Servicio diario - 24 de noviembre de 2019


 

Nagasaki: Francisco pide una respuesta "colectiva y concertada" a la amenaza de las armas nucleares
Rosa Die Alcolea

Misa del Papa en Nagasaki: "Cristo está vivo y actúa en medio nuestro"
Rosa Die Alcolea

Papa Francisco: "La verdadera paz solo puede ser una paz desarmada"
Larissa I. López

EXCLUSIVA: Arzobispo Takami, de Nagasaki: "La fe de los mártires muestra la importancia de la fe moderna de Japón"
Deborah Castellano Lubov

Nagasaki: Gratitud al Papa por su "fuerte mensaje" de abolición de las armas nucleares y de paz
Larissa I. López

Hiroshima: Francisco llega a la ciudad que fue arrasada el 6 de agosto de 1945
Rosa Die Alcolea

Francisco: Alzar la voz por la "libertad religiosa" y contra la manipulación de las religiones
Larissa I. López

Japón: El Papa visita Nagasaki, la "pequeña Roma" japonesa
Larissa I. López

Creación del 'Organismo Consultivo Internacional de los Jóvenes'
Redacción

Obispos japoneses: La importancia de la trascendencia asiática para Occidente
Larissa I. López

Constituido el Consejo Especial Post-sinodal, con 13 padres sinodales y 3 indígenas
Rosa Die Alcolea

Viaje a Japón: Programa de Francisco en Tokio
Redacción

Beata Isabel Achler, 25 de noviembre
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

24/11/2019-03:20
Rosa Die Alcolea

Nagasaki: Francisco pide una respuesta "colectiva y concertada" a la amenaza de las armas nucleares

(ZENIT — 24 nov. 2019).- "Nuestra respuesta a la amenaza de las armas nucleares debe ser colectiva y concertada, basada en la construcción ardua pero constante de una confianza mutua que rompa la dinámica de desconfianza actualmente prevaleciente", ha reiterado el Papa Francisco desde Nagasaki, frente al lugar donde cayó la bomba atómica en 1945, que mató a 40.000 personas.

En medio de una intensa lluvia, el Papa Francisco ha llegado este segundo día en Japón, domingo, 24 de noviembre de 2019, a Nagasaki, "testigo de las catastróficas consecuencias humanitarias y ambientales de un ataque nuclear, según ha descrito el Santo Padre.

A las 10:15 hora local (2:15 horas en Roma), el Papa ha sido recibido en el Parque del Epicentro de la Bomba Atómica, por el gobernador y el alcalde de Nagasaki, y dos víctimas de la bomba atómica de 1945 en este mismo lugar, han ofrecido al Santo Padre unas flores, que él a su vez ha colocado al pie del monumento. Minutos después, el Papa ha encendido una vela y ha rezado unos minutos en silencio delante del epicentro de la bomba atómica, que tuvo un impacto de 500 metros por debajo del suelo.

 

Simbólica foto del niño

Junto al podio donde el Papa ofreció el mensaje, se podía ver la simbólica foto del niño japonés que esperaba en la cola para el crematorio llevando en su espalda a hermano pequeño muerto a causa de la explosión en Nagasaki.

"Un mundo en paz, libre de armas nucleares, es la aspiración de millones de hombres y mujeres en todas partes", ha subrayado Francisco, quien ha cuestionado en numerosas ocasiones este tema desde el Vaticano y viajes papales. "Convertir este ideal en realidad requiere la participación de todos: las personas, las comunidades religiosas, la sociedad civil, los Estados que poseen armas nucleares y aquellos que no las poseen, los sectores militares y privados, y las organizaciones internacionales".

 

Miedo a la mutua destrucción

La paz y la estabilidad internacional "son incompatibles con todo intento de fundarse sobre el miedo a la mutua destrucción o sobre una amenaza de aniquilación total", ha anunciado; "sólo es posible desde una ética global de solidaridad y cooperación al servicio de un futuro plasmado por la interdependencia y la corresponsabilidad entre toda la familia humana de hoy y de mañana".

El Pontífice ha calificado de “atentado continuo que clama al cielo” el hecho de en el mundo de hoy, en el que millones de niños y familias viven en condiciones infrahumanas, el dinero se gaste en la fabricación, modernización, mantenimiento y venta de armas, cada vez más destructivas.

 

Líderes a la altura

Con el convencimiento de que un mundo sin armas nucleares es "posible y necesario", el Papa ha pedido a los líderes políticos "que no se olviden de que las mismas no nos defienden de las amenazas a la seguridad nacional e internacional de nuestro tiempo".

Por todo esto, ha recordado, resulta "crucial" crear herramientas "que aseguren la confianza y el desarrollo mutuo", y "contar con líderes que estén a la altura de las circunstancias". Tarea que —ha insistido— a su vez, "nos involucra y reclama a todos".

El acto ha terminado con un canto final entonado por todos los presentes, mientras el Papa ha saludado a la mujer y al hijo del fotógrafo Joe O'Donnell, autor de la imagen simbólica de la explicación atómica en Nagasaki. Después el Santo Padre se ha trasladado al lugar de homenaje a san Pablo Miki, asesinado allí, y 25 compañeros mártires, en el monte Nishizaka.

 

Instrumentos efectivos de paz

"Uno de los anhelos más profundos del corazón humano es el deseo de paz y estabilidad", ha asegurado Francisco. A pesar de que no todos los presentes en el acto eran católicos —ha comentado—, ha invitado a unirse con él a la oración por la paz atribuida a San Francisco de Asís "Señor, haz de mí un instrumento de tu paz".

En este contexto, ha anunciado: "En este lugar de memoria, que nos sobrecoge y no puede dejarnos indiferentes, es aún más significativo confiar en Dios, para que nos enseñe a ser instrumentos efectivos de paz y a trabajar también para no cometer los mismos errores del pasado".

Publicamos a continuación el mensaje sobre Armas Nucleares que el Papa ha leído en el Parque del Epicentro de la Bomba Atómica, en Nagasaki:

***

 

Discurso del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas:

Este lugar nos hace más conscientes del dolor y del horror que los seres humanos somos capaces de infringirnos. La cruz bombardeada y la estatua de Nuestra Señora, recientemente descubiertas en la Catedral de Nagasaki, nos recuerdan una vez más el indescriptible horror sufrido en su propia carne por las víctimas y sus familias.

Uno de los anhelos más profundos del corazón humano es el deseo de paz y estabilidad. La posesión de armas nucleares y de otras armas de destrucción masiva no son la respuesta más acertada a este deseo; es más, parecen continuamente ponerlo a prueba. Nuestro mundo vive la perversa dicotomía de querer defender y garantizar la estabilidad y la paz en base a una falsa seguridad sustentada por una mentalidad de miedo y desconfianza, que termina por envenenar las relaciones entre pueblos e impedir todo posible diálogo.

La paz y la estabilidad internacional son incompatibles con todo intento de fundarse sobre el miedo a la mutua destrucción o sobre una amenaza de aniquilación total; sólo es posible desde una ética global de solidaridad y cooperación al servicio de un futuro plasmado por la interdependencia y la corresponsabilidad entre toda la familia humana de hoy y de mañana.

Aquí, en esta ciudad, que es testigo de las catastróficas consecuencias humanitarias y ambientales de un ataque nuclear, serán siempre pocos todos los intentos de alzar nuestra voz contra la carrera armamentista. Esta desperdicia recursos valiosos que podrían, en cambio, utilizarse en beneficio del desarrollo integral de los pueblos y para la protección del ambiente natural. En el mundo de hoy, en el que millones de niños y familias viven en condiciones infrahumanas, el dinero que se gasta y las fortunas que se ganan en la fabricación, modernización, mantenimiento y venta de armas, cada vez más destructivas, son un atentado continuo que clama al cielo.

Un mundo en paz, libre de armas nucleares, es la aspiración de millones de hombres y mujeres en todas partes. Convertir este ideal en realidad requiere la participación de todos: las personas, las comunidades religiosas, la sociedad civil, los Estados que poseen armas nucleares y aquellos que no las poseen, los sectores militares y privados, y las organizaciones internacionales. Nuestra respuesta a la amenaza de las armas nucleares debe ser colectiva y concertada, basada en la construcción ardua pero constante de una confianza mutua que rompa la dinámica de desconfianza actualmente prevaleciente. En 1963, el Papa san Juan XXIII en la Encíclica Pacem in terris, solicitando también la prohibición de las armas atómicas (cf. n. 112), afirmó que «una paz internacional verdadera y constante no puede apoyarse en el equilibrio de las fuerzas militares, sino únicamente en la confianza recíproca» (n. 113).

Es necesario romper la dinámica de desconfianza que prevale actualmente, y que hace correr el riesgo de conducir al desmantelamiento de la arquitectura internacional de control de las armas. Estamos presenciando una erosión del multilateralismo, aún más grave ante el desarrollo de las nuevas tecnologías de armas; este enfoque parece bastante incongruente en el contexto actual marcado por la interconexión, y constituye una situación que reclama una urgente atención por parte de todos los líderes, así como dedicación.

La Iglesia Católica, por su parte, está irrevocablemente comprometida con la decisión de promover la paz entre los pueblos y las naciones. Es un deber al que se siente obligada ante Dios y ante todos los hombres y mujeres de esta tierra. Nunca podemos cansarnos de trabajar e insistir con celeridad en apoyo a los principales instrumentos jurídicos internacionales de desarme y no proliferación nuclear, incluido el Tratado sobre la prohibición de armas nucleares. En julio pasado, los obispos de Japón lanzaron un llamado para la abolición de las armas nucleares, y cada agosto la Iglesia nipona celebra un encuentro de oración de diez días por la paz. Que la oración, la búsqueda infatigable en la promoción de acuerdos, la insistencia en el diálogo, sean las "armas" en las que pongamos nuestra confianza y también la fuente de inspiración de los esfuerzos para construir un mundo de justicia y solidaridad que brinde garantías reales para la paz.

Con el convencimiento de que un mundo sin armas nucleares es posible y necesario, pido a los líderes políticos que no se olviden de que las mismas no nos defienden de las amenazas a la seguridad nacional e internacional de nuestro tiempo. Es necesario considerar el impacto catastrófico de un uso desde el punto de vista humanitario y ambiental, renunciando al fortalecimiento de un clima de miedo, desconfianza y hostilidad, impulsado por doctrinas nucleares. El estado actual de nuestro planeta reclama, por su parte, una reflexión seria sobre cómo todos esos recursos podrían ser utilizados, con referencia a la compleja y difícil implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, y alcanzar así objetivos como el desarrollo humano integral. Así lo sugirió ya, en 1964, el Papa san Pablo VI, cuando propuso ayudar a los más desheredados a través de un Fondo Mundial , alimentado con una parte de los gastos militares (cf. Discurso a los periodistas, Bombay, 4 diciembre 1964; Carta enc. Populorum progressio, 26 marzo 1967, 51).

