Servicio diario - 23 de septiembre de 2019


 

Francisco anima a comunicar "como testigos de Cristo"
Larissa I López

Unión Católica de la Prensa Italiana: "Dar voz a los que no la tienen"
Larissa I López

Sínodo para la Amazonía: La asamblea tendrá 185 miembros
Rosa Die Alcolea

Carmelitas: Promover una "revolución de la ternura"
Anita Bourdin

México: Mensaje del Papa a los Premios Nobel de la Paz reunidos en Mérida
Redacción

Beata Columba Gabriel, 24 de septiembre
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

23/09/2019-15:42
Larissa I. López

Francisco anima a comunicar "como testigos de Cristo"

(ZENIT- 23 sept. 2019).­- “Comunicar con el testimonio, comunicar implicándose en la comunicación, comunicar con los sustantivos de las cosas, comunicar como mártires, es decir, como testigos de Cristo, como mártires”.

Estas son las indicaciones que el Papa Francisco ha dedicado hoy, 23 de septiembre de 2019, a los empleados del Dicasterio de la Comunicación y a los participantes en la Asamblea Plenaria del Dicasterio, que tiene lugar en el Vaticano del 23 al 25 de septiembre de 2019, y con los que se ha reunido en audiencia.

Después de entregar a los presentes el discurso preparado para la ocasión, el Papa improvisó unas palabras, "lo que tengo en mi corazón" sobre la comunicación.

 

La comunicación es entrega

Bromeando sobre su deseo de que ninguno se quedase dormido, en primer lugar, el Pontífice agradeció a los presentes por su trabajo en el dicasterio. Y resaltó que la comunicación “no es un trabajo de oficina”, sino expresar el deseo del Señor de “comunicarse a sí mismo”: “tomar del Ser de Dios y tener la misma actitud; no poder permanecer solo: la necesidad de comunicar lo que tengo y creo que es lo verdadero, lo justo, lo bueno y lo bello”.

Al mismo tiempo, el Obispo de Roma apuntó que, como comunicadores, deben tener en cuenta que se comunica con todo, ya que, el verdadero comunicador “se entrega totalmente”. También explicó que la mayor comunicación es el amor, donde se encuentra “la plenitud de la comunicación: el amor a Dios y entre nosotros”.

 

La comunicación es testimonio

En cuanto a la forma de comunicar, el Papa Francisco recordó que la tarea de estos profesionales no es publicitaria, ni tampoco proselitista, ya que, como indicó Benedicto XVI, “la Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción”, esto es, por el testimonio.

Así, la comunicación debe ser testimonio, “si queréis comunicar más o menos una verdad, sin la bondad ni la belleza, deteneos, no lo hagáis. Si queréis comunicar una verdad más o menos, pero sin involucraros, sin dar testimonio de esa verdad con vuestra propia vida, con vuestra propia carne, parad, no lo hagáis”.

Después, Francisco ha reconocido que el “clima de mundanalidad” siempre ha sido un peligro y un enemigo, pero ha pedido que la tentación de caer en la mentalidad pagana no sea más fuerte que los cristianos. Al mismo tiempo, ha resaltado que, a pesar de que somos pocos, debemos ser, como dijo Jesús, levadura y sal, y no caer en la “resignación a la derrota cultural” porque “viene del mal espíritu, no de Dios”.

 

La cultura de los sustantivos

El Papa confesó que le da “alergia” escuchar comentarios como “esto es una cosa auténticamente cristiana”, ya que para él no es necesario utilizar la palabra “auténticamente” porque el nombre “cristiano”, que significa ser de Cristo, ya tiene suficiente fuerza.

Y les propuso que frente a la cultura del adjetivo y el adverbio, que también ha entrado en la Iglesia, el comunicador “debe hacer que la gente entienda el peso de la realidad de los sustantivos que reflejan la realidad de las personas. Y esta es una misión de comunicación: comunicarse con la realidad, sin endulzar con adjetivos o adverbios”.

Finalmente, para aprender “la lengua de los mártires”, les exhortó a leer el Libro de los Hechos de los Apóstoles, una “joya” que describe “cómo es la comunicación cristiana”.

***

 

Discurso del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas,

Tengo un discurso que leer…., no es tan largo, son siete páginas…, pero estoy seguro de que después de  la primera la mayoría se dormirá, y no podré comunicar. Creo que lo que quiero decir en este discurso se entenderá bien con la lectura, con la reflexión. Por esta razón, doy este discurso al Dr. Ruffini, a quien agradezco las palabras que me ha dirigido, para que os lo de a todos. Y me permito hablar un poco espontáneamente, con vosotros para decir lo que tengo en mi corazón sobre la comunicación. Al menos creo que no habrá muchos que se queden dormidos, ¡y podemos comunicarnos mejor!

