Servicio diario - 28 de septiembre de 2020


 

PAPA FRANCISCO
Seguridad Pública ‘Vaticano’: El Papa anima a trabajar con “viva fe cristiana”
Larissa I. López
Palabras del Santo Padre

PAPAS
Juan Pablo I: 42º aniversario de su muerte
Larissa I. López
“El papa de la sonrisa”

PAPA FRANCISCO
Argentina: Mensaje del Papa por la 40ª Peregrinación de la Virgen de Luján a Centenario
Larissa I. López
La Virgen “nos abraza a todos”

IGLESIA LOCAL
Nicaragua: Obispos piden reapertura de templos con medidas de bioseguridad
Cristhian Alvarenga
Ante la COVID-19

PAPA FRANCISCO
Gendarmería del Vaticano: El Papa preside la Misa de san Miguel Arcángel
Larissa I. López
Patrono de este cuerpo

IGLESIA LOCAL
Conferencias Episcopales de Europa: Mensaje final tras la Asamblea Plenaria
Larissa I. López
Celebrada virtualmente

IGLESIA LOCAL
Costa Rica: COVID-19, obispos llaman a la población a actuar con conciencia
Cristhian Alvarenga
Frente al rebrote en el país

PAPA FRANCISCO
Conferencias Episcopales de Europa: Mensaje del Papa por la Asamblea Plenaria
Larissa I. López
“Inspirar la certeza de la fe”

CIUDAD DEL VATICANO
Tribunal del Vaticano: El Papa nombra a un promotor de justicia aplicado
Larissa I. López
Gianluca Perone

CIUDAD DEL VATICANO
Samaritanus Bonus: “La prohibición de la eutanasia y el suicidio asistido”
Anita Bourdin
Capítulo 5, apartado 1 de la carta

ANÁLISIS
Teología para Millennials: “Carta Buen Samaritano”
Mario Arroyo Martínez
Documento vaticano sobre eutanasia

CIUDAD DEL VATICANO
Academia Pontificia de Ciencias: David Baulcombe, nuevo miembro ordinario
Larissa I. López
Nombrado por Francisco

TESTIMONIOS
Beato Francesc Castelló i Aleu, 29 de septiembre
Isabel Orellana Vilches
Mártir de la Guerra Civil Española


 

 

 

Seguridad Pública ‘Vaticano’: El Papa anima a trabajar con “viva fe cristiana”

Palabras del Santo Padre

septiembre 28, 2020 14:52

Papa Francisco

(zenit – 28 sept. 2020).- En la mañana de hoy, el Papa Francisco ha recibido en audiencia a los dirigentes y agentes de la Inspección de Seguridad Pública “Vaticano”, con motivo del 75º aniversario de su institución.

“Espero que vuestro trabajo, cumplido no pocas veces con sacrificio y riesgo, esté animado por una viva fe cristiana: es el tesoro espiritual más precioso que vuestras familias os han confiado y que estáis llamados a transmitir a vuestros hijos”, les dijo.

 

75 años de historia

En su discurso dio gracias a Dios por los setenta y cinco años de historia de la Inspección de Seguridad Pública y “por el trabajo de tantos hombres y mujeres de la Policía Estatal Italiana”, aludiendo a “la estela del profundo vínculo que existe entre la Santa Sede e Italia”, una misión que tiene su origen en los Pactos Lateranenses de 1929.

Francisco recorrió la historia de este servicio, situada en un “contexto de precariedad y emergencia nacional”, cuando las fuerzas políticas y sociales estaban comprometidas en la recuperación democrática, hasta la concreción en 1945, del proyecto para “dar autonomía y configuración jurídica a este servicio de policía”.

De este modo, “el servicio que las fuerzas policiales habían llevado a cabo durante mucho tiempo en la plaza de San Pedro y en las áreas que rodean al Vaticano, se fortaleció y se hizo más efectivo”.

 

Gratitud del Papa

Después, el Pontífice agradeció a los oficiales y agentes “vuestro valioso servicio, caracterizado por la diligencia, el profesionalismo y el espíritu de sacrificio. Admiro, sobre todo, vuestra paciencia para tratar con gente de diferentes orígenes y culturas y, -me atrevo a decir-, para tratar con los sacerdotes”.

Y extendió su gratitud “a vuestro compromiso de acompañarme cuando me desplazo por Roma y cuando visito diócesis o comunidades en Italia. Una tarea difícil, que requiere discreción y equilibrio, para que los itinerarios del Papa no pierdan su carácter específico de encuentro con el Pueblo de Dios”.

Finalmente, el Obispo de Roma deseó que la Inspección de Seguridad Pública vaticana “continúe operando de acuerdo a su luminosa historia, sabiendo sacar nuevos y abundantes frutos de ella”.

A continuación, sigue el discurso completo del Papa.

***

 

Discurso del Santo Padre

¡Queridos hermanos y hermanas!

Me alegra encontrarme con la gran familia de la Inspección de Seguridad Pública “Vaticano”, que conmemora el 75º aniversario de su institución. Os saludo a todos con afecto: dirigentes, funcionarios, agentes, con vuestros familiares. Dirijo un pensamiento deferente a la señora ministra del Interior, a quien agradezco sus palabras, así como al Jefe de Policía. Y también quiero daros las gracias a vosotros, porque ha sido lindo para mí entrar en la sala con la nostalgia del otoño de Buenos Aires (se refiere a una pieza música tocada por la banda de la Policía). Gracias.

Al conmemorar la fundación de esta Inspección es natural dar gracias al Señor por los setenta y cinco años de historia y por el trabajo de tantos hombres y mujeres de la Policía Estatal Italiana. En la estela del profundo vínculo que existe entre la Santa Sede e Italia, han llevado a cabo, con competencia y pasión, una misión que tiene su origen en los Pactos Lateranenses de 1929. En efecto, esos acuerdos, al sancionar el nacimiento del Estado de la Ciudad del Vaticano, preveían un régimen peculiar para la plaza de San Pedro, con libre acceso para los peregrinos y turistas y bajo la supervisión de las autoridades italianas.

Mirando hacia atrás, se puede ver cómo el origen de la Inspección de Seguridad Pública “Vaticano” se sitúa en un contexto de precariedad y emergencia nacional, cuando las fuerzas políticas y sociales estaban comprometidas en el restablecimiento de la democracia. En marzo de 1945 se concretó el proyecto de dar autonomía y configuración jurídica a este servicio de policía. El Ministerio del Interior, dirigido por el propio presidente del Consejo de Ministros, Ivanoe Bonomi, instituyó la Oficina Especial de Seguridad Pública “San Pedro”.

De esta manera, el servicio que las fuerzas policiales llevaban a cabo desde hacía tiempo en la plaza de San Pedro y en las zonas limítrofes del Vaticano se fortaleció y se hizo más efectivo. La ocupación de Roma por las tropas alemanas en 1943 había creado no pocas dificultades y preocupaciones: se había planteado el problema del respeto por parte de los soldados alemanes de la neutralidad y la soberanía de la Ciudad del Vaticano, así como de la persona del Papa. Durante nueve meses, la frontera entre el Estado Italiano y la Ciudad del Vaticano, trazada en el suelo de la plaza de San Pedro, había sido un lugar de tensión y miedo. Los fieles no podían acceder fácilmente a la basílica para rezar, de ahí que muchos desistieran.

Finalmente, el 4 de junio de 1944 Roma fue liberada, pero la guerra dejó profundas heridas en las conciencias, escombros en las calles, pobreza y sufrimiento en las familias. El fruto de la guerra es este. Los romanos, y los peregrinos que podían llegar a la capital, acudían cada vez más numerosos a San Pedro, también para expresar su gratitud al Papa Pío XII, proclamado “defensor Civitatis». La nueva Oficina de la Policía del Estado en el Vaticano pudo así responder adecuadamente a las nuevas necesidades y prestar un importante servicio tanto a Italia como a la Santa Sede.

