Servicio diario - 03 de septiembre de 2020


 

ECOLOGÍA
Francia: Audiencia del Papa Francisco con expertos en ecología
Anne Kurian-Montabone
Palabras del Santo Padre

PAPA FRANCISCO
Brasil: COVID-19, equipo médico donado por el Papa llega a 6 hospitales
Larissa I. López
Gracias a ‘Hope Onlus’

PAPA FRANCISCO
Pésame del Papa por la muerte del cardenal Simonis, neerlandés
Rosa Die Alcolea
Arzobispo emérito de Utrech

ARTE Y CULTURA
“LaudatoSi’ficArte”: El arte al servicio del cuidado de la casa común
Larissa I. López
Iniciativa del ‘Tiempo de la Creación

ESPIRITUALIDAD
Evangelio del domingo 6 de septiembre: Reflexión de monseñor Enrique Díaz
Enrique Díaz Díaz
Centinela

TESTIMONIOS
Beata María de Santa Cecilia Romana (Dina Bélanger), 4 de septiembre
Isabel Orellana Vilches
Primera canadiense en ser beatificada


 

 

 

Francia: Audiencia del Papa Francisco con expertos en ecología

Palabras del Santo Padre

septiembre 03, 2020 17:36

Ecología
Papa Francisco

(zenit – 3 sept. 2020).– En la audiencia del Papa Francisco con expertos en ecología de Francia, anunció que para salvar el planeta necesitamos “un nuevo ser humano”, porque “es curando el corazón del hombre que podemos esperar curar al mundo de sus desórdenes sociales y ambientales”, señaló Francisco en el Vaticano el 3 de septiembre de 2020.

El grupo de unas quince personas – entre ellas la actriz Juliette Binoche, el investigador Pablo Servigne y el director del Collège des Bernardins Laurent Landete – estaba acompañado por el obispo Eric de Moulins-Beaufort, presidente de la Conferencia Episcopal Francesa.

Cinco años después de la publicación de la encíclica Laudato Si’, tres días después de la Jornada de Oración por el Cuidado de la Creación y en plena celebración del Tiempo de la Creación, estos expertos comprometidos con el medio ambiente, que llegaron a Roma en autobús, tuvieron una cita con el Santo Padre sobre un tema que le es muy querido.

Durante este encuentro, Francisco no pronunció el discurso preparado de antemano, sino que les entregó el texto oficial, en el que se congratulaba de la “toma de conciencia gradual de la urgencia de la situación”: la ecología, que, señaló, “está empezando a influir en las opciones políticas y económicas, aunque quede mucho por hacer y se observen demasiados retrasos e incluso retrocesos”.

Todo está relacionado, afirma: “Es la misma indiferencia, el mismo egoísmo, la misma codicia, el mismo orgullo, la misma pretensión de creerse dueño y déspota del mundo, lo que lleva a los hombres: por un lado a destruir las especies y a saquear los recursos naturales, y por otro a explotar la miseria, a abusar del trabajo de las mujeres y de los niños, a derrocar las leyes de la unidad familiar, a no respetar ya el derecho a la vida humana desde su concepción hasta su realización natural”.

El Papa también expuso las “convicciones de fe” que ofrecen a los cristianos “grandes motivaciones para la protección de la naturaleza y de los hermanos y hermanas más frágiles”. Y afirma: “La ciencia y la fe, que ofrecen diferentes enfoques de la realidad, pueden desarrollar un diálogo intenso y fructífero”.

A pesar del estado “catastrófico” del planeta, el Pontífice expresa la “esperanza” de los cristianos: “Nuestra mirada se dirige hacia Jesucristo. Es Dios, el Creador en persona, que vino a visitar a su creación y a habitar entre nosotros, para curarnos, para hacernos recuperar la armonía que hemos perdido, la armonía con nuestros hermanos y hermanas, la armonía con la naturaleza”.

A continuación, sigue el discurso preparado para esa ocasión y entregado por el Papa a los presentes.

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Discurso del Santo Padre

Excelencia,

Señoras, señores,

Me alegra recibiros y daros una cordial bienvenida a Roma. Agradezco a Monseñor de Moulins Beaufort que haya tomado la iniciativa de este encuentro tras las reflexiones de la Conferencia de los Obispos de Francia sobre la encíclica Laudato sí, reflexiones en las que participaron varios expertos comprometidos con la causa ecológica.

