de todos".

El futuro de esta joven democracia y la salud de su vida política están esencialmente vinculadas a la fidelidad a esta visión fundante.

En la mañana del 1 de diciembre, el Papa Francisco ha recordado esta figura en la celebración de la Misa de Ordenación sacerdotal en el Parque Suhrawardy Udyan en Dhaka, lugar donde el "Padre de la Nación" pronunció un famoso discurso en 1971.

Desde la Nunciatura Apostólica, el Pontífice se ha dirigido al Arzobispado en coche para visitar la Catedral de Dhaka.

 

 

01/12/2017-15:37
Anne Kurian

Bangladesh: El Papa visita la catedral de Dhaka

(ZENIT — 1 dic. 2017).- El segundo día de su viaje apostólico a Bangladesh, el 1 de diciembre de 2017, el Papa Francisco ha visitado la Catedral de Dakha, donde se ha encontrado con fieles del país y ha estado en oración dentro del edificio.

El Papa ha llegado a la Catedral de Dhaka, que forma parte del complejo del arzobispado, alrededor de las 16 hora local (11 h. en Roma), después de su encuentro con la primera ministra de Bangladesh Sheikh Hasina. A su llegada, ha sido recibido en el patio del Arzobispado por el Cardenal Patrick D´Rozario, Arzobispo de Dhaka.

De camino hacia la Catedral, el Papa ha bendecido las placas conmemorativas de las tres visitas papales en Dakha, con el retrato de los tres papas: Pablo VI, el 27 de noviembre de 1970; Juan Pablo II, el 19 de noviembre de 1986; y Francisco el 1 de diciembre de 2017. Ha bendecido también dos nuevos edificios para personas mayores y para sacerdotes, antes de saludar a 20 miembros del Comité organizador de la visita.

El Papa regresó a la Catedral, fue recibido por el párroco, por un sacerdote y una religiosa, también por los obispos del país y unos 700 fieles a los que ha saludado. Después de recogerse en una capilla, el Papa ha salido para rezar sobre la tumba de los tres obispos precedentes de Dhaka.

Al término de esta visita, el Pontífice ha ido a pie a la residencia de los sacerdotes mayores, para encontrarse con los diez obispos de Bangladesh.

© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

En la Catedral de Dhaka, el Santo Padre ha ofrecido unas palabras improvisadas a los fieles reunidos fuera de la Catedral.

 

Palabras del Papa Francisco

Buenas tardes,

Les agradezco a todos los que están aquí presentes, líderes cristianos, laicos que trabajan en la dedicación del reino de Dios. Simplemente me dijeron que tengo que hacer un saludo y me viene una palabra para compartirla con ustedes. El Apóstol Pablo decía que dentro de sí sentía: «¡Ay de mí si no evangelizo!».

Nosotros queremos que se viva el Evangelio como una gracia, como un tesoro, y lo recibimos gratuitamente. Tenemos que pedir al Señor que nos dé la gracia de sentir eso mismo que sentía Pablo. Sentir ese fuego, ese ansia en el corazón para evangelizar. No se trata de hacer proselitismo, no. La Iglesia, Reino de Dios, no crece con proselitismo, crece con el testimonio. Se trata de mostrar con la palabra y la vida el tesoro que se nos regaló. Y eso es evangelizar. Yo vivo así, vivo esta palabra, y que los otros vean; pero no es hacer proselitismo.

Les agradezco lo que ustedes hacen, les agradezco el compromiso, les agradezco que muestren el regalo que Dios nos dio.

Y me atrevo a pedirles un favor: custodien el tesoro que Dios nos regaló en el Evangelio, y la mejor manera de custodiarlo es la gracia de Dios, por eso les pido que oren mucho, recen mucho para que venga esa gracia y les cuide el tesoro.

Y sigamos adelante caminando, haciendo ver este tesoro que nos regaló Dios gratuitamente y que debemos ofrecer a los demás gratuitamente. Y ahora, como hermanos, todos juntos, pidamos esta gracia los unos por los otros, rezando la oración que Jesús nos enseñó.

[Padre nuestro]

Que el Señor los bendiga y los proteja. Haga brillar su rostro sobre ustedes y les muestre su gracia. Les descubra su rostro y les conceda la gracia. Amén.

No os olvidéis de rezar por mí.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

01/12/2017-16:00
Redacción

Programa del Papa en Bangladesh, sábado 2 de diciembre

Sábado 2 diciembre 2017

— 10 h. (5 horas en Roma): Visita privada a la Casa Madre Teresa de Tejgaon

— 10:45 h. (5:45 h. en Roma): Encuentro con los sacerdotes, religiosos, consagrados, seminaristas y novicias en la iglesia del Santo Rosario. Discurso del Papa

— 11:45 h. (6:45 h. en Roma): Visita al cementerio parroquial y a la antigua iglesia del Santo Rosario

— 15:20 h. (10:20 h. en Roma): Encuentro con los jóvenes en el Colegio `Notre Dame' de Dhaka. Discurso del Papa

— 16:45 h. (11:45 h. en Roma): Despedida oficial en el Aeropuerto internacional de Dhaka

— 17:05 h. (12:05 h. en Roma): Salida en avión para Roma/Ciampino (7.541 km, 10h 55', BIMAN B777)

— 23 h. (hora local): Llegada a Roma/Ciampino

Leer el programa completo

 

 

01/12/2017-07:50
Anita Bourdin

Myanmar: La visita del Papa, un milagro, una bendición, una curación y un baño de esperanza

(ZENIT — 1 dic. 2017).- La visita del Papa Francisco a Myanmar (República de la Unión de Myanmar) es un "milagro", una "bendición", una "curación", un "baño de esperanza" que va a ayudar a los jóvenes a ser una "armada de paz", ha expresado el Cardenal Charles Bo.

El Papa Francisco ha llegado en coche del Arzobispado de Yangon a la Catedral de Santa María para celebrar la Misa con los jóvenes, el jueves por la mañana, 30 de noviembre de 2017, cuarto y último día de su estancia en el país, con ocasión de la primera visita de un Papa; una visita "histórica". El Papa ha recorrido la plaza de la Catedral en "papamóvil" para saludar a la multitud, a las 10:15 horas (4:45 horas en Roma).

La traducción oficial de la homilía que el Papa ha pronunciado en italiano, con traducción consecutiva en birmano se encuentra aquí. Los jóvenes han acompañado la Misa con sus cantos, y sus instrumentos: flauta, guitarra, teclado, violón... Pastores de comunidades de Asia han participado en la Misa, entre ellos el cardenal Oswald Gracias, arzobispo de Bombay (India), y presidente de la Federación de las Conferencias de los obispos de Asia, miembro del "C9".

El Cardenal Bo, salesiano de Don Bosco, ha pronunciado algunas palabras de agradecimiento al final de la Misa, remarcando que estos cuatro días habían sido "duros" para el Papa Francisco, y que aún le esperaba todavía tres días más de duro trabajo. En efecto, con casi 81 años, el Papa ha tenido al menos 11 encuentros, más las dos ceremonias en el aeropuerto, con el general y las religiones, con las autoridades, el presidente, la ministra de asuntos exteriores, la Misa con las comunidades venidas de países vecinos, los budistas, los seminaristas, los obispos, los jesuitas y los jóvenes.

El Papa ha salido hacia el aeropuerto. Su avión despegaba para la capital de Bangladesh, Dakha, a las 12:45 horas (8:15 horas) para aterrizar a las 15 horas (11 h. de Roma).

Esta es nuestra traducción rápida, de trabajo, de las palabras del Cardenal Bo, pronunciadas en birmano, y comunicadas en inglés por el Vaticano. Han sido saludadas con los aplausos de los jóvenes.

 

Alocución del Cardenal Charles Bo

La santa peregrinación de Amor y de Paz se acaba hoy.

No termina. Nuestro querido Santo Padre ha confiado a los jóvenes un trabajo de amor y de paz.

Estos tres días en Myanmar han sido muy fuertes. Pero la vista de los jóvenes da energía al Santo Padre por todo el mundo.

Se siente uno con la juventud del mundo. Su alegría aumenta en compañía de los jóvenes.

El Santo Padre tiene hoy confianza en que los desafíos del país y de la iglesia puedan ser afrontadas con confianza por los jóvenes.

