Servicio diario - 07 de abril de 2020


 

Australia: El cardenal George Pell es absuelto después de 405 días en prisión
Anita Bourdin

“Personas mayores: En la soledad, el coronavirus mata más”
Rosa Die Alcolea

La Santa Sede acoge “con satisfacción” la sentencia a favor de George Pell
Rosa Die Alcolea

Santa Marta: Francisco ora por los perseguidos que “sufren un juicio injusto”
Larissa I. López

Confinamiento: ¿Puedo seguir acudiendo a la confesión sacramental?
Redacción

Coronavirus: El Papa Francisco envía 60.000 euros al hospital de Bérgamo
Anne Kurian

Pascua: Intercambio de saludos entre el Papa y el gran rabino de Roma
Larissa I. López

Perú: Monseñor Miguel Cabrejos presidirá las celebraciones de Semana Santa
Christian Vallejo

“Fuertes en la tribulación”: Publicación del Vaticano para el tiempo de prueba
Rosa Die Alcolea

Panamá: Mons. Ulloa sobrevoló la arquidiócesis para bendecir a los fieles
Christian Vallejo

Irak: Pascua durante la pandemia, Dios “protegerá a Irak y al mundo”
Redacción

Estados Unidos: Mons. Gómez recuerda que “Cristo no está en cuarentena”
Larissa I. López

Píldoras de esperanza: “¿Qué has aprendido de ti mismo en estos días?”
Ricardo Grzona

Colombia: Hermana Johana, “gran testimonio de la vida” en su comunidad
Redacción

Padre Antonio Rivero: “El Cristo pascual es Luz, Palabra y Alimento”
Antonio Rivero

Santa María Rosa Julia Billiart, 8 de abril
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

Australia: El cardenal George Pell es absuelto después de 405 días en prisión

Una sentencia unánime
(zenit – 7 abril 2020).- El cardenal George Pell fue absuelto por unanimidad por el Tribunal Superior de Justicia de Australia el martes 7 de abril de 2020, tras haber salido de la prisión de Barwon (Victoria) después de 405 días de detención.

Los defensores de las víctimas de los pedófilos siguen sin creer en su inocencia y deploran la sentencia, que fue aprobada por unanimidad por siete jueces.

 

Declaración del juez Kiefel

En una declaración de una página y media, la presidenta del Tribunal Supremo, Susan Kiefel, dijo el martes que los siete jueces del Tribunal Supremo de Australia acordaron unánimemente que el tribunal inferior “debería haber albergado una duda sobre la culpabilidad” del demandante.

El Tribunal Superior sostuvo que existe “una probabilidad significativa de que se haya condenado a una persona inocente porque las pruebas no han establecido la culpabilidad con el nivel de prueba requerido”.

Los abogados del cardenal Pell habían puesto de relieve “serias inverosimilitudes” en los cargos, incluyendo la hora y el lugar de los supuestos asaltos: en la sacristía de los sacerdotes después de una misa en la catedral de Melbourne. Las inverosimilitudes fueron tenidas en cuenta por el Tribunal Superior, dijo Kiefel.

 

Declaración del cardenal Pell

El fallo reparó “una grave injusticia”, dijo el ex secretario de Economía de la Santa Sede, quien reafirmó su inocencia, que siempre se reivindicó en todas las etapas del juicio: “Mi juicio no fue un referéndum sobre la Iglesia Católica ni un referéndum sobre cómo las autoridades eclesiásticas de Australia trataron el delito de pedofilia en la Iglesia. La pregunta era si yo había cometido estos horribles crímenes, y no lo hice”.

El cardenal Pell admite que esta liberación es dolorosa: “No culpo a mi acusador. No quiero que mi absolución se añada al dolor y la amargura que muchos sienten; ciertamente hay suficiente dolor y amargura”.

El sacerdote australiano, de 78 años, había agotado todas las apelaciones con su recurso de apelación ante el Tribunal Superior, después de haber sido condenado en marzo de 2019 a seis años de prisión por «abuso sexual» presuntamente cometido contra dos servidores de masas juveniles en 1996 y 1997 en la catedral de San Patricio de Melbourne, donde era arzobispo desde julio de 1996. Su condena fue confirmada el 21 de agosto de 2019 por un voto de dos a uno en el Tribunal de Apelación de Victoria.

 

Esperando la reacción del Vaticano

El Vaticano aún no había reaccionado oficialmente cuando la noticia llegó a Europa en la noche del lunes 6 de abril al martes 7.

La Santa Sede renovó su expresión de confianza en la justicia australiana cuando el Tribunal Superior acordó, el 13 de noviembre de 2019, examinar el recurso presentado por el cardenal Pell, y el director de la Oficina de Prensa Matteo Bruni, anunció que “tomaba nota” de la decisión de la máxima autoridad, “consciente de que el cardenal siempre ha afirmado su inocencia”.

Al mismo tiempo, reiteró “una vez más, su cercanía a todos los que han sufrido a causa de los abusos de los miembros del clero”.

En febrero de 2019, el Vaticano había anunciado la apertura de una investigación de la Congregación para la Doctrina de la Fe, pero no iba a comenzar hasta que el Tribunal Supremo dictara su sentencia.

El cardenal George Pell ya no es prefecto de la Secretaría de Asuntos Económicos, ya que su mandato de cinco años expira el 24 de febrero de 2019. Pero el ex arzobispo de Sydney y Melbourne ya se había despedido de sus deberes en el Vaticano en el verano de 2017 para regresar a Australia para defenderse de los cargos.

 

 

 

 

“Personas mayores: En la soledad, el coronavirus mata más”

Mensaje del Dicasterio para Laicos, Familia y Vida
(zenit – 7 abril 2020).- El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida exhorta a acompañar a las personas mayores, las más vulnerables ante la soledad y el coronavirus, y pide orar por ellas: “Estrechémonos a su alrededor, con el pensamiento y con el corazón, y cuando posible, actuemos, para que no estén solos”.

De este modo, la Congregación Vaticana ha difundido un mensaje “sobre las personas mayores en tiempo del coronavirus” este martes, 7 de abril de 2020, en el que revela un pensamiento de “preocupación y agradecimiento” por los ancianos.

El texto comienza con la cita del Papa Francisco: “En el corazón de esta tempestad inesperada y furiosa nos hemos dado cuenta de estar en la misma barca” y recuerdan que “al interior están también las personas mayores”. Como todos, “son frágiles y están desorientadas”.

Su generación, en estos días “difíciles para todos” está pagando el precio más alto a la pandemia de COVID-19, señalan. “Las estadísticas nos dicen que en Italia más del 80% de las personas que han perdido la vida tenían más de 70 años”, apuntan en la nota.

 

Tenemos una “responsabilidad común”

La ciencia nos dice que el motivo por el cual tantas personas mayores mueren es porque “ellas son más frágiles”, y que el virus tiene un porcentaje de mortandad más elevado en las personas que tienen una o más patologías previas, reseña el Dicasterio. “Se trata de una explicación convincente, pero que podría hacernos pensar que casi no se puede hacer nada”, reflexionan.

Frente al escenario de una generación golpeada de una manera tan fuerte, “estamos llamados a una responsabilidad común, que nace de la conciencia del valor inestimable de cada vida humana y por la gratitud hacia nuestro papás y abuelos”, señalan. “No dejemos solas a las personas mayores, porque en la soledad el coronavirus cobra más vidas”.

