Servicio diario - 20 de diciembre de 2019


 

El Papa y el secretario general de la ONU llaman a proteger la «dignidad humana»
Rosa Die Alcolea

Viernes de la Misericordia: El Papa sorprende a los alumnos de la escuela Pilo Albertelli
Rosa Die Alcolea

«Necesitamos su voz moral más que nunca» dice António Guterres tras reunirse con el Papa
Rosa Die Alcolea

Doctrina de la Fe: «El documento sobre antropología no se abre a las uniones gays»
Rosa Die Alcolea

Consejo Episcopal Latinoamericano: Navidad, encontrar a Jesús y servirlo en los "más necesitados"
Larissa I López

Penitenciaría Apostólica: Los confesores, "ministros de la vida"
Larissa I López

«Dio a luz a su hijo primogénito»: Tercera predicación Adviento 2019
Raniero Cantalamessa

Puertas Abiertas: Campaña para ayudar a los cristianos en Oriente Medio
Larissa I López

Iglesia Greco-Melquita: El Papa nombra al exarca apostólico para los fieles en Venezuela
Rosa Die Alcolea

Ecuador: Padre Antonio Crameri, nuevo obispo auxiliar de Guayaquil
Larissa I López

San Pedro Canisio, 21 de diciembre
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

20/12/2019-13:54
Rosa Die Alcolea

El Papa y el secretario general de la ONU llaman a proteger la «dignidad humana»

(ZENIT — 20 dic. 2019).- En el marco del encuentro mantenido esta mañana, el Papa Francisco y António Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), han lanzado juntos un mensaje en video al mundo, con el propósito de «unir fuerzas en la defensa de la dignidad humana, tantas veces explotada y pisoteada».

Durante la reunión celebrada en el Vaticano el viernes, 20 de diciembre, por la mañana, los líderes mundiales han grabado el video, en el que aparecen de pie, juntos y el Pontífice lee en español unas palabras escritas por los dos, un llamamiento a la solidaridad y a la caridad con nuestros hermanos para toda la humanidad.

«No podemos cerrar los ojos ante nuestros hermanos que, por causa de los conflictos y de la violencia, de la miseria o de los cambios climáticos, dejan sus países y, a menudo, van al encuentro de un triste destino», piden Francisco y Guterres.

Coincidiendo con los días previos a la Navidad, el Papa señala en el mensaje que esta gran fiesta, «en su genuina sencillez, nos recuerda que lo cuenta verdaderamente en la vida es el amor» y añade que «nos reconocemos hijos de un único Padre, hermanos».

En el mensaje, piden atención por los niños, a menudos abusados, por la situación de hambre y pobreza en el mundo, y advierte de que nos debemos «mirar para otro lado».

Juntos, reivindican: «No podemos permanecer indiferentes ante la dignidad humana pisoteada y explotada, a los ataques contra la vida humana, sea la que todavía no ha nacido sea la de que cualquier persona necesitada de cuidados».

 

«Clama a Dios el rearme nuclear»

Ambos líderes expresan que «clama a Dios también la carrera armamentística y el rearme nuclear», y aseguran que «es inmoral no sólo el uso sino también la posesión de armas nucleares». Así, invitan a no permanecer indiferentes «ante las numerosas guerras que todavía se combaten y que ven morir a tantos inocentes».

La confianza en el diálogo entre las personas y entre las naciones, en el multilateralismo, en el papel de las organizaciones internacionales, en la diplomacia como instrumento para la comprensión y el entendimiento, es indispensable para construir un mundo pacífico.

 

Cuidar nuestra tierra

Es necesario reconocerse miembros de una única humanidad y cuidar nuestra tierra que, generación tras generación, nos ha sido confiada por Dios en custodia para que la cultivemos y la dejemos en herencia a nuestros hijos. El compromiso para reducir las emisiones contaminantes y por una ecología integral es urgente y necesario: hagamos algo antes que sea demasiado tarde.

En esta línea, proponen escuchar la voz de tantos jóvenes «que nos ayudan a tomar conciencia de lo que está sucediendo hoy en el mundo» y «nos piden que seamos sembradores de paz y constructores, juntos y no solos, de una civilización más humana y más justa».

 

 

 

 

 

20/12/2019-14:16
Rosa Die Alcolea

Viernes de la Misericordia: El Papa sorprende a los alumnos de la escuela Pilo Albertelli

(ZENIT – 20 dic. 2019).- Hoy es viernes y el Papa Francisco ha vuelto a sorprender con otra de sus visitas improvisadas en las calles de Roma. A las 11:25 horas, el Pontífice llegó en coche a la Escuela Superior Estatal Pilo Albertelli, una de las más antiguas de la ciudad, fundada en 1880, ubicada cerca de la Basílica de Santa María la Mayor.

El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, ha comunicado este viernes, 20 de diciembre, a los periodistas que el Papa ha llegado al colegio con el director de L'Osservatore Romano, Andrea Monda, ex profesor de religión del centro, y el decano. Al entrar en el instituto, saludó a los profesores, al personal y a los jóvenes que habían escrito los textos de las meditaciones del Vía Crucis del Viernes Santo de 2018.

El comunicado de Matteo Bruni señala que el Santo Padre llegó al patio de la escuela, acogido por unos 800 estudiantes del instituto. Después de una canción interpretada por algunos estudiantes y el saludo del director, en respuesta a las preguntas de algunos estudiantes, el Papa dirigió unas palabras a los jóvenes.

Habló de la soledad, que cuando se vive mal conduce a la melancolía, del amor gratuito, un camino difícil, hecho de «poda» de sí mismo, de paciencia, de «pequeños sacrificios».

 

Migración: necesidad de vivir juntos

En respuesta a una pregunta sobre la coexistencia de diferentes culturas y religiones, habló sobre la migración, incluso en su propio país, Argentina, y cómo ha llevado a la «necesidad de vivir juntos», indica la Santa Sede. «Dirigiéndose a los no creyentes, subrayó el valor del testimonio para despertar la curiosidad por el Evangelio y la fe».

Después de recordar a los niños la importancia de jugar y soñar, que «trae oxígeno al alma», contestando a una pregunta sobre los verdaderos maestros, el Papa habló de la relación entre maestro y discípulo, un regalo que él mismo pudo recordar en los últimos días al hablar de su padre espiritual, Miguel Ángel Fiorito.

Cuando sonó la campana, Francisco deseó a los niños y a los presentes una Feliz Navidad y, antes de irse, respondió a una última pregunta de un joven sobre la contradicción del uso de la guerra para traer paz y seguridad. Citando las trágicas situaciones de algunos países, anunció su mensaje de vídeo sobre el tema de la paz, grabado con el Secretario General de las Naciones Unidas al final de la reunión de esta mañana.

 

 

 

20/12/2019-12:59
Rosa Die Alcolea

«Necesitamos su voz moral más que nunca» dice António Guterres tras reunirse con el Papa

(ZENIT — 20 dic. 2019).- En el marco del 75° aniversario de la Organización de las Naciones Unidas, el Papa Francisco ha recibido esta mañana en el Vaticano a su secretario general, António Guterres, con quien ha lanzado un video mensaje, en pro de «unir fuerzas en la defensa de la dignidad humana, tantas veces explotada y pisoteada».

El encuentro sigue la tradición de las audiencias concedidas por los pontífices a los secretarios generales de las Naciones Unidas, ha informado la Oficina de Prensa de la Santa Sede este viernes, 20 de diciembre de 2019.