Desde el día de la institución de esa Oficina, que poco a poco fue tomando otros nombres hasta el actual, se desplegó un camino bajo el signo de la fructífera colaboración entre Italia y la Santa Sede, y entre la Inspección y los organismos vaticanos responsables del orden público y la seguridad del Papa. Aunque hayan cambiado los escenarios nacionales e internacionales y los requisitos de seguridad, no ha cambiado el espíritu con el que los hombres y mujeres de la Inspección han llevado a cabo su apreciada tarea.

Queridos funcionarios y agentes, muchas gracias por vuestro valioso servicio, caracterizado por la diligencia, el profesionalismo y el espíritu de sacrificio. Admiro, sobre todo, vuestra paciencia para tratar con gente de diferentes orígenes y culturas y, -me atrevo a decir-, para tratar con los sacerdotes. Mi gratitud también se extiende a vuestro compromiso de acompañarme cuando me desplazo por Roma y cuando visito diócesis o comunidades en Italia. Una tarea difícil, que requiere discreción y equilibrio, para que los itinerarios del Papa no pierdan su carácter específico de encuentro con el Pueblo de Dios. Por todo esto, una vez más os estoy agradecido.

Que la Inspección de Seguridad Pública “Vaticano” continúe operando de acuerdo a su luminosa historia, sabiendo sacar nuevos y abundantes frutos de ella. Estoy seguro de que trabajar en este lugar sea para vosotros un recordatorio constante de los más altos valores: los valores humanos y espirituales que requieren ser acogidos y atestiguados cada día. Espero que vuestro trabajo, cumplido no pocas veces con sacrificio y riesgo, esté animado por una viva fe cristiana: es el tesoro espiritual más precioso que vuestras familias os han confiado y que estáis llamados a transmitir a vuestros hijos.

Que el Señor os recompense como solo Él sabe hacer. Que vuestro patrón san Miguel Arcángel os proteja y que la Virgen Santa vele por vosotros y vuestras familias. Y que también os acompañe mi bendición. Y por favor no os olvidéis de rezar por mí. Gracias.

 

© Librería Editorial Vaticana

 

 

 

 

Juan Pablo I: 42º aniversario de su muerte

“El papa de la sonrisa”

septiembre 28, 2020 13:43

Papas

(zenit – 28 sept. 2020).- Tal día como hoy, en 1978, a los 33 días de ser elegido sucesor de Pablo VI, tuvo lugar la muerte del papa Juan Pablo I, conocido popularmente como “el papa de la sonrisa”.

Albino Luciani nació el 17 de octubre de 1912, en Forno di Canale (hoy Canale d´Agordo), al norte de Italia, en la diócesis de Belluno.

Albino era el mayor de cuatro hermanos. Tras estudiar en el seminario local de Belluno, fue ordenado sacerdote en 1935. Posteriormente, se dirigió a Roma para continuar sus estudios teológicos en la Universidad Gregoriana.

En el año 1954 fue nombrado vicario general de Belluno, y cuatro años más tarde el papa Juan XXIII, en Roma, lo consagraba obispo para la diócesis de Vittorio Veneto, cerca de Venecia.

En 1969, el papa Pablo VI lo nombró patriarca de Venecia, y en 1973 fue creado cardenal por el mismo pontífice.

 

Elección como papa

El cónclave de agosto de 1978 fue el más grande hasta entonces—en cuanto al número de cardenales asistentes—, y quizá también uno de los más cortos. Al finalizar la primera jornada, el cardenal Luciani fue anunciado como nuevo pontífice.

El nuevo papa eligió entonces los nombres de sus predecesores inmediatos: Juan y Pablo, con quienes se sentía muy agradecido y en deuda por haberle nombrado obispo y cardenal, respectivamente.

 

Breve pontificado

En su único discurso Urbi et Orbi, el Papa Juan Pablo I reafirmó a la Iglesia que su primer deber es el de la evangelización, y la exhortó a continuar con el esfuerzo ecuménico, indica Radio Vaticana.

En sus palabras del 10 de septiembre de aquel año, dirigidas a los representantes de la prensa internacional, les pidió que se acercaran más a sus propios semejantes, que percibieran más de cerca el ansia por la justicia, la paz y la fraternidad, y que instauraran con ellos vínculos más profundos de participación, entendimiento y solidaridad con vistas a un mundo más justo y humano.

En sus cuatro únicas audiencias generales, Juan Pablo I abordó el tema de la humildad, de la fe, de la esperanza y de la caridad, con un estilo tan personal que hizo que surgiera inmediatamente su vocación a la misión pastoral y catequística.

De hecho, otro de los nombres que con los que se recuerda a Juan Pablo I es “el papa catequista” o el “papa párroco del mundo”, subrayando su amor por la catequesis.

Fue declarado siervo de Dios por su sucesor, Juan Pablo II, el 23 de noviembre de 2003. El Papa Francisco confirmó sus virtudes heroicas el 8 de noviembre de 2017 y le proclamó venerable.

 

Biografía

Recientemente, con ocasión del aniversario de la elección de Juan Pablo I, a la Cátedra de Pedro (26 de agosto de 1978), la edición de L’Osservatore Romano publicó un texto extraído del prefacio del cardenal Beniamino Stella, prefecto de la Congregación para el Clero y postulador de las causas de canonización.

En este texto, prefacio de la obra de Stefania Falasca, Davide Fiocco y Mauro Velati, Juan Pablo I. Biografía ex documentis, publicada por la Libería Editorial Vaticana (LEV), el cardenal Stella explica que “estas páginas constituyen un intento de restaurar la totalidad de un itinerario humano, religioso y cultural, poniendo de relieve el tesoro de una dignidad sapiencial, la de un sacerdote, obispo, patriarca y finalmente el sucesor de Pedro”.

 

Fundación Juan Pablo I

La Fundación Vaticana Juan Pablo I fue establecida por el Papa Francisco el 17 de febrero de 2020, para fomentar la investigación, el estudio y la profundización del pensamiento y las enseñanzas de Juan Pablo I a nivel internacional.

Con este fin, también el 26 de agosto, la fundación nombró a su Comité Científico y confirió el encargo de coordinador del Comité Científico a Stefania Falasca, vicepresidenta de la Fundación.

La primera reunión del Consejo de Administración de la Fundación Vaticana Juan Pablo I, tuvo lugar el 22 de mayo de 2020 en el Vaticano, presidida por el cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin.

 

 

 

 

Argentina: Mensaje del Papa por la 40ª Peregrinación de la Virgen de Luján a Centenario

La Virgen “nos abraza a todos”

septiembre 28, 2020 11:49

Papa Francisco

(zenit – 28 sept. 2020).- El Papa Francisco se unió espiritualmente a la 40ª Peregrinación a Nuestra Señora de Luján a Centenario, en la provincia de Neuquén, en el suroeste de Argentina.

El evento, celebrado del 23 al 26 de septiembre de este mes, tuvo lugar en modo virtual debido a la pandemia de coronavirus.

 

“Madre, abrázanos”

En su videomensaje, el Santo Padre se refirió al lema, “Madre, abrázanos, queremos seguir caminando”, resaltando que “a veces, y no solo a veces, el camino se hace difícil. Y en este momento de pandemia y de numerosas amenazas a la salud, de tanto miedo, de tantas necesidades, es aún más difícil”.

Por todo esto, añadió el Papa, “necesitamos que la Madre nos abrace”.

Después, Francisco rememoró algunos testimonios maternales: “Una mujer me dijo que una de las tareas de una madre es reunir a sus hijos. Y otra, a la que pregunté cuál de sus hijos era su favorito, respondió: Tengo cinco dedos en la mano: si uno de ellos me hace daño, me hace daño de la misma manera que otro. Todos son diferentes, pero todos son iguales”.

