Servicio diario - 26 de noviembre de 2019


 

Asia: Finaliza el 32º viaje apostólico internacional del Santo Padre
Larissa I. López

Japón: El Papa apuesta por fomentar la “reflexión” y el “discernimiento” entre profesores y estudiantes
Rosa Die Alcolea

Japón: Francisco celebra la Misa con los jesuitas en Tokio
Larissa I. López

Japón: Regalan al Papa la imagen de diosa budista Kannon, similar a la Virgen
Larissa I. López

Japón: Testimonios de tres jóvenes para el Papa Francisco
Redacción

Padre Antonio Rivero: “El Adviento es un gran despertador”
Antonio Rivero

Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, 27 de noviembre
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

26/11/2019-03:10
Larissa I. López

Asia: Finaliza el 32° viaje apostólico internacional del Santo Padre

(ZENIT – 26 nov. 2019).- Hoy, 26 de noviembre de 2019, ha finalizado el 32º viaje apostólico fuera de Roma del Papa Francisco.

El Santo Padre llegó el pasado 20 de noviembre a Bankok, capital de Tailandia, primera etapa de su viaje apostólico a Asia, que ha tenido lugar del 19 al 26 de noviembre y en el que también ha visitado Japón del 23 al 26.

 

Ceremonia de despedida

En torno a las 11:20, hora local (3:20 h. de Roma), Francisco llegó al aeropuerto de Tokio, donde tuvo lugar la ceremonia de despedida del Pontífice de Japón.

Allí, al salir de la sala VIP, saludó a los obispos japoneses y a las delegaciones presentes en el aeródromo para después subir a bordo del vuelo 8787-9 de la compañía All Nippon Airways, con destino Roma.

El avión con el Santo Padre a bordo despegó del aeropuerto a las 11:43, hora local (3:43 h. en Roma). La llegada al aeropuerto de Roma- Fiumicino está prevista para las 19:05, hora local.

A su salida de Japón, el Obispo de Roma ha mandado un telegrama al al emperador Naruhito. En él expresó su agradecimiento al emperador, a su familia y a todo el pueblo japonés, por su "cálida bienvenida y generosa hospitalidad", asegurándoles sus oraciones e invocando "abundantes gracias divinas" para ellos.

 

Nagasaki e Hiroshima

En estos días de estancia en Japón, el Pontífice ha visitado Tokio, Hiroshima y Nagasaki.

En Nagasaki, el Santo Padre acudió al parque del epicentro de la bomba atómica y al Monumento a los Mártires japoneses y celebró la Misa en el Estadio de Béisbol de la ciudad. En Hiroshima, presidió un Encuentro por la Paz en el que dos supervivientes de la explosión nuclear de 1946 ofrecieron su testimonio.

 

Tokio

En Tokio, por su parte, Francisco celebró la Eucaristía en el Estadio Tokyo Dome y tuvo encuentros oficiales con el emperador Naruhito, el primer ministro del país, Shinzō Abe, así como con las autoridades y el Cuerpo Diplomático.

Igualmente, se reunió con los obispos japoneses, con los jóvenes y con las víctimas de la triple catástrofe en 2011, el terremoto de magnitud 9 en la prefectura de Miyagi, que generó el tsunami y el posterior accidente de la central nuclear de Fukushima).

De forma privada, hoy, el Papa celebró la Misa con algunos miembros de la Compañía de Jesús, compartió el desayuno con ellos y visitó a los sacerdotes ancianos y enfermos.

 

Desarme nuclear

A lo largo de esta visita, el Papa Francisco ha pronunciado dos homilías públicas y siete discursos. A lo largo de los mismos, el Papa ha transmitido un fuerte mensaje por la abolición de las armas nucleares, ya que, como dijo en Hiroshima, “la verdadera paz solo puede ser una paz desarmada”.

En esta línea, en su discurso a las autoridades y diplomáticos japoneses, también expresó que el diálogo es “la única arma digna del ser humano y capaz de garantizar una paz duradera”.

El Santo Padre también se refirió al lema de su visita en la homilía en Tokio, expresando que estamos “invitados a proteger toda vida” a abrazarla y recibirla como se presenta ‘con toda su fragilidad y pequeñez’ (…)” y a “desarrollar una pedagogía que acoja a todo lo que no es perfecto, a todo lo que no es puro o destilado, pero no por eso menos digno de amor”.

 

Esperanza

También habló de esperanza y fraternidad, al dirigirse a las víctimas de la triple tragedia, pues “nadie se ‘reconstruye’ solo, nadie puede volver a empezar solo”, y resulta “imprescindible encontrar una mano amiga, una mano hermana, capaz de ayudar a levantar no sólo la ciudad, sino la mirada y la esperanza”.

Asimismo, Francisco exhortó a los jóvenes a ser “testigos de que la amistad social es posible” y remitió a la esperanza en un “futuro basado en la cultura del encuentro, la aceptación, la fraternidad y el respeto a la dignidad de cada persona, especialmente hacia los más necesitados de amor y comprensión”.

 

Regalos a la Nunciatura Apostólica en Tokio

El Obispo de Roma ha ofrecido una Medalla del Viaje Apostólico como regalo a la Nunciatura Apostólica de Tailandia, en Tokio, realizada por la artista Daniela Longo.

