Servicio diario - 12 de febrero de 2020


 

Exhortación apostólica postsinodal del Papa Francisco "Querida Amazonia"
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12/02/2020-11:10
Redacción

Exhortación apostólica postsinodal del Papa Francisco "Querida Amazonia"

(zenit – 12 feb. 2020).- La Santa Sede ha publicado esta mañana la exhortación apostólica postsinodal del Papa Francisco “Querida Amazonia”, miércoles, 12 de febrero de 2020, documento fruto de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica “Amazonía: Nuevos Caminos para la Iglesia y para una ecología integral” celebrado en el Vaticano del 6 al 27 de octubre de 2019.

Sigue el documento completo íntegro, difundido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:

***

 

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL

QUERIDA AMAZONIA

DEL SANTO PADRE FRANCISCO

AL PUEBLO DE DIOS

Y A TODAS LAS PERSONAS DE BUENA VOLUNTAD

 

1. La querida Amazonia se muestra ante el mundo con todo su esplendor, su drama, su misterio. Dios nos regaló la gracia de tenerla especialmente presente en el Sínodo que tuvo lugar en Roma entre el 6 y el 27 de octubre, y que concluyó con un texto titulado Amazonia: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral.

El sentido de esta Exhortación

2. Escuché las intervenciones durante el Sínodo y leí con interés las aportaciones de los círculos menores. Con esta Exhortación quiero expresar las resonancias que ha provocado en mí este camino de diálogo y discernimiento. No desarrollaré aquí todas las cuestiones abundantemente expuestas en el Documento conclusivo. No pretendo ni reemplazarlo ni repetirlo. Sólo deseo aportar un breve marco de reflexión que encarne en la realidad amazónica una síntesis de algunas grandes preocupaciones que ya expresé en mis documentos anteriores y que ayude y oriente a una armoniosa, creativa y fructífera recepción de todo el camino sinodal.

3. Al mismo tiempo quiero presentar oficialmente ese Documento, que nos ofrece las conclusiones del Sínodo, en el cual han colaborado tantas personas que conocen mejor que yo y que la Curia romana la problemática de la Amazonia, porque viven en ella, la sufren y la aman con pasión. He preferido no citar ese Documento en esta Exhortación, porque invito a leerlo íntegramente.

4. Dios quiera que toda la Iglesia se deje enriquecer e interpelar por ese trabajo, que los pastores, consagrados, consagradas y fieles laicos de la Amazonia se empeñen en su aplicación, y que pueda inspirar de algún modo a todas las personas de buena voluntad.

Sueños para la Amazonia

5. La Amazonia es una totalidad plurinacional interconectada, un gran bioma compartido por nueve países: Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam, Venezuela y Guayana Francesa. No obstante, dirijo esta Exhortación a todo el mundo. Por un lado, lo hago para ayudar a despertar el afecto y la preocupación por esta tierra que es también “nuestra” e invitarles a admirarla y a reconocerla como un misterio sagrado; por otro lado, porque la atención de la Iglesia a las problemáticas de este lugar nos obliga a retomar brevemente algunas cuestiones que no deberíamos olvidar y que pueden inspirar a otras regiones de la tierra frente a sus propios desafíos.

6. Todo lo que la Iglesia ofrece debe encarnarse de modo original en cada lugar del mundo, de manera que la Esposa de Cristo adquiera multiformes rostros que manifiesten mejor la inagotable riqueza de la gracia. La predicación debe encarnarse, la espiritualidad debe encarnarse, las estructuras de la Iglesia deben encarnarse. Por ello me atrevo humildemente, en esta breve Exhortación, a expresar cuatro grandes sueños que la Amazonia me inspira.

7. Sueño con una Amazonia que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida.

Sueño con una Amazonia que preserve esa riqueza cultural que la destaca, donde brilla de modos tan diversos la belleza humana.

Sueño con una Amazonia que custodie celosamente la abrumadora hermosura natural que la engalana, la vida desbordante que llena sus ríos y sus selvas.

Sueño con comunidades cristianas capaces de entregarse y de encarnarse en la Amazonia, hasta el punto de regalar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos.

 

CAPÍTULO PRIMERO

UN SUEÑO SOCIAL

8. Nuestro sueño es el de una Amazonia que integre y promueva a todos sus habitantes para que puedan consolidar un “buen vivir”. Pero hace falta un grito profético y una ardua tarea por los más pobres. Porque, si bien la Amazonia enfrenta un desastre ecológico, cabe destacar que «un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres».[1] No nos sirve un conservacionismo «que se preocupa del bioma pero ignora a los pueblos amazónicos».[2]

Injusticia y crimen

9. Los intereses colonizadores que expandieron y expanden —legal e ilegalmente— la extracción de madera y la minería, y que han ido expulsando y acorralando a los pueblos indígenas, ribereños y afrodescendientes, provocan un clamor que grita al cielo:

“Son muchos los árboles
donde habitó la tortura
y bastos los bosques
comprados entre mil muertes”.
[3]

 

“Los madereros tienen parlamentarios
y nuestra Amazonia ni quién la defienda […] Exilian a los loros y a los monos […] Ya no será igual la cosecha de la castaña”.
[4]

10. Esto alentó los movimientos migratorios más recientes de los indígenas hacia las periferias de las ciudades. Allí no encuentran una real liberación de sus dramas sino las peores formas de esclavitud, de sometimiento y miseria. En estas ciudades, caracterizadas por una gran desigualdad, donde hoy habita la mayor parte de la población de la Amazonia, crecen también la xenofobia, la explotación sexual y el tráfico de personas. Por eso el grito de la Amazonia no brota solamente del corazón de las selvas, sino también desde el interior de sus ciudades.

11. No es necesario que yo repita aquí los diagnósticos tan amplios y completos que fueron presentados antes y durante el Sínodo. Recordemos al menos una de las voces escuchadas: “Estamos siendo afectados por los madereros, ganaderos y otros terceros. Amenazados por actores económicos que implementan un modelo ajeno en nuestros territorios. Las empresas madereras entran en el territorio para explotar el bosque, nosotros cuidamos el bosque para nuestros hijos, tenemos la carne, pesca, remedios vegetales, árboles frutales […]. La construcción de hidroeléctricas y el proyecto de hidrovías impacta sobre el río y sobre los territorios […]. Somos una región de territorios robados”.[5]

12. Ya mi predecesor, Benedicto XVI, denunciaba “la devastación ambiental de la Amazonia y las amenazas a la dignidad humana de sus poblaciones”.[6] Quiero agregar que muchos dramas estuvieron relacionados con una falsa “mística amazónica”. Notoriamente desde las últimas décadas del siglo pasado, la Amazonia se presentó como un enorme vacío que debe ocuparse, como una riqueza en bruto que debe desarrollarse, como una inmensidad salvaje que debe ser domesticada. Todo esto con una mirada que no reconoce los derechos de los pueblos originarios o sencillamente los ignora como si no existieran o como si esas tierras que ellos habitan no les pertenecieran. Aun en los planes educativos de niños y jóvenes, los indígenas fueron vistos como intrusos o usurpadores. Sus vidas, sus inquietudes, su manera de luchar y de sobrevivir no interesaban, y se los consideraba más como un obstáculo del cual librarse que como seres humanos con la misma dignidad de cualquier otro y con derechos adquiridos.

13. Algunos eslóganes aportaron a esta confusión, entre otros aquel de “no entregar”,[7] como si este avasallamiento pudiera venir sólo desde afuera de los países, cuando también poderes locales, con la excusa del desarrollo, participaron de alianzas con el objetivo de arrasar la selva —con las formas de vida que alberga— de manera impune y sin límites. Los pueblos originarios muchas veces han visto con impotencia la destrucción de ese entorno natural que les permitía alimentarse, curarse, sobrevivir y conservar un estilo de vida y una cultura que les daba identidad y sentido. La disparidad de poder es enorme, los débiles no tienen recursos para defenderse, mientras el ganador sigue llevándoselo todo, «los pueblos pobres permanecen siempre pobres, y los ricos se hacen cada vez más ricos».[8]

14. A los emprendimientos, nacionales o internacionales, que dañan la Amazonia y no respetan el derecho de los pueblos originarios al territorio y a su demarcación, a la autodeterminación y al consentimiento previo, hay que ponerles los nombres que les corresponde: injusticia y crimen. Cuando algunas empresas sedientas de rédito fácil se apropian de los territorios y llegan a privatizar hasta el agua potable, o cuando las autoridades dan vía libre a las madereras, a proyectos mineros o petroleros y a otras actividades que arrasan las selvas y contaminan el ambiente, se transforman indebidamente las relaciones económicas y se convierten en un instrumento que mata. Se suele acudir a recursos alejados de toda ética, como penalizar las protestas e incluso quitar la vida a los indígenas que se oponen a los proyectos, provocar intencionalmente incendios forestales, o sobornar a políticos y a los mismos indígenas. Esto viene acompañado de graves violaciones de los derechos humanos y de nuevas esclavitudes que afectan especialmente a las mujeres, de la peste del narcotráfico que pretende someter a los indígenas, o de la trata de personas que se aprovecha de quienes fueron expulsados de su contexto cultural. No podemos permitir que la globalización se convierta en «un nuevo tipo de colonialismo».[9]

Indignarse y pedir perdón

15. Es necesario indignarse,[10] como se indignaba Moisés (cf. Ex 11,8), como se indignaba Jesús (cf. Mc 3,5), como Dios se indigna ante la injusticia (cf. Am 2,4-8; 5,7-12; Sal 106,40). No es sano que nos habituemos al mal, no nos hace bien permitir que nos anestesien la conciencia social mientras «una estela de dilapidación, e incluso de muerte, por toda nuestra región […] pone en peligro la vida de millones de personas y en especial el hábitat de los campesinos e indígenas».[11] Las historias de injusticia y crueldad ocurridas en la Amazonia aun durante el siglo pasado deberían provocar un profundo rechazo, pero al mismo tiempo tendrían que volvernos más sensibles para reconocer formas también actuales de explotación humana, de atropello y de muerte. Con respecto al pasado vergonzoso, recojamos, por ejemplo, una narración sobre los padecimientos de los indígenas de la época del caucho en la Amazonia venezolana: «A los indígenas no les daban plata, sólo mercancía y cara, y nunca terminaban de pagarla, […] pagaban pero le decían al indígena: “Ud. está debiendo tanto” y tenía que volver el indígena a trabajar […]. Más de veinte pueblos ye’kuana fueron enteramente arrasados. Las mujeres ye’kuana fueron violadas y amputados sus pechos, las encintas desventradas. A los hombres se les cortaban los dedos de las manos o las muñecas a fin de que no pudieran navegar, […] junto con otras escenas del más absurdo sadismo».[12]

16. Esta historia de dolor y de desprecios no se sana fácilmente. Y la colonización no se detiene, sino que en muchos lugares se transforma, se disfraza y se disimula,[13] pero no pierde la prepotencia contra la vida de los pobres y la fragilidad del ambiente. Los Obispos de la Amazonia brasileña recordaron que «la historia de la Amazonia revela que siempre fue una minoría la que lucraba a costa de la pobreza de la mayoría y de la depredación sin escrúpulos de las riquezas naturales de la región, dádiva divina para los pueblos que aquí viven desde milenios y para los migrantes que llegaron a lo largo de los siglos pasados».[14]

17. Al mismo tiempo que dejamos brotar una sana indignación, recordamos que siempre es posible superar las diversas mentalidades de colonización para construir redes de solidaridad y desarrollo; «el desafío consiste en asegurar una globalización en la solidaridad, una globalización sin dejar nadie al margen».[15] Se pueden buscar alternativas de ganadería y agricultura sostenibles, de energías que no contaminen, de fuentes dignas de trabajo que no impliquen la destrucción del medioambiente y de las culturas. Al mismo tiempo, hace falta asegurar para los indígenas y los más pobres una educación adaptada que desarrolle sus capacidades y los empodere. Precisamente en estos objetivos se juegan la verdadera astucia y la genuina capacidad de los políticos. No será para devolver a los muertos la vida que se les negó, ni siquiera para compensar a los sobrevivientes de aquellas masacres, sino al menos para ser hoy realmente humanos.

18. Nos alienta recordar que, en medio de los graves excesos de la colonización de la Amazonia, llena de «contradicciones y desgarramientos»,[16] muchos misioneros llegaron allí con el Evangelio, dejando sus países y aceptando una vida austera y desafiante cerca de los más desprotegidos. Sabemos que no todos fueron ejemplares, pero la tarea de los que se mantuvieron fieles al Evangelio también inspiró «una legislación como las Leyes de Indias que protegían la dignidad de los indígenas contra los atropellos de sus pueblos y territorios».[17] Dado que frecuentemente eran los sacerdotes quienes protegían de salteadores y abusadores a los indígenas, los misioneros relatan: «Nos pedían con insistencia que no los abandonáramos y nos arrancaban la promesa de volver nuevamente».[18]

19. En el momento actual la Iglesia no puede estar menos comprometida, y está llamada a escuchar los clamores de los pueblos amazónicos «para poder ejercer con transparencia su rol profético».[19] Al mismo tiempo, ya que no podemos negar que el trigo se mezcló con la cizaña y que no siempre los misioneros estuvieron del lado de los oprimidos, me avergüenzo y una vez más «pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América»[20] y por los atroces crímenes que siguieron a través de toda la historia de la Amazonia. A los miembros de los pueblos originarios, les doy gracias y les digo nuevamente que «ustedes con su vida son un grito a la conciencia […]. Ustedes son memoria viva de la misión que Dios nos ha encomendado a todos: cuidar la Casa común».[21]

Sentido comunitario

20. La lucha social implica una capacidad de fraternidad, un espíritu de comunión humana. Entonces, sin disminuir la importancia de la libertad personal, se evidencia que los pueblos originarios de la Amazonia tienen un fuerte sentido comunitario. Ellos viven de ese modo «el trabajo, el descanso, las relaciones humanas, los ritos y las celebraciones. Todo se comparte, los espacios privados —típicos de la modernidad— son mínimos. La vida es un camino comunitario donde las tareas y las responsabilidades se dividen y se comparten en función del bien común. No hay lugar para la idea de individuo desligado de la comunidad o de su territorio».[22] Esas relaciones humanas están impregnadas por la naturaleza circundante, porque ellos la sienten y perciben como una realidad que integra su sociedad y su cultura, como una prolongación de su cuerpo personal, familiar y grupal:

«Aquel lucero se aproxima
aletean los colibríes
más que la cascada truena mi corazón
con esos tus labios regaré la tierra
que en nosotros juegue el viento».
[23]

21. Esto multiplica el efecto desintegrador del desarraigo que viven los indígenas que se ven obligados a emigrar a la ciudad, intentando sobrevivir, incluso a veces indignamente, en medio de los hábitos urbanos más individualistas y de un ambiente hostil. ¿Cómo sanar tanto daño? ¿Cómo recomponer esas vidas desarraigadas? Frente a tal realidad, hay que valorar y acompañar todos los esfuerzos que hacen muchos de estos grupos para conservar sus valores y estilo de vida, e integrarse en los contextos nuevos sin perderlos, más bien, ofreciéndolos como una contribución propia al bien común.

22. Cristo redimió al ser humano entero y quiere recomponer en cada uno su capacidad de relación con los otros. El Evangelio propone la caridad divina que brota del Corazón de Cristo y que genera una búsqueda de justicia que es inseparablemente un canto de fraternidad y de solidaridad, un estímulo para la cultura del encuentro. La sabiduría de la manera de vivir de los pueblos originarios —aun con todos los límites que pueda tener— nos estimula a profundizar este anhelo. Por esa razón los Obispos del Ecuador reclamaron «un nuevo sistema social y cultural que privilegie las relaciones fraternas, en un marco de reconocimiento y valoración de las diversas culturas y de los ecosistemas, capaz de oponerse a toda forma de discriminación y dominación entre los seres humanos».[24]

Instituciones dañadas

23. En Laudato si’ recordábamos que «si todo está relacionado, también la salud de las instituciones de una sociedad tiene consecuencias en el ambiente y en la calidad de vida humana […]. Dentro de cada uno de los niveles sociales y entre ellos, se desarrollan las instituciones que regulan las relaciones humanas. Todo lo que las dañe entraña efectos nocivos, como la pérdida de la libertad, la injusticia y la violencia. Varios países se rigen con un nivel institucional precario, a costa del sufrimiento de las poblaciones».[25]

24. ¿Cómo están las instituciones de la sociedad civil en la Amazonia? El Instrumentum laboris del Sínodo, que recoge muchas aportaciones de personas y grupos de la Amazonia, se refiere a «una cultura que envenena al Estado y sus instituciones, permeando todos los estamentos sociales, incluso las comunidades indígenas. Se trata de un verdadero flagelo moral; como resultado se pierde la confianza en las instituciones y en sus representantes, lo cual desprestigia totalmente la política y las organizaciones sociales. Los pueblos amazónicos no son ajenos a la corrupción, y se convierten en sus principales víctimas».[26]

25. No podemos excluir que miembros de la Iglesia hayan sido parte de las redes de corrupción, a veces hasta el punto de aceptar guardar silencio a cambio de ayudas económicas para las obras eclesiales. Precisamente por esto han llegado propuestas al Sínodo que invitan a «prestar una especial atención a la procedencia de donaciones u otra clase de beneficios, así como a las inversiones realizadas por las instituciones eclesiásticas o los cristianos».[27]

Diálogo social

26. La Amazonia debería ser también un lugar de diálogo social, especialmente entre los distintos pueblos originarios, para encontrar formas de comunión y de lucha conjunta. Los demás estamos llamados a participar como “invitados” y a buscar con sumo respeto caminos de encuentro que enriquezcan a la Amazonia. Pero si queremos dialogar, deberíamos hacerlo ante todo con los últimos. Ellos no son un interlocutor cualquiera a quien hay que convencer, ni siquiera son uno más sentado en una mesa de pares. Ellos son los principales interlocutores, de los cuales ante todo tenemos que aprender, a quienes tenemos que escuchar por un deber de justicia, y a quienes debemos pedir permiso para poder presentar nuestras propuestas. Su palabra, sus esperanzas, sus temores deberían ser la voz más potente en cualquier mesa de diálogo sobre la Amazonia, y la gran pregunta es: ¿Cómo imaginan ellos mismos su buen vivir para ellos y sus descendientes?

