Servicio diario - 05 de octubre de 2019


 

Francisco a los cardenales: Ser conscientes de la “compasión de Dios hacia nosotros” para testimoniarla
Larissa I. López

Miguel Ángel Ayuso Guixot, experto y promotor del ecumenismo
Larissa I. López

Ceremonia del 6º Consistorio Ordinario Público del Papa Francisco
Larissa I. López

Álvaro Ramazzini Imeri, un “obispo de frontera”
Larissa I. López

Consistorio: El Papa Francisco crea 13 nuevos cardenales
Larissa I. López

Juan García Rodríguez, ejemplo de sencillez y cercanía a los más necesitados
Larissa I. López

Cristóbal López Romero, testigo de la Iglesia minoritaria del norte de África
Rosa Die Alcolea

Santa María Francisca de las Cinco Llagas, 6 de octubre
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

05/10/2019-15:31
Larissa I. López

Francisco a los cardenales: Ser conscientes de la "compasión de Dios hacia nosotros" para testimoniarla

(ZENIT – 5 oct. 2019).- Para el Santo Padre la conciencia de la “compasión de Dios hacia nosotros” constituye “un requisito esencial”: “Si no me siento objeto de la compasión de Dios, no comprendo su amor. No es una realidad que se pueda explicar. O la siento o no la siento. Y si no la siento, ¿cómo puedo comunicarla, testimoniarla, darla? Más bien, no lo podré hacer. Concretamente: ¿Tengo compasión de ese hermano, de ese obispo, de ese sacerdote? ¿O destruyo siempre con mi actitud de condena, de indiferencia? ¿De mirar hacia otro lado, en realidad, para lavarme las manos?”.

Este sábado, 5 de octubre de 2019, el Papa Francisco ha consagrado a 13 nuevos cardenales en un Consistorio Ordinario Público, celebrado en la basílica de San Pedro a las 16 horas.

Actualmente, la Iglesia católica cuenta con 225 cardenales de los 5 continentes. De ellos, 128 tienen menos de 80 años y serían electores en el cónclave. Entre los nuevos cardenales se encuentran 10 electores y 3 no electores.

 

La compasión de Jesús

En su homilía, el Papa se ha centrado en reflexionar sobre la “compasión”, “palabra clave del Evangelio” que “está escrita en el corazón de Cristo, está escrita desde siempre en el corazón de Dios” y nombró algunos ejemplos en los que Jesús la demostró, como cuando limpio al leproso o ayudó al paralítico de la piscina de Betesda.

Se trata de una compasión que, no se encuentra solo en Jesús, sino que está presente en la historia de la salvación desde que Dios llamó a Moisés en la zarza ardiente y le dijo: “He visto la opresión de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas […]; conozco sus sufrimientos (Ex 3,7)”.

 

“Nos lavamos las manos”

No obstante, Francisco también señaló que los discípulos demostraron frecuentemente no practicar la compasión de Jesús, como ante el problema de dar de comer a las multitudes, que se lavaron las manos.

Para él esta es una actitud presente hoy también “en las personas religiosas e incluso dedicadas al culto, nos lavamos las manos”: “Siempre hay justificaciones; a veces están codificadas y dan lugar a los “descartes institucionales”, como en el caso de los leprosos: ‘Por supuesto, han de estar fuera, es lo correcto’ (…). De esta actitud muy, demasiado humana, se derivan también estructuras de no-compasión, estructuras de no-compasión”, remarcó.

Ante ello, el Santo Padre exhortó a preguntarnos si somos conscientes de que hemos sido “los primeros en ser objeto de la compasión de Dios y, dirigiéndose particularmente a los cardenales y a los neo cardenales, les interpeló: “¿Está viva en vosotros esta conciencia, de haber sido y de estar siempre precedidos y acompañados por su misericordia? (…)”.

 

Leales en el ministerio

Finalmente, el Obispo de Roma indicó que la capacidad de ser leal al ministerio depende de dicha “conciencia viva”, ya que“la disponibilidad de un Purpurado a dar su propia sangre —que está simbolizada por el color rojo de la vestidura—, es segura cuando se basa en esta conciencia de haber recibido compasión y en la capacidad de tener compasión”.

A continuación publicamos la homilía completa del Papa Francisco.

***

 

Homilía del Santo Padre

En el centro del episodio evangélico que hemos escuchado (Mc 6,30-37a) está la «compasión» de Jesús (cf. v. 34). Compasión, una palabra clave del Evangelio; está escrita en el corazón de Cristo, está escrita desde siempre en el corazón de Dios.

En los Evangelios, a menudo vemos a Jesús que siente compasión por las personas que sufren. Y cuanto más leemos y contemplamos, mejor entendemos que la compasión del Señor no es una actitud ocasional y esporádica, sino constante, es más, parece ser la actitud de su corazón, en el que se encarnó la misericordia de Dios.

Marcos, por ejemplo, cuenta que cuando Jesús empezó a recorrer Galilea predicando y expulsando a los demonios, se le acercó un leproso, «suplicándole de rodillas: “Si quieres, puedes limpiarme”. Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo: “Quiero: queda limpio”» (1,40-42). En este gesto y en estas palabras está la misión de Jesús Redentor del hombre: Redentor en la compasión. Él encarna la voluntad de Dios de purificar al ser humano enfermo de la lepra del pecado; Él es la “mano extendida de Dios” que toca nuestra carne enferma y realiza esta obra llenando el abismo de la separación.