A la izquierda de la medalla hay una imagen de María Asunta al Cielo, patrona de la Iglesia en Tailandia y, a la derecha, la de la Virgen María con el Niño Jesús, venerada en Japón con el título de Virgen de Inventione Christianorum.

En el centro de las dos figuras se encuentra la cruz y, sobre ella, una hoja de palma que simboliza el martirio.

Alrededor del borde de la medalla hay 33 semillas, cada una de las cuales contiene la inicial del nombre de uno de los mártires: 26 de Japón y 7 de Tailandia.

En la parte inferior se encuentra la inscripción del Viaje Apostólico y la fecha.

 

Mosaico del pontificado

El Pontífice también ha regalado a la Nunciatura un mosaico que representa el escudo de armas de su pontificado.

En la parte superior del mismo se encuentra el símbolo de la Compañía de Jesús, compuesto de un sol radiante y ardiente, en el que se encuentra el acrónimo IHS y, sobre él, una cruz con tres clavos en su base.

El acrónimo IHS puede interpretarse como Iesus Hominum Salvator (Jesús, Salvador de la Humanidad), o In Hoc Signo (Vinces), de la memoria constantiniana. Posteriormente los jesuitas lo consideraron como Habemus Iesum Socium (Tenemos a Jesús como Compañero) y Societas Iesu Humilis (Sociedad Humilde de Jesús).

Además del símbolo de la Compañía de Jesús, se localizan una estrella, que simboliza a la Virgen María, y la flor de nardo, que en la iconografía hispana alude a la castidad de san José.

El lema que acompaña al escudo de armas del Papa Francisco, Miserando atque eligendo, constituye un homenaje a la misericordia divina. Está tomado de las homilías de san Beda el Venerable, que comentando el episodio evangélico de la vocación de san Mateo, escribió: “Jesús vio al publicano y, porque lo amó, lo eligió, y le dijo: Sígueme”.

 

 

 

26/11/2019-02:01
Rosa Die Alcolea

Japón: El Papa apuesta por fomentar la "reflexión" y el "discernimiento" entre profesores y estudiantes

(ZENIT — 26 nov. 2019).- "Queridos jóvenes, profesores, y todo el personal de la Sophia University: El Señor y su Iglesia cuentan con ustedes para que participen en la misión de buscar, hallar y expandir la Sabiduría divina y ofrecer alegría y esperanza a la sociedad actual", ha dicho el Papa Francisco en su último acto público en Tokio, antes de ir al aeropuerto para regresar a Roma.

Este martes, 26 de noviembre de 2019, el Santo Padre ha visitado la Universidad de Sofía, donde ha celebrado la Misa con los jesuitas de Japón a primera hora de la mañana, ha desayunado en privado con algunos miembros de la Universidad, y ha compartido un momento con enfermos y ancianos.

 

Preferencias Apostólicas: jóvenes y pobres

La tradición ignaciana, en la que se basa Sophia (Sabiduría), "debe impulsar a profesores y estudiantes por igual a crear una atmósfera que fomente la reflexión y el discernimiento", ha propuesto Francisco. "Ningún estudiante de esta universidad debería graduarse sin haber aprendido cómo elegir, responsable y libremente, lo que en conciencia sabe que es lo mejor".

Las Preferencias Apostólicas Universales que propuso la Compañía de Jesús, ha aclarado el Pontífice, “dejan claro que el acompañamiento de los jóvenes es una realidad importante en todo el mundo, y que todas las instituciones ignacianas deben fomentar ese acompañamiento”. Por ello, el Papa ha animado a la Universidad “en su conjunto” a “centrarse en los jóvenes”, no sólo como “receptores de una educación preparada”, sino “también parte de esa educación, ofreciendo sus ideas y compartiendo su visión y esperanzas para el futuro”.

Así, el Papa ha mencionado otra de las “preferencias apostólicas universales” de los jesuitas: la de caminar con los pobres y los marginados de nuestro mundo. En este sentido, ha señalado que “El estudio universitario de calidad, más que considerarlo el privilegio de unos pocos, tiene que ir acompañado por la conciencia de saberse servidores de la justicia y del bien común; servicio a implementarse en el área que a cada uno le toque desarrollar”.

 

Casa común

En el contexto del cuidado por la casa común, el Santo Padre ha observado que “en una sociedad tan competitiva y tecnológicamente orientada, esta universidad debería ser un centro no sólo de formación intelectual, sino también un lugar donde pueda ir tomando forma una sociedad mejor y un futuro más lleno de esperanza”.

Así, ha comentado que en el espíritu de la encíclica Laudato si’, añadiría que “el amor por la naturaleza, tan típico de las culturas asiáticas, aquí debería expresarse en una inquietud inteligente y previsora por la protección de la tierra, nuestra casa común”.

Al final del encuentro, el propio Papa ha pedido bajar del podio a saludar a los estudiantes de manera personal, que han atendido desde sus asientos con interés en discurso del Pontífice. Con gran entusiasmo, los jóvenes alumnos han dado sus manos al Papa y han tomado fotografías.

Publicamos a continuación el discurso que el Papa Francisco ha pronunciado durante la visita a la Universidad de Sofía.

