Servicio diario - 13 de diciembre de 2019


 

50 años de la ordenación del Papa: Un sacerdocio marcado por la Misericordia
Larissa I López

Scholas Occurrentes: El Papa Francisco inaugura nuevas sedes desde Roma
Larissa I López

El amor de Dios por nosotros "no es una palabra abstracta", recuerda Francisco
Rosa Die Alcolea

Concierto de Navidad: El arte, canal "de fraternidad y de paz entre los pueblos"
Larissa I López

"Proclama mi alma la grandeza del Señor": Segunda predicación de Adviento 2019
Raniero Cantalamessa

Navidad: Calendario de celebraciones del Santo Padre
Larissa I López

México: El embajador Alberto Barranco presenta sus cartas credenciales
Redacción

La española Teresa de Jesús Rodríguez Lara gana el Premio de Poesía Mística Fernando Rielo
Redacción

San Juan de la Cruz, 14 de diciembre
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

13/12/2019-10:23
Larissa I. López

50 años de la ordenación del Papa: Un sacerdocio marcado por la Misericordia

(ZENIT — 13 dic. 2019).- El 13 de diciembre de 1969, Jorge Mario Bergoglio, cuatro días antes de cumplir 33 años, fue ordenado sacerdote.

El ahora Papa Francisco recibió este sacramento el 13 de diciembre de 1969 con la imposición de manos del arzobispo de Córdoba, Mons. Ramón José Castellano.

El joven Jorge descubrió su vocación el 21 de septiembre de 1953, día en el que se celebra la memoria de san Mateo, el recaudador de impuestos que se convirtió cuando Jesús le invitó a seguirle. Durante una confesión tuvo una profunda experiencia de la misericordia de Dios, una alegría que le condujo a tomar la decisión de ser sacerdote, indica Vatican News.

 

Sacerdote, hombre de misericordia

La vida sacerdotal de Francisco está marcada por la Divina Misericordia. Para él, los sacerdotes sin hacer ruido dejan todo para dedicarse a la vida cotidiana de las comunidades, dando a los demás su propia vida, "se conmueven ante las ovejas, como Jesús, cuando veía a las personas cansadas y agotadas como ovejas sin pastor".

"Así, a imagen del buen Pastor, el sacerdote es hombre de misericordia y de compasión, cercano a su gente y servidor de todos. Éste es un criterio pastoral que quisiera subrayar bien: la cercanía. La proximidad y el servicio, pero la proximidad, la cercanía... Quien sea que se encuentre herido en su vida, de cualquier modo, puede encontrar en él atención y escucha... ¡Se necesita curar las heridas, muchas heridas! Este es el tiempo de la misericordia (Discurso a los párrocos de Roma, 6 de marzo de 2014)".

 

Eucaristía, sentido de la vida

Asimismo, el Papa también considera que el sacerdote es un hombre cuyo centro en su vida es Cristo, no él mismo. Es por ello, señala la misma fuente, que muestra su agradecimiento a los presbíteros por la celebración cotidiana de la Eucaristía: "En la celebración eucarística encontramos cada día nuestra identidad de pastores. Cada vez podemos hacer verdaderamente nuestras las palabras de Jesús: 'Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros'.

Y continúa, "este es el sentido de nuestra vida, son las palabras con las que, en cierto modo, podemos renovar cotidianamente las promesas de nuestra ordenación" (Homilía para el Jubileo de los sacerdotes, 3 junio 2016)".

 

Misión en el confesionario

Por otra parte, el Santo Padre también resalta que los pastores de la Iglesia realizan una parte importante de su misión en el confesionario. "Que haya diferencias de estilo entre los confesores es normal, pero estas diferencias no pueden referirse a la esencia, es decir, a la sana doctrina moral y a la misericordia", expresa sobre el sacramento de la Penitencia.

Igualmente, advierte que no es recomendable en el confesor ostente una actitud ni "rigorista" ni "Iaxista": "El rigorista se lava las manos: en efecto, la clava a la ley entendida de modo frío y rígido", mientras que el laxista, "se lava las manos: solo aparentemente es misericordioso, pero en realidad no toma en serio el problema de esa conciencia, minimizando el pecado. La misericordia auténtica se hace cargo de la persona, la escucha atentamente, se acerca con respeto y con verdad a su situación, y la acompaña en el camino de la reconciliación (Discurso a los párrocos de Roma, 6 de marzo de 2014)".

 

Hombres "de oración"

El Obispo de Roma también subraya la importancia de la oración en la vida de los pastores: "El sacerdote es en primer lugar hombre de oración. Es de la intimidad con Jesús que brota la caridad. Es la unión con Dios que hace vencer las innumerables tentaciones del mal".

En este sentido, añade, "el diablo existe, no es un mito es astuto, mentiroso, engañador. Francisco invita a mirar a María, a rezar el Rosario cada día, sobre todo en este periodo, para proteger a la Iglesia de los ataques del diablo que quiere traer división (Carta a los sacerdotes en el 160° aniversario de la muerte del Cura de Ars)".

 

Vida cotidiana y juicio final

El Pontífice considera que la espiritualidad del sacerdote se encarna también en la vida cotidiana, una "voz profética" frente a la opresión que maltrata a los pobres y débiles. La Iglesia, describe, "no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia", relegando la religión, como algunos quisieran, 'a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional' (Evangelii gaudium, 183), ya que el Reino de Dios inicia aquí en la tierra y es donde encontramos a Jesús.

En esta línea, remarca que el juicio final se centrará precisamente en lo que hemos hecho a Cristo en los pobres, en los enfermos, en los extranjeros, en los encarcelados (Mt 25) y que, como apuntaba san Juan Pablo II, seremos juzgados por el amor, pero este no puede existir sin justicia.

 

Los abusos

Francisco también se ha pronunciado con respecto a los abusos cometidos por sacerdotes, expresando su cercanía a las víctimas. No obstante, al mismo tiempo, recuerda a aquellos que han de soportar la carga de crímenes que no han perpetrado.

También aclara que "sería injusto no reconocer a tantos sacerdotes que, de manera constante y honesta, entregan todo lo que son y tienen por el bien de los demás".

Se trata de pastores que "hacen de su vida una obra de misericordia en regiones o situaciones tantas veces inhóspitas, alejadas o abandonadas incluso a riesgo de la propia vida" a los que les agradece por el "valiente y constante ejemplo" y exhorta a no desanimarse "el Señor está purificando a su Esposa y nos está convirtiendo a todos a Sí (Carta a los sacerdotes en el 160 aniversario de la muerte del Cura de Ars)".

 

Cansancio

El Santo Padre asegura que piensa mucho en el cansancio de los presbíteros: "Pienso mucho y ruego a menudo, especialmente cuando el cansado soy yo. Rezo por los que trabajáis en medio del pueblo fiel de Dios que os fue confiado, y muchos en lugares muy abandonados y peligrosos. Y nuestro cansancio, queridos sacerdotes, es como el incienso que sube silenciosamente al cielo. Nuestro cansancio va directo al corazón del Padre".

Y agrega que el cansancio como resultado del estar en medio de la gente es bueno porque "es el cansancio del sacerdote con olor a oveja", con la conciencia de que "solo el amor descansa (Homilía en la Misa Crismal, 2 de abril 2015)".

 

Alegría y buen humor

Por otra parte, el Papa Francisco recuerda a los pastores que "el santo es capaz de vivir con alegría y sentido del humor" y que se trata de una alegría que viene de la unión con Jesús y de la fraternidad.

En una entrevista concedida a TV2000 en 2016 declaró que "el sentido del humor es una gracia que pido todos los días" porque "te alivia, te hace ver lo temporal de la vida y tomar las cosas con un espíritu de alma redimida. Es una actitud humana, pero es la más cercana a la gracia de Dios".

 

La homilía, "predicación positiva"

En lo referente a las homilías, indica el citado medio vaticano, el Papa ha insistido muchas veces en la importancia de que los sacerdotes la preparen bien. Asimismo, les invita a predicar homilías que no sean ni un espectáculo ni una lección de adoctrinamiento.

Esto supone, ser capaces de pronunciar "palabras que hagan arder los corazones" con un lenguaje positivo: no diciendo tanto lo que no debemos hacer sino proponiendo lo que podemos hacer mejor, pues, "una predicación positiva siempre da esperanza, orienta hacia el futuro, no nos deja encerrados en la negatividad (Evangeli gaudium, 159)", apunta.