Por todo esto, resulta crucial crear herramientas que aseguren la confianza y el desarrollo mutuo, y contar con líderes que estén a la altura de las circunstancias. Tarea que, a su vez, nos involucra y reclama a todos. Nadie puede ser indiferente ante el dolor sufriente de millones de hombres y mujeres que hoy siguen golpeando a nuestras conciencias; nadie puede ser sordo ante el grito del hermano que desde su herida llama; nadie puede ser ciego ante las ruinas de una cultura incapaz de dialogar.

Les pido unirnos en oraciones cada día por la conversión de las conciencias y por el triunfo de una cultura de la vida, de la reconciliación y de la fraternidad. Una fraternidad que sepa reconocer y garantizar las diferencias en la búsqueda de un destino común.

Sé que algunos de los aquí presentes no son católicos, pero estoy seguro de que todos podemos hacer nuestra la oración por la paz atribuida a san Francisco de Asís:

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:
donde haya odio, ponga yo amor;
donde haya ofensa, ponga yo perdón;
donde haya duda, ponga yo fe;
donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
donde haya tinieblas, ponga yo luz;
donde haya tristeza, ponga yo alegría.

En este lugar de memoria, que nos sobrecoge y no puede dejarnos indiferentes, es aún más significativo confiar en Dios, para que nos enseñe a ser instrumentos efectivos de paz y a trabajar también para no cometer los mismos errores del pasado.

Que ustedes y sus familias, y toda la nación, puedan experimentar las bendiciones de la prosperidad y la armonía social.

 

 

 

24/11/2019-06:15
Rosa Die Alcolea

Misa del Papa en Nagasaki: "Cristo está vivo y actúa en medio nuestro"

(ZENIT — 24 nov. 2019).- "Nuestra fe es en el Dios de los Vivientes. Cristo está vivo y actúa en medio nuestro, conduciéndonos a todos hacia la plenitud de vida", así ha exhortado el Papa Francisco a más 35.000 personas que han asistido a la Misa en Nagasaki, Japón.

"Él está vivo y nos quiere vivos, es nuestra esperanza", ha asegurado el Pontífice, en el marco de la visita a Japón, cuyo lema es Proteger toda vida. "Lo imploramos cada día: venga a nosotros tu Reino, Señor".

A las 13:20 hora local (5:20 horas en Roma), el Papa ha dejado el Arzobispado de Nagasaki, donde ha almorzado. Tras saludar a 16 personas empleadas por la Curia, se ha dirigido en coche al Estadio de Baseball de la misma ciudad para celebrar la Santa Misa. Aquí, se ha montado en el papamóvil y ha pasado entre los fieles para saludarlos antes de presidir la Eucaristía, que ha comenzado a las 14 (6 hora de Roma).

En este último domingo del año litúrgico, solemnidad de Cristo Rey, Francisco ha hecho una reflexión en torno a la figura del buen ladrón: “Unimos nuestras voces a la del malhechor que, crucificado junto con Jesús, lo reconoció y lo proclamó rey”.

El Papa ha recordado a los japoneses en Nagasaki: “Estas tierras experimentaron, como pocas, la capacidad destructora a la que puede llegar el ser humano”. Por eso, como el buen ladrón, ha dicho, “queremos vivir ese instante donde poder levantar nuestras voces y profesar nuestra fe en la defensa y el servicio del Señor, el Inocente sufriente”.

“Queremos acompañar su suplicio, sostener su soledad y abandono, y escuchar, una vez más, que la salvación es la palabra que el Padre nos quiere ofrecer a todos: ‘Hoy estarás conmigo en el Paraíso'”.

Asimismo, el Santo Padre no ha dejado de mencionar a san Pablo Miki y sus compañeros mártires: “Sobre sus huellas queremos caminar, sobre sus pasos queremos andar para profesar con valentía que el amor dado, entregado y celebrado por Cristo en la cruz, es capaz de vencer sobre todo tipo de odio, egoísmo, burla o evasión”.

A continuación sigue la homilía:

***

 

Homilía del Papa Francisco

«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino» (Lc 23,42).

En este último domingo del año litúrgico unimos nuestras voces a la del malhechor que, crucificado junto con Jesús, lo reconoció y lo proclamó rey. Allí, en el momento menos triunfal y glorioso, bajo los gritos de burlas y humillación, el bandido fue capaz de alzar la voz y realizar su profesión de fe. Son las últimas palabras que Jesús escucha y, a su vez, son las últimas palabras que Él dirige antes de entregarse a su Padre: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso» (Lc 23,43). El pasado tortuoso del ladrón parece, por un instante, cobrar un nuevo sentido: acompañar de cerca el suplicio del Señor; y este instante no hace más que corroborar la vida del Señor: ofrecer siempre y en todas partes la salvación. El calvario, lugar de desconcierto e injusticia, donde la impotencia y la incomprensión se encuentran acompañadas por el murmullo y cuchicheo indiferente y justificador de los burlones de turno ante la muerte del inocente, se transforma, gracias a la actitud del buen ladrón, en una palabra de esperanza para toda la humanidad. Las burlas y los gritos de ¡sálvate a ti mismo! frente al inocente sufriente no serán la última palabra; es más, despertarán la voz de aquellos que se dejen tocar el corazón y se decidan por la compasión como auténtica forma para construir la historia.

Hoy aquí queremos renovar nuestra fe y nuestro compromiso; conocemos bien la historia de nuestras faltas, pecados y limitaciones, al igual que el buen ladrón, pero no queremos que eso sea lo que determine o defina nuestro presente y futuro. Sabemos que no son pocas las veces que podemos caer en la atmósfera comodona del grito fácil e indiferente del “sálvate a ti mismo”, y perder la memoria de lo que significa cargar con el sufrimiento de tantos inocentes. Estas tierras experimentaron, como pocas, la capacidad destructora a la que puede llegar el ser humano. Por eso, como el buen ladrón, queremos vivir ese instante donde poder levantar nuestras voces y profesar nuestra fe en la defensa y el servicio del Señor, el Inocente sufriente. Queremos acompañar su suplicio, sostener su soledad y abandono, y escuchar, una vez más, que la salvación es la palabra que el Padre nos quiere ofrecer a todos: «Hoy estarás conmigo en el Paraíso».

Salvación y certeza que testimoniaron valientemente con su vida san Pablo Miki y sus compañeros, así como los miles de mártires que jalonan vuestro patrimonio espiritual. Sobre sus huellas queremos caminar, sobre sus pasos queremos andar para profesar con valentía que el amor dado, entregado y celebrado por Cristo en la cruz, es capaz de vencer sobre todo tipo de odio, egoísmo, burla o evasión; es capaz de vencer sobre todo pesimismo inoperante o bienestar narcotizante, que termina por paralizar cualquier buena acción y elección. Nos lo recordaba el Concilio Vaticano II, lejos están de la verdad quienes sabiendo que nosotros no tenemos aquí una ciudad permanente, sino que buscamos la futura, piensan que por ello podemos descuidar nuestros deberes terrenos, no advirtiendo que, precisamente, por esa misma fe profesada estamos obligados a realizarlos de una manera tal que den cuenta y transparenten la nobleza de la vocación con la que hemos sido llamados (cf. Const. past. Gaudium et spes, 43).

Nuestra fe es en el Dios de los Vivientes. Cristo está vivo y actúa en medio nuestro, conduciéndonos a todos hacia la plenitud de vida. Él está vivo y nos quiere vivos, es nuestra esperanza (cf. Exhort. ap. postsin. Christus vivit, 1). Lo imploramos cada día: venga a nosotros tu Reino, Señor. Y al hacerlo queremos también que nuestra vida y nuestras acciones se vuelvan una alabanza. Si nuestra misión como discípulos misioneros es la de ser testigos y heraldos de lo que vendrá, no podemos resignarnos ante el mal y los males, sino que nos impulsa a ser levadura de su Reino dondequiera que estemos: familia, trabajo, sociedad; ser una pequeña abertura en la que el Espíritu siga soplando esperanza entre los pueblos. El Reino de los cielos es nuestra meta común, una meta que no puede ser sólo para el mañana, sino que la imploramos y la comenzamos a vivir hoy, al lado de la indiferencia que rodea y silencia tantas veces a nuestros enfermos y discapacitados, a los ancianos y abandonados, a los refugiados y trabajadores extranjeros: todos ellos sacramento vivo de Cristo, nuestro Rey (cf. Mt 25,31-46); porque «si verdaderamente hemos partido de la contemplación de Cristo, tenemos que saberlo descubrir sobre todo en el rostro de aquellos con los que él mismo ha querido identificarse» (S. Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte, 49).

En el Calvario, muchas voces callaban, tantas otras se burlaban, tan sólo la del ladrón fue capaz de alzarse y defender al inocente sufriente; toda una valiente profesión de fe. Está en cada uno de nosotros la decisión de callar, burlar o profetizar. Queridos hermanos: Nagasaki lleva en su alma una herida difícil de curar, signo del sufrimiento inexplicable de tantos inocentes; víctimas atropelladas por las guerras de ayer pero que siguen sufriendo hoy en esta tercera guerra mundial a pedazos. Alcemos nuestras voces aquí en una plegaria común por todos aquellos que hoy están sufriendo en su carne este pecado que clama al cielo, y para que cada vez sean más los que, como el buen ladrón, sean capaces de no callar ni burlarse, sino con su voz profetizar un reino de verdad y justicia, de santidad y gracia, de amor y de paz1.

 

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  • Misal Romano, Prefacio de la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.

 

 

 

 

24/11/2019-11:11
Larissa I. López

Papa Francisco: "La verdadera paz solo puede ser una paz desarmada"

(ZENIT – 24 nov. 2019).- El Papa Francisco indicó que “la verdadera paz solo puede ser una paz desarmada”, “fruto de la justicia, del desarrollo, de la solidaridad, del cuidado de nuestra casa común y de la promoción del bien común, aprendiendo de las enseñanzas de la historia”.

En la tarde de hoy, 24 de noviembre de 2019, aproximadamente a las 18:40, hora local (las 10:40 en Roma), el Santo Padre ha llegado al parque del Memorial de la Paz de Hiroshima para celebrar un Encuentro por la Paz.

 

Firma en el Libro de Honor

A este acto asistieron cerca de mil fieles, 20 líderes religiosos y 20 víctimas de la bomba atómica. El Pontífice fue recibido por el prefecto, el alcalde, el presidente de la Asamblea de la Prefectura y el presidente del Ayuntamiento de Hiroshima cerca del Memorial de la Paz.

