Servicio diario - 04 de marzo de 2019


 

Jesús nos dice: "Es mejor que mires tus defectos y dejes vivir en paz a los demás"
Redacción

Juan Carlos Cruz, figura clave para emprender el camino de renovación en la Iglesia de Chile
Rosa Die Alcolea

Francisco anuncia la apertura de los Archivos Vaticanos de Pío XII el 2 de marzo de 2020
Rosa Die Alcolea

El Arzobispo Scicluna y el Cardenal Gracias reflexionan sobre los pasos que se deben dar tras el Encuentro para la Protección de los Menores
Deborah Castellano Lubov

Audiencia a un grupo de la Pontificia Comisión para América Latina
Redacción

San Juan José de la Cruz, 5 de marzo
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

04/03/2019-20:36
Redacción

Jesús nos dice: "Es mejor que mires tus defectos y dejes vivir en paz a los demás"

(ZENIT – 4 marzo 2019).- El Papa visitó ayer, domingo, 3 de marzo de 2019, VIII domingo del tiempo ordinario, la parroquia romana de San Crispín de Viterbo en Labaro, en el sector norte de la diócesis de Roma.

A las 17:20 horas el Papa presidió la celebración de la santa misa en la iglesia parroquial. Después de la proclamación del Evangelio pronunció una homilía improvisada.

Terminada  la celebración eucarística, antes de la bendición final, el párroco don Luciano Cacciamani se despidió brevemente del Papa, expresando su agradecimiento por la visita y dándole una foto del artista Meo Carbone, dedicada al tema de la inmigración.

Antes de dejar la parroquia y regresar al Vaticano, el Santo Padre dirigió unas palabras de saludo a los muchos fieles que lo esperaban fuera de la iglesia.

Publicamos a continuación la transcripción de la homilía y las palabras del Papa durante los diferentes encuentros de su visita a la parroquia de San Crispín de Viterbo.

***

 

Homilía del Papa Francisco

Hemos escuchado en el Evangelio cómo Jesús explica a las personas la sabiduría cristiana, con parábolas. Por ejemplo, un ciego no puede guiar a otro ciego; después, el discípulo no es más grande que el Maestro; luego, no hay un buen árbol que produzca un mal fruto. Y así, con estas parábolas, enseña a la gente.

Me gustaría centrarme en una, que no he repetido. Ahora la digo [lee]: “¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la vida que hay en tu propio ojo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, deja  que saque la brizna que hay en tu ojo, no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? ¡Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano”. Y con esto, el Señor quiere enseñarnos a no ir criticando a los demás, a no mirar los defectos de los demás: Mira primero los tuyos, tus defectos. “Pero, padre, ¡no tengo ninguno!” – ¡Ah, felicidades! ¡Te aseguro que si no te das cuenta de que los tienes aquí, los encontrarás en el Purgatorio! Mejor verlos aquí.

Todos tenemos defectos, todos. Pero estamos acostumbrados, en parte por inercia, en parte por la fuerza de la gravedad del egoísmo, a mirar los defectos de los demás: Somos especialistas, todos, en esto. Enseguida encontramos los defectos de los demás. Y hablamos de ello. Porque hablar mal de los demás parece dulce, nos gusta. No, en esta parroquia tal vez no ocurra [risas], pero en otras partes es muy común. Siempre sucede así: “Ah, ¿cómo estás?” – “Bien, bien, con este tiempo, estoy bien..” “¿Pero  has visto  a ese…?”. E inmediatamente [caemos en ello].

No sé si vosotros habéis escuchado estas cosas, pero es algo malo. Y no es nuevo: Ya se hacía en la  época de Jesús. Es algo que, con el pecado original que tenemos, nos lleva a condenar a los demás, a condenar. E inmediatamente somos especialistas en encontrar las cosas malas de los demás, sin ver las nuestras. Y Jesús dice: “Tú condenas a ese por una cosa tan pequeña, y tienes cosas mucho más grandes, pero no las ves”. Y es cierto: nuestra maldad no es tanta, porque estamos acostumbrados a no ver nuestros límites, no a ver nuestras faltas, pero somos especialistas en ver las faltas de otros.

Y Jesús nos dice una palabra muy fea, muy fea: “Si vais por este camino, sois unos hipócritas”. Es feo decir hipócrita: Jesús se lo decía a los fariseos, a los doctores de la Ley, que decían una cosa y hacían  otra. Hipócrita. Hipócrita significa uno que tiene un doble pensamiento, un doble juicio: Uno lo dice abiertamente y otro a escondidas, con el que condena a los demás. Es tener una doble manera de pensar, una doble manera de dejarse ver. Se muestran como personas buenas y perfectas, y por debajo condenan. Por eso Jesús se escapa de esta hipocresía y nos aconseja: “Es mejor que mires tus defectos  y dejes vivir en paz a los demás. No te metas en la vida de los demás: Mira la tuya”.

Y esto no termina aquí: el chismorreo no termina con el chismorreo; el chismorreo va más allá, siembra discordia, siembra enemistad, siembra mal. Escuchadme, no exagero: Por la lengua comienzan las guerras. Tú, chismorreando de los demás, empiezas una guerra. Un paso hacia la guerra, una destrucción. Porque es lo mismo destruir al otro con la lengua que con una bomba atómica, es lo mismo. Tú destruyes Y la lengua tiene el poder de destruir como una bomba atómica. Es muy potente. Y no lo digo yo: Lo dice el apóstol Santiago en su carta. Tomad la Biblia y miradlo. ¡Es muy poderosa! Es capaz de destruir. Y con los insultos, con el hablar mal de los demás, comienzan tantas guerras: guerras domésticas,  -se empieza a gritar- guerras en el vecindario, en el lugar de trabajo, en la escuela, en la parroquia… Por eso Jesús dice: “Antes de hablar de los demás, toma un espejo y mírate a ti mismo; mira tus faltas y avergüénzate de tenerlas. Y así te volverás mudo sobre los defectos de los demás “. “No, padre, es que tantas veces hay gente mala, que tiene tantos defectos…”. Pues, vale, sé valiente, sé valiente y díselo a la  cara: “Eres malo, eres mala, porque estás haciendo esto y esto”. Díselo a la cara, no a la espalda, no por detrás. Díselo a la cara. “Pero no quiere escucharme”. Entonces díselo a quien pueda remediarlo,  a quien pueda corregir, pero no lo digas como chismorreo, porque el chismorreo no resuelve nada, al contrario. Empeora las cosas y te lleva a la guerra.

