Servicio diario - 19 de agosto de 2020


 

AUDIENCIA GENERAL
Audiencia general: Ciclo de catequesis del Papa sobre COVID-19
Rosa Die Alcolea
Oportunidad para construir algo nuevo

JUSTICIA Y PAZ
Día Mundial de la Asistencia Humanitaria: Héroes en pandemia
Rosa Die Alcolea
Palabras de António Guterres

AUDIENCIA GENERAL
Audiencia general: Tercera catequesis del Papa sobre COVID-19
Rosa Die Alcolea
Texto completo

AUDIENCIA GENERAL
El Papa pide la curación “de las enfermedades que provocan los virus”
Rosa Die Alcolea
Saludo a los fieles de lengua española

AUDIENCIA GENERAL
Como san Bernardo, el Papa invita a “abandonarse” en la Virgen
Rosa Die Alcolea
Saludo a ancianos y enfermos

AUDIENCIA GENERAL
Audiencia general: Palabras del Papa a los fieles de lengua árabe
Rosa Die Alcolea
“Estamos llamados a actuar”

IGLESIA Y MUNDO
Lourdes: El cardenal Pietro Parolin afirma el “poder de la misericordia”
Redacción zenit
Misa de la Asunción de la Virgen

ANÁLISIS
Monseñor Felipe Arizmendi: “Sanar pandemias”
Felipe Arizmendi Esquivel
“No nos quedemos indiferentes”

TESTIMONIOS
San Bernardo de Claraval, 20 de agosto
Isabel Orellana Vilches
Excelso propagador del culto a María


 

 

 

Audiencia general: Ciclo de catequesis del Papa sobre COVID-19 (3)

Oportunidad para construir algo nuevo

agosto 19, 2020 10:50

Audiencia General

(zenit – 19 agosto 2020).- “Tenemos una oportunidad para construir algo nuevo”, ha advertido el Papa Francisco esta mañana, durante la audiencia general, retomando el ciclo de catequesis sobre COVID-19 con el lema “Sanar al mundo”.

La audiencia general de esta mañana este miércoles, 19 de agosto de 2020, a las 9:30 horas en la biblioteca del Palacio Apostólico Vaticano, así como se viene haciendo desde principios del pasado mes de marzo, a causa de pandemia del coronavirus, para evitar el contacto entre personas.

La tercera catequesis del ciclo de catequesis del Papa sobre COVID-19 está dedicada a “La opción preferencial por los pobres y la virtud de la caridad”. Ante la preocupación que hoy se vive por las consecuencias sociales de la pandemia, “muchos quieren volver a la normalidad y retomar las actividades económicas”, ha comentado, “pero esa ‘normalidad’ no debería incluir las injusticias sociales y la degradación ambiental”.

 

Las personas en el centro

Francisco ha subrayado que la crisis del coronavirus es una ocasión para “dar impulso a una economía donde las personas, y sobre todo los más pobres, estén en el centro”; una economía “que contribuya a la inclusión de los marginados, a la promoción de los últimos, al bien común y al cuidado de la creación”.

La pandemia “ha dejado al descubierto la difícil situación de los pobres y la gran desigualdad que reina en el mundo”, ha recordado el Santo Padre. “Ante esta situación, la respuesta es doble. Por un lado, hay que buscar una vacuna para el virus, que esté al alcance de todos. Pero también es necesario curar otro gran virus: el de la injusticia social, la marginación y la falta de oportunidades para los más débiles. Esta doble respuesta implica una elección evangélica, que es la opción preferencial por los pobres”.

 

Cristo se despojó de su condición divina

Cristo mismo, siendo Dios, se despojó de su condición divina, ha rememorado el Papa. Como es sabido, nació en una familia humilde, “trabajó, no eligió una vida de privilegio sino de servicio”, ha descrito Francisco. “Estaba en medio de la gente. Se acercaba a los enfermos y a los pobres, mostrándoles el amor misericordioso de Dios. Su ejemplo es un criterio clave de autenticidad cristiana: todos estamos llamados a ser instrumentos de Dios para ayudar a los más necesitados”.

 

 

 

 

Día Mundial de la Asistencia Humanitaria: Héroes en pandemia

Palabras de António Guterres

agosto 19, 2020 14:21

Justicia y Paz

(zenit – 19 agoto 2020).- Hoy se celebra el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, 19 de agosto, en honor a los trabajadores humanitarios que han sido asesinados o resultaron heridos en desempeño de su labor, así como a todos los “héroes en pandemia”, trabajadores y profesionales de la salud que continúan, a pesar de las dificultades, prestando asistencia y protección a millones de personas, señala la Organización de las Naciones Unidas.