«Necesitamos su voz moral más que nunca», ha publicado en su cuenta oficial de Twitter el líder portugués sobre el Papa Francisco al terminar la reunión. Asimismo, ha indicado: «Estoy encantado de haber conocido a Su Santidad el Papa Francisco», de quien dice «es un mensajero de esperanza y dignidad, apoyando los derechos humanos, los
refugiados y los migrantes, y construyendo puentes entre comunidades. Es un defensor de la protección del planeta».

António Guterres (Lisboa, 1949) es el noveno secretario general de las Naciones Unidas, asumió el cargo el 1 de enero de 2017. Antes de ser nombrado para este cargo, Guterres fue Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados de junio de 2005 a diciembre de 2015 y, como tal, dirigió una de las principales organizaciones humanitarias del mundo durante algunas de las más graves crisis de desplazamientos ocurridas en decenios.

La reunión ha tenido lugar a las 9:45 horas en el Palacio Apostólico Vaticano. Allí, el Santo Padre ha recibido a António Guterres, el cual se encontró sucesivamente con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, y con Mons. Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados.

 

Paz mundial

El Vaticano informa de que durante la reunión, se expresó la consideración de la Santa Sede por el «compromiso de las Naciones Unidas con la paz mundial», y señala que las conversaciones se han llevado a cabo «en un clima de cordialidad».

Posteriormente, se habló del «proceso de actuación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible» y de la «crisis del multilateralismo, particularmente evidente debido a las dificultades de gestionar algunos problemas actuales, como la migración y la trata de personas, el cambio climático y el desarme», ha escrito la Oficina de Prensa Vaticana.

Finalmente, la conversación continuó tratando también algunas «situaciones de conflicto, inestabilidad social y graves emergencias humanitarias», indica la nota.

 

 

 

20/12/2019-18:23
Rosa Die Alcolea

Doctrina de la Fe: «El documento sobre antropología no se abre a las uniones gays»

(ZENIT — 20 dic. 2019).- En la tradición bíblica, tal y como refleja el documento ¿Quién es el hombre?, «no hay ejemplos de `unión' legalmente reconocida entre personas del mismo sexo», aclara el secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Por lo tanto, «no existe ninguna 'apertura' a las uniones entre personas del mismo sexo, como algunos lo han afirmado erróneamente».

Monseñor Giacomo Morandi, a propósito del reciente estudio de la Pontificia Comisión Bíblica, ha comentado algunos puntos sobre el nuevo documento, debido a algunas críticas ideológicas sobre este tema. El prelado ha concedido una entrevista a Vatican News en español.

En realidad, el documento en el número 185 del documento dice textualmente: «La institución del matrimonio, constituida por la relación estable entre marido y mujer, se presenta constantemente como evidente y normativa en toda la tradición bíblica».

 

Disensión

Así, el obispo ha explicado que desde hace algún tiempo, sobre todo en la cultura occidental, «se han alzado voces de disensión respecto al enfoque antropológico de la Escritura, tal como la Iglesia la entiende y la transmite en sus aspectos normativos; todo ello se juzga a menudo como el simple reflejo de una mentalidad arcaica e históricamente condicionada».

«Algunos dicen —expresa— que una nueva y más adecuada comprensión de la persona humana impondría una reserva radical sobre el valor exclusivo de la unión heterosexual, a favor de una aceptación análoga de la homosexualidad y las uniones homosexuales como una expresión legítima y digna del ser humano».

Además, «se argumenta a veces que la Biblia dice poco o nada sobre este tipo de relaciones, que por lo tanto ya no deberían considerarse ilícitas desde el punto de vista moral. Se trata de una aproximación ideológica y parcial a la antropología», puntualiza.

 

Interpretación fiel de la Escritura

El obispo indica que este documento pretende ser "una interpretación fiel de toda la Sagrada Escritura respecto del tema antropológico". Por tanto, este se basa "en un procedimiento expositivo original que ha tomado como texto de referencia el relato fundacional de Génesis 2-3... porque estas páginas bíblicas son consideradas fundamentales por la literatura neotestamentaria y por la tradición dogmática de la Iglesia".

En definitiva, el texto busca "promover una visión global del proyecto divino sobre el hombre, que comenzó con el acto de la creación y se realiza en el transcurso del tiempo, hasta su cumplimiento en Cristo, el hombre nuevo, que constituye la clave, el centro y la meta de toda la historia humana", matiza Mons. Morandi.

 

Divorcio

«La enseñanza de la Iglesia», explica el obispo italiano, «ya concede a los cónyuges válidamente unidos por el sacramento del matrimonio el derecho a separarse en ciertos casos particulares».

Sin embargo, aclara, «este hecho no ha significado nunca ninguna legitimación del divorcio, entre otras cosas porque un sacramento del matrimonio válidamente contraído permanece así y nunca puede ser anulado por ningún otro acto».

«Por el contrario —continúa—, es diferente la hipótesis en la que el matrimonio se reconoce como nulo desde el principio: este es el caso de los procedimientos para la declaración de nulidad del matrimonio».

Sin embargo, puntualiza el secretario, «a veces hay situaciones en las que la convivencia entre los cónyuges se hace prácticamente imposible por diversas razones. Es precisamente en estos casos que la Iglesia admite la separación física de los cónyuges y el fin de la cohabitación». No obstante, el obispo recuerda que «los cónyuges que están válidamente unidos por el sacramento del matrimonio no dejan de ser marido y mujer ante Dios y, por lo tanto, no son libres de contraer una nueva unión».

«El documento de la Pontificia Comisión Bíblica sigue exactamente esta línea y ciertamente no se 'abre' al divorcio, como algunos, de manera distorsionada o instrumental, creen o quisieran».

 

 

 

20/12/2019-08:54
Larissa I. López

Consejo Episcopal Latinoamericano: Navidad, encontrar a Jesús y servirlo en los "más necesitados"

(ZENIT- 20 dic. 2019).-- La Navidad constituye "una invitación a encontrarnos con Jesús y servirlo con misericordia en los hermanos y hermanas más necesitados", indica Mons. Miguel Cabrejos.

Con motivo de las próximas fiestas navideñas, el presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) ha enviado un mensaje.

 

"Vivir con lo esencial"

En él, Mons. Cabrejos señala que el recuerdo del nacimiento de Jesús en Navidad, "nos invita a ponernos espiritualmente en el camino de la sencillez, atraídos por la humildad de Aquel que se ha hecho hombre para acercarse a cada hombre".

La Navidad recuerda que Jesús desde el pesebre proclama "que los sencillos y humildes de corazón son los amados de Dios" y que desea "un mundo más humano y fraterno, donde nadie sea excluido ni marginado".

Por otro lado, apunta el mensaje, la vida sencilla de Jesús sirve para "enseñarnos a vivir con lo esencial, a no dejarnos engañar por la riqueza y por tantas propuestas efímeras de felicidad".

 

El amor de Dios

El presidente del episcopado latinoamericano remite también a las palabras del Papa Francisco:"Jesús, en la debilidad y fragilidad, esconde su poder que todo lo crea y transforma. Parece imposible, pero es así: en Jesús, Dios ha sido un niño y en esta condición ha querido revelar la grandeza de su amor, que se manifiesta en la sonrisa y en el tender sus manos hacia todos".