***

 

Discurso del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas:

Me alegra mucho poder estar unos minutos con ustedes al final de mi visita apostólica, poco antes de dejar Japón y regresar a Roma.

Mi estadía en este país ha sido breve pero intensa. Agradezco a Dios y a todo el pueblo nipón por la oportunidad de poder visitar este país, que dejó una gran huella en la vida de san Francisco Javier, y donde tantos mártires dieron testimonio de su fe cristiana. A pesar de que los cristianos son una minoría, su presencia se siente. Yo mismo he sido testigo de la estima general que se tiene hacia la Iglesia Católica, y espero que este respeto mutuo pueda aumentar en el futuro. También he observado que, a pesar de la eficiencia y el orden que caracterizan a la sociedad japonesa, se percibe que se desea y se busca algo más: un hondo anhelo por crear una sociedad cada vez más humana, compasiva y misericordiosa.

El estudio y la meditación son parte de toda cultura, y vuestra cultura japonesa está, en este sentido, orgullosa de su herencia antigua y rica. Japón ha podido integrar el pensamiento y las religiones de Asia en su conjunto y crear una cultura con identidad definida. La Escuela Ashikaga, que tanto impresionó a san Francisco Javier, es un ejemplo de la capacidad de la cultura japonesa para absorber y transmitir el conocimiento. Los centros de estudio, meditación e investigación, siguen desempeñando un papel importante en la cultura actual. Por esta razón, es necesario que conserven su autonomía y libertad, en aras de un futuro mejor. Puesto que las universidades siguen siendo el lugar principal en el que se capacitan los líderes futuros, es necesario que el conocimiento y la cultura en toda su amplitud inspire todos los aspectos de las instituciones educativas volviéndose cada vez más inclusivas y generadoras de oportunidad y promoción social.

Sophia. Siempre el hombre, para administrar sus recursos de manera constructiva y eficiente, necesitó de la verdadera Sophia, de la verdadera Sabiduría. En una sociedad tan competitiva y tecnológicamente orientada, esta universidad debería ser un centro no sólo de formación intelectual, sino también un lugar donde pueda ir tomando forma una sociedad mejor y un futuro más lleno de esperanza. En el espíritu de la encíclica Laudato si’, añadiría que el amor por la naturaleza, tan típico de las culturas asiáticas, aquí debería expresarse en una inquietud inteligente y previsora por la protección de la tierra, nuestra casa común. Inquietud que pueda amalgamarse con la promoción de una nueva episteme capaz de ampliar y cuestionar todo intento reduccionista de parte del paradigma tecnocrático (cf. nn. 106-114). No perdamos de vista que «la auténtica humanidad, que invita a una nueva síntesis, parece habitar en medio de la civilización tecnológica, casi imperceptiblemente, como la niebla que se filtra bajo la puerta cerrada. ¿Será una promesa permanente, a pesar de todo, brotando como una empecinada resistencia de lo auténtico?» (ibíd., 112).

La Sophia University ha estado siempre marcada por una identidad humanista, cristiana e internacional. Desde su fundación, la Universidad se ha enriquecido con la presencia de profesores de varios países, incluso a veces de países en conflicto entre sí. Sin embargo, todos estaban unidos por el deseo de dar lo mejor a los jóvenes de Japón. Ese mismo espíritu perdura también en las muchas formas en las que ustedes brindan ayuda a quienes más lo necesitan, aquí y en el extranjero. Estoy seguro de que este aspecto de la identidad de vuestra Universidad se fortalecerá cada vez más, de modo que los grandes avances tecnológicos de hoy puedan ponerse al servicio de una educación más humana, justa y ecológicamente responsable. La tradición ignaciana, en la que se basa Sophia, debe impulsar a profesores y estudiantes por igual a crear una atmósfera que fomente la reflexión y el discernimiento. Ningún estudiante de esta universidad debería graduarse sin haber aprendido cómo elegir, responsable y libremente, lo que en conciencia sabe que es lo mejor. Que en cada situación, incluso en las más complejas, se interesen por lo que en su conducta es justo y humano, cabal y responsable, decididos defensores de los vulnerables, y sean conocidos por esa integridad que tanto se necesita en estos momentos en que las palabras y las acciones a menudo son falsas o engañosas.

Las Preferencias Apostólicas Universales que propuso la Compañía de Jesús dejan claro que el acompañamiento de los jóvenes es una realidad importante en todo el mundo, y que todas las instituciones ignacianas deben fomentar ese acompañamiento. Como lo demuestra el Sínodo sobre los jóvenes y sus documentos, la Iglesia universal también mira con esperanza e interés a los jóvenes de todo el mundo. Vuestra Universidad en su conjunto debe centrarse en los jóvenes, que no sólo han de ser receptores de una educación preparada, sino también parte de esa educación, ofreciendo sus ideas y compartiendo su visión y esperanzas para el futuro. Que vuestra Universidad sea conocida por ese modelo de intercambio y por el enriquecimiento y vitalidad que esto genera.