Gracias por vuestro trabajo, gracias por este dicasterio tan numeroso… Le pregunté al Prefecto: “Pero… ¿todos trabajan?” – Sí”, – me ha dicho- para evitar esa famosa anécdota…. [Un día le preguntaron al Papa Juan XXIII: “¿Cuántos trabajan en el Vaticano?” y él respondió: “Cerca de la mitad”]. Todos trabajan, y trabajan en esta actitud que expresa el deseo de Dios: comunicarse a sí mismo, en lo que los teólogos llaman la pericoresis: se comunica dentro de Sí mismo, y  se comunica con nosotros. Este es el comienzo de la comunicación: no es un trabajo de oficina, como la publicidad, por ejemplo. Comunicar es precisamente tomar del Ser de Dios y tener la misma actitud; no poder permanecer solo: la necesidad de comunicar lo que tengo y creo que es lo verdadero, lo justo, lo bueno y lo bello. Comunicarse. Y vosotros sois especialistas de comunicación, sois técnicos de comunicación. No debemos olvidar esto. Se comunica con el alma y el cuerpo; se comunica con la mente, el corazón, las manos; se comunicas con todo. El verdadero comunicador lo da todo, se entrega totalmente – como decimos en mi tierra: “pone toda la carne en el asador”, todo, no escatima para sí mismo. Y es verdad que la mayor comunicación es el amor: en el amor está la plenitud de la comunicación: el amor a Dios y entre nosotros.

Pero, ¿cómo debe ser la comunicación? Una de las cosas que no debéis hacer es publicidad, sólo publicidad. No debéis hacer como las empresas humanas que intentan tener más gente… En una palabra técnica: no tenéis que hacer proselitismo. Me gustaría que nuestra comunicación fuera cristiana y no un factor de proselitismo. No es cristiano hacer proselitismo. Benedicto XVI lo dijo muy claramente: “La Iglesia no crece por proselitismo, sino por  atracción”, es decir, por el testimonio. Y nuestra comunicación debe ser testimonio. Si queréis comunicar más o menos una verdad, sin la bondad ni la belleza, deteneos,  no lo hagáis. Si queréis comunicar una verdad más o menos, pero sin involucraros, sin dar testimonio de esa verdad con vuestra propia vida, con vuestra propia carne, parad, no lo hagáis. Siempre está la firma del testimonio en cada una de las cosas que hacemos. Testigos. Cristianos significa testigos, “mártires”. Esta es la dimensión “mártir” de nuestra vocación: ser testigos. Esto es lo primero que me gustaría deciros.

Otra cosa es una cierta resignación, que tan a menudo entra en los corazones de los cristianos. Vemos el mundo….: es un mundo pagano, y esto no es una novedad. El “mundo” siempre ha sido un símbolo de la mentalidad pagana. Jesús pide al Padre, en la Última Cena, que proteja a sus discípulos para que no caigan en el mundo y en la mundanidad (cf. Jn 17, 12-19). El clima de mundanidad no es algo nuevo del siglo XXI. Siempre ha sido un peligro, siempre ha habido tentación, siempre ha sido el enemigo: la mundanidad. “Padre, protégelos para que no caigan en el mundo, para que el mundo no sea más fuerte que ellos. Y muchos, los veo, piensan: “Sí, debemos cerrarnos un poco, ser una iglesia pequeña pero auténtica” – esa palabra que me da alergia: “pequeña pero auténtica”: si algo lo es, no es necesario llamarlo auténtico. Luego volveré a hablar de ello. Esto es un repliegue en uno mismo con la tentación de la resignación. Somos pocos, pero no pocos como los que se defienden porque somos pocos y el enemigo es mayor; pocos como la levadura, pocos como la sal: ¡ésta es la vocación cristiana! No debemos avergonzarnos de ser pocos; y no debemos pensar: “No, la Iglesia del futuro será una Iglesia de los elegidos”: caeremos de nuevo en la herejía de los esenios. Y así se pierde la autenticidad cristiana. Somos una Iglesia de unos pocos, pero como levadura. Jesús lo dijo. Como la sal. La resignación a la derrota cultural –permitidme  llamarlo así- viene del mal espíritu, no de Dios. No es un espíritu cristiano, la queja de la resignación. Esta es la segunda cosa que me gustaría deciros: No tengáis miedo. ¿Somos pocos? Sí, pero con el deseo de “misionar”, de mostrar a los demás quiénes somos. Con el testimonio. Una vez más repito esta frase de San Francisco a sus hermanos, cuando los envía a predicar: “Predicad el Evangelio, y si es necesario, también con palabras”. Es decir, con el testimonio en primer lugar.