Francisco firmó en el Libro de Honor junto a las siguientes palabras: “He venido como peregrino de paz, para llorar en solidaridad con todos los que sufrieron heridas y muerte en ese terrible día de la historia de esta tierra. Rezo para que el Dios de la vida convierta los corazones a la paz, a la reconciliación y al amor fraterno”.

 

Saludo a las víctimas

Después, el Papa se dirigió a la plaza de abajo y saluda a los 20 líderes religiosos y a las víctimas presentes. Dos de las víctimas ofrecieron al Papa un regalo floral que colocó frente al Memorial. El Embajador de la Paz le regaló una vela que el Obispo de Roma encendió en la lámpara.

Después del sonido de la campana y de un momento de oración silenciosa, dos víctimas supervivientes de la bomba atómica, Yoshiko Kajimoto y Kojí Hosokawa, que no puedo acudir al acto, ofrecieron su impresionante testimonio de la tragedia, tras el cual Obispo de Roma de Roma pronunció su discurso.

 

Memorial de la Paz

El parque del Memorial de la Paz surge en el lugar en el que el 6 de agosto de 1945 explotó la bomba atómica. Realizado en el año 1954, como un proyecto del arquitecto japonés Kenzo Tange, constituye un área de 120 mil metros cuadrados.

El Memorial de la Paz es considerado emblema de este parque, comúnmente conocido como Genbaku Dome (cúpula de la bomba atómica). El edificio consta, efectivamente, de una característica cúpula que se encuentra en la orilla del río Motoyasu.

 

Símbolo de la esperanza

Fuertemente dañada por las explosiones pero no totalmente destruida, nunca ha sido restaurada para recordar los signos dejados por el artefacto. Fue inaugurada en 1915 y en 1933 destinado a oficinas del gobierno.

Desde 1996 es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, como símbolo de la fuerza más destructiva jamás creada por el hombre, de la esperanza por la paz en el mundo y por la eliminación definitiva de las armas nucleares.

 

Regalo del Papa

El Santo Padre ofreció como regalo en el Memorial de la Paz una lámpara de pie fabricada especialmente para esta visita pontificia a Japón. Fundida en latón plateado, mide 120 cm de altura. Consta de una base con tres bandas, con el símbolo “PAX” en relieve.

También tiene un pie cilíndrico con un nudo que lleva una medalla con el escudo de armas del Papa Francisco. En la parte superior, hay un escudo de cera con tres velas que sostienen la lámpara.

 

“Peregrino de paz”

El Obispo de Roma comenzó su discurso con las palabras“Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: La paz contigo” (Sal 122,8) e hizo memoria de todas las víctimas de la bomba atómica y de “la dignidad” de los que sobrevivieron a esos primeros momentos y “han soportado en sus cuerpos durante muchos años los sufrimientos más agudos y, en sus mentes, los gérmenes de la muerte que seguían consumiendo su energía vital”.

El Pontífice confesó que ha sentido el deber de venir a este lugar “como peregrino de paz, para permanecer en oración, recordando a las víctimas inocentes de tanta violencia y llevando también en el corazón las súplicas y anhelos de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, especialmente de los jóvenes, que desean la paz, trabajan por la paz, se sacrifican por la paz”, y “lleno de memoria y de futuro trayendo el grito de los pobres, que son siempre las víctimas más indefensas del odio y de los conflictos”.

 

Dejar caer las armas

Después, reiteró que el uso de la energía atómica con fines de guerra es hoy más que nunca un crimen, “no sólo contra el hombre y su dignidad sino contra toda posibilidad de futuro en nuestra casa común”.

El uso de la energía atómica con fines de guerra “es inmoral, como asimismo es inmoral la posesión de las armas atómicas, como dije hace dos años. Seremos juzgados por esto”, aclaró. En este sentido, para el Papa, si realmente queremos construir una sociedad más justa y segura, “debemos dejar que las armas caigan de nuestras manos”.

 

“Recordar, caminar juntos, proteger”

Asimismo, el Papa propuso tres imperativos morales para abrir el camino de la paz: “Recordar, caminar juntos, proteger”. Y remarcó que no podemos permitir que las nuevas generaciones dejen de recordar lo que sucedió, ya que la memoria “es garante y estímulo para construir un futuro más justo y más fraterno; un recuerdo expansivo capaz de despertar las conciencias de todos los hombres y mujeres, especialmente de aquellos que hoy desempeñan un papel especial en el destino de las naciones; una memoria viva que nos ayude a decir de generación en generación: ¡nunca más!”.

Precisamente por ello, explicó el Santo Padre “estamos llamados a caminar juntos” y llamó a abrirse “a la esperanza, convirtiéndonos en instrumentos de reconciliación y de paz. Esto es algo que será siempre posible “si somos capaces de protegernos y sabernos hermanados en un destino común”.

Finalmente, realizó “una sola súplica abierta a Dios y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad”, consistente en elevar juntos el grito: “¡Nunca más la guerra, nunca más el rugido de las armas, nunca más tanto sufrimiento! Que venga la paz en nuestros días, en este mundo nuestro”.

A continuación sigue el mensaje completo del Papa.

***

 

Mensaje del Santo Padre

Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: La paz contigo» (Sal 122,8).

Dios de misericordia y Señor de la historia, a ti elevamos nuestros ojos desde este lugar, encrucijada de muerte y vida, de derrota y renacimiento, de sufrimiento y de piedad.

Aquí, de tantos hombres y mujeres, de sus sueños y esperanzas, en medio de un resplandor de relámpago y fuego, no ha quedado más que sombra y silencio. En apenas un instante, todo fue devorado por un agujero negro de destrucción y muerte. Desde ese abismo de silencio, todavía hoy se sigue escuchando fuerte el grito de los que ya no están. Venían de diferentes lugares, tenían nombres distintos, algunos de ellos hablaban lenguas diversas. Todos quedaron unidos por un mismo destino, en una hora tremenda que marcó para siempre, no sólo la historia de este país sino el rostro de la humanidad.

Hago memoria aquí de todas las víctimas y me inclino ante la fuerza y la dignidad de aquellos que, habiendo sobrevivido a esos primeros momentos, han soportado en sus cuerpos durante muchos años los sufrimientos más agudos y, en sus mentes, los gérmenes de la muerte que seguían consumiendo su energía vital.

He sentido el deber de venir a este lugar como peregrino de paz, para permanecer en oración, recordando a las víctimas inocentes de tanta violencia y llevando también en el corazón las súplicas y anhelos de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, especialmente de los jóvenes, que desean la paz, trabajan por la paz, se sacrifican por la paz. He venido a este lugar lleno de memoria y de futuro trayendo el grito de los pobres, que son siempre las víctimas más indefensas del odio y de los conflictos.

Quisiera humildemente ser la voz de aquellos cuya voz no es escuchada, y que miran con inquietud y angustia las crecientes tensiones que atraviesan nuestro tiempo, las inaceptables desigualdades e injusticias que amenazan la convivencia humana, la grave incapacidad de cuidar nuestra casa común, el recurso continuo y espasmódico de las armas, como si estas pudieran garantizar un futuro de paz.

Con convicción, deseo reiterar que el uso de la energía atómica con fines de guerra es hoy más que nunca un crimen, no sólo contra el hombre y su dignidad sino contra toda posibilidad de futuro en nuestra casa común. El uso de la energía atómica con fines de guerra es inmoral, como asimismo es inmoral la posesión de las armas atómicas, como dije hace dos años. Seremos juzgados por esto. Las nuevas generaciones se levantarán como jueces de nuestra derrota si hemos hablado de la paz, pero no la hemos realizado con nuestras acciones entre los pueblos de la tierra.

¿Cómo podemos hablar de paz mientras construimos nuevas y formidables armas de guerra? ¿Cómo podemos hablar de paz mientras justificamos determinadas acciones espurias con discursos de discriminación y de odio?

Estoy convencido de que la paz no es más que un “sonido de palabras” si no se funda en la verdad, si no se construye de acuerdo con la justicia, si no está vivificada y completada por la caridad, y si no se realiza en la libertad (cf. S. Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris, 37).

La construcción de la paz en la verdad y en la justicia significa reconocer que «son muchas y muy grandes las diferencias entre los hombres en ciencia, virtud, inteligencia y bienes materiales» (ibíd., 87), lo cual jamás puede justificar el propósito de imponer a los demás los propios intereses particulares. Por el contrario, todo esto constituye una fuente de mayor responsabilidad y respeto.

Asimismo, las comunidades políticas, que legítimamente pueden diferir entre sí en términos de cultura o desarrollo económico, están llamadas a comprometerse a trabajar «por el progreso común», por el bien de todos (ibíd., 88).

De hecho, si realmente queremos construir una sociedad más justa y segura, debemos dejar que las armas caigan de nuestras manos: «No es posible amar con armas ofensivas en las manos» (S. Pablo VI, Discurso a las Naciones Unidas, 4 octubre 1965, 10). Cuando nos entregamos a la lógica de las armas y nos alejamos del ejercicio del diálogo, nos olvidamos trágicamente de que las armas, antes incluso de causar víctimas y ruinas, tienen la capacidad de provocar pesadillas, «exigen enormes gastos, detienen los proyectos de solidaridad y de trabajo útil, alteran la psicología de los pueblos» (ibíd.). ¿Cómo podemos proponer la paz si frecuentamos la intimidación bélica nuclear como recurso legítimo para la resolución de los conflictos? Que este abismo de dolor evoque los límites que jamás se pueden atravesar. La verdadera paz sólo puede ser una paz desarmada. Además, «la paz no es la mera ausencia de la guerra […]; sino un perpetuo quehacer» (Conc. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 78). Es fruto de la justicia, del desarrollo, de la solidaridad, del cuidado de nuestra casa común y de la promoción del bien común, aprendiendo de las enseñanzas de la historia.

Recordar, caminar juntos, proteger. Estos son tres imperativos morales que, precisamente aquí en Hiroshima, adquieren un significado aún más fuerte y universal, y tienen la capacidad de abrir un camino de paz. Por lo tanto, no podemos permitir que las actuales y nuevas generaciones pierdan la memoria de lo acontecido, esa memoria que es garante y estímulo para construir un futuro más justo y más fraterno; un recuerdo expansivo capaz de despertar las conciencias de todos los hombres y mujeres, especialmente de aquellos que hoy desempeñan un papel especial en el destino de las naciones; una memoria viva que nos ayude a decir de generación en generación: ¡nunca más!