 

La Virgen nos abraza a todos

“Esto es lo que la Virgen hace con nosotros, todos somos diferentes, pero Ella es Madre y nos abraza a todos”, continuó.

“Los acompaño desde aquí y me uno a la peregrinación, rezo por ustedes y les pido que no se olviden de rezar por mí”, concluyó el Pontífice antes de impartir su bendición.

La peregrinación terminó el domingo 27 de septiembre con una Misa Solemne presidida por monseñor Fernando Croxatto, obispo de Neuquén, transmitida en directo en la página de Facebook diocesana.

 

 

 

 

 

 

Nicaragua: Obispos piden reapertura de templos con medidas de bioseguridad

Ante la COVID-19

septiembre 28, 2020 17:43

Iglesia Local

(zenit – 28 sept. 2020).- La Conferencia Episcopal de Nicaragua, informó que a partir del domingo 4 de octubre se realizará la reapertura de los templos y la celebración de los sacramentos a decisión de cada obispo, cumpliendo con todas las medidas dictadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

“Hemos tomado la decisión de que cada obispo, si lo considera conveniente, dé normas propias para la reapertura de los templos y celebración de los sacramentos a partir del domingo 4 de octubre de 2020, cumpliendo las medidas de bioseguridad”, indica el mensaje de la Conferencia Episcopal publicado en la tarde del 26 de septiembre.

 

Llamado a retomar la vida de fe

La jerarquía católica convocó a los feligreses a retomar la “vida de fe” de manera gradual en cada rincón del país. “Hemos asumido el reto con temor y temblor, conscientes no solo del peligro de la pandemia sino también, de la crisis sociopolítica que vive nuestro país: de convocar a todos los católicos que con caridad y responsabilidad fraterna retomemos nuestra vida de fe comunitaria, de manera gradual”.

La decisión llega después de seis meses de mantener suspendidas las actividades religiosas por la pandemia del coronavirus. Sin embargo, el Gobierno de Daniel Ortega intentó a toda costa que se realizarán procesiones y actividades en diversos puntos del país, acción que no tuvo éxito en el territorio nacional.

El documento también expone que el episcopado ha “monitoreado el comportamiento de la pandemia, escuchando las voces de profesionales de la salud, tanto nacionales independientes, como expertos internacionales, y coinciden en que los niveles de contagio han disminuido gradualmente”.

 

Sin datos oficiales creíbles realizan monitoreo independiente

En Nicaragua las autoridades del Gobierno han manejado los datos estadísticos de casos y victimas de la pandemia con mucho hermetismo, lo que ha sido cuestionado por la sociedad.

Por su parte, el independiente Observatorio Ciudadano COVID-19 informó que la cantidad de fallecidos por síntomas relacionados a la pandemia en Nicaragua, incluyendo neumonía, se elevó a 2.735, luego de registrar 14 muertes entre los pasados días 17 y 23 de septiembre.

El Observatorio, una red de médicos y voluntarios que da seguimiento a la pandemia en Nicaragua, también reportó que el total de casos sospechosos de COVID-19 se elevó a 10.396, desde el primer caso reportado por las autoridades, en marzo pasado, tras detectar 138 nuevos pacientes.

Los datos del conglomerado mantuvieron el contraste con los del Gobierno de Nicaragua, que, hasta el pasado martes, fecha de su último reporte, reconoció 149 muertos y 5.075 casos confirmados.

Contrario al Ministerio de Salud, que señala casos confirmados, el Observatorio hace referencia a “sospechosos”, ya que en Nicaragua el acceso a las pruebas de coronavirus es restringido.

 

Irregularidades

El Observatorio señaló que ha detectado “2.473 irregularidades” que agudizan los efectos de la pandemia, principalmente la “exposición de personas en actividades que conllevan aglomeraciones”, mismas que son promovidas por el Gobierno, con el objetivo de mantener activa la economía, según han divulgado las autoridades.

El Gobierno del presidente Daniel Ortega ha sido criticado desde diversos sectores por promover actividades masivas, por no haber suspendido las clases presenciales en medio de la pandemia, y por apenas establecer restricciones. El manejo de la pandemia ha despertado preocupación en los organismos regionales y mundiales dedicados a la salud y los Derechos Humanos.

 

 

 

 

Gendarmería del Vaticano: El Papa preside la Misa de san Miguel Arcángel

Patrono de este cuerpo

septiembre 28, 2020 11:07

Papa Francisco

(zenit – 28 sept. 2020).- El pasado 26 de septiembre de 2020, en el altar de la Cátedra de la Basílica Vaticana, el Papa Francisco presidió la Misa del Cuerpo de Gendarmería del Vaticano con motivo de la próxima fiesta de san Miguel Arcángel, patrono y protector de la Policía Estatal Italiana y del Cuerpo de Gendarmería del Vaticano.

El Santo Padre comentó cómo las lecturas de este domingo hablaban de la conversión: “La conversión del corazón; conversión que significa ‘cambiar de vida’, es decir, que el corazón que no va por buen camino encuentre uno bueno”.

En este sentido, remarcó que la conversión supone “un corazón que está siempre abierto al encuentro con Dios” y el modelo es “el del Evangelio, del rico, del pobre, el modelo es Jesucristo”, que salió a nuestro encuentro.

El camino de la conversión, continúa Francisco, es “acercarse, es la cercanía, pero una cercanía que es servicio. Y esta palabra me hace dirigirme a vosotros, queridos hermanos gendarmes. Cada vez que os acerquéis para servir, imitad a Jesucristo”.

“Cada vez que deis un paso para poner orden, pensad que estáis haciendo un servicio, estáis haciendo una conversión que es servicio. Y del modo en que lo hagáis, haréis el bien a los demás”, expuso para después agradecerles por su labor: “Gracias por vuestro servicio y seguid adelante, siempre con esta cercanía humilde pero fuerte que nos enseñó Jesucristo”.

A continuación, sigue el texto de la homilía que el Papa improvisó durante la Misa.

***

 

Homilía del Santo Padre

Las lecturas de este domingo nos hablan de la conversión. La conversión del corazón; conversión que significa “cambiar de vida”, es decir, que el corazón que no va por buen camino encuentre uno bueno.

Pero no es sólo nuestra conversión: es también la conversión de Dios. “Y si el malvado se aparta del mal que ha cometido -hemos escuchado en la primera lectura- «para practicar el derecho y la justicia, conservará su vida. Ha abierto los ojos y se ha apartado de todos los crímenes que había cometido; vivirá sin duda, no morirá” (Ez 18,27-28). El malvado se convierte. Digámoslo más fácilmente: el pecador se convierte y Dios también se convierte al pecador. El encuentro con Dios, la conversión, es de ambas partes; ambos buscan el encuentro. El perdón no es sólo ir allí, llamar a la puerta y decir: “Perdóname”, y desde el interfono te contestan: “Te perdono. Vete”. El perdón es siempre un abrazo de Dios. Pero Dios camina, como caminamos nosotros, para encontrarnos.

Este es el perdón de Dios, el modo de convertirse. “Pero, ¿cómo iré a Dios? ¡Soy tan pecador!” Eso es lo que Dios quiere: que vayas, que vayas a Él. ¿Qué hizo el papá del hijo pródigo? – aquel que se fue con el dinero y se gastó la fortuna en vicios… ¿Qué hizo el papá? Cuando vio venir al hijo – porque el hijo había sentido que tenía que volver con su padre; tenía que volver por necesidad, pero de todos modos el hijo dio el paso -, el papá, que estaba en la terraza, bajó inmediatamente y salió al encuentro de su hijo. No lo esperó en la puerta señalándolo con el dedo, ¡lo abrazó! Y cuando el hijo hablaba pidiendo perdón, el abrazo le cerró la boca. Esa es la conversión. Ese es el amor de Dios. Es un camino de encuentro mutuo.

