Servicio diario - 16 de agosto de 2016


 

El Papa expresa su dolor por las víctimas del incendio en la isla Madeira
Posted by Redaccion on 16 August, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha expresado su dolor por las víctimas del incendio que ha devastado durante varios días la isla de Madeira. Lo hizo a través de un telegrama enviado por el secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Pietro Parolin, al obispo de la capital de la isla, Antonio Cavaco Carrillo.
El incendio en la principal isla del archipiélago del mismo nombre, situado en el océano Atlántico, ha amenazado incluso el centro histórico de la capital, Funchal, y ha dejado el saldo provisorio de tres muertos y al menos unos 300 heridos. Las últimas noticias de la Dirección Regional de Turismo de la isla portuguesa anuncian que ya no existen focos de incendios activos.

Ubicación de la isla Madeira, en el archipiélago del mismo nombre – (Google Maps)
El Papa “consternado por la triste noticia de los terribles incendios”, pide al obispo de la capital que transmita a las familias de las víctimas su “participación en el dolor de aquellos que sufren el luto” y también su “solidaridad y cercanía espiritual de quienes perdieron sus hogares”, indica el telegrama dado a conocer hoy martes por la oficina de prensa de la Santa Sede.
A continuación el texto completo:
“Excelentísimo y reverendo señor don Antonio Cavaco Carillo, obispo de Funchal.
Consternado por la triste noticia de los terribles incendios en la Isla de Madeira, el Santo Padre pide a vuestra excelencia que transmita a las familias de las víctimas su condolencia y participación en el dolor de todos los enlutados, así como su solidaridad y proximidad espiritual de quienes que perdieron sus hogares.
De modo particular, en ocasión de la fiesta de Nuestra Señora del Monte, su Santidad confía la diócesis de Funchal a la Santa Madre de Dios, que con su asunción a los cielos está más cercana de sus hijos aquí en la tierra, para interceder por ellos junto a Jesús, como un señal luminoso de la vida futura que esperamos.
Al mismo tiempo que pide al cielo consuele y restablezca a los heridos, y el coraje y la consolación de la esperanza cristiana para todos los afectados por la tragedia, y recordando especialmente a todos aquellos que trabajaron para combatir los incendios, el papa Francisco envía una esperanzadora bendición apostólica.
(Traducción no oficial realizada por ZENIT).


Pondrán una imagen de Nuestra Señora Aparecida en los jardines vaticanos
Posted by Redaccion on 16 August, 2016



(ZENIT – Roma).- Una imagen de bronce de Nuestra Señora Aparecida será puesta en los Jardines del Vaticano y bendecida el próximo sábado 3 de septiembre, con motivo del tercer centenario de la imagen descubierta en el río Paraíba do Sul. Lo indicó hoy el blog Il Sismógrafo, precisando que la iniciativa es de la Embajada de Brasil ante la Santa Sede y de la Arquidiócesis de Aparecida.
Una propuesta que el cardenal Raymundo Damasceno Assis ya había señalado el 11 de octubre de 2014, en el marco de los trabajos del Sínodo de la Familia.
La noticia llega junto a la hipótesis de que el Santo Padre pueda realizar un viaje apostólico en ocasión también del décimo aniversario de la V Conferencia Episcopal de América Latina y el Caribe, en mayo de 2017.
El papa Francisco viajó a Brasil en julio de 2013 con motivo de la 28 Jornada Mundial de la Juventud, apenas elegido pontífice. Y celebró en el santuario de Nuestra Señora Aparecida. Entretanto no fue propiamente un viaje apostólico sino por la JMJ.
En los jardines vaticanos se encuentra un monumento con una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de México; también una imagen de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba; otra de la Virgen Santa María de La Antigua, patrona de Panamá; y de la Virgen de Suyapa, patrona de Honduras.
En el Vaticano hay también una imagen de la patrona de Costa Rica, la Virgen de los Ángeles, pero en la iglesia de Santa Ana.


