Servicio diario - 10 de junio de 2020


 

Audiencia general: Ciclo de catequesis del Papa sobre la oración (6)
Larissa I. López

Comisión Vaticana COVID-19: Misión “escuchar a las Iglesias locales”
Rosa Die Alcolea

Día Mundial contra el Trabajo Infantil: El Papa llama a proteger a los menores
Larissa I. López

Audiencia general: Sexta catequesis del Papa sobre la oración
Larissa I. López

Estados Unidos: Funeral de George Floyd en Houston
Larissa I. López

Sagrado Corazón: El Papa anima a confiarle “todas las ansiedades”
Larissa I. López

Papa Francisco: Corpus Christi, “energía para los momentos difíciles”
Larissa I. López

España: El Rey Felipe VI llama por teléfono al cardenal Omella
Rosa Die Alcolea

Audiencia general: Palabras del Papa a los hablantes de español
Larissa I. López

“Corpus Christi, presencia de Cristo en el pan vivo”, por el padre Antonio Rivero
Antonio Rivero

Mons. Felipe Arizmendi: “Ante la COVID-19, ¿qué ofrece la Iglesia?”
Felipe Arizmendi Esquivel

Píldoras de esperanza: “Jesús nos pide una identidad”
Ricardo Grzona

Santa María Rosa Molas y Vallvé, 11 de junio
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

Audiencia general: Ciclo de catequesis del Papa sobre la oración (6)

“La oración de Jacob”

junio 10, 2020 10:36

Audiencia General

(zenit – 10 junio 2020).- En la audiencia general, el Papa Francisco continuó con el ciclo de catequesis sobre la oración, relatando la historia del patriarca Jacob, “un hombre que había hecho de la astucia su mejor arma”.

Efectivamente, el Santo Padre reflexionó sobre “La oración de Jacob” hoy, 10 de junio de 2020, en la audiencia general de los miércoles celebrada en la biblioteca del Palacio Apostólico debido a la actual pandemia de COVID-19 y transmitida en directo por zenit.

Francisco resaltó que Jacob siempre estuvo enfrentado con su hermano Esaú y, con sutilezas, consiguió la bendición de su padre que pertenecía a su hermano como primogénito. A través de distintas “argucias”, Jacob se hizo rico, “se hizo a sí mismo con tenacidad y paciencia”, relató el Papa.

 

Encuentro con Dios

No obstante, un día quiso volver a casa y en el camino, por la noche, se produjo su encuentro con Dios, descrito “como una lucha con un desconocido en medio de la oscuridad”, símbolo “del combate de la fe y de la victoria de la perseverancia”, señaló.

En esta pelea, el Señor hirió a Jacob en la pierna y le dejó cojo, “mostrándole así su verdadera condición de fragilidad y vulnerabilidad”, y “la forma de ‘luchar con Dios’”, indicó el Pontífice.

No obstante, a ese Jacob herido, “Dios lo bendijo y le dio un nombre nuevo, haciéndole entrar en su tierra con el corazón renovado” y “quien antes era ‘impermeable’ a la gracia y a la misericordia a causa de su presunción, Dios lo salvó de su extravío y lo miró con ternura”, concluyó el Obispo de Roma.

 

 

 

 

Comisión Vaticana COVID-19: Misión “escuchar a las Iglesias locales”

Lidera Mons. Tejado Muñoz

junio 10, 2020 18:49

Vaticano

(zenit – 9 junio 2020).- Monseñor Segundo Tejado Muñoz, subsecretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y coordinador del grupo 1 de trabajo de la Comisión creada por el Papa Francisco para afrontar los desafíos de la pandemia, advierte de la dificultad de ayudar a todos los países afectados y anuncia que se centran en “llevar signos de la presencia de la Iglesia” a las naciones más deterioradas.

Así lo ha explicado el obispo español en una entrevista concedida a Vatican News español, tras el encuentro de algunos representantes del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral (DSDHI) con los Medios de Comunicación del Vaticano, celebrado el pasado martes, 9 de junio, en las instalaciones del Dicasterio para la Comunicación.

 

Videoconferencias con capellanes locales

Ante el enorme desafío de ayudar a las iglesias locales encomendado por el Santo Padre a este primer grupo de la Comisión, el prelado explicó el trabajo que viene realizando el primer grupo de trabajo de la Comisión Vaticana COVID-19: “Hemos venido realizando videoconferencias con los responsables de la Pastoral de la Salud en muchos continentes, los capellanes de los hospitales, los capellanes de las cárceles, en muchísimos campos”.

Además, con Caritas Internationalis, han empezado un programa de ayuda a las iglesias locales. “Hemos hecho un baremo, sean por número de afectados, sean por estructuras sanitarias católicas de hospitales, etc., sean las condiciones de salud, y para ello hemos pedido información a las Conferencias Episcopales”, señala.

Y a partir de ahora, después de abordar la “primera fase de problemas de salud”, explica Mons. Tejado, “llegará una segunda fase que, realmente en algunas naciones va a ser muy dura, en la crisis humanitaria que se va a crear, y en eso pues también nos tenemos que preparar, tenemos que ver un poco como cómo ayudar a afrontar esta segunda crisis que pensamos todos va a ser bastante difícil”, describe el subsecretario del Dicasterio para el Desarrollo Humano.

 

Imposible ayudar a todos

Se trata de una emergencia “muy inusual, muy rara”, advierte, “porque son todos los países del mundo, prácticamente, con lo cual, es imposible pensar que podemos ayudar a todos los países del mundo”, y recuerda que el propio Papa se lo dijo: “Lo que podemos hacer es llevar signos de la presencia de la Iglesia” y nos hemos movido haciendo videoconferencias con los responsables de la Pastoral de la Salud, los capellanes de los hospitales, los capellanes de las cárceles… muchísimos campos”.

