Servicio diario - 01 de julio de 2020


 

Fallece Georg Ratzinger, hermano mayor de Benedicto XVI
Larissa I. López

Comisión Vaticana COVID-19: La fase de escucha a las iglesias locales “no puede acabar”
Rosa Die Alcolea

Israel y Palestina: Iglesias cristianas llaman a detener el proyecto de anexión
Larissa I. López

Estados Unidos: Obispos reiteran su rechazo a la pena de muerte
Larissa I. López

COVID-19 en San José del Amazonas: Cuando la solidaridad es la mejor medicina
ZENIT Staff

Julio, mes de la Preciosísima Sangre de Cristo
Larissa I. López

España: La catedral de Santiago de Compostela reabre sus puertas
Larissa I. López

Monseñor Felipe Arizmendi: “Ante la enfermedad y la muerte”
Felipe Arizmendi Esquivel

San Bernardino Realino, 2 de julio
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

Fallece Georg Ratzinger, hermano mayor de Benedicto XVI

A los 96 años

julio 01, 2020 13:13

Papas

(zenit – 1 julio 2020).- Monseñor Georg Ratzinger, hermano mayor de Benedicto XVI ha fallecido en Ratisbona, Alemania, a la edad de 96 años, informó la Conferencia de Obispos Católicos de Alemania en su página de Facebook.

Georg recibió hace dos semanas una última visita de su hermano, el papa emérito, durante la cual los dos hermanos se despidieron. Ambos compartieron varios encuentros privados y celebraron Misa juntos.

 

Georg Ratzinger, sacerdote y músico

De acuerdo a Katholisch.de, portal de Internet de la Iglesia Católica en Alemania, Georg Ratzinger nació en 1924 en Pleiskirchen, cerca de Altötting, Alemania. En 1951 fue ordenado junto con su hermano por el cardenal Michael von Faulhaber como sacerdote de la arquidiócesis de Munich y Freising.

Además de su ministerio sacerdotal, realizó estudios de Música eclesial en la Academia de Música de Munich. Después de su primer compromiso como director de coro en Traunstein, fue nombrado en 1964 director de la catedral de Ratisbona, donde también estuvo a cargo del coro de niños conocido como “Regensburger Domspatzen”.

Ha realizado numerosas giras de conciertos por todo el mundo y ha dirigido muchas grabaciones para Deutsche Grammophon, Ars Musici y otros importantes sellos discográficos con producciones dedicadas a Bach, Mozart, Mendelssohn y otros autores.

 

Hermano del papa

Según indica Vatican News en italiano, Georg Ratzinger era un hombre sencillo y poco acostumbrado a la diplomacia. Por ejemplo, nunca ocultó el hecho de que no se alegró por la elección de su hermano en abril de 2005: “Debo admitir que no me lo esperaba  y me quedé un poco decepcionado… Dados sus gravosos compromisos, comprendí que nuestra relación tendría que reducirse mucho. En cualquier caso, detrás de la decisión humana de los cardenales está la voluntad de Dios, y a esto debemos decir que sí”.

Fue uno de los primeros en recibir la histórica decisión del entonces pontífice de renunciar al ministerio petrino por razones de edad. “La edad se hace notar”, comentó Georg después del anuncio en febrero de 2013, “mi hermano desea más paz en la vejez”, añadió.

 

Visitas a Benedicto XVI

A pesar de los problemas con sus piernas y su vista, el hermano mayor del papa emérito continuó viajando desde Ratisbona a Roma, permaneciendo en el monasterio Mater Ecclesiae durante distintos períodos y haciendo compañía a Benedicto.

También había aparecido, con algunas entrevistas, en el documental de 29 minutos realizado por el periodista Tassilo Forchheimer para la Bayerischer Rundfunk, una emisora local de radio y televisión pública del Estado Federado de Baviera, emitido en enero de 2020.

 

 

 

 

Comisión Vaticana COVID-19: La fase de escucha a las iglesias locales “no puede acabar”

Entrevista en exclusiva a Mons. Segundo Tejado

julio 01, 2020 18:51

Dicasterios

(zenit – 1 julio 2020).- Monseñor Segundo Tejado Muñoz es uno de los cuatro subsecretarios del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y lidera el grupo 1, que apoya y escucha a las iglesias locales, de la Comisión Vaticana COVID-19 creada por el Papa Francisco el pasado 20 de marzo de 2020.

En una entrevista en exclusiva a zenit, el obispo español explica detenidamente cuál es la misión del grupo que lidera, cómo trabajan conjuntamente con otras realidades eclesiales, y cómo acompañan a las iglesia locales en este proceso de escucha que “no puede acabar”, sino que se convierte en un “vivir juntos, en comunión”, reitera.

Entre los desafíos que persigue la Comisión Vaticana COVID-19, el Papa les ha pedido una reflexión para “preparar el futuro”, algo que según Mons. Tejado, la Iglesia solo puede hacer “poniéndose a la luz del Evangelio” y “viviendo a la luz de la fe los problemas que se viven”.

Así, el prelado instalado en Roma, revela a zenit que este tiempo de pandemia es “un momento muy privilegiado para la Evangelización, para dar a Cristo como los verdaderos cimientos”, pues “el hombre necesita una roca donde apoyar su vida”.

A continuación, ofrecemos la entrevista realizada por zenit en exclusiva a monseñor Segundo Tejado, subsecretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, responsable del grupo 1 de la Comisión Vaticana COVID-19:

***

 

zenit: “Apoyar y escuchar a las Iglesias locales” es la misión que le ha sido encomendada al grupo 1, ¿cuál es la hoja de ruta que llevan a cabo con cada Iglesia local?