Y aquí me gustaría subrayar: un corazón que está siempre abierto al encuentro con Dios – esa es la conversión, estar abierto al encuentro con Dios -, ¿cuál es el modelo? El modelo es el del Evangelio, del rico, del pobre, el modelo es Jesucristo. Él salió a nuestro encuentro. Hemos escuchado la segunda lectura: “Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo, el cual, siendo de condición divina, -Jesús era Dios- no retuvo ávidamente el ser igual a Dios -es decirse quedarse allí- sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres […] y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz” (Fil 2,5-8).

El camino de la conversión es acercarse, es la cercanía, pero una cercanía que es servicio. Y esta palabra me hace dirigirme a vosotros, queridos hermanos gendarmes. Cada vez que os acerquéis para servir, imitad a Jesucristo. Cada vez que deis un paso para poner orden, pensad que estáis haciendo un servicio, estáis haciendo una conversión que es servicio. Y del modo en que lo hagáis, haréis el bien a los demás. Y por eso, os quiero dar las gracias. Vuestro servicio es una doble conversión: una conversión propia, como la de Jesucristo, dejar las comodidades, dejar… “Voy a servir”; y la otra conversión, la del otro, que no se siente castigado a la primera sino escuchado, puesto en su sitio con la humildad de Jesús. Así, Jesús os pide que seáis como él: fuertes, disciplinados, pero humildes y servidores.

Una vez escuché a un anciano que, hablando de su hijo que gritaba a los suyos, decía: “Mi hijo no ha entendido que cada vez que les grita a sus hijos pierde autoridad”. Vuestra autoridad está en el servicio: poner límites, hacer que las cosas funcionen, pero en el servicio, en la caridad, en la bondad. Y esta es vuestra gran vocación. Para mí sería muy triste que alguien me dijera: “No, vuestro Cuerpo de gendarmería…, son empleados, funcionarios, que cumplen con su horario y luego se despreocupan…”. No, no. Ese no es el camino para convertirse y hacer que otros se conviertan. Vuestro camino es el del servicio, como el papá que va a ver a su hijo, como el hermano que ve algo y dice: “No, esto no se puede hacer, esto no está bien”. El camino es este, pero dicho con el corazón, dicho con humildad, dicho con cercanía

Dice la Biblia en el Evangelio que Jesús estaba siempre con los pecadores, incluso con los malhechores, pero ellos se sentían cerca de Jesús, no se sentían juzgados. Y Jesús nunca dijo una patraña, una mentira. No: “La verdad es esta, el camino es este”. Pero lo decía con amabilidad, lo decía con el corazón, lo decía como un hermano.

Gracias por vuestro servicio. Gracias, porque veo que vuestro servicio va por este camino. A veces alguno puede dar un resbalón, pero en la vida ¿quién no resbala? ¡Todos ! Pero nos levantamos: “No he hecho bien, pero ahora…”. Reanudar siempre este camino para la conversión de la gente y también para la propia conversión. En el servicio nunca hay equivocación, porque el servicio es amor, es caridad, es cercanía. El servicio es el camino que Dios eligió en Jesucristo para perdonarnos, para convertirnos.

Gracias por vuestro servicio y seguid adelante, siempre con esta cercanía humilde pero fuerte que nos enseñó Jesucristo. Gracias.

 

© Librería Editorial Vaticana

 

 

 

 

Conferencias Episcopales de Europa: Mensaje final tras la Asamblea Plenaria

Celebrada virtualmente

septiembre 28, 2020 18:08

Iglesia Local

(zenit – 28 sept. 2020).- La Asamblea Plenaria del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), celebrada este año online del 23 al 26 de septiembre de 2020, concluyó con la aprobación del “Mensaje Final a Europa”, informa una nota del propio organismo eclesial.

De acuerdo a la misma, los obispos europeos animan a los pueblos y naciones a no encerrarse en sí mismos, a mirar al mañana con una confianza recuperada mientras caminan juntos a la luz de Cristo resucitado y se comprometen a una solidaridad renovada, sabiendo que están cerca unos de otros.

La Asamblea Plenaria del CCEE se abrió el primer día con la lectura del mensaje enviado por el Papa Francisco a los presidentes de los episcopados europeos.

 

Mensaje final

Al final de la Asamblea Plenaria, los obispos del CCEE dirigen unas palabras “a la Iglesia Católica que vive en el continente, a los cristianos de las distintas confesiones, a los creyentes de todas las religiones y a todos los ciudadanos europeos”, expresan en su mensaje.

Esto “lo hacemos con humildad, sabiendo que no tenemos ninguna sabiduría propia que aportar, sino solo la Palabra que Dios habló al mundo en Jesucristo, que murió y resucitó para que la humanidad tenga vida eterna”, continúan.

 

Responsabilidad como pastores

Los miembros del episcopado aluden a su sentido de la responsabilidad “como pastores de las comunidades, sabiendo que nuestros sacerdotes y nuestros fieles están unidos a nosotros y conscientes de que la Iglesia debe ser, por indicación del Señor, sal y levadura en la historia”.

Durante este tiempo, la Asamblea “rezó y reflexionó no solo sobre lo que está sucediendo en relación con la pandemia y sus repercusiones en la vida de cada individuo, en el trabajo, en la sociedad, en las familias, en las relaciones entre Estados y continentes, en la vida eclesial, sino también en el futuro”, subraya el texto.

Los obispos reconocen no contar “soluciones prácticas a este respecto, ya que son competencia de los responsables políticos”, no obstante, “forma parte de nuestro deber pastoral llamar a la conciencia personal y colectiva ciertas actitudes de carácter espiritual y ético”.

 

Mirar al mañana

De hecho, prosiguen, “la construcción de la civilización moderna debe basarse en principios espirituales, capaces no solo de sostenerla, sino también de iluminarla y darle vida”.

Y, “ante todo, una confianza redescubierta. Sin esta forma de ser no es posible mirar al mañana…”, concluyen.

 

 

 

 

Costa Rica: COVID-19, obispos llaman a la población a actuar con conciencia

Frente al rebrote en el país

septiembre 28, 2020 17:27

Iglesia Local

(zenit – 28 sept. 2020).- Los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica emitieron el pasado 24 de septiembre un comunicado en el que llaman a los fieles a actuar con “conciencia y responsabilidad” frente al rebrote de COVID-19 que vive este país centroamericano.

 

Protocolos de cuidado

Hasta el cierre de la redacción de esta nota las autoridades de salud de Costa Rica reportaban 72.049 casos confirmados. Frente a estos datos alarmantes los obispos indican en su mensaje que hay que “ser más estrictos en el lavado de manos, en los protocolos para toser y estornudar, en el uso obligatorio de la mascarilla y en el distanciamiento físico. Salgamos a lo realmente necesario; si tenemos síntomas relacionados con el virus, debemos quedarnos en casa, para cuidarnos y cuidar de los demás”.

El episcopado advierte que la necesaria apertura de distintos sectores y ámbitos del país, especialmente de la actividad económica, implica necesariamente “mucha seriedad y responsabilidad” por parte de todos los ciudadanos en el respeto de los protocolos dispuestos por las autoridades sanitarias, desde el lavado de las manos, el distanciamiento social, la reducción de salidas innecesarias del hogar, hasta permanecer en casa ante cualquier sospecha de contagio.

 

Llamado a cuidarse entre todos

“Con esta conciencia y responsabilidad, cuidémonos entre todos, seamos solidarios y protejámonos. Con fe, esperanza y poniendo de nuestra parte, este duro momento pasará”, dicen los obispos.

Además, recuerdan las palabras del Papa Francisco el 27 de marzo pasado, apenas el inicio de la pandemia, en su mensaje Urbi et Orbi extraordinario: “No somos autosuficientes; solos nos hundimos. Necesitamos al Señor como los antiguos marineros las estrellas. El Señor nos interpela y, en medio de nuestra tormenta, nos invita a despertar y a activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar”.