[Dentro de poco] comenzaremos la Cuaresma: Sería muy bonito que cada uno de nosotros, en esta Cuaresma, reflexionase sobre esto. ¿Cómo me porto con la gente? ¿Cómo está mi corazón frente a la gente? ¿Soy un hipócrita, sonrío y luego critico y destruyo con mi lengua? Y si al final de la Cuaresma hubiéramos podido corregir esto un poco, y no ir siempre criticando a los demás por la espalda,  os aseguro que la resurrección de Jesús se vería más hermosa, más grande entre nosotros… “Eh, padre, es muy difícil, porque me sale criticar a los demás”;  lo puede decir cualquiera de nosotros, porque es un hábito que el diablo pone en nosotros. Es verdad, no es fácil. Pero hay dos medicamentos que ayudan mucho. En primer lugar, la oración. Si a ti te sale lo de “despellejar” a otro, lo de  criticar a otro, reza por él, reza por ella y pide al Señor que resuelva ese problema y, a ti que te cierre la boca. Primer remedio: la oración. Sin oración no podemos hacer nada. Y en segundo lugar, hay otra medicina, que también es práctica como la oración: cuando sientas el deseo de hablar de alguien, te muerdes la lengua. ¡Fuerte! Porque así se te hinchará la lengua y no podrás hablar. [ríen] Es una medicina práctica, es muy práctica.

Pensad seriamente en lo que Jesús dice: “¿Por qué miras los defectos de los demás y no miras los tuyos, que son más grandes?”. Pensadlo bien. Pensad que este hábito tan feo es el comienzo de tantas desuniones, de tantas guerras domésticas, guerras en el vecindario, guerras en el lugar de trabajo, tantas enemistades. ¡Pensadlo! Y rezad al Señor, rezad para que nos dé la gracia de no hablar mal de los demás. ¡Y todos los días tened la dentadura lista para aplicar el segundo medicamento!

¡El Señor os bendiga!

 

 

 

 

04/03/2019-19:25
Rosa Die Alcolea

Juan Carlos Cruz, figura clave para emprender el camino de renovación en la Iglesia de Chile

(ZENIT — 4 febrero 2019).- Juan Carlos Cruz fue una de las tres primeras personas en denunciar los abusos sexuales por parte de un sacerdote en Chile. En concreto, los que vivió en la década de los años 80 por el entonces sacerdote Fernando Karadima, de la parroquia de El Bosque, en Santiago.

El Papa Francisco se reunió con él cuando viajó a Chile en enero de 2018, y en el vuelo de regreso a Roma, pidió perdón a "todos aquellos a los que ofendió" por haber negado la acusación del obispo Juan Barros por falta de "pruebas". Previamente, el obispo de Osorno había sido acusado de haber tenido conocimiento del abuso sexual de su antiguo mentor, Fernando Karadima, mientras era seminarista.

El Papa aclaró en el vuelo papal: "En Iquique, respondí una pregunta de un periodista sobre el Obispo Barros. Usé el término 'prueba' y dije: 'El día que tenga pruebas, hablaré'. Desafortunadamente, sé que muchas personas que son abusadas no pueden mostrar evidencia, no la tienen y no pueden tenerla, o si lo hacen, están avergonzadas... Tengo que disculparme porque la palabra "prueba" me dolió, mi expresión no fue apropiada. Presento mis disculpas si he hecho daño sin darme cuenta, sin querer, me duele mucho... Es por eso que ya no quiero usar el término "pruebas".

 

“Doctores del alma”

El testimonio de Juan Carlos abrió el Encuentro sobre ‘La Protección de los Menores en la Iglesia’, convocado por el Papa Francisco y celebrado del 21 al febrero de 2019, con la participación de 190 representantes de la Iglesia en todos los continentes.

“Ustedes, son los doctores de las almas, y sin embargo, con excepciones, se han convertido en algunos casos, en los asesinos de los almas, en los asesinos de la fe”: palabras que Cruz dirigió a los sacerdotes y religiosos, en su testimonio, proyectado en una pantalla, en el aula nueva del Sínodo, donde se reunieron esos días.

A Juan Carlos le conocen bien en el Vaticano. Monseñor Scicluna le había contactado dos semanas antes de empezar el Encuentro para invitarlo a venir a Roma, en nombre del Santo Padre. Además, el periodista chileno, ahora residente en Estados Unidos, tiene una gran amistad con el Cardenal O’Malley, Arzobispo de Boston y gran conocedor del problema de los abusos sexuales en la Iglesia, y con Jordi Bertomeu, el catalán que permanece en la sombra redactando cruciales informes para el Santo Padre, y visitando a víctimas junto a Mons. Charles J. Scicluna, nombrado recientemente secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la fe.

El creyente chileno se reafirma en la esperanza: “Tengo expectativas, pero no cambia todo de un día para otro. No sé si tú o yo veremos los resultados”.

“Queremos una Iglesia renovada, queremos que esta Iglesia resurja y vuelva a ser lo que era, que sea una Iglesia libre de la lacra de los abusos y de la cultura de encubrimiento”, pide Juan Carlos. “Si no van a cumplir eso, que se vayan porque aquí ya no hay lugar, y esto es como una bola de nieve. El modelo chileno ha sido impresionante para lograr que otros países también vayan explotando como está pasando en España y lo que va a pasar en muchos otros países: en Costa Rica, en Perú y en otros países”.

 

En busca de una nueva vida

Él al principio no hablada de su mala experiencia: “Yo tenía este horror en alguna parte de mi cuerpo, y lo tenía en un cajón ahí, guardado. De repente salía y lo pasaba mal, o de repente estaba deprimido, y yo no entendía por qué”.

“Yo viví con depresión –narra el chileno–. Traté de suicidarme a los 20 años, dejándome morir después de una operación, y no recuperándome, deseando morirme”.

Ahora es vicepresidente de la multinacional Global Fortune, una de los mejores 150 compañías en los Estados Unidos de América, vive en Filadelfia y logró dejar atrás los fantasmas del que un día fue sacerdote: Fernando Karadima, retirado del ministerio sacerdotal por el Papa Francisco.

El año 2010 fue el año que supuso para Juan Carlos ‘El fin de la inocencia’, afirmación que dio título a su libro, su testimonio personal. (Debate, 2014).

James Hamilton, amigo de la infancia, médico en la actualidad, casado y con hijos, se había puesto en contacto con otros sobrevivientes del abuso del sacerdote, entre ellos, Juan Carlos. Gracias a esta proposición, con el importante apoyo del abogado Hermosilla, los 3 amigos –Cruz, Hamilton y José Andrés Murillo– declararon ese año frente a un fiscal civil.