Mons. Segundo Tejado: Principalmente nuestro acometido ha sido escuchar a las iglesias locales, no es una cuestión de hacer proyectos o de proyectar cosas, es una escucha. Nos hemos empezado a mover y a escuchar a capellanes de hospitales, de cárceles… Conferencias episcopales, médicos, enfermeros, responsables de salud en las conferencias episcopales… un poco por regiones, claro. Eso ha sido nuestro trabajo mayor: Escuchar. Y de esta escucha, ir sacando conclusiones, ir buscando como nos tenemos que mover toda la Comisión; sea en el grupo 2, que se encarga del análisis, sea el grupo 3, que se encarga de la relación con los estados… O sea, es una escucha a la Iglesia local y de allí, ir sacando información, sinergias, y colaboración… tengo que decir que ha sido un trabajo muy bonito porque escuchar a las iglesias locales siempre es algo que enriquece muchísimo.

En esta crisis estamos encerrados y, claro, una percepción de lo que está pasando en la Iglesia universal pasa necesariamente por una escucha, no es posible sacar conclusiones desde aquí, desde Roma, encerrados como estábamos en casa –incluso ahora, que tampoco se puede viajar fácilmente– se caía en el riesgo de hacer una cosa más teórica. Esta escucha, a mí por lo menos, me ha gustado mucho, ha sido un trabajo muy duro, todos los días teníamos una o dos teleconferencias, con todos los problemas –imaginaos– en África, en América Latina, de Comisión… Está saliendo, porque todavía estamos en ello.

Por lo tanto, es escuchar, sobre todo, lo que nos ha pedido el Papa a nosotros. No es tanto hacer grandes proyectos. Nos lo dijo el Papa desde el inicio: Nosotros no podemos resolver el problema. Es una emergencia un poco atípica, yo siempre lo digo. No es una emergencia localizada. Aquí estamos hablando del mundo entero, cada uno a su ritmo, porque en algunos sitios ya hemos pasado la primera fase, esencialmente sanitaria, y en otros… están empezando, como en América Latina, o en Asia. Con lo cual, es imposible ayudar a todos.

 

zenit: Y ahí es donde entra la colaboración de Caritas Internationalis, ¿cómo trabajan conjuntamente con ellos?

Mons. Tejado: Lo que hemos hecho ha sido rápidamente ponernos en contacto con quien es uno de nuestros brazos: La Confederación de Caritas Internationalis y les hemos pedido colaboración en esto. Les hemos pedido que hagan los proyectos, que busquen los fondos, porque para nosotros es un trabajo que nos excede completamente en nuestras capacidades.

Caritas es una confederación que está en todo el mundo, en todas las naciones, en todas las diócesis, en muchísimas las parroquias, y tienen un contacto con la realidad mucho más real.

Con Caritas, con la cual, el Dicasterio del Desarrollo Humano Integral tiene una relación especial, en seguida hemos pedido una colaboración y nosotros hemos ayudado a financiar algunos proyectos –ya hemos ayudado a más de 25 naciones–, proyectos tampoco muy elevados de cantidad, según nuestras posibilidades, y junto con la Caritas, ya hemos dado respuesta a una primerísima emergencia sanitaria.

La respuesta de la Iglesia es una respuesta multiforme, no es solamente lo que hace el Dicasterio o Caritas Internationalis, evidentemente, hay infinidad de organizaciones que están ayudando y que se están moviendo, con el principio de subsidiariedad, cada una en los terrenos y en las naciones con las cuales tienen ya una relación ya sólida. Hay otros fondos, por ejemplo, el fondo de emergencia en las Obras Misionales Pontificias (OMP), que también se ha abierto, desde la Reunión de las Obras para la Ayuda a las Iglesias Orientales (ROACO), o sea, es multiforme la ayuda que está dando.

 

zenit: En este proceso de escucha, ¿qué aspectos abordan con las iglesias locales?

Mons. Tejado: Hay dos tipos: La fase sanitaria y la fase humanitaria (la fase de los problemas que trae la pandemia). Son como dos fases distintas: la fase sanitaria es la primera, los coloquios van todos en esa dirección, y luego empezó a moverse todo hacia la crisis humanitaria, que en muchos países se va a dar.

Muchos países están en la fase 1, otros ya… en otra fase. Es un poco este movimiento entre los dos momentos, y en este momento estamos. Algunas naciones están todavía en la fase sanitaria, otras ya han pasado a trabajar a través de Cáritas y otras muchas organizaciones a ayudar a gente que está pasándolo mal para comer. Entonces estamos ahí, pasando de un sitio a otro dependiendo de con quien hablamos.

 

zenit: El grupo que usted dirige se dedica a escuchar y apoyar a las iglesias locales, en un servicio que las hace protagonistas de las situaciones que viven. ¿Cómo debe asumir la Iglesia local la situación? ¿Qué pasos debe dar?

Mons. Tejado: Cada Iglesia es distinta. Lo importante es que cada una se organice según sus propias fuerzas y según su propia idiosincrasia. Las situaciones son muy distintas desde el punto de vista sanitario y desde el punto de vista humanitario. Las situaciones de las iglesias son muy distintas, como presencia en el ámbito sanitario –en algunos países, por ejemplo, se han desarrollado muchísimo la presencia de las congregaciones que se ocupan de la salud, en otras menos…–. Es muy variado, no se puede dar un único criterio y hay que dejarlo un poco a la genialidad de cada Iglesia y a la capacidad de cada Iglesia que tiene de organizarse. No existen esquemas preconcebidos ante esta emergencia tan atípica.

 

zenit: La Santa Sede informó de que esta comisión se ha creado para cinco años. ¿Cómo están gestionando los plazos? ¿Están trabajando en diferentes fases?

Mons. Tejado: Habrá que ver la realidad como se desarrolla. Lo que el Papa nos pedido es construir un poco la idea para el futuro, porque el futuro está por llegar. Acabamos de empezar esta crisis, ahora llega la crisis humanitaria, la crisis económica, la crisis del trabajo… Y vamos a ver como se desarrolla también esto, todo está por ver. La Iglesia siempre tiene que “alargar la vista” (como se dice aquí), hay que navegar un poco en lo que va sucediendo y darle una respuesta de fe. El Papa nos ha pedido este construir el futuro, esto no es solamente dar ideas, es vivir con las personas, darles una palabra de fe que pueda iluminar lo que pueda venir en cada nación, porque cada nación tendrá unas consecuencias diversas.