Este año, la celebración se produce cuando el mundo se encuentra aún luchando contra la pandemia COVID-19. Los trabajadores humanitarios “están superando obstáculos de acceso sin precedentes para ayudar a las personas en crisis humanitarias en 54 países, así como en otros nueve países que han sido catapultados a la necesidad humanitaria por la pandemia COVID-19”, señalan desde la organización internacional.

Los orígenes de esta jornada se remontan al atentado del 19 de agosto de 2003, contra la sede de las Naciones Unidas en Bagdad (Iraq) que se cobró la vida de 22 personas, entre ellas el enviado de la ONU, Sergio Vieira de Mello. Por lo que, en diciembre de 2008, la Asamblea General declaró el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria en memoria del brutal ataque terrorista.

 

Héroes en la vida real

Este 19 de agosto, la ONU rinde homenaje especial “a los héroes en la vida real que han decidido dedicar sus vidas a ayudar a otros, incluso en las circunstancias más extremas en todo el mundo”, escribe António Guterres, secretario general de la ONU.

La campaña se centra en qué es lo que mueve a los trabajadores humanitarios a seguir dedicándose a salvar y proteger vidas a pesar del conflicto, la inseguridad, la dificultad para acceder a los que los necesitan y los riesgos relacionados con la COVID-19.

 

Opción preferencial por los pobres

El Papa Francisco ha celebrado esta mañana la audiencia general, y ha impartido su tercera catequesis sobre la vida después de la pandemia, haciendo especial hincapié hoy en “La opción preferencial por los pobres y la virtud de la caridad”.

Coincidiendo con el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, el Pontífice ha expresado que “hoy tenemos una ocasión para construir algo diferente”. Por ejemplo, “podemos hacer crecer una economía de desarrollo integral de los pobres y no de asistencialismo”, ha recalcado, pero sin querer “condenar la asistencia”, ha aclarado, pues “las obras de asistencia son importantes”.

Cabe recordar la ayuda con innumerables gestos de solidaridad por parte del Papa con los más vulnerables, especialmente en estos últimos meses, en los que la pandemia de COVID-19 está dejando mella en las clases sociales más pobres. Además de donaciones, aportaciones y oraciones impulsadas por él mismo, el pasado 20 de marzo de 2020, el Papa creó la Comisión Vaticana COVID-19 para analizar y reflexionar respecto a los desafíos socioeconómicos del futuro y la propuesta criterios para afrontarlos.

 

Papel de las comunidades locales

En este Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, Caritas Internationalis llama la atención sobre el “papel de las comunidades locales” como agentes de solidaridad inmediata y pide un mayor apoyo a las organizaciones locales de la sociedad civil, especialmente las de carácter religioso, que en todo el mundo están apoyando, ayudando y empoderando a las comunidades locales.

“En este día, la comunidad internacional recuerda la generosidad de corazón de miles de trabajadores humanitarios, de los pobres y sobre todo de los supervivientes de las catástrofes que, con esperanza, aspiran a vivir con dignidad”, señala Aloysius John, secretario general de Caritas Internationalis, que es la segunda mayor red católica de la sociedad civil y está presente en casi todos los países del mundo.

Una parte importante de la labor de Caritas Internationalis – una confederación de 162 miembros – es “fomentar el empoderamiento de las comunidades locales, incluso en el ámbito de la ayuda humanitaria”, aclaran.

 

Cáritas Perú, premiada

En este marco, Caritas Perú ha sido premiada por su labor humanitaria, por parte del Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI) y el sistema de las Naciones Unidas, “para mejorar la calidad de vida de miles de personas que se enfrentan a situaciones difíciles debido a la pandemia COVID-19”.

La ceremonia se llevará a cabo a partir de las 16 horas y se podrá seguir a través de la página de Facebook del INDECI. El Presidente de Cáritas Perú, Monseñor Fortunato Pablo Urcey, Obispo de Chota, recibirá el premio.

 

 

 

 

Audiencia general: Tercera catequesis del Papa sobre COVID-19

Texto completo

agosto 19, 2020 12:56

Audiencia General

(zenit – 19 agosto 2020).- La opción preferencial por los pobres “está en el centro del Evangelio” ha advertido el Papa Francisco en la audiencia general, este miércoles, 19 de agosto de 2020, durante su tercera catequesis sobre COVID-19.

