Servicio diario - 01 de noviembre de 2020


 

ÁNGELUS
Ángelus: Las Bienaventuranzas son el camino de la santidad
Raquel Anillo
Palabras antes del Ángelus

ÁNGELUS
Ángelus: Entablar negociaciones en la situación de Nagorno-Karabaj
Raquel Anillo
Palabras después del Ángelus

PAPA FRANCISCO
La lucha del Papa Francisco contra la corrupción
Larissa I. López
Extractos de la entrevista de ‘ADN Kronos’

DICASTERIOS
La Iglesia extiende las indulgencias para los difuntos a todo noviembre
Larissa I. López
Decreto de la Penitenciaría Apostólica

ESPIRITUALIDAD
1 de noviembre: Solemnidad de Todos los Santos
Alejandro Vázquez-Dodero
¿Qué se celebra?

PAPA FRANCISCO
Europa: El Papa Francisco reza por la unidad
Anita Bourdin
Habla con Emmanuel Macron

CIUDAD DEL VATICANO
Conferencias Episcopales Europeas: Discurso del cardenal Parolin
Redacción zenit
En la asamblea plenaria

TESTIMONIOS
Estados Unidos: Beatificación del padre Michael McGivney
Jim Fair
Fundador de los Caballeros de Colón

IGLESIA LOCAL
Colombia: El Papa acepta la renuncia del obispo de Cartago
Larissa I. López
Mons. José Alejandro Castaño

TESTIMONIOS
Beato Pío Campidelli, 2 de noviembre
Isabel Orellana Vilches
Devoto de Cristo crucificado


 

 

 

Ángelus: Las Bienaventuranzas son el camino de la santidad

Palabras antes del Ángelus

noviembre 01, 2020 13:21

Angelus

(zenit – 1 nov. 2020).- A las 12 del mediodía de hoy, 1 de noviembre de 2020, el Santo Padre Francisco se asoma a la ventana del estudio del Palacio Apostólico Vaticano para recitar el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro.

A continuación, siguen las palabras de Francisco, según la traducción oficial ofrecida por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

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Palabras antes del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En esta solemne fiesta de Todos los Santos, la Iglesia nos invita a reflexionar sobre la gran esperanza, la gran esperanza que se funda en la Resurrección de Cristo: Cristo ha resucitado y también nosotros estaremos con Él. Los santos y los beatos son los testigos más autorizados de la esperanza cristiana, porque la han vivido plenamente en su existencia, entre alegrías y sufrimientos, poniendo en práctica las Bienaventuranzas que Jesús predicó y que hoy resuenan en la liturgia (cf. Mt 5,1-12a). Las Bienaventuranzas evangélicas son, en efecto, el camino de la santidad. Me refiero ahora a dos Bienaventuranzas, la segunda y la tercera.

La segunda es esta: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados” (v. 4). Parecen palabras contradictorias, porque el llanto no es un signo de alegría y felicidad. Motivos de llanto y de sufrimiento son la muerte, la enfermedad, las adversidades morales, el pecado y los errores: simplemente la vida cotidiana, frágil, débil y marcada por las dificultades. Una vida a veces herida y probada por la ingratitud y la incomprensión. Jesús proclama bienaventurados a los que lloran por estas situaciones y, a pesar de todo, confían en el Señor y se ponen a su sombra. No son indiferentes ni tampoco endurecen sus corazones en el dolor, sino que esperan con paciencia en el consuelo de Dios. Y ese consuelo lo experimentan ya en esta vida.

En la tercera Bienaventuranza Jesús afirma: “Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra” (v. 5). Hermanos y hermanas ¡la mansedumbre! La mansedumbre es característica de Jesús, que dice de sí mismo: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11, 29). Mansos son aquellos que tienen dominio de sí, que dejan sitio al otro, que lo escuchan y lo respetan en su forma de vivir, en sus necesidades y en sus demandas. No pretenden someterlo ni menospreciarlo, no quieren sobresalir y dominarlo todo, ni imponer sus ideas e intereses en detrimento de los demás. Estas personas, que la mentalidad mundana no aprecia, son en cambio preciosas a los ojos de Dios, que les da en herencia la tierra prometida, es decir, la vida eterna. También esta bienaventuranza comienza aquí abajo y se cumplirá en el Cielo, en Cristo. La mansedumbre. En este momento de la vida, también mundial, donde hay tanta agresividad…Y también en la vida cotidiana, lo primero que sale de nosotros es la agresión, la defensa. Necesitamos mansedumbre para avanzar en el camino de la santidad. Escuchar, respetar, no agredir: mansedumbre.

Queridos hermanos y hermanas, elegir la pureza, la mansedumbre y la misericordia; elegir confiarse al Señor en la pobreza de espíritu y en la aflicción; esforzarse por la justicia y la paz, todo esto significa ir a contracorriente de la mentalidad de este mundo, de la cultura de la posesión, de la diversión sin sentido, de la arrogancia hacia los más débiles. Los santos y los beatos han seguido este camino evangélico. La solemnidad de hoy, que celebra a Todos los Santos, nos recuerda la vocación personal y universal a la santidad, y nos propone los modelos seguros de este camino, que cada uno recorre de manera única, de manera irrepetible. Basta pensar en la inagotable variedad de dones e historias concretas que se dan entre los santos y las santas: no son iguales, cada uno tiene su personalidad y ha desarrollado su vida en la santidad según su propia personalidad y cada uno de nosotros puede hacerlo, ir por ese camino. Mansedumbre, mansedumbre por favor e iremos a la santidad.