Miro a este arzobispo lituano que tengo ante mí y pienso en el emérito de Kaunas, que ahora será nombrado cardenal: ese hombre, ¿cuántos años de prisión pasó? ¡Con su testimonio hizo tanto bien! Con dolor…. Son nuestros mártires, los que dan vida a la Iglesia: no nuestros artistas, no nuestros grandes predicadores, no nuestros custodios de la ” doctrina verdadera e integral “…. No, los mártires. Iglesia de mártires. Y comunicar es esto: comunicar esta gran riqueza que tenemos. Esta es la segunda cosa.

La tercera cosa que tomo de lo que dije antes, que me da un poco de alergia cuando oigo decir: “Esto es una cosa auténticamente cristiana”, “esto es realmente así”. Hemos caído en la cultura de los adjetivos y los adverbios, y hemos olvidado la fuerza de los sustantivos. El comunicador debe hacer que la gente entienda el peso de la realidad de los sustantivos que reflejan la realidad de las personas. Y esta es una misión de comunicación: comunicarse con la realidad, sin endulzar con adjetivos o adverbios. “Esto es una cosa cristiana”: ¿por qué decir auténticamente cristiana? ¡Es cristiana! El mero hecho del sustantivo “cristiano”, “Yo soy de Cristo”, es fuerte: es un sustantivo adjetivado, sí, pero es un sustantivo. Pasar de la cultura del adjetivo a la teología del sustantivo. Y vosotros debéis comunicar de esta manera. “¿Cómo, conoces a esa persona?” – Ah, esa persona es así, así…”: inmediatamente el adjetivo. Primero el adjetivo, quizás, luego, después, cómo es la persona. Esta cultura del adjetivo ha entrado en la Iglesia y nosotros, todos los hermanos, nos olvidamos de ser hermanos para decir que esto es “tan” hermano, es decir, “en el otro sentido” hermano: primero el adjetivo. Vuestra comunicación debe ser austera pero bella: ¡la belleza no es arte rococó, la belleza no necesita estas cosas rococó; la belleza se manifiesta desde el mismo sustantivo, sin fresas en el pastel! Creo que tenemos que aprender esto.

Comunicar con el testimonio, comunicar implicándose en la comunicación, comunicar con los sustantivos de las cosas, comunicar como mártires, es decir, como testigos de Cristo, como mártires. Aprender la lengua de los mártires, que es la lengua de los Apóstoles. ¿Cómo comunicaban los Apóstoles? Leamos esa joya que es el Libro de los Hechos de los Apóstoles, y veremos cómo se comunicaba en aquel tiempo y cómo es la comunicación cristiana.

¡Gracias, muchas gracias! Después tenéis aquel [el discurso escrito] que es más “construido”, porque la base la hicisteis. Pero leedlo, reflexionad. Gracias por lo que hacéis, y seguid adelante con alegría. Comunicar la alegría del Evangelio: esto es lo que el Señor nos pide hoy. Y gracias, gracias por vuestro servicio y gracias por ser el primer Dicasterio encabezado por un laico en mente. ¡Seguid así! Gracias.

 

© Librería Editorial Vaticana

 

 

 

23/09/2019-16:56
Larissa I. López

Unión Católica de la Prensa Italiana: "Dar voz a los que no la tienen"

(ZENIT- 23 sept. 2019).­- El Santo Padre invitó a los profesionales de la comunicación a no tener miedo “de trastocar el orden de las noticias, de dar voz a los que no la tienen; de contar la ‘buena noticia’ que genera la amistad social: no de contar cuentos, sino buenas noticias reales; de construir comunidades de pensamiento y de vida capaces de leer los signos de los tiempos”.

Hoy, 23 de septiembre de 2019, el Papa Francisco recibió en audiencia a los miembros de la Unión Católica de la Prensa Italiana (UCSI), que celebran el 60 aniversario del nacimiento de dicho
organismo.

En primer lugar, el Papa los ha animado a continuar con su misión inspirada en "el servicio de las personas, del Evangelio y del Magisterio de la Iglesia", siendo "la linfa de las raíces que os vieron nacer: la fe, la pasión por la historia de los hombres y el cuidado de las dimensiones antropológicas y éticas de la comunicación".