Finalmente, el texto subraya que el nacimiento de Jesús "nos habla del amor de Dios. ¡Dios nos ama entrañablemente!" e incluye los deseos de "una Feliz Navidad y un Año Nuevo 2020 lleno de bendiciones, salud y prosperidad".

 

Consejo Episcopal Latinoamericano

El CELAM fue creado en 1955 como un organismo de comunión, reflexión, colaboración y servicio, signo e instrumento del afecto colegial en perfecta comunión con la Iglesia universal y con el Papa.

El CELAM presta servicios de contacto, comunión, formación, investigación de la Iglesia en América Latina y El Caribe. Engloba 22 Conferencias Episcopales situadas desde México hasta el Cabo de Hornos, incluyendo, efectivamente, el Caribe y las Antillas.

 

 

 

20/12/2019-11:38
Larissa I. López

Penitenciaría Apostólica: Los confesores, "ministros de la vida"

(ZENIT- 20 dic. 2019).-- "Dios se hace hombre para darnos la vida" y los sacerdotes son "ministros de la vida", especialmente en este tiempo de Navidad, cuando, "en muchos lugares, muchos fieles todavía se acercan al Sacramento de la Reconciliación".

Estas palabras son empleadas por el cardenal Mauro Piacenza, penitenciario mayor de la Penitenciaría Apostólica vaticana, para dirigirse a los sacerdotes confesores en una carta difundida con motivo del santo nacimiento del Señor 2019.

Para el cardenal, "la vida obtenida de Cristo crucificado y resucitado, se da sacramentalmente, es decir, verdaderamente, al hombre en cada confesión". Y explica que esta es la "esencia misma del cristianismo: es una opción por la vida, contra el dominio del pecado y de la muerte".

 

Encontrar la vida, encontrar el amor

De este modo, continúa, "los fieles que humildemente y con la debida disposición se acercan al sacramento de la reconciliación pueden decir con serena certeza: 'i He encontrado la vida!".

Además, el penitenciario mayor indica que la confesión "consiste en el encuentro con el Amor". De hecho, "encontrar la vida es encontrar el amor; el amor misericordioso de Dios que perdona, crea y recrea siempre, abriendo al hombre a la caridad".

Por ello, apunta, "la Navidad del Señor es por excelencia la 'Fiesta de la Vida' y, por tanto, la fiesta del amor, del Amor hecho carne".

 

Ministros de la misericordia

Para que este encuentro se produzca, sobre todo en este tiempo de Navidad en el que "los fieles siguen acercándose al confesionario", el cardenal invita a los sacerdotes a ser "ministros de la vida, ministros de la misericordia, ministros del único amor que, una y otra vez, se nos da para que nos abramos a Él".

Del mismo modo, indica que el rasgo dominante a practicar ha de ser "la escucha humilde y fiel, atenta y generosa de las confesiones sacramentales".

 

Escucha, prudencia y alegría

Entre las diversas características que el buen confesor debe ostentar siempre, el cardenal Piacenza subraya en primer lugar la "atención en la escucha", pues "una sola palabra, el tono de voz, un matiz, un asentimiento indirecto, pueden revelar los secretos del alma y permitir el consejo correcto, la palabra correcta, la indicación auténtica del camino".

Otra característica indispensable es la "prudencia en el juicio": "Es necesario ser extremadamente prudentes, para no desanimar a las personas en el camino de la fe o en la lucha contra el pecado, e introducir siempre en esa alegría de vida que el sacramento de la Reconciliación está continuamente llamado a devolver, aclara.

Por último, el penitenciario mayor apunta que "la alegría" supone un rasgo "que siempre sería bueno conservar. El Sacramento de la Reconciliación "debe ser siempre, para todos, tanto ministros como penitentes, una «Fiesta de la Fe»: un momento de celebración gozosa de una renovada comunión con Dios y con la Iglesia", agrega.

 

 

 

20/12/2019-12:19
Raniero Cantalamessa

«Dio a luz a su hijo primogénito»: Tercera predicación Adviento 2019

(ZENIT — 20 dic. 2019).- Esta mañana en la capilla Redemptoris Mater, en presencia del Papa Francisco, el padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, ha pronunciado el tercero y último sermón de Adviento sobre el tema: «Encontraron al niño con María su madre» (Mt 2,11).

Los "pasos" que estamos siguiendo sobre las huellas de María corresponden, bastante fielmente, al desarrollo histórico de su vida, como resulta de los Evangelios. La meditación sobre María "llena de fe" nos ha llevado al misterio de la Anunciación; la del Magníficat al misterio de la Visitación, y ahora la de María "Madre de Dios" a la Navidad. De hecho, fue en la Navidad, en el momento en el cual dio a luz a su hijo primogénito (Lc 2, 7), no antes, que María pasa a ser verdadera y plenamente Madre de Dios.

Al hablar de María, la Escritura destaca constantemente dos elementos, o momentos fundamentales, que corresponden a aquellos que también la experiencia humana común considera esenciales para que haya una maternidad verdadera y plena. Ellos son: concebir y dar a luz. Mira —dice el ángel a María- concebirás y darás a luz un hijo (Lc 1, 31). Estos dos elementos están presentes también en la narración de Mateo: La criatura que ha "concebido" es obra del Espíritu Santo y ella "dará a luz" un hijo (cfr. Mt 1, 20s). La profecía de Isaías, en la cual todo esto había sido preanunciado, lo expresaba del mismo modo: La joven está embarazada y dará a luz un hijo (Is 7, 14). Esta es la razón por la que decía que únicamente en la Navidad, cuando da a luz a Jesús, María se convierte, en sentido pleno, en Madre de Dios.

De los dos momentos, el título que se usa en la Iglesia latina "Madre de Dios" (Dei Genitrix) resalta el primer momento, el relativo a la concepción; el título Theotókos, que se usa en la Iglesia griega, resalta más el segundo momento, el dar a luz (tikto, de hecho, significa en griego dar a luz). El primer momento, excepto el caso de la Virgen, es común tanto al padre como a la madre, mientras que el segundo, el dar a luz, es exclusivo de la madre.

Madre de Dios: un título que expresa uno de los misterios y, para la razón, una de las paradojas más altas del cristianismo. Madre de Dios es el título dogmático más antiguo e importante de la Virgen, que fue definido por la Iglesia en el Concilio de Éfeso en el 431, como verdad de fe que todos los cristianos deben creer. Es el fundamento de toda la grandeza de María. Es el principio mismo de la mariología; por esto es que María no es, en el cristianismo, sólo objeto de devoción, sino también de teología; es decir, entra en el discurso mismo sobre Dios, porque Dios está directamente implicado en la maternidad divina de María.

 

Una mirada histórica en la formación del dogma

En el Nuevo Testamento no encontramos explícitamente el título "Madre de Dios" dado a María. Sin embargo, encontramos afirmaciones que ya contienen, como in nuce, tal verdad que se mostrarán después con una reflexión cuidadosa de la Iglesia, bajo la guía del Espíritu Santo. Como habíamos visto, de María se dice que concibió y generó un hijo, que es el Hijo del Altísimo, santo e Hijo de Dios (cfr. Lc 1, 31-32.35). Por lo tanto, de los Evangelios resulta que María es la madre de un hijo, del que se sabe que es el Hijo de Dios. De modo corriente, a María se la llama en el Evangelio: la madre de Jesús, la madre del Señor (cfr. Lc 1, 43), o simplemente "la madre" y "su madre" (cfr. Jn 2, 1-3).