Es una “exigencia ético-social” que proviene del amor de Dios, ha matizado, y “nos da el impulso a pensar y a diseñar una economía donde las personas, y sobre todo los más pobres, estén en el centro”.

El Papa argentino ha aclarado que esto “nos anima también a proyectar la cura del virus privilegiando a aquellos que más lo necesitan” y ha expresado que sería “triste” si en la vacuna para la COVID-19 “se diera la prioridad a los ricos”, así como si ésta “se convirtiera en propiedad de esta o aquella nación y no sea universal y para todos”.

 

Respuesta doble a la pandemia

Para el Pontífice, “la respuesta a la pandemia es doble”: Por un lado, es “indispensable encontrar la cura” para un virus pequeño “pero terrible, que pone de rodillas a todo el mundo”, y por el otro, “curar un gran virus, el de la injusticia social, de la desigualdad de oportunidades, de la marginación y de la falta de protección de los más débiles”. En esta “doble respuesta de sanación”, la opción preferencial por los pobres “no puede faltar”, ha asegurado.

El sucesor de Pedro ha puntualizado que los seguidores de Jesús se reconocen por su cercanía a los pobres, a los pequeños, a los enfermos y a los presos, a los excluidos, a los olvidados, a quien está privado de alimento y ropa. “Este es un criterio-clave de autenticidad cristiana”, ha remarcado.

En este contexto, Francisco ha recordado que Cristo mismo, que es Dios, “se ha despojado a sí mismo, haciéndose igual a los hombres; y no ha elegido una vida de privilegio, sino que ha elegido la condición de siervo”. Así, ha matizado que “Él ha corrido el riesgo por estar cerca de los pobres”.

 

Más allá de la asistencia humanitaria

Precisamente coincidiendo con la celebración del Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, el Papa ha insistido en que “la fe, la esperanza y el amor necesariamente nos empujan hacia esta preferencia por los más necesitados”, que “va más allá de la pura necesaria asistencia”, ha dicho.

Esto implica de hecho el “caminar juntos, el dejarse evangelizar por ellos, que conocen bien al Cristo sufriente, el dejarse ‘contagiar’ por su experiencia de la salvación, de su sabiduría y de su creatividad”.

Según el Santo Padre, “hoy tenemos una ocasión para construir algo diferente”. Por ejemplo, “podemos hacer crecer una economía de desarrollo integral de los pobres y no de asistencialismo”, ha recalcado, pero sin querer “condenar la asistencia”, ha aclarado, pues “las obras de asistencia son importantes”.

A continuación, se ofrece el texto de la traducción no oficial de la catequesis del Papa, difundido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

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Catequesis del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La pandemia ha dejado al descubierto la difícil situación de los pobres y la gran desigualdad que reina en el mundo. Y el virus, si bien no hace excepciones entre las personas, ha encontrado, en su camino devastador, grandes desigualdades y discriminación. ¡Y las ha incrementado!

Por tanto, la respuesta a la pandemia es doble. Por un lado, es indispensable encontrar la cura para un virus pequeño pero terrible, que pone de rodillas a todo el mundo. Por el otro, tenemos que curar un gran virus, el de la injusticia social, de la desigualdad de oportunidades, de la marginación y de la falta de protección de los más débiles. En esta doble respuesta de sanación hay una elección que, según el Evangelio, no puede faltar: es la opción preferencial por los pobres (cfr Exhort. ap. Evangelii gaudium [EG], 195). Y esta no es una opción política; ni tampoco una opción ideológica, una opción de partidos. La opción preferencial por los pobres está en el centro del Evangelio. Y el primero en hacerlo ha sido Jesús; lo hemos escuchado en el pasaje de la Carta a los Corintios que se ha leído al inicio. Él, siendo rico, se ha hecho pobre para enriquecernos a nosotros. Se ha hecho uno de nosotros y por esto, en el centro del Evangelio, en el centro del anuncio de Jesús está esta opción.

Cristo mismo, que es Dios, se ha despojado a sí mismo, haciéndose igual a los hombres; y no ha elegido una vida de privilegio, sino que ha elegido la condición de siervo (cfr Fil 2, 6-7). Se aniquiló a sí mismo convirtiéndose en siervo. Nació en una familia humilde y trabajó como artesano. Al principio de su predicación, anunció que en el Reino de Dios los pobres son bienaventurados (cfr Mt 5, 3; Lc 6, 20; EG, 197). Estaba en medio de los enfermos, los pobres y los excluidos, mostrándoles el amor misericordioso de Dios (cfr Catecismo de la Iglesia Católica, 2444). Y muchas veces ha sido juzgado como un hombre impuro porque iba donde los enfermos, los leprosos, que según la ley de la época eran impuros. Y Él ha corrido el riesgo por estar cerca de los pobres.