Precisamente por eso estamos llamados a caminar juntos, con una mirada de comprensión y de perdón, abriendo el horizonte a la esperanza y trayendo un rayo de luz en medio de las numerosas nubes que hoy ensombrecen el cielo. Abrámonos a la esperanza, convirtiéndonos en instrumentos de reconciliación y de paz. Esto será siempre posible si somos capaces de protegernos y sabernos hermanados en un destino común. Nuestro mundo, interconectado no sólo por la globalización sino desde siempre por una tierra común, reclama más que en otras épocas la postergación de intereses exclusivos de determinados grupos o sectores, para alcanzar la grandeza de aquellos que luchan corresponsablemente para garantizar un futuro común.

En una sola súplica abierta a Dios y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, en nombre de todas las víctimas de los bombardeos y experimentos atómicos, y de todos los conflictos, desde el corazón, elevemos conjuntamente un grito: ¡Nunca más la guerra, nunca más el rugido de las armas, nunca más tanto sufrimiento! Que venga la paz en nuestros días, en este mundo nuestro. Dios, tú nos lo has prometido: «La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo» (Sal 84,11-12).

Ven, Señor, que es tarde y donde sobreabundó la destrucción que hoy  también pueda sobreabundar la esperanza de que es posible escribir y realizar una historia diferente. ¡Ven, Señor, Príncipe de la paz, haznos instrumentos y ecos de tu paz!

«Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: La paz contigo» (Sal 122,8).

 

© Librería Editorial Vaticana

 

 

 

 

24/11/2019-07:44
Deborah Castellano Lubov

EXCLUSIVA: Arzobispo Takami, de Nagasaki: "La fe de los mártires muestra la importancia de la fe moderna de Japón"

(ZENIT — 24 nov. 2019).- "El testimonio de fe de los mártires muestra a las personas en el Japón moderno la importancia de la fe y les ofrece la valentia para dar testimonio de ese fe ...".

En una entrevista exclusiva con zenit, cuya corresponsal en el Vaticano, Deborah Castellano Lubov, viaja en el vuelo papal con el Papa Francisco a Japón y Tailandia, el 19 al 26 de noviembre, el arzobispo de Nagasaki, Joseph Takami Mitsuaki, quien también es presidente de la Conferencia Episcopal de Japón, hizo esta declaración.

El arzobispo de Nagasaki está siguiendo el viaje y, como presidente de la Conferencia Episcopal, se dirigió al Papa anoche antes de que el Santo Padre hablara con los obispos japoneses en la Nunciatura apostólica después de su llegada de Tailandia. Participará intrincadamente en la visita del Papa a Nagasaki hoy, antes de la próxima parada del pontífice, el mismo día, a Hiroshima.

Aquí está nuestra entrevista amplia e exclusiva:

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zenit: Excelencia, el lema de la visita apostólica del Papa a Japón es Proteger toda vida. En su opinión, ¿a qué se dirige este lema y por qué es necesario?

Mons. Takami: En general, creo que los japoneses tienen un gran respeto por la vida. Sin embargo, en la sociedad japonesa moderna están ocurriendo varios problemas. Estos incluyen el aborto, el suicidio, el sistema de pena de muerte, el abuso doméstico, la intimidación en la escuela y en el lugar de trabajo, el asesinato cometido por motivos egoístas y la destrucción del medio ambiente.

En Japón, en 1948 entró en vigencia una ley conocida como la lay de protección eugénica que legaliza el aborto, y en 1996 esta ley fue revisada y se convirtió en la ley de protección de la maternidad. De acuerdo con esta ley, si un embarazo es antes de las 21 semanas y 6 días, el aborto está legalmente permitido cuando lo realiza un médico con licencia. En Japón, hubo alrededor de 1.17 millones de abortos en 1955, alrededor de 600,000 en 1980, alrededor de 340,000 en el año 2000 y alrededor de 160,000 en 2017.

Con respecto al suicidio, durante muchos años hubo aproximadamente 30,000 suicidios anualmente en Japón, pero recientemente ha habido una tendencia a bajarse. Sin embargo, se dice que los suicidios entre los jóvenes en su adolescencia y veinte años están aumentando.

En Japón, aproximadamente el 60% está a favor de continuar con la pena de muerte, mientras que solo el 9% está a favor de su abolición.

La cantidad de violencia doméstica y abuso en Japón también es notario. Hay casos en que los niños han muerto como resultado del abuso de los padres, aunque se dice que hay un mayor número de casos de esposos que actúan violentamente hacia sus esposas.

Creo que es necesario que las personas entiendan la dignidad de la vida.

 

zenit: Existe una gran expectación por las visitas del Papa a Nagasaki e Hiroshima, las únicas ciudades donde se han utilizado armas nucleares. ¿Qué significa una visita del Papa para esos lugares, cómo se sienten los efectos de los bombardeos y cómo se ve la fe en Nagasaki?

Mons. Takami: Hiroshima y Nagasaki son las únicas ciudades donde se han utilizado bombas atómicas durante una guerra. Destacar, desde el terreno donde cayeron las bombas atómicas, que estos actos nunca deben repetirse por segunda vez, al tiempo que destaca la brutalidad de las armas nucleares y la angustia física y mental que traen, así como el valor de la paz, es de gran importancia. .

Todavía hay muchos sobrevivientes de bombas atómicas con vida hoy, quienes en japonés son conocidos como "hibakusha".

Después de un período de persecución que duró 250 años, los católicos locales pasaron 30 años construyendo una gran iglesia llamada Iglesia de Urakami, a pesar de su extrema pobreza. 20 años después de su finalización, sin embargo, esta iglesia fue completamente destruida por la bomba atómica. Hoy, los católicos en Nagasaki rezan por la realización de la paz mundial y dan testimonio de su fe al participar en actividades de paz.

 

zenit: ¿Qué espera de la visita del Papa a Nagasaki e Hiroshima?

Mons. Takami: Espero que desde Nagasaki, que se convirtió en víctima del segundo bombardeo atómico, el Papa abogue por la importancia de la abolición nuclear, específicamente la firma y ratificación del tratado sobre la prohibición de las armas nucleares, y apele en particular a aquellos países que poseen armas nucleares.

 

zenit: Cuando el Papa Juan Pablo II visitó Hiroshima y Nagasaki en 1981, todavía era el tiempo de la Guerra Fría, con el riesgo concreto de una guerra nuclear. En Asia hoy hay muchos países que poseen, o se esfuerzan por obtener, armas nucleares. ¿Qué reacción cree que tendrán las palabras y acciones del Papa en esos países?

Mons. Takami: No sé qué respuesta habrá a las palabras y acciones del Papa, pero me gustaría ver algún tipo de respuesta positiva o proactiva.

 

zenit: En Japón, la Iglesia local sufrió una larga persecución en los siglos pasados. ¿Qué ha dejado esa experiencia hoy en la Iglesia japonesa?

Mons. Takami: Se dice que en Japón, en los casos en que solo existen registros, hubo al menos 5.000 martirios católicos. En 1862, los 26 mártires de Japón fueron canonizados, y en 1867, 205 mártires de Japón fueron beatificados. En ese momento, la larga prohibición de Japón sobre el cristianismo aun existia. La mayoría de los 205 mártires que acabamos de mencionar fueron martirizados en Nagasaki. En 1987, otros 16 mártires de Japón, entre los cuales se encontraban sacerdotes dominicos, fueron canonizados. Luego, el 24 de noviembre de 2008, 188 mártires de Japón fueron beatificados dentro del estadio de béisbol de la prefectura de Nagasaki, donde el Papa Francisco dirá Misa mientras esté en Nagasaki. Entre este grupo de mártires había 3 sacerdotes jesuitas y 1 sacerdote agustino, pero el resto eran laicos. Muchas familias se encontraban entre los mártires. En otras palabras, estos mártires incluyeron muchas mujeres y niños. Finalmente, en 2017, el samurai japonés Justo Takayama Ukon fue beatificado en Osaka como mártir.

En toda la Arquidiócesis de Nagasaki hay un número particularmente alto de "conmemoraciones de martirio", que se llevan a cabo anualmente en lugares donde los cristianos murieron por su fe y durante los cuales se celebra una misa. Estos brindan a las personas la oportunidad de aprender sobre los mártires y hacer peregrinaciones a los lugares donde murieron. El testimonio de la fe de los mártires muestra a las personas en el Japón moderno la importancia de la fe y les ofrece la valentiapara dar testimonio de esa fe.

 

zenit: Cuéntenos sobre las parroquias en su Arquidiócesis. En un domingo típico, ¿qué vería un visitante de una de estas parroquias y cómo es la vida de una parroquia típica?

Mons. Takami: En la Arquidiócesis de Nagasaki, el promedio de asistencia a la misa dominical es de alrededor del 30%. El número de visitantes a las iglesias que pertenecen a la Arquidiócesis está aumentando, particularmente después de que 7 fueron inscritos como sitios del patrimonio mundial de la UNESCO en 2018. Muchos de estos visitantes se conmueven al ver a los católicos locales rezando devotamente. En el pasado, creo que era normal que la gente volviera a casa después de la misa dominical. Sin embargo, a partir de 2001, la curia arquidiocesana fue reformada y se establecieron consejos pastorales a nivel de parroquia, forane y arquidiócesis con la esperanza de que estos, como comunidades de fe, crecería y se desarrollaría. En 2015, en el 150 aniversario del "Descubrimiento de los Cristianos", se celebró el primer sínodo arquidiocesano, donde se acordó comenzar a trabajar para la formación de catequistas, el establecimiento de "pequeñas comunidades cristianas" (SSC) y la fundación de una organización caritativa llamada "Nagasaki Misericordia".

 

zenit: ¿Cómo es ser un arzobispo católico en un país donde los católicos son una minoría? ¿Hay alguna hostilidad o indiferencia hacia los católicos, y hay ocasiones en las que te has sentido juzgado o discriminado debido a tu fe?

Mons. Takami: Nunca he experimentado ninguna discriminación por parte de personas que no son cristianas. Más bien, aquí en Nagasaki sirvo como asesor de una organización interreligiosa donde, para asegurar la coexistencia pacífica, representantes de diferentes religiones se unen para promover relaciones amistosas. Además, desde que me uní a una organización local que busca proteger el Artículo 9 de la constitución japonesa, he recibido un amable reconocimiento de parte de las personas involucradas en actividades de paz de que nosotros como católicos también estamos tratando de hacer algo para promover la paz.

Algunas personas en Japón, incluso en Nagasaki, consideran el cristianismo como una religión extranjera, y parece que un mayor número de japoneses de lo que cabría esperar consideran las religiones monoteístas como el cristianismo, el islam y el judaísmo como religiones que causan problemas. A veces, cuando un católico se casa con un no cristiano, este último o la familia de este último se negarán a aceptar una boda en la iglesia o no desearán que se bautice a los hijos resultantes de esa unión. En tales casos, es posible que exista algún tipo de prejuicio hacia el cristianismo en el fondo.