Durante el encuentro, también participaron el cardenal Peter Turkson, prefecto del Dicasterio, y Aloysius John, secretario general de Caritas Internationalis –ambos miembros de la Comisión Pontificia creada por Francisco–, quienes destacaron la importancia del “compartir la información”, pero también del “preparar un pensamiento común” para construir el futuro de la post-pandemia, informó el portal vaticano.

 

 

 

 

Día Mundial contra el Trabajo Infantil: El Papa llama a proteger a los menores

El futuro de la humanidad

junio 10, 2020 11:26

Audiencia General

(zenit – 10 junio 2020).- Con motivo de la Día Mundial contra el Trabajo Infantil, el Papa Francisco llama a las instituciones a “esforzarse al máximo para proteger a los menores, colmando las brechas económicas y sociales que constituyen la base de la distorsionada dinámica en la que, desgraciadamente, se ven envueltos”.

Al final de la audiencia general, celebrada hoy, 10 de junio de 2020, en la biblioteca del Palacio Apostólico, el Santo Padre ha recordado que “todos somos responsables” de esta lamentable situación y que “los niños son el futuro de la familia humana: depende de todos nosotros fomentar su crecimiento, su salud y su serenidad”.

Igualmente, ha descrito cómo en la actual situación de emergencia sanitaria por el coronavirus, “en varios países muchos niños y jóvenes están obligados a realizar trabajos inadecuados a su edad, para ayudar a sus familias en condiciones de extrema pobreza”. En muchos casos, subraya, “se trata de formas de esclavitud y reclusión que causan sufrimientos físicos y psicológicos”.

 

152 millones de niños trabajan

Según indica la Organización de Naciones Unidas (ONU), el Día Mundial contra el Trabajo Infantil de 2020 se centrará en el impacto de la crisis actual en el trabajo infantil, pues la pandemia de salud de COVID-19 y el consiguiente impacto económico y de mercado laboral están teniendo un gran impacto en la vida y los medios de vida de las personas.

Lamentablemente, los niños suelen ser los primeros en sufrir y esta recesión puede empujar a millones de niños vulnerables al trabajo infantil. Se estima que ya hay 152 millones de niños en situación de trabajo infantil, de los cuales 72 millones realizan trabajos peligrosos.

La catequesis pronunciada por el Pontífice este miércoles, en consonancia con el ciclo de catequesis en torno a la oración, ha versado sobre la historia de Jacob. En un encuentro nocturno, Dios transformó a este patriarca, de manera que “quien antes era ‘impermeable’ a la gracia y a la misericordia a causa de su presunción, Dios lo salvó de su extravío y lo miró con ternura”.

 

 

 

 

Audiencia general: Sexta catequesis del Papa sobre la oración

Texto completo

junio 10, 2020 13:11

Audiencia General

(zenit –10 junio 2020).- En su sexta catequesis sobre la oración, el Papa Francisco ha resaltado que, como Jacob, todos tenemos una cita con Dios en la noche oscura: “Una hermosa invitación a dejarnos cambiar por Dios. Él sabe cómo hacerlo, porque conoce a cada uno de nosotros. ‘Señor, Tú me conoces’, puede decirlo cada uno de nosotros. ‘Señor, Tú me conoces. Cámbiame’”.

La audiencia general de hoy, 10 junio de 2020, tal y como ocurre desde la irrupción de la pandemia de coronavirus, ha sido celebrada en la biblioteca del Palacio Apostólico. En concreto, la reflexión del Santo Padre ha versado sobre “La oración de Jacob”  (Gen 32, 25-30).

 

La historia de Jacob

Sobre la historia de este patriarca, el Santo Padre ha resaltado la rivalidad con su hermano gemelo, Esaú, al que mediante engaños le arrebató la bendición de la primogenitura: “el primero de una larga serie de ardides de los que este hombre sin escrúpulos es capaz”, indica.

Obligado a huir lejos de su hermano, Francisco considera que Jacob era un hombre “hecho así mismo”, “capaz de conquistar todo lo que desea”, pero al que le falta “la relación viva con sus raíces”, explica.

Un día, el patriarca sintió “la llamada del hogar, de su antigua patria”, y emprende el camino hacia ella con una caravana numerosa de personas y animales. En la última etapa, el vado de Yabboq, el libro del Génesis relata  se queda solo en la orilla del río.  Por la noche, un desconocido, que es Dios, lo agarra y comienza a luchar con él.

 

Combate de la fe

Sobre este combate, el Papa destaca que el Catecismo expone que “la tradición espiritual de la Iglesia ha tomado de este relato el símbolo de la oración como un combate de la fe y una victoria de la perseverancia” (CIC, 2573).

Tras luchar toda la noche, Jacob es vencido por un golpe de su oponente en el nervio ciático, que le provocará una cojera que le acompañará toda la vida. Entonces, el luchador le dijo: “En adelante no te llamarás Jacob sino Israel; porque has sido fuerte contra Dios y contra los hombres, y le has vencido”: el Señor “le cambia el nombre, le cambia la vida, le cambia la actitud”, apunta.

 

Metáfora de la oración

Luchar con Dios, para el Pontífice, constituye “una metáfora de la oración”. Antes de la lucha, Jacob era un hombre “impermeable a la gracia, refractario a la misericordia; no conocía lo que es la misericordia. ‘¡Aquí estoy yo, mando yo!’, no consideraba que necesitaba misericordia. Pero Dios salvó lo que estaba perdido. Le hizo entender que estaba limitado, que era un pecador que necesitaba misericordia y lo salvó”.

En este sentido, el Obispo de Roma describe que todos tenemos una cita en la noche con Dios, “en la noche de nuestra vida, en las muchas noches de nuestra vida: momentos oscuros, momentos de pecados, momentos de desorientación. Ahí hay una cita con Dios, siempre”.

Así, “Él nos sorprenderá en el momento en el que no nos lo esperemos, en el que nos encontremos realmente solos” y entonces “no deberemos temer: porque en ese momento Dios nos dará un nombre nuevo, que contiene el sentido de toda nuestra vida; nos cambiará el corazón y nos dará la bendición reservada a quien se ha dejado cambiar por Él”.