 

En la adversidad poner la mirada en Dios

Durante este mes, el país sigue el programa “Costa Rica trabaja y se cuida”, que impulsa una apertura controlada y bajo estrictos protocolos de la mayoría de actividades comerciales, pero con responsabilidad de la población.

Finalmente, los pastores recuerdan a los fieles que el “país tiene en sus raíces los valores de una sociedad creyente, por ello necesitamos poner de nuestra parte, y clamar a Dios para que nos ayude a superar esta crisis”.

 

 

 

 

Conferencias Episcopales de Europa: Mensaje del Papa por la Asamblea Plenaria

“Inspirar la certeza de la fe”

septiembre 28, 2020 16:50

Papa Francisco

(zenit – 28 sept. 2020).- Con motivo de la Asamblea Plenaria del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), celebrada virtualmente del 26 al 28 de septiembre de 2020, el Papa Francisco envió un mensaje.

A través de dicho texto, dirigido al cardenal Angelo Bagnasco, presidente del CCEE, el Santo Padre expresa a los prelados su “cercanía espiritual” y su agradecimiento por el tema elegido “La Iglesia en Europa después de la pandemia. Perspectivas para la Creación y la Comunidad”.

 

La pandemia

“La experiencia de esta pandemia ha dejado una profunda huella en todos nosotros, porque afectaba dramáticamente a uno de los requisitos estructurales de nuestra existencia – las relaciones entre las personas y en la sociedad – alterando así las costumbres y las relaciones, y cambiar las condiciones de nuestra vida social y económica”, indica el Papa.

“La vida misma de la Iglesia ha sido impactada significativamente; fuimos obligados a remodelar nuestra práctica religiosa, y muchas actividades pastorales no se han ajustado aún a esta nueva situación”, continúa en este sentido.

Francisco se refiere también a “la muerte de tantos ancianos, la tragedia de las familias tomadas por el intenso y desalentador sufrimiento, la difícil situación de los niños y jóvenes encerrados en sus casas, y la suspensión de los ritos religiosos y las iniciativas de formación cristiana”.

 

“Caridad creativa”

Todo esto ha llevado a muchos sacerdotes y religiosos “a buscar formas valientes de prestar su servicio pastoral, dando testimonio de su paternal y tierna proximidad al pueblo, de manera que, “frente a la explosión de nuevas formas de pobreza, esta obra de caridad creativa debe continuar, mostrando una cercanía cada vez más atenta y generosa a los más débiles”, continúa el mensaje.

El Pontífice destaca que las comunidades cristianas están llamadas “a comprometerse en una interpretación de lo que hemos experimentado, para que puedan aprender lo que la vida puede enseñar y discernir” sobre el futuro, por lo que es necesario “tener la misma actitud que el escriba que sacó de su tesoro cosas nuevas y viejas (cf. Mt 13,52)”.

Finalmente, el Obispo de Roma, ora para que los pastores de la Iglesia de Europa “puedan inspirar la certeza de la fe en todos los fieles”.

 

 

 

 

Tribunal del Vaticano: El Papa nombra a un promotor de justicia aplicado

Gianluca Perone

septiembre 28, 2020 16:16

Ciudad del Vaticano

(zenit – 28 sept. 2020).- El Papa Francisco ha nombrado promotor de justicia aplicado del Tribunal el Estado de la Ciudad del Vaticano al abogado Gianluca Perone, profesor de Derecho Comercial en la Universidad de Roma Tor Vergata.

Este cargo, que tiene una vigencia de tres años, se implementó mediante la nueva Ley de Ordenamiento Judicial del Estado de la Ciudad del Vaticano, promulgada por medio de un motu proprio del Papa Francisco el 16 de marzo de 2020.

Se trata de una ley, que prevé “garantizar mejor la independencia de los órganos judiciales y de los magistrados que dependen únicamente del Pontífice” y “una simplificación del sistema judicial”, entre otras cosas, señaló la Oficina de Prensa del Vaticano, en un comunicado emitido en la citada fecha.

El cargo de promotor de justicia aplicado tiene la función de ejercer como adjunto a los magistrados que trabajan en el colegio del promotor de justicia. Su función es la de asistir a la Oficina del Promotor de Justicia, compuesta por el promotor de justicia y dos magistrados ordinarios que tienen las funciones de promotores de justicia adjuntos.

Gianluca Perone es licenciado en la Universidad de la Sapienza y doctor por la de Tor Vergata. Es experto en Derecho Societario, Bancario, Financiero, Concursal y de la Propiedad.

 

 

 

 

Samaritanus Bonus: “La prohibición de la eutanasia y el suicidio asistido”

Capítulo 5, apartado 1 de la carta

septiembre 28, 2020 16:34

Ciudad del Vaticano
Documentos

(zenit – 28 sept. 2020).- “Cuando no hay nada más que hacer” para salvar una vida, todavía queda “mucho por hacer” para acompañar al final de la misma: esto es lo que se recuerda en un documento de la Santa Sede de unas veinte páginas sobre “el cuidado de personas en fases críticas y terminales de la vida”.

Presenta un claro rechazo de la eutanasia y de la lógica del “rechazo” como terapia implacable. Reflexiona sobre temas delicados como la vida prenatal y los estados reducidos de conciencia. Reafirma el derecho a la objeción de conciencia del personal sanitario.

Esta nueva “carta” de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre el fin de la vida se titula “El buen samaritano”. Se publicó y se presentó a la prensa el martes 22 de septiembre de 2020. Fue aprobada por el Papa Francisco el 25 de junio, quien ordenó su publicación. El citado Dicasterio adoptó el texto el 29 de enero.

Samaritanus Bonus está fechada el 14 de julio, memoria litúrgica de san Camilo de Lelis (+1614), sacerdote italiano, patrón del personal de enfermería. Decía: “Mi música favorita es la que hacen los pacientes pobres cuando uno pide que le rehagan la cama, el otro que le refresque la lengua o que le caliente los pies”.

Este es el espíritu de los cuidados paliativos, cuando hay “mucho por hacer”. El documento reafirma de hecho una “ética del cuidado”, con este principio: “cuando curar es imposible, cuidar siempre lo es”.

Entre los temas generales de los primeros capítulos se puede señalar la necesidad de una “comunidad de cuidado”, la afirmación de que cuidar es “no solo curar”, y que debemos tener una “mirada contemplativa” sobre el paciente para no reducir la atención a los protocolos y la tecnología.

En primer lugar se encuentra esta reafirmación del magisterio de la Iglesia: “La prohibición de la eutanasia y del suicidio asistido”. Estos son los párrafos que lo tratan (cap.5/1),

Traducido por Raquel Anillo

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La prohibición de la eutanasia y el suicidio asistido

La Iglesia, en la misión de transmitir a los fieles la gracia del Redentor y la ley santa de Dios, que ya puede percibirse en los dictados de la ley moral natural, siente el deber de intervenir para excluir una vez más toda ambigüedad en relación con el Magisterio sobre la eutanasia y el suicidio asistido, también en aquellos contextos donde las leyes nacionales han legitimado tales prácticas.

Especialmente, la difusión de los protocolos médicos aplicables a las situaciones de final de la vida, como el Do Not Resuscitate Order o el Physician Orders for Life Sustaining Treatament – con todas sus variantes según las legislaciones y contextos nacionales, inicialmente pensados como instrumentos para evitar el ensañamiento terapéutico en las fases terminales de la vida – , despierta hoy graves problemas en relación con el deber de tutelar la vida del paciente en las fases más críticas de la enfermedad. Si por una parte los médicos se sienten cada vez más vinculados a la autodeterminación expresada por el paciente en estas declaraciones, que lleva a veces a privarles de la libertad y del deber de obrar tutelando la vida allí donde podrían hacerlo, por otra parte, en algunos contextos sanitarios, preocupa el abuso denunciado ampliamente del empleo de tales protocolos con una perspectiva eutanásica, cuando ni el paciente, ni mucho menos la familia, es consultado en la decisión final. Esto sucede sobre todo en los países donde la legislación sobre el final de la vida deja hoy amplios márgenes de ambigüedad en relación con la aplicación del deber de cuidado, al introducirse en ellos la práctica de la eutanasia.