 

Curar la soledad

Hace unas pocas semanas, recibiendo a los participantes al primer congreso internacional de la pastoral de las personas mayores, organizado por el Dicasterio, el Santo Padre afirmó que “la soledad puede ser una enfermedad, sin embargo, con la caridad, la cercanía y el consuelo espiritual podemos curarla”.

Estas palabras ayudan a comprender que, “si es verdad que el coronavirus es más letal cuando encuentra un cuerpo debilitado, en muchos casos la patología preexistente es la soledad”, aclaran los miembros del Dicasterio para la Vida.

“No es casualidad que estamos presenciando la muerte, en proporciones y formas terribles, de tantas personas que viven fuera de sus casas y apartados de su núcleo familiar, en condiciones de soledad en verdad desgastantes y deprimentes”, observan.

Por esto, la Iglesia llaman a hacer “todo lo que sea posible para remediar esta situación de abandono que, en las circunstancias actuales, podría significar salvar vidas humanas”.

A pesar de tantas iniciativas en tal sentido que la Iglesia está poniendo en práctica, el Dicasterio llama a todos a “hacer algo más” y aseguran que “individualmente o como Iglesias locales, podemos hacer mucho por las personas mayores: orar por ellas, curar la enfermedad de la soledad, activar redes de solidaridad, y mucho más”.

 

Residencias de mayores

En su mensaje, el Dicasterio solicita una particular atención a “aquellos que viven al interno de las estructuras residenciales”, porque “escuchamos cada día noticias terribles sobre las condiciones en que se encuentran”, advierten, “y ya son miles de personas que han perdido la vida”.

En otras circunstancias, sin embargo, “la crisis actual es hija de una abandono existencial y terapéutico que ha comenzado en el pasado”. Aún en la compleja situación que vivimos, “es necesario aclarar que salvar las vidas de las personas mayores que viven en las instituciones, o que están solas o enfermas, es una prioridad del mismo modo que salvar a cualquier otra persona”.

En este sentido, hacen un llamamiento a los países en los cuales la pandemia no ha tomado grandes dimensiones, en los que “es aún posible tomar medidas preventivas para protegerlos” y “actuar para encontrar soluciones emergentes”.

No se trata de algo secundario, de ello depende el futuro de nuestras comunidades eclesiales y de nuestra sociedad porque, como dijo recientemente el Papa Francisco, “las personas mayores son el presente y el mañana de la Iglesia”.

 

 

 

 

La Santa Sede acoge “con satisfacción” la sentencia a favor de George Pell

Compromiso con la prevención y persecución de los abusos
(zenit – 7 abril 2020).- La Santa Sede acoge “con satisfacción” la sentencia unánime dictada por el Tribunal Supremo de Justicia de Australia en favor del cardenal George Pell, que lo absuelve de las acusaciones de abuso a menores, revocando su condena.

Apenas unas horas después de la noticia, conocida en Europa en la madrugada del 6 al 7 de abril, la Oficina de Prensa Vaticana ha emitido un comunicado el martes, 7 de abril de 2020, a las 12:40 horas, confirmando que “siempre ha confiado en la autoridad judicial australiana”.

El cardenal Pell, recuerda la Oficina de Prensa, al someter su caso a la magistratura, “defendió siempre su inocencia, atendiendo que la verdad fuera acertada”.

En este sentido, la Santa Sede “se vale de esta ocasión para reafirmar su compromiso en la prevención y persecución de cualquier tipo de abuso a menores”, indican en el comunicado.

 

 

 

 

Santa Marta: Francisco ora por los perseguidos que “sufren un juicio injusto”

Como el de Jesús
(zenit – 7 abril 2020).- “En estos días de Cuaresma hemos visto la persecución que sufrió Jesús y cómo los doctores de la ley se ensañaron contra él: fue juzgado con dureza, con saña, siendo inocente. Me gustaría rezar hoy por todas las personas que sufren un juicio injusto a causa de la persecución“.

Esta es la plegaria de oración del Santo Padre en la Misa de la Casa Santa Marta de hoy, 7 de abril de 2020, emitida en directo diariamente debido a la pandemia de coronavirus.

En este Martes Santo, Francisco leyó la antífona de entrada tomada del Salmo 26: “No me incluyas entre los pecadores ni entre los hombres sanguinarios: ellos tienen las manos llenas de infamia”.

Después, en su homilía, reflexionó sobre las lecturas de hoy, tomadas del Libro del Profeta Isaías (Is 49, 1-6), el segundo Canto del Siervo y el Evangelio de Juan (Jn 13, 21-33. 36-38) que habla de la traición de Judas y la negación de Pedro.

 

Nuestro destino es servir

En torno a ellas, el Papa recordó que cada uno nace “con el destino de ser hijo de Dios, de ser siervo de Dios, con la tarea de servir, de construir, de edificar” y que “el siervo de Yahvé, Jesús, sirvió hasta la muerte: parecía una derrota, pero era la manera de servir. Y esto subraya la manera de servir que debemos tener en nuestras vidas”.

De este modo, define que servir es “darse a sí mismo, darse a los demás”. El pueblo de Dios es siervo, “y cuando el pueblo de Dios se aleja de esta actitud de servicio es un pueblo apóstata: se aleja de la vocación que Dios le ha dado. Y cuando cada uno de nosotros se aleja de esta vocación de servicio, se aleja del amor de Dios, y construye su vida sobre otros amores, muchas veces idólatras”.

 

Caer y pedir perdón

Asimismo, el Pontífice reconoce que en la vida hay caídas: “cada uno de nosotros es un pecador y puede caer, y ha caído”. Pero lo importante, resalta, es la actitud ante Dios: “la de un pecador que es capaz de pedir perdón, como Pedro, que jura que ‘no, nunca te negaré, Señor, nunca, nunca, nunca’, pero luego, cuando el gallo canta, llora. Se arrepiente”.

“Este es el camino del servidor: cuando resbala, cuando cae, pide perdón”, insiste, porque el que no comprende que ha caído “la pasión lo toma de tal manera que lo lleva a la idolatría, abre su corazón a satanás, entra en la noche” y esto es lo que le pasó a Judas.

Finalmente, en este sentido, el Papa Francisco dijo: “Pidamos la gracia de perseverar en el servicio. A veces con resbalones, caídas, pero la gracia de al menos llorar como Pedro lloró”.

A continuación, sigue la transcripción de la homilía completa del Santo Padre ofrecida por Vatican News.

***

 

Homilía del Papa

La profecía de Isaías que hemos escuchado es una profecía sobre el Mesías, sobre el Redentor, pero también una profecía sobre el pueblo de Israel, sobre el pueblo de Dios: podemos decir que puede ser una profecía sobre cada uno de nosotros. En esencia, la profecía enfatiza que el Señor ha elegido a su servidor desde el vientre materno: lo dice dos veces. Su siervo fue elegido desde el principio, desde el nacimiento o antes del nacimiento. El pueblo de Dios fue elegido antes de nacer: también cada uno de nosotros. Ninguno de nosotros cayó en el mundo por casualidad, por caso. Cada uno tiene un destino, un destino libre, el destino de la elección de Dios. Yo nazco con el destino de ser hijo de Dios, de ser siervo de Dios, con la tarea de servir, de construir, de edificar. Y esto, desde el seno materno.