***

 

Catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Continuamos nuestra catequesis sobre el tema de la oración. El libro del Génesis, a través de las vivencias de hombres y mujeres de épocas lejanas nos cuenta historias en las que podemos reflejar nuestra vida. En el ciclo de los patriarcas encontramos también la de un hombre que había hecho de la sagacidad su mejor cualidad: Jacob. El relato bíblico nos habla de la difícil relación que Jacob tenía con su hermano Esaú. Desde pequeños hay rivalidad entre ellos y nunca la superarán. Jacob es el segundo hijo -eran gemelos-, pero mediante  engaños consigue arrebatar a su padre Isaac la bendición y el don de la primogenitura  (cf. Génesis 25,19-34). Es solo el primero de una larga serie de ardides de los que este hombre sin escrúpulos es capaz. También el nombre de “Jacob” significa alguien que tiene sagacidad al moverse.

Obligado a huir lejos de su hermano, parece tener éxito en cada gesta de su vida. Es hábil en los negocios: se enriquece mucho, convirtiéndose en propietario de un rebaño enorme. Con tenacidad y paciencia consigue casarse con la  hija más hermosa de Labán, de la que estaba realmente enamorado. Jacob – diríamos con lenguaje moderno – es un hombre que “se ha hecho a sí mismo”, con ingenio, sagacidad, es capaz de conquistar todo lo que desea. Pero le falta algo. Le falta la relación viva con sus raíces.

Y un día siente la llamada del hogar, de su antigua patria, donde todavía vivía Esaú, el hermano con el que siempre había mantenido una pésima relación. Jacob parte y lleva a cabo un largo viaje con una caravana numerosa de personas y animales, hasta que llega a la última etapa, al  vado de Yabboq. Aquí el libro del Génesis nos ofrece una página memorable (cf. 32,23-33). Relata que el patriarca, después de haber hecho atravesar el río a toda su gente y a todo el ganado -que era mucho-, se queda solo en la orilla extranjera. Y piensa: ¿Qué lo espera para el mañana? ¿Qué actitud tomará su hermano Esaú, al que había robado la primogenitura? La mente de Jacob es una turbina de pensamientos… Y, mientras oscurece, de repente un desconocido lo aferra y comienza a luchar con él. El Catecismo explica: “La tradición espiritual de la Iglesia ha tomado de este relato el símbolo de la oración como un combate de la fe y una victoria de la perseverancia” (CIC, 2573).

Jacob luchó durante toda la noche, sin soltar nunca a su oponente. Al final es vencido, golpeado por su rival en el nervio ciático, y desde entonces será cojo para toda la vida. Aquel misterioso luchador pregunta el nombre al patriarca y le dice: “En adelante no te llamarás Jacob sino Israel; porque has sido fuerte contra Dios y contra los hombres, y le has vencido” (v. 29). Como diciendo: nunca serás el hombre que camina así, sino recto. Le cambia el nombre, le cambia la vida, le cambia la actitud. Te llamarás Israel. Entonces también Jacob pregunta al otro: “Dime por favor tu nombre”. Aquel no se lo revela, pero, en compensación, lo bendice. Y Jacob entiende que ha encontrado a Dios “cara a cara” (cf. vv. 30-31).

Luchar con Dios: una metáfora de la oración. Otras veces Jacob se había mostrado capaz de dialogar con Dios, de sentirlo como una presencia amiga y cercana. Pero en esa noche, a través de una lucha que duró mucho tiempo y que casi lo vio sucumbir, el patriarca salió cambiado. Cambio de nombre, cambio del modo de vivir y cambio de la personalidad: sale cambiado. Por una vez ya no es dueño de la situación -su sagacidad no sirve-, ya no es el hombre estratega y calculador; Dios lo devuelve a su verdad de moral que tiembla y tiene miedo, porque Jacob en la lucha tiene miedo. Por una vez Jacob no tiene otra cosa que presentar a Dios que su fragilidad y su impotencia, también sus pecados. Y es este Jacob el que recibe de Dios la bendición, con la cual entra cojeando en la tierra prometida: vulnerable y vulnerado, pero con el corazón nuevo. Una vez escuché decir a un anciano -buen hombre, buen cristiano, pero pecador que tenía tanta confianza en Dios- decía: “Dios me ayudará; no me dejará solo. Entraré en el paraíso, cojeando, pero entraré”. Antes era alguien que estaba seguro de sí mismo, confiaba en su propia sagacidad. Era un hombre impermeable a la gracia, refractario a la misericordia; no conocía lo que es la misericordia. “¡Aquí estoy yo, mando yo!”, no consideraba que necesitaba misericordia. Pero Dios salvó lo que estaba perdido. Le hizo entender que estaba limitado, que era un pecador que necesitaba misericordia y lo salvó.

Todos nosotros teníamos una cita en la noche con Dios, en la noche de nuestra vida, en las muchas noches de nuestra vida: momentos oscuros, momentos de pecados, momentos de desorientación. Ahí hay una cita con Dios, siempre. Él nos sorprenderá en el momento en el que no nos lo esperemos, en el que nos encontremos realmente solos. En aquella misma noche, combatiendo contra lo desconocido, tomaremos conciencia de ser solo pobres hombres -me permito decir “pobrecitos”-, pero, precisamente entonces, no deberemos temer: porque en ese momento Dios nos dará un nombre nuevo, que contiene el sentido de toda nuestra vida; nos cambiará el corazón y nos dará la bendición reservada a quien se ha dejado cambiar por Él. Esta es una hermosa invitación a dejarnos cambiar por Dios. Él sabe cómo hacerlo, porque conoce a cada uno de nosotros. “Señor, Tú me conoces”, puede decirlo cada uno de nosotros. “Señor, Tú me conoces. Cámbiame”.