Por otro lado, también los exhortó a ser "la voz de la conciencia de un periodismo capaz de distinguir el bien del mal, las opciones humanas de las inhumanas", ya que hoy en la realidad existe una "mescolanza" en la que todo aquello no se distingue.

Para el Pontífice, este encargo también supone "ser libre ante el público: hablar al estilo evangélico: 'sí, sí', `no, no', porque lo demás viene del maligno (cf. Mt 5,37)" y porque "vuestras palabras cuentan la historia del mundo y le dan forma, vuestras historias pueden generar espacios de libertad o esclavitud, de responsabilidad o de dependencia del poder". Asimismo, consciente de que los editores pasan la verdad "por el alambique de la conveniencia financiera", deseó que pudieran contribuir a "desenmascarar las palabras falsas y destructivas".

Por último, además de recordar la importancia de "identificar fuentes creíbles, contextualizarlas, interpretarlas y priorizarlas", Francisco aludió a que el 12 de junio de 2010 la Iglesia proclamó beato al primer periodista laico, Manuel Lozano Garrido, un profesional de la comunicación que arriesgó su vida por ser cristiano durante la Guerra Civil española. Asimismo, animó a seguir su ejemplo porque "en su 'decálogo del periodista' recomienda 'pagar con la moneda de la franqueza', 'trabajar el pan de la información limpia con la sal del estilo y la levadura de la eternidad' y no servir `ni pasteles ni platos picantes, sino el buen bocado de la vida limpia y esperanzadora'.

A continuación sigue el discurso completo del Papa Francisco.

***

 

Discurso del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas,

Os doy la bienvenida con motivo del 60° aniversario de la Unión Católica de la Prensa Italiana y agradezco a la Presidenta sus amables palabras. ¡Es valiente, habla con fuerzal.

Os habéis reunido para conmemorar una "vocación comunitaria" — fruto del sueño de los fundadores — que es la de ser, como dice vuestro Estatuto, "una asociación profesional y eclesial inspirada en el servicio de las personas, del Evangelio y del Magisterio de la Iglesia".

Os animo a llevar a cabo esta misión yendo siempre a la linfa de las raíces que os vieron nacer: la fe, la pasión por la historia de los hombres y el cuidado de las dimensiones antropológicas y éticas de la comunicación. La revista "Desk" y la página web, la escuela de formación de Asís y las múltiples actividades en los territorios son los signos concretos de vuestro servicio al bien común.

Para renovar vuestra armonía con el Magisterio de la Iglesia, os exhorto a ser la voz de la conciencia de un periodismo capaz de distinguir el bien del mal, las opciones humanas de las inhumanas. Porque hoy hay una mescolanza que no se distingue, y vosotros tenéis que ayudar para que no sea así. El periodista -que es el cronista de la historia- está llamado a reconstruir la memoria de los hechos, a trabajar por la cohesión social, a decir la verdad a toda costa: también hay una parresia —es decir, un valor- del periodista, siempre respetuosa, nunca arrogante.

Esto significa también ser libre ante el público: hablar al estilo evangélico: "sí, sí", "no, no", porque lo demás viene del maligno (cf. Mt 5,37). La comunicación necesita palabras reales en medio de tantas palabras vacías. Y en esto tenéis una gran responsabilidad: vuestras palabras cuentan la historia del mundo y le dan forma, vuestras historias pueden generar espacios de libertad o esclavitud, de responsabilidad o de dependencia del poder. Cuántas veces el periodista quiere seguir este camino, pero detrás tiene un editor que le dice "no, esto no se publica, esto sí, eso no" y se pasa toda esa verdad por el alambique de la conveniencia financiera del editor, y se acaba por comunicar lo que no es verdadero, lo que no es bello y que no es bueno. De muchos de vuestros predecesores habéis aprendido que sólo mediante el uso de palabras de paz, justicia y solidaridad, creíbles gracias a un testimonio coherente, se pueden construir sociedades más justas y solidarias. Por desgracia, sin embargo, también se aplica lo contrario. Ojalá contribuyáis a desenmascarar las palabras falsas y destructivas.

En la era de la web, la tarea del periodista es identificar fuentes creíbles, contextualizarlas, interpretarlas y priorizarlas. A menudo pongo este ejemplo: una persona muere de frío en la calle y no es noticia y una caída de dos puntos en la Bolsa la recogen todas las agencias(cf. Ap. Exhort. Evangelii gaudium, 53). Hay algo que no funciona.
No tengáis miedo de trastocar el orden de las noticias, de dar voz a los que no la tienen; de contar la "buena noticia" que genera la amistad social: no de contar cuentos, sino buenas noticias reales; de construir comunidades de pensamiento y de vida capaces de leer los signos de los tiempos. Os doy las gracias porque ya os esforzáis por trabajar por ello, incluso con documentos como Laudato si' , que no es una encíclica ecológica, sino social, y promueve un nuevo modelo de desarrollo humano integral: cooperáis para que se convierta en una cultura compartida, -¡gracias!- como una alternativa a los sistemas en los que uno se ve obligado a reducirlo todo al consumo.