Somos parte de una sola familia humana, llamada a vivir en una casa común de la que constatamos, juntos, la inquietante degradación. La crisis sanitaria que atraviesa actualmente la humanidad nos recuerda nuestra fragilidad. Comprendemos hasta qué punto estamos ligados unos a otros, inseridos en un mundo cuyo devenir compartimos, y que maltratarlo no puede por menos que acarrear graves consecuencias, no sólo ambientales, sino también sociales y humanas.

Nos alegra el hecho de que la toma de conciencia de la urgencia de la situación se haga sentir en todas partes, de que el tema de la ecología cale cada vez más en las formas de pensar en todos los ámbitos y empiece a influir en las decisiones políticas y económicas, aunque quede mucho por hacer y sigamos siendo testigos de demasiada lentitud e incluso de retrocesos. Por su parte, la Iglesia Católica quiere participar plenamente en el compromiso de la protección de la casa común. No tiene soluciones preestablecidas que proponer y no ignora las dificultades de las cuestiones técnicas, económicas y políticas que están en juego, ni todos los esfuerzos que este compromiso conlleva. Pero quiere actuar concretamente donde sea posible, y sobre todo quiere formar conciencias para favorecer una conversión ecológica profunda y duradera, que es la única que puede responder a los importantes desafíos que enfrentamos.

En relación con esta conversión ecológica, quisiera compartir con vosotros el modo en que las convicciones de fe ofrecen a los cristianos una gran motivación para la protección de la naturaleza, así como de los hermanos más frágiles, porque estoy seguro de que la ciencia y la fe, que aportan diferentes aproximaciones a la realidad, pueden entrar en un diálogo intenso y productivo para ambas. (cf. Enc. Laudato Si’, 62).

La Biblia nos enseña que el mundo no nació del caos o del azar, sino de una decisión de Dios que lo llamó y siempre lo llama a la existencia, por amor. El universo es bello y bueno, y contemplarlo nos permite vislumbrar la infinita belleza y bondad de su Autor. Cada criatura, incluso la más efímera, es objeto de la ternura del Padre, que le da un lugar en el mundo. El cristiano no puede sino respetar la obra que el Padre le ha confiado, como un jardín para cultivar, para proteger, para que crezca según sus posibilidades. Y si el hombre tiene derecho a utilizar la naturaleza para sus propios fines, no puede considerarse en modo alguno como su propietario o como un déspota, sino sólo como el administrador que tendrá que rendir cuentas de su gestión. En este jardín que Dios nos ofrece, los seres humanos están llamados a vivir en armonía en la justicia, la paz y la fraternidad, el ideal evangélico propuesto por Jesús (cf. LS 82). Y cuando la naturaleza se considera únicamente como un objeto de lucro e interés – una visión que consolida el arbitrio del más fuerte – entonces se rompe la armonía y se producen graves desigualdades, injusticias y sufrimientos.

San Juan Pablo II afirmaba “No sólo la tierra ha sido dada por Dios al hombre, el cual debe usarla respetando la intención originaria de que es un bien, según la cual le ha sido dada; incluso el hombre es para sí mismo un don de Dios y, por tanto, debe respetar la estructura natural y moral de la que ha sido dotado” (Centesimus Annus, 38).Así,pues, todo está conectado. Es la misma indiferencia, el mismo egoísmo, la misma codicia, el mismo orgullo, la misma pretensión de ser el amo y el déspota del mundo lo que lleva a los seres humanos, por una parte, a destruir las especies y a saquear los recursos naturales, por otra, a explotar la miseria, a abusar del trabajo de las mujeres y de los niños, a abrogar las leyes de la célula familiar, a no respetar más el derecho a la vida humana desde la concepción hasta el fin natural.

Por lo tanto, “Si la crisis ecológica es una eclosión o una manifestación externa de la crisis ética, cultural y espiritual de la modernidad, no podemos pretender sanar nuestra relación con la naturaleza y el ambiente sin sanar todas las relaciones básicas del ser humano” (LS, 119). Así que no habrá una nueva relación con la naturaleza sin un nuevo ser humano, y mediante la curación del corazón humano es cómo se puede esperar curar al mundo de su malestar social y ambiental.

Queridos amigos, os animo nuevamente en vuestros esfuerzos para proteger el medio ambiente. Mientras que las condiciones del planeta pueden parecer catastróficas y ciertas situaciones aparentan incluso ser irreversibles, nosotros los cristianos no perdemos la esperanza, porque tenemos los ojos puestos en Jesucristo. El es Dios, el Creador en persona, que vino a visitar su creación y a habitar entre nosotros (cf. LS, 96-100), para curarnos, para restablecer la armonía que hemos perdido, la armonía con nuestros hermanos y la armonía con la naturaleza. “Él no nos abandona, no nos deja solos, porque se ha unido definitivamente a nuestra tierra, y su amor siempre nos lleva a encontrar nuevos caminos” (LS, 245).