 

Jaque mate a Karadima

“Yo había hecho mi castillo en Estados Unidos. Hice mi vida allá, me escapé allá y yo no quería saber de esto”. Yo dije: “A este tipo nunca lo vamos a poder cazar de ninguna forma, porque es amigo de Pinochet, amigo del maléfico Sodano, amigo de todos los poderosos”.

Fernando Karadima era un sacerdote muy influyente en la sociedad chilena, con importantes contactos políticos, civiles y religiosos en el país en el periodo de la dictadura de Augusto Pinochet.

En 2011, el Vaticano declaró a Karadima culpable de abusar sexualmente de menores, en ocasiones por la fuerza. Fue sentenciado a una vida de penitencia y oración, y se le prohibió tener contacto con antiguos feligreses o realizar cualquier acto eclesiástico de forma pública. El Papa Francisco lo expulsó del sacerdocio de manera oficial el 28 de septiembre de 2018.

El sobreviviente de los abusos sexuales de Karadima se ha reunido varias veces con el Papa. La primera fue en Chile, un viaje apostólico (enero 2018) que quedó marcado por el dolor y la desconfianza a la Iglesia. Esos días, los medios de comunicación de todo el mundo retrataban las calles de Santiago con gran ausencia de fieles la capital de Chile.

 

“Mi fe es tremendamente importante”

El chileno se declara abiertamente católico. De hecho, su mensaje es claro: “Yo creo que el Papa ha hecho mucho bien para la Iglesia en Chile, porque la verdad teníamos unos obispos que eran unos verdaderos delincuentes, y todavía los tenemos pero yo creo que el Papa en este momento está buscando la gente idónea para seguir cambiando, y seguir haciendo cambios radicales en Chile que eso va hacer mucho bien”.

“Para mí, mi fe es tremendamente importante. Es donde pongo mi corazón. Yo no estaría aquí hablando contigo si no fuese porque yo tengo hoy fe. Para mí la imagen de María ha sido mi sostenedora. María me ha cuidado todo el tiempo. En los momentos en los que más triste, más solo he estado, ella ha estado conmigo”.

“Me han dicho de todo, enemigo de la Iglesia, pero me he mantenido fuerte gracias a mi fe, y porque conozco a muchos sacerdotes y religiosas y laicos y laicas que creen en la Iglesia, y que sé que no son malos, como por desgracia, son otros”.

“Lo que hemos tenido en Chile por años, son obispos que eran mentirosos, que escondían, que destrozaban documentos, que vendían una falsa realidad de Chile”. Juan Carlos vivió todo el proceso con sus amigos James Hamilton y José Andrés Murillo, gracias al trabajo y al apoyo del abogado Juan Pablo Hermosilla, fue “el que realmente nos cambió la vida, porque nos armó de valor, nos ayudó, y gratis. Él ha sido una maravilla en mi vida”, relata Cruz.

 

Cardenal Erráruriz

“Para contar la historia, fuimos a la Iglesia, el cardenal Errázuriz –retirado del consejo de asesores del Papa en diciembre de 2018– no hizo absolutamente nada”. Nadie nos creía. El cardenal Errázuriz vino a envenenar al Papa Francisco, le decía que nosotros éramos unos mentirosos… Y claro, el Papa Francisco se fiaba, pero lo engañaba. Esto ha sido una pelea de 8 años”, recuerda Cruz.

Tras la polémica desatada por el caso del obispo Juan Barros (también denunciado por Juan Carlos Cruz), sentenciado a retirarse a un monasterio para una vida de “oración y penitencia”, sin ninguna misión pastoral, el Papa pidió perdón a las víctimas de abusos y personas que se ofendieron con los comentarios acerca de la supuesta inocencia de Barros, al no tener “pruebas”.

 

Amistad “sanadora” con el Papa

Mons. Scicluna y el sacerdote Jordi Bertomeu fueron a entrevistar a Juan Carlos Cruz a Nueva York, tras interrogar a otras en Chile. Le dijeron que él era el testigo principal y que él no podía testificar por Skype. “Después de hablar con Scicluna y después de hablar con Bertomeu, me di cuenta que eran hombres buenos y que querían de verdad que algo cambiara. Entonces hice una rueda de prensa después de esa reunión, porque pensé que tenía que mandar un mensaje a Chile, como la gente me cree tengo que aprovechar eso para decir ‘sí’, confíen en estas personas, y testificaron como 70 personas, se elaboró un informe de 2.300 páginas, donde se expuso toda la verdad, no solo de Juan Barros, de todos estos obispos”.

Después de esto, el Papa invitó a Juan Carlos, a James Hamilton y a José Andrés Murillo al Vaticano. Tras la publicación de la carta del Papa al pueblo chileno, en mayo de 2018, Juan Carlos viajó a Roma, donde el mismo Francisco le recibió. “Vine a Roma, conversé con él, y ahí surgió una verdadera amistad que para mí ha sido salvadora y sanadora”.

 

Prevención de abusos

Este ha sido uno de los temas principales que han tratado en la cumbre mundial celebrada en Roma para combatir el problema de los abusos en la Iglesia. El sobreviviente chileno opina que primero “hay que tener protocolos sólidos y ser cautelosos en ejecutarlos”.

“Tenemos que estar vigilantes, estar renovando, hay que estar extra preocupados. Después llegará un tiempo que tenemos que esperar que se normalice la situación, pero en este momento hay que estar extra vigilantes”, aconseja.

 

Fundación ‘Para la confianza’

A Juan Carlos le ha ayudado mucho compartir su testimonio “porque como católico, yo quiero que este problema se solucione, pero no puedo culpar a otras víctimas que estén absolutamente dolidas, que estén absolutamente enfurecidas por todo lo que ha pasado, aquí se ha tratado a gente muy mal”, opina.

“Obispos que han negado, que han re-traumatizado varias veces a varias víctimas, diciéndoles mentirosos. Tratándolos como a mí, enemigo de la Iglesia, como que estoy mintiendo aquí y allá”, asegura el periodista.

Por ello, Juan Carlos junto a sus 2 amigos José Andrés Murillo y James Hamilton –también sobrevivientes de abusos en Chile– y el abogado Juan Pablo Hermosilla, crearon hace 8 años la ‘Fundación para la Confianza’.

La misión de la Fundación es luchar contra el abuso sexual infantil, a través de la orientación y acompañamiento a personas que han sido víctimas de abuso sexual durante su infancia, y la generación de herramientas y estrategias de prevención especialmente en los contextos educativos y que trabajan con niños, niñas y jóvenes.