San Egidio organiza en Trastevere una liturgia por Siria, contra la indiferencia
Posted by Redaccion on 16 August, 2016



(ZENIT – Roma).- Una liturgia pidiendo por la paz y la salvación de la ciudad siria de Alepo fue organizada este domingo en la iglesia de Santa María in Trastevere ubicada en el barrio del mismo nombre en Roma.
La ceremonia que inició con la melodía de un antiguo himno sirio dedicado a María y el Padre Nuestro en árabe, invadió el antiguo templo donde se congregaron gran cantidad de personas para el acto organizado por la Comunidad de San Egidio.

La ciudad de Alepo arrasada por los combates. (foto Wikicommons)
La ciudad de Alepo, símbolo de la convivencia entre culturas y religiones, es víctima de un asedio que no perdona a nadie, iniciando de los más débiles y los niños.
Participaron a la liturgia numerosos cristianos sirios de las ciudades de Alepo, Homs y Damasco, quienes llegaron en los últimos meses a Italia gracias a los corredores humanitarios obtenidos por San Egidio y las Iglesias protestantes italianas.
“Celebramos la fiesta de la Asunción de María con el corazón inquieto y palpitante”, señaló el párroco de la basílica, Marco Gnavi. Y añadió que “junto a los hermanos y hermanas de Siria que se encuentran aquí en medio de nosotros, dirigimos la mirada a María, implorando salvación y paz para la ciudad de Alepo y para toda la Siria”.
“Alepo –recordó Mons. Gnavi– es una ciudad símbolo de la convivencia, perla rara de una larga historia milenaria, con relaciones antiguas de respeto entre cristianos y musulmanes, ciudad que ha conocido también la presencia judía. Allí hoy se muere sea en la parte occidental que en la oriental, por las bombas, los misiles, el hambre, la sed, y sobre todo por la indiferencia de quien pudiendo, no quiso escuchar el grito de los inocentes y la llamada para que Alepo no fuera agredida”.
Y concluyó invitando a “no resignarnos delante del grito de quien en Alepo sufre, y a rerzar para que el Señor despierte la conciencia de los pueblos, de los gobernantes, de los creyentes y que se rompa el asedio de muerte que está asesinando a Alepo y a sus hijos”.
Los corredores humanitarios se han convertido en un mensaje de esperanza’


Boko Haram negocia a las niñas secuestradas de Chibok
Posted by Redaccion on 16 August, 2016



(ZENIT – Roma).- El grupo terrorista Boko Haram ha publicado este domingo un video de 11 minutos en el que aparecen diversas niñas de las aproximadamente 300 que secuestró en abril de 2014 en Nigeria y pone como condición al gobierno que libere a los terroristas presos para dejar las niñas en libertad.
Las niñas secuestradas en la localidad de Chibok, indican que pasan hambre y piden a sus familiares que “hablen con el Gobierno nigeriano para reunirse con los secuestradores, para que nos permitan volver a nuestras casas”.
En el vídeo un guerrillero de Boko Haram amenaza matar a las niñas si el Ejército intenta liberarlas con una acción comando. “Digan al Gobierno Federal de Nigeria, con efecto inmediato, que liberen a nuestros hermanos en prisión”, indica el miliciano.
Añadió que “unas 40 niñas” secuestradas “se han casado con el permiso de Dios”, y que en cambio otras “han muerto debido a los bombardeos de los infieles” refiriéndose al ejército de Nigeria.
Este lunes, fecha de la festividad de la Asunción de María, el papa Francisco pidió el final de la violencia contra las mujeres. Y recordó las persecuciones que sufren diversas poblaciones en el mundo: “A la Reina de la paz, que contemplamos hoy en la gloria celeste, deseo confiarle nuevamente las ansias y los dolores de las poblaciones que en tantas partes del mundo son víctimas inocentes de persistentes conflictos”.
“Estas víctimas –añadió el Papa– hacen parte, lamentablemente de los tantos inocentes que no tienen ningún peso en la opinión mundial”. Y pidió que María obtenga para todos “sentimientos de compasión, de comprensión y el deseo de concordia”.
Leer también:
Nigeria: Boko Haram decapita a veinte cristianos
Nigeria: Boko Haram ahora utiliza a niñas kamikazes