Jesús va a buscar a las personas descartadas, las que ya no tienen esperanza. Como ese hombre paralítico durante treinta y ocho años, postrado cerca de la piscina de Betesda, esperando en vano que alguien lo ayude a bajar al agua (cf. Jn 5,1-9).

Esta compasión no ha surgido en un momento concreto de la historia de la salvación, no, siempre ha estado en Dios, impresa en su corazón de Padre. Pensemos a la historia de la vocación de Moisés, por ejemplo, cuando Dios le habla desde la zarza ardiente y le dice: «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas […]; conozco sus sufrimientos» (Ex 3,7). Ahí está la compasión del Padre.

El amor de Dios por su pueblo está imbuido de compasión, hasta el punto que, en esta relación de alianza, lo divino es compasivo, mientras parece que por desgracia lo humano está muy desprovisto de ella, y le resulta lejana. Dios mismo lo dice: «¿Cómo podría abandonarte, Efraín, entregarte, Israel? […] Mi corazón está perturbado, se conmueven mis entrañas. […] Porque yo soy Dios, y no hombre; santo en medio de vosotros, y no me dejo llevar por la ira» (Os 11,8-9).

Los discípulos de Jesús demuestran con frecuencia que no tienen compasión, como en este caso, ante el problema de dar de comer a las multitudes. Básicamente dicen: “Que se las arreglen…”. Es una actitud común entre nosotros los humanos, también para las personas religiosas e incluso dedicadas al culto. Nos lavamos las manos. El papel que ocupamos no es suficiente para hacernos compasivos, como lo demuestra el comportamiento del sacerdote y el levita que, al ver a un hombre moribundo al costado del camino, pasaron de largo dando un rodeo (cf. Lc 10,31-32). Habrán pensado para sí: “No me concierne”. Siempre hay un pretexto, alguna justificación para mirar hacia otro lado. Y cuando una persona de Iglesia se convierte en funcionario, este es el resultado más amargo. Siempre hay justificaciones; a veces están codificadas y dan lugar a los “descartes institucionales”, como en el caso de los leprosos: “Por supuesto, han de estar fuera, es lo correcto”. Así se pensaba, y así se piensa. De esta actitud muy, demasiado humana, se derivan también estructuras de no-compasión.

Llegados a este punto podemos preguntarnos: ¿Somos conscientes de que hemos sido los primeros en ser objeto de la compasión de Dios? Me dirijo en particular a vosotros, hermanos Cardenales y a los que estáis a punto de serlo: ¿Está viva en vosotros esta conciencia, de haber sido y de estar siempre precedidos y acompañados por su misericordia? Esta conciencia era el estado permanente del corazón inmaculado de la Virgen María, quien alaba a Dios como a “su salvador” que «ha mirado la humildad de su esclava» (Lc 1,48).

A mí me ayudó mucho verme reflejado en la página de Ezequiel 16: la historia del amor de Dios con Jerusalén; en esa conclusión: «Yo estableceré mi alianza contigo y reconocerás que yo soy el Señor, para que te acuerdes y te avergüences y no te atrevas nunca más a abrir la boca por tu oprobio, cuando yo te perdone todo lo que hiciste» (62-63). O en ese otro oráculo de Oseas: «La llevo al desierto, le hablo al corazón. […] Allí responderá como en los días de su juventud, como el día de su salida de Egipto» (2,16-17). Podemos preguntarnos: ¿percibo en mí la compasión de Dios?, ¿siento en mí la seguridad de ser hijo de la compasión?

¿Tenemos viva en nosotros la conciencia de esta compasión de Dios hacia nosotros? No es una opción, ni siquiera diría de un “consejo evangélico”. No. Se trata de un requisito esencial. Si no me siento objeto de la compasión de Dios, no comprendo su amor. No es una realidad que se pueda explicar. O la siento o no la siento. Y si no la siento, ¿cómo puedo comunicarla, testimoniarla, darla? Más bien, no podré hacerlo. Concretamente: ¿Tengo compasión de ese hermano, de ese obispo, de ese sacerdote? ¿O destruyo siempre con mi actitud de condena, de indiferencia, de mirar para otro lado, en realidad para lavarme las manos?

La capacidad de ser leal en el propio ministerio depende para todos nosotros también de esta conciencia viva. También para vosotros, hermanos Cardenales. La palabra “compasión” me vino al corazón precisamente en el momento de comenzar a escribiros la carta del 1 de septiembre. La disponibilidad de un Purpurado a dar su propia sangre —que está simbolizada por el color rojo de la vestidura—, es segura cuando se basa en esta conciencia de haber recibido compasión y en la capacidad de tener compasión. De lo contrario, no se puede ser leal. Muchos comportamientos desleales de hombres de Iglesia dependen de la falta de este sentido de la compasión recibida, y de la costumbre de mirar a otra parte, la costumbre de la indiferencia.

Pidamos hoy, por intercesión del apóstol Pedro, la gracia de un corazón compasivo, para que seamos testigos de Aquel que nos amó y nos ama, que nos miró con misericordia, que nos eligió, nos consagró y nos envió a llevar a todos su Evangelio de salvación.