La tradición cristiana y humanista de Sophia está totalmente en consonancia con otra de las preferencias que mencioné, la de caminar con los pobres y los marginados de nuestro mundo. La Universidad, enfocada en su misión, deberá estar abierta siempre a crear un archipiélago capaz de interconectar lo que social y culturalmente puede llegar a concebirse como separado. Los marginados serán creativamente involucrados e incorporados en el currículo universitario, buscando posibilitar las condiciones para que esto se traduzca en la promoción de un estilo educativo capaz de achicar brechas y distancias. El estudio universitario de calidad, más que considerarlo el privilegio de unos pocos, tiene que ir acompañado por la conciencia de saberse servidores de la justicia y del bien común; servicio a implementarse en el área que a cada uno le toque desarrollar. Una causa que nos compete a todos; el consejo de Pedro a Pablo sigue siendo cierto hoy: no olvidemos a los pobres (cf. Ga 2,10).

Queridos jóvenes, profesores, y todo el personal de la Sophia University: Que estas reflexiones y nuestro encuentro de hoy den fruto en sus vidas y en la vida de esta comunidad académica. El Señor y su Iglesia cuentan con ustedes para que participen en la misión de buscar, hallar y expandir la Sabiduría divina y ofrecer alegría y esperanza a la sociedad actual. Por favor, no se olviden también de rezar por mí y por todos los que más necesitan de nuestra ayuda.

Ahora, mientras me dispongo a dejar Japón, les agradezco, y a través de ustedes a todo el pueblo japonés, por la amable acogida y bienvenida que me han brindado durante esta visita. Los aseguro que los tendré presentes en mi corazón y en mi oración.

 

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

26/11/2019-01:36
Larissa I. López

Japón: Francisco celebra la Misa con los jesuitas en Tokio

(ZENIT – 26 nov. 2019).- Hoy, 26 de noviembre de 2019, tras ser despedido en la Nunciatura Apostólica, el Pontífice se dirigió a la Universidad de Sofía para celebrar de forma privada la Santa Misa con algunos miembros de la Compañía de Jesús.

Según informa la Oficina de Prensa de la Santa Sede, la Eucaristía comenzó en torno a las 7:45 hora local (23:45 hora de Roma) en la capilla del Kulturzentrum. Al término de la misma, Francisco saludó a los sacerdotes concelebrantes.

Por otra parte, de acuerdo a lo reportado por Antonio Spadaro en su cuenta de Twitter, el Papa firmó el siguiente mensaje para el centro universitario: “A la comunidad de la Sophia University, con mi gratitud por su trabajo y testimonio y pidiéndoles que recen por mí. Que Jesús les bendiga y la Virgen Santa les cuide”.

 

Visita a los sacerdotes ancianos y enfermos

Tras haber pasado un tiempo en el refectorio para desayunar y haber conocido en privado el Colegio Máximo, el Santo Padre visitó a los sacerdotes ancianos y enfermos.

Entre ellos, informa Spadaro, se encontraba el padre Adolfo Nicolás, antiguo general de la Compañía de Jesús.

Finalmente, se encontró con los sacerdotes en el refectorio en privado y a la salida saludó a 15 empleados de la comunidad. A las 10, hora local (2:00 hora de Roma), el Obispo de Roma visitó la Universidad de Sofía.

 

Primer universidad católica de Japón

La Universidad de Sofía es un centro de educación superior católico fundado por los jesuitas en 1913. No obstante, sus orígenes se remontan a hace más de 450 años, cuando el misionero jesuita Francisco Javier llegó a Japón, en 1549, con la idea de difundir el cristianismo y de crear una universidad.

El proyecto de erigir este centro universitario comenzó en 1908, momento en el que tres sacerdotes jesuitas, por voluntad de Pio X, desembarcaron en Japón para abrir, 5 años después, la primer universidad católica de Japón.

Actualmente, con 29 departamentos, nueve facultades y acuerdo con aproximadamente 300 universidades en 59 países, se sitúa ente los mejores ateneos japoneses.

Inicialmente reservada únicamente a los hombres, desde 1957 está abierta también a las mujeres, presentando hoy igualdad en la proporción de personas de cada uno de los sexos.

 

 

 

26/11/2019-02:53
Larissa I. López

Japón: Regalan al Papa la imagen de diosa budista Kannon, similar a la Virgen

(ZENIT — 26 nov. 2019).- Al final de la visita a la Universidad de Sofía, el presidente de la universidad y el presidente de la Asociación de Estudiantes Católicos han entregado al Papa Francisco una imagen de la diosa budista de la Misericordia, Canon.

Hoy, 26 de noviembre de 2019, último día del Santo Padre en Japón, el Pontífice visitó la Universidad de Sofía, de los jesuitas, y pronunció un discurso frente a toda la comunidad educativa.

 

La escultura

Antes de terminar este encuentro, un representante de la universidad, jesuita argentino, explicó a el Papa en español que se trata de una escultura que originalmente representaba a Kannon, diosa budista de la Misericordia.

Dado su parecido con una estatua de la Virgen María, los cristianos de Nagasaki, durante la persecución, la utilizaban para rezar sin ser descubiertos.

Una particularidad de dicha figura es que está ennegrecida por el humo de las velas o probablemente el incienso que los cristianos le ofrecían cuando rezaban. Otra característica que presenta es que tiene a un niño en brazos, algo no demasiado común en este tipo de esculturas, que le hace parecerse aun más a una escultura de la Virgen con el niño.

 

Misionero en Japón

La talla probablemente proviene del sur de China, de allí pasó a Japón y cuando el cristianismo fue prohibido quedó en manos los cristianos de Nagasaki.