Las asociaciones como la vuestra, para seguir dando fruto, deben ser capaces de reconocer con humildad y podar las "ramas secas", que se han secado precisamente porque con el tiempo han perdido el contacto con las raíces. Hoy en día, actuáis en un contexto histórico y cultural radicalmente diferente de aquel en el que nacisteis. Y mientras tanto, también se han desarrollado formas más racionalizadas y centradas en la misión de la gestión asociativa: os animo a seguirlas sin miedo y a reformaros desde dentro para ofrecer un mejor testimonio.

Vuestro camino está históricamente vinculado al de la Iglesia en Italia, y estáis acompañados por algunos padres escritores de la Civiltá Cattolica que son miembros de la Asociación. Ojalá sigáis contando con estas importantes referencias.

El 12 de junio de 2010, la Iglesia proclamó beato al primer periodista laico, Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo; vivió en los días de la Guerra Civil española, cuando ser cristiano significaba arriesgar la vida. A pesar de la enfermedad que le obligó a vivir veintiocho años en una silla de ruedas, nunca dejó de amar su profesión. En su "decálogo del periodista" recomienda "pagar con la moneda de la franqueza", "trabajar el pan de la información limpia con la sal del estilo y la levadura de la eternidad" y no servir "ni pasteles ni platos picantes, sino el buen bocado de la vida limpia y esperanzadora". ¡Realmente un buen ejemplo a seguir!

Queridos amigos, a vosotros y a vuestras familias os aseguro mi recuerdo en la oración. Bendigo de corazón vuestra obra, para que sea fructífera. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí.

¡Gracias!.

 

© Librería Editorial Vaticana

 

 

 

23/09/2019-18:34
Rosa Die Alcolea

Sínodo para la Amazonía: La asamblea tendrá 185 miembros

(ZENIT — 23 sept. 2019).- La lista de los participantes en la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Amazonía (6-27 de octubre) se hizo pública este sábado, 21 de septiembre de 2019, por la mañana, sobre el tema: "Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral".

La asamblea tendrá 185 miembros (véase la lista más abajo), entre ellos 114 obispos, que se reunirán bajo la presidencia del Papa Francisco, y auditores, entre ellos el ex secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki Moon, como muestra de la preocupación de las Naciones Unidas por la Amazonía y los pueblos indígenas, y de su voluntad de escuchar la voz de la Iglesia. Parece ser la "primera vez" que participa en la Asamblea del Sínodo de los Obispos un representante de la ONU.

El Papa Francisco nombró el pasado 7 de septiembre presidentes delegados a los cardenales Baltazar Enrique Porras Cardozo, Pedro Ricardo Barreto Jimeno y Joáo Braz de Aviz.

El relator general es el cardenal brasileño Claudio Hummes, arzobispo emérito de San Pablo (Brasil), presidente de la Comisión Episcopal para la Amazonía de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil y presidente de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM).

Los dos secretarios generales son el jesuita canadiense —cardenal designado— Michael Czerny, subsecretario de la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio Integral de Desarrollo Humano, y el obispo David Martínez de Aguirre Guinea, vicario apostólico dominicano de Puerto Maldonado (Perú), quien dio la bienvenida al Papa a esta ciudad donde se reunió con los pueblos indígenas.

Un total de 114 obispos representarán a la Iglesia de la Región Panamazónica (Antillas y Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela), incluyendo a Mons. Emmanuel Lafont de Cayena (Guayana Francesa) y a Mons. Dominique-Marie You, obispo de Santíssima Conceigáo do Araguaia (Brasil).

Los 13 jefes de los dicasterios de la Curia Romana también participan por derecho en la asamblea presidida por el Papa Francisco.

 

Nombrados por el Papa

Treinta y tres miembros han sido nombrados por el Papa para sentarse en la asamblea: arzobispos y obispos, miembros de la Curia romana, párrocos, directores de revistas y otros apostolados, incluidos cuatro de los cardenales asesores del Santo Padre en la Curia Romana: el Card. Rodríguez Maradiaga, el cardenal Reinhard Marx, el cardenal Seán Patrick O'Malley, y el cardenal Oswald Gracias.