27. El diálogo no solamente debe privilegiar la opción preferencial por la defensa de los pobres, marginados y excluidos, sino que los respeta como protagonistas. Se trata de reconocer al otro y de valorarlo “como otro”, con su sensibilidad, sus opciones más íntimas, su manera de vivir y trabajar. De otro modo, lo que resulte será, como siempre, «un proyecto de unos pocos para unos pocos»,[28] cuando no «un consenso de escritorio o una efímera paz para una minoría feliz».[29] Si esto sucede «es necesaria una voz profética»[30] y los cristianos estamos llamados a hacerla oír.

De aquí nace el siguiente sueño.

 

CAPÍTULO SEGUNDO

UN SUEÑO CULTURAL

28. El asunto es promover la Amazonia, pero esto no implica colonizarla culturalmente sino ayudar a que ella misma saque lo mejor de sí. Ese es el sentido de la mejor tarea educativa: cultivar sin desarraigar, hacer crecer sin debilitar la identidad, promover sin invadir. Así como hay potencialidades en la naturaleza que podrían perderse para siempre, lo mismo puede ocurrir con culturas que tienen un mensaje todavía no escuchado y que hoy están amenazadas más que nunca.

El poliedro amazónico

29. En la Amazonia existen muchos pueblos y nacionalidades, y más de 110 pueblos indígenas en aislamiento voluntario (PIAV).[31] Su situación es muy frágil y muchos sienten que son los últimos depositarios de un tesoro encaminado a desaparecer, como si sólo se les permitiera sobrevivir sin molestar, mientras la colonización posmoderna avanza. Hay que evitar entenderlos como salvajes “incivilizados”. Simplemente ellos gestaron culturas diferentes y otras formas de civilización que antiguamente llegaron a ser muy desarrolladas.[32]

30. Antes de la colonización, la población se concentraba en los márgenes de los ríos y lagos, pero el avance colonizador expulsó a los antiguos habitantes hacia el interior de la selva. Hoy la creciente desertificación vuelve a expulsar a muchos que terminan habitando las periferias o las aceras de las ciudades a veces en una miseria extrema, pero también en una fragmentación interior a causa de la pérdida de los valores que los sostenían. Allí suelen faltarles los puntos de referencia y las raíces culturales que les daban una identidad y un sentido de dignidad, y engrosan el sector de los desechados. Así se corta la transmisión cultural de una sabiduría que fue traspasándose durante siglos de generación en generación. Las ciudades, que deberían ser lugares de encuentro, de enriquecimiento mutuo, de fecundación entre distintas culturas, se convierten en el escenario de un doloroso descarte.

31. Cada pueblo que logró sobrevivir en la Amazonia tiene su identidad cultural y una riqueza única en un universo pluricultural, debido a la estrecha relación que establecen los habitantes con su entorno, en una simbiosis —no determinista— difícil de entender con esquemas mentales externos:

«Una vez había un paisaje que salía con su río,
sus animales, sus nubes y sus árboles.
Pero a veces, cuando no se veía por ningún lado
el paisaje con su río y sus árboles,
a las cosas les tocaba salir en la mente de un muchacho».
[33]

«Del río haz tu sangre […].
Luego plántate,
germina y crece
que tu raíz
se aferre a la tierra
por siempre jamás
y por último
sé canoa,
bote, balsa,
pate, tinaja,
tambo y hombre».
[34]

32. Los grupos humanos, sus estilos de vida y sus cosmovisiones, son tan variados como el territorio, puesto que han debido adaptarse a la geografía y a sus posibilidades. No son lo mismo los pueblos pescadores que los pueblos cazadores y recolectores de tierra adentro o que los pueblos que cultivan las tierras inundables. Todavía encontramos en la Amazonia miles de comunidades indígenas, afrodescendientes, ribereños y habitantes de las ciudades que a su vez son muy diferentes entre sí y albergan una gran diversidad humana. A través de un territorio y de sus características Dios se manifiesta, refleja algo de su inagotable belleza. Por lo tanto, los distintos grupos, en una síntesis vital con su entorno, desarrollan un modo propio de sabiduría. Quienes observamos desde afuera deberíamos evitar generalizaciones injustas, discursos simplistas o conclusiones hechas sólo a partir de nuestras propias estructuras mentales y experiencias.

Cuidar las raíces

33. Quiero recordar ahora que «la visión consumista del ser humano, alentada por los engranajes de la actual economía globalizada, tiende a homogeneizar las culturas y a debilitar la inmensa variedad cultural, que es un tesoro de la humanidad».[35] Esto afecta mucho a los jóvenes, cuando se tiende «a disolver las diferencias propias de su lugar de origen, a convertirlos en seres manipulables hechos en serie».[36] Para evitar esta dinámica de empobrecimiento humano, hace falta amar y cuidar las raíces, porque ellas son «un punto de arraigo que nos permite desarrollarnos y responder a los nuevos desafíos».[37] Invito a los jóvenes de la Amazonia, especialmente a los indígenas, a «hacerse cargo de las raíces, porque de las raíces viene la fuerza que los va a hacer crecer, florecer y fructificar».[38] Para los bautizados entre ellos, estas raíces incluyen la historia del pueblo de Israel y de la Iglesia hasta el día de hoy. Conocerlas es una fuente de alegría y sobre todo de esperanza que inspira acciones valientes y valerosas.

34. Durante siglos, los pueblos amazónicos transmitieron su sabiduría cultural de modo oral, con mitos, leyendas, narraciones, como ocurría con «esos primitivos habladores que recorrían los bosques llevando historias de aldea en aldea, manteniendo viva a una comunidad a la que sin el cordón umbilical de esas historias, la distancia y la incomunicación hubieran fragmentado y disuelto».[39] Por eso es importante «dejar que los ancianos hagan largas narraciones»[40] y que los jóvenes se detengan a beber de esa fuente.

35. Mientras el riesgo de que se pierda esta riqueza cultural es cada vez mayor, gracias a Dios en los últimos años algunos pueblos han comenzado a escribir para narrar sus historias y describir el sentido de sus costumbres. Así ellos mismos pueden reconocer de manera explícita que hay algo más que una identidad étnica y que son depositarios de preciosas memorias personales, familiares y colectivas. Me hace feliz ver que, quienes han perdido el contacto con sus raíces, intenten recuperar la memoria dañada. Por otra parte, también en los sectores profesionales fue desarrollándose un mayor sentido de identidad amazónica y aun para ellos, muchas veces descendientes de inmigrantes, la Amazonia se convirtió en fuente de inspiración artística, literaria, musical, cultural. Las diversas artes y destacadamente la poesía, se dejaron inspirar por el agua, la selva, la vida que bulle, así como por la diversidad cultural y por los desafíos ecológicos y sociales.

Encuentro intercultural

36. Como toda realidad cultural, las culturas de la Amazonia profunda tienen sus límites. Las culturas urbanas de occidente también los tienen. Factores como el consumismo, el individualismo, la discriminación, la desigualdad, y tantos otros, componen aspectos frágiles de las culturas supuestamente más evolucionadas. Las etnias que desarrollaron un tesoro cultural estando enlazadas con la naturaleza, con fuerte sentido comunitario, advierten con facilidad nuestras sombras, que nosotros no reconocemos en medio del pretendido progreso. Por consiguiente, recoger su experiencia de la vida nos hará bien.

37. Desde nuestras raíces nos sentamos a la mesa común, lugar de conversación y de esperanzas compartidas. De ese modo la diferencia, que puede ser una bandera o una frontera, se transforma en un puente. La identidad y el diálogo no son enemigos. La propia identidad cultural se arraiga y se enriquece en el diálogo con los diferentes y la auténtica preservación no es un aislamiento empobrecedor. De ahí que no sea mi intención proponer un indigenismo completamente cerrado, ahistórico, estático, que se niegue a toda forma de mestizaje. Una cultura puede volverse estéril cuando «se encierra en sí misma y trata de perpetuar formas de vida anticuadas, rechazando cualquier cambio y confrontación sobre la verdad del hombre».[41] Esto podría parecer poco realista, ya que no es fácil protegerse de la invasión cultural. Por ello, este interés en cuidar los valores culturales de los grupos indígenas debería ser de todos, porque su riqueza es también nuestra. Si no crecemos en este sentido de corresponsabilidad ante la diversidad que hermosea nuestra humanidad, no cabe exigir a los grupos de selva adentro que se abran ingenuamente a la “civilización”.

38. En la Amazonia, aun entre los diversos pueblos originarios, es posible desarrollar «relaciones interculturales donde la diversidad no significa amenaza, no justifica jerarquías de poder de unos sobre otros, sino diálogo desde visiones culturales diferentes, de celebración, de interrelación y de reavivamiento de la esperanza».[42]

Culturas amenazadas, pueblos en riesgo

39. La economía globalizada daña sin pudor la riqueza humana, social y cultural. La desintegración de las familias, que se da a partir de migraciones forzadas, afecta la transmisión de valores, porque «la familia es y ha sido siempre la institución social que más ha contribuido a mantener vivas nuestras culturas».[43] Además, «frente a una invasión colonizadora de medios de comunicación masiva», es necesario promover para los pueblos originarios «comunicaciones alternativas desde sus propias lenguas y culturas» y que «los propios sujetos indígenas se hagan presentes en los medios de comunicación ya existentes».[44]

40. En cualquier proyecto para la Amazonia «hace falta incorporar la perspectiva de los derechos de los pueblos y las culturas, y así entender que el desarrollo de un grupo social […] requiere del continuado protagonismo de los actores sociales locales desde su propia cultura. Ni siquiera la noción de calidad de vida puede imponerse, sino que debe entenderse dentro del mundo de símbolos y hábitos propios de cada grupo humano».[45] Pero si las culturas ancestrales de los pueblos originarios nacieron y se desarrollaron en íntimo contacto con el entorno natural, difícilmente puedan quedar indemnes cuando ese ambiente se daña.

Esto abre paso al siguiente sueño.

 

CAPÍTULO TERCERO

UN SUEÑO ECOLÓGICO

41. En una realidad cultural como la Amazonia, donde existe una relación tan estrecha del ser humano con la naturaleza, la existencia cotidiana es siempre cósmica. Liberar a los demás de sus esclavitudes implica ciertamente cuidar su ambiente y defenderlo,[46] pero todavía más ayudar al corazón del hombre a abrirse confiadamente a aquel Dios que, no sólo ha creado todo lo que existe, sino que también se nos ha dado a sí mismo en Jesucristo. El Señor, que primero cuida de nosotros, nos enseña a cuidar de nuestros hermanos y hermanas, y del ambiente que cada día Él nos regala. Esta es la primera ecología que necesitamos. En la Amazonia se comprenden mejor las palabras de Benedicto XVI cuando decía que «además de la ecología de la naturaleza hay una ecología que podemos llamar “humana”, y que a su vez requiere una “ecología social”. Esto comporta que la humanidad […] debe tener siempre presente la interrelación ente la ecología natural, es decir el respeto por la naturaleza, y la ecología humana».[47] Esa insistencia en que «todo está conectado»[48] vale especialmente para un territorio como la Amazonia.

42. Si el cuidado de las personas y el cuidado de los ecosistemas son inseparables, esto se vuelve particularmente significativo allí donde «la selva no es un recurso para explotar, es un ser, o varios seres con quienes relacionarse».[49] La sabiduría de los pueblos originarios de la Amazonia «inspira el cuidado y el respeto por la creación, con conciencia clara de sus límites, prohibiendo su abuso. Abusar de la naturaleza es abusar de los ancestros, de los hermanos y hermanas, de la creación, y del Creador, hipotecando el futuro».[50] Los indígenas, «cuando permanecen en sus territorios, son precisamente ellos quienes mejor los cuidan»,[51] siempre que no se dejen atrapar por los cantos de sirena y por las ofertas interesadas de grupos de poder. Los daños a la naturaleza los afectan de un modo muy directo y constatable, porque —dicen—: «Somos agua, aire, tierra y vida del medio ambiente creado por Dios. Por lo tanto, pedimos que cesen los maltratos y el exterminio de la Madre tierra. La tierra tiene sangre y se está desangrando, las multinacionales le han cortado las venas a nuestra Madre tierra».[52]

Este sueño hecho de agua

43. En la Amazonia el agua es la reina, los ríos y arroyos son como venas, y toda forma de vida está determinada por ella:

«Allí, en la plenitud de los estíos ardientes, cuando se diluyen, muertas en los aires inmóviles, las últimas ráfagas del este, el termómetro está substituido por el higrómetro en la definición del clima. Las existencias derivan de una alternativa dolorosa de bajantes y crecientes de los grandes ríos. Estos se elevan siempre de una manera asombrosa. El Amazonas, repleto, sale de su lecho, levanta en pocos días el nivel de sus aguas […]. La creciente es una parada en la vida. Preso entre las mallas de los igarapíes, el hombre aguarda entonces, con raro estoicismo ante la fatalidad irrefrenable, el término de aquel invierno paradójico, de temperaturas elevadas. La bajante es el verano. Es la resurrección de la actividad rudimentaria de los que por allí se agitan, de la única forma de vida compatible con la naturaleza que se extrema en manifestaciones dispares, tornando imposible la continuación de cualquier esfuerzo».[53]

44. El agua deslumbra en el gran Amazonas, que recoge y vivifica todo a su alrededor:

«Amazonas
capital de las sílabas del agua,
padre patriarca, eres
la eternidad secreta
de las fecundaciones,
te caen ríos como aves…».
[54]

45. Es además la columna vertebral que armoniza y une: «El río no nos separa, nos une, nos ayuda a convivir entre diferentes culturas y lenguas».[55] Si bien es verdad que en este territorio hay muchas “Amazonias”, su eje principal es el gran río, hijo de muchos ríos:

“De la altura extrema de la cordillera, donde las nieves son eternas, el agua se desprende y traza un esbozo trémulo en la piel antigua de la piedra: el Amazonas acaba de nacer. Nace a cada instante. Desciende lenta, sinuosa luz, para crecer en la tierra. Espantando verdes, inventa su camino y se acrecienta. Aguas subterráneas afloran para abrazarse con el agua que desciende de Los Andes. De la barriga de las nubes blanquísimas, tocadas por el viento, cae el agua celeste. Reunidas avanzan, multiplicadas en infinitos caminos, bañando la inmensa planicie […]. Es la Gran Amazonia, toda en el trópico húmedo, con su selva compacta y atolondrante, donde todavía palpita, intocada y en vastos lugares jamás sorprendida por el hombre, la vida que se fue urdiendo en las intimidades del agua […]. Desde que el hombre la habita, se yergue de las profundidades de sus aguas, y se escurre de los altos centros de su selva un terrible temor: de que esa vida esté, despacito, tomando el rumbo del fin”.[56]

46. Los poetas populares, que se enamoraron de su inmensa belleza, han tratado de expresar lo que este río les hace sentir y la vida que él regala a su paso, en una danza de delfines, anacondas, árboles y canoas. Pero también lamentan los peligros que lo amenazan. Estos poetas, contemplativos y proféticos, nos ayudan a liberarnos del paradigma tecnocrático y consumista que destroza la naturaleza y que nos deja sin una existencia realmente digna:

“El mundo sufre de la transformación de los pies en caucho, de las piernas en cuero, del cuerpo en paño y de la cabeza en acero […]. El mundo sufre la transformación de la pala en fusil, del arado en tanque de guerra, de la imagen del sembrador que siembra en la del autómata con su lanzallamas, de cuya sementera brotan desiertos. Sólo la poesía, con la humildad de su voz, podrá salvar a este mundo”.[57]

El grito de la Amazonia

47. La poesía ayuda a expresar una dolorosa sensación que hoy muchos compartimos. La verdad insoslayable es que, en las actuales condiciones, con este modo de tratar a la Amazonia, tanta vida y tanta hermosura están “tomando el rumbo del fin”, aunque muchos quieran seguir creyendo que no pasa nada: «Los que creyeron que el río era un lazo para jugar se equivocaron.