© Librería Editorial Vaticana

 

 

 

 

Estados Unidos: Funeral de George Floyd en Houston

9 de junio, “Día de George P. Lloyd”

junio 10, 2020 18:07

Derechos humanos y justicia

(zenit – 10 junio 2020).- El funeral de George Floyd, el ciudadano afroamericano asesinado el 25 de mayo por un policía blanco en Minneapolis, tuvo lugar ayer, 9 de junio de 2020, en su ciudad natal, Houston, Texas, Estados Unidos (EE.UU).

Según informa L’Osservatore Romano, tras el entierro en la cercana ciudad de Pearland junto a su madre Lacenia, que murió en 2018 y que fue invocada repetidamente por Floyd justo antes morir.

El país norteamericano siguió la ceremonia del funeral en directo por la televisión y las redes sociales. El ritual, celebrado en privado, fue atendido exclusivamente por unos pocos cientos de personas, incluidos personajes famosos, políticos y los familiares de los afroamericanos que han muerto en el pasado en tras la intervención policial en varias ciudades de los Estados Unidos.

 

Día de George Perry Floyd

Durante el funeral, el alcalde de Houston, Sylvester Turner, anunció que el 9 de junio será el Día de George Perry Floyd en la ciudad. “Lo honramos no porque haya sido perfecto, lo honramos hoy porque su última respiración nos ha permitido respirar a todos nosotros”, dijo.

Además, también ayer, el Senado de EE.UU. nombró por unanimidad al general Charles Brown Jr. como nuevo líder de la Fuerza Aérea estadounidense, convirtiéndose en el primer oficial afroamericano que dirigirá una sucursal de las fuerzas armadas norteamericanas.

 

Protestas

El caso de Floyd fue la gota que colmó el vaso en torno al antiguo problema de la violencia racial en EE.UU. No solo en Minneapolis, sino también varias ciudades de la nación, incluyendo Los Ángeles, Dallas, Detroit, Nueva York, Washington y Filadelfia miles de personas de personas han participado en las protestas de que ha mostrado su desacuerdo con este hecho.

De este modo, en solo unas horas Floyd se convirtió en el símbolo de la lucha contra el racismo, no solo en su país, sino también en el resto del mundo. Efectivamente, en el resto del globo, miles de personas han iniciado una marcha colectiva para exigir el pleno reconocimiento de los derechos civiles de los afroamericanos, indica el medio vaticano.

 

Palabras del Papa Francisco

En la audiencia general del miércoles 3 de junio, el Papa Francisco condenó todo tipo de “racismo o exclusión” y se unió a la Iglesia local de San Pablo y Minneapolis, y a todos los Estados Unidos, “para rezar por el descanso del alma de George Floyd y de todos los demás que han perdido sus vidas por el pecado del racismo”.

Además, el Santo Padre hizo un llamamiento a la paz y al respeto de “toda vida humana” con motivo de las revueltas surgidas en EE.UU. y realizó una llamada a Mons. Gómez, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos del país, recibió una llamada del Pontífice, en la este le transmitió “sus oraciones y su cercanía a la Iglesia y al pueblo de los Estados Unidos en este momento de inquietud”.

Por otro lado, el pasado 5 de junio, en Roma, el cardenal Farrell, prefecto del Dicasterio Vaticano para los Laicos, la Familia y la Vida, presidió una Vigilia por la Convivencia Pacífica en Estados Unidos, organizada por la Comunidad de Sant’Egidio en la que se oró por la unidad y la paz en el país.

 

 

 

 

Sagrado Corazón: El Papa anima a confiarle “todas las ansiedades”

Junio, mes dedicado a esta devoción

junio 10, 2020 16:53

Audiencia General

(zenit – 10 junio 2020).- En pleno mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, el Papa Francisco indicó que: “Al Corazón Divino, lleno de paz y amor, podemos confiar todas las ansiedades de nuestros corazones y nuestro amor imperfecto”.

En la audiencia general de hoy, 10 de junio de 2020, celebrada en la biblioteca del Palacio Apostólico y emitida en directo por zenit, el Santo Padre describió que “del Corazón traspasado del Salvador fluye, para toda la humanidad, la fuente de todo consuelo y el océano de la Divina Misericordia. ¡Jesús, manso y humilde de corazón, hace que nuestros corazones sean similares a los suyos!”.

Estas palabras de Francisco están incluidas en su saludo a los fieles de Polonia. A lo largo del mismo, también destacó que este mes es “especialmente sentido” entre los católicos del país.

 

Sagrado Corazón de Jesús

La fiesta del Sagrado Corazón, celebrada el viernes siguiente a la solemnidad de Corpus Christi, fue formalmente aprobada para toda la Iglesia en 1873, otorgándose una serie de indulgencias, entre las que destaca la indulgencia plenaria –remisión total de la pena temporal pendiente de purificación tras el perdón de los pecados– por la recepción de la Comunión en la Santa Misa durante nueve primeros viernes de mes seguidos.

Durante el mes de junio y en particular en la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, la Iglesia contempla cómo el amor de Dios Hijo se traduce en gestos cercanos a los hombres.

 

Catequesis del Papa

“La oración de Jacob” es el título de la sexta catequesis del Papa sobre la oración. En ella, el Pontífice ha meditado en torno al encuentro de este patriarca con el Señor, que le transformó.

De este modo, quien antes “era ‘impermeable’ a la gracia y a la misericordia a causa de su presunción, Dios lo salvó de su extravío y lo miró con ternura”.

 

 

 

 

Papa Francisco: Corpus Christi, “energía para los momentos difíciles”

Saludo a jóvenes y ancianos

junio 10, 2020 14:04

Audiencia General

(zenit – 10 junio 2020).- Dado que mañana es la solemnidad del Corpus Christi, el Papa Francisco ha instado “a encontrar en la Eucaristía la energía necesaria para vivir los momentos difíciles con fortaleza cristiana”.

Estas palabras del Santo Padre han sido pronunciadas durante su saludo especial a los ancianos, los jóvenes, los enfermos y los recién casados, al final de la audiencia general de hoy, 10 de junio de 2020, celebrada en la biblioteca del Palacio Apostólico emitida en directo por la página de Facebook de zenit.