“Es un referente en Chile”, señala Cruz. Invitan a José Andrés Murillo –el actual director– a dar charlas de prevención, tenemos grupos de ayuda mutua, tenemos asistentes sociales, pero lo que sí sobre todo tenemos es un montón de gente buenísima, abogados, asistentes sociales, psicólogos que quieren trabajar con nosotros, así hemos podido ayudar un montón de víctimas.

 

Denuncias falsas

“Ahí ha sido clave nuestro abogado al que queremos como a un hermano que también es director de la formación que se llama Juan Pablo Hermosilla, que es un tipo que nos ha ayudado, y nos ha contenido y nos ha hecho ver que después de una tragedia se puede vivir bien, ser feliz y ayudar y sacar cosas buenas de una tragedia así”.

Revisando estudios de otras fundaciones, y con su propia experiencia, Juan Carlos asegura “es muy raro que una víctima haga una denuncia falsa, que puede pasar, pero es extremadamente raro”. “Es muy raro que alguien hable de algo horrible que ha vivido y que sea falso”, explica Juan Carlos, “porque la vergüenza es espantosa, el daño es tremendo que puede haber pasado, que pasa a lo mejor, pero si pasa, pero es mucho más la verdad y los casos de denuncias falsas son absolutamente extraños y únicos”.

 

 

 

 

04/03/2019-20:06
Rosa Die Alcolea

Francisco anuncia la apertura de los Archivos Vaticanos de Pío XII el 2 de marzo de 2020

(ZENIT — 4 marzo 2019).- "He decidido que la apertura de los Archivos Vaticanos del pontificado de Pío XII tenga lugar el 2 de marzo de 2020, exactamente un año después del ochenta aniversario de la elección al Solio de Pedro de Eugenio Pacelli", ha anunciado el Papa Francisco.

El Pontífice ha asegurado que “La Iglesia no tiene miedo de la historia, al contrario, la ama y la gustaría amarla más y mejor, ¡como Dios la ama!”. “Por eso –ha continuado– con la misma confianza de mis predecesores, abro y confío a los investigadores este patrimonio documental”.

Esta mañana, 4 de marzo de 2019, el Santo Padre ha recibido en audiencia a los superiores, empleados y colaboradores del Archivo Secreto Vaticano, con motivo del ochenta aniversario de la elección al Sumo Pontífice del Siervo de Dios Pío XII, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico.

Publicamos a continuación el discurso que el Papa ha dirigido a los presentes durante el encuentro:

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Discurso del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas,

Os doy la bienvenida, grato de recibiros. Agradezco al obispo José Tolentino de Mendonça las amables palabras de saludo que me ha dirigido en nombre de todos vosotros. Saludo al arzobispo Sergio Pagano, al profesor Paolo Vian, nuevo vice-prefecto, y a vosotros, archivistas, escribanos, asistentes y empleados del Archivos Secreto Vaticano, así como a los profesores de la Escuela Vaticana de Paleografía, Diplomática y Archivos.

La ocasión de vuestra visita, – a tan breve distancia de mi encuentro con vosotros y con la Biblioteca Apostólica, el 4 de diciembre pasado –se coloca en el feliz aniversario, justo anteayer, de los ochenta años transcurridos desde la elección a Sumo Pontífice, el 2 de marzo de 1939, del Siervo de Dios Pío XII, de venerada memoria.

La figura de ese Pontífice, que se encontró guiando la Barca de Pedro en uno de los momentos más tristes y oscuros del siglo XX, agitado y en buena parte rasgado por el último conflicto mundial, con el consiguiente período de reorganización de las naciones y de reconstrucción de la posguerra, esta figura ya ha sido indagada y estudiada en muchos aspectos, a veces discutida e incluso criticada (podría decirse con algún prejuicio o exageración). Hoy en día se reevalúa oportunamente y, todavía más, se coloca bajo la luz adecuada por sus cualidades multifacéticas: sobre todo pastorales, pero también teológicas, ascéticas y diplomáticas.

Por deseo del Papa Benedicto XVI, vosotros, superiores y oficiales del Archivo Secreto Vaticano, así como del Archivo Histórico de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano, desde 2006 hasta la fecha estáis trabajando en un proyecto común de inventario y preparación de la abundante documentación producida durante el pontificado de Pío XII, parte de la cual ya hicieron  consultable mis venerables predecesores San Pablo VI y San Juan Pablo II.

Por lo tanto, os doy las gracias, y a través de vosotros a los otros archivistas del Vaticano, por el trabajo paciente y escrupuloso realizado durante los últimos doce años, y que todavía estáis llevando a cabo, para completar la preparación mencionada anteriormente.

El vuestro es un trabajo que se efectúa en silencio y lejos del clamor, cultiva la memoria y, en cierto sentido, me parece que pueda compararse con el cultivo de un árbol majestuoso, cuyas ramas se extienden hacia el cielo, pero cuyas raíces están sólidamente ancladas en la tierra. Si comparamos este árbol con la Iglesia, vemos que tiende hacia el Cielo, donde está nuestra tierra y nuestro último horizonte; las raíces, sin embargo,  se hunden en el terreno de la misma Encarnación del Verbo en la historia, en el tiempo. Vosotros, archivistas, con vuestra paciente fatiga, trabajáis en estas raíces y contribuís a  mantenerlas vivas, para que también las ramas más verdes y más jóvenes del árbol obtengan la buena savia para su crecimiento en el futuro.

Este constante  y no leve esfuerzo, vuestro y de vuestros colegas, me permite hoy, en memoria de ese significativo aniversario, anunciar mi decisión de abrir a la consulta de los investigadores la documentación archivística relacionada con el pontificado de Pío XII, hasta su muerte, en Castel Gandolfo el 9 de octubre de 1958.

He decidido que la apertura de los Archivos Vaticanos del pontificado de Pío XII tenga lugar el 2 de marzo de 2020, exactamente un año después del ochenta aniversario de la elección al Solio de Pedro de Eugenio Pacelli.

Asumo esta decisión después de escuchar el parecer de mis colaboradores más cercanos, con ánimo sereno y confiado, seguro de que la investigación histórica seria y objetiva podrá evaluar, en su justa luz,  con la crítica apropiada, los momentos de exaltación de aquel pontífice y, sin duda, también los momentos de graves dificultades, de decisiones atormentadas, de prudencia humana y cristiana, que a algunos podrían haber parecido reticencia y que, en cambio, fueron intentos, humanamente también muy combatidos, por mantener encendida durante los períodos de la oscuridad más intensa y de crueldad la llama de las iniciativas humanitarias, de la diplomacia oculta pero activa, de la esperanza en las posibles buenas aperturas de los corazones.

La Iglesia no tiene miedo de la historia, al contrario, la ama y la gustaría amarla más y mejor, ¡como Dios la ama! Por eso, con la misma confianza de mis predecesores, abro y confío a los investigadores este patrimonio documental.