Por esto, los seguidores de Jesús se reconocen por su cercanía a los pobres, a los pequeños, a los enfermos y a los presos, a los excluidos, a los olvidados, a quien está privado de alimento y ropa (cfr Mt 25, 31-36; CCC, 2443) . Podemos leer ese famoso parámetro sobre el cual seremos juzgados todos, seremos juzgados todos. Es Mateo, capítulo 25. Este es un criterio-clave de autenticidad cristiana (cfr Gal 2,10; EG, 195). Algunos piensan, erróneamente, que este amor preferencial por los pobres sea una tarea para pocos, pero en realidad es la misión de toda la Iglesia, decía San Juan Pablo II (cfr S. JUAN PABLO II, Enc. Sollicitudo rei socialis, 42). “Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres” (EG, 187).

La fe, la esperanza y el amor necesariamente nos empujan hacia esta preferencia por los más necesitados,1que va más allá de la pura necesaria asistencia (cfr EG, 198). Implica de hecho el caminar juntos, el dejarse evangelizar por ellos, que conocen bien al Cristo sufriente, el dejarse “contagiar” por su experiencia de la salvación, de su sabiduría y de su creatividad (cfr ibid.). Compartir con los pobres significa enriquecerse mutuamente. Y, si hay estructuras sociales enfermas que les impiden soñar por el futuro, tenemos que trabajar juntos para sanarlas, para cambiarlas (cfr ibid., 195). Y a esto conduce el amor de Cristo, que nos ha amado hasta el extremo (cfr Jn 13, 1) y llega hasta los confines, a los márgenes, a las fronteras existenciales. Llevar las periferias al centro significa centrar nuestra vida en Cristo, que “se ha hecho pobre” por nosotros, para enriquecernos “por medio de su pobreza” (2 Cor 8, 9).2

Todos estamos preocupados por las consecuencias sociales de la pandemia. Todos. Muchos quieren volver a la normalidad y retomar las actividades económicas. Cierto, pero esta “normalidad” no debería comprender las injusticias sociales y la degradación del ambiente. La pandemia es una crisis y de una crisis no se sale iguales: o salimos mejores o salimos peores. Nosotros debemos salir mejores, para mejorar las injusticias sociales y la degradación ambiental. Hoy tenemos una ocasión para construir algo diferente. Por ejemplo, podemos hacer crecer una economía de desarrollo integral de los pobres y no de asistencialismo. Con esto no quiero condenar la asistencia, la obras de asistencia son importantes. Pensemos en el voluntariado, que es una de las estructuras más bellas que tiene la Iglesia italiana. Pero tenemos que ir más allá y resolver los problemas que nos impulsan a hacer asistencia. Una economía que no recurra a remedios que en realidad envenenan la sociedad, como los rendimientos disociados de la creación de puestos de trabajo dignos (cfr EG, 204). Este tipo de beneficios está disociado por la economía real, la que debería dar beneficio a la gente común (cfr Enc. Laudato si’ [LS], 109), y además resulta a veces indiferente a los daños infligidos a la casa común.

La opción preferencial por los pobres, esta exigencia ético-social que proviene del amor de Dios (cfr LS, 158), nos da el impulso a pensar y a diseñar una economía donde las personas, y sobre todo los más pobres, estén en el centro. Y nos anima también a proyectar la cura del virus privilegiando a aquellos que más lo necesitan. ¡Sería triste si en la vacuna para la COVID-19 se diera la prioridad a los ricos! Sería triste si esta vacuna se convirtiera en propiedad de esta o aquella nación y no sea universal y para todos. Y qué escándalo sería si toda la asistencia económica que estamos viendo – la mayor parte con dinero público – se concentrase en rescatar industrias que no contribuyen a la inclusión de los excluidos, a la promoción de los últimos, al bien común o al cuidado de la creación (ibid.). Hay criterios para elegir cuáles serán las industrias para ayudar: las que contribuyen a la inclusión de los excluidos, a la promoción de los últimos, al bien común y al cuidado de la creación. Cuatro criterios.