Filipinas: los obispos piden poner fin a las ejecuciones extrajudiciales
Posted by Redaccion on 16 August, 2016



(ZENIT – Roma).- “No mataras”: así se titula la campaña lanzada por la Iglesia Católica en Filipinas, para promover el respeto a la vida humana y deplorar el largo rastro de ejecuciones extrajudiciales que están sucediendo en el país.
De acuerdo con los datos de las organizaciones no gubernamentales son más de 400 las víctimas en los últimos meses. Muchos creen que el nuevo presidente Rodrigo Duterte directa o indirectamente es responsables, dado su énfasis en la seguridad y el “respeto a la ley y al orden” que empuja a la policía –y a los equipos de los vigilantes– a eliminar delincuentes comunes, especialmente vinculados a la venta de drogas.
Lo indica la agencia de noticias FIDES, precisando que la campaña, lanzada en las últimas semanas en Manila, tiene como objetivo reunir a las familias de las víctimas de ejecuciones extrajudiciales. El padre Atilano Fajardo, uno de los promotores, ha invitado a las familias a participar en una misa, rezar y unirse a una toma de conciencia por el respeto de la dignidad humana.
La Conferencia Episcopal de Filipinas en las últimas semanas ha hecho un llamamiento oficial, firmado por el presidente, el arzobispo Sócrates Villegas, dirigido especialmente a la policía, en el que les insta a “conservar su humanidad”, en el trato a los delincuentes y traficantes de drogas.
“Se puede disparar a matar sólo con el único motivo de legítima defensa propia o de otras personas”, dice, y “matar a un sospechoso no es moralmente justificable”, incluso si ha tratado de escapar, continúa el texto.
El mensaje también deplora la práctica de “obtener una recompensa en dinero por matar a otra persona” y reitera que “es deber moral de todos los cristianos de denunciar a los ‘vigilantes’ cuando se ve a bandas de vigilantes matando con facilidad, sin respeto al estado de derecho, y con total impunidad. El texto pide “justicia y legalidad” en el respeto de la dignidad de toda persona humana.


También podemos ser Rostro del Padre
Posted by Carmen Francisco on 16 August, 2016



(ZENIT – Madrid).- Es ley de vida. Los hijos tienden a parecerse a sus padres. Es también ley de familia, puesto que incluso cuando no son biológicos y los rasgos son distintos, los hijos adoptan actitudes y ademanes calcados a los de sus progenitores.
Es muy posible que Jesús tuviese un gran parecido a san José. El modo de frotarse los ojos o de fruncir el ceño, así como los gestos más intrascendentes muestran la filiación de manera parecida a como lo hacen los rasgos físicos del rostro; los modos de expresar los distintos sentimientos o emociones delatarían esa peculiar filiación que le unía a su padre virginal.
La bula papal El Rostro de la Misericordia comienza con estas palabras: “Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre”. La filiación divina no tiene fundamento biológico. Aquel cuyo alimento es hacer la voluntad del Padre refleja a la perfección su querer. Y este querer no es otro que su misericordia.
Se desprende que también nosotros podemos ser rostro de Dios para los demás en la medida que seamos sus hijos; y lo seremos en la medida que vivamos la misericordia. No vivimos la misericordia porque seamos hijos. Más bien es al revés, es la misericordia la que nos configura con Cristo y nos transforma en hijos de Dios. Es cierto que es el Bautismo el sacramento que nos hace ser hijos de Dios, pero sólo la práctica de la misericordia nos hace parecernos a Cristo y como Él ser para los demás el rostro de la misericordia del Padre.