El río es una vena delgadita en la cara de la tierra. […] El río es una cuerda de donde se agarran los animales y los árboles.
Si lo jalan muy duro, el río podría reventarse.
Podría reventarse y lavarnos la cara con el agua y con la sangre».
[58]

48. El equilibrio planetario depende también de la salud de la Amazonia. Junto con el bioma del Congo y del Borneo, deslumbra por la diversidad de sus bosques, de los cuales también dependen los ciclos de las lluvias, el equilibrio del clima y una gran variedad de seres vivos. Funciona como un gran filtro del dióxido de carbono, que ayuda a evitar el calentamiento de la tierra. En gran parte, su suelo es pobre en humus, por lo cual la selva «crece realmente sobre el suelo y no del suelo».[59] Cuando se elimina la selva, esta no es reemplazada, porque queda un terreno con pocos nutrientes que se convierte en territorio desértico o pobre en vegetación. Esto es grave, porque en las entrañas de la selva amazónica subsisten innumerables recursos que podrían ser indispensables para la curación de enfermedades. Sus peces, frutas y otros dones desbordantes enriquecen la alimentación humana. Además, en un ecosistema como el amazónico, la importancia de cada parte en el cuidado del todo se vuelve ineludible. Las tierras bajas y la vegetación marina también necesitan ser fertilizadas por lo que arrastra el Amazonas. El grito de la Amazonia alcanza a todos porque la «conquista y explotación de los recursos […] amenaza hoy la misma capacidad de acogida del medioambiente: el ambiente como “recurso” pone en peligro el ambiente como “casa”».[60] El interés de unas pocas empresas poderosas no debería estar por encima del bien de la Amazonia y de la humanidad entera.

49. No es suficiente prestar atención al cuidado de las especies más visibles en riesgo de extinción. Es crucial tener en cuenta que en «el buen funcionamiento de los ecosistemas también son necesarios los hongos, las algas, los gusanos, los insectos, los reptiles y la innumerable variedad de microorganismos. Algunas especies poco numerosas, que suelen pasar desapercibidas, juegan un rol crítico fundamental para estabilizar el equilibrio de un lugar».[61] Esto fácilmente es ignorado en la evaluación del impacto ambiental de los proyectos económicos de industrias extractivas, energéticas, madereras y otras que destruyen y contaminan. Por otra parte, el agua, que abunda en la Amazonia, es un bien esencial para la sobrevivencia humana, pero las fuentes de contaminación son cada vez mayores.[62]

50. Es verdad que, además de los intereses económicos de empresarios y políticos locales, están también «los enormes intereses económicos internacionales».[63] La solución no está, entonces, en una “internacionalización” de la Amazonia,[64] pero se vuelve más grave la responsabilidad de los gobiernos nacionales. Por esta misma razón «es loable la tarea de organismos internacionales y de organizaciones de la sociedad civil que sensibilizan a las poblaciones y cooperan críticamente, también utilizando legítimos mecanismos de presión, para que cada gobierno cumpla con su propio e indelegable deber de preservar el ambiente y los recursos naturales de su país, sin venderse a intereses espurios locales o internacionales».[65]

51. Para cuidar la Amazonia es bueno articular los saberes ancestrales con los conocimientos técnicos contemporáneos, pero siempre procurando un manejo sustentable del territorio que al mismo tiempo preserve el estilo de vida y los sistemas de valores de los pobladores.[66] A ellos, de manera especial a los pueblos originarios, corresponde recibir —además de la formación básica— la información completa y transparente de los proyectos, de su alcance, de sus efectos y riesgos, para poder relacionar esta información con sus intereses y con su propio conocimiento del lugar, y así poder dar o no su consentimiento, o bien proponer alternativas.[67]

52. Los más poderosos no se conforman nunca con las ganancias que obtienen, y los recursos del poder económico se agigantan con el desarrollo científico y tecnológico. Por ello todos deberíamos insistir en la urgencia de «crear un sistema normativo que incluya límites infranqueables y asegure la protección de los ecosistemas, antes que las nuevas formas de poder derivadas del paradigma tecnoeconómico terminen arrasando no sólo con la política sino también con la libertad y la justicia».[68] Si el llamado de Dios necesita de una escucha atenta del clamor de los pobres y de la tierra al mismo tiempo,[69] para nosotros «el grito de la Amazonia al Creador, es semejante al grito del Pueblo de Dios en Egipto (cf. Ex 3,7). Es un grito de esclavitud y abandono, que clama por la libertad».[70]

La profecía de la contemplación

53. Muchas veces dejamos cauterizar la conciencia, porque «la distracción constante nos quita la valentía de advertir la realidad de un mundo limitado y finito».[71] Si se mira la superficie quizás parece «que las cosas no fueran tan graves y que el planeta podría persistir por mucho tiempo en las actuales condiciones. Este comportamiento evasivo nos sirve para seguir con nuestros estilos de vida, de producción y de consumo. Es el modo como el ser humano se las arregla para alimentar todos los vicios autodestructivos: intentando no verlos, luchando para no reconocerlos, postergando las decisiones importantes, actuando como si nada ocurriera».[72]

54. Más allá de todo esto, quiero recordar que cada una de las distintas especies tiene un valor en sí misma, pero «cada año desaparecen miles de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver, perdidas para siempre. La inmensa mayoría se extinguen por razones que tienen que ver con alguna acción humana. Por nuestra causa, miles de especies ya no darán gloria a Dios con su existencia ni podrán comunicarnos su propio mensaje. No tenemos derecho».[73]

55. Aprendiendo de los pueblos originarios podemos contemplar la Amazonia y no sólo analizarla, para reconocer ese misterio precioso que nos supera. Podemos amarla y no sólo utilizarla, para que el amor despierte un interés hondo y sincero. Es más, podemos sentirnos íntimamente unidos a ella y no sólo defenderla, y entonces la Amazonia se volverá nuestra como una madre. Porque «el mundo no se contempla desde fuera sino desde dentro, reconociendo los lazos con los que el Padre nos ha unido a todos los seres».[74]

56. Despertemos el sentido estético y contemplativo que Dios puso en nosotros y que a veces dejamos atrofiar. Recordemos que «cuando alguien no aprende a detenerse para percibir y valorar lo bello, no es extraño que todo se convierta para él en objeto de uso y abuso inescrupuloso».[75] En cambio, si entramos en comunión con la selva, fácilmente nuestra voz se unirá a la de ella y se convertirá en oración: «Recostados a la sombra de un viejo eucalipto nuestra plegaria de luz se sumerge en el canto del follaje eterno».[76] Esta conversión interior es lo que podrá permitirnos llorar por la Amazonia y gritar con ella ante el Señor.

57. Jesús decía: «¿No se venden cinco pajarillos por dos monedas? Pues bien, ninguno de ellos está olvidado ante Dios» (Lc12,6). El Padre Dios, que creó cada ser del universo con infinito amor, nos convoca a ser sus instrumentos en orden a escuchar el grito de la Amazonia. Si nosotros acudimos ante ese clamor desgarrador, podrá manifestarse que las creaturas de la Amazonia no han sido olvidadas por el Padre del cielo. Para los cristianos, el mismo Jesús nos reclama desde ellas, «porque el Resucitado las envuelve misteriosamente y las orienta a un destino de plenitud. Las mismas flores del campo y las aves que Él contempló admirado con sus ojos humanos, ahora están llenas de su presencia luminosa».[77] Por estas razones, los creyentes encontramos en la Amazonia un lugar teológico, un espacio donde Dios mismo se muestra y convoca a sus hijos.

Educación y hábitos ecológicos

58. Así podemos dar un paso más y recordar que una ecología integral no se conforma con ajustar cuestiones técnicas o con decisiones políticas, jurídicas y sociales. La gran ecología siempre incorpora un aspecto educativo que provoca el desarrollo de nuevos hábitos en las personas y en los grupos humanos. Lamentablemente muchos habitantes de la Amazonia han adquirido costumbres propias de las grandes ciudades, donde el consumismo y la cultura del descarte ya están muy arraigados. No habrá una ecología sana y sustentable, capaz de transformar algo, si no cambian las personas, si no se las estimula a optar por otro estilo de vida, menos voraz, más sereno, más respetuoso, menos ansioso, más fraterno.

59. Porque «mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir. En este contexto, no parece posible que alguien acepte que la realidad le marque límites. […] No pensemos sólo en la posibilidad de terribles fenómenos climáticos o en grandes desastres naturales, sino también en catástrofes derivadas de crisis sociales, porque la obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando sólo unos pocos puedan sostenerlo, sólo podrá provocar violencia y destrucción recíproca».[78]

60. La Iglesia, con su larga experiencia espiritual, con su renovada consciencia sobre el valor de la creación, con su preocupación por la justicia, con su opción por los últimos, con su tradición educativa y con su historia de encarnación en culturas tan diversas de todo el mundo, también quiere aportar al cuidado y al crecimiento de la Amazonia.

Esto da lugar al siguiente sueño, que quiero compartir más directamente con los pastores y fieles católicos.

 

CAPÍTULO CUARTO

UN SUEÑO ECLESIAL

61. La Iglesia está llamada a caminar con los pueblos de la Amazonia. En América Latina este caminar tuvo expresiones privilegiadas como la Conferencia de Obispos en Medellín (1968) y su aplicación a la Amazonia en Santarem (1972);[79] y luego en Puebla (1979), Santo Domingo (1992) y Aparecida (2007). El camino continúa, y la tarea misionera, si quiere desarrollar una Iglesia con rostro amazónico, necesita crecer en una cultura del encuentro hacia una «pluriforme armonía».[80] Pero para que sea posible esta encarnación de la Iglesia y del Evangelio debe resonar, una y otra vez, el gran anuncio misionero.

El anuncio indispensable en la Amazonia

62. Frente a tantas necesidades y angustias que claman desde el corazón de la Amazonia, podemos responder a partir de organizaciones sociales, recursos técnicos, espacios de debate, programas políticos, y todo eso puede ser parte de la solución. Pero los cristianos no renunciamos a la propuesta de fe que recibimos del Evangelio. Si bien queremos luchar con todos, codo a codo, no nos avergonzamos de Jesucristo. Para quienes se han encontrado con Él, viven en su amistad y se identifican con su mensaje, es inevitable hablar de Él y acercar a los demás su propuesta de vida nueva: «¡Ay de mí si no evangelizo!» (1 Co 9,16).

63. La auténtica opción por los más pobres y olvidados, al mismo tiempo que nos mueve a liberarlos de la miseria material y a defender sus derechos, implica proponerles la amistad con el Señor que los promueve y dignifica. Sería triste que reciban de nosotros un código de doctrinas o un imperativo moral, pero no el gran anuncio salvífico, ese grito misionero que apunta al corazón y da sentido a todo lo demás. Tampoco podemos conformarnos con un mensaje social. Si damos la vida por ellos, por la justicia y la dignidad que ellos merecen, no podemos ocultarles que lo hacemos porque reconocemos a Cristo en ellos y porque descubrimos la inmensa dignidad que les otorga el Padre Dios que los ama infinitamente.

64. Ellos tienen derecho al anuncio del Evangelio, sobre todo a ese primer anuncio que se llama kerygma y que «es el anuncio principal, ese que siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y ese que siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra».[81] Es el anuncio de un Dios que ama infinitamente a cada ser humano, que ha manifestado plenamente ese amor en Cristo crucificado por nosotros y resucitado en nuestras vidas. Propongo releer un breve resumen sobre este contenido en el capítulo IV de la Exhortación Christus vivit. Este anuncio debe resonar constantemente en la Amazonia, expresado de muchas modalidades diferentes. Sin este anuncio apasionado, cada estructura eclesial se convertirá en una ONG más, y así no responderemos al pedido de Jesucristo: «Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15).

65. Cualquier propuesta de maduración en la vida cristiana necesita tener como eje permanente este anuncio, porque «toda formación cristiana es ante todo la profundización del kerygma que se va haciendo carne cada vez más y mejor».[82] La reacción fundamental ante ese anuncio, cuando logra provocar un encuentro personal con el Señor, es la caridad fraterna, ese «mandamiento nuevo que es el primero, el más grande, el que mejor nos identifica como discípulos».[83] Así, el kerygma y el amor fraterno conforman la gran síntesis de todo el contenido del Evangelio que no puede dejar de ser propuesta en la Amazonia. Es lo que vivieron grandes evangelizadores de América Latina como santo Toribio de Mogrovejo o san José de Anchieta.

La inculturación

66. La Iglesia, al mismo tiempo que anuncia una y otra vez el kerygma, necesita crecer en la Amazonia. Para ello siempre reconfigura su propia identidad en escucha y diálogo con las personas, realidades e historias de su territorio. De esa forma podrá desarrollarse cada vez más un necesario proceso de inculturación, que no desprecia nada de lo bueno que ya existe en las culturas amazónicas, sino que lo recoge y lo lleva a la plenitud a la luz del Evangelio.[84] Tampoco desprecia la riqueza de sabiduría cristiana transmitida durante siglos, como si se pretendiera ignorar la historia donde Dios ha obrado de múltiples maneras, porque la Iglesia tiene un rostro pluriforme «no sólo desde una perspectiva espacial […] sino también desde su realidad temporal».[85] Se trata de la auténtica Tradición de la Iglesia, que no es un depósito estático ni una pieza de museo, sino la raíz de un árbol que crece.[86] Es la Tradición milenaria que testimonia la acción divina en su Pueblo y «tiene la misión de mantener vivo el fuego más que conservar sus cenizas».[87]

67. San Juan Pablo II enseñaba que, al presentar su propuesta evangélica, «la Iglesia no pretende negar la autonomía de la cultura. Al contrario, tiene hacia ella el mayor respeto», porque la cultura «no es solamente sujeto de redención y elevación, sino que puede también jugar un rol de mediación y de colaboración».[88] Dirigiéndose a los indígenas del Continente americano recordó que «una fe que no se haga cultura es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente vivida».[89] Los desafíos de las culturas invitan a la Iglesia a «una actitud de vigilante sentido crítico, pero también de atención confiada».[90]

68. Cabe retomar aquí lo que ya expresé en la Exhortación Evangelii gaudium acerca de la inculturación, que tiene como base la convicción de que «la gracia supone la cultura, y el don de Dios se encarna en la cultura de quien lo recibe».[91] Percibamos que esto implica un doble movimiento. Por una parte, una dinámica de fecundación que permite expresar el Evangelio en un lugar, ya que «cuando una comunidad acoge el anuncio de la salvación, el Espíritu Santo fecunda su cultura con la fuerza transformadora del Evangelio».[92] Por otra parte, la misma Iglesia vive un camino receptivo, que la enriquece con lo que el Espíritu ya había sembrado misteriosamente en esa cultura. De ese modo, «el Espíritu Santo embellece a la Iglesia, mostrándole nuevos aspectos de la Revelación y regalándole un nuevo rostro».[93] Se trata, en definitiva, de permitir y de alentar que el anuncio del Evangelio inagotable, comunicado «con categorías propias de la cultura donde es anunciado, provoque una nueva síntesis con esa cultura».[94]

69. Por esto, «como podemos ver en la historia de la Iglesia, el cristianismo no tiene un único modo cultural»[95] y «no haría justicia a la lógica de la encarnación pensar en un cristianismo monocultural y monocorde».[96] Sin embargo, el riesgo de los evangelizadores que llegan a un lugar es creer que no sólo deben comunicar el Evangelio sino también la cultura en la cual ellos han crecido, olvidando que no se trata de «imponer una determinada forma cultural, por más bella y antigua que sea».[97] Hace falta aceptar con valentía la novedad del Espíritu capaz de crear siempre algo nuevo con el tesoro inagotable de Jesucristo, porque «la inculturación coloca a la Iglesia en un camino difícil, pero necesario».[98] Es verdad que «aunque estos procesos son siempre lentos, a veces el miedo nos paraliza demasiado» y terminamos como «espectadores de un estancamiento infecundo de la Iglesia».[99] No temamos, no le cortemos las alas al Espíritu Santo.