 

© Libería Editorial Vaticana

 

 

 

05/10/2019-09:30
Larissa I. López

Miguel Ángel Ayuso Guixot, experto y promotor del ecumenismo

(ZENIT — 5 oct. 2019).- Hoy 5 de octubre de 2019, Mons. Miguel Ángel Ayuso Guixot, misionero comboniano y actual presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, será creado cardenal, junto con otros 12, por el Papa Francisco.
En una reciente entrevista concedida a zenit, Mons. Ayuso aseguró que está "infinitamente agradecido al Papa Francisco" por haber decidido crearle cardenal y añadió que verdaderamente le sorprendió la noticia. "El sentimiento ha sido de gran emoción", expresó.

Mons. Ayuso es sevillano, nacido en el barrio de Heliopolis el 17 de junio de 1952. Es el quinto de nueve hermanos y estudió en el colegio Claret.

Hizo su profesión perpetua en el Instituto de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús en 1980 y fue ordenado sacerdote ese mismo año. Ejerció el ministerio misionero en Egipto y Sudán hasta 2002.

El Papa Francisco lo nombró obispo el 29 de enero de 2016 y fue consagrado obispo de Luperciana en la basílica de San Pedro el 19 de marzo de 2016.

 

Eximio arabista

Según indica la archidiócesis de Sevilla, este prelado es considerado uno de los más eximios arabistas del mundo, de hecho, obtuvo una licencia en Estudios Árabes e Islámicos y desde 1989 fue profesor de islamología, primero en Jartum, y luego en El Cairo y, por lo tanto, en el Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos, donde ocupó el cargo de director hasta 2012.

Igualmente presidió varias reuniones de diálogo interreligioso en África (Egipto, Sudán, Kenia, Etiopía y Mozambique) y es autor de varios libros y artículos en revistas internacionales.

Su trayectoria en este campo avala el nombramiento como secretario del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, el 30 de junio de 2012, por parte del papa emérito Benedicto XVI.

 

Documento de Abu Dhabi

En febrero de 2019, Mons. Ayuso Guixot acompañó al Papa Francisco a Abu Dhabi (Emiratos Árabes Unidos), donde se firmó el Documento de la Fraternidad Humana, que el prelado ayudó a redactar.

Este escrito representa un importante paso adelante en el diálogo entre cristianos y musulmanes, fruto del cual surgió un Comité Superior, al que recientemente se adhirió M. Bruce Lustig, rabino mayor de la Congregación Hebrea de Washington.

Mons. Guixot también firmó el mensaje de la Santa Sede con ocasión del Ramadán el 5 de mayo de 2019 y fue nombrado presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso el día 25 del mismo mes.

Al mismo tiempo, en la citada entrevista, Mons. Ayuso habló sobre el proyecto de creación de una "tienda abrahamítica". Esta iniciativa prevé la construcción de una iglesia, una mezquita y una sinagoga en un terreno de Abu Dhabi "como símbolo de esta integración y de este espíritu interreligioso, respetuoso, sin vivir en el sincretismo pero completamente identificado cada uno con su propia tradición religiosa pero al mismo tiempo compenetrados unos con otros para promover el bien común y la cohesión social entre pueblos y naciones", explicó el obispo español.

 

Promoción del diálogo interreligioso

De este modo, dada su experiencia, su formación académica y sus años de misión, Mons. Ayuso manifestó que la elección del Papa Francisco para crearlo cardenal "ha sido un reconocimiento también de las posibles cualidades que pueda tener para colaborar con el Santo Padre para promover el diálogo interreligioso, que no es una opción, sino una opción vital de la cual depende nuestro futuro".

Al mismo tiempo, asegura que asume "un compromiso muy claro desde el cardenalato a promover el diálogo interreligioso".

Con Mons. Ayuso son cinco los purpurados sevillanos nombrados desde el siglo XIV, a los que se suman otros dos diocesanos, concretamente nacidos en Lora del Río y en Villanueva del Ariscal.

 

 

 

05/10/2019-16:44
Larissa I. López

Ceremonia del 6° Consistorio Ordinario Público del Papa Francisco

(ZENIT – 5 oct. 2019).- A las 16 horas de hoy, 5 de octubre de 2019, en la Basílica Vaticana, el Santo Padre Francisco ha celebrado su 6º Consistorio Público Ordinario para la creación de 13 nuevos Cardenales.

El rito del Consistorio para la creación de los nuevos cardenales ha comenzado con el saludo litúrgico. A continuación, Mons. Miguel Ángel Ayuso Guixot, en nombre de todos los incardinados, ha dirigido unas palabras al Papa Francisco.

Después se ha leído el Evangelio según san Marcos (6,30-37 a) y el Pontífice Francisco ha pronunciado su homilía.

Acto seguido, el Papa ha leído la fórmula de creación (en latín) de los nuevos cardenales y ha proclamado solemnemente los nombres de todos ellos. Luego, los nuevos cardenales, han profesado la fe y han jurado ante el Santo Padre sus nuevos títulos.

Posteriormente, cada uno de los 13 neo cardenales, por orden de creación, se ha aproximado al Papa y se ha arrodillado ante él para recibir el birrete y solideo cardenalicio, el anillo cardenalicio y la asignación a cada uno del Título o la Diaconía.

Así, Francisco ha colocado el birrete sobre la cabeza del nuevo cardenal, indicando previamente que este supone un signo de la "dignidad del cardenalato", lo que significa que están preparados "para actuar con fortaleza, hasta el punto de derramar tu sangre por el crecimiento de la fe cristiana, por la paz y armonía entre el pueblo de Dios, por la libertad y la extensión de la Santa Iglesia Católica Romana".

El Obispo de Roma ha entregado a los nuevos cardenales el anillo cardenalicio diciendo "de la mano de Pedro, debes saber, que con el amor del Príncipe de los Apóstoles se refuerza tu amor hacia la Iglesia".