Por estas razones, la Iglesia considera que debe reafirmar como enseñanza definitiva que la eutanasia es un crimen contra la vida humana porque, con tal acto, el hombre elige causar directamente la muerte de un ser humano inocente. La definición de eutanasia no procede de la ponderación de los bienes o los valores en juego, sino de un objeto moral suficientemente especificado, es decir la elección de “una acción o una omisión que por su naturaleza, o en la intención, causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor”.[36] “La eutanasia se sitúa, pues, en el nivel de las intenciones o de los métodos usados”.[37] La valoración moral de la eutanasia, y de las consecuencias que se derivan, no depende, por tanto, de un balance de principios, que, según las circunstancias y los sufrimientos del paciente, podrían, según algunos, justificar la supresión de la persona enferma. El valor de la vida, la autonomía, la capacidad de decisión y la calidad de vida no están en el mismo plano.

La eutanasia, por lo tanto, es un acto intrínsecamente malo, en toda ocasión y circunstancia. En el pasado la Iglesia ya ha afirmado de manera definitiva “que la eutanasia es una grave violación de la Ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana. Esta doctrina se fundamenta en la ley natural y en la Palabra de Dios escrita; es transmitida por la Tradición de la Iglesia y enseñada por el Magisterio ordinario y universal. Semejante práctica conlleva, según las circunstancias, la malicia propia del suicidio o del homicidio”.[38] Toda cooperación formal o material inmediata a tal acto es un pecado grave contra la vida humana: “Ninguna autoridad puede legítimamente imponerlo ni permitirlo. Se trata, en efecto, de una violación de la ley divina, de una ofensa a la dignidad de la persona humana, de un crimen contra la vida, de un atentado contra la humanidad”.[39] Por lo tanto, la eutanasia es un acto homicida que ningún fin puede legitimar y que no tolera ninguna forma de complicidad o colaboración, activa o pasiva. Aquellos que aprueban leyes sobre la eutanasia y el suicidio asistido se hacen, por lo tanto, cómplices del grave pecado que otros llevarán a cabo. Ellos son también culpables de escándalo porque tales leyes contribuyen a deformar la conciencia, también la de los fieles. [40]

La vida tiene la misma dignidad y el mismo valor para todos y cada uno: el respeto de la vida del otro es el mismo que se debe a la propia existencia. Una persona que elije con plena libertad quitarse la vida rompe su relación con Dios y con los otros y se niega a sí mismo como sujeto moral. El suicidio asistido aumenta la gravedad, porque hace partícipe a otro de la propia desesperación, induciéndolo a no dirigir la voluntad hacia el misterio de Dios, a través de la virtud moral de la esperanza, y como consecuencia a no reconocer el verdadero valor de la vida y a romper la alianza que constituye la familia humana. Ayudar al suicida es una colaboración indebida a un acto ilícito, que contradice la relación teologal con Dios y la relación moral que une a los hombres para que compartan el don de la vida y sean coparticipes del sentido de la propia existencia.

También cuando la petición de eutanasia nace de una angustia y de una desesperación,[41] y “aunque en casos de ese género la responsabilidad personal pueda estar disminuida o incluso no existir, sin embargo el error de juicio de la conciencia – aunque fuera incluso de buena fe – no modifica la naturaleza del acto homicida, que en sí sigue siendo siempre inadmisible”.[42] Dígase lo mismo para el suicidio asistido. Tales prácticas no son nunca una ayuda auténtica al enfermo, sino una ayuda a morir.

Se trata, por tanto, de una elección siempre incorrecta: “El personal médico y los otros agentes sanitarios – fieles a la tarea de ‘estar siempre al servicio de la vida y de asistirla hasta el final – no pueden prestarse a ninguna práctica eutanásica ni siquiera a petición del interesado, y mucho menos de sus familiares. No existe, en efecto, un derecho a disponer arbitrariamente de la propia vida, por lo que ningún agente sanitario puede erigirse en tutor ejecutivo de un derecho inexistente”.[43]

Es por esto que la eutanasia y el suicidio asistido son siempre un fracaso de quienes los teorizan, de quienes los deciden y de quienes los practican.[44]

Son gravemente injustas, por tanto, las leyes que legalizan la eutanasia o aquellas que justifican el suicidio y la ayuda al mismo, por el falso derecho de elegir una muerte definida inapropiadamente digna solo porque ha sido elegida.[45] Tales leyes golpean el fundamento del orden jurídico: el derecho a la vida, que sostiene todo otro derecho, incluido el ejercicio de la libertad humana. La existencia de estas leyes hiere profundamente las relaciones humanas, la justicia y amenazan la confianza mutua entre los hombres. Los ordenamientos jurídicos que han legitimado el suicidio asistido y la eutanasia muestran, además, una evidente degeneración de este fenómeno social. El Papa Francisco recuerda que “el contexto sociocultural actual está erosionando progresivamente la conciencia de lo que hace que la vida humana sea preciosa. De hecho, la vida se valora cada vez más por su eficiencia y utilidad, hasta el punto de considerar como ‘vidas descartadas’ o ‘vidas indignas’ las que no se ajustan a este criterio. En esta situación de pérdida de los valores auténticos, se resquebrajan también los deberes inderogables de solidaridad y fraternidad humana y cristiana. En realidad, una sociedad se merece la calificación de ‘civil’ si desarrolla los anticuerpos contra la cultura del descarte; si reconoce el valor intangible de la vida humana; si la solidaridad se practica activamente y se salvaguarda como fundamento de la convivencia”.[46] En algunos países del mundo, decenas de miles de personas ya han muerto por eutanasia, muchas de ellas porque se quejaban de sufrimientos psicológicos o depresión. Son frecuentes los abusos denunciados por los mismos médicos sobre la supresión de la vida de personas que jamás habrían deseado para sí la aplicación de la eutanasia. De hecho, la petición de la muerte en muchos casos es un síntoma mismo de la enfermedad, agravado por el aislamiento y por el desánimo. La Iglesia ve en esta dificultad una ocasión para la purificación espiritual, que profundiza la esperanza, haciendo que se convierta en verdaderamente teologal, focalizada en Dios, y solo en Dios.

Más bien, en lugar de complacerse en una falsa condescendencia, el cristiano debe ofrecer al enfermo la ayuda indispensable para salir de su desesperación. El mandamiento “no matarás” (Ex 20, 13; Dt 5, 17), de hecho, es un sí a la vida, de la cual Dios se hace garante: “se transforma en la llamada a un amor solícito que tutela e impulsa la vida del prójimo”.[47] El cristiano, por tanto, sabe que la vida terrena no es el valor supremo. La felicidad última está en el cielo. Así, el cristiano no pretenderá que la vida física continúe cuando la muerte está cerca. El cristiano ayudará al moribundo a liberarse de la desesperación y a poner su esperanza en Dios.

Desde la perspectiva clínica, los factores que más determinan la petición de eutanasia y suicidio asistido son: el dolor no gestionado y la falta de esperanza, humana y teologal, inducida también por una atención, humana, psicológica y espiritual a menudo inadecuada por parte de quien se hace cargo del enfermo.[48]

Es lo que la experiencia confirma: “las súplicas de los enfermos muy graves que alguna vez invocan la muerte no deben ser entendidas como expresión de una verdadera voluntad de eutanasia; estas en efecto son casi siempre peticiones angustiadas de asistencia y de afecto. Además de los cuidados médicos, lo que necesita el enfermo es el amor, el calor humano y sobrenatural, con el que pueden y deben rodearlo todos aquellos que están cercanos, padres e hijos, médicos y enfermeros”.[49] El enfermo que se siente rodeado de una presencia amorosa, humana y cristiana, supera toda forma de depresión y no cae en la angustia de quien, en cambio, se siente solo y abandonado a su destino de sufrimiento y de muerte.