Si el virus tuviera nuevamente que intensificarse en un mundo injusto para los pobres y los más vulnerables, tenemos que cambiar este mundo. Con el ejemplo de Jesús, el médico del amor divino integral, es decir de la sanación física, social y espiritual (cfr Jn 5, 6-9), – como era la sanación que hacía Jesús -, tenemos que actuar ahora, para sanar las epidemias provocadas por pequeños virus invisibles, y para sanar esas provocadas por las grandes y visibles injusticias sociales. Propongo que esto se haga a partir del amor de Dios, poniendo las periferias en el centro y a los últimos en primer lugar. No olvidar ese parámetro sobre el cual seremos juzgados, Mateo, capítulo 25. Pongámoslo en práctica en este repunte de la epidemia. Y a partir de este amor concreto, anclado en la esperanza y fundado en la fe, un mundo más sano será posible. De lo contrario, saldremos peor de esta crisis. Que el Señor nos ayude, nos dé la fuerza para salir mejores, respondiendo a la necesidad del mundo de hoy.

 

© Librería Editorial Vaticano

 

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  1. Cfr CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instrucción sobre algunos aspectos de la «Teología de la Liberación», (1984), 5
  2. BENEDICTO XVI, Discurso inaugural de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (13 de mayo de 2007), 3.

 

 

 

 

El Papa pide la curación “de las enfermedades que provocan los virus”

Saludo a los fieles de lengua española

agosto 19, 2020 11:25

Audiencia General

(zenit – 19 agosto 2020).- El Papa Francisco, en sus palabras dirigidas a los hispanohablantes, ha pedido la curación “de las enfermedades que provocan los virus”, esta mañana en la audiencia general.

Como es habitual en la audiencia, después de la proclamar la catequesis, ha saludado a los fieles de lengua española este miércoles, 19 de agosto de 2020, desde la biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano.

Hoy, el Santo Padre les ha invitado a pedir a Jesús “que nos ayude a curar las enfermedades que provocan los virus, y también los males que causa la injusticia social”.

Hablando sobre “La opción preferencial por los pobres y la virtud de la caridad” en la tercera catequesis que ofrece sobre la COVID-19, el Papa ha deseado “que el amor de Dios, anclado en la esperanza y fundado en la fe, nos impulse a poner las periferias en el centro y a los últimos en primer lugar”.

 

 

 

 

Como san Bernardo, el Papa invita a “abandonarse” en la Virgen

Saludo a ancianos y enfermos

agosto 19, 2020 18:02

Audiencia General

(zenit – 19 agosto 2020).- Ante la inminente fiesta de san Bernardo de Claraval, que la Iglesia celebra el 20 de agosto, el Papa invita a “abandonarse” en la Virgen, dirigiéndose a los ancianos, jóvenes, enfermos y recién casados en la audiencia general haciendo referencia al gran santo francés.

“Mañana celebraremos la memoria litúrgica de san Bernardo de Claraval, gran doctor de la Iglesia y sobre todo, tierno cantor de Nuestra Señora”, ha comentado el Santo Padre este miércoles, 19 de agosto de 2020, durante la audiencia general. “Su ejemplo suscita en cada uno de nosotros el deseo de abandonarse con fe a la protección maternal de la Virgen santa, consoladora de los afligidos”.

Estas palabras han sido pronunciadas en italiano, junto con su saludo a los fieles de habla italiana. “Invito a todos a dedicar cada vez más tiempo a la oración y a la formación cristiana, a ser fieles discípulos de Cristo y a crecer en el espíritu de solidaridad fraterna”, ha dicho el Papa.

San Bernardo, nacido en Fontaines-lès-Dijon, Francia, en 1090 fue abad, fundador y Doctor de la Iglesia. El cazador de almas y vocaciones, un auténtico líder, experto en el arte de la dialéctica y en la retórica. Es el último de los padres, excelso propagador del culto a María.

 

 

 

 

Audiencia general: Palabras del Papa a los fieles de lengua árabe

“Estamos llamados a actuar”

agosto 19, 2020 17:39

Audiencia General

(zenit – 19 agosto 2020).- En la audiencia general celebrada esta mañana,19 de agosto de 2020 el Papa Francisco ha dirigido unas palabras a los fieles de lengua árabe, como hace cada semana.

Desde la biblioteca del Palacio Apostólico, el Papa ha señalado que “estamos llamados a actuar ahora, para curar las epidemias causadas por pequeños virus invisibles, y para curar las causadas por grandes y visibles injusticias sociales”. Así, ha propuesto “que esto se haga desde el amor de Dios, colocando las periferias en el centro y a los últimos en primer lugar”.