Hoy la comunidad coloreada de juventud es una gran esperanza no solo para la Iglesia sino para este país. Que todos vosotros os convirtáis en una brigada de paz, una armada de paz.

Esta misa es la cima del gran viaje de nuestro Santo Padre.

El papel de la Iglesia es generar esperanza. Nuestro Santo Padre es un apóstol de la esperanza. Durante estos tres días, Myanmar ha tenido la gracia de ser bañada en la Esperanza cristiana. Su presencia ha sido un toque sanador para esta nación.

Cuando termina su visita apostólica, y en nombre de toda la Iglesia de Myanmar, quiero dar gracias al Señor de este milagro de nuestro Santo Padre en medio de nosotros.

Cuando fuiste elegido, Santo Padre, dijo que los Padres habían elegido al nuevo Papa de un país lejano. En tanto que Papa, ha elegido bendecir las comunidades católicas más lejanas.

Estamos profundamente conmovidos por vuestro amor paternal para esta Iglesia. Es un momento bendecido para nosotros. Le aseguramos con nuestras oraciones cuando comience un nuevo trabajo difícil de tres días.

¡Qué la historia de esta nación sea bendecida hoy porque ha bendecido esta tierra con su visita!

© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

 

 

01/12/2017-20:12
Redacción

"Pastoral Vocacional y la Vida Consagrada. Horizontes y esperanzas"

(ZENIT — 1 Dic. 2017).- Mensaje que el Papa Francisco ha enviado a los participantes en el Congreso Internacional "Pastoral Vocacional y la Vida Consagrada. Horizontes y esperanzas", promovido por la Congregación por los Institutos de Vida Consagrada y la Sociedad de Vida Apostólica, que se celebra en Roma hasta el 3 de diciembre, en el Pontificio Ateneo 'Regina Apostolorum'.

 

Mensaje del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas:

Saludo a los participantes en este Congreso Internacional promovido por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica sobre «Pastoral Vocacional y la Vida Consagrada. Horizontes y esperanzas». Agradezco a dicha Congregación la iniciativa de este evento que quiere ser la aportación de dicho Dicasterio al próximo Sínodo de los Obispos que se ocupará del tema: «Los Jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional». Y mientras, a través de este mensaje, saludo a todos los que habéis llegado a Roma para participar en este encuentro, os aseguro también mi oración al Dueño de la mies para que este Congreso ayude a todos los consagrados a dar una respuesta generosa a su propia vocación y, al mismo tiempo, ayude a todos ellos a intensificar la pastoral vocacional entre las familias y jóvenes para que, quienes son llamados al seguimiento de Cristo en la vida consagrada o en otras vocaciones dentro del Pueblo de Dios, puedan encontrar lo cauces adecuados para acoger esa llamada y responder con generosidad a ella.

Ante todo quiero manifestaros algunas convicciones sobre la pastoral vocacional. Y la primera es ésta: Hablar de pastoral vocacional es afirmar que toda acción pastoral de la Iglesia está orientada, por su propia naturaleza, al discernimiento vocacional, en cuanto su objetivo último es ayudar al creyente a descubrir el camino concreto para realizar el proyecto de vida al que Dios lo llama.

El servicio vocacional ha de ser visto como el alma de toda la evangelización y de toda la pastoral de la Iglesia. Fiel a este principio no dudo en afirmar que la pastoral vocacional no se puede reducir a actividades cerradas en sí mismas. Esto podría convertirse en proselitismo, y podría llevar también a caer en «la tentación de un fácil y precipitado reclutamiento» (Juan Pablo II, Exhort. ap. Vita consecrata, 64). La pastoral vocacional, en cambio, ha de colocarse en estrecha relación con la evangelización, la educación en la fe, de forma que la pastoral vocacional sea un verdadero itinerario de fe y lleve al encuentro personal con Cristo, y con la pastoral ordinaria, en especial con la pastoral de la familia, de tal modo que los padres asuman, con gozo y responsabilidad, su misión de ser los primeros animadores vocacionales de sus hijos, liberándose ellos mismos y liberando a sus hijos del bloqueo dentro de perspectivas egoístas, de cálculo o de poder, que muchas veces se dan en el seno de las familias, aun aquellas que son practicantes.

Esto comporta cimentar la propuesta vocacional, también la propuesta vocacional a la vida consagrada, en una sólida eclesiología y en una adecuada teología de la vida consagrada, que proponga y valorice convenientemente todas las vocaciones dentro del Pueblo de Dios.

Una segunda convicción es que la pastoral vocacional tiene su «humus» más adecuado en la pastoral juvenil. Pastoral juvenil y pastoral vocacional han de ir de la mano. La pastoral vocacional se apoya, surge y se desarrolla en la pastoral juvenil. Por su parte, la pastoral juvenil, para ser dinámica, completa, eficaz y verdaderamente formativa ha de estar abierta a la dimensión vocacional. Esto significa que la dimensión vocacional de la pastoral juvenil no es algo que se debe plantear solamente al final de todo el proceso o a un grupo particularmente sensible a una llamada vocacional específica, sino que ha de plantearse constantemente a lo largo de todo el proceso de evangelización y de educación en la fe de los adolescentes y de los jóvenes.

Una tercera convicción es que la oración ha de ocupar un lugar muy importante en la pastoral vocacional. Lo dice claramente el Señor: «Orad al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies» (Mt 9, 38). La oración constituye el primer e insustituible servicio que podemos ofrecer a la causa de las vocaciones. Puesto que la vocación es siempre un don de Dios, la llamada vocacional y la respuesta a dicha vocación solo puede resonar y hacerse sentir en la oración, sin que ello sea entendido como un fácil recurso para desentendernos de trabajar en la evangelización de los jóvenes para que se abran a la llamada del Señor. Orar por las vocaciones supone, en primer lugar, orar y trabajar por la fidelidad a la propia vocación; crear ambientes donde sea posible escuchar la llamada del Señor; ponernos en camino para anunciar el «evangelio de la vocación», promoverlas y provocarlas. Quien ora de verdad por las vocaciones, trabaja incansablemente por crear una cultura vocacional.

Estas convicciones me llevan a plantearos ahora algunos desafíos que considero importantes. Un primer desafío es el de la confianza. Confianza en los jóvenes y confianza en el Señor. Confianza en los jóvenes, pues hay muchos jóvenes que, aun perteneciendo a la generación «selfie» o a esta cultura que más que «fluida» parece ya «gaseada», buscan pleno sentido a sus vidas, aun cuando no siempre lo busquen en donde lo pueden encontrar. Es aquí donde los consagrados tenemos un papel importante: permanecer despiertos para despertar a los jóvenes, estar centrados en el Señor para poder ayudar al joven a que se centre en él. Muchas veces los jóvenes esperan de nosotros un anuncio explícito del «evangelio de la vocación», una propuesta valiente, evangélicamente exigente y a la vez profundamente humana, sin rebajas y sin rigideces. Por otra parte, confianza en el Señor, seguros que él sigue suscitando en el Pueblo de Dios diversas vocaciones para el servicio del Reino. Hay que vencer la fácil tentación que nos lleve a pensar que en algunos ambientes ya no es posible suscitar vocaciones. Para Dios «nada hay imposible» (Lc 1,37). Cada tramo de la historia es tiempo de Dios, también el nuestro, pues su Espíritu sopla donde quiere, como quiere y cuando quiere (cf. Jn 3, 8). Cualquier estación puede ser un «kairós» para recoger la cosecha (cf. Jn 4, 35-38).

Otro desafío importante es la lucidez. Es necesario tener una mirada aguda y, al mismo tiempo, una mirada de fe sobre el mundo y en particular sobre el mundo de los jóvenes. Es esencial conocer bien nuestra sociedad y la actual generación de los jóvenes de tal modo que, buscando los medios oportunos para anunciarles la Buena Nueva, podamos anunciarles también el «evangelio de la vocación». De lo contrario estaríamos dando respuestas a preguntas que nadie se hace.