 

Títulos y Diaconías

El Pontífice ha ofrecido también a cada uno la Bula de Creación de Cardenales y de asignación de un Título o Diaconía.

A continuación se expone la lista de Títulos y Diaconías consignados por el Santo Padre Francisco a cada uno de los nuevos purpurados:

CARDENAL TÍTULO / DIACONÍA
Cardenal Miguel Ángel AYUSO GUIXOT Diaconía San Jerónimo de la Caridad en Via Giulia
Cardenal José Tolentino CALAÇA DE MENDONÇA Diaconía Santos  Domingo y Sixto
Cardenal Ignatius SUHARYO HARDJOATMODJO Título Espíritu Santo en la Ferratella
Cardenal Juan de la Caridad GARCÍA RODRÍGUEZ Título Santos Aquila y Prisclla
Cardenal Fridolin AMBONGO BESUNGU Título San Gabriel Arcángel en Acqua Traversa
Cardenal Jean-Claude HÖLLERICH Título San Juan Crisóstomo en Monte Sacro Alto
Cardenal Álvaro Leonel RAMAZZINI IMERI Título San Juan Evangelista en Spinaceto
Cardenal Matteo Maria ZUPPI Título San Egidio
Cardenal Cristóbal LÓPEZ ROMERO Título San León I
Cardenal Michael CZERNY Diaconía San Miguel Arcángel
Cardenal Michael Louis FITZGERALD Diaconía Santa María en Pórtico
Cardenal Sigitas TAMKEVIČIUS Título Santa Ángela Merici
Cardenal Eugenio DAL CORSO Título Santa Anastasia

 

Abrazo de la paz

Finalmente, el Papa Francisco ha dedicado a cada uno de los nuevos  cardenales el “abrazo de la paz” con las palabras “Pax Domini sit semper tecum” (La paz del Señor esté siempre contigo), a lo que el neo cardenal responde “Amen”.

Al ser consagrados por el Sumo Pontífice, los 13 nuevos cardenales han intercambiado el mismo signo, entre ellos, y con todos los cardenales presentes en la ceremonia.

De las 18.00 a 20.00 horas, tuvieron lugar las visitas de cortesía a los nuevos cardenales, en el Aula Pablo VI y en el Palacio Apostólico.

 

 

 

 

05/10/2019-17:42
Larissa I. López

Álvaro Ramazzini Imeri, un "obispo de frontera"

(ZENIT — 5 oct. 2019).- Mons. Álvaro L. Ramazzini Imeri, obispo de Huehuetenamgo, en Guatemala, ha sido incardinado hoy, 5 de octubre de 2019, por el Papa Francisco, en el que constituye el 6° Consistorio de creación de cardenales para el Pontífice.

Según indica Vatican News, Mons. Álvaro Leonel Ramazzini Imeri constituye literalmente un "obispo de frontera", ya que siempre ha estado en primera línea al lado de la gente más pobre de Guatemala.

Así, se trata de un pastor abierto al diálogo en todos los ámbitos, especialmente en el caso de los indígenas mayas y de los migrantes, apoyándolos en la reivindicación de sus derechos, contra las injusticias y abusos, especialmente los ejecutados por las multinacionales que saquean los recursos del país guatemalteco. Por este motivo, incluso ha recibido amenazas de muerte.

Sobre el hecho de que el Papa lo haya escogido para ser cardenal, Mons. Ramazzini ha manifestado, en una entrevista concedida al mismo medio, que ha sido "una sorpresa" y un "llamado que el Señor me hace en esta parte de mi vida". Al mismo tiempo, el prelado percibe que es un momento en el que el Papa está demostrando que se preocupa por los que "vivimos en América Central" y se muestra agradecido.

 

Datos biográficos

Según los datos proporcionados por la Conferencia Episcopal de Guatemala, Álvaro Leonel Ramazzini Imeri, nació el 16 de julio de 1947 en Ciudad de Guatemala, es el mayor de cuatro hermanos e hijo de padres de origen italiano.

Cursó secundaria en el Seminario Menor Conciliar de Santiago de la ciudad de Guatemala (1960-1964) y estudió Filosofía (1965-1966) y los primeros tres años de Teología (1967-1969) en el Seminario Mayor de Guatemala, completando el cuarto año teológico en el Seminario Mayor de Mérida, Yucatán, México.

Fue ordenado sacerdote el 27 de junio de 1971, continuando su ministerio en el Seminario Menor de Guatemala hasta finales de 1971, pasando al año siguiente al Seminario Mayor Nacional de la Asunción donde permanecería hasta finales de septiembre de 1976, año en el que es enviado a Roma para realizar estudios superiores en la Pontificia Universidad Gregoriana y en el Instituto de Teología Moral "Alfonsianum".

Después de obtener el título de doctor en Derecho Canónico en 1981, regresa a Guatemala, donde retoma su trabajo en el Seminario Mayor Nacional como profesor y ecónomo.

 

Múltiples encargos

Allí también fue rector del Seminario Nacional, profesor en el Instituto Filosófico y Teológico Salesiano y párroco de San Juan Sacatepéquez, una de las parroquias más grandes de la Arquidiócesis de Guatemala, cuya población es casi totalmente indígena.