 

“Lograr una vida eucarística”

Previamente, en sus palabras a los fieles italianos, Francisco señaló que “la hostia consagrada contiene la persona de Cristo: estamos llamados a buscarlo ante el tabernáculo en la iglesia, pero también en ese tabernáculo que son los últimos, los que sufren, los solitarios y los pobres. El mismo Jesús lo dijo”.

Aunque este año no es posible celebrar esta festividad de la Iglesia con eventos públicos, el Papa ha remarcado que, igualmente, “podemos lograr una ‘vida eucarística’”.

 

Misa del Corpus Christi

El Pontífice presidirá la Santa Misa de Corpus Christi, el próximo domingo 14 de junio en el Altar de la Cátedra de la Basílica Vaticana con la presencia de unos 50 fieles. Al final de la celebración, tendrá lugar la exposición del Santísimo Sacramento y la bendición eucarística.

En la catequesis de hoy, perteneciente a la serie sobre la oración, el Obispo de Roma ha rememorado la historia del patriarca Jacob, subrayando que, como él, todos tenemos una cita con Dios en la noche oscura: “Una hermosa invitación a dejarnos cambiar por Dios. Él sabe cómo hacerlo, porque conoce a cada uno de nosotros. ‘Señor, Tú me conoces’, puede decirlo cada uno de nosotros. ‘Señor, Tú me conoces. Cámbiame’”.

 

 

 

 

España: El Rey Felipe VI llama por teléfono al cardenal Omella

Pésame por los sacerdotes fallecidos

junio 10, 2020 14:51

Iglesia católica

(zenit – 10 junio 2020).- Esta mañana, su majestad el rey de España, Felipe VI, ha llamado al presidente de la Conferencia Episcopal Española, el arzobispo de Barcelona, cardenal Juan José Omella, según ha informado la Iglesia española en un comunicado.

En el transcurso de la conversación, mantenida este miércoles, 10 de junio de 2020, Felipe VI “le ha transmitido la condolencia por los sacerdotes fallecidos durante esta pandemia al tiempo que se ha interesado por la salud de los obispos y sacerdotes contagiados y por la situación eclesial durante esta difícil situación”, ha anunciado la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal.

 

Segundo encuentro con la Iglesia

Este ha sido el segundo encuentro público que ha establecido la Familia Real española con la Iglesia con motivo de la crisis del coronavirus: El primero lo llevó a cabo el rey Felipe VI el pasado 27 de marzo, junto a la reina Letizia, por videoconferencia con tres de los principales representantes de Cáritas: su presidente, Manuel Bretón; su secretaria general, Natalia Peiro; y el director de Cáritas Madrid, Luis Hernández Vozmediano.

Además, ha agradecido el servicio que la Iglesia presta a las sociedad española en el momento presente y que se hace visible en la memoria de actividades de la misma, a través de centros de acogida y comedores, así como las otras ayudas prestadas por asociaciones y ONG vinculadas a la Iglesia, como Cáritas y Manos Unidas.

El episcopado español presentó el pasado viernes 5 de junio la Memoria Anual de Actividades de la Iglesia Católica en España correspondiente al año 2018, donde se indica que la Iglesia cuenta en este país con 9.119 centros sociales y asistenciales de la Iglesia en los que fueron atendidas 4.095.346 personas durante ese año.

 

 

 

 

Audiencia general: Palabras del Papa a los hablantes de español

Pide fortaleza para “aceptar nuestra fragilidad”

junio 10, 2020 11:53

Audiencia General

(zenit – 10 junio 2020).- Durante la audiencia general, el Papa Francisco dirigió unas palabras a los hablantes de español en las que pide a Dios “que nos dé la fortaleza para dejarnos sorprender por su misericordia, para aceptar nuestra fragilidad sin temor”.

De acuerdo con el relato sobre el patriarca Jacob, que se encontró con el Señor por la noche, el Santo Padre animó a confiar en que “aunque sea de noche y estemos solos, combatiendo contra lo desconocido, Dios puede dar sentido a toda nuestra vida y regalarnos la bendición que reserva a quien se deja trasformar por Él”.

Esta intervención tuvo lugar en el habitual saludo a los fieles de lengua española del Pontífice en la audiencia general celebrada hoy, 10 de junio de 2020, y emitidia en streaming desde la biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano.

En su catequesis, Francisco reflexionó sobre “La oración de Jacob”, un hombre astuto al que Dios salvó “de su extravío y lo miró con ternura”.

 

 

 

 

“Corpus Christi, presencia de Cristo en el pan vivo”, por el padre Antonio Rivero

Fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo

junio 10, 2020 11:15

Espiritualidad y oración

 

CORPUS CHRISTI

Ciclo A

Textos: Dt 8, 2-3.14-16; 1 Co 10, 16-17; Jn 6, 51-59

Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor en el Noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey (México) y asistente del Centro Sacerdotal Logos en México y Centroamérica, para la formación de sacerdotes diocesanos.

Idea principal: Cristo es el Pan vivo con sabor de vida eterna.

Resumen del mensaje: El hombre, durante su peregrinar en la tierra, es un ser radical y espiritualmente hambriento (primera lectura). Y Dios en la Eucaristía vino a satisfacer esa hambre interior humana y espiritual (evangelio). Al comer la Eucaristía, no sólo alimentamos nuestra alma, sino que formamos un solo cuerpo con Cristo (segunda lectura), como dirá tantas veces san Agustín.

 

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, muchos kilómetros tenemos que recorrer en esta tierra hasta llegar a la eternidad. Tenemos que llevar suficientes provisiones en nuestra alforja, si no, desfallecemos irremediablemente en el camino. Si hay algo que no debe faltar es el Pan de la Eucaristía, sin el cual no tendríamos fuerza para avanzar y cantar, y moriríamos de hambre. Durante nuestra travesía somos seducidos por tantos restaurantes que vemos a izquierda e a derecha, tentándonos y ofreciéndonos un menú suculento que satisface nuestro vientre y nuestros sentidos, pero no sacian nuestra hambre y sed de eternidad y de cielo.