Caminos de inculturación en la Amazonia

70. Para lograr una renovada inculturación del Evangelio en la Amazonia, la Iglesia necesita escuchar su sabiduría ancestral, volver a dar voz a los mayores, reconocer los valores presentes en el estilo de vida de las comunidades originarias, recuperar a tiempo las ricas narraciones de los pueblos. En la Amazonia ya hemos recibido riquezas que vienen de las culturas precolombinas, «como la apertura a la acción de Dios, el sentido de la gratitud por los frutos de la tierra, el carácter sagrado de la vida humana y la valoración de la familia, el sentido de solidaridad y la corresponsabilidad en el trabajo común, la importancia de lo cultual, la creencia en una vida más allá de la terrenal, y tantos otros valores».[100]

71. En este contexto, los pueblos indígenas amazónicos expresan la auténtica calidad de vida como un “buen vivir” que implica una armonía personal, familiar, comunitaria y cósmica, y que se expresa en su modo comunitario de pensar la existencia, en la capacidad de encontrar gozo y plenitud en medio de una vida austera y sencilla, así como en el cuidado responsable de la naturaleza que preserva los recursos para las siguientes generaciones. Los pueblos aborígenes podrían ayudarnos a percibir lo que es una feliz sobriedad y en este sentido «tienen mucho que enseñarnos».[101] Ellos saben ser felices con poco, disfrutan los pequeños dones de Dios sin acumular tantas cosas, no destruyen sin necesidad, cuidan los ecosistemas y reconocen que la tierra, al mismo tiempo que se ofrece para sostener su vida, como una fuente generosa, tiene un sentido materno que despierta respetuosa ternura. Todo eso debe ser valorado y recogido en la evangelización.[102]

72. Mientras luchamos por ellos y con ellos, estamos llamados «a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos».[103] Los habitantes de las ciudades necesitan valorar esta sabiduría y dejarse “reeducar” frente al consumismo ansioso y al aislamiento urbano. La Iglesia misma puede ser un vehículo que ayude a esta recuperación cultural en una preciosa síntesis con el anuncio del Evangelio. Además, ella se convierte en instrumento de caridad en la medida en que las comunidades urbanas no sólo sean misioneras en su entorno, sino también acogedoras ante los pobres que llegan del interior acuciados por la miseria. Lo es igualmente en la medida en que las comunidades estén cerca de los jóvenes migrantes para ayudarles a integrarse en la ciudad sin caer en sus redes de degradación. Estas acciones eclesiales, que brotan del amor, son valiosos caminos dentro de un proceso de inculturación.

73. Pero la inculturación eleva y plenifica. Ciertamente hay que valorar esa mística indígena de la interconexión e interdependencia de todo lo creado, mística de gratuidad que ama la vida como don, mística de admiración sagrada ante la naturaleza que nos desborda con tanta vida. No obstante, también se trata de lograr que esta relación con Dios presente en el cosmos se convierta, cada vez más, en la relación personal con un Tú que sostiene la propia realidad y quiere darle un sentido, un Tú que nos conoce y nos ama:

«Flotan sombras de mí, maderas muertas.
Pero la estrella nace sin reproche
sobre las manos de este niño, expertas,
que conquistan las aguas y la noche.
Me ha de bastar saber que Tú me sabes
entero, desde antes de mis días».
[104]

74. De igual modo, la relación con Jesucristo, Dios y hombre verdadero, liberador y redentor, no es enemiga de esta cosmovisión marcadamente cósmica que los caracteriza, porque Él también es el Resucitado que penetra todas las cosas.[105] Para la experiencia cristiana, «todas las criaturas del universo material encuentran su verdadero sentido en el Verbo encarnado, porque el Hijo de Dios ha incorporado en su persona parte del universo material, donde ha introducido un germen de transformación definitiva».[106] Él está gloriosa y misteriosamente presente en el río, en los árboles, en los peces, en el viento, como el Señor que reina en la creación sin perder sus heridas transfiguradas, y en la Eucaristía asume los elementos del mundo dando a cada uno el sentido del don pascual.

Inculturación social y espiritual

75. Esta inculturación, dada la situación de pobreza y abandono de tantos habitantes de la Amazonia, necesariamente tendrá que tener un perfume marcadamente social y caracterizarse por una firme defensa de los derechos humanos, haciendo brillar ese rostro de Cristo que «ha querido identificarse con ternura especial con los más débiles y pobres».[107] Porque «desde el corazón del

Evangelio reconocemos la íntima conexión que existe entre evangelización y promoción humana»,[108] y esto implica para las comunidades cristianas un claro compromiso con el Reino de justicia en la promoción de los descartados. Para ello es sumamente importante una adecuada formación de los agentes pastorales en la Doctrina Social de la Iglesia.

76. Al mismo tiempo, la inculturación del Evangelio en la Amazonia debe integrar mejor lo social con lo espiritual, de manera que los más pobres no necesiten ir a buscar fuera de la Iglesia una espiritualidad que responda a los anhelos de su dimensión trascendente. Por lo tanto, no se trata de una religiosidad alienante e individualista que acalle los reclamos sociales por una vida más digna, pero tampoco se trata de mutilar la dimensión trascendente y espiritual como si al ser humano le bastara el desarrollo material. Esto nos convoca no sólo a combinar las dos cosas, sino a conectarlas íntimamente. Así brillará la verdadera hermosura del Evangelio, que es plenamente humanizadora, que dignifica íntegramente a las personas y a los pueblos, que colma el corazón y la vida entera.

Puntos de partida para una santidad amazónica

77. Así podrán nacer testimonios de santidad con rostro amazónico, que no sean copias de modelos de otros lugares, santidad hecha de encuentro y de entrega, de contemplación y de servicio, de soledad receptiva y de vida común, de alegre sobriedad y de lucha por la justicia. A esta santidad la alcanza «cada uno por su camino»,[109] y eso vale también para los pueblos, donde la gracia se encarna y brilla con rasgos distintivos. Imaginemos una santidad con rasgos amazónicos, llamada a interpelar a la Iglesia universal.

78. Un proceso de inculturación, que implica caminos no sólo individuales sino también populares, exige amor al pueblo cargado de respeto y comprensión. En buena parte de la Amazonia este proceso ya se ha iniciado. Hace más de cuarenta años los Obispos de la Amazonia del Perú destacaban que en muchos de los grupos presentes en esa región «el sujeto de evangelización, modelado por una cultura propia múltiple y cambiante, está inicialmente evangelizado» ya que posee «ciertos rasgos de catolicismo popular que, aunque primitivamente quizás fueron promovidos por agentes pastorales, actualmente son algo que el pueblo ha hecho suyo y hasta les ha cambiado los significados y los transmite de generación en generación».[110] No nos apresuremos en calificar de superstición o de paganismo algunas expresiones religiosas que surgen espontáneamente de la vida de los pueblos. Más bien hay que saber reconocer el trigo que crece entre la cizaña, porque «en la piedad popular puede percibirse el modo en que la fe recibida se encarnó en una cultura y se sigue transmitiendo».[111]

79. Es posible recoger de alguna manera un símbolo indígena sin calificarlo necesariamente de idolatría. Un mito cargado de sentido espiritual puede ser aprovechado, y no siempre considerado un error pagano. Algunas fiestas religiosas contienen un significado sagrado y son espacios de reencuentro y de fraternidad, aunque se requiera un lento proceso de purificación o de maduración. Un misionero de alma trata de descubrir qué inquietudes legítimas buscan un cauce en manifestaciones religiosas a veces imperfectas, parciales o equivocadas, e intenta responder desde una espiritualidad inculturada.

80. Será sin duda una espiritualidad centrada en el único Dios y Señor, pero al mismo tiempo capaz de entrar en contacto con las necesidades cotidianas de las personas que procuran una vida digna, que quieren disfrutar de las cosas bellas de la existencia, encontrar la paz y la armonía, resolver las crisis familiares, curar sus enfermedades, ver a sus hijos crecer felices. El peor peligro sería alejarlos del encuentro con Cristo por presentarlo como un enemigo del gozo, o como alguien indiferente ante las búsquedas y las angustias humanas.[112] Hoy es indispensable mostrar que la santidad no deja a las personas sin «fuerzas, vida o alegría».[113]

La inculturación de la liturgia

81. La inculturación de la espiritualidad cristiana en las culturas de los pueblos originarios tiene en los sacramentos un camino de especial valor, porque en ellos se une lo divino y lo cósmico, la gracia y la creación. En la Amazonia no deberían entenderse como una separación con respecto a lo creado. Ellos «son un modo privilegiado de cómo la naturaleza es asumida por Dios y se convierte en mediación de la vida sobrenatural».[114] Son una plenificación de lo creado, donde la naturaleza es elevada para que sea lugar e instrumento de la gracia, para «abrazar el mundo en un nivel distinto».[115]

82. En la Eucaristía, Dios «en el colmo del misterio de la Encarnación, quiso llegar a nuestra intimidad a través de un pedazo de materia. […] [Ella] une el cielo y la tierra, abraza y penetra todo lo creado».[116] Por esa razón puede ser «motivación para nuestras preocupaciones por el ambiente, y nos orienta a ser custodios de todo lo creado».[117] Así «no escapamos del mundo ni negamos la naturaleza cuando queremos encontrarnos con Dios».[118] Esto nos permite recoger en la liturgia muchos elementos propios de la experiencia de los indígenas en su íntimo contacto con la naturaleza y estimular expresiones autóctonas en cantos, danzas, ritos, gestos y símbolos. Ya el Concilio Vaticano II había pedido este esfuerzo de inculturación de la liturgia en los pueblos indígenas,[119] pero han pasado más de cincuenta años y hemos avanzado poco en esta línea.[120]

83. Al domingo, «la espiritualidad cristiana incorpora el valor del descanso y de la fiesta. El ser humano tiende a reducir el descanso contemplativo al ámbito de lo infecundo o innecesario, olvidando que así se quita a la obra que se realiza lo más importante: su sentido. Estamos llamados a incluir en nuestro obrar una dimensión receptiva y gratuita».[121] Los pueblos originarios saben de esta gratuidad y de este sano ocio contemplativo. Nuestras celebraciones deberían ayudarles a vivir esta experiencia en la liturgia dominical y a encontrarse con la luz de la Palabra y de la Eucaristía que ilumina nuestras vidas concretas.

84. Los sacramentos muestran y comunican al Dios cercano que llega con misericordia a curar y a fortalecer a sus hijos. Por lo tanto deben ser accesibles, sobre todo para los pobres, y nunca deben negarse por razones de dinero. Tampoco cabe, frente a los pobres y olvidados de la Amazonia, una disciplina que excluya y aleje, porque así ellos son finalmente descartados por una Iglesia convertida en aduana. Más bien, «en las difíciles situaciones que viven las personas más necesitadas, la Iglesia debe tener un especial cuidado para comprender, consolar, integrar, evitando imponerles una serie de normas como si fueran una roca, con lo cual se consigue el efecto de hacer que se sientan juzgadas y abandonadas precisamente por esa Madre que está llamada a acercarles la misericordia de Dios».[122] Para la Iglesia la misericordia puede volverse una mera expresión romántica si no se manifiesta concretamente en la tarea pastoral.[123]

La inculturación de la ministerialidad

85. La inculturación también debe desarrollarse y reflejarse en una forma encarnada de llevar adelante la organización eclesial y la ministerialidad. Si se incultura la espiritualidad, si se incultura la santidad, si se incultura el Evangelio mismo, ¿cómo evitar pensar en una inculturación del modo como se estructuran y se viven los ministerios eclesiales? La pastoral de la Iglesia tiene en la Amazonia una presencia precaria, debida en parte a la inmensa extensión territorial con muchos lugares de difícil acceso, gran diversidad cultural, serios problemas sociales, y la propia opción de algunos pueblos de recluirse. Esto no puede dejarnos indiferentes y exige de la Iglesia una respuesta específica y valiente.

86. Se requiere lograr que la ministerialidad se configure de tal manera que esté al servicio de una mayor frecuencia de la celebración de la Eucaristía, aun en las comunidades más remotas y escondidas. En Aparecida se invitó a escuchar el lamento de tantas comunidades de la Amazonia «privadas de la Eucaristía dominical por largos períodos».[124] Pero al mismo tiempo se necesitan ministros que puedan comprender desde dentro la sensibilidad y las culturas amazónicas.

87. El modo de configurar la vida y el ejercicio del ministerio de los sacerdotes no es monolítico, y adquiere diversos matices en distintos lugares de la tierra. Por eso es importante determinar qué es lo más específico del sacerdote, aquello que no puede ser delegado. La respuesta está en el sacramento del Orden sagrado, que lo configura con Cristo sacerdote. Y la primera conclusión es que ese carácter exclusivo recibido en el Orden, lo capacita sólo a él para presidir la Eucaristía.[125] Esa es su función específica, principal e indelegable. Algunos piensan que lo que distingue al sacerdote es el poder, el hecho de ser la máxima autoridad de la comunidad. Pero san Juan Pablo II explicó que aunque el sacerdocio se considere “jerárquico”, esta función no tiene el valor de estar por encima del resto, sino que «está ordenada totalmente a la santidad de los miembros del Cuerpo místico de Cristo».[126] Cuando se afirma que el sacerdote es signo de “Cristo cabeza”, el sentido principal es que Cristo es la fuente de la gracia: Él es cabeza de la Iglesia “porque tiene el poder de hacer correr la gracia por todos los miembros de la Iglesia”.[127]

88. El sacerdote es signo de esa Cabeza que derrama la gracia ante todo cuando celebra la Eucaristía, fuente y culmen de toda la vida cristiana.[128] Esa es su gran potestad, que sólo puede ser recibida en el sacramento del Orden sacerdotal. Por eso únicamente él puede decir: “Esto es mi cuerpo”. Hay otras palabras que sólo él puede pronunciar: “Yo te absuelvo de tus pecados”. Porque el perdón sacramental está al servicio de una celebración eucarística digna. En estos dos sacramentos está el corazón de su identidad exclusiva.[129]

89. En las circunstancias específicas de la Amazonia, de manera especial en sus selvas y lugares más remotos, hay que encontrar un modo de asegurar ese ministerio sacerdotal. Los laicos podrán anunciar la Palabra, enseñar, organizar sus comunidades, celebrar algunos sacramentos, buscar distintos cauces para la piedad popular y desarrollar la multitud de dones que el Espíritu derrama en ellos. Pero necesitan la celebración de la Eucaristía porque ella «hace la Iglesia»,[130] y llegamos a decir que «no se edifica ninguna comunidad cristiana si esta no tiene su raíz y centro en la celebración de la sagrada Eucaristía».[131] Si de verdad creemos que esto es así, es urgente evitar que los pueblos amazónicos estén privados de ese alimento de vida nueva y del sacramento del perdón.

90. Esta acuciante necesidad me lleva a exhortar a todos los Obispos, en especial a los de América Latina, no sólo a promover la oración por las vocaciones sacerdotales, sino también a ser más generosos, orientando a los que muestran vocación misionera para que opten por la Amazonia.[132] Al mismo tiempo conviene revisar a fondo la estructura y el contenido tanto de la formación inicial como de la formación permanente de los presbíteros, para que adquieran las actitudes y capacidades que requiere el diálogo con las culturas amazónicas. Esta formación debe ser eminentemente pastoral y favorecer el desarrollo de la misericordia sacerdotal.[133]

Comunidades repletas de vida

91. Por otra parte, la Eucaristía es el gran sacramento que significa y realiza la unidad de la Iglesia,[134] y se celebra «para que de extraños, dispersos e indiferentes unos a otros, lleguemos a ser unidos, iguales y amigos».[135] Quien preside la Eucaristía debe cuidar la comunión, que no es una unidad empobrecida, sino que acoge la múltiple riqueza de dones y carismas que el Espíritu derrama en la comunidad.

92. Por lo tanto, la Eucaristía, como fuente y culmen, reclama el desarrollo de esa multiforme riqueza. Se necesitan sacerdotes, pero esto no excluye que ordinariamente los diáconos permanentes —que deberían ser muchos más en la Amazonia—, las religiosas y los mismos laicos asuman responsabilidades importantes para el crecimiento de las comunidades y que maduren en el ejercicio de esas funciones gracias a un acompañamiento adecuado.

93. Entonces no se trata sólo de facilitar una mayor presencia de ministros ordenados que puedan celebrar la Eucaristía. Este sería un objetivo muy limitado si no intentamos también provocar una nueva vida en las comunidades. Necesitamos promover el encuentro con la Palabra y la maduración en la santidad a través de variados servicios laicales, que suponen un proceso de preparación —bíblica, doctrinal, espiritual y práctica— y diversos caminos de formación permanente.

94. Una Iglesia con rostros amazónicos requiere la presencia estable de líderes laicos maduros y dotados de autoridad,[136] que conozcan las lenguas, las culturas, la experiencia espiritual y el modo de vivir en comunidad de cada lugar, al mismo tiempo que dejan espacio a la multiplicidad de dones que el Espíritu Santo siembra en todos. Porque allí donde hay una necesidad peculiar, Él ya ha derramado carismas que permitan darle una respuesta. Ello supone en la Iglesia una capacidad para dar lugar a la audacia del Espíritu, para confiar y concretamente para permitir el desarrollo de una cultura eclesial propia, marcadamente laical. Los desafíos de la Amazonia exigen a la Iglesia un esfuerzo especial por lograr una presencia capilar que sólo es posible con un contundente protagonismo de los laicos.