Así, “desde este amor”, ha remarcado, “anclado en la esperanza y fundado en la fe, un mundo más saludable será posible”. “Que el Señor os bendiga a todos y os proteja siempre de todo mal”, ha concluido el Santo Padre.

 

Opción preferencial por los pobres

El Pontífice ha dedicado esta tercera catequesis del ciclo sobre COVID-19 a “La opción preferencial por los pobres y la virtud de la caridad”.

En su reflexión, Francisco ha indicado que la crisis es una ocasión para “dar impulso a una economía donde las personas, y sobre todo los más pobres, estén en el centro”; una economía “que contribuya a la inclusión de los marginados, a la promoción de los últimos, al bien común y al cuidado de la creación”.

 

 

 

 

Lourdes: El cardenal Pietro Parolin afirma el “poder de la misericordia”

Misa de la Asunción de la Virgen

agosto 19, 2020 18:17

Iglesia y Mundo

(zenit – 19 agosto 2020).- Al celebrar la Misa de la Asunción, en el Santuario de Lourdes el pasado 15 de agosto, el cardenal secretario de Estado Pietro Parolin elogió el “poder de la misericordia”.

En su homilía, reportada por Vatican News, el cardenal recordó el contexto actual, marcado por la pandemia COVID-19 y numerosos conflictos, e invitó a recurrir a “María con inmensa confianza, con la firme certeza de que Ella nos escuchará. María, de hecho, resplandeciente de gloria, se nos muestra como un signo de consuelo y esperanza segura”.

“Jesús reina sobre la historia y sobre la familia humana mientras espera el día en el que ya no habrá más muerte como Dios será todo en todo. Reinar significa ejercer un poder. ¿Cuál es, entonces, el poder de Jesús? Es el poder de la misericordia, el poder del perdón, el poder de la amistad, el poder de ser amor y de amar”, añadió.

Para el cardenal Parolin, “el discernimiento de los creyentes permite que ese poder se convierta en acción, evento, experiencia”. Y, llevar los rasgos de María, significa “no tener miedo”.

Al llegar al Santuario de Lourdes para una visita privada, con motivo del 175 aniversario de la fundación de la Congregación de los Agustinos de la Asunción, el Cardenal trajo “el saludo, la cercanía espiritual y la bendición del Papa Francisco” a todas las personas presentes en la Misa.

 

 

 

 

Monseñor Felipe Arizmendi: “Sanar pandemias”

“No nos quedemos indiferentes”

agosto 19, 2020 18:25

Análisis

Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas, y responsable de la Doctrina de la Fe en la Conferencia del Episcopado Mexicano, anima este miércoles, 19 de agosto de 2020, a actuar para sanar la pandemia” como Iglesia que somos, sobre todo por aquellos que más lo necesiten. 

 

VER

Hay una carrera de empresas y gobiernos por crear la vacuna contra el SARS-CoV2, causante de la COVID-19. Es de alabar que empresarios, con conciencia social, se sumen a esta tarea, impulsados no tanto por la ambición de hacer más dinero, sino por colaborar en la salud comunitaria.

A pesar de tanto sufrimiento y de tantas defunciones, todavía hay muchas personas, sobre todo jóvenes, que no le dan importancia a esta pandemia, y no sólo no se protegen al menos con el cubrebocas, sino que se exponen a contagiarse y contagiar a otros. Lo que les importa es divertirse, reunirse con más jóvenes y desfogarse sin control.

A pesar también de la incomprensión de algunos pocos católicos, nuestra Iglesia ha sido muy responsable en cuidar la salud de la comunidad, y apenas se empiezan a abrir los templos, para ir gradualmente volviendo a la normalidad pastoral. El Papa Francisco está dedicando sus catequesis de los miércoles a estos temas, y quiero compartir algo de lo que nos ha dicho recientemente, por su oportuno contenido.

 

PENSAR

En la audiencia del miércoles 5 de agosto, dijo: “La pandemia sigue causando heridas profundas, desenmascarando nuestras vulnerabilidades. Son muchos los difuntos, muchísimos los enfermos, en todos los continentes. Muchas personas y muchas familias viven un tiempo de incertidumbre, a causa de los problemas socio-económicos, que afectan especialmente a los más pobres.