Será necesario que la Iglesia, en el desarrollo de su fe, aclare quién es Jesús, antes de saber de quién es madre María. Es cierto que María no empieza a ser Madre de Dios en el concilio de Éfeso en 431, como Jesús no empieza a ser Dios en el concilio de Nicea en 325, que lo define como tal. Ya lo era antes. Este es, en efecto, el momento en el cual la Iglesia, en el desarrollo y explicitación de su fe, bajo la influencia de la herejía, toma plena conciencia de esta verdad y toma posición para resguardarla. Sucede como con el descubrimiento de una nueva estrella: no nace en el momento en el que su luz llega a la tierra y el observador la ve, sino que existía ya de antes, quizás desde miles de años luz antes. La definición conciliar es el momento en el cual la lámpara es puesta sobre el candelabro que es el credo de la Iglesia.

Este es, en efecto, el momento en el cual la Iglesia, en el desarrollo y explicitación de su fe, bajo la influencia de la herejía, toma plena conciencia de esta verdad y toma posición para resguardarla. Sucede como con el descubrimiento de una nueva estrella: no nace en el momento en el que su luz llega a la tierra y el observador la ve, sino que existía ya de antes, quizás desde miles de años luz antes. La definición conciliar es el momento en el cual la lámpara es puesta sobre el candelabro que es el credo de la Iglesia.

En este proceso que lleva a la proclamación solemne de María Madre de Dios, podemos distinguir tres grandes fases que ahora mencionaré. Al comienzo del período dominado por la lucha contra la herejía gnóstica y docetista, y durante todo este período, la maternidad es vista casi solamente como maternidad física. Estos herejes negaban que Cristo tuviera un verdadero cuerpo humano, o, si lo tenía, que este cuerpo humano hubiera nacido de una mujer, o, si hubiera nacido de una mujer, dudaban que hubiera derivado verdaderamente de la carne y de la sangre de ella. En contra de estas herejías era necesario por lo tanto afirmar con fuerza que Jesús era hijo de María y "fruto de su vientre" (Lc 1, 42), y que María era Madre de Jesús verdadera y natural.

La maternidad de María, en esta fase más antigua, sirve, más que en otra, para demostrar la verdadera humanidad de Jesús. Fue en este período y en este clima que se formó el artículo del credo: "Nacido (o encarnado) del Espíritu Santo y de María Virgen". Esto, al comienzo, quería decir simplemente que Jesús es Dios y hombre: Dios, en cuanto generado según el Espíritu, es decir de Dios, y es hombre en cuanto generado según la carne, es decir de María.

En esta fase más antigua, hace su primera aparición (ya con Orígenes en tercer siglo) el título de Theotókos. De ahora en más, será justamente el uso de este título que conduzca a la Iglesia al descubrimiento de una maternidad divina más profunda, que podremos llamar maternidad metafísica. Sucede durante la época de las grandes controversias cristológicas del siglo V, cuando el problema central, en torno a Jesús, no era ya el de su verdadera humanidad, sino el de la unidad de su persona. La maternidad de María no es ya vista sólo en referencia a la naturaleza humana de Cristo, sino, como es más justo, en referencia a la única persona del Verbo hecho hombre. Debido a que esta única persona que María genera según la carne no es otra que la persona divina del Hijo, como consecuencia, ella aparece verdadera "Madre de Dios".

Entre María y Cristo no existe sólo una relación de orden físico, sino también de orden metafísico, y esto la coloca en una altura vertiginosa, creando una relación singular incluso entre ella y el Padre. Con el Concilio de Éfeso, esto pasa a ser para siempre una conquista de la Iglesia: "Si alguno —se lee en un texto aprobado allí- no confiesa que Dios es verdaderamente el Emanuel y que por lo tanto la Santa Virgen, habiendo engendrado según la carne al Verbo de Dios hecho carne, es la Theotókos, sea anatema" [1].

Fue un momento de gran júbilo para todo el pueblo de Éfeso, que esperó a los Padres fuera del aula conciliar y los acompañó, con antorchas y cantos, a sus hogares. Tal proclamación determinó una explosión de veneración hacia la Madre de Dios que no disminuyó más, ni en Oriente ni en Occidente, y que se tradujo en fiestas litúrgicas, íconos, himnos y en la construcción de innumerables iglesias dedicadas a ella.

Sin embargo, esta meta no era definitiva. Había otro nivel para descubrir en la maternidad divina de María, después del físico y metafísico. En las controversias cristológicas, el título de Theotókos era valorado más en función de la persona de Cristo que de la de María, aun siendo un título mariano. De tal título, no se llegaba todavía a las consecuencias lógicas respecto de la persona de María y, en particular, de su santidad única. Se corría el riesgo de que Theotókos se convirtiera en un arma de batalla entre corrientes teológicas opuestas, en lugar de la expresión de la fe y de la piedad de la Iglesia hacia María.

Fue este el gran aporte de los autores latinos y en particular de san Agustín. La maternidad de María es vista tanto como una maternidad en la fe, como maternidad también espiritual. Estamos en la epopeya de la fe de María. A propósito de la palabra de Jesús: Quién es mi Madre..., Agustín responde atribuyendo a María, en grado sumo, la maternidad espiritual que viene de hacer la voluntad del Padre:

"¿Podría ser que la Virgen María no hizo la voluntad del Padre, que por fe creyó, por fe concibió, que fue elegida para que de ella naciera para los hombres la salvación, que fue creada por Cristo, antes de que en ella fuera creado Cristo? Ciertamente que santa María hizo la voluntad del Padre y por eso es que es más grande para María haber sido discípula de Cristo, que Madre de Cristo" [2].

La maternidad física de María y la metafísica están ahora coronadas por el reconocimiento de una maternidad espiritual, o de fe, que hace de María la primera y la más santa hija de Dios, la primera y la más dócil discípula de Cristo, la creatura que —escribe incluso san Agustín —"por el honor debido al Señor, no se debe ni siquiera mencionar cuando se habla del pecado" [3]. La maternidad física o real de María, con la relación única y excepcional que crea entre ella y Jesús y entre ella y la Trinidad toda entera, es, y permanece, desde un punto de vista objetivo, la cosa más grande y el privilegio inigualable. Es así porque encuentra una comparación subjetiva en la fe humilde de María. Para Eva constituía ciertamente un privilegio único ser la "madre de todos los vivientes"; sin embargo, como no tenía fe, esto no la benefició en nada y, en lugar de santa, se vuelve desafortunada.

 

¡Hija de su Hijo!

María es la única, en el universo, que puede decir, dirigiéndose a Jesús, lo que le dice a él el Padre celeste: "¡Tú eres mi hijo; yo te he engendrado!" (cfr. Sal 2, 7; Heb 1, 5). San Ignacio de Antioquía dice, con toda simpleza, casi sin darse cuenta en qué dimensión está proyectando una creatura, que Jesús es "de Dios y de María" [4]. Casi como nosotros decimos de un hombre que es hijo de tal y de tal. Dante Alighieri ha contenido la doble paradoja de María que es "Virgen y Madre" y "madre e hija", en un solo verso: "¡Virgen Madre, hija de tu Hijo!" [5].

El título "Madre de Dios" basta por sí solo para fundar la grandeza de María y para justificar el honor a ella tributado. Se reprenderá a veces a los católicos por exagerar en el honor y en la importancia atribuida a María y a veces es necesario reconocer que esto era justificado, al menos por el modo con el cual esto sucedía. Sin embargo, no se piensa nunca en lo que ha hecho Dios. Dios se ha adelantado completamente en el hecho de honrar a María haciéndola Madre de Dios, que nadie puede decir nada más, aunque tuviera —dice el mismo Lutero- tantas lenguas como hojas de hierba hay" [6].