95. Muchas personas consagradas gastaron sus energías y buena parte de sus vidas por el Reino de Dios en la Amazonia. La vida consagrada, capaz de diálogo, de síntesis, de encarnación y de profecía, tiene un lugar especial en esta configuración plural y armoniosa de la Iglesia amazónica.

Pero le hace falta un nuevo esfuerzo de inculturación, que ponga en juego la creatividad, la audacia misionera, la sensibilidad y la fuerza peculiar de la vida comunitaria.

96. Las comunidades de base, cuando supieron integrar la defensa de los derechos sociales con el anuncio misionero y la espiritualidad, fueron verdaderas experiencias de sinodalidad en el caminar evangelizador de la Iglesia en la Amazonia. Muchas veces «han ayudado a formar cristianos comprometidos con su fe, discípulos y misioneros del Señor, como testimonia la entrega generosa, hasta derramar su sangre, de tantos miembros suyos».[137]

97. Aliento la profundización de la tarea conjunta que se realiza a través de la REPAM y de otras asociaciones, con el objetivo de consolidar lo que ya pedía Aparecida: «establecer, entre las iglesias locales de diversos países sudamericanos, que están en la cuenca amazónica, una pastoral de conjunto con prioridades diferenciadas».[138] Esto vale especialmente para la relación entre las Iglesias fronterizas.

98. Finalmente, quiero recordar que no siempre podemos pensar proyectos para comunidades estables, porque en la Amazonia hay una gran movilidad interna, una constante migración muchas veces pendular, y «la región se ha convertido de hecho en un corredor migratorio».[139] La «trashumancia amazónica no ha sido bien comprendida ni suficientemente trabajada desde el punto de vista pastoral».[140] Por ello hay que pensar en equipos misioneros itinerantes y «apoyar la inserción y la itinerancia de los consagrados y las consagradas junto a los más empobrecidos y excluidos».[141] Por otro lado, esto desafía a nuestras comunidades urbanas, que deberían cultivar con ingenio y generosidad, de forma especial en las periferias, diversas formas de cercanía y de acogida ante las familias y los jóvenes que llegan del interior.

La fuerza y el don de las mujeres

99. En la Amazonia hay comunidades que se han sostenido y han transmitido la fe durante mucho tiempo sin que algún sacerdote pasara por allí, aun durante décadas. Esto ocurrió gracias a la presencia de mujeres fuertes y generosas: bautizadoras, catequistas, rezadoras, misioneras, ciertamente llamadas e impulsadas por el Espíritu Santo. Durante siglos las mujeres mantuvieron a la Iglesia en pie en esos lugares con admirable entrega y ardiente fe. Ellas mismas, en el Sínodo, nos conmovieron a todos con su testimonio.

100. Esto nos invita a expandir la mirada para evitar reducir nuestra comprensión de la Iglesia a estructuras funcionales. Ese reduccionismo nos llevaría a pensar que se otorgaría a las mujeres un status y una participación mayor en la Iglesia sólo si se les diera acceso al Orden sagrado. Pero esta mirada en realidad limitaría las perspectivas, nos orientaría a clericalizar a las mujeres, disminuiría el gran valor de lo que ellas ya han dado y provocaría sutilmente un empobrecimiento de su aporte indispensable.

101. Jesucristo se presenta como Esposo de la comunidad que celebra la Eucaristía, a través de la figura de un varón que la preside como signo del único Sacerdote. Este diálogo entre el Esposo y la esposa que se eleva en la adoración y santifica a la comunidad, no debería encerrarnos en planteamientos parciales sobre el poder en la Iglesia. Porque el Señor quiso manifestar su poder y su amor a través de dos rostros humanos: el de su Hijo divino hecho hombre y el de una creatura que es mujer, María. Las mujeres hacen su aporte a la Iglesia según su modo propio y prolongando la fuerza y la ternura de María, la Madre. De este modo no nos limitamos a un planteamiento funcional, sino que entramos en la estructura íntima de la Iglesia. Así comprendemos radicalmente por qué sin las mujeres ella se derrumba, como se habrían caído a pedazos tantas comunidades de la Amazonia si no hubieran estado allí las mujeres, sosteniéndolas, conteniéndolas y cuidándolas. Esto muestra cuál es su poder característico.

102. No podemos dejar de alentar los dones populares que han dado a las mujeres tanto protagonismo en la Amazonia, aunque hoy las comunidades están sometidas a nuevos riesgos que no existían en otras épocas. La situación actual nos exige estimular el surgimiento de otros servicios y carismas femeninos, que respondan a las necesidades específicas de los pueblos amazónicos en este momento histórico.

103. En una Iglesia sinodal las mujeres, que de hecho desempeñan un papel central en las comunidades amazónicas, deberían poder acceder a funciones e incluso a servicios eclesiales que no requieren el Orden sagrado y permitan expresar mejor su lugar propio. Cabe recordar que estos servicios implican una estabilidad, un reconocimiento público y el envío por parte del obispo. Esto da lugar también a que las mujeres tengan una incidencia real y efectiva en la organización, en las decisiones más importantes y en la guía de las comunidades, pero sin dejar de hacerlo con el estilo propio de su impronta femenina.

Ampliar horizontes más allá de los conflictos

104. Suele ocurrir que en un determinado lugar los agentes pastorales vislumbran soluciones muy diversas para los problemas que enfrentan, y por ello proponen formas aparentemente opuestas de organización eclesial. Cuando esto ocurre es probable que la verdadera respuesta a los desafíos de la evangelización esté en la superación de las dos propuestas, encontrando otros caminos mejores, quizás no imaginados. El conflicto se supera en un nivel superior donde cada una de las partes, sin dejar de ser fiel a sí misma, se integra con la otra en una nueva realidad. Todo se resuelve «en un plano superior que conserva en sí las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna».[142] De otro modo, el conflicto nos encierra, «perdemos perspectivas, los horizontes se limitan y la realidad misma queda fragmentada».[143]

105. Esto de ninguna manera significa relativizar los problemas, escapar de ellos o dejar las cosas como están. Las verdaderas soluciones nunca se alcanzan licuando la audacia, escondiéndose de las exigencias concretas o buscando culpas afuera. Al contrario, la salida se encuentra por “desborde”, trascendiendo la dialéctica que limita la visión para poder reconocer así un don mayor que Dios está ofreciendo. De ese nuevo don acogido con valentía y generosidad, de ese don inesperado que despierta una nueva y mayor creatividad, manarán como de una fuente generosa las respuestas que la dialéctica no nos dejaba ver. En sus inicios, la fe cristiana se difundió admirablemente siguiendo esta lógica que le permitió, a partir de una matriz hebrea, encarnarse en las culturas grecorromanas y adquirir a su paso distintas modalidades. De modo análogo, en este momento histórico, la Amazonia nos desafía a superar perspectivas limitadas, soluciones pragmáticas que se quedan clausuradas en aspectos parciales de los grandes desafíos, para buscar caminos más amplios y audaces de inculturación.

La convivencia ecuménica e interreligiosa

106. En una Amazonia plurirreligiosa, los creyentes necesitamos encontrar espacios para conversar y para actuar juntos por el bien común y la promoción de los más pobres. No se trata de que todos seamos más light o de que escondamos las convicciones propias que nos apasionan para poder encontrarnos con otros que piensan distinto. Si uno cree que el Espíritu Santo puede actuar en el diferente, entonces intentará dejarse enriquecer con esa luz, pero la acogerá desde el seno de sus propias convicciones y de su propia identidad. Porque mientras más profunda, sólida y rica es una identidad, más tendrá para enriquecer a los otros con su aporte específico.

107. Los católicos tenemos un tesoro en las Sagradas Escrituras, que otras religiones no aceptan, aunque a veces son capaces de leerlas con interés e incluso de valorar algunos de sus contenidos.

Algo semejante intentamos hacer nosotros ante los textos sagrados de otras religiones y comunidades religiosas, donde se encuentran «preceptos y doctrinas que […] no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres».[144] También tenemos una gran riqueza en los siete sacramentos, que algunas comunidades cristianas no aceptan en su totalidad o en idéntico sentido. Al mismo tiempo que creemos firmemente en Jesús como único Redentor del mundo, cultivamos una profunda devoción hacia su Madre. Si bien sabemos que esto no se da en todas las confesiones cristianas, sentimos el deber de comunicar a la Amazonia la riqueza de ese cálido amor materno del cual nos sentimos depositarios. De hecho terminaré esta Exhortación con unas palabras dirigidas a María.

108. Todo esto no tendría que convertirnos en enemigos. En un verdadero espíritu de diálogo se alimenta la capacidad de comprender el sentido de lo que el otro dice y hace, aunque uno no pueda asumirlo como una convicción propia. Así se vuelve posible ser sinceros, no disimular lo que creemos, sin dejar de conversar, de buscar puntos de contacto, y sobre todo de trabajar y luchar juntos por el bien de la Amazonia. La fuerza de lo que une a todos los cristianos tiene un valor inmenso. Prestamos tanta atención a lo que nos divide que a veces ya no apreciamos ni valoramos lo que nos une. Y eso que nos une es lo que nos permite estar en el mundo sin que nos devoren la inmanencia terrena, el vacío espiritual, el egocentrismo cómodo, el individualismo consumista y autodestructivo.

109. A todos los cristianos nos une la fe en Dios, el Padre que nos da la vida y nos ama tanto. Nos une la fe en Jesucristo, el único Redentor, que nos liberó con su bendita sangre y con su resurrección gloriosa. Nos une el deseo de su Palabra que guía nuestros pasos. Nos une el fuego del Espíritu que nos impulsa a la misión. Nos une el mandamiento nuevo que Jesús nos dejó, la búsqueda de una civilización del amor, la pasión por el Reino que el Señor nos llama a construir con Él. Nos une la lucha por la paz y la justicia. Nos une la convicción de que no todo se termina en esta vida, sino que estamos llamados a la fiesta celestial donde Dios secará todas las lágrimas y recogerá lo que hicimos por los que sufren.

110. Todo esto nos une. ¿Cómo no luchar juntos? ¿Cómo no orar juntos y trabajar codo a codo para defender a los pobres de la Amazonia, para mostrar el rostro santo del Señor y para cuidar su obra creadora?

 

CONCLUSIÓN

LA MADRE DE LA AMAZONIA

111. Después de compartir algunos sueños, aliento a todos a avanzar en caminos concretos que permitan transformar la realidad de la Amazonia y liberarla de los males que la aquejan. Ahora levantemos la mirada a María. La Madre que Cristo nos dejó, aunque es la única Madre de todos, se manifiesta en la Amazonia de distintas maneras. Sabemos que «los indígenas se encuentran vitalmente con Jesucristo por muchas vías; pero el camino mariano ha contribuido más a este encuentro».[145] Ante la maravilla de la Amazonia, que hemos descubierto cada vez mejor en la preparación y en el desarrollo del Sínodo, creo que lo mejor es culminar esta Exhortación dirigiéndonos a ella:

 

Madre de la vida,

en tu seno materno se fue formando Jesús,

que es el Señor de todo lo que existe.

Resucitado, Él te transformó con su luz

y te hizo reina de toda la creación.

 

Por eso te pedimos que reines, María,

en el corazón palpitante de la Amazonia.

Muéstrate como madre de todas las creaturas,

en la belleza de las flores, de los ríos,

del gran río que la atraviesa

y de todo lo que vibra en sus selvas.

Cuida con tu cariño esa explosión de hermosura.

 

Pide a Jesús que derrame todo su amor

en los hombres y en las mujeres que allí habitan,

para que sepan admirarla y cuidarla.

Haz nacer a tu hijo en sus corazones

para que Él brille en la Amazonia,

en sus pueblos y en sus culturas,

con la luz de su Palabra, con el consuelo de su amor, con su mensaje de fraternidad y de justicia. Que en cada Eucaristía

se eleve también tanta maravilla

para la gloria del Padre.

 

Madre, mira a los pobres de la Amazonia,

porque su hogar está siendo destruido

por intereses mezquinos.

¡Cuánto dolor y cuánta miseria,

cuánto abandono y cuánto atropello

en esta tierra bendita,

desbordante de vida!

Toca la sensibilidad de los poderosos

porque aunque sentimos que ya es tarde

nos llamas a salvar

lo que todavía vive.

 

Madre del corazón traspasado

que sufres en tus hijos ultrajados

y en la naturaleza herida,

reina tú en la Amazonia

junto con tu hijo.

Reina para que nadie más se sienta dueño

de la obra de Dios.

En ti confiamos, Madre de la vida,

no nos abandones

en esta hora oscura.

Amén.

Dado en Roma, junto a San Juan de Letrán, el 2 de febrero, Fiesta de la Presentación del Señor, del año 2020, séptimo de mi Pontificado.

 

FRANCISCO

 

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

 

12/02/2020-12:01
Rosa Die Alcolea

Ni "viri probati" ni "diaconisas" para la Región Panamazónica, el Papa propone otras vías

(zenit — 12 feb. 2020).- Tras meses de gran expectativa en torno al debate sobre la Ordenación sacerdotal de hombres casados —los llamados "viri probati"— y la existencia de "diaconisas" en la Región Panamazónica, el Papa Francisco pone fin a esta polémica en su nuevo documento postsinodal llamado "Querida Amazonia", abriéndose a otras posibilidades para la Iglesia en esta Región.

El Santo Padre afirma que en las circunstancias específicas de la Amazonia, de manera especial en sus selvas y lugares más remotos, "hay que encontrar un modo de asegurar ese ministerio sacerdotal", y exhorta a todos los obispos, en especial a los de América Latina, "no sólo a promover la oración por las vocaciones sacerdotales, sino también a ser más generosos, orientando a los que muestran vocación misionera para que opten por la Amazonia".

Al mismo tiempo que llama a "revisar a fondo la estructura y el contenido tanto de la formación inicial como de la formación permanente de los presbíteros", para que adquieran las actitudes y capacidades que requiere el diálogo con las culturas amazónicas.

Del mismo modo, el Papa señala que los laicos "podrán anunciar la Palabra, enseñar, organizar sus comunidades, celebrar algunos sacramentos, buscar distintos cauces para la piedad popular y desarrollar la multitud de dones que el Espíritu derrama en ellos", en el marco de la creación de nuevos ministerios, comentado en el documento final del Sínodo.

 

Cuatro grandes sueños

"La querida Amazonia se muestra ante el mundo con todo su esplendor, su drama, su misterio". Así comienza la exhortación apostólica post-sinodal, "Querida Amazonia", el documento escrito por el Santo Padre, tres meses después de la celebración del Sínodo Especial para la Región Panamazónica, celebrado en Roma en octubre de 2019.

Francisco comparte sus "Sueños para la Amazonia" (5-7), cuyo destino debe preocupar a todos, porque esta tierra también es "nuestra". Formula "cuatro grandes sueños": que la Amazonia "luche por los derechos de los más pobres", "preserve la riqueza cultural", "custodie celosamente la abrumadora hermosura natural" y, por último, que las comunidades cristianas sean "capaces de entregarse y encarnarse en la Amazonia".

El Pontífice, en los primeros puntos (2-4) explica el sentido de esta exhortación, llena de referencias a documentos de las Conferencias Episcopales de los países amazónicos, pero también a poemas de autores relacionados con la Amazonia. Hace hincapié en que desea "expresar las resonancias" que el Sínodo ha provocado en él. Y precisa que no pretende sustituir ni repetir el Documento Final que nos invita a leer "íntegramente", esperando que toda la Iglesia se deje "enriquecer e interpelar por él y que la Iglesia de la Amazonia se comprometa "en su aplicación".

 

Sueño social: Que la Iglesia esté al lado de los oprimidos

El primer capítulo de Querida Amazonia se centra en el "Sueño social" (8). Destaca que "un verdadero planteo ecológico" es también un "planteo social" y, si bien aprecia el "buen vivir de los indígenas, advierte contra el "conservacionismo" que solo se preocupa por el medioambiente. En tonos vibrantes, habla de "injusticia y crimen" (9-14). Recuerda que Benedicto XVI ya había denunciado "la devastación ambiental de la Amazonia". Los pueblos originarios, advierte, sufren el "sometimiento" tanto de los poderes locales como de los externos. Para el Papa las operaciones económicas que alimentan la devastación, los asesinatos, la corrupción, merecen el nombre de "injusticia y crimen". Y con Juan Pablo II reitera que la globalización no debe convertirse en un nuevo colonialismo.