El siervo de Yahvé, Jesús, sirvió hasta la muerte: parecía una derrota, pero era la manera de servir. Y esto subraya la manera de servir que debemos tener en nuestras vidas. Servir es darse a sí mismo, darse a los demás. Servir no es pretender para cada uno de nosotros otro beneficio que no sea el de servir. Servir es la gloria, y la gloria de Cristo es servir hasta el punto de aniquilarse hasta la muerte, la muerte en la cruz. Jesús es el servidor de Israel. El pueblo de Dios es siervo, y cuando el pueblo de Dios se aleja de esta actitud de servicio es un pueblo apóstata: se aleja de la vocación que Dios le ha dado. Y cuando cada uno de nosotros se aleja de esta vocación de servicio, se aleja del amor de Dios, y construye su vida sobre otros amores, muchas veces idólatras.

El Señor nos ha elegido desde el vientre materno. En la vida hay caídas: cada uno de nosotros es un pecador y puede caer, y ha caído. Solo la Virgen y Jesús… todos los demás hemos caído, somos pecadores. Pero lo que importa es la actitud ante el Dios que me eligió, que me ungió como siervo; es la actitud de un pecador que es capaz de pedir perdón, como Pedro, que jura que “no, nunca te negaré, Señor, nunca, nunca, nunca”, pero luego, cuando el gallo canta, llora. Se arrepiente. Este es el camino del servidor: cuando resbala, cuando cae, pide perdón.

En cambio, cuando el siervo no puede comprender que ha caído, cuando la pasión lo toma de tal manera que lo lleva a la idolatría, abre su corazón a satanás, entra en la noche: eso es lo que le pasó a Judas.

Pensemos hoy en Jesús, el siervo, fiel en el servicio. Su vocación es servir hasta la muerte, y la muerte en la Cruz. Pensemos en cada uno de nosotros, parte del pueblo de Dios: somos servidores, nuestra vocación es servir, no aprovechar nuestro lugar en la Iglesia. Servir. Siempre en servicio.

Pidamos la gracia de perseverar en el servicio. A veces con resbalones, caídas, pero la gracia de al menos llorar como Pedro lloró.

El Papa terminó la celebración con la adoración y la bendición eucarística, invitándonos a hacer la comunión espiritual. Aquí sigue la oración recitada por el Papa:

“Jesús mío, creo que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo por encima de todas las cosas y te deseo en mi alma. Ya que no puedo recibirte sacramentalmente ahora, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como ya has venido, te abrazo y me uno enteramente a Ti. No dejes que nunca me separe de ti”.

Antes de salir de la Capilla dedicada al Espíritu Santo, se cantó la antigua antífona mariana Ave Regina Caelorum (Ave Reina del Cielo).

“Salve, Reina de los cielos y Señora de los Ángeles; salve raíz, salve puerta que dio paso a nuestra luz. Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros”.

 

 

 

 

Confinamiento: ¿Puedo seguir acudiendo a la confesión sacramental?

Por D. Alejandro Vázquez-Dodero
(zenit – 7 abril 2020)-.  La confesión individual representa el modo ordinario de celebrar este sacramento. Sin embargo, no hay obligación de confesar los pecados ante el sacerdote cuando a un fiel le resulta imposible recibir la absolución sacramental. Es el supuesto de la imposibilidad generada por la incomunicación que impone la actual pandemia, si impide acudir al sacerdote para confesarse.

En ese caso, y como respuesta al amor de Dios amado sobre todas las cosas, el fiel podrá expresar su sincera petición de perdón de los pecados cometidos mediante la “contrición perfecta”. Es decir, el dolor sincero, motivado por el amor y acompañado del propósito de no pecar más. Para que perdone también los pecados mortales debe comprender el firme propósito de recurrir a la confesión en cuanto sea posible.

Así lo recogen los puntos 1452 y 1457 del Catecismo de la Iglesia Católica, y así lo recuerda la Nota de 20 de marzo 2020 de la Penitenciaría Apostólica sobre el sacramento de la Reconciliación en la actual situación de pandemia.

 

¿Confesarse a través del teléfono o medios telemáticos?

La respuesta es no, con carácter general y en particular durante el tiempo de confinamiento generado por el COVID-19.

De un lado el Código de Derecho Canónico, tras señalar que el lugar propio para oír confesiones es una iglesia u oratorio, dispone que “No se deben oír confesiones fuera del confesonario si no es por justa causa” (can. 964, § 3).

El confinamiento domiciliario decretado para esta pandemia no justifica una confesión telefónica o telemática y la razón principal que lo sostiene es que ya contamos con el recurso a la “contrición perfecta”, que en sí misma resalta la esencia del sacramento del perdón de Dios: el sincero arrepentimiento, acogido misericordiosamente por el Señor al dispensar su amoroso perdón.

El 22 de febrero de 2002 el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales manifestó que “no existen los sacramentos en Internet; e incluso las experiencias religiosas posibles ahí por la gracia de Dios son insuficientes si están separadas de la interacción del mundo real con otras personas de fe”.

 

Cercanía pastoral y humana

Así, la Iglesia quiere subrayar la necesidad de la cercanía pastoral y humana de un encuentro personal y fraterno para la dispensación del sacramento de la alegría.

Hasta tal punto la Iglesia vela por esa cercanía que la Penitenciaría Apostólica, en su nota del 20 de marzo pasado, anima a considerar la necesidad y la conveniencia de establecer, cuando sea necesario, de acuerdo con las autoridades sanitarias, “grupos de capellanes extraordinarios de hospitales, también con carácter voluntario y en cumplimiento de las normas de protección contra el contagio, para garantizar la necesaria asistencia espiritual a los enfermos y moribundos”.

De otro lado, el rito previsto para la celebración ordinaria del sacramento invita a preservar el aspecto presencial, como garantía de su auténtica dispensación –sin la presencia y cercanía del confesor difícilmente quedará garantizada su correcta litúrgica “celebración”–. ¿Cómo aseguraría el ministro si no es mediante la presencia física del penitente, que es a ese penitente en concreto a quien en efecto absuelve de sus pecados, y que lo hace observando la liturgia dispuesta a tal efecto?

Por último, otro argumento que confirma la imposibilidad de confesarse telefónica o telemáticamente: el 23 de septiembre de 1988 la Congregación para la Doctrina de la Fe aprobó un decreto por el que tutelaba el sacramento de la Penitencia sancionando con excomunión latae sententiae a cualquiera que capte mediante instrumentos técnicos o divulgue mediante instrumentos de comunicación social lo que se dice por el confesor y por el penitente. ¡Qué fácil sería interceptar –y grabar– una conversación telefónica o telemática para luego divulgarla! Mejor no tentar la suerte moral, y evitar riesgos innecesarios.

 

¿Puedo seguir confesándome en persona?

Sí, puedo. En la presente emergencia pandémica, señala la nota de la Penitenciaría Apostólica de 20 de marzo de 2020, corresponde al obispo diocesano indicar a los sacerdotes y penitentes las atenciones que deben adoptarse en la celebración individual de la reconciliación sacramental.