 

zenit: ¿Qué saben los japoneses en general sobre el catolicismo? ¿Aún recuerdan la visita del Papa Juan Pablo II a Japón en 1981?

Mons. Takami: Creo que la mayoría de los japoneses no son conscientes de qué tipo de religión es el catolicismo. Sin embargo, creo que muchas personas aprenden en la escuela que la primera persona en introducir el cristianismo en Japón fue San Francisco Javier y que hay una distinción entre el catolicismo y el protestantismo.

Muchas personas recuerdan vívidamente la visita del papa Juan Pablo II a Nagasaki en 1981, especialmente la misa que el Santo Padre celebro en la nieve. También creo que el "llamamiento por la paz" que hizo en Hiroshima continúa aún hoy tocando los corazones de muchos japoneses.

 

zenit: ¿Qué mensaje espera que el Papa deje la sociedad japonesa?

Mons. Takami: Espero que el Papa nos deje mensajes sobre la dignidad de la vida, la importancia de ayudar a las personas que sufren y están angustiadas en lugar de buscar ganancias financieras o un estilo de vida lujoso, la cuestión de cómo, específicamente, podemos trabajar para conservar el medio ambiente y la cuestión de cómo podemos promover la paz.

 

zenit: ¿Qué significa la visita del Santo Padre a estos dos naciones, Tailandia y Japón, para toda Asia?

Mons. Takami: Se dice que Las Filipinas es el único país cristiano en Asia. Los cristianos son una minoría en todos los países asiáticos. No sé nada sobre los motivos de la visita papal a Tailandia, pero tal vez el Papa esta visitando Tailandia y Japón porque el número de cristianos es bajo en estos países, y desea que reflexionemos sobre la importancia de la existencia y el papel de la Iglesia en Asia.

 

Traducción de Richard Maher

 

 

 

24/11/2019-06:45
Larissa I. López

Nagasaki: Gratitud al Papa por su "fuerte mensaje" de abolición de las armas nucleares y de paz

(ZENIT – 24 nov. 2019).- El arzobispo de Nagasaki, en nombre del pueblo japonés ha agradecido esta visita del Papa al país y a la ciudad, especialmente por haber enviado “un fuerte mensaje por la abolición de las armas nucleares, en favor de la paz”.

Hoy, 24 de noviembre de 2019, en torno a las 14:00, hora local, (6:00 h. en Roma), el Papa Francisco ha presidido la celebración eucarística con los jóvenes en el Estadio de Béisbol de Nagasaki, Japón.

En esta jornada el Santo Padre se encuentra visitando las dos ciudades afectadas por las bombas atómicas, Nagasaki e Hiroshima.

 

Estadio de Beisbol

Este estadio de Nagasaki, construido en los colores rojo ladrillo y blanco, fue terminado en julio de 1997.

Cuenta con cuatro plantas, un campo de entrenamiento cubierto y una sala de exposiciones sobre la historia del béisbol local. El Nagasaki Saints juega sus partidos en casa en este estadio.

En la celebración de la Eucaristía se han registrado alrededor de unas 35.000 personas. Entre ellas, ciudadanos de China y de Corea.

 

Asistentes

Algunos fieles han estado esperando en el estadio desde las 9 de la mañana, empapados por la lluvia que ha dado algo de tregua durante la Misa.

Los asientos de las gradas estaban distribuidos por ciudades y provincias. En el suelo, a la izquierda, había una cuarta parte reservada para los miembros de las fuerzas armadas estadounidenses destinadas en Japón.

Entre los asistentes se encuentra, Thi Gonoo, de 35 años, procedente de Hyogo, que viajó en coche con sus tres hijos, su hermana y sus padres: “Nagasaki representa una imagen dura para mí. Pero este es un día muy especial con mis hijos para ver al Papa”, contó.

 

Arquidiócesis de Nagasaki

La arquidiócesis de esta ciudad japonesa cuenta con 61.242 católicos y en el último año se bautizaron 402 personas.

Los sacerdotes diocesanos son 91, y, además hay 44 sacerdotes regulares, y 5 seminaristas. Los institutos religiosos masculinos cuentan con 60 miembros y los femeninos, por su parte, con 682 religiosas.

Nagasaki también presenta 37 instituciones de enseñanza y 91 de beneficiencia, 72 parroquias y 2 iglesias.

 

La Virgen

La Misa, en la que se ha celebrado la solemnidad de Cristo Rey, ha sido acompañada por los cantos de un coro.

El altar estuvo presidido por la cabeza de una estatua de la Virgen, realizada en madera, fabricada en España y copiada de un cuadro de Murillo, que milagrosamente sobrevivió al calor nuclear de la bomba atómica que explotó en Nagasaki en 1945.

 

Homilía

Durante su homilía, el Papa Francisco  reflexionó sobre las palabras del buen ladrón a Cristo: “Señor, acuérdate de mí cuando estés en tu reino”. Allí, en el monte Calvario, “muchas voces callaban, tantas otras se burlaban, tan sólo la del ladrón fue capaz de alzarse y defender al inocente sufriente; toda una valiente profesión de fe”, apuntó.

También señaló que “está en cada uno de nosotros la decisión de callar, burlar o profetizar” y exhortó a alzar las voces en una plegaria común “por todos aquellos que hoy están sufriendo en su carne este pecado que clama al cielo, y para que cada vez sean más los que, como el buen ladrón, sean capaces de no callar ni burlarse, sino con su voz profetizar un reino de verdad y justicia, de santidad y gracia, de amor y de paz”.

 

Participación de los fieles

Las lecturas, 2 Sam 5, 1-3: “David, es escogido rey de Israel”, en japonés, y Col 1, 12-20: “Nos ha transferido al reino del Hijo de su amor”, en inglés, fueron realizadas por  una señora y una chica joven, respectivamente. Una religiosa ha sido la encargada de entonar el salmo responsorial.

La oración de los fieles, por su parte, fue llevada a cabo en español, coreano, tagalo, japonés y vietnamita por 5 fieles, entre los que se encontraba un niño.

En cuanto a las ofrendas, un grupo de personas, incluidos varios niños y dos mujeres ataviadas con trajes tradicionales, entregaron las mismas al Santo Padre ante el altar.

 

Agradecimiento

Antes de la bendición final, el arzobispo de Nagasaki, Mons. Joseph Mitsuaki Takami, en su saludo, agradeció también al Pontífice su visita al Monumento de los Mártires, que ha inspirado su “fe y empeño misionero”.

Después de las palabras del prelado, el Papa Francisco ha entregado al arzobispo un cáliz como recuerdo de su visita apostólica a Nagasaki.

 

 

 

24/11/2019-07:32
Rosa Die Alcolea

Hiroshima: Francisco llega a la ciudad que fue arrasada el 6 de agosto de 1945

(ZENIT – 24 nov. 2019).- El Papa ha partido hacia Hiroshima, al final de su segunda jornada en Japón, en la tarde del domingo, 24 de noviembre de 2019, tras estar en Nagasaki, donde ha ofrecido un mensaje para combatir la proliferación de armas nucleares.

Francisco conmemorará en el Parque Memorial de la Paz la explosión de la bomba atómica de Hiroshima, que se registró el lunes, 6 de agosto de 1945, a las 8:15 de la mañana. Little Boy fue el nombre con el que bautizaron los americanos a la bomba lanzada en Hiroshima, que mató a unas 140.000 personas.

La bomba de uranio-235 pesaba 4.400 kilogramos, medía 3 metros de longitud, 75 centímetros de diámetro y tenía una potencia explosiva de 16 kilotones, — 1600 toneladas de dinamita-, explotó a una altitud de 600 metros sobre la ciudad japonesa, dejando una enorme nube de humo en forma de hongo, cuya imagen es mundialmente conocida.

 

140.000 personas muertas

El 6 de agosto de 1945, la bomba atómica de uranio Little Boy fue lanzada sobre Hiroshima por el equipo del bombardero americano B-29 Enola Gray, asesinando al instante a unas 80.000 personas. Al final del año, los daños y enfermedades provocadas por la radiación incrementaron el número de víctimas mortales, que alcanzó a ser de 140.000 personas.

Hiroshima, de 1.199.252 habitantes, cuyo nombre significa "gran isla", es la capital de la prefectura homónima y la ciudad más grande de la región de Chugoku, en la parte occidental de Honshu, la más grande de la isla de Japón.

Durante la Segunda Guerra Mundial, la segunda armada y el ejército regional de Chugoku tenían su cuartel general en Hiroshima, mientras el comando marítimo del ejército se encontraba en el puerto de Ujina. La ciudad era sede de grandes suministros militares.

 

Ciudad tristemente famosa

Hiroshima se convierte, a causa de esta desgracia, en una ciudad famosa en todo el mundo. Al final de la guerra, se hicieron grandes esfuerzos para reconstruir la ciudad y los monumentos históricos destruidos, como el Castillo y el Jardín Shukkeien. Hoy Hiroshima, después de haber sido proclamada Ciudad de La Paz por el Parlamento japonés en 1949, se ha convertido en un centro de conferencias internacionales sobre La Paz y alguna cuestión social.

Visitadores provenientes de todo el mundo llegan a meditar al Parque Memorial de la Paz, inaugurado en 1955 y situado en el epicentro de la explosión atómica. Aquí, el Papa Francisco ofrecerá hoy un mensaje de esperanza, acompañado por el obispo de Hiroshima, Mons. Alexis Mitsuru Shirahama.

 

 

 

24/11/2019-02:51
Larissa I. López

Francisco: Alzar la voz por la "libertad religiosa" y contra la manipulación de las religiones

(ZENIT — 24 nov. 2019).- Con respecto a las personas que hoy en día sufren martirio por su fe, el Papa Francisco ha pedido: "levantemos la voz para que la libertad religiosa sea garantizada para todos y en todos los rincones del planeta" y "contra toda manipulación de las religiones".

Hoy, 24 de noviembre de 2019, en torno a las 10:45, hora local (las 2:45 en Roma), el Santo Padre se ha dirigido al cerro Nishizaka, donde se encuentra el monumento a san Pablo Miki y otros 25 mártires para presidir un homenaje a los mismos.

 

San Pablo Miki y compañeros mártires

San Pablo Miki nació en Kyoto 1556 en una familia acomodada y es bautizado. Asistió a un colegio de la Compañía de Jesús y a los 22 años se hizo novicio, convirtiéndose así en el primer religioso católico japonés.

Experto de la religiosidad oriental, se le encargó la predicación. El cristianismo había llegado a Japón en 1549, con san Francisco Javier y Pablo Miki vivió años fecundos hasta que, a finales de 1500, el shogun Toyotomi Hideyoshi inició una persecución contra los cristianos, ordenando la expulsión de los sacerdotes.