Pido a Dios que os bendiga. Y os pido, por favor, que recéis por mí.

 

 

 

 

Brasil: COVID-19, equipo médico donado por el Papa llega a 6 hospitales

Gracias a ‘Hope Onlus’

septiembre 03, 2020 16:47

Papa Francisco

(zenit – 3 sept. 2020).– El equipo médico donado por el Papa Francisco a través de la Limosnería Apostólica para combatir la COVID-19 ha sido instalado en 6 hospitales de Brasil.

Con un valor de más de 1 millón de euros, se trata de la mayor operación italiana de ayuda humanitaria a dicho país contra el coronavirus.

Esta ha sido posible gracias a la colaboración de la Asociación Hope Onlus y la Fundación Europea Guido Venosta de Giuseppe Caprotti, con el apoyo médico del Hospital Policlínico de Milán, informa Hope Onlus en una nota.

 

Donación del Santo Padre

El pasado 17 de agosto, el Santo Padre donó 18 ventiladores Draeger para cuidados intensivos, además de 6 ecógrafos portátiles Fuji al país brasileño.

La semana pasada, parte de los ventiladores y ecógrafos donados por Francisco llegaron al Hospital São Lucas de Porto Alegre y al Hospital Don Orione, en Araguaína, Tocantins, en Brasil, recibió los equipos médicos. Estaba previsto que en estos días llegasen el resto.

 

Situación en Brasil

Brasil es el segundo país más infectado del mundo por coronavirus después de EE.UU, según los datos aportados por el Ministerio de Salud de la nación, existen 3.997.865 casos acumulados con un total de 123.780 fallecidos.

Por otra parte, el comunicado de la asociación señala que en el 70% del territorio brasileño el número de camas en cuidados intensivos está por debajo de los requisitos mínimos establecidos por la Organización Mundial de la Salud, con solo 10 camas por cada 100 mil habitantes.

 

Respuesta al llamamiento del Papa

De acuerdo a los promotores de la misma, esta misión humanitaria “nació en respuesta a un llamamiento del Papa Francisco que, a través de cardenal Konrad Krajewski, se había dirigido directamente a Elena Fazzini, fundadora de Hope Onlus para ayudar a uno de los países más afectados por COVID-19 y ha visto una gran participación de ambas instituciones y de las más altas autoridades eclesiásticas locales”.

“Como testimonio del gran éxito de la misión, acaba de inaugurarse en el Hospital São Lucas de Porto Alegre una nueva Unidad de Cuidados Intensivos denominada Unidad Intensiva Papa Francisco & Hope Onlus: un gesto concreto para expresar la gratitud de toda la vasta comunidad local”, añaden.

 

Ayuda a los más desfavorecidos

Para llegar a los hospitales que ayudan gratuitamente a los más desfavorecidos, ha sido necesario recorrer cientos de miles de kilómetros en el Brasil. Algunos de ellos se encuentran en rincones remotos del país y ofrecen servicios de salud a lo largo de 500 kilómetros, llegando a la población del Amazonas.

En concreto, el equipo médico se ha donado al Hospital Santa Casa de Misericordia de Goiânia, al Hospital Maternidade Dom Orione de Araguaiana, a la Sociedade Beneficente São Camilo de Crato, al Hospital São José de Aracajú, al Hospital São Francisco na Providência de Deus de Rio de Janeiro y al Hospital São Lucas de Porto Alegre.

 

Participación de voluntarios

La iniciativa contó con la participación de dos voluntarios de Hope Onlus: Paolo Taccone, gerente médico de la Unidad de Cuidados Intensivos del Policlínico de Milán y Antonio Guizzetti, economista y ex gerente del Banco Mundial.

En contacto diario con el equipo de Hope Onlus, dirigido por Elena Fazzini, Paolo Taccone y Antonio Guizzetti, juntos coordinaron la instalación de los 18 ventiladores de cuidados intensivos y los 6 ecógrafos portátiles.

 

Cursos de capacitación

Ambos voluntarios impartieron cursos de capacitación para el personal médico local con demostraciones prácticas apoyadas por un vídeo realizado en portugués por el Policlínico de Milán.