Y señala, entre ellas, la celebración en un lugar ventilado fuera del confesionario, la adopción de una distancia adecuada, el uso de mascarillas protectoras, sin perjuicio de la absoluta atención a la salvaguardia del sigilo sacramental y la necesaria discreción.

 

Absolución colectiva

La nota de 20 de marzo se refiere a la confesión individual como el modo ordinario de celebrar este sacramento, mientras que la absolución colectiva, sin la confesión individual previa –prevista en el can. 961, § 2 CIC–, no puede impartirse sino “en caso de peligro inminente de muerte, por falta de tiempo para oír las confesiones de los penitentes individuales o por grave necesidad”, cuya consideración corresponde al obispo diocesano, teniendo en cuenta los criterios acordados con los demás miembros de la Conferencia Episcopal.

Ello sin perjuicio de la necesidad, para la válida absolución, del denominado votum sacramenti por parte del penitente individual, esto es, del propósito de confesar a su debido tiempo los pecados graves que en su momento no pudieron ser confesados.

En efecto, corresponde al obispo, teniendo en cuenta el nivel de contagio pandémico en su diócesis, determinar los casos de grave necesidad en los que es lícito impartir la absolución colectiva. En este sentido, la referida nota de 20 de marzo señala “por ejemplo a la entrada de las salas de hospital, donde estén ingresados los fieles contagiados en peligro de muerte, utilizando en lo posible y con las debidas precauciones los medios de amplificación de la voz para que se pueda oír la absolución”.

En caso de que surja la necesidad repentina de impartir la absolución sacramental a varios fieles juntos, el sacerdote está obligado a avisar, en la medida de lo posible, al obispo diocesano o, si no puede, a informarle cuanto antes.

Para dar la absolución colectiva no se requiere que los fieles presentes antes hayan solicitado confesarse. Sí se requiere su arrepentimiento, y el propósito al que nos hemos referido de confesar a su debido tiempo los pecados graves que en su momento no pudieron ser confesados.

 

 

 

 

Coronavirus: El Papa Francisco envía 60.000 euros al hospital de Bérgamo

Un signo concreto de su paternidad
(zenit – 7 abril 2020)-. El Papa Francisco envió 60.000 euros al hospital de Bérgamo como señal de cercanía con la ciudad italiana de Lombardía, devastada por la pandemia del coronavirus COVID-19, indica la diócesis. Los medios de comunicación del Vaticano se hicieron eco de ello el 3 de abril de 2020.

Epicentro de la epidemia en la Península, Bérgamo ha visto aumentar aún más el número de víctimas y de personas infectadas en los últimos días. La donación del Papa fue entregada al director del Hospital Juan XXIII, quien utilizará este “signo concreto de la paternidad del Papa” para ayudar a la nueva estructura creada para satisfacer las necesidades de la población.

El pasado 18 de marzo, el Papa llamó por teléfono a Mons. Beschi, quien explicó en un comunicado: “La expresión de su paternidad, como es comprensible, llega a todas las diócesis afectadas por la violencia de la contaminación, pero desea manifestarla particularmente a las comunidades más afectadas. El hospital de Bérgamo, que lleva el nombre del santo papa de Bérgamo, es una razón más de particular valor simbólico para este gesto de cercanía al Papa Francisco”.

 

 

 

 

Pascua: Intercambio de saludos entre el Papa y el gran rabino de Roma

Deber con los necesitados ante la pandemia
(zenit – 7 abril 2020)-. Invitando a “renovar los lazos de amistad y de compromiso con los más necesitados de nuestra sociedad, en particular en la presente prueba que todos estamos atravesando”, el Papa Francisco dirigió sus “más sinceros deseos” al gran rabino Riccardo Di Segni y a toda la comunidad judía de Roma con motivo de la fiesta de Pésaj, celebrada en abril, como la Pascua cristiana.

Así informó L’Osservatore Romano en una reseña publicada en su edición del 6 de abril de 2020.

“El Todopoderoso, que ha liberado a su amado pueblo de la esclavitud y lo ha conducido a la Tierra Prometida, os acompañe aún hoy con la abundancia de sus bendiciones”, escribe Francisco en su mensaje.

Finalmente, el Santo Padre concluye: “Aseguro mi recuerdo y os pido que continuéis rezando por mí”.

 

Trabajar juntos en estas circunstancias

Por su parte, Di Segni agradeció y correspondió a sus buenos deseos, remarcando que “este año es una Pascua especial en la que la vida normal se ha visto perturbada por la actual epidemia que crea luto, temores y desastres económicos y sociales”.

El gran rabino asegura que “estamos todos comprometidos a ayudar, consolar, solicitar un examen de conciencia, pedir ayuda a nuestro Creador”.

Y añade que es precisamente en estos momentos cuando “medimos en términos concretos los valores comunes de nuestros credos y la necesidad de trabajar juntos por el bien colectivo”.

De ahí proviene su deseo final: “Que a pesar de todo sea una Pascua serena, que traiga la renovación y proclame un mundo mejor”.

 

 

 

 

Perú: Monseñor Miguel Cabrejos presidirá las celebraciones de Semana Santa

Emitidas en todo el país ante el confinamiento
(zenit – 7 abril 2020).- Con motivo de la situación de emergencia sanitaria debido a la propagación del coronavirus, en Perú, como en la mayoría de los países de Latinoamérica, las celebraciones de Semana Santa no tendrán lugar de forma pública y con asistencia de fieles, sino que serán transmitidas en streaming a través de plataformas digitales, redes sociales y medios de comunicación.

Tal y como informa el episcopado peruano a través de una nota, Mons. Miguel Cabrejos Vidarte, arzobispo de Trujillo, presidente de la Conferencia Episcopal Peruana y presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), presidirá las celebraciones de Semana Santa en Perú, en la Basílica Catedral de Trujillo.

Los actos serán transmitidos en directo en todo el país a través de la señal de TV Perú, Canal 7, indica el citado comunicado.

 

Celebraciones online

Jueves Santo, 9 de abril: Santa Misa de la cena del Señor de 6 pm a 7 pm.

Viernes Santo, 10 de abril: Liturgia de la Palabra, Adoración de la Cruz y Sagrada Comunión de 6 pm a 7 pm.

Sábado Santo, 11 de abril: Vigilia Pascual en la Noche Santa, liturgia de la Palabra, liturgia bautismal y liturgia de la Eucaristía de 6 pm a 7 pm.

Este año, la Semana Santa se vivirá de una manera muy distinta en la mayoría de los países de Latinoamérica, y los peruanos y peruanas de todos los lugares de Perú podrán seguir desde sus casas y con su familia las celebraciones litúrgicas de este tiempo. Esta Semana Santa ha sido calificada como “inédita” por Mons. Cabrejos, ya que es la primera vez en la historia que se cierran los templos y las iglesias de todo el país.

Las transmisiones también podrán ser vistas a través de la Página Web de TV Perú y las redes sociales del canal de todos los peruanos.

 

 

 

 

“Fuertes en la tribulación”: Publicación del Vaticano para el tiempo de prueba

Editada por el Dicasterio de Comunicación
(zenit – 7 abril 2020).- “Fuertes en la tribulación. La comunión de la Iglesia, ayuda en el tiempo de prueba” es el título de la publicación del Vaticano, preparada por el Dicasterio de Comunicación con el fin de ofrecer gratuitamente a todos una selección de oraciones y reflexiones del Papa, en tiempos de prueba pandemia global.