Mientras os agradezco nuevamente el trabajo realizado, os deseo que prosigáis los esfuerzos para brindar asistencia a los investigadores -asistencia científica y material-  y también en la publicación de las fuentes del Papa Pacelli que se consideren importantes, como ya estáis haciendo desde hace algunos años.

Con estos sentimientos, os imparto con afecto mi bendición apostólica y os pido, por favor, que recéis por mí. Gracias.

 

 

 

 

04/03/2019-17:24
Deborah Castellano Lubov

El Arzobispo Scicluna y el Cardenal Gracias reflexionan sobre los pasos que se deben dar tras el Encuentro para la Protección de los Menores

 

Necesitamos desarrollar ciertos aspectos del Motu Proprio 'Como una Madre Amorosa'...

Se está considerando crear una oficina para supervisar la protección de menores, otra diferente a la actual Comisión Pontificia para la Protección de Menores...

Ambos puntos fueron confirmados a ZENIT por el Arzobispo Charles Scicluna, presidente de la Conferencia de Obispos de Malta, el reformador encomendado por el Papa para combatir e investigar los abusos sexuales, y uno de los cuatro organizadores del reciente encuentro sobre la Protección de los Menores en la Iglesia en el Vaticano, del 21 al 24 de febrero, y el Arzobispo de Bombay, India, el Cardenal Oswald Gracias, otro de los cuatro prelados del comité organizador del encuentro, asesor del Papa, y presidente de la Conferencia Episcopal de India.

Los comentarios se hicieron en el Augustinianum, el 24 de febrero, durante la conferencia de prensa final del encuentro para combatir el abuso sexual, convocada por el Papa, que reunió a los presidentes de las conferencias mundiales de obispos y otros representantes en la Iglesia y en la vida religiosa.

Junto al Cardenal Gracias y el Arzobispo Scicluna —secretario adjunto en la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano— intervinieron el Padre Federico Lombardi, jesuita, presidente de la Fundación Vaticano Joseph Ratzinger — Benedicto XVI, moderador de la reunión; El padre jesuita Hans Zollner, presidente del Centro para la Protección de Menores de la Pontificia Universidad Gregoriana, y miembro de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, parte del comité organizador; la periodista mexicana Valentina Alazraki, que intervino en el Encuentro; Paolo Ruffini, Prefecto del Dicasterio del Vaticano para comunicaciones; y Alessandro Gisotti, Director ad interim de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

Cada día comenzó con oración, luego dos intervenciones por la mañana, otra por la tarde, cada una seguida por una sesión de preguntas y respuestas, y luego grupos de trabajo reflejando las idiomas. Algunos puntos destacados de estos días fueron la liturgia penitencial del sábado por la tarde y la misa del domingo por la mañana.

El Papa, después de la Misa del domingo y antes del Ángelus al mediodía, pronunció un discurso de clausura en el que pidió una "batalla total" contra los abusos, e enfatizó que se deben erradicar. Dijo que donde surge un solo caso de abuso, "se trataría con la mayor seriedad". También denunció los encubrimientos. Tres acciones inmediatas, entre las que aún se están considerando, incluyen un nuevo Motu proprio sobre el abuso para el Estado de la Ciudad del Vaticano, un vademecum proporcionado por la Congregación para la Doctrina de la Fe para indicar a los obispos preguntas y respuestas sencillas sobre cómo manejar diversas situaciones, y grupos de trabajo para lugares sin recursos ni comprensión adecuada.

Algunas víctimas, hombres y mujeres, estuvieron presentes durante los momentos de oración y dieron testimonios. Los organizadores se reunieron con algunas víctimas antes de la conferencia. Los oradores han recordado durante y antes del encuentro que ya existen protocolos sólidos para la cero tolerancia del abuso sexual hacia los menores y hacia la negligencia de los Obispos en el Motu Proprio Como una Madre Amorosa del Papa Francisco.

El problema es que los protocolos deben ser completamente observados, seguidos, y nunca ignorados o descuidados. Mientras que en algunas partes del mundo, especialmente en los países anglófonos, y algunas partes de Europa las han tomado en serio, otras partes del mundo no lo han hecho.

 

Aclaración del Motu proprio Como una Madre amorosa

Durante la conferencia de prensa del 22 de febrero, Cardenal Sean O'Malley, Arzobispo de Boston y Presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, comentó que se está preparando una aclaración a la aplicación del Motu proprio Como una Madre amorosa. ZENIT preguntó sobre la aclaración en la rueda de prensa, en la clausura del 24 de febrero de 2019.

"Una de las cosas que debe aclararse mejor acerca de Como una Madre Amorosa, dijo el Arzobispo Scicluna a ZENIT, "es [que debe haber] más información sobre lo que sucede cuando un superior general o uno de los jerarcas de las congregaciones religiosas cometieron abusos, porque eso no está bien desarrollado en el motu proprio, como está". Así que un futuro "reglamento", como lo llaman, sin duda especificará este aspecto.

"De lo contrario, el procedimiento es lo que es", dijo, señalando: "Tendrá que ser aplicado a diferentes tipos de trabajos en las congregaciones de una manera que todavía no lo hace". Señaló que ciertas congregaciones tienen congresos regulares, que son las reuniones del personal ejecutivo. Otros lo tienen cada mes. "Depende", dijo el prelado.

"No hay necesidad de un gran cambio de paradigma, no hay necesidad de eso", señaló, sin embargo, este aspecto de un mayor desarrollo del aspecto sobre el liderazgo de las congregaciones religiosas, señaló, es "uno de los aspectos importantes que se necesita revisar en 'Come una Madre Amorevole ".

ZENIT reconoció que había habido alusiones esta semana a la idea de crear un Consejo Pontificio para la Protección de Menores (algo más allá de la actual Comisión Pontificia para la Protección de Menores), y que otros, como Arzobispo Coleridge de Australia en una entrevista reciente con otra publicación católica llamó a un oficio de alto nivel en el Vaticano para luchar en contra de los abusos y las raíces de la cultura clerical.

Cardenal Gracias respondió a ZENIT, confirmando que la idea de una curia de este tipo surgió en las discusiones. "Gracias por la pregunta", dijo, señalando que han discutido la posibilidad.

"Tenemos la comisión actual, pero nos gustaría profundizar lo que tenemos". Para la estructura apropiada que se está considerando, sería de suma importancia que "mantenga su libertad, que siga siendo autónoma, incluso si es dentro de la curia".