“Se la queremos regalar porque sabemos que cuando usted era más joven se ofreció a venir como misionero a Japón y para que uniendo su corazón al de los mártires, no se olvide de rezar por todos nosotros”, expresó el mencionado jesuita.

 

Regalo del Papa a la Universidad

El Pontífice, por su parte, ofreció como regalo a la Universidad de Sofía una representación de la Virgen en plata pura, realizada en 1989 con la técnica de fundición a la cera perdida.

Es un bajorrelieve del maestro Marino Mandolesi, directamente inspirado en la famosa pintura de la Inmaculada Concepción de María realizada por Escipión Pulzone en 1582 para la capilla del mismo nombre en la ciudad de Gaeta, Italia.

 

 

 

26/11/2019-03:00
Redacción

Japón: Testimonios de tres jóvenes para el Papa Francisco

(ZENIT — 26 nov. 2019).- El 25 de noviembre de 2019, el Papa Francisco se reunió con los jóvenes en la Catedral de Santa María, Tokio. Reproducimos a continuación los tres testimonios presentados por los jóvenes antes de que el Papa hablara: una joven católica, una joven budista y un joven migrante.

 

Testimonio de Miki Kobayashi, joven católica

Me siento muy honrada de tener la oportunidad de hablar en nombre de la juventud católica japonesa. Me gustaría hablar en inglés directamente con usted, pero al mismo tiempo, me gustaría que el público escuchara. Lo siento, pero hablaré en japonés.

La sociedad japonesa enfatiza la productividad, así que siento que Japón es un país muy ocupado. Desafortunadamente, en una sociedad así, hay pocas personas que piensan que es valioso tomarse un tiempo para reflexionar sobre sí mismos y simplemente orar. Sin embargo, creo que en la vida moderna es necesario hacer viajes de ida y vuelta entre la vida diaria y la separación, volviendo al Padre por un tiempo cada fin de semana para reflexionar sobre lo que pasó en la semana pasada, para rezar y luego obtener energía para vivir la nueva semana. Cuando fui a una escuela en Timor-Leste, los estudiantes iban a misa todas las noches. Rezaban en silencio y su canto se extendió por toda la iglesia. Sentí la belleza de sus vidas pasadas naturalmente con Dios. Este viaje de ida y vuelta entre la vida cotidiana y el tiempo libre enriquece la vida. Podemos hacer tiempo para pensar y actuar basados en Dios aunque el mundo que nos rodea cambie tan rápidamente.

Por un lado, la sociedad japonesa está bien desarrollada. No debemos temer el peligro para nuestras vidas, y muchos parecen ser capaces de vivir sin creer en algo. En un ambiente así, ¿cómo pueden los jóvenes encontrar a Dios? ¿Hay algún lugar donde puedan tener ese encuentro?

Debido a la falta de tiempo, los jóvenes pueden no ver las innumerables estrellas y perder la oportunidad de experimentar la grandeza de Dios y su propia debilidad y darse cuenta de que Dios está con ellos. Puede que no tengan amigos con quienes hablar y profundizar su fe. En Japón, sólo una minoría cree en Dios, y los jóvenes pueden no ser capaces de encontrar el significado de la fe si no ven a otras personas que viven por la fe. Es triste que no sea fácil encontrar los modelos o actitudes de fe viva que buscan los jóvenes.

Pienso también en los jornaleros de Kamagasaki, en Osaka, que son tratados como parias y privados de servicios sociales. O la forma en que los pasantes técnicos de otros países son a menudo explotados y luego descartados. Creo que la Iglesia puede desempeñar un papel en estas situaciones. La regla de medida de Dios es diferente de los estándares de la sociedad o de nuestros valores. Dios se preocupa por todos. ¿Acaso la Iglesia no cobraría vida si saliera de sí misma? Además, creo que nosotros, las personas que nos reunimos en la Iglesia, debemos vivir nuestra fe en la sociedad.

He dicho que Japón es un país rico, pero hay muchos problemas que resolver. La globalización está atrayendo cada vez a más personas de diferentes orígenes a vivir juntas. Me gustaría preguntar qué papel puede desempeñar la Iglesia y cómo los jóvenes pueden encontrar a Dios en la sociedad japonesa. Gracias.

 

Testimonio de Masako Kudo, joven budista

Muchas gracias por darme esta preciosa oportunidad hoy. Enseño salud y educación física en una escuela secundaria.

Cuando era profesora en práctica, para el día de deporte en nuestra escuela, 38 alumnos y yo participamos en una “carrera de ciempiés” en la que líneas de corredores sostienen los hombros con las piernas unidas por una banda. A través de esta experiencia, tuve la gran alegría de ser una con un equipo trabajando duro juntos. Los estudiantes y yo crecimos, y estaba decidida a ser maestra.

Sin embargo, convertirse en maestra no fue fácil. En ese momento, practiqué la recitación del sutra de la mañana y de la noche (oración) que no había podido hacer antes. Gracias al apoyo y aliento de otras personas, pude aprobar los exámenes y finalmente me convertí en maestra.