Reinstitución de las diaconisas
Posted by Felipe Arizmendi Esquivel on 16 August, 2016



VER
“Tras una oración intensa y una reflexión madura, su Santidad ha decidido instituir la comisión de estudio sobre el diaconado de las mujeres”, anunció la Sala de Prensa de la Santa Sede. De esta forma, cumple lo que ofreció a la Unión Internacional de Superioras Generales, que le hicieron la propuesta. ¿Qué significa y qué implica esto? ¿Será un camino para que las mujeres puedan ser ordenadas sacerdotes?
En los primeros siglos de la Iglesia había diaconisas. San Pablo menciona a una: “Les recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa de la Iglesia de Cencreas. Recíbanla bien, como debe hacerse entre cristianos y santos hermanos, y ayúdenla en todo lo que necesite, pues muchos están en deuda con ella, y yo también”(Rom 16,1-2).
¿Qué hacían? Como se acostumbraba el bautismo de personas adultas por inmersión y bajaban al agua sin ropa, para después revestirse con una túnica blanca, no era decente que esta celebración la hicieran el obispo, los presbíteros o los diáconos; por ello, se establecieron mujeres diaconisas que bautizaran a las mujeres. Además, cuando había quejas de esposas porque sus maridos las habían golpeado, las diaconisas debían revisar el cuerpo de la mujer, para comprobar las heridas o los hematomas; no era prudente que fueran varones quienes hicieran tal revisión. Por otra parte, se acostumbraba hacer las unciones de los enfermos en las partes del cuerpo que les dolían; lo conveniente era que tal servicio lo dieran las mujeres. Con el tiempo, estas costumbres cambiaron y desaparecieron las diaconisas. No hay constancia de que hayan recibido la ordenación sacramental, sino que era un servicio que daban en la comunidad.
PENSAR
¿Conviene que hoy se instituyan de nuevo? Antes del Concilio Vaticano II (1962-65), el diaconado era sólo para varones célibes que se preparaban al sacerdocio. El Concilio restableció el diaconado permanente “no en orden al sacerdocio, sino en orden al ministerio” (LG 29), para dar algunos servicios como administrar el bautismo, asistir al matrimonio, proclamar el Evangelio y predicar en la Misa, dar la bendición con el Santísimo, celebrar las exequias de los difuntos, hacer diversas bendiciones. Este diaconado se confiere a varones casados, y actualmente hay miles en toda la Iglesia. No celebran Misa, ni confiesan, ni ungen sacramentalmente a los enfermos. Se estudia si también se puede conferir el diaconado a mujeres.
¿Qué podrían hacer? Lo mismo que los diáconos. Sin embargo, para esas celebraciones no hacen falta diaconisas; el obispo puede autorizar a mujeres catequistas, a esposas de diáconos permanentes, a religiosas y a otras mujeres adecuadamente preparadas, para que las hagan. Yo he delegado, conforme a las normas de la Iglesia, a dos mujeres indígenas para bautizar y presidir matrimonios, en lugares lejanos donde es rara la presencia de un sacerdote y no hay diáconos.
El Catecismo de la Iglesia Católica indica: “El ministerio eclesiástico, instituido por Dios, está ejercido en diversos órdenes por aquellos que ya desde antiguo reciben los nombres de obispos, presbíteros y diáconos. La doctrina católica, expresada en la liturgia, el magisterio y la práctica constante de la Iglesia, reconoce que existen dos grados de participación ministerial en el sacerdocio de Cristo: el episcopado y el presbiterado. El diaconado está destinado a ayudarles y a servirles. Por eso, el término ‘sacerdote’ designa, en el uso actual, a los obispos y a los presbíteros, pero no a los diáconos. Sin embargo, la doctrina católica enseña que los grados de participación sacerdotal (episcopado y presbiterado) y el grado de servicio (diaconado) son los tres conferidos por un acto sacramental llamado ‘ordenación’, es decir, por el sacramento del Orden” (1554).
Se excluye por completo que las posibles diaconisas llegaran a ser ordenadas sacerdotes. Esto ya quedó finiquitado desde 1994 por el Papa Juan Pablo II: “Con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia” (Ordinatio Sacerdotalis, 4).
ACTUAR
Pidamos al Espíritu Santo que ilumine al Papa para decidir lo más conveniente. Mientras tanto, sigamos dando a las mujeres el lugar que les corresponde en la Iglesia y en la sociedad.