"Nunca debe ser una camisa de fuerza". "Debemos mantener su libertad incluso en la curia, y esta es una de las cuestiones que estamos tratando de resolver, dijo Cardenal Gracias, señalando que debe tener un poder independiente adecuado para ayudar a las diócesis y al Santo Padre.

 

Traducción de Richard Maher

 

 

 

04/03/2019-18:24
Redacción

Audiencia a un grupo de la Pontificia Comisión para América Latina

(ZENIT — 4 marzo 2019).- A las 11:40 horas, esta mañana, en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico Vaticano, el Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia a un grupo de la Comisión Pontificia para América Latina, al concluir el seminario intensivo de formación celebrado en el Vaticano, del 24 de febrero al 4 de marzo sobre el tema "Doctrina social de la Iglesia y compromiso político en América Latina: para una nueva generación de católicos latinoamericanos en la política".

El Seminario, organizado para la formación de 26 jóvenes líderes católicos procedentes de culturas y profesiones diversas, se llevó a cabo como parte de un programa de postgrado en Doctrina Social de la Iglesia, organizado por la Pontificia Comisión para América Latina (CAL) y la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos, en colaboración con el CELAM y la Fundación Konrad. Adenauer.

Publicamos a continuación el discurso que el Papa ha dirigido a los presentes:

 

Discurso del Santo Padre

Queridos amigos:

Agradezco las palabras del Cardenal Ouellet, e inicié esta intervención diciéndoles "queridos amigos", y no por un mero recurso retórico sino porque al pensar en la iniciativa que han emprendido creo que puede ser oportuno recordar una línea del capítulo 15 del evangelio de san Juan, en el que Jesús dice a todos: «En adelante, ya no los llamaré siervos, porque el siervo no conoce lo que hace su señor. Desde ahora los llamaré amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oía mi Padre» (Jn 15,15).

Y Jesús funda la Iglesia con aires de una amistad, como un acto de amor, como un gesto de compasión por nuestra condición frágil y limitada. Y al encarnarse, Jesucristo abraza nuestra humanidad, abraza a nuestro "yo", a veces egoísta, tantas veces temeroso, para regalarnos su fuerza y mostrarnos que no estamos solos en el camino de la vida, que tenemos un amigo que nos acompaña. Gracias a ello, cada vez que decimos "yo" podemos decir "nosotros", es decir, somos comunidad con Él. Tenemos un "amigo" que nos sostiene, nos invita a proponer misioneramente esa misma amistad a todos los demás y así dilatar la experiencia de "Iglesia".

Y esta verdad tiene muchas implicaciones en distintos ámbitos, pero en especial es importante para aquellos que descubren que son llamados a ser responsables de la promoción del bien común.

Ser católico en la política no significa ser un recluta de algún grupo, una organización o partido, sino vivir dentro de una amistad, dentro de una comunidad. Si tú al formarte en la Doctrina social de la Iglesia no descubres la necesidad en tu corazón de pertenecer a una comunidad de discipulado misionero verdaderamente eclesial, en la que puedas vivir la experiencia de ser amado por Dios, corres el riesgo de lanzarte un poco a solas a los desafíos del poder, de las estrategias, de la acción, y terminar en el mejor de los casos con un buen puesto político pero solo, triste y con el riesgo de ser manipulado.

Jesús nos invita a ser sus amigos. Si nos abrimos a esta oportunidad nuestra fragilidad no va a disminuir. Las circunstancias en las que vivimos no cambiarán de inmediato. Sin embargo, podremos mirar la realidad de una manera nueva, podremos vivir con renovada pasión los desafíos en la construcción del bien común. No olvidemos que entrar en política, significa apostar por la amistad social.

En América Latina tenemos un santo que sabía bien de estas cosas. Supo vivir la fe como amistad y el compromiso con su pueblo hasta dar la vida por él. El veía a muchos laicos deseosos de cambiar las cosas pero que muchas veces se extraviaban con falsas respuestas de tipo ideológico. Con la mente y el corazón puestos en Jesús y guiado por la Doctrina social de la Iglesia, san Óscar Arnulfo Romero decía, y cito:

«La Iglesia no se puede identificar con ninguna organización, ni siquiera con aquellas que se califiquen y se sientan cristianas. La Iglesia no es la organización, ni la organización es la Iglesia. Si en un cristiano han crecido las dimensiones de la fe y de la vocación política, no se pueden identificar sin más las tareas de la fe y una determinada tarea política, ni mucho menos se pueden identificar Iglesia y organización. No se puede afirmar que solo dentro de una determinada organización se puede desarrollar la exigencia de la fe. No todo cristiano tiene vocación política, ni el cauce político es el único que lleva a una tarea de justicia. También hay otros modos de traducir la fe en un trabajo de justicia y de bien común. No se puede exigir a la Iglesia o a sus símbolos eclesiales que se conviertan en mecanismos de actividad política. Para ser buen político no se necesita ser cristiano, pero el cristiano metido en actividad política tiene obligación de confesar su fe. Y si en eso surgiera en este campo un conflicto entre la lealtad a su fe y la lealtad a la organización, el cristiano verdadero debe preferir su fe y demostrar que su lucha por la justicia es por la justicia del Reino de Dios, y no otra justicia».[1] Hasta aquí Romero.

Estas palabras pronunciadas el 6 de agosto del 78 para que los fieles laicos fueran libres y no esclavos, para que reencontraran las razones por las que vale la pena hacer política pero desde el evangelio superando las ideologías. La política no es el mero arte de administrar el poder, los recursos o las crisis. La política no es mera búsqueda de eficacia, estrategia y acción organizada. La política es vocación de servicio, diaconía laical que promueve la amistad social para la generación de bien común. Solo de este modo la política colabora a que el pueblo se torne protagonista de su historia y así se evita que las así llamadas “clases dirigentes” crean que ellas son quienes pueden dirimirlo todo. El famoso adagio liberal exagerado, todo por el pueblo, pero nada con el pueblo. Hacer política no puede reducirse a técnicas y recursos humanos y capacidad de diálogo y persuasión; esto no sirve solo. El político está en medio de su pueblo y colabora con este medio u otros a que el pueblo que es soberano sea el protagonista de su historia.

En América Latina y en todo el mundo vivimos actualmente un verdadero “cambio de época”[2] –lo decía Aparecida– que nos exige renovar nuestros lenguajes, símbolos y métodos. Si continuamos haciendo lo mismo que se hacía algunas décadas atrás, volveremos a recaer en los mismos problemas que necesitamos superar en el terreno social y político. No me refiero aquí simplemente a mejorar alguna estrategia de “marketing” sino a seguir el método que el mismo Dios escogió para acercarse a nosotros: la Encarnación. Asumir. Asumiendo todo lo humano –menos el pecado– Jesucristo nos anuncia la liberación que anhela nuestro corazón y nuestros pueblos. Y entonces ustedes como jóvenes católicos dedicados a diversas actividades políticas serán vanguardia en el modo de acoger los lenguajes y signos, las preocupaciones y esperanzas, de los sectores más emblemáticos del cambio de época latinoamericano. Y les tocará buscar los caminos del proceso político más apto para llevar adelante.