En Japón no cesan las noticias de intimidación y suicidio, y los estudiantes tienen problemas con sus amigos, y ansiedad por los maestros o la escuela. Además, con la propagación de los teléfonos móviles, los ordenadores, los dispositivos de juego, etc., muchos niños encuentran molesto comunicarse o competir con los demás y, por lo tanto, se retraen en sí mismos.

En mi escuela, hay estudiantes que se comparan con otros y tienen sentimientos de inferioridad o superioridad. No se gustan a sí mismos y tienen baja autoestima, pero al mismo tiempo, no pueden reconocer los esfuerzos o logros de los demás. Cuando hablo con estudiantes con caras sombrías, me responden: “Tuve una pelea con mis padres. Me tratan como una molestia” o “Mis padres me comparan con mis hermanos”. Tienden a ser agresivos con otros que hacen buen trabajo en la escuela, diciendo “Tiene un cerebro diferente por naturaleza”, y “Pone una buena cara para el maestro”.

Me he dado cuenta de que las actitudes de estos estudiantes son como las mías. Solía compararme con mi hermano mayor o mis amigos. Quería ser mejor que nadie y quería ser reconocida por los demás.

Estoy agradecida de poder entender los sentimientos de mis alumnos, pero al mismo tiempo, como profesora, me preocupo por lo que puedo hacer por ellos más allá de escucharlos. Sírvase guiarme, Su Santidad, en cuanto a los tipos de interacción que pueden ayudar a estos estudiantes a tomar conciencia de su bondad y valor.

 

Leonardo Cachuela, joven migrante

Mis padres son filipinos y yo nací en Filipinas. Nos mudamos a Japón cuando yo estaba en cuarto grado. Fue muy difícil para nosotros vivir en otro país. No podía hablar el idioma, y había diferencias de cultura y costumbres. El problema que más sufrí fue la intimidación.

Cuando yo era un estudiante de primaria y secundaria, fui intimidado por un chico de la misma clase. En voz baja, lo suficientemente alta para que yo la oiga, decía: “extranjero inútil”, “gordo”, “asqueroso”. Sólo por contacto visual me sentí ridiculizada y poco a poco no podía sonreír más y todos los días sólo quería desaparecer.

Cuando pensé que los demás hablaban a mis espaldas, me preocupaba cada vez más. Sentí que mi mera existencia estaba siendo negada. Nunca sufrí violencia física, pero las palabras, las miradas, las expresiones faciales y la presión que sentía no me oprimían. En la escuela, pasaba cada vez más tiempo solo, evitando a los demás. No tenía muchos amigos durante el tiempo libre, y cuando trataba de unirme a un grupo, todos me dejaban con la sensación de que me estaban evitando. Esto continuaba todos los días, y no me gustaba ir a la escuela. Hubo momentos en que no podía ir a la escuela durante una semana. Lo pasé mal todos los días, y varias veces pensé en suicidarme.

Sin embargo, fui salvado muchas veces por la gente en la iglesia y por escuchar las palabras de Jesús. Hubo momentos en que fui a la iglesia el domingo y me sentí muy cómoda. Suaves palabras de los sacerdotes, líderes y amigos, junto con lo que Jesús enseñó y las palabras de la Biblia: “No tengáis miedo, yo estoy con vosotros. No te sorprendas, yo soy tu Dios. Te fortaleceré, te ayudaré y te tendré en mi mano derecha victoriosa”, me animaron todos.

La intimidación es un gran problema no sólo en Japón, sino también en varios lugares del mundo. Además, los lugares donde se produce el acoso escolar se están expandiendo de entornos como las escuelas a Internet. Hay muchas personas que sólo quieren vivir felices pero no pueden sobrevivir.

Por favor, dígame, Santo Padre, ¿cómo debemos enfrentarnos a los problemas de discriminación e intimidación que se están extendiendo por todo el mundo?

 

© Librería Editorial Vaticano

Traducción de zenit, Rosa Die Alcolea

 

 

 

26/11/2019-03:00
Antonio Rivero

Padre Antonio Rivero: "El Adviento es un gran despertador"

 

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO

Ciclo A

Textos: Isaías 2, 1-5; Romanos 13, 11-14; Mateo 24, 37-44

Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor en el Noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey (México) y asistente del Centro Sacerdotal Logos en México y Centroamérica, para la formación de sacerdotes diocesanos.

 

INTRODUCCIÓN AL CICLO A

Mateo será el evangelista que nos acompañará en este ciclo A. El evangelio de Mateo, aunque no fue el primero en escribirse, sin embargo, es el más completo y comentado y el que ha más influido en la teología eclesial.

 

¿Qué notas podemos sacar de este evangelio de Mateo?

Primero, en este evangelio abundan más las palabras que los hechos. Segundo, todo el evangelio de Mateo está como enmarcado por dos grandes afirmaciones o confesiones cristológicas: Él es "el Dios con nosotros" (1, 23), y "Yo estoy con vosotros", una vez resucitado (28, 20). Tercero, Mateo abunda en citas del Antiguo Testamento, pues quiere demostrar que Jesús cumple las promesas del Antiguo Testamento, como el Mesías anunciado por los profetas. Cuarto, Mateo habla de la Iglesia más que ningún otro evangelista, como el nuevo Israel, el nuevo pueblo de Dios, ese Reino que Cristo ha inaugurado en la Iglesia y se consumará en el cielo. Y finalmente, Mateo tiene unos pasajes muy propios: la genealogía de Jesús, los relatos de la infancia, algunas
parábolas, el primado de Pedro, la escenificación del juicio final.