Este libro, “quisiera ser una pequeña ayuda ofrecida a todos”, señala Andrea Tornielli, director editorial de los medios de comunicación vaticanos, “para que sepamos ver y experimentar la cercanía y la ternura de Dios en medio del dolor, el sufrimiento, la soledad y el miedo”.

El libro tiene una característica fundamental: es actualizado constantemente, a la luz de las nuevas intervenciones del Papa y del “redescubrimiento” de otros tesoros de nuestra tradición eclesial. Por tanto, el libro será publicado como PDF en el sitio de la Librería Editorial Vaticana, y se podrá descargar gratuitamente.

 

Discernir lo “verdaderamente esencial”

La fe y la comunión eclesial “iluminan la realidad y la revelan como habitada por el amor y la esperanza fundada no sobre nuestras capacidades, sino precisamente sobre Aquel que es fiel y no nos abandona nunca”, asegura Tornielli.

En la portada figura una imagen del arcángel Miguel, “que protege la Iglesia contra el mal y nos sostiene en esta difícil prueba, para que este mal no consiga dañar nuestra confianza en el Padre y la solidaridad entre nosotros”, sino que “se convierta en una ocasión para discernir lo que es verdaderamente esencial en nuestras vidas, y para compartir el amor de Dios entre todos nosotros, especialmente con quien más lo necesita hoy”, aclara el director editorial de la Santa Sede, Andrea Tornielli.

 

Tres secciones

El texto se articula en tres secciones. En la primera encontramos oraciones, ritos, súplicas para los momentos difíciles. Son textos que provienen de distintos contextos eclesiales, pertenecen a diversas épocas históricas, y por eso pueden ser fuente ulterior de compartición en el ámbito de la Iglesia universal. Hay oraciones por los enfermos, para liberarnos del mal, para encomendarnos confiadamente a la acción del Espíritu Santo.

A continuación viene una segunda parte que recoge las indicaciones de la Iglesia para seguir viviendo y acogiendo la gracia del Señor, el don del perdón y de la Eucaristía, la fuerza de las celebraciones pascuales, aunque no podamos participar físicamente en los sacramentos.

Por último, la tercera parte reúne las palabras que el Papa Francisco ha pronunciado a partir del pasado 9 de marzo para sostener a toda la comunidad eclesial en este tiempo de prueba; la mayor parte son homilías cotidianas de la Misa de Santa Marta y textos de los Ángelus dominicales. “Escuchar su palabra nos ayuda a reflexionar y a esperar, nos hace sentir en comunión con Pedro y unidos a él”, expresa Andrea Tornielli.

 

 

 

 

Panamá: Mons. Ulloa sobrevoló la arquidiócesis para bendecir a los fieles

El Domingo de Ramos
(zenit – 7 abril 2020).- El pasado Domingo de Ramos, Mons. Domingo Ulloa Mendieta, arzobispo de Panamá, sobrevoló la arquidiócesis en helicóptero y bendijo a los fieles con el Santísimo Sacramento, informó la citada circunscripción de la Iglesia panameña en un comunicado.

Se trata de un hermoso gesto con la feligresía del país debido la suspensión de la celebración de la Misa de forma pública y con asistencia de fieles para evitar la propagación del coronavirus.

 

Domingo de Resurrección: nueva bendición

Según Vatican News, el acto empezó en la base aérea local, donde el arzobispo rezó arrodillado delante del Santísimo Sacramento y de la estatua de Santa María la Antigua, patrona de Panamá.

Posteriormente, siguiendo la normativa anti-contagio, se puso la máscara quirúrgica y llevó la custodia en procesión hasta el helicóptero, acompañado por dos militares con la estatua mariana. El helicóptero sobrevoló a baja altura para mostrar cercanía con la población.

Asimismo, Mons. Ulloa anunció que el próximo Domingo de Resurrección, recorrerá las calles de la ciudad en el papa móvil con la Custodia portando a Jesús Sacramentado, “quien estará más cerca de los más necesitados sobre todo en los hospitales y en esos lugares marginados”.

 

“No cerremos la puerta a Jesús”

“En este Domingo de Ramos, abramos nuestro corazón, no le cerremos la puerta a Jesús. Él quiere habitar en ti, si así lo quieres. Solo basta un corazón arrepentido y se alegrará con tu regreso, como lo hizo el Padre con el hijo pródigo”, resaltó Mons. Ulloa desde la base aérea local antes de sobrevolar el territorio diocesano.

Pidió por que el Señor siga bendiciendo a Panamá y sacando la nobleza del pueblo panameño: “dispongámonos a recibir en el interior de nuestras casas esta bendición especial, que les llegará  desde los cielos” y “especialmente para que cada panameño pueda asumir su gota de responsabilidad y solo hay una forma de vencer esta pandemia, es que cada uno de nosotros nos convirtamos en un muro infranqueable, y que por eso hemos de quedarnos en casa, por los míos, por los tuyos y por Panamá”.

Igualmente, agradeció a los periodistas por su “gran misión” de informar a la sociedad en esta situación complicada por la pandemia de la COVID-19, sin olvidarse del esfuerzo llevado a cabo por los científicos y los militares.

 

Descubrir la presencia de Cristo

“Que esta Semana Santa nos haga reflexionar precisamente a descubrir  la presencia de Cristo en cada uno de esos enfermos, el personal sanitario, los estamentos de seguridad, de aseo que cada día arriesgan sus vidas, contra el coronavirus acatando las normas que seguridad nos está ofreciendo para quedarnos en casa”, destacó monseñor Ulloa.

“Jóvenes, siéntanse llamados  y no tengan miedo de gastar sus vidas por Dios y por los demás. En realidad, al hacerlo, ganarán la vida misma, porque ella es un regalo que se recibe donándose a sí mismos. La mayor alegría, de hecho, es amar incondicionalmente, como hizo Jesús en la Cruz, por nosotros”, concluye el arzobispo de Panamá, invitando a rezar por los enfermos y los necesitados.

 

 

 

 

Irak: Pascua durante la pandemia, Dios “protegerá a Irak y al mundo”

Mensaje del cardenal Sako
(zenit – 7 abril 2020).- Ante la crisis de la pandemia de la COVID-19 que afecta también a la Semana Santa 2020, el cardenal Louis Rafael Sako envía un mensaje en el que ruega por “una Pascua santa y un recuperación inminente de la infección por coronavirus” y realiza una oración:“el Señor protegerá a Irak y al mundo entero”.

Así informó la agencia de las Obras Pontificias Misionera Fides, a través de una nota difundida ayer, 6 de abril de 2020.

Son muchos los cristianos que “no pueden celebrar los diversos momentos litúrgicos” pero “continúan rezando en sus hogares” y es justo en ellos donde “está viva la esperanza de que habrá un paso de la oscuridad a la luz, de la fragilidad a la fuerza, de la enfermedad a la curación”, escribe el patriarca Sako.

 

Plena conversión

Por otro lado, el cardenal destaca que en este momento, “que ve las celebraciones de Pascua marcadas por el flagelo de la crisis pandémica todos deben analizar su propio comportamiento: nuestro sentido de la moral vacila, traspasa los comportamientos marcados por la corrupción, el anhelo de dinero público, violencia, amenazas, asesinatos, invasiones, divorcios, abortos… hemos alejado a Dios de nuestro mundo, ‘usándolo’ como instrumento para nuestros comportamientos indignos”.