Esta inmensa familia de fieles discípulos de Cristo tiene una madre, la Virgen María. Nosotros la veneramos con el título de Reina de todos los Santos, pero es sobre todo la Madre, que enseña a cada uno a acoger y seguir a su Hijo. Que nos ayude a alimentar el deseo de santidad recorriendo el camino de las Bienaventuranzas.

 

 

 

 

Ángelus: Entablar negociaciones en la situación de Nagorno-Karabaj

Palabras después del Ángelus

noviembre 01, 2020 15:25

Angelus

(zenit – 1 nov. 2020).- En este domingo festividad de Todos los Santos, el Papa ha saludado desde la ventana de su estudio a los peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro recordando a Michael McGivney, sacerdote diocesano y fundador de los Caballeros de Colón, que fue proclamado ayer beato en Hartford en los Estados Unidos de América.

“En este día de fiesta no olvidemos lo que está sucediendo en Nagorno-Karabaj”, recordó el Papa, reiterando su llamamiento a los dirigentes de las partes en conflicto a “intervenir lo antes posible para parar el derramamiento de sangre inocente”.

Rezando por las poblaciones del Mar Egeo, que fueron sacudidas por un fuerte terremoto.

Seguido saludó a los peregrinos reunidos en la plaza de san Pedro, saludando en particular a los participantes en la Carrera de los Santos promovida por la Fundación “Don Bosco en todo el mundo”.

Recordó la misa que celebrará mañana por la tarde en sufragio de los difuntos en el Cementerio Teutónico.

A continuación, siguen las palabras de Francisco, según la traducción oficial ofrecida por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

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Palabras después del Ángelus

Ayer en Hartford en los Estados Unidos de América, fue proclamado beato Michael McGivney, sacerdote diocesano y fundador de los Caballeros de Colón. Comprometido con la evangelización, se prodigó para atender las demandas de los necesitados, promoviendo la ayuda mutua. Que su ejemplo nos impulse a todos a testimoniar cada vez más el evangelio de la caridad. Un aplauso para el nuevo beato.

En este día de fiesta no olvidemos lo que está sucediendo en Nagorno-Karabaj donde a los enfrentamientos armados se suceden frágiles treguas, con un aumento trágico de las víctimas, destrucción de viviendas, infraestructuras y lugares de culto, involucración cada vez más grande de la población civil. ¡Es trágico!

Quisiera reiterar mi sincero llamamiento a los dirigentes de las partes en conflicto a “intervenir lo antes posible para parar el derramamiento de sangre inocente” (Enc. Fratelli tutti192). Que no piensen en resolver la controversia que les enfrenta con la violencia sino esforzándose en entablar negociaciones sinceras con la ayuda de la comunidad internacional. Por mi parte, estoy cerca de todos los que sufren e invito a pedir la intercesión de los santos para que haya una paz estable en la región.

También rezamos por las poblaciones del área del Mar Egeo, que hace dos días fueron sacudidas por un fuerte terremoto.

Saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos de varios países, en particular saludo a los participantes en la Carrera de los Santos promovida por la Fundación “Don Bosco en todo el mundo”, que este año también compiten a distancia e individualmente. Aunque se lleve a cabo en pequeños grupos para respetar la distancia impuesta por la pandemia, este evento deportivo da una dimensión de fiesta popular a la celebración religiosa de Todos los Santos. Gracias por vuestra iniciativa y vuestra presencia.

Mañana por la tarde celebraré la misa en sufragio de los difuntos en el Cementerio Teutónico, lugar de sepultura de la Ciudad del Vaticano. Me uno así espiritualmente a los que en estos días en observancia de las normas sanitarias, que es importante, van a rezar a las tumbas de sus seres queridos en todas partes del mundo.

 

Os deseo a todos una buena fiesta en la compañía espiritual de los santos. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto.

 

 

 

 

La lucha del Papa Francisco contra la corrupción

Extractos de la entrevista de ‘ADN Kronos’

noviembre 01, 2020 09:00

Papa Francisco

(zenit – 1 nov. 2020)-. El Papa Francisco ha tratado ampliamente el tema de la la lucha contra la corrupción en el seno de la Iglesia y la Curia en una entrevista concedida a la agencia de noticias italiana ADN Kronos y publicada el pasado 30 de octubre de 2020.

En ella, el Santo Padre admite que no sabe si ganará o no la batalla, pero está seguro de una cosa: “Sé que debo hacerlo, he sido llamado a hacerlo, después será el Señor el que diga si he hecho bien o si he hecho mal. Sinceramente no soy muy optimista (sonríe, N. del A.) pero confío en Dios y en los hombres fieles a Dios”.

Francisco afirma que se trata de un “antiguo mal que se ha transmitido y transformado a lo largo de los siglos”, pero que todo predecesor ha tratado de erradicar con los medios y el pueblo con el que contaba en cada momento.