Durante toda su trayectoria ha recibido muchos encargos dentro de la Conferencia Episcopal de Guatemala, en la que fue presidente del 2006 al 2008 y ha participado y presidido en distintas comisiones

Asistió a la Asamblea del Consejo del Episcopal Latinoamericano (CELAM) en Aparecida, en el Sínodo de los Obispos para América y ha sido miembro del Consejo Especial para América de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos.

 

Servicio a los pobres y a los indígenas

Juan Pablo II le nombró Obispo de San Marcos en 1988 y le confirió la consagración episcopal en Roma el 6 de enero de 1989. En esta diócesis, de acuerdo a Vatican News , fundó la pastoral de la tierra, una iniciativa destinada a la valorización de los recursos agrícolas y la dignidad de los trabajadores rurales, así como la Casa del migrante, creada para proteger especialmente a los menores no acompañados.

El 14 de mayo del 2018, el Papa Benedicto XVI le nombró obispo de Huehuetenango. En esta diócesis ha desarrollado aún más su servicio a los pobres, convirtiéndose en un punto de referencia especialmente para los pueblos indígenas que sufren violencia e injusticia.

Asimismo, ha recibido un amplio reconocimiento nacional y varios premios internacionales por su labor en favor de los derechos humanos. Destaca el el premio "Pacem in Terris", que se le otorgó en 2011 "para honrar a una persona que se destaca en paz y justicia, no sólo en su propio país sino en el mundo", apunta la anterior fuente vaticana.

 

 

 

05/10/2019-07:51
Larissa I. López

Consistorio: El Papa Francisco crea 13 nuevos cardenales

(ZENIT — 5 oct. 2019).- El pasado 1 de septiembre, durante el Ángelus, el Papa Francisco anunció la celebración de un Consistorio Ordinario Público de cardenales previsto para hoy, 5 de octubre de 2019.

En él, el Santo Padre creará 10 nuevos cardenales electores, es decir, que participarían en el cónclave y serían "papables". A estos 10 cardenales electores, el Santo Padre añadió a otros tres arzobispos y obispos jubilados.

Tal y como indica L'Osservatore Romano, los cardenales provienen de diferentes países: dos nacidos en España, dos en Italia, uno en Portugal, uno en Indonesia, uno en Cuba, uno en la República Democrática del Congo, uno en Luxemburgo, uno en Guatemala, uno en la República Checa, uno en Gran Bretaña y uno en Lituania.

Igualmente, su misión es llevada a cabo en diferentes continentes: uno en Asia, dos en América Latina, tres en África, tres en Europa; otros tres se encuentran al servicio de la Curia Romana y otro lo estuvo anteriormente.

Efectivamente, entre todos ellos se encuentran dos españoles, Mons. Miguel Ángel Ayuso Guixot, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso y Mons. Cristóbal López Romero, arzobispo de Rabat, así como un cubano, Mons. Juan de la Caridad García Rodríguez, arzobispo de La Habana y un guatemalteco, Mons. Álvaro L. Ramazzini Imeri, obispo de Huehuetenamgo.

 

Colegio de cardenales

El Colegio Cardenalicio es una institución importante de la Iglesia Católica que tiene como finalidad proveer la elección del Papa y ayudar al Santo Padre en su servicio a la Iglesia de Jesucristo, extendida de Oriente a Occidente.

Hoy en día el Colegio cuenta con 225 cardenales de los 5 continentes. De ellos, 128 tienen menos de 80 años y serían electores en el cónclave.

Aunque el número de cardenales europeos electores sigue teniendo un gran peso, ya no son mayoría, en concreto, hoy en día son 53. De hecho, la suma de cardenales, de América Latina (20), África (18), Asia (16), América del Norte (16) y Oceanía (4), los supera.

Por otro lado, Italia sigue siendo el país que más cardenales electores presenta (23), seguido de España (6).

 

6° Consistorio de Francisco

El de hoy constituye el sexto consistorio de creación de cardenales que celebra el Francisco. Anteriormente, el Pontífice celebró otros consistorios en junio de 2018, febrero de 2014, febrero de 2015, noviembre de 2016 y junio de 2017.

Juan Pablo II celebró 9 consistorios de creación de cardenales (de 1979 a 2003), y Benedicto XVI, por su parte, presidió 5 (de 2006 a 2012).

 

Nuevos cardenales

Francisco ha celebrado un Consistorio Ordinario Público para la creación de los 13 siguientes cardenales:

Mons. Miguel Ángel Ayuso Guixot, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso.

Mons. José Tolentino Medonga, archivero y bibliotecario de la Santa Romana Iglesia.

Mons. Ignatius Suharyo Hardjoatmodjo, arzobispo de Yakarta.

Mons. Juan de la Caridad García Rodríguez, arzobispo de San Cristóbal de La Habana.

Mons. Fridolin Ambongo Besungu, arzobispo de Kinshasa.

Mons. Jean-Claude Hóllerich, arzobispo de Luxemburgo.

Mons. Álvaro L. Ramazzini Imeri, obispo de Huehuetenamgo.

Mons. Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia.

Mons. Cristóbal López Romero, arzobispo de Rabat.

Padre Michael Czerny, subsecretario de la Sección de Migrantes en el Departamento para el Servicio de Desarrollo Humano Integral.

"Junto con ellos, uniré a los miembros del Colegio Cardenalicio a dos arzobispos y un obispo que se han distinguido por su servicio a la Iglesia", agregó el Santo Padre. Estos son:

Mons. Michael Louis Fitzgerald, arzobispo emérito de Nepte.