En diciembre de 1596 Pablo Miki, junto con algunos misioneros extranjeros y otros cristianos japoneses, fueron detenidos en Osaka y obligados a recorrer a pie el camino hacia Nagasaki. Este lugar fue escogido para su ejecución debido a la significativa presencia cristiana en esa ciudad.

El viaje, 800 km, duró un mes, y el 5 de febrero de 1597 Pablo Miki y sus compañeros fueron crucificados en el cerro Nishizaka. Antes de expirar, Pablo exhortó a todos a seguir la fe de Cristo y perdonar a sus camaradas.

 

Monumento a los Mártires

La muerte de Pablo y sus compañeros marcó, de hecho, el inicio de un largo periodo de dos siglos de dura persecución antricristiana en Japón.

Todos ellos fueron beatificados en 1627 y canonizados en 1862. Cien años después, sobre ese mismo lugar, en 1962, se erigió un monumento de ladrillo rojo que presenta, engastadas formando una cruz, las estatuas de bronce de tamaño natural de los 26 mártires.

El papa Juan Pablo II visitó como peregrino este Monumento de los Mártires de Nagasaki el 26 de febrero de 1981. Posteriormente, este lugar, que tiene vistas a la catedral de Oura, también dedicada a los mártires, fue designado como monumento santuario nacional japonés.

Detrás del monumento se encuentra el Museo de los Mártires, que custodia la historia del cristianismo en Nagasaki a través de una colección de objetos cotidianos, como, por ejemplo, una carta de san Francisco Javier.

 

Homenaje a los mártires

A su llegada, Francisco fue acogido por el director del Museo de los Mártires, por un sacerdote y por un hermano de la Compañía de Jesús. Después de un canto inicial, una familia entregó unas flores al Papa, que este depositó delante del memorial.

El Obispo de Roma encendió una vela ofrecida al mismo por un descendiente de los cristianos perseguidos para después iniciar un momento de oración en silencio frente al Monumento de los Mártires y se han incensado las reliquias.

A continuación, el Papa Francisco pronunció un saludo y rezó el Ángelus con los presentes.

El Santo Padre ofreció como regalo una lámpara de pie fabricada especialmente para esta visita del Obispo de Roma a Japón. Fundida en latón plateado, mide 120 cm de altura. Consta de una base con tres bandas, con el símbolo "PAX" en relieve.

También tiene un tallo cilíndrico con un nudo que lleva una medalla con el escudo de armas del Papa Francisco. En la parte superior, hay un escudo de cera con tres velas que sostienen la lámpara.

 

Palabras de Francisco

En sus palabras, el Papa Francisco ha señalado que esperaba "con ansias" este momento y que acudía "como peregrino a rezar, a confirmar, y también a ser confirmado por la fe de estos hermanos, que con su testimonio y entrega nos señalan el camino".

De este modo, se refirió a las muertes de Pablo Miki y los 25 mártires en 1597, "que consagraron este campo con su sufrimiento y su muerte". No obstante, para el Pontífice, este lugar "más que de muerte, nos habla del triunfo de la vida" porque, como consideraba Juan Pablo II esta colina es un "Monte de las Bienaventuranzas, donde podemos tocar el testimonio de hombres invadidos por el Espíritu Santo, libres del egoísmo, de la comodidad y del orgullo (cf. Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 65)".

 

Discipulado misionero

"Su testimonio nos confirma en la fe y ayuda a renovar nuestra entrega y nuestro compromiso, para vivir el discipulado misionero que sabe trabajar por una cultura, capaz de proteger y defender siempre toda vida, a través de ese 'martirio' del servicio cotidiano y silencioso de todos, especialmente hacia los más necesitados", subrayó Francisco.

Asimismo, remarcó que en este lugar también nos unimos a los cristianos que hoy viven el martirio por causa de la fe: "Mártires del siglo XXI que nos interpelan con su testimonio a que tomemos, valientemente, el camino de las bienaventuranzas. Recemos por ellos y con ellos (...).

A continuación sigue el saludo completo del Papa.

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Saludo del Santo Padre

«Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: La paz contigo» (Sal 122,8).

Dios de misericordia y Señor de la historia, a ti elevamos nuestros ojos desde este lugar, encrucijada de muerte y vida, de derrota y renacimiento, de sufrimiento y de piedad.

Aquí, de tantos hombres y mujeres, de sus sueños y esperanzas, en medio de un resplandor de relámpago y fuego, no ha quedado más que sombra y silencio. En apenas un instante, todo fue devorado por un agujero negro de destrucción y muerte. Desde ese abismo de silencio, todavía hoy se sigue escuchando fuerte el grito de los que ya no están. Venían de diferentes lugares, tenían nombres distintos, algunos de ellos hablaban lenguas diversas. Todos quedaron unidos por un mismo destino, en una hora tremenda que marcó para siempre, no sólo la historia de este país sino el rostro de la humanidad.

Hago memoria aquí de todas las víctimas y me inclino ante la fuerza y la dignidad de aquellos que, habiendo sobrevivido a esos primeros momentos, han soportado en sus cuerpos durante muchos años los sufrimientos más agudos y, en sus mentes, los gérmenes de la muerte que seguían consumiendo su energía vital.

He sentido el deber de venir a este lugar como peregrino de paz, para permanecer en oración, recordando a las víctimas inocentes de tanta violencia y llevando también en el corazón las súplicas y anhelos de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, especialmente de los jóvenes, que desean la paz, trabajan por la paz, se sacrifican por la paz. He venido a este lugar lleno de memoria y de futuro trayendo el grito de los pobres, que son siempre las víctimas más indefensas del odio y de los conflictos.

Quisiera humildemente ser la voz de aquellos cuya voz no es escuchada, y que miran con inquietud y angustia las crecientes tensiones que atraviesan nuestro tiempo, las inaceptables desigualdades e injusticias que amenazan la convivencia humana, la grave incapacidad de cuidar nuestra casa común, el recurso continuo y espasmódico de las armas, como si estas pudieran garantizar un futuro de paz.

Con convicción, deseo reiterar que el uso de la energía atómica con fines de guerra es hoy más que nunca un crimen, no sólo contra el hombre y su dignidad sino contra toda posibilidad de futuro en nuestra casa común. El uso de la energía atómica con fines de guerra es inmoral. Seremos juzgados por esto. Las nuevas generaciones se levantarán como jueces de nuestra derrota si hemos hablado de la paz, pero no la hemos realizado con nuestras acciones entre los pueblos de la tierra.

¿Cómo podemos hablar de paz mientras construimos nuevas y formidables armas de guerra? ¿Cómo podemos hablar de paz mientras justificamos determinadas acciones espurias con discursos de discriminación y de odio?

Estoy convencido de que la paz no es más que un "sonido de palabras" si no se funda en la verdad, si no se construye de acuerdo con la justicia, si no está vivificada y completada por la caridad, y si no se realiza en la libertad (cf. S. Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris, 37).

La construcción de la paz en la verdad y en la justicia significa reconocer que «son muchas y muy grandes las diferencias entre los hombres en ciencia, virtud, inteligencia y bienes materiales» (ibíci., 87), lo cual jamás puede justificar el propósito de imponer a los demás los propios intereses particulares. Por el contrario, todo esto constituye una fuente de mayor responsabilidad y respeto.

Asimismo, las comunidades políticas, que legítimamente pueden diferir entre sí en términos de cultura o desarrollo económico, están llamadas a comprometerse a trabajar «por el progreso común», por el bien de todos (ibid., 88).

De hecho, si realmente queremos construir una sociedad más justa y segura, debemos dejar que las armas caigan de nuestras manos: «No es posible amar con armas ofensivas en las manos» (S. Pablo VI, Discurso a las Naciones Unidas, 4 octubre 1965, 10). Cuando nos entregamos a la lógica de las armas y nos alejamos del ejercicio del diálogo, nos olvidamos trágicamente de que las armas, antes incluso de causar víctimas y ruinas, tienen la capacidad de provocar pesadillas, «exigen enormes gastos, detienen los proyectos de solidaridad y de trabajo útil, alteran la psicología de los pueblos» (ibid.). ¿Cómo podemos proponer la paz si frecuentamos la intimidación bélica nuclear como recurso legítimo para la resolución de los conflictos? Que este abismo de dolor evoque los límites que jamás se pueden atravesar. La verdadera paz sólo puede ser una paz desarmada. Además, «la paz no es la mera ausencia de la guerra [...]; sino un perpetuo quehacer» (Conc. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 78). Es fruto de la justicia, del desarrollo, de la solidaridad, del cuidado de nuestra casa común y de la promoción del bien común, aprendiendo de las enseñanzas de la historia.

Recordar, caminar juntos, proteger. Estos son tres imperativos morales que, precisamente aquí en Hiroshima, adquieren un significado aún más fuerte y universal, y tienen la capacidad de abrir un auténtico camino de paz. Por lo tanto, no podemos permitir que las actuales y nuevas generaciones pierdan la memoria de lo acontecido, memoria que es garante y estímulo para construir un futuro más justo y más fraterno; recuerdo expansivo capaz de despertar las conciencias de todos los hombres y mujeres, especialmente de aquellos que hoy desempeñan un papel especial en el destino de las naciones; memoria viva que nos ayude a decir de generación en generación: ¡nunca más!

Precisamente por eso estamos llamados a caminar juntos, con una mirada de comprensión y perdón, abriendo el horizonte a la esperanza y trayendo un rayo de luz en medio de las numerosas nubes que hoy ensombrecen el cielo. Abrámonos a la esperanza, convirtiéndonos en instrumentos de reconciliación y de paz. Esto será siempre posible si somos capaces de protegernos y sabernos hermanados en un destino común. Nuestro mundo, interconectado no sólo por la globalización sino desde siempre por una tierra común, reclama más que en otras épocas la postergación de intereses exclusivos de determinados grupos o sectores, para alcanzar la grandeza de aquellos que luchan corresponsablemente para garantizar un futuro común.

En una sola súplica abierta a Dios y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, en nombre de todas las víctimas de los bombardeos y experimentos atómicos, y de todos los conflictos, elevemos conjuntamente un grito: ¡Nunca más la guerra, nunca más el rugido de las armas, nunca más tanto sufrimiento! Que venga la paz en nuestros días, en este mundo nuestro. Oh Dios, tú nos lo has prometido: «La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo» (Sal 84,11-12).

Ven, Señor, que es tarde y donde sobreabundó la destrucción que también pueda hoy sobreabundar la esperanza de que es posible escribir y realizar una historia diferente. ¡Ven, Señor, Príncipe de la paz, haznos instrumentos y ecos de tu paz!