 

Problema profundo

En esta línea, reconoce que una parte de la Iglesia, “porque la gran mayoría va en dirección opuesta, sigue el camino correcto”, personalidades “de varios tipos y espesores, eclesiásticos y muchos falsos amigos laicos de la Iglesia, han ayudado a disipar el patrimonio móvil e inmobiliario no del Vaticano sino de los fieles”.

También describe que “incluso entre mis muy antiguos predecesores encontré algunos ejemplos no precisamente edificantes” y remite al Evangelio en el que el Señor pide elegir entre seguir a Dios o al dinero: “Jesús lo dijo, no es posible ir tras ambos”.

La Iglesia, continúa, “es y sigue siendo fuerte, pero el tema de la corrupción es un problema profundo, que se pierde a lo largo de los siglos”.

 

Dar pasos pequeños

El actual Sucesor de Pedro relata cómo al principio de su pontificado visitó a Benedicto XVI y le pasó “el testigo” en la batalla contra la corrupción, de modo que él está “continuando su obra”.

En esta labor, el Papa Francisco describe que “no hay estrategias particulares, el esquema es trivial, simple”, pues “para seguir adelante y no detenerse, hay que dar pasos pequeños pero concretos”.

“Para llegar a los resultados de hoy partimos de una reunión de hace cinco años sobre cómo actualizar el sistema judicial, luego con las primeras investigaciones tuve que quitar posiciones y resistencias, fuimos a indagar en las finanzas, tenemos nuevos dirigentes en el Instituto para las Obras de Religión (IOR)”. En definitiva, “tuve que cambiar muchas cosas y otras muchas muy pronto cambiarán”.

 

Las críticas

Con respecto a las críticas que recibe, el Obispo de Roma admite que “a nadie le gustan”, sobre todo “cuando son una bofetada en la cara, cuando duelen si se dicen de mala fe y con malicia”.

“Con la misma convicción” explica que “la crítica puede ser constructiva, y así lo tomo todo porque la crítica lleva a examinarme, a hacer un examen de conciencia, a preguntarme si me equivoqué, dónde y por qué me equivoqué, si hice bien, si hice mal, si pude hacerlo mejor”.

Al mismo tiempo, indica que “es verdad que si en la crítica tengo que encontrar la inspiración para hacerlo mejor, ciertamente no puedo dejarme arrastrar por todo lo que escriben sobre el Papa que no es muy positivo”.

Así, “el Papa escucha todas las críticas y luego ejerce el discernimiento, para entender lo que es bueno y lo que no. Discernimiento que es la guía de mi camino, en todo, en todos”.

 

¿Tiene miedo el Papa?

En la entrevista, el Santo Padre también es preguntado sobre si tiene miedo: “¿Y por qué debería tenerlo? No temo ninguna consecuencia contra mí, no temo nada, actúo en el nombre y a favor de nuestro Señor. ¿Soy imprudente? ¿Soy inconsciente?”, plantea.

“No sabría qué decir”, contesta, “me guía el instinto y el Espíritu Santo, me guía el amor de mi maravilloso pueblo que sigue a Jesucristo. Y entonces rezo, rezo mucho, todos nosotros en este difícil momento debemos rezar mucho por lo que está pasando en el mundo”.

 

La soledad

El Pontífice también se refiere a la soledad de su misión y habla primero de una “soledad funcional” en la que “me siento solo porque los que deberían colaborar no colaboran, porque los que deberían ensuciarse las manos por los demás no lo hacen, porque no siguen mi línea o cosas así”.

Sin embargo, existe una “soledad sustancial, que no siento, porque he encontrado a tanta gente que arriesga su vida por mí, que arriesga su vida, que lucha con convicción porque sabe que tenemos razón y que el camino tomado, incluso entre mil obstáculos y resistencias naturales, es el correcto”.

 

 

 

 

La Iglesia extiende las indulgencias para los difuntos a todo noviembre

Decreto de la Penitenciaría Apostólica

noviembre 01, 2020 10:20

Dicasterios

(zenit – 23 oct. 2020) -. Las indulgencias para los difuntos han sido extendidas por todo el mes de noviembre, informa la Penitenciaría Apostólica del Vaticano en un Decreto difundido hoy, 23 de octubre de 2020.

El documento fue firmado ayer, 22 de octubre de 202, memoria litúrgica de san Juan Pablo II, en la sede de la Penitenciaría Apostólica, por parte del cardenal Mauro Piacenza, penitenciario mayor y del regente monseñor Krzysztof Nykiel.

 

Prórroga debido a la pandemia

En el citado Decreto se lee que, debido a las circunstancias ocasionadas por la pandemia de la COVID-19, las indulgencias plenarias para los fieles fallecidos “se prorrogarán durante todo el mes de noviembre, con la adecuación de las obras y condiciones para garantizar la seguridad de los fieles”.

La Penitenciaría Apostólica explica que ha recibido muchas peticiones de pastores solicitando que este año, debido a la emergencia sanitaria del coronavirus, “se conmutaran las obras piadosas para obtener las indulgencias plenarias aplicables a las almas del purgatorio, según el Manual de Indulgencias (conc. 29, § 1)”.