El hombre, en efecto, no vive el dolor solamente como un hecho biológico, que se gestiona para hacerlo soportable, sino como el misterio de la vulnerabilidad humana en relación con el final de la vida física, un acontecimiento difícil de aceptar, dado que la unidad de alma y cuerpo es esencial para el hombre.

Por eso, solo re-significando el acontecimiento mismo de la muerte – mediante la apertura en ella de un horizonte de vida eterna, que anuncia el destino trascendente de toda persona – el “final de la vida” se puede afrontar de una manera acorde a la dignidad humana y adecuada a aquella fatiga y sufrimiento que inevitablemente produce la sensación inminente del final. De hecho, “el sufrimiento es algo todavía más amplio que la enfermedad, más complejo y a la vez aún más profundamente enraizado en la humanidad misma”.[50] Y este sufrimiento, con ayuda de la gracia, puede ser animado desde dentro con la caridad divina, como en el caso del sufrimiento de Cristo en la Cruz.

Por eso, la actitud de quien atiende a una persona afectada por una enfermedad crónica o en la fase terminal de la vida, debe ser aquella de “saber estar, velar con quien sufre la angustia del morir, “consolar”, o sea de ser-con en la soledad, de ser co-presencia que abre a la esperanza.[51] Mediante la fe y la caridad expresadas en la intimidad del alma la persona que cuida es capaz de sufrir el dolor del otro y de abrirse a una relación personal con el débil que amplía los horizontes de la vida más allá del acontecimiento de la muerte, transformándose así en una presencia llena de esperanza.

“Llorad con los que lloran” (Rm 12, 15), porque es feliz quien tiene compasión hasta llorar con los otros (cfr. Mt 5, 4). En esta relación, en la que se da la posibilidad de amar, el sufrimiento se llena de significado en el com-partir de una condición humana y con la solidaridad en el camino hacia Dios, que expresa aquella alianza radical entre los hombres[52] que les hace entrever una luz también más allá de la muerte. Ella nos hace ver el acto médico desde dentro de una alianza terapéutica entre el médico y el enfermo, unidos por el reconocimiento del valor trascendente de la vida y del sentido místico del sufrimiento. Esta alianza es la luz para comprender el buen obrar médico, superando la visión individualista y utilitarista hoy predominante.

 

 

 

 

Teología para Millennials: “Carta Buen Samaritano”

Documento vaticano sobre eutanasia

septiembre 28, 2020 17:12

Análisis

(zenit – 28 sept. 2020).- Hoy, en “Teología para Millennials”, el sacerdote mexicano Mario Arroyo Martínez reflexiona en torno a la Carta Samaritanus Bonus (Buen Samaritano) sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida, redactada por la Congregación para la Doctrina de la Fe y aprobada por el Papa el pasado 22 de septiembre.

La Congregación para la Doctrina de la Fe publicó la “Carta Samaritanus Bonus sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida”, que viene a ser un llamado urgente a recuperar el valor que la vida humana tiene en sí misma. En efecto, afirma sin ambages: “La vida es siempre un bien. Esta es una intuición o, más bien, un dato de experiencia, cuya razón profunda el hombre está llamado a comprender.”

Podría parecer algo evidente, sin embargo, una de las dolorosas consecuencias de la descristianización masiva de la sociedad, de su secularización radical y vuelta al paganismo, es que pierde el sentido del valor de la vida en sí misma, para valer únicamente con condicionamientos: la vida placentera, la vida útil, la calidad de vida. Es decir, no vale por sí misma, sino por algún añadido y, si carece de él, automáticamente pierde valor. La secularización neopagana resulta totalmente incapaz de encontrar algún sentido al sufrimiento y, cuando no lo puede evitar, opta por terminar abruptamente con la vida.

Aunque el documento apela a la razón, que debería ser capaz de descubrir el valor que la vida tiene en sí misma, deja ver cómo la bruma de la confusión nubla esa misma razón cuando se carece de la óptica de la fe. “Frente a lo inevitable de la enfermedad, sobre todo si es crónica y degenerativa, si falta la fe, el miedo al sufrimiento y a la muerte, y el desánimo que se produce, constituyen hoy en día las causas principales de la tentación de controlar y gestionar la llegada de la muerte.” Sin la fe que amplíe a la razón, esta carece de las herramientas para integrar en un conjunto de significado la realidad inevitable del dolor.

La razón necesita de la fe, para asumir en su realismo y crudeza la vida tal como es; si carece de esa “vitamina intelectual”, naufraga en su cometido y opta fácilmente por suprimir la vida. La mirada de la fe “es la mirada de quién no pretende apoderarse de la realidad de la vida, sino acogerla así como es, con sus fatigas y sufrimientos, buscando reconocer en la enfermedad un sentido del que dejarse interpelar y ‘guiar’, con la confianza de quien se abandona al Señor de la vida.”

La realidad de la eutanasia y del suicidio asistido muestran en toda su crudeza la precariedad del valor de la vida humana cuando el hombre prescinde voluntariamente de Dios. Son el fruto maduro de una sociedad secularizada y paganizada, donde la vida carece de sentido en sí misma, solo vale el goce que pueda producir. “La muerte puede convertirse en ocasión de una esperanza más grande, gracias a la fe…, el dolor es existencialmente soportable solo donde existe la esperanza. La esperanza que Cristo transmite al que sufre y al enfermo es la de su presencia, de su real cercanía. La esperanza no es solo un esperar por un futuro mejor, es una mirada sobre el presente, que lo llena de significado”.

Resulta patente cómo necesitamos de la fe para redescubrir el valor de la vida. El texto cita, de forma elocuente la reciente “Declaración conjunta de las Religiones Monoteístas Abrahámicas sobre las cuestiones del final de la vida”, en la que judíos, musulmanes y cristianos se oponen “a cualquier forma de eutanasia -que es el acto directo, deliberado e intencional de quitar la vida – así como al suicidio médicamente asistido – que es el apoyo directo, deliberado e intencional para suicidarse porque contradicen fundamentalmente el valor inalienable de la vida humana.” La fe amplía la razón, la fe defiende la vida, cuando la sociedad carece de fe, pierde este firme apoyo.

El texto desenmascara una serie de sofismas sugestivos: “Así como no se puede aceptar que otro hombre sea nuestro esclavo, aunque nos lo pidiese, igualmente no se puede elegir directamente atentar contra la vida de un ser humano, aunque este lo pida…, suprimir un enfermo que pide la eutanasia no significa en absoluto reconocer su autonomía y apreciarla, sino al contrario significa desconocer el valor de su libertad, fuertemente condicionada por la enfermedad y el dolor, y el valor de su vida… la compasión humana no consiste en provocar la muerte, sino en acoger al enfermo, en sostenerlo en medio de las dificultades, en ofrecerle afecto, atención y medios para aliviar el sufrimiento.

La consecuencia pastoral es clara u dura a la vez: “quien ha pedido expresamente la eutanasia o el suicidio asistido… ha realizado la elección de un acto gravemente inmoral… Se trata de una manifiesta no-disposición para la recepción de los sacramentos.” No se pueden administrar los sacramentos a quienes piden la eutanasia, ni siquiera es correcto acompañarlos en ese momento, para que de ninguna forma pueda parecer que apoyamos su trágica decisión.

 

 

 

 

Academia Pontificia de Ciencias: David Baulcombe, nuevo miembro ordinario

Nombrado por Francisco

septiembre 28, 2020 11:49

Ciudad del Vaticano

(zenit – 28 sept. 2020).- El Papa Francisco ha nombrado miembro ordinario de la Academia Pontificia de Ciencias a sir David Charles Baulcombe, profesor titular de Botánica de la Universidad de Cambridge (Gran Bretaña).