¿Cinco años? Bueno, pueden ser cinco, como pueden ser dos, como pueden ser siete… Habrá que irlo decidiendo poco a poco. Nos hemos dado cuatro fases: La primera fase es la escucha; la segunda fase es construir una estrategia para el futuro; la tercera es crear unos planes de acción, después de hacer una estrategia que nace de la iglesia local, y luego hay que buscar propuestas de cosas concretas. Pero repito, dependerá mucho de las naciones, dependerá mucho de la evolución de la misma crisis, pero sí, ya hemos preparado una serie de fases que pueden ayudar a las iglesias locales a que tener también elementos para poder afrontar la crisis.

Aunque la fase de la escucha no acaba nunca. La escucha no puede acabar. Es un “escuchar” y un “acompañar” y un “vivir juntos, en comunión”. Así es como trabaja la Iglesia, no tiene otro método.

 

zenit: Entre los objetivos que persigue la Comisión Vaticana está “actuar ahora para el futuro” y “mirar al futuro con creatividad”. ¿Cómo puede trabajar la Iglesia por el futuro?

Mons. Tejado: Poniéndose a la luz del Evangelio, yo creo que no hay otra manera, y viviendo a la luz de la fe los problemas que se viven. Solamente el Evangelio podrá dar una respuesta a lo que será, a lo que serán nuestros planes y a lo que será nuestra lectura de la realidad. Yo creo que la Iglesia siempre se puede que poner a la luz del Evangelio para construir el futuro, no hay otro camino. El diálogo con todos, evidentemente, como siempre hacemos, pero a la luz del Evangelio, que es la que tiene que iluminar todo lo que hacemos.

 

zenit: Dicen que esta crisis está sacando lo mejor y lo peor del ser humano. A nivel antropológico y espiritual, ¿cómo cree que la pandemia cambiará al hombre?

Mons. Tejado: Para mí es pronto para hacer una lectura sobre esto. Yo vivo y trabajo en una parroquia. Cuando termino mi trabajo en la Santa Sede, voy a una parroquia a vivir y trabajar. Hay de todo. Un poco la presencia de Iglesia –por lo menos en la que yo vivo, es muy local, no puedo hablar por todo el mundo—ha aumentado, sí. Hay mucha gente que quiere hablar con un sacerdote, que quiere compartir algunas inquietudes, etc. Sin lugar a dudas, este tiempo ha puesto de nuevo al hombre en su sitio. Existe en el hombre la tendencia a asegurar todo, esto es humano. La técnica, la ciencia, nos ha permitido un poco pensar que las cosas estaba seguras y que el mundo tenía que ir por una cierta dirección, esta pandemia nos ha destruido un poco esta certeza. Entonces el hombre siempre busca una certeza en su vida, porque no puede vivir en una incerteza. El hombre tiene que buscar esta certeza. ¿La va a buscar en Dios? No lo sé. Yo creo que sí, yo tengo fe. Es un momento muy privilegiado para la Evangelización, para dar a Cristo como los verdaderos cimientos. El hombre necesita una roca donde apoyar su vida. Yo sé que esa roca es Jesucristo, lo sé, lo conozco, lo he vivido personalmente. Yo sé que hay muchas personas que están buscando una roca donde construir.

Son ideas, pero creo que es un poco pronto, que tenemos que esperar a que las cosas se asienten, que vuelvan a una cierta normalidad, conocer la reacción de las personas y como Dios va a buscar a las personas, porque siempre las busca. Tenemos que reflexionar sobre esto.

 

zenit: El Santo Padre les ha encomendado que hagan una reflexión respecto a los “desafíos socioeconómicos del futuro” y que propongan “criterios para afrontarlos”. ¿Es hora de cambiar el modelo socioeconómico?

Mons. Tejado: La Iglesia lo está diciendo desde siempre, que un modelo basado solamente en las finanzas, el Papa lo dice continuamente, el poder del dinero y la especulación no ayuda a la humanidad, y sobre todo, al final los que pagan son siempre los más pobres. Ese modelo tendría que cambiar, no es fácil… Ya empiezan a hacerse las especulaciones también aprovechándose de la COVID-19, siempre hay gente que aprovecha estas situaciones…

Sí, tiene que cambiar. El Papa lleva muchísimo hablando de esto, le ha pedido una reflexión muy seria al segundo grupo de análisis, sobre todo de este tema. Tendría que cambiar en términos de solidaridad entre los países, una distribución justa de las riquezas, una justicia social, una sanidad que llegue a todos… ¡son tantos retos que la humanidad tiene! Creo que esto que estamos viendo nos va ayudar a poner en la luz la Doctrina Social de la Iglesia, hacer un claro en todo esto. La gente está buscando en la Iglesia una respuesta a todo esto, una respuesta que es multilateral, no solamente la dimensión del trabajo, sino también la economía, las finanzas, la salud, la ecología integral… todo esto.

 

 

 

 

Israel y Palestina: Iglesias cristianas llaman a detener el proyecto de anexión

En una declaración ecuménica

julio 01, 2020 13:47

Iglesia y Mundo
Justicia y Paz

(zenit – 1 julio 2020).- Un grupo de iglesias cristianas, representadas en el Consejo Mundial de Iglesias, la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas, la Alianza ACT y la Federación Luterana Mundial ha publicado la “Declaración ecuménica sobre la anexión prevista del territorio palestino ocupado”.

Este documento considera que dicho proyecto de unión “constituye una violación directa del Derecho Internacional y va en contra de varios acuerdos internacionales, de las resoluciones de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, de la opinión consultiva de 2004 de la Corte Internacional de Justicia y del Cuarto Convenio de Ginebra de 1949”.