Por este motivo y por mandato especial del Papa Francisco, el Dicasterio “establece de muy buen grado y decide que este año, para evitar las aglomeraciones donde están prohibidas” que “la indulgencia plenaria para los que visiten un cementerio y recen por los difuntos, aunque solo sea mentalmente, establecida por regla general solo en días concretos del 1 al 8 de noviembre, podrá ser trasladada a otros días del mismo mes hasta que acabe”.

Estos días, elegidos de libremente por los fieles, “también pueden ser independientes entre sí”.

En segundo lugar, el texto establece que la indulgencia plenaria del 2 de noviembre, “establecida con ocasión de la conmemoración de Todos los Fieles Difuntos para los que visiten piadosamente una iglesia u oratorio y reciten allí el ‘Padre Nuestro’ y el ‘Credo’, puede ser transferida no solo al domingo anterior o posterior o al día de la solemnidad de Todos los Santos, sino también a otro día del mes de noviembre”, también libremente escogido por cada persona.

 

Ancianos y enfermos

Por otro lado, los ancianos, los enfermos y todos aquellos que por motivos graves no puedan salir de casa, por ejemplo a causa de las restricciones impuestas por la autoridad competente para el tiempo de la pandemia y para evitar que numerosos fieles se aglomeren en los lugares sagrados, “podrán obtener la indulgencia plenaria siempre que se unan espiritualmente a todos los demás fieles, completamente desapegados del pecado y con la intención de cumplir cuanto antes las tres condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Santo Padre), ante una imagen de Jesús o de la Santísima Virgen María, recen oraciones piadosas por los difuntos, por ejemplo, laudes y vísperas del Oficio de Difuntos, el rosario mariano, la corona de la Divina Misericordia, otras oraciones por los difuntos más apreciadas por los fieles, o se dediquen a la lectura meditada de alguno de los pasajes del Evangelio propuestos por la liturgia de los difuntos, o realicen una obra de misericordia ofreciendo a Dios los dolores y las dificultades de su propia vida”.

 

Confesiones, comunión y condiciones espirituales

Asimismo, para facilitar la obtención de la gracia divina por medio de la caridad pastoral, la Penitenciaría pide “a todos los sacerdotes con facultades adecuadas que se ofrezcan con particular generosidad a la celebración del sacramento de la Penitencia y administren la santa comunión a los enfermos”.

En lo referente a las condiciones espirituales para la plena consecución de la indulgencia, se recuerda que es preciso “recurrir a las indicaciones ya emanadas en la nota ‘Sobre el sacramento de la penitencia en la actual situación de pandemia’”, difundido por la propia Penitenciaría Apostólica el 19 de marzo de 2020.

Finalmente, ya que las almas del Purgatorio “son ayudadas por los sufragios de los fieles y especialmente por el sacrificio del altar agradable a Dios (cf. Conc. Tr. Sess. XXV, Decr. De Purgatorio)”, el texto invita encarecidamente a todos los sacerdotes “a celebrar tres veces la Santa Misa el día de la Conmemoración de Todos los fieles Difuntos, de acuerdo con la Constitución Apostólica Incruentum Altaris”, promulgada por el Papa Benedicto XV el 10 de agosto de 1915.

 

 

 

 

1 de noviembre: Solemnidad de Todos los Santos

¿Qué se celebra?

noviembre 01, 2020 09:00

Espiritualidad

(zenit – 1 nov. 2020).- En este día de la Solemnidad de Todos los Santos, D. Alejandro Vázquez- Dodero, sacerdote y capellán del colegio Tajamar en Madrid, España, ofrece un artículo en el que explica el origen y sentido de esta celebración de la Iglesia.

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El primer día de noviembre celebramos la denominada “Iglesia triunfante”, proponiéndose a los fieles el ejemplo de los santos, o sea el de aquellas almas que nos han precedido y que han llegado a la meta, el Cielo. Llegar al Cielo significa gozar de la visión beatífica en la presencia de Dios por toda la eternidad.

La Iglesia Católica de rito latino celebra esta fiesta –elevada a rango de solemnidad– el 1 de noviembre, y la ortodoxa y la católica de rito bizantino el primer domingo de Pentecostés.

Se nos anima a acudir a los santos ese día especialmente para pedirles que intercedan por nosotros ante Dios y podamos así alcanzar la misma santidad, salvando el alma, mereciendo el Cielo.

A lo largo del año litúrgico se celebran santos “oficialmente proclamados”, beatificados o canonizados. El 1 de noviembre se conmemora a todas aquellas almas anónimas que han alcanzado la santidad pero que no han sido beatificadas o canonizadas por la Iglesia.

Se celebra a esos santos desconocidos, santos de lo sencillo y ordinario, que con una vida que pasó desapercibida a los ojos del mundo –o al menos no dejaron rastro oficial de su santidad– llegaron a colmar esa aspiración de toda alma: el encuentro con Dios al final de sus días aquí en la Tierra.

Es frecuente que este día las grandes catedrales exhiban las reliquias de los santos canonizados, para ayudar ese día a los fieles en la piedad y devoción a aquellos otros desconocidos.