 

Que los pobres sean escuchados

Ante tal injusticia, el Pontífice pide "indignarse y pedir perdón" (15-19). Para Francisco son necesarias "redes de solidaridad y desarrollo" y llama al compromiso de todos, incluyendo a los líderes políticos. A partir de aquí, el Papa se detiene en el tema del "sentido comunitario" (20-22). Recuerda que para los pueblos amazónicos las relaciones humanas "están impregnadas por la naturaleza circundante". Por esta razón, escribe, viven como un verdadero "desarraigo" cuando son "obligados a emigrar a la ciudad".

La última parte del primer capítulo está dedicada a las "Instituciones dañadas" (23-25) y al "Diálogo social" (26-27). El Papa denuncia el mal de la corrupción que envenena al Estado y sus instituciones. Y espera que la Amazonia se convierta en "un lugar de diálogo social", en primer lugar, "con los últimos". La de los pobres, advierte, ha de ser "la voz más potente" en la Amazonia.

 

El sueño cultural: cuidar el poliedro amazónico

El segundo capítulo está dedicado al "Sueño cultural". Francisco inmediatamente deja claro que "promover la Amazonia" no significa "colonizarla culturalmente" (28). Así, utiliza una imagen que le es muy querida: "el poliedro amazónico" (29-32). Es necesario luchar contra la "colonización postmoderna". Para Francisco es urgente "cuidar las raíces" (33-35). Citando a Laudato si' y Christus vivit, subraya que la "visión consumista del ser humano" tiende a "homogeneizar las culturas" y esto repercute especialmente en los jóvenes. A ellos, el Papa les pide "hacerse cargo de las raíces", que "recuperen la memoria dañada".

 

No a un "indigenismo cerrado", sino "encuentro intercultural"

La Exhortación se centra entonces en el "encuentro intercultural" (36-38). Incluso las "culturas supuestamente más evolucionadas", observa, pueden aprender de los pueblos que "desarrollaron un tesoro cultural estando enlazadas con la naturaleza". La diversidad, por lo tanto, no es "una frontera", sino "un puente", y dice no a un "indigenismo completamente cerrado". La última parte del capítulo II está dedicada al tema "culturas amenazadas, pueblos en riesgo" (39-40) . En cualquier proyecto para la Amazonia, es su recomendación, "hace falta incorporar la perspectiva de los derechos de los pueblos". Estos, añade, difícilmente podrán "quedar indemnes" si el entorno en el que nacieron y se desarrollaron "se daña".

 

Sueño ecológico: Cuidado del ambiente y de las personas

El tercer capítulo, "Un Sueño Ecológico", es el que se relaciona más inmediatamente con la Encíclica Laudato si'. En la introducción (41 -42) se destaca que en la Amazonia existe una estrecha relación del ser humano con la naturaleza. El cuidado de nuestros hermanos como el Señor nos cuida, reitera, "es la primera ecología que necesitamos". El cuidado del medioambiente y el cuidado de los pobres son "inseparables". Francisco, entonces, vuelca su atención al "sueño hecho de agua" (43- 46). Cita a Pablo Neruda y a otros poetas locales sobre la fuerza y la belleza del río Amazonas. Con sus poemas, escribe, "nos ayudan a liberarnos del paradigma tecnocrático y consumista que destroza la naturaleza".

 

Escuchar el grito del Amazonas

Para el Papa, es urgente escuchar "el grito de la Amazonia" (47-52). Recuerda que el equilibrio planetario depende de su salud. Hay, escribe, fuertes intereses no solo locales, sino también internacionales. La solución, por lo tanto, no es la "internacionalización" de la Amazonia, sino que debe crecer "la responsabilidad de los gobiernos nacionales". El desarrollo sostenible, continúa, requiere que los habitantes estén siempre informados sobre los proyectos que les conciernen y espera la creación de "un sistema normativo" con "límites infranqueables". Así, invita a la "Profecía de la contemplación" (53-57). Escuchando a los pueblos originarios, subraya, podemos amar a la Amazonia "y no solo utilizarla"; podemos encontrar en ella "un lugar teológico, un espacio donde Dios mismo se muestra y convoca a sus hijos". La última parte del capítulo III se centra en la "Educación y los hábitos ecológicos" (58-60). El Papa señala que la ecología no es una cuestión técnica, sino que siempre incluye "un aspecto educativo".

 

Sueño eclesial: Iglesia con rostro amazónico

El último capítulo, el más contundente, está dedicado "más directamente" a los pastores y fieles católicos y se centra en el "Sueño eclesial". El Papa invita a "desarrollar una Iglesia con rostro amazónico" a través de un "gran anuncio misionero" (61), un "anuncio indispensable en la Amazonia" (62-65). Para el Papa no basta con llevar un "mensaje social". Estos pueblos tienen "derecho al anuncio del Evangelio", de lo contrario "cada estructura eclesial se convertirá" en una ONG. Una parte sustancial se dedica entonces a la inculturación. Retomando la Gaudium et Spes, habla de la "inculturación" (66-69) como un proceso que lleva "a la plenitud a la luz del Evangelio" lo bueno que existe en las culturas amazónicas.

 

Una renovada inculturación

El Papa mira más profundamente, señalando los "Caminos de inculturación en la Amazonia" (70-74). Los valores presentes en las comunidades originarias, escribe, deben ser "recogidos en la evangelización". Y en los dos párrafos siguientes se centra en la "inculturación social y espiritual" (75-76). El Papa señala que, dada la pobreza de tantos habitantes de la Amazonia, la inculturación debe tener un "perfume marcadamente social". Al mismo tiempo, sin embargo, la dimensión social debe integrarse con la dimensión "espiritual".

 

Sacramentos accesibles a todos

La Exhortación indica entonces los "puntos de partida para una santidad amazónica" (77¬80) que no deben copiar "modelos de otros lugares". Destaca que "es posible recoger de alguna manera un símbolo indígena sin calificarlo necesariamente de idolatría". Se puede valorar, añade, un mito "cargado de sentido espiritual" sin considerarlo necesariamente "un error pagano". Lo mismo se aplica a algunas fiestas religiosas que, aunque requieren un "proceso de purificación", "contienen un significado sagrado".

Otro pasaje significativo de Querida Amazonia es sobre la inculturación de la liturgia (81¬84). El Pontífice constata que el Concilio Vaticano II había pedido un esfuerzo de "inculturación de la liturgia en los pueblos indígenas". También recuerda, en una nota al texto, que en el Sínodo "surgió la propuesta de elaborar un rito amazónico". Los sacramentos, exhorta, "deben ser accesibles, sobre todo para los pobres". La Iglesia, enfatiza recordando a Amoris laetitia, no puede convertirse en una "aduana".

 

Misioneros a la Amazonia

Vinculado a esto está el tema de "la inculturación de la ministerialidad" (85-90) al que la Iglesia debe dar una respuesta "valiente". Para el Papa debe garantizarse "una mayor frecuencia de la celebración de la Eucaristía". A este respecto, reitera, es importante "determinar qué es lo más específico del sacerdote". La respuesta, se lee, está en el sacramento del Orden que habilita solo al sacerdote para presidir la Eucaristía. ¿Cómo, entonces, "asegurar ese ministerio sacerdotal" en áreas remotas? Francisco exhorta a todos los obispos, especialmente a los latinoamericanos, "a ser más generosos", orientando a aquellos que "muestran vocación misionera" a elegir la Amazonia y los invita a revisar la formación de los sacerdotes.

 

Protagonismo de los laicos en la comunidad

Después de los sacramentos, Querida Amazonia se detiene en las "comunidades repletas de vida" (91-98) en las que los laicos deben asumir "responsabilidades importantes". Para el Papa, de hecho, no se trata "solo de facilitar una mayor presencia de ministros ordenados", un objetivo "limitado" si no se suscita "nueva vida en las comunidades". Por lo tanto, se necesitan nuevos "servicios laicales". Solo a través de un "contundente protagonismo de los laicos", reitera, la Iglesia podrá responder a los "desafíos de la Amazonia". Para el Pontífice, las personas consagradas ocupan también un lugar especial, al tiempo que recuerda el papel de las comunidades de base que han defendido los derechos sociales y alienta en particular la actividad de la REPAM y de los "equipos misioneros itinerantes".

 

Nuevos espacios para las mujeres, pero sin "clericalizaciones"

El Papa dedica un espacio propio a la fuerza y al don de las mujeres (99-103). Reconoce que en la Amazonia algunas comunidades se han mantenido solo "gracias a la presencia de mujeres fuertes y generosas". Sin embargo, advierte que no se debe reducir "la Iglesia a estructuras funcionales". Si este fuera el caso, de hecho, solo se les daría un papel si tuvieran acceso al Orden Sagrado. Para el Papa la clericalización de la mujer debe ser rechazada, aceptando en cambio la contribución según el modo femenino que prolonga "la fuerza y la ternura de María". Él alienta el surgimiento de nuevos servicios femeninos, que — con el reconocimiento público de los obispos —incidan en las decisiones de las comunidades.

 

Defender a los pobres de la Amazonia

Para el Papa es necesario "ampliar horizontes más allá de los conflictos" (104-105) y dejarnos desafiar por la Amazonia para "superar perspectivas limitadas" que "se quedan clausuradas en aspectos parciales". El capítulo IV termina con el tema de la "Convivencia ecuménica e interreligiosa" (106- 110). El Papa invita a los creyentes a "encontrar espacios para conversar y para actuar juntos por el bien común". "¿Cómo no luchar juntos? — pregunta Francisco- ¿Cómo no orar juntos y trabajar codo con codo para defender a los pobres de la Amazonia?"

 

Confiemos la Amazonia y sus pueblos a María

Francisco concluye Querida Amazonia con una oración a la Madre de la Amazonia (111) . "Madre, mira a los pobres de la Amazonia", recita un pasaje de su oración, "porque su hogar está siendo destruido por intereses mezquinos (...) Toca la sensibilidad de los poderosos, porque aunque sentimos que ya es tarde nos llamas a salvar lo que todavía vive".

 

 

 

12/02/2020-11:06
Larissa I. López

El Santo Padre reza por Siria y China

(zenit— 12 febrero 2020).- El Papa Francisco ha realizado un llamamiento para orar por Siria y China durante la audiencia general, celebrada hoy, 12 de febrero de 2020, en el Aula Pablo VI.

"Me gustaría que todos rezáramos por la amada y atormentada Siria", dijo, "tantas familias, tantos ancianos, niños, deben huir de la guerra. Siria sangra desde hace años", expresó el Santo Padre.

 

Tensión en Siria

La tensión aumenta entre Damasco y Ankara, en el noroeste del país, donde el régimen sirio está recuperando el control de los territorios.

En el Ángelus del domingo pasado, 9 de febrero, el Papa Francisco también lanzó un llamamiento "urgente" para proteger la vida de las personas en Siria. Así, instó "a la comunidad internacional y a todos los interesados, para que utilicen los instrumentos diplomáticos, del diálogo y las negociaciones, de conformidad con el derecho internacional humanitario, para proteger las vidas y la suerte de los civiles".

 

Epidemia en China

Del mismo modo, el Santo Padre exhortó a orar por "nuestros hermanos chinos" que sufren "esta cruel enfermedad", refiriéndose a la epidemia de coronavirus que afecta al país asiático, deseando "que encuentren el camino de la recuperación lo antes posible".

Aunque el número de casos de contagios ha ido disminuyendo en los últimos dos días, según las últimas cifras, más de 1.100 víctimas han muerto. Más de 44.600 personas han sido afectadas, la mayoría de ellas en el país.

El Vaticano envió unas 600-700.000 máscaras respiratorias a China para ayudar a prevenir la epidemia.

Francisco continuó hoy con el ciclo de catequesis sobre las bienaventuranzas. En concreto, ha reflexionado en torno la segunda de ellas, "Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados", subrayando que el dolor interior "nos abre a una relación nueva con el Señor y con el prójimo".

 

Con Anne Kurian

 

 

 

12/02/2020-09:25
Larissa I. López

Francisco: El dolor abre a una "relación nueva" con Dios y el prójimo

(zenit — 12 febrero 2020).- Para el Papa Francisco, el dolor interior es "una actitud fundamental en la espiritualidad cristiana" que "nos abre a una relación nueva con el Señor y con el prójimo".

Hoy, 12 de febrero de 2020, en la audiencia general celebrada en el Aula Pablo VI, el Santo Padre ha continuado con el ciclo de catequesis sobre las bienaventuranzas. En concreto, ha meditado en torno a la segunda de ellas: "Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados".

Sobre la misma, el Papa indicó que en las Sagradas Escrituras el llanto tiene dos sentidos: el de "la aflicción causada por la muerte o por el sufrimiento de alguien que amamos" y aquel "por el dolor de nuestros pecados, provocado por haber ofendido a Dios y al prójimo".

El primer significado, describió Francisco, alude al luto "siempre amargo y doloroso" y que "paradójicamente puede ayudarnos a tomar conciencia de la vida, del valor sagrado e insustituible de toda persona y de la brevedad del tiempo". El dolor por haber ofendido y herido a quien amamos, por su parte, "es lo que llamamos el sentido del pecado, que es don Dios y obra del Espíritu Santo", concluyó.

 

 

 

12/02/2020-18:28
Rosa Die Alcolea

"Querida Amazonia", una carta de amor del Papa Francisco

(zenit— 12 feb. 2020).- La exhortación comienza con "Querida Amazonia", como una "una carta de amor", del Papa Francisco "por la Amazonia y sus diferentes pueblos, de hecho, su amor por el mundo y toda su gente", ha indicado el cardenal Czerny, recordando a su vez que es un "documento" que pertenece al "auténtico magisterio del Sucesor de Pedro".

Esta mañana, 12 de febrero de 2020, se ha presentado a las 13 horas en la Oficina de Prensa de la Santa Sede la exhortación apostólica postsinodal escrita por el Papa Francisco prácticamente tres meses después de la celebración del Sínodo Especial de los Obispos para la Región Panamazónica sobre el tema "Amazonia: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral".

La presentación del nuevo documento ha estado a cargo del cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de los Obispos, el cardenal Michael Czerny, secretario especial del Sínodo para la Región Panamazónica y subsecretario de la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, y Mons. David Martínez de Aguirre Guinea, secretario especial de esta Asamblea, que ha intervenido a través de una contribución en vídeo desde la Amazonía peruana, el vicariato de Puerto Maldonado, del que es obispo.

Asimismo, han ofrecido unas palabras también el padre Adelson Araújo dos Santos, teólogo y profesor de Espiritualidad de la Pontificia Universidad Gregoriana; Sor Augusta de Oliveira, vicaria general de las Siervas de María Reparadoras, el profesor Carlos Nobre, científico, Premio Nobel 2007, Miembro de la Comisión de Ciencias Ambientales del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico.

 

"Solo que es amado puede ser salvado"

El cardenal Czerny ha anunciado que la es una "carta de amor", y ha descrito: "En su corazón está el amor del Papa Francisco por la Amazonia y sus diferentes pueblos, de hecho su amor por el mundo y toda su gente", y "corriendo a través de ella está la verdad de que 'sólo lo que es amado puede ser salvado. Sólo lo que se abraza puede ser transformado', ha indicado.

Durante su intervención, el secretario especial ha recordado que "alguien que ama no puede resistirse a hablar apasionadamente sobre el amado" y ha comentado que en este caso, la querida Amazonia "obviamente ha tocado al Papa con todo su esplendor, su drama y su misterio» pero, al mismo tiempo, la gran región está marcada por el sufrimiento y la destrucción hasta el borde mismo de la desesperación.

El efecto sobre el Papa Francisco, ha añadido "es como el de un artista que descubre una terrible belleza y, estimulado a contemplar y a crear, comunica ahora una nueva epifanía de belleza y sufrimiento, de vastas promesas y de gran peligro". Así pues, "su cálida y atenta carta incluye necesariamente muchas denuncias contundentes de injusticias y muchas advertencias de peligros, así como invitaciones urgentes a compartir sus sueños y a responder.

 

Poema de amor

La exhortación es un "poema de amor proclamado a toda la Iglesia Universal y a todas las personas de buena voluntad", ha apreciado Mons. Martínez de Aguirre desde Puerto Maldonado, en plena selva amazónica, a orillas del río Madre de Dios. "Un poema que llora por los crímenes e injusticias, y que se maravilla contemplando la hermosura de estas selvas y sus habitantes".

Fue precisamente en Puerto Maldonado donde tuvo comienzo "esta bonita historia del Sínodo Panamazónico", ha recordado el obispo español. "Un 19 de enero, el Papa nos decía: 'hoy aquí esta tarde comienzan los trabajos del Sínodo'.

"Soy testigo de la ilusión con la que muchos de nuestros hermanos indígenas llegaron al Vaticano, a 'la casa del Papa' —decían— y allí se sintieron uno más. Sus anhelos y preocupaciones fueron escuchadas y, juntos, con todos los obispos, misioneros y misioneras, compartimos la pasión por anunciar a Cristo".