 

Justicia y paz

El texto insiste en que la unión de los territorios palestinos prevista por el Gobierno de Israel “sería un grave obstáculo para el logro de la justicia y la paz entre israelíes y palestinos. Socavará aún más los derechos de los palestinos, reduciendo su movilidad, su acceso a la tierra y a los medios de vida, a una infraestructura adecuada y a los servicios básicos”.

Asimismo, prosigue, “aumentará los desplazamientos forzados y podría impedir el acceso de las organizaciones humanitarias para prestar servicios básicos y realizar las intervenciones necesarias para salvar vidas”.

 

Llamamiento urgente

En este sentido, las organizaciones cristianas realizan un llamamiento urgente a la comunidad internacional con el fin de que adopten “medidas inmediatas para abordar directamente esta acción unilateral”, pues “la nueva amenaza de anexión consolida y agrava la actual situación de ocupación, que durante demasiado tiempo ha socavado los derechos y el futuro del pueblo palestino”.

Es por ello que expresan el clamor de “todas las personas de buena voluntad, de todos los palestinos e israelíes que han sufrido en el conflicto y, en particular, del pueblo palestino que sufre cada día bajo el régimen de ocupación y la insoportable situación de bloqueo en Gaza”.

Igualmente, la declaración reconoce que esta crisis actual tiene raíces históricas y complejas, al mismo tiempo que reconoce que “la paz nunca puede ser impuesta unilateralmente; o alcanzada por medios violentos”.

“Ofrecemos nuestra solidaridad y apoyo entendiendo que el Dios de la vida nos llama a acciones de justicia para todos los oprimidos”, indican las organizaciones cristianas. Y se comprometen a seguir rezando y a realizar una activa labor de promoción: “Pedimos una esperanza firme que inspire a la acción en lugar de la pasividad”, al mismo tiempo que agregan que “resolvemos continuar trabajando por una paz duradera y verdadera en Tierra Santa”.

 

Fin de la ocupación y el bloqueo

Finalmente, exhortan de nuevo a la comunidad internacional a que “abogue por el fin de la ocupación de los territorios de 1967 y del bloqueo de Gaza, a que se oponga a los planes de anexión y a que haga responsable al Gobierno de Israel de sus obligaciones internacionales como potencia ocupante”.

Del mismo modo, apelan a las iglesias y organizaciones afines de todo el mundo “a que sigan manifestando su solidaridad y apoyo al reconocimiento y la protección de los derechos de los palestinos en los territorios ocupados”.

Y animan a las iglesias y organizaciones relacionadas de todo el mundo a seguir apoyando “las negociaciones entre Israel y Palestina para una solución conforme al Derecho Internacional y a las resoluciones de las Naciones Unidas”,  acompañando “a todos los que trabajan por la paz y la reconciliación, incluidos los cristianos, los judíos, los musulmanes y las personas de otras religiones”.

 

 

 

 

Estados Unidos: Obispos reiteran su rechazo a la pena de muerte

Se oponen a las ejecuciones

julio 01, 2020 18:33

Iglesia Local

(zenit – 1 julio 2020).- Monseñor Paul S. Coakley, arzobispo de Oklahoma, defiende la dignidad de la la vida humana y reitera su oposición a la pena de muerte en un comunicado difundido por la Conferencia de Obispos de los Estados Unidos (USCCB).

Estas declaraciones surgen tras la decisión del fiscal general de los Estados Unidos de fijar nuevas fechas para la ejecución de cuatro condenados a muerte y la decisión de la Corte Suprema de no admitir su apelación.

Igualmente, el Departamento de Justicia ha fijado nuevas fechas de ejecución a partir del 13 de julio. Así, después de 17 años de suspensión de las mismas instaurada durante la administración Bush, el también presidente del Comité de Justicia Interna y Desarrollo Humano de la USCBB, reitera el llamamiento realizado el pasado mes de julio para que la Administración “invierta el rumbo”.

 

Fin de la pena de muerte

El arzobispo recuerda que, como se manifestó a la Corte Suprema en otro caso a principios de este año, los obispos han pedido el fin de la pena de muerte “durante décadas”. “El Papa san Juan Pablo II, el papa Benedicto XVI y el Papa Francisco han pedido el fin de la pena de muerte en todo el mundo”, describe.

Además, continúa, remitiendo al Papa Francisco, que manifestó a través del Catecismo de la Iglesia Católica que “la pena de muerte es inaceptable como una afrenta al Evangelio y al respeto de la vida humana”.

Igualmente, destaca que en su reunión de junio de 2019, los obispos católicos de los Estados Unidos votaron “abrumadoramente en afirmación de esta posición”.

 

Dignidad de la vida humana

Finalmente, monseñor Coakley subraya que el año pasado otros dos obispos y él mismo escribieron que “oponerse a la pena de muerte no significa ser ‘blando’ con el crimen, sino ser fuerte con la dignidad de la vida humana”.

Con este fin, el prelado implora al fiscal general William Barr y al presidente Donald Trump “que abandonen este camino para presidir las primeras ejecuciones federales en 17 años”.

 

 

 

 

COVID-19 en San José del Amazonas: Cuando la solidaridad es la mejor medicina

Testimonio del padre César Caro

julio 01, 2020 20:13

Iglesia Local

Por: Beatriz García Blasco – CAAAP

(Lima – 30 junio 2020).-  “Mientras hacíamos el recuento sentía una mezcla de sorpresa, satisfacción, alegría, cansancio, orgullo y rubor… ¡cuánto nos han compartido! ¡Y cuánto hemos podido ayudar! No resuelve todo, no es suficiente, es ‘como semilla pequeña en manos de los pobres’, pero qué maravillosa es la visión de la solidaridad”.

El Vicariato San José del Amazonas realizó, días atrás, un primer balance de los tres últimos meses de coordinaciones, compras, distribución y envíos hasta sus más de 30 puestos de Misión y 71 centros o postas de salud que, en tiempos de pandemia, tratan de salvar vidas en los ríos Napo, Putumayo, Yavarí y Bajo Amazonas, así como sus afluentes y quebradas.