En este sentido, Ezio Belleri, director general del Hospital Mayor Políclinico de Milán, apuntó que Paolo Taccone es uno de sus especialistas más capacitados, enviado “para transferir a los compañeros brasileños las habilidades médicas y la experiencia que han adquirido en los últimos meses en una línea de frente que nunca ha fallado”.

“Agradezco al Papa Francisco por haberme llamado a esta misión de ayuda y por haberme dado así la oportunidad de ayudar a salvar la vida de muchos enfermos en un contexto tan complejo y necesitado”, declaró Elena Fazzini.

 

Ayuda en los momentos más difíciles

“La nuestra es una organización sin ánimo de lucro, laica e independiente, que lleva años funcionando en Italia y en el extranjero en situaciones de emergencia y dificultad constantes. Elegimos ir a Brasil por primera vez precisamente para responder al llamamiento del Papa y trabajamos día y noche para encontrar el equipo médico para donar, tan difícil de encontrar ahora en el mundo”, asegura Elena Fazzini.

Por su parte, Giuseppe Caprotti, subraya la elección de apoyar financieramente la misión gracias a la sensibilidad y al gran espíritu de solidaridad que siempre ha animado a la Fundación Europea Guido Venosta, que, entre otras cosas, ha apoyado recientemente al Policlínico de Milán con la donación de 12 unidades de cuidados intensivos.

Finalmente, Ezio Belleri, expresó su satisfacción: “Estamos muy contentos de haber contribuido de manera decisiva a la realización de esta importante misión humanitaria para ayudar a los hospitales brasileños, que están geográficamente muy lejos pero cerca del mismo drama cotidiano que experimentamos en los momentos más difíciles de la epidemia”.

 

 

 

 

Pésame del Papa por la muerte del cardenal Simonis, neerlandés

Arzobispo emérito de Utrech

septiembre 03, 2020 18:29

Papa Francisco

(zenit – 3 sept. 2020).- El Papa Francisco ha expresado su pésame por la muerte del cardenal Adrianus Johannes Simonis, arzobispo emérito de Utrecht (Países Bajos), del título de San Clemente, fallecido ayer a la edad de 88 años.

Como es costumbre para el Pontífice, al morir un cardenal arzobispo emérito, Francisco ha enviado un telegrama de condolencias al arzobispo de la diócesis que regía el difunto, en este caso, Utrecht, es decir, el cardenal Willem Jacobus Eijk.

 

Condolencias para la archidiócesis

“Apenado por la noticia de la muerte del cardenal Adrianus Johannes Simonis, le envío mis más sinceras condolencias así como al clero, religiosos y fieles laicos de la archidiócesis”, escribe el Papa en el mensaje, difundido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, este jueves, 3 de septiembre de 2020.

Así, Francisco asegura “encomendar su alma a la amorosa misericordia de Jesús el Buen Pastor”, y se une al actual arzobispo de Utrech “para dar gracias a Dios Todopoderoso por el fiel testimonio del Evangelio del difunto cardenal, sus años de devoto ministerio episcopal en las Iglesias de Rotterdam y Utrecht, y sus valiosos esfuerzos al servicio de la comunión eclesial”.

El Santo Padre imparte “de todo corazón” la bendición apostólica a todos los que lloran al cardenal Simonis con la esperanza segura de la Resurrección, como “prenda de consuelo y paz en el Señor resucitado”, redacta en la carta.

 

Biografía del cardenal Simonis

Según los datos que publica la Santa Sede, el sacerdote nació el 26 de noviembre de 1931 en Lisse, diócesis de Rotterdam, fue el primero de once hermanos, y recibió la ordenación sacerdotal el 15 de junio de 1957.

Creado cardenal el 25 de mayo de 1985 por san Juan Pablo II, con el título de San Clemente. Había participado en el cónclave de abril de 2005 que eligió al Papa Benedicto XVI y se convirtió en arzobispo emérito de Utrecht el 14 de abril de 2007.

Elegido obispo de Rotterdam el 29 de diciembre de 1970, recibió la ordenación episcopal el 20 de marzo del año siguiente, eligiendo  como su lema Ut cognoscant Te.

El 27 de junio de 1983 fue nombrado arzobispo coadjutor de Utrecht con derecho de sucesión al cardenal Johannes Willebrands, acaecida el 3 de diciembre de 1983. También fue presidente de la Conferencia Episcopal de los Países Bajos, dentro de la cual dirigió las Comisiones de Educación y Religión, prodigándose mucho por la tutela de la vida, la familia y el matrimonio, según la doctrina católica.