Por eso debemos tener bien fija nuestra mirada en Jesús (cfr Hb 12, 2) y con esta fe abrazar la esperanza del Reino de Dios que Jesús mismo nos da (cfr Mc 1,5; Mt 4,17). El ministerio de Jesús ofrece muchos ejemplos de sanación. Cuando sana a aquellos que tienen fiebre (cfr Mc 1,29-34), lepra (cfr Mc 1,40-45), parálisis (cfr Mc 2,1-12). Cuando devuelve la vista (cfr Mc 8,22-26; Jn 9,1-7), el habla o el oído (cfr Mc 7,31-37), en realidad sana no solo un mal físico, sino toda la persona. De tal manera la lleva también a la comunidad, sanada; la libera de su aislamiento porque la ha sanado.

¿De qué modo podemos ayudar a sanar nuestro mundo, hoy? Como discípulos del Señor Jesús, que es médico de las almas y de los cuerpos, estamos llamados a continuar su obra de curación y de salvación en sentido físico, social y espiritual.

La Iglesia, aunque administre la gracia sanadora de Cristo mediante los Sacramentos, y aunque proporcione servicios sanitarios en los rincones más remotos del planeta, no es experta en la prevención o en el cuidado de la pandemia. Y tampoco da indicaciones socio-políticas específicas. Esta es tarea de los dirigentes políticos y sociales. Sin embargo, a lo largo de los siglos, y a la luz del Evangelio, la Iglesia ha desarrollado algunos principios sociales que son fundamentales y que pueden ayudarnos a ir adelante, para preparar el futuro que necesitamos. Cito los principales, entre ellos estrechamente relacionados entre sí: el principio de la dignidad de la persona, el principio del bien común, el principio de la opción preferencial por los pobres, el principio del destino universal de los bienes, el principio de la solidaridad, el principio de la subsidiariedad, el principio del cuidado de nuestra casa común. Estos principios ayudan a los dirigentes, a los responsables de la sociedad a llevar adelante el crecimiento y también, como en este caso de pandemia, la sanación del tejido personal y social. Todos estos principios expresan, de formas diferentes, las virtudes de la fe, de la esperanza y del amor.

Nuestra tradición social católica puede ayudar a la familia humana a sanar este mundo que sufre de graves enfermedades. Es mi deseo reflexionar y trabajar todos juntos, como seguidores de Jesús que sana, para construir un mundo mejor, lleno de esperanza para las generaciones futuras”.

 

ACTUAR

El episcopado mexicano ha promovido, por medio de sus Comisiones y Dimensiones, diferentes servicios de apoyo a la salud, a la alimentación, al trabajo; pero tú, también, como Iglesia que eres, puedes seguir haciendo algo por los demás, sobre todo por aquellos que más lo necesiten. No nos quedemos indiferentes, como si todo dependiera sólo de los gobiernos; cada quien podemos aportar algo a la sanación integral de la comunidad, a su bienestar físico, moral, familiar, laboral, alimenticio, sanitario, educativo y espiritual.

 

 

 

 

San Bernardo de Claraval, 20 de agosto

Excelso propagador del culto a María

agosto 19, 2020 08:35

Testimonios

 

“Abad, fundador y Doctor de la Iglesia. El cazador de almas y vocaciones, un auténtico líder, experto en el arte de la dialéctica y en la retórica. Es el último de los Padres, excelso propagador del culto a María”

Nació en el castillo de Fontaines-lès-Dijon, Francia, en 1090. Cómo sería la fe de sus padres, Tescelin y Alicia, y el legado que dieron a todos sus hijos, que en cuanto pudieron cuatro de ellos siguieron a Bernardo en la vida religiosa. Como al pequeño Nivardo lo dejaron al cuidado del padre, ya que la madre había muerto, se rebeló religiosamente y logró que le permitieran seguir el mismo camino emprendido por los demás. La hermana se ocupó de atender al padre temporalmente, y profesó cuando su progenitor y su esposo ingresaron en el convento. Este excepcional modelo de familia ha sido inmortalizado por el padre M. Raymond en La familia que alcanzó a Cristo.

Bernardo recibió una extraordinaria formación en la escuela de Châtillon-sur-Seine que hizo de él un experto en el arte de la dialéctica y de la retórica. Era impetuoso, alegre, inteligente, con una personalidad impactante que no dejaba a nadie indiferente y que le causó ciertos problemas. En un momento dado combatió inclinaciones de la carne de forma drástica sumergiéndose en el hielo. Hastiado del entorno en el que se movía, porque no le llevaba a buen puerto, vio que le sumía en el vacío. Le faltaba enamorarse de Cristo para poder encauzar el enorme caudal que tenía dentro. Y eso lo halló en la vida monástica a la que llegó a los 23 años tras una aparición que tuvo en el templo, en medio de una celebración litúrgica navideña. María le hizo entrega de su divino Hijo y sintió que debía amarlo y difundir ese amor a Él de forma incesante.