El título de "Madre de Dios" es incluso hoy el punto de encuentro y la base común a todos los cristianos, desde la cual retomar para reencontrar el acuerdo entorno al lugar de María en la fe. Éste es el único título ecuménico, no sólo de derecho, porque fue definido en un Concilio ecuménico, pero también de hecho por que es reconocido por todas las Iglesias.

Hemos escuchado lo que pensaba Lutero. En otra ocasión, él escribió: "El artículo que afirma que María es Madre de Dios está vigente en la Iglesia desde los inicios y el Concilio de Éfeso no lo definió como nuevo, porque es ya una verdad sostenida en el Evangelio y en la Sagrada Escritura... Estas palabras [es decir Lc 1, 32) y Gal 4, 4] sostienen con mucha firmeza que María es verdaderamente la Madre de Dios" [7]. Otro impulsor de la Reforma escribe: "María es justamente llamada, a mi juicio, Madre de Dios, Theotókos", y en otro lugar llama a María "la divina Theotókos", elegida incluso antes de tener la fe" [8]. A su vez, Calvino escribe: "La Escritura nos declara explícitamente que aquel que deberá nacer de la Virgen María será llamado Hijo de Dios (Lc 1, 32) y que la Virgen misma es Madre de nuestro Señor" [9].

Madre de Dios, Theotókos, es por lo tanto el título al cual es necesario regresar siempre, distinguiéndolo, como hicieron justamente los ortodoxos, de toda la serie infinita de otros nombres y títulos marianos. Si eso hubiera sido tomado en serio por todas las Iglesias y valorizado de hecho, más allá que reconocido de derecho en sede dogmática, bastaría para crear una unidad fundamental en torno a María y ella, en lugar de ser ocasión de división entre los cristianos, se convertiría, después del Espíritu Santo, en el factor más importante de unidad ecuménica, la que ayuda maternalmente a "reunir a los hijos de Dios que están dispersos" (cfr. Jn 11, 52).

 

"Madre de Cristo": la imitación de la Madre de Dios

Nuestro modo de proceder, en este camino sobre las huellas de María, consiste en contemplar los "pasos" individuales realizados por ella para después imitarlos en nuestra vida. ¿Pero cómo se puede imitar esta característica de la Virgen de ser Madre de Dios? ¿Puede María ser "figura de la Iglesia", es decir su modelo, incluso en este punto? No sólo esto es posible, sino que ha habido hombres, como Orígenes, san Agustín, san Bernardo, que llegaron a decir que, sin esta imitación, el título de María sería inútil para mí: "¿En qué me beneficia —decían- que Cristo haya nacido una vez de María en Belén, si no nace también por fe en mi alma?" [10].

Debemos recordar que la maternidad divina de María se realiza sobre dos planos: sobre un plano físico y sobre un plano espiritual. María es Madre de Dios no sólo porque lo ha llevado físicamente en su seno, sino también porque lo concibió primero en el corazón con la fe. Naturalmente, no podemos imitar a María en el primer sentido, generando de nuevo a Cristo, pero podemos imitarla en el segundo sentido, que es el de la fe.

El mismo Jesús inició en la Iglesia este uso del título de "Madre de Cristo", cuando declaró: Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica.[11] En la tradición, esta verdad conoció dos niveles de aplicación complementarios entre ellos. En un caso se ve realizada esta maternidad, en la Iglesia en su conjunto, en cuanto "sacramento universal de salvación"; en el otro, tal maternidad se ve realizada en casa persona o alma individual que cree. El Concilio Vaticano II se coloca en la primera perspectiva cuando escribe:

"La Iglesia... se vuelve ella también madre, porque con la predicación y con el bautismo engendra una vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por obra del Espíritu Santo y nacidos de Dios" [12].

Sin embargo todavía más clara, en la tradición, es la aplicación personal a cada alma: "Cada alma que cree, concibe y engendra al Verbo de Dios... Si según la carne una sola es la Madre de Cristo, según la fe, todas las almas generan a Cristo cuando acogen la palabra de Dios" [13]. Otro Padre se hace eco del Oriente: "Cristo nace siempre místicamente en el alma, tomando la carne de aquellos que son salvados y haciendo del alma que lo engendra una madre virgen" [14].

Nos concentramos sobre la aplicación del título Madre de Dios que nos concierne particularmente. Buscamos ver cómo se pasa a ser, en concreto, madre de Jesús. ¿Cómo nos dice Jesús que se pasa a ser su madre? A través de dos operaciones: escuchando la Palabra y poniéndola en práctica. Para entender, volvemos a pensar cómo se convierte en madre María: concibiendo a Jesús y dándolo a luz. Existen dos maternidades incompletas o dos tipos de interrupciones de maternidad. Una es la del aborto, antigua y conocida. Ésta sucede cuando se concibe una vida pero no se da a luz, porque, en el transcurso, ya sea por causas naturales o por el pecado de los hombres, el feto muere. Hasta hace poco este era el único caso que se conocía de maternidad incompleta. En la actualidad se conoce otro que consiste, por el contrario, en dar a luz un hijo sin haberlo concebido. Así sucede en el caso de los hijos concebidos en probeta e implantados, en un segundo momento, en el seno de una mujer, y en el caso triste y funesto del útero dado en préstamo para hospedar, a veces mediante pago, vidas humanas concebidas en otro lado. En esto caso, lo que la mujer da a luz, no viene de ella, no es concebido "primero en el corazón y después en el cuerpo".

Desafortunadamente, también en el plano espiritual existen estas dos tristes posibilidades. "Hay almas —dice san Ambrosio — quienes antes de dar a la luz hacen abortar al Verbo... Son muchos los que han concebido a Cristo, pero que nunca lo han dado a la luz" [15]. Engendra a Jesús sin darlo a luz quien acoge la Palabra, sin ponerla en práctica, quien hace un aborto espiritual uno tras otro, formulando propósitos de conversión que sistemáticamente después se olvidan y abandonan a mitad de camino; quien se comporta hacia la Palabra como observador impaciente que mira su rostro en el espejo y después se va olvidando rápidamente de cómo era (cfr. San 1, 23-24). En resumen, quien tiene la fe pero no tiene las obras.

Por el contrario, da a luz a Cristo sin concebirlo quien hace tantas obras, incluso buenas, pero que no vienen del corazón, del amor por Dios y de una recta intención, sino de la costumbre, de la hipocresía, de la búsqueda de la satisfacción que da el hacer. En resumen, quien tiene las obras pero no tiene la fe.

 

Dos fiestas del Niño Jesús

Hemos considerado el caso negativo de la maternidad incompleta por falta de fe o por falta de obras. Consideramos ahora el caso positivo de una maternidad verdadera y completa que nos hace parecer a María. San Francisco de Asís tiene una palabra que resume bien lo que me apremia resaltar:

"Somos madres de Cristo —dice- cuando lo llevamos en el corazón y en el cuerpo nuestro por medio del divino amor y de la pura y sincera conciencia; lo engendramos a través de las obras santas, que deben resplandecer a los otros en ejemplo... ¡Oh, cómo es santo y cómo es querido, agradable, humilde, pacífico, dulce, amable y deseable por sobre cada cosa, tener un hermano y un hijo semejante, el Señor Nuestro Jesucristo [16]!