El documento, ha añadido "Anima a trascender las tensiones" y a "seguir buscando nuevos caminos de consenso para encontrarnos con Cristo que nos hace soñar con su Reino presente en lo social, en las culturas, en la ecología y en la Iglesia".

El secretario especial de la Asamblea Especial ha terminado agradeciendo al Pontífice "por el ánimo y el impulso que nos da". Su exhortación `Querida Amazonía', ha expresado, "nos hace sentir más de cerca el amor de Cristo y de la Iglesia, y nos impulsa a asumir el gran reto que tenemos de estar cerca de los más vulnerables y con ellos cuidar de nuestro planeta".

 

Dos documentos diferentes

"Querida Amazonia" es una exhortación post-sinodal, es un documento magisterial, ha recordado Mons. Michael Czerny. "Pertenece al auténtico magisterio del Sucesor de Pedro. Participa de su magisterio ordinario".

En este sentido, el secretario especial del Sínodo ha explicado que "La Amazonia: Nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral" es el documento final de una asamblea especial del Sínodo de los Obispos para la región panamazónica, y como todo documento sinodal de este tipo, consiste en propuestas que los Padres sinodales han votado para aprobar y han entregado al Santo Padre.

El Papa, a su vez, ha autorizado su publicación con los votos emitidos, y al comienzo de "Querida Amazonia", dice: «Quiero presentar oficialmente ese Documento que nos ofrece las conclusiones del Sínodo» y anima a todos a leerlo íntegramente.

"Tenemos dos documentos de dos tipos diferentes", ha definido el cardenal Michael Czerny. El Documento Final es el "fruto del proceso sinodal, mientras que 'Querida Amazonia' es la reflexión del Santo Padre sobre el proceso sinodal y su documento final".

El primero, ha matizado, "que consiste en propuestas hechas y votadas por los Padres sinodales, tiene el peso de un documento final sinodal". El segundo, "que reflexiona sobre todo el proceso y su documento final, tiene la autoridad del magisterio ordinario del Sucesor de Pedro".

 

87.000 personas involucradas

En la fase presinodal, ha expuesto el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de los Obispos, participaron en total más de 87.000 personas en las diferentes iniciativas de consulta.

La actividad llevada a cabo por la REPAM fue decisiva para la organización de unos 260 eventos en el territorio amazónico, de los cuales 70 asambleas territoriales, 25 foros temáticos y más de 170 actividades de otro tipo, ha detallado.

La Asamblea Sinodal se caracterizó por una "participación coral y vivaz, rica en testimonios y propuestas de los 185 padres sinodales", ha añadido el cardenal italiano.

 

Cuatro dimensiones

Entre los participantes, fue significativa la presencia de 25 expertos y 55 auditores y oyentes, incluyendo 16 representantes de diferentes grupos étnicos indígenas y pueblos originarios, 10 religiosas presentadas por la Unión Internacional de Superiores Generales (U.I.S.G.), 6 delegados fraternos y 12 invitados especiales elegidos por su alta competencia científica y también por su pertenencia a organizaciones y asociaciones internacionales.

Finalmente, el secretario general ha recordado que tanto en la apertura como en la clausura de la Asamblea sinodal, el Papa habló de cuatro dimensiones: la cultural, que incluye la inculturación y la interculturalidad de los pueblos amazónicos; la ecológica, según una perspectiva integral que responde a la denuncia de la destrucción de la creación, de la cual la Amazonia es uno de los puntos más importantes; la social, que implica no sólo la explotación de la creación sino también de los pueblos junto con la destrucción de la identidad cultural; y finalmente la pastoral, la principal, ya que el anuncio del Evangelio es urgente, pero lo importante es que sea escuchado, asimilado y comprendido por las diferentes culturas en el suelo amazónico.

 

 

 

12/02/2020-12:47
Larissa I. López

"Amar en abundancia", también "con el llanto" — Catequesis completa

(zenit – 12 febrero 2020).- El Papa Francisco ha pedido que el Señor nos conceda “amar en abundancia, amar con la sonrisa, con la cercanía, con el servicio y también con el llanto”.

Hoy, 12 de febrero de 2020, en el Aula Pablo VI, el Santo Padre ha continuado con el ciclo de catequesis sobre la segunda de las ocho bienaventuranzas: “Bienaventurados los que lloran porque serán consolados” (Mt. 5,4), pasaje bíblico del Libro del profeta Zacarías 12, 10.

 

“El don de las lágrimas”

En la Escritura, describió el Papa, el llanto puede producirse en dos sentidos: por la muerte o sufrimiento de alguien o por el pecado, “cuando el corazón sangra por el dolor de haber ofendido a Dios y al prójimo”. Por tanto, “se trata de amar al otro de tal manera que podamos unirnos a él o ella hasta compartir su dolor”.

Después, el Pontífice se refirió al “don de las lágrimas”, “lo precioso que es”, recordando que hay afligidos a los que consolar, consolados a los que afligir porque tienen un “corazón de piedra” y gente que tiene que “despertar” porque no sabe “conmoverse frente al dolor de los demás”.

 

El don de entender el pecado

Para el Obispo de Roma el luto es un “camino amargo”, pero que puede ayudarnos a “abrir los ojos a la vida y al valor sagrado e insustituible de cada persona”. Con respecto a “llorar por el pecado”, puntualizó que “este es el llanto por no haber amado, que brota porque la vida de los demás importa”.

“Entender el pecado es un regalo de Dios, es una obra del Espíritu Santo”, explicó el Papa. Y continuó “nosotros, solos, no podemos entender el pecado. Es una gracia que tenemos que pedir. Señor, hazme entender que mal que he hecho o que puedo hacer. Es un don muy grande y después de haberlo entendido, viene el llanto del arrepentimiento”.

 

Dios no se cansa de perdonar

Así, Francisco se refirió a “¡la belleza del arrepentimiento, la belleza del llanto, la belleza de la contrición!”, recordando que la vida cristiana “tiene su mejor expresión en la misericordia”, pues “Dios perdona siempre“. El problema “está en nosotros, que nos cansamos de pedir perdón, nos encerramos en nosotros mismos y no pedimos perdón”, aclaró.

En este sentido, el Santo Padre remarcó que “si tenemos siempre presente que Dios ‘no nos trata según nuestros pecados ni nos paga según nuestras faltas’ (Sal 103, 10), vivimos en la misericordia y la compasión, y el amor aparece en nosotros”.

A continuación, sigue la catequesis completa del Santo Padre.

***

 

Catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hemos emprendido el viaje en las Bienaventuranzas y hoy nos detendremos en la segunda: Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados.

En la lengua griega en la que está escrito el Evangelio, esta bienaventuranza se expresa con un verbo que no está en  pasivo – de hecho los bienaventurados no sufren este llanto – sino en el activo: «se afligen»; lloran, pero por dentro. Es una actitud que se ha convertido en central en la espiritualidad cristiana y que los padres del desierto, los primeros monjes de la historia,  llamaron «penthos«, es decir, un dolor interior que abre una relación con el Señor y con el prójimo, a una relación renovada con el Señor y con el prójimo.

Este llanto, en la Escritura, puede tener dos aspectos: el primero es por la muerte o el sufrimiento de alguien. El otro aspecto son las lágrimas por el pecado, -por nuestro pecado- cuando el corazón sangra por el dolor de haber ofendido a Dios y al prójimo.

Por lo tanto, se trata de amar al otro de tal manera que podamos unirnos a él o ella hasta compartir su dolor. Hay personas que permanecen distantes, un paso atrás; en cambio, es importante que los otros se abran brecha en nuestros corazones.

He hablado a menudo del don de las lágrimas, y de lo precioso que es.[1]  ¿Se puede amar de forma fría? ¿Se puede amar por función, por deber? No, ciertamente. Hay algunos afligidos a los que consolar, pero a veces también hay consolados a los que afligir, a los que despertar, que tienen un corazón de piedra y han desaprendido a llorar. También hay que despertar a la gente que no sabe conmoverse frente al dolor de los demás.

El luto, por ejemplo, es un camino amargo, pero puede ser útil para abrir los ojos a la vida y al valor sagrado e insustituible de cada persona, y en ese momento nos damos cuenta de lo corto que es el tiempo.

Hay un segundo significado de esta paradójica felicidad: llorar por el pecado.

Aquí hay que distinguir: hay quien están airado por haberse equivocado. Pero esto es orgullo. En cambio hay quien llora por el mal hecho, por el bien omitido y por la traición a la relación con Dios. Este es el llanto por no haber amado, que brota porque la vida de los demás importa. Aquí se llora porque no se corresponde al Señor que nos ama tanto, y nos entristece el pensamiento del bien no hecho; éste es el significado del pecado. Estos dicen: «He herido a la persona que amo«, y les duele hasta las lágrimas. ¡Bendito sea Dios si estas lágrimas vienen!

Este es el tema de los propios errores que hay que afrontar, difícil pero vital. Pensemos en el llanto de San Pedro, que le llevará a un amor nuevo y mucho más verdadero: es un llanto que purifica, que renueva. Pedro miró a Jesús y lloró: su corazón se renovó. A diferencia de Judas, que no aceptó que se había equivocado y, pobrecillo, se suicidó. Entender el pecado es un regalo de Dios, es una obra del Espíritu Santo. Nosotros, solos, no podemos entender el pecado. Es una gracia que tenemos que pedir. Señor, hazme entender que mal que he hecho o que puedo hacer. Es un don muy grande y después de haberlo entendido, viene el llanto del arrepentimiento.

Uno de los primeros monjes, Efrén el Sirio dice que un rostro lavado con lágrimas es indeciblemente hermoso (cf. Discurso ascético). ¡La belleza del arrepentimiento, la belleza del llanto, la belleza de la contrición! Como siempre, la vida cristiana tiene su mejor expresión en la misericordia. Sabio y bendito es el que acoge el dolor ligado al amor, porque recibirá el consuelo del  Espíritu Santo que es la ternura de Dios que perdona y corrige. Dios perdona siempre: no lo olvidemos. Dios perdona siempre, incluso los pecados más feos, siempre. El problema está en nosotros, que nos cansamos de pedir perdón, nos encerramos en nosotros mismos y no pedimos perdón. Ese es el problema; pero Él está ahí para perdonar.

Si tenemos siempre presente que Dios «no nos trata según nuestros pecados ni nos paga según nuestras faltas» (Sal 103, 10), vivimos en la misericordia y la compasión, y el amor aparece en nosotros. Que el Señor nos conceda amar en abundancia, de amar con la sonrisa, con la cercanía, con el servicio y también con el llanto.

 

© Librería Editorial Vaticana

 

 

 

 

12/02/2020-13:59
Larissa I. López

Celebraciones del Santo Padre en febrero, marzo y abril

(zenit— 12 febrero 2020).- La statio y procesión penitencial del Miércoles de Ceniza, la Misa del Domingo de Ramos, así como la celebración del Triduo Pascual son algunos de los eventos previstos en el calendario de las celebraciones del Santo Padre para los meses de febrero, marzo y abril.

Así lo ha comunicado hoy, 12 de febrero de 2020, la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

 

Febrero

Efectivamente, el 26 de febrero, Miércoles de Ceniza, el Papa presidirá la statio y procesión penitencial a las 16:30 horas en la iglesia de San Anselmo.

Después, a las 17 horas, en la basílica de Santa Sabina, celebrará la Santa Misa, con la bendición e imposición de cenizas

 

Marzo

El día 1 de marzo, primer Domingo de Cuaresma, en Ariccia, Italia, comienzan los ejercicios espirituales para la Curia Romana, que finalizan el viernes 6.

El día 20, viernes, a las 17 horas en la basílica de San Pedro, el Pontífice presidirá la celebración de la Penitencia.

 

Abril

El 5 de abril, Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor, en la plaza de San Pedro, comienzan los actos de Semana Santa con la Santa Misa y la conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén.

El 9, Jueves Santo, a las 9:30 horas, tendrá lugar la Santa Misa Crismal en la basílica de San Pedro.

Al día siguiente, Viernes Santo, Francisco presidirá a las 17 horas en la Basílica Vaticana, la Celebración de la Pasión del Señor. Por la noche, a las 21:15, hará lo propio en el Coliseo de Roma, con el rezo del Via Crucis.

En la noche del 11 de abril, Sábado Santo, a las 20:30 horas, tendrá lugar la Vigilia Pascual presidida por el Santo Padre en la Capilla Papal de San Pedro.

El 12 de abril, Domingo de Pascua, a las 10 de la mañana, el Obispo de Roma presidirá la Santa Misa de Resurrección en la plaza de San Pedro y, a mediodía, desde la logia central de la Basílica Vaticana, impartirá su bendición Urbi et Orbi, es decir, a la ciudad y al mundo.

El 19 de abril, II Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia, el Papa Francisco celebrará la Eucaristía a las 10:30 horas en plaza de San Pedro.

 

 

 

12/02/2020-18:58
Rosa Die Alcolea

15 años de la muerte de Dorothy Stang, misionera en la Amazonía brasileña

(zenit— 12 feb. 2020).- Este año, el aniversario de la muerte de la hermana Dorothy Stang, misionera estadounidense en la selva amazónica de Brasil, conmemorado hoy, 12 de febrero, cobra una especial relevancia: coincide con el mismo día de la presentación del documento postsinodal del Papa Francisco, fruto de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónico.

La entrega de la vida de la religiosa americana Dorothy Stang es un fuerte testimonio que se ha convertido para la Iglesia católica en un símbolo de la nueva pastoral que actúa promoviendo la sostenibilidad ecológica. En 2008, las Naciones Unidas otorgaron a título póstumo el Premio de Derechos Humanos a la hermana Dorothy (galardón que se concede solo cada cinco años).

El 12 de febrero de 2005, cuando la hermana se dirigía a una reunión para discutir una reciente oleada de casas incendiadas por los ganaderos, destinada a intimidar a los campesinos pobres para que abandonaran sus tierras, fue asesinada por orden de un hacendado.

 

"La única defensa que llevo es la Palabra de Dios"

En el camino, en medio de la selva, enfrentó a sus dos asesinos: "Ustedes están armados —les dijo—, pero yo no. La única defensa que llevo es la Palabra de Dios", y comenzó a leer: "Benditos sean los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos". Dorothy, a los 74 años, murió rápidamente de seis balazos en el pecho y la cabeza.

Ella dedicó su vida consagrada a la evangelización en la parroquia de Anapú, en el Estado amazónico brasileño de Pará. Su trabajo pastoral tuvo como prioridades la defensa de la selva contra la deforestación y el cuidado de la población originaria de la región amazónica.

En cada aniversario de su muerte, las comunidades locales junto con las religiosas de la congregación de Nuestra Señora de Namur se acercan peregrinando al lugar de su asesinato. Allí celebran la entrega de la vida de Dorothy, realizan una representación de su asesinato, luego oran y reflexionan. Para culminar, alzan a un bebé hacia el cielo como un signo de la vida que se renueva, que fructifica y llena de esperanza al mundo.

 

Fuente: www.cristovive.org.ar

 

 

 

12/02/2020-09:50
Larissa I. López

España y Latinoamérica: El Papa invita a pedir "el don de las lágrimas"

(zenit — 12 febrero 2020).- "Pidamos al Señor que nos conceda el don de las lágrimas por nuestra falta de amor a Dios y al prójimo, y que por su compasión y misericordia nos permita amar a nuestros hermanos y dejar que entren en nuestro corazón".

Esta es la petición pronunciada por el Papa Francisco durante sus palabras a los hispanohablantes en la audiencia general celebrada hoy, 12 de febrero de 2020, en el Aula Pablo VI.

El Santo Padre también saludó a los peregrinos de lengua española procedentes de España y América Latina presentes en la audiencia general y reconoció algunas nacionalidades por sus banderas: "chilenos, peruanos, mexicanos, argentinos...".

Francisco prosiguió con el ciclo de catequesis sobre las bienaventuranzas. En concreto, meditó sobre la segunda de ellas: "Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados".

 

 

 

12/02/2020-16:25
Redacción

España: Presentación del Congreso de Laicos "Pueblo de Dios en salida"

(zenit— 12 febrero 2020).- El Congreso de Laicos "Pueblo de Dios en Salida" se celebrará del 14 al 16 de febrero de 2020 en el pabellón de Cristal de la Casa de Campo de Madrid.

Hoy, 12 de febrero de 2020, el secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Mons. Luis Argüello, y el laico Isaac Martín, miembro de la Comisión Ejecutiva del Congreso, presentaron el encuentro en una rueda de prensa.

De acuerdo a la nota de prensa difundida por la CEE, el objetivo del congreso es dinamizar el laicado en España partiendo del protagonismo y la participación de los propios laicos y en él participarán más de 2.000 personas de parroquias, movimientos, asociaciones y congregaciones que trabajan en el ámbito de las diócesis de toda España.

La sesión inaugural será el viernes 14 a las 18 horas y correrá a cargo del cardenal Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Valladolid; del cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid; y del cardenal Kevin Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. También intervendrá Isaac Martín.