Solicitó su admisión en el Císter y san Esteban Harding le acogió con los brazos abiertos. Después comunicó la noticia a la familia. La enérgica reacción de los suyos fue disuadirle de este empeño. Sin embargo, su vocación y celo apostólicos estaban tan arraigados dentro de sí que al oírle narrar las bendiciones y belleza de la consagración, sus hermanos partieron junto a él como después haría el resto de la familia, además de numerosos jóvenes del entorno que le siguieron plenamente convencidos de la bondad del ideal que tan encendidamente les dio a conocer. Ya en el monasterio, su magnetismo, unido a su virtud, seguiría atrayendo incontables vocaciones a la santidad.

Su liderazgo era incuestionable. Designado superior con 25 años, junto a tres religiosos fundó Claraval por indicación de Esteban que pudo juzgar conveniente diseminar en otros monasterios a la familia Fontaines, que engrosaba notablemente la comunidad. Sea como fuere, los monjes se incrementaron. Nada menos que casi un millar profesaron como fruto de la acción apostólica de Bernardo. Los cimientos de Claraval, del que fue abad hasta el fin de sus días, no estuvieron exentos de dificultades. El santo perseguía la austeridad en la regla y llevó personalmente sus mortificaciones a un punto tal que afectó a su salud y el abad tuvo que mediar para que la mitigara. Fue un hombre de intensa oración, y estudio, que supo encarnar estos pilares de la vida monástica junto a la pobreza y el silencio difundidos con firmeza y caridad evangélicas frente a la relajación que advirtió en Cluny.

Al tiempo que promovía vocaciones al monacato, extendiendo el Cister por Europa con la apertura de casi setenta monasterios, intervino en cuestiones eclesiales de gran alcance, solventando problemas surgidos en torno a los poderes civiles y eclesiásticos. Durante el cisma de Anacleto II defendió con vehemencia y rigor al pontífice Inocencio II en contra de Pedro Abelardo, al que refutó en sus errores. Encomiable fue su labor como predicador de la Segunda Cruzada de la que fue uno de sus promotores. Insigne propagador del culto mariano, es sobradamente conocido su amor a María, a la que dedicó las últimas estrofas de la Salve: “Oh clemente, oh piadosa, oh dulce María”, y el “Acuérdate”, devoción que se trasluce en su mariología. Estaba convencido de que se llega al Hijo a través de la Madre: per Mariam ad Iesum. Contribuyó a enriquecer el canto gregoriano, combatió a los cátaros y fue defensor de los judíos.

No gozó de buena salud porque sus prácticas y rigores en la mortificación la minaron prontamente, especialmente su aparato digestivo. Pero recorrió Europa, fue exitoso árbitro en la resolución de conflictos, redactó centenares de sermones en los que se constata su visión cristológica y mariológica; bebía de las genuinas fuentes de la tradición apostólica y el magisterio eclesial. Autor de una ingente correspondencia –algunas de sus cartas son memorables como las que envió al abad de Cluny, Pedro el Venerable–, además de opúsculos, tratados diversos de gran hondura teológica y sesgo antropológico que ponen de relieve su profunda vida mística con la que el lector se siente verdaderamente ungido y llamado a gustar del amor divino. A él se debe el texto De Consideratione, obra dirigida a los pontífices que escribió a petición de Eugenio III, que se había formado bajo su tutela en Claraval durante unos años.

La presencia de Jesús Nazareno en sus trabajos no era simple teoría. Estaba convencido, y así lo defendía porque era vivencia personal, de que quien experimentaba el amor de Dios era el que verdaderamente le conocía. Para él Jesús era “miel en la boca, cántico en el oído, júbilo en el corazón”. De ahí el título que se le ha otorgado como Doctor melífluo, además de englobarse en él sus dotes de oratoria y la paz en la que envolvía a todos con sus palabras. Recibió el don de milagros. Sus hermanos hubiesen querido que suplicara la gracia de dilatar su vida, pero él respondió: “Mi gran deseo es ir a ver a Dios y a estar junto a Él. Pero el amor hacia mis discípulos me mueve a querer seguir ayudándolos. Que el Señor Dios haga lo que a Él mejor le parezca”. Murió en Claraval el 20 de agosto de 1153. Alejandro III lo canonizó el 18 de junio de 1174, y fue declarado doctor de la Iglesia por Pío VIII en 1830.