Así informó, el pasado 26 de septiembre de 2020, la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

 

David Charles Baulcombe

Nació el 7 de abril de 1952 en Solihull (Gran Bretaña). Estudió en las Universidades de Leeds y Edimburgo donde obtuvo su doctorado. Ha enseñado en varias universidades.

Su investigación se ha centrado en la regulación de los genes, descubriendo cómo se puede regular la expresión de los genes a nivel del ácido ribonucleico (ARN) durante el desarrollo normal y en la resistencia a las enfermedades.

Desde 2017 es titular de la cátedra de Investigación de la Royal Society y titular de la cátedra de Botánica del Departamento de Ciencias Vegetales de la Universidad de Cambridge. Ha recibido varios premios en el campo científico.

 

Academia Pontificia de las Ciencias

La Academia tiene por objeto honrar la ciencia pura, asegurar su libertad y favorecer la investigación. La Pontificia Academia de las Ciencias es de alcance internacional, multirracial en su composición, y no sectaria en la elección de sus miembros.

El trabajo de la Academia incluye seis grandes áreas: ciencias básicas, ciencias y tecnología de los problemas globales, ciencia de los problemas del mundo en desarrollo, política científica, bioética, epistemología.

 

 

 

 

Beato Francesc Castelló i Aleu, 29 de septiembre

Mártir de la Guerra Civil Española

septiembre 28, 2020 09:00

Testimonios

 

“Un ingeniero químico brillante con un futuro prometedor junto a su novia. Joven enamorado de Cristo que aconsejaba ser apóstoles de alpargata huyendo de las comodidades. Fue mártir de la fe en la guerra civil española de 1936”

Hoy se celebra la festividad de los santos arcángeles Gabriel, Miguel y Rafael. Y junto a otros santos y beatos, la vida de Francesc, uno de los mártires de la fe que cayeron en el transcurso de la trágica contienda española de 1936. Como todos los que sucumbieron en ella, tenía sus anhelos particulares, sueños que se vieron truncados de la noche a la mañana. Era un joven de su tiempo, ejemplar, atractivo, brillante ingeniero químico, con un proyecto de vida en común fraguado con su novia Mariona, sustentado en una vida espiritual sólida. Miraba a su alrededor con los ojos de Cristo y ese fue el legado más preciado que nos ha dejado a todos.

Nació en Alicante, España, el 10 de abril de 1914. Era el benjamín de tres hermanos; único varón. Dios había escuchado los ruegos de Teresa, su madre, que pedía un hijo «guapo y santo». Quedó huérfano de padre al poco tiempo de nacer, y Teresa se instaló con sus tres vástagos en Lérida. Ocho años más tarde, su actividad laboral como maestra de escuela, una vez ganadas las oposiciones condujo a todos a diversas localidades hasta que en el otoño de 1923 se establecieron en Juneda y allí hizo Francesc su primera comunión en 1924. Estudió con los maristas de Lérida en régimen de internado, y no perdía ocasión para hacer todo el bien posible a su alrededor. No era un joven pusilánime, precisamente, aunque su fuerte carácter iba quedando neutralizado con la educación y formación que recibía. Era muy devoto de la Eucaristía y de la Virgen María; los tres hermanos la tomaron por Madre, a iniciativa de Francesc, cuando murió Teresa en 1929 a consecuencia de una enfermedad que no fue tratada convenientemente.

Acogidos y ayudados económicamente por una tía paterna, Francesc, que mostraba interesantes aptitudes para la física y la química, pudo iniciar la carrera universitaria. Por mediación del padre Calaf, un jesuita amigo de su tía, obtuvo una beca que le permitió cursar estudios de química en la localidad barcelonesa de Sarrià. Otro jesuita, el padre Galant, le ayudó a superar la profunda crisis humana y espiritual que sufrió en esa época. El carisma ignaciano con los ejercicios espirituales apaciguó su angustia y le fortaleció. A partir de entonces se comprometió con pautas de vida que sostuvo con firmeza hasta el fin de sus días; entre otras acciones incluía la recepción periódica de los sacramentos. Se afilió a la Congregación Mariana y dentro de ella realizó una actividad apostólica ejemplar. En él se aunaban visión, oración y experiencia. Sabía cómo se conquistan las vocaciones: “Las almas hemos de ganarlas con esfuerzo y oración”, y cuál es el “espacio” en el que debe moverse el apóstol: “En el apostolado no os tiente nunca ni la silla cómoda, ni la cosa fácil. Sed personas de alpargata”.

En 1932 ingresó en la Federació de Joves Cristians de Catalunya. Un año antes se había proclamado la Segunda República, y los ánimos estaban encrespados. Mientras, y por sugerencia del padre Galant, se trasladó a Oviedo para terminar su carrera; se licenció en Química en 1934. Al año siguiente fue contratado como ingeniero químico en la empresa CROSS de Lérida. Y se volcó con los pobres del barrio del Canyeret; daba clases a los obreros y ayudaba a sus propios compañeros de trabajo. Enamorado de Mariona Pelegrí, una joven piadosa de familia creyente y comprometida, los jóvenes se prometieron formalmente en mayo de 1936. Ella formaba parte de la Acción Católica y Francesc la secundó.

Reclutado en el ejército el 1º de julio de ese año como soldado de complemento, el 20 su fe católica le llevó a la cárcel del castillo de Lérida. No llegó a cumplir dos meses de reclusión cuando el 12 de septiembre lo trasladaron a la cárcel provincial. El 29 no se arredró ante el tribunal popular ad casum, que sin rigor alguno, determinado a cumplir la sentencia de muerte ya fraguada de antemano, quiso conocer la filiación religiosa del beato. “¡Sí, soy católico!”, confirmó respondiendo con firmeza y claridad, humilde al mismo tiempo, acogiendo con sencillez el gesto bronco y desafiante de sus interlocutores, sin juzgar tan execrable conducta, llevado por el perdón. Mientras aguardaba el cumplimento de la pena impuesta en la improvisada cárcel del ayuntamiento, animaba a sus compañeros. Inmediatamente escribió a su novia, a sus hermanas y al padre Galant.

Fragmentos de las cartas ponen de relieve su altura humana y espiritual. A su novia le dijo: “Me pasa una cosa extraña: no puedo sentir ninguna pena por mi suerte. Una alegría interna, intensa, fuerte me embarga. Quisiera escribirte una carta triste de despedida, pero no puedo. Estoy rodeado de ideas alegres como un presentimiento de la gloria…”. A sus hermanas: “Acaban de leerme la pena de muerte y nunca he estado más tranquilo que ahora […]. La Providencia de Dios ha querido escogerme como víctima de los errores y de nuestros pecados. Yo voy con gusto y tranquilo a la muerte. Nunca como ahora tendré tantas probabilidades de salvación. Ya se ha acabado mi misión en esta vida, ofrezco a Dios los sufrimientos de esta hora”. Al padre Galant: “Le escribo estas letras estando condenado a muerte y faltando unas horas para ser fusilado. Estoy tranquilo y contento, muy contento. Espero poder estar en la gloría dentro de poco rato. Renuncio a los lazos y placeres que puede darme el mundo y al cariño de los míos. Doy gracias a Dios porque me da una muerte con muchas probabilidades de salvarme”. Cuando estas cartas llegaron a Pío XI las leyó sin poder contener la emoción; no fue capaz de desprenderse de ellas. Consideró que tales misivas cursadas por un hijo como Francesc “correspondía al padre guardarlas”.

El beato y los seis condenados dieron gozoso testimonio de su fe, con esperanza y valentía, entonando el credo mientras iban camino de su sepultura. La madrugada del 29 de septiembre cobardes fusiles terminaron con su vida en el umbral del cementerio. Juan Pablo II beatificó a Francesc el 11 de marzo de 2001.