No obstante, añade que incluso en esta situación tan extraordinaria se puede suplicar la plena conversión y “regresar a Dios, a los principios de nuestra fe, a la espiritualidad y a nuestra verdadera moral”.

 

Reflexión de líderes políticos

En el mensaje, el patriarca Sako pone en duda la autocrítica y la responsabilidad de las autoridades ante los males que están surgiendo actualmente: “La infección por coronavirus, las guerras, los conflictos en múltiples países con miles de muertos y heridos, los millones de desplazados internos, las infraestructuras destruidas”.

Asimismo, apunta que “deben ser para los líderes políticos del mundo, momentos de reflexión para ayudarlos a revisar sus estrategias políticas, corregirlas y proporcionar respuestas concretas que respeten la vida en cada una de sus formas y el medio ambiente, luchando contra la contaminación, el cambio climático y cesando la producción de armas que generan muerte”.

El patriarca concluye su mensaje haciendo referencia a la Encíclica Laudato Si’ acerca del cuidado de la “casa común”, y pidiendo urgentemente un “plan global para construir una sociedad más pacífica y próspera”, señala la fuente citada.

 

 

 

 

Estados Unidos: Mons. Gómez recuerda que “Cristo no está en cuarentena”

Celebraciones de Semana Santa en ‘streaming’
(zenit – 7 abril 2020)-. “Esta Semana Santa será diferente. Nuestras iglesias podrán estar cerradas, pero Cristo no está en cuarentena y su Evangelio no está encadenado. El corazón de nuestro Señor permanece abierto a todos los hombres y mujeres. Aunque no podamos adorarlo juntos, cada uno de nosotros puede buscarlo en las profundidades de nuestros propios corazones”.

Estas palabras forman parte del mensaje de Semana Santa de Mons. José H. Gómez, presidente de la Conferencia Episcopal de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), dirigido a los fieles de dicho país.

 

Renovar la fe en el amor

Las generaciones futuras recordarán este año como un tiempo “en el que la enfermedad y la muerte de repente oscurecieron toda la tierra. A medida que entramos en la Semana Santa, los días más sagrados del año, los católicos en todo Estados Unidos y el mundo están viviendo en cuarentena, nuestras sociedades están aisladas debido a la pandemia del coronavirus”, continúa el texto.

Los del coronavirus son momentos “casi sin precedentes en la larga historia de la Iglesia. Al enfrentarnos a esta pandemia mundial, los obispos aquí y en casi todos los países del mundo se han visto obligados a suspender temporalmente las misas, adoraciones públicas y la celebración de los sacramentos”, explica el prelado.

“Porque él nos ama y porque su amor nunca puede cambiar, no debemos tener miedo, incluso en este momento de prueba y dificultad. En estos misterios que recordamos esta semana, renovemos nuestra fe en su amor. Y pidamos a nuestra Santísima Madre María que interceda por nosotros, para que nos libere de todo mal y nos conceda paz en nuestros días”, indica Mons. Gómez.

 

Semana Santa en streaming

Dado que no es posible acudir a los templos para celebrar la liturgia de Semana Santa y Pascua, la USCBB ha compartido los horarios de las celebraciones de Mons. Gregory Parkes, obispo de la Diócesis de St. Petersburg, que serán trasmitidas en streaming:

Martes, 7 de abril, Misa Crismal, 11:30 am.

Jueves, 9 de abril, Misa de la Cena del Señor, 7:00 pm.

Viernes, 10 de abril, Pasión del Señor, 3:00 pm.

Domingo 12 de abril, Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor, 10:00 am, transmitido en vivo por Fox 13.

Además, el episcopado indica que muchas parroquias locales están transmitiendo en vivo las celebraciones de Semana Santa. Un listado de las mismas se puede encontrar aquí: www.CatholicMassOnline.org.

 

Momento de oración el Viernes Santo

Asimismo, Mons. José H. Gomez, invita a los fieles estadounidenses a unirse a él en un momento de oración el Viernes Santo, 10 de abril, para rezar las Letanías al Sagrado Corazón de Jesús.

La cita será a las 12 pm (hora de Washington DC) y se transmitirá en vivo a través de las páginas de la USCCB y de la Arquidiócesis de Los Angeles.

 

 

 

 

Píldoras de esperanza: “¿Qué has aprendido de ti mismo en estos días?”

Martes Santo 2020
Reflexión sobre los Evangelios diarios

Invocamos al Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo a mi vida llena de alegría y paz mi corazón y da sabiduría a mi mente para poder entender qué quieres decirme hoy con la Palabra de Dios. Amén.

 

Evangelio según San Juan 13, 21-33.36-38

Jesús, estando en la mesa con sus discípulos, se estremeció y manifestó claramente: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará”. Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería. Uno de ellos –el discípulo al que Jesús amaba– estaba reclinado muy cerca de Jesús. Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: “Pregúntale a quién se refiere”.

Él se reclinó sobre Jesús y le preguntó: “Señor, ¿quién es?”. Jesús le respondió: “Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato”. Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote.

En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: “Realiza pronto lo que tienes que hacer”. Pero ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto. Como Judas estaba encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: “Compra lo que hace falta para la fiesta”, o bien que le mandaba dar algo a los pobres.

Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche. Después que Judas salió, Jesús dijo: “Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto”.

Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: “A donde yo voy, ustedes no pueden venir”. Simón Pedro le dijo: “Señor, ¿a dónde vas?”. Jesús le respondió: «A donde yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más adelante me seguirás”.

Pedro le preguntó: “¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti”. Jesús le respondió: “¿Darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces”.

Palabra del Señor

 

¿Qué dice el texto?

Jesús le respondió: “¿Darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces”.

 

¿Qué me dice hoy este texto Bíblico?

Evidentemente esta Semana Santa del año 2020 quedará en nuestra memoria por siempre y la contaremos a las generaciones venideras. Este texto de la Santa Cena narrado por Juan tan explícitamente y que todos muy bien conocemos, nos recuerda que muchas veces hay un traicionero, pero también los que luego acusaron al traidor, terminaron negando a Jesús.

Tal vez hoy nuestra historia nos lleva a pensar en estos días de confinamiento cuánto hemos aprendido de nosotros mismos, tal vez esas actividades cotidianas que siempre hacíamos nuestra rutina, se han vuelto abruptamente interrumpidas de un día para el otro. Empezamos a ver estudiantes que quedaron en sus colegios, trabajadores que quedaron sin trabajo, viajeros que no han podido volver a su lugar. Y la lista continúa. Pero mi pregunta hoy va más allá:

 

¿Qué has aprendido de ti mismo en estos días?

Seguramente aprendiste a controlar tu carácter que los primeros días de encierro estuvo muy irritable, y tu familia y seres queridos se veían afectados. Tal vez aprendiste a jugar a las cartas o algún juego de mesa con quienes compartes tu vida. Empezaste a contar historias de ti que ya ni te acordabas, y sobre todo te encontraste contigo mismo, con tus miedos y tus ansias de seguir adelante.