 

Apoyo y oración

Por último, Vatican News resalta que el Obispo de Roma pide a los sacerdotes que estén siempre cerca de la gente, pero también exhorta a los fieles que apoyen a los sacerdotes: "Queridos fieles, acompañen a sus sacerdotes con el afecto y la oración, para que sean siempre Pastores según el corazón de Dios (Homilía para la Misa Crismal, 28 de marzo de 2013)".

Asimismo, Mons. De Donatis, vicario del Papa para la Diócesis de Roma, en la carta que escribió con motivo de este importante aniversario, recordó que la petición de oración es constante en los discursos del Pontífice: "Por favor, no os olvidéis rezar por mí'. Estas son las palabras finales de cada domingo, desde la ventana del Ángelus, de cada encuentro, de cada momento".

 

 

 

13/12/2019-17:51
Larissa I. López

Scholas Occurrentes: El Papa Francisco inaugura nuevas sedes desde Roma

(ZENIT — 13 dic. 2019).- Hoy, 13 de diciembre de 2019, el Papa Francisco ha presidido, en el Palazzo San Calisto, la inauguración de un nuevo espacio internacional de Scholas Occurrentes Italia.

Igualmente a través de Internet, se conectó para inaugurar la nueva sede de Scholas en Los Ángeles, California, Estados Unidos.

Scholas Occurrentes es una organización Internacional de Derecho Pontificio presente en 190 países de los cinco continentes que a través de su red integra a medio millón de escuelas y redes
educativas.

Su misión es lograr la integración de todos los alumnos del mundo mediante propuestas tecnológicas, deportivas y artísticas que promueven la educación desde la cultura del encuentro.

 

Quinta visita del Papa Francisco

Tal y como indica el comunicado oficial de Scholas, esta quinta visita del Santo Padre a la fundación supone una oportunidad para lanzar los proyectos e iniciativas que esta desarrollará el próximo año. Entre ellos, se encuentran los eventos mundiales programados para el 14 de mayo de 2020 sobre el tema "Reconstruyendo el pacto educativo global".

El objetivo de todo ello es "relanzar el compromiso educativo con las nuevas generaciones, renovando la pasión por una educación más abierta e inclusiva, capaz de escuchar a los niños, a través del diálogo constructivo y la comprensión mutua", expone el texto.

 

Participantes

Este acontecimiento contó con la participación de personalidades del sector deportivo, artístico y empresarial, así como de jóvenes que participan en los programas educativos que la fundación ha desarrollado en todo el mundo, especialmente en Colombia, Haití, Israel, México, Mozambique y Japón. En este último país, el 22 de noviembre se inauguró una nueva sede.

Del mismo modo, algunas primeras damas de Sudamérica, por iniciativa de ALMA (Alianza de Primeras Damas), estuvieron presentes en el encuentro para compartir con los participantes la experiencia intercultural de los jóvenes de Scholas.

 

50 Aniversario sacerdotal del Papa

El Santo Padre fue recibido por una delegación de jóvenes formadores de Scholas procedentes de Japón, Argentina, Estados Unidos, Haití, Israel, Mozambique, México, España, Italia y Colombia, que celebraron junto al Santo Padre su quincuagésimo aniversario de ordenación sacerdotal.

Así, en su visita a la sede en Roma, Francisco recibió el canto del "cumpleaños feliz" por parte de los asistentes, que le hicieron entrega de varios objetos y le pidieron que pintase un cuadro. El Papa Francisco dirigió un breve momento de oración.

 

Conexiones con Asís, Los Ángeles y Haití

En una reunión posterior presentada por Tamara Falcó, licenciada en Comunicación, diseñadora de moda española, el Obispo de Roma escuchó las palabras de Ezequiel y Mari Paz, que realizaron un repaso sobre los distintos encuentros que el Papa ha mantenido con Scholas Occurrentes y la trayectoria de la misma.

Después, otros tres jóvenes, Marina y Michelle y Celestino, se sentaron con el Papa. Celestino, de Mozambique habló sobre su anterior encuentro con Francisco en su país de origen.

Tembién se realizó una conexión con Asís, donde tuvo lugar un encuentro que Scholas ha promovido en estos días para reflexionar sobre el tema "Una nueva educación para una nueva economía" con rostro humano.

Además, se conectó con Los Ángeles, cuya nueva sede de la fundación se ha inaugurado y con Haití.

En este último país ya existe sede de Scholas Occurrentes y agradecen labor de este organismo con los jóvenes. La conexión con los haitianos finalizó con un canto dedicado al Papa titulado "¿Cuándo vas a venir?".

Tras las videoconferencias, Miriam, de España, que participó en el Encuentro Intercultural de Jóvenes celebrado en Roma en los últimos días, compartió su testimonio en torno a esta conferencia.

 

Palabras del Papa Francisco

Al ser preguntado por Tamara Falcó sobre sus impresiones ante el trabajo de Scholas, el Papa destacó la capacidad de desinhibición, "en el buen sentido de la palabra", que genera en los chicos y chicas la organización, que les permite "expresarse", sacar lo que llevan dentro.

También compartió que Scholas le transmite un camino de "hacer poesía", que lleva "a la creatividad y a comprender el camino humano": "los grandes modelos de ansias humanas, de sabiduría humana y de fracasos humanos" que "te van enseñando el camino".

 

"Crecer y hacer su futuro"

Del mismo modo, describió que esta entidad pontificia "no hace proselitismo, crea en libertad" porque apuesta por "eso que cada uno tiene en su corazón, que es la capacidad de crecer y hacer su futuro".

Al final del acto, el Papa Francisco ha saludado a los presentes y Tamará Falcó comunicó que el próximo Encuentro Internacional de Cátedras Scholas tendrá lugar en la Universidad CEU San Pablo de Madrid, España.

 

 

 

13/12/2019-13:40
Rosa Die Alcolea

El amor de Dios por nosotros "no es una palabra abstracta", recuerda Francisco

(ZENIT – 13 dic. 2019).- El Papa se ha encontrado esta mañana, 13 de diciembre, con asociaciones y grupos de Francia dedicados a la misericordia, en el Palacio Apostólico Vaticano. Durante su discurso, les ha recordado que el amor de Dios por nosotros “no es una palabra abstracta”, sino que “se ha hecho visible y tangible en Jesucristo”.

En este sentido, Francisco ha indicado que para la Iglesia y la credibilidad de su anuncio “es determinante” que ella viva y testimonie “en primera persona la misericordia”. Es decir, que “su lenguaje y sus gestos deben transmitir misericordia para penetrar en el corazón de las personas y motivarlas a reencontrar el camino de vuelta al Padre”, ha matizado.

Por ello, el Pontífice ha insistido en que la Iglesia tiene "la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, que por su medio debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona" y ha citado la Bula de convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia.

“La misericordia –aclaró el Papa– es el acto último y supremo con el que Dios viene a nuestro encuentro y que abre nuestro corazón a la esperanza de ser amados para siempre, sea cual sea nuestra pobreza, sea cual sea nuestro pecado”, y añadió que “no hay pobreza humana que Dios no quiera alcanzar, tocar y socorrer”, recordando la misión de la Iglesia.

 

Contemplar el pesebre

En la reunión, coincidiendo con el tiempo de Adviento, el Santo Padre les ha propuesto a los peregrinos que contemplen el pesebre, y para ello se apoyó en su reciente Carta Apostólica Admirabile signum.

“Es una invitación a sentir, a tocar la pobreza que el Hijo de Dios eligió para sí mismo en su encarnación. Y así, es implícitamente una llamada a seguirlo en el camino de la humildad, de la pobreza, del despojo, que desde la gruta de Belén conduce hasta la Cruz. Es una llamada a encontrarlo y servirlo con misericordia en los hermanos y hermanas más necesitados”.

 

Alegría al proclamar la misericordia

El Papa usó una frase que personalmente dice con frecuencia: “Sólo hay una forma en la que se permite mirar a una persona desde arriba hacia abajo, sólo hay una: para ayudarla a levantarse. De lo contrario, nunca se puede mirar a una persona de arriba a abajo”.