 

 

 

24/11/2019-01:38
Larissa I. López

Japón: El Papa visita Nagasaki, la "pequeña Roma" japonesa

(ZENIT — 24 nov. 2019).- En torno a las 9:40 hora local (1:40 h. en Roma), el Papa Francisco ha llegado hoy, 24 de noviembre de 2019, a la ciudad de Nagasaki. En la jornada de hoy, el Santo Padre visitará las dos ciudades afectadas por las bombas atómicas en 1945, Nagasaki e Hiroshima.

 

Historia de la ciudad

Nagasaki es una ciudad que presenta uno de los principales puertos de Japón. La fundación de este puerto está directamente relacionada con la primera oleada de expansión europea en Asia. Misioneros portugueses, españoles y de otros lugares llegaron junto con los comerciantes para difundir el cristianismo en torno a los siglos XVI y XVII.

Debido a que en esta época diversas iglesias fueron construidas y a que la cultura cristiana floreció en gran medida en este lugar, Nagasaki es conocida con el sobrenombre de "pequeña Roma". No obstante, a finales de 1500, el shogun (dictador militar) Toyotomi Hideyoshi emprendió una persecución contra los cristianos en el país, ordenando la expulsión de los sacerdotes e iniciándose un largo periodo de dos siglos de dura cruzada antricristiana en Japón.

Nagasaki fue el lugar en el que, el 5 de febrero de 1597, Pablo Miki y sus compañeros fueron crucificados.

 

La bomba atómica

El 9 de agosto de 1945 la ciudad recibió la bomba atómica de plutonio Fat Man. Alrededor de 40 mil personas murieron por la explosión y muchas otras lo hicieron sucesivamente por efecto de las radiaciones. Más de un tercio de la ciudad quedó arrasada.

Centro del cristianismo en Japón, Nagasaki alojó, hasta 1945, la catedral católica más grande de Japón, la de Urakami. Reconstruida en 1959, conserva la cabeza de una estatua de la Virgen, que milagrosamente sobrevivió al calor nuclear de la bomba.

Ayer, durante su encuentro con los obispos japoneses, el Papa anunció que durante sus visitas a Nagasaki e Hiroshima, condenará el uso de armas nucleares.

 

Los niños de Nagasaki

Durante el citado encuentro, un obispo le preguntó al Santo Padre sobre dónde había encontrado la fotografía del niño de Nagasaki que espera para llevar al crematorio a su hermano asesinado por las radiaciones de la bomba atómica.

Se trata de una imagen que Francisco mandó imprimir y difundir por doquier. "No me acuerdo bien, pero fue siendo ya Papa. Alguien me la mandó, creo que fue un periodista y cuando la vi, me tocó el corazón. Recé mucho mirando esa foto, y se me ocurrió publicarla y usarla como tarjeta mía para distribuir. Solamente añadí un título: 'El fruto de la guerra'. Y la reparto por todos lados. Cada vez que podemos las mandamos y hace mucho bien", relató el Obispo de Roma según indica Vatican News.

 

Arquidiócesis de Nagasaki

En un país de mayoría budista-sintoista, la arquidiócesis de Nagasaki cuenta con 61.242 católicos y en el último año se bautizaron 402 personas.

Los sacerdotes diocesanos son 91, además hay 44 sacerdotes regulares y 5 seminatistas. Los institutos religiosos masculinos cuentan con 60 miembros y los femeninos, por su parte, con 682 religiosas.

Nagasaki también presenta 37 instituciones de enseñanza y 91 de beneficiencia, 72 parroquias y 2 iglesias.

 

Regalo al arzobispado de Nagasaki

Según informa la Oficina de Prensa de la Santa Sede, en el almuerzo programado para las 12:00, hora local (4:00 en Roma), en el arzobispado de Nagasaki, el Papa Francisco ofrecerá como regalo un Cristo crucificado.

Realizado en 2007 por el maestro Alessio Sorrentino, uno de los mejores grabadores de camafeo de Torre del Greco (Italia), este Cristo crucificado fue obtenido primero tallando con particular habilidad una gran piedra de malaquita, y luego compuesto con una gran rama de coral negro, con la curiosa forma de Tau.

 

 

 

 

24/11/2019-11:43
Redacción

Creación del 'Organismo Consultivo Internacional de los Jóvenes'

(ZENIT — 24 nov. 2019).- El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida ha instituido el Organismo Consultivo Internacional de los Jóvenes, compuesto por 20 jóvenes de diferentes regiones del mundo y de algunos movimientos, asociaciones y comunidades internacionales.

Así lo ha informado hoy, 24 de noviembre de 2019, el propio Dicasterio a través de un comunicado.

Esta institución se realiza fruto de una solicitud específica del Documento Final del Sínodo de 2018, que pedía la creación de un organismo para fortalecer la actividad de la Oficina Jóvenes del Dicasterio (ver número 123).

 

Papel consultivo y propositivo

Se trata de jóvenes que han participado en diferentes fases del proceso sinodal, como, por ejemplo, el Foro Internacional de los Jóvenes que el Dicasterio organizó el pasado mes de junio para promover la implementación de la exhortación apostólica Christus vivit.

El grupo desempeñará un importante papel consultivo y propositivo, colaborando con el Dicasterio en la profundización de los temas relacionados con la pastoral juvenil y otros temas de interés más general, indica el comunicado. La primera reunión está prevista para abril de 2020 en Roma.

 

Miembros

Los miembros nombrados para los próximos tres años son:

Béatrice Camara (Guinea), Moses Ojok (Uganda), Dominique Yon (Sudáfrica), Brenda Noriega (Estados Unidos), Joseph Edward San Jose (Canadá), Sofía Beatriz Cruz Estrada (El Salvador), Natalia García Jiménez (Puerto Rico), Ariel Alejandro Rojas Hernández (Chile), Agatha Lydia Natania (Indonesia), Jesvita Princy Quadras (India), Makoto Yamada (Japón), Tilen ?ebulj (Eslovenia), Chiara Van Voorst (Países Bajos), Émile Abou Chaar (Líbano), Ashleigh Green (Australia), Carina Baumgartner (Movimiento Juvenil Salesiano, Austria), Lucas Ricardo Marga' Ramos (Fazenda Da Esperanga, Brasil), Lucas Petit Navarro (Comunidad de Taizé, Francia), Tommaso Sereni (Foro Internacional Acción Católica, Italia), Tomás Virtuoso (Equipos Notre-Dame Jóvenes, Portugal).

 

 

 

24/11/2019-03:44
Larissa I. López

Obispos japoneses: La importancia de la trascendencia asiática para Occidente

(ZENIT — 24 nov. 2019).- "La Iglesia asiática es una Iglesia con una dimensión de trascendencia, porque en la cultura de estos países hay un indicar que no todo termina acá. Esa dimensión de trascendencia hace bien a los países occidentales. Necesitamos eso", afirmó el Santo Padre.

Ayer, 23 de noviembre de 2019, tras el discurso a los obispos de Japón con los que se reunió en la Nunciatura Apostólica de Tokio, el Papa Francisco pidió que le dirigieran preguntas y dialogó una media hora con ellos, indica Vatican News.

 

Deseo del joven Bergoglio

La primera pregunta, de acuerdo a la misma fuente, aludía al sueño del sacerdote Jorge Bergoglio, que deseaba ser misionero en Japón: "Yo quería venir de misionero cuando estudiaba filosofía. Me atraía. Me atraía mucho... no sé por qué me atraía Japón. Era un lugar de misión que quizás por la belleza, deseaba. Después, durante los tres años de magisterio, hice el pedido formal al padre general que en ese momento acababa de ser elegido, el padre Arrupe. Y como me habían sacado una parte del pulmón, él respondió: `no, su salud no es para eso", contó Francisco.

Y señaló que tuvo que canalizar su celo apostólico hacia otro lado, "un poco me hizo pensar que iba a vivir pocos años. Pero me tomé mi venganza y cuando fui Provincial me 'vengué' mandando cinco jóvenes a Japón. Así que, eso fue".

 

Los niños de Nagasaki

Otro de los prelados japoneses le preguntó al Santo Padre sobre dónde había encontrado la fotografía del niño de Nagasaki que esperaba para llevar al crematorio a su hermano asesinado por las radiaciones de la bomba atómica.

Se trata de una imagen que el Pontífice mandó imprimir y difundir por todas partes: "No me acuerdo bien, pero fue siendo ya Papa. Alguien me la mandó, creo que fue un periodista y cuando la vi, me tocó el corazón. Recé mucho mirando esa foto, y se me ocurrió publicarla y usarla como tarjeta mía para distribuir. Solamente añadí un título: 'El fruto de la guerra'. Y la reparto por todos lados. Cada vez que podemos las mandamos y hace mucho bien", explicó.

 

Caminar siempre

Al ser preguntado sobre cuál es el mensaje principal que desea hacer llegar al pueblo de Japón en su visita, el Obispo de Roma apuntó que el primero se lo transmitió a unos jóvenes en el aeropuerto: "Caminé, siempre caminando, y ojalá te caigas porque así vas a aprender a levantarte y cayendo y levantándote vas a progresar en la vida. Después me di cuenta que el inconsciente me había traicionado porque era un mensaje contra el perfeccionismo de los jóvenes y el desánimo cuando no logran lo que quieren y hay tantas depresiones, suicidios y problemas que ustedes conocen".

Asimismo, subrayó que otra palabra clave de sus mensajes en Japón es "cercanía", pues, "para la familia, y sobre todo, a los sacerdotes, consagrados y consagradas y catequistas que no se desanimen, que estén cerca del pueblo de Dios para que el mensaje llegue".

Por otro lado, Francisco adelantó que durante las visitas a Nagasaki e Hiroshima condenaría el uso de las armas nucleares.

 

Transmitir la fe

El Santo Padre se refirió, de nuevo al papel de las institutrices filipinas como transmisoras de la fe a los niños de padres cristianos que no se la comunican: "Buscan institutrices filipinas porque hablan inglés, entonces los chicos aprenden inglés. Pero estas institutrices no se limitan a enseñar inglés, transmiten la fe. Y enseñan a los niños la señal de la cruz que sus padres no les enseñaron".

El obispo de Hiroshima regaló al Papa una camiseta de fútbol con el número 86, como recuerdo de la fecha (el 6 de agosto) de la explosión atómica que devastó la ciudad.

 

Evangelii nuntiandi

Además, informa el citado medio vaticano, el Papa Francisco recibió en regalo un "balero", un juego con una pelota atada a una manija de madera con la que este jugaba en su infancia. Francisco contó que practicaba mucho el fútbol porque le apasiona, pero que no era un gran jugador: "Me llamaban 'pata dura' porque jugaba mal. Entonces me ponían siempre de arquero".

Finalmente, Francisco invitó a los obispos a releer el número 80 de la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi de San Pablo VI, que habla sobre lo que distingue el buen evangelizador del mal evangelizador.