Mons. Sigitas Tamkevicius, arzobispo emérito de Kaunas.

Mons. Eugenio Dal Corso, obispo emérito de Benguela.

 

 

 

05/10/2019-11:24
Larissa I. López

Juan García Rodríguez, ejemplo de sencillez y cercanía a los más necesitados

(ZENIT — 5 oct. 2019).- El arzobispo de San Cristóbal de la Habana (Cuba) será incardinado hoy, 5 de octubre de 2019, apenas unos meses después de la muerte del cardenal cubano Mons. Jaime Ortega.

En una entrevista concedida a Palabra Nueva, revista de la archidiócesis de la Habana, Mons. Juan Rodríguez habló sobre su próxima creación: “Nunca soñé con ser cardenal, pero vino de arriba, inesperadamente para mí, y lo acepto. Será el Espíritu Santo… no sé”.

Asimismo, reconoció que este hecho “es una demostración del amor del Papa Francisco hacia nuestra Iglesia y la evidencia de quien quiere ver continuada la labor del recientemente fallecido cardenal Jaime Ortega. Es la prueba de que el Santo Padre quiere estar más cerca de esa Iglesia que alaba a Dios y enseña su palabra a este pueblo. Es como una bendición para Cuba, así lo entiendo yo”.

En una carta al prelado cubano, el Papa Francisco, por su parte, expresó su deseo de que pueda "ejercitar esas virtudes que sellan la verdadera nobleza cristiana: lealtad y fidelidad usque ad effusionem sanguinis que, según la tradición, lo expresa el hábito rojo de los cardenales".

Además, alrededor de 60 personas procedentes de Cuba y de otros grupos de otros países acompañarán al neo cardenal en la celebración del Consistorio Público Ordinario.

 

Datos biográficos

De acuerdo a los datos aportados por la Archidiócesis de La Habana, Mons. Juan de la Caridad García Rodríguez nació en Camagüey, Cuba, el 11 de julio de 1948, en el seno de una familia sencilla.

Ingresó siendo adolescente en el Seminario de San Basilio Magno en El Cobre y, posteriormente, concluyó su formación teológica en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio de La Habana. Fue ordenado en el templo parroquial de Morón el 25 de enero de 1972.

Sus primeros años como sacerdote tuvieron lugar en la actual Diócesis de Ciego de Ávila y, posteriormente, en 1989, fue trasladado a la parroquia de Florida y otras comunidades vecinas.

Fue coautor del Devocionario Popular "Los cubanos rezamos a Dios" y fundador y director de la escuela para misioneros de la Diócesis.

 

Ordenación episcopal

El 15 de marzo de 1997 fue nombrado obispo auxiliar de Camagüey. Su lema episcopal es: "Ve y anuncia el Evangelio".

A finales del año 1998, la Diócesis de Camagüey fue elevada al rango de sede metropolitana. Años después, Mons. Juan García Rodríguez asumió este servicio pastoral el 10 de junio de 2002.

En 2006 fue nombrado arzobispo de la Arquidiócesis de San Cristóbal de La Habana.

Mons. Juan García presidió la I Asamblea Nacional de Misiones celebrada en La Habana en el año 2006 y fue elegido Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba en febrero de ese mismo año.

En dicho período representó al episcopado cubano en la V Asamblea General de Aparecida (2007) e invitó al Papa Benedicto XVI a visitar a Cuba, durante la visita ad limina de los obispos en el año 2008.

En febrero del 2007 fue nombrado, por el Papa Benedicto XVI, miembro del Consejo Pontificio Justicia y Paz.

 

Pastor de la Iglesia

A lo largo de sus catorce años como pastor de la iglesia camagüeyana, ha acompañado varias obras iniciadas por su antecesor, como son el funcionamiento del Seminario San Agustín para acoger a jóvenes con vocación sacerdotal y atenderlos en sus primeros años de formación, el de una pequeña finca que apoya el autoconsumo de la Casa Diocesana o el de comedores al servicio de los necesitados.

Formó parte del primer grupo de peregrinos que hizo el recorrido de "La Ruta de la Virgen" desde Cayo Morales — Bahía de Nipe (Mayarí) hasta la Basílica de El Cobre, con ocasión del Trienio Preparatorio al Jubileo Mariano por el IV Centenario del Hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad.

Ha mantenido el vínculo de "Iglesias Hermanas" entre la Arquidiócesis de Camagüey y la Arquidiócesis de Indeanápolis (Estados Unidos), y llevó a cabo, hasta casi su terminación, el Hogar de Ancianos de la Arquidiócesis de Camagüey.

Actualmente es miembro del Comité Permanente de la COCC y presidente de las Comisiones Nacionales de Misiones y Familia, razón por la que fue elegido como representante de la Conferencia Episcopal en el Sínodo Ordinario de la Familia en el 2014.

 

Sencillez y entrega apostólica

La archidiócesis de La Habana señala en su página web que se trata de un hombre que se ha caracterizado "por su sencillez de vida, entrega apostólica, oración, vivencia de la virtud. De manera especial su sentido de fraternidad con los sacerdotes, tanto con gestos de gran comprensión, servicio y apoyo, como de autoridad discreta y firme".

Y que, indudablemente, "de acuerdo a la caracterización hecha por el Papa Francisco, se puede decir que el arzobispo de La Habana es un pastor que 'huele a oveja"'.

Al mismo tiempo, el episcopado cubano destaca en una nota "el testimonio de vida de este sacerdote de Jesucristo, de alma sencilla y cercana a los más necesitados".