Un último desafío que quisiera señalar es la convicción. Para proponer hoy a un joven el «ven y sígueme» (Jn 1, 39) se requiere audacia evangélica; la convicción de que el seguimiento de Cristo, también en la vida consagrada, merece la pena, y que la entrega total de uno mismo a la causa del Evangelio es algo hermoso y bello que puede dar sentido a toda una vida. Solo así la pastoral vocacional será narración de lo que uno vive y de lo que llena de sentido la propia vida. Y solo así la pastoral vocacional será una propuesta convincente. El joven, como todos nuestros contemporáneos, ya no cree tanto a los maestros, sino que quiere ver testigos de Cristo (cf. Pablo VI, Exhort. ap. Evangelii nuntiandi, 41).

Si deseamos que una propuesta vocacional al seguimiento de Cristo toque el corazón de los jóvenes y se sientan atraídos por Cristo y por la sequela Christi propia de la vida consagrada, la pastoral vocacional ha de ser:
Diferenciada, de tal modo que responda a las preguntas que cada joven se plantea, y que ofrezca a cada uno de ellos lo necesario para colmar con abundancia sus deseos de búsqueda (cf. Jn 10, 10). No se puede olvidar que el Señor llama a cada uno por su nombre, con su historia y a cada uno le ofrece y le pide un camino personal e intransferible en su respuesta vocacional.

Narrativa. El joven quiere ver «narrado» en la vida concreta de un consagrado el modelo a seguir: Jesucristo. La pastoral de «contagio», del «ven y verás» es la única pastoral vocacional verdaderamente evangélica, sin sabor a proselitismo. «Los jóvenes sienten la necesidad de figuras de referencia cercanas, creíbles, coherentes y honestas, así como de lugares y ocasiones en los que poner a prueba la capacidad de relación con los demás» (Sínodo de los Obispos, XV Asamblea general ordinaria, Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. Documento preparatorio, 2017, 2). Solo una propuesta de fe y vocacional encarnadas, tiene posibilidad de entrar en la vida de un joven que lo contrario.

Eclesial. Una propuesta de fe o vocacional a los jóvenes tiene que hacerse dentro del marco eclesial del Vaticano II. Este es la «brújula para la Iglesia del siglo XXI» (Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte, 43) y para la vida consagrada de nuestros días. Este marco eclesial pide a los jóvenes un compromiso y una participación en la vida de la Iglesia, como actores y no como simples espectadores. También deben sentirse partícipes de la vida consagrada: sus actividades, su espiritualidad, su carisma su vida fraterna, su forma de vivir el seguimiento de Cristo.

Evangélica y como tal comprometida y responsable. La propuesta de fe, como la propuesta vocacional a la vida consagrada, han de partir del centro de toda pastoral: Jesucristo, tal como nos viene presentado en el Evangelio. No vale evadirse, ni valen huidas intimistas o compromisos meramente sociales. Lejos de la pastoral vocacional la «pastoral show» o la «pastoral pasatiempos». Al joven hay que ponerlo ante las exigencias del Evangelio. «El Evangelio es exigente y requiere ser vivido con radicalidad y sinceridad» (Carta a todos los consagrados, 21 noviembre 2014, 1,2). Al joven hay que ponerle en una situación en la que acepte responsablemente las consecuencias de la propia fe y del seguimiento de Cristo. En este tipo de pastoral no se trata de reclutar agentes sociales, sino verdaderos discípulos de Jesús con el mandamiento nuevo del Señor como consigna y con el código de las bienaventuranzas como estilo de vida.

Acompañada. Una cosa es clara en la pastoral juvenil: Es necesario acompañar a los jóvenes, caminar con ellos, escucharles, provocarles, moverles para que vayan más allá de las comodidades en las que descansan, despertar el deseo, interpretarles lo que están viviendo, llevarles a Jesús y siempre favoreciendo la libertad para que respondan a la llamada del Señor libre y responsablemente (cf. Sínodo de los Obispos, XV Asamblea general ordinaria, Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. Documento preparatorio, 2017, 111, 1). Es necesario crear ambiente de confianza, hacer sentir a los jóvenes que son amados como son y por lo que son. El texto de los
discípulos de Emaús puede ser un buen ejemplo de acompañamiento (cf. Lc 24,13-35). La relación personal con los jóvenes de parte de los consagrados es insustituible.

Perseverante. Con los jóvenes hay que ser perseverantes, sembrar y esperar pacientemente que la semilla crezca y un día pueda dar su fruto. La misión del agente de pastoral juvenil tiene que ser bien consciente que su labor es la de sembrar, otro hará crecer y otros recogerán los frutos.

Juvenil. No podemos tratar a los jóvenes como si no fueran tales. Nuestra pastoral juvenil debe estar marcada por las siguientes notas: dinámica, participativa, alegre, esperanzada, arriesgada, confiada. Y siempre llena de Dios, que es lo que más necesita un joven para llenar sus justos anhelos de plenitud; llena de Jesús que es el único camino que ellos han de recorrer, la única verdad a la que ellos son llamados a adherirse, la única vida por la que merece la pena entregarlo todo (cf. Jn 1,35ss).

Queridos participantes en este Congreso: Dos cosas me parecen ciertas en el tema de la pastoral vocacional y vida consagrada. La primera es que no hay respuestas mágicas y la segunda es que a la vida consagrada, como del resto a toda la Iglesia, se le está pidiendo una verdadera «conversión pastoral», no solo de lenguaje, sino también de estilo de vida, si quiere conectar con los jóvenes y proponerles un camino de fe y hacerles una propuesta vocacional.

Qué nadie os robe la alegría de seguir a Jesucristo y la valentía de proponerlo a los demás como camino, verdad y vida (Jn 14,6) ¡Rompamos nuestros miedos! Es el momento para que los jóvenes sueñen y los ancianos profeticen (JI 2,28). ¡Levantémonos ya! «Manos a la obra» (Esd 10,4). Los jóvenes nos esperan. ¡Es hora de caminar!

Vaticano, 25 de noviembre de 2017

FRANCISCO

© Librería Editorial Vaticano

 

 

01/12/2017-19:53
Anita Bourdin

"¡Usted Ama Bangladesh!": El Card. D' Rozario agradece al Papa Francisco

(ZENIT — 1 dic. 2017).- "Usted ama Bangladesh...vuestro amor ha traído la alegría al "pequeño rebaño" que son los cristianos. Vuestro amor ha atraído a gente de todo Bangladesh": el Cardenal Arzobispo de Dhaka, Patrick D'Rozario, ha agradecido al Papa al final de la misa de ordenaciones sacerdotales presidida este viernes 1 de diciembre de 2017, en Suhrawardy Udyan Park de Dhaka, capital del país.

Recordemos que Bangladesh, cuenta con más de 168 millones de habitantes, es un país musulmán en un 89,7 % (125 millones, la mayoría sunitas, la mayor población musulmana del mundo después de Indonesia y Pakistán), el hinduismo es la segunda religión del país (9,2 %) y los cristianos, la mayoría son católicos, representan un 0.5 % de la población que también cuenta con budistas y animistas. Desde el 11 de mayo de 1988, el Islam se ha convertido en religión de Estado.

"Han venido a expresar su amor y su alegría celebrando la eucaristía con usted, jefe de la Iglesia peregrina en la tierra, ha continuado el Cardenal, en inglés. La comunidad cristiana de Bangladesh tiene el privilegio de tener esta comunión maravillosa con usted en nuestra peregrinación común.. Os estamos muy reconocidos. Gracias Santo Padre.

El Cardenal D'Rozario ha evocado al "Padre de la Nación" Bangabandhu Shekh Mujib Ur-Rahman, que ha pronunciado un famoso discurso en este mismo lugar, el 7 de marzo de 1971, "llamando a la independencia de Bangladesh", del Pakistan.

Y en el mismo lugar, ha añadido, "nosotros, cristianos, hemos celebrado por primera vez la Eucaristía, haciendo que el lugar sea más significativo y simbólico del papel especial de la Iglesia para nuestra nación".

Ha recordado la visita de San Juan Pablo II quién también había presidido ordenaciones sacerdotales en 1986. Ha subrayado que los dieciséis nuevos sacerdotes habían experimentado un "acontecimiento memorable y lleno de gracia", que les marcaría a lo largo de sus vidas y ha agradecido al Papa por esto, "con toda la Iglesia de Bangladesh".