Asimismo, Mons. Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia por la Vida, Mons. Marcelo Sánchez Sorondo, obispo de Vescovio, consejero de la Pontifica Academia de las Ciencias, o el obispo argentino de la diócesis de Reconquista, Mons. Ángel José Macín son algunos de los invitados por el Pontífice a la reunión sinodal.

 

55 auditores

Como es habitual en las Asambleas del Sínodo de los Obispos, también participan expertos y 55 auditores, hombres y mujeres. La mayoría de los expertos provienen de América Latina y representan la espiritualidad de los pueblos indígenas, la historia de la Iglesia en la Amazonía o la antropología social, por ejemplo, un sacerdote indígena del pueblo zapoteca.

Entre los oyentes se encuentran miembros de grupos étnicos locales, como Tapi Yawalapiti, líder de las 16 tribus de Alto-Xingu, en el estado brasileño de Mato Grosso, así como el francés de origen indio Aloysius Rajkumar John, secretario general de Caritas Internationalis, o profesor Guzmán Carriquiry, secretario de la Pontificia Comisión para América Latina (CAL).

 

Participación de mujeres

Unas 40 mujeres participarán en el Sínodo como colaboradoras del Secretario Especial, auditoras, expertas, o miembros y consultoras de la Secretaría General, procedentes de Brasil, Perú, Colombia, Italia, Ecuador, Bolivia, o España, como la religiosa española María Luisa Berzosa González, colaboradora de Entreculturas (ong de Fe y Alegría) o la doctora Tania Ávila Meneses, agente de pastoral joven de Bolivia, entre muchas otras.

Como es costumbre, los delegados fraternos representarán a las iglesias presbiterianas, evangélicas y anglicanas de Sudamérica, junto con una docena de invitados especiales, entre ellos Ban Ki-Moon (Corea del Sur), ex secretario general de las Naciones Unidas; Jean-Pierre Dutilleux (Bélgica), cofundador y presidente honorario de la asociación Forét Vierge; Josianne Gauthier (Canadá), secretaria general de la Cooperación Internacional para el Desarrollo y la Solidaridad (CIDSE); Carlos Alfonso Nobre, Premio Nobel de la Paz 2007 en el marco del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), y Jeffrey D. Sachs, catedrático de Desarrollo Sostenible de la Universidad de Columbia (Estados Unidos).

 

Comisión para la información

Por su parte, el prefecto del Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede, Paolo Ruffini, será presidente de la comisión para la información, y el jesuita Giacomo Costa, director de la revista Aggiornamenti Sociali, será el secretario.

Cuatro personalidades son miembros por derecho de esta comisión: María Irene Lopes Dos Santos, misionera carmelita del Niño Jesús, asesora de la Comisión Episcopal para la Amazonía de la Conferencia Episcopal Brasileña; Andrea Tornielli, director editorial del Dicasterio para la Comunicación, Matteo Bruni, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, y Mauricio López Oropeza, secretario ejecutivo de la REPAM.

 

Ver la lista de participantes

 

Con Anita Sánchez Bourdin

 

 

 

23/09/2019-17:25
Anita Bourdin

Carmelitas: Promover una "revolución de la ternura"

(ZENIT – 23 septiembre 2019).- El Papa Francisco alentó a promover una “revolución de la ternura” al recibir en audiencia en el Vaticano, el pasado sábado 21 de septiembre de 2019, a un centenar de “Grandes Carmelitas”, desde la antigua observancia del Carmelo, rama tradicional de esta familia espiritual.

Todos ellos se encuentran celebrando su Capítulo General en Roma hasta el 27 de septiembre de 2019, sobre el tema: “Vosotros sois mis testigos (Is 43,10); de generación en generación: llamados a ser fieles a nuestro carisma carmelita”.

En este día de aniversario de la experiencia de la misericordia divina por parte de Jorge Mario Bergoglio en Buenos Aires, a la edad de 16 años, el 21 de septiembre de 1953, el Papa subrayó la importancia de la misericordia y la compasión: “El contemplativo tiene un corazón compasivo”. Una contemplación que no se reduce a “deleites y éxtasis que quitan las alegrías y las preocupaciones de la gente”, porque “quien ama a Dios debe buscarlo en los pobres”, “hermanos de Jesús”, según las palabras del beato carmelita italiano Angelo Paoli (1642 – 1720).