Resumamos este tiempo litúrgico del Adviento. Preparación de nuestra alma y de nuestra comunidad parroquial y familiar para la venida de Cristo en su triple dimensión. Para conmemorar, sí, la venida histórica de Cristo en Belén y así ganar de nuevo los frutos que el Señor nos trajo hace 21 siglos. Pero también para prepararnos para la segunda venida gloriosa al final de los tiempos. Y sin olvidarnos la otra venida diaria a través de la Eucaristía, de los demás sacramentos y de mis hermanos, especialmente los pobres.

Adviento, pues, tiempo de gracia. Nos ayudarán a vivir este tiempo el profeta Isaías, Juan Bautista, Zacarías, Isabel, José y, sobre todo, María.

Idea principal: Despertaos y caminad... se acerca la luz de nuestra salvación, Cristo.

Síntesis del mensaje: El Adviento es como un gran despertador de Dios que la Iglesia nos pone en nuestra mesilla de noche para quienes están medio adormilados, anestesiados por las mil preocupaciones y ocupaciones de cada día. Con Cristo tendremos la tan anhelada paz que el profeta Isaías profetó y por eso estamos alegres (la lectura y salmo). Debemos espabilarnos y estar en vela, pues ya apunta el día del Sol sin ocaso, y tenemos que revestirnos de Cristo (2a lectura y evangelio).

 

Aspectos de esta idea:

En primer lugar, no es fácil despertar de tanto letargo y modorra. El mundo nos invita a sestear en la pereza, en la tibieza o en los gustos y caprichos: preocupaciones en la familia, en el trabajo, las mil tentaciones del mundo. Despertemos y caminemos con los pies del alma (San Agustín) hacia Cristo que nos espera de nuevo en Navidad trayéndonos la salvación (evangelio y 2a lectura). Es un camino hacia arriba: subamos con dignidad al monte del Señor (1a lectura). Quien no sube, inevitablemente desciende. ¿Qué me impide subir al monte del Señor: pies atados, corazón apegado, voluntad desmotivada? Hay que estar preparados. Con la casa en orden. Con aceite en las lámparas.

En segundo lugar, una vez que despertemos y caminemos con alegría al encuentro de Cristo, estemos con el corazón vigilante pues en el camino hay ladrones que nos quieren robar nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra decencia (evangelio y segunda lectura). ¿Qué ladrones de ordinario me acechan en mi vida cristiana: ladrones internos, ladrones externos? Ahí nos esperan en la vuelta de la esquina: silbidos de sirenas, carruseles de fiestas, orgías en francachelas.

Finalmente, después de hacer la experiencia de Cristo en la oración y en los sacramentos, experimentaremos los frutos de este encuentro con Cristo: estaremos revestidos de Cristo (2a lectura) y cosecharemos frutos suculentos (la y 2a lectura): seremos hombres de luz, de paz y de moral en nuestra casa, en nuestros ambientes. ¿Qué frutos estoy ofreciendo de mi experiencia de Cristo?

Para reflexionar: pongamos las pilas de la gracia a nuestro despertador, en el caso de que estén gastadas, y marquemos bien la hora de levantarnos temprano para subir cada día al monte de la oración y progresemos en las virtudes durante el día. Que en la Navidad, Cristo nos encuentre preparados con la lámpara de la fe encendida y en paz con todos. Encomendémonos a la Virgen del Adviento que es también la Virgen de las Vigilias para que nos ayude a preparar el corazón para recibir a su Hijo Jesús.

Para rezar: cantemos la famosa canción: "Ven, ven, Señor no tardes, ven, ven que te esperamos; ven, ven, Señor, no tardes, ven pronto, Señor. El mundo muere de frío, el alma perdió el calor, los hombres no son hermanos, al mundo le faltas tú. Ven, ven, Señor, no tardes, ven, ven que te esperamos, ven, ven, Señor, no tardes, ven pronto Señor".

 

Para cualquier duda, pregunta o sugerencia, aquí tienen el email del padre Antonio, arivero@legionaries.org

 

 

 

26/11/2019-03:00
Isabel Orellana Vilches

Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, 27 de noviembre

«Esta devoción surgida tras las apariciones de la Virgen a santa Catalina Labouré no ha cesado de otorgar bendiciones, tal como Ella aseveró que sucedería a todo el que llevara pendida al cuello la medalla y lo hiciera con confianza»

Por tercera vez esta sección de ZENIT dedica expresamente un espacio a María. En esta ocasión para ensalzar la Medalla Milagrosa, festividad del día, que tanta devoción suscita en todo el mundo. Como es bien conocido, tiene su origen en las sucesivas apariciones de la Virgen a santa Catalina Labouré, y en las indicaciones que Ella le dio. El bien que viene reportando desde que comenzó a difundirse es inconmensurable. Ha dado lugar a numerosas conversiones.