Mencionando también la visita del bienaventurado Pablo VI en 1970, después de las inundaciones sin precedente que habían cobrado 3 millones de víctimas — un "diluvio" —, el cardenal D'Rozario ha señalado que el papa Francisco acababa de manifestar su "amor" y su "preocupación" por aquellos que más lo necesitaban, antes de concluir: "Toda la comunidad cristiana de Bangladesh y los que están aquí presentes, desean con sinceridad y amor que vuestra visita pastoral brinden una abundancia de bendiciones a la Iglesia y a toda la Nación. Gracias Santo Padre!".

Como es tradición, el Papa ha ofrecido al Cardenal y a la Iglesia local un cáliz como recuerdo de su visita y de esta celebración.

El arzobispo de Dhaka, nombrado por Benedicto XVI en 2011 ha sido "creado" cardenal por el Papa Francisco hace algo más de un año, el 19 de noviembre de 2016, signo de la solicitud del Papa por Bangladesh.

©Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

 

 

01/12/2017-18:42
Redacción

Vídeo mensaje del Papa : "La política es ante todo servicio"

(ZENIT — 01 Dic. 2017).- "¡Cuánta necesidad estamos teniendo de una «buena y noble política» y de sus protagonistas hoy en América Latina!", expresa el Papa Francisco.

El Santo Padre ha enviado un vídeo mensaje a los participantes del Encuentro de Católicos que asumen responsabilidades políticas al servicio de los pueblos latinoamericanos, que se celebra del 1 al 3 de diciembre de 2017 en Bogotá, en la Sede de la Conferencia Episcopal Colombiana, promovido por la Comisión Pontificia para América Latina (CAL) y el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).

"Es necesario que los laicos católicos no queden indiferentes a la cosa pública, ni replegados dentro de los templos, ni que esperen las directivas y consignas eclesiásticas para luchar por la justicia, por formas de vida más humana para todos" ha declarado Francisco.

El Papa ha invitado a los participantes a "hablar con libertad". "Un diálogo que sea entre católicos, prelados y políticos, en el que la comunión entre personas de la misma fe resulte más determinante que las legítimas oposiciones de opciones políticas".

YN

Publicamos a continuación el mensaje en que el Santo Padre Francisco he enviado a los participantes.

 

Mensaje del Papa Francisco

¡Buenos días!

Deseo saludar y agradecer, ante todo, a los dirigentes políticos que han aceptado la invitación a participar en un evento que yo mismo he alentado desde su génesis: «el Encuentro de laicos católicos que asumen responsabilidades políticas al servicio de los pueblos de América Latina». Saludo también a los Señores Cardenales y Obispos que los acompañan, con quienes tendrán seguramente un diálogo de mucho provecho para todos.

Desde el Papa Pío XII hasta ahora, los sucesivos pontífices siempre se han referido a la política como «alta forma de la caridad». Podría traducirse también como servicio inestimable de entrega para la consecución del bien común de la sociedad. La política es ante todo servicio; no es sierva de ambiciones individuales, de prepotencia de facciones o de centros de intereses. Como servicio, no es tampoco patrona, que pretende regir todas las dimensiones de la vida de las personas, incluso recayendo en formas de autocracia y totalitarismo. Y cuando hablo de autocracia y totalitarismo no estoy hablando del siglo pasado, estoy hablando de hoy, en el mundo de hoy, y quizás también de algún país de América Latina. Se podría afirmar que el servicio de Jesús —que vino a servir y no a ser servido— y el servicio que el Señor exige de sus apóstoles y discípulos es analógicamente el tipo de servicio que se pide a los políticos. Es un servicio de sacrificio y entrega, al punto tal que a veces se puede considerar a los políticos como "mártires" de causas para el bien común de sus naciones.

La referencia fundamental de este servicio, que requiere constancia, empeño e inteligencia, es el bien común, sin el cual los derechos y las más nobles aspiraciones de las personas, de las familias y de los grupos intermedios en general no podrían realizarse cabalmente, porque faltaría el espacio ordenado y civil en los cuales vivir y operar. Es un poco el bien común concebido como atmósfera de crecimiento de la persona, de la familia, de los grupos intermedios. El bien común. El Concilio Vaticano II definió el bien común, de acuerdo con el patrimonio de la Doctrina Social de la Iglesia, como «el conjunto de aquellas condiciones de vida social con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección» (Gaudium et spes, n. 74). Es claro que no hay que oponer servicio a poder —¡nadie quiere un poder impotente!—, pero el poder tiene que estar ordenado al servicio para no degenerarse. O sea, todo poder que no esté ordenado al servicio se degenera. Por supuesto que me estoy refiriendo a la «buena política», en su más noble acepción de significado, y no a las degeneraciones de lo que llamamos «politiquería». «La mejor manera de llegar a una política auténticamente humana — enseña una vez más el Concilio— es fomentar el sentido interior de la justicia, de la benevolencia y del servicio al bien común y robustecer las convicciones fundamentales en lo que toca a la naturaleza verdadera de la comunidad política y al fin, recto ejercicio y límites de los poderes públicos» (ibíd., n. 73). Tengan todos ustedes la seguridad de que la Iglesia católica «alaba y estima la labor de quienes, al servicio del hombre, se consagran al bien de la cosa pública y aceptan las cargas de este oficio» (ibíd., n. 75).

Al mismo tiempo, también estoy seguro que todos sentimos la necesidad de rehabilitar la dignidad de la política. Si me refiero a América Latina, cómo no observar el descrédito popular que están sufriendo todas las instancias políticas, la crisis de los partidos políticos, la ausencia de debates políticos de altura que apunten a proyectos y estrategias nacionales y latinoamericanas que vayan más allá de las políticas de cabotaje! Además, con frecuencia el diálogo abierto y respetuoso que busca las convergencias posibles con frecuencia se sustituye por esas ráfagas de acusaciones recíprocas y recaídas demagógicas. Falta también la formación y el recambio de nuevas generaciones políticas. Por eso los pueblos miran de lejos y critican a los políticos y los ven como corporación de profesionales que tienen sus propios intereses o los denuncian airados, a veces sin las necesarias distinciones, como teñidos de corrupción. Esto nada tiene que ver con la necesaria y positiva participación de los pueblos, apasionados por su propia vida y destino, que tendría que animar la escena política de las naciones. Lo que es claro es que se necesitan dirigentes políticos que vivan con pasión su servicio a los pueblos, que vibren con las fibras íntimas de su ethos y cultura, solidarios con sus sufrimientos y esperanzas; políticos que antepongan el bien común a sus intereses privados, que no se dejen amedrentar por los grandes poderes financieros y mediáticos, que sean competentes y pacientes ante problemas complejos, que estén abiertos a escuchar y aprender en el diálogo democrático, que combinen la búsqueda de la justicia con la misericordia y la reconciliación. No nos contentemos con la poquedad de la política: necesitamos dirigentes políticos capaces de movilizar vastos sectores populares en pos de grandes objetivos nacionales y latinoamericanos. Conozco personalmente a dirigentes políticos latinoamericanos con distinta orientación política, que se acercan a esta figura ideal.

¡Cuánta necesidad estamos teniendo de una «buena y noble política» y de sus protagonistas hoy en América Latina! ¿Acaso no hay que enfrentar problemas y desafíos de gran magnitud? Ante todo, la custodia del don de la vida en todas sus etapas y manifestaciones. América Latina tiene también necesidad de un crecimiento industrial, tecnológico, auto-sostenido y sustentable, junto con políticas que enfrenten el drama de la pobreza y que apunten a la equidad y a la inclusión, porque no es verdadero desarrollo el que deja a multitudes desamparadas y sigue alimentando una escandalosa desigualdad social. No se puede descuidar una educación integral, que comienza en la familia y se desarrolla en una escolarización para todos y de calidad. Hay que fortalecer el tejido familiar y social. Una cultura del encuentro —y no de los permanentes antagonismos— tiene que fortalecer los vínculos fundamentales de humanidad y sociabilidad y poner cimientos fuertes a una amistad social, que deje atrás las tenazas del individualismo y la masificación, la polarización y la manipulación. Tenemos que encaminarnos hacia democracias maduras, participativas, sin las lacras de la corrupción, o de las colonizaciones ideológicas, o las pretensiones autocráticas y las demagogias baratas. Cuidemos nuestra casa común y sus habitantes más vulnerables evitando todo tipo de indiferencias suicidas y de explotaciones salvajes. Levantemos nuevamente muy en alto y muy concretamente la exigencia de una integración económica, social, cultural y política de pueblos hermanos para ir construyendo nuestro continente, que será todavía más grande cuando incorpore «todas las sangres», completando su mestizaje, y sea paradigma de respeto de los derechos humanos, de paz, de justicia. No podemos resignarnos a la situación deteriorada en que con frecuencia hoy nos debatimos.