Nosotros —dice el santo- concebimos a Cristo cuando lo amamos con sinceridad de corazón y con rectitud de conciencia y lo damos a la luz cuando cumplimos obras santas que lo manifiestan al mundo. Es un eco de las palabras de Jesús: Brille igualmente la luz de ustedes ante los hombres, de modo que cuando ellos vean sus buenas obras, glorifiquen al Padre de ustedes que está en el cielo (Mt 5, 16).

San Buenaventura, discípulo e hijo del Pobre de Asís, desarrolló este pensamiento en un librito titulado "Las cinco fiestas del Niño Jesús". En ello explica como el alma devota, por gracia del Espíritu Santo y el poder del Altísimo, puede concebir espiritualmente el bendito Verbo e Hijo Unigénito del Padre, dar a luz, darle el nombre, buscar adorarlo con los Magos y presentarlo felizmente a Dios Padre en su templo [17].

De estas cinco fiestas del Niño Jesús que el alma debe revivir, nos interesan sobre todo las primeras dos: la concepción y el nacimiento. Para san Buenaventura, el alma concibe a Jesús cuando, insatisfecha con la vida que lleva, estimulada por santas inspiraciones y encendiéndose de santo ardor, en fin alejándose con resolución de sus viejas costumbres y defectos, es fecundada espiritualmente por la gracia del Espíritu Santo y concibe el propósito de una vita nueva. ¡Sucede la concepción de Cristo! Una vez concebido, el bendito Hijo de Dios nace en el corazón, cuando, después de haber hecho un sano discernimiento, pedido consejo oportuno, invocado la ayuda de Dios, el alma pone inmediatamente en obra su santo propósito, comenzando a realizar lo que desde hacía un tiempo estaba madurando, pero que siempre había pospuesto por miedo de no ser capaz.

Sin embargo es necesario insistir sobre una cosa: este propósito de vida nueva debe traducirse, sin demora, en algo concreto, en un cambio, posiblemente también externo y visible, en nuestra vida y en nuestras costumbres. Si no se pone en acto el propósito, se concibe a Jesús pero no se lo da a luz. Es uno de los abortos espirituales. ¡No se celebrará nunca "la segunda fiesta" del Niño Jesús que es la Navidad! Es una de las tantas prórrogas que han marcado nuestra vida y que son una de las razones principales por la cual tan pocos se hacen santos.

Si decides cambiar el estilo de vida y comenzar a ser parte de la categoría de los pobres y humildes que como María buscan sólo encontrar gracia junto a Dios, sin buscar gustarles a los hombres, entonces debes armarte de coraje, porque será necesario. Deberás enfrentar dos tipos de tentaciones. Dice san Buenaventura que se te presentarán primero los hombres carnales de tu ambiente a decirte: "Es muy arduo lo que emprendes; no lo lograrás nunca, te faltarán las fuerzas, tendrás problemas de salud; estas cosas no se corresponden a tu estado, compromete tu buen nombre y la dignidad de tu carga..."

Superado este obstáculo, se presentarán otros que tienen fama de ser y, quizás lo son también de hecho, personas pías religiosas, pero que no creen verdaderamente en el poder de Dios y de su Espíritu. Estas te dirán que, si comienzas a vivir de este modo —dando tanto espacio a la oración, evitando las charlatanerías inútiles, haciendo obras de caridad-, serás considerado rápidamente un santo, un hombre devoto, espiritual, y porque tú sabes muy bien que todavía no lo eres, terminarás engañando a la gente y siendo un hipócrita, atrayendo sobre ti la ira de Dios que escudriña los corazones. A todas estas tentaciones, es necesario responder con fe: ¡la mano del Señor no se queda corta para salvar! (Is 59, 1) y casi enojándose con sí mismo, exclamar con Agustín en la vigilia de su conversión: "¿Si estos lo hicieron por qué no también yo? Si isti et istae, cur non ego?" [18].

Hemos intentado en las tres meditaciones de Adviento de prepararnos a Navidad a la escuela de la Madre de Dios. Ahora que hemos llegados al final no nos queda que unirnos a ella en una contemplación silenciosa y adoradora del Dios hecho hombre por nosotros. La liturgia bizantina en la víspera de Navidad contiene una oración llena de santo orgullo, que podemos hacer nuestra frente al pesebre:

¿Qué podemos ofrecerte como regalo, oh Cristo nuestro Dios, por haber aparecido en la tierra asumiendo nuestra propia humanidad? Cada una de las criaturas moldeadas por tus manos te ofrece algo para darte gracias: los ángeles te ofrecen su canción, los cielos la estrella, los magos sus dones, los pastores su maravilla, la tierra una cueva, el desierto un pesebre. ¡Pero te ofrecemos una Madre virgen!

 

 

[1] S. Cirilo Alejandrino, Anatematismo I contra Nestorio, en Enchiridion Symbolorum, nr. 252.

[2] S. Agustín, Discursos 72 A (=Denis 25), 7 (Miscelánea Agustiniana, I, p. 162).

[3] S. Agustín, Naturaleza y gracia 36, 42 (CSEL 60, p. 263 s).

[4] S. Ignacio de Antioquía, Carta a los Éfesos 7, 2.

[5] Dante Alighieri, Paraíso XXXIII, 1.

[6] Lutero, Comentario al Magníficat (ed. Weimar 7, p. 572 s).

[7] Lutero, De los concilios de la Iglesia (ed. Weimar, 50, p. 591 s).

[8] H. Zwingli, Expositio fidei, en ZWINGLI Hauptschriften, der Theologe III, Zurigo 1948, p. 319.

[9] Calvino, Instituciones de la religión cristiana II, 14, 4 .

[10] Cfr. Orígenes, Comentario al Evangelio de Lucas 22, 3 (Sch 87, p. 302).

[11] Lc 8, 21; cfr. Mc 3, 31 s; Mt 12, 49

[12] Lumen gentium 64.

[13] S. Ambrosio, Exposición del Evangelio según Lucas II, 26 (CSEL 32, 4, p. 55).

[14] S. Máximo Confesor, Comentario al Padrenuestro (PG 90, 889).

[15] S. Ambrosio, Exposición del Evangelio según Lucas, X , 24-25.

[16] S. Francisco de Asís, Carta a los fieles 1 (Fuentes Franciscanas nr. 178).

[17] S. Buenaventura, Las cinco fiestas del Niño Jesús, prólogo (ed. Quaracchi 1949, pp. 207 ss).

[18] S. Agustín, Confesiones VIII, 8, 19

 

 

 

20/12/2019-10:32
Larissa I. López

Puertas Abiertas: Campaña para ayudar a los cristianos en Oriente Medio

(ZENIT- 20 dic. 2019).-- La ONG Puertas Abiertas presenta la campaña internacional llamada "Esperanza para Oriente Medio".

Esta iniciativa pretende ofrecer, a través de los "Centros Esperanza", ayuda humanitaria a las personas necesitadas en estos países que sufren las consecuencias de la guerra, así lo comunica la propia organización a través de un dossier informativo sobre la campaña.

 

Crisis en Oriente Medio

Tal y como indica la mencionada fuente, Oriente Medio es conocido por ser una zona asolada por enfrentamientos violentos causados por conflictos políticos, económicos o religiosos entre los distintos países implicados en la zona.