El día a día, el sentido de urgencia, no había permitido ser conscientes, a cabalidad, de cuánto se había ayudado de forma general, gracias a todo tipo de modalidades solidarias (desde proyectos de urgencia hasta campañas locales de solidaridad y aportes personales de los propios misioneros y sus familiares y amigos en todos los rincones del mundo).

La cita que inicia este texto pertenece al padre César Caro, vicario general de San José del Amazonas, quien cuenta que “desde el comienzo de la pandemia, los misioneros en sus puestos comenzaron a buscar maneras de apoyar a la población y, a partir de ahí, en nuestra sede de Punchana-Iquitos se constituyó una comisión de gestión para pedir ayudas, hacer compras, recibir materiales, prepararlos y enviarlos a los diferentes lugares”.

El resumen de tanto trabajo, que se ha hecho público a través de la web institucional, da cuenta de la generosa ayuda de tantas personas e instituciones hasta el 24 de junio. Alimentos, medicamentos, equipos de bioseguridad y concentradores y balones de oxígeno (la ruralidad de la zona ha hecho que se haya optado por hacer énfasis en los concentradores, ya que los balones dan muchas complicaciones logísticas para su recarga) han sido los ejes fundamentales de la ayuda. “Creemos que hemos hecho bastante, pero no es suficiente y nos queda esa desazón, así que tratamos de continuar ayudando a las postas rurales de salud”, opina Caro.

Entre los logros principales está el haber enviado medicamentos específicos para unos 1.000 pacientes con COVID moderado, casi un 0,7 % de la población total del Vicariato, siendo la tasa de letalidad del virus de aproximadamente el 1%; y para unas 3.500 personas con síntomas leves que, teniendo en cuenta que el virus afecta de manera apreciable al 10% de la población, significa que “hemos facilitado medicinas para aproximadamente una tercera parte de esa cifra en nuestro territorio”. En cifras, ¿cuánto supone? Son, en detalle, 30.717 tabletas de paracetamol de 500 mg, 1.248 frascos de Ivermectiva de 10 ml, 3.047 comprimidos de Azitromicina, 6.730 sobres de Acetilcisteína 600 mg, 9.330 pastillas de Clorfenamina, 8.550 pastillas de Prednisona, 2.342 viales de Cefriaxona y 7.327 comprimidos de Aspirina.

 

Oxígeno y EPPs

En lo relativo al oxígeno medicinal, se pudieron mandar 25 balones de oxígeno para los casos más graves y también 30 concentradores que han salvado la vida a personas con la saturación de oxígeno baja pero no crítica, en lugares muy alejados de centros urbanos, donde los balones no podrían ser rellenados. “De este modo se ha logrado evitar evacuarlos. Todos los puestos de misión cuentan con al menos un concentrador, y varios con más de uno. Estamos a la espera de más”, informa el misionero de origen español.

Asimismo, ante la escandalosa escasez de materiales de bioseguiridad, se han enviado equipos para garantizar protección por 45 días a los 71 establecimientos de salud, pues son “unos 350 trabajadores entre médicos, técnicos de enfermería y laboratorio”. Esto supone el siguiente listado: 12.800 mascarillas simples, 2.280 mascarillas KN 95, 200 mascarillas 3M95, 6.400 guantes, 376 lentes de seguridad, 621 protectores faciales, 2416 trajes de seguridad (buzos) y 2236 mandiles.

 

Datos de la zona

Hasta el 19 de junio, según el mapeo realizado por el propio vicariato, esta zona de la Amazonía registraba 2.260 casos positivos confirmados y 1.477 casos sospechosos, además de 77 víctimas mortales. En estos momentos la zona que está siendo más golpeada es El Estrecho, en el río Putumayo, así como Orellana. Las zonas que registraron contagios en las primeras semanas de la pandemia (como Indiana o Caballococha), parecen estar con un nivel de casos en descenso, mientras que en el río Napo, si bien las estadísticas hablan de un alto nivel de contagio, hasta el momento el comportamiento del virus entre esta población ha sido bastante favorable y la enfermedad, en la mayoría de los casos, está pasando con síntomas leves.

 

 

 

 

Julio, mes de la Preciosísima Sangre de Cristo

Tradición de la Iglesia

julio 01, 2020 17:43

Espiritualidad

(zenit – 1 julio 2020).- Tradicionalmente, en la Iglesia, el mes de julio está dedicado a la devoción a la Preciosísima Sangre de Cristo. En este artículo se describe el origen y evolución de la misma.

Aunque a lo largo de los siglos la Iglesia presentó varias fiestas de la Santísima Sangre, no fue hasta el siglo XIX cuando se estableció una fiesta universal. Así, por ejemplo, previamente fue durante el pontificado Benedicto XIV (1740-1758) cuando se compusieron la Misa y el Oficio en honor de la Sangre adorable del Divino Salvador.

Tal y como señala san Juan XXIII en su Carta Apostólica Inde a Primis sobre la devoción a la Preciosísima Sangre, su “propagador admirable” fue en el siglo XIX, el sacerdote romano san Gaspar del Búfalo”, fundador de los misioneros de la Preciosa Sangre.

 

Institución de la fiesta

Más tarde, Pío IX, durante la Primera Guerra Italiana por la Independencia en 1849, se vio obligado a exiliarse a Gaeta. Allí recibió la visita de don Giovanni Merlini, misionero de la Preciosa Sangre, que le sugirió que instituyera la consabida fiesta y predijo el final del exilio con ella.

El papa hizo la promesa de hacerlo y, con el decreto Redempti sumus (10 de agosto de 1849), extendió a toda la Iglesia la festividad de la Preciosísima Sangre. Después, Pío X, en 1914, la fijó en el día 1 de julio.