 

 

 

05/10/2019-08:30
Rosa Die Alcolea

Cristóbal López Romero, testigo de la Iglesia minoritaria del norte de África

(ZENIT — 4 oct. 2019).- El arzobispo de Rabat (Marruecos), Mons. Cristóbal López Romero, nacido en Vélez Rubio, Almería, en 1952, será creado cardenal apenas un año y medio después de su ordenación episcopal. El salesiano español preside una pequeña comunidad católica de poco más de 20.000 fieles, todos extranjeros, mayoritariamente jóvenes subsaharianos.

López Romero es misionero, periodista de formación, se encontró con el episcopado cuando estaba ya a punto de jubilarse tras varios años en Bolivia y Paraguay, o en el propio Marruecos, donde pasó 8 años en Kenitra (2003-2011), a unos 40 kilómetros de Rabat, donde fue director del colegio y del centro de formación profesional Don Bosco, informa Alfa y Omega.

"Es evidente que este nombramiento no es en mérito a mi persona, no he tenido siquiera tiempo para hacer esos méritos", reconoció el arzobispo de Rabat en una entrevista con el semanario español. "El Papa con cada nombramiento transmite un mensaje". El salesiano cree que con la creación de estos 13 nuevos cardenales, el Pontífice quiere decir: "Ánimo, Iglesias minoritarias del norte de África, vuestro testimonio es importante, no solo ahí donde estáis, sino para la Iglesia universal, vuestro aporte va a ser tenido en cuenta...".

 

Buen conocedor de Marruecos

El arzobispo de Rabat conoce la realidad marroquí, donde estuvo trabajando 8 años. De 2003 al 2010, fue director de la comunidad salesiana, del colegio y centro de formación profesional Don Bosco de Kenitra (Diócesis de Rabat). En ese tiempo, fue miembro del Consejo Presbiteral y del Consejo Diocesano para la Educación Católica.

Mons. López Romero fue dirigió de 2003 a 2010 la comunidad salesiana, del colegio y centro de formación profesional Don Bosco de Kenitra (Diócesis de Rabat). En ese tiempo, fue también miembro del Consejo Presbiteral y del Consejo Diocesano para la Educación Católica.

 

Experiencia en el gobierno

Cristóbal López es un salesiano con “experiencia en la animación y gobierno”, indican las Hermanas de María Auxiliadora. Ha sido nombrado provincial en tres ocasiones. “Los que lo conocen destacan de él su profundo sentido religioso y de Iglesia, su capacidad de trabajo en equipo y de diálogo, y su sensibilidad hacia los más necesitados”, aseguran las religiosas salesianas.

El P. Cristóbal López Romero, de 65 años, nació el 19 de mayo de 1952 en Vélez Rubio (Almería). Su familia se trasladó a Badalona, donde estudió con los salesianos y manifestó su deseo de ser religioso salesiano. Hizo su primera profesión religiosa el 16 de agosto de 1968 en Godelleta (Valencia), y la profesión perpetua el 2 de agosto de 1974 en Barcelona.

Tras los estudios de Teología, fue ordenado sacerdote el 19 de mayo de 1979 en Barcelona. Diplomado en Magisterio, Licenciado en Estudios Eclesiásticos, es también Licenciado en Ciencias de la Información. Durante 11 años estuvo trabajando en el barrio barcelonés de Verneda.

 

Destinado a Paraguay

A los 32 años, en 1984, pide ir a misiones y fue destinado a Paraguay, donde pasó 18 años. Fue Provincial de Paraguay de 1994 al 2000. Durante su estancia en este país fue nombrado Presidente de la Conferencia de Religiosos y fundó la Asociación de Comunicadores Católicos de Paraguay. También, fue miembro del consejo asesor del Ministerio de Educación.

Después de su trabajo (2003-2011) en Kenitra, Marruecos, es nombrado Provincial salesiano de Bolivia el 31 de enero de 2011 y ocupó este cargo hasta 2014. El 21 de abril de ese año fue nombrado Provincial de la Inspectoría salesiana María Auxiliadora, con sede en Sevilla, una de las dos provincias salesianas de España, que agrupa las casas y obras salesianas de Andalucía, Aragón, Baleares, Canarias, Cataluña, Extremadura, Murcia y Comunidad Valenciana.

Según las Constituciones salesianas, ahora se iniciará el proceso para el nombramiento del nuevo provincial para la Inspectoría de María Auxiliadora con sede en Sevilla, según la modalidad y tiempos que establezca el Rector Mayor de la Congregación.

 

 

 

 

05/10/2019-06:54
Isabel Orellana Vilches

Santa María Francisca de las Cinco Llagas, 6 de octubre

«Franciscana estigmatizada. Mística muy venerada en Nápoles y especialmente querida por las mujeres que padecen esterilidad y desean concebir un hijo, ya que al respecto se le atribuyen incontables milagros»

Anna María Gallo nació en Nápoles, Italia, el 25 de marzo de 1715. Sus padres eran comerciantes y residían en el conocido barrio español, entonces feudo de pillos, gentes de mal vivir. Gracias a Bárbara, su madre, Anna vio dulcificada parte de su vida, ya que tuvo que presenciar (y fue también receptora) de los malos tratos de su padre. Éste era tan iracundo que, antes de su nacimiento, su madre presa de angustia, acudió a san Francisco Jerónimo y a san Juan José de la Cruz quienes le vaticinaron que tendría una hija santa. Y esta virtuosa y abnegada mujer enseñó a la niña a vivir en la presencia de Dios. Su ejemplo hizo que en el barrio fuese conocida como la «santita». En el taller de hilados su padre le impuso un horario de trabajo inusual para su edad. Dedicaba varias horas al día a la oración, la lectura, la meditación y las penitencias que fueron ordinarias en su itinerario espiritual. Todo ello sin menoscabo de su tarea en la que rendía el doble que las trabajadoras que vivían centradas en la labor. Y eso llamaba la atención de sus compañeras.