Anunciando con certeza que “hay una verdadera alegría en el proclamar la misericordia del Señor”, Francisco deseó a los peregrinos que “puedan encontrar la manera de dar testimonio a su alrededor de esta alegría de evangelizar anunciando la misericordia de Dios, para transmitir a los demás su pasión y difundir en el mundo la cultura de la misericordia que necesita con urgencia”. Y los animó a que el cumplimiento de las actividades caritativas, “a veces exigente y cansador”, “no ahogue nunca el respiro de ternura y compasión del que deben ser animados, ni la mirada que lo expresa”.

 

 

 

 

13/12/2019-15:05
Larissa I. López

Concierto de Navidad: El arte, canal "de fraternidad y de paz entre los pueblos"

(ZENIT – 13 dic. 2019).- El Papa Francisco invitó a crear una “aldea global de la educación” en la que la educación y el arte se encuentran “a través de los lenguajes de la música y la poesía, la pintura y la escultura, el teatro y el cine”, todas ellas “expresiones de la creatividad humana” que “pueden ser ‘canales’ de fraternidad y de paz entre los pueblos de la familia humana, así como de diálogo entre religiones”.

Hoy, 13 de diciembre de 2019, el Santo Padre recibió en audiencia a los organizadores y artistas del "Concierto de Navidad en el Vaticano" que tendrá lugar mañana 14 de diciembre.

En su discurso, Francisco indicó que dicha aldea global se han de generar "una red de relaciones humanas, que son la mejor medicina contra todas las formas de discriminación y aislamiento".

El Papa recordó que este tiempo que precede a la Navidad nos llama a todos a preguntarnos qué esperamos de nuestras vidas, cuál es el gran deseo que tenemos en el corazón, y considera que los presentes "con sus canciones, sacan a la luz o hacen resurgir en la mente de tantas personas esta sana 'tensión', tan humana".

"Después de todo, es Dios quien ha puesto este deseo, esta 'sed' en nuestros corazones" y "Él viene a encontrarnos en este camino. Ciertamente no en la vana compulsión de tener y figurar, no, allí Dios no viene, uno no lo encuentra", agregó.

 

El pesebre

El Pontífice habló también sobre el pesebre, al cual este año dedicó la Carta Admirabile signum, reiterando que constituye "un signo sencillo y admirable del misterio de la Encarnación del Hijo de Dios". En este pesebre surge "el mensaje de que no podemos dejarnos engañar por la riqueza y por tantas propuestas efímeras de felicidad".

Y continuó diciendo: "Nacido en el pesebre, Dios mismo inicia la única verdadera revolución que da esperanza y dignidad a los desposeídos, a los marginados: la revolución del amor, la revolución de la ternura. Desde el pesebre, Jesús proclama, con mansa fuerza, la llamada a compartir con los más pequeños como camino hacia un mundo más humano y fraterno, donde nadie sea excluido y marginado".

 

La belleza

“Estamos ante un misterio desconcertante en su humildad”, prosiguió el Pontífice, “Dios es imprevisible y continuamente fuera de nuestros esquemas”. Para él, todo esto constituye una “invitación a no enorgullecernos y a saber captar la fuerza franca de cada pequeño gesto de buena voluntad”.

Por otra parte, el Obispo de Roma remarcó que el mundo “necesita belleza para no hundirse en la desesperación” y remitió a las palabras de San Pablo VI sobre la belleza, para quien “es lo que infunde alegría en el corazón de los hombres; es ese fruto precioso que resiste el desgaste del tiempo, que une a las generaciones y las hace comunicar en la admiración”.

 

Concierto de Navidad

Con el lema “Hagamos red por la Amazonía”, el sábado 14 de diciembre se celebrará en el aula Pablo VI la 27ª edición del Concierto de Navidad en el Vaticano, por la región de Panamazónica.

Organizado por la Congregación para la Educación Católica, la recaudación se destinará a sostener a las Misiones Don Bosco Valdocco Onlus y a la Fundación Pontificia Scholas Occurrentes.

 

 

 

 

13/12/2019-13:04
Raniero Cantalamessa

"Proclama mi alma la grandeza del Señor": Segunda predicación de Adviento 2019

(ZENIT — 13 dic. 2019).- En esta meditación subimos con María "a la montaña", a la casa de Elizabeth. Allí la Madre de Dios nos hablará directamente y en primera persona con su cantico de alabanza, el Magníficat. Hoy el sucesor de Pedro celebra los 50 años de su sacerdocio y el cántico de la Virgen es la oración que más espontáneamente brota del corazón en una ocasión parecida. Sera entonces una pequeña manera de participar espiritualmente a su Jubileo.

Para entender el Magníficat es preciso decir algo sobre el sentido y la función de los canticos evangélicos en el Evangelio de la infancia de Lucas. Estos himnos—el Benedictus, el Magníficat y el Nunc dimittis — tienen la función de explicar pneumáticamente lo que sucede, es decir, poner de relieve, con palabras, el sentido del acontecimiento, confiriéndole la forma de una confesión de fe y de alabanza. Indican el significado escondido del acontecimiento que debe ser puesto de manifiesto.

Como tales son parte integrante de la narración histórica; no constituyen un entreacto ni se trata de pasajes separados, porque todo acontecimiento histórico está constituido por dos elementos: por el hecho y por el significado del hecho. Los cánticos introducen ya la liturgia en la historia. «La liturgia cristiana —se ha escrito— tiene sus comienzos en los himnos de la historia de la infancia» [1]. En otras pa-labras, tenemos en estos cánticos un embrión de la liturgia navideña. Realizan el elemento esencial de la liturgia que es ser celebración festiva y creyente del acontecimiento de salvación.

Muchos problemas permaneces abiertos acerca estos cánticos, según los estudiosos: los autores verdaderos, las fuentes, la estructura interna... Afortunadamente, podemos prescindir de todos estos problemas críticos y dejar que con-tinúen siendo estudiados con provecho por aquellos que se ocupan de este tipo de problemas. No debemos esperar a que se resuelvan todos estos puntos oscuros para dejarnos edificar ya por estos cánticos. No porque dichos problemas no sean importantes, sino por-que existe una certeza que relativiza todas esas incertezas: Lucas ha acogido estos cánticos en su evangelio y la Iglesia ha acogido el evangelio de Lucas en su canon. Estos cánticos son «palabra de Dios», inspirada por el Espíritu Santo.

El Magníficat es de María porque a ella lo ha «atribuido» el Espíritu Santo ¡y esto hace que sea más «suyo» que si lo hubiese escrito ma-terialmente de su puño y letra! En efecto, no nos interesa tanto saber si el Magníficat lo compuso María, cuanto saber si lo compuso por inspi-ración del Espíritu Santo. Incluso si estuviéramos segurísimos de que fue compuesto por María, el cántico no nos interesaría por esta razón, sino porque en él habla el Espíritu Santo.

Con estas premisas y con estos sentimientos, nos acercamos aho-ra al primero de nuestros cánticos, el Magníficat, considerándolo ante todo como cántico de María y luego como cántico de la Iglesia y del alma.

El cántico de María contiene una mirada nueva sobre Dios y sobre el mundo: en la primera parte, que comprende los ver-sículos 46-50, en consonancia con lo que ha tenido lugar en ella, la mi-rada de María se dirige a Dios; en la segunda parte, que comprende los restantes versículos, su mirada se dirige al mundo y a la historia.

 

Una nueva mirada sobre Dios

El primer movimiento del Magníficat es hacia Dios; Dios tiene el primado absoluto sobre todo. María no se demora en responder al saludo de Isabel; no entra en diálogo con los hombres, sino con Dios. Ella recoge su alma y la abisma en el infinito que es Dios. En el Magníficat se ha «fijado» para siempre una experiencia de Dios sin precedentes y sin comparaciones en la historia. Es el ejemplo más sublime del lenguaje llamado numinoso. Se ha señalado que el hecho de que la realidad divina se asome al horizonte de una criatura produ-ce, normalmente, dos sentimientos contrapuestos: uno de temor y otro de amor. Dios se presenta como «el misterio tremendo y fascinante», tre-mendo por su majestad y fascinante por su bondad. Cuando la luz de Dios brilló por primera vez en el alma de Agustín confiesa que «se estremeció de amor y de terror» y, más adelante, dice también que el contacto con Dios le hacía «tiritar y arder» a la vez [2].