El papa Pío XI, como recuerdo del XIX Centenario de la Redención, elevó dicha fiesta a rito doble de primera clase, “con el fin de que, al incrementar la solemnidad litúrgica, se intensificase también la devoción y se derramasen más copiosamente sobre los hombres los frutos de la Sangre redentora”, explica san Juan XXIII.

 

Juan XXIII

Este papa santo, en la citada carta apostólica y con objeto de incrementar más el culto a la preciosa Sangre de Jesucristo, aprobó las Letanías a la Sangre de Cristo y recomendó que se recitasen en todo el mundo católico de manera pública o privada “con la concesión de indulgencias especiales”.

Igualmente, propuso que, al acercarse la fiesta y el mes consagrado al culto de la Sangre de Cristo (julio), “los fieles la hagan objeto de sus más devotas meditaciones y más frecuentes comuniones sacramentales. Que reflexionen, iluminados por las saludables enseñanzas que dimanan de los Libros Sagrados y de la doctrina de los santos padres y doctores de la Iglesia en el valor sobreabundante, infinito, de esta Sangre verdaderamente preciosísima (…)”.

 

Misa votiva de la Preciosa Sangre

San Pablo VI, con la reforma del Calendario, la unió a la fiesta del Corpus Christi, que desde entonces se celebra en toda la Iglesia como la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. No obstante, se estableció una Misa votiva en honor de la Preciosa Sangre que se puede celebrar en el mes de julio o en la mayoría de los otros meses del año.

Igualmente, las Congregaciones vinculadas a la espiritualidad de la Sangre de Cristo todavía celebran la fiesta el 1 de julio con el grado de solemnidad.

Por toda esta tradición, en este mes del año, se anima a los católicos a meditar sobre el sacrificio de Jesús y el derramamiento de su sangre por la humanidad el Jueves Santo.

 

 

 

 

España: La catedral de Santiago de Compostela reabre sus puertas

Vuelve la Misa del peregrino

julio 01, 2020 14:52

Iglesia Local

(zenit – 1 julio 2020).- A partir de hoy, tres meses después del cierre causado por la pandemia de coronavirus, las puertas de la catedral de Santiago de Compostela, los albergues y la Oficina del Peregrino vuelven a abrirse.

La basílica compostelana fue cerrada al público en la mañana del 13 de marzo, víspera de la declaración del estado de alarma en España. No obstante, desde días antes, el templo había decretado otras medidas de prevención, como la prohibición de realizar el tradicional abrazo a la figura del Apóstol.

 

Horarios

Según informa, la propia catedral en su página de Facebook, la catedral permanecerá abierta a las visitas en horario de 9 a 19 horas, siendo último acceso a las 18:45. Se podrá venerar el sepulcro del Apóstol Santiago, pero el camarín no será accesible, debido a las obras de restauración.

La Misa del Peregrino se celebrará a las 12 horas en la capilla del Centro Internacional de Acogida al Peregrino. La Eucaristía de las 19:30 h., por su parte, tendrá lugar en el altar provisional situado en la portada oeste, con un aforo limitado a 75 personas.

Del mismo modo, se retoman las visitas al Pórtico de la Gloria, que podrán realizarse entre las 10:30 y las 14:30 horas de martes a domingo, según indica la catedral compostelana.

El Centro Internacional de Acogida al Peregrino mantendrá un horario de apertura de 10:30 a 18:30 horas. En su capilla, además de celebrarse la Misa del peregrino de la mañana, también tiene lugar la homilía en inglés, programada diariamente a las 9:30 horas.

 

Camino de Santiago

Igualmente, los peregrinos del Camino de Santiago volverán a caminar por las rutas jacobeas y las calles de esta ciudad española a partir de este mes de julio.

Con respecto a esta vuelta de la peregrinación, la asociación cristiana Acogida Cristiana del Camino de Santiago indica en una nota que el Camino de Santiago “recupera así su meta, el sepulcro apostólico, y llama así nuevamente a hombres y mujeres  de todo el mundo a emprender su  peregrinación”.

“Esta vuelta a nuestra normalidad se condiciona, como en todos los ámbitos por las medidas de prevención que aun ahora se hacen necesarias, pero da pie a que de forma paulatina los servicios a los peregrinos y los albergues  retomen otra vez su actividad”, añade la organización.

 

2021, Año Jacobeo

En 2021 está previsto que se celebre el Año Santo Compostelano, también conocido como Año Jacobeo, que tiene lugar cada vez que el 25 de julio, la fiesta de Santiago, cae en domingo.

En esta ocasión, está dedicado al tema “¡Sal de tu tierra! El Apóstol Santiago os espera”. El evento fue presentado por el arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Julián Barrio Barrio, con una Carta Pastoral en la que exhorta a los fieles a ponerse en camino según cuatro acciones: “escuchar para hacer un camino interior; construir en favor de los pobres; confiar en la esperanza de los discípulos y dar testimonio de la caridad”.

 

 

 

 

Monseñor Felipe Arizmendi: “Ante la enfermedad y la muerte”

Afrontarlas con fe y esperanza

julio 01, 2020 10:00

Espiritualidad

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo emérito de San Cristóbal de las Casas

 

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A nadie nos gusta enfermarnos y siempre nos preocupan los parientes, amigos o conocidos que se enferman. Menos nos gusta la muerte. Siempre la tememos y hacemos hasta lo imposible para que no nos llegue. Sin embargo, la enfermedad y la muerte son realidades que, tarde o temprano, de una forma u otra, son parte de nuestra historia.

Por la pandemia de la COVID-19, siguen aumentando los enfermos y las defunciones, pues muchos no toman en serio el peligro y no atienden las normas que las autoridades sanitarias nos indican. ¡Hay tantos imprudentes e irresponsables! Además, los grupos de delincuentes no descansan en su ambición de dinero y de poder, y causan destrucción y muerte por todas partes. Han crecido sin familia y sin Dios, o perdieron ya sus raíces religiosas.

¿Cuál es la actitud cristiana ante la enfermedad y la muerte?