Comentario a la liturgia dominical
Posted by Antonio Rivero on 16 August, 2016



P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor de Humanidades Clásicas en el Centro de Noviciado y Humanidades y Ciencias de la Legión de Cristo en Monterrey (México).
Idea principal: El “negocio” de la salvación es lo más importante, necesario, urgente y personal de nuestra vida. Santa Teresa de Jesús dijo: “al final de la vida el que se salva sabe y el que no, no sabe nada”.
Síntesis del mensaje: Jesús sigue educando a los discípulos, y a nosotros también. Y hoy nos da la clave de cómo salvarnos, es decir, los requisitos. Salvación completa: cuerpo y alma. Para salvarnos no basta el simple hecho de haber conocido a Jesús y pertenecer a la Iglesia, o tener privilegios de nacimiento o por algún mérito pasado. Es necesario también pasar por la “puerta estrecha” (evangelio), y abandonar la “puerta ancha”.
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, es un hecho que Dios “quiere que todos se salven” (1 Tim 2, 4). La primera lectura de hoy también nos lo recuerda: “Yo mismo vendré a reunir a todas las naciones…y verán mi gloria”. Y también el evangelio: “Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente…a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios”. ¡A todos! Judíos y paganos, cristianos, protestantes y anglicanos, musulmanes y budistas, ateos, agnósticos y renegados. Para eso, Dios Padre mandó a su Hijo al mundo. Para eso, Dios Hijo fundó su verdadera Iglesia, donde encontramos todos los medios de salvación: los sacramentos, la intercesión de la Santísima Virgen y de los Santos. Para eso, Dios Espíritu Santo realiza la obra de santificación en el alma de quienes le dejan, mediante la infusión de los siete dones y los frutos suculentos de su acción divina. Dios no tiene otro regocijo que el salvar a sus hijos esparcidos por todo el mundo.
En segundo lugar, ¿qué hacer entonces? Si el alma vale tan alto precio, y el hombre llega a perderla, ¿con qué bien del mundo podrá compensar tan grande pérdida? ¡Salvar nuestra alma! El negocio más importante, único y urgente, personal e irreparable de la vida es la salvación del alma. Negocio más importante, porque Dios mandó a su Hijo al mundo y le hizo derramar la sangre y morir en la cruz para salvar nuestras almas. Negocio único que tenemos en esta vida (cf. Lc 10, 42). San Bernardo lamenta la ceguera de los cristianos que, calificando de juegos pueriles a ciertos pasatiempos de la niñez, llaman negocios a los asuntos mundanos. ¡Cuántas locuras no cometerían mucho si pensasen en estas palabras de Cristo: «¿De qué le sirve al hombre–dice el Señor– ganar todo el mundo, si pierde su alma?» (Mt. 16, 26); palabras éstas que le recordaba una y otra vez en la Universidad de París Ignacio de Loyola al mundano Francisco Javier, hasta que le taladraron el alma y se convirtió. Negocio personal, porque sólo cada uno de nosotros tiene que invertir en salvar su propia alma. Negocio irreparable, pues «no hay error que pueda compararse –dice San Eusebio–al error de descuidar la eterna salvación». Todos los demás errores pueden tener remedio. Si se pierde la hacienda, posible es recobrarla por nuevos trabajos. Si se pierde un cargo, puede ser recuperado otra vez. Aun perdiendo la vida, si uno se salva, todo se remedió. Mas para quien se condena no hay posibilidad de remedio. Una vez sólo se muere; una vez perdida el alma, perdióse para siempre. No queda más que el eterno llanto con los demás míseros insensatos del infierno, cuya pena y tormento mayor será el considerar que para ellos no hay tiempo ya de remediar su desdicha (Jer 8. 20). Sólo en lo presente piensan los mundanos, no en lo futuro. Hablando en Roma una vez San Felipe Neri con un joven de talento, llamado Francisco Nazzera, le dijo así: «Tú, hijo mío, tendrás brillante fortuna: serás buen abogado; prelado después; luego, quizá cardenal, y tal vez pontífice; pero ¿y después?, ¿y después?». «Vamos –díjole al fin–, piensa en estas últimas palabras». Marchó Francisco a casa, y meditando en aquellas palabras: «¿Y después? ¿Y después?», abandonó los negocios terrenos, se apartó del mundo y entró en la misma congregación de San Felipe Neri, para no ocuparse más que en servir a Dios. Razón tenía San Felipe Neri al llamar loco al hombre que no atiende a salvar su alma.