Encontramos algo parecido en el cántico de María, expresado de modo bíblico, a través de los títulos. Dios es visto como «Adonai» (que dice mucho más que nuestro «Señor» con el que se traduce), como «Dios», como «Podero-so» y, sobre todo, como Qãdōsh, «Santo»: ¡Su nombre es Santo! Una palabra que envuelve todo de silencio estremecedor. Al mismo tiempo, sin embargo, este Dios santo y poderoso, es visto, con infinita confianza, como «mi Salvador», como realidad benévola, amable, como mi «propio» Dios, como un Dios para la criatura. Es sobre todo la insistencia de Maria sobre la misericordia de Dios (la única palabra repetida dos veces en cantico!) que pone de relieve este aspecto de "fascinante" benevolencia del Dios bíblico. "Su misericordia de generación en generación": estas palabras sugieren la idea de una rivera majestuosa que recurre a través de toda la historia humana.

El conocimiento de Dios provoca, por reacción y contraste, una nueva percepción o conocimiento de uno mismo y del pro-pio ser, que es el verdadero. El yo no se capta más que delante de Dios. En presencia de Dios, pues, la criatura se conoce finalmente a sí misma en la verdad. Y vemos que así sucede también en el Magníficat. María se siente «mirada» por Dios, entra ella misma en esa mirada, se ve como la ve Dios. ¿Y cómo se ve a sí misma bajo esta luz divina? Como «pequeña» («humildad» aquí significa real pequeñez y bajeza, ¡no a la virtud de la humildad!) y como «sierva». Se percibe como una pequeña nada a la que Dios se ha dignado mirar. María no atribuye la elección divina a su humildad sino únicamente a la gracia de Dios. Pensar diversamente sería destruir la humildad de la Virgen pues la humildad tiene un estatuto muy particular: la posee quien no cree poseerla; no la posee quien cree poseerla.

De este reconocimiento de Dios, de sí y de la verdad se li-bera la alegría y el júbilo: «Mi espíritu se alegra...». Alegría inconteni-ble de la verdad, alegría por el obrar divino, alegría de la alabanza pura y gratuita. Ma-ría glorifica a Dios en sí mismo, aunque lo glorifique por aquello que ha obrado en ella, es decir, a partir de la propia experiencia, como ha-cen todos los grandes orantes de la Biblia. El júbilo de María es el jú-bilo escatológico por el obrar definitivo de Dios y es el júbilo de la criatura que se siente amada por el Creador, al servicio del Santo, del amor, de la belleza, de la eternidad. Es la plenitud de la alegría. San Buenaventura, que tenía experiencia direc-ta de los efectos transformantes de la visita de Dios al alma, habla de la venida del Espíritu Santo a María, en el momento de la Anuncia-ción, como de un fuego que la inflama por completo:

«Descendió en ella —escribe— el Espíritu Santo como un fuego divino que inflamó su mente y santificó su carne, confiriéndole una pureza perfectísima... ¡Ojalá fueras capaz de sentir, en alguna medida, cuál y qué grande fue el incendio bajado del cielo, cuál el refrigerio causado...! ¡Si pudieras oír el canto jubiloso de la Virgen...!» [3]. Incluso la exégesis científica más rigurosa y exigente se da cuenta de que aquí nos en-contramos ante palabras que no se pueden comprender con los medios normales del análisis filológico, y confiesa: «Quien lee estas líneas, está llamado a compartir el júbilo; sólo la co-munidad concelebrante de los creyentes en Cristo y de sus fieles está a la altura de estos textos» [4].

Es un hablar «en el Espíritu» que no se puede comprender sino en el Espíritu.

 

Una nueva mirada sobre el mundo

El Magníficat —decía— se compone de dos partes. En el paso de la primera a la segunda parte, lo que cambia no es ni el medio expresivo ni el tono; desde este punto de vista, el cántico es un continuo fluir que no presenta cesuras; continúa la serie de verbos en pasado que na-rran lo que Dios ha obrado, o mejor, «ha comenzado a hacer». Lo que cambia es sólo el ámbito del obrar de Dios: de las cosas que ha realizado «en ella», se pasa a observar las cosas que ha realizado en el mundo y en la historia. Se consideran los efectos de la manifestación definitiva de Dios, sus reflejos sobre la humanidad y sobre la his-toria. Aquí observamos una segunda característica de la sabiduría evangélica que consiste en unir a la embriaguez del contacto con Dios la sobriedad en la forma de mirar el mundo, y en conciliar entre sí el ma-yor éxtasis y abandono en relación con Dios, con el mayor realismo crítico en relación con la historia y con los hombres.

Con una serie de potentes verbos en aoristo, María describe, a partir del versículo 51, un vuelco y un cambio radical de las partes entre los hombres: Derribó-exaltó; colmó-despidió sin nada. Un giro repentino e irreversible, porque es obra de Dios que no cambia ni vuelve atrás, como hacen, en cambio, los hombres en sus asuntos. En este cambio emergen dos categorías de personas: por una parte la categoría de los soberbios-potentes-ricos; por otra, la categoría de los humildes-hambrientos.

Es importante que comprendamos en qué consiste dicho vuelco y dónde se produce, porque, de lo contrario, existe el riesgo de malinterpretar todo el cántico y con él las bienaventuranzas evangélicas que están anticipadas aquí, casi con las mismas palabras. Observemos la historia: ¿qué ha ocurrido, de hecho, cuan-do ha empezado a realizarse el acontecimiento cantado por María? ¿Acaso ha habido una revolución social y visible a los ojos de to-dos por la que, de repente, los ricos se han empobrecido y los hambrientos saciados de alimento? ¿Ha habido, acaso, una distribución más jus-ta de los bienes entre las clases? No. ¿Acaso los potentes han sido derribados materialmente de sus tronos y los humildes ensalzados? No. Herodes continuó siendo llamado «el Grande» y María y José tuvieron que huir a Egipto por su causa.

Así pues, si lo que se esperaba era un cambio social y visible, la historia se ha encargado de desmentirlo totalmente. Entonces, ¿dónde ha sucedido ese cambio radical? (¡Porque lo cierto es que éste ha ocurrido!). ¡Ha tenido lugar en la fe! El reino de Dios se ha manifestado y esto ha provocado una revolución silenciosa, pero ra-dical. Como si se hubiera descubierto un bien que, de golpe, devaluara la moneda corriente. El rico aparece como un hombre que ha ahorrado una ingente suma de dinero, pero durante la noche ha habido una devaluación del cien por cien y al levantarse por la ma-ñana era un pobre miserable. Por el con-trario, los pobres y los hambrientos, tienen ventaja porque están más dispuestos a acoger la nueva realidad, no temen el cambio; tienen el corazón preparado. El cambio radical cantado por María es del mismo tipo —decía— que el proclamado por Jesús en las bie-naventuranzas y en la parábola del rico epulón.

María habla de riqueza y pobreza a partir de Dios; una vez más, habla coram Deo, toma como medida a Dios, no al hombre. Establece el criterio «definitivo», escatológico. Decir, pues, que se trata de un cambio que ha tenido lugar «en la fe», no significa decir que es menos real y radical, menos serio, sino que lo es infini-tamente más. Esto no es un dibujo creado por la ola en la arena del mar y que es borrado por la ola siguiente. Se trata de una ri-queza eterna y de una pobreza igualmente eterna.

 

El Magníficat, escuela de evangelización

San Ireneo, comentando la Anunciación, dice que «María, llena de júbilo, gritó proféticamente en nombre de la Iglesia:"Prociama mi alma la grandeza del Señor"...» [5]. María es como la voz solista que entona en primer lugar un aria que después debe ser repetida por el coro. Esto quiere decir la expresión «María es figura de la Iglesia» (typus ecclesiae), usada por los padres y acogida por el Concilio Vaticano II [6] Decir que María es «figura de la Iglesia» sig-nifica decir que es su personificación, la representación en forma sensible de una realidad espiritual; significa decir que es modelo de la Iglesia. Ella es figura de la Iglesia también en el sentido de que en su persona se realiza, desde el principio y de manera perfecta, la idea de Iglesia; que ella constituye, bajo la cabeza que es Cristo, su miembro principal y su primicia.