Hoy quiero dirigirme a ti, que estás leyendo. ¿Cuántas cosas nuevas has encontrado en tu interior? ¿Cuánta fuerza de voluntad? ¿Cuánto amor has sabido dar en tu entorno? ¿Cuánto has servido y cuidado de ti? No vamos a acusar de traicionar la salud y la integridad física a nadie, sólo empezamos a tener más cuidado de nosotros mismos. Por eso, es preciso dar gracias a Dios, por la esperanza que nos une, por escuchar a ese amigo o familiar que hacía mucho que ni lo llamábamos por teléfono por tantas obligaciones diarias y ahora hemos podido reconectar.

Como este texto habló de traición, vamos a ponerle una contraparte que es la fidelidad. Te invito a que donde estés te tomes un tiempo de serenidad y repitas una frase que se dice frecuentemente en la Liturgia de las Horas:

En la Fidelidad a Ti, Señor, encuentro la paz.

Te invito a conocer más de nuestro trabajo diario sobre la Lectura Orante de la Biblia

 

www.fundacionpane.com www.cristonautas.com

 

 

 

 

Colombia: Hermana Johana, “gran testimonio de la vida” en su comunidad

1ª religiosa fallecida en el país por coronavirus
(zenit – 7 abril 2020).- El pasado 27 de marzo de 2020 falleció, a los 33 años, la hermana Johana Rivera Ramos, la primera religiosa víctima del coronavirus en Colombia, informó la agencia de la agencia misionera Fides, a través de una nota difundida ayer, 6 de abril de 2020.

“Vivir una oración permanente era una de las características de Johana, esto estaba profundamente arraigado en ella, muchas veces también nos recordaba a nosotras más ancianas que rezásemos más, y así lo hacíamos”, recuerda la hermana María José Alamar, superiora de la Comunidad de las Franciscanas de la Inmaculada Concepción.

Además subraya que fue “una persona muy sonriente, una luchadora, que dio alma, vida y corazón. La vamos a extrañar, pero también los niños, jóvenes y familias que veían en ella un gran testimonio de la vida”.

 

Gran testimonio de la vida

El pasado 14 de marzo de 2020, la hermana Johana, junto a la hermana María José y otra religiosa, fueron aisladas en su hogar de Cartagena, en el barrio de Santa Lucía. Al día siguiente, la hermana Johana mostró signos de amigdalitis leve y posteriormente la situación se complicó por una neumonía convertida en edema pulmonar, que terminó con el fallecimiento de la joven religiosa.

El 25 de marzo de 2020, la hermana debía hacer su profesión perpetua, “desafortunadamente esto no sucedió, pero estamos seguros de que desde el cielo hizo los votos perpetuos ante el Señor”, cuenta la hermana María José.

 

Hermana Johana Rivera Ramos

Nació en San Martin de Loba, Bolívar, en una familia humilde y católica, tal y como confirmó la hermana María José en el testimonio emitido por la Conferencia Episcopal de Colombia.

Antes de introducirse en la vida religiosa, estudió Derecho en la Universidad Popular de Cesar y Teología en el Seminario Provincial de San Carlos Borromeo, . En 2010 se trasladó a la Comunidad de las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada Concepción.

En 2012 hizo sus primeros votos. Después, fue enviada a Perú, donde trabajó con una comunidad de niños sordos en Cusco.

En 2019 volvió a Cartagena y se dedicó a la catequesis con niños y ancianos en Arjona. La hermana María José relata que la joven Johana iba a comenzar un aula dedicada al apoyo pedagógico y fortalecimiento de los niños. Además estaba muy vinculada a la Arquidiócesis de Cartagena, donde colaboraba con la pastoral juvenil y familiar, aseguran desde la fuente citada.

 

 

 

 

Padre Antonio Rivero: “El Cristo pascual es Luz, Palabra y Alimento”

Vigilia Pascual
VIGILIA PASCUAL

Ciclo A

Textos: Gn 1, 1-2,2; Gn 22, 1-18; Ex 14, 15-15,1; Is 54, 5-14; Is 55, 1-11; Bar 3, 9-15.32-4,4; Ez 36, 16-28; Rom 6, 3-11; Mt 28, 1-10

 

Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor en el Noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey (México) y asistente del Centro Sacerdotal Logos en México y Centroamérica, para la formación de sacerdotes diocesanos.

Idea principal: De tu Luz a tu Palabra. De tu Palabra al bautismo. Del bautismo a tu Eucaristía. De tu Eucaristía a la misión.

Resumen del mensaje: Durante todo el Sábado Santo nos hemos unido a la Iglesia junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte, sin que se celebrase el Santo Sacrificio de la Misa y permaneciendo el altar desnudo. La liturgia ha querido hacernos sentir, con toda la fuerza, el vacío de la ausencia de Cristo. Día del Gran Silencio. Hoy, la Vigilia Pascual nos inunda con la densa presencia del Señor resucitado, que emerge con toda su fuerza divina y luminosa de las honduras de la muerte para arrastrar tras sí a todos los que han de participar de la verdadera vida, que no puede extinguirse, y que desde la tierra se proyecta a la eternidad. Cristo Resucitado nos inunda con su Luz y Fuego, ahuyentando la oscuridad de nuestros pecados; se hace Palabra, recordándonos la historia de la salvación; nos invita a lavarnos y purificarnos con el agua que brota de su Costado, renovando nuestro bautismo y nuestro compromiso de vivir como hijos de la luz; y finalmente nos lleva a la mesa de la Eucaristía donde nos hace participar del banquete de su vida divina y resucitada en nuestra alma. Y así podremos salir corriendo a anunciar la buena Nueva: “Cristo ha resucitado”.

 

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, Cristo resucitado es Luz que ilumina los rincones de nuestra historia y de nuestra vida personal y nos hace pasar de las tinieblas del pecado y de la muerte a la luz de la gracia y de la vida. Iluminados en y con la luz de Cristo Resucitado, Dios nos habla y nos cuenta las maravillas que hizo desde los orígenes del mundo por todos nosotros, para que escuchando nos llenemos de gratitud y confianza; iluminados con esa luz escucharemos con los oídos del corazón la Palabra de Dios. Con el agua del bautismo, cuyas promesas hoy renovaremos, nos hace sus hijos, signados con la señal de la cruz y con el óleo perfumado de Dios. Esa fuente bautismal nos recuerda a todos hoy que hemos renacido a una vida nueva y que hemos dejado la vida antigua del pecado, que hemos renunciado a Satanás y a sus engaños y mentiras, y que hemos profesado nuestra fe en Dios. Ya hijos, nos invita a la mesa para alimentarnos con el Pan de Vida y de Inmortalidad, para que tengamos vida y la tengamos en abundancia.