 

 

 

 

“LaudatoSi’ficArte”: El arte al servicio del cuidado de la casa común

Iniciativa del 'Tiempo de la Creación'

septiembre 03, 2020 18:36

Arte y Cultura
Ecología

(zenit – 3 sept. 2020).– Mañana, 4 de septiembre de 2020, se celebra “LaudatoSi’ficArte”, iniciativa que convocan artistas de Latino América con el objetivo de dosificar la propuesta de la Carta Encíclica Laudato si’ en las diversas manifestaciones del arte para promover acciones de respeto, cuidado y servicio a la casa común.

Esta actividad se engloba dentro del programa previsto para el Tiempo de la Creación, celebración ecuménica anual de oración y acción por el medio ambiente que comienza el 1 de septiembre de 2020, con la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, y que finalizará el próximo 4 de octubre, día de san Francisco de Asís.

De este modo, artistas de varios países convocados por el Movimiento Católico Mundial por el Clima (MCMC) convertirán el ciberespacio en un escenario lleno de símbolos para invitar al cuidado de la casa común.

 

Conversión al cuidado del planeta

En una nota publicada por Religión Digital, se describe “LaudatoSi’ficArte” como una dinámica existencial que mueve a cantar Laudato si´ al Creador, promover la conversión hacia una cultura del cuidado y transformar el planeta en hogar común de la familia de Dios.

“El arte expresa de otra manera, aquello que la razón instrumental no alcanza a comprender y que es sustancial para alcanzar la plenitud del Buen Vivir”, expone el texto.

Por otra parte, el juego de palabras del título también puede entenderse como una invitación a asumir un proceso de incorporación de Laudato si´ en la vida, un paso del “hacer” al “ser”, la configuración de un horizonte de sentido que alaba, cuida y hermana.

 

Nuevos ritmos, nueva esperanza

Mañana viernes a las 18 horas de Colombia y con el tema central del Tiempo para la creación 2020 “Jubileo por la Tierra: Nuevos ritmos, nueva esperanza”, artistas de varios países convocados por el Movimiento Católico Mundial por el Clima (MCMC) convertirán el ciberespacio es un escenario pletórico de símbolos para invitar al cuidado de la casa común.

En este proyecto destaca la respuesta de dibujantes y artistas gráficos del continente, tanto que se ha creado la Red de Dibujantes de Hispanoamérica para el Tiempo de la Creación (México, El Salvador, Colombia, Argentina, Venezuela, Chile, Paraguay)

 

Música, poesía y cuentos

La música correrá a cargo de la Hna. Paula Andrea Jaramillo López (Colombia), trovadora del Evangelio; Fr. Víctor Treminio OFM (El Salvador ) de la campaña Revolución Laudato si´; el grupo Filocalia (Argentina ); Lena Machado (Brasil) y Elvy Monzant (Venezuela) de Cáritas para América Latina y el Caribe.

El cierre estará a cargo de Piero , famoso cantautor argentino, quien compuso “Sinfonía Inconclusa en La Mar” e invita a cantar aleluya esta vez con mensajes de mucho contenido social contra la violencia.

Además, habrá poesía desde Honduras, con Sara Magdalena Ordoñez Zelaya, con el Padre Rogelio Guevara, de Guatemala, y con Martha Beatriz Rodríguez, de Colombia.

El padre Victor Ricardo Moreno Holguín participará en el Concurso de Cuentos Laudato si´ y el diácono Alirio Cáceres Aguirre, presentará una pequeña muestra de “arteologia del cuerpo” con sus personajes “Oikos, el Mimo Ecológico” y “Río Clown”.

El horario será: El Salvador, 17 horas; Colombia, 18 h. ; Paraguay – Chile, 19 h; Argentina: 20 h. Las inscripciones pueden hacerse aquí.

 

 

 

 

Evangelio del domingo 6 de septiembre: Reflexión de monseñor Enrique Díaz

Centinela

septiembre 03, 2020 14:42

Espiritualidad

Reflexión del Evangelio del domingo 6 de septiembre de 2020, Domingo XXIII del Tiempo Ordinario, escrita por monseñor Enrique Díaz Díaz. Esta semana, el obispo mexicano toma las palabras del profeta Ezequiel “Te he constituido centinela para la casa de Israel” y reflexiona en torno al concepto evangélico de ser “centinela” y ser “faro”.