En segundo lugar, Dios sabiendo de nuestra hambre radical, nos prepara un banquete para nuestra alma con el Cuerpo y la Sangre de su Hijo. Este Pan es remedio de inmortalidad, como dice san Ignacio de Antioquía, es decir, es el Pan que nos garantiza la resurrección, incluso de nuestro cuerpo. Pero también este Pan en este día del Corpus Christi es pan no sólo para ser comido en el banquete de la misa, sino también para ser contemplado y adorado y vitoreado. Por eso, paseamos por las calles de los pueblos y ciudades, asentado en la custodia, ese Pan consagrado que es Cristo. Lo vemos, contemplamos, adoramos y cantamos con gozo. Es la presencia de Cristo ofrecida para aliento en nuestras tristezas, y para que también nosotros nos convirtamos en pan fresco para nuestros hermanos con nuestra caridad; pan que se parte, se reparte y se comparte; y así nuestros hermanos podrán tener vida y nadie muera de hambre.

Finalmente, en la secuencia, compuesta por santo Tomás de Aquino, cantamos hoy: Este Pan “lo comen buenos y malos, con provecho diferente; para unos es vida; para otros, muerte”. Para comer este Pan con dignidad y respeto, nuestra alma tiene que estar limpia, nuestro corazón adecentado. No podemos tirar este Pan de los ángeles a los perros de nuestras pasiones desordenadas. Es para los hijos que se acercan al banquete con el traje de gala de la gracia y amistad con Dios en el alma. Para san Agustín de Hipona, la Eucaristía tiene como finalidad última la unión de los cristianos con Cristo y entre sí. Es lo que san Pablo en la segunda lectura de hoy nos dice: “formamos un solo cuerpo, porque todos comemos del mismo pan”. La Eucaristía es el medio privilegiado para edificar la Iglesia. Por eso podemos decir con san Agustín que la Eucaristía es “sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad”. San Juan Pablo II en su encíclica sobre la Eucaristía nos dijo que la Iglesia vive de la Eucaristía. Esto significa que sin Eucaristía la Iglesia sería un museo de piezas inertes, muertas. Y nosotros, cadáveres ambulantes.

Para reflexionar: ¿Tengo hambre del Pan de vida eterna, o tengo el estómago ya hecho a los manjares mundanos? ¿Noto que la Eucaristía me transforma en Jesús, y me hace pensar, sentir y amar como Cristo? ¿Comulgo en estado de amistad con el Señor? ¿Me doy tiempo para contemplar y adorar a Cristo Eucaristía en la Iglesia una vez por semana?

Para rezar:

Gracias Señor, porque en la última Cena partiste tu pan y vino en infinitos trozos, para saciar nuestra hambre y nuestra sed.

Gracias Señor, porque en el pan y el vino nos entregas tu vida y nos llenas de tu presencia.

Gracias Señor, porque nos amaste hasta el final, hasta el extremo que se puede amar: morir por otro, dar la vida por otro.

Gracias Señor, porque quisiste celebrar tu entrega, en torno a una mesa con tus amigos, para que fuesen una comunidad de amor.

Gracias Señor, porque en la eucaristía nos haces UNO contigo, nos unes a tu vida, en la medida en que estamos dispuestos a entregar la nuestra…

Gracias, Señor, porque todo el día puede ser una preparación para celebrar y compartir la eucaristía…

Gracias, Señor, porque todos los días puedo volver a empezar…, y continuar mi camino de fraternidad con mis hermanos, y mi camino de transformación en ti…

 

Para cualquier duda, pregunta o sugerencia, aquí tienen el email del padre Antonio, arivero@legionaries.org

 

 

 

 

Mons. Felipe Arizmendi: “Ante la COVID-19, ¿qué ofrece la Iglesia?”

“La fe en Cristo nos lleva a los demás”

junio 10, 2020 13:48

Análisis

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas

 

VER

Es alarmante la forma en que el contagio se ha expandido, provocando una gran cantidad de muertes. La ciencia y la técnica están haciendo su máximo esfuerzo para encontrar la vacuna que detenga la pandemia. Las medidas restrictivas que han tomado los gobiernos son indispensables para controlar el contagio masivo, aunque mucha gente no hace caso de nada. Las economías se han fracturado y la supervivencia de millones está en riesgo. ¿Qué pueden ofrecer las religiones, en particular nuestra Iglesia?

Un cardenal africano dice que esta pandemia es una llamada de atención a nuestra Iglesia, para que se centre en lo suyo, que es la fe, la oración, los sacramentos, la predicación… Es como una acusación, porque dice que hablar de ecología, de la Amazonia, de los pobres, de la justicia, y que tomar tantas precauciones ante la pandemia, es como alejarse de lo que nos da identidad en Cristo. Es lo mismo que dicen otras personas, que se consideran auténticas católicas. No estoy de acuerdo con esas afirmaciones, porque la fe en Cristo nos lleva indefectiblemente a los demás, a no desentendernos de lo que están sufriendo, para no regresar a un sacerdocio del Antiguo Testamento, centrado en el culto y la oración.

 

PENSAR

El Concilio Vaticano II, en su Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual, Gaudium et spes, hace ya 55 años, expresaba:

“Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón” (1).

“Para cumplir su misión, es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y futura y sobre la mutua relación de ambas. Es necesario por ello conocer y comprender el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y el sesgo dramático que con frecuencia le caracteriza.

El género humano se halla hoy en un periodo nuevo de su historia, caracterizado por cambios profundos y acelerados, que progresivamente se extienden al universo entero. Los provoca el hombre con su inteligencia y su dinamismo creador, pero recaen luego sobre el hombre… Como ocurre en toda crisis de crecimiento, esta transformación trae consigo no leves dificultades. Así, mientras el hombre amplía extraordinariamente su poder, no siempre consigue someterlo a su servicio” (4).