Quisiera dar un paso más en esta reflexión. El papa Benedicto XVI señaló con preocupación en su discurso de inauguración de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Aparecida «la notable ausencia en el ámbito político [...] de voces e iniciativas de líderes católicos de fuerte personalidad y de vocación abnegada que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas». Y los Obispos de todo el continente quisieron incorporar esta observación en las conclusiones de Aparecida, hablando de los «discípulos y misioneros en la vida pública» (n. 502). En verdad, en un continente con un gran número de bautizados en la Iglesia católica, de sustrato cultural católico, en el que la tradición católica está todavía muy vigente en los pueblos y en el que abundan las grandes manifestaciones de la piedad popular, ¿cómo es posible que los católicos aparezcan más bien irrelevantes en la escena política, incluso asimilados a una lógica mundana? Es cierto que hay testimonios de católicos ejemplares en la escena pública, pero se nota la ausencia de corrientes fuertes que estén abriendo camino al Evangelio en la vida política de las naciones. Y esto no quiere decir hacer proselitismo a través de la política, nada que ver. Hay muchos que se confiesan católicos —y no nos está permitido juzgar sus conciencias, pero sí sus actos—, que muchas veces ponen de manifiesto una escasa coherencia con las convicciones éticas y religiosas propias del magisterio católico. No sabemos lo que pasa en su conciencia, no podemos juzgarla, pero vemos sus actos. Hay otros que viven de modo tan absorbente sus compromisos políticos que su fe va quedando relegada a un segundo plano, empobreciéndose, sin la capacidad de ser criterio rector y de dar su impronta a todas las dimensiones de vida de la persona, incluso a su praxis política. Y no faltan quienes no se sienten reconocidos, alentados, acompañados y sostenidos en la custodia y crecimiento de su fe, por parte de los Pastores y de las comunidades cristianas. Al final, la contribución cristiana en el acontecer político aparece sólo a través de declaraciones de los Episcopados, sin que se advierta la misión peculiar de los laicos católicos de ordenar, gestionar y transformar la sociedad según los criterios evangélicos y el
patrimonio de la Doctrina Social de la Iglesia.

Por todo ello, quise escoger como tema de la anterior Asamblea Plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina el tema: «El indispensable compromiso de los laicos católicos en la escena pública de los países latinoamericanos» (1-4 marzo 2017). Y el 13 de marzo envié una carta al Presidente de esa Comisión, el Cardenal Marc Ouellet, con la que advertía una vez más sobre el riesgo del clericalismo y planteaba la pregunta: «¿Qué significa para nosotros pastores que los laicos estén trabajando en la vida pública?». «Significa buscar la manera de poder alentar, acompañar y estimular los intentos, esfuerzos que ya hoy se hacen por mantener viva la esperanza y la fe en un mundo de contradicciones especialmente para los más pobres. Significa como pastores comprometernos en medio de nuestro pueblo y con nuestro pueblo sostener la fe y su esperanza. Abriendo puertas, trabajando con ellos, soñando con ellos, reflexionando y especialmente rezando con ellos. Necesitamos reconocer la ciudad —y por lo tanto todos los espacios donde se desarrolla la vida de nuestra gente— desde una mirada contemplativa, una mirada de fe que descubra al Dios que habita en sus hogares, en sus calles, en sus plazas».

Y al contrario, «muchas veces hemos caído en la tentación de pensar que el así llamado "laico comprometido" es aquel que trabaja en las obras de la Iglesia y/o en las cosas de la parroquia o de la diócesis y poco hemos reflexionado cómo acompañar a un bautizado en su vida pública y cotidiana; y cómo se compromete como cristiano en la vida pública. Sin darnos cuenta, hemos generado una élite laical creyendo que son "laicos comprometidos" sólo aquellos que trabajan en cosas "de los curas" y hemos olvidado, descuidado, al creyente que muchas veces quema su esperanza en la lucha cotidiana por vivir su fe. Estas son las situaciones que el clericalismo no puede ver, ya que está muy preocupado por dominar espacios más que por generar procesos. Por eso, debemos reconocer que el laico por su propia realidad, por su propia identidad, por estar inmerso en el corazón de la vida social, pública y política, por estar en medio de nuevas formas culturales que se gestan continuamente tiene exigencias de nuevas formas de organización y de celebración de la fe».

Es necesario que los laicos católicos no queden indiferentes a la cosa pública, ni replegados dentro de los templos, ni que esperen las directivas y consignas eclesiásticas para luchar por la justicia, por formas de vida más humana para todos. «No es nunca el pastor el que le dice al laico lo que tiene que hacer o decir, ellos lo saben mejor que nosotros... No es el pastor el que tiene que determinar lo que tienen que decir en los distintos ámbitos los fieles. Como pastores, unidos a nuestro pueblo, nos hace bien preguntarnos cómo estamos estimulando y promoviendo la caridad y la fraternidad, el deseo del bien, y de la verdad y la justicia. Cómo hacemos para que la corrupción no anide en nuestros corazones». Incluso en nuestros corazones de pastores. Y, a la vez, nos hace bien escuchar con mucha atención la experiencia, reflexiones e inquietudes que pueden compartir con nosotros los laicos que viven su fe en los diversos ámbitos de la vida social y política. Vuestro diálogo sincero en este Encuentro es muy importante. Hablen con libertad. Un diálogo que sea entre católicos, prelados y políticos, en el que la comunión entre personas de la misma fe resulte más determinante que las legítimas oposiciones de opciones políticas. Por algo y para algo participamos en la Eucaristía, fuente y culmen de toda comunión. De vuestro diálogo se podrán ir sacando factores iluminantes, factores orientadores para la misión de la Iglesia en la actualidad. ¡Gracias de nuevo, y buen trabajo!

© Librería Editorial Vaticano

Video mensaje del Papa al encuentro sobre laicos católicos en ...

VIDEO MENSAJE DEL PAPA AL ENCUENTRO SOBRE LAICOS
CATÓLICOS EN POLÍTICA ORGANIZADO POR EL CELAM Y LA CALA diez
años del documento de Aparecida la Iglesia en América Latina, cerca de
setenta políticos, y veinte entre obispos y cardenales de los distintos países
latinoamericanos, a partir del intercambio de experiencias, reflexionan sobre
el papel de los laicos en la política, y sobre el aporte de la Iglesia católica a la
misma.En este contexto, el Santo Padre se hizo presente en el encuentro
con un extenso video mensaje en el que recordó, en primer lugar, el
concepto expresado ya por Papa Pio XII y retomado por los sucesivos
pontífices, de que "la política una de las formas más elevadas de caridad".La
nota en el siguiente enlace:
20171201Papa_videomensaje_Bogota.htm

Posted by News.va Español on Friday, December 1, 2017

 

 

01/12/2017-04:31
Redacción

Creación de nueva diócesis de Siuna (Nicaragua) y elevación de Vicariato Apostólico

(ZENIT — 30 Nov. 2017).- El Santo Padre Francisco ha elevado a diócesis el Vicariato Apostólico de Bluefields (Nicaragua) y nombrado obispo de la misma a Mons. Pablo Schmitz Simon, franciscano capuchino, hasta ahora vicario apostólico de dicha diócesis.

Al mismo tiempo, el Papa ha aprobado la creación de la nueva diócesis de Siuna y nombrado primer obispo de la neo-erigida circunscripción a S.E. Mons. David Albin Zywiec Sidor, O.F.M. Cap., hasta ahora auxiliar del vicariato apostólico de Bluefields.

La nueva diócesis de Bluefields permanece en la Región Sur, con 9 distritos civiles y será sufragánea de la Sede Metropolitana de Managua.