Pero ¿qué quiere decir aquí «Iglesia» y en lugar de qué Iglesia dice Ireneo que María entona el Magníficat? No en lugar de la Iglesia de nombre, sino de la Iglesia real; es decir, no de la Iglesia en abs-tracto, sino de la Iglesia concreta, de las personas y de las almas que componen la Iglesia. El Magníficat no es sólo para recitarlo, sino para vivirlo, para que cada uno de nosotros lo haga propio; es «nues-tro» cántico. Cuando decimos: «Proclama mi alma la grandeza del Señor», ese «mi» hay que tomarlo en sentido directo, no como una cita. «Que en todos esté —escribe san Ambrosio— el alma de María para glorificar al Señor; que en todos esté el espíritu de María para alegrarse en Dios... Porque si según la carne no hay más que una ma-dre de Cristo, según la fe, todas las almas generan a Cristo; en efecto, cada una acoge en sí al Verbo de Dios» [7].

A la luz de estos principios, tratemos ahora de aplicar el cántico de María a nosotros mismos —a la Iglesia y a cada alma—, viendo qué debemos hacer para «asemejamos» a María no sólo en las palabras, sino también en los hechos.

En la segunda parte, allí donde María proclama ese cambio radical de los potentes y de los soberbios, el Magníficatrecuerda a la Iglesia cuál es el anuncio esencial que debe proclamar al mundo. Le enseña a ser también ella «profética». La Iglesia vive y realiza el cántico de la Virgen cuando repite con María: ¡Derribó a los poten-tados, despidió a los ricos sin nada!; y lo repite con fe, distinguiendo este anuncio del resto de pronunciamientos que también tiene derecho a hacer en materia de justicia, de paz y de orden so-cial, en cuanto intérprete cualificada de la ley natural y depositaria del mandamiento de Cristo del amor fraterno.

Si las dos perspectivas son distintas, no están, sin embargo, sepa-radas ni carecen de influjo recíproco. Por el contrario, el anun-cio de fe de lo que Dios ha hecho en la historia de la salvación (que es la perspectiva en la que se sitúa el Magníficat) se convierte en la mejor indicación de lo que el hombre debe hacer, a su vez, en la propia historia humana; y, más aún, de lo que la Iglesia misma tiene la tarea de realizar, en virtud de la caridad que debe tener también hacia el rico, de cara a su salvación. Más que una «incita-ción a derribar a los poderosos de sus tronos para ensalzar a los hu-mildes», el Magníficat es una saludable admonición dirigida a los ri-cos y a los poderosos acerca del tremendo peligro que corren, igual que en las intenciones de Jesús lo será la parábola del rico epulón.

El modo en que el Magníficat afronta el problema no es el único, hoy tan sentido, de riqueza y po-breza, hambre y saciedad; hay también otros modos legítimos que parten de la historia y no de la fe, y a los cuales, justamente, los cristianos ofrecen su apoyo y la Iglesia su dis-cernimiento. Pero este modo evangélico es el que la Iglesia debe pro-clamar siempre y a todos como su mandato específico y con el que debe sostener el esfuerzo común de todos los hombres de buena vo-luntad. Es universalmente válido y siempre actual. Si como hi-pótesis (¡remota, por desgracia!) se dieran un tiempo y un lugar en el que ya no hubieran injusticias y desigualdades sociales entre los hombres, sino que todos fueran ricos y estuvieran saciados, no por esto la Iglesia debería cesar de proclamar, con Mana, que Dios despi-de a los ricos con las manos vacías. Más aún, allí debería proclamar-lo con mayor fuerza todavía. El Magníficat es actual en los países ri-cos, no menos que en los países del tercer mundo.

Existen planos y aspectos de la realidad que no se captan a primera vista, sino sólo con el auxilio de una luz especial: con rayos in-frarrojos o con rayos ultravioletas. La imagen obtenida con esta luz especial es muy distinta y sorprendente para quien está acostumbrado a ver ese mismo panorama con luz natural. La Iglesia posee, gracias a la palabra de Dios, una imagen distinta de la realidad del mundo, la única definitiva, porque se obtiene con la luz de Dios y porque es la misma que Dios tiene. La Iglesia no puede ocultar dicha ima-gen. Es más, debe difundirla sin cansarse nunca, darla a conocer a los hombres, porque va en ella su propio destino eterno. Es la imagen que quedará al final, cuando haya pasado «la imagen de este mundo». Darla a conocer, a veces, con palabras sencillas, directas y proféticas, como las de María, como se dicen las cosas de las que se está íntima y firmemen-te persuadido. Y esto, a costa de parecer ingenua y fuera del mun-do, frente a la opinión dominante y al espíritu del tiempo.

El Apoca-lipsis nos da un ejemplo de este lenguaje profético, directo y valiente, en el que la verdad divina se contrapone a la opinión humana: «Tú dices» (y este «tú» puede ser una persona concreta o una sociedad entera): «Soy rico, me he enriquecido; nada me falta». Y no te das cuenta de que tú eres un desgraciado, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo» (Ap 3,17). En una célebre fábula de Andersen, se habla de un rey al que unos timadores hacen creer que existía una tela maravillosa que tenía la propiedad de hacerse invisible a los ojos de los estúpidos y necios, y visible sólo a los sabios. Él el primero, naturalmente, no la ve, pero tiene miedo de decirlo, por temor a pasar por uno de esos necios y así hacen también todos sus ministros y el resto del pueblo. El rey desfila por las calles sin nada encima, pero todos, para no delatarse, fingen admirar su bellísimo vestido, hasta que se oye la vocecilla de un niño que grita entre la multitud: ¡«Pero si el rey está des-nudo!», rompiendo el encanto, y todos, finalmente, tienen el valor de admitir que aquel famoso vestido no existe.

La Iglesia debe ser como la vocecilla de aquel niño, que se dirige a ese mundo que está orgu-lloso de sus propias riquezas y que induce a considerar necio y estúpido a quien demuestra que no creer en ellas, repitiendo con las palabras del Apocalipsis: «¡No te das cuenta de que estás desnudo!» Vemos aquí cómo María, en el Magníficat, «habla proféticamente para la Iglesia»: ella, en primer lugar, partiendo de Dios, ha pues al descubierto la gran pobreza de la riqueza de este mundo. El Magnificat justifica en pleno el título de "Estrella de la evangelización" que san Pablo VI atribuye a la Virgen en su carta "Evangelii nuntiandi".

 

El Magnificat, escuela de conversión

No obstante, sería malinterpretar completamente esta parte del Magníficat que habla de los sober-bios y de los humildes, de los ricos y de los hambrientos, si la re-legáramos sólo al ámbito de las cosas que la Iglesia y el creyente deben predicar en el mundo. Aquí no se trata de algo que se debe sólo predicar, sino de algo que se debe, ante todo, practicar. María puede proclamar la bienaventuranza de los humildes y de los pobres, porque ella misma está entre los hu-mildes y los pobres. El cambio radical manifestado por ella debe suceder ante todo en la intimidad de quien repite el Magníficat y ora con él. Dios —dice María— dispersó a los soberbios «en su propio corazón». De golpe, el discurso es trasladado de afuera hacia dentro; de las discusiones teológicas en las que todos tienen ra-zón, a los pensamientos del corazón, en donde todos nos equivocamos. El hombre que vive «para sí mismo», cuyo Dios no es el Señor, sino el propio «yo», es un hombre que se ha construido un trono y se sienta en él dictando leyes a los demás. Ahora bien Dios —dice María— derriba a éstos de sus tronos; pone en evidencia su no-verdad e injusti-cia. Existe un mundo interior, hecho de pensamientos, voluntad, deseos y pasiones, del cual —dice Santiago— provienen las guerras y las contiendas, las injusticias y los abusos que hay entre nosotros (cf. Sant 4,1) y hasta que nadie empiece a sanear esta raíz, nada cambia-rá verdaderamente en el mundo, y si algo cambia es para repro-ducir, en breve, la misma situación anterior.