Por el contrario, el Papa ha definido lo que él llama “pseudo-místico”, la “solidaridad de fin de semana” y la tentación de estar lejos de las heridas del cuerpo de Cristo”. Y señaló el antídoto usando la expresión de san Juan de la Cruz “noche oscura”: “Necesitamos hoy una revolución de ternura que nos haga más sensibles a las noches oscuras y a las tragedias de la humanidad”.

El Papa se refirió también al Carmelo como una “escuela de contemplación” con una “rica tradición espiritual”: recomendando una misión “arraigada en la relación personal con Dios”. Y subrayó el vínculo entre contemplación y servicio: “El modo carmelita de vivir la contemplación te prepara para servir al pueblo de Dios a través de cualquier ministerio o apostolado”.

El Papa también advirtió contra la “tibieza” que espera a la “vida consagrada cuando los consejos evangélicos se convierten en una rutina y el amor de Jesús ya no es el centro de la vida” y contra la “mundanalidad”, que es la tentación más peligrosa para la Iglesia”.

El Papa citó también a la gran carmelita italiana de Florencia, santa María Magdalena de’ Pazzi (hacia 1640-1674), que ofreció su vida por la renovación espiritual de su tiempo.

Especificó la misión espiritual del Carmelo de “acompañar a la gente a ‘hacer amistad’ con Dios”: “Nuestro mundo tiene sed de Dios, y vosotros, carmelitas, maestros de oración, podéis ayudar a tanta gente a salir del ruido, de la prisa y de la aridez espiritual”, no enseñando “a acumular oraciones, sino a ser hombres y mujeres de fe, amigos de Dios, que saben caminar por los caminos del Espíritu”.

En cuanto a la vida comunitaria de los religiosos, el Papa alentó “el silencio y la oración”, de los que surgirán “comunidades renovadas y ministerios auténticos”.

Contrario a la “inercia de la inmovilidad” o a la reducción de “la comunidad religiosa a ‘grupos de trabajo’ que terminarían diluyendo los elementos fundamentales de la vida religiosa”, el Papa subrayó que la vida comunitaria debe ser “un punto de referencia que genere serenidad, atraiga al pueblo de Dios y transmita la alegría de Cristo resucitado”.

 

 

 

23/09/2019-13:48
Redacción

México: Mensaje del Papa a los Premios Nobel de la Paz reunidos en Mérida

(ZENIT — 23 septiembre 2019).- El Papa Francisco envió un mensaje a los organizadores y participantes del XVII Encuentro Mundial de los Premios Nobel de la Paz, que se celebra en Mérida, Yucatán, del 19 al 22 de septiembre.

A través de la Nunciatura y leído por el arzobispo de Yucatán, Mons. Gustavo Rodríguez Vega, el Santo Padre animó a los presentes a seguir buscando los modos más adecuados para promover la paz con el diálogo, el encuentro y la negociación.

También invitó a abrir puertas que ayuden a comunicarse y a cooperar para vivir juntos, respetando la diversidad y reforzando los vínculos de fraternidad y responsabilidad.

"Con estos deseos, el Papa Francisco ruega al Señor para que los ilumine en sus trabajos e implora sobre los participantes y sus seres queridos abundantes dones divinos de paz y fortaleza", dice el mensaje.

Bajo el lema "Deja tu huella por la paz", la XVII Encuentro Mundial de los Premios Nobel de la Paz reúne en la ciudad de Mérida a líderes de alto perfil, organizaciones, estudiantes y maestros universitarios de todo el mundo.

 

 

 

23/09/2019-07:00
Isabel Orellana Vilches

Beata Columba Gabriel, 24 de septiembre

«Joven aristócrata polaca que eligió el camino de la santidad, fortaleciéndose en las pruebas. En cumplimiento de la voluntad divina fundó en Roma las Hermanas Benedictinas de la Caridad»

Hoy festividad de la Virgen de la Merced, la Iglesia también celebra la vida de esta beata. Se llamaba Juana Matylda Gabriel y era polaca. Nació el 3 de mayo de 1858 en Stanisławów (actualmente pertenece a Ucrania, pero entonces se hallaba bajo el dominio austriaco). Era la primogénita de los dos vástagos nacidos en el seno de una noble familia. Su ilustre procedencia y buenos recursos económicos le permitieron gozar de una esmerada educación, que recibió primeramente en su palacio, completándola en el centro de su localidad natal y en la escuela regida por las benedictinas de Lviv. Fue una etapa que le proporcionó gran riqueza espiritual y cultural. A las disciplinas ordinarias añadieron pintura, música y danza, lo cual acrecentó su sensibilidad natural hacia el arte y todo lo bello. El futuro era más que prometedor, pero su convivencia con las religiosas le instó a unirse a ellas como novicia en 1874, antes de culminar sus estudios. Allí tomó el nombre de Columba.