La última gran crisis humanitaria se localizó específicamente en esa zona. A través de la violencia, el grupo terrorista ISIS, aprovechó la guerra civil que sufría Siria y estableció el Estado Islámico.

Este Gobierno islámico extremista extendió su poder desde Siria hasta Irak y sus ataques provocaron que millones de personas se vieran obligadas a huir de su tierra natal como refugiados para no ser heridos o incluso asesinados.

En octubre de 2017, una coalición entre el ejército estadounidense y las Fuerzas Democráticas Sirias liberó la ciudad de Raqqa, la antigua capital de este Estado Islámico que, progresivamente, ha ido perdiendo poder.

 

Origen de la campaña

Con el objetivo de dar mayor visibilidad a la situación, Puertas Abiertas (Open Doors) junto a sus colaboradores locales organizó una campaña internacional llamada “Hope for Middle East” (“Esperanza para Oriente Medio”).

Tal y como informa la ONG, aunque la estabilidad absoluta aún no se ha conseguido, el Estado Islámico fue prácticamente erradicado en el 2017, al mismo tiempo que millones de refugiados volvieron y la reconstrucción comenzó lentamente.

La campaña comenzó con la recogida de más de 800.000 firmas que se presentaron en la oficina del Secretario General de la ONU y con la recaudación de millones de dólares destinados a “la ayuda humanitaria, reconstrucción de las ciudades, desarrollo socioeconómico, etc.”, explica el dossier.

 

"Centros Esperanza"

En este contexto, las iglesias, que habían sido refugios para muchos durante la guerra, comenzaron junto con Puertas Abiertas la iniciativa "Centros de Esperanza". Estas se convirtieron entonces en "puntos neurálgicos de ayuda humanitaria, asistencia al trauma, consejería y formación", continúa el citado texto.

Asimismo, a través de las iglesias locales se repartieron paquetes de alimentos y otros utensilios de primera necesidad para más de 17.000 familias cada mes, ofreciendo apoyo a personas solas, enfermas, ancianas o familias numerosas necesitadas.

 

Testimonio de Jina

Jina y su hijo de 7 años son una familia que ha encontrado refugio en el "Centro de Esperanza" de la iglesia de la Alianza en Aleppo.

En 2013, el esposo de Jina, Rober, fue secuestrado junto con un amigo por extremistas del Estado Islámico, por el simple hecho de ser cristianos.

Meses después, la familia del amigo de su esposo pagó un rescate y fue liberado. Este hombre contó a Jina que Rober estaba siendo torturado física y psicológicamente para que se convirtiera al islam y resistía diciendo "Tengo a mi Dios, eso es todo."

Los problemas de Jina y de su hijo no se han solucionado pero al menos cuentan con los paquetes de ayuda y gasolina que reciben del “Centro de Esperanza” en Aleppo.

 

Eliminar los efectos de la guerra

El responsable de este centro y de la iglesia de la Alianza en Aleppo, el pastor Abdallah, por su parte, expresa: "Queremos seguir valorando la ayuda que podemos ofrecer a las personas. Por ejemplo, podemos ayudarles a empezar pequeños negocios mediante recursos como la capacitación y formación laboral, asesoramiento o prestación de microcréditos".

Además, "tres veces a la semana tenemos actividades para niños, los cuales pertenecen a la generación más dañada por la guerra. Queremos ir más allá en el apoyo psicológico para poder eliminar en la medida de lo posible los efectos de la guerra en ellos", describe. También ofrecen diferentes programas para mujeres, parejas y hombres.

 

Colaboración

Por todo ello, el proyecto de Puertas Abiertas es el de crecer estableciendo más "Centros Esperanza", a través de los que proporcionar: asistencia postraumática a las víctimas del conflicto; ayuda humanitaria a desplazados internos y refugiados iraquíes; programas de generación de empleos; microcréditos para la creación de negocios; propiciar la reconciliación entre confesiones religiosas; y formación.

Para poder colaborar con donativos en la campaña "Esperanza para Oriente Medio", visita la página web oficial de Puertas Abiertas.

 

 

 

20/12/2019-11:32
Rosa Die Alcolea

Iglesia Greco-Melquita: El Papa nombra al exarca apostólico para los fieles en Venezuela

(ZENIT — 20 dic. 2019).- El Papa Francisco ha nombrado al reverendo Joseph Khawam, de la Orden Basiliana de Alepo, Siria, como exarca apostólico para los fieles greco-melquitas residentes en Venezuela, asignándole la sede titular de Apamea de Siria, ha informado la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el viernes 20 de diciembre de 2019.

Asimismo, el Santo Padre le ha designado administrador apostólico sede vacante et ad nutum Santaec Sedis de la Eparquía Greco-Melquita Nuestra Señora del Paraíso en México.

El exarcado apostólico se extiende a todos los fieles de la Iglesia Católica Greco-Melquita, que es una iglesia oriental católica de rito bizantino, en plena comunión con el Papa de Roma, cuyos fieles, alrededor de un millón y medio en todo el mundo, hablan en su mayoría árabe.

El pasado 21 de junio de 2017, Su Beatitud fue elegido nuevo patriarca de la Iglesia greco-melquita por el Sínodo reunido en el Líbano, y aceptado por el Papa Francisco, quien le concedió la Ecclesiastica Communio, según el can. 76 § 2 del Código de los cánones de las Iglesias orientales.

Meses más tarde, en febrero de 2018, el patriarca concelebró la Eucaristía con el Pontífice en la Casa de Santa Marta, en el Vaticano, acompañado por una delegación greco-melquita. Al final de la ceremonia, Youssef Absi leyó la Comunión eclesiástica ( apostolica communio) como gesto de comunión con el Sucesor de Pedro: «Él es padre de una Iglesia, de una Iglesia antiquísima y viene a abrazar a Pedro, para decir 'estoy en comunión con Pedro'».

 

Mons. Joseph Khawam

Mons. Joseph Khawam nació en Siria, Alepo el 14 de abril de 1968. Ingreso a la Orden Basiliana Aleppino de los Greco-Melquitas en 1987, luego estudió filosofía y teología en Roma, en la Universidad Pontificia San Anselmo. Realizó su profesión solemne el 5 de agosto de 1995 y el 16 de diciembre de ese mismo año fue ordenado Sacerdote.

Posteriormente ocupó el cargo de Rector del Seminario menor de su Orden, párroco de Kib-Elías y rector de la Iglesia de Notre-Dame de Zhale.

Fue nombrado secretario del Consejo Presbiteral eparquial de Zhale y miembro del comité eparquial para las vocaciones.

En el 2007 fue nombrado Superior del Convento Santísimo Salvador en Sarba, y desde el 2011 hasta hoy fue Superior del Convento San Giorgio en Bkamine, Souk El Gharb. Entre 2011 y 2015 ocupó el cargo de Asistente de su Orden. Además del árabe, habla francés e italiano.

 

 

 

20/12/2019-12:00
Larissa I. López

Ecuador: Padre Antonio Crameri, nuevo obispo auxiliar de Guayaquil

(ZENIT- 20 dic. 2019).-- El Papa Francisco ha nombrado obispo auxiliar de Guayaquil (Ecuador) al padre Antonio Crameri, párroco de San Agustín de Portoviejo, asignándole la sede titular de Apolonia.

Así lo ha comunicado hoy, 20 de diciembre de 2019, la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

 

Padre Antonio Crameri

Nació en Locardo, Cantón Ticino (Suiza), el 4 de enero de 1969. Ingresó en el Seminario de la Sociedad de Sacerdotes de San José Cottolengo en Turín y recibió la ordenación sacerdotal el 8 de junio de 1996, incardinándose en la Sociedad de palabra.