¡Cómo nos toca de cerca el cántico de María, cómo nos escruta a fondo y cómo pone de verdad «el hacha en la raíz». Qué estupidez e incoherencia sería la mía, si cada día, en las Vísperas, repitiera, con María, que Dios «ha derribado a los poderosos de sus tronos» y mien-tras continuara anhelando el poder, un puesto más alto, una promo-ción humana, un progreso profesional y perdiera la paz si tardara en llegar; si cada día proclamara con María que Dios «ha rechazado a los ricos con las manos vacías» y entre tanto anhelase sin descanso enriquecerme y poseer cada vez más cosas y cosas más refinadas; si prefiriera estar con las manos vacías delante Dios, antes que tener las manos vacías ante el mundo, vacías de los bienes de Dios, en lugar de vacías de los bienes de este mundo. Qué estupidez sería la mía si con-tinuara repitiendo con María que Dios «mira a los humildes», que se acerca a ellos, mientras mantiene a distancia a los soberbios y a los ri-cos de todo, y después yo fuera de los que hacen exactamente lo contrario.

«Todos los días —escribe Lutero comentando el Magnífi-cat— debemos constatar que cada uno se esfuerza por elevarse por en-cima de sí mismo, a una posición de honor, de poder, de riqueza, de dominio, a una vida acomodada y a todo aquello que es grande y sober-bio. Y cualquiera quiere estar con dichas personas, corre tras ellas, les sirve con gusto, cualquiera desea participar de su grandeza... Nadie quiere mirar hacia abajo, donde hay pobreza, oprobio, necesi-dad, aflicción y angustia; más aún, todos apartan la vista ante una condición semejante. Normalmente se evita a este tipo de personas, se las esquiva, se las deja solas, nadie piensa en ayudarlas, ni en asis-tirlas o en hacer que también ellas puedan llegar a ser algo: deben permanecer debajo y ser despreciadas».

Dios —dice María— hace lo contrario de esto: mantiene a distancia a los soberbios y eleva hasta sí a los humildes y pequeños; está más a gusto con los hambrientos y necesitados que le importunan con sus súplicas y peticiones que con los ricos y saciados que no tienen necesidad de él ni le piden nada. Al obrar de este modo, María nos exhorta, con dulzura materna, a imitar a Dios, a hacer nuestra su opción. Nos enseña los caminos de Dios. El Magníficat es verdaderamente una escuela maravillosa de sabiduría evangélica. Una escuela de conversión continua.

Por la comunión de los santos en el cuerpo místico, todo este in-menso patrimonio se une ahora al Magníficat. Es bueno rezarlo así, en coro, con todos los orantes de la Iglesia. Dios lo escucha así. Para en-trar en este coro que trasciende los siglos, basta con que nosotros tra-temos de presentar de nuevo ante Dios los sentimientos y elevación de María que fue la primera en entonarlo «en nombre de la Iglesia», de los doctores que lo comentaron, de los ar-tistas que lo musicalizaron con fe, de los piadosos y de los humildes de corazón que lo vivieron. Gracias a este maravilloso cántico, María continúa glorificando al Señor durante todas las generaciones; su voz, como la de un corifeo, sostiene y arrastra a la de la Iglesia.

Un oran-te del salterio invita a todos a unirse a él, diciendo: «Alabad al Señor conmigo» (Sal 34,4). Ma-ría repite a sus hijos las mismas palabras. Si puedo atreverme a interpretar sus sentimientos, pienso que también el Santo Padre, en el día de su Jubileo sacerdotal, nos dirige la misma invitación: "!Alabad al Señor conmigo! Y nosotros prometemos de hacerlo.

 

Traducción de Pablo Cervera Barranco

 

 


[1] H. Schürmann, Das Lukasevangelium, 1 (Friburgo i. B. 1982).

[2] Cf. S. Agustín, Confesiones, VII, 16; XI, 9.

[3] S. Buenaventura, Lignum vitae, 1, 3: trad. esp. Obras Completas (BAC, Madrid 1949).

[4] H. Schürmann, 0.c.

[5] San Ireneo, Adv. Haer., 111, 10, 2: SCh 211,118.

[6] Lumen gentium, 63.

[7] S. Ambrosio, In Luc., II, 26: CCL, 14,42.

 

 

 

13/12/2019-11:27
Larissa I. López

Navidad: Calendario de celebraciones del Santo Padre

(ZENIT — 13 dic. 2019).- Durante las próximas fiestas navideñas, el Papa Francisco presidirá la Misa del Gallo, la de la solemnidad de María Santísima Madre de Dios y la de la Epifanía del Señor.

Estos son algunos de los eventos del calendario de celebraciones litúrgicas del Santo Padre de la Navidad 2019/2020 publicado ayer, 12 de diciembre de 2019, por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

 

Misa del Gallo y discurso de Navidad

El martes 24 de Diciembre, en la Capilla Papal de la basílica de San Pedro a las 21:30 horas, Francisco celebrará la Misa del Gallo en la Solemnidad de la Navidad del Señor. La celebración eucarística será precedida por el canto de la Kalenda.

Al día siguiente, miércoles 25 de diciembre, Solemnidad de la Navidad del Señor, en la Logia Central de la Basílica Vaticana, a las 12 horas, el Papa dirigirá su mensaje de Navidad al mundo e impartirá la bendición "Urbi et Orbr .

Este bendición confiere la indulgencia plenaria en las condiciones habituales previstas por la Iglesia, especialmente de confesión y comunión sacramental, incluso para los que siguen la bendición por televisión, radio o Internet.

 

María Santísima Madre de Dios y Epifanía

El martes 31 de diciembre de 2019, a las 17 horas, en la basílica de San Pedro, el Pontífice celebrará las Primeras Vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, seguidas de la exposición del Santísimo Sacramento, el canto tradicional del himno "Te Deum", al final del año natural, y la bendición eucarística.

El primer día del año 2020, a las 10 horas, el Obispo de Roma celebrará la Santa Misa de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios en la Octava de Navidad, recordando la LIII Jornada Mundial de la Paz, en la Capilla Papal de la Basílica Vaticana a las 10 horas.

Finalmente, el lunes 6 de enero, en el mismo lugar y a las 10 horas, el Papa Francisco celebrará la Eucaristía en la Solemnidad de la Epifanía del Señor.

 

100 pesebres en el Vaticano

Con motivo de las fiestas navideñas y tras la visita del Santo Padre a la ciudad italiana de Greccio, el 1 de diciembre, donde firmó su Carta Apostólica Admirabile Signum sobre el valor y el significado del pesebre, el Vaticano acoge una muestra de pesebres en la Sala Pío X.

Este espacio aloja una exposición con más de 130 belenes provenientes de unos 30 países del mundo y fue inaugurada el 8 de diciembre.

 

Belenes de gran valor

Se trata de belenes de gran valor, cada uno de los cuales es a su manera una obra de arte, que contiene una historia particular. Desde los clásicos y valiosos pesebres de la escuela napolitana del '700, pasando por los de coral, hasta los más sencillos realizados por los niños de las escuelas primarias o los realizados por la Comunidad CSM de Nicosia para personas con discapacidad.

La muestra, que fue inaugurada el pasado 8 de diciembre y visitada por el Papa al día siguiente, estará abierta hasta el 12 de enero de 2020 y continúa con la iniciativa de Roma de los 100 Pesebres en la plaza del Popolo.

 

 

 

13/12/2019-18:00
Redacción

México: El embajador Alberto Barranco presenta sus cartas credenciales

(ZENIT — 13 dic. 2019).- Esta mañana, el Papa Francisco recibió en audiencia a Alberto Medardo Barranco Chavarría, embajador de México ante la Santa Sede, con motivo de la presentación de las Cartas Credenciales.

La Oficina de Prensa de la Santa Sede ha informado sobre este encuentro a través de su boletín, publicado hoy, 13 de diciembre de 2019.

 

Alberto Medardo Barranco Chavarría

Nació en la Ciudad de México el 5 de septiembre de 1949. Se graduó en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Está casado y tiene un hijo.

Ha ocupado los siguientes cargos: profesor de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García (1976-1996); profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (1983¬1989); Director del semanario católico Señal (1985-1986); director técnico del Programa Cultural de las Fronteras — Secretaría de Educación Pública (1987-1989); director y comentarista de programas de radio de carácter político, económico y cultural de Radio XEQ (Grupo Radio Centro), incluyendo "Entrelíneas", "Leyenda Urbana" y "Detrás de la noticia"; periodista de medios impresos en diversas materias, desde la política hasta la economía y la cultura; fundador de los periódicos "La Jornada" (1993), "El Norte de Monterrey" (1991-2004), "El Financiero" (1993) y "Reforma" (1993-2004).