La recién establecida diócesis de Siuna (Siunaénsis) se encuentra en la región Norte, al menos al principio, con 11 distritos civiles. La sede será inicialmente la iglesia parroquial de Siuna. La nueva diócesis también será sufragánea de la archidiócesis de Managua.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

01/12/2017-14:04
Redacción

Migración: "Oportunidad para construir la paz, no una amenaza"

(ZENIT — 1 Dic. 2017).- El jueves, 30 de noviembre de 2017, se celebró la 108a Sesión del Consejo de la Organización Internacional para las Migraciones.

Ofrecemos el texto completo del discurso de Mons. Ivan Jurkovič, Observador permanente de la Santa Sede en la Organización de las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales en Ginebra.

 

Discurso de Mons. Ivan Jurkovič

Señora Presidenta:

El comienzo de este tercer milenio se caracteriza claramente por el mayor movimiento migratorio de personas en la historia, que, en términos de origen, tránsito y destino, abarca casi todas las partes del mundo. La migración es un signo de los tiempos y una de las fuerzas más poderosas que dan forma a la vida económica, social, política y cultural.

Si bien es importante respetar los intereses legítimos de los Estados, el Papa Francisco alienta a que la migración se considere con confianza, como una oportunidad para construir la paz, y no como una amenaza, "dentro de los límites permitidos por una correcta comprensión del bien común". Insta a que todos aquellos que huyen del conflicto, el hambre, la discriminación, la persecución, la pobreza extrema, los desastres naturales y la degradación ambiental sean recibidos y protegidos.

A pesar de las diferentes motivaciones y, a menudo, las causas coercitivas, todos los migrantes y refugiados generalmente tienen en común un factor que subyace a la decisión de abandonar su patria y, a menudo, a sus familiares y amigos, es decir, una absoluta necesidad. De hecho, los inmigrantes "desean una vida mejor y, con frecuencia, tratan de dejar atrás la 'desesperanza' de un futuro poco prometedor.

La Santa Sede comparte la preocupación sobre el papel cada vez más importante que desempeñan la degradación ambiental y los desastres naturales en la configuración del movimiento de los pueblos. Dado que todo y todos están estrechamente conectados, "nuestra falta de respuesta a estas tragedias que involucran a nuestros hermanos y hermanas señala la pérdida de ese sentido de responsabilidad para nuestros semejantes en los que se basa toda la sociedad civil".

A este respecto, el Papa Francisco hace un llamamiento a la comunidad política, la sociedad civil y las instituciones religiosas para que unan sus fuerzas y ofrezcan una respuesta compartida a las complejidades del fenómeno de la migración moderna. Esto se resume en un documento que la Santa Sede ha presentado como una contribución oficial a los procesos que conducen a los dos Pactos Globales con cuatro verbos:

• Primero, para dar la bienvenida. Necesitamos un cambio de actitud, superar la indiferencia y contrarrestar los temores con un enfoque generoso de dar la bienvenida a quienes llaman a nuestras puertas y ofrecerles un refugio decente y apropiado, seguridad personal y acceso a servicios básicos, independientemente de su estado. Al salvaguardar los derechos fundamentales y la dignidad de cada migrante, esto incluye soluciones creativas y opciones más amplias para ingresar a los países de destino de manera segura y legal, y para repatriarse, normalmente de manera voluntaria, en condiciones justas y seguras.

• Segundo, para proteger. Defender los derechos inalienables de las personas vulnerables a la explotación, el abuso y la violencia, garantizar sus libertades fundamentales y respetar su dignidad son deberes de los que nadie puede estar exento.

• Tercero, para promocionar. El desarrollo es un derecho innegable de todo ser humano. La promoción del desarrollo humano integral de los migrantes y sus familias comienza con sus comunidades de origen, es decir, el derecho a encontrar en su propia patria las condiciones necesarias para vivir una vida digna. En los países de destino donde los migrantes pueden ganarse la vida, en condiciones justas y libres, y se garantiza el acceso a la educación y la atención básica de salud de los menores migrantes, enriquecen tanto a sus comunidades de acogida como a las de origen.

• Cuatro, para integrarse. La integración, que no es ni asimilación ni incorporación, no es la superposición de una cultura sobre otra, ni el aislamiento mutuo, con el riesgo insidioso y peligroso de crear guetos. Es un proceso bidireccional, arraigado esencialmente en el reconocimiento conjunto de la cultura, la riqueza cultural de los demás.

En conclusión, mi Delegación comparte la convicción de que los Pactos Globales no deberían ser la línea de llegada, sino un nuevo comienzo para la familia humana, basado en una ética más universal y sólida que valora el bienestar de toda la humanidad y de cada persona. Solo de esta manera seremos capaces de cosechar los verdaderos beneficios de la migración internacional.

Gracias, Señora Presidenta.

© Traducción de Yuliana Navarrete

 

 

01/12/2017-16:13
Marina Droujinina

Vaticano: Lanzamiento de la quinta lotería de caridad del Papa

(ZENIT — 1 de dic. De 2017).- Como cada año, el Papa Francisco ha puesto personalmente todos los premios de la lotería a disposición de los organizadores, para obras de caridad.

La quinta edición de la lotería de beneficencia para las obras de caridad del Papa Francisco está en curso: la venta de billetes de lotería comenzará el viernes 1 de diciembre de 2017, indica un comunicado de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, publicado el 30 de noviembre.

La iniciativa concluirá el 2 de febrero de 2018 con el sorteo de los billetes ganadores en presencia de una comisión especial que garantiza su exactitud.

La novedad de esta edición consiste en la posibilidad de comprar los billetes de lotería en el atrio del aula Pablo VI: una oportunidad ofrecida a todos aquellos que asistirán al concierto benéfico de navidad el 16 de diciembre de 2017. "¡De esta manera, precisa un comunicado, habrá una ocasión de hacer un doble gesto de caridad!".

Como el año anterior, será posible comprar los billetes de lotería, al precio de 10 euros cada uno, en www.vaticanstate.va. Los billetes estarán también a la venta en diferentes lugares de la Santa Sede, entre ellas la farmacia del Vaticano, la oficina de correos y la librería de los Museos del Vaticano.

© Traducción de Zenit, Raquel Anillo

 

 

01/12/2017-08:00
Isabel Orellana Vilches

Beata María Ángela Astorch, 2 de diciembre

«Cuando Juan Pablo II beatificó a esta capuchina, la denominó la 'mística del breviario'. En vida, su portentoso dominio de la sagrada Escritura y de la Patrística suscitó ciertos recelos, y tuvo que comparecer ante un tribunal»

Esta religiosa capuchina española cuya existencia discurrió entre Barcelona, Zaragoza y Murcia estuvo agraciada con singulares favores místicos. Nació el 1 de septiembre de 1592 en Barcelona, en el seno de una familia adinerada. Creció sin la presencia y tutela de sus virtuosos padres que perdió prematuramente. Su madre murió antes de que ella cumpliera su primer año de vida. Y cuanto tenía 4, falleció su padre. Arropada por su aya, que la colmó de cariño, Ángela (Jerónima de nombre de pila) no experimentó añoranzas por la ternura de sus progenitores que prácticamente no llegó a saborear.

Era una niña alegre y espontánea. Llevada de esos descuidos propios de la infancia hacia los 7 años estuvo a punto de morir por haber ingerido almendras verdes. Atribuyó su curación a la Virgen María y a la intercesión de la Madre Ángela Serafina, fundadora de las capuchinas. El hecho supuso un punto de inflexión en su vida; marcó el límite de su infancia y le abrió el camino hacia otra etapa de madurez. Es lo que manifestó en su Autobiografía: «Mi niñez no fue sino hasta los siete años: de éstos en adelante fui ya mujer de juicio y no poco advertida, y así sufrida, compuesta, callada y verdadera» . Siempre al abrigo de tutores fue formándose humana e intelectualmente. En la
adolescencia su prodigiosa memoria comenzó a llamar la atención de los preceptores. Familiarizada con los libros —su padre había estado vinculado al gremio de los libreros y seguramente le habría legado una selecta biblioteca—, tuvo en la lectura una de sus aficiones predilectas, y de manera especial, los textos latinos.