 

Origen de la festividad, distinción frente a Halloween

El origen de la fiesta de Todos los Santos se halla vinculado al templo del Panteón en Roma. Esa edificación se usó en un principio para dar culto a los dioses romanos, pero a principios del siglo VII el emperador lo donó al papa Bonifacio IV, y pasó a ser una iglesia católica. En el siglo IX fueron trasladados a su interior los cuerpos de varios mártires, y desde entonces se denominaría Santa María ad Martyres.

Muchas festividades comienzan su celebración el día anterior por la noche –por aquello de que las fiestas se conocen por sus vísperas– y en este caso el 31 de octubre. En inglés sería All Hallow’s Eve, la víspera de Todos los Santos. Su pronunciación fue cambiando con los años hasta la que conocemos en nuestros días Halloween. Esa celebración nada tiene que ver hoy día con la de todos los santos del 1 de noviembre; aunque, como se puede comprobar, están relacionadas en su origen.

La antigua costumbre anglosajona de Halloween consiste en creer en la reencarnación del alma inmortal, que la víspera del 1 de noviembre debe volver al hogar del anterior huésped de esa alma. Tal celebración ha robado su estricto sentido religioso a esa víspera, para celebrar en su lugar “la noche del terror, de las brujas y los fantasmas”. Halloween marca un retorno al antiguo paganismo.

 

Entonces, ¿la santidad es para todos?

La llamada a la santidad, o sea la invitación a salvar el alma y llegar el Cielo, es para todos, es universal. Ser santo no es más que salvar el alma de las penas del infierno. Y llegar al Cielo significa colmar la perfección de la vida cristiana, y unirse íntimamente con Cristo, y en Él con la Trinidad Santísima.

El Concilio Vaticano II recordó de nuevo a los cristianos la llamada universal a la santidad que hizo el Señor: todos hemos sido llamados a la santidad, a la identificación con Cristo y a una divinización progresiva bajo la acción de la gracia, para llegar a la plenitud de la vida cristiana, “a la medida de la plenitud de Cristo”. Así lo recuerda san Pablo a los Efesios en su carta (4, 13).

En concreto fue la constitución dogmática Lumen Gentium del Concilio Vaticano II –Cap. V, nn. 41 y 42– la que desarrolló la llamada universal a la santidad, mensaje que el Opus Dei difunde en esencia. La santidad está al alcance del hombre de la calle. Idea ésta de raíces evangélicas, que encuentra su mejor ejemplo en la vida de los primeros cristianos. Es un mensaje “viejo como el Evangelio, y como el Evangelio nuevo”, en palabras de san Josemaría Escrivá de Balaguer (cfr. Carta, 9-I-1932, n. 91).

 

 

 

 

Europa: El Papa Francisco reza por la unidad

Habla con Emmanuel Macron

noviembre 01, 2020 11:24

Papa Francisco

(zenit – 1 nov. 2020).- El Papa Francisco reza por la unidad de Europa. Lo dijo al inicio de la misa en Santa Marta, este sábado 31 de octubre de 2020, según indican fuentes extraoficiales. También habló el viernes con el presidente francés, Emmanuel Macron.

“En este tiempo en el que es necesaria tanta unidad entre nosotros, entre las naciones, oramos hoy por Europa, para que Europa pueda tener esta unidad, esta unidad fraterna que soñaron los padres fundadores de la Unión Europea”, habría dicho el Papa al inicio de la misa, y el Vaticano, cuestionado por Zenit, no lo niega.

El Papa Francisco también se reunió, el 29 de octubre, con el presidente francés Emmanuel Macron, a petición de este último, quien afirmó su compromiso de “luchar sin descanso contra el extremismo para que todos los franceses puedan vivir su fe en paz y sin miedo”, indicó el Elíseo.

“El Papa expresó a cambio su apoyo fraterno a los franceses”, añadió la presidencia, “en un momento en que los católicos de Francia estaban tan violentamente heridos y los franceses en su conjunto conmocionados”, por el atentado terrorista que hizo tres muerto en la basílica de Notre-Dame de l’Assomption en Niza, el jueves 29 de octubre por la mañana.

El Papa Francisco y el presidente francés comparten una “convergencia total de puntos de vista” sobre “el rechazo absoluto del terrorismo y la ideología del odio que divide, mata y pone en peligro la paz”, así como sobre la importancia del “diálogo entre religiones”, indica la misma fuente.

Se trataba, según la presidencia, de “las pruebas que atraviesa la humanidad”, de “África”, de “los países más pobres”, de una “tregua universal” de los conflictos y de una Europa “unida y solidaria”.

 

 

 

 

Conferencias Episcopales Europeas: Discurso del cardenal Parolin

En la asamblea plenaria

noviembre 01, 2020 09:30

Ciudad del Vaticano
Iglesia Local

(zenit – 1 nov. 2020)-. El cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, pronunció virtualmente un discurso el pasado miércoles 28 de octubre en la apertura de la Asamblea Plenaria de la la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE)

En el marco del 40º aniversario de la COMECE, la Asamblea de Obispos de la Unión Europea, presidida por el cardenal Jean-Claude Hollerich, dio la bienvenida al cardenal Pietro Parolin, para dialogar sobre algunos de los desafíos más imperiosos de la UE mencionados por el Santo Padre en su reciente y mensaje sobre Europa.