Desconocían que privadamente había consagrado su vida a Dios. Por eso cuando a los 16 años, su padre se empeñó en desposarla con un pretendiente de buena posición que admiraba su virtud y belleza, pese a que las penitencias se reflejaban en su pálido rostro, se negó rotundamente. Él la golpeó sin piedad y la recluyó vetándole todo alimento, excepto pan y agua. Fue su oportunidad para intensificar la mortificación, la oración y la penitencia, hasta que Bárbara consiguió aplacar a su marido con la mediación del padre Teófilo, franciscano de la Orden menor, y terminó con el encierro de la santa en 1731. Entonces tomó el hábito como terciaria franciscana de san Pedro de Alcántara, y el nombre de María Francisca de las Cinco Llagas con el que fue encumbrada a los altares; lo eligió por su devoción a la Pasión de Cristo, a la Virgen María y al Poverello.

Fue dirigida por los Hermanos Menores del convento de Santa Lucía al Monte, si bien seguía viviendo en el domicilio paterno. Allí prosiguió el régimen de vida austero con ayunos y disciplinas que se infligía con severidad, incluyendo flagelaciones y cilicios, entre otros. La circunstancia de continuar al abrigo de su familia llevó consigo determinados contratiempos. Con la cercanía hubo hechos evidentes de carácter sobrenatural que no pudo mantener ocultos, y los suyos unieron sus críticas mordaces a las de otras personas ajenas al hogar. Porque Anna fue bendecida con favores místicos (éxtasis, apariciones, arrobamientos...), y dones extraordinarios. Su padre intentó obtener provecho de ellos y le trasladó lo que un negociante le había propuesto: nada menos que hiciera uso de estas gracias para obtener un buen dinero, dedicada a una especie de quiromancia. La joven protestó: no era una adivina. Pero su padre replicó que, al ser una santa, conseguiría el favor de Dios para adivinar el futuro. Al recibir su negativa, volcó su ira en ella azotándola con el látigo. Por este hecho, un juez, que fue advertido por el obispo, le amenazó con una multa si volvía a castigar a su hija de ese modo. Nunca más lo hizo.

A la muerte de su madre, la santa se trasladó al domicilio del sacerdote Giovanni Pessiri, al que sirvió los treinta y ocho años restantes de su vida. Allí vivió junto a otra franciscana. Las tentaciones y ataques que le infligía el demonio eran frecuentes; hasta fue inducida al suicidio. Del crucifijo brotó un día la solución para ahuyentarlo: «Cuando te asalten los ataques de los enemigos del alma, haz la señal de la cruz, y además de invocar los nombres de las tres divinas Personas de la Santísima Trinidad, debes decir varias veces: 'Jesús, José y María'». Así lo venció. Fue frecuentemente acompañada del arcángel san Rafael y ocasionalmente del arcángel san Miguel.

En medio de sus numerosos éxtasis, que la dejaban sin sentido, en la Navidad de 1741 vivió la experiencia del «desposorio místico»; quedó ciega durante 24 horas. Los fenómenos místicos que la acompañaron en tres ocasiones, se manifestaban en el instante de recibir la comunión, momentos en los que la Sagrada Forma, bien en manos del consagrante o hallándose en el copón, se posaba en sus labios sin que mano humana la depositara en ellos. Pero lo más significativo fue la aparición en su cuerpo de las cinco llagas de la Pasión del divino Redentor. Además, sufría dolores similares a los que Cristo padeció en todo el proceso comenzando por el Huerto de los Olivos, la flagelación, coronación de espinas, portar la cruz a cuestas camino del calvario, la crucifixión y el estado de agonía del Viernes Santo. Todo ello lo entregó en oblación por la conversión de los pecadores y por las almas del purgatorio. A lo largo de su vida padeció incomprensiones, ofensas y murmuraciones de diverso calado, sufrimientos que asumió con paciencia, silencio y oración.

En ese proceso de discernimiento seguido por las autoridades eclesiásticas para dilucidar cuánto de verdad había en sus visiones y cuánto de superchería, el cardenal arzobispo Spinelli determinó que fuese dirigida por el sacerdote Ignacio Mostillo, que durante siete años la sometió a severas pruebas, asegurándose de la autenticidad de las mismas. En una ocasión confió a su director espiritual: «He sufrido en mi vida todo lo que una persona humana puede sufrir. Pero todo ha sido por amor a Dios». Recibió también el don de profecía; vaticinó a san Francisco Javier María Bianchi, a quien conocía, que subiría a los altares. Murió el 6 de octubre de 1791. Gregorio XVI la beatificó el 12 de noviembre de 1843. Pío IX la canonizó el 29 de junio de 1867. La silla en la que se sentó en Nápoles durante los últimos 7 años de su vida, es codiciada por las mujeres con esterilidad diagnosticada, que toman asiento en ella al saber que se cuentan por miles las que después de haberlo hecho hallándose en sus condiciones concibieron un hijo.