 

Ponencias

El programa propone tres tipos de actividades, todas ellas relacionadas entre sí: ponencias, itinerarios y celebraciones.

Las ponencias han sido elaboradas por equipos de trabajo sobre las aportaciones que enviaron las diócesis con las conclusiones de la fase previa (un total de 2.485 grupos integrados por más de 37.000 personas) en respuesta a un documento-cuestionario propuesto desde la Comisión de Contenidos.

El periodista José Luis Restán, director editorial de COPE, será el encargado de comunicar estas aportaciones en la ponencia inicial, el viernes 14 a las 19 horas. En ella se hará un breve recorrido histórico de la evolución del laicado en la Iglesia y en la sociedad española y se enmarcará la labor que van a desarrollar los congresistas durante las sesiones.

 

Experiencias y testimonios

A lo largo del sábado 15 de febrero los participantes del congreso se reunirán en diferentes grupos temáticos. En primer lugar, tendrán 4 charlas sobre los 4 itinerarios: primer anuncio, acompañamiento, presencia en la vida pública y procesos formativos. Todos ellos están programados en un mismo horario y contarán con 500 personas cada uno.

La segunda fase será la exposición de las experiencias y testimonios de las 40 líneas temáticas del congreso, con 50 personas por cada línea. Después habrá 80 grupos de reflexión, de 25 personas en cada uno. En estos grupos se debatirá en torno a tres preguntas para llegar a conclusiones prácticas después del encuentro.

 

Conciertos

Diferentes grupos de músicos católicos contemporáneos amenizarán cada uno de los descansos del Congreso de Laicos 2020, coordinados por Jesús Cabello, David Santafé y Unai Quirós.

A las 21.30 horas del sábado tendrá lugar un concierto con diferentes artistas en el que participarán: Grilex, Hakuna, Olga Martínez, Gaby Soñer, Chito Morales (Brotes de Olivo y Fermín Negre (IXCIS), Bombaii, Amanecer, María Vasán, Sara y Mingos, Toño Casado, Unai Quirós, Jesús Cabello y Mabelé, cuya canción "Misión" se ha convertido en el himno del congreso de Laicos.

 

Ponencia final y Eucaristía

La jornada del domingo, día 16, comenzará con la presentación del libro Magisterio de la Iglesia sobre el laicado, desde el Concilio Vaticano II. A las 10 horas tendrá lugar la ponencia final.

El obispo auxiliar de Barcelona, Mons. Antoni Vadell, y la periodista de TRECE, Ana Medina, serán los comunicadores de la misma. En esta intervención plantearán los retos del futuro teniendo en cuenta las aportaciones de los grupos de reflexión de las sesiones del sábado.

El cardenal Ricardo Blázquez, a las 12 horas, presidirá la Eucaristía de clausura, que será retransmitida por TRECE. Posteriormente, el presidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, Mons. Javier Salinas, pronunciará "las palabras de envío".

 

Fin solidario

Desde la organización del Congreso de Laicos 2020 se ha promovido, para todo el que quiera colaborar en su financiación, un proyecto con fin solidario. El dinero recaudado será entregado a Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) para mejorar la situación de las mujeres en la diócesis Kumbakonan (India). El 60% de ellas vive por debajo del umbral de la pobreza.

Asimismo, durante todo el tiempo del Congreso se ha instalado una capilla en el mismo pabellón para la adoración perpetua.

 

Datos de participación

En el congreso participarán un total de 1.867 personas — 973 mujeres y 894 hombres—, de las cuales 1.521 son laicos, 101 laicos consagrados, 83 religiosos, 150 sacerdotes y 12 diáconos.

La edad media de los congresistas es de 52 años, con una significativa representación de jóvenes. A este número, hay que añadir a nivel organizativo, un total de 200 personas que intervendrán, como parte del programa, con ponencias, charlas y la presentación de experiencias.

Los congresistas proceden en su mayor parte de las 70 diócesis españolas (1.261). Además, acudirán de 91 Asociaciones y Movimientos de ámbito nacional (349); 38 congregaciones religiosas (219); y de 12 institutos seculares (38). Está confirmada la presencia de 70 obispos.

 

El congreso, un proceso

Los días del congreso serán el colofón a un trabajo previo que se ha realizado desde abril de 2018 en las parroquias, congregaciones, movimientos y asociaciones laicales desde las diócesis. Será el punto de partida a un trabajo que tendrá continuidad en los próximos años, para dar respuesta a las propuestas que salgan del mismo. Por eso, afirman los organizadores, este congreso "no es un evento aislado, sino que forma parte de un proceso".

El equipo organizador está formado por dos comisiones: la Comisión de Organización y Logística, integrada por 12 personas y asistida por 120 voluntarios; y la Comisión de Contenidos, formada por 18 personas. El coro, con diferentes músicos católicos, está compuesto por 35 artistas.

 

 

 

12/02/2020-16:42
Christian Vallejo

Tierra Santa, Jordania y Oriente Medio: Sofocar el llanto "con el poder del Espíritu"

(zenit— 12 febrero 2020). — "El que cree en Dios no se deja sofocar por su llanto, sea cual sea la razón. Lo supera con el poder del Espíritu Santo y lo transforma en una nueva vida, para sí mismo y para los demás", dijo el Santo Padre.

Hoy, 12 de febrero de 2020, durante la audiencia general celebrada en el Aula Pablo VI, el Papa Francisco se dirigió a los peregrinos de lengua árabe, en particular a los que proceden de Tierra Santa, Jordania y Oriente Medio.

En su catequesis el Pontífice reflexionó en torno a la segunda bienaventuranza: "Bienaventurados los que lloran porque serán consolados". En ella, Francisco pidió al Señor que nos conceda la gracia de "amar en abundancia, amar con la sonrisa, con la cercanía, con el servicio y también con el llanto".

 

 

 

12/02/2020-08:15
Felipe Arizmendi Esquivel

Monseñor Felipe Arizmendi: "Atraco legislativo contra la vida"

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas

 

VER

En nuestra Cámara de Diputados, a nivel federal, la Comisión de Igualdad de Género aprobó un proyecto, que había presentado la Comisión de Salud, para promover el aborto libre en todo el país, mediante la propuesta de un decreto de adición a la Ley General de Salud, con el fin de que las respectivas instituciones de gobierno den todas las facilidades para que sea legal lo que llaman "interrupción del embarazo, salud sexual y reproductiva", y así las mujeres de todo el país puedan abortar legalmente hasta las doce semanas de embarazo. Hace falta que este proyecto pase al pleno, para su votación.

De una forma tramposa, hacen a un lado el triunfo alcanzado de que más de la mitad de los Congresos estatales, en su legislación local, han defendido la vida humana desde la concepción hasta su término natural. No podrían, por ahora, cambiar la Constitución. Pero como los poderes de este mundo son muy astutos, contando con la mayoría de su partido en el Congreso federal, quieren cambiar la Ley de Salud. De esta forma, intentan justificar su proyecto satánico de matar a los recién concebidos. Con el apoyo de la Secretaría de Gobernación, quieren imponer su obsesión mortífera a miles de criaturas inocentes e indefensas. Esto es un atraco legislativo. ¡Qué astutos son! ¿Triunfarán? El pueblo tiene la palabra.

Quienes promueven esa liberalización, insisten en defender a las mujeres, para evitar que muchas mueran a causa de abortos clandestinos, mal practicados. Siguen aduciendo que las mujeres son dueñas de su cuerpo y que ser madres es una decisión de su libertad. Quienes defendemos la vida desde su inicio en el seno materno no estamos en contra de las mujeres, ni queremos criminalizarlas, porque comprendemos el drama que implica una decisión de abortar. Hemos de comprenderlas, como acaba de decir, en Madrid, el cardenal O'Malley Seán, arzobispo de Boston, Presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores: "Nunca debemos abandonar nuestro compromiso con el no nacido, un ser humano precioso hecho a imagen y semejanza de Dios, pero debemos aprender a centrarnos más en la mujer en crisis. Sólo podemos hablar al bebé salvando primero a la madre. Debemos escuchar con empatía, para poder comunicar el Evangelio de la vida". Estamos, pues, a favor de las mujeres, teniendo, sin embargo, como base el derecho de sus criaturas a la vida, pues los recién concebidos no son células malignas, sino seres humanos con plenos derechos. Ellos y ellas tienen derechos, que deben ser tomados en cuenta.

 

PENSAR

Dice el Papa Francisco: "El embarazo es una época difícil, pero también es un tiempo maravilloso. La madre acompaña a Dios para que se produzca el milagro de una nueva vida. La maternidad surge de una particular potencialidad del organismo femenino, que con peculiaridad creadora sirve a la concepción y a la generación del ser humano. Cada mujer participa del misterio de la creación, que se renueva en la generación humana. Es como dice el Salmo: «Tú me has tejido en el seno materno» (139,13). Cada niño que se forma dentro de su madre es un proyecto eterno del Padre Dios y de su amor eterno: «Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré» (Jr 1,5). Cada niño está en el corazón de Dios desde siempre, y en el momento en que es concebido se cumple el sueño eterno del Creador. Pensemos cuánto vale ese embrión desde el instante en que es concebido. Hay que mirarlo con esos ojos de amor del Padre, que mira más allá de toda apariencia" (AL 168).

Y a quienes dicen que el rechazo al aborto es cosa de nuestra moral, de nuestra fe, y que el Estado es laico y las cosas de fe no deben interferir en decisiones legislativas, responde el Papa Francisco: "A veces escuchamos: 'Ustedes los católicos no aceptan el aborto; es el problema de su fe'. No. Es un problema pre-religioso. La fe no tiene nada que ver con eso. Viene más tarde, pero no tiene nada que ver con eso; es un problema humano. Es un problema pre-religioso. No cargamos en la fe algo que no le pertenece desde el principio. Es un problema humano. Solo dos cosas nos ayudarán a entender esto: dos preguntas. Primera pregunta: ¿es legítimo eliminar una vida humana para resolver un problema? Segunda pregunta: ¿es permisible alquilar un sicario para resolver un problema? La respuesta es tuya. Este es el punto. No vayas a lo religioso en algo que concierne a lo humano. No es lícito. Nunca, nunca elimines una vida humana o rentes a un sicario para resolver un problema" (25-V-2019).

 

ACTUAR

¿Qué puedes hacer para defender la vida humana desde el seno materno? Educa a tus hijas e hijos en este respeto. Evita tanta ligereza en ver pornografía, que rebaja tus defensas morales y puede hacerte caer en excesos sexuales, con embarazos no deseados. Habla con los diputados que conozcas, para que oigan la voz del pueblo defensor de las mujeres y de los recién concebidos, y no sólo los gritos de grupos anti-vida. Oremos al Espíritu, para que ilumine a los legisladores y defiendan la verdad y la vida.

 

 

 

12/02/2020-08:00
Isabel Orellana Vilches

Beato Jordán de Sajonia, 13 de febrero

"Tras las huellas de santo Domingo de Guzmán, al que sucedió como maestro general de la Orden, este apóstol infatigable que evangelizó dentro y fuera de Europa, es considerado patrón de la obra de las vocaciones dominicanas"

Sería un error subestimar el juicio de las gentes sencillas cuando aclaman espontáneamente a una persona que refleja con su vida el Evangelio. El sentimiento popular no hace más que colocar en el candelero las virtudes que ratifican la autenticidad de una entrega, esa que en numerosas ocasiones ha tenido en cuenta la Iglesia para encumbrar a los altares a los que el pueblo había canonizado previamente en su corazón. El olfato espiritual de los testigos contemporáneos de Jordán, que le hicieron acreedor de su veneración, era formidable. No hay más que examinar sus escritos para constatar su finura y sagacidad, la profundidad y capacidad de penetración mística que destilan. Gran parte de su existencia aparece ligada a la de santo Domingo, a quien sucedió como maestro general de la Orden. Pero este insigne teólogo alemán, como todos los que han dado respuesta a la llamada de Cristo, tuvo su particular trayectoria en el camino de la perfección. ¿Cómo llegó a la vida religiosa?, ¿qué factores influyeron en su decisión? Partía con multitud de prebendas humanas, pero tenía que conquistar el único tesoro: a Dios.

Había nacido en el castillo de Burgberg, Westfalia, hacia el año 1176, propiedad de su ilustre familia, los condes de Eberstein. Trasladado a París para cursar estudios cuando tenía alrededor de 30 años, el patrimonio vital y espiritual que llevaba consigo: "inteligencia viva, noble voluntad, corazón generoso y siempre dispuesto a la ayuda" fue significativo no solo en el camino que habría de tomar sino en sus estudios que le llevaron a convertirse en un afamado maestro en artes y bachiller en teología el año 1219. Justamente ese año, el fundador de los dominicos predicaba en el convento Saint-Jacques de París. Jordán pudo conversar con él en dos significativas ocasiones. Fue un momento propicio para su vida, absolutamente providencial, ya que su corazón andaba inquieto buscando la vía espiritual que debía seguir.

Dios escuchó sus súplicas y anhelos, y le respondió a través de Domingo que le explicó las características del carisma dominicano. Quedó seducido por sus palabras, y manifestó su deseo de ordenarse diácono. El fundador lo acogió con prudencia y respeto, cuidando con verdadero mimo esta pujante vocación. El paso definitivo del beato en su compromiso fue la prédica de Reinaldo de Orleáns en 1220, tras la cual ingresó en los dominicos abrazándose al ideal de pobreza y estudio del que se había enamorado. A partir de ese momento ya se le identifica en el capítulo general de la Orden, que tuvo lugar en Bolonia ese mismo año, dos meses más tarde de haber tomado el hábito. Allí le encomendaron la docencia de Sagradas Escrituras en París. Al año siguiente le responsabilizaron de la provincia de Lombardía. Es obvio que veían en él a un hombre íntegro, formado, piadoso, con rasgos dignos de confianza y signos de esperanza para el futuro de la fundación. Y de hecho, en 1222, tras la muerte de Domingo acaecida en agosto de 1221, pusieron bajo sus hombros la bellísima, y a la par delicada misión, de seguir los pasos del fundador manteniendo vivo su carisma como maestro general de la Orden.

Mientras se hallaba en Bolonia, ciudad en la que fundó el convento de santa Inés el año 1223, había instituido el rezo de la Salve Regina efectuado después de la oración de completas, que más tarde se haría extensivo a toda la Iglesia. La elección que había recaído sobre él fue ciertamente inspirada, porque con su fidelidad y amor al fundador dirigió la Orden "con sabiduría, equilibro y sagacidad poco comunes". La vivencia de la caridad, la alegría, la humildad, el amor al estudio, la unidad y colegialidad fueron algunos de sus rasgos característicos. Era un celoso defensor del Evangelio, apóstol infatigable que viajó incesantemente dentro y fuera de Europa. Los frutos de su apostolado se cuentan por un millar de vocaciones, muchas de ellas surgidas entre personas bien preparadas intelectualmente. Entre otros, se señala a san Alberto Magno. Es el primer biógrafo de santo Domingo de Guzmán, y promotor de su canonización. Es autor del Libellus, crónica sobre el origen de la Orden, de las Constituciones, de numerosas cartas, sermones y escritos de carácter doctrinal, además de comentarios al Apocalipsis y otros de carácter filosófico-teólogico; todo ello sin contar las obras que se perdieron. Fue un experto en el evangelio de san Lucas. Gregorio IX lo tuvo entre sus dilectos consejeros.

Mantuvo una importante correspondencia epistolar con religiosas de distintas órdenes. Es significativa la que dirigió a santa Inés de Bolonia, a santa Lutgarda de Aywiéres y a Diana de Andaló. Estas dos últimas fueron dirigidas por él. En una de sus cartas a Diana decía: "Quienes deseamos llegar a la inmortalidad futura, hemos de conformarnos de algún modo, ya en el presente, con aquella vida venidera, poner nuestros corazones en el poder de Dios y trabajar según nuestras posibilidades para afianzar en el Señor toda nuestra esperanza. De este modo imitaremos en lo posible a Dios en su estabilidad y quietud. Él es un refugio seguro que nunca falla y siempre permanece...". El Padre le llamó junto a sí al regreso de uno de sus múltiples viajes apostólicos. Justamente procedía de Tierra Santa, y se encaminaba a visitar a la comunidad de Nápoles, cuando el barco que lo traía naufragó en las costas de Siria frente a Ptolemaida (San Juan de Acre, actual Akko). Era el 13 de febrero de 1237. Junto a su vida, además de perderse la de 99 personas, murieron también otros dos frailes que le acompañaban. Sus restos, rescatados del mar, fueron enterrados en esa ciudad, siendo objeto de culto de forma inmediata, culto confirmado por el papa León XII el 10 de mayo de 1826. Desde 1955 es el patrón de la obra de las vocaciones dominicanas, determinado así por el capítulo general celebrado ese año.