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XXIII Domingo Ordinario

Ezequiel 33, 7-9: “Te he constituido centinela para la casa de Israel”

Salmo 94: “Señor, que no seamos sordos a tu voz”

Romanos 13, 8-10: “Cumplir perfectamente la ley, consiste en amar”

San Mateo 18, 15-20: “Si tu hermano te escucha, lo habrás salvado”

 

El faro

Situado en un peñón, como si estuviera metido en el mar, el viejo faro parece pasar inadvertido en medio de los nuevos y lujosos hoteles que han ido bloqueando la playa. Durante el día parece descuidado y sucio, pero para los pescadores y las embarcaciones se torna, durante la noche, un auxiliar de suma importancia ¡Qué generoso es el faro! Discreto y anónimo durante la claridad; alerta y luminoso durante la noche y la tempestad. Me dicen que desde el mar los barcos no sólo ven la luz del faro, que les advierte de la proximidad de la costa, sino que también lo identifican por los intervalos y los colores de los haces de luz, de forma que pueden reconocer frente a qué punto de la costa se encuentran. Algunos faros también están equipados con sirenas, para emitir sonidos en días de niebla densa, cuando el haz luminoso no es efectivo.

 

Centinela

Frente a una comunidad como la nuestra que manifiesta tan graves señas de deterioro, suenan actuales y urgentes las palabras dirigidas a Ezequiel: “te he constituido centinela de la casa de Israel”, que unidas a las palabras de Jesús respecto a la corrección fraterna nos dan pistas muy valiosas para el momento presente. No parece que a Ezequiel se le confíe el cargo de policía como lo entendemos nosotros: un guardián que cuida el orden y que debe corregir y detener a quienes lo perturban. Me parece que tiene un sentido más profundo como el del hermano preocupado por el hermano y quizás la imagen del faro, unida a del centinela, nos ayude a entenderlo. No constituye el Señor un guardián que vaya detrás de sus hermanos juzgando sus acciones y haciendo la vida imposible. Esas funciones con frecuencia las adoptamos nosotros y somos capaces de juzgar hasta lo que no sucede y de condenar a los demás sin conocer sus verdaderas intenciones.

 

En medio de la oscuridad y la tormenta

El centinela, igual que el faro, tiene la obligación de gritar, de hacer sonar su sirena, y no podrá estar tranquilo hasta que despierte la conciencia del otro. Un barco que se estrella contra los acantilados es el peor fracaso del faro. El hermano que se destruye o destruye la comunidad no solamente es culpa suya, también es responsabilidad nuestra. Tenemos que tener muy clara la misión: no podemos actuar por el otro, no podemos hacer las tareas del hermano, pero sí tenemos que despertar la conciencia. No puedo hacer la tarea del otro, pero sí puedo despertar su responsabilidad. Cuando es más densa la oscuridad y cuando arrecia más la tormenta, entonces aparecen con mayor claridad y son más valiosas las luces del faro. No puede el faro suprimir la oscuridad ni la tormenta, pero puede manifestar los peligros y mostrar un camino seguro. Hay algunos cuando llega la tormenta reniegan, despotrican e insultan. Les echan la culpa a los otros. El faro simplemente ilumina, llama y conduce. Abre caminos para el que se sentía perdido, renueva la esperanza del que ya no tenía ganas de luchar.

 

Aportar luces y esperanza

El centinela no manifiesta únicamente las cosas negativas, no es un juez que esté al acecho para condenar. El centinela se goza y se alegra al descubrir y señalar las cosas buenas y al hacer resaltar su presencia. Tendrá que ayudar a descubrir los pequeños gérmenes de verdad, los indicios de justicia y las luchas nobles por la paz. Tendrá que despertar esperanza y alentar los esfuerzos sinceros por el bienestar de la comunidad. Es cierto que la convivencia en la familia, en la comunidad o en la sociedad, sea del tipo que sea, se ve deteriorada constantemente por múltiples factores que rompen y condicionan las relaciones entre compañeros, familiares y amigos. Pero el centinela no está para condenar, sino para prevenir, para corregir y para dar nuevos caminos y nuevas opciones.