 

PENSAR

El Concilio Vaticano II, realizado de 1962 a 1965, en su Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual, Gaudium et Spes, dice: “El máximo enigma de la vida humana es la muerte. El hombre sufre con el dolor y con la disolución progresiva del cuerpo. Pero su máximo tormento es el temor por la desaparición perpetua. Juzga con instinto certero cuando se resiste a aceptar la perspectiva de la ruina total y del adiós definitivo. La semilla de eternidad que en sí lleva, por ser irreductible a la sola materia, se levanta contra la muerte. Todos los esfuerzos de la técnica moderna, por muy útiles que sean, no pueden calmar esta ansiedad del hombre: la prórroga de la longevidad que hoy proporciona la biología no puede satisfacer ese deseo del más allá que surge ineluctablemente del corazón humano.

Mientras toda imaginación fracasa ante la muerte, la Iglesia, aleccionada por la Revelación divina, afirma que el hombre ha sido creado por Dios para un destino feliz situado más allá de las fronteras de la miseria terrestre. La fe cristiana enseña que la muerte corporal, que entró en la historia a consecuencia del pecado, será vencida cuando el omnipotente y misericordioso Salvador restituya al hombre en la salvación perdida por el pecado. Dios ha llamado y llama al hombre a adherirse a El con la total plenitud de su ser en la perpetua comunión de la incorruptible vida divina. Ha sido Cristo resucitado el que ha ganado esta victoria para el hombre, liberándolo de la muerte con su propia muerte. Para todo hombre que reflexione, la fe, apoyada en sólidos argumentos, responde satisfactoriamente al interrogante angustioso sobre el destino futuro del hombre y al mismo tiempo ofrece la posibilidad de una comunión con nuestros mismos queridos hermanos arrebatados por la muerte, dándonos la esperanza de que poseen ya en Dios la vida verdadera” (No. 18).

“¡Esta es nuestra fe! ¡Esta es la fe de la Iglesia, que nos gloriamos de profesar, en Jesucristo nuestro Señor!”, como dice una aclamación de la liturgia. En efecto, nuestra fe nos ayuda a enfrentar con mayor madurez la enfermedad y la muerte.

Ante la enfermedad, hay que cuidarnos en la medida de lo posible; acudir al médico y tomar la medicina oportuna, homeópata o alópata. Pero también orar confiada e insistentemente a nuestro Padre Dios, con la mediación de Jesucristo, apoyados por la fuerza del Espíritu Santo y la intercesión de la Virgen María y de los Santos, para que, si es su voluntad, nos conceda la salud. Hay que decirle: “Señor, si quieres, puedes curarme” (Mt 8,2). O también: “Señor, mi servidor está acostado en casa con parálisis y terribles sufrimientos” (Mt 8,6); o con la versión de Juan: “Señor, baja antes de que se muera mi niño” (Jn 4,49). O “Hijo de David, ten piedad de nosotros” (Mt 9,27). Y tantas otras plegarias que salgan de nuestro corazón, con fe y confianza, como hizo aquella mujer enferma que, con sólo tocar el manto de Jesús, quedó curada (cf Lc 8,43-44; Mc 6,56), siempre dispuestos a aceptar la voluntad de Dios, como nos enseñó Jesús: “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” (Mt 6,10). Pero también ofrecer nuestros dolores por la salvación de los demás, como dice San Pablo: “Ahora me alegro de mis padecimientos por ustedes, pues así voy completando lo que falta a los sufrimientos de Cristo en mi cuerpo por el bien de su Cuerpo, que es la Iglesia” (Col 1,24). Así, unidos a Cristo, colaboramos con El en la redención de la humanidad.

Ante el temor y la angustia por la muerte, propia o de nuestros seres queridos, hay que orar como Jesús en el Huerto de los Olivos: “¡Padre, si quieres, aparta de mí esta copa amarga, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya!” (Lc 22,42). Y ponernos en sus brazos misericordiosos, como decía Jesús al expirar: “¡Padre, en tus manos entrego mi espíritu!” (Lc 23,46). Saber llorar, sin vergüenza, como Jesús ante la muerte de su amigo Lázaro (cf Jn 11,35). Pero siempre fiados en su promesa: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, jamás morirá” (Jn 11,25-26). “Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él” (Jn 6,54-56).

Se necesita mucha madurez, sobre todo cuando se tienen responsabilidades pendientes, para poder decir como Pablo: “Porque Cristo es para mí la razón de vivir, morir es una ganancia. Pero si seguir viviendo en este mundo me significa un trabajo fecundo, entonces no sabría qué elegir. Me siento atraído por ambas cosas: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que sin duda es mucho mejor, y, por otro, quiero quedarme en este mundo, ya que sería más necesario para ustedes” (Filip 1,21-24). Ojalá pudiéramos decir igualmente como el Apóstol: “El momento de mi partida es inminente. He peleado el buen combate, he concluido la carrera, he conservado la fe. Sólo me queda recibir la corona de los justos que el Señor, el justo juez, me concederá en el día final, y no sólo a mí, sino también a todos los que esperan con amor su manifestación” (2 Tim 4,6-8). Esta es una gracia que no merecemos, pero que podemos pedir, cuando prevemos nuestro fin en este mundo.

 

ACTUAR

Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a enfrentar las enfermedades y la muerte como nos enseña la Palabra de Dios: con fe y confianza en El, pero también con responsabilidad personal y con solidaridad hacia los demás.

 

 

 

 

San Bernardino Realino, 2 de julio

Excelente confesor y predicador

julio 01, 2020 09:00

Testimonios

 

“Abogado santo, predilecto de María, excelente confesor y predicador además de pacificador. Patrón de la localidad italiana de Lecce, donde fue considerado otro Felipe Neri

Nació en Carpi, Módena, Italia, el 1 de diciembre de 1530. Su padre era caballerizo mayor de la corte de los Gonzaga, una responsabilidad que le mantenía frecuentemente alejado del hogar, por lo cual su educación prácticamente quedó en manos de su madre que le transmitió su devoción por la Virgen María. Cursó estudios en Módena y en Bolonia. Estudiaba filosofía, aunque en realidad su objetivo era la medicina. En 1550 falleció su madre y tuvo que acostumbrarse a vivir sin ella; su solo recuerdo suscitaba en su ánimo una incontenible emoción.