Obtuvo la Licenciatura en Teología de la Pastoral de la Salud en el Instituto Internacional de Teología de la Pastoral de la Salud Camillianum (Roma).

En Italia ha ocupado los siguientes cargos: colaborador en la comunidad de recuperación de Pinerolo y en la comunidad de La Verbena para el tratamiento de drogodependientes; profesor sustituto en el Seminario de la Piccola Casa de Turín.

Al llegar al Ecuador fue párroco de Santa Marianita en la Misión de Esmeraldas, coordinador de catequesis, miembro del consejo presbiteral y responsable de la formación de diáconos permanentes (2002-2016).

Actualmente es párroco de San Agustín en Flavio Alfaro y de Novillo en la archidiócesis de Portoviejo.

 

 

 

20/12/2019-07:21
Isabel Orellana Vilches

San Pedro Canisio, 21 de diciembre

«Doctor de la Iglesia; el más importante e intrépido defensor de la religión. Llevó el carisma jesuita por gran parte de Europa. De forma particular evangelizó Alemania. Fue un brillante teólogo y autor de importantes obras»

Este insigne apóstol de Alemania, incansable apologeta que siguió los pasos de san Bonifacio en la evangelización germana jesuita, no se concedió ni un instante para sí, haciendo de su vida un permanente acto de ofrenda a Cristo.

Nació el 8 de mayo de 1521 en la localidad holandesa de Nimega. Su influyente familia pertenecía a la nobleza; su padre era el alcalde de su ciudad natal. Fue el primogénito de dos hermanos, y de ocho vástagos más que nacieron del segundo matrimonio de su progenitor, quien contrajo nuevas nupcias al enviudar. Todos los hijos fueron educados en la fe tanto por él como por sus dos esposas. En 1536 Pedro inició sus estudios en la universidad de Colonia. Y fue allí donde la eficaz labor apostólica de dos sacerdotes le fueron conduciendo hacia una vida espiritual intensa. El segundo, Nicolás van Esche, que fue su confesor, le sugirió leer el evangelio todos los días y le proporcionó las pautas elementales de la oración. Solía frecuentar el monasterio cartujo de santa Bárbara.

Fue un alumno excepcional. En 1540 obtuvo el Magister en Teología. Entonces vivía en un estado de búsqueda, y se hallaba a la espera de que Dios le mostrara el camino a seguir, mientras barajaba la opción sacerdotal. Todo se concretó al conocer al jesuita Pedro Fabro en 1543; le había puesto en contacto con él otro jesuita compañero de estudios. Se trasladó a Maguncia expresamente para hablar con el beato, y quedó bajo su amparo. Después hizo los ejercicios espirituales, y en mayo de ese año ingresó en la Compañía de Jesús. El noviciado coincidió con la muerte de su padre y decidió distribuir los cuantiosos bienes que le legaron entre los pobres, estudiantes sin recursos y también entre los jesuitas. Le encomendaron la delicada misión de dirigir como vicesuperior a la reducida comunidad que quedó en Colonia tratando de esquivar el decreto de expulsión que pendía sobre los conventos. Yen 1544 comenzó a dedicarse a la predicación, acción apostólica que le distinguiría y en la que obtuvo grandes conversiones.

Profesó en mayo de 1545. Le avalaba su prestigio en la universidad cuando le designaron para participar en la Dieta de Worms donde se dirimían los conflictos entre protestantes y católicos. Otra de sus actuaciones se produjo en el ámbito de la diplomacia. Trabajaba arduamente, consciente de que no tenía ni un instante para sí, como expresaba al padre Fabro en sus cartas. Fue ordenado en junio de 1546 y en agosto de este año moría el beato, noticia que Pedro acogió con incontenible emoción ya que se había formado bajo su tutela. La situación eclesial era gravísima porque el arzobispo Max Hermann von Wied se había involucrado en la herejía y le habían excomulgado. Las misiones diplomáticas que Canisio llevó a cabo fueron esenciales para el mantenimiento de la fe en Colonia; por ellas se le califica como «el más importante e intrépido defensor de la religión». Se distinguió por su celo apostólico, la oración, la meditación y la caridad que mostraba hacia todos. Fue un apologeta de la fe, cuya defensa efectuó con rigor y respeto, imbatible en su manera de refutar los errores.

En 1547 participó en el Concilio de Trento, trabajando con Diego Laínez y Alfonso Salmerón. En calidad de teólogo había acompañado al prelado de Austria. Después se trasladó a Roma por indicación de san Ignacio de Loyola, que se ocupó personalmente de completar su formación. Se doctoró en 1549. Humilde, obediente y dispuesto a todo por Cristo, partió a Messina para trabajar en un colegio infantil. Reconoció: «Me apego a la obediencia, con el corazón. Obligo al espíritu a no inclinarse». Cuando se entrevistó con el papa Pablo III, sabiendo que iba a partir a Alemania, se postró de hinojos en la basílica de san Pedro rogando fervientemente la bendición de los apóstoles Pedro y Pablo. Salió confortado: «Allí he sentido que un gran consuelo y la presencia de la gracia me eran concedidas por medio de estos intercesores (Pedro y Pablo). Ellos confirmaban mi misión en Alemania y parecían transmitirme, como apóstol de Alemania, el apoyo de su benevolencia. Tú conoces Señor, de que manera y cuantas veces en ese mismo día me has confiado Alemania, a la que luego cuidaré y por la cual deseo vivir y morir».

Con la magnánima resolución de no defraudar a Cristo y a sus superiores transcurrió el resto de su vida entre Alemania, Austria y Holanda, siendo incansable apóstol, insigne profesor, ardiente predicador y reconciliador que supo tocar la fibra íntima de los apartados de la fe. Pacificador y mediador en graves conflictos, hombre de gran visión y sabio gobierno, por donde pasaba surgían vocaciones y, con ellas, el incremento de sacerdotes. Fue fundador de colegios, vice gran canciller y rector universitario, administrador de la diócesis de Viena, a su pesar, por expresa indicación del papa Julio III, y reputado autor. Retazos de sus experiencias místicas ponen de relieve su pasión por Cristo: «Tú, al final, como si me pudieses abrir el corazón del Santísimo Cuerpo, que me parecía ver delante de mí, me has mandado beber en esa fuente, invitándome por decir así a sacar las aguas de mi salvación de tus fuentes, oh mi Salvador».

Entre sus obras se halla el famoso compendio de doctrina cristiana, luego convertido en catecismo, que sería objeto de numerosas traducciones y reediciones. En 1556 Ignacio lo designó provincial de Alemania hallándose bajo su jurisdicción: Austria, Bohemia, Baviera y el Tirol. En tres décadas recorrió miles de kilómetros evangelizando a las gentes. «Descansaremos en el cielo», decía. Todos, fueran o no creyentes, le estimaban. Fue designado nuncio por Pío IV, y Pío V le encomendó asistir a la Dieta de Augsburgo. Los últimos diecisiete años de su vida los pasó en Friburgo, animando, consolando, estudiando, escribiendo e impulsando las fundaciones. Murió el 21 de diciembre de 1597 contemplando a María. Pío IX lo beatificó el 20 de noviembre de 1864. Pío XI lo canonizó y declaró doctor de la Iglesia el 21 de mayo de 1925.