 

Responsabilidad frente al hermano

Nadie puede decir que a él no se le confió esta misión. Es cierto que dentro de la Iglesia y de la sociedad hay personas que tendrían la obligación de cumplir esta tarea, pero todos tenemos la responsabilidad de ser centinelas que ayuden a señalar, a conducir y a encaminar. No podemos adoptar la actitud de Caín cuando se le pregunta por Abel: “¿Soy acaso el guardián de mi hermano?”. Todos tenemos la obligación del amor por el hermano. Todos debemos ser lo suficientemente críticos para develar la mentira cuando se disfraza de honestidad, para desenmascarar las injusticias y descubrir la maldad. Ah, pero tenemos que tener mucho cuidado porque podemos deformar esta misión y convertirnos en criticones exacerbados de los demás, mientras somos complacientes con nuestras propias faltas. La misión no es condenar sino animar aun a aquel que con fatiga y esfuerzo va dando tumbos en busca de la verdad y del bien.

 

Centinela como Jesús

Dentro de la comunidad nadie puede vivir aisladamente y a todos nos toca ser responsables del caminar de la comunidad. Cristo lo expresa de una manera muy bella al manifestar que cuando dos se ponen de acuerdo para pedir algo seguramente lo lograrán. Cuando se rompe la coraza del individualismo y se unen los esfuerzos para buscar el bien común, se alcanzan objetivos nunca soñados. En cambio, cuando cada quien persigue sus propios intereses, se va minando la confianza, se destruye la fraternidad. El mejor ejemplo de corrección fraterna es el mismo Jesús. Todas las recomendaciones que ahora nos da, las ha vivido de una manera plena. Nunca está de acuerdo con el pecado, pero ama al pecador, se acerca a él, le muestra su interés, le descubre su error y lo invita a la conversión. Pensemos cómo actuó con la samaritana, no la condenó, la escuchó, le ofreció su agua, su luz y le ayudó a descubrir el manantial que llevaba adentro. Recordemos a Zaqueo, tampoco lo condenó, simplemente lo trató con dignidad y le ofreció la posibilidad de alcanzar una vida mejor. Cristo es como un faro, como una luz, no hace daño a nadie, pero sí manifiesta abiertamente la realidad. No está de acuerdo con la injusticia, la denuncia, pero no condena, sino que ofrece caminos de luz.

¿Cómo es nuestra responsabilidad frente a la comunidad? ¿Nos preocupamos y ayudamos a los demás o solamente los criticamos y destruimos? ¿Cómo resolvemos los conflictos en la familia, en los grupos y en la sociedad? ¿Educamos para la reconciliación, el perdón y la paz?

Padre bueno, que nos has hecho para vivir en relación y en comunidad, concédenos la humildad necesaria para reconocer nuestras faltas, el amor fraterno frente a las equivocaciones de los demás y un espíritu de comunión donde encontremos reconciliación, perdón y armonía. Amén

 

 

 

 

Beata María de Santa Cecilia Romana (Dina Bélanger), 4 de septiembre

Primera canadiense en ser beatificada

septiembre 03, 2020 09:00

Testimonios

 

“Joven pianista, primera canadiense en ser beatificada. Es una mística de nuestro tiempo, modelo para quien se proponga alcanzar la perfección. En su corta vida encarnó admirablemente su anhelo de amar y dejar hacer a Jesús y a María”

Dina Bélanger, la hermosa joven canadiense que tuvo la fama al alcance de la mano por sus excepcionales dotes musicales, no hallaba en el santoral una mujer canonizada que llevase su nombre, pero ella se propuso cubrir ese vacío con su propia entrega: sería santa. Así lo confió a su educadora cuando constató que buscaba en vano otra Dina. Para ello no tenía más que “amar y dejar hacer a Jesús y a María”. Apenas tuvo 33 años de plazo para amasar las virtudes, pero fueron más que suficientes.

Nació en Québec, Canadá, el 30 de abril de 1897. Hubiera sido la primogénita de Olivier y Seraphia, pero un varón nacido con posterioridad murió pocos meses después de nacer, por lo cual fue la única hija del matrimonio. En este hogar acomodado recibió una exquisita educación seguida atentamente por sus padres. Velaron para que ciertos rasgos de su apasionado y temperamental carácter, apreciados cuando aún era una niña, no le ganaran la batalla. Y ciertamente los templó a tiempo, poniendo todo de su parte. Eso hizo de ella una persona entrañable, dócil, humilde y obediente. Tanto Olivier como Seraphia le transmitieron, junto a la fe, excepcionales cualidades como la responsabilidad, el orden, el sentido del trabajo, la discreción, la piedad, la constancia, la abnegación y otros valores que también detectaron profesoras y alumnas.