Entre los temas examinados figuraba el papel de la Iglesia Católica en la UE para una recuperación justa, equitativa y ecológica de la pandemia de COVID-19, y para la promoción del Bien Común mediante políticas centradas en la persona, en particular en los ámbitos del desarrollo humano sostenible, la migración y el medio ambiente.

El cardenal Parolin destacó que la Iglesia Católica ha acompañado de cerca el proceso de integración europea desde sus comienzos y que “el establecimiento de la COMECE en 1980 fue un signo tangible de la importancia que la Santa Sede atribuye a las actividades promovidas por las instituciones europeas”.

A la luz del llamamiento del Papa Francisco a la UE para que sea “sanamente laica”, el secretario de Estado recordó que la Iglesia, aunque respeta la autonomía de la vida política, no restringe su misión a la esfera privada. “Por el contrario, citando la Carta Encíclica del Santo Padre Fratelli Tutti, [la Iglesia] no puede ni debe permanecer al margen en la construcción de un mundo mejor”.

Al tiempo exhortaba a todos, incluidas las instituciones de la UE, a “redescubrir el camino de la fraternidad que inspiró y guió a los fundadores de la Europa moderna”, el cardenal aseguró que la Iglesia estaría en la primera línea del largo y arduo proceso de recuperación de los efectos de la pandemia de COVID-19. “Esta es una ocasión para construir una Europa más justa y solidaria que comparta la investigación científica y las inversiones para la producción de vacunas y la atención a los más vulnerables”, dijo.

En su encuentro, los obispos y el secretario de Estado también se refirieron a la Conferencia sobre el Futuro de Europa como “una ocasión significativa para repensar la identidad europea y sus valores, así como para salvar la distancia entre las instituciones de la UE y los ciudadanos”.

El cardenal subrayó la importancia de que la Iglesia Católica participe en esa conferencia como miembro en el contexto del diálogo abierto, transparente y regular entre la UE y las Iglesias mencionado en el artículo 17 del TFUE.

La Asamblea de la COMECE constituyó también una oportunidad para evaluar diversas iniciativas de la UE. Según los obispos, el Plan de recuperación para Europa y el Pacto Verde parecen encaminarse en la dirección correcta, promoviendo la solidaridad entre los Estados miembros así como una conversión ecológica que pueda beneficiar a Europa y al mundo entero.

Se expresó prudencia con respecto al nuevo Pacto de la UE sobre Migración y Asilo, que “marca un paso adelante, pero también plantea muchas dudas”. El cardenal Parolin apoyó la idea de revisar el Reglamento de Dublín y adoptar políticas de acogida, protección, promoción e integración de los migrantes, solicitantes de asilo y refugiados.

Para poner fin al invierno demográfico que ha caracterizado a Europa desde hace varias décadas, los obispos delegados destacaron la necesidad de políticas que apoyen específicamente a la familia, como “célula básica de nuestra sociedad”.

En cuanto a la presente transformación digital de nuestras sociedades, los obispos expresaron su voluntad de estar alerta y asegurar que ésta siga el desarrollo integral de cada persona y de todos los pueblos, sin menoscabar la dignidad humana.

 

Palabras del cardenal Hollerich

Tras acoger el mensaje del Papa Francisco sobre Europa “como un estímulo para seguir trabajando con las instituciones de la UE”, el presidente de la COMECE, el cardenal Jean-Claude Hollerich, expresó su agradecimiento por la participación y la contribución del cardenal Parolin, la cual “confirma el gran aprecio de la Santa Sede por la misión de diálogo con la Unión Europea llevada a cabo por la COMECE”, afirmó.

En el contexto de la pandemia actual, el cardenal Hollerich reconoció a la UE como “una presencia unificadora de coordinación y apoyo a los Estados miembros” y, en este marco, anunció un mensaje con un fuerte llamado a la solidaridad y la esperanza elaborado por los presidentes de todos los Episcopados de la UE que se publicará en las próximas semanas.

Para cumplir con las medidas sanitarias establecidas por las autoridades de la Región de Bruselas, la Asamblea de la COMECE se celebró exclusivamente por videoconferencia. Se agradeció particularmente a Mons. Alain Paul Lebeaupin, nuncio apostólico ante la Unión Europea desde 2012, que pronto terminará sus 41 años de misión en el servicio diplomático de la Santa Sede.

Al concluir la Asamblea, los obispos condenaron el atentado terrorista ocurrido el jueves 29 de octubre de 2020 en la basílica de Notre-Dame de Niza. Mons. Antoine Hérouard, obispo delegado de la Conferencia Episcopal Francesa ante la COMECE, dirigió una oración por las víctimas, como “personas que han sido asesinadas sólo porque querían rezar al Señor en una Iglesia”.

 

 

 

 

Estados Unidos: Beatificación del padre Michael McGivney

Fundador de los Caballeros de Colón

noviembre 01, 2020 10:13

Testimonios

(zenit – 1 nov. 2020)-. El padre Michael McGivney se convirtió en el beato Michael McGivney en la ceremonia de ayer, 31 de octubre de 2020, en la catedral de San José en Hartford, Connecticut, Estados Unidos. La Misa de beatificación fue presidida por el cardenal Joseph Tobin de Newark.