También ha ejercido como editorialista de la columna económica "Empresa" del diario El Universal y como presentador del programa de radio "Leyenda Urbana" y co-anfitrión del programa "Tu economía en juego", en ADN40 — TV Azteca.

 

 

 

13/12/2019-11:45
Redacción

La española Teresa de Jesús Rodríguez Lara gana el Premio de Poesía Mística Fernando Rielo

(ZENIT – 13 dic. 2019)-. Con el poemario Tu clara presencia, Teresa de Jesús Rodríguez Lara (La Laguna, Tenerife) ha obtenido el 39º Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística, fallado el 12 de diciembre en la Universidad Pontificia de Salamanca (España).

La dotación es de 7.000 euros, la edición de la obra y una medalla conmemorativa. La obra ha sido seleccionada de entre 248 poemarios de 25 países. Teresa de Jesús Rodríguez cuenta con numerosas publicaciones, de manera especial en el campo de la poesía, ha recibido diversos reconocimientos entre ellos dos menciones de honor en otras tantas ediciones en este Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística.

 

Tu clara presencia

La obra ganadora Tu clara presencia es un Poemario que se desarrolla desde la seguridad que da la conciencia filial, en el que imperan tanto la suavidad como la pasión amorosa. Hay ecos repetidos de la mística clásica: “castillo interior”, “música callada”, “silencio sonoro”…, así como resonancias bíblicas: “hijo pródigo”, “Buen Pastor”, “Agua viva”… Una vehemencia sostenida nutre los versos, al igual que la lúcida visión de lo celeste vivido como primicia ya en el contexto terrenal.

La visión se hace táctil: "enciendes en mi alma / serenas claridades / que bullen en mí / como lluvia de besos melodiosos"; el hablante lírico arde en deseos de abismarse en lo celestial, de quedar inundado del agua viva que es Dios. Ni la certeza de la precaria condición humana hace titubear la voz lírica; la poeta se sabe incorporada al cauce del amor divino, y ansía quedar embriagada del sentimiento amoroso: "Quién bebiera y bebiera hasta hartarse / del torrente vivo / que rueda por tu pecho".

 

Mención de Honor

Por otro lado, el poeta panameño Javier Alvarado ha recibido una Mención de Honor por su obra:

El pastor resplandeciente. En este libro, constituido exclusivamente por sonetos, se expresa, con gozo, un hondo sentimiento religioso. Hay un vigor en la expresión que se conjuga armónicamente con la forma estrófica elegida: los poemas son cantos, celebraciones del alma, que deambula gozosa en la certeza de estar anclada en el amor divino. Los versos quedan configurados, en este contexto de religación profunda, en ofrenda del poeta, en reconocimiento humilde de la grandeza divina, que es misericordia, belleza esplendente, amor a raudales.

La seguridad espiritual del poeta se traduce en un verbo firme, modulado, que acoge con optimismo viador a las criaturas y todo lo creado: "Y mi palabra es rústica de barro / se ilumina en férulas de estrellas/ cuando bajo a la tierra con tu boca // y extraigo agua divina del guijarro / y se desborda el pozo en las botellas; / tu oratoria de Dios que se desboca".

El Presidente de la Fundación Fernando Rielo, P. Jesús Fernández Hernández, en su mensaje afirmó que "partimos de un hecho cierto. La poesía mística es un arte hecho de palabras que, además de recapitular cuanto pueda decirse de la poesía lírica en general, nos transporta al recinto donde se concentra el misterio más acendrado del ser humano: su destino transcendente, que da unidad, dirección y sentido a todo vivir auténtico. Si la poesía mística despliega en el tiempo su prosodia y textura léxica, enciende, por otro lado, para el lector el resplandor de lo eterno, porque sondea en lo más profundo del alma y descubre en ella la verdad fundamental de que está llamada a culminar el camino de la plenitud".

 

Finalistas

Los otros finalistas fueron Antonio Bocanegra (San Fernando, Cádiz, España), Miguel Sánchez Robles (Caravaca de la Cruz, Murcia, España); Theresia Maria Bothe (Sicilia, Italia); Luis García Pérez (Ciudad Real, España); Lucrecio Serrano Pedroche (Albacete, España); Iván Cabrera Cartaya (Tacoronte, Tenerife, España); Carlos González García (Fresnedillas de la Oliva, Madrid, España); Beatriz Villacañas Palomo (Boadilla del Monte, Madrid, España)

El Jurado estuvo conformado por D. Jesús Fernández Hernández, Presidente de la Fundación y del Jurado; Dr. Jaime Siles Ruiz, Catedrático de latín de la universidad de Valencia y poeta; Dra. Da Ma Jesús Mancho Duque, Catedrática de Lengua Española de la universidad de Salamanca; David Gregory Murray, Crítico literario; Dr. D. José Ma López Sevillano, Secretario Permanente del Premio.

Un concierto de guitarra de diez cuerdas a cargo del Maestro Alfredo Vicent puso el broche de oro al Acto de proclamación.

El premio, para obras inéditas tanto en español como en inglés, ha sido fallado en foros como la ONU; la UNESCO; el Senado francés y el Campidoglio romano. El comité de honor lo han conformado varios miembros de la Real Academia Española, entre ellos, su director, Darío Villanueva; rectores universitarios, poetas y catedráticos de literatura.

El carácter ecuménico del premio ha hecho que lo hayan obtenido poetas de distintas confesiones cristianas, en realidad la mayoría, pero también no cristianas, demostrando la capacidad de la poesía mística para unir a las culturas y a las religiones.

 

Teresa de Jesús Rodríguez López

Teresa de Jesús Rodríguez Lara es natural de San Cristóbal de La Laguna, (Tenerife) España. Ha cursado estudios de Filología Hispánica en La Universidad de La Laguna, Santa Cruz de Tenerife. Diplomada en Pericia Caligráfica, Documentoscopia y Grafología.

Obra publicada: "Con la Sola Palabra" (1999); "Hablar con Cristo" (2013); "Palabras con Memoria" (2013), "Venezuela, Tierra de Contrastes" (Volumen enciclopédico en prosa y verso, 2010). "Para Llegar a Ti" (Mención de honor en el )000V Premio Mundial de Poesía Mística Fernando Rielo, 2014); "Solo Dios Basta" (Mención de honor en el )00(V Premio Mundial de Poesía Mística Fernando Rielo, 2015); "Un Tambor Para Mis Versos" (Poesía infantil, 2017). "Érase Una Vez" (Poesía infantil, 2017). Cuento para niños en Antología virtual colombo-uruguaya "Huellas De Abeja Y Miel" (2019).

Activa colaboradora en el ámbito cultural regional, con recitales de poesía, y recitales sacros; charlas de temática diversa, autora de prólogos. Sus colaboraciones han sido publicadas en el periódico "El Día" de Santa Cruz de Tenerife y en diferentes revistas de creación literaria y culturales parte de su obra está recogida en diversas Antologías Poéticas, entre ellas las publicadas por la Asociación Verbo Azul (Madrid), en Antologías Canarias y en otras publicadas en México, Argentina y en Los Estados Unidos. Es secretaria de la Asociación Canaria de Poetas Uni-Verso (Santa Cruz de Tenerife) y pertenece a la Asociación Literaria Verbo Azul con sede en Alcorcón (Madrid) y a las Tertulias Literarias, Tagoror y Pedro Tabares de Lugo en Tenerife.

Su obra ha sido galardonada en varios certámenes literarios de carácter nacional e internacional, cabe destacar : Primer Premio de Poesía "La Casa de América en Canarias" (1998). Finalista del XXXI Premio Mundial de Poesía Mística Fernando Rielo (2.011). Premio Internacional de Poesía Latin Heritage Foundation (Washington, 2011). Premio en los "I Juegos Florales de Concepción" (Chile, 2012). Finalista en el Premio "XXV Aniversario Sala de Togas de Poesía" del Ilustre Colegio Provincial de Abogados de Almería (2012). Mención de Honor en el V Concurso Poético Internacional UPF Argentina (2013). Primer premio en I Concurso internacional de Trovas Federico García Lorca (España). Primer Premio en el II Concurso de Poesía Isaura Calderón (México, 2018).