Desde los seis años estudiaba en el colegio de las religiosas de Nuestra Señora y allí recibió la primera comunión. Entonces la experiencias místicas, que iban a marcar su vida, se hallaban en el umbral de la misma. Como previamente había entrañado a Dios en su corazón, lo aguardaba como algo natural y así tomó el Cuerpo de Cristo: “Mi felicidad era inmensa. Jesús era mío y yo era suya. Esta unión íntima causó en mi alma, entre otras gracias: el hambre de su Cuerpo y de su Sangre, que ha ido creciendo con las comuniones siguientes”.

En 1905 inició los estudios de piano. Las altas calificaciones que obtenía, el dominio instrumental y su capacidad para ejecutar con maestría las piezas le auguraban un futuro profesional espléndido. Las inagotables ansias de perfección marcaban sus jornadas. Durante varias veces al día suplicaba esa gracia. En el centro de su vida: la Eucaristía y María. En 1910 se vinculó a las Hijas de María y algo más tarde se consagró a la Virgen. Completó esa ofrenda dándose por completo a Dios, llevada de la “sed de entregarse a su amor”. Era parte de un intenso programa que le fue conduciendo firmemente a la unión divina. Cómo sería que a sus 14 años pudo decir con propiedad: “Jesús y yo ya no son dos, somos uno. Sólo Jesús hace uso de mis facultades, de mis sentidos, mis miembros. Él es quien piensa, actúa, ora, busca, habla, camina, escribe, enseña, en una palabra, es Él quien vive …”. Según confió ella misma, Cristo la denominaba: “mi pequeño yo”.

El estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 hizo que crecieran sus ansias de martirio: “Como he oído hablar de esta donación, conocido como el ofrecimiento heroico, inmediatamente me ofrecí, me abandoné por completo a la voluntad de Jesús, ya que soy su víctima”. Dos años más tarde la enviaron a completar estudios de piano, armonía y composición musical al conservatorio de Nueva York. Se alojó en el selecto pensionado Our Lady of Peace, de la calle 14, propiedad de las religiosas de Jesús y María. Allí coincidió con pianistas consumadas como la chilena Rosita Renard. Hasta 1918 estudió en un formidable piano Steinway, piano que en 1990 se enviaría a Sillery por haber sido utilizado por ella ya que el instrumental existente en el convento había sido pasto de las llamas en el incendio que éste sufrió en 1983. Todo ese tiempo siempre vinculada a Cristo puso mucho cuidado en no envanecerse y sostener firmemente la vocación al amor que latía en su corazón.

Regresó con sus padres en 1918, y en 1921 ingresó en el noviciado que estas religiosas de Jesús y María tenían en Sillery. Se acrecentaba su ardiente anhelo de vivir unida a Dios con una perfecta oración continua y para ello en su itinerario espiritual, a sus habituales ayunos, renuncias y mortificaciones añadía la meditación de las llagas de Cristo. “La práctica de la unión con mi Dios seguía siendo el objeto de mi examen particular. Añadí que quería actuar por amor; solo por Jesús”. La superiora advirtió que se hallaba frente a un alma singular, y le indicó: “Usted debe escribir su vida, mi querida hermana”. Aunque Cristo en una locución le dijo que haría mucho bien con sus escritos, ella ignoraba que éstos no eran más que el compendio de su vida, aunque fue autora de otros textos y poesías. Esta petición exigió por su parte un notable esfuerzo. Le contrariaba profundamente hablar en primera persona, viéndose obligada a escribir repetidamente el pronombre “yo”. Reconoció que era lo que más le había costado en la vida. Por fortuna obedeció, y gracias a ello se conservan las profundas huellas que el amor de Dios iba trazando en su espíritu. En la redacción se percibe alegría y esperanza, una confianza y fe inalterables. Al profesar en 1923 tomó el nombre de Cecilia, por su vínculo con la música. Fue profesora de esta disciplina en el colegio.

Un día en medio de su “noche oscura” percibió sobrenaturalmente que Cristo se llevaba su corazón, quedándose Él en su lugar. Y en otra ocasión volvió con esta víscera purificándola con tanto amor que quedó abrasado en él; ella misma pudo soplar las cenizas, signo de la ruptura completa con su pasado. Después, volvió a ocupar su espacio en el pecho. Cuando Cristo le hizo entender que moriría el 15 de agosto de 1924 aludía a una muerte mística, no física. Ésta llegó el 4 de septiembre de 1929 tras una tuberculosis que le produjo incontables sufrimientos. Había dicho: “En el cielo yo seré mendiga de amor, esa es mi misión y la comienzo inmediatamente, daré la alegría”. Juan Pablo II la beatificó el 20 de marzo de 1993.