El padre McGivney, sacerdote de la parroquia de Santa María en New Haven, fundó los Caballeros de Colón hace 138 años para permitir a los hombres católicos apoyarse unos a otros y a sus familias con necesidades espirituales y temporales. El 27 de mayo de 2020, el Papa Francisco aprobó un decreto reconociendo un milagro atribuido a la intercesión del Padre McGivney, permitiendo la beatificación del padre McGivney.

El caballero supremo Carl Anderson dijo: “Para los miembros de Caballeros de Colón y muchos otros, la noticia de la beatificación es un momento de gran alegría y celebración. El padre McGivney atendió a los marginados de la sociedad en el siglo XIX, y su ejemplo ha inspirado a millones de Caballeros a seguir su ejemplo en sus propias parroquias y comunidades”.

El padre McGivney sirvió a su rebaño durante la pandemia de 1890, antes de enfermarse y morir de neumonía. Casi un siglo antes del Concilio Vaticano II, la visión clarividente del beato Michael McGivney capacitó a los laicos para servir a la Iglesia y al prójimo de una manera nueva. Hoy en día, Caballeros de Colón es una de las organizaciones católicas más grandes del mundo, con 2 millones de miembros en América del Norte y América Latina, el Caribe, Asia y Europa.

El milagro que se reconoce a través de la intercesión del padre McGivney involucró a un niño no nacido en los Estados Unidos que en 2015 fue sanado en el útero de una enfermedad mortal después de que su familia rezara al padre McGivney.

En marzo de 2008, fue declarado venerable Siervo de Dios por el Papa Benedicto XVI, quien durante su visita a la catedral de San Patricio citó el “destacable logro de ese ejemplar sacerdote estadounidense, el venerable Michael McGivney, cuya visión y celo condujeron al establecimiento de los Caballeros de Colón”.

 

 

 

 

Colombia: El Papa acepta la renuncia del obispo de Cartago

Mons. José Alejandro Castaño

noviembre 01, 2020 10:30

Iglesia Local

(zenit – 1 nov. 2020)-. El Papa Francisco ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Cartago, Colombia, presentada por Monseñor José Alejandro Castaño Arbeláez, informó ayer, 31 de octubre de 2020, la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

De acuerdo a la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), Mons. Castaño Arbélaez presentó su renuncia el pasado mes de abril, tras cumplir sus 75 años, edad canónica a la que puede solicitarse al Santo Padre.

Asimismo, de acuerdo al episcopado, el Papa ha nombrado a monseñor Jose Roberto Ospina León-Gómez, obispo de Buga, como administrador apostólico de Cartago.

 

Monseñor José Alejandro Castaño Arbeláez

De acuerdo a la CEC, nació en La Ceja, Antioquia, hoy Jurisdicción de la Iglesia particular de Sonsón Rionegro-, el 1 de abril de 1945.

Cursó los estudios primarios en Medellín. Inició el Bachillerato en el Liceo de la Universidad de Antioquia y, habiéndose vinculado a la Orden de Agustinos Recoletos, lo prosiguió en el Colegio Apostólico La Linda de Manizales y lo concluyó en el Convento del Desierto de la Candelaria.

Hizo el ciclo filosófico en el Convento de Suba, Bogotá, y el teológico en la Pontificia Universidad Javeriana; institución esta última donde obtuvo la licenciatura en Teología en el año 1971.

Después de su ordenación, en el año 1976, concluyó los estudios de especialización en Teología de la Vida Religiosa y en Teología Bíblica en Madrid.

En la Orden de Agustinos Recoletos, tomó el hábito el 29 de diciembre de 1962, en el Convento del Desierto de la Candelaria. Emitió la profesión solemne el 28 de enero de 1967, en el Convento de Suba y recibió el Orden del Presbiterado el 8 de diciembre de 1971 de manos del entonces obispo de Zipaquirá, monseñor Rubén Buitrago Trujillo.

 

 

 

 

Beato Pío Campidelli, 2 de noviembre

Devoto de Cristo crucificado

noviembre 01, 2020 09:00

Testimonios

 

“Joven pasionista italiano, el beato Pío Campidelli fue devoto de Cristo crucificado y de María, un muchacho sensible y generoso que murió a los 21 años, ofreciendo su vida por la Iglesia, el Papa y su Orden, así como por los pecadores y su propia tierra”

En esta conmemoración de Todos los Fieles Difuntos, nuevamente nos encontramos frente a una vida breve, de intensa entrega a Cristo, que transcurrió sin notoriedad y se consumó sobrenaturalizando lo ordinario.

Luigi, que ese fue el nombre que le impusieron en bautismo a este pasionista, fue el cuarto de los seis hijos habidos en el matrimonio de agricultores compuesto por Giuseppe y Filomena, que vieron partir de este mundo prematuramente a dos de ellos.

El beato Pío Campidelli nació en la localidad italiana de Trebbio perteneciente a Poggio Berni (diócesis de Rimini), región de Emilia-Romagna el 29 de abril de 1868. Su madre le educó en la fe cristiana, como haría con el resto de sus hijos.