Hasta ese momento su vida había discurrido como la de muchos jóvenes de su edad: componía poesías, escribía un diario, sufrió el típico mal de amores de la adolescencia, y hasta se vio involucrado en alguna que otra reyerta. Le gustaba cultivar las amistades y es posible que no supiera elegirlas siempre adecuadamente. En un momento dado, reconoció afligido “haber perdido muchísimo tiempo con algunos de sus compañeros, con los cuales trataba demasiado familiarmente”. Y por si hubiese dudas al respecto, por la siguiente apreciación retrospectiva queda claro que su conciencia le reprochó determinados rasgos de su conducta: “Habiéndome introducido por senda tan resbaladiza, vino el ángel del Señor a amonestarme de mis errores, y, retrayéndome de las puertas del infierno, me colocó otra vez en la ruta del cielo”.

Este “ángel” al que aludía metafóricamente tenía un rostro: el de la hermosa Clara, de la que se enamoró perdidamente en Bolonia después de regresar a la ciudad tras la muerte de su madre. Era una muchacha estudiosa y cultivaba la vida espiritual. Su candidez atrajo a Bernardino, que intercambió cartas y poemas con ella en un tono respetuoso e inocente. Pero la joven tenía cierta   influencia en su voluntad y, a instancias suyas, aunque se decantaba por la medicina, abandonó esta carrera por la de derecho, disciplina en la que se doctoró en 1556. Con su título bajo el brazo, y quién sabe cuantos proyectos de futuro con su amada Clara, inició su andadura profesional.

Uno de sus pleitos tuvo lugar en Ferrara. Se produjo una situación que juzgó injusta y saldó el asunto con violencia, hiriendo la frente de su oponente con el estoque. A tenor de ello, le aplicaron la sanción correspondiente y quedó inhabilitado para volver a ejercer allí. Después, con la protección del gobernador de Milán, que contaba con los buenos servicios de su padre, se convirtió en magistrado de Felizzano. Cuando Felipe II fue elegido nuevo gobernador, indirectamente, con la mediación de otra persona notable, el santo obtuvo la plaza de abogado fiscal en Alessandría, Piamonte. Un tercer gobernador lo nombró magistrado de Cassino. Finalmente, el marqués de Pescara lo designó juez de Castelleone, donde se reveló como un gran pacificador.

Aún le quedaba otro destino, el último, para hallar el verdadero amor de su vida. Porque en las postrimerías de 1591, cuando todo parecía sonreírle, la muerte le arrebató a la joven Clara; tuvo noticia de ello a través de unos amigos que se lo comunicaron por carta. Deshecho por el dolor de tan prematura pérdida, no encontró más consuelo que el de Dios. Cuando el marqués se trasladó a Nápoles como gobernador, lo llevó consigo; fue auditor y lugarteniente general de la ciudad. Con frecuencia vagaba por las calles intentando dar un nuevo sentido a su vida.

Una tarde se cruzó con dos alegres religiosos jesuitas, y animado por su gozoso semblante, fue a oír misa a la iglesia que tenían en la ciudad. Profundamente conmovido por la homilía del predicador, padre Carminata, se recluyó voluntariamente en su habitación. Durante unos días hizo los ejercicios espirituales y determinó seguir a Cristo. Aún no sabía la forma. Pesaban sobre él emociones comprensibles: la soledad de su padre, la confianza del marqués…; dudaba. En septiembre de 1564 María, a la que rogaba su auxilio rezando el rosario, despejó sus temores. Se le apareció con su divino Hijo en los brazos en medio de un celeste resplandor, y le instó a ingresar en la Compañía de Jesús. Se disiparon las sombras de Bernardino instantáneamente y penetró en su espíritu la luz.

Tenía 34 años cuando ingresó en el noviciado. Se deshizo de sus posesiones, y se formó a conciencia. Fue ordenado tres años más tarde y quedó destinado en Nápoles. En las calles, tantas veces transitadas por él como magistrado, se puso a prueba su humildad. Ciertas miradas reprobatorias, sorprendidas de la pobreza de su atuendo, lo decían todo acerca de lo que podían pensar; después, fueron apreciando sus virtudes. Le encomendaron la delicada misión de ser maestro de novicios, aunque él soñaba con partir a las Indias. No pudo cumplir su anhelo.

En 1574 fue enviado a Lecce como superior de la comunidad añadiendo la responsabilidad de abrir allí un colegio. Nápoles lo despidió con enorme aflicción por tenerle en alta estima. Y este mismo sentimiento brotó en Lecce, ciudad que se opuso frontalmente a su salida cuando los superiores determinaron trasladarle a otros lugares. Además, siempre surgía algo que impedía su partida, desde inclemencias meteorológicas hasta enfermedades suyas que desaparecían misteriosamente en el momento que se revocaba la orden de salir. Era un excelente confesor y predicador. Prestó asistencia a enfermos, pobres, esclavos, etc.; ante él desfilaron personas de toda clase y condición, incluida la nobleza y prelados.

Considerado como un san Felipe Neri para Lecce, fue agraciado con favores místicos, entre otros, visiones, especialmente de la Virgen. Y teniendo su nombre en los labios, murió el 2 de julio de 1616 con 82 años, casi la mitad de los cuales los pasó en Lecce. Hallándose moribundo, la ciudad lo eligió como su patrón. El alcalde Rapana acudió a su lecho, y le leyó el documento pertinente arrancándole un casi postrero: “Sí, señores”, como signo de aceptación. León XIII lo beatificó el 12 de enero de 1896, y Pío XII lo canonizó el 22 de junio de 1947.