En segundo lugar, la Resurrección de Cristo nos compromete a ser cristianos que caminemos en la luz, a ser cristianos que amemos la luz, a ser cristianos que nos dejemos iluminar por la luz de Cristo y transmitamos esa luz a todos los rincones: a nuestra casa, a nuestra oficina, a nuestra facultad. Nos compromete a defender esa luz en nuestra vida con nuestras palabras y nuestro testimonio. Esa Palabra escuchada es consuelo y medicina de nuestro espíritu, alimento de nuestra alma, sobre todo en estos momentos de dolor y sufrimiento debido a la pandemia. Es una Palabra no sólo para escuchar sino para vivir y transmitir. Seamos cristianos que llevemos la Palabra de Dios a nuestro alrededor. Leamos esa Palabra de Dios en familia; ahora más que nunca. Meditémosla en grupos. Llevémosla allá donde nadie llega, mediante el apostolado. Llevemos con orgullo esta vida nueva y libre, marcada con la cruz santificadora y salvadora de Cristo y con el óleo perfumado de Dios que recibimos el día del bautismo. ¡Cuántos rincones esperan el buen olor de Cristo a quienes debemos llevar con nuestra presencia, con nuestra palabra, con nuestro testimonio honesto y justo! No nos privemos de este Pan de la Eucaristía: Él da fortaleza, aliento, consuelo. Él da músculos para la lucha contra el pecado. Él da bravura y osadía para predicar la Palabra.

Para reflexionar: ¿estamos dispuestos a vivir la Pascua con esas disposiciones: ser espejos de la Luz de Cristo, ser mensajeros de la Palabra de Dios, ser hombres nuevos que tienen rostro de resucitados y hombres robustos que se alimentan con el Pan de la Eucaristía?

Para rezar: Jesús resucitado, que tu luz me ilumine para comprender la historia de la salvación narrada en tu Palabra. Que el agua del bautismo me purifique de mis pecados para que pueda entrar y participar de la mesa de tu Eucaristía. E iluminado, instruido, purificado y alimentado, me lance a llevar tu mensaje de salvación por todas partes. Amén.

 

Para cualquier duda, pregunta o sugerencia, aquí tienen el email del padre Antonio, arivero@legionaries.org

 

 

 

 

Santa María Rosa Julia Billiart, 8 de abril

Fundadora de la congregación de Nuestra Señora
“La fundadora de la congregación de Nuestra Señora es un ejemplo de fe en la tribulación. Al no hallar posada en la tierra, esperaba contar con un rinconcito en el cielo y nunca se cansó de alabar a Dios del que estaba enamorada”

Nació el 12 de julio de 1751 en Cuvilly, Francia. Era hija de agricultores que poseían también un comercio, y gozaban de una buena posición económica. Tuvo siete hermanos; ella fue la penúltima. Hizo su primera comunión a los 9 años, edad infrecuente en la época para recibir este sacramento, pero el párroco M. Dangicourt tomó la decisión de permitírselo al ver que se sabía el catecismo de memoria. En ese periodo consagró su castidad. A los 16 años comenzó a trabajar en el campo para ayudar a su familia que había venido a menos. Se fortalecía en la oración y hacía todo el bien que estaba en sus manos, visitando a los enfermos. Algunos comenzaron a denominarla “la santa de Cuvilly”.

Entrada en la veintena fue testigo de un hecho trágico que marcó su vida. Se hallaba junto a su padre cuando un desalmado atentó contra él y falleció de un disparo. No está claro si ella fue herida también o simplemente quedó presa de un shock traumático. La cuestión es que el impacto fue tal que perdió por completo la movilidad de sus miembros inferiores. Se enfrentó a la terrible pérdida, y las consecuencias que llevó anejas, con admirable fortaleza. Siguió haciendo su apostolado en tan penosas condiciones de limitación y no se cansaba de alabar a Dios en sus penalidades, diciendo: “Qu’il est bon le bon Dieu!” (¡Qué bueno es el buen Dios!). En torno a su lecho se reunían los niños para recibir el catecismo. Bordaba manteles para la parroquia y, sobre todo, rezaba. Allí tuvieron lugar muchos de sus éxtasis. Todos los días le llevaban la comunión.

La época del Terror que trajo consigo la Revolución francesa y el régimen de Napoleón hicieron de ella una fugitiva; debía trasladarse de un lugar a otro. Y es que valerosamente había defendido a su párroco, suplantado impunemente por otro sacerdote impío, y buscó cobijo para otros perseguidos. Un grupo que admiraba su virtud, en 1790 se ocupó de ponerla a salvo transportándola en un carro de heno a Compiègne. Un día manifestó: “Señor, en la tierra no hay posada para mí. ¿Quieres reservarme un rinconcito en el paraíso?”. Como consecuencia de tantas dificultades y trasiegos, durante unos meses enmudeció. Únicamente podía hacerse entender mediante gestos mímicos. Recobró el habla en Amiens al término de ese trágico periodo, en casa del vizconde Blin de Borbón, y trabó allí estrecha amistad con Francisca Blin, vizcondesa de Gézaincourt, un alma caritativa y luego colaboradora, que le prestó su ayuda.

Las personas que se aglutinaron en torno a Julia en ese tiempo se impregnaron de su espíritu religioso, y regidas por su testimonio hicieron una gran labor apostólica entre la gente del entorno. En 1793 tuvo una visión. A los pies de una cruz había un grupo de mujeres con vestiduras desconocidas para ella. Al tiempo en una locución divina se le hizo saber que serían las hijas que integrarían un Instituto que iba a estar marcado con la cruz.

Durante un tiempo, y como de nuevo estalló la persecución, convivió con la familia Doria en Bettencourt. Entonces conoció al padre Varin. Con su apoyo, Francisca y ella fundaron la congregación de Nuestra Señora (primeramente Instituto) orientada a la formación espiritual de niños y catequistas. Los quería para Cristo. No había distinción entre las religiosas y las legas, lo cual constituyó una novedad en la época. Con el primer grupo de postulantes interesadas abrieron el orfanato y comenzaron a formar a los catequistas. A Julia se le oía decir: “Hijas mías, pensad cuán pocos sacerdotes hay actualmente y cuántos niños pobres se debaten en la ignorancia. Tenemos que luchar por ganarlos para Cristo”. En 1804, cuando llevaba veintidós años paralítica, acudió a una misión popular. El padre Enfantin le pidió que realizara junto a él una novena que quería efectuar por una intención particular. Al quinto día, coincidiendo con la festividad del Sagrado Corazón, el sacerdote le dijo: “Madre, si tiene fe, dé un paso en honor al Sagrado Corazón de Jesús”. Lo hizo y vio que podía caminar.

Con otras condiciones de salud, pudo dedicarse a viajar y extender la obra abriendo nuevos conventos en Namur, Gante y Tournai. También ayudó a los “Padres de la Fe” en su labor misionera por diversas localidades hasta que su acción fue vetada por el gobierno. Las fundaciones florecían cuando llegó la discordia de mano del sacerdote sustituto del padre Varin, el abad de Sambucy de St. Estève, quien primeramente pretendió reformular las constituciones, algo a lo que Julia se opuso, por lo cual alejó de ella a muchas personas y comenzó a sembrar dudas respecto a la Orden. El obispo de Amiens, monseñor Demandolx, influenciado por el abad instó a la fundadora a abandonar la diócesis, y se retiraron al convento de Namur, donde el prelado de la ciudad Pisani de la Gaude las acogió. Después, aunque el de Amiens reclamó su presencia, y Julia intentó reconstruir la fundación, al no hallar quien la secundase regresó a Namur para siempre. Los últimos años de su vida siguió fundando nuevas casas y formando a las religiosas. 1816 constituyó el declive de su salud. Y el 8 de abril de ese año falleció recitando el Magnificat. Pío X la beatificó el 13 de mayo de 1906. Pablo VI la canonizó el 22 de julio de 1969.