Al final del estío de 1603 ingresó en el convento de las capuchinas de Barcelona donde le había precedido su hermana mayor, Isabel, una de las primeras integrantes del mismo que acababa de constituirse como tal en febrero de ese mismo año. Allí se curtió en la oración y la mortificación, atenta a los rasgos de virtud que apreciaba a su alrededor, bajo la dirección espiritual de un sacerdote aragonés que tenía detrás una importante experiencia eremítica. A su lado comenzó a familiarizarse con la oración y la contemplación. En su trayectoria espiritual encontró ásperos momentos caracterizados por las humillaciones y maltrato concreto de una religiosa atrapada por sus celos que hubiera querido asemejarse a la beata en su delicadeza, elegancia, cualidades para el canto y su gran formación, además de los gestos de virtud que veía en ella.

Todo desaire sirvió a Ángela para crecer en caridad y humildad máxime cuando era consciente del antagonismo que existía entre ambas, sentimiento que le ocasionaba gran aflicción. En un momento dado, por indicación de su confesor se vio privada de los textos latinos bíblicos y litúrgicos que llevó consigo al convento, añadiendo la prohibición de tenerlos como soporte en su día a día, así como de entonar versículos fuera del coro cuando realizaba las labores que tenía encomendadas. Y eso que el breviario era el sustento de su intensísima y singular vida mística: «Me acontece muchas veces que, cantando los salmos, me comunica su Majestad, por efectos interiores, lo propio que voy cantando, de modo que puedo decir con verdad que canto los efectos interiores de mi espíritu y no la composición y versos de los salmos». Como maestra de novicias tampoco se libró del retintín con que algunas de ellas acogían sus enseñanzas. Con oración y penitencia superó todas las tentaciones, incluida la de integrarse en otra Orden donde tuviera libertad para hacer su voluntad: orar y leer textos de espiritualidad. Y creció exponencialmente en su amor a Dios de manera admirable.

En 1614 se trasladó a Zaragoza siendo componente de la primera comunidad que se establecía allí. Y siguió formando a las religiosas con sabiduría y virtud. En 1626 fue designada abadesa, y en 1645 puso en marcha la fundación de Murcia. Desde 1620 percibía gracias sobrenaturales que no cesaron. Por su sorprendente dominio de la Sagrada Escritura, así como de la Patrística, fue sometida a examen en Zaragoza por cinco expertos y en Murcia por un deán y un canónigo impresionados de su capacidad para señalar con exactitud los lugares donde se hallaban las citas escriturarias en lengua latina que le plantearon. A lo largo de su vida saboreó las numerosas gracias místicas que recibió —de las que se sentía indigna y que no pudo impedir aunque le ordenaron que las evitara—, y se afligió en las «ausencias» divinas. Ha sido denominada «mística del breviario».

Fue particularmente devota del Sagrado Corazón de Jesús: «Mi incomparable tesoro, toda mi riqueza, única esperanza cierta de todo lo que espero, claridad y sosiego de mis dudas, aliento de mis ahogos, centro íntimo de mi alma, propiciatorio de oro de mi espíritu..., escuela y cátedra donde leo ciencia y finezas de tu inmensa caridad...» . A Él se ofrecía en reparación de las ofensas que recibía. Amó profundamente a la Iglesia. Tuvo como consigna de vida «callar y sufrir, y llevar el peso que las cosas de gobierno traen consigo, como sierva de la casa de Dios». Siendo abadesa consiguió que las religiosas pudieran recibir la comunión diariamente. Actuó de forma admirable en la epidemia de 1648 y en la inundación de 1651 que arrasó por completo el convento. En 1654 regresó junto con el resto de la comunidad, y seis años más tarde comenzó su declive físico con una merma tal de sus facultades mentales que le llevó a renunciar a su cargo; las recuperó en noviembre de 1665 tras un ataque de hemiplejía. Falleció con fama de santidad el 2 de diciembre de ese mismo año. Juan Pablo II la beatificó el 23 de mayo de 1982.

 

 

01/12/2017-21:09
Rosa Die Alcolea

Obispos de Bangladesh: El Papa les anima a "construir puentes"

(ZENIT — 1 Dic. 2017).- El Papa ha dirigido su pensamiento a los jóvenes: Ha pedido a los obispos que enseñen a los jóvenes a no ser desarraigados; a que hablen con los ancianos, "ellos deben buscar las raíces, deben buscar las raíces históricas, religiosas... Se necesita hacer crecer esas raíces y transmitir los frutos".

Una de las principales ideas el Pontífice ha transmitido a sus hermanos en Bangladesh ha sido el diálogo interreligioso: "Trabajad tenazmente en construir puentes y en fomentar el diálogo", ya que estos esfuerzos no sólo facilitan la comunicación entre los diferentes grupos religiosos, sino que también "despiertan las energías espirituales necesarias para la construcción de una nación unida, justa y en paz".

El Papa Francisco ha hecho un llamamiento a los obispos del país para que "hagan madurar la idea de que hay una tercera vía de santificación: la vía de la vida consagrada", además de la vía presbiteral y la vía laical.

Al mismo tiempo, el Santo Padre ha pedido a los pastores de Bangladesh que muestren "una cercanía pastoral cada vez mayor hacia los fieles laicos. Ellos deben crecer", ha dicho. "Es necesario promover su participación efectiva en la vida de vuestras Iglesias particulares, a través de las estructuras canónicas que permiten escuchar sus voces y apreciar sus experiencias. Reconoced y valorad los carismas de los laicos y laicas, y animadlos a poner sus dones al servicio de la Iglesia y de la sociedad en su conjunto".

Francisco ha destacado también la "promoción de la mujer": Una valiosa acción social de la Iglesia en Bangladesh está dirigida a la asistencia de las familias y, de manera específica, al compromiso por la promoción de la mujer.

"Las personas de este país se distinguen por su amor a la familia —ha declarado— su sentido de la hospitalidad, el respeto que muestran hacia los padres y abuelos, y la atención que le dan a los ancianos, los enfermos y los desamparados. Estos valores son confirmados y elevados por el Evangelio de Jesucristo".

RD

 

Discurso del Santo Padre

Señor Cardenal,
queridos hermanos en el episcopado:

¡Qué bueno es para nosotros estar juntos! Agradezco al cardenal Patrick [D'Rozario] sus palabras introductorias, con las que ha presentado las múltiples actividades espirituales y pastorales de la Iglesia en Bangladesh. He apreciado particularmente su referencia al previsor Plan Pastoral de 1985, que pone de manifiesto los principios y las prioridades evangélicas que han guiado la vida y la misión de la comunidad eclesial en esta joven nación. Mi propia experiencia en Aparecida, que lanzó la misión continental en América Latina, me ha convencido de la fecundidad de tales planes, que implican a todo el Pueblo de Dios en un proceso continuo de discernimiento y de acción.

También me gusta la duración de este plan de pastoral, porque una de las enfermedades de los planes pastorales es que mueren jóvenes. Pero este está vivo desde 1985. ¡Felicidades! Se ve que fue bien hecho, que refleja la realidad del país y las necesidades pastorales; y refleja también la perseverancia de los obispos.

La realidad de la comunión estaba en el centro del Plan Pastoral, y sigue inspirando el celo misionero que distingue a la Iglesia en Bangladesh. Vuestro mismo ministerio episcopal ha estado tradicionalmente marcado por un espíritu de colegialidad y apoyo mutuo. Y esto es grande. Este espíritu de afecto y colegialidad lo comparten también vuestros sacerdotes y, a través de ellos, se ha extendido a las parroquias, las comunidades y los múltiples apostolados de vuestras Iglesias locales. Se manifiesta en la seriedad con la que os dedicáis en vuestras diócesis a las visitas pastorales y os preocupáis por el bien concreto de vuestra gente. Os pido que perseveréis en este ministerio de presencia.

Deseo indicar qué es lo que significa: no es sólo hacerse ver —uno puede hacerse ver a través de la televisión—; sino que es una presencia como la de Dios en nosotros, que se ha hecho cercanía, que se ha hecho proximidad en la Encarnación del Verbo, en la condescendencia, la condescendencia del Padre que ha enviado a su Hijo para hacerse uno de nosotros. Y me gusta cómo vosotros habéis acuñado esta palabra: «ministerio de presencia». El Obispo es uno que está presente, que es cercano y es próximo. Siempre. Repito: perseverar en este ministerio de presencia, que es fundamental para fortalecer los vínculos de comunión que os unen a vuestros sacerdotes, que son vuestros hermanos, hijos y colaboradores en la viña del Señor, y a los religiosos y religiosas que contribuyen decisivamente a la vida católica en este país.