“El mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil, capaz de lo mejor y de lo peor, pues tiene abierto el camino para optar por la libertad o la esclavitud, entre el progreso o el retroceso, entre la fraternidad o el odio.  El hombre sabe muy bien que está en su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él ha desencadenado, y que pueden aplastarle o servirle. Por ello se interroga a sí mismo” (9).

“Cree la Iglesia que Cristo muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo, a fin de que pueda responder a su máxima vocación y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el que sea necesario salvarse. Igualmente, cree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se halla en su Señor y Maestro. Afirma además la Iglesia que, bajo la superficie de lo cambiante, hay muchas cosas permanentes, que tienen su último fundamento en Cristo, quien existe ayer, hoy y para siempre. Bajo la luz de Cristo, imagen de Dios invisible, primogénito de toda la creación, el Concilio habla a todos para esclarecer el misterio del hombre y para cooperar en el hallazgo de soluciones que respondan a los principales problemas de nuestra época” (10).

 

ACTUAR

La fe en Cristo Jesús nos lleva a poner nuestra esperanza en la vida plena que Él nos ofrece, desde este mundo y en la posteridad. Todo pasa, la vida también; pero estando con Cristo, tenemos garantizada vida para siempre. Por ello, hay que acercarse a Él desde el corazón, aunque de momento no se pueda asistir a una iglesia, ni recibir los sacramentos. Hagamos mucha oración, que tiene un poder invisible e increíble.

Esa misma fe nos impulsa a hacer cuanto podamos por los demás, por los enfermos y pobres, por los que sufren y por quienes viven en soledad. Agradecemos al personal sanitario, que expone su vida en bien del prójimo; son verdaderos hermanos y mártires. Y cada quien miremos alrededor, para ver si podemos hacer algo por otras personas, tomando las debidas precauciones de salud para no aumentar los contagios.

 

 

 

 

Píldoras de esperanza: “Jesús nos pide una identidad”

Miércoles, 10 junio 2020

junio 10, 2020 10:03

Espiritualidad y oración

 

Reflexión de los Evangelios diarios

Invocamos al Espíritu Santo

“Ven a mi vida Espíritu Santo y lléname de alegría y paz, pues mi corazón te necesita y dale sabiduría a mi mente para poder entender la Palabra de Dios. Amén”

 

Evangelio según San Mateo 5, 17-19

“No piensen que llegué para acabar con la Ley de Moisés o las enseñanzas de los Profetas. No vine a terminarlos, sino a darles todo su valor. Les digo ciertamente que mientras dure el cielo y la tierra, no se perderá nada de la Ley, ni la más mínima letra, ni ningún acento hasta que todo se haya cumplido. Por lo tanto, cualquiera que desobedezca el menor mandamiento y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado el más pequeño en el Reino de los Cielos. Pero quien obedezca la Ley y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado grande en el Reino de los Cielos”.

Palabra del Señor

 

¿Qué dice el texto?

“Pero quien obedezca la Ley y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado grande en el Reino de los Cielos”.

 

¿Qué nos dice Dios el día de hoy a nosotros a través de este texto?

Muchas personas piensan que Jesús fundó una nueva religión y destruyó la propia. Pero no es así. Jesús nació en el pueblo judío, allí vivió, aprendió sus leyes y costumbres y siempre las cumplió. Aquí vemos claramente que Él mismo nos invita no sólo a obedecer la Ley, sino también a enseñar a los otros a cumplir y obedecer.

El movimiento de las frases de Jesús es doble: Cumplir (hacia adentro), enseñar (hacia afuera).

Es bueno que nosotros nos preguntemos ¿cómo estamos hacia adentro? Es decir, Jesús quiere que tengamos una persona y una personalidad única. ¿Cuántos casos de desdoblamientos de personalidades hay en estos días…? Asusta ver cómo tantas personas tienen una personalidad diversa, ya sea en la Iglesia, ya sea en su trabajo, ya sea en su vida privada… Tristemente no nos salvamos en la Iglesia y tanto daño nos hace este tema tan escabroso. Pareciera que los medios de comunicación modernos han sacado a relucir este problema. Jesús nos pide una identidad, una identificación de persona y personalidad, sabiendo que es difícil, pero no imposible.

Pero también nos preguntamos hacia fuera: ¿Qué hacemos específicamente para enseñar a los demás las grandes leyes y valores del cristianismo? Pensemos en primer lugar que nuestra persona debe ser ya una fuente de inspiración cristiana para los demás. Los grandes valores que encontramos en la Sagrada Escritura han fundado países, grupos humanos, etc. Y nosotros debemos ser como los abanderados que llevan esta bandera de los valores. Honestidad, honradez, patriotismo, cultura, respeto por los demás, igualdad, libertad, fraternidad, tantos otros valores que en el fondo sabemos que nos vienen de la Palabra de Dios que debe cumplirse.

Hoy no es fácil vivir una vida única, muchos factores culturales nos llevan a dispersarnos, pero el ideal cristiano nos une y nos invita a ser tan emotivamente eficaces en llevar adelante estos principios. Cada uno en su pueblo tiene unos líderes y próceres que han fundado las naciones. ¿Te has preguntado cuántos valores cristianos nos legaron? Es bueno definirse y defender los valores cristianos, en todo momento, desde nuestras redes sociales hasta el momento más personal e íntimo que tenemos con nosotros mismos y con Dios.

Te invito a que repitas hoy varias veces una estrofa de uno de los salmos más largos, el 119, que en el versículo 97 dice así:

¡Cuánto amo tu ley! Sobre ella medito todo el día.