Finalmente, el evangelio de hoy nos da la clave para salvarnos: entrar por la puerta estrecha. ¿Qué supone entrar por la puerta estrecha que conduce a la vida eterna y a la salvación? Nos responde la Didaché, obra de la literatura cristiana primitiva que pudo ser compuesta en la segunda mitad del siglo I, donde se narra la Enseñanza del Señor a las naciones por medio de los doce apóstoles: Hay dos caminos. Uno de la vida y otro de la muerte; pero la diferencia entre los dos caminos es grande. Al camino de la vida le corresponden el amor a Dios y al prójimo, el bendecir a quien nos maldice, el mantenerse alejado de los deseos carnales, perdonar a quien nos ofende, ser sincero, pobre; en suma, los mandamientos de Dios y las bienaventuranzas de Jesús. Al camino de la muerte le corresponden, por el contrario, la violencia, la hipocresía, la opresión del pobre, la mentira; en otras palabras, lo opuesto a los mandamientos y las bienaventuranzas (cf. Mateo 5, 1-8) .
Para reflexionar: ¿Son muchos los que se salvan? ¿Son pocos? ¿Estaré yo entre los que se salvan? ¿Qué he de hacer para salvarme? Esta poesía de fray Pedro de los Reyes (español del siglo XVI) nos puede hacer reflexionar hoy:
YO PARA QUE NACÍ
Yo para qué nací? Para salvarme.
Que tengo de morir es infalible.
Dejar de ver a Dios y condenarme,
Triste cosa será, pero posible.
¿Posible? ¿Y río, y duermo, y quiero holgarme?
¿Posible? ¿Y tengo amor a lo visible?
¿Qué hago?, ¿en qué me ocupo?, ¿en qué me encanto?
Loco debo de ser, pues no soy santo.
Para rezar: recemos con el Salmo 69 (68).
Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org.


Santa Beatriz de Silva – 17 de agosto
Posted by Isabel Orellana Vilches on 16 August, 2016