¿Cuáles son los sectores más emblemáticos o significativos en el cambio de época latinoamericano? En mi opinión son tres, además lo deben de haber escuchado porque esta Carriquiri aquí, así que se lo copio a él. En mi opinión son tres a través de los cuales es posible reactivar las energías sociales de nuestra región para que sea fiel a su identidad y, al mismo tiempo, para que construya un proyecto de futuro: las mujeres, los jóvenes y los más pobres.

En primero lugar, las mujeres. La Comisión Pontificia para América Latina el año pasado ha dedicado una reunión plenaria precisamente a la mujer como pilar en la edificación de la Iglesia y la sociedad.[3] Además, a los obispos del CELAM en Bogotá en 2017 les recordaba que «la esperanza en Latinoamérica tiene un rostro femenino».[4] En segundo lugar, los jóvenes, porque en ellos habita la inconformidad y rebeldía que son necesarias para promover cambios verdaderos y no meramente cosméticos. Jesucristo, eternamente joven, está presente en su sensibilidad, en la de ellos, en su rostro y en sus inquietudes. Y en tercer lugar, los más pobres y marginados. Porque en la opción preferencial por ellos la Iglesia manifiesta su fidelidad como esposa de Cristo no menos que sobre el ámbito de la ortodoxia.[5]

Las mujeres, los jóvenes y los pobres son, por diversas razones, lugares de encuentro privilegiado con la nueva sensibilidad cultural emergente y con Jesucristo. Ellos son protagonistas del cambio de época y sujetos de esperanza verdadera. Su presencia, sus alegrías y, en especial, su sufrimiento son una fuerte llamada de atención para quienes son responsables de la vida pública. En la respuesta a sus necesidades y demandas se juega en buena medida la verdadera construcción del bien común. Constituyen un lugar de verificación de la autenticidad del compromiso católico en la política. Si no queremos perdernos en un mar de palabras vacías, miremos siempre el rostro de las mujeres, de los jóvenes y de los pobres. Mirémoslos como sujetos de cambio y no como meros objetos de asistencia. La interpelación de sus miradas nos ayudará a corregir la intención y a redescubrir el método para actuar “inculturadamente” en nuestros distintos contextos. Asumir, y asumir en concreto, toda esta problemática significa ser concreto y en política cuando uno se desvía del ser concreto se desvía también de la conducción política.

Una nueva presencia de católicos en política es necesaria en América Latina. Una “nueva presencia” que no solo implica nuevos rostros en las campañas electorales sino, principalmente, nuevos métodos que permitan forjar alternativas que simultáneamente sean críticas y constructivas. Alternativas que busquen siempre el bien posible, aunque sea modesto. Alternativas flexibles pero con clara identidad social cristiana. Y para ello, es preciso valorar de un modo nuevo a nuestro pueblo y a los movimientos populares que expresan su vitalidad, su historia y sus luchas más auténticas. Hacer política inspirada en el evangelio desde el pueblo en movimiento se convierte en una manera potente de sanear nuestras frágiles democracias y de abrir el espacio para reinventar nuevas instancias representativas de origen popular.

Los católicos sabemos bien que «en las situaciones concretas, y teniendo en cuenta las solidaridades que cada uno vive, es necesario reconocer una legítima variedad de opciones posibles. Una misma fe cristiana puede conducir a compromisos diferentes».[6] Por eso, los invito a que vivan su fe con gran libertad. Sin creer jamás que existe una única forma de compromiso político para los católicos. Un partido católico. Quizá fue esta una primera intuición en el despertar de la Doctrina social de la Iglesia que con el pasar de los años se fue ajustando a lo que realmente tiene que ser la vocación del político hoy día en la sociedad, digo cristiano. No va más el partido católico. En política es mejor tener una polifonía en política inspirada en una misma fe y construida con múltiples sonidos e instrumentos, que una aburrida melodía monocorde aparentemente correcta pero homogenizadora y neutralizante –y de yapa– quieta. No, no va.

Me alegra que haya nacido la Academia de Líderes Católicos y se expanda por diversos países de América Latina. Me alegra que ustedes busquen simultáneamente fieles al evangelio, plurales en términos partidistas y en comunión con sus Pastores.

Dentro de unos años, en 2031, celebraremos el V Centenario del Acontecimiento Guadalupano y, en 2033, el segundo milenio de la Redención. Quiera Dios que desde ahora en adelante puedan todos ustedes trabajar en la difusión de la Doctrina social de la Iglesia para así llegar a la celebración de estas fechas con verdaderos frutos laicales concretos de discipulado misionero. A mí me gusta repetir que tenemos que cuidarnos siempre de las colonizaciones culturales, no, las colonizaciones ideológicas, las hay económicas porque las sociedades tienen una dimensión de “coloneidad”; o sea, de ser abiertas a una colonización. Entonces defendernos de todo. Y al respecto me permito una intuición. A ustedes les tocará ajustar y corregir o no, pero es una intuición que la dejo a la mano de ustedes, sino quieren equivocarse en el camino para América Latina, la palabra es “mestizaje”. América Latina nació mestiza, se conservará mestiza, crecerá solamente mestiza y ese será su destino.

San Juan Diego, indígena pobre y excluido, fue precisamente el instrumento pequeño y humilde, que escogió Santa María de Guadalupe para una gran misión que daría origen al rostro pluriforme de la gran nación latinoamericana. Nos encomendamos a su intercesión para que cuando las fuerzas nos falten en la lucha por nuestro pueblo, recordemos que es precisamente en la debilidad que la fuerza de Dios puede hacer su mejor trabajo (cf. 2 Co 12,9). Y que la Morenita del Tepeyac nunca se olvide de nuestra amada “Patria Grande”, eso es América Latina, una Patria Grande en gestación, que nunca se olvide de nuestras familias y de los que más sufren. Y por favor no se olviden ustedes de rezar por mí. Gracias.

 

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[1] S. Óscar Arnulfo Romero, Homilía, 6 agosto 1978.
[2]
Cf. V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Aparecida, 44.
[3]
Cf. Comisión Pontificia para América Latina, La mujer pilar de la edificiación de la Iglesia y de la sociedad en América Latina, Librería Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 2018.
[4]
Francisco, Discurso al Comité Directivo del CELAM, 7 septiembre 2017.
[5]
Cf. S. Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 49.
[6]
S. Pablo VI, Octogesima adveniens, 50.