 

 

 

24/11/2019-01:13
Rosa Die Alcolea

Constituido el Consejo Especial Post-sinodal, con 13 padres sinodales y 3 indígenas

(ZENIT — 24 nov. 2019).- La Secretaría General del Sínodo de los Obispos anuncia que, al término de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica, se ha constituido el respectivo Consejo Especial, compuesto por 13 padres sinodales —2 cardenales y 11 obispos—, elegidos por la Asamblea sinodal, y 3 miembros indígenas designados por el Santo Padre: dos mujeres y un hombre.

La Oficina de Prensa de la Santa Sede informó de la constitución del Consejo el sábado, 23 de noviembre de 2019, a través de un comunicado.

Según indicó el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario del Sínodo de los Obispos, en su relación pronunciada al inicio de los trabajos sinodales, la función de este Consejo será "colaborar con el Dicasterio competente en la fase aplicativa después de la clausura del Sínodo, quedando siempre a disposición del Santo Padre para cualquier tarea que éste desee asignarle".

En este sentido, Mons. Miguel Cabrejos, presidente del Episcopado Peruano y del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), subrayó en otra intervención que la etapa más importante de todo el proceso sinodal es precisamente el Post Sínodo: "La cuestión ahora es cómo debemos aplicar el Sínodo en nuestras realidades, lo que se llama la etapa post sinodal, que es la parte más importante. Lo que resulte del sínodo no puede quedarse como un archivo de biblioteca".

 

Miembros elegidos por la Asamblea sinodal

1. Card. Cláudio HUMMES, O.F.M., Arzobispo Emérito de Sáo Paulo, Presidente de la Comisión Episcopal para la Amazonía de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (C.N.B.B.), Presidente de la Red Eclesial Panamazónica (Brasil).

2. Card. Pedro Ricardo BARRETO JIMENO, S.I., Arzobispo de Huancayo (Perú), Vicepresidente de la Red Eclesial Panamazónica

3. Mons. Alberto TAVEIRA CORRÉA, Arzobispo de Belém do Pará (Brasil)

4. Mons. Roque PALOSCHI, Arzobispo de Porto Velho (Brasil)

5. Mons. Emmanuel LAFONT, obispo de Cayena, Guayana Francesa (Francia)

6. Mons. Ricardo Ernesto CENTELLAS GUZMÁN, Obispo de Potosí, Presidente de la Conferencia Episcopal (Bolivia)

7. Mons. Erwin KRÁUTLER, C.PP.S., Prelado Emérito de Xingu (Brasil)

8. Mons. Rafael COB GARCÍA, Vicario Apostólico de Puyo, Obispo titular de Cerbali (Ecuador)

9. Mons. Eugenio COTER, Vicario Apostólico de Pando, Obispo titular de Tibiuca (Bolivia).

10. Mons. Joaquín Humberto PINZÓN GÜIZA, I.M.C., Vicario Apostólico de Puerto Leguízamo-Solano, Obispo titular de Ottocio (Colombia).

11. Mons. Joselito CARREÑO QUIÑÓNEZ, M.X.Y., Vicario Apostólico de Inírida, Obispo titular de Paria di Proconsolare (Colombia)

12. Mons. David MARTÍNEZ DE AGUIRRE GUINEA, O.P., Vicario Apostólico de Puerto Maldonado, Obispo titular de Izirzada (Perú)

13. Mons.Jonny Eduardo REYES SEQUERA, S.D.B., Vicario Apostólico de Puerto Ayacucho, Obispo titular de Canapio (Venezuela)

 

Miembros nombrados por el Santo Padre

14. Sor Laura Vicuña PEREIRA MANSO, C.F., Agente de Pastoral del Pueblo Karipuna (Brasil)

15. Patricia GUALINGA, líder indígena en defensa de los derechos humanos de las comunidades kichwa de Sarayaku (Ecuador)

16. Delio SITICONATZI CAMAITERI, miembro del pueblo ashaninca, grupo étnico amazónico (Perú)

 

 

 

24/11/2019-05:00
Redacción

Viaje a Japón: Programa de Francisco en Tokio

(ZENIT — 24 nov. 2019).- El lunes 25 de noviembre de 2019 tendrá lugar la tercera jornada del Papa Francisco en Japón, como parte de su 32° viaje internacional a Asia, en el que previamente visitó también Tailandia.

Después de acudir a Hiroshima y Nagasaki el domingo, el Santo Padre regresó a Tokio. Allí, el lunes celebrará la Eucaristía en el Toyio Dome y antes se reunirá con las víctimas del triple desastre, con el emperador Naruhito y también con los jóvenes japoneses.

Por la tarde tendrá lugar la reunión con el primer ministro del país, así como con las autoridades y el cuerpo diplomático.

Ver en programa completo

 

Lunes 25 de noviembre de 2019TOKYO
 
10 h. (2 h. en Roma) ENCUENTRO CON LAS VÍCTIMAS DEL TRIPLE DESASTRE
en “Bellesalle Hanzomon”
 
Discurso del Santo Padre
  VISITA PRIVADA AL EMPERADOR NARUHITO
en el Palacio Imperial
 
 
11:45 h.(3:45 h. en Roma) ENCUENTRO CON LOS JÓVENES
en la Catedral de Santa María
 
Discurso del Santo Padre
  Almuerzo con el séquito papal en la Nunciatura Apostólica
 
 
16 h. (8 h. en Roma) SANTA MISA
en el Toyio Dome
 
Homilía del Santo Padre
  ENCUENTRO CON EL PRIMER MINISTRO
en Kantei
 
 
  ENCUENTRO CON LAS AUTORIDADES Y EL CUERPO DIPLOMÁTICO
en Kantei
 
Discurso del Santo Padre

 

 

 

 

24/11/2019-08:00
Isabel Orellana Vilches

Beata Isabel Achler, 25 de noviembre

«Patrona de Suabia. Una terciaria franciscana considerada como la única mística alemana de los siglos XIV y XV. Fue marcada por la bondad y el espíritu de ofrenda. Recibió los estigmas de la Pasión»

En esta beata sus allegados y conocidos apreciaron tales virtudes que desde niña le dieron el apelativo de «la buena Beth (Elisabeth)». Y es que hay personas que por su bondad parecen abocadas a la vida santa desde la cuna. Ella vino al mundo en Waldsee (Württemberg, Alemania) el 25 de noviembre de 1386. Sus padres fueron el reputado y humilde tejedor Hans Achler, que tenía cierta influencia en su gremio profesional, y su esposa Anna. Progenitores de una numerosa prole, y ambos creyentes, tuvieron la fortuna de verla crecer en edad y sabiduría evangélicas, al punto de llamar la atención en su alrededor por su ejemplar comportamiento. No había echado en saco roto los hechos sagrados que su madre solía desgranar ante ella en forma de narraciones.

Tenía 14 años cuando su director espiritual, que después sería su biógrafo, el padre Konrad Kügelin, perteneciente a los canónigos regulares de San Agustín, le sugirió vincularse a la Tercera Orden de San Francisco. Acogiendo con gozo su consejo, en su propia casa siguió el camino espiritual en conformidad con la regla del Poverello. Las asechanzas del maligno estaban a punto de asediarla cuando decidió compartir su vocación con una terciaria franciscana. Seguramente inducida por la profesión de su padre, aprendió a tejer. Entre tanto, seguía progresando en la virtud. Como les ha sucedido a muchos seguidores de Cristo, su ascenso espiritual fue objeto de diversos y frecuentes ataques por parte del diablo, que tuvo uno de sus múltiples campos de acción en el arte que la beata cultivaba: destruía su labor y la importunaba enredándole el hilo. Pacientemente, aunque perdía el tiempo, Isabel trataba de recuperar el trabajo pasando por alto las insidias del demonio. Dios preparaba su espíritu para que pudiese acoger las gracias y favores que había dispuesto para ella.

En 1403, cuando tenía 17 años, el padre Kügelin le sugirió otra forma de vida. Conocía la existencia de una comunidad religiosa de terciarias franciscanas establecida en la ermita de Reute, localidad cercana a Waldsee, y parecía que era el lugar donde ella podría consagrarse y pasar el resto de su vida. Sus padres no aprobaron su decisión, pero se fue a pesar de todo. La casa que había sido erigida con la colaboración de Jakob von Metsch, en 1406 se convirtió en convento. Fue allí donde Isabel pudo vivir plenamente su vocación, entregada a la penitencia y a la oración. Era una gran contemplativa y solía quedarse absorta en los misterios de la Pasión en cualquier lugar donde se hallaba. La intensísima presencia de Dios en su corazón, su obediencia, humildad y sencillez cerraban el paso a debilidades y flaquezas de tal forma que su confesor no hallaba materia en su conducta que requiriese su absolución.

Isabel se ocupó de las labores que le encomendaron de cocina y de jardinería, realizándolas de forma ejemplar con su sencillez y solicitud acostumbradas. A la par, socorría a los pobres que se acercaban al convento. Fue probada en la virtud tanto física como espiritualmente. Contrajo distintas enfermedades —entre otras, la temible lepra—, pero su manera virtuosa de encararlas no hizo más que acrecentar su virtud. El diablo trataba de inducirla al mal haciéndole ver supuestos recelos hacia ella de otras religiosas, realzando diversas situaciones que podían causar desánimo. Ella salió del convento en escasísimas ocasiones y, siempre por razones de fuerza mayor, lo que hizo que fuese conocida como «la reclusa».

Fue agraciada con diversos dones: profecía, penetración de espíritu, visiones, éxtasis. También vivió la experiencia de recibir esporádicamente los estigmas de la Pasión y otros elementos de la misma como las heridas provocadas por la corona de espinas y las huellas de la flagelación. Aunque no los mantuvo durante años de forma incesante, como otros estigmatizados, siempre perduró el dolor. En medio de él, decía: «¡Gracias, Señor, porque me haces sentir los dolores de tu Pasión!». Durante un tiempo no precisó descanso ni ingerir alimento.

Fue particularmente sensible a las almas del purgatorio. Vaticinó el final del gran cisma de Occidente durante el concilio ecuménico de Constanza y la elección del pontífice Martín V. Está considerada como la única mística alemana de los siglos XIV y )(V. Murió en Reute el 25 de noviembre de 1420, a los 34 años de edad. Nada más producirse su deceso, el padre Kügelin redactó su vida en lengua latina, luego vertida a otros idiomas, que fue base para el proceso que condujo a Isabel a los altares. Sus numerosos milagros acrecentaron su fama de santidad, y el 19 de julio de 1766 el papa Clemente XIII aprobó su culto. Es la patrona de Suabia. Se la venera especialmente en Tirol, Baviera y Suiza.