Te invito a conocer más de nuestro trabajo diario sobre la Lectura Orante de la Biblia

 

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Santa María Rosa Molas y Vallvé, 11 de junio

Maestra de humanidad

junio 10, 2020 09:00

Testimonios de la Fe

 

“Maestra de humanidad la denominó Pablo VI. Juan Pablo II glosó su figura recordando que fue consoladora de los pobres, dadora de paz. Valiente y generosa fue también esta fundadora de las Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación”

Pablo VI sintetizó lo que dio de sí la vida de esta santa mujer para tantos desvalidos, reconociendo en ella la sabiduría divina que latía en su excelsa acción caritativa. Fue, según sus palabras, “maestra de humanidad, que vivió el desafío humanizante de la civilización del amor”. A su vez, Juan Pablo II concretó su labor diciendo que: “consolaba sosteniendo la esperanza de los pobres, defendiendo su vida y sus derechos, curando heridas del cuerpo y del alma; consolaba luchando por la justicia, construyendo la paz, promoviendo a la mujer; consolaba con humildad, con mansedumbre, con bondad y misericordia; consolaba con la libertad de los hijos de Dios que nada temen”.

Nació en Reus, Tarragona, España, el 24 de marzo de 1815 en la transición del Jueves al Viernes Santo, un hecho destacado por su biógrafo que vio en ello un signo anticipatorio de lo que sería su devenir. Sus padres eran catalanes, aunque el cabeza de familia tenía ascendencia andaluza; se ganaban la vida como artesanos. A su lado forjó su carácter enérgico, tenaz, sensible, intuitivo y generoso; no le pasaba desapercibido el sufrimiento de quienes le rodeaban. La primera comunión marcó el inicio de una vida espiritual que iría madurando progresivamente al punto de exclamar: “Quien llega a probar cuán dulce es Dios no puede dejar de caminar en su presencia”.

A los 16 años decidió ser religiosa. Su padre, creyente comprometido, no supo ver el alcance de su petición y le negó el permiso. La santa esperó una década. Transcurrido ese tiempo dio el paso definitivo, aunque tuvo que dejar su hogar a escondidas. Llegó al hospital de Reus dirigido por la “Corporación de Caridad” y se integró en ella. Y caridad ofreció a raudales, dando inequívoco testimonio de fe, poniéndose de parte de los débiles. Esta mujer valerosa, casi emulando a la heroína Agustina de Aragón, cuando en junio de 1844 cayeron las bombas sobre Reus no dudó en atravesar la línea de fuego junto a otras hermanas y presentarse ante el general Zurbano pidiéndole clemencia para la población, demanda que le fue concedida. Cinco años más tarde el ayuntamiento de Tortosa pensó en la idoneidad de las religiosas para gestionar la Casa de Misericordia que atravesaba un momento delicado. La atendieron cuatro, encabezadas por María Teresa. Ésta nuevamente brilló por su admirable labor y celo hacia los desvalidos, almas fragmentadas sin cobijo y con numerosas carencias.

Antes de hallarse en posesión de la titulación de magisterio, que obtuvo en 1852, dirigió una escuela pública de niñas. Siguiendo la indicación de sus superiores, cursó estudios en secreto. Cuando el hecho se hizo público, recayeron sobre ella las sanciones pertinentes que culminaron con su separación del centro escolar. Paciente y generosa, no se quejó, no albergó resentimiento alguno, ni quedó afectada por las numerosas críticas y ataques que recibió. Puso su experiencia al servicio de los demás dando lugar a la apertura de un lazareto. En 1852, siendo ya profesional acreditada, dirigió el hospital de la Santa Cruz. Caridad y justicia fueron parejas en su vida. Se negó a jurar ante la máxima autoridad local presupuestos atentatorios contra la Iglesia. Con bravura defendió a las madres lactantes y a los discriminados en sus trabajos. No se arredró cuando tuvo que enfrentarse a un médico que pretendía utilizar monstruosamente la ciencia para experimentos quirúrgicos con niños abandonados por sus padres; se expresó con tanta contundencia que logró impedir este grave e inmoral desatino.

Desde ese año de 1852 fue madurando una idea que ponía a los pies de Cristo. La corporación a la que pertenecía no estaba bajo autoridad eclesial; era un asunto que había tratado con la superiora sin hallar eco. El hecho le inquietaba porque quería vivir al abrigo de la Iglesia, y no veía que estuviera haciéndolo. Entonces comenzó una etapa de discernimiento que llevó a su oración. Después de realizar diversas consultas, y aunque le costó mucho la decisión, se separó de las hermanas de Reus. El 14 de marzo de 1857 surgía la fundación de la nueva congregación. En esa fecha pidió la admisión de las trece hermanas integrantes “bajo la obediencia y dirección de la autoridad eclesiástica diocesana”. En noviembre del año siguiente, una vez que fueron autorizadas, tomaron el nombre de Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación. Y así culminaba otro paso más de la vida de esta santa mujer enamorada de Dios.

Ese “Esposo dulce”, a quien tiernamente denominaba también “dulzura mía”, en numerosas ocasiones se “ocultó”, y caminaba envuelta en la bruma de la aridez, como le ha sucedido a tantos seguidores de Cristo. La oscuridad y “silencio de Dios” fue un acicate para vivir la humildad, el olvido de sí y la abnegación heroica por amor a Él y al prójimo, sentimientos que sintetizó diciendo a sus hermanas: “Todo sea para gloria de Dios. Todo para bien de los hermanos. Nada para nosotras”. Tenía claro que aquello que se ofrece generosamente revierte en bendiciones sobre uno mismo. Es decir, que el sujeto de cualquier acción caritativa es el primero que percibe su riqueza. Esta convicción la transmitía a sus hijas: “El misericordioso se hace bien a sí mismo”. Experimentaba la fortaleza y el poder que Dios otorga a quienes le siguen con sincero corazón.

La conciencia de pequeñez estaba viva dentro de sí, pero sabía que por encima de ella predomina la voluntad de Dios que ha elegido actuar a través de sus débiles hijos. Por eso decía a sus hijas, con la certeza que proviene de la fe, que pese a ser insignificantes todas podían ser “instrumentos de su misericordia”. Murió el 11 de junio de 1876 después de solicitar permiso de su confesor, diciéndole: “¡Déjeme marchar!”. Pablo VI la beatificó el 8 de mayo de 1977. Juan Pablo II la canonizó el 11 de diciembre de 1988.