 

 

 

04/03/2019-08:07
Isabel Orellana Vilches

San Juan José de la Cruz, 5 de marzo

«La vida de este franciscano estuvo signada por la penitencia. Fue especialmente devoto de la Pasión de Cristo y eligió como modelos para su austeridad y mortificaciones a san Francisco de Asís y a san Pedro de Alcántara»

Aunque desde la infancia su vida estuvo marcada por signos que revelan una precocidad y profundidad en la experiencia espiritual inusuales en esa etapa, por la época en la que nació: siglo XVII, hemos de creer que el relato de su acontecer trazado por los biógrafos tiene sólidos fundamentos, y no estamos ante una construcción idealizada, fantasiosa, y alejada de la realidad. Que hay elementos para corroborar su itinerario lo prueba el ejemplo de una familia tan religiosa como la suya, forjada con tal mimo por sus padres José Calosirto y Laura Gargiulo, que cinco de sus hermanos fueron consagrados. Y él alcanzó las altas cumbres de la santidad. Algo grande debía haber en ese hogar bendecido de ese modo por Dios.

Carlo Gaetano nació el 15 de agosto de 1654 en Ischia, isla situada a la entrada del golfo de Nápoles, Italia. Creció en el seno de esta familia noble y pudiente alimentando su querencia por el silencio y la oración. Los juegos infantiles no le decían mucho. Prefería acudir a las iglesias a retirarse a orar. En su tierno corazón ocupaba un lugar especialísimo la Virgen María y en su honor había erigido un pequeño altar en su habitación; ante él recitaba el rosario y las letanías. Sus gestos eran los de una persona abocada de forma natural a seguir a Dios con signos preclaros de una prematura vocación expresada palpablemente a todos los niveles.

Su inclinación a la penitencia, uno de los rasgos característicos que le acompañaron hasta el fin, se puso de manifiesto en esta etapa. Junto a obras de piedad como dar limosna a los pobres, incluía la mortificación y disciplinas; se flagelaba llevado por su devoción a la Pasión de Cristo. Pero como a pesar de la edad de algún modo intuía que lo esencial es el ayuno de las pasiones, también aprovechaba situaciones que se le presentaban para crecer espiritualmente. Cuando uno de sus hermanos le abofeteó, se arrodilló ante él, le rogó su perdón y rezó un Padrenuestro. Incluso el ornato externo develaba su espíritu austero y el afán de imitar a Cristo que latía en lo más profundo de su ser. Huía de la ostentación, aunque la alta posición de su familia le habría permitido vestir elegantemente.

Los pasos que fue dando estaban perfectamente medidos por el compás religioso. A los 17 años tuvo claro que habría de consagrarse. Y cuando se planteó dilucidar en qué Orden debía ingresar dedicó una novena al Espíritu Santo. Se sentía llamado a formar parte de aquellas que tuvieran una regla rigurosa, y tomó contacto con Juan de San Bernardo, un franciscano descalzo perteneciente a los reformados que impulsó san Pedro de Alcántara. Precisamente Juan provenía de España y había recalado en Ischia con el fin de establecer allí una nueva rama de la Orden. Para Carlo el encuentro con este religioso fue completamente esclarecedor. Él, que ya estaba habituado a la vida de entrega en la que se hallaba inmerso, cuando vio las virtudes de las que estaba
adornado el franciscano no tuvo duda de que quería abrazarse a ese carisma. Se dirigió a Nápoles, al convento de Santa Lucía del Monte, donde fue admitido.

Profesó en 1671 tomando el nombre de Juan José de la Cruz. En él sintetizaba su devoción a la Pasión de Cristo, a san José y su amor a san Juan Bautista. Como era previsible, dada su trayectoria, el noviciado estuvo caracterizado por grandes austeridades y mortificaciones. Tenía como excelsos modelos a san Francisco de Asís y a san Pedro de Alcántara. Extremadamente exigente consigo mismo, ayunaba y se aplicaba cilicios, realizando severas penitencias. El descanso lo tenía prácticamente postergado. Tan edificante era su vida que en 1674 los superiores lo consideraron más que apto para iniciar una nueva fundación. Y lo trasladaron a Piedimonte de Afila. La construcción del convento, ardua labor, fue otra vía para disciplinarse. Acarreó tan pesadas piedras y se entregó al trabajo con tal brío que su organismo se dañó seriamente. Comenzó a tener vómitos de sangre, pero la protección de María que vino en su auxilio le devolvió la salud.

Era tan humilde que se sentía indigno de recibir el sacramento del orden, aunque lo aceptó por obediencia cuando tenía 23 años. Otro tanto le sucedió al ser designado confesor y maestro de novicios a los 27. Como le ha ocurrido a otros santos el rigor disciplinar lo reservaba para él; a los demás los trataba con delicadeza y bondad actuando incluso con cierta flexibilidad. Era guardián del convento de Piedimonte, una misión que desempeñaba admirablemente, pero de nuevo llevado de su humildad, rogó a sus superiores que le relevaran de la misión. Su petición fue escuchada. Sin embargo, en 1684 los componentes del capítulo provincial volvieron a encomendarle esa responsabilidad. No fue la única. En 1690 le nombraron definidor de la Orden. Silencio y recogimiento eran las divisas de vida que difundió entre sus hermanos extremando el cumplimiento de la regla, que personalmente había acatado siempre con toda fidelidad. Quería que la casa excediese en rigor a la fundada en Extremadura, España, por san Pedro de Alcántara.

Su vida ascética estuvo marcada por grandes pruebas. Le asaltaron oscuridad y dudas que sufrió pacientemente. Dios le bendijo con numerosos favores. Su primer arrobamiento fue un éxtasis integral que le mantuvo suspendido en el aire mientras se hallaba en la capilla de Piedimonte celebrando un oficio. A éste le sucedieron otros muchos. En algunos se le concedió tomar al Niño Jesús en sus brazos. De María recibió distintas locuciones en diversas apariciones suyas. Fue agraciado con los dones de bilocación, profecía y milagros. En los últimos 30 años de su vida no ingirió vino, agua, ni otra bebida. Ni su avanzada edad ni su delicada salud fueron motivo para que moderase sus penitencias, como le sugirieron. Le fue dada a conocer de antemano la fecha de su muerte que se produjo el 5 de marzo de 1734. Tras el deceso se apareció a varias personas. Fue canonizado por Gregorio XVI el 26 de mayo de 1839.