Los hechos extraordinarios se produjeron en la capilla de la casa madre que poseen en París las Hijas de la Caridad —comunidad a la que pertenecía Catalina—, sita en la rue du Bac, número 140, y en la que había ingresado el 21 de abril de 1830. De modo que cuando ese mismo año comenzó a recibir las gracias de María, era una feliz novicia que había tenido la fortuna de asistir a la solemne traslación de las reliquias de su fundador, san Vicente de Paúl; éstas se encontraban en Nótre-Dame y eran acogidas por los padres lazaristas en su capilla de la calle Sévres. Él había sido quien en un sueño, aunque ella no había visto antes su efigie, le ayudó a dilucidar su vocación en un momento en el que dudaba acerca de la Orden en la que debía ingresar.

Ya en los primeros meses de noviciado sus superiores apreciaron su piedad que sobresalía en medio de una inteligencia no especialmente brillante haciéndole pasar desapercibida. Su prudencia, la discreción que acompañaba a tantos rasgos de virtud, fueron también sus aliados para cumplir escrupulosamente la voluntad de la Virgen que no quiso que la noticia de sus apariciones vieran la luz en esos momentos. Catalina las confió únicamente a su confesor, el padre Aladel. La primera se produjo el 18 de julio de 1830 y lo que aconteció ese día, mientras la comunidad oraba, fue narrado por la religiosa al morir el sacerdote muchos años más tarde. Ella tan solo le sobrevivió unos meses.

Esta inicial visión de la santa y las sucesivas son bien conocidas por la profusa difusión que se les ha dado desde el primer momento. Antes de que se produjeran, Catalina había sido favorecida con distintas apariciones en las que, además de ver a su fundador, vio a Cristo presente en el Santísimo Sacramento y como «Rey crucificado». Pero ella deseaba vivir la gracia de la aparición de María que había solicitado por mediación de su fundador. Así que ese día de 1830, camino de la medianoche, mientras se hallaba en su lecho escuchó que alguien pronunciaba su nombre. Era un niño vestido de blanco, de cuatro o cinco años, quien le avisó de que la Virgen la estaba esperando. En pos del pequeño, que desprendía «destellos», caminó hacia la capilla y percibió el crujir de una delicada prenda. El misterioso niño hizo la presentación: «He aquí la Santísima Virgen», que ella acogió turbada, de modo que aquél tuvo que repetir estas palabras.

Sin salir de su asombro, la joven corrió a postrarse de rodillas ante la Virgen que la aguardaba sentada en un sillón junto al altar. Tuvo la inmensa gracia de poder apoyar sus manos sobre el halda de la Madre del cielo y de pasar junto a Ella lo que denominó el momento más feliz de su vida: «Sería imposible decir lo que experimenté. La Virgen me dijo cómo debía portarme con mi confesor y varias otras cosas». María le advirtió que Dios iba a confiarle una misión que le acarrearía tribulaciones, aunque las superaría buscando la gloria del Altísimo. En esa primera aparición ya le encomendó fundar la cofradía de las Hijas de María, indicación que fue materializada por el padre Aladel en 1840.

El 27 de noviembre de ese mismo año 1830, a las 17:30 h., hallándose en oración en la capilla, nuevamente vio a la Virgen vestida de blanco en dos escenas encadenadas. En una de ellas la contempló sobre un globo dorado rematado con una cruz; bajo sus pies oprimía a una serpiente. Le dijo: «Esta bola representa al mundo entero, a Francia y a cada persona en particular». En la segunda Catalina observó que de sus manos abiertas, cuyos dedos estaban enjoyados con bellísimos anillos de piedras preciosas, brotaban unos rayos de fulgurante intensidad que se extendían por doquier. La Virgen explicó: «Estos rayos son el símbolo de las gracias que María consigue para los hombres». A continuación, apresada esta milagrosa aparición en un semicírculo, Catalina vio emerger la siguiente inscripción en letras de oro: «¡Oh María sin pecado concebida!, ruega por nosotros que recurrimos a ti». Una voz le instó: «Haz, haz acuñar una medalla según este modelo. Las personas que la lleven con confianza recibirán grandes gracias».

El prodigio culminó al contemplar el reverso de la medalla conformada por la Virgen; apreció que estaba compuesta por una cruz sobre la letra «M», inicial de María. Abajo estaba clausurada por dos corazones, uno de ellos coronado de espinas y otro atravesado por una espada, símbolo de los Sagrados Corazones de Jesús y de María. En diciembre de ese mismo año mientras oraba de nuevo, pero en este caso detrás del altar, vio el cuadro de la medalla. Era la última ocasión en la que se produjo esta aparición: «Estos rayos son el símbolo de las gracias que la Virgen Santísima consigue para las personas que le piden... Ya no me verás más».

Tal como vaticinó María, las pruebas llegaron enseguida. Su confesor, padre Aladel, fue el primero que no la creyó aconsejándole que se olvidara de ello. Pero, pasó el tiempo y el clamor interno para se cumpliera la petición de la Virgen persistía. El arzobispo de París, monseñor Quélen, tomó cartas en el asunto y concluyó reconociendo la autenticidad de los hechos. El padre Aladel acuñó la medalla, aunque faltaban algunos detalles. En la epidemia de cólera de 1832 la profusión que se hizo de la misma obró muchos milagros y conversiones. En 1846 el papa Gregorio XVI confirmó la veracidad de las apariciones. Catalina murió el 31 de diciembre de 1876.