Giuseppe murió a consecuencia del tifus cuando el beato tenía 4 años. No le dio tiempo a conocer las cualidades de este hijo estudioso, sensible, lleno de bondad, en el que fueron calando las enseñanzas que recibía en el hogar.

Como sucedía entonces en tantas localidades, muchas veces eran los sacerdotes los que tomaban la iniciativa de acoger a los niños para proporcionarles adecuada formación. Luigi acudía el centro que había abierto el padre Angelo Bertozzi, con el que aprendió latín antes de ir a la escuela pública.

Además, prestaba una ayuda inestimable a los suyos trabajando en el campo. Sufría al oír las blasfemias proferidas por un tío suyo, Bertoldo, que convivía con la familia, al que tuvo especialmente presente en sus oraciones, y no descansó en sus peticiones hasta que siendo ya religioso tuvo noticias de que había abandonado tan pésima y grave costumbre.

Su madre, como la gran parte del pueblo, además del párroco padre Filippo, sabía que el muchacho estaba en el buen camino y admiraba su excelente conducta. Ella había acudido al sacerdote para intercambiar impresiones sobre este hijo que la tenía admirada con su comportamiento, y en el que veía las trazas de un chico que apuntaba directo al cielo.

Entonces Filippo le había dicho que Dios estaba trabajando en el corazón del pequeño quien le estaba respondiendo admirablemente. La madrina de Luigi, como otras personas cercanas, no dudaba de la gracia que resplandecía en él. Así lo dejaba entrever en sus comentarios, diciendo que parecía haber nacido para el paraíso. Y sí, era realmente un ángel, como iba a comprobarse.

La formación espiritual que recibía el beato Pío Campidelli en el seno familiar se convirtió en la base sobre la que se asentó su temprana vocación. Y es que sus ensoñaciones se dispararon en 1880 al escuchar a los pasionistas del santuario de la Madonna di Casale, ubicado en las cercanías de Sant’Arcángelo que predicaban las misiones por la región.

Ya estaba acostumbrado a las prácticas de piedad. Solía acudir a misa diariamente recorriendo a pie 5 kilómetros, tenía presente en su oración a personas a las que estimaba, como su abuelo que había fallecido seis años antes, impartía catequesis, y pasaba por encima de las habladurías de algunos vecinos que calificaban su conducta como propia de un santurrón.

No hay edad para el amor a Dios y el caso de Luigi es otra prueba de ello, ya que en ese momento tenía 12 años. Sin embargo, aunque era casi un niño, interpretó perfectamente el llamamiento interior que sintió para seguir a Cristo a través de ese carisma: “Te quiero pasionista”.

Habló de ello con el superior de Casale di Vito, pero se vio obligado a vivir en un compás de espera contando los días que le faltaban para cumplir los 14, edad en la que iba a ser admitido. El 2 de mayo de 1882 ingresó en el convento.

Su madre y hermanos se quedaron llorando. Él los consoló diciendo: “Por mí no debéis llorar; yo soy verdaderamente feliz”. Quería ser sacerdote, un gran misionero, y, sobre todo, ser santo. El 27 de ese mismo mes tomó el hábito y el nombre de Pío. En 1883 inició el noviciado en san Eutizio de Soriano. Luego regresó a Casale donde profesó el 30 de abril de 1884.

Mientras se formaba en los estudios eclesiásticos, que le hubieran llevado al sacerdocio, beato Pío Campidelli probaba fehacientemente su vocación con una vida de entrega y fidelidad en lo cotidiano. Alegre, estudioso, caritativo, modesto, obediente, generoso, dando muestras de saber estar en todo momento.

Llamaba la atención su devoción por la Eucaristía, por Cristo crucificado y por la Virgen María. Tenía como insignes modelos para su vida a san Luís Gonzaga y a san Gabriel de la Dolorosa. Si su familia pensó alguna vez que podría sentirse defraudado en la forma de vida y lugar elegido para entregarla, habrían errado.

Su hermana Teresa siempre que fue a visitarlo constató en su rostro el gozo que le envolvía. Una vez su madre le preguntó que si quería volver a casa, y su respuesta fue rotunda, inequívoca: “¡Ni por todo el oro del mundo!”.

Su constitución física era frágil. Y a Dios Padre debía urgirle tenerlo junto a Él. Así, aunque recibió las órdenes menores, ni siquiera pudo convertirse en subdiácono porque la temible tuberculosis se cebó en él en 1888.

El beato Pío Campidelli acogió serenamente la funesta enfermedad, y cuando su madre fue a verle la animó diciéndole que fuese fuerte, vaticinándole que se reunirían de nuevo en el cielo. Murió el 2 de noviembre de 1889 a sus 21 años, arrebatado por el amor divino, comunicando a los que le acompañaban en esos postreros instantes que la Virgen venía a por él.

Según sus propias palabras, ofrecía su vida “por la Iglesia, el Papa, la Congregación, para la conversión de los pecadores, y sobre todo por el bien de mi querida Romagna”. Sus restos se veneran en el santuario de Casale desde 1923. Juan Pablo II lo beatificó el 17 de noviembre de 1985.