Dos años más tarde obtuvo el título de maestra con toda brillantez, y en 1879 el de profesora de educación secundaria. Acreditada como docente comenzó a dar clases mientras iba fortaleciéndose su vocación. Emitió la profesión perpetua en 1882. En 1889 esta ejemplar religiosa que hacía de la virtud el emblema de su quehacer, competente y gran profesional, fue nombrada priora de la comunidad por la abadesa Alessandra Hatal. Y en 1894 viendo su trayectoria espiritual que enmarcaba una vida de intensa oración, cuyos frutos eran más que visibles en su caridad, prudencia, discreción, sabiduría…, a los que se añadían sus cualidades organizativas y espíritu de iniciativa, la designaron maestra de novicias. Tres años más tarde, tras el fallecimiento de la abadesa Madre Hatal, le sucedió en esta alta misión.

Se distinguió por su fidelidad al cumplimiento de la regla. Y ese carácter observante fue instrumento de discordia para las religiosas que no lo eran, como suele suceder en toda rencilla y envidia en las que el rigor evangélico brilla por su ausencia. El dardo envenenado de las injurias sembró su gobierno de dudas, y fue obligada a dimitir de su cargo. Las presiones, lejos de amainar, arreciaron. Llevada de su ardiente caridad con los necesitados, acogió bajo su amparo a una joven huérfana de 12 años que no tenía a nadie, a la que se ocupó de proporcionarle una buena educación. Creyó firmemente en ella, considerando que podía tener buen fondo, pero se equivocó. Hundida en la increencia, la adolescente atacó con fiereza a su bienhechora. Juana siguió intentando que volviese los ojos a Dios, pero la muchacha se enfrentó a todo volcando su ingratitud en el monasterio. La suma de contratiempos y la fuerte oposición de la comunidad obligó a la beata a salir de la misma el 24 de enero de 1900.

Pero Dios Padre nunca abandona a sus hijos, y al final, la verdad, esa verdad que está clavada en la cruz, muestra su faz. La de Juana, como la de todos los elegidos, cabalgaba a lomos de esas celestes previsiones que Dios concibió para ella desde toda la eternidad. Las pruebas que le asaltaron no eran más que destellos del designio divino que acrisolaron su fe, disponiéndola para el destino al que iba siendo conducida. Primero buscó refugio en Roma donde llegó con el peso de su amargura, pero también esperanzada. La acogió la beata María Franziska Siedliska en su obra, la Sagrada Familia de Nazaret. Después, y aunque hubiera deseado volver con su anterior comunidad, por sugerencia del arzobispo de Lviv se trasladó al monasterio benedictino del Subiaco donde permaneció hasta 1902. De nuevo en Roma ejerció su labor apostólica a través de la educación que proporcionaba a la mujer.

Ese espíritu de desprendimiento, su amor a la pobreza, que le llevaba a identificarse con las personas desamparadas y sin recursos, tuvo nuevo cauce en esta etapa de su vida. En la parroquia de Testaccio y Prati los niños y los necesitados fueron los destinatarios de su encomiable labor social. Creó la «Casa de la Familia» que brindaba protección, alojamiento, formación cristiana y asistencia a las jóvenes trabajadoras carentes de medios económicos y alejadas de la familia. Para ello contó con la ayuda de un grupo de nobles mujeres que tenían al frente a la princesa Barberini. La respaldaron en su labor el beato dominico Jacinto Cormier, quien le presentó al cardenal vicario de Roma, Pietro Respighi, y el misionero del Sagrado Corazón, Vincenzo Ceresi. Ambos vieron en sus acciones nueva vía apostólica.

Ayudada por Ceresi abrió una casa en Roma para jóvenes obreras pobres. Simultáneamente, aglutinó en torno a sí muchachas dispuestas a involucrarse en esta misión, lo que dio lugar a la fundación de las Hermanas Benedictinas de la Caridad en 1908. El carisma de asistencia a las mujeres abandonadas lo extendieron después a las parroquias ampliando su radio de acción con niños y ancianos. Indicó a sus hijas que siempre hicieran la voluntad de Dios «con fervor y amor», recordándoles que había llegado a Roma para ejercer la caridad. Murió el 24 de septiembre de 1926 en Centocelle, una zona marginal de Roma. Después de su deceso, le sucedió en la misión la cofundadora de la Orden, Plácida Oldoini. Juana fue beatificada por Juan Pablo II el 16 de mayo de 1993.