(ZENIT – Madrid).- Hija de Ruy Gómez da Silva, capitán y conquistador de Ceuta, y de la noble Isabel de Meneses, condesa de Portalegre, nació hacia 1424 en Campo Mayor, Alentejo, localidad portuguesa de la que su padre fue alcalde. Los once hermanos fueron educados en la fe por sus progenitores, quienes les inculcaron su devoción por la Virgen María. Los padres franciscanos los instruyeron a todos. Dos de ellos, Juan y Amadeo, se abrazaron a este carisma. Amadeo, cinco años menor que Beatriz, es el artífice de los «amadeístas», nueva rama reformada de los Hermanos Menores, y fue confesor del papa Sixto IV. La infancia de la santa discurrió en Campo Mayor, lugar en el que su padre le hizo posar para un pintor al que encargó un cuadro sobre María. Ella, llena de pudor, no osó abrir los ojos, y la imagen del lienzo refleja su modestia fielmente captada por el autor. La pintura, denominada «La Virgen de los ojos cerrados», se conserva en una iglesia de Campo Mayor.
En agosto de 1447 la futura fundadora asistió a la boda de Juan II de Castilla e Isabel de Portugal, que la eligió como dama de la corte y con la que estaba emparentada por ser hija de su primo Alfonso V de Portugal. Beatriz, de singular belleza, no pasó desapercibida. Los jóvenes que pensaron en ella para desposarla tuvieron que desistir puesto que ya había percibido la llamada de Dios y de Él sería. Era frecuente verla por el Real Monasterio de Santa Clara postrándose a orar ante Jesús Sacramentado. Sin embargo, las bajas pasiones discurrían entre los pasillos de palacio, y el despecho, la envidia y la maledicencia no tardaron en llegar. Muchos sabían que era una mujer íntegra, pero afiladas lenguas la culparon de mantener secretos amoríos con el rey. Tan grave acusación debió provenir de un pretendiente resentido que no logró obtener sus propósitos.
La reina no dudó de la infidelidad de su esposo con la noble Beatriz, y los celos le impulsaron a urdir un plan diabólico para desembarazarse de la que consideraba su rival. La condujo hasta un recinto solitario donde había dispuesto un baúl y al pasar junto a él la empujó dentro y lo cerró con llave. Sin perder la paz en tan asfixiante espacio, Beatriz se encomendó a la Virgen, quien se le apareció vestida de blanco y cubierta con un manto azul. Le hizo saber que sería fundadora de una nueva Orden bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, y que las religiosas deberían tomar por hábito los colores que Ella vestía. La joven, que amaba inmensamente a María, acogió con gratitud y esperanza este mensaje, consagrando su virginidad. Tras prometerle que sería rescatada de su encierro, la Madre del cielo desapareció.
Cumplidos tres días de esta infame reclusión, su tío Juan Meneses, que recelaba de la reina, acudió al monarca para averiguar el paradero de su sobrina. Presionada en interrogatorio Isabel declaró su gravísimo acto; todos tenían el convencimiento de que la muchacha habría muerto. Pero cuando Juan abrió el arcón, el gozo de la secuestrada y él ante este esperado encuentro se tornó en estupefacción para la reina y sus acompañantes. El prodigio rápidamente se extendió por Tordesillas. Beatriz abandonó el palacio y se dirigió a Toledo junto a dos doncellas. Por el camino se le aparecieron dos frailes con hábito franciscano. Pasada la primera impresión escuchó su vaticinio en el que auguraban un futuro lleno de bendiciones para ella y sus hijos. La santa, que no pensaba desposarse con nadie más que con Dios, les confió su determinación de consagrarse y los dos personajes ratificaron su profecía. Después, entendió que se trataba de Francisco y Antonio de Padua, santos de su devoción.
Beatriz permaneció en el monasterio toledano de Santo Domingo el Real tres décadas sin ser todavía religiosa, orando y meditando en las Sagradas Escrituras. Los beneficios que le reportaba su labor de hilado y bordado los repartía entre los pobres, igual que hizo con sus bienes. Para esconder su belleza a los ojos ajenos, cubrió su rostro con un velo blanco del que no se desprendía más que para hablar con escasas personas. Entre ellas estaba la reina, quien tras la muerte del rey se había arrepentido y suplicado su perdón. Después la visitó en varias ocasiones junto a sus hijos Alfonso y la futura Isabel la Católica, que prestó su apoyo a Beatriz para la fundación. La Virgen velaba por el cumplimiento de su indicación, y vistiendo de nuevo el hábito blanco y azul, se apareció a Beatriz cuando se hallaba a solas en el coro, orando. En 1484 la reina Isabel, devota de la Inmaculada, donó a la fundadora unas casa sitas en los palacios reales de Galiana, en Toledo y la anexa capilla de Santa Fe. En esos recintos se instaló Beatriz, que entonces tenía ya 60 años, junto con doce compañeras, erigiendo la Orden concepcionista con el fin de «servir a Dios y a Santa María en el misterio de su Concepción».
Según lo estipulado, la fundación debía regirse por una de las reglas que existían en la Iglesia. Pero la fundadora logró que al aprobar su obra Inocencio VIII en 1489, momento que conoció por revelación a través de san Rafael, introdujera en su bula «Inter Universa» su propia regla: el carisma mariano, un don del Espíritu. La llegada de la bula al convento de Santa Fe estuvo envuelta en un milagro. Después de informar a Beatriz que se había perdido en el fondo del mar al hundirse la nave que la portaba, tras las súplicas que elevó a Dios afligida por el hecho, la halló en un cofre. Al acercarse su fin en este mundo, diez días antes de tomar el hábito, la Virgen le aseguró que se la llevaría al cielo. El óbito se produjo el 17 de agosto de 1492. En 1924 Pío XI confirmó el culto que venía recibiendo. Pablo VI la canonizó el 3 de octubre de 1976.