Actualmente, invitada por distintos Centros Docentes acerca la poesía a las aulas escolares mediante recitales, breves charlas y coloquios.

 

Fragmentos del poemario Tu clara presencia

No tengo más consuelo
que tu mirada afable y sonriente
que me infunde confianza
desde ese silencio tuyo
tan sonoro,
que circunda mi vida
de cercano afecto.
¡Qué gran amor, tu Amor!,
dulce venero
que me entregas puro
para abrigar la pequeñez mortal
que el alma siente.
Y yo, humildemente,
me acurruco a tus plantas
y te entrego
mi minúscula existencia.

 

DIOS: UNO Y TRINO

Creo en Ti, Señor, profundamente
y te quiero y te sigo con locura;
tu Misterio me habita con holgura
y me abraza tu Amor como un torrente.
Haz que sea mi fe la voz candente
que esparza tu Verdad por la espesura,
apremiante fulgor y don de altura
que reúne tu Ser enteramente.
¡OH Padre bondadoso que me cuida!
¡Oh Hijo, que me salva de la muerte!
¡Oh Espíritu de Amor, dador de vidal....
Que siempre viva en mí tu Trina esencia...
¡Qué grata algarabía da tenerte!
¡Cuánta gloria me infunde tu Presencia!

 

EL PADRE

"Él me invocó: Tú eres mi Padre"
(Sal 88,27)

Padre mío, hoy te hablo
desde este castillo interior
donde anida el alma,
con la palabra sencilla
del hijo que clama por su Padre,
porque tu Amor me arropa
con tanta suavidad
que solo anhelo su música callada.
Qué gozo llamarte... ¡Padre!,
¡Padre mío!, te digo quedamente...
Mi alma clama por Ti
y yo dejo en tus manos
mi corazón, desnudo y transparente

 

 

 

13/12/2019-07:36
Isabel Orellana Vilches

San Juan de la Cruz, 14 de diciembre

Figura señera de la Orden carmelita. Gran asceta, místico y poeta, insigne doctor de la Iglesia. Admirado por creyentes y no creyentes. Juan Pablo II lo eligió para realizar su tesis doctoral y lo declaró patrono de los poetas.

La admirable existencia de Juan de Yepes —este excepcional carmelita, aclamado en el mundo entero, considerado con toda propiedad «el más grande de los poetas de lengua castellana»— es una heroica gesta de amor a Dios desde el principio hasta el fin de la misma. La ascética tiene en él a uno de los preclaros ejemplos de lo que significa la entrega genuina; es una de las figuras más representativas de la mística que han pasado por esta sección de ZENIT. Creyó a pies juntillas que todo aquel que ofrece su vida por Cristo la salva, y no se arredró haciendo de su acontecer un admirable compendio de renuncias y sacrificios amén de sufrir el desdén de algunos de los suyos. Dios le alumbró siempre, y en particular, en el momento más álgido de su oscuridad.

Sus padres, Gonzalo de Yepes y Catalina Álvarez, tejedores de profesión y residentes en Fontiveros, Ávila, España, recibieron con gozo a este segundo de los tres hijos que conformarían la familia, cuando nació en 1542. Su padre y su hermano sucumbieron a causa del hambre. Una gran y trágica escuela para el santo. Al enviudar Catalina, quedaron en una situación económica de gran precariedad, y para tratar de contrarrestarla, primeramente se estableció con sus hijos en Arévalo, Ávila, y después en Medina del Campo, Valladolid. Gracias a la caridad ajena, Juan pudo formarse en el colegio de los Niños de la Doctrina, a cambio de prestar su ayuda en la misa, entierros, oficios, y pedir limosna. En 1551 la generosidad de otras caritativas personas le permitió continuar estudios en el colegio de los jesuitas. Tenía que hacer un hueco para trabajar en el hospital de las Bubas, donde se atendían a los afectados por enfermedades venéreas, hasta que decidió convertirse en carmelita. De haber continuado con los jesuitas posiblemente hubiera tenido otras opciones más ventajosas para él y para su familia, pero tomó otra vía, la que estaba destinada para él.

A sus 21 años había sido un alumno ejemplar y tenía la base idónea para ingresar en la universidad salmantina. Era profeso cuando comenzó sus estudios en ella en 1564. Allí contó con excepcionales profesores de la talla de Francisco de Vitoria, fray Luís de León y Melchor Cano, entre otros, y tres años más tarde se convirtió en un consumado bachiller en Artes. El año 1564 fue significativo en su vida. Aparte de haber sido prefecto de estudiantes, fue ordenado sacerdote y conoció a santa Teresa de Jesús. Hacía años que practicaba severas mortificaciones corporales iniciadas siendo alumno de los jesuitas, y al ingresar en la Orden carmelita pidió permiso para continuar realizándolas. Hombre de intensa oración, amaba tanto la soledad que, en un momento dado, no descartó ser cartujo. Ya llevaba grabado en su espíritu la preciada convicción que nos ha legado: «A la tarde te examinarán en el amor; aprende a amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición».

La santa de Ávila, que había oído hablar de su virtud, lo reclamó para que le ayudase en la reforma carmelitana que pensaba llevar a cabo. Él, que había tomado el nombre de Juan de Matías, lo reemplazó entonces por Juan de la Cruz. Muy impresionada al conocerlo, Teresa no tuvo duda de que estaba ante un santo. Él la acompañó y fueron parejos en la heroica entrega y ardor apostólico. Juan dejó el reguero de su amor a Dios en Castilla y Andalucía, así como un futuro espléndido en Salamanca, que hubiera acogido con gusto su sabiduría. Fundó en Valladolid, Duruelo, Mancera y Pastrana, ostentando oficios de subprior y maestro de novicios. Fue rector en Alcalá de Henares, vicario y confesor de las carmelitas del monasterio abulense de la Encarnación, a petición de santa Teresa, entre otras misiones relevantes.

Sus propios hermanos se levantaron contra el celo apostólico del santo, resistiéndose a una reforma que solo pretendía conquistar una mayor fidelidad al carisma. En un entramado de secretas ambiciones y resentimientos, fue apresado y recluido en un minúsculo e inhóspito lugar durante nueve meses, manteniéndole en inenarrables y pésimas condiciones. Sufrió de forma indecible física y espiritualmente. La soledad y la oscuridad en su espíritu, combatida con férrea confianza en la divina Providencia, fueron el germen del incomparable Cántico Espiritual. Ebrio de amor divino trataba de condensar en su prodigioso verbo la pasión que le consumía: «¿Adónde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste, habiéndome herido; salí tras ti clamando, y eras ido»... Previendo una muerte inminente, recibió el consuelo del cielo y, con él, la libertad, que obtuvo evadiéndose de noche, a escondidas, de sus guardianes: sus hermanos.

Reforzado en su experiencia mística y determinación a dar a conocer al único Dios Amor, se trasladó a Beas de Segura, Jaén, donde siguió ayudando a las carmelitas. Allí entabló fraterna amistad con la religiosa Ana de Jesús. Luego fundó un colegio en Baeza, y prosiguió su incansable recorrido por Granada y Córdoba, donde estableció otro convento en 1586. Todo se le quedaba corto para entregárselo a Cristo. La sed de sufrimiento para asemejarse a Él ardía dentro de sí: «Padecer, Señor, y ser menospreciado por Vos». Vio realizado este anhelo.

Tras nuevo convulso capítulo en su Orden, mientras se hallaba destinado en Segovia lo despojaron de sus misiones y lo exiliaron a México. No llegó a marcharse. Viajó a La Peñuela camino de Andalucía. Enfermó y lo trasladaron a Úbeda, donde fue tratado con impávida frialdad por su prior, siendo mal atendido desde el punto de vista médico. De modo que este gran místico, poeta genial de Dios, murió a los 49 años la madrugada del 14 de diciembre de 1591. Clemente X lo beatificó el 25 de enero de 1675. Benedicto XIII lo canonizó el 27 de diciembre de 1726. Pío XI lo declaró doctor de la Iglesia en 1926, y Juan Pablo II patrono de los poetas en 1993. Sigue retumbando el eco de su amor, junto al Cántico, en el resto de sus obras: la Noche oscura, Llama de amor viva y Subida del Monte Carmelo, entre otras.