Una palabra quisiera destacar sobre los religiosos. Estamos acostumbrados a decir: sí, hay dos caminos de santificación en la Iglesia: la vía presbiteral y la vía laical. Pero las hermanas, ¿qué son? ¿Laicas? No. Por favor, hay que hacer madurar la idea de que hay una tercera vía de santificación: la vía de la vida consagrada. Que no es un adjetivo: «Este es un laico, esta una laica consagrada»; es un sustantivo: «Este es un consagrado, esta es una consagrada». Como decimos «este es un laico o laica» y «este es un sacerdote». Esto es importante.

Al mismo tiempo, os pediría que mostréis una cercanía pastoral cada vez mayor hacia los fieles laicos. Ellos deben crecer. Es necesario promover su participación efectiva en la vida de vuestras Iglesias particulares, a través de las estructuras canónicas que permiten escuchar sus voces y apreciar sus experiencias. Reconoced y valorad los carismas de los laicos y laicas, y animadlos a poner sus dones al servicio de la Iglesia y de la sociedad en su conjunto. Pienso en los numerosos y entregados catequistas de este país —los catequistas son los pilares de la evangelización—, cuyo apostolado es esencial para el crecimiento de la fe y para la formación cristiana de las nuevas generaciones. Son verdaderos misioneros y guías de oración, especialmente en las zonas más remotas. Estad atentos a sus necesidades espirituales y a su constante educación en la fe. Los catequistas, pero también los laicos que nos ayudan y están cerca de nosotros, los consejeros: los consejeros pastorales, los consejeros en los asuntos económicos. En una reunión que tuve hace seis meses, oí decir que quizás un poco más de la mitad de las diócesis —la mitad o un poco más—, tiene los dos consejos que el Derecho Canónico nos pide tener: el pastoral y el de los asuntos económicos. ¿Y la otra mitad? Esto no puede ser. No es sólo una ley, no es sólo una ayuda, sino que es un espacio para los laicos.

En estos meses de preparación para la próxima asamblea del Sínodo de los Obispos, estamos todos invitados a pensar cuál es la mejor manera de hacer que nuestros jóvenes compartan la alegría, la verdad y la belleza de nuestra fe. Bangladesh ha sido bendecido con vocaciones al sacerdocio —hoy lo hemos visto— y a la vida religiosa; es importante asegurar que los candidatos estén bien formados para comunicar a los demás, y en particular a sus propios contemporáneos, la riqueza de la fe. En un espíritu de comunión que une a las generaciones, ayudadlos a llevar adelante con alegría y entusiasmo el trabajo que otros han comenzado, sabiendo que algún día a ellos mismos les tocará, a su vez, transmitirlo. Esa actitud interior de recibir la herencia, hacerla crecer y transmitirla: este es el espíritu apostólico de un presbiterio. Que los jóvenes sepan que el mundo no comienza con ellos, que ellos deben buscar las raíces, deben buscar las raíces históricas, religiosas... Se necesita hacer crecer esas raíces y transmitir los frutos. Enseñad a los jóvenes a no ser desarraigados; enseñadles a hablar con los ancianos. Cuando he entrado aquí [en el Arzobispado] estaban los seminaristas menores. Tenía que haberles hecho dos preguntas, como de pasada, pero les he hecho sólo una, la primera, la más natural: «¿Jugáis al fútbol?». Todos han contestado: «Sí». La segunda era: «¿Vais a visitar a los abuelos, a los sacerdotes ancianos para escuchar las historias de su vida, de su apostolado?». Los formadores del seminario deben educar a los jóvenes seminaristas a escuchar a los sacerdotes ancianos: allí están las raíces, allí está la sabiduría de la Iglesia.

Una valiosa acción social de la Iglesia en Bangladesh está dirigida a la asistencia de las familias y, de manera específica, al compromiso por la promoción de la mujer. Las personas de este país se distinguen por su amor a la familia, su sentido de la hospitalidad, el respeto que muestran hacia los padres y abuelos, y la atención que le dan a los ancianos, los enfermos y los desamparados. Estos valores son confirmados y elevados por el Evangelio de Jesucristo. Una palabra especial de gratitud merecen todos los que trabajan silenciosamente para apoyar a las familias cristianas en su misión de dar cada día testimonio del amor reconciliador del Señor y de dar a conocer su poder redentor. Como señala la Exhortación Post-sinodal Ecclesia in Asia, la familia «no es simplemente objeto del cuidado pastoral de la Iglesia, sino también uno de los agentes más eficaces de evangelización» (n. 46).

Un objetivo significativo que el Plan Pastoral ha señalado, y que de hecho ha demostrado ser profético, es la opción por los pobres. La comunidad católica en Bangladesh puede estar orgullosa de su historia de servicio a los pobres, especialmente en las zonas más remotas y en las comunidades tribales. Lleva adelante este servicio cotidianamente a través de sus apostolados de educación, de sus hospitales, clínicas y centros de salud, y de sus múltiples obras de caridad. Sin embargo, especialmente a la luz de la actual crisis de refugiados, vemos lo mucho que queda aún por hacer. La inspiración para sus obras de asistencia a los necesitados debe ser siempre esa caridad pastoral que sabe reconocer en seguida las heridas humanas y que responde con generosidad a cada uno personalmente. Al trabajar para crear una «cultura de la misericordia» (cf. Misericordia et Misera, 20). En este trabajo, vuestras Iglesias locales demuestran su opción por los pobres, refuerzan la proclamación de la infinita misericordia del Padre y contribuyen en gran medida al desarrollo integral de su patria.

Un momento importante de mi visita pastoral a Bangladesh es el encuentro interreligioso y ecuménico que tendrá lugar inmediatamente después de nuestra reunión. En vuestra nación la diversidad étnica se refleja en una variedad de tradiciones religiosas. El compromiso de la Iglesia de llevar adelante la comprensión interreligiosa a través de seminarios y programas educativos, así como por medio de contactos personales e invitaciones, contribuye a la difusión de la buena voluntad y la armonía. Trabajad tenazmente en construir puentes y en fomentar el diálogo, ya que estos esfuerzos no sólo facilitan la comunicación entre los diferentes grupos religiosos, sino que también despiertan las energías espirituales necesarias para la construcción de una nación unida, justa y en paz. Cuando los líderes religiosos se pronuncian con una sola voz contra la violencia, que pretende hacerse pasar por religión, y tratan de reemplazar la cultura del conflicto con la cultura del encuentro, acuden a las raíces espirituales más profundas de sus diversas tradiciones. También brindan un servicio inestimable al futuro de sus países y de nuestro mundo al educar a los jóvenes en el camino de la justicia: «Es necesario acompañar y ayudar a madurar a las nuevas generaciones para que, ante la lógica incendiaria del mal, respondan con el paciente crecimiento del bien» (Discurso en la Conferencia Internacional para la Paz, Al-Azhar, El Cairo, 28 abril 2017).

Queridos hermanos obispos, agradezco al Señor estos momentos de conversación y de intercambio fraterno. También me siento contento de que este Viaje Apostólico, que me ha traído a Bangladesh, me haya permitido ser testigo de la vitalidad y el fervor misionero de la Iglesia en esta nación. Ofrecemos al Señor las alegrías y las dificultades de vuestras comunidades locales, y juntos le pedimos una nueva efusión del Espíritu Santo, que nos dé «la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia (parresía), a alta voz y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente» (Evangelii Gaudium, 259). Que los sacerdotes, religiosos, consagrados y consagradas, y los fieles confiados a vuestro cuidado pastoral, encuentren siempre una renovada energía en sus esfuerzos para ser «evangelizadores que anuncien la Buena Noticia no sólo con palabras sino sobre todo con una vida que se ha transfigurado en la presencia de Dios» (ibíd.). Os imparto a todos, con gran afecto, mi Bendición, y